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Mimeógrafo

Estaba leyendo las memorias de un periodista que acompañó al ejército estadounidense


en varias batallas y en uno de los capítulos comenta que tenía que levantarse temprano
para preparar las planchas de un mimeógrafo. Me sorprendió mucho la palabra porque
no sabía a lo que se refería, así que hice lo que suelo hacer, preguntar a Google y he
aquí que cuando vi las imágenes tras el primer resultado de la búsqueda me dije:
"¡claro, una ciclostil!" y seguí leyendo. Mi cerebro, que a veces trabaja en paralelo, me
dijo: "es posible que haya jugadores de Comandos que nunca hayan visto una ciclostil y
menos aún que hayan tenido la oportunidad de manejarla". Este artículo es
consecuencia de ese comentario.

Un mimeógrafo es una especie de impresora portátil o, si lo prefieres, una fotocopiadora


manual y se utiliza para realizar múltiples copias de una página lo que explica otro
nombre con el que se conoce a estas máquinas: multicopista. Se inventaron a finales del
siglo XIX (atribuido a Edison) y dada su sencillez y su bajo coste se mantuvieron como
herramienta en colegios y asociaciones hasta finales del siglo XX (me consta que había
una en funcionamiento a principio de los 80), pero la invención de la fotocopiadora
acabó desplazándolo. Me atrevería a asegurar que, en algunos lugares, aún se usan las
viejas multicopistas. La idea del mimeógrafo no ha desaparecido, pero ahora son
automáticos e, incluso, digitales y, con probabilidad, nos parecerán más una impresora
que un ciclostil.

El proceso era un poco engorroso, pero sencillo. Primero había que preparar una página
maestra en un tipo de papel llamado esténcil, que en realidad era una hoja de papel con
una de sus caras encerada y poco más largo de lo normal porque la primera parte de la
hoja se tenía que enganchar en el rodillo del mimeógrafo. El esténcil se preparaba en
una máquina de escribir normal a la que se le había quitado la cinta. Esto complicaba un
poco las cosas porque no podías ver qué estabas escribiendo. Los errores se podían
corregir, pero no era sencillo y, en ocasiones, era más fácil repetir el trabajo. Una
ventaja del esténcil es que también se podía grabar a mano sobre la hoja lo que permitía
hacer páginas manuscritas o dibujos y diagramas.

El esténcil en blanco era impermeable a la tinta, pero al grabar las letras se rompía esa
impermeabilización en los huecos lo que permitía que se empapara de tinta. Al
colocarlo en el rodillo del mimeógrafo, este lo entintaba haciendo que sólo quedara tinta
en los huecos y que ésta pasara al papel con una ligera presión. El propio giro del rodillo
(manual) se encargaba de coger una hoja en blanco de una bandeja y sacarla por el otro
lado ya impresa.
Los vendedores de papel esténcil decían que sus papeles eran indestructibles, pero la
verdad es que al cabo de un centenar de copias se empezaban a notar los efectos del
desgaste y los huecos de las oes, o de las pes, bes o des acababan llenos de tinta, las
letras presentaban lágrimas (gotas de tinta) y aparecían líneas que no eran otra cosa que
grietas en el impermeabilizado. Si seguías imprimiendo, acababas teniendo un borrón y
no un texto legible. Si tenías que hacer muchas copias, lo que se hacía era preparar
varios esténcil idénticos (o muy parecidos dado el proceso artesanal) y cambiarlos según
se fueran gastando.

Una de las características de las copias de un mimeógrafo es que el papel solía ser de
mala calidad, poco gramaje (para que la máquina pudiera moverlos bien) y poco estable
(amarilleaba con el tiempo), pero como el destino era pegarlos en una pared o
entregarlos como propaganda aquello no era muy importante.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el mimeógrafo se utilizó en muchos lugares:


comunicados políticos, bandos municipales u órdenes de los ejércitos de ocupación para
la población civil que se pegaban a las paredes, folletos de propaganda política que se
repartían clandestinamente (o públicamente como Socialista Action que precede a estas
líneas), etc. En algunos ejércitos, por ejemplo el estadounidense, algunas unidades (a
nivel de división) tenían su propio periódico y había soldados encargados de hacer una
hoja de noticias diaria (previamente controlada por la censura militar) para informar a
sus compañeros de los acontecimientos. Podían traer noticias militares (atrasadas), pero
principalmente llevaban noticias de lo que pasaba en casa o en otras partes del mundo.
Uno de esos periódicos fue el Post Mortem (realizado en un hospital de campaña y con
un raro sentido del humor para la cabecera) y con el que cerraremos este artículo.

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