3. La narracion
Narraci6n y experiencia
La palabra “narracién” viene del latin “gnarus”, que a su vez vie-
ne de una raiz sdnscrita, “gna”, que significa “conocer”; “gnarus”, en
latin, es “conocedor, experto”. O sea que, desde la etimologia, “na-
rracién” tiene que ver con conocimiento y experiencia. Podemos
ensayar las maneras de vincular los términos: podriamos decir que
la narracién se relaciona con el conocimiento que se adquiere a tra-
vés de la experiencia, o bien que la narracién tiene que ver con el
conocimiento que se transmite a través de la experiencia. Ambas
relaciones son vdlidas para pensar la narraci6n, ya que no se trata
solamente de un tipo de discurso o de una determinada configura-
cin de los textos, sino de un modo particular de organizar el pensa-
miento y el conocimiento.
Para Hayden White, que analiza el discurso dela Historia, la moda-
lidad narrativa es, por una parte, universal (en todas las culturas hay
narracién) y, por otra, es la forma mas antigua de organizar el conoci-
miento, anterior a la ciencia, que depende de la escritura. La narraci6n
se remonta al pasado oral. No hay cultura que no organice el conoci-
miento en forma narrativa y no lo transmita a través de relatos.
En Actos de significado, el psicdlogo Jerome Bruner plantea que
los seres humanos interpretamos las acciones, los comportamientos,
de manera narrativa. Esto es parte del sentido comun 0 de lo que él
denomina “psicologia intuitiva”. {Qué quiere decir? Los seres huma-
nos pensamos nuestra propia vida de manera narrativa, la pensamos
como un relato que va cambiando con el tiempo, y también pensamos
narrativamente las vidas de los demas. Todos creemos que las perso-
nas se mueven impulsadas por deseos y por creencias que las llevan a
actuar de determinada manera y que estan relacionadas con el medio
en que se mueven. Si se da algun tipo de desfasaje entre los deseos,
37mMaite Alvarado | Alicia Yeannoteguy
las creencias que manejan las personas y el medio, se tiende a inter-
pretarlo como locura o, en todo caso, se tiende a elaborar un relato
que explique o dé razones de ese comportamiento. Segin Bruner,
pensamos que los deseos que tienen. Jas personas guardan coherencia
entre si, es decir, que no deseamos 0 creemos cosas contradictorias, y
cuando surge algun tipo de contradiccién que rompe esa coherencia,
se hace necesario, nuevamente, un relato que dé razones de ella.
Dentro de esa psicologia intuitiva de la que habla Bruner, las perso-
nas son pensadas como actores 0 sujetos que actuan movidos por metas
u objetivos, que se valen de instrumentos para alcanzar esos objeti-
vos y que, en su trayecto, deben vencer obstaculos que les presenta el
medio. Se trata de una representaci6n narrativa de las acciones hu-
manas. Los actores, las acciones, los objetivos, los instrumentos, el
medio en el cual se mueven, son componentes basicos de la estructu-
ranarrativa.
La narraci6n oral
Vladimir Propp, en su estudio de los cuentos tradicionales rusos,
encuentra que en todos ellos se repite la misma estructura. Esa es-
tructura esta compuesta por treinta y nueve funciones que constitu-
yen el esqueleto basico del cuento. Siempre hay un protagonista que
parte de su aldea, de su hogar, con una misién o una meta; en el
trayecto, tiene que superar una serie de pruebas, para lo cual recibe
la ayuda de un instrumento m4gico; se enfrenta con un oponente, es
decir, un personaje que persigue objetivos opuestos a los suyos, y sale
victorioso; finalmente, regresa a su hogar 0 a su aldea convertido en
héroe y, por lo general, contrae matrimonio. Esa estructura basica se
repite en todos los cuentos rusos de tradicién oral, facilitando la me-
morizaci6n de las historias. Segdn Propp, esa estructura es la huella,
el recuerdo de un antiguo ritual, el rito de iniciacién de los jovenes
que entraban en la vida adulta. Cuando el nifio llegaba a la pubertad,
era alejado de la casa paterna y de la aldeay levado al bosque, donde
debia permanecer solo durante varias jornadas, sometido a una serie
de pruebas muy duras; para ayudarlo a superar esas pruebas, se le
entregaban algunas armas. Si el joven salia victorioso, se transforma-
938La escritura y sus formas discursivas
ba en hombre y podia portar armas, regresar a su aldea y contraer
matrimonio. Se puede ver con claridad la vinculaci6n entre este ri-
tual y algunas de las funciones que Propp identifica en el cuento de
tradicién oral: la partida del héroe, las pruebas y la donacion del auxi-
liar magico, la vuelta y el casamiento. Segan Propp, una vez que el
ritual de iniciacién fue abandonado, permanecié su recuerdo en la
estructura del cuento.
La estructura esquematica de los cuentos tradicionales favorecié
su conservaci6n y su transmisi6n, convirtiéndolos en la literatura pri-
vilegiada para los nifios. Durante mucho tiempo, la literatura infantil
recurrié muy frecuentemente a esos cuentos maravillosos, cuentos
de hadas que contaban las madres y abuelas; hasta que, en la década
de 1960, se empezé a cuestionar la conveniencia de esas historias
para los chicos. El motivo era la alta dosis de crueldad y de violencia
que tenfan. Se inicié, entonces, una polémica, con argumentos a fa-
vor y en contra de hadas, ogros y princesas. Sin embargo, las versio-
nes de los cuentos tradicionales que llegaron a los nifios —las de los
hermanos Grimm y Charles Perrault— ya estaban expurgadas de una
buena cuota de morbosidad y violencia. El historiador Robert Darnton,
en “Los campesinos cuentan cuentos”, compara versiones de los cuen-
tos de hadas, entre ellas las versiones orales de los campesinos fran-
ceses de los siglos XVII y XVIII. Darnton destaca el nivel de violencia,
crueldad y sexo que aparece en esas versiones campesinas, a diferen-
cia de las que han Ilegado hasta nosotros. Esta es la “Caperucita roja”
que se narraba en la campifia francesa en el siglo XVII:
Habia una vez una nifita a la que su madre le dijo que llevara pan y
leche a su abuela. Mientras la nifia cantaba por el bosque, un lobo se le
acercé y le pregunté a dénde se dirigia.
—A la casa de mi abuela -le contest6.
—{Qué camino vas a tomar, el camino de las agujas 0 el camino de los
alfileres?
—EI camino de las agujas.
El lobo tom6 el camino de los alfileres y Ilegé primero a la casa, maté a
la abuela, puso su sangre en una botella y partié su carne en rebanadas
sobre un platén. Después se vistié con el camisén de su abuela y se
qued6 acostado en la cama. La nifa tocé a la puerta.Maite Alvarado / Alicia Yeannoteguy
—Entra, ninita.
—jCémo estas, abuelita? Te traje pan leche.
—Come tii también, hijita, hay carne v vino en la alacena.
La pequefia nifia comié asi lo que se le ofrecia: y, mientras lo hacia, un
gatito dijo:
—Cochina, has comido la carne y has bebido la sangre de tu abuela.
Después el lobo le dijo:
—Desvistete y métete en Ja cama conmigo.
—{Dénde pongo mi delantal?
—Tiralo al fuego, nunca mas lo necesitaras.
Cada vez que se quitaba una prenda. el corpino, las faldas, las enaguas
y las medias, la nia hacia la misma pregunta y cada vez el lobo le
contestaba:
_‘Tirala al fuego, nunca mas la necesitaras.
Cuando la nifa se metié en la cama, pregunt6:
_—Abuela, por qué estas tan peluda?
Para calentarme mejor, hijita.
_Abuela, spor qué tienes esos hombros tan grandes?
_—Para poder cargar mejor la lefia, hijita.
—Abuela, gpor qué tienes esas ufias tan grandes?
Para rascarme mejor, hijita.
__Abuela, {por qué tienes esos dientes tan grandes?
_-Para comerte mejor, hijita.
Y el lobo se la comié.
(pp. 15-16)
Y terminé el cuento. No hay ningun cazador que pase por alli, que
le abra la panza al Jobo. Como es evidente, esta versi6n dista mucho
de la que ha legado a los nifios.
Darnton establece una relacién bastante estrecha entre los moti-
vos que se repiten en Jos cuentos de hadas y la realidad social en la
cual esos cuentos eran contados. Es cierto que existian lobos en Euro-
pa en esa época, pero el lobo también puede representar a los malhe-
chores que estaban agazapados en los bosques esperando para asaltar
a los jovenes que se lanzaban a los caminos a buscar fortuna, o puede
representar a los soldados que merodeaban y violaban a las mujeres.
El cuento de “Hansel y Gretel”, al igual que el de “Pulgarcito”, co-
w40La escritura y sus formas discursivas
mienza con los padres que quieren deshacerse de sus hijos y los aban-
donan en el bosque. Esta situacién, para Darnton, expresa la dura
realidad social de una época de crecimiento demografico y escasez de
alimento. Otro motivo recurrente es el del hijo menor, que se con-
vierte en héroe, logra superar dificiles pruebas y cumplir con la mi-
sién que se le ha encomendado y en la que otros (sus hermanos mayo-
res, por lo general) han fracasado. {Por qué el hijo menor? Porque en
la época, la herencia correspondia al hijo mayor; muerto el mayor,
venia el segundo. Era muy comin que fuera el hijo menor quien se
largara a los caminos a buscar fortuna; por eso, debia valerse de su
astucia para sobrevivir. Desde luego que, segtin de dénde provengan,
Jas versiones tienen matices diferentes, en relacién con la idiosincra-
sia de cada pueblo. Las versiones alemanas son mas moralistas y mas
siniestras, con abundantes elementos sobrenaturales; en cambio, las
francesas son menos moralistas y se caracterizan por cierto humor _
negro. En las versiones alemanas, el hijo menor triunfa por sus virtu-
des morales y en las versiones francesas, por su astucia. No es cierto,
dice Darnton, que todos los cuentos de tradicién oral tengan morale-
ja; los cuentos franceses 0 italianos funcionan mas bien como adver-
tencia: parecen decir “la calle esta dura, asi que mas vale viveza que
buena conducta”.
Habiamos partido de la idea de que la narraci6n se relaciona con el
conocimiento que deriva de la experiencia 0 con el conocimiento que
se transmite a través de la experiencia. La relacién entre conocimiento
y narracién puede interpretarse, segin Darnton, como ensefianza
moral o como advertencia. En un ensayo titulado “El narrador”, Walter
Benjamin afirma, refiriéndose a las narraciones orales, que siempre
dejan una ensefianza, ya sea moral o practica; pero lo que caracteriza
las buenas narraciones es que esa ensefianza aparece entreverada en
la trama de la experiencia vivida. Para Benjamin, las buenas narracio-
nes, sean orales 0 escritas, no interpretan los hechos que narran; se
limitan a contar y dejan que el que escucha 0 lee extraiga su ensefian-
za. Por eso, las buenas narraciones sobreviven en el tiempo y pueden
ser escuchadas una y otra vez, pueden ser lefdas en distintos momen-
tos, y cada vez el lector o el oyente les encuentra un sentido diferente.
Y como la narraci6n tiene que ver con la experiencia, cuanta mas expe-
riencia acumulada, mas autoridad tendré el narrador. Los dos prototi-
4imMaite Alvarado / Alicia Yeannoteguy
pos de narrador oral, para Benjamin, son el campesino sedentario, q
conoce las tradiciones de su tierra, y el viajero, el marino, que t1
historias de otros lugares.
La trama narrativa
No existe Historia si no hay narraci6n, sostiene el historiac
Hayden White en El contenido de la forma. Segun White, lo que h:
que una sucesién de hechos se transforme en Historia es la trai
narrativa, que torna la sucesién cronolégica de los hechos en un en
denamiento de causas y consecuencias. Pero para poder vincular
hechos de manera causal, es necesaria una perspectiva, una distan
que permita evaluarlos e interpretarlos a partir de sus consecu
cias. Toda narracion histérica se hace desde un centro, desde un
gar, que puede ser un orden politico, una legalidad, un orden relig
so, en el que se ubica el historiador para jerarquizar los hecho
armar una trama narrativa con ellos. Por eso, en los momentos
disolucién politica, cuando ese centro se desdibuja, la Historia tier
a borrarse y, en su lugar, aparecen otras formas discursivas. Wh
analiza un documento del siglo X, de la Galia, los “Anales de Sa
Gall”, que corresponden a un momento de disgregacién. Los ana
son registros de hechos que tienen algunas caracteristicas de la 1
rraci6n, pero no son narrativos. Veamos un fragmento:
709. Duro invierno. Muri el duque Godofredo.
710. Un ano duro y con mala cosecha.
711.
712. Inundaciones por doquier.
713.
714. Murié Pipino, mayor de palacio.
715, 716, 717. ... a
718. Carlos devasté a los sajones causando gran destruccién.
719.
720. Carlos luché contra los sajones.
721. Carlos expulsé de Aquitania a los sarracenos.
722. Gran cosecha.
42Maite Alvarado / Alicia Yeannoteguy
pos de narrador oral, para Benjamin, son el campesino sedentario, que
conoce las tradiciones de su tierra, y el viajero, el marino, que trae
historias de otros lugares.
La trama narrativa
No existe Historia si no hay narracién, sostiene el historiador
Hayden White en El contenido de la forma. Segtin White, lo que hace
que una sucesién de hechos se transforme en Historia es la trama
narrativa, que torna la sucesi6n cronolégica de los hechos en un enca-
denamiento de causas y consecuencias. Pero para poder vincular los
hechos de manera causal, es necesaria una perspectiva, una distancia
que permita evaluarlos e interpretarlos a partir de sus consecuen-
cias. Toda narracién histérica se hace desde un centro, desde un lu-
gar, que puede ser un orden politico, una legalidad, un orden religio-
so, en el que se ubica el historiador para jerarquizar los hechos y
armar una trama narrativa con ellos. Por eso, en los momentos de
disolucién politica, cuando ese centro se desdibuja, la Historia tiende
a borrarse y, en su lugar, aparecen otras formas discursivas. White
analiza un documento del siglo X, de la Galia, los “Anales de Saint
Gall’, que corresponden a un momento de disgregacién. Los anales
son registros de hechos que tienen algunas caracteristicas de la na-
rracién, pero no son narrativos. Veamos un fragmento:
709. Duro invierno. Murié el duque Godofredo.
710. Un afio duro y con mala cosecha.
711.
712. Inundaciones por doquier.
713. .
714. Murié Pipino, mayor de palacio.
715, 716, 717. ... se
718. Carlos devasté a los sajones causando gran destruccion.
719.
720. Carlos luché contra los sajones.
721. Carlos expulsé de Aquitania a los sarracenos.
722. Gran cosecha.
42La escritura y sus formas discursivas
723.724...
725. Llegaron por primera vez los sarracenos.
726,727,728,729,730. .. a
731. Murié Beda el Venerable, presbitero.
732. Carlos luché contra los sarracenos en Poitiers, en sabado.
733, 734. ..
(pp. 22-23)
{Qué tiene de narrativo este texto? Basicamente, la sucesién
cronolégica de los hechos, representada por los afios; esa sucesién
cronolégica de fechas muestra un ordenamiento temporal que es pro-
pio de la narraci6n. {Pero por qué afirma White que no es un texto
narrativo? Porque los hechos estén desconectados entre si, no se es-
tablece ninguna relacién entre los distintos registros. Tampoco hay
una jerarquizacién: las catastrofes naturales estan. igualadas a las ba-
tallas. Pareceria no haber, dice White, un centro desde el cual se
evaluen los acontecimientos y se les dé una organizacién, una trama
narrativa. En el registro correspondiente al afio 732, se concede la
misma importancia al hecho de que haya sido en sabado que a la
batalla misma, y mas importancia que al resultado de la batalla, ya
que no se dice quién’ gan6 ni quién perdi6. Lo que permite dar a los
hechos una trama causal o narrativa es la evaluacién que hace aquel
que esta escribiendo la Historia y que deriva de las consecuencias que
esos hechos tuvieron para la cultura a la que pertenece.
A través de la secuencia, la narracién impone coherencia a los he-
chos. Seguin Bruner, la organizaci6n narrativa mediante la cual las
personas interpretan las cosas que les suceden tiene dos rasgos impor-
tantes. El primero esla secuencializaci6n, la relaci6n causal. En segun-
do lugar, la narracién surge cuando hay algun tipo de desfasaje que
hace que un hecho no concuerde con lo previsible, es decir, que rompa
con el esquema de comportamiento esperado; entonces, se hace nece-
sario un relato que reencauce ese hecho y lo asimile a los esquemas,
que lo haga entrar en el guién. Es asi como la organizaci6n narrativa,
secuencial, causal, permite dar cuenta de lo imprevisto, lo inexplicable
olo anormal e interpretar la realidad y las conductas humanas.
Este rasgo parece propio también dela Historia. Para Hayden White,
la narracion histérica se ocupa de aquellos sucesos que amenazan 0
43mMaite Alvarado | Alicia Yeannoteguy
quiebran el orden (sea el orden que sea, el moral, el social, el politi-
co). La Historia se ocupa de narrar esa amenaza, ese quiebre y la
restitucién del orden. Esta jdea del orden o equilibrio alterado por un
hecho, es decir, de una crisis que tiene un desarrollo y concluye con la
recuperacién del equilibrio, seria la base de la estructura narrativa,
no sdlo de la Historia sino también de a ficcion. Toda narracién habla-
ria de la ruptura de un orden 0 de un equilibrio (en este sentido, de una
crisis) y de la resolucin de esa crisis y la reinstalacion del orden o del
equilibrio (que va a ser de una naturaleza distinta a la del orden inicial,
porque media la crisis entre uno y otro). Es obvio que los relatos no
necesariamente respetan ese orden; hay relatos que se inician en ple-
na crisis y relatos que empiezan con la restitucién final del orden.
El narrador
La presencia de unnarrador es el primer rasgo que caracteriza ala
ficcion, cualquiera sea el género (cuento 0 novela). El narrador no es
el autor. El autor es la persona de carne y hueso que escribe; pero
cuando ese texto es leido, el autor se borra, se desdibuja, y el lector se
encuentra frente a una fuente de enunciacién que el mismo texto
construye. Esa fuente de enunciacién que es parte del texto, parte de
Ja ficcion, es el narrador. El narrador es una “voz” que narra, es quien
enuncia, desde la ficcién misma, ese relato. Es muy facil distinguir el
autor del narrador en los casos en que el narrador es un personaje de
la ficcion. Es mas dificil, en cambio, en los casos en que el narrador no
coincide con un personaje, en Jos casos en que la narracién esta en
tercera persona y el narrador no esta representado como personaje,
porque entonces se tiende a atribuir la narracion al autor. El mismo
escritor crea narradores distintos en los distintos textos que escribe.
Incluso, el narrador puede estar expresando una ideologia o una ma-
nera de interpretar el mundo que no coincide con la del autor.
La figura del narrador, tal como la acabamos de definir, correspon-
de a los textos escritos, porque Jos cuentos de tradicién oral, justa-
mente por eso, son anénimos, no tienen autor jidentificado; por lo
tanto, la division entre narrador y autor no es valida en los cuentos
tradicionales. Lo que existe en Jas tradiciones orales es un narrador
44La escritura y sus formas discursivas
de carne y hueso, es decir, alguien que cuenta oralmente los cuentos
frente a un auditorio. Este, antiguamente. era un oficio, que exigia
un entrenamiento muy riguroso y se heredaba de padres a hijos, como
ocurre con los artistas de circo. El narrador oral hacia sus propias
versiones de las historias y, al narrar, ponia en juego diversos recur-
sos para atraer la atencién del publico. Interrumpia muchas veces la
narraci6n para hacer algun chiste o algun juego de palabras, o bien
para plantear alguna pregunta e implicar y comprometer de alguna
manera al auditorio. Cuando empieza a haber versiones escritas de
esos relatos, desaparece el contexto que caracterizaba a la comunica-
cién oral y aparece un narrador que es parte del texto. En la Edad
Media, un famoso trovador, Chrétien de Trois, toma las historias del
Rey Arturo, del Santo Grial, de los caballeros de la mesa redonda, y
hace versiones escritas; el narrador de sus textos tiene todavia las
marcas de la narracion oral, todavia est4 muy cerca del modo cémo se
narraba oralmente. Con el tiempo, la figura del narrador se ira conso-
lidando cada vez mas, hasta llegar a lo que es hoy.
Las narraciones orales estaban en tercera persona. El narrador en
tercera esta fuera de los hechos que narra; las cosas que cuenta les
suceden a otros. Con la aparicién de la novela, hace irrupcién la pri-
mera persona, es decir, un narrador que participa de los hechos, que
cuenta su historia 0 interviene de alguna manera en ella. Uno de los
ejemplos més antiguos en espafiol es el Lazarillo de Tormes, que esta
narrada por el protagonista, Lazaro. Son una serie de episodios enca-
denados por la presencia de ese personaje, que es el que cuenta su
vida y que evoluciona a lo largo de los distintos episodios.
La eleccién de la voz que narra, de las modulaciones, del estilo con
que narra y la distancia que guarda respecto de los hechos, es funda-
mental cuando se escribe ficcién.
La subjetivizacion de la narracion
Toda narracién implica una trama causal. Se trata de una causali-
dad externa, que une los hechos que se narran, pero tiene también
una dimensi6n interna, relacionada con la intencionalidad de los per-
sonajes. Esto aparece desde las narraciones mas antiguas. En los cuen-
45mMaite Alvarado / Alicia Yeannoteguy
tos orales, que se reducen, basicamente, a una secuencia de acciones,
las acciones remiten a las intenciones 0 motivaciones de los persona-
jes. De todos modos, en los cuentos tradicionales no existe el persona-
je en el sentido en que hoy lo entendemos. Lo que hay en el cuento de
tradicién oral son actantes, personajes que encarnan las acciones; no
se los describe ni se cuenta demasiado acerca de su vida, a excepcién
de lo que interesa directamente a la trama narrativa. En general,
tampoco hay lugar para los pensamientos de los personajes, para su
interioridad. Esta caracteristica se modifica en la ficcién escrita, fun-
damentalmente en la novela. Los personajes adquieren cuerpo y vo-
lumen y la subjetividad ocupa un lugar creciente, hasta tal punto que
los conflictos, mas que conflictos externos, se plantean como conflic-
tos internos, o como conflictos que surgen del contraste entre el mun-
do exterior y la interioridad de los personajes; ese es el caso de Don
Quijote, por dar un ejemplo famoso.
En la literatura del siglo XX, se ensayaron distintos procedimien-
tos o técnicas para representar la subjetividad. Uno de ellos es el
lamado monélogo interior, que representa el fluir de la conciencia y
de los pensamientos del personaje. El ejemplo culminante de esa téc-
nica esta en Ulises, de James Joyce, que contiene un capitulo entero
escrito como mondlogo interior de un personaje, Molly Bloom; este
capitulo es famoso en la historia de la literatura, entre otras cosas,
porque est4 escrito sin ningtin signo de puntuacion, ya que intenta
reproducir o representar los mecanismos asociativos que caracteri-
zan el pensamiento espontaneo.
La aparicién del narrador en primera persona es importante en
relacién con la subjetivizacién de la ficci6n, porque un narrador que
cuenta las cosas que a él le pasaron permite el acceso a su mundo
interior. Esto no significa que sdlo el narrador en primera persona lo
permita; hay otros recursos para lograrlo. El mas importante es el
procedimiento de la visidn o del punto de vista: a través del juego con
el punto de vista de los personajes, se puede acceder a su perspectiva,
asu modo de ver el mundo. Una ficcién puede estar narrada en terce-
ra persona, pero desde la perspectiva de un personaje, lo que permite
al lector ingresar a su visién y a su interpretacién de los hechos.
En resumen, la presencia del narrador caracteriza a la ficcién. A su
vez, la ficcién tiende a subjetivizarse cada vez mas, a dar un peso cada
m4La escritura y sus formas discursivas
vez mayor a la interioridad de los personajes, a medida que nos acer-
amos a la narrativa contemporanea. Una forma de acceder a la pers-
pectiva o la visién de los hechos de un personaje es a través del punto
de vista. Otra es el narrador en primera persona.
La funcionalidad del relato
En “El arte narrativo y la magia”, Borges dice que la causalidad
propia del cuento es una causalidad “frenética”, parecida a la de la
magia o la supersticién. Para la mente supersticiosa, nada es azaroso.
Si a alguien lo pisa un auto cuando cruza la calle, la mente supersti-
ciosa atribuird ese hecho a que es martes 13, por ejemplo; un hecho
desgraciado puede estar motivado por la ruptura de un espejo o por-
que fueron trece comensales a la mesa. En el cuento, dice Borges,
actuia este tipo de légica: no hay nada que no tenga una razén de ser
en la trama narrativa, nada que esté alli por azar. Esto es lo que
Borges llama “causalidad frenética”.
En “Introduccién al andlisis estructural del relato”, Roland Barthes
sostiene algo similar, desde una perspectiva estructuralista. Para
Barthes, en un relato todo es funcional, todo tiene una funcién. La
funci6n es una relaci6n entre dos términos: todo elemento que apare-
ce en el relato tiene un correlato. Hay distintos tipos de funci6n, y los
mismos elementos pueden cumplir funciones distintas. Las funciones
cardinales, o nicleos, son las acciones que se vinculan en la trama
causal, que conforman el esqueleto, la estructura basica del relato;
todas ellas son causa o consecuencia de otras acciones, y ninguna
puede ser eliminada sin transformar la historia. Esos nucleos son los
que permanecen cuando se resume una historia. La serie de acciones
a las que hace referencia Propp en su andlisis son funciones cardina-
les de los cuentos tradicionales. Los nucleos hacen avanzar el relato,
abren una expectativa y la cierran, forman secuencia. A su vez, entre
los nticleos, se suelen insertar otras acciones menores, secundarias,
o bien descripciones, que ya no tienen la misma importancia que las
funciones cardinales para el desarrollo de la historia, a las que Barthes
llama catdlisis. Las catalisis -sean descriptivas 0 acciones secunda-
rias— demoran, dilatan la consecucién causal del relato y pueden crear
47mMaite Alvarado | Alicia Yeannoteguy
suspenso. Evidentemente, esas descripciones 0 esas acciones secun-
darias también pueden tener otro tipo de funcién. Por ejemplo, lo que
Barthes denomina indicios. Muchas descripciones ayudan a caracteri-
zar indirectamente a los personajes, 0 bien su relacién con la situa-
cién. Si suena el teléfono y el personaje lo atiende, se abre un nucleo
narrativo; esa conversacién telefonica inaugura una funcién cardinal.
Luego de la conversacion telefonica y antes de ejecutar Ja acci6n co-
rrelativa —el correlato de esa conversacion telefénica-, el personaje
prende un cigarrillo, empieza a caminar de un extremo al otro de la
habitaci6n, se sirve un trago; estas serian todas acciones secundarias,
catdlisis, pero que a su vez sirven como indicios para caracterizar el
efecto de la situacién sobre el personaje, los sentimientos que pueden
provenir de esa conversacién telefénica, 0 bien para caracterizar al
propio personaje. Es decir, esta accién que, desde el punto de vista del
desarrollo del relato, es una catélisis, que se podria omitir sin tergi-
versar fundamentalmente el hilo narrativo, sin modificar ja historia
en lo fundamental, aporta informacion necesaria para la construccién
de la ficcién. Entonces, un mismo elemento puede tener dos funciones
distintas en un relato. Barthes da el ejemplo de una novela de James
Bond, en la que se dice: “James Bond levanté uno de los cuatro teléfo-
nos que hab{a sobre su escritorio”. Este “levantar uno de los cuatro
teléfonos” inaugura una funcién cardinal, pero, a su vez, el dato de que
sean “cuatro” teléfonos es un jndicio del despliegue tecnolégico (para la
época) de la agencia para la que trabaja James Bond. Un mismo ele-
mento puede tener dos funciones diferentes: puede ser parte de un
nticleo narrativo o de una catalisis, y a su vez actuar como indicio.
En relaci6n con esta idea de la doble funcion, Ricardo Piglia publicé
hace algunos afios, en Clarin, un articulo que se titula “El jugador de
Chéjov”,! que comienza con una anécdota. Dice Piglia que, entre los
papeles que se encontraron después de la muerte de Chéjov, apare-
cié, en uno de sus cuadernos de notas, el siguiente guion: “En
Montecarlo. Un hombre va al casino. Juega. Gana un millén. Vuelve
a su casa. Se suicida”. En la secuencia que se plantea en ese guién
1. Con el titulo “Tesis sobre el cuento”, el mismo texto esta en Critica y ficcién, de
Ricardo Piglia, publicado en Bs. As. por Siglo XX, en 1990.
48La escritura y sus formas discursivas
minimo. tenemos algo Paradojal, una contradiccién entre ganar un
millon y suicidarse. Desde el punto de vista de los esquemas
socioculturales, el suicidio no es compatible con ganar un millén en el
casino; haria falta una explicitacién de causas que alli no estan para
vincular los dos hechos. Entonces, en Principio, lo que aparece son
dos historias desenganchadas: la historia del juego y la historia del
suicidio. Cada una de esas dos historias responde a una lgica diferen-
te, a una causalidad diferente. Piglia propone, como primera tesis,
que todo cuento cuenta dos historias, una historia visible y una histo-
ria secreta. E] aclara que la historia secreta no es una historia oculta
que hay que descubrir a través de la interpretacion, sino simplemen-
te una historia que se cuenta de manera enigmatica. Cada una de
esas dos historias responde a una logica, a una causalidad diferente, y
los mismos elementos Participan de ambas; cada elemento de un cuento
tiene doble funcién. Segun Piglia, el cuento ha ido variando histérica-
mente la forma de contar la historia secreta. En el cuento clasico, ala
manera de Poe, permanece tapada y aflora a la superficie al final,
Provocando sensacién de sorpresa. En el cuento moderno, como el de
Hemingway, la historia secreta no se cuenta nunca, no aparece munca
en la superficie, esta siempre debajo de la historia visible, presionan-
do; el cuento se narra como si el lector supiera cudl es la historia
secreta, pero nunca se la revela; y esto es lo que genera la tension.
Seguin Piglia, el cuento del Jjugador de Chéjov habria sido contado por
Hemingway con todo lujo de detalles en la partida, la descripcién del
casino, las bebidas que toma el jugador, y en ningtin momento habria
aparecido ningtin indicio que refiriera al suicidio; pero se lo habria
contado como si el lector supiera qué es lo que le esta pasando a ese
personaje. Y, finalmente, Piglia menciona a Borges. En Borges, la
historia secreta siempre es la misma; lo que va variando es el género.
Segun Piglia, Borges cuenta siempre la misma historia pero recuriendo
a los estereotipos de distintos géneros. Dice Piglia: “Para Borges, la
historia uno es un género, la historia dos es siempre la misma”. Para
atenuar la monotonia de esa historia secreta, Borges recurre a las
variantes narrativas que le ofrecen los géneros. Segin Piglia, todos
los cuentos de Borges estan construidos con ese procedimiento:
49mMaite Alvarado / Alicia Yeannoteguy
La historia visible, el juego en la anécdota de Chéjov, seria contada por
Borges segun los estereotipos levemente parodiados de una tradicién 0
de un género. Una partida de taba entre gauchos perseguidos, digamos,
en los fondos de un almacén, en la llanura entrerriana, contado por un
viejo soldado de la caballeria de Urquiza, amigo de Hilario Ascasubi.
EI relato del suicidio seria una historia construida con la duplicidad y
la condensacién de la vida de un hombre en una escena 0 acto tinico que
define su destino.
En resumen, todos los elementos que forman parte del relato tie-
nen alguna funcién. En algunos casos, esa funcién esta directamente
vinculada con la trama narrativa; en otros, en cambio, descansa mas
en la capacidad del lector para realizar inferencias que apelan a sus
esquemas socioculturales y a su enciclopedia. Ambos tipos de funcio-
nes se complementan, e incluso se superponen. Desde un cierto pun-
to de vista, se podria hablar de dos légicas distintas que rigen el relato
y de las que participan los mismos elementos: la historia visible, la de
los acontecimientos; y la historia que se infiere, la secreta.
El pacto ficcional
Umberto Eco postula la existencia de un pacto ficcional, que autor
y lector de ficcién suscriben, en virtud del cual el lector acepta que lo
que se cuenta en el texto son hechos imaginarios, pero no son menti-
ras. El lector suspende la incredulidad, su juicio acerca de la verdad o
la falsedad de lo que esta leyendo; asi como el autor finge que los
hechos que cuenta ocurrieron, el lector finge lo mismo acerca de esos
hechos. Pero ambos son conscientes de que se trata de hechos imagi-
narios. El lector que lee un cuento de hadas, sostiene Eco en “Los
bosques narrativos”, esta dispuesto a aceptar que los lobos hablen;
pero, como lector de ficcién, también exige que los lobos que aparez-
can en ese cuento de hadas acttien como lobos. En “Caperucita Roja”,
si bien el lobo se comporta como un humano en muchas cosas —habla
y urde un engajio tipicamente humano-, también es un lobo, porque
se come a las personas; tiene conductas de lobo. Esta es una caracte-
ristica de la ficcién: aunque se esté en un mundo maravilloso, donde
50La escritura y Sus formas discursivas
ocurren cosas que no ocurren en el mundo real, se mantienen ciertos
elementos del mundo real. Si esto no sucediera, no habria comunica-
cién ‘recordemos que la comunicacién descansa sobre los cédigos co-
munes 0 compartidos por emisor y receptor, y que el cédigo
sociocultural —y los esquemas que lo componen- es parte de esa com-
petencia). Eco afirma que los mundos de ficcién son pardsitos del mundo
real: todo aquello que en un texto de ficcién no se explicita, no se
describe como diferente del mundo real, se presupone que es equiva-
lente a lo que ocurre en el mundo real. Da el siguiente ejemplo: en
una novela de Nerval, Sylvie, hay un momento en el que el protago-
nista sale de una fiesta ala noche, se sube a un carruaje para volver
a su casa, recorre un trayecto, en el que se va adormeciendo y empie-
za a tener una ensofiacion. En ningtin momento, a lo largo de ese
trayecto, el texto dice que el carruaje estd tirado por caballos y, sin
embargo, el lector, cuando lo Jee, imagina el trotecito, el movimiento
ritmico del carruaje que va adormeciendo al Personaje. Es parte dela
competencia de cualquier lector ~por lo menos, de la época de Nerval—
el conocimiento de que los carruajes estan tirados por caballos, por lo
tanto se lo presupone. Ahora, équé hubiera pasado, pregunta Eco, si
cuando llega a destino, este hombre baja del carruaje y descubre que
no hay caballo? Ese descubrimiento habria desconcertado al lector,
no entra dentro de los esquemas a los que el texto apelé hasta el
momento, que son los esquemas del mundo real. Sino hubiera caba-
Ilo, el lector se veria obligado a volver atras, a releer todo lo anterior,
porque sentiria que las hipotesis que formulé estan equivocadas, que
en algtin momento el texto debié haberle dado alguna sefial, alguna
clave, que le permitiera derivar hacia una historia fantastica o de
terror. Su hipétesis de género fall6, Entonces, o hay alguna indica-
cién que él pasé por alto o el texto no cooper6; es decir, no hubo
ninguna indicacién en el texto ni en el paratexto que le permitiera
formular la hipstesis correcta.
Cada género incluye clausulas en el pacto ficcional que suscribe el
lector. Por ejemplo, en un relato policial no hay lobos que hablen. Las
clausulas que corresponden a un relato policial dicen: 1- Se deben
Proporcionar al lector todos los datos necesarios para que pueda re-
solver el enigma por si solo. Esta es la primera convencién del género
policial clasico, de enigma: hay que ofrecer al lector los elementos
SiggMaite Alvarado / Alicia Yeannoteguy
para que pueda arribar a la misma solucién que el investigador. 2- El
asesino no puede ser el narrador. Hay un famoso ejemplo en el que
esa convencién fue violada: un cuento de Agatha Christie, “El asesi-
nato de Roger Ackroyd”, donde el asesino es el narrador. Para un
lector de género, que esta convencién no se cumpla implica que el
autor le esta restando cooperacién. 3- La tercera convenci6on del gé-
nero policial es que la solucién no puede ser magica ni sobrenatural,
el relato policial se inscribe dentro del realismo. Claro que puede ser
una solucién extrafia o extravagante. En el relato que inaugura el
género policial, el que inaugura el género, que es “Los crimenes dela
calle Morgue”, de Poe, la solucién no es sobrenatural pero es muy
rara, ya que el asesino es un gorila.
En sintesis, el pacto ficcional supone que el lector suspende sus
juicios de verdad frente a los hechos que se le narran; es decir, no es
valido preguntarse si es cierto, si paso o no pas6 lo que se cuenta. En
cambio, es posible interrogarse sobre Javerosimilitud de lo narrado, y
la idea de “verosimilitud” remite al género, alo admitido por las con-
venciones del género.
Verosimilitud
La nocion de “verosimil” sc aplica, por una parte, a los géneros que
pertenecen al campo de la argumentaci6n, y éste es el origen del
término; y por otro, a los géneros ficcionales. Entonces, la nocién de
“yerosimil” es pertinente tanto para la argumentacién como para la
ficcién.
En la introduccién a Lo verostmil, Tzvetan Todorov cuenta una
anécdota: en el siglo V a.C., hubo, en Grecia, una disputa entre dos
ciudadanos que terminé en un accidente. Al dia siguiente, los ciuda-
danos en disputa se dirigieron a las autoridades para pedirles que
intervinieran y decidieran cual de los dos era culpable del accidente.
La decision no era facil porque no habia testigos. s6lo se contaba con
el relato de los participantes. Se decidié, entonces, dar la razén a
aquel cuyo relato resultara mas creible. Asi, el relato mas “verosi-
mil”, el que parecia mas verdadero, fue el que triunf6. En la Grecia
antigua, se tenia conciencia clara del poder del discurso para persua-
m52La escritura y sus formas discursivas
dir. aun cuando lo que se estuviera diciendo no fuera verdadero. Este
es €l campo de investigacidn de la retérica, y el campo en el que se
desarrolla la argumentacion. Los sofistas ensefaban a utilizar el dis-
curso para convencer, para persuadir, ensefiaban a elaborar un dis-
curso verosimil. Lo verosimil es lo que parece verdadero porque se
ajusta o se adecua a la opinién mas generalizada, es decir, a lo que la
mayoria cree que es la verdad. Se entra, asi, en el campo del sentido
comun, la doxa, que es parte de lo que llamamos “cédigo ideolégico”.
En cuanto a lo verosimil aplicado a la ficcién, el mismo Todorov, en
el libro mencionado, dice que es un concepto relativo al género: cada
género ficcional elabora su propio criterio de verosimilitud. Y toma el
caso del género policial clasico, donde la verdad, la resolucién del enig-
ma, no coincide con lo mas creible desde el punto de vista del sentido
comun, es decir, con lo verosimil tal como acabamos de caracterizarlo.
La verdad que el detective saca a la luz en el relato policial clasico, en
general, va en contra de las expectativas del sentido comin, que son
las que tendria el lector. E] culpable nunca es aquel hacia quien se
orientan las sospechas del lector y de los personajes en general. En-
tonces, lo que es verosimil en el relato policial de enigma es esta
inversion, que suele aparecer encarnada en parejas de personajes com-
plementarios: uno que encarna el sentido comun y el otro, la inteli-
gencia especulativa. Hay duplas famosas, como la de Sherlock Holmes
y Watson, o el Padre Brown y Flambeau en los cuentos de Chesterton
(el Padre Brown es el investigador y su compafiero Flambeau es un
antiguo ladrén que el curita ha redimido y que lo acompafia después
en sus investigaciones). En el policial, entonces, lo verosimil esta ar-
mado en base a esta inversién de verdad y sentido comun; esto es
parte del pacto ficcional correspondiente al género.
Ahora bien, si se piensa la ficcidn desde una perspectiva pragmati-
ca, se puede ensayar una definicién de “verosimil” apta para cualquier
género ficcional. La ficcién ha sido definida como un “acto de habla
ludico”, de la naturaleza del juego. Los chicos, cuando juegan, entran
en un mundo que noes real, suspenden las leyes del mundo real para
entrar en otro mundo que tiene leyes propias. Participan de ese mun-
do, aun sabiendo que lo que esta ocurriendo no es la realidad. Una
caracteristica de la ficcién es ese “como si”. Cuando se lee un texto de
ficcién, se suspende, mientras dura la lectura, la incredulidad o la
53mMaite Alvarado / Alicia Yeannoteguy
duda respecto de eso que se esta leyendo, y se lo cree, no como verda-
dero sino como ficcién. No hay posibilidad de sentir placer en la lectu-
ra de un texto ficcional si no existe esta operacién. La eficacia de la
ficcién, desde un punto de vista pragmatico, descansa en su “credibili-
dad”, o, en otras palabras; en su verosimilitud.
Un procedimiento para crear verosimilitud es introducir nombres
propios que remiten a lugares o a personajes que tienen existencia
fuera de la ficcién. Y también, inventar nombres que parezcan reales.
En la literatura, muchas veces se inventan nombres teniendo en cuen-
ta cémo se componen los nombres en la vida real, de manera de
verosimilizar a los personajes 0 los lugares que llevan esos nombres,
de volverlos crefbles. Se trabaja de un modo similar a como lo hacen
los publicistas cuando inventan nombres de productos: en general,
cuando se lanza un producto al mercado. la decisién del nombre que
se le da es bastante estudiada. Hay un famoso articulo de Roland
Barthes, en La semiologia, donde él plantea que las pastas tienen que
tener un nombre italiano 0 que suene a italiano. porque Italia es la
cuna de las pastas y la calidad de las pastas esta relacionada con lo
italiano; una marca de fideos, dice Barthes. tiene que evocar la
“jtalianidad” del producto. El nombre propio connota nacionalidad, pero
también otras cosas, como nivel social, edad o época. En distintas
€pocas, se ponen de moda diferentes nombres y, por lo tanto, el nom-
bre esta fechando, de alguna manera, al personaje o la accién. Por otra
parte, muchos nombres, en su origen, tienen un significado; y también
los apellidos. Hoy, en general, se ha perdido el significado original de los
nombres. Pero en las historias de ficcién suele haber nombres que des-
criben a los personajes 0 dicen algo relativo a su historia. En El Sefior de
los anillos, Tolkien le hace decir a Barbol, un personaje que pertenece a
una raza muy antigua, la raza de los ents: “En nuestro idioma, en el viejo
€ntico, los nombres cuentan la historia de las personas”; es decir, en la
lengua de los ents, el nombre condensa la biografia.
El recurso de verosimilizacién mas importante del que, histérica-
mente, se ha valido la ficcién es la descripcion. En el siguiente aparta-
do se revisaran algunos de sus rasgos.
m54ee
la dewr@cis
A diferencia de ba narracon ia descripadn implica una interrup-
Gon del devenir temporal: el tiempo se detiene. Otra diferencia es
que la descripeian no tiene un orden prefijado: el orden en el que se
Presentan los elementos es eleccion del que describe. La narracién
tiene una cierta restriccién de orden; se lo puede invertir, pero hay
un orden natural. que es aquel en el que sucedieron los hechos. En el
caso de la descripcion, esto no ocurre.
La descripcién, en general, procede por andlisis, por descomposi-
cién del objeto en elementos, en partes, en aspectos, a los que se
atribuyen cualidades, rasgos, propiedades; pero el orden en el que se
presentan esos componentes puede variar. La denominacién del obje-
to que se describe puede aparecer o no en el interior de la descripcién.
Por su parte, la expansién de esa denominacién a través del listado de
las partes o aspectos viene acompafiada de una nomenclatura (las
palabras o términos especificos que designan las partes) y de una se-
rie de predicados (lo que se predica o se dice acerca del objeto y de sus
partes: cémo son). Esta estructura bdsica dela descripcién —que es la
que postula Philippe Hamon en Introduccion al andlisis de lo descrip-
tivo— puede manifestarse de distintas maneras. Sila denominacion del
objeto no aparece, es decir, si se describe algo sin nombrarlo, estamos
en presencia de una descripcién con rasgos de adivinanza, que plantea
alguna forma de acertijo; lo mismo ocurre si la denominacion aparece
al final. En cuanto a la expansion a través de las partes y lo que se
predica, puede haber descripciones donde solamente se haga mencién
a las partes, sin ningun tipo de predicacion (como en el caso de los
avisos clasificados, que slo enumeran ambientes e instalaciones de
un inmueble), 0, a la inversa, sélo predicaci6n, sin mencién de las
partes. Veamos un ejemplo de descripcién tomado de una poesia:
Mi mujer de cabellera de fuego de lena
De pensamientos de relampagos de calor
De talle de reloj de arena
Mi mujer de talle de nutria entre los ojos del tigre
Mi mujer de boca de escarapela
De dientes de huellas de rata blanca sobre la tierra blanca
SomMaite Alvarado / Alicia Yeannoteguy
De lengua de Ambar y vidrio acavernados
Mi mujer de lengua de hostia apufalada
De lengua de mufieca que abre y cierra los ojos
De lengua de piedra increible
Mi mujer de pestafas de palotes de escritura de nifio
De cejas de borde de nido de golondrinas
Mi mujer de sienes de pizarra de techo de invernadero
Mi mujer de hombros de champan
Y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo
Este es un fragmento del poema “La union libre”, de André Breton,
en el que se desarrolla una descripcién del cuerpo de una mujer. La
denominacién del objeto o tema de la descripcion esta presente y se
reitera (“Mi mujer”). Esa reiteracién a comienzo de verso es uno de
los recursos de la poesia, lo que se llama andfora. El poema se presen-
ta como una enumeracién, una lista de las partes del cuerpo, cada
una de ellas seguida de una predicacién metaférica, que contiene lo
mas especificamente descriptivo: lo que se dice acerca de ese cuerpo.
Otra caracteristica de la descripcion es la recursividad, es decir, la
posibilidad de repetir hasta el infinito la misma estructura: se descri-
be un objeto, se lo descompone en partes y, a su vez, cada una de esas
partes puede transformarse en objeto de una nueva descripcion, 0
sea, descomponerse en partes; y asi sucesivamente. El objeto rara
vez pone un limite a la recursividad de la descripcién; el limite lo dael
que escribe (sus intenciones comunicativas) 0 el género (en los textos
didacticos o en los informativos, es raro que la descripcién prolifere o
se ramifique como lo hace en algunos textos literarios). Esta tenden-
cia a proliferar, segin Philippe Hamon, fue lo que llevé a los maes-
tros de retérica a exigir un control estricto sobre la descripcién. La
descripcién representaba un peligro, ya que, si se extendia mucho,
amenazaba la unidad y la inteligibilidad del discurso. Una descripcién
demasiado larga desconcentra, distrae, y por eso los rétores aconseja-
ban acotarla. Durante mucho tiempo, la descripcién, en literatura y
también en la argumentacién, fue considerada un adorno, era la pieza
del discurso en la que el orador lucia su manejo de las figuras retéri-
cas. Una de las formas de controlarla era la exigencia de que apare-
ciera motivada, justificada de alguna manera. El ejemplo clasico es el
m56ee ee
de Homere: cuando aparece una descripcion. siempre est justificada
per ba acca Es famosa =x descripcion del escudo de Aquiles, en la
Tiede. ana extensa descripaon de las imagenes que aparecen en el
escudo del hérve y que viene a cuento porque Aquiles se esta vistien-
do para ir a la guerra sas armas son parte del atuendo). La misma
exigencia de justificacién hace que muchas descripciones estén moti-
vadas por viajes: el Personaje es un viajero y es el recorrido que hace
el que motiva la descripcion de los distintos escenarios.
Recién en el siglo pasado, con el Romanticismo, la descripcién em-
Ppieza a adquirir estatuto literario. Los roménticos se valen de ella
para representar los estados de animo; por ejemplo, la descripcién de
un paisaje, de un lugar, expresa, a través de log adjetivos calificativos,
el estado de 4nimo de un personaje. En el comienzo de “La caida de la
casa Usher”, de Edgar Allan Poe, dice: “Durante todo un dia de otofio,
triste, oscuro y silencioso, cuando las nubes se cernian bajas y pesa-
das en el cielo, crucé solo, a caballo, una regién sumamente lugubre
del pais; y al fin, al acercarse las sombras de la noche, me encontré a
la vista de la melancélica casa Usher”. La melancolfa de la casa Usher
¥ del paisaje que la rodea provienen del Ppersonaje que la habita. Esta
es una descripcién metonimica. La metonimia es una figura retérica
frecuente en el lenguaje corriente, una figura de desplazamiento por
contigiidad: para referirnos a un objeto, mencionamos otro que est
en contacto con él. Por ejemplo, cuando decimos “Me tomé unas copi-
tas” (para referirnos al contenido, mencionamos el continente, el en-
vase). Los escritores hacen un uso elaborado de la metonimia. Una
forma de la metonimia es la que consiste en desplazar las cualidades
de un objeto hacia otro con el que esta en contacto, o en desplazar las.
cualidades de un personaje hacia un objeto de su pertenencia o hacia
su entorno; por ejemplo, “la melancélica casa Usher”.
El realismo utiliza la descripcién para producir impresion de reali-
dad. Por eso, en las grandes novelas del siglo pasado (las novelas de
Stendhal, Flaubert, Balzac, Tolstoi) abundan las descripciones exten-
sas, plenas de detalles. Muchos de esos detalles descriptivos, aparen-
temente intitiles, estan alli Para crear en el lector una ilusién de rea-
lidad, para hacer verosimil lo que se cuenta. Por otra parte, esos tex-
tos prevén un lector capaz de detenerse en las descripciones, un lec-
tor curioso como el lector de enciclopedias. Philippe Hamon diferen-
S7mMaite Alvarado / Alicia Yeannoteguy
cia el lector que construye la narracién del lector que construye la
descripcién. El primero esta movido por la intriga, es un lector que
quiere avanzar en la accién, al que interesa lo que viene después. El
de la descripcién, en cambio, es un lector que se toma su tiempo y que
esta impulsado por el deseo de acrecentar su conocimiento respecto
de un sector de la realidad y por una cierta curiosidad léxica, una
preocupacién por el vocabulario.
En una época en la que no habia tantas imagenes como hoy, la
representacién del mundo provenia casi exclusivamente de los tex-
tos. Hoy podemos ver imagenes en video, fotos, televisién, cine, lo
que hace que los textos se detengan menos en descripciones y el lec-
tor se interese menos por ellas. Por eso, frente a un texto como Moby
Dick, de Melville, es frecuente que los lectores contemporaneos, mas
interesados en la acci6n, se salteen los largos capitulos donde se des-
cribe minuciosamente a las ballenas, su pesca y su faenamiento. Los
textos como el de Melville fueron escritos pensando en un lector que
hoy probablemente sea una especie en extincién.
Resumen
Todas las culturas conocidas se valen del relato para transmitir la
experiencia. La trama narrativa da cuenta de lo imprevisto y de lo
“anormal”, reduciendo su singularidad a un esquema canénico, cau-
sal. De esta manera, permite interpretar ciertos comportamientos
como desviaciones respecto de una norma, que ponen en riesgo la
estabilidad o las certezas sobre las cuales se funda nuestra compren-
sion del mundo y también la convivencia y la subsistencia de un orden
social dado. La trama narrativa, al reducir la incertidumbre y conju-
rar el riesgo, encierra en si misma una moraleja.
La narraci6n de ficcion, en sus distintos géneros, exige del lector la
suspensién temporaria de su incredulidad y la aceptaci6n de la reali-
dad de un mundo cuyas leyes son sélo parcialmente las del mundo
real. La credibilidad de ese mundo de ficcién descansa, en buena me-
dida, en una serie de recursos destinados a sostener la “ilusién”; el
juego de las perspectivas, el encadenamiento riguroso de los hechos,
la representacién de espacios y personajes, son algunos de ellos.
m58La escritura y sus formas discursivas
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