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democracia: un cruce de caminos
Resumen Abstract
Hablar de comunicación pública Talking about public and political
y comunicación política, y la po- communication and the possibili-
sibilidad de que ambas constru- ty that both could build democra-
yan democracia, resulta un asun- cy is a risky issue, moreover when
to bastante arriesgado, máxime what predominates in the current
cuando lo dominante en el para- communication paradigm, no ma-
digma actual de la comunicación, tter its trend, is more engaged with
cualesquiera que sean sus vertien- the shape, surface and apparent
tes, se asocia más con el mundo de world, than with the possibility of
la forma, de lo superficial y de lo exploring spaces and developing
aparente, que con la posibilidad processes for the construction of
de explorar espacios y desarro- democracy. The present paper is
llar procesos que le apuesten a la the early outcome of a research
construcción de democracia. Este in public communication named
trabajo surge como resultado ini- “Public Communication: a Space
cial del proyecto de investigación for Building Democracy,” elabo-
en comunicación pública deno- rated by Corpus, research group
minado “Comunicación pública: sponsored by University of Me-
un espacio para la construcción dellín Research Vice-Rectory. It
de democracia”, que adelanta el is an open, critical and complex
grupo de investigación Corpus, y proposal that invites researchers
que auspicia la Vicerrectoría de In- of these topics to build public co-
vestigaciones de la Universidad de mmunication proposals capable
Medellín. Es una propuesta abier- of constructing bridges to join de-
ta, crítica y compleja, que invita a mocracy with what is public and
los investigadores en estos tópicos what is political.
a construir propuestas de comuni-
cación pública que articulen y per-
mitan un cruce de caminos con lo
público y lo político, y con la de-
mocracia.
sentidos.
La noción de comunicación, desde un acerca- La comunicación es un espacio para la in-
miento etimológico, proviene del latín comunicare, teracción humana.
que significa hacer común, significación que es co- La comunicación es constitución y consti-
herente con la definición que trae el Diccionario de tutivo de lo humano.
Una resemantización apretada sobre lo político nos podría identificar
con el arte de construir la ciudad. En este sentido, un político sería un artesano de la Por ello, la comunicación no se puede asumir
ciudad. desde la concepción instrumental y positivista, in-
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fluenciada por la teoría matemática y el racional- “Se entiende como toda comunicación que
ismo de operaciones y de sistemas que reduce el tiene por objeto la política” (Wolton, 1998,
concepto a la transmisión de mensajes, es decir, al pp. 29-30).
concepto de información (dar forma) y al esquema “Es la relación entre la comunicación y sus
de transmitir señales, mediante un código común efectos sobre la política” (Colomé, 1994,
entre emisor y receptor. Tampoco se puede asimilar p. 5).
la comunicación como equivalente al concepto de “Es toda comunicación que se relaciona con/
redes en la llamada sociedad de la información. influye en/tiene por objeto/la política” (Exe-
ni, 2005, p. 49).
Pese a estas definiciones y miradas, todas el- “Es el espacio en el que se intercambian los
las apuntan al hecho de que para hablar de comu- discursos contradictorios de los tres actores
nicación es necesario hablar de ética y de democ- que tienen legitimidad para expresarse pú-
racia. Si la comunicación no contribuye a formar blicamente sobre política, y que son los po-
posiciones éticas frente al quehacer del ciudadano, líticos, los periodistas y la opinión pública,
y si aquélla no contribuye a la formación y con- a través de los sondeos” (Wolton, 1998, pp.
solidación de la democracia, entonces no se puede 29-30).
hablar de comunicación. Por ello, y tal como lo “Hablamos de comunicación política fun-
afirmo en la primera parte de este artículo, el acto damentalmente para referirnos a la relación
de la comunicación, debido a su naturaleza y esen- que mantienen gobernantes y gobernados, en
cia, tiene una función que le es propia: lo político, un flujo de mensajes de ida y vuelta, a través
que es público. de los medios de comunicación social y con
el concurso de periodistas especializados en
cubrir la información generada por las ins-
Comunicación política tituciones y los protagonistas del quehacer
político” (Del Rey Morató, 1996, p. 183).
Establecer un vínculo entre comunicación y lo
político resulta un asunto complicado, máxime
Estas definiciones dejan entrever algunos puntos
cuando esta temática ha sido abordada desde múl-
tiples perspectivas, las cuales pasan por las teorías comunes, lo que nos induce a afirmar que entre la
comunicación y lo político hay una estrecha inte-
Para Cándido Monzón, un teórico de la comuni- La comunicación política tiene efectos sobre la
cación, el concepto de “comunicación política” tie- sociedad y sobre el funcionamiento de las entida-
ne siempre detrás alguna teoría general, provenien- des del Estado. Por ello, la comunicación política
te de macroteorías desde las cuales se ha abordado se puede definir como aquella que posibilita que
este campo de estudio, tales como el conductismo, ciertos actores sociales expresen, en público, sus
el estructural-funcionalismo, el marxismo, la teoría opiniones sobre lo político. En la sociedad de la
crítica y la teoría de sistemas. Las definiciones co- información, estos actores se han reducido a los
rresponden a formas genéricas y a intentos por des- periodistas, los columnistas de opinión y los ana-
cribir o simplificar un concepto que, por esencia, es listas de la opinión pública, pero en virtud de los
complejo. Veamos algunas: sondeos de opinión.
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Sobre los sondeos una supuesta opinión colectiva que, en la práctica,
corresponde a la sumatoria estadística de opiniones
Apelando a la historia, los sondeos de opinión individuales.
tienen su origen en la necesidad de conocer las
preferencias electorales en Estados Unidos. En Los sondeos de opinión han buscado cierta legi-
1824, el periódico Harrisburg Pennsylvanian pu- timidad por la aplicación de técnicas estadísticas y
blicó los resultados de una elección ficticia sobre metodologías que cumplen con ciertos niveles de
las probabilidades de los cuatro candidatos presi- cientificidad. Del tema electoral se ha pasado a la
denciales. En esa misma época, otros periódicos realización de sondeos de opinión de cuanto tema
parecen haber efectuado elecciones en pequeña es- se les ocurre a los responsables de las salas de re-
cala llamadas straw vote (votos de paja, ficticios). dacción de los medios masivos de información. En
La modificación de la conducta de los electores fue la actualidad hay una especie de resignación a que
contundente y afectó la decisión final al momento de el único mecanismo para medir o para hacer explí-
votar. A comienzos del siglo XX hubo toda una serie cita la opinión pública son los sondeos de opinión.
de sondeos patrocinados por diversos periódicos, y La utilización de este mecanismo de medición pasa
antes de la Primera Guerra Mundial se preguntaba también por un cierto fetichismo en el lenguaje, pues
sobre la política exterior estadounidense. La pregun- algunos medios cambian el término por otros más
ta básica era si Estados Unidos debía o no intervenir sutiles, pero en esencia iguales, como el de Urna
en la guerra. virtual o Usted elige. Sin embargo, hay autores que
defienden la utilización de los sondeos. Dader, por
La revista Literary Digest comenzó sus sondeos en ejemplo, señala que hay una especie de transparen-
1916 y empleaba la siguiente técnica: distribuía por
correo papeletas o tarjetas electorales a sus lectores, cia democrática en la utilización de sondeos, pues-
a los propietarios de automóviles y a la gente que to que “si el sistema democrático debe respeto a la
aparecía en la guía telefónica. En 1928, se envia- opinión pública y si ella se expresa a través de los
ron 18 millones de tarjetas, se predijo la victoria de
Herbert Hoover con un 63,2 por ciento del total y
sondeos, entonces hay que gobernar teniendo en
la ganancia real fue del 58,8 por ciento. La diferen- cuenta las encuestas” (Dader, 1997, p. 121).
cia fue de 4,4. En 1932 se repartieron 20 millones
de tarjetas, se predijo el triunfo de Roosvelt y sólo La investigadora colombiana Ana María Mira-
hubo error en 1,4 por ciento. En 1936, Roosvelt se
lanza a la reelección y el Digest vaticina la victoria lles, cabeza visible de la propuesta de Voces Ciuda-
del republicano Landon con un 57 por ciento. Roos- danas, al referirse a la cita de Dader, señala:
velt obtuvo el 62,5 por ciento. El fracaso señala la
desaparición de la revista como órgano de sondeo. Esa interpretación muestra la falacia del esquema por
Ese mismo año, George Gallup –ex profesor de pe-
cuanto es más una estrategia simbólica, cuya clave re-
riodismo iniciado en las encuestas sociales– predijo
el triunfo de Roosvelt con un error inferior al 5 por side en el mensaje de que estamos en una democracia
ciento y pronosticó –además– el error del Digest: porque hacemos sondeos sobre muchos temas, les da-
acertó con 1 por ciento de error (Gómez, 1982, pp. mos visibilidad y hasta nos amparamos a veces en sus
150-151). resultados para apoyar decisiones que fueron tomadas
por otros circuitos (Miralles, 2000, p. 76).
Con la consolidación de la técnica de los son-
deos de opinión se ha pretendido medir las opinio- Las encuestas, legado de los científicos positi-
nes individuales de los ciudadanos en la sociedad vistas y herramienta propia de los sondeos, se han
LUIS HORACIO BOTERO MONTOYA
de masas en relación con determinados temas, la convertido en el método para medir la opinión del
mayoría de las veces seleccionados por los gran- pueblo. La fórmula para encuestar no varía sustan-
des medios masivos de información. Sin embargo, cialmente, lo único que cambia son las preguntas
una vez se publican los resultados de los sondeos, y lo que se pretende medir. El proceso es sencillo:
opera una cierta falsedad, puesto que los medios
privilegia la sondeocracia en aras de explicitar El Grupo de Investigación en Comunicación Urbana de la Universidad
Pontificia Bolivariana de Medellín, Colombia, lanzó el proyecto de Voces Ciudadanas,
La expresión sondeocracia corresponde –en apretada etimología– al poder mediante el cual se apuesta por la participación del ciudadano del común en los asuntos
de los sondeos en una sociedad de masas o sociedad de la información. de interés público.
y como algo despreciable para el común de los ciu- la comunicación, circunstancia que nos permite se-
dadanos, así como el pensamiento que asume que ñalar que la comunicación es poner en común sen-
lo esencial de la comunicación, incluyendo la co- tidos en su natural dimensión social.
municación política, sea la búsqueda de consensos.
Por el contrario, dada la necesaria identificación Como lo subrayó el politólogo francés Daniel
de la comunicación política con la formación de Pécaut, en el V Encuentro Iberoamericano del Ter-
ciudadanía, es necesario entender que una de esas cer Sector realizado en Cartagena de Indias en abril
búsquedas consiste, precisamente, en propiciar el de 2000:
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La noción de lo público está asociada a la acepta- redes de comunicación masiva, y el tiempo y el
ción de un principio de semejanza entre todos los espacio reservados en los medios para la atención
miembros de la sociedad, la visibilidad de los de- de temas de preocupación pública general (Mc-
bates en un espacio no organizado por el Estado, Quail, 1998, p. 136)
una distancia con la política institucional, reco-
nocimiento de un mundo común en cuyo seno se
construyen las particularidades de grupos con di- Comunicación pública, política
ferentes tipos de identidad (Pécaut, 2001, p. 46). y democracia
Por tanto, hablar de lo público nos induce a refe- Sin embargo, cabe preguntarse si es viable ha-
rirnos a la antigua polis griega, a la ciudad-Estado blar de comunicación pública y política como una
en oposición al oikos como hogar y familia. A su posibilidad de construir democracia. Este es, preci-
vez, la naturaleza del corpus, unida a la comunica- samente, el objeto de la investigación en curso, de la
ción, permite entender la dinámica de la sociedad cual soy coinvestigador, y que centra su atención en
en orden a la participación del ciudadano. la necesidad de comprender la comunicación pública
como eje para la construcción de bienes eminente-
El sentido de lo público representa no sólo el mente públicos, toda vez que aquélla está intrínse-
orden de lo social, sino también la configuración camente vinculada con la necesidad de formar un
de lo ideológico por el interés general. La visión del ciudadano, núcleo fundamental para la construc-
derecho romano nos pone en contacto con los tér-
ción de democracia participativa.
minos latinos civis-civicus (civitas), cuyos adjetivos
ponderan y resaltan la condición de ciudadano.
El proyecto de investigación en curso, inscrito
El concepto de comunicación pública actualiza en el banco de proyectos de la Vicerrectoría de In-
la lucha de los sujetos por intervenir en la vida vestigaciones de la Universidad de Medellín, es-
colectiva y en el devenir de los procesos políti- tablece una relación entre comunicación pública,
cos concernientes a la convivencia con “el otro” y comunicación política y democracia, y el lugar
por participar en la esfera pública, concebida ésta
donde se focaliza corresponde a una entidad esta-
como el lugar de convergencia de las distintas vo-
ces presentadas en la sociedad (McQuail, 1998, tal (municipio de Medellín) que representa uno de
p. 112). los ámbitos propicios para comprender la dinámica
En una sociedad que ha privilegiado el paradig- Para Sartori “este asunto de la concentración de los
ma de la lógica de lo privado, los bienes públicos medios se expande en tres problemas básicos de la co-
son objeto de apropiación por parte de particula- municación: la insuficiencia cuantitativa, la tendencio-
res. Este fenómeno se refleja de manera excluyente sidad y la pobreza cualitativa” (Sartori, 1994, p. 58).
en los oligopolios de los medios de comunicación,
la concentración de la información en pocas ma- La insuficiencia se tipifica en lo que Ignacio Ra-
nos, en la manipulación de la información y, por su monet llama la “censura democrática” (Ramonet,
puesto, en la expansión de la desinformación. 2001, p. 42), por la sobreabundancia de informa-
ción disponible que literalmente arrasa a ciudada-
Por norma general, y al decir del investigador nos y periodistas, y no les permite la perspectiva y
Carlos Alberto Galvis, la comprensión de los hechos que tratan.
“... la gran mayoría de los grandes medios de comuni- Desde la dimensión semiótica, la comunicación
cación pertenecen a grupos empresariales o industria- pública y la comunicación política se han centrado
les dedicados ya sea a actividades sin relación directa
con la producción de mensajes comunicacionales o a
más en divulgar lo que hacen el poder y la farándula,
una amplia gama de éstos, al menos eso es lo que se que en darle visibilidad al ciudadano, quien es el su-
palpa en países como Estados Unidos y el resto de jeto afectado por las decisiones gubernamentales.
América Latina” (Galvis, 2005, p. 847).
De allí que el ciudadano se convierte en un per-
Los medios de comunicación se han constituido sonaje apático frente a los asuntos públicos, desinte-
en un poder indiscutible. La palabra “mediocra- resado, desinformado, destinado a que otros piensen
cia” hace carrera entre teóricos y estudiantes de y asuman por él las decisiones fundamentales de su
las facultades de comunicación. devenir.
Hablar de mediocracia, además de suponer una sobre- Desde otro ángulo, son los medios y no los ciuda-
dimensionada visión de los mass media, implica vol- danos los que determinan qué ofrecer, qué informar,
ver al ampliamente discutido tema de los (d)efectos
de la comunicación mediatizada. Gobierno de los
qué leer, cuáles son los temas de interés público, y
medios, en su versión extrema, no es sino otra forma los temas fundamentales que conectan al ciudada-
LUIS HORACIO BOTERO MONTOYA
La comunicación pública y la comunicación po- Barbero, J. M. (2003). De los medios a las media-
lítica cuentan con un espacio ideal para fortalecer la ciones. Bogotá: Convenio Andrés Bello.
idea de lo común, lo colectivo, lo que nos pertenece
a todos. La comunicación pública y la comunicación Barbero, J. M. (2005). Los oficios del comunica-
política se constituyen en un espacio para fortalecer dor. Co-herencia. Revista de Humanidades-Uni-
la democracia y la participación ciudadana, dados versidad Eafit, 2.
los vacíos conceptuales, teóricos y prácticos sobre
la comunicación, lo público y lo político. Bettetini, G. (1986). La conversación audiovisual.
Problemas de la enunciación fílmica y televisiva.
El comunicador es dimensión significante de la Madrid: Cátedra.
cultura en la medida en que luche contra la ten-
dencia más extrema de ghetto y de repliegue que Botero Montoya, L. H. (2006). Teoría de Públicos.
es hoy el encerramiento en lo privado, la privati-
zación de la ida disolviendo el tejido colectivo,
Lo público y lo privado en la perspectiva de la co-
desvalorizando la experiencia social al confundir- municación. Medellín: Sello Editorial Universidad
la con el ámbito de la agresividad, el anonimato y de Medellín.
la inseguridad. No sólo desde la política, también
desde la cultura puede activarse lo que en público Breton, P. (1998). Medios, mediación, democracia.
hay de pueblo, de sentido comunitario y solidario
Dentro de Gauthier, Gosselin y Mouchon (com.),
(Barbero, 2005, pp. 113 y 114).
Comunicación y política. Barcelona: Gedisa.
A mi juicio, y sólo desde una mirada integrado-
Así que este campo de investigación está abier- Galvis, C. (2005). La comunicación pública como
to, en espera de que los docentes, investigadores y hologramía de la crisis. Revista Faro, 1, 841-856.
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Departamento de Ciencias de la Información y la Sánchez Zuluaga, U. H. (2006). Más mediados que
Comunicación. Universidad de Playa Ancha, Valpa- comunicados. En: Pensar la comunicación, Sello Edi-
raíso, Chile. torial de la Universidad de Medellín (pp. 297-312).
Gómez, L. A. (1982). Opinión pública y medios de Sartori, G. (1994). ¿Qué es la democracia? Bogotá:
difusión. Quito: Ciespal. Altamir Ediciones.
Wolton, D. (1998). Las contradicciones de la comu-
Habermas, J. (1982). Historia y crítica de la opinión nicación política. En: Pilles Gauthier et al. Comuni-
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pública. Barcelona: Editorial Gustavo Gili.