Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Muerte Digna Un Asunto de Derechos Hu
La Muerte Digna Un Asunto de Derechos Hu
SECCIÓN ESPECIAL
La muerte digna:
un asunto de derechos humanos
Josefina MIRÓ QUESADA GAYOSO*
La autora se pronuncia sobre la historia de Ana Estrada y el camino judicial que la llevó a
obtener una sentencia favorable. Luego, analiza la sentencia que resolvió la acción de ampa-
ro presentada por la Defensoría del Pueblo, resaltando cuáles son los aciertos y desaciertos
en la motivación que realizó el juez constitucional. Además, enfatiza en que no es la disca-
pacidad la que hace indigna la vida de uno, sino el sufrimiento. En tal sentido, defiende que
el derecho a la muerte digna es la otra moneda de la vida digna de principio a fin y permite
elegir el cómo, cuándo y dónde morir de acuerdo a las convicciones personales.
* Abogada por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Candidata a magíster en Criminología por la
Universidad de Cambridge, Reino Unido. Periodista y miembro de Grupos de Investigación de Dere-
chos Humanos (Pridep) y Derecho Penal y Criminología (Gripec). Parte del equipo legal del caso Ana
Estrada en la Defensoría del Pueblo. Exasesora de gabinete.
136 pp. 136-149 • ISSN 1997-8812 • MARZO 2021 • Nº 159 | GACETA CONSTITUCIONAL
ESPECIAL
homicidio por piedad, reconoció la exis- para compartir, luego, unas reflexiones
tencia de un derecho fundamental a la sobre este histórico fallo. Ello me permi-
muerte digna y posicionó el tema como tirá, enseguida, analizar los alcances de
un asunto de derechos humanos. El resto este derecho emergente que se abre paso
de los países en la región, incluido el en el Perú y en, cada vez más, países del
Perú, mantiene como delito la eutana- mundo, y abordar las tensiones que exis-
sia o la ayuda al suicido. Sin embargo, a ten con otras demandas igualmente legí-
raíz del fallo a favor de Ana –que aplica timas, como el de las personas con disca-
únicamente a su caso–, ya se ha presen- pacidad. Por último, cierro este artículo
tado en el Congreso de la República un con unas reflexiones finales2.
proyecto de ley que busca despenalizar
ambas conductas y legalizar la eutana- II. LA HISTORIA DE ANA
sia en el país1.
Ana Estrada se define como una activista
Pasar de percibir la libertad de decidir de su derecho a una muerte digna, y como
sobre nuestro proceso de muerte como una defensora y guardiana de su libertad.
un delito a entenderlo como un dere- Hoy su nombre es sinónimo de resilien-
cho exige cambiar nuestra valoración del cia, coraje y fortaleza. Es una defensora
comportamiento. La ley, por sí sola, no la de los derechos humanos que, en su lucha
cambiará. De ahí la importancia de hacer por la defensa de los suyos, ha peleado
pedagogía sobre la muerte digna que también por los de todos. A los 12 años le
trascienda los murales de lo jurídico. Un diagnosticaron polimiositis, una enferme-
tema tan complejo de abordar, que corre dad muscular degenerativa, progresiva e
el riesgo de perderse en abstracciones teó- incurable que va debilitando sistemática-
ricas, siempre es más fácil de entenderlo a mente sus capacidades motoras. Luego de
través del testimonio, es decir, de las his- varios intentos de frenar su avance, hoy, a
torias que cuentan quienes reclaman este los 44 años, esta ha paralizado casi todos
derecho. los músculos de su cuerpo. En la actuali-
dad, cuenta con múltiples medidas inva-
Uno puede o no compartir su lucha, sivas en el cuerpo que aumentarán en el
pero lo que no se puede, ni la sociedad, tiempo. Sabe que la situación en la que se
y menos aún el Estado, es desconocer e encuentra empeorará, por lo que quiere
imponerle un modelo de vida solo porque evitar el sufrimiento que afrontará al final
no se adecua al de la “mayoría”. Empiezo, de sus días. Por ello, busca tomar el con-
entonces, por la historia de Ana Estrada trol sobre su vida.
GACETA CONSTITUCIONAL | Nº 159 • MARZO 2021 • ISSN 1997-8812 • pp. 136-149 137
G A C E TA
CONSTITUCIONAL
138 pp. 136-149 • ISSN 1997-8812 • MARZO 2021 • Nº 159 | GACETA CONSTITUCIONAL
ESPECIAL
GACETA CONSTITUCIONAL | Nº 159 • MARZO 2021 • ISSN 1997-8812 • pp. 136-149 139
G A C E TA
CONSTITUCIONAL
no ser sometida a tratos crueles e inhu- El juzgado aceptó casi todos los pedidos
manos. El objetivo era, entonces, inapli- de la demanda de amparo, salvo el refe-
car los efectos jurídicos de este artículo rido a extender el protocolo que se reali-
para el caso en concreto y así permitir zaría para Ana a casos similares (aunque
que Ana pueda acceder al procedimiento no desarrolló los motivos para ello), siem-
médico de la eutanasia cuando ella así pre que exista un reconocimiento judi-
lo necesite, sin que nadie sea perseguido cial de este derecho. Ordenó, así, a ESSA-
penalmente por ello. Se pidió también LUD y al Ministerio de Salud respetar la
ordenar al Estado –en este caso, a ESSA- decisión de Ana y disponer las medidas
LUD7 y al Ministerio de Salud– respetar técnicas para viabilizar el procedimiento
esta decisión y establecer todas las medi- médico de la eutanasia cuando ella así lo
das requeridas para llevarlo a cabo de la decida.
manera más segura.
140 pp. 136-149 • ISSN 1997-8812 • MARZO 2021 • Nº 159 | GACETA CONSTITUCIONAL
ESPECIAL
GACETA CONSTITUCIONAL | Nº 159 • MARZO 2021 • ISSN 1997-8812 • pp. 136-149 141
G A C E TA
CONSTITUCIONAL
12 Aquí cabe hacer una precisión sobre la eutanasia. Si bien el fallo, y un sector de la doctrina, sigue dis-
tinguiendo entre eutanasia activa y pasiva, esta diferencia ya no tiene cabida en el debate contempo-
ráneo que se centra en la llamada “eutanasia activa”, esto es, la intervención deliberada de un médico
de poner fin a la vida de un paciente que así lo solicita debido a los dolores de seguir prolongando su
vida. La llamada “eutanasia pasiva”, que implica el rechazo o retiro de tratamientos médicos que man-
tienen en vida al paciente forma parte del derecho de un individuo a dar consentimiento informado
en el ámbito de la salud, que incluye también el negarse a recibir tratamiento.
13 En Colombia, la diferencia es que el acceso a la eutanasia solo se permite para aquellas personas que
padecen de una enfermedad terminal, no una incurable.
142 pp. 136-149 • ISSN 1997-8812 • MARZO 2021 • Nº 159 | GACETA CONSTITUCIONAL
ESPECIAL
f. j. 5.3). Sin embargo, así como existe la puede ejercerse a través de la eutanasia,
eutanasia, también hay otras formas de donde, bajo circunstancias excepciona-
intervenir en nuestro proceso de muerte, les, la conducta del tercero –en este caso,
que incluyen la limitación de esfuerzo el médico– que asiste a una persona a
terapéutico14, los cuidados paliativos15 ejercer dicho derecho no es, consecuen-
–llamado también ortotanasia– o la temente, un delito. Tal como se sostiene
asistencia al suicidio, donde la persona de acuerdo con el test de proporcionali-
misma se quita la vida con la ayuda de dad ejercido por el juez, una prohibición
un tercero que le da la sustancia para ello. absoluta de este comportamiento termina
afectando desproporcionadamente el ejer-
cicio de otros derechos fundamentales
que el Estado está, sin lugar a cuestiona-
El juez no le da a la muerte mientos, obligado a respetar, proteger y
garantizar, como la vida digna, el no sufrir
digna la categoría de derecho tratos crueles e inhumanos, la dignidad y
fundamental, sino de ‘libertad el libre desarrollo de la personalidad.
constitucionalmente limitable’, El fallo a favor de Ana aun no es firme. A
pues señala que ‘no podría ser pesar de que los procuradores de las tres
promovida [por el Estado], entidades demandadas –Minjus, Minsa y
ESSALUD– decidieron no apelar la sen-
en tanto que podría afectar la tencia al haberse ejercido control difuso
libertad de ejercerla’. de una ley penal, acorde al artículo 14 de
la Ley Orgánica del Poder Judicial16, este
deberá aún ser elevado a consulta a la Sala
Constitucional y Social Permanente de la
Ahora bien, las contradicciones del Corte Suprema, que revisará si esta potes-
fallo no mellan su solidez y trascenden- tad se practicó adecuadamente. Confío en
cia, pues ha permitido reconocer judi- que la decisión se confirmará. Recién a
cialmente, por primera vez, en el Perú partir de que ello suceda, el poder de deci-
la muerte digna como un derecho que dir cuándo morir transitará finalmente de
14 Se entiende por Limitación del Esfuerzo Terapéutico (LET) el retiro de medidas artificiales de soporte
vital o no inicio de estas al considerar que suponen una prolongación del sufrimiento que no aporta
beneficios de confort.
15 De acuerdo con la Asamblea Mundial de la Salud, los cuidados paliativos son “un planteamiento que
permite mejorar la calidad de vida de los pacientes (adultos y niños) y sus allegados cuando afrontan
los problemas inherentes a una enfermedad potencialmente mortal, planteamiento que se concreta en
la prevención y el alivio del sufrimiento mediante la detección precoz y la correcta evaluación y terapia
del dolor y otros problemas, ya sean estos de orden físico, psicosocial o espiritual” (Resolución WHA
67.19 de la Asamblea Mundial de la Salud del 2014, párr. 5).
16 “(…) Las sentencias así expedidas son elevadas en consulta a la Sala Constitucional y Social de la Corte
Suprema, si no fueran impugnadas. Lo son igualmente las sentencias en segunda instancia en las que
se aplique este mismo precepto, aun cuando contra éstas no quepa recurso de casación”.
GACETA CONSTITUCIONAL | Nº 159 • MARZO 2021 • ISSN 1997-8812 • pp. 136-149 143
G A C E TA
CONSTITUCIONAL
estar ubicado en las manos del Estado a emergente. Esto es, una categoría jurí-
las manos de Ana. dica nueva que supone una reinvención y
reinterpretación de los valores que inspi-
V. UN DERECHO HUMANO ran los derechos humanos originados en
EMERGENTE la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de 1948, reconocidos amplia-
El caso de Ana Estrada ha convertido al mente en nuestros sistemas universales
Perú en el segundo país a nivel latinoa- y regionales.
mericano en reconocer judicialmente el
derecho a morir dignamente y autorizar Se trata de derechos que no están reco-
la eutanasia como vía para garantizarlo17. gidos expresamente en tratados inter-
El primero fue Colombia en 1997, que nacionales sobre esta materia, pero que
se adelantó a la región y al mundo. En están en proceso de emergencia. Ello
Chile, Cecilia Heyder, una mujer defen- parte de aceptar de que el catálogo
sora de derechos humanos que padece de derechos humanos no es una lista
de cáncer, ha demandado igualmente al cerrada y que ha de dar respuesta a las
Estado chileno el reconocimiento de su “nuevas necesidades de la población”
derecho a decidir cuándo poner fin a su (especialmente, aquellas invisibles de las
vida. Al igual que en Perú, ya se ha pre- poblaciones oprimidas y sumergidas) y
sentado en la Cámara de Diputados un a “las actuales transformaciones socia-
proyecto de ley que tiene como fin legali- les” (Instituto de Derechos Humanos de
zar este derecho. Cataluña, 2009). Esto incluye innovacio-
nes tecnológicas, el cambio climático, la
A diferencia del Tribunal Europeo de pobreza, la discriminación, la globaliza-
Derechos Humanos, en nuestra región ción, la longevidad de la población, entre
nunca un caso sobre muerte digna o euta- otros. Desde la sociedad civil global, la
nasia ha llegado a la Corte Interameri- Declaración Universal de los Derechos
cana de Derechos Humanos. Ni siquiera Humanos Emergentes, que incluye el
a la Comisión Interamericana. Aunque la derecho a una muerte digna (aunque
jurisprudencia interamericana ha reco- en términos únicamente de eutanasia
nocido ampliamente derechos huma- “pasiva”), es un documento aspiracional
nos vinculados a ella, el concepto de no vinculante que busca precisamente
“muerte digna” ha permanecido larga- orientar la agenda pública de los gober-
mente ausente. De ahí que esta sea una nantes hacia esta dirección. Aunque la
oportunidad para abrir paso a un debate muerte no es una situación nueva que
latinoamericano hacia lo que debiera ser justifique la emergencia de este derecho,
reconocido como un derecho humano como indica Correa:
17 En Argentina, los tribunales nacionales ya han reconocido el derecho a morir con dignidad, pero prin-
cipalmente en casos referidos al rechazo de tratamientos médicos (P.A.F.18 de setiembre de 1995). En
2012, emitió una Ley de los Derechos de los Pacientes que reconoce el derecho a la “muerte digna”
y en 2015, la Corte Suprema confirmó la constitucionalidad del derecho a morir con dignidad, pero
también limitado al retiro de medidas de soporte vital (D.M.A. declaración de incapacidad, 7 de julio
de 2015).
144 pp. 136-149 • ISSN 1997-8812 • MARZO 2021 • Nº 159 | GACETA CONSTITUCIONAL
ESPECIAL
GACETA CONSTITUCIONAL | Nº 159 • MARZO 2021 • ISSN 1997-8812 • pp. 136-149 145
G A C E TA
CONSTITUCIONAL
la dignidad tiene una faz de autopercep- las deficiencias físicas y/o psicológicas
ción –como señala bien el fallo– y que no de un individuo que solicita este derecho
es posible medirla desde afuera, como si cobra un rol protagónico en la ecuación
unas vidas fueran más dignas que otras de de la muerte digna, al punto de avalar
ser vividas. Esto último es, pues, una legí- un enfoque capacitista en el que, objeti-
tima preocupación de ciertos colectivos de vamente, ciertas vidas, impactadas por
personas con discapacidad sobre el men- una discapacidad, llegan a ser indignas.
saje que se puede estar enviando a la socie- Así lo ha advertido la Relatora Especial
dad cuando se legaliza la eutanasia, lo que para las Personas con Discapacidad, Cata-
desarrollaré más adelante. lina Devandas, en su informe temático
sobre el capacitismo en prácticas médi-
De lo que se trata aquí es de fortalecer y cas y científicas:
promover la autonomía de las personas
de decidir sobre tan importante capítulo Desde la perspectiva de derechos de
de sus vidas, cuando prolongar su exis- las personas con discapacidad, pre-
tencia se vuelve una forma de trato cruel ocupa seriamente que la posibilidad
e inhumano para sí. ¿Quién más autori- de la legalización de la eutanasia y del
zado para hacer esa valoración que quien suicidio asistido pueda poner en peli-
vive o vivirá en carne propia los dolores gro la vida de las personas con disca-
que se padece? Criminalizar la interven- pacidad. Si la muerte asistida estu-
ción de terceros que contribuyan a mate- viera al alcance de todas las personas
rializarlo no solo genera consecuencias que presentan un trastorno de salud o
indeseadas vinculadas a la clandestinidad una deficiencia, independientemente
de esta práctica y a los riesgos que deri- de que tengan o no una enfermedad
van de ello, sino que esta indiferencia se terminal, la sociedad podría entender
traduce en una instrumentalización del que es mejor estar muerto que vivir
ser humano que, en nombre de intereses con una discapacidad (…). (Consejo
de mayor relevancia social, moral o reli- de Derechos Humanos, 2019, párr. 37)
giosa lo desconocen como ser capaz de
gobernar su propia vida (González Rus, Frente a ello, colectivos de personas
2005, p. 72). con discapacidad han mostrado su de-
sacuerdo con la legalización de la euta-
nasia (en ciertos términos propuestos),
VI. MUERTE DIGNA Y debido al estigma que generaría sobre este
DISCAPACIDAD grupo social. El riesgo que se advierte es
A diferencia del suicidio, el tema de la el de fortalecer un discurso capacitista
muerte digna y la eutanasia se ha distin- que termine jerarquizando a las perso-
guido por analizar un componente adi- nas en función de sus características físi-
cional a la mera libertad del individuo cas y/o psicológicas, haciendo pasar por
de acabar con su vida: la dignidad, que deseable un tipo de cuerpo/mente por
uno considera ha sido o será arrebatada sobre otro. Esta mirada debe desterrarse,
a causa de una enfermedad u otra condi- más aún existiendo obligaciones inter-
ción que le genera un sufrimiento inso- nacionales de la Convención de la ONU
portable a quien lo vive. Esto ha llevado sobre personas con discapacidad de 2008
a algunos a concebir un discurso donde –que vinculan al Estado peruano–, cuyo
146 pp. 136-149 • ISSN 1997-8812 • MARZO 2021 • Nº 159 | GACETA CONSTITUCIONAL
ESPECIAL
artículo 10 protege el derecho a la vida sin uno, sino el sufrimiento, que es altamente
discriminación por motivo de discapaci- –sino, únicamente–, que se ve agudizado
dad de principio a fin, y el artículo 8 esta- o no igualmente por los valores, intereses,
blece que el Estado ha de comprometerse deseos personales de quien lo vive. De ahí
en luchar contra los estereotipos, prejui- que la autonomía, el sufrimiento de cada
cios y prácticas nocivas respecto de este uno y la dignidad autopercibida sean pie-
colectivo. zas centrales. Habrá quienes consideran
digno y valioso seguir resistiendo los dolo-
El tránsito del modelo médico al modelo res que le genera una condición de vida,
social de la discapacidad concibe la disca- pero habrá quienes no. Como dice Dwor-
pacidad como la interacción entre la defi- kin (1994), “obligar a alguien a morir de
ciencia física, mental, intelectual y senso- una manera que otros aprueban, pero que
rial de un individuo y las barreras sociales es para uno una horrenda contradicción de
que le impiden participar plena y efecti- su propia vida, es una devastadora y odiosa
vamente en condiciones de igualdad en la forma de tiranía” (p. 217).
sociedad. En ese sentido, entre las barreras
se pueden robustecer están las actitudes y VII. REFLEXIONES FINALES
estereotipos que podrían generarse a partir
de cómo se envía el mensaje sobre la dis- A diferencia de lo que muchos creen, el
capacidad en este tema. He ahí la tensión derecho a la muerte digna no es una apo-
principal. ¿Qué hacer? Negar el derecho a logía a la muerte y menos aún del cese de
la muerte digna de quienes sí lo necesitan, “ciertas vidas”. La muerte es un proceso
y aun teniendo una discapacidad desean del que no podemos rehuir y todos, sin
tener el control sobre su cuerpo y sus vidas, distinción, eventualmente tendremos que
implicaría una imposición ilegítima del encararla. El derecho a la muerte digna es
Estado de un modelo de vida ajeno al suyo, la otra moneda de la vida digna de prin-
y una instrumentalización del individuo. cipio a fin, y del derecho de cada uno de
E incluso, sería contrario al modelo social elegir el cómo, cuándo y dónde morir,
que busca reconocer plenamente la capa- acorde a sus convicciones, intereses y cos-
cidad jurídica de las personas con discapa- movisiones personales. La valoración de
cidad, por ende, su autonomía para decidir cómo hemos de ponerle fin a nuestras
sobre sí y no una suplantación, conforme vidas debe ser enteramente subjetiva. Ni
ha ocurrido a lo largo de la historia a tra- el Estado ni la sociedad tienen legitimi-
vés de figuras como la interdicción. dad para imponerles a otros su modelo
de vida y menos aún obligarle a seguir
¿Pueden ambas posturas conciliarse? Sí. resistiendo sufrimientos que, para uno,
Desde mi posición, la dicotomía entre son intolerables.
ambas causas es falsa. La clave está en
garantizar que una eventual legislación que El respeto y la protección del derecho a
reconozca el derecho a una muerte digna la vida (digna) se fortalecen cuando se
y a la eutanasia no contribuya a perpetuar refuerza la libertad real de cada uno de
estos estereotipos a través de un lenguaje dirigirla. La intervención del Estado ha
neutro en la redacción de quienes pueden de ser activa, pero no a través de la crimi-
acceder y ejercer este derecho. No es la dis- nalización de una conducta que no hace
capacidad la que hace indigna la vida de más que garantizar este derecho, sino de
GACETA CONSTITUCIONAL | Nº 159 • MARZO 2021 • ISSN 1997-8812 • pp. 136-149 147
G A C E TA
CONSTITUCIONAL
la regulación, con las debidas garantías autonomía de quienes reclama esa garan-
que permite a cada uno decidir sobre sí de tía para sus vidas.
la manera más informada. La legalización
de la eutanasia no va a generar una “pre-
cipitación de muertes” (la llamada “pen-
diente resbaladiza”) y así lo demuestra El derecho a la muerte
Colombia, que desde 2015 –fecha en que digna es la otra moneda
se aprobó el reglamento para hacerlo de la
forma más segura– al 2020 solo ha practi- de la vida digna de principio
cado 94 eutanasias supervisadas (Correa a fin, y del derecho de
Montoya, 2020). Lo que sí hará una legis-
lación garantista es desvelar una reali-
cada uno de elegir cómo,
dad que ocurre en la clandestinidad y que cuándo y dónde morir,
lleva aparejada riesgos ignorados a la vida acorde a sus convicciones,
e integridad de quienes intentan o logran
practicar la eutanasia entre las sombras. intereses y cosmovisiones
personales.
La decisión de diseñar el trayecto y final
de nuestras vidas puede no ser compar-
tido por una mayoría, pero responde al
legítimo interés de cada uno de vivir de
principio a fin conforme a su idea de dig- Hoy que la COVID-19 ha llegado para
nidad, evitando tener que resistir, cual revelarnos la inmensa fragilidad de nues-
mártir, dolores cuya dimensión nadie más tras existencias, urge debatir y crear mayor
que uno sabe. ¿Cómo hacer para evitar consciencia de la importancia de tomar lo
que presiones externas o terceros quieran que podría ser la decisión más impor-
aprovecharse de esta situación? Recono- tante de nuestras vidas: cómo morir. De
cer este derecho implica exigir al Estado la misma manera en que conversamos,
brindar todas las medidas necesarias para sin tapujos, sobre nuestros deseos o no
materializarlo de la manera más segura de ser donadores de órganos es necesa-
posible. Esto incluye dar información rio compartir nuestra visión sobre cómo
sobre las alternativas existentes (inclui- queremos escribir el último capítulo de
dos los cuidados paliativos), a efectos de nuestras vidas. El caso de Ana Estrada ha
garantizar que el consentimiento ofre- hecho y seguirá haciendo historia en el
cido a la opción elegida sea libre, expreso Perú y, me atrevo a decirlo, en la región y
e informado –no algo espontáneo–, dar en el mundo. Depende de nosotros nor-
acompañamiento a los familiares sobre malizar y mantener vigente un tema que,
lo que significa esta decisión, respetar conforme pasa el tiempo, empieza a con-
la objeción de conciencia de los médi- cebirse como lo que es: un asunto univer-
cos, entre otros. Esta obligación también sal de derechos humanos.
incluye optar por una regulación igualita-
ria que no perpetúe los estereotipos con- REFERENCIAS
tra las personas con discapacidad, que los Alonso, J. (2016). El derecho a una muerte digna
incluya en la discusión de sus alcances y en Argentina: la judicialización de la toma
que ponga como eje principal fortalecer la de decisiones médicas en el final de la vida.
148 pp. 136-149 • ISSN 1997-8812 • MARZO 2021 • Nº 159 | GACETA CONSTITUCIONAL
ESPECIAL
En: Physis: Revista de Saúde Coletiva, 26(2), En: Ana. Por una muerte digna. Recuperado
pp. 569-589. Recuperado de: https://doi. de https://anabuscalamuertedigna.word-
org/10.1590/S0103-73312016000200012 press.com/page/2/
Alvites Alvites, E. (2017). La creación de las Auto- González Rus, J. (2005). Del homicidio y sus
ridades Regionales Ambientales - ARA como formas. El homicidio. En: Cobo del Rosal,
Garantía del derecho fundamental al ambiente M. Derecho Penal español: Parte Especial.
equilibrado y adecuado para el desarrollo de Madrid: Dykinson.
la vida. En: I Jornadas Latinoamericanas sobre Instituto de Derechos Humanos de Cataluña.
Derechos Fundamentales, pp. 153-170. (2009). Declaración Universal de los Dere-
Correa Montoya, L. (2020). Muerte digna en chos Humanos Emergentes. Barcelona:
Colombia. Activismo judicial, cambio social y IDHC.
discusiones constitucionales sobre un derecho Poder Judicial del Perú. (2021). Caso Ana
emergente. Bogotá: Laboratorio de Derechos Estrada - Entrevista a juez Jorge Ramírez
Económicos, Sociales y Culturales (Desclab). Niño de Guzmán por sentencia de “muerte
Defensoría del Pueblo. (31 de enero de 2020). digna” [video de YouTube]. Recupe-
Demanda de amparo caso Ana Estrada. Recu- rado de: https://www.youtube.com/
perado de https://www.defensoria.gob.pe/ watch?v=Q-aZWyiud80
wp-content/uploads/2020/02/Demanda- Radbruch, G. (1971). Leyes que no son Dere-
caso-Ana-Estrada.pdf cho y Derecho por encima de las leyes.
En: Rodríguez Paniagua, J. (traductor).
DW. (2021). Cómo no amar la vida a pesar de Derecho injusto y derecho nulo. Madrid:
todo… [video de YouTube]. En: Historias Aguilar.
Latinas. Recuperado de: https://www.you-
tube.com/watch?v=m1xZYVn3iJc Semanario Hildebrandt en sus Trece. (17 de octu-
bre de 2019). Edición de la semana del viernes
Dworkin, R. (1994). Life’s Dominion: An Argu- 11 al jueves 17 de octubre de 2019.
ment About Abortion, Euthanasia, and Indi-
vidual Freedom. New York: Vintage. Siverino, P. y Mujica, J. (2012). Vivir y morir según
la ley. Reflexiones teóricas interdisciplinarias
Estrada, A. (31 de enero del 2019). La muerte sobre la vida de la persona y el derecho a la
digna (segunda parte) [Mensaje en un blog]. vida. En: Derecho PUCP, (69).
GACETA CONSTITUCIONAL | Nº 159 • MARZO 2021 • ISSN 1997-8812 • pp. 136-149 149