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CONSAGRACIÓN

¡Oh Sacratísimo Corazón de Jesús!, que manifestaste a Santa Margarita María el deseo de reinar
sobre las familias cristianas; venimos a proclamar tu absoluto dominio sobre la nuestra. De hoy en
adelante queremos vivir en tu vida, queremos que en nuestra familia y empresa florezcan las
virtudes por las cuales prometiste la paz en la tierra, y queremos desterrar de nosotros el espíritu
mundano. Tú has de reinar en nuestros entendimientos por la sencillez de nuestra fe, y en
nuestros corazones por el amor que arderá para Ti solo, procurando nosotros mantener viva esta
llama con la frecuente recepción de la Eucaristía.
Dígnate, oh Corazón Divino, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y
temporales, apartar de nosotros los vanos cuidados, santificar nuestras alegrías, consolar
nuestras penas. Si alguna vez alguien entre nosotros tuviese la desgracia de ofenderte, recuérdale
oh Corazón de Jesús, que eres bueno y misericordioso con los pecadores arrepentidos. Y cuando
suene la hora de la separación, cuando venga la muerte a traer duelo en medio de nosotros, todos,
así los que se vayan como los que se queden, estaremos conformes con tus eternos decretos.
Nos consolaremos pensando que ha de venir un día en que toda la familia reunida en el Cielo
podrá cantar eternamente tus glorias y tus beneficios.
Dígnese el Corazón Inmaculado de María, dígnese el glorioso Patriarca San José presentarte esta
consagración y recordárnosla todos los días de nuestra vida. Amén.

(Ahora propietarios y trabajadores en signo de aceptación de tener a Jesús


como Dios y Señor, maestro, guía y protector dicen juntos:)

Yo (Cada uno decir su nombre completo) ofrezco y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro
Señor Jesucristo: mi persona, mi vida, mis acciones, penas y sufrimientos y no quiero servirme de
ninguna parte de mi ser más que para amarle, honrarle y glorificarle. Esta es mi voluntad
irrevocable, pertenecerle en absoluto y hacerlo todo por su amor, renunciando de corazón a
cuanto pueda desagradarle.
Os elijo, ¡oh Sagrado Corazón de Jesús!, por el único objeto de mi amor, el protector de mi vida, el
áncora de mi salvación, el remedio de mi fragilidad e inconstancia, para que seas el reparador de
todos mis defectos y mi seguro asilo en la hora de mi muerte.
Sed, pues, ¡oh bondadosísimo Corazón! Mi justificación con Dios Vuestro Padre y apartad de mí el
rigor de su justa indignación. ¡Oh Corazón amoroso! En Vos únicamente espero y confío; porque
todo lo temo de mi debilidad y malicia, mas todo lo espero de Vuestra misericordia.

Aleja, pues, de mí cuanto se os resista y os desagrade, y haced que Vuestro purísimo amor se
imprima tan profundamente en mi corazón, que jamás pueda olvidaros ni separarme de Vos.
Os suplico, por Vuestra misma bondad, escribas mi nombre en Vos mismo, puesto que toda mi
dicha y mi gloria quiero cifrarla en vivir y morir como esclava(o) Vuestra(o). Amén.

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