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El Islam

La civilización islámica nace al amparo de una nueva religión: el Islam y, desde la península
arábica se expande por Oriente Medio, el Norte de África y la Península Ibérica en apenas 100
años. Resulta muy relevante, antes de empezar esta unidad que sepas distinguir tres términos
fundamentales: Arabe, Magrebí y Musulmán. Los dos primeros son una referencia geográ ca (del
primero signi ca originario de la península arábiga, en Asia, mientras que el segundo es originario
del Magreb, en el norte de África) mientras que el segundo término signi ca una confesión
religiosa independiente del origen geográ co de una persona. Es posible la existencia de un
árabe cristiano, y de la misma manera un musulman valenciano, sirio, noruego, turco o
canadiense, ambos términos son independientes. Es también importante no confundir árabe con
arabofono, es decir una persona que habla árabe -lengua original de arabia pero que se extendió
junto con el imperio- como lengua materna no le convierte en árabe.

La religión islámica

El profeta Mahoma, fue el que creó esta doctrina partiendo de la revelación de la religión por
parte de Alá, Dios en árabe, creando así una religión monoteísta. El término Islam supone aceptar
la sumisión a la voluntad de Dios y crea el concepto musulmán, que por encima de razas o
procedencias, agrupa a todos los creyentes en Alá.

El Corán es el libro sagrado de los musulmanes y recoge la revelación de Alá a Mahoma. Su


redacción recoge y adapta parte de la tradición religiosa judía y cristiana (tanto la Tora judía como
el Antiguo Testamento, común a ambas, y los Evangelios propios del cristianismo) y considera a
los patriarcas y profetas del antiguo testamento: Adán, Abraham, Moisés, Salomón o Jesucristo
como profetas que precedieron al último profeta: Mahoma. Al igual que estas religiones el Islam
también es una religión de salvación, creen en otra vida, con cielo e in erno tras el juicio nal. El
paraíso es un lugar placentero, no sólo en lo metafísico, sino también en lo físico. Las normas
básicas del comportamiento para no ser castigado con el in erno vienen recogidas en el Corán,
estableciendo una serie de religiones:

• No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta, es la profesión de fe de todo musulmán.

• Oración. Orar cinco veces al día mirando a la Meca. El viernes es el día santo, cuando se acude
a la mezquita de forma colectiva.

• Practicar el ayuno durante un mes: el ramadán (noveno mes del calendario lunar), desde la
salida a la puesta del sol.

• Dar limosna a los pobres, siempre que no se necesite y en una cantidad estipulada según las
posesiones del donante.

• Peregrinar a la Meca, al menos, una vez en la vida, si es posible.

Yihad signi ca esfuerzo o lucha, en algunos casos es interpretada como la lucha interior contra el
mal, en otros como la lucha contra los enemigos del Islam. Este concepto, que movió a las luchas
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contra los enemigos del Islam durante la Edad Media bajo la promesa del paraíso, se mantiene
viva hoy en día en algunos grupos integristas musulmanes. El concepto de Guerra Santa no es
exclusivo del Islam, y el propio cristianismo incorporó este concepto bajo el nombre de Cruzada.

Sin embargo, los principios por los que se rige la vida de un musulmán no vienen sólo del Corán,
también se basan en la Xaria, o ley coránica, o la Sunna. La enseñanza de estos principios se dan
en la escuela coránica o Madrasa, y la interpretación de la ley la realiza un juez o Cadí.

Surgimiento y consolicación del Imperio Islámico

Mahoma fue un comerciante nacido en la ciudad de La Meca, cuidad donde existía una religión
tradicional políteista muy relevante para el comercio a través del Mar Rojo, donde ya se
practicaban algunos principios del Islam como la peregrinación o el ayuno. Como comerciante a
lo largo de sus viajes pudo entrar en contacto con otras religiones que in uyeron de manera
determinante el Islam, el judaismo y el cristianismo.

En el año 610, en un retiro de Ayuno en unas montañas cercanas a la Meca, Mahoma narra como
se le pareció el Arcangel Gabriel y le dictó el Corán en una nuevo lenguaje escrito, el árabe.
Después de este proceso Mahoma comienza a predicar su nueva religión, que además de
explicar los principios que ya hemos explicado también establecía algunas prohibiciones como
comer carne de cerdo, tomar alcohol, participar en juegos de azar y la representación de Alá en
imágenes. Los habitantes de La Meca, principalmente los comerciantes ricos con respecto al
voto de pobreza, no estaban de acuerdo con lo que decía Mahoma, y en el año 622 tiene que huir
a la ciudad de Yathrib, posteriormente conocida como Medina. Este hecho será conocido como
La Hegira, y constituirá el año 0 del calendario musulmán.

En Medina Mahoma se convirtió en un líder que unió a las distintas facciones y, tras unos años
allí, consigue formar su propio ejército y en el año 630 se hace con el control de la Meca. Tan solo
dos años más tarde, muere en Medina. Sin embargo, gran parte de la península arábiga ya se
había unido en esta nueva religión. Tras la muerte de Mahoma, el pueblo árabe consiguió una
gran expansión militar durante los siglos VII y VIII.

La dirección del Islam quedó en manos de los califas, que eran los sucesores de Mahoma. Al
principio estos califas se eligieron entre los parientes del profeta (los conocidos como Califas
ortodoxos: Abu Baker, Umar, Utman y Alí) La capital del imperio se estableció en Medina y
conquistaron Egipto, Mesopotamia, Siria, Palestina, Armenia y el Asia Menor.

En el año 661, otra familia se apoderó del Imperio Islámico y convirtió el cargo de califa en
hereditario. Esta familia era la familia de Umar, que combatirá contra los partidarios de Alí en la
llamada Primera Fitna, desde la que se establecerá las diferencias entre las dos grandes
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confesiones del Islam, los Chiíes y los Suníes. Con la victoria de los partidarios de Umar comenzó
la dinastía de los Omeya. Esta dinastía trasladó la capital a Damasco, en Siria. Con respecto a la
expansión del Islam, conquistaron Marruecos y la Península Ibérica por el oeste y continuaron sus
avances por el este.

La organización del imperio fue jerárquica y centralizada. El califa era la máxima autoridad, como
representante de Alá en la tierra, tanto en lo político como en lo religioso. Los visires eran sus
ministros y solían tener un primer ministro (un visir a modo de presidente del gobierno) que dirigía
la administración del Imperio. El Imperio, que se organizó en emiratos, provincias gobernadas por
un emir dependiente de la autoridad califal de Damasco. Los cadíes, jueces de las diferentes
ciudades.

Los Omeyas, que realizaron estas rápidas conquistas sin embargo no supieron integrar
socialmente a los pueblos conquistaron y siempre situaron a personas de origen árabe en los
puestos más importantes, lo que a la larga supuso descontento y revueltas. Al frente de estas
revueltas se situó otra familia de origen árabe, también Sunni, los Abasidas, que asesinaron a los
omeyas y se hicieron con el control del Imperio Islámico, integrando a las élites de los territorios
conquistados. De los Omeyas, tan solo sobrevivió Abderramán, que huyó a la península Ibérica y
fundó el Califato de Córdoba. La capital del imperio se trasladó a Bagdad, en Irak. A partir del
siglo X, el Imperio perdió poder debido a los continuos ataques de otros pueblos, como los
turcos, siendo nalmente la mayoría de su territorio integrado por el Imperio Turco Otomano, con
capital en Estambul (antigua Constantinopla).

La economía y la sociedad

La economía islámica se articuló en torno al comercio y a la agricultura. Los pueblos árabes


partían de una tradición comercial que venía de antiguo con las rutas de las grandes caravanas,
entre ellas las de la seda o las especias, que llegaban hasta China o la India actuales y que
ponían en contacto oriente y occidente. La artesanía alimentaba este comercio con producción
textil, cerámica, cuero, vidrio y orfebrería.

Por otra parte, su procedencia de un medio cálido y seco, les hizo desarrollar una agricultura muy
técnica que era capaz de producir en condiciones poco propicias y al aprovechamiento del agua
como un bien escaso, creando infraestructuras de riego y redes de acequias (muchas de las
cuales han llegado hasta nosotros) y otros elementos para facilitar el aprovechamiento del agua
como norias, fuentes... Al extenderse por zonas regables, aportaron sus técnicas de cultivo y con
ellas llegó el incremento de una producción muy variada en hortalizas y frutales, junto con los
jardines y los cultivos tradicionales.

Su ganadería era eminentemente ovina, en especial cabras, ya que el Corán prohíbe


expresamente el consumo de cerdo y la vegetación de la zona de procedencia no permite el
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ganado bovino. La cría de camellos tiene gran importancia en el comercio y la de caballos en su
expansión.

También su procedencia nómada condiciona la forma de poblar el territorio, pues la ciudad es el


centro de servicios y el gran mercado, donde acuden los nómadas y las caravanas; por ello, el
desarrollo urbano de esta cultura fue importante y algunas de sus ciudades como Bagdad,
Damasco, Fez o Córdoba tuvieron gran importancia. En las ciudades convivían los musulmanes
que las administraban y los no musulmanes (entre ellos judíos y cristianos, dependiendo de las
zonas). Las ciudades musulmanas se construyen con un trazado irregular de calles estrechas,
formadas por casas con pocas ventanas al exterior y un patio interior alrededor del cual se
articula la vivienda. Esta estructura urbana favorece la sombra y crea ambientes poco soleados
para preservar del calor.

Una muralla suele rodear la medina, el caso urbano, donde se ubica el zoco, mercado cuya
tradición comercial ha perdurado hasta la actualidad, como puede comprobarse en algunas
ciudades como Istambul, El Cairo, Fez o Túnez.. El alcázar era la residencia del gobernador y el
castillo para la defensa de la ciudad. En la medina se levanta la mezquita, el templo musulmán.
En el exterior de las murallas se extendían los arrabales que podían integrarse dentro de las
murallas a medida que las ciudades crecían y era necesario ampliar las defensas.

La sociedad

Los califas, emires y visires y sus familias formaban la aristocracia islámica con poder político y
económico y propietarios de las tierras. Originalmente solían ser árabes o descendientes de
árabes. Sobre todo en las ciudades se creó una clase social media formada por funcionarios,
comerciantes y artesanos propietarios de sus negocios y pequeños campesinos en la zona rural
que, si bien tenían escasa in uencia política sí poseían cierta riqueza económica.

La clase baja estaba formada por campesinos no propietarios, empleados de la artesanía o


dueños de pequeños talleres y vendedores en los mercados con escasa potencia económica. Los
cristianos y judíos pudieron conservar sus propiedades y también podían ser campesinos,
comerciantes o artesanos; podían practicar su religión y pagaban impuestos, algunos
precisamente relacionados con su práctica religiosa. La esclavitud estaba extendida en el mundo
islámico.

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La cultura

La cultura musulmana es muy rica, pues constituye el puente entre la cultura clásica y la
medieval. Partieron de los conocimientos cientí cos y losó cos griegos, los tradujeron a su
lengua y constituyeron bibliotecas para difundirlos.

La lengua árabe fue el vehículo de comunicación del Imperio y perdura todavía hoy en la mayoría
de los territorios que lo componían. Crearon escuelas (madraza) que estaban presentes en las
ciudades para enseñar a leer tomando como base el Corán, de forma que educación y religión
quedan íntimamente unidas.

La producción literaria musulmana fue muy importante, tanto en poesía (épica y lírica, de temática
amorosa o religiosa) como en narrativa donde puede destacarse la colección de historias,
muchas de ellas procedentes de la tradición oral antigua, recopiladas en Las mil y una noches,
donde Sherezade cuenta al sultán esas historias de todos conocidas: Aladino, Simbad, Alí Babá y
los cuarenta ladrones. Sus tratados de historia o geografía nos han permitido conocer más esta
cultura.

El sistema arabe de numeración decimal sustituyó a otros, como el romano, y ha llegado a


nuestros días, junto con otros conceptos matemáticos como el 0, para expresar la ausencia de
cantidad y el álgebra.

También desarrollaron la medicina, tanto curativa como preventiva y los hospitales. Algunos de
los personajes ilustres de su cultura, como el cordobés Averroes o el persa Avicena eran
auténticos humanistas que se ocupaban de la losofía (Averroes fue el trasmisor de la losofía
aristotélica), la medicina, las matemáticas o la astrología.

Al-Andalus

Dirigidos por Tariq los musulmanes derrotan a D. Rodrigo en la batalla de Guadalete (711). En
unos tres años conquistan la Península, excepto las zonas montañosas del norte. La rapidez de la
conquista se debió a la desaparición del ejército visigodo y a las capitulaciones y pactos con la
nobleza hispano-visigoda. Los pueblos invasores eran árabes y bereberes del norte de África. Al-
Ándalus pasó por distintas fases en su organización política desde el siglo VIII al XI:

1. Emirato dependiente del Califato Omeya de Damasco (711-756).

2. Emirato independiente de Bagdad (756-929), obra de Abd-al-Rahman I. Etapa de


luchas internas entre árabes y bereberes y revueltas de muladíes y mozárabes contra el poder
cordobés.

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3. Califato de Córdoba (929-1031). Abd-al-Rahman III se proclamó califa (líder político y
religioso). Con al Hakam II se inició un periodo de esplendor cultural y paz con los cristianos.
Almanzor ( nales X) suplanta al califa Hisham II, iniciando un periodo de campañas militares, a su
muerte el Califato se disgregó, dividiéndose en reinos de taifas (1031).

Sin embargo en la Península Ibérica se forman diferentes núcleos fuera del control de Córdoba y
que practicaban la religión cristiana en el norte de la Península, aunque conviene diferenciar dos
áreas: La zona cantábrica, que nunca estuvo bajo el control de los Visigodos, y la marca
hispánica, originalmente creada por el Imperio Carolingio.

La economía era fundamentalmente agrícola, los musulmanes intensi caron el regadío, utilizando
la noria y ampliando el uso de acequias, introdujeron nuevos cultivos (algodón, arroz, azafrán,
cítricos) que unieron a la tríada mediterránea (cereal, vid y olivo). En la ganadería, retrocedió la
porcina, desarrollándose más la ovina y equina. La minería se revitalizó, destacando el hierro,
cobre y mercurio. Famosos fueron sus productos artesanales cordobanes, brocados, armas y
cerámicas.

El comercio interior que se realizaba en los zocos urbanos, y el comercio exterior a través de sus
puertos con el Magreb, norte de África y Oriente; utilizándose dos monedas, el dinar (oro) y el
dirhem (plata).

La sociedad andalusí era muy heterogénea, por su gran diversidad étnica y religiosa. Con
predominio de los musulmanes (árabes, bereberes y muladíes), esta sociedad se estructuraba en:
grupo nobiliario (nobleza de sangre y de servicio), burguesía urbana (funcionarios, artesanos y
comerciantes), plebe, y en último lugar muladíes y esclavos. Junto a ellos subsistían mozárabes y
judíos.

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