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Cara de Kevin
Fernando Adrián Pedernera

Federal Antología Itaú de Cuento Digital 2022


Cara de Kevin
Fernando Adrián
N o es para tanto, yo también tuve hijos y sé que no es para

Pedernera tanto, le dice la partera, y las palabras son como tenazas. Dale,

mamita, le dice la partera, agilizá un poco el trámite, o vamos a

estar acá todo el día. La pac que está en la cucheta de arriba se

asoma por el costado de su cama para ver, su cabeza cuelga

contra la luz blanca. Dale, Carmencita, vos podés, la alienta, y,

efectivamente, Carmen puede y la cabeza del bebé asoma entre

sus piernas y la partera lo recibe, le da unos golpes y el niño llora.

Es un nene, le dice la partera, y Carmen mira a su bebé y siente

ganas de llorar y de reír. La partera carga la pistola y la apoya con

cuidado contra la garganta del niño. No, no, no, dice Carmen,

quiero escucharlo un poquito, pero la partera la ignora e inserta

la mecha. El niño deja de gritar. Queda un silbido suave, casi

inaudible, que sale por la arandela cromada en la garganta. Ahí

está, ves, le dice la partera, mucho mejor, ahora vas a poder estar

tranquilita con tu bebé. Hace unas anotaciones en la tablet al pie

de la cucheta. Carmen sostiene a su bebé, que grita en silencio.

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Cara de Kevin No te preocupes, le dice la partera, enseguida se calma, cómo le
Fernando Adrián
Pedernera vas a poner. Luciano, dice Carmen, como su padre. Al escuchar

esto, la pac de arriba se ríe; intenta contenerse, pero eso solo la

hace reir más. De qué te reís vos. De nada. Qué es lo gracioso, a

ver, decime, dale. De nada, de nada. Entonces qué te reís, eh.

Nada, no me río. La partera también se había reído, pero a ella

Carmen no puede decirle nada, y el cansancio que tiene la obliga a

quedarse donde está, sin poder hacer nada más que sostener a su

bebé que silba con furia por el agujero de su garganta. A ver, dejen

de chillar que viene el doc, les dice la partera, y la pac de arriba en

seguida se alista en la cama y se arregla el pelo. Cómo estoy de

cara, ¿estoy bien?, ¿me veo linda?, quedate tranquila, le responde

la partera, que aunque la vistas de seda la mona queda, así que no

jodas o te pongo uno de estos a vos. Le muestra la pistola antes de

guardarla en el estuche. Cuando entra el doctor, la partera le

dedica una reverencia y se hace a un costado. El doctor Verdi

recibe la reverencia en el umbral de la habitación. Tiene la piel de

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Cara de Kevin la cara dura, el pelo y la barba grises. Mira en la planilla al pie de la
Fernando Adrián
Pedernera cucheta lo que está anotado. Se acerca a la madre y a su cría, tira

la cabeza del niño para atrás y le levanta un párpado. Le pone

unas gotitas en los ojos y con un tubo transparente, que le inserta

por la nariz, extrae algo que guarda en el bolsillo de su chaqueta.

La partera separa las piernas del niño y el doctor le inyecta un

líquido transparente debajo del escroto, le pasa un poco de

alcohol donde lo pinchó. El doctor levanta al bebé en el aire,

sosteniéndolo por debajo de las axilas, y lo examina. Carmen

siente un calor que le recorre todo el cuerpo pensando en el papá

del niño. Cómo se llama la criatura, le pregunta el doctor y

Carmen responde, Luciano, como el papá. La partera y la pac no

pueden contener la risa. Carmen se enoja pero no tiene energías

para llevar adelante su enojo. El doctor las reta y les dice, no es

gracioso, y Carmen se siente orgullosa de que la haya defendido.

Bueno, muy bien, la cosa parece en orden, dice el doctor, y

Carmen siente una dosis de alivio que le recorre el cuerpo, la

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Cara de Kevin partera también siente algo que le recorre el cuerpo por el trabajo
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Pedernera que hizo y hasta la compañera de cucheta siente cierta

satisfacción por lo que hizo de bueno, aunque no sepamos bien

qué fue, pero alentó a pujar y eso de algo debe valer. Pero no

tiene cara de Luciano, ¿no te parece?, dice el doctor. Es verdad,

piensa Carmen, cómo puedo saber yo cómo es su nombre si

apenas lo conozco, si no sé nada de bebés. ¿Y usted cara de qué le

ve?, le pregunta. Tiene cara de Kevin, dice el doctor, y le hace una

seña a la partera, sí, es un Kevin. ¿De Kevin? repite Carmen, sí,

dice el doctor, lo veo clarísimo, definitivamente es un Kevin. Y la

partera se apresura a anotar el nombre del bebé en la tablet. Hola,

doc, le dice la pac de arriba con tono seductor. ¿Y a mí? ¿Cara de

qué me ve? El doctor la ignora, se da vuelta hacia la partera, habla

unas cosas más y se va. Tenés que hacer doce horas de reposo, le

dice la partera a Carmen, ¿Doce horas? Pero tengo que estar en lo

de la señora al mediodía. La estadía ya está paga, dice la partera,

vos podés irte cuando quieras, pero si te vas tu cama la ocupa otra

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Cara de Kevin y no podés volver. Carmen se pone de pie despacio, con mucho
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Pedernera esfuerzo para no soltar al bebé. ¿No podés darme algo para el

dolor? No, dice la partera, el plan solo te cubre el alojamiento y

quirúrgico, post ya sería adicional. Que te lo pague Luciano, dice la

pac de arriba, y la partera hace un ruido con la nariz para

disimular la risa. Ya te voy a agarrar a vos, le dice Carmen a la pac,

seguí haciéndote la graciosa, ya vas a salir de acá, vas a ver. Dale,

te espero cuando quieras, mamita, bancá que me saquen esta

porquería y te enseño lo que es bueno si querés. Carmen junta su

ropa del piso y se la pone, todo con una sola mano. Muchas

gracias, señorita, adiós. Adiós, Carmen, que andes bien. Y vos

andá con cuidado, mocosa, que ya te voy a agarrar. Acá te espero,

mamita, no te tengo miedo, le dice la otra. Cuidate, querida,

cuidate. Saludos a la Yami. En el camino de salida, Carmen ve a las

demás mujeres. En camillas sin nada, apenas unos biombos, paren

las que no pueden pagarse una habitación. A esas no les dan nada

antes, durante o después. Solo lo necesario para hacer la

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Cara de Kevin operación. Y las largan así nomás que no pueden ni caminar. Al
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Pedernera lado de la salida, una mujer está apoyada contra la pared, las

piernas un poco separadas; su bebé mueve pies y brazos en un

charco de inmundicia debajo de ella. Permiso, permiso, dicen unas

parteras que pasan apuradas junto a Carmen. Las parteras

levantan al niño y acompañan a la mujer de vuelta a la camilla,

donde le tiran con una hidrolavadora hasta sacarles la mugre a

ella y a su bebé. Carmen esquiva con cuidado el flujo negro y rojo

que corre hacia el desagüe. Los gritos se apaciguan un poco en la

recepción, donde otras mujeres esperan su turno para ser

madres. Recién en la parada de colectivo, cuando el sol matinal le

quema la nariz y el asfalto del estacionamiento, siente Carmen la

presencia de Kevin, ahí, afuera de su cuerpo. Es tan chiquito aún…

pero pronto aprenderá a bailar, a pegar, a andar en moto.

Aprenderá a mezclar cemento y construir una casa. Quizás, algún

día, piensa Carmen, y el pensamiento le llena los ojos de lágrimas,

quizás algún día hasta le construya una casa para ella. Sí, decide,

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Cara de Kevin algún día va a comprarse un terrenito y su hijo le construirá una
Fernando Adrián
Pedernera casa donde vivirán los dos juntitos. Escucha un silbido de bebé,

pero no es del suyo. Junto al contenedor de basura, un bebé

menos afortunado que su Kevin mueve las patas y las manos en el

aire, silba para que alguien lo ayude. Qué irresponsables son

algunas, dice Carmen indignada, se levanta, y lo pone adentro del

contenedor. Cuando cierra la tapa, el silbido del bebé ya no se

escucha. A lo lejos, del otro lado del campo de concreto, relucen

los colores del colectivo. Carmen entrecierra los ojos para ver

bien. Es el nuestro, le dice a su Kevin, se pone de pie y levanta la

mano. Llegará a tiempo a lo del señor Luciano.

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