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Mahatma Gandhi
Mahatma Gandhi
Regresó después a la India; pero no permaneció allí mucho tiempo. Los ideales que
guiaron toda su vida, y que se identifican con un ardiente amor a la India (cuya
antigua civilización y algunas épocas gloriosas de su historia trimilenaria se le
aparecían como firmes bases para la deseada unión nacional) y con una necesidad
innata de llevar a cabo la difícil misión con un espíritu de amor y caridad hacia la
humanidad entera, comenzaron a revelarse públicamente con el generoso impulso
con que Gandhi (habiéndose trasladado en 1893 a Sudáfrica) se dedicó a realizar la
obra de redención y de elevación moral y social de muchos millares de indios allí
residentes.
Regresó a finales de 1914 a la India, donde llevó una vida retirada hasta 1918,
término de la Primera Guerra Mundial. A partir de este año Gandhi fue
prácticamente el jefe del movimiento nacionalista. Su bandera, al principio una
simple autonomía que tomaba su base de la autonomía económica, a la que había de
llegarse mediante la «no colaboración» y después con la desobediencia civil, pasaría
finalmente a ser el símbolo de la independencia nacional («svaraj»).
1920 señala una fecha importante en la vida de Gandhi, porque fue precisamente en
este año, en ocasión de la sesión extraordinaria del Congreso Nacional Indio en
Calcuta y en la ordinaria celebrada poco después en Nagpur, cuando Gandhi obtuvo
un gran éxito personal: en la primera sesión fue aprobada, y en la segunda ratificada,
la puesta en práctica de una gradual resistencia pasiva, deseada y ardientemente
propugnada por Gandhi como método de lucha contra la opresión colonial. Aunque
la no violencia es un concepto común en el hinduismo y en la cultura oriental
(«ahimsa»), Gandhi la reivindicó como un imperativo ético universal, subyacente en
todas las religiones (el budismo, el cristianismo, el islam). Su pensamiento
entroncaba también con eximios representantes de la espiritualidad en Occidente
(desde Jesucristo hasta León Tolstói) y con teóricos de la política y la economía como
Henry David Thoreau, formulador de la doctrina de la desobediencia civil.
Sus repetidos y dolorosos ayunos (realizó dieciséis, el último de ellos pocos días antes
de su fin en un intento de conseguir la paz religiosa de toda la India) eran la prueba
de una completa entrega a su causa y consiguieron la devoción de las masas; su
palabra apasionada las entusiasmaba, sus plegarias y sus invocaciones al dios Raro,
recitadas en público, conmovían y arrebataban al auditorio. Gandhi actuó
políticamente siguiendo medios que estaban en neto contraste con la práctica
dominante, y consideró despreciable el principio según el cual el fin justifica los
medios, principio que un maestro indio de política, Kautilya, había exaltado y puesto
en práctica con un realismo sin escrúpulos muchos siglos antes.