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DEPOSICIÓN

La deposición implica no sólo la acumulación, sino también algunos procesos inmediatos o


intermedios que modifican en mayor o menor grado el material depositado.

De la descomposición de una roca (por ejemplo, granito) se forman tres tipos de materiales: sales
solubles, minerales hidratados insolubles (arcillas, hidróxidos de aluminio y de hierro) producidos
por hidrólisis, y residuos inatacados (cuarzo, fragmentos de roca, etc.).

La erosión y el transporte separan a estos materiales unos de otros, pues los primeros son en
general transportados a mayor distancia que los segundos, y estos, a su vez, a mayor distancia que
los terceros. A partir de una roca Ignea se obtienen, por consiguiente, tres tipos contrastados de
sedimentos, que difieren, no sólo por su estado de división mecánica, sino también en su
composición química.

Los sedimentos formados a partir del material residual son, por ejemplo, las arenas de cuarzo; los
sedimetos arcillosos contienen SiO2 y Al2O3, en tanto que los productos de la precipitación de sales
pueden tener composiciones diversas: el carbonato de calcio es el más abundante, pero, además,
hay depósitos de sal común, de yeso, anhidrita y otras sales.

Los carbonatos son menos solubles que los cloruros y sulfatos, y se precipitan en el fondo de los
mares y lagos con sólo leves modificaciones de las condiciones fisicoquímicas (principalmente
aumento del pH), mientras que las otras sales están lejos de la saturación y se depositan
únicamente mediante una drástica disminución del solvente, como en la evaporación de cuerpos
de agua en zonas áridas.

Este proceso de separación de los materiales derivados de la descomposición y desintegración de


las rocas y su deposición posterior en masas sedimentarias de diferente composición, se llama
diferenciación sedimentaria, por analogía con la diferenciación magmática.

Según su comportamiento durante este proceso, Goldschmidt (1925) clasificó los materiales
sedimentarios en:

Resistados: esencialmente cuarzo, aunque también otros minerales resistentes a la meteorización


(zircón, rutilo, etc. );

Hidrolizados: arcillas y minerales análogos (gibbasita):

Oxidatos: hidróxidos de hierro y de manganeso;

Carbonatos: CaCO4, CaMg(CO3) (dolomita);

Evaporados: NaCl, CaSO4, CaSO4 . 2H2O, etc.

Reduzados: pirita, azufre, carbón, petróleo.

Durante la diferenciación sedimentaria, estos tipos de materiales no siempre se separan


totalmente; en realidad la mayoría de los sedimentos están formados por una mezcla de dos o
más tipos de materiales. Por otra parte, sólo una fracción de los minerales de las rocas se
descomponen durante la meteorización en sus productos primarios; una buena parte de los
feldespatos, micas, anfiboles, etc. es transportada y depositada en su estado original,
comportándose como si pertenecieran al grupo de los resistados. Aun cuando la hidrólisis fuera
completa, no todo el hierro pasa a formar parte de los oxidados, pues una cierta proporción del
Fe2+ queda formando parte de las arcillas.

SEGUNDA PARTE

Los agentes sedimentarios son en parte físicos, en parte químicos.

Los agentes físicos (corrientes de agua, etc.) producen la segregación mecánica de los materiales
según el tamaño y peso de las partículas y determinan la estructura y textura de los sedimentos.

Los agentes químicos intervienen sobre todo en la deposición de los solutos, pero también
influyen en la sedimentación de los hidrolizados que, como muchas arcillas, son transportados
como coloides. Estos coloides pueden ser, por ejemplo, precipitados por los electrólitos cuando un
río se descarga en el agua salada del mar.

El conjunto de factores físicos y químicos que intervienen en la sedimentación en una cuenca


definen el ambiente sedimentario.

Entre los factores químicos hay los que podríamos llamar internos, porque dependen de los
mismos materiales sedimentarios, y los externos, que están condicionados por el medio de
transporte.

Entre los factores internos, el principal es el potencial iónico de los cationes en solución, mientras
que los factores externos más importantes son el pH y el Eh, o sea la acidez o basicidad del medio
y su potencial de oxidación. Estos factores condicionan no sólo la deposición, sino también todas
las transformaciones que ocurren en el sedimento después de depositado y mientras se encuentra
impregnado por las aguas madres de la cuenca (diagénesis).

Factores internos (químicos):

El potencial iónico influye en la capacidad de solvatación de los elementos en agua. En la relación


Z/r, el radio r representa en realidad el número de coordinación C. Cuanto mayor sea r lo será
también C, y la carga del catión central resulta más distribuida entre los aniones que lo rodean. En
agua, el anión disponible es OH -, y sobre él ejerce el lon su poder polarizante en relación directa
con la magnitud de la fracción de carga que le corresponde.

Recordaremos que la polarización favorece la formación de enlaces covalentes y que este tipo de
enlace no es favorable a la solvatación. Los cationes de bajo potencial iónico polarizan poco o nada
al hidroxilo, con el que se ligan por enlace iónico fácilmente destruible con formación de lones
solubles aislados.

Un mayor potencial, con la consiguiente mayor polarización, determina uniones covalentes entre
el catión y el hidroxilo, cuyo hidrógeno es empujado hacia afuera y forma enlaces (enlace de
hidrógeno) con el polo negativo de un hidroxilo vecino. La asociación de los dipolos produce la
precipitación de los hidróxidos. Un potencial mayor producirá aun una polarización más fuerte y
un enlace catión hidroxilo más covalente, de lo que resulta que el protón hidrógeno del ion OH -,
fuertemente rechazado, se separará con relativa facilidad y se formará el ion MO mn- que, al igual
que en el primer caso, se mantendrá en solución separado de sus compañeros por efecto de
repulsión de carga.

Goldschmidt (1933) fue el primero en señalar la relación entre el potencial iónico y el


comportamiento de los elementos en el ambiente hídrico natural, proponiendo una clasificación
según su capacidad para mantenerse en solución o para precipitarse en soluciones provistas del
ion OH. Goldschmidt clasificó los elementos en tres grupos:

1) Iones de potencial iónico < 3, usualmente no más de dos cargas positivas y radios
relativamente grandes; se mantienen en solución aún a Ph elevados.
2) Iones de potencial de potencial entre 3 y 10; cargas de 3+ a 5+ y radio mediano; se
hidrolizan fácilmente y se precipitan como hidróxidos.
3) Iones de potencial > 10; de tamaño pequeño y carga más o menos elevada; forman con el
oxígeno iones complejos muy solubles (aniones CO 32-, SO42-, PO43-, rtc.).

Los aniones del grupo 3 forman compuestos muchos de ellos solubles, con los cationes del
grupo 1.

El potencial iónico tiene importancia en las soluciones acuosas y, por consiguiente, en los
procesos sedimentarios. Un ejemplo típico de su influencia en el comportamiento de los iones
en el ambiente sedimentario es el del hierro, que, como divalente, pertenece al grupo 1, y al
grupo 2, como trivalente. En la corteza terrestre – igual que en el laboratorio—el Fe2+ es
soluble y móvil, en tanto que como Fe3+ es uno de los elementos más difíciles de transportar.

Factores externos (Químicos)

El grado de acides o de alcalinidad de las aguas es un factor primordial en la sedimentación.


El Ph de las aguas naturales varía por lo general de 4,5 y 8,5, aunque ciertas condiciones
especiales pueden producir sistemas restringidos que exceden dichos límites. El agua de lluvia
que se filtra a través de la zona de metorización tiene reacción ácida (Ph-5) por efecto del CO2
atmosférico, cuando el suelo ha sido lavado por precipitaciones abundantes. Acidez mayor
puede ocurrir por descomposición de pirita y formación de ácido sulfúrico, o por efecto de
ácidos húmicos en suelos ricos en materia orgánica. Pueden encontrarse valores altos del pH
en soluciones muy salinas (salmueras, pH 9-10) y en la inmediata vecindad de organismos
sepultados en el sedimento, cuyos tejidos blandos se descomponen con formación de NH 3.

El pH es un factor importante en la solubilidad de muchos cationes: el Ca2+ y el Mg2+ son, por


ejemplo, prácticamente insolubles en ambientes alcalinos, pero son acarreados con relativa
facilidad en un medio ligeramente ácido, propio de las zonas de meteorización. El cation Fe3+
es soluble en un medio francamente ácido (pH=3), y puede mantenerse en solución hasta
valores próximos a un pH 5, sobre todo en presencia de aniones acomplejantes; el catión Fe 2+
comienza a precipitarse a un pH 5 y se mantiene parcialmente en solución aun a un pH 7. En
las aguas naturales, el hierro (en sus varios estados) es 10 5 veces más soluble a un pH 6 que a
un pH 8,5, aunque estos valores varían con el estado de oxidación y el tipo de aniones
presentes. El Al(OH)3 es prácticamente insoluble entre los pH 4 y 10, pero su solubilidad
aumenta rápidamente por debajo y por arriba de estos valores, debido a su naturaleza
anfotérica, que le permite actuar como catión (en medios ácidos) a la vez que formar
complejos aniónicos (aluminatos, en medios alcalinos).

Sin embargo, estos valores extremos del pH no se encuentran en general en la naturaleza. Por
ello ocurre que los hidróxidos de aluminio y de hierro se precipitan juntos, aunque también se
puede producir una separación de ambos compuestos bajo ciertas condiciones de lavado
intenso, por efecto de la algo mayor solubilidad del hierro en el rango de pH más ácido. La
solubilidad de la SIO2 depende sólo en pequeña medida del potencial hidrógeno hasta el pH 9,
por encima del cual la concentración de la SIO 2 disuelta aumenta rápidamente.

Potencial redox

En el medio exógeno de la sedimentación, el potencial redox está condicionado


principalmente por la presencia de O 2 en el agua y, en menor grado, por la de cationes en
diversos estados de carga, tales como Fe 2+, Fe3+, Mn2+, Mn3+, H+, S2-, NH3, etc. En la zona de
meteorización, el O2 atmosférico disuelto determina un potencial marcadamente positivo
(oxidante): el hierro ferroso liberado por la descomposición de los silicatos (olivino, piroxenos,
biotita) se oxida de acuerdo con las siguientes reacciones:

En medio ácido (pH0):

El número sobre la flecha indica el potencial redox necesario para que ocurra la reacción en la
dirección indicada. La reacción final se des plaza en la dirección que requiere menor potencial.

La suma de las dos semirreacciones se puede interpretar tanto como oxidación del hierro por
el oxígeno, o como reducción de éste por el hierro. En medio neutro, la reacción puede
expresarse con una combina ión de ambas ecuaciones y los potenciales en juego son
intermedios respecto a los indicados.

En las reacciones en que participan H + u OH-, el potencial de oxidación disminuye al


incrementar el pH, de modo que la oxidación es más fácil en soluciones alcalinas que en las
ácidas. La combinación de diferentes valores de Eh y pH determina, en consecuencia, una
gran variedad de comportamientos, durante el ciclo exógeno, de algunos de los elementos.
Las diversas combinaciones del pH y el Eh permiten incluso la separación de elementos que,
por su similitud de propiedades geoquímicas, se mantienen unidos durante la diferenciación
magmática, proceso en el cual las variaciones de dichos parámetros son mucho más
restringidas. Un ejemplo de ello es el comportamiento de los elementos siderófilos hierro,
cobalto y níquel que, en depósitos primarios (magmáticos), aparecen juntos, pero que se
separan durante la meteorización gracias a la mayor facilidad de oxidación del hierro y su
consecuente menor movilidad. El níquel y el cobalto son más fácilmente transportables, pero,
al mismo tiempo, el cobalto resulta más difícil de oxidar en medio ácido que el níquel, en tanto
que en medio alcalino ocurre lo contrario, Esto abre posibilidades para la migración diferencial
de estos elementos.

Algo similar ocurre con los elementos calcófilos cobre, cinc y plomo.

El intervalo del Eh dentro del ambiente exógeno está delimitado por el potencial de oxidación
del 2 O2- a O2 en su extremo superior y la energía necesaria para reducir 2H + a H2 en el extremo
inferior. Esto equivale a valores entre 0,9 y -0,4v a un pH de alrededor de 6.

Basados en los parámetros pH y Eh, Krumbein y Garrels (1952) propusieron una clasificación
de los ambientes sedimentarios.

El campo pH-Eh es dividido por dichos autores en varios sectores limita dos por "barreras ",
cuyo significado es el siguiente:

1) Dos barreras paralelas al eje Eh, correspondientes a los pH 7,0 y 7, 8; la primera limita los
ambientes ácidos de los alcalinos (barrera neutra) y la segunda corresponde a la alcalinidad
mínima necesaria para la formación de caliza.

2) Una barrera paralela al eje pH a la altura del Eh 0, 0, por encima de la cual la materia
orgánica no es estable; este límite es independiente del pH.

3) Dos barreras de Eh y pH variables, que separan respectivamente los campos de estabilidad


de las formas oxidadas y reducidas del hierro y manganeso (barrera superior) y del azufre
(barrera inferior). El primero es la barrera "óxido-carbonato" (hematita-side rita) y el segundo
es la barrera "sulfato-sulfuro". Los depósitos sedimentarios propios de cada uno de los campos
así delimitados están in dicados en la figura 15.

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