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EL RACISMO

El racismo se basa en la exacerbación del sentido de superioridad de un grupo étnico que suele
motivar la discriminación o persecución de otro u otros con los que convive. La palabra «racismo»
designa también la doctrina antropológica o la ideología política basada en ese sentimiento.1234
Conforme a la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial aprobada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas
el 21 de diciembre. Existen autores que proponen distinguir entre el racismo en sentido amplio del
racismo en sentido restringido. En el primer caso, se trataría de una actitud etnocéntrica o
«sociocéntrica» que separa el grupo propio del ajeno, y que considera que ambos están
constituidos por esencias hereditarias e inmutables que hacen de los otros, de los ajenos, seres
inadmisibles y amenazadores. Esta concepción de los demás conduciría a su segregación,
discriminación, expulsión o exterminio y podría apoyarse en ideas científicas, religiosas o en meras
leyendas o sentimientos tradicionales. Afirma también la superioridad intelectual y moral de unas
razas sobre otras, superioridad que se mantiene con la pureza racial y se arruina con el mestizaje.
Este tipo de racismo, cuyo modelo es el nazi y el racismo occidental en general, conduce a
defender el derecho natural de las razas «superiores» a imponerse sobre las «inferiores».7 El
racismo en sentido restringido es una doctrina de apariencia científica que afirma la determinación
biológica hereditaria de las capacidades intelectuales y morales del individuo, y la división de los
grupos humanos en razas, diferenciadas por caracteres físicos asociados a los intelectuales y
morales, hereditarios e inmutables.

Cuando hablamos de racismo estamos hablando de un tipo de discriminación, aquella que se


produce cuando una persona o grupo de personas siente odio hacia otras por tener características
o cualidades distintas, como el color de piel, idioma o lugar de nacimiento. Una de las causas más
comunes de las actitudes racistas puede encontrarse en el miedo a lo diferente o a las personas
que vienen de otros países, por desconocimiento o falta de información al respecto.

4 tipos de racismo

Existen varios tipos de racismo por los que las personas se pueden sentir discriminadas o ser
víctimas de desigualdades:

Racismo aversivo. Es un tipo de racismo sutil porque generalmente es empleado por personas que
están abiertamente en contra del racismo y de los comportamientos racistas. En el racismo
aversivo se pretende la igualdad de derechos y la libertad para que cada grupo viva su propia
cultura abiertamente. En cambio, las actitudes racistas se producen mediante la distancia con la
otra persona, falta de empatía o mostrando frialdad.

Racismo etnocentrista. Este tipo de racismo está basado en la superioridad cultural del propio
grupo, por lo que este asume que otros grupos diferentes suponen una amenaza cultural. En este
tipo de racismo no hay derecho a la igualdad y se cree que las personas que son de una raza
diferente a la propia deben someterse al grupo predominante. El rechazo de costumbres,
creencias, comportamientos, religiones o lenguas de otros grupos étnicos son actitudes
recurrentes en este tipo de racismo.

Racismo simbólico. El racismo simbólico aboga por el derecho a ser iguales, pero con matices: el
derecho a ser iguales existe, pero para ámbitos puntuales o ciertas situaciones. Un ejemplo que
explica el racismo simbólico es la libertad que tiene cada grupo para vivir como quiera, pero en
áreas

limitadas para dicho grupo. Estas actitudes provocan una segregación cultural entre los distintos
grupos, lo que a su vez produce distanciamiento entre sus miembros.

Racismo biológico. Es el tipo de racismo menos tolerante. Entiende que una raza es
biológicamente superior a las demás, que amenazan con degenerar la raza que es considerada
principal. El racismo biológico no cree que los miembros de otras razas deban tener ningún
derecho, piensa que deben ser excluidos totalmente e incluso apuesta por la segregación física. Un
ejemplo de este tipo de racismo fue el llevado a cabo por el régimen nazi en los años 30 y 40:
consideraban la raza aria como una raza pura y superior.

El racismo busca la legitimación de la superioridad de unas categorías sobre otras como medio
para establecer, sostener y reforzar relaciones de poder dominante.

Su definición es compleja debido a diversos motivos, entre ellos: deriva de una palabra que remite
a una categoría inexistente en el género humano (la raza); con frecuencia se refiere
indistintamente a ideas, actitudes y comportamientos hacia esa categoría; y existen
aproximaciones diferentes desde las ciencias sociales dependiendo de los elementos analizados.

El racismo, además, adopta formas específicas según el contexto y el momento histórico. Según el
sociólogo Pierre-André Taguieff, el racismo europeo actual ha desplazado la raza hacia la cultura
(sustituyendo el argumento de ‘pureza racial’ por el de ‘identidad cultural auténtica’) y la
desigualdad hacia la diferencia (el desprecio abierto hacia quien es considerado inferior está siento
sustituido por una fobia a la mezcla y una obsesión por evitar el contacto con la o el diferente). La
diferencia entre culturas es concebida como un obstáculo insuperable para el diálogo y la
convivencia.

Uno de los males sociales más acendrados a lo largo de la historia de las sociedades es sin duda el
racismo. La recurrencia del racismo a lo largo de todos los tiempos, así como su alta versatilidad,
que le permite adaptarse y renovarse en cada nueva época, ha dado mucho de que hablar en la
literatura. Pero quizá por la gran complejidad de este fenómeno, la energía de los estudiosos
parece haberse consumido en la exploración de su naturaleza. Parece haber quedado hasta ahora
pendiente el tema de su ataque, más propiamente dicho de la importancia, o quizá debiéramos
decir, de la urgencia de establecer formas y mecanismos sistemáticos para erradicarlo.

Ciertamente, casi toda la literatura que se ocupa del racismo destaca la importancia de luchar
contra él (Wieviorka, 1992, Castellanos, 2000). Más aún, de ahí se han desprendido propuestas
para contrarrestarlo, para neutralizarlo y para prevenirlo. Pero estas propuestas (unas de carácter
filosófico, otras de índole legal y algunas de corte educativo) no han sido formuladas de manera
articulada. De ahí que su acción no haya sido hasta ahora sistemática y como consecuencia, sus
resultados tampoco han sido del todo efectivos. Mientras tanto, los estragos que este mal social
sigue provocando no admiten mayor demora en la construcción de una alternativa articulada y
sistemática para combatirlo.

A mi juicio, ésta es la tarea que debieran atender con urgencia quienes estudian el fenómeno del
racismo y sus males afines como la discriminación, la exclusión y la xenofobia. Ciertamente, la
exploración de la complejidad del racismo dista mucho de ser un tema concluido, pero no puede
obviarse que hay una necesidad cada día más apremiante de combatirlo.

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