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LAS CÉLULAS Y EL NIÑO

Mi madre dice que somos un montón de células que se llevan muy bien, dice que yo no las veo porque son muy chiquititas y
que ellas hacen que mis ojos sean marrones y los de mi hermano Lucas sean negros. Mi madre también dice que yo un día
fui una sola célula hecha con una de papa que es muy pequeñita y rápida y otra de mamá que es grande y sonriente, y que
por eso tengo los ojos de mamá y los pies igualitos a papá. Las células por dentro son como pequeñas fábricas y necesitan
que yo coma de todo incluidas las lentejas, la fruta y el pescado para poder funcionar, la comida es su gasolina. Cada célula
tiene un trabajo dentro de mí, unas hacen las lágrimas, otras la saliva, otras hacen que mi pelo crezca y así con cada una de
ellas. A veces, algunas células en vez de hacer su trabajo y ayudar, se portan mal, otras veces se ponen malitas y no pueden
hacer su trabajo; por eso nos ponemos malos. Mi mamá dice que mi papá y ella son detectives de células, las buscan, las
miran por su microscopio, a veces tienen que pintarlas para poder verlas bien y saben reconocerlas rápidamente y averiguar
lo que les pasa. Así es como mi papa y mi mamá ayudan a otras personas, investigando las células. Le he dicho a mi papá que
en carnavales me quiero disfrazar de célula y él me dice que hay muchos tipos, yo le digo ¿Quién es la más lista de todas?, y
él me dice que la neurona; la más fuerte, es la fibra muscular y la más floja es la célula adiposa y así podemos pasar todo un
domingo. A mi papá le encanta la madre de todas las células, la célula madre, y dice que se podrán curar muchos niños con
ellas pero que hay que saber más, por eso yo me esfuerzo mucho en el cole. Le digo a papá que quiero aprender acerca de
células, como él y mamá. Papá no me lo ha dicho, pero yo sé que las células se hacen viejitas con el tiempo como mi abuelo
Luis, que tiene arrugas en la cara, aunque no le duelen. Sé que mis células crecen porque yo cada día soy más grande y
fuerte.
Sé que en el cole me enseñarán muchas cosas sobre las células, pero yo no quiero esperar, ni verlas solo en los libros, así
que he pedido para navidad un microscopio como el de mis papas.

LAS CÉLULAS Y EL NIÑO


Mi madre dice que somos un montón de células que se llevan muy bien, dice que yo no las veo porque son muy chiquititas y
que ellas hacen que mis ojos sean marrones y los de mi hermano Lucas sean negros. Mi madre también dice que yo un día
fui una sola célula hecha con una de papa que es muy pequeñita y rápida y otra de mamá que es grande y sonriente, y que
por eso tengo los ojos de mamá y los pies igualitos a papá. Las células por dentro son como pequeñas fábricas y necesitan
que yo coma de todo incluidas las lentejas, la fruta y el pescado para poder funcionar, la comida es su gasolina. Cada célula
tiene un trabajo dentro de mí, unas hacen las lágrimas, otras la saliva, otras hacen que mi pelo crezca y así con cada una de
ellas. A veces, algunas células en vez de hacer su trabajo y ayudar, se portan mal, otras veces se ponen malitas y no pueden
hacer su trabajo; por eso nos ponemos malos. Mi mamá dice que mi papá y ella son detectives de células, las buscan, las
miran por su microscopio, a veces tienen que pintarlas para poder verlas bien y saben reconocerlas rápidamente y averiguar
lo que les pasa. Así es como mi papa y mi mamá ayudan a otras personas, investigando las células. Le he dicho a mi papá que
en carnavales me quiero disfrazar de célula y él me dice que hay muchos tipos, yo le digo ¿Quién es la más lista de todas?, y
él me dice que la neurona; la más fuerte, es la fibra muscular y la más floja es la célula adiposa y así podemos pasar todo un
domingo. A mi papá le encanta la madre de todas las células, la célula madre, y dice que se podrán curar muchos niños con
ellas pero que hay que saber más, por eso yo me esfuerzo mucho en el cole. Le digo a papá que quiero aprender acerca de
células, como él y mamá. Papá no me lo ha dicho, pero yo sé que las células se hacen viejitas con el tiempo como mi abuelo
Luis, que tiene arrugas en la cara, aunque no le duelen. Sé que mis células crecen porque yo cada día soy más grande y
fuerte.
Sé que en el cole me enseñarán muchas cosas sobre las células, pero yo no quiero esperar, ni verlas solo en los libros, así
que he pedido para navidad un microscopio como el de mis papas.

LAS CÉLULAS Y EL NIÑO


Mi madre dice que somos un montón de células que se llevan muy bien, dice que yo no las veo porque son muy chiquititas y
que ellas hacen que mis ojos sean marrones y los de mi hermano Lucas sean negros. Mi madre también dice que yo un día
fui una sola célula hecha con una de papa que es muy pequeñita y rápida y otra de mamá que es grande y sonriente, y que
por eso tengo los ojos de mamá y los pies igualitos a papá. Las células por dentro son como pequeñas fábricas y necesitan
que yo coma de todo incluidas las lentejas, la fruta y el pescado para poder funcionar, la comida es su gasolina. Cada célula
tiene un trabajo dentro de mí, unas hacen las lágrimas, otras la saliva, otras hacen que mi pelo crezca y así con cada una de
ellas. A veces, algunas células en vez de hacer su trabajo y ayudar, se portan mal, otras veces se ponen malitas y no pueden
hacer su trabajo; por eso nos ponemos malos. Mi mamá dice que mi papá y ella son detectives de células, las buscan, las
miran por su microscopio, a veces tienen que pintarlas para poder verlas bien y saben reconocerlas rápidamente y averiguar
lo que les pasa. Así es como mi papa y mi mamá ayudan a otras personas, investigando las células. Le he dicho a mi papá que
en carnavales me quiero disfrazar de célula y él me dice que hay muchos tipos, yo le digo ¿Quién es la más lista de todas?, y
él me dice que la neurona; la más fuerte, es la fibra muscular y la más floja es la célula adiposa y así podemos pasar todo un
domingo. A mi papá le encanta la madre de todas las células, la célula madre, y dice que se podrán curar muchos niños con
ellas pero que hay que saber más, por eso yo me esfuerzo mucho en el cole. Le digo a papá que quiero aprender acerca de
células, como él y mamá. Papá no me lo ha dicho, pero yo sé que las células se hacen viejitas con el tiempo como mi abuelo
Luis, que tiene arrugas en la cara, aunque no le duelen. Sé que mis células crecen porque yo cada día soy más grande y
fuerte.
Sé que en el cole me enseñarán muchas cosas sobre las células, pero yo no quiero esperar, ni verlas solo en los libros, así
que he pedido para navidad un microscopio como el de mis papas.

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