Está en la página 1de 26
Los tiempos de F RIVADAVIA- VU UNA HISTORIA ARGENTINA 4 (para los que quieren saber de qué- miento del gran gjérvito que habia librado la Guerra de la Inde= penclencia, Rivadavia resolvié pasar a retiro « un mumero muy ele- vado de oficiales: San Martin ya habia eintrado en el Pert y 4os re alistas habjan dejado de ser una amenaza, de modo que un ejército (an grande no se justificaba, Pero no sélo jubilé a muchos militares, También reduyo et nds mero de empleudos viviles. La consigna era ordenar, emprolijar. Se simplified el sistema de recaudacidn de la Aduana y s€ coor batié con efieacta el contrabando, Por primera vex se organizaron Jos gastos del afio en un Presupuesto, al que ef gobierno debia ale nerve. Se cred el Banco de Descuentos, que, aunque fa anit em , ‘ fon prexa privadi, podia emitir billetes, y eso faciito ta marcha de negocios. Con ef afiia de conseguir fondos para algunas importan- MAAS NOTICIAS... Somes DEFICITARIOS tes obras piblicas (la construccién de un puerto, la instalacién de un sistema de aguas corrientes), se entrd en negociaciones con una empresa londinense, el banco Baring Brothers, para que con- cediera un préstamo, Los comerciantes y los hacendados aplaudian estas medidas de gobierno. En Buenos Aires se tenfa la sensacién de que los tiempos esta- ban cambiando aceleradamente. La colonia ya parecia algo muy Temoto. La ciudad empezaba a imitar a las grandes potencias eu- ropeas del momento: Francia e Inglaterra. ‘También la educaci6n se renov6. Se creé la Universidad de Buenos Aires, que, a diferencia de la dnica universidad existente sescspvapoe ‘Pas: hasta entonees en el pais, kt de Cordoba donde se seputa eon hy wali iba a tntroducie kas dows modermas curopeas ch asinaturas tambien novedoaae Ciencias Naturales, Filosotia, Derecho... EL Colegio de Cieneiga Morales, ex Real Colegio de San Carlos y futuro Colegio N: nal de Buenos Aites, se ocuy jeidn escokisticn medieval de ensenanzar cio. nia de preparar a tos futuros esta liqntes universitatios Tambien la educacion primaria se renov6 con kt introduceion del sistema Lancaster, de moda en ese entonces en Inglaterra, se gun el cual los altumnos mayores y mis adelantados instruian a los nenores, tin sistema que, ademas de estimular ka responsabilided Muy ventajoso en un pais donde no habia mu de los grandes, chos maestros... ni dinero con que pagatles, nientras se introducian today estas novedades en La adminis n, y en kt campaa se multiplicaban las estancias y las pe: quedas poblaciones, también la ciudad cambiaba de aspecto. El gobierno, decidido a convertitla en ka “gran capital del Sur’, se ocupé de empedrar ¢ iluminar las calles cercanas a la Plaza Mayor —aunque, poco mais alli de la Plaza Mayor, los carruajes solian caer en hondos pantanos-, construyé un edificio para la Le gislatura y una nueva fachada —bien moderna, bien neockis para la Catedral. Se levantaron, ademas, algunas casas de dos pi- sos, que en esos tiempos en que la ciudad era tan petisa se Hama- ban jeasas de alto! Poco a poco la vieja ciudad colonial iba tomando aires europe- os. En las tertulias, las familias més modernas ya no invitaban a las visitas a sentarse en el tradicional “estrado” (un simple esca- 16n, cubierto por una alfombra) sino en el “sofé”, gran novedad en las casas, y las sefioritas, en lugar de pulsar la guitarra, aprendie- ron a tocar el piano. Se hizo moda ir al teatro, donde se vefan obras francesas y algu- has 6peras, bastante bien representadas. . Entre las clases populares, en cambio —los matarifes, los arrie~ tos, los pulperos-, segufa viva la tradicién criolla. ‘También la vida politica se renov6 y se ordend. El gobernador era elegido por la Junta de Representantes y esta Junta, a su vez, era elegida por sufragio: votaban todos los hom. bres, de la ciudad y de la campaiia. En realidad, en esos tiempos en que los hacendados y los “doc. tores” se levaban tan bien. las votaciones no dejaban lugar a mu. chas sorpresas: los gauchos de las estancias votaban disciplinada. ‘mente, segtin ordenaba el patrén, por los candidatos del gobiemo i Partido del Orden. en la ciudad, los empleados pablicos y los soldados hacian lo mismo. ‘Sin embargo. habia otro partido, que no era el de los hacenda- Sos ¥ el del gobiemo. Se lo conocia como “Partido Popular” y era cl que ya vimos actuar desde antes de 1820, comandado por el a ninguna medida en su apoyo. EI Partido Popular le reproch6 la indiferencia y lo acus6 de traidor. V mientras tantn Y entra, ,y, Mientras tanto, LAS PROVINCIAS? Creme €n su nuevo proyecto econ6mico e interesada en sus propias transformaciones socia. les y culturales, Buenos Aires dejé de Ocuparse de las provin- cias. Ya no las necesitaba para su comercio y queria eric ix guerra por todos los medios. Por el momento, no pretend ai2 minarlas. Sin embargo. Buenos Aires siguié siendo un punto de refe. rencia para todas las provincias. y mantuvo en general buen: relaciones con ellas, salvo quiz4 con Cérdoba, que tenia arb. cidn de reemplazar al puerto en su papel de lider. La ciudad Portefia seguia siendo una especie de modelo. Facundo Quire. £2. por ejemplo, el hombre fuerte de La Rioja, se carteaba con Rivadavia y, cuando tuvo que mandar a su hijo a estudiar. eligis la progresista Buenos Aires. El Litoral. agotado por diez afios de guerra continua, sélo queria la paz. Santa Fe, tan despojada que en la década del “20 suftis hambrunas, comenz6 a reconstruir sus ganados gracias al apoyo de Tes hacendados de Buenos Aires (ya vimos cémo Rosas hte Pocrato la paz con Lépez a cambio de hacienda). y ent amie: En el Interior, entre tanto, cada vez era i 5 . més evidente que la pro 4 de comercio colonial con su tah de fase Productos europeos por el camino del Alte Pena ne habia traido desventajas a las provincias. Y la guerra habia ter- minado por arruinarlas, salvo en el caso de Cuyo. cuya situ cidn se alivié un poco cuando, a partir de 1817, la campafia de San Martin abrié la ruta comercial con Chile. ‘Cada provincia tenia su propio gobernador, que se apoyaba en el poder de las familias que tradicionalmente habian domi- nado en ellas pero también -y cada vez mas- en un ejército po- deroso, formado por milicias rurales. Gracias a estos ejércitos, en las provincias el poder estuvo mas bien en la campafia que en las ciudades, y fueron hombres del campo los que tomaron las riendas. El de Facundo Quiroga fue un caso tipico: de hacendado pas6 a comandante de milicias y finalmente a gobernador de la provincia. Solfa haber conflictos entre las provincias, sobre todo entre Jas que tenfan una frontera en comin y habjan estado sometidas una a la otra: Cérdoba con Tucumén, La Rioja con Cérdoba Pero, en el fondo, todas compartian la idea de que, tarde o tem- prano, deberia reconstruirse la unidad, aunque todos sabfan que no iba a ser facil y nadie sentia demasiado apuro por hacerlo Sin embargo, hacia fines de 1824, tuvieron que sentarse a charlar. Habia concluido la Guerra de la Independencia ¢ Inglaterra estaba dispuesta a reconocer al nuevo pais, e incluso a firmar un Tratado de Amistad y Comercio, que todos consideraban muy ventajoso. Pero, claro estd, era imposible hacerlo si no ha- bia un gobierno que representase a todas las provincias. Fue por eso que Buenos Aires convocd a un Congreso Gene- ral Constituyente. Todos los representantes que acudieron se mostraban prudentes, nadie queria perder su autonomia. De modo que la Ley Fundamental, sancionada en 1825 y aprobada Por unanimidad, dejaba bien sentado que ninguna resolucién seria valida si no era aprobada por las provincias. Luego se resolvié el asunto que los habia convocado: se de- signé al gobierno de Buenos Aires como Encargado de las Re- laciones Exteriores y se le dio autorizacién para firmar el trata- do con los ingleses. SE DERRUMBA E 1 Congreso General Constitu- yente empez6 a sesionar en malos momentos. Pronto se vio que la “feliz experiencia” de los portefios no era tan feliz co. mo parecia, que habia muchas cuestiones por resolver y que no eran tan buenas las relaciones entre las provincias. En 1825 todo el aparente equilibrio de los dltimos cuatro afios se vino abajo como un castillo de naipes y comenzé una etapa de lucha entre grupos de poder que culminé con una larga y sangrienta guerra civil A veces los grandes conflictos tienen causas pequefias, y lo que empez6 siendo una pelea entre pequefios grupos terminé siendo una gran guerra, que comprometié al pais entero. Cuando terminé el periodo de gobierno de Martin Rodri- guez, todos acordaron en que fuese otro general, Gregorio de Las Heras, su sucesor. En cambio, no habja acuerdo con res- Pecto a los ministros. ae! gear - Sobieenes sobre todo, que Rivadavia deja- candidate Para viajar a Londres, tentaba a todos. Habja dos otro, Trnré guste POF un lado y Manuel José Gare‘a por ane ‘ofa y entonces Agiiero se dedicé a hacer lo hacen a veces los politicos cuando pierden: a atacar al gobierno, ees la tinica pelea. Rivadavia habia viajado a Londres tetas, para ee IeS con los ingleses (convenios para colonizar dos come nexPlotar minas, etc.) y eso les molesté muchisimo Telantes portefios y también a los comerciantes brité- La feliz experiencia’ N FP a en trates semejantes: no podéan perdonar spresiea. que les habia dejado grandes beneticios, Results antoaces que el Congreso General Constituyente se transformed en el lugar donde resonaban todas las peleas, on el escenari de las luchas por el poder: Agtiero, que era el re presentante por Buenos Aires, se dedicaba a atacar al gobier ge de Las Heras, y muchos otras diputados de las provincias del hmerior aprovecharon el Congreso para plantear los asun- fs en fos que disennian con sus propios gobernantes, Pero fue la cuestioa de la Banda Oriental la que acabé por generalizar el conilicto. ‘Ya vimas gue el gobierno de Buenos Aires, mas interesado por bos megoctos gue por las guerras, trataba de evitar el enfren- curso em favor de los orientales —tanto come para contentar a la opi- aide publica. pero no movie ni un dedo para ayudarlos. ‘Sim embargo, hubo un acontecimiento que aceleré los hechos. En abel de 1825, 33 emigrados orientales, al mando de Jo- sé Antemio de Lavalleja, ex lugarteniente de Artigas, partie- ten de Buenos Aires, desembarearon en Colonia, sublevaron {a campaiia, encerraron en Montevideo y en Colonia a los beasiledos y los derrotaron por completo. Lavalleja reunié un Congreso que vot la reincorporacién se la Banda Oriental a las Provincias Unidas del Rio de la Plata: en agosto Hegé a Buenos Aires un emisario que pedia ‘st Congreso General Constituyente que aceptase al diputado ‘erieatal como un diputado més. Fue una situacién dificil para el gobierno de Buenos Aires: cualquiera se daba cuenta de que, si aceptaban al represen- a econo en guerra con el Brasil. 4 cuando el grupo de Agiiero, en el que estaban tam- bien Valentin Gomez y Rivadavia, pens6 que era una buena “casita Para poner en un aprieto al gobierno de Las Heras y al ministro Garcia y, tal vez, recuperar el poder que se les habia "30 yendo de las manos. Contrariando lo que habian dicho y pensado cuando ellos estaban en el gobienn derados de la causa oriental, votaron en { cidn del representante orient car a viva Voz al gobierno provineia, que ahora vol 10, Se hicieron aban- r ‘or de La incorpo al al Congreso y empezaton a crt ue no hacia nada por defender a I seno de la nacion, : Como era de esperar, en diciembre de 1825 comenz6 ta guerta. © para hacer frente a la guerra fu 0 Votd la creacién del & cias Unidas y & argo. De un dia para el otro se cred un Ejército Nacional, un Banco Nacional (que absorbia al de la provincia de Buenos Aires), y una Capital nacional (la ciudad de Buenos Aires, desde Tigre hasta Ensenada), Claro esti que, mientras Rivadavia y sus amigos recupera- ban poder rpidamente ~y tal vez sofaban con controlar el pais entero-, la provincia de Buenos Aires lo iba perdiendo: Las Heras renuncié al cargo de gobernador y los hacendados, antes tan amigos de Rivadavia, empezaron a mirarlo con des. confianza. Fue una jugada muy audaz por parte de los rivadavianos, pero la jugada tuvo sus consecuencias: el Imperio del Brasil mandé su poderosisima flota a bloquear el puerto de Buenos Aires. “Ni un pdjaro entrard a la ciudad”, habfa dicho el almi- rante Lobo. Y la ciudad qued6 casi aislada del mundo. Las consecuencias fueron tremendas. Los hacendados y los comerciantes veian cémo las pilas de cueros y las montafias de tasajo se les iban pudriendo y sentfan cada vez més rabia contra el gobierno que los haba Ilevado a eso. En el terreno militar hubo algunos triunfos muy importantes, Pero pocos progresos. La flota nacional, al mando del almiran- te Brown, derroté a los brasilefios en Los Pozos y en Juncal. Fueron victorias muy notables, pero no bastaron para levantar cl bloqueo. También el ejército nacional, al mando de Carlos Maria de Alvear, obtavo un gran triunfo en Ituzaing6, pero rio unitse. El Con- 0 de Presidente de |; Provin- midad a Rivadavia para ocupar gi6 por unanin tampoco pudo sacar provecho de la victoria. Rio de Janeiro es- La guerra | taba demasiado lejos y, ademas, los dos ejércitos tanto el na- oO Cional como el brasilefio~ iban desintegréndose de a poco CIVIL Eran muchos los que decidian darle la espalda a la guerra y volverse a sus pagos, arregndgge! ganado que encontraban por el camino. ientras tanto, y por distintos Moss ne ¥ por distnts motivos, las provincias se iban distanciando mas y mas del go- bierno de Buenos Aires. Al principio, el tnico rebelde habfa sido Bustos, el gobemador de Cérdoba, una provincia que, desde hacia tiempo, cuestionaba el liderazgo del puerto. Pero ahora también Facundo Quiroga, el hombre fuerte de La Rioja, que era ademas muy respetado en Cu- yo, se unfa a Bustos en sus cuestionamientos. Y entre los dos in- fluian sobre todas las demas provincias del Interior. En 1826 Qui- roga hizo una campaiia y logré dominar la regién. Pero no sélo eso: el propio gobernador de Santa Fe, Estanis- lao Lépez, el hombre fuerte del Litoral, tan amigo de Buenos Aires, fue tomando distancia del Presidente, a medida que el Presidente dejaba de ser aceptable para sus amigos, los hacen- dados bonaerenses. Lo cierto es que, cuando en setiembre de 1826 el Congreso General Constituyente puso a consideracién de las provincias una Constitucién Unitaria —con la propuesta de un gobierno central fuerte, que se ocuparia de designar a los gobiernos pro- vinciales-, practicamente todas las provincias la rechazaron. A mediados de 1827 era dificil encontrar a un defensor de! gobierno de Rivadavia. Lo que se estaba viviendo en Buenos Aires era muy diferente de la propuesta de aquellos “afios feli- ces” de 1820 a 1824. La guerra con el Brasil, que nadie se hacfa ilusiones de ganar, iba tragdndose todo el dinero; practicamemte todo el empréstito que se le habfa solicitado a la casa Baring Para la construccién del puerto y demas fue a parar a los caho- nes y a la tropa. Ademés, no entraban recursos porque el blo- queo impedia exportar los cueros y el tasajo. Por otra parte, el trabajo rural se desorganizaba: los peones eran reclutados para el ejército y se abandonaban las tareas de] campo. Hubo que devolver el cargo a los oficiales que el mismo Ri- vadavia habia pasado a retiro cuando habja sido ministro de Rodriguez, y ésa fue una nueva Preocupacién para los hacenda- dos: sabian que, en cuanto esos oficiales volviesen de la guerra, se meterian nuevamente en la politica, valiéndose del apoyo de Sus tropas. Las relaciones con las provincias eran pésimas e incluso den- {to de la provincia de Buenos Aires habia discordia, Todos hablaban mal de los “doctores”. Se referian a hombres como Agiiero, como Valentin Gémez, como Salvador Marfa del Carril, como Juan Cruz Varela, como Rivadavia, parte de ese grupo de abogados o periodistas que, a partir de 1810, se habi. an dedicado a la politica y que, con los afios, se habfan hecho expertos en administracién, pero que parecfan incapaces de Pensar antes en el pafs que en su propia “carrera”. Los hacenda, dos, sobre todo, mucho mas niisticos, los miraban con mucha desconfianza. Opinaban que tenfan una conducta irresponsable Rivadavia hizo un diltimo intento por conservar el poder que inevitablemente se le iba de las manos, Buscé una paz rapida con el Brasil. Pero result6 una paz ver- gonzosa: Manuel José Garcia, a quien envié a Rio de Janeiro, concedié absolutamente todo lo que pedian los brasilefios. El Congreso no acepté el arreglo y el propio Rivadavia pro- {esto contra las condiciones, pero ya no se pudo sostener en el Poder: era un tropiezo demasiado grave. Renuncié. El Congreso se disolvié, Ya nadie en el pais crefa en el poder central. En Buenos Aires volvieron a instalarse un gobernador y una Cegislatura provincial. El elegido fue Manuel Dorrego, el jefe de ese Partido Popular que tenfa tanto arraigo entre el pueblo de Buenos Aires, Unitarios y FEDERALES litares que apoyaban a esos cid evo gobierno, oposicidn a ese nuevo os Ase lamaban a sf roismos -y los lamban los demés~“unita- jos" porque eran partidarios de la Constitucién de 1826, que proponia un gobierno centralizado. A lo largo de 10s afios que Figuieron se fueron incorporando a ese grupo de “unitarios iuchos que no habjan tenido nada que ver con la Constitucién y terminaron Iamandose asf todos los que se oponian a los go- e res y de las provincias biernos de Buenos Aires y a Mientras tanto, esos gobernadores y sus partidarios comenza ron a Ilamarse “federales i ran los “federales diferentes, que tenian un pasado diferente y también propuestas itis es. a : aaa tet ontaba el viejo federalismo porte el de Dore go y el pueblo de Buenos Aires, Eran os que siempre babian estado en contra de los gobiernos de los “doctores”, toro, del Partido del Orden de Rivadavig Por otro lado, estaba el nuevo federalismo eld os hacends- dos, y sobre todo el del mis talentoso de todos elle: Juan Mi nul de Rosas. Habfan sido la base del poder del gobierne 0 Martin Rodriguez ence 1820 y 1824 y muy poco “feder entonces, para la opinign de Tos federles de Doreen: P29 ahora se habfan enemistado a muerte com fos vadaviane Querfan la paz en Buenos Aires para poder lamente sus campos; les interesaba tener cierto predominio pa- cifico sobre las demas provincias: no buscaban imponerles nada pero tampoco pensaban cederles ninguno de los privilegios de los que disfrutaban por ser los duefos de! puerto. Habia un tercer federalismo: el de Estanislao Lopez y los caudillos de! Litoral, que deseaban equilibrar un poco el poder de Buenos Aires, pero sobre todo querfan la paz y la amistad con los hacendados bonaerenses que podian ayudarlos construir la ganaderia, Y estaba por fin el federalismo del Interior: el de Bustos y Qui- roga. Bustos y Quiroga también se oponian al gobierno central Pero tenian intereses muy diferentes de los de Lopez o Rosas. Eran distintos federalismos. Sin embargo, todos tenian en ese momento un enemigo comin: los unitarios, y ese enemi. go los unia. a re- Mata! GOBERNADOR mandados por Rosas apoyaron al gobierno de Dorreyo san que habfa muchas cosas de Dorrego que les disgustahan. so bre todo, su empecinamiento por querer ganar la puerre con el Brasil, cuando todo Jo que ellos querian era la par para prosperar, Mientras tanto, Dorrego sentia que su pods sabfa que, en cuanto la guerra termina: que eran casi todos unitarios~ volverian a la varian a acosarlo. No se equivocs, En 1824, Inglaterra, ansiosa por vol comerciar tranquilamente por e| Rio de la Plata. intervino mo mediadora y consiguié que se firmase la paz con ei Bs sil; se convino que la Banda Onental seria un pais indepen- diente. A las pocas semanas volvian las tropas « Buenos As res; las comandaba Juan Lavalle. El 1° de diciembre Lavalle dio un golpe militar. derroot « Dorrego y se hizo elegis gobernador. Lo apoyabas los wnita- ries. Dorrego huy6 a 1a campaiia buscando la ayuda dc Ro- Sas. Pero Rosas no acudiG en su ayuda. El 13 de diciembre de 1828 Dorrego fue capturado y fusilady por orden de Lavalie, Este acto de violencia vo consecuencias enormes: basta “civilizados”; los derrotados de ayer podian volver a} poder mafiana. A partir del fusilamiento de Dorrego se empenh « aceptar que una derrota politica podia terminas en ta muieric del derrotado, Se desaté la ferovidad. o Lavalle insta auténtica dictad liar. Disotvi« | latura. Metis en la cap cel a los. advers, Politicos, Persig, las milicias rurale, sus Jeles, que veta coma po sibles enemigos del Poder militar No habia dia en que no Silliese una part da de coraceros a hacer levas y ac sanguinariamente, ‘ SU gobierno que les dirigentes uni davia y Agiiero, opinaban que tun loco y se hacian a un lade Pero todos €S08 actos abitrarios, enfan que provocar una re Los hacendados y tos com velan con: des; ser los milit ca del pais, Y vincia, harta de est 16 ung lure ny Dams ¥ CABAUEROS : PUDRIOSE ToDo OFA Vez lt Legis Oa ya an tirsinice fe hasta tos prineipa Marios, Como, Riva. aceiGn nereiantes ‘azrado cémo voly ares los que diri la poblacion rural dle ha pro. © ejército que los trat aunque federales y enemi- Panto el crecimiento de esto fovos de Impala. Sabfan qu ni en fa cay multiplicaban, todo se Trerian Rosas, diortonn d ¢, Si esos levantamientos se 0 » muenaria y los negocios ganaderos eo- : om ane Pero bubo uno entre ellos, Juan Manuel de Mis que, si bien ra imposible detener. ese movi- miento espontiineo y vigoroso, si se 19 pod Rosas era por ese entonces Comandante St eneaurar y digi General de Campy que era decir jefe de todas las miliciay de | ademas, un hombre de mucho prestigio, enel campo. Rosas se puso al frente del levantamiento y, durante meses, Bi6 pequeiios ataques contra los coraceros. evi batalla frontal, hasta obligarlos a ceder. Lavalle tuve que te cia. Su sucesor, Viamnonte, sabia que s6lo estaba en et ea Paso: acepts que se reinstalara la Legislatura de Dorrego y ext Le gistatura, en diciembre de 1829, cligié pobernador Juan Manel le Rosas y le comlio poderes especiales, lo que se Hams “laculte des extraordinarias” Rosas fue aclamade por la mayoria. No sélo era popular entre los hacendados, los peones y los milicianos. Las capas populates de Buenos Aires -los negros, los que trabajaban en los mataderoe los artesanos- lo recibieron con alegria porque vefan en éL al suce sor natural de Dorrego. Y Rosas, que en realidad no le habia dado ayuda a Dorrego mientras estuvo vivo, fomenté esa conviccidn luego de su muerte y mandé realizar una serie de funerales publi cos en honor del gobernador fusilado, Pero no sdlo sus pares hacendados y Jos humildes le daban Ja bienvenida a Rosas. ‘También los propietarios y los comerciantes aceplaban con gusto a este auténtico “hombre fuerte”, que iba a poder reestablecer el orden en la provincia, En ese aio de 1829 sélo un grupo muy pequefio de “unitarios” se le oponia. Como veremos luego, Rosas cumy de los que clamaban por el orden, aunque simulténeamente Rrenaaron a dlesordenarse las relaciones entre las distintas provi las de este pais que no lograba ponerse de acuerdo, a, ls provincia, pero era all que todos tespetaban ai iando siempre la. Pli6 bien con las expectativas PARA APRENDER A MI RAR Quien no tiene aleuin recuerdo dep Pasado? Un sombrero de los quae uusaban antes, una foto de la bisabuela, una moneda muy vieja y un poco ennegrecidl Es0s objetos, esas imgenes, von trozos del pasado, son huellas, Si aprendemos a mirarlas con respeto y con curiosidad encontraremos que tenen mucho para decimos ‘BOLEANDO AVESTRUCES”, MUESTRA UNA AC- bi EL PECHO PARA FABRICAR H DINERO. LOS NANDIIES ERAN UNA PRESEN ‘0S QUE SE PASEABAN POR LA CIUDAD ¥ LUEGO EN LA CIUDAD HABIA MUCHAS PULPERIAS. ESTABAN SIEMPRE UBICADAS EN LAS ESQUINAS Y ERAN, COMO ESTA PINTADA POR PELLEGRINI, LUGAR DE RE NION DE VIAJEROS, DONDE CIR CULABAN CUENTOS Y NOTICIAS, RETRATO QUE mIZ0 D'HASTREL DE CLEMENCIA ESTEVEZ, LA MUJER DE UN ES. TANCIERO, FUE LLAMADO “MUJER DE Los ALREDE 'DORES DE LA CAMPARA DE BUENOS AIRES ¥ Montevipgo". La MUESTRA CON UN ATUENDO RURAL, BASTANTE DIFERENTE DEL URBANO, om ‘N PARA APRENDER A LEER Cémo podemos enterarnos de lo que pasé cuando nosotros no estdbamos presentes? ¢Como reconstruir el pasado? En parte observando las hellas, los restos de lo que fue, y, en parte, preguntando a los testigos Esas huellas del pasado y la informacién de los actores y los testigos son indispensables Sélo asi podremos reconstruir los hechos y entender la historia. En estas paginas vamos a reproducir documentos, testimonios de los que vieron con sus propios ojos lo que sucedia, Como podrd verse, no siempre coinciden, porque siempre hay mds de un ‘modo de ver las cosas WLa riqueza esta en el campo La ganaderia se convirtié, a partir de 1815, en el negocio ‘mds interesante, y las viejas familias de comerciantes se volvieron estancieras. Son reveladoras al respecto las palabras de Julidn de Agitero al Congreso en 1826: Asi PINTO EMERIC ESSEX VIDAL A ESTOS PER! LOS LECHERITOS. ESTOS CHICOS, POR LA CIUDAD A VENDER LA LECHE, EN TINAS DE Bi jaa }ARRO O DE LATA, ¥ P EL RESTO DEL DIA JUGANDO CARRES aera \N RAS UN ier hearin UNOS CON OTROS Y ENSENANDOLES TRUCOS 'SONAJES TIPICOS DE BUENOS AIRES; “No hay que buscar més prucbas. Hoy zquignes son los grandes capita Tistas de esta ciudad? Los hacendados y sélo los hacendados. Y todos los demés capitalists que hay y que han echo oto gio, ca. qué aspian? A sus capitales en el pastoreo porque ven que esto es fo que da”. Ei ncitayents, Conseco Se 1825 Citado en la coleccién Memorial de Ia Patria. EN et 8.0 DEL Rio ‘Is7RO Caos Moret ESTABA SMTUADO EL TAMBO A Ri {EAL EL VASO, QUE REG- EN EL GRABADO QUE REPRODUCIMOS. mGuapos y malentretenidos _ Los flamantes hacendados tuvieron grandes dif en disciplinar a la poblaci6n rural; esta carta d ek dificultades de Rosas, escrita en 1817 y dirigida a las wan ae revela lo que le costé someter a los gan de independientes, a su autoridad de earn ranciero, “La campaiia abunda por todas partes de ocios: pe cane cxremo aue a « Monte, ninguna; pues parece elegicl Se abe aia punidad para hacerse duetios de lo aj a es ts personas... El poder de los pro iain et fw. ge Henn en amps on Roe siet i sarah es ers Etiam ape manana Ime josie sav Unos seres perjudiciales, polillas de | oe fe campaiia”. Relata luego que, intentando inn pedir una cacerfa de av fea estruces, fue acometi : V6 milagrosamente su vida. itido por esos hombres y sal- Citado por Alfred lo Montoya en Historia de los saladeros mal entretenidos a , si se definia en la época a los ‘malentretenidos”. y holgazanes en los di eee en los dias destinados i ubaguery el juego de las pulperis” ee Citado Diag on Jurgados de paz de Ia Camps- Ast vio Beaumont, un viajero, la figura de Bernardino Rivadavia. “B] mas minimo pormenor relativo & un grande hombre resulta general- piiblico, por lo que no considero fuera de lugar mente interesante para el ‘a y el continente de S.E. tuna corta deseripcidn de la Don Bernardino Rivadavia pareve halkase entre los cuarenta y los cin- aiios de edad, tene unos cinco pies de alto y casi la misma medida es oscuro, aunque no desagradable, y revel inte- gua raza que en otros cuenta de circunferencia; el rostro Tigencia; por sus facciones parece pertenecer a la ant tiempos tuvo si morada en Jerusalén, Vestia una casa verde ahotonada a Ta Napolednt sus calzones corto, si puede Hanwiseles as, estaba ajustados a las yoda con hebillas de plata; y el resto escaso de su persona, cubierto fe seda zapatos de etigueta con bebillas de plata ef conjunto Jos retratos caricaturescos de Napole jar a ese célebre persona mo el corte y color de avanz6 lentamente por medias d de su persona no deja de parecerse a Pp ya de p ad, segain se dice, gusta mucho de imit én: y en ver estar a su alcance, con je en aquellas cosas que pueden au levita o lo hinchado de sus maneras. Su Excelencia Fria mi eon sus manos unidas ars, ala espalda; si esto ultimo lo hacia también por imutar al gran hombre o para contrabalancea; en parte, el Ps daar bmg, o pa resguardar su mano del tcto impyo de la fauna eeaas son ipualnente difciles de determinar y de escasaimportancia, Pero Sa Excelencia avanz6 con lenttud, y con un decidido aire protector me dio sentender enseguida que el sefior Rivadavia, de Londres. y don Bemardino Ravadavia. presidente de la Republica Argentina, no debian ser considerados como una sola e idéntica persona”. En J.A.B. Beaumont, Viajes de Buenos Arica en los afios 1825 y 1826. Bi Las reformas de Rivadavia En su esfuerzo por crear un Estado moderno, Rivadavia introdujo muchas reformas que reglamentaron el funcionamiento de ta Justicia, de las Fuerzus Armadas 'y de la Iglesia, La reforma eclesidstica que inclu la supresin del diezmo, el control sobre Genes religions» ‘comventos y el paso de los cementerios de manos de la Telesia a manos del Estado- despert6 {a encendida protesa del padre Castateda, que se dedicé a publicar sitiras, burlas v anatemas conira el “hereje” Rivadavia. nformado sobre a agitacién provocs: dad de la reforma eclesiéstica, usted Aires a Potosi y *(..) Después de todo fo que he in dia por el clero, con la simple posibili we hhaturalmente comprenderi que estas piadosas eriaturas natura q StS losas eria ws no han sido indi. ferns mi pasvosespectadores dela conspracdn, Por el catato, su extensa influencia ¢ infatigable actividad infunden una atmésfera de te ‘mor al abortado movimiento, Nadie hubiera osado dar un solo paso, de ny hater condo co alana coopera, .) ee oe sie hha movilizado todos sus recursos y particularmente al padre asada qe aus de seis ocho meses de obliga silencio, estalla ‘como un voledn y desparrama por todos lados la lava de sts exer tora same a X lados la lava de sus eser- we setios Su pluma prolifica alimenta dos o tres petidico 7 of $ s. No tiene su estilo semblantealguno de eleganci, pero pre lesa ) alg legancia, pero pre- Be iene? 2FOS en Buenos Aires. Carta del Asi proponia Castaiieda que se rezase el Credo en esos tiempos de reformas. @ La ciudad, sus edificios in inglés. cana densidad no ha sido ena aan descubierta, describis asi aspecto edilicio de la ciudad en los ‘Promeras aes de la década del veint. “La Alameda, paseo piblico de Buenos Aires, se halla en la costa verea del nelle, Este paseo, ubicado en un barrio de mala fama, es indigno de la ‘ciudad, Apenas alcanza a las 200 yardas de longitud, con arboledas de esca- Sa altura y bancos de piedra demasiado honrados por quienes los emplean para sentarse. Los domingos por la tarde es muy frecuentado; la belleza & frulumentaria de las mujeres es lo tinico que puede Hevar a un extranjero hasta ese sitio, Otros dias esti casi desierto y s6lo concurrido por algunos ancianos, que, como en St, James y en los jardines de Kensington, procuran hur de la multtud y recogerse en sf mismes. La playa, pululante de marineros de todas las naciones, almacenes y pul peras, presenta un aspecto abigarrado. Hay tantos marineros inglses en el puerto como para formar la tripulacién de un barco de guerra. Un extranjero {que vieratantas caras inglesas pode imaginar que se halla en una colonia britinica, Por la noche, los marineros danzan en los burdeles, al compas del ‘olin y la lauta, causando asombro a las chicas criollas. En una de estas “pulperias” de la costa fue expuesto ultimamente un cuadro que representa tel barco inglés Boyne navegando con las velas desplegadas con sus ban- dderas, sefales. etc. Los marineros ingleses llenaron el local en esta ocasisn. atronando el aire con sus aplavsos. La tripulacion del puerto es a menudo revoltosa, pero no ms que en otros paises. Los marineros norteamericanos. sobre todo, son muy dificiles de do- tninar y han promovido muchos incidents. (..) El Fuerte es la sede del go- biemo (diriamos el Downing Street de Buenos Aires) Situado cerca del rio. posee habitaciones interiores. Aungue esté rodeado por un foso provisto de Eaitones y puente levadizo, no podria ofrecer gran resistencia en caso de un laque seri, Podria suponerse que quienes escogieron este lugar para fun- dar la ciudad tuvieron sin duda en cuenta el riesgo de un ataque por mar. pues a poca profundidad del ro seria una gran defensa ante un peligro de esta naturaleza. El edifcio del Consulado offece un aspecto respetable; hay af una Corte de Justicia 0 Apelaciones, donde concurren las personas citadas por incum- plimiento en el pago de dendss. El fallo se da teniendo en cuenta la solven- ‘ia de la parte demandada como en nuestras cortes. Son muy benévolos con Jos deudores, envindales a prisin tinicamente cuando se trata de un fla- ‘atentado de fraude, y a veces concediendo cinco aos de plazo para € pago de la deuda, o cual equivale a una exoneracién. Las querellas son resuellas por los magistrados con una imparcalidad que obtiene el beneplé- ‘ito general. Ha sido observado que ls litigantes ingleses son ms numero- ‘$08 y causan mis molestias que el resto de fa poblacién en conjunto, 'El Correo Central esti ubicado en este edificio, En el primer piso (no hay 38. otros) se encuentra una escuela de misica a la que concurren sefortas por Ja mafiana y caballeros por la tarde. El Cabildo, o Casa de! Pueblo, no tiene mds caractriticas que una tore de iglesia y un largo baled al frente; se le vanta sobre la Plaza, de la que constituye el limite occidental. Los amplioy poderes que concedla la vieja ley espafola alos miembros del Cabildo han sido reducidos durante los tiltimos tres afios. Tiene este edifcio, adjunta tuna prison para delincuentes. El Departamento Central de Policia se en ventra al lado. El Banco y las casas que le rodean son altas y hermosas. | edificio de ta Cémara de Representantes ha sido recientemente construido sigue el modelo, en una escala més modesta, de la Cémara Francesa de Pa: #s, constituyendo un teatro perfecto. Los miembros estén en la plate, el Presidente y secretario en la escena y los espectadores en los palcos, Una campana marca el comienzo y el fin de la sesiGn. Los oradores, cuando ha blan, permanecen sentados de tal modo que no tienen oportunidad de Ivers, ‘El ocal hala ben iluminado con arafas de buen gust, Los sodas semi, dentro y fuera del efi, paecen una contradicin dels ideas La Aduana, cvalquiera que sea su importancia, carece del més mi ‘activo arquitect6nico, Se proyecté la construccign de eee {enero y janes del exinguido Convento de la Merced, peo el proyecto, See, ate, fe akandonado La Biblicteca Nacional habla en favor c Estado: contiene cerca de 20,000 volmenes, Toda persona de Jel Fuente, sive de hospital. Hay ademés xpositos el este la Recova, un Cabildo: hacia el nor cl centro hay una La Residencia, en la dos o tres hospitales pit La Plaza Mayor esta cite portico bajo el cual se hallan ten te una parte de la Catedral: en el sur tienda r pirdmide que se ilumnina en ta. De estar empedrads, esta Plaza seria un lugar muy apropiado para el desfile de wopas; pero, por el momento, la humedad la vuelve intransitable f Junto a esta Plaza se bi ura, proxima al Fuerte; ef mercado, establos y algunos sucios cobertizos han sido trasladados 4 ot BI rio. el al bajo la cual hay un pasadizo a las dos plazas, las torres de Francisco y el Cabildo, vistos en perspectiva desde el “He ‘man un cuadro muy aceplable. Por la noche las calles estin decentemente iluminadas por kimparas fijadas a las paredes: estas luces se extienden hasta perderse de vista en algunas de las principales arterias: en especial en la ca Ile de San Francisco. Un extranjero que contemplase esta calle no se forma ria mala opiniOn de la ciudad. La luz que proporcionan las limparas no es ‘comparable a la iluminacién a gas de Londres: se logra tan s6lo una claridad ‘igual a la dada por nuestros procedimientos anteriores. Por el estado de las calles, a excepcién de las principales, son muy ingratos los paseos noctur nos; en tiempo himedo hay, incluso, peligro, y no existen aqui coches de al uiler que salven la situacién. Se tiene el proyecto de empedrar todas las calles, pero la escasez. de hom: bres y material torna dificil la realizacién de este proyecto. Prescindiendo de su estrechez, las calles empedradas son semejantes a las calles de Londres; Jas calles sin empedrar son miserables.” En Cinco afios en Buenos Aires, 1820-1825. @ La vida cotidiana en la ciudad Vendedores ambulantes, artesanos, lavanderas, comerciantes, parroquianos, el ritmo de ta ciudad de Buenos Aires en la década del veinte. fas noches de uerte, algunos hermosos edificios sia de San “$i uno se levanta muy temprano en Buenos Aires, donde nadie es ma-

También podría gustarte