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2) Una gran parte de la poesía del Siglo de Oro nos ha llegado en cancioneros
manuscritos. Se trata de volúmenes, por lo general extensos, donde una persona ha
copiado, ha mandado copiar o ha recogido copias manuscritas de poemas que circulaban
por su entorno o que de algún modo llegaron a su conocimiento. Se trata de
recopilaciones que reflejan el gusto y la voluntad de su compilador, de modo que su
calidad e interés es muy variable. Sin embargo, en lo que coinciden casi todos estos
volúmenes es en incluir mayoritariamente la poesía sin indicación de su autor, lo que
significa hasta qué punto este factor era menor para su valoración.
En la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico está reproducido uno de estos
manuscritos, el Ms. 506 del fondo Borbón-Lorenzana, de la Biblioteca de castilla-La
Mancha, titulado Poesías de varios autores y compilado en el siglo XVI. Busque en la
web este objeto digital y una vez que lo haya hecho, responda a las siguientes preguntas:
- ¿Cuáles de los autores que usted ha estudiado están presentes en este cancionero.
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- Busque en el manuscrito el poema que empieza “Si fuese muerto ya mi
pensamiento” y que está en su antología de lectura obligatoria. Compare ambos
textos: el de la edición moderna y el del manuscrito: ¿son iguales? Y si no lo son
¿cuáles son las diferencias?
Las diferencias entre ambos son muy sutiles pero se hacen evidentes ante la pregunta
concreta y, por lo tanto, las expongo a continuación:
v. (1): Si fuese ya muerto.
v. (2): ansí durmiendo. Además el manuscrito dice bida y la antología vida.
v. (3): el manuscrito dice olbido mientras que la antología dice olvido.
v. (4): pena ni gloria, descanso.
v. (5): Se repite la diferencia entre bida y vida.
v. (6): tal que huya y la antología dice huye.
v. (9): de enojos y de cuidado.
v. (10): el manuscrito dice biene, que´s, q abreviada, y quanto. La antología dice viene,
que es, que y cuanto.
v. (11): con él me va en la antología ba en el manuscrito, plazer por placer en la
antología y con él se va.
v. (12): con la madre.
v. (13): que si llorando le pide.
http://bvpb.mcu.es/museos/es/consulta/registro.cmd?id=397634
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Partimos del principio de que los poetas, si quieren escribir endecasílabos, los escriben
bien, sin dar lugar a versos hipométricos e hipermétricos; desde este punto de vista, los
versos hipermétricos como los mencionados arriba son el resultado de procesos
defectuosos de copia. (Es llamativo, desde este punto de vista, el modo en que Toledo
506 transcribe el v. 4 del texto: «pena ni gloria, descanso ni tormento», con el «ni»
tachado después de advertir el error.)
¿Escribió Hurtado de Mendoza «se le da» o «se lo da» en el último verso? Sólo hay una
forma de saberlo: leer otros textos del poeta para averiguar si era leísta o no.
Este soneto sitúa a Diego Hurtado de Mendoza en las coordinadas estéticas de su
tiempo, con referencias a su cultivo ambivalente de los metros castellanos e italianos.
Estas tres características que se encuentran en un estudio sobre la transcripción del
soneto de Mendoza ( http://www.uco.es/~fe1rupep/3_txts/Pdfs/22_hurdmez.pdf) y pone
en evidencia los estragos que causa la desviación original de los poetas en cualquier
época a la que pertenecieron.
Yo, personalmente, prefiero el estudio del soneto en su originalidad, dentro de su
pureza, en la que encontramos la esencia del autor, y no en las transcripciones, que a
través de la corrección, pueda descomponer los rasgos peculiares a los que me refiero.
Por último, observamos la antítesis del amor ideal del Renacimiento en la Canción de
Juan Timoneda (muerte en 1583). El ejemplo más claro lo encontramos en los versos
37, 38, 39 y 40:
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me tienen postrados.
Es evidente el tono humorista y genial del autor desvinculado, como digo, del
estereotipo característico del amor de la época.
Por el interés que suscita en ciertos autores la tradición latina y griega, fueron
traducidos numerosos textos escritos en hexámetros, los cuales se adaptaron en una
sucesión de endecasílabos sueltos o sin rima. Se imitó el estilo de esas obras traducidas
utilizando este tipo de versos al imprimir cierto aspecto clásico; su perfeccionamiento
daba origen a la octava real. Muy utilizadas por Garcilaso, como digo, por el gusto a
imitar el Neoclasicismo. Los autores italianos lo utilizaban para poemas épicos, líricos y
bucólicos.
La Égloga III de Garcilaso contiene dichos endecasílabos sueltos, así como en Juan
Boscán, el poema de Hero y de Leandro.
5) Haciendo una búsqueda adecuada podrá encontrar en la web una edición del poema
de Francisca de Aragón que empieza (Pues aquel gran amor que me tuviste). ¿de qué
rasgos negativos acusa a su enamorado? Busque en la web la epístola de Hernando de
Acuña que comienza (Cual suele de Meandro en la ribera) y compare la actitud de las
voces poéticas femeninas en uno y otro texto, ¿en qué se parecen? ¿en qué se
diferencian?
En el primer caso se trata de un contenido que podría clasificarse de directo, franco e
incluso brusco. La epístola empieza por expresar la realidad que causa la escritura y que
es el giro de los sentimientos del señor hacia otra mujer. Esto, sin embargo, no produce
el dolor de la dama ni sus ruegos por la vuelta del amado, sino su felicidad, pese a
admitir que se ve sorprendida porque un amor, en principio, tan magno cambie de
objeto y exprese, además, que no ha sido ella quien lo causara. De ningún modo esto es
motivo de enemistad, ya que tenía sospechas de que el caballero era una persona de
actitud cambiante, así que le sugiere que no sea tan caprichoso y que no vaya en busca
de amigas aquí y allá. Además da buena cuenta de que ella no siente pena por ese
desafecto y que, por lo tanto, no practicará duelo alguno por dicho acto por parte del
caballero, al que le pide, de nuevo, que sea fiel al nuevo amor, prometiéndole silencio
epistolar, deseándole bienestar y prosperidad con su nueva amante y asegurando que no
comentará su carácter voluble con otras personas para no manchar su fama.
El abandono no provoca el sufrimiento de la dama (estrofas 1, 5, 9, 11, 13-15) y
demuestra la inconstancia amorosa del caballero (4, 8, 10, 12, 16, 22-24); le desea la
felicidad futura (2-3, 21) y le aconseja mantenerse fiel a la nueva amada (9-10, 17-19).
Algunas notas menores son: la falta de culpa de la dama en esta actitud del caballero (6-
7), la innecesaria continuación del intercambio epistolar (20) o la mala fama que le
pueden dar sus mudanzas a lo que ella no desea contribuir (23)36.
Con respecto a las semejanzas y diferencias que he encontrado entre los poemas,
comienzo por señalar:
Las dos mujeres protagonistas de dichos versos han sido abandonadas por sus
respectivos amantes y escriben una carta para dirigirse a ellos, sin embargo, existen
numerosos matices que las diferencian:
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En primer lugar, Eneas no se va voluntariamente sino que parte por la misión divina que
le encomienda Júpiter; mientras que el amado de Francisca se marcha persiguiendo a
una nueva mujer.
Francisca pide que su amado no regrese, mientras que Dido suplica a Eneas que no se
marche, que aplace su viaje además de clamar a los dioses para que las mareas no le
sean propicias. Francisca, por su parte, desea al destinatario de su carta que encuentre la
felicidad, y le insta a que abandone su intención de hacer daño a otras mujeres, así como
a sí mismo.
En su desesperación por el inaplazable abandono, la reina de Cartago apela a la
clemencia de Eneas y expresa sin reparo lo desgraciada que se siente. En su carta, por
otro lado, Francisca desecha la expresión de su dolor sabiendo con certeza que a él no le
importa en absoluto.
Si la protagonista del primer poema analizado le ofrece su amistad, Dido llega a ofrecer
permanecer al lado de su amado aunque nunca fuera su esposa.
Por último, Francisca se mantiene firme, compone su carta con formalidad y mesura y
aguanta el desconsuelo que le produce su separación de forma estoica de forma
contraria a nuestra segunda protagonista, que no es capaz de superar el dolor que le
causa la ruptura y acaba por suicidarse.