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Es una molécula compuesta de carbono cuya estructura esférica es similar a la de una cúpula
geodésica o un balón de fútbol; se le llama también ‘futboleno’.
"Hemos descubierto que los átomos invitados facilitan el proceso de polimerización. Los
átomos de escandio modifican por completo el proceso de enlace del fullereno mediante la
polarización de los enlaces de carbono, lo que conduce a un aumento de su actividad química",
ha explicado Pavel Sorokin, investigador principal del Laboratorio de Nanomateriales
Inorgánicos NUST MISIS.
El uso del fullereno haría que las placas solares tuvieran mayor corriente. Y es que podría ser la
clave para llegar a controlar la orientación del espín, una propiedad física de las partículas
elementales por la cual tienen un momento angular intrínseco de valor fijo.
Las células solares habituales tienen los espines desordenados, pero el uso y control de esta
propiedad permite aumentar la eficiencia de la célula solar, que es así capaz de generar una
mayor corriente.
Los fullerenos fueron descubiertos en 1985 por Harold Kroto, Robert Curl y Richard Smalley, lo
que les valió la concesión del Premio Nobel de Química en 1996.
El primer fullereno descubierto fue el C60, que consta de 12 pentágonos y 20 hexágonos. Cada
vértice corresponde a un átomo de carbono y cada arista a un enlace covalente. Tiene una
estructura idéntica a la cúpula geodésica o un balón de fútbol. Por esta razón, se le llama
«buckminsterfullereno» (en homenaje al arquitecto Buckminster Fuller quien diseñó la cúpula
geodésica) o «futboleno». Los fullerenos esféricos reciben a menudo el nombre de
buckyesferas y los cilíndricos el de buckytubos o nanotubos.