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EL APANDO

CITAS

Al situar la vida biológica en el centro de sus cálculos el Estado moderno no hace, en


consecuencia, otra cosa que volver a sacar a la luz el vínculo secreto que une el poder con
la nuda vida … es decir la vida a quien cualquiera puede dar muerte pero que es a la
vez insacrificable.
…
Detrás del largo proceso de antagonismo que conduce al reconocimiento de los derechos
y de las libertades formales se encuentra, una vez más, el cuerpo del hombre sagrado con
su doble soberano, su vida insacrificable y, sin embargo, expuesta a que cualquiera se la
quite.
…
Todo sucede como si, al mismo tiempo que el proceso disciplinario por medio del cual el
poder estatal hace del hombre en cuanto ser vivo el propio objeto específico, se hubiera
puesto en marcha otro proceso que coincide grosso modo con el nacimiento de la
democracia moderna, en el que el hombre en su condición de viviente ya no se presenta
como objeto, sino como sujeto del poder político.
(Georgio Agamben, Homo sacer y la nuda vida)

La excepción es una especie de la exclusión. Es un caso individual que se ha excluido de


la normal general. Pero lo que caracteriza propiamente a la excepción es que lo excluido
no queda por ello absolutamente privado de su conexión con la norma; por el contrario,
se mantiene en relación con ella en la forma de la suspensión. La norma se aplica a la
excepción desaplicándose, retirándose de ella.
…
La situación creada por la excepción tiene, por tanto, la particularidad de que no puede
ser definida ni como una situación de hecho ni como una situación de derecho, sino que
introduce entre ambas un paradójico umbral de indiferencia. No es un hecho, porque solo
se crea por la suspensión de la norma; pero, por la misma razón, no es tampoco una figura
jurídica particular, aunque abra la posibilidad de vigencia de la ley.
…
La excepción es lo que no puede ser incluido en el todo al que pertenece y que no puede
pertenecer al conjunto en el que está ya siempre incluida. Lo que emerge en esta última
figura límite es la crisis radical de toda posibilidad de distinguir entre pertenencia y
exclusión, entre lo que está fuera y lo que está dentro, entre excepción y norma.
(Georgio Agamben, Homo sacer y la nuda vida)
Nota a pie de página “Por un lado, la tecnología electrónica permite tener detenida a
una persona también fuera de la cárcel, vigilarla y castigarla, y los brazaletes electrónicos
en los tobillos permiten que alguien permanezca bajo arresto domiciliario y pueda ir al
trabajo o a estudiar” (Farocki, 2013: 210). Si bien esta es una descripción de la actualidad
de los Estados Unidos, las posibilidades de control y castigo son las mismas para todos
los países. Y aun cuando no lo sean, es importante destacar que en los Estados Unidos se
continúan construyendo cárceles –por iniciativa pública o privada– aun teniendo de
primera mano la tecnología necesaria para otras formas de control y privación de la
libertad; del total de la población castigada o prisionizada, que asciende aproximadamente
a 5 millones: 2,5 millones están encarceladas (tasa: 750 habitantes) y el resto se divide
entre aquellos que tienen una probation o están en libertad condicional. En este sentido
podemos darnos cuenta que la cárcel nunca fue un modo de efectivizar una pena de
privación de la libertad y que sus fundamentos jurídicos-económicos y técnicos-
disciplinarios, por los cuales se presentó inmediatamente como la forma de pena más
conveniente, siempre fueron simplemente económicos y –por momentos– disciplinarios.
(Nauel Roldán en: Circuitos carcelarios: estudios sobre la cárcel Argentina)

La separación de los sexos, la clasificación de los reclusos en función de la edad, tipo de


crimen o enfermedad, el aislamiento individual, la obligación del silencio, constituyen
una serie de "reformas" que hacen del espacio cerrado una antisociedad, no dejando
subsistir de la vida social más que su aroma espiritual: la recuperación de la fuerza de
trabajo mediante la destrucción de todo deseo, la idealización de la sociedad y su
supresión concreta. En este sentido el manicomio y la prisión no son más que la
ejemplificación extrema de la estrategia
(Donzelot, Espacio cerrado, trabajo y moralización)
Habrá, entonces, relaciones refractarias –con fuertes repercusiones en la opinión pública–
que son innegables: la cárcel con el preso, el preso con el delito, el delito con el
delincuente, el delincuente con la policía y por último la policía con el vecino honrado –
todo desarrollándose bajo un gran paraguas que llamaremos sistema de
institucionalización punitiva: donde entrarán en juego otros servicios, instituciones,
organismos, ministerios, etc. Estas relaciones pueden transformarse en silogismos que
son comunes a sentidos comunitarios y vecinales, pero que también tendrán un reflejo
institucional, periodístico, cientificista, cinematográfico y literario y que en muchos
casos darán el puntapié inicial a un proceso de institucionalización delictiva de sujetos
vulnerables y desaventajados. Será entonces que en la cárcel hay presos, estos presos
cometieron un delito, por tanto el preso es un delincuente y consecuentemente la
cárcel está poblada por delincuentes. Estos delincuentes son capturados por la policía,
institución que reconoce en el vecino honrado un testigo solicitante con funciones
policiales y legitimador de su accionar, en tanto el policía no es el delincuente, y por
supuesto se ubica –en una relación de poder– sobre el vecino honrado, cuestión que le
otorga una impunidad y discrecionalidad absoluta de acción y omisión –pues este vecino
puede convertirse eventualmente en delincuente.
(Nauel Roldán en: Circuitos carcelarios: estudios sobre la cárcel Argentina)

El maltrato de baja intensidad actualiza en la memoria y pone en el horizonte a las


agresiones físicas severas, además de constituirse en el umbral para su despliegue.
…
Hablamos de acciones que se suceden regularmente y que están provistas de un sentido
performativo de la subjetividad, además de su evidente e inmediato efecto sobre el cuerpo
de las víctimas. La práctica del maltrato se compone como un complejo de acciones cuyo
punto de articulación es una estrategia para la degradación del otro, estas son: la
humillación, el despojo, el aislamiento, la sujeción y la violencia física.
…
La evidencia alcanza entonces para afirmar que estamos ante una serie de prácticas
penitenciarias regulares sobre la población encarcelada, cuyo sentido es la producción y
actualización de una situación de vulnerabilidad extrema. Este punto de referencia
instituido, el punto cero penitenciario, por el maltrato y la violencia, es alrededor del cual
se estructura toda la experiencia carcelaria. Es a partir de este punto que se distribuyen
los espacios y se configura la experiencia de un recorrido carcelario, una trayectoria
personal.
…
Se dibuja así una función socializante de la violencia institucional persistente: de uno u
otro modo el resultado final son sujetos que, si no logran espacios o grietas para la
resistencia, son socializados en la sumisión y/o el envilecimiento por la violencia,
condiciones ambas que permiten naturalizar una vida precaria.

La privación de la libertad no sólo implica la separación de los otros mediante el encierro,


sino que inicia toda una nueva experiencia de la movilidad, condicionada por la
materialidad de muros y rejas pero también por la gestión de los pasos y las circulaciones
por entre ellos, gestionada por el poder penitenciario.
…
El tercer modo de determinación de los espacios es su funcionalidad. Esta tiene una forma
aparente, de acuerdo a la discursividad del tratamiento: pabellones de ingreso, de
conducta, de tratamiento de droga dependientes, de trabajadores, de estudiantes, espacios
de sanción, de educación, de culto, de trabajo y de salud. Pero esta matriz de distribución
de los espacios está subordinada a la matriz de seguridad, que establece, por una parte, el
perímetro de clausura como un límite infranqueable con el exterior y, por otra parte,
perímetros concéntricos que limitan las comunicaciones autónomas entre los presos y
habilitan y dirigen las comunicaciones heterónomas. Por último, se destaca la matriz de
la violencia que estructura el gobierno penitenciario. Según éste deberíamos colocar en
el centro de estos espacios (en términos virtuales) aquellos más próximos al grado cero
penitenciario: ingreso, sanción y tránsito (no es azaroso que coincidan concretamente
muchas veces), y en los círculos más externos los espacios donde el maltrato es más
esporádico, en la medida que el sometimiento está más consolidado.

(Carlos Motto en: Circuitos carcelarios: estudios sobre la cárcel Argentina)

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