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SALARIOS Y CONDICIONES DE TRABAJO: ENTRE LA RECOMPOSICIÓN LIMITADA Y LAS CONTINUIDADES NOVENTISTAS

Después de la crisis económica en Argentina a fines de los años 90, el gobierno kirchnerista logró revertir el deterioro
laboral mediante aumentos salariales y regulaciones laborales. Aunque se generó empleo registrado en el sector
privado, las condiciones laborales favorables a los empresarios se mantuvieron. A pesar de la creencia en la desaparición
de la clase trabajadora, hubo un aumento del empleo registrado, y la tasa de desempleo disminuyó constantemente,
aunque se alcanzó un límite estructural en la reducción del desempleo.

Después de la devaluación de 2002, el poder adquisitivo de los trabajadores mejoró, principalmente debido a las
condiciones económicas generadas por la devaluación y la reducción de los costos laborales. La reducción del desempleo
y la menor disponibilidad de mano de obra impulsaron una tendencia alcista en los salarios. Aunque se implementaron
políticas públicas para mejorar los ingresos salariales, se argumenta que estas mejoras fueron limitadas y dependientes
de las condiciones económicas.

Durante el gobierno kirchnerista, se buscaron mejoras para los trabajadores sin desmantelar la flexibilización laboral. Se
logró una recuperación del salario mínimo y se impulsó la negociación colectiva salarial. Sin embargo, la inflación
creciente limitó la recomposición del poder adquisitivo. Aunque se redujo la precariedad laboral, los niveles siguieron
siendo altos y el empleo no registrado aumentó, aunque a un ritmo menor que el empleo registrado. A pesar de algunos
cambios en la regulación laboral, las reformas de flexibilización de los años 90 se mantuvieron intactas, beneficiando a
los empresarios.

Las etapas en la recomposición del empleo y los salarios

Después de la devaluación de 2002, Argentina experimentó una recuperación del empleo basada en la reducción de
costos salariales y la precarización laboral. Entre 2002 y 2007, hubo un aumento del empleo no registrado y una mayor
explotación de los trabajadores a través de jornadas laborales más largas y mayor productividad. A partir de 2004, los
trabajadores lograron mejoras y establecieron límites a los márgenes de ganancia de las empresas. Sin embargo, a partir
de 2008, se observó una desaceleración del crecimiento del empleo y una caída en el salario real. Desde 2011, se detuvo
el crecimiento del empleo privado y se experimentó un deterioro adicional en el salario real. A pesar de las dificultades
para obtener datos confiables debido a la intervención gubernamental en los organismos estadísticos, se puede afirmar
que los salarios en el sector privado, tanto para trabajadores registrados como no registrados, han superado los niveles
de 2001 en términos de poder adquisitivo, aunque hay discrepancias en las mediciones.

Durante el período analizado, se observa un crecimiento notable de los salarios en el sector privado registrado, aunque
los trabajadores del sector público experimentaron una disminución significativa en sus ingresos. Los trabajadores no
registrados fueron los más afectados por el deterioro económico. Las estimaciones sobre el salario real en Argentina
varían, pero en general indican que el poder adquisitivo de los trabajadores sigue por debajo de los niveles máximos
alcanzados en los años setenta, y el promedio durante los años 2000 es inferior al de la década de 1990. A pesar del
crecimiento económico y del empleo, los salarios no lograron recuperar niveles significativos, y la inflación afectó el
poder adquisitivo de los trabajadores. La manipulación de datos por parte del organismo oficial de estadística dificulta
un análisis preciso, pero estimaciones independientes muestran que los salarios solo cubrían una fracción de la canasta
familiar. A pesar de ciertos avances en las condiciones laborales en los años noventa, la clase capitalista logró preservar
su influencia sobre los salarios, limitando el aumento real de los ingresos de los trabajadores.

La fragmentación salarial y los trabajadores “privilegiados”

En la última década en Argentina, se ha observado una brecha salarial notable entre trabajadores en grandes empresas y
el resto de la fuerza laboral. La existencia de convenios colectivos a nivel de empresa y la descentralización de las
negociaciones han acentuado esta fragmentación salarial. Además, se ha producido una fragmentación en los gremios,
con salarios bajos y diferencias significativas entre trabajadores de grandes y pequeñas empresas. Esta situación
contribuye a la desigualdad en el país. A pesar de esto, existen expectativas de mejora para la clase trabajadora en
general, pero persiste una división entre los trabajadores registrados y aquellos en condiciones precarias.
- El salario relativo o la cara más ingrata del reparto de la torta

El valor generado por los trabajadores se distribuye entre empresarios, acreedores y propietarios, y la lucha entre el
capital y el trabajo se centra en la distribución entre salario y plusvalía. Aunque el salario real puede aumentar, la
participación de los asalariados en la riqueza creada puede disminuir. Las estadísticas del INDEC presentan problemas de
adulteración, lo que dificulta el análisis preciso. La participación de los asalariados habría aumentado según datos
actualizados, pero esto se debe en gran medida a la subestimación de los precios. En general, la tendencia muestra un
deterioro del salario en relación con las utilidades a largo plazo. Aunque los salarios reales se recuperaron en promedio
durante el gobierno de Kirchner, las ganancias mantuvieron una participación mayor en el ingreso, especialmente en las
grandes empresas, debido a un aumento en la productividad y a la disminución del costo salarial por unidad de
producto. Esto refleja la capacidad de la clase dominante para preservar su parte del ingreso nacional a expensas de la
fuerza de trabajo y las condiciones laborales.

Precariedad y flexibilidad, ¿resabios o corazón del “modelo”?

En Argentina, desde 2002 se ha observado un aumento de la precariedad laboral y la consolidación de condiciones de


trabajo inestables y no registradas. Esto se refleja en la falta de contratos, la ausencia de beneficios sociales y
sindicalización, el empleo informal y la subcontratación. Sectores como la construcción, la industria textil y el trabajo
rural presentan altos niveles de empleo no registrado. Los jóvenes y las mujeres son especialmente afectados por la
precariedad laboral. Estas condiciones contribuyen a altos índices de pobreza a pesar de las medidas de protección
social. Aunque se han realizado modificaciones en la legislación laboral, muchas prácticas de flexibilización laboral de la
década de 1990 persisten. Esto ha llevado a un aumento de los trabajadores en condiciones precarias, lo que dificulta la
obtención de mejoras laborales y beneficia a las empresas al reducir costos y ajustar la plantilla de manera rápida. La
precarización laboral ha aumentado en Argentina y se mantiene como un componente necesario para el funcionamiento
del sistema capitalista dependiente del país. La lucha contra la precarización y la expulsión de los burócratas sindicales
son objetivos urgentes para la clase trabajadora.

El SMATA, pionero en la flexibilización y precarización

El Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor de la República Argentina (SMATA) implementó cambios
en los convenios colectivos con las empresas automotrices que favorecieron los intereses empresariales y contribuyeron
a la flexibilización laboral. Estos cambios establecieron condiciones laborales flexibles, como contratación por tiempo
determinado, cambios de turnos irregulares y limitaciones a la acción sindical. Aunque hubo resistencia inicial por parte
de los trabajadores, la crisis económica de 1998-2002 permitió la extensión de la flexibilización. Durante el período de
crecimiento económico posterior, los trabajadores presionaron por salarios más altos, pero los convenios continuaron
ampliando la flexibilidad laboral. Durante la crisis de 2008-2009, las empresas pudieron descargar los costos laborales
más rápidamente. En el SMATA, ha habido luchas internas contra la burocracia sindical, especialmente en la fábrica Lear,
pero la patronal y la conducción del sindicato trabajaron juntas para neutralizar estos movimientos. A pesar de los
desafíos, los trabajadores despedidos y los delegados resistieron y lograron algunas reincorporaciones. En general, la
burocracia del SMATA defiende sus intereses y se alinea con los intereses capitalistas en el sector automotriz.

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