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Mundial De Fútbol:

Brasil 2014
Entre los días 12 de junio y 13 de julio de 2014, Brasil acogió la XX edición del que
puede considerarse como principal evento deportivo mundial después de los
Juegos Olímpicos: la Copa Mundial de la Federación Internacional de Fútbol
Asociación (FIFA), más popularmente conocida como Mundial de fútbol. En esta
ocasión, la decepción de la hinchada local, que vio relegado su equipo a la
cuarta plaza del torneo, solo tuvo parangón con la euforia de los seguidores
alemanes, cuya selección se proclamó campeona del mundo por cuarta vez.

Un desafio económico para Brasil


Las grandes citas deportivas suelen ser ocasión para publicitar
los logros materiales alcanzados por los países organizadores; en
este sentido, aún queda cercano el recuerdo de los Juegos
Olímpicos de Pekín 2008, que sirvieron de escaparate a la
potencia económica de la nueva China.

Otro tanto ocurrió con el Mundial de Brasil 2014, puesto que la


República brasileña, primera potencia económica de América
Latina, figura en el llamado Grupo de los BRIC (Brasil, Rusia, India
y China), estados con un acelerado crecimiento del producto
interior bruto (PIB) que están llamados a ganar un protagonismo
creciente en el mundo global de las próximas décadas.

Gracias a este crecimiento material pudo afrontar Brasil el


elevado coste del Mundial, cifrado oficialmente por el gobierno
brasileño en 28.000 millones de reales (alrededor de 13.000
millones de euros). Ese monto fue dedicado tanto a la edificación
o reforma de los estadios donde se jugaron los partidos, como a
la construcción de nuevos viales y otras obras públicas.

A pesar de la euforia deportiva, y aun patriótica, suscitada por el Mundial en buena parte de la sociedad brasileña, esta no fue ajena a las
críticas por el inmenso desembolso crematístico que supuso el evento, y al cual deben sumarse los gastos generados por los Juegos
Olímpicos de 2016, con sede en Río de Janeiro. Sobre todo si se consideran los escándalos de corrupción que rodearon, entorpecieron y en
buena medida desprestigiaron los preparativos de ambos eventos.

Con ocasión de la Copa de Confederaciones, disputada en Brasil en junio de 2013, estallaron en el país multitudinarias protestas que
denunciaban la inmensa diferencia entre el presupuesto dedicado a los fastos futbolísticos y el gasto público en programas sociales, así
como las prácticas fraudulentas que impregnaban todas las esferas de la vida política y administrativa del país. Tal dimensión alcanzó
este movimiento que la presidenta de la República, Dilma Rousseff, se vio obligada a promulgar una severa ley anticorrupción,
acompañada de la promesa de una reforma constitucional que consolidara los derechos civiles y sociales.

Otro motivo de polémica constituyeron los desalojos forzados de numerosas personas que vivían en barrios pobres -las favelas- cercanos
a los escenarios deportivos del Mundial. La medida fue muy criticada por distintas organizaciones defensoras de los derechos humanos, y
añadió nuevos motivos de polémica en torno al evento deportivo.
La “Brazuca”
La FIFA recurrió a las nuevas tecnologías para garantizar la certeza
de las decisiones arbitrales y la justicia de los resultados deportivos,
evitando las polémicas que han acompañado en ediciones anteriores
a jugadas de resultado incierto y trascendencia decisiva.

El Mundial 2014 fue el primero en utilizar balones inteligentes,


capaces de indicar si han traspasado por completo la línea de gol.
Para servir esta información, el balón disponía en su interior de un
sistema electrónico de apenas 1,5 cm, que enviaba señales de radio
a una computadora, la cual remitía el dato a un reloj de pulsera
especial que llevaba el árbitro en su muñeca. Todo este proceso se
efectuaba en menos de un segundo. El sistema fue probado con
éxito en 2005, con ocasión de la Copa Mundial Sub-21 disputada en
Lima (Perú).

El modelo de balón inteligente usado en Brasil recibió el nombre de


Brazuca y fue desarrollado por dos conocidas empresas alemanas,
dedicada una a la computación, la otra al diseño y fabricación de
material deportivo.

Sedes y participantes
Por lo que respecta a los escenarios de la competición deportiva, el
Mundial de Brasil tuvo 12 sedes, las ciudades de Belo Horizonte,
Brasilia, Cuiabá, Curitiba, Fortaleza, Manaos, Natal, Porto Alegre,
Recife, Río de Janeiro, Salvador y Sao Paulo.

Participaron en la competición 32 selecciones en representación de


otras tantas federaciones nacionales de cinco continentes,
agrupadas en ocho grupos para la fase de liguilla: A (Brasil, Croacia,
México y Camerún), B (España, Holanda, Chile y Australia), C
(Colombia, Grecia, Costa de Marfil y Japón), D (Uruguay, Costa Rica,
Inglaterra e Italia), E (Suiza, Ecuador, Francia y Honduras), F
(Argentina, Bosnia-Herzegovina, Irán y Nigeria), G (Alemania,
Portugal, Ghana y Estados Unidos) y H (Bélgica, Argelia, Rusia y
Corea del Sur).

Los partidos fueron dirigidos por un plantel internacional de 25


árbitros.

Los equipos favoritos


El campeonato se presentaba más reñido que en competiciones
anteriores, con varios aspirantes de peso a ganar el título mundial.
Brasil es la selección nacional con más copas del mundo en su haber:
ha ganado el trofeo en cinco ocasiones, pero la última fue en 2002,
por lo que la afición canarinha, que apoyó masivamente a sus
jugadores, consideraba este Mundial como una ocasión de oro para
seguir encabezando la lista de campeones.
España, por entonces vigente campeona del mundo y de Europa;
Argentina, que suma dos copas mundiales y cuenta en sus filas con
Lionel Messi, considerado el mejor jugador del mundo; y Alemania,
tricampeona y siempre poderosa, eran los tres rivales más temidos
del país anfitrión en la lucha por el triunfo.

A la zaga de los anteriores figuraba el país europeo con más


entorchados futbolísticos, Italia, cuatro veces campeona del mundo,
que no contaba en esta edición con un equipo de la categoría de
Lionel Messi fue nombrado el mejor jugador del torneo, pero no pudo
ocasiones anteriores pero siempre es un adversario temible, sobre
alzarse con el trofeo.
todo por su dominio del juego táctico. A su nivel se encontraba un
grupo de selecciones de potencial nada desdeñable, como Portugal
(con Cristiano Ronaldo, Balón de Oro de 2013, que disputa a Messi la
supremacía mundial individual), Inglaterra, Francia (como la
anterior, una vez campeona del mundo), Holanda (en tres ocasiones
subcampeona) y Uruguay (bicampeona), pero que de entrada no
parecían candidatas al título.
El desenlance
La gran sorpresa de la primera fase fue la eliminación de España, que
perdió con poca gloria su entorchado mundial, derrotada
contundentemente por Holanda (1-5) y Chile (2-0), aunque se despidió con
un triunfo intrascendente contra Australia (3-0). El otro sobresalto estuvo
en el grupo D, donde Inglaterra e Italia se quedaron en la cuneta,
desbancadas de la clasificación por Costa Rica y Uruguay.

Una vez resueltas las eliminatorias de octavos y cuartos, las semifinales


fueron disputadas por las selecciones de Alemania, Brasil, Holanda y
Argentina. Los germanos se deshicieron con una facilidad humillante de
Brasil, a la que vapulearon ante su público por 7-1. Por su parte, los
argentinos tuvieron que recurrir a la tanda de penaltis para superar a
Holanda, tras acabar el tiempo reglamentario con empate a cero.

La frustración de la hinchada canarinha tocó fondo en la final de


consolación, cuando su equipo se vio desbordado por los jugadores
holandeses, que se impusieron por 0-3.

La gran final se disputó en el impresionante -y legendario- marco


escénico del Estadio Maracaná de Río de Janeiro. En el primer tiempo, la
maestría táctica de Javier Mascherano y las apariciones repentinas de
Lionel Messi mantuvieron a los alemanes un tanto remisos, carentes del
empuje ofensivo demostrado en partidos anteriores. Sin embargo, la
fuerza y disciplina de los germanos, unida a la calidad de sus principales
jugadores, acabaron imponiéndose en el segundo período, ampliado en la
prórroga. El único gol del partido fue marcado por Götze en el minuto 113
de juego. Una diana para Alemania, pues le valió su cuarto campeonato
mundial de fútbol.

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