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LOS MOTIVOS PARA LA SALVACION

A. ¿Por qué Dios había de desear salvar a los pecadores?


1. ¿Por qué debía soportar el dolor de entregar a Su único Hijo a morir por personas
que se rebelaron contra Su benevolencia?
2. ¿Qué le reportaría a Dios el tener una familia de seres humanos?
B. La Biblia indica por lo menos tres razones por las que Dios quiso salvar a los pecadores.
(1) Fue la demostración más grande y concreta del amor de Dios. Sus buenos dones
en la naturaleza y por Su cuidado providencial (con todo lo grandes que son) no
pueden compararse con la dádiva de Su Hijo para ser nuestro Salvador.
Juan 3:16 nos recuerda que Su amor se mostró en Su dádiva, y Romanos 5:8 dice
que Dios definitivamente demostró que Él nos amaba por la muerte de Cristo.
(2) La salvación también hace posible que Dios manifieste Su gracia por toda la
eternidad (Efesios 2:7).
(3) Cada persona salva será para siempre un trofeo especial de la gracia de Dios. Sólo
los seres humanos redimidos pueden proveer esta demostración,
(4) Dios quería un pueblo que hiciera buenas obras en esta vida y que de este modo
proporcionara al mundo un vistazo, aunque imperfecto, del Dios que es bueno (v.
10). Sin la salvación que Cristo proveyó estas cosas no serían posibles.
LA IMPORTANCIA DE LA SALVACION
A. El Nuevo Testamento solamente en dos ocasiones pronuncia maldición sobre los cristianos
por dejar de hacer algo.
B. Una es por no amar al Señor (1 Corintios 16:22), y la otra por no predicar el Evangelio de la
gracia (Gálatas 1:6–9).
C. No comprender claramente la doctrina de la salvación puede resultar en la proclamación
de un evangelio falso o pervertido, y hoy en día muchas de las declaraciones del Evangelio
que se oyen, bien pudieran caer bajo esta maldición.
D. Gracias a Dios, Su gracia supera nuestras presentaciones imprecisas y las personas se
salvan a pesar de, no por razón de, un evangelio impreciso o incorrectamente proclamado.
E. Decididamente, esta doctrina es esencial, simplemente porque es responsabilidad de todo
creyente testificar del Evangelio.
F. Es aún más importante para el predicador, porque él es la conexión entre Dios y la
persona no regenerada, y su mensaje tiene que ser claro (Romanos 10:14–15).
Chafer, cuyo ministerio comenzó con la evangelización, todavía casi al final de su vida
pensaba que “en un ministerio bien balanceado la predicación del Evangelio debe ocupar
no menos de setenta y cinco por ciento del testimonio del púlpito.
G. El resto puede ser para la edificación de aquellos que son salvos”.
(Lewis Sperry Chafer, Teología sistemática [Publicaciones Españo)

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