Está en la página 1de 184

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo

alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes
sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso
haciendo una reseña en tu blog o foro.

Disfruta de la lectura.

2
Índice

Créditos .................................... 4 Capítulo 11 ............................. 90


Sinopsis .................................... 5 Capítulo 12 ............................. 97
Playlist ...................................... 7 Capítulo 13 ........................... 110
Capítulo 1 ................................. 8 Capítulo 14 ........................... 119
Capítulo 2 ............................... 19 Capítulo 15 ........................... 128
Capítulo 3 ............................... 26 Capítulo 16 ........................... 136
Capítulo 4 ............................... 33 Capítulo 17 ........................... 144
Capítulo 5 ............................... 40 Capítulo 18 ........................... 153
Capítulo 6 ............................... 48 Capítulo 19 ........................... 162
Capítulo 7 ............................... 56 Capítulo 20 ........................... 168
Capítulo 8 ............................... 61 Epílogo ................................. 177
Capítulo 9 ............................... 73 Próximo Libro ....................... 182
Capítulo 10 ............................. 81 Sobre la Autora ..................... 183

3
Créditos
MODERADORA
Liobooks

TRADUCCIÓN
Albaxxi
Danielle
OnlyNess

CORECCIÓN
BVEM
Mariangela

LECTURA FINAL
Mary

DISEÑO
Bruja_Luna_

4
Sinopsis
Imagina estar enamorada del hermano de tu mejor amiga.
Y luego... mantenerlo en secreto durante años.

Ridículamente encantador, un jugador total y una súper estrella del hockey...


Reed Davidson ha sido el chico de al lado que ha tenido mi corazón desde que
tengo memoria.
Era el chico malo por excelencia, y yo sólo era la tímida mejor amiga de su
hermana.
Pero cuando el mundo de Reed se pone de repente patas arriba y consigue la
custodia de su sobrino, soy la única que puede ayudarlo.

No debería haberme ofrecido a salir de viaje con ellos, pero Reed no estaba
hecho para ser padre soltero y yo sabía que necesitaba ayuda. Intenté ocultar
mis sentimientos por él, pero nosotros dos, el niño más guapo del planeta y una
larga temporada de hockey eran una receta para el desastre.

Reed estaba acostumbrado a conseguir todo lo que quería, y esta vez... Me


quería a mí.

Sólo que ahora, las apuestas son más altas y mi corazón es el que está en
juego.

Change on the Fly (Totally Pucked #1) - Maren Moore 5


Para todas las chicas que han amado a alguien en secreto.

Esto es para ti.

6
Playlist
Heat Waves- Glass Animals
Shivers- Ed Sheeran
Messy Acoustic- Chase Rice
Memory- Kane Brown, blackbear
Chasing Stars- Alesso, Mashmello, James Bay
There was this Girl- Riley Green
Miss You a Little- Bryce Vine, lovelytheband
Leave Before You Love Me- Marshmello, Jonas Brothers

Haz clic aquí para escuchar la playlist completa

7
Capítulo 1
Reed
Hay muchas ventajas en ser un jugador de hockey profesional. Demonios, un
atleta en general. Además del dinero, la fama, los patrocinios. La mierda gratis
que las empresas deportivas te lanzan.
Y una de esas ventajas está actualmente sentada sobre mi regazo,
arrastrando su dedo rosa caliente por mi pecho.
Su nombre es Elizabeth. Y, sinceramente, me sorprende recordar su nombre,
porque toda nuestra interacción en la boda de Liam y Juliet duró unos quince
minutos en un estrecho cubículo del baño y no hubo ninguna conversación. O
cualquier conversación durante cualquiera de los tiempos después de eso.
Verás, soy el tipo de persona que disfruta de las cosas buenas de la vida…
sin todas las complicaciones que la gente parece añadir. ¿Por qué hacer algo
difícil cuando ya es dulce? Tengo veintiocho años y estoy viviendo mi sueño,
jugando al hockey en uno de los mejores equipos del país. Tengo a las mujeres
más bellas a mi alcance, fans que me adoran y, además, tengo a mi madre y a
mi hermana Emery. Nada que me retenga y nadie a quien responder. Y así es
exactamente como lo quiero.
En serio, la vida es buena.
—¿Alguien te ha dicho esta noche que eres la chica más hermosa de toda la
sala? —le digo a la rubia pechugona que tengo en mi regazo. Sus labios rojos y
carnosos se estiran con una amplia y confiada sonrisa. No es mentira, ella es
hermosa. Es parte del juego. Dices lo que ellas quieren escuchar y todos
contentos.
—Eso es porque soy la única chica en la habitación, Reed Davidson. —Suelta
una risita antes de lanzar su cabello largo y liso por encima de su hombro
bronceado que asoma por su vestido sin mangas.
8
Sonrío descaradamente, mostrando el hoyuelo que siempre cierra el trato.
Justo cuando me inclino hacia ella, Briggs, mi mejor amigo, se acerca y se deja
caer en el sofá junto a nosotros. Le lanzo una mirada que dice lárgate de aquí,
bloqueador de pollas, pero Briggs, siendo Briggs, no capta la señal.
—Esta noche es una mierda —murmura él. Está bebiendo una cerveza
todavía llena y está deprimido como si hubiera perdido a su cachorro.
Suspirando fuertemente, empujo a la rubia desde mi regazo y, por suerte,
capta la indirecta y se escabulle hacia su grupo de amigos, dejándome a solas
con Briggs.
—Muy bien, ¿qué pasa? ¿Por qué lloras con tu cerveza?
Su mandíbula se tensa ante mi golpe, pero simplemente niega con la cabeza,
mirando a lo lejos. Mejor delantero de la NHL o no, el tipo es dramático y
melancólico como la mierda. He aprendido a vivir con eso, y a molestarlo en
cualquier oportunidad que tenga
—Briggs.
—Solo algo de mierda.
Otra respuesta displicente. Una especialidad de Briggs.
Saco el teléfono de mi bolsillo y borro los mensajes de texto sin abrir que me
mandan las conejitas semanalmente para ligar, y en su lugar, voy directamente
al texto de mi otro mejor amigo, Liam, y lo abro. Ha enviado una foto de él, Juliet
y las chicas en la playa. Las chicas están posando junto a un castillo de arena
tan grande como ellas, y eso me hace sonreír de verdad. Liam y yo hemos sido
mejores amigos desde que tengo uso de razón. Jugamos juntos al hockey, hasta
que se convirtió en el entrenador de los Avalanche el año pasado. Ahora que está
casado con Juliet, es entrenador de hockey en la escuela secundaria y extraño
verlo a él y a las chicas tanto como antes.
Llevan más de una semana en las Bahamas, mientras yo estoy aquí cuidando
a Briggs. No puedo esperar a que las niñas lleguen a casa para contarme todo
sobre sus vacaciones.
Me encantan esas dos chicas tan atrevidas. Ser su tío Reed es una de las
mejores cosas de mi vida. ¿Pero yo como padre? Lo último que podría es verme
es como padre o esposo, o algo parecido. Por mucho que quiera a Ari y a Ken…
Me encanta llevarlas de regreso con Liam al final de la noche, para poder salir
con los chicos, ver un partido, disfrutar de la vida de soltero sin compromisos.
Soy un soltero perpetuo, y así es exactamente como planeo seguir. 9
Por eso Broody, Briggs, Asher, Hudson, Graham y yo estamos en un bar un
martes por la noche… Porque, ¿por qué no? Todos somos jugadores
profesionales de hockey, solteros y sin nadie con quien ir a casa, entonces ¿por
qué no pasar el tiempo en la ciudad con unas cervezas? Todos jugamos juntos
para los Chicago Avalanche, y es el mejor trabajo del maldito planeta.
Cuando las personas dicen haz lo que amas y no trabajarás ni un día en tu
vida, es verdad. A veces es difícil creer que puedo despertarme y jugar al hockey
para ganarme la vida, pero al mismo tiempo, me he esforzado muchísimo para
estar aquí. He trabajado de sol a sol para ser el jugador que soy hoy.
Para celebrar otro gran entrenamiento, hemos decidido salir esta noche para
una noche de conejitas y alcohol. Excepto que, últimamente, las cosas han
sido… menos emocionantes, ya que Briggs camina por el buen camino ó está
fuera del equipo. Ha estado en más peleas en los últimos seis meses que yo en
toda mi carrera de hockey.
Así que, para asegurarme de que no se meta en problemas, de que no se
encuentre frente a la cámara de un paparazzi, o peor, atrapado en una celda de
la cárcel por otra noche, estoy atascado haciendo de niñero hasta nuevo aviso.
¿Jugador de hockey o niñero de jugador de hockey? Esa es la verdadera
cuestión.
El resto de la noche transcurre sin incidentes, gracias al mal humor de Briggs.
Asher, Hudson y Graham encontraron cada uno una conejita para la noche y se
fueron antes de la medianoche, dejándonos a Briggs y a mí solos, así que decido
irme también.
—Me voy, ¿quieres que te lleve? —le pregunto a Briggs, que está escribiendo
rápidamente en su teléfono.
No me responde, así que le doy un puñetazo en el hombro para llamar su
atención.
—Mierda, ¿qué fue eso?
—Amigo, estás en un bar y has estado pegado al teléfono toda la noche. Estoy
fuera, ¿necesitas que te lleve?
Niega con la cabeza.
—Llamaré a un Uber más tarde.
—No te metas en problemas, hombre, en serio. No voy a sacarte de la cárcel
bajo fianza, y por favor, por el amor de Dios, envuélvelo. No necesitamos
versiones en miniatura de ti patinando por ahí. —Sonrío, burlándome de él. 10
El idiota asiente, sin apenas reconocerme, con los ojos aún enfocados en su
teléfono. Imbécil. Bebo el resto de mi cerveza y dejo la botella en la mesa, con
unos cuantos billetes que saco de mi billetera, y me dirijo a la salida del bar.
Afortunadamente, frecuentamos este lugar a menudo, y el dueño nos deja usar
la puerta trasera, así que podemos evitar a los fans y a los medios de
comunicación. Aunque me encanta que me hagan fotos, no me gustan los
paparazzi.
Abro la puerta trasera del edificio y salgo al aire fresco de la noche, respirando
profundamente antes de comenzar a caminar por la acera para encontrar mi
camioneta en el mar de vehículos. Justo cuando estoy a punto de abrirla, suena
mi teléfono en el bolsillo. Lo saco y veo que es Holland, la mejor amiga de mi
hermana.
Qué raro. ¿Por qué iba a llamarme después de medianoche?
Deslizo el dedo por la pantalla y respondo:
—Sabes que cualquier llamada después de las diez es una llamada para ligar,
¿verdad?
—¿Reed? —Casi grita al teléfono. La música de fondo está tan alta que apenas
puedo escucharla.
—¿Holland? ¿Qué pasa? ¿Te das cuenta de que es más de medianoche?
Abro mi camioneta y salto dentro, encendiendo el motor.
—Uh, bueno, algo pasó. —Sus palabras salen amortiguadas. La conexión
suena como una mierda, y apenas puedo escuchar lo que está diciendo—.
¿Puedes venir a buscarnos, por favor? Estamos en la casa de la hermandad.
Conozco a Holland desde que éramos niños y nunca me pidió que la recogiera
a ella o a Emery en ningún sitio, ya que generalmente van en Uber a todas partes.
Me preocupa que haya pasado algo.
—¿Emery y tú estan a salvo?
—Sí. Emery solo… tomó un poquito de más esta noche —murmura.
—Estaré allí en diez. ¿Dónde estás?
—En el baño de arriba. —Un segundo después, escucho el sonido de arcadas.
Genial, Emery está muy borracha. Hago una nota mental para tomar un balde
en la casa de la hermandad.
Pongo la camioneta en marcha y salgo del estacionamiento frente al club.
Menos mal que estoy en el centro de la ciudad y no en casa, porque este viaje 11
habría durado el doble. La casa de la hermandad está a solo diez minutos del
bar.
Mis neumáticos suben a la acera cuando me detengo y luego me estaciono,
sin molestarme en apagar la camioneta antes de salir y subir los escalones de la
casa. Por lo que parece, se está celebrando una fiesta multitudinaria, y eso me
hace hervir la sangre. Odio que mi hermana venga aquí. Sé que aquí es donde
los idiotas ricos con derechos vienen de fiesta, y no quiero que Emery se acerque
a ellos. Especialmente desde que no puedo vigilarla.
Soy su hermano mayor, demándame. Siempre la he protegido y no es
diferente ahora que es adulta.
Una vez dentro de la casa, hay personas por todas partes vestidas con togas
y escasa lencería. He pasado muchas noches aquí, antes de la NHL, y sé
exactamente de qué se trata esta noche. Es la semana de iniciación. La semana
más loca de todo el año, en la que todos hacen lo que pueden para ser
seleccionados como novatos. Hay peleas, novatadas, un montón de mierda que
no deberían estar haciendo. Es decir, mi hermana pequeña no debería estar aquí.
Me abro paso entre una multitud de gente, tratando de llegar a la escalera.
Un tipo, que lleva una toga, se coloca frente a mí cuando estoy a punto de
subir las escaleras y choco contra él.
Maldita sea.
—¡Santa mierda! Eres Reed Davidson, ¿puedo tener una foto, hombre?
—Lo siento, amigo, estoy buscando a alguien. —Lo esquivo, luego subo las
escaleras de dos en dos y me dirijo al pasillo hasta encontrar el baño. Cuando
abro la última puerta a la derecha, encuentro a mi hermana sentada en el borde
de la bañera, con el rímel corrido por sus mejillas y una sonrisa ebria.
—Oh, es mi hermano, encantador —dice con dificultad—. ¿Qué demonios
estás haciendo aquí?
Deja caer la cabeza entre sus manos y gime con fuerza.
—Él siempre me arruina la fiesta.
Bueno, maldita sea, estoy dolido. Siento tener que ser el semi-responsable de
los dos.
—Te has pasado un poco esta noche, ¿verdad, Em? —resoplo.
Mis ojos se dirigen a Holland, que está apoyada en el tocador con una
expresión de preocupación. La entiendo. Em está arruinada y vomitando por
todas partes, pero no es nada que unos analgésicos y agua no puedan curar.
12
Em me mira y sonríe.
—Bueno, alguien tiene que divertirse por los dos. Eres un aguafiestas ahora.
—No, hermanita, simplemente no me gusta emborracharme y luego vomitar
en el baño de las chicas de la hermandad.
Ella me muestra el dedo medio con su uña negra cuidada, pero se ríe, lo que
rápidamente se convierte en un gemido.
—Mierda, mi cabeza. Hay dos de ti. ¿Por qué hay dos de ustedes? Apenas
puedo con uno.
Holland echa la cabeza hacia atrás y se ríe, y yo entrecierro los ojos hacia ella
y luego hacia Emery.
—Sabes, para ser tu caballero de brillante armadura, ustedes dos sí que son
unas bocazas.
Holland pone los ojos en blanco y parece que va a decir algo, pero Emery
habla en su lugar.
—El idiota de mi novio de la fraternidad rompió conmigo, así que tomamos
muchos tragos. Montones y montones de chupitos. He perdido la cuenta.
—Gracias a la mierda, pensé que iba a tener que darle una paliza al tipo para
deshacerme de él.
—Cállate. Era agradable… e inteligente.
Me río.
—Sí, justo tu tipo.
Estoy seguro de que Em está cansada de mis burlas, pero es lo que hacemos.
Hablamos de mierda entre nosotros como si fuera nuestra religión. Si Emery no
me hablara mal a diario, pensaría que algo anda mal.
—Entonces, ¿quieres que te ayude a levantarte o piensas dormir aquí esta
noche?
—Me estoy convirtiendo en uno con el suelo. —Ella gime.
Me agacho y la ayudo a ponerse de pie, ella se para temblorosamente sobre
sus tacones. Paso un brazo por encima de su hombro para estabilizarla.
—Por favor, no vomites en mi camioneta o te dejaré a un lado de la carretera.
—Ja, ja, muy gracioso.
Me detengo abruptamente y la miro.
—Lo digo en serio.
13
Aunque no lo hago. Me río, tomo el trapo húmedo que Holland me ofrece y
limpio el rostro de Em. Ella tiene los ojos cerrados y parece un poco verde, así
que le hago el favor de limpiar parte del maquillaje corrido y el vómito seco, antes
de devolvérselo a Holland.
Mientras crecía, Em me llamaba cuando necesitaba a alguien. No teníamos
padre, así que ella me tenía a mí. Cambié los neumáticos de su auto en el
instituto y le di una paliza al tipo que la llamó zorra cuando no quiso acostarse
con él.
Siempre he hecho lo posible para protegerla, por eso estoy aquí. Cuando
éramos niños, ella me seguía y hacía todo lo que yo hacía. A los cinco años ella
ya tenía un palo de hockey en la mano y podía patinar en círculos alrededor de
la mayoría de mis amigos, a pesar de que teníamos ocho años y éramos el doble
de grandes que ella. Toda mi vida ha sido mi sombra y supongo que puede haber
una mejor amiga peor que tu hermana pequeña.
Salimos de la casa, bajamos por el camino de cemento y cuando llegamos a
mi camioneta, levanto a Emery en mis brazos y la pongo en el asiento del
copiloto.
Se queja y gime todo el tiempo, como si estuviera perdiendo una maldita
extremidad.
—Rayos, eres dramática.
—Es cosa de familia, supongo.
Resoplo.
—Ya es suficiente por esta noche. —Agarro el balde que Holland pensaba
tomar y lo pongo sobre el regazo de Em y luego cierro la puerta, silenciando su
protesta.
Cuando termino, me giro hacia Holland. Sus profundos ojos azules están
llenos de diversión a costa mía, no de Emery. Le encantan nuestras bromas.
Sus brazos están envueltos alrededor de su torso, abrazándose a sí misma.
Por el amor de Dios, ni siquiera me di cuenta de que tenía este pequeño top
puesto; tiene que estar congelándose. Por alguna razón, en este momento, me
doy cuenta de que nunca me había fijado en Holland como algo más que la mejor
amiga de mi hermana pequeña, hasta ahora. Quizá sea porque lleva un top que
muestra más escote del que nunca le he visto o porque la falda que está usando
me hace querer taparla para que no se vea lo corta que es. O puede ser la forma
en que se ven sus piernas combinadas con esos tacones. Aunque deben tener
doce centímetros de altura, ella sigue midiendo al menos medio metro menos, 14
que yo. Su largo cabello rubio cae por su pecho hasta su cintura.
Maldición, ella es hermosa.
Eso es lo último en lo que debería estar pensando, pero aquí estamos. La he
visto pasar de ser una adolescente loca por las bandas de chicos a… esta
hermosa mujer.
Una mujer que está tan fuera de los límites, que ni siquiera es gracioso.
¿En qué demonios estás pensando, Davidson?
Contrólate.
Aclaro mi garganta.
—¿Te parece bien quedarte en mi casa esta noche? Estoy seguro de que a
mamá no le gustaría que dejara a la mocosa en su casa esta noche con su estado
de embriaguez.
Holland asiente.
—Sí, puedo buscar mi auto mañana. ¿Podrías ayudarme a subir a la
camioneta? —Mira su falda con nerviosismo—. Esta falda y estos zapatos…
Sí, no puedo imaginar que ella sea capaz de entrar ahí sin mostrarme a mí y
al mundo lo que hay debajo. No es como si me quejara ahora mismo…
¿Qué? Soy un chico.
—Sí, por supuesto. —Coloco mis manos en su cintura, ignorando la sensación
de su piel sedosa bajo mi tacto, y la subo al asiento trasero de la camioneta.
Definitivamente, sin echar un vistazo a su trasero mientras lo hacía.
No. Por supuesto que no. No lo haría. Palabra de Scout.
—Mierda —murmuro para mí mismo. Esto es malo. Obviamente debería
haber escogido una conejita e irme a casa con ella, ya que de repente estoy
deseando a la mejor amiga de mi hermana pequeña.
Probablemente solo sea una mala noche, y definitivamente una casualidad.
Definitivamente.
Em se queda dormida antes de que me aleje de la acera. Está desplomada
torpemente contra la ventanilla, con saliva acumulada en la comisura de su
boca. Debería tomar una foto, para poder torturarla con ella más tarde.
Sonrío ante la idea.
Durante todo el trayecto de regreso a mi casa, me obligo a concentrarme en
la carretera y a no arrastrar mis ojos hacia el espejo retrovisor, donde puedo ver
a Holland sentada en el asiento trasero, directamente en mi línea de visión. 15
Solo robé algunas miradas, y no creía que ella se diera cuenta hasta que
nuestros ojos se conectan en el espejo y algo… diferente pasa por nuestras
miradas.
Mierda, ¿qué está pasando?
Apartando mi mirada de la suya, tanteo la radio y subo el volumen para
distraerme durante el resto del trayecto. Una vez que entro en el camino de
entrada y me detengo, Emery vuela hacia delante y abre los ojos.
—¿Qué pasó? ¿Qué me perdí?
Holland se ríe a carcajadas ante el repentino arrebato de Emery, y entonces
Em se desploma contra el asiento y deja escapar un suave ronquido.
—No la estoy reclamando —murmuro mientras salgo de la camioneta, y luego
abro la puerta de Holland. Ella pone su mano en la mía y la ayudo a salir antes
de dar la vuelta para levantar a Em. Es toda una maldita producción llevarla a
casa y subir las escaleras, pero gracias a Dios, Holland se hace cargo una vez
que llegamos a la habitación de invitados.
Desaparecen por la puerta y yo me dirijo a mi habitación, me doy una ducha
rápida y me pongo unos pantalones de chándal gris y una camiseta negra
descolorida antes de salir al pasillo. Holland está apoyada en la pared junto a la
puerta, navegando en su teléfono. Se quitó los tacones y ahora está descalza.
—Oye, ¿necesitas algo para dormir? Tengo una camiseta y unos bóxers que
puedo prestarte.
Ella salta, claramente asustada.
—Mierda, ni siquiera te he escuché llegar. Sí, sería genial.
Asiento y vuelvo a mi habitación, tomo una vieja camiseta de hockey y un par
de bóxers. Es la primera vez, probablemente desde el instituto, que duermo en
la misma casa que Holland, y definitivamente no se siente nada como entonces.
Salgo al pasillo y le entrego la ropa, ella sonríe tímidamente antes de tomarla.
—La ducha está allí. Si necesitas algo, solo házmelo saber.
—Gracias, Reed. Quiero decir por dejarnos quedarnos aquí, pero también
gracias por ir a buscarnos.
Me encojo de hombros.
—No es nada. Prefiero recogerlas a que tengan que tomar un Uber para volver

16
a casa cuando Em apenas puede mantener la cabeza erguida. Te agradezco que
hayas pensado lo suficiente como para llamarme. Buenas noches, Holland.
—Buenas noches.
Vuelvo a mi habitación y escucho la puerta del baño de invitados cerrarse
detrás de mí y el agua abrirse. ¿Y ahora qué es lo que definitivamente no voy a
hacer? Pensar en ella desnuda al otro lado de la puerta.
Eso es lo que me digo a mí mismo durante las dos horas siguientes mientras
doy vueltas en la cama. De un lado a otro, el sueño me evade. Coloco la almohada
sobre mi cabeza y gimo. Finalmente, me doy por vencido.
A la mierda. Cuando no puedes dormir… el remedio siempre son los cereales.
No se lo digas a mi instructor, y definitivamente no a mi entrenador, pero el
azúcar lo cura todo. Especialmente altas dosis de Captain Crunch.
Sin embargo, es mi secreto.
Tiro la manta a un lado, abro la puerta en silencio, con cuidado de no
despertar a Em y Holl, y camino de puntillas por el pasillo hasta la cocina. Tomo
un cuenco, la caja de cereales de la despensa y abro la nevera para sacar la
leche.
—¿Reed? —Una voz susurrada llega detrás de mí, y me asusta tanto que envío
la leche volando a través de la isla, donde aterriza con un chapoteo húmedo,
formando un charco alrededor de la caja ahora rota.
Maldita sea.
Holland me mira con los ojos muy abiertos. Tiene el cabello suelto y
desordenado, obviamente despeinado por el sueño.
—¡Maldita sea, Holland, me diste un susto de muerte! —Gruño. Mi corazón
todavía está acelerado en mi pecho.
Maldición Reed, te estás convirtiendo en un marica.
Empieza a reírse, en voz baja al principio, colocando la mano sobre su boca
cuando ve la leche derramada en el suelo.
—Lo… lo siento mucho —dice entre risas. Cruzo la habitación hasta donde
están ella y la leche, agarrando la toalla del mostrador antes de agacharme para
limpiarla.
Entonces su risa desaparece y es sustituida por un agudo siseo, y cuando
levanto la vista y veo sus gruesos muslos mirándome fijamente, me doy cuenta
de lo que lleva puesto...
Nada más que mi camiseta y, mierda, nunca nada se había visto tan bien. La
camiseta oscura llega hasta la mitad de su muslo, cubriendo todas las cosas
buenas, dejando lo suficiente cubierto como para que mi imaginación haga el
resto.
17
Aclaro mi garganta y me levanto bruscamente, sin querer incomodarla, y ella
da un paso atrás.
—Mierda, lo siento, Holland, no me di cuenta.
—No, está bien. Lo siento.
Los dos hablamos al mismo tiempo.
—Eh, a veces cuando no puedo dormir… como un cuenco con…
Antes de que pueda terminar, ella dice:
—¿Cereales?
Sonrío.
—¿Te acuerdas?
Ella asiente y luego sonríe ligeramente.
—Te despertabas todo el tiempo solo para comer Captain Crunch. En algún
momento, Em empezó a llamarte Capitán a tus espaldas.
—Es algo que ella haría. Supongo que la tradición se trasladó a la edad
adulta. Sin embargo, no es tan divertida como cuando me escabullía para
comerla en mitad de la noche.
Mis esperanzas de cereal se han esfumado ya que la única leche que tenía
está en un charco en el suelo, pero de repente, no lamento que haya sucedido.
—Así que parece que esta noche no hay Captain Crunch, pero tengo... Pop-
Tarts —ofrezco. Para ser un atleta profesional, probablemente no debería tener
tanta azúcar en mi cocina, pero mantengo mi cuerpo en las mejores condiciones
que puedo, así que generalmente eso no se convierte en un problema.
Saco una Pop-Tart para ambos de la despensa y vuelvo a poner la caja dentro.
Ahora está sentada en la isla con la barbilla apoyada en su mano. No lleva ni
una pizca de maquillaje, y maldita sea, es hermosa. Y por segunda vez esta
noche, aunque sé que no debería, me doy cuenta de lo mujer que se ha
convertido.
De alguna manera, nunca lo noté. Nunca me permití notarlo. Probablemente
no debería ahora, pero lo hago.
Y así es como transcurre el resto de la noche, hablando de nada con Holland,
comiendo una Pop-Tart, y por primera vez, me doy cuenta de que podría estar
metido en un gran lío.
18
Capítulo 2
Reed
El sonido de mi teléfono me despierta. Ni siquiera intento abrir los ojos
mientras extiendo la mano y busco a ciegas el teléfono en la mesita de noche.
Cuando por fin lo encuentro, abro un ojo y veo el nombre de Briggs en la pantalla
y gimo.
Maldita sea, Briggs. Deslizo el pulgar y respondo:
―Más vale que estés en la cárcel o muriéndote. ―Mi voz está medio apagada
ya que estoy boca abajo en la cama.
―¿Por qué demonios no has contestado al teléfono?
Miro los números azules del despertador. Cuatro y treinta y seis.
¿Qué mierda?
―Bueno, imbécil, son sólo las cuatro y media de la mañana, así que como
una persona normal, estaba durmiendo. ¿Por qué estás despierto a esta hora?
―Tu mamá me llamó.
Me levanto con esa declaración.
—¿Qué? ¿Por qué te llamaría mi madre? Maldición, estaba durmiendo tan
profundamente que no escuché el teléfono hasta ahora.
―No lo sé, hombre, dijo que era importante y que no podía localizarte. Llámala
ahora.
Mierda, mierda, mierda. Mi mente se dirige inmediatamente a Emery. Después
de los últimos días que ha tenido, espero que esté bien.
―Mierda, de acuerdo. Gracias.
Me incorporo por completo, orientándome por un segundo. Dormí muy mal 19
después de un entrenamiento agotador. Hoy me duelen todos los músculos del
cuerpo, incluso más de lo normal. Marco el número de mamá y ella responde al
primer timbre.
―Reed. Gracias a Dios, ―musita.
Paso una mano por mi cabello, aún intentando despertarme. ―Sí, mamá,
¿qué pasa? ¿Está todo bien? Es la mitad de la noche.
―Acabo de recibir una llamada de tu padre.
La inquietud se apodera de mí ante la mención de Robert. Ni Emery ni yo lo
hemos visto desde que tenía ocho años y decir que es un tema delicado es un
eufemismo, uno que no solemos abordar. No tengo ni idea de por qué intentaría
ponerse en contacto conmigo, y menos a las cuatro y media de la maldita
mañana.
―¿Por qué te llama Robert en mitad de la noche? ―solo decir su nombre me
deja un sabor amargo en la boca.
―No estoy segura, cariño, no lo dijo. Dijo que es extremadamente urgente que
hable contigo. Y que, por favor, intentes llamar lo antes posible.
―Esto no tiene sentido. Nunca ha intentado ponerse en contacto antes. ¿Qué
podría tener que decirme en este momento o punto, Má?
Escucho la vacilación en su voz.
―Cariño, lo sé. Sé que albergas muchos malos sentimientos hacia él, pero
puedo decir que algo va mal. Estuve casada con él durante mucho tiempo, y
pude escucharlo en su voz. No estoy diciendo que tengas que llamarlo, esa
decisión es completamente tuya, pero creo que es importante o él no estaría
buscándome para ponerse en contacto contigo.
Paso la mano por mi rostro, la calma del sueño finalmente ha desaparecido,
y ahora mi corazón late dentro de mi pecho como un mazo. Hace años que no
hablo con Robert. Desde que era niño. Sin embargo, el escozor de su abandono
y su traición todavía se siente fresco. La idea de hablar con él hace que el miedo
se forme en mi estómago. ¿Por qué ahora?
¿Qué sucedió para provocar esta llamada? El malestar sube por mi garganta
hasta que parece que es demasiado para tragarlo.
―No sé si puedo hablar con él, Má, no después de todo. Después de que nos
dejó.
―Lo sé, cariño, yo... pude escuchar el dolor y el pánico en su voz. Ha pasado
mucho tiempo, pero lo conozco.
20
Suspiro, exhalando una respiración entrecortada. Lo último que esperaba
cuando la llamé era escuchar esto. Siento el pecho oprimido por la ansiedad.
―¿Puedes enviarme su número en un mensaje? Lo intentaré. Una vez.
Gracias, Má.
―Te amo, cariño ―dice suavemente―. Nunca lo olvides.
En este momento, me gustaría estar con ella. No puedo imaginar lo que siente
ella, hablando con él por primera vez desde que nos dejó. Estoy seguro de que
sus viejas heridas se han abierto, al igual que para mí.
Terminamos la llamada y, unos segundos más tarde, mi teléfono suena con
un número.
El número es intimidante; es grande y llamativo, lo que hace que la ira,
conocida y punzante, se agite en lo más profundo de mis entrañas, pero la hago
a un lado. Pulso los dígitos y espero a que suene el teléfono.
―¿Hola? ―Por el altavoz sale un barítono profundo, el mismo que recuerdo de
mi infancia, aunque muchas veces me hubiera gustado olvidarlo.
Mierda, golpea de lleno en mi pecho.
Me aclaro la garganta obstruida por las emociones. Dolor, tristeza,
arrepentimiento. Tantas emociones que parece que no puedo tamizarlas todas.
―Es Reed.
Exhala con fuerza, como si mi llamada fuera lo que había estado esperando.
—Reed... hijo...
—No me llames hijo ―espeto, interrumpiéndolo. Me levanto de la cama y
empiezo a caminar por la habitación. Desesperado por encontrar una manera de
quemar la ansiedad que amenaza con cerrar mi garganta por completo.
Maldita sea, no estoy preparado para enfrentarme a un demonio, no sin un
previo aviso, lo que hace que sea difícil funcionar con los pensamientos que
claman en mi cabeza.
—Lo siento. Necesitaba tus datos para dárselos a los Servicios Sociales.
―Comienza a aparecer interferencia en el otro extremo de la línea, lo que me hace
hacer una pausa. Trato de recuperar la cordura, de calmarme. Pero no está
funcionando muy bien.
―¿Por qué Servicios Sociales necesitaría que ponerse en contacto conmigo?

21
―Mi ira se transforma en confusión.
―No estoy seguro de cómo decir esto, Reed. ―Comienza a llorar suavemente
al otro lado del teléfono―. Tu hermana, Amelia, y su marido, Adam, fueron
asesinados esta mañana en un robo que salió mal en la ciudad de Nueva York.
Tienen un hijo, Evan ―la voz de Robert se quiebra al hablar. Parece irreal
escuchar emoción en su voz, escucharlo tan afectado, aunque, lógicamente,
acaba de perder a su hija.
¿Amelia está... muerta? Mi hermanastra, a la que solo he visto dos veces,
brevemente, está... muerta. El shock me golpea con fuerza. Sabía que algo estaba
mal para que Robert se acercara a mí por primera vez en veinte años, pero nunca
esperé esto.
Una parte de mí está triste. Triste porque la vida de mi hermana terminó
trágicamente y porque su hijo tendrá que crecer sin una madre, y triste porque
no tuve la oportunidad de conocerla de verdad. Por culpa de nuestro padre,
nunca tuvimos una relación y eso es un pesar que tendré que cargar. Podría
haberme acercado; Podría haber hecho a un lado el pasado y tratar de hacer las
paces con ella. Pero ahora es demasiado tarde.
Mierda, Evan... mi sobrino. Dios, tengo un maldito sobrino. Ni siquiera sabía
que existía.
―¿Estaba el niño allí? ¿Él está bien? ―pregunto.
―Evan estaba en casa de la niñera cuando ocurrió.
Todo esto es demasiado para procesar; mi cabeza da vueltas. Cierro los ojos
con fuerza, intentando respirar. No recuerdo la última vez que me sentí así.
Mi hermana está muerta.
Y debido a los problemas con nuestro padre, no tuve la oportunidad de
conocerla.
―¿Qué significa esto? ¿Qué debo hacer?
Robert hace una pausa.
―Yo... yo tengo cáncer, Reed. No endulzaré nada. Legalmente, Evan pasaría
a ser mío, pero me estoy muriendo y no soy apto para ser el tutor de Evan. Tengo
cáncer de pulmón en fase cuatro.
La ironía en sus palabras no se me escapa. ¿Algo así como que no era apto
para ser nuestro padre? Así que se fue cuando ya no era divertido para él. Emery
era más joven cuando él se fue, así que ella no siente nada por él tan
profundamente ni con tanta fuerza como yo. Emery apenas lo recuerda. Pero yo
sí. Recuerdo a mi padre marchándose, y el sentimiento de traición que sentí
cuando encontró otra esposa y tuvo otro hijo cuando había abandonado a sus
otros dos hijos. Imagina despertarte en la mañana de Navidad, sabiendo que tu 22
padre estaba con su nueva familia, y que tú eras solo una idea de último
momento. Nunca llamó. Nunca envió cartas. Una vez que se fue, nunca trató de
volver a vernos. Fue evidente la elección que hizo.
Pasé toda mi vida preguntándome qué hice mal, qué podría haber hecho para
que mi padre se quedara. Para que quiera a nuestra familia. Para que me quiera
a mí.
Como adulto, finalmente me di cuenta de que los problemas eran de Robert.
He pasado años trabajando en el jodido trauma que ha dejado.
Ahora, se está muriendo. Cáncer. Puede parecer frío que no me afecte, pero
la verdad es que lloré la pérdida de mi padre hace mucho tiempo. Eso no significa
que el dolor no florezca en algún lugar profundo, solo significa que no puedo
extrañar a alguien que ha estado muerto para mí desde que tenía ocho años.
―Siento escuchar eso ―murmuro. No me atrevo a decir nada más en este
momento. Las emociones están a flor de piel y cada vez es más difícil de digerir.
Desearía no estar teniendo esta conversación. Desearía que la muerte de mi
hermana no fuera la única razón por la que mi padre se estaba contactando.
Sobre todo, desearía que se hubiera dado cuenta de sus errores antes de estar
en su lecho de muerte, y que hubiera intentado enmendarlos. No por mí, sino
por Em.
―Mi... Mi esposa falleció de cáncer de mama hace tres años. La madre de
Amelia, y no hay nadie más aparte de ti y Emery. Eres el mayor, así que la
elección será tuya. Servicios sociales se pondrá en contacto contigo, Reed. Yo
mismo quería darte esta noticia ―hace una pausa, y escucho un silencioso
resoplido de fondo―. Siento no haber hecho lo correcto contigo o con tu hermana,
Reed. He cometido muchos errores a lo largo de mi vida, y hacerles daño a
ustedes dos es el más grande. Lo siento.
Con eso, mi teléfono emite un pitido. Cuando miro la pantalla brillante, la
llamada ha terminado y me quedo mirando una pantalla en blanco.
Todavía estoy en estado de shock e incrédulo por la muerte de mi hermana y
porque acabo de hablar con Robert por primera vez en veinte años. Me dirijo a
la cocina y enciendo la luz, iluminando el comedor abierto y la cocina, antes de
agarrar un Gatorade de la nevera, que bebo de un solo trago.
No hace nada para aliviar el nudo que aún tengo en mi garganta.
Mi teléfono vuelve a sonar, solo que esta vez el identificador de llamadas dice
Nueva York, NY.
―¿Hola? 23
―¿Señor Davidson? ―pregunta una mujer. Su voz es áspera, como si hubiera
fumado un paquete de cigarrillos al día durante los últimos treinta años.
―¿Sí?
―Soy Connie, del Departamento de Servicios para Niños y Familias de la
ciudad de Nueva York. Siento llamar tan temprano, pero hay una emergencia.
Amelia y Adam Farley han fallecido esta noche, dejando a su hijo, Evan. En este
momento, él está bajo la custodia de Servicios Sociales, pero estamos
contactando con usted para la ubicación del menor. Usted es el pariente más
cercano de la familia de Amelia, ya que su marido, Adam, no tiene parientes vivos
que podamos localizar. Según tengo entendido, él también era un niño del
sistema de acogida.
Mi garganta se seca.
―Bien. Acabo de hablar con Robert. ¿Él está bien?
―Ahora mismo, lo está. Solo tiene tres años, así que no se da cuenta de lo
que está pasando. Eso podría ser tanto una bendición como una maldición.
Señor Davidson, siento mucho su pérdida. He hablado con su padre, y se ha
determinado que no puede cuidar a Evan porque es un enfermo terminal. Si el
familiar más cercano no es un cuidador capaz, pasamos al siguiente en la lista.
Siempre miramos a los familiares disponibles y tratamos de ubicar al menor en
el hogar más estable y apto posible. Parece que usted es el siguiente en la línea
de tutela como su tío. Tiene la opción de aceptar la responsabilidad o puede
rechazarla.
Santa. Mierda. Esto no puede estar pasando. Se me forma sudor en la frente
y lo limpio con el dorso de la mano. La cocina parece girar a mi alrededor, así
que me agarro a la encimera, permaneciendo inmóvil en mi lugar. La mierda se
ha vuelto más real con esta llamada.
―Pero, yo... yo... ni siquiera conozco a este niño. Ni siquiera sabía de él hasta
hace diez minutos.
Connie hace una pausa y escucho el papeleo de fondo.
—Lo entiendo, pero aparte del señor Davidson, usted es el único pariente
estable del niño. Si se niega a hacerse cargo de Evan, el niño pasará a estar bajo
la tutela del Estado y será ubicado en un centro de acogida. Parece que su
hermana Emery no está en condiciones económicas de cuidar a Evan, lo que
significaría que éste no tendría otra opción.
Mientras escucho todo lo que dice la mujer, mi cerebro se niega a procesarlo.
En cambio, mi estómago se aprieta y se hace un nudo. El sudor resbala por mi 24
frente mientras mi mano húmeda se esfuerza por sostener el teléfono.
―La elección es suya, señor Davidson, pero por favor, comprenda las terribles
circunstancias. Usted es su única opción.
―Señora, escucho lo que está diciendo. Alto y claro. Solo que... tiene que
haber alguien más que pueda hacerse cargo de él.
―Usted es el siguiente y único familiar vivo, aparte de su padre y su hermana.
No podemos colocar a un niño en un hogar temporal con alguien que tiene una
enfermedad terminal. O con un tutor que vive con alguien y no tiene un trabajo
remunerado. Evan permanecerá bajo el cuidado del estado esta noche, pero
necesitaremos una respuesta suya en veinticuatro horas, señor Davidson. Sé
que esto es mucho para procesar, y me disculpo por tener que ser yo quien dé
esta noticia, pero es mi trabajo asegurarme de que Evan tenga un lugar seguro
ahora que sus padres han fallecido. Tiene mi número, por favor llámeme una vez
que haya tomado su decisión.
Murmuro un agradecimiento a medias y dejo caer el teléfono sobre la
encimera.
No puedo creer esto. Nada de esto. Amelia, Robert muriendo, Evan... Todo
parece irreal.
Tengo la sensación de que esta llamada telefónica acaba de cambiar el resto
de mi vida. Mierda.

25
Capítulo 3
Reed
El primer lugar al que voy, después de que mi vida se tambalee
inequívocamente, es a casa de Ma. No puedo tomar una decisión como esta sin
su opinión y la de Emery. Me gustaría poder decir que la decisión es fácil.
Probablemente me haría un mejor hombre si lo hiciera. El tipo de hombre que ni
siquiera tendría que pensar en tomar esta decisión. Un hombre que acogería
desinteresadamente al hijo de su hermana fallecida, aunque no lo conozca.
La misma hermana de la que estaba distanciado y que probablemente sería
la última persona que querría que cuidara de su hijo. ¿Cómo podría hacerlo?
Ella no me conocía. Encontrarte con alguien en una cafetería dos veces no es
suficiente para construir una relación. Para evaluar el tipo de hombre que soy,
o el hombre que era entonces.
Aparte de eso, no sé qué demonios hacer con un niño. Quiero decir, claro, sí,
llevo a las niñas al parque a veces y las acuesto por Liam. Pero ser el tío Reed es
muy diferente a tener un hijo como responsabilidad a tiempo completo. Ser padre
significa que tú y sólo tú eres responsable de que tu hijo se convierta en un ser
humano decente, y si eso no es la presión más abrumadora del puto mundo, no
sé qué es.
Por eso he pasado las últimas tres horas dándole vueltas a todos los
escenarios posibles en mi cabeza. No soy el tipo de persona que toma una
decisión precipitada y saber que la vida de un niño pende de un hilo...
sinceramente, me está jodiendo la cabeza.
¿Y si lo hago mal? ¿Y si soy el peor padre de la historia... como mi padre?
¿Qué pasa si me convierto en lo que más odio de quién fue él? Alguien que huyó
a la primera señal de problemas. Que no estaba listo para comprometerse a ser
un padre. 26
No es como si fuera un perro y pudiera devolverlo al refugio del que lo adopté.
Es un niño. Un niño que vive y respira que depende de mí para sobrevivir.
Para convertirse en un hombre aprendiendo todas las cosas que mi madre me
enseñó.
Esto va a cambiar el resto de mi vida.
Dos opciones: Sí o no.
Cualquiera de ellas determinará la trayectoria de mi futuro. Y el suyo.
—Sé que esto no es fácil para ti, cariño. Pero, si te sirve de consuelo, creo que
lo harías genial... siendo su tutor. —Má me mira y me regala una pequeña
sonrisa. Estoy sentado entre ella y Emery en un sofá que se hunde con el peso
de los tres.
Eso es lo que pasa con mi madre. No importa que sea un jugador profesional
de hockey con un contrato multimillonario y que pueda reemplazar toda esta
casa y algo más por ella. Dice que este viejo y desgastado sofá es uno de los que
han creado recuerdos. Junto con el resto de su pequeña casa de campo en la
que transcurrió mi infancia. Al crecer, no teníamos mucho. No después de que
Robert se fuera.
Claro, él pagaba la manutención a Ma y eso ayudaba, pero criar a dos niños,
pagar una hipoteca, las facturas, el préstamo del coche... Era mucho para ella.
Por no mencionar el hecho de que yo siempre necesitaba ropa nueva, y Emery
estaba en danza y animación y otras cincuenta actividades extracurriculares. No
importaba; Ma, de alguna manera, encontraba la forma y nunca nos hizo saber
que le costaba. No hasta que fuimos mayores.
Ahora, mirando hacia atrás, me doy cuenta de que había líneas de
preocupación en las esquinas de sus ojos cuando desembolsaba dinero para
cosas que realmente no podía permitirse. Todo por nosotros. Quiero darle el
mundo porque se sacrificó desinteresadamente por nosotros.
—Ma, no sé nada de niños. ¿Cómo puedo ser responsable de uno? No sé nada
de ellos. ¿Qué pasa con el hockey? Quiero decir, mierda, vivo en una casa que
no tiene una pizca de seguridad para niños. Apenas tiene tres años, los niños de
su edad necesitan protección para niños, ¿verdad?
Emery se ríe, dándome un codazo en el costado.
—Tú mismo eres básicamente un niño, Reed, ¿cómo vas a criar uno?
—Gracias, Em. Ahora me siento incluso mejor.
—Oh, silencio, Emery —reprende Ma—. Reed, sé lo que te da miedo. Y quiero
que te lo quites de la cabeza. 27
—Imposible.
—Es posible. No te pareces en nada a él. —Ella toma mi mano entre las suyas
y lleva su otra mano a mi mejilla—. Eres un buen hombre. Lo sé porque yo te
crié así. No sólo tienes el corazón más grande de todos los que conozco, sino que
eres amable, compasivo y desinteresado.
—Mamá, detente antes de que tenga un ego aún más grande —se queja Em.
Me rio entre dientes.
Déjaselo a Emery para que me haga reír en una situación como esta. Aunque,
al estar rodeado de Ma y de ella, me hace sentir menos... No sé, solo al tener que
decidir algo de esta magnitud. Mientras que Emery y yo no tuvimos un padre al
crecer, tuvimos a Ma, que era la mujer más fuerte y trabajadora que he conocido.
—Sólo quiero que no dejes que él tenga ninguna influencia en tu decisión,
independientemente del pasado. Mira, cariño, perdoné a tu padre hace mucho
tiempo.
Voy a hablar, pero ella levanta la mano y me detiene.
—No te pido que hagas lo mismo. Reed, llevaba tanta rabia, odio y dolor
dentro de mi corazón que me estaba haciendo daño. No a él, sino a mí. Tenía que
aprender a soltar y a seguir adelante o nunca me desharía de esos sentimientos
que albergaba. Finalmente me di cuenta de que, aunque él se haya ido, es él
quien ha perdido. Se perdió de verlos a ambos convertirse en los increíbles
adultos que son ahora.
Mierda, ¿alguien está cortando una cebolla aquí?
—Toma la decisión desde tu corazón, Reed. No dejes que tus sentimientos
hacia tu padre influyan en esta. Él no merece tener ningún lugar en ella. Y no
importa lo que elijas... estaré aquí para apoyarte.
Después de dejar a Ma y Emery, me dirijo directamente a la casa de Liam. Si
alguien tiene buenos consejos, es Liam. Ha sido mi mejor amigo desde que ambos
fuimos reclutados, y ha estado a mi lado en todo lo importante de mi vida, y yo
he hecho lo mismo por él.
Llevo mi camioneta hasta la entrada de su casa y la estaciono, luego salgo y
me dirijo a la casa. Antes de llegar a la puerta principal, ésta se abre y mis chicas
bajan corriendo por el camino con diademas de princesa, camisones rosas con
volados y sus características zapatillas de Olaf.
—¡Tío Reed! Ya estás aquí —grita Ari.
Kennedy se lanza a mis brazos y me aprieta tanto el cuello que no puedo
respirar. 28
—¿Cómo están mis chicas?
—Juliet nos ha estado pintando las uñas y ahora tenemos que irnos a la
cama, pero te he echado mucho de menos.
Ari se abraza a mi pierna y pone sus pies sobre los míos, y nos cargo a los
tres por la calzada mientras ellas se ríen. Aunque no son mis sobrinas de sangre,
son mis sobrinas igualmente. Cuando la mujer de Liam lo dejó, Ari era sólo una
niña pequeña y Kennedy una bebé, yo me puse al frente e hice todo lo que pude.
Aprendí a cambiar pañales, a hacer un biberón, a darles palmaditas en la
espalda para que eructaran.
Nos pasamos la mayor parte del tiempo llamando a la madre de Liam y
suplicando a su hermana que se apiadara de nosotros. Pero... hicimos esa
mierda. Y Liam se lució. Es el mejor padre que he visto nunca. Luego, conoció a
Juliet y todo cambió, pero para mejor. Recientemente se casaron y, por supuesto,
yo fui el padrino.
Atravieso la puerta y Juliet está de pie en el vestíbulo sonriendo.
—Estas chicas. No podían esperar ni un segundo más a que entraras por la
puerta. —.Me quita a Ari de la pierna y luego le hace cosquillas en el estómago,
lo que la hace reír aún más—. Vamos, chicas, vamos a llevarlas a la cama. Liam
está fuera en el patio.
—Gracias, Juliet.
Es una locura lo mucho que han cambiado las cosas desde que él y Juliet
están juntos. Cuánto ha cambiado Liam. Se ha abierto y está más feliz que
nunca.
Y estoy tan jodidamente feliz por él. Si alguien se merece la felicidad, es él. Y
Ari y Kennedy son ridículamente felices, y eso es lo que más importa.
Cuando salgo por la puerta de atrás, encuentro a Liam en la mesa, tomando
una cerveza.
—¿Qué pasa, extraño?
Me siento en la silla del patio frente a él y me paso las manos por el cabello.
—Siento no haber venido por aquí. Las cosas se complicaron rápidamente.
Sus cejas se levantan con sorpresa.
—¿Sí? ¿Qué pasó?
—Mi hermana, Amelia, la del segundo matrimonio de Robert... Ella y su
marido... fueron asesinados en un robo en Nueva York.
Todavía me parece irreal decirlo en voz alta, y aún más loco que esté aquí 29
sentado a punto de pedirle a Liam el consejo más importante de mi vida.
—Mierda, Reed, lo siento.
Asiento.
—Gracias. Es una sensación extraña. Como, ella es mi hermana, aunque
apenas la conocía, y me duele, hombre. Duele saber que no hice más para que
esa relación funcionara. Y luego hablé con Robert por primera vez en años.
Liam se sienta en su silla.
—¿Cómo fue eso?
—Como era de esperar, fue él quien dio la noticia de que Amelia había
fallecido. Parecía realmente afectado y emocionado. Mierda, yo estaba
emocionado. Fueron muchas cosas a la vez, ¿sabes? Pero eso ni siquiera es lo
más impactante.
Me levanto de la silla y me dirijo a la nevera, tomando una cerveza. Le quito
el tapón y doy un largo sorbo.
—Tienen un hijo. Evan. Y Robert tiene cáncer. Etapa 4.
—Reed, maldición, eso es mucho. Lo siento.
Miro la tapa de cerveza que tengo en la mano mientras paso el pulgar por el
borde irregular.
—Soy el pariente más cercano de este niño, Liam. Quieren que me quede con
él, que sea su tutor legal. Técnicamente, es Robert, pero es un enfermo terminal.
No quieren poner a Evan a su cuidado.
—Vaya.
Asiento.
—Quiero decir, mierda, Liam, ¿qué se supone que tengo que hacer? Si no
acepto entonces él va a ir al sistema. Un hogar de grupo o una casa de acogida.
No puedo imaginarme haciéndole eso. Pienso en mi padre y en lo que supuso
crecer sin él. Si digo que no, entonces estoy dejando a este niño sin sus padres
o su familia.
Liam exhala.
—Es una gran decisión. Lo sabes tan bien como yo. Recuerdas lo que fue ser
un padre soltero para las niñas. Mierda, apenas pude mantener la cabeza fuera
del agua. Si no hubiera sido por ti, entonces no lo habría hecho.
—Sí, pero no sé cómo ser un padre. Claro, ayudé cuando pude, pero ¿criar a
uno? ¿Su vida estando únicamente en mis manos? Eso parece una
responsabilidad que es... no sé, jodidamente aterradora.
30
Paso una mano por mi rostro. No es una decisión fácil, pero algo en la boca
del estómago me dice que si digo que no y no lo ayudo, estaré haciendo lo
incorrecto. Abandonarlo como mi padre me abandonó a mí.
—Mierda, sí... ser padre da miedo. No hay duda de ello. Y sabes que no se
hace más fácil con el paso del tiempo. Sí, aprendes un poco más a medida que
avanzas, pero es como andar a oscuras con una venda en los ojos y esperar no
joderlo todo. Pero dicho esto, Reed, serías un tutor increíble para ese niño.
Mi estómago se revuelve ante sus palabras. Se me hace raro oírlas, que esto
sea una realidad ahora mismo.
—¿Sí?
Asiente.
—Sin duda alguna. Tienes un talento natural. No digo que vaya a ser fácil,
pero piénsalo así. Tienes un fuerte sistema de apoyo. Nos tienes a mí y a Juliet,
y a Ari y Kennedy les encantaría conocerlo. Tu madre. Tu hermana. Tienes gente
que no pestañearía si les pidieras ayuda. No sé, hombre, nadie puede decidir por
ti. Da miedo y son muchas cosas las que te echan encima a la vez, pero sé que
tomarás la decisión correcta.
Doy otro sorbo a mi cerveza antes de asentir. Después de hablar con Ma y
Emery y ahora con Liam... siento que tengo su apoyo si decido llevar a Evan.
—Voy a hacer un examen de conciencia esta noche antes de llamarla. ¿Las
cosas han ido bien entre tú y las chicas?
Liam sonríe.
—Bueno... Supongo que este es un momento tan bueno como cualquier otro,
viendo que mi mujer está a punto de estallar.
Toma su teléfono y se desplaza por un segundo, luego gira el teléfono hacia
mí.
En la pantalla hay una imagen de... ¿una ecografía?
—Espera —entrecierro los ojos y me inclino hacia delante para ver mejor—.
¿Juliet está embarazada?
Liam sonríe y se ilumina todo su rostro.
—¡Santo cielo! Felicidades, hombre.
Salto de la silla y él se levanta, abrazándome. Le doy una palmada en la

31
espalda en señal de felicitación.
—Mierda, papá por tres. ¿Qué se siente?
Niega con la cabeza.
—¿Sinceramente? Jodidamente bien, hombre. Estoy feliz. No lo intentamos,
pero tampoco lo impedimos. —Se encoge de hombros—. No puedo esperar a
decírselo a las chicas. Van a estar muy emocionadas.
—¿Esperan que sea un niño? —Pregunto. Teniendo dos niñas, necesita un
chico en la casa para estar en su equipo de vez en cuando.
—Sí, pero al final del día, quiero un bebé sano y una esposa sana. Eso es todo
lo que importa.
He venido a pedir consejo y Liam me lo ha dado. Aunque no haya dicho nada
en voz alta, la felicidad y el amor que se sienten al cruzar el umbral y la genuina
euforia escrita en su rostro al mencionar a su familia, me dicen todo lo que
necesito saber.
Mi decisión acaba de volverse mucho más fácil.

32
Capítulo 4
Holland
Amo los libros. Como, realmente los amo.
De hecho, es la razón por la que decidí convertirme en bibliotecaria con sólo
seis años. Mientras la mayoría de los niños querían ser superhéroes, bailarinas
o bomberos, yo quería pasar todo el día, todos los días, encerrada en una mohosa
biblioteca, sumergiéndome en la literatura. Incluso de niña, mi amor por la
palabra escrita superaba todo lo demás. Nunca me interesaron las barbies ni las
casas de muñecas, ni mucho menos las clases de baile. La lectura y los libros se
convirtieron en una vía de escape para mí. Me perdía en un mundo diferente
cada vez que tomaba un nuevo libro, viviendo mil vidas a través de sus páginas.
Desde fuera se podría pensar que mi sueño era fácil de conseguir, pero se
equivocan. Sueños como ése sólo se podían conseguir si se nacía en una familia
que tuviera lo único que yo no tenía. Dinero.
Nadie sabía lo mal que lo pasábamos al crecer. Hice lo mejor que pude para
ocultarlo, y la única que realmente sabía la verdad era Emery. Mi madre falleció
cuando yo tenía siete años de cáncer de mama, y mi padre básicamente se
desmoronó. Yo era el pegamento que lo mantenía todo unido, aunque sólo era
una niña. Mi padre trabajaba largas y agotadoras horas en la fábrica de papel
local por un salario inferior y escasos beneficios. Pero lo conseguimos... a duras
penas.
El día que cumplí los dieciséis años, me dirigí a la biblioteca a la que había
ido desde niña y prácticamente rogué por un trabajo. Era el único lugar en el
que podía imaginarme trabajando. Afortunadamente, la bibliotecaria, Velma,
tuvo debilidad por mí y me ofreció horas a tiempo parcial, y el resto es historia.
Estoy empezando el primer año de mi máster en Biblioteconomía en la
Universidad de Chicago... aunque en línea. Mi padre enfermó hace tres años de 33
demencia, así que mis días los paso aquí en la biblioteca, perdiéndome en la
belleza de los libros, luego cuidando a mi padre y yendo a clase a tiempo parcial
por la noche.
Mi sueño ha tardado más de lo previsto, pero como decía mi madre... «Es un
viaje, no una carrera».
—¿Holland?
Mis ojos se levantan del pesado libro que tengo en las manos para ver a Velma
mirándome con preocupación en sus ojos.
—¿Estás bien? —pregunta.
—Sí, lo siento. Estaba en otro mundo. —Me disculpo antes de deslizar el libro
en su hogar en la estantería. Estaba tan absorta en mis pensamientos que ni
siquiera la oí acercarse.
—Voy a cerrar por esta noche, puedes quedarte a estudiar, por supuesto, pero
pon la alarma y cierra con llave cuando te vayas.
Me sonríe amablemente antes de dejarme con el carro de libros que aún estoy
guardando.
Algunas noches, cuando Mona, la enfermera de mi padre, se sienta con él,
me quedo en la biblioteca hasta tarde estudiando. Aunque técnicamente no está
permitido, Velma me da un pase libre porque me conoce muy bien.
Mi teléfono suena en el bolsillo trasero, lo saco y sonrío cuando veo la foto de
Emery en la pantalla.
—Por favor, dime que me llamas para decirme que has terminado oficialmente
las vacaciones de otoño.
Emery asiste a la Universidad de Chicago y actualmente está en su programa
de Derecho. Es la rara a la que le gusta darse un atracón de documentales de
asesinos en serie y podcasts sobre cómo desmembrar a alguien de forma efectiva,
pero en la vida real le da mucho asco la sangre y los fluidos corporales, así que
eligió Derecho. «Al menos podría estar en el lado de la justicia penal», dice.
Un gemido bajo y sensual vibra a través del teléfono antes de que ella resople.
—Un examen más, Hol, uno más. Quiero ahogarme en tequila barato y olvidar
la mierda de estos últimos días.
—Eso es el eufemismo del siglo —me burlo, empujando el carro de los libros
más allá del pasillo, para poder hablar y guardar el resto de los libros—. ¿Cómo
estás? Quiero decir... ¿cómo estás realmente?
Emery se queda callada durante un rato antes de hablar, deteniéndome en 34
mi camino.
—Em —digo su nombre en voz baja—. Habla conmigo. Estoy aquí.
—He estado evitándolo. Sinceramente. Él era un imbécil, y yo sabía que lo
era, pero eso no hace que el escozor sea más fácil, ¿sabes? Que te engañen
apesta.
—Lo sé, pero creo que estás mucho mejor. Tu príncipe azul va a llegar en su
caballo blanco y te va a arrasar —le ofrezco.
Ella suspira.
—Siempre y cuando no venga con ningún tipo de equipamiento deportivo.
Dios sabe que ya tengo suficiente drama con Reed y su pandilla.
El nombre de Reed me provoca una oleada de mariposas en el estómago.
Porque tengo un secreto, uno que nadie conoce. Especialmente no Emery.
¿Porque este secreto? Lo cambiaría todo.
El secreto que he estado guardando durante tanto tiempo es que yo, Holland
Parker, estoy ridículamente enamorada de Reed Davidson y lo he estado desde
que tenía nueve años, al verlo salvar a un gatito de un árbol. Fue uno de esos
momentos en los que se me llenaron los ojos de corazones, y después de eso,
parecía que cada vez que Reed estaba cerca, no podía detener el sentimiento
creciente en el fondo de mi estómago. De repente, ya no era el chico de la puerta
de al lado o el hermano mayor de mi mejor amiga, sino el chico que hacía que
mi corazón se acelerara un poco más cuando estaba cerca.
No es que él supiera lo que sentía. Nunca di la impresión de que me
preocupara por él de otra manera que no fuera la estrictamente platónica. Reed
era mayor, se movía en diferentes ambientes, así que pasé cada momento que
pude absorbiendo la poca atención que nos prestó a Emery y a mí.
No puedo decirte cuántas noches pasé al lado de una pista de hielo,
congelándome, con la nariz tan fría y roja que estaba segura de que me daría
hipotermia... sólo para pasar más tiempo con él. No era algo fuera de lo común
porque no había ningún lugar en el que Emery hubiera preferido estar que donde
estaba Reed.
Esos dos tienen un vínculo que mucha gente no llega a experimentar en su
vida. Siendo hija única, nunca he tenido un vínculo tan estrecho como el de
ellos. Lo más cercano que he tenido a una hermana es Emery.
Por eso, bajo ninguna circunstancia, le contaría sobre mi enamoramiento
infantil por Reed. No sólo cambiaría la dinámica de nuestra amistad, sino que
Emery y yo nos prometimos desde el principio que, como su mejor amiga, nunca, 35
jamás (una promesa de estudiante de secundaria, recordemos) pensaría en Reed
como algo más que un hermano.
Se había pasado todos sus años de escuela media haciéndose amiga de falsas
chicas que no querían otra cosa que acercarse lo más posible a Reed. Él tenía
ese efecto en las chicas. Las enamoraba, y Emery era la víctima de muchas de
esas relaciones que salían mal.
¿Pero no es eso lo que hacen las chicas? ¿Ser amigas de la hermana de su
nuevo novio, sólo para dejarla cuando de repente se separan?
Lo había visto una y otra vez, incluso después de que nos hiciéramos amigas,
de ahí la promesa que nos hicimos.
Aunque fue hace años, no quiero herir a Emery ni ser la razón por la que se
sienta traicionada, por muy enamorada que esté de Reed desde el instituto.
Abriéndose paso entre mis pensamientos prohibidos, dice:
—Así que, estaba pensando, ¿quieres ir a esa clase de yoga con cabras
conmigo por la mañana? Muy temprano, pero lo que sea. Lo necesito.
Espera. ¿Yoga... de cabras?
—¿Qué demonios es el yoga con cabras? —Me río. Durante la conversación
con Em, parece que me he abierto camino en el carro de los libros y por fin me
queda el último.
Em chilla.
—Dios mío, escucha, lo vi en Twitter y supe que teníamos que hacerlo. Es
básicamente yoga al aire libre donde puedes abrazar a las cabras bebé.
—De acuerdo, eso suena increíble. Me apunto. Oye, me olvidé totalmente de
preguntar. ¿Crees que Reed tiene tiempo de pasar a revisar la caldera? Empieza
a refrescar por la noche y te juro que suena como si alguien estuviera allí
golpeando con una llave inglesa cada vez que se enciende —hago una mueca. En
serio, voy a golpear mi propia cabeza contra la caldera si está a punto de
apagarse. Es un gasto que realmente no podemos permitirnos ahora mismo. No,
a menos que pueda conseguir más trabajos de transcripción.
He estado tomando trabajos de transcripción en línea para un poco de dinero
extra cuando no estoy cuidando a papá, trabajando en la biblioteca o en clase.
Así que, en realidad, no son muchos. Pero es bueno tener un poco de dinero
escondido.
—Uh, así que Reed está fuera de la ciudad por un tiempo para uh, algunas
cosas de la familia. —Em tartamudea—. Estoy segura de que podría revisarlo 36
cuando llegue a casa.
—Sí, tal vez le envíe un mensaje.
—De acuerdo, bueno, te veré mañana por la mañana. Te enviaré un mensaje
con la dirección. Te quiero, ¡adiós!
Cuelga antes de que pueda responder y miro el teléfono. De acuerdo, pues ya
está decidido. Yoga con cabras es lo que hay. Me río para mis adentros.
Después de la llamada con Em, me siento en la gran mesa de roble, extiendo
mis libros y me pongo a trabajar. Sólo tengo una noche libre, esta noche, así que
tengo que hacer todo el trabajo posible.

Dos noches más tarde, estoy acostada en mi cama, leyendo, cuando suena
mi teléfono. Estoy tan absorta en la historia que no me molesto en mirar la
pantalla, pensando que debe ser una notificación de las redes sociales, pero
entonces, segundos después... vuelve a sonar.
Esta vez, miro el teléfono y veo el nombre de Reed parpadeando en la pantalla.
Dejo el libro a un lado y me incorporo rápidamente. Reed nunca me llama...
como nunca.
—¿Reed? —susurro, con cuidado de no despertar a mi padre, que está al otro
lado de la pared de papel.
—Uh, Holland, hey... —Se interrumpe, y escucho un fuerte golpe en el otro
extremo—. Entonces, ¿podrías venir a mi casa? Como... ¿ahora mismo?
—Es más de medianoche, ¿todo bien? —pregunto vacilante. Aunque ya me
estoy levantando de la cama, deslizando mis pies en mis Vans desgastadas y
tomando mi cárdigan de la percha en la parte trasera de mi puerta.
—Te lo explicaré cuando llegues. ¿De acuerdo? —Suena como si estuviera
corriendo una maratón.
—De acuerdo, llegaré pronto.
Colgamos y me pongo de puntillas por la casa, como si volviera a ser una
adolescente, saliendo a escondidas. Cierro bien la casa y me aseguro de que papá
está profundamente dormido. Debería estar bien durante unos minutos
mientras voy a casa de Reed. Sólo vive a unos minutos de la casa que comparto
con mi padre. Excepto que él vive en la parte elegante de la ciudad. Compruebo
37
mi teléfono y verifico que todas las cámaras interiores y exteriores funcionan
correctamente, y luego cierro el cerrojo de la puerta principal detrás de mí.
Mi coche, un cubo de hojalata oxidado, está en la entrada. Lo nombré
cariñosamente Betty. No es muy atractivo por fuera, ni por dentro, pero al menos
tiene cuatro ruedas y me lleva a donde tengo que ir. He aprendido a apreciar las
cosas pequeñas de la vida.
Durante todo el trayecto hasta la casa de Reed, mi mente va a mil por hora.
Cuando llego a la entrada y estaciono, me doy cuenta de que todas las luces de
la casa parecen estar encendidas.
¿Por qué llama después de medianoche? Después de nuestro... extraño
momento en su casa el otro día, no esperaba volver a verlo tan pronto. Estoy
sorprendida, como mínimo.
Y... estoy nerviosa. Es la primera vez que voy a su casa, sola. Respiro
profundamente para calmarme antes de salir del coche y subir el camino hasta
la puerta principal. Levanto la mano para llamar, pero antes de que pueda
hacerlo, la puerta se abre y Reed está de pie al otro lado.
Rápidamente levanto la vista de sus pies descalzos.
Está de pie frente a mí... sin camiseta. Un pantalón negro de gimnasia le
cuelga de las caderas, dejando ver la profunda V de la que no puedo apartar la
mirada. Sus rizos oscuros están desordenados, como si hubiera pasado los
dedos por ellos un millón de veces. Probablemente por frustración o ansiedad,
como siempre ha hecho. Pero lo que me hace detenerme es la mirada preocupada
de sus ojos oscuros y ambarinos. No es el mismo alegre y juguetón de siempre.
—Eh, ¿hola? —pregunto, con la mano aún suspendida en el aire.
—Pasa —abre la puerta para que entre. Cuando paso junto a él, percibo el
más mínimo olor de su gel de ducha, y casi gimoteo.
Dios, Holland, ¿qué tan patética eres?
—Así que... Lo que voy a contarte es altamente confidencial —empieza en el
momento en que la puerta principal se cierra detrás de mí.
Me acerco al taburete de la barra, junto a su isla de cocina, dejo mi bolso
frente a mí y me deslizo sobre el lujoso taburete de madera.
—De acueeeerdo...
—En serio, Holl, no puede salir de esta habitación. Es importante.
Pongo los ojos en blanco. 38
—Eres tan dramático como Briggs, ¿qué está pasando?
Antes de que pueda responderme, un niño pequeño, quizá de dos o tres años,
viene acampando por el pasillo, agarrando con fuerza un pulpo desgastado a su
cuerpecito.
—¿Papi?
—Dios mío —susurro y me agarro a la encimera para salvar mi vida. Miro a
un lado y a otro al pequeño, que tiene el mismo cabello y los mismos ojos oscuros
que el hombre que está delante de mí, que parece tan asustado como yo.
El labio inferior del niño empieza a temblar.
Miro a Reed.
—¿Tienes... un niño? —exclamo.
Santa. Mierda.
Este es un secreto que creo que ni siquiera yo puedo guardar.

39
Capítulo 5
Reed
Mierda, esto no está yendo como estaba previsto.
Paso mi mano por mi cabello, nervioso, y empiezo a pasearme por la cocina.
—Espera, no, quiero decir... ¿más o menos? No sé, Holl. —Mis palabras salen
apresuradas—. Soy su... tutor. Ahora es mío. Este es Evan.
Se siente como la cosa más extraña del mundo para decir. Hace apenas tres
días, estaba en un bar con una conejita en mi regazo, hablando de lo dulce que
es la vida, y ahora todo mi mundo se ha puesto patas arriba.
Pero sé que no es nada comparado con lo que debe sentir este pequeño.
Holland aparta su mirada con sus ojos muy abiertos, y vuelve a mirar a Evan,
que parece estar a dos segundos de un ataque de nervios. No puedo culparlo;
han sido los dos días más agotadores de mi vida.
Y creo que así es como será en el futuro. Estoy cambiando las noches en el
bar por noches en el sofá, viendo dibujos animados.
Al final, la decisión fue fácil. No podía dejar que el hijo de mi hermana acabara
en una casa de acogida y fuera otro niño perdido en el sistema. No podía
abandonarlo. No lo haría. Él me necesita.
Después de mi discusión con Ma y Em, reservé el siguiente vuelo a Nueva
York, llamé al dueño del equipo, Mark, y a mi entrenador, Rick, y les hice saber
que tendría que faltar a los entrenamientos durante unos días por todo lo que
estaba pasando. Por suerte, lo entendieron y no me dieron ninguna mierda.
Cuando el avión aterrizó en Nueva York, estaba más nervioso de lo que
recordaba en mi vida. Incluso más que en mi primer partido como Avalanche.
Esto era diferente. Una vez que conocí a Evan, supe que la vida no volvería a ser
la misma. ¿Cómo podría? ¿Cómo podría volver a la vida que conocía antes,
40
sabiendo que había un niño pequeño ahí fuera que me necesitaba?
Era algo más que conocer a mi sobrino por primera vez en las peores
circunstancias. De repente tenía el peso del mundo sobre mis hombros. Tantas
cosas que dependían del hecho de que yo fuera su nuevo tutor.
Tenía las palmas de las manos húmedas, el corazón acelerado y parecía que
se me iba a cerrar la garganta de lo ansioso que estaba. Cuando me subí al taxi
para ir a la oficina de Servicios Sociales, casi me convencí a mí mismo de no
hacerlo al menos doce veces. Atravesar las puertas del edificio fue como un
chorro de agua fría.
La realidad de la situación me golpeó. Esto era todo. Iba a conocer a mi
sobrino por primera vez y a llevarlo a casa conmigo, y todo ocurriría en
veinticuatro horas.
Verlo por primera vez no fue nada como para lo que había intentado
prepararme.
Dios, no estaba preparado para que pareciera tan... pequeño.
Aunque sólo había visto a mi hermanastra un par de veces, pude ver lo mucho
que se parecía a ella. Lo que era más chocante es lo mucho que se parecía a mi.
Cabello oscuro, ojos verdes, hoyuelos en las mejillas. No es que me ofreciera ni
siquiera un atisbo de sonrisa cuando lo conocí.
Me miró con los ojos llorosos, agarrando ese viejo pulpo de aspecto raído al
que le faltaba un ojo. Pude ver lo triste que estaba, y mierda, fue como un
puñetazo en el estómago. Este pobre chico. No puedo ni imaginarme lo que ha
pasado a tan corta edad.
Seguro que estaba completamente asustado. Pude sentir los temblores en su
mano cuando tomó la mía.
En ese momento supe que había tomado la decisión correcta. No sentí ni un
ápice de arrepentimiento o duda. Al ver a mi sobrino, me di cuenta de que en
realidad nunca hubo dudas. No habíamos hablado ni una palabra y sentía una
protección hacia él que no podía explicar. Tal vez porque vi mucho de mí en él y
no quería que pase por lo mismo que yo.
Connie, la trabajadora social, se encargó poco después de organizar todo para
que Evan viniera conmigo, y fue un aluvión de papeleo. Firmé tanta mierda que
casi se me cae la mano, todo ello mientras Evan se sentaba tranquilamente a mi
lado en una vieja silla de metal. Todo el proceso parecía totalmente
transaccional; sólo hay que firmar aquí en la línea de puntos y de repente tienes
un hijo que cuidar. Una firma y un sello. De repente lo sentí aún más por los
niños que no tenían otra opción que ser colocados en el sistema de acogida. 41
Hicimos la comprobación de mis antecedentes y las huellas dactilares, y me
dijo que alguien de mi estado vendría en las próximas doce horas para una
comprobación de emergencia del hogar, y eso fue todo.
Era oficialmente el tutor de un niño de tres años cuyos padres acababan de
ser asesinados.
Simplemente. Así.
Nos registramos en un hotel de cinco estrellas cerca de Times Square, y en
cuanto entramos en la habitación y él se tumbó en la cama, se durmió.
Yo no. Estoy bastante seguro de que no pegué un ojo en toda la noche. En
cambio, lo observé mientras dormía para asegurarme de que estaba... ya sabes,
respirando. Mierda, no lo sabía. Era nuevo en esto y tenía miedo de estropearlo
todo.
No me había dicho más que unas pocas palabras, además de zumo, comida...
mierdas así. Y por suerte, sabía cómo cambiar un pañal gracias a Ari y Ken, o
habría estado realmente jodido. Volamos la corta distancia a casa con su palma
pegajosa agarrando la mía.
Todo esto fue tan malditamente surrealista.
Han pasado veinticuatro horas y lo estamos logrando. Es tímido conmigo, lo
cual es de esperar, y lo hago lo mejor que puedo. Excepto esta noche, que se ha
despertado con lo que supongo que son terrores nocturnos porque se queda
dormido, sólo para despertarse gritando. Los dos estamos agotados, pero no sé
qué hacer. Ma y Em no contestaron las diecisiete veces que las llamé, pero
imagínate, la vez que necesito ayuda en serio. Luego, Liam no contestó, y yo
estaba enloqueciendo. Así que... llamé a Holland. La única otra persona en la
que confío que podría tener una idea de qué hacer.
—Reed... —Holland dice con cautela. Baja del taburete y se acerca lentamente
a Evan. A juzgar por su agarre mortal del pulpo, lo está pasando mal.
—Mi hermana... Amelia. Mi hermanastra. Ella y su marido murieron en un
robo que salió mal en Nueva York. Robert tiene cáncer y no puede cuidarlo, así
que... Yo era el siguiente en la línea para la tutela. O lo acogía yo, o él iba a un
hogar de acogida. Holland, no podía dejar que el niño se convirtiera en un pupilo
del estado. —Bajo la voz y maldigo—. Mierda, no sé lo que estoy haciendo. Las
escasas cosas que sé no son suficientes para ser un... padre soltero.
Las palabras se sienten extrañas en mi lengua.
Los ojos cautelosos de Holland se suavizan en algo diferente. Un parpadeo de
simpatía. Se sienta frente a Evan y su larga melena rubia se balancea al hacerlo.
42
—Hola Evan. Me llamo Holland. ¿Ese es tu pulpo? —Ella señala con la cabeza
al animal de peluche que tiene en sus brazos.
Evan mira hacia abajo y de nuevo a Holland y asiente ligeramente.
—Me encanta —ella sonríe ampliamente—. ¿Cómo se llama?
—Pickles.
Suelto una risa baja y Evan me lanza una mirada de muerte, así que la
escondo inmediatamente.
Mierda. Este chico es un tipo duro.
—Sabes que cuando tenía tu edad, solía tener un mono de peluche llamado
Arthur que llevaba a todas partes. Me hacía sentir muy valiente. Nunca tenía
miedo cuando él estaba cerca.
Evan arrastra sus ojos hacia los de ella y solloza. Sus piececitos se mueven
de un lado a otro mientras se frota con la otra mano los ojos ya enrojecidos e
hinchados de lágrimas.
—Creo que está teniendo pesadillas... Intenté calmarlo, pero él... no lo está
consiguiendo. No sabía qué hacer —digo en voz baja.
Holland asiente con la cabeza.
—Evan, ¿qué te parece si ponemos una caricatura y nos quedamos un rato
con Pickles? ¿Te parece bien?
Ella le extiende la mano para que la tome y él la mira, obviamente intentando
decidir si es una apuesta segura o no, y finalmente desliza su pequeña mano en
la de ella.
Exhalo con alivio.
Los dos se acercan al sofá y le paso a Holland el mando a distancia. Ella pone
algo sobre un bebé tiburón que tiene demasiada música para mí, pero Evan
finalmente se relaja en el sofá. Por primera vez desde que entró, parece que está...
bien.
Esto no puede ser fácil para él; no puedo imaginar lo mucho que echa de
menos a sus padres, aunque probablemente no entienda del todo lo que está
pasando.
Me acerco a la barra y compruebo mi correo electrónico, respondiendo a unos
cuantos avales que tengo pendientes, y les mando un mensaje a mi entrenador

43
y al dueño con una actualización. Tengo que volver a los entrenamientos, pero
no puedo dejarlo.
No después de todo lo que ha pasado en los últimos días.
Mis ojos se dirigen de nuevo a Holland; está subiendo la manta por el pecho
de Evan y levantándose con cuidado del sofá. Él sigue sujetando su mano y eso
me provoca una extraña sensación en el pecho.
Mierda, esto está tan por encima de mí.
Con cuidado, deshace su apretado agarre, vuelve a colocar su pequeña mano
en el pecho y se levanta, caminando hacia donde estoy de pie junto a la isla.
—Vaya. —Ella respira mientras se desliza de nuevo en su lugar en el taburete
de la barra—. Puedo decir honestamente que esto era lo último que esperaba
cuando llamaste.
—Sí, sucedió tan rápido que apenas tuve tiempo de procesarlo. Diablos,
todavía estoy en shock. Luego estaba llorando en su sueño y yo sólo... Traté de
llamar a Em y Ma, pero aparentemente, duermen como los muertos.
Holland asiente.
—Creo que Em estaba tomando alguna medicina para dormir antes. Con todo
lo que está pasando, dijo que iba a acostarse temprano esta noche y tratar de
recuperar el sueño. Los exámenes acaban de terminar.
—Tengo miedo de arruinar esto —murmuro.
—Los niños son resistentes, Reed. Te sorprendería. Estoy segura de que echa
de menos a sus padres y el cambio será duro para él, pero tú serás increíble. Lo
sé. Entiendo que probablemente sea aterrador y abrumador estar en tu lugar
ahora mismo, pero no tengo ninguna duda de que todo saldrá exactamente como
debería.
No me fiaba de ello, ni lo más mínimo, pero maldición, sé que intentaré ser
todo lo que pueda para él. Que Holland tenga tanta fe en mí... se siente como el
mejor cumplido del mundo.
—Creo que sólo tenemos que conocernos. Ahora mismo, somos extraños. Ni
siquiera me conoce y lo he sacado del único hogar que conoce.
Sus cejas se fruncen y se queda en silencio por un momento, pensando en
las cosas.
—¿Sabes qué podría ayudar? Hacer un espacio que sea suyo. Por ejemplo,
hacer una habitación donde se sienta cómodo y a gusto en su nuevo entorno.
Tal vez hablar con la trabajadora social y ver cómo era su habitación en casa. Y
tratar de hacer una versión similar aquí.
Mierda, es una buena idea.
—Eres un regalo del cielo, Holland.
44
Un rubor rosado inunda sus mejillas y pone los ojos en blanco.
—Hice un curso de desarrollo infantil como optativo, al menos aprendí un
poco para aplicarlo a la vida real.
—Pues se nota. Eres genial con él.
Son comentarios como ese y su inquebrantable confianza en mí los que hacen
que sea aún más difícil dejar de pensar en ella. Sinceramente, desde la otra
noche, cuando la recogí a ella y a Em en la casa de la hermandad, no he podido
dejar de pensar en ella.
Al igual que ahora, la forma en que está de pie frente a mí, jugueteando
tímidamente con los botones de su cardigan, es hermosa. Sin esfuerzo.
Me pica la mano para recorrer las amplias curvas de sus caderas. Holland no
es delgada ni mucho menos, y sé que, por haberla tenido en mi casa las
veinticuatro horas del día desde que éramos niños, siempre ha estado
acomplejada por su peso.
Cuando estaba en primer año, le rompí la nariz a un chico porque la llamó
vaca. No había nada remotamente poco atractivo en su cuerpo. Ni lo más
mínimo. Es un puto bombón, y supongo que nunca me permití un segundo
vistazo a ella desde que es la mejor amiga de Emery, pero ahora, parece que no
puedo dejar de mirarla.
Lleva un par de pantalones de yoga que se abren a sus caderas y abrazan sus
amplias curvas. Estoy cautivado, y necesito aclarar mi mente.
—¿Reed?
Mis ojos se arrastran hasta los suyos, y me mira con curiosidad.
Atrapado.
—¿Sí?
—¿Te he preguntado si ya has pensado en un plan? ¿Dónde va a ir Evan a la
escuela?
Los pensamientos que definitivamente no debería tener se desvanecen con su
pregunta.
—Mierda —hago una pausa, arrastrando las manos por mi cabello y por mi
rostro y la barba—. No sé qué voy a hacer, Holland. El hockey es mi trabajo.
Tengo que volver al hielo, pero no puedo dejarlo aquí mientras estoy de viaje
durante seis meses al año. El chico ha pasado por el infierno y ha vuelto.
Probablemente esté traumatizado a estas alturas. Imagínate que alguien nuevo,
alguien diferente, de nuevo, llega y le desbarata el mundo. Necesito construir
45
una relación con él, un vínculo con él. Es lo más importante. —Me acerco a la
nevera y saco un agua para cada uno y pongo una delante de ella—. Ojalá
hubiera un manual para esta mierda. Un manual fácil que me dijera
exactamente qué hacer.
—Estoy segura de que todos los padres desean eso. Creo que tienes un
sistema de apoyo impresionante, y sabes de niños. Aunque no sea criando uno
a tiempo completo tú solo, tienes mucha práctica con Ari y Kennedy.
Asiento. Mierda, tiene razón. Pero ahora mismo no lo siento así. Se siente
abrumador y agotador, y como si cada movimiento que hago fuera el equivocado.
Holland extiende su mano sobre la mía en la barra.
—No seas tan duro contigo mismo. Confía en tu instinto.
Su teléfono vibra, lo saca del bolso y murmura una maldición.
—Lo siento, Reed, tengo que irme. Creo que mi padre se ha levantado. La
cámara está sonando.
—Vete, ya has hecho más que suficiente aquí. Gracias. Por esta noche.
—No tienes que agradecerme, Reed. Él sólo... necesita alguien que lo ame en
este momento. Puede que no entienda del todo lo que está pasando, pero sabe
que ha tenido que dejar su casa y que no ha visto a sus padres. Va a ser mucho
aprendizaje y mucha curación. Para los dos. —Baja de un salto del taburete y
toma su bolso, echándoselo al hombro.
—Ten cuidado. Mañana iré a ver la caldera. Hablé con Em y me dijo que tenías
problemas con eso. Ella y mamá quieren llevar a Evan a comprar ropa y pasar
tiempo con él, así que tendré unas horas libres para pasarme por allí.
—No, Reed, tienes demasiadas cosas que hacer. No pasa nada. Puedo llamar
a alguien.
—Me pasaré por allí. Es lo menos que puedo hacer. Te veo mañana, ¿de
acuerdo?
La acompaño a la puerta y sale en cuanto la abro.
—Adiós Reed.
Sus ojos claros, del color del océano, brillan en el pálido resplandor de la
noche, y me dedica una tímida sonrisa antes de saludar con la mano y subir a
su coche.

46
Cuando traje a Evan a casa esta noche, no sabía qué esperar. Diablos, todavía
no lo sé. Pero después de la conversación con Holland y de escuchar su confianza
en mí, siento que puedo manejar esto. No será fácil, pero nunca he sido alguien
que se rinda cuando las cosas se ponen difíciles.
Es lo único que aprendí del hombre que no me crió.

47
Capítulo 6
Holland
Han pasado menos de veinticuatro horas desde que vi a Reed y, aun así, mi
estómago se revuelve y se hunde cuando escucho sonar el timbre.
Cada vez que me sorprendo a mí misma pensando en él, se me forma un
sentimiento de culpa en la boca del estómago. No sólo porque siento que estoy
traicionando a Emery, sino porque me siento egoísta al permitirme sentir esto
por él, aunque sea en secreto.
No quiero poner en peligro mi relación con Em, así que por lo tanto, el
enamoramiento secreto de Reed que he estado albergando seguirá siendo sólo
eso. Un secreto.
Papá levanta la vista de su sillón en el salón cuando paso por delante para
abrir la puerta. Me dedica una pequeña sonrisa y recuerdo por qué trabajo tanto.
Por él.
Abro la puerta y Reed está allí sonriendo, encantador y brillante. Hoy va
informal, con unos vaqueros, una camiseta blanca desgastada y unas zapatillas
de deporte que parece que tiene desde hace una década. Me recuerda a los días
en que éramos más jóvenes y siempre estaba fuera, en el hielo, jugando al hockey
con sus amigos.
—Buenos días —dice.
—Buenos días. —Abro más la puerta y le hago un gesto para que entre.
Cuando entra en el vestíbulo, mira a su alrededor.
—Vaya, este lugar no ha cambiado nada desde que éramos niños.
—Sí, intento que las cosas le resulten familiares a papá.
48
Asiente con la cabeza, entendiendo lo que digo sin tener que decirlo. La
demencia de papá ha dado un giro en los últimos años, y cada día que lo tengo,
que lo tengo de verdad, es un día que aprecio.
Puede que Reed esté de viaje seis meses al año, pero él y mi padre siempre
han tenido una relación amistosa. Hemos vivido al lado de los Davidson durante
más de la mitad de mi vida. Cada vez que se les rompía el cortacésped y Reed
pataleaba y maldecía después de intentar que volviera a funcionar, mi padre iba
y lo ayudaba. Cuando papá necesitaba ayuda para pintar el garaje, Reed se
pasaba todo el día pintando con él y nunca se quejó ni esperó nada a cambio.
Cada vez que papá necesitaba ayuda con el barco que adoraba, cuando éramos
más jóvenes, Reed venía y se pasaba el día en el taller trabajando con él.
Reed entra en el salón y su rostro se suaviza cuando ve a papá en el sillón
reclinable.
—Hola, viejo.
Papá levanta la vista y sus ojos se iluminan en cuanto ve a Reed. Está
teniendo una buena mañana; debe reconocerlo.
—Ah, ahora eres un jugador de hockey de primera. ¿Crees que eres
demasiado bueno para venir a visitar a este viejo?
Papá intenta levantarse del sillón reclinable, pero le tiemblan las piernas y
tiene dificultades. Reed interviene inmediatamente y le ofrece su brazo. Lo
levanta de la silla sin esfuerzo, de modo que papá puede ponerse de frente a él y
estrecharle la mano.
Mis ojos se llenan rápidamente de lágrimas y las quito rápidamente. No quiero
que Reed lo vea. Verlo tratar a mi padre con tanto respeto y amor me hace sentir
algo en el corazón. Me hace doler el corazón de la misma manera porque mi
padre se está perdiendo más y más cada día, y no hay nada que pueda hacer
para detenerlo. Nada que pueda hacer para disminuir el dolor de su vida que se
desvanece. Para ayudarlo a ser la persona que siempre ha sido y no sentirse
menos hombre. Apenas puedo soportar el dolor en mi pecho en sus días malos.
Los días en que me olvida o me llama por el nombre de mi madre. Es difícil,
y es aún más duro saber que no puedo hacer nada, que tengo que sentarme a
ver cómo pasa sin poder cambiarlo.
—No, nunca. Sabes lo mucho que me gusta compartir una cerveza. He venido
a arreglar la caldera, se ha portado mal con Holland.
—Esa maldita cosa, es tan vieja como ella. He querido reemplazarlo, pero he
estado muy ocupado en el Molino. 49
Me quedo inmóvil. Oh, papá.
Reed no se salta nada; sólo le da una palmadita en la espalda a papá.
—Cuídate, ¿de acuerdo? Ven a casa de mamá si necesitas ayuda con el barco,
¿de acuerdo?
Papá sonríe y vuelve a darle la mano.
—No seas un extraño, ¿estás aquí? Te echo de menos, chico.
Sólo entonces dejo que las lágrimas caigan calientes y pesadas por mis
mejillas; salgo del vestíbulo y me dirijo a la cocina para tener un momento de
compostura. No imaginé una situación como ésta cuando Reed dijo que vendría
a arreglar la caldera, y no estoy emocionalmente preparada para ello.
—¿Holland? —La voz de Reed, profunda y ronca, viene de la entrada de la
cocina, y me quito unas cuantas lágrimas perdidas y me giro hacia él,
dedicándole una sonrisa acuosa.
—Lo siento, yo sólo... —Me interrumpe y se acerca, atrayéndome a sus brazos.
Me toma desprevenida. La comodidad, la cercanía, todo ello. He crecido con
Reed, pero no hemos pasado mucho tiempo tocándonos. Es exactamente lo que
necesitaba en este momento pero que nunca habría pedido.
Cierro los ojos con fuerza y me muerdo el labio hasta sentir el sabor metálico
de la sangre mientras intento contener un mar de lágrimas. La mano de Reed
me acaricia la nuca mientras suelto un pequeño gemido.
—No te disculpes por sentir, Holland. Sé que es duro y que lo haces tú sola.
Asiento contra su abrazo.
—Gracias. —Me retiro y lo miro.
Sus labios se estiran en una pequeña sonrisa mientras me suelta.
—Tienes razón, sin embargo, está frío como la mierda aquí. ¿Por qué
demonios no has llamado a alguien antes?.
Me encojo de hombros y empiezo a caminar hacia el sótano. Reed me sigue
de cerca, tan cerca que puedo sentir el calor que irradia su cuerpo. Supongo que
me he acostumbrado al frío sin darme cuenta.
—No hace tanto frío.
Pero a cada paso que damos hacia el sótano, más frío hace. Para cuando
hemos llegado al último, puedo ver mi aliento delante de mí.
Tal vez hace un poco más de frío de lo que pensaba. 50
—Holland —dice Reed con severidad, sacudiendo la cabeza.
—¿Qué? He estado usando calentadores en la casa.
Pasa por delante de mí hacia la caldera y toma la bolsa de herramientas de
papá que está sobre la mesa. Sacude la cabeza una vez más antes de meterse
debajo del horno y empezar a trabajar. Aprovecho para subirme a la mesa y
observar.
Cada vez que levanta la llave inglesa, su camisa blanca se levanta ligeramente
y deja ver el ligero vello disperso por encima de la cintura de sus vaqueros.
Uf. De todas las personas con las que estar obsesionada, ¿por qué tiene que
ser el hermano de mi mejor amiga? La única persona en el mundo que nunca
podré tener.
Después de unos minutos de chirridos y maldiciones, Reed se sienta. La
caldera está encendida, pero hace unos ruidos espantosos. El estante de madera
sobre Reed vibra cada vez que la máquina gime.
—Esta cosa está jodida. Y aunque no sonara tan condenadamente horrible,
no creo que pasara la inspección. —Justo cuando dice esas palabras, la caldera
gruñe y chisporrotea, haciéndose cada vez más fuerte a cada segundo.
—Uh, creo que debemos apagarlo, Reed.
Antes de que pueda levantarse del suelo, la estantería que hay encima de la
caldera, que está llena hasta los topes de libros que no cabían en mis estanterías
de arriba, se resquebraja, y casi a cámara lenta, se cae encima de Reed.
—Oh, Dios mío —grito, bajando de un salto de mi posición sobre la mesa.
—Uf. —Reed gime, quitándose los libros—. Maldita sea.
Me acerco a él y empiezo a quitarle los libros viejos y desgastados hasta que
puedo verlo y asegurarme de que no está realmente herido.
—Mierda, ¿estás bien? —chillo, asustada.
Mis manos lo palpan por todas partes para asegurarse de que no hay nada
roto ni ningún signo de traumatismo visible. Se deslizan por los duros planos de
sus pectorales, por sus abdominales duros como piedras e incluso por sus
muslos.
Genial, eso es todo lo que necesito. Lesionar al mejor pívot de toda la NHL y
que el mundo del deporte me odie por ser la responsable. También es imposible
no asustarse de que mis manos estén sobre él; es decir, podría estar lesionado y
yo aquí pensando en lo duros que son sus músculos.
—Holland. —Vuelve a gemir, sólo que esta vez suena más profundo, más
áspero. Sus ojos están cerrados con fuerza y su respiración es agitada.
51
—¿Te has roto la pierna, o las manos? Oh Dios, ¿todavía puedes caminar? —
Lloro. Mis manos vuelven a recorrer su cuerpo, buscando cualquier tipo de
lesión. No encuentro nada más que músculos duros e inamovibles.
—Detente.
Me paralizo, inmediatamente.
Reed se levanta sobre los codos y me mira.
—No voy a estar bien si sigues tocándome.
Santa Mierda. Mis ojos bajan hasta donde se está ajustando y luego vuelven
a subir a su rostro. Oh Dios, Reed se estaba excitando con mis manos sobre él.
Jesús, Holland, tus manos están prácticamente sobre su polla.
Se las quito rápidamente y murmuro:
—Lo siento.
Pero no lo siento, en absoluto. Bueno, tal vez un poco, porque ahora estoy
avergonzada. Me arden las mejillas.
—Estoy bastante seguro de que tú precioso Orgullo y Prejuicio no me ha
llegado a la polla por medio centímetro. —Levanta el libro que tenía sobre su
estómago.
Con eso, echo la cabeza hacia atrás y suelto una carcajada fuerte,
completamente sin gracia, que incluye resoplidos y lágrimas. Me derrumbo de
rodillas hacia un lado, agarrándome el estómago, pensando en Reed Davidson
herido por una novela clásica.
—Oh Dios, eso es lo más gracioso que he oído nunca —ronco
—¿Sí? ¿Crees que es gracioso que casi pierda la polla por un libro, Holland?
—Hay un tono juguetón en su tono, pero sus palabras tienen el efecto contrario.
Y es entonces cuando me doy cuenta de lo cerca que estamos. En algún lugar
del desorden, nos hemos acercado tanto que puedo sentir su respiración agitada,
no sé si por la caída de la estantería o porque está sintiendo lo mismo que yo.
Sus profundos ojos castaños se clavan en los míos, y de repente me siento
expuesta.
Abierta. Cruda.
Expuesta a Reed Davidson.
—Holland —susurra mi nombre con dificultad y, por primera vez, creo que
puede sentir lo mismo que yo. Puedo oír el tono torturado de su voz. La misma
vacilación que siento, pero que desearía que no estuviera presente; la misma
52
forma en que quiero que me bese, pero él sabe que no puede.
Que no podemos.
Meto un mechón de cabello suelto detrás de la oreja y miro hacia otro lado,
la intensidad de su mirada me quema directamente hasta el fondo.
—Mierda eres hermosa.
El corazón empieza a acelerarse en mi pecho, insegura de lo que está
pasando, pero demasiado egoísta para detenerlo. Sus palabras me hacen
temblar, un delicioso fuego que parece empezar en mi estómago y arder hasta el
punto sensible entre mis muslos.
Se acerca y no me aparto. Simplemente, aspiro a un grito ahogado.
Ring, Ring, Ring
Suena su teléfono, lo que hace que los dos demos un salto y se rompa el
hechizo en el que estábamos inmersos.
—Mierda. —Se aclara la garganta y luego maldice antes de sacarlo del bolsillo,
pasar el dedo y contestar. Me entretengo recogiendo los libros que le rodean
mientras habla.
—Hola Ma. Sí, terminando aquí y luego me iré. Lo sé. Sí. Sí. Ma... sí.
Termina la llamada y la guarda en su bolsillo. Tan rápido como empieza la
conversación, se acaba, dejándonos a los dos en un tenso e inexplorado silencio.
¿Qué pasa ahora?
—Necesitas una nueva caldera, Holl. Esta mierda no es segura, y no puedes
hacerla funcionar. Alguien tendría que venir, inspeccionar las líneas de gas,
asegurarse de que todo funciona correctamente, por no hablar de reemplazar la
maldita caldera.
—Yo... nosotros... No es posible ahora mismo, Reed —susurro, sintiendo mis
mejillas encendidas por la vergüenza.
Odio la cruda vulnerabilidad que siento al exponer lo mal que está nuestra
situación económica. Es vergonzoso. Pero es la verdad. La respuesta simple es
que no podemos permitirnos miles de dólares en una caldera, y el seguro no va
a cubrir el desgaste manual. Hace tiempo que necesitamos reemplazarla, pero
nunca tuvimos los fondos para hacerlo.
—¿Qué pasa? ¿Está todo bien?
Desvío la mirada, incapaz de encontrar su mirada.
—No nos lo podemos permitir. Tengo ahorros, pero no son suficientes.
Tendremos que arreglárnoslas.
53
—Yo lo pagaré todo.
Al girar la cabeza hacia él, me quedo boquiabierta. ¿Qué?
Obviamente se golpeó la cabeza cuando se cayó la estantería. Esa es la única
razón por la que diría algo tan absurdo.
—Por supuesto que no. Me ocuparé de ello. Los calentadores estarán bien por
ahora.
—Holland, tengo el dinero. Tengo mucho. No podré dormir por la noche
sabiendo que estás sola en esta casa helada —sacude la cabeza—. Por favor,
déjame hacer esto.
—No —sacudo la cabeza con vehemencia y me levanto del frío suelo—. Te dije
que me encargaría y lo haré. Tomaré algunos turnos más en la biblioteca cuando
no esté haciendo mis clases online.
Reed se levanta bruscamente y me mira. Se pasa la mano por la barba antes
de empezar a pasear de un lado a otro por el suelo del sótano.
—Escucha... Tengo una idea. Puede que sea una puta locura, pero creo... creo
que funcionaría.
—De acuerdo.
—¿Y si... y si te vienes de viaje conmigo? Sólo escúchame —hace una pausa,
levantando las manos—. Sólo para vigilar a Evan mientras estoy en el
entrenamiento o tengo un partido. Te conseguiré entradas para todos los
partidos, así que en realidad sólo tendrías que traerlo.
—Eso es una locura, Reed. No te inventes una locura sólo para comprarme
una caldera nueva. Puedo imaginar...
Me interrumpe.
—Sólo escucha. No me lo estoy inventando y además me beneficia. Lo digo
egoístamente. Te pagaré un salario. Uno ridículamente grande. Y antes de que
digas nada, me estarías ayudando más de lo que crees, Holland. No puedo dejarlo
con un extraño que no conozco, y ni siquiera estoy considerando la idea de
dejarlo atrás. Tus clases son online... así que no interferiría, ¿verdad?
No lo haría... pero... No puedo ir con Reed. En la carretera. Durante toda una
temporada de hockey.
¿Podría?

54
—Sólo piénsalo. De esta manera, puedes ganar una cantidad decente de
dinero, ahorrar, y me estarías salvando el culo diez veces. Es sólo durante los
entrenamientos y los partidos, y te reservaré una habitación. Sé que tu padre
tiene a Mona, pero también pagaré una enfermera nocturna. El mejor cuidado
que el dinero puede comprar.
La enfermera de papá, Mona, probablemente estaría bien quedándose con él
los días que yo no estuviera.
—Y deja todo eso a un lado, de acuerdo. Mira, Evan acaba de conocerte y ya
le gustas, diablos, probablemente más que yo. Obviamente confía en ti, y se
siente cómodo contigo y... ¿ahora mismo? Eso lo es todo para él. Y para mí. No
soy sólo yo quien te necesita... Es Evan también.
Oh Dios, ¿estoy considerando esto seriamente? Está tirando directamente de
las cuerdas de mi corazón al mencionar a Evan y el hecho de que me necesita.
Sin embargo, Reed tiene razón en todo esto. Necesito poder arreglar esta
estúpida caldera y todas las demás cosas que se están cayendo a pedazos por
aquí, y por no mencionar, ahorrar para la próxima emergencia, para no tener
que estresarme por ello.
—Es una idea terrible —murmuro.
Se acerca a mí, sin llegar a tocarme, pero casi.
—Por favor, Holland. Soy yo, Reed Davidson, la estrella de hockey más sexy
que jamás conocerás, y te lo ruego. Te necesito. Te prometo que valdrá la pena.
Esto resuelve mis problemas, y los tuyos. ¿Qué daño puede hacer? Sólo... dame
la temporada de hockey. Es todo lo que necesito, y luego encontraré a alguien
más. Seis meses.
Cuando lo dice así... tiene razón.
¿Qué tenía que perder?
—Trato.
Las palabras salen de mi boca antes de que pueda convencerme de lo
contrario.

55
Capítulo 7
Reed
—Eso fue un golpe bajo, imbécil. —Gruño, usando el dorso de mi guante
para limpiar el sudor de mi frente—Entonces pasa el maldito disco. —Ledger
sonríe.
Mierda, se siente bien volver al hielo. El único lugar en el que parece que no
la cago. Cuando mi hoja golpea el hielo, es como si todo se desvaneciera. Me
siento en la cima del maldito mundo, y es una sensación que nunca dejaré de
perseguir. El subidón que me da el hockey.
Los últimos días han sido un torbellino, y todavía no puedo creer que Holland
vaya a venir conmigo. O el casi beso que ocurrió. ¿Fue un poco loco? Sí.
Probablemente sea una mala idea estar tan cerca de la chica que de repente me
pone la polla dura sólo con abrir la boca... abso lutamente, pero ya está hecho.
No podía dejar a Evan en casa con un desconocido, y ni siquiera iba a
contemplar la idea. No después de que Holland aceptara ayudarme. Tal vez el
próximo año, cuando esté más cómodo conmigo en general.
Las cosas están un poco inestables. Él está indeciso conmigo, y todavía está
tratando de entender lo que está pasando, pero estoy haciendo lo mejor que
puedo. Ninguno de los dos sabemos lo que estamos haciendo,
Pero de alguna manera... Lo estamos haciendo juntos.
—Davidson, ¿vas a jugar al puto hockey o vas a soñar despierto? —grita el
entrenador, sacándome de mis pensamientos.
Mierda. Tengo que sacarme la cabeza del culo. Vuelvo a patinar hacia el
centro y hago girar el disco alrededor del extremo de mi palo.
El resto del entrenamiento pasa volando. Ser el centro del mejor equipo de
hockey del país significa que este es mi puto espectáculo. No hay lugar para joder 56
o para errores. Mi trabajo es marcar, y asegurarme de que nos llevamos a casa
la copa este año. El hockey es mi vida, y aunque mi mundo acaba de ser puesto
al revés, es mi constante. Como siempre lo ha sido.
Salgo del hielo y me arranco los guantes, arrojándolos al banco del palco.
Nos vamos mañana y eso significa que los próximos tres días los pasaremos
con Evan y Holland. He reservado una habitación separada para Holland y una
suite, para que Evan tenga su propio espacio, pero joder, me pone nervioso estar
solo... con Holland. Porque quiero estar a solas con Holland, y las cosas que
quiero hacer con ella son cosas que nunca pueden suceder.
—¿Qué te pasa esta noche? —pregunta Hudson. Es nuestro portero, y uno
de mis mejores amigos. La mayoría de nosotros nos llevamos bastante bien, pero
soy el más cercano a Graham, Briggs, Hudson y Asher. Menos Liam, pero ahora
es entrenador de un equipo de secundaria, así que no lo veo tanto como cuando
entrenaba a los Avalanche.
Briggs sale de las duchas con una toalla alrededor de las caderas.
—Tu cabeza no estaba allí esta noche. Me sorprende que el entrenador no te
haya hecho hacer ejercicios.
—Maldicón tengo tanta mierda en marcha —digo mientras saco una camiseta
nueva de mi bolsa—. ¿Conoces a Holland? La amiga de Emery. ¿La que ha vivido
junto a mamá desde que éramos niños?
Briggs asiente.
—Le pedí que viniera de viaje y ayudara a Evan durante los partidos y los
entrenamientos.
—De acuerdo, ¿y?
Hago una pausa, pasándome las manos por el cabello.
—Realmente nunca me fijé en ella hasta hace poco. Como si realmente la
hubiera notado. Es preciosa y no confío en mi polla cuando está cerca de ella.
Me siento culpable por siquiera pensar en ello, y mucho más por estar tan
afectado por ella.
—Amigo, Emery literalmente te rompería las extremidades. Ella es así de rara.
Es la mejor amiga de tu hermana pequeña, si hay alguien que está fuera de tus
límites, es ella. No vayas por ahí —murmura Graham—. Ni siquiera conozco a
Emery tan bien y sé que es un metro y medio de pura violencia. —Se estremece.
Cerrando de golpe mi taquilla, me subo la mochila al hombro y agarro mi
bastón. 57
—No es así. El puto problema es que yo lo sé, pero mi polla no se ha
enterado… —Me detengo—. Es que... no sé, es diferente. Sé que no debería, lo
sé, joder, pero eso no significa que no lo sea.
—Sabes que Em te cortará la polla.
Tiene razón. Emery perdería la cabeza si pensara que hay algo sospechoso
entre Holland y yo. No es que lo haya, pero he visto cómo Holland se sonroja
profusamente cuando me burlo de ella, o se inclina lo más mínimo cada vez que
estoy cerca. Después del otro día en su casa, en el sótano, cuando casi cedí y la
besé hasta la saciedad, lo último que necesito es ponerme en la situación de
estar a solas con ella.
Esto es una mala idea. Lo sé, Briggs lo sabe, diablos, cualquiera que conozca
a mi hermana y el pequeño terror que es... lo sabe.
No es que mi vida no fuera ya una mierda total y tan complicada como podría
ser, heredando al hijo de mi hermana muerta, a quien nunca he conocido y que
no quiso tener absolutamente nada que ver conmigo. Además, me gusta la mejor
amiga de mi hermana.
Gimoteo y miro al techo.
—Estoy completamente jodido.

Después del entrenamiento, me dirijo a casa y entro por la puerta justo


después de las nueve. Esta noche ha sido especialmente agotadora, ya que me
he tomado unos días libres para estar con Evan. Tan pronto como cierro la
puerta detrás de mí, Emery rebota en la entrada, demasiado jodidamente
hiperactiva.
—Mierda. —Me río y me agarro a la pared para mantenerme en pie.
—Evan y yo tuvimos una guerra de pistolas Nerf. Fue increíble. —Chilla. Está
sonriendo de oreja a oreja, y mentiría si dijera que no me alegro muchísimo de
verla tan feliz. Hacía mucho tiempo que no veía a mi hermana sonreír así. ¿Y el
hecho de que sea Evan quien la haga sonreír?
Es la cereza del pastel.
Sonrío, tiro el bolso al suelo y me quito los zapatos. 58
—Apuesto a que te ha dado una paliza, ¿eh?
Pone los ojos en blanco y corre hacia el sofá, donde se acuesta.
—Lo dejé ganar. Fue muy divertido, Reed. En serio, me lo pasé en grande. Se
reía mucho.
—Es un gran chico. Odio que esté pasando por tanto. No puedo imaginarme
perder a mamá.
Emery asiente.
—Me he enterado de que Holl irá de viaje contigo. Será mejor que no seas un
imbécil con ella. —Su expresión es de piedra, y casi me río.
Emery es pequeña, cinco años más joven, y pesa un tercio de lo que yo, pero
si soy sincero, mi hermanita es una rompepelotas, y no dudará en darme una
paliza, especialmente cuando se trata de su mejor amiga. Cruza los brazos sobre
el pecho y estrecha los ojos hacia mí.
Mis ojos se entrecierran, ofendidos.
—Soy el hermano más bueno que tienes, Emery.
Una almohada arrojada sale volando hacia mi cabeza.
—Eres el único hermano que tengo, imbécil. Lo digo en serio. Nada de mierdas
raras de Reed, y sé un caballero.
—¿Por qué el tercer grado, Em? Nos estamos ayudando mutuamente. No lo
conviertas en algo que no es. Incluso mientras lo digo, las palabras se sienten
amargas en mi lengua. La verdad es que quiero a Holland y desearía que no
hubiera todos los obstáculos del maldito mundo en mi camino.
Emery se levanta del sofá y se acerca a mí.
—Reed, ella es la persona más importante de mi vida. No quiero que pase algo
y que la pierda. Todo lo que tengo eres tú, mamá y Holland.
El sentimiento de culpa se apodera de mí.
—Mira, hermanita, todo está bien. No tienes que preocuparte. Me comportaré
lo mejor posible. Ahora, tengo que levantarme al amanecer para salir. Mándame
un mensaje cuando llegues a casa. Y no lo olvides.
Parece que tiene algo más que decir, pero asiente y toma su bolso de la mesa
auxiliar.
—Te quiero, imbécil.
—Te quiero, mocosa.
La puerta de entrada se cierra silenciosamente tras ella; segundos después, 59
escucho el sonido de su motor arrancando y luego cómo se aleja.
Las cosas están a punto de complicarse aún más, pero ¿qué es la vida sin un
poco de complicación?
O al menos eso es lo que me digo a mí mismo.

60
Capítulo 8
Reed
—Vaya, esto es increíble. —Holland suspira mientras contempla Boston. Es
precioso por la noche, especialmente el centro, pero la belleza que estoy viendo
no tiene nada que ver con la ciudad—. Nunca he salido de Chicago.
Su confesión me sorprende. Las luces de la ciudad parecen brillar en sus ojos,
y durante todo el trayecto apenas aparta la vista del paisaje.
—¿De verdad? —pregunto. Estamos sentados en el asiento trasero de un
Uber, acabamos de bajar del avión y nos dirigimos a nuestro hotel, que está
cerca del estadio. Es nuestra primera noche juntos en la carretera, y Evan no ha
podido quedarse quieto en toda la noche.
—¡Coche, rápido! Rápido —grita. Es lo más fuerte que lo he escuchado hablar
desde que vino a vivir conmigo. Es la primera vez que le veo salir de su caparazón
y puedes llamarme maricón, pero hace que se me apriete el corazón.
—El coche es rápido, amigo —le digo a Evan.
Holland le revuelve el cabello antes de hablar:
—Nunca hemos tenido dinero para viajar. Además, he estado trabajando y
estudiando de sol a sol desde que tenía como dieciséis años. —Se ríe, tratando
de quitarle importancia a lo que ha dicho, pero me siento como un completo
imbécil. Nunca me di cuenta de que Holland y su padre lo tenían tan difícil.
Claro, ella estuvo en mi casa, más de lo que no estuvo, mientras crecía, pero
supuse que era porque ella y Em estaban unidas por la cadera, pero los últimos
días han revelado muchas cosas sobre Holland que no sabía... O a las que no
presté atención, al menos.
Me siento como un completo idiota por no haberme dado cuenta de estas
cosas sobre ella. 61
—No volamos a casa hasta mañana por la noche, ¿tal vez podamos hacer
turismo mañana?
Ella asiente.
—Me encantaría.
—No siempre tenemos tiempo libre antes o después de un partido. Esta vez
ha sido así. ¿Podríamos ver Fenway Park? ¿O tal vez la Biblioteca Pública de
Boston? Sé que te gustan los libros.
Su rostro se ilumina.
—Me encantaría, pero no creo que Evan lo encuentre muy divertido.
Es cierto. Probablemente no sería capaz de quedarse quieto, pero... Hay
muchas cosas que ver en Boston.
—Ya se nos ocurrirá algo que hacer.
Unos minutos más tarde, el Uber se detiene en la acera fuera del hotel, y
todos nos bajamos.
—Voy a recoger el equipaje. Sólo he hecho una maleta para mí y para Evan
Holland parece un poco culpable antes de decir:
—Puede que haya empacado de más... Una pequeña cantidad.
Levanto las cejas y cuando el conductor abre el maletero y veo su enorme
maleta, que son al menos tres de Evan, gimo con fingida molestia.
—¿Segura que has metido suficientes cosas para dos días?
Se encoge de hombros.
—No sabía lo que iba a necesitar, así que lo empaqué todo. Soy una persona
que empaca demasiado.
—¿Tú crees? —Levanto la maleta ridículamente pesada del maletero y tomo
mi bolsa de lona, luego nos dirigimos al interior del hotel para registrarnos. El
conserje es cortés y rápido a la hora de situar las habitaciones y pronto tenemos
las llaves en la mano y nos dirigimos al ascensor.
—Señor, siento mucho las molestias, pero estamos revisando el ascensor. Si
viene por aquí, la escalera está disponible.
Tienes que estar bromeando. ¿Tengo que subir esta maleta de doscientos kilos
por tres tramos de escaleras?
Sonrío a Evan, que se agarra con fuerza a la mano de Holland, y ésta me mira
con una mueca.
62
—Lo siento —murmura.
—Las damas primero. —Hago un gesto hacia las escaleras.
Los dos primeros tramos están bien. Soy un puto jugador de hockey, lucho
contra tipos que pesan ciento treinta kilos. Habría estado bien si la rueda de la
maldita maleta no se hubiera atascado en el rellano de nuestro piso, haciéndome
tirar un poco más fuerte de lo necesario y haciendo que todo el maldito trasto
saliera volando, derramando ropa, zapatos y artículos de aseo por todo el suelo.
—Mierda. Lo siento, Holland.
Holland se ríe, quitándole importancia, y se agacha para ayudarme a meter
todo dentro. Evan se ríe al vernos recoger todo.
Lo tienes fácil, pequeño. Te quedas ahí de pie con un aspecto adorable
mientras yo subo esto por las escaleras.
Voy recogiendo cosas hasta que tomo un trozo de encaje rojo y transparente.
Me paralizo, mi cerebro se queda completamente en blanco en cuanto me doy
cuenta de lo que es.
¿Holland empacó... lencería? ¿O es esto lo que siempre lleva debajo de sus
modestos jerséis y vaqueros rotos?
Se me seca la boca. Trago saliva, intentando recuperar el pensamiento
racional, pero se me escapa. Cuando Holland se da cuenta de lo que tengo en la
mano, sus mejillas se tiñen del mismo color que su lencería y me la arrebata de
la mano para meterla de nuevo en la maleta a medio abrir.
Mierda, mierda, mierda..
Ahora no puedo dejar de imaginarla con esa pequeña bata roja, y a mí
arrancándosela y convirtiéndola en un montón de encaje hecho jirones en el
suelo. Lo quiero, joder, lo necesito.
—¿Weed? —Pregunta Evan, rompiendo mi trance. Pronuncia las “r” como si
fueran “w”, así que se ha acostumbrado a llamarme “Weed”. Sinceramente, me
importa una mierda. Al menos se está abriendo a mí.
Me aclaro la garganta, tragándome los pensamientos de mi cabeza.
—Lo siento, amigo. ¿Tienes hambre?
Evan asiente. Para un niño de tres años que ha pasado por la mierda que ha
pasado, es un gran chico. Es tranquilo. Observador, para ser un niño pequeño,
e incluso puede jugar solo.
63
Holland recoge rápidamente la ropa que se le ha caído y le doy la tarjeta de
su habitación. Obviamente, está avergonzada y evita mis ojos, pero, joder, no
puedo dejar de imaginármela en ella.
Llegamos a nuestras habitaciones mientras ella se mueve nerviosa de un pie
a otro.
—Entonces, ¿mañana?
Asiento.
—Sí, ¿quedamos aquí por la mañana? ¿A las ocho?
Ella asiente.
—De acuerdo. Buenas noches, Evan. —Se inclina y le da un abrazo y luego
se enfrenta a mí—. Buenas noches, Reed.
—Buenas noches.
Llevo a Evan a nuestra habitación y, durante el resto de la noche, mis
pensamientos se consumen con Holland Parker.

—¿Qué hay en la agenda de hoy? Tú decides —le pregunto a Holland mientras


salimos del hotel hacia la estación de metro más cercana. La mano de Evan está
fuertemente agarrada a la mía, y todo lo que pasamos, él quiere detenerse y
admirar. No puedo decir que lo culpe. A su edad, todo es grande y emocionante
y me gusta ver el mundo a través de sus ojos.
Los ojos de Holland son igual de grandes y están llenos de asombro mientras
observa la ciudad. No puedo creer que nunca haya salido de Chicago. Al menos,
ahora que viaja con nosotros, puede ver nuevos lugares y experimentar cosas
nuevas.
—Es mucha presión, Reed —murmura, mordiéndose el labio.
Me río.
—La verdad es que no. Elige lo que quieras hacer, y Ev y yo nos apuntamos
al viaje. Cualquier cosa.
—¿Cualquier cosa? —pregunta.
—Dentro de lo razonable.
64
Me golpea juguetonamente en el hombro.
—Quiero decir, podríamos ir a Fenway. Podría ser una fanática del béisbol.
Mis ojos se entrecierran y sacudo la cabeza.
—Voy a fingir que no acabas de decir eso.
La audacia de esta chica.
—Estoy bromeando, estoy bromeando. —Holland saca su teléfono mientras
caminamos y empieza a teclear furiosamente—. Oh, ¿qué pasa con esto? — Me
muestra su pantalla.
—¿El barco y museo Boston Tea Party? Suena genial. Creo que a Evan le
encantaría.
Ella asiente.
—Nunca he estado en un barco, y esto es como una réplica gigante de uno
histórico. Tenemos que ir. Parece que podemos tomar el Blueline por allí.
—Has viajado en metro antes, ¿verdad? —Me burlo. Vive en Chicago, así que
sé que lo ha hecho, pero me gusta sacarla de sus casillas.
Pone los ojos en blanco y vuelve a mirar el mapa del metro en su teléfono.
—Sí, he viajado en metro. Sólo que nunca he salido de Chicago. Aunque
siempre he querido hacerlo.
Caminamos el resto del trayecto en un cómodo silencio, aparte del parloteo
excitado de Evan. ¿Quién iba a saber que un niño de tres años podía tener tanto
que decir? Un corto viaje en metro y un paseo más tarde, y hemos llegado al
barco.
Maldición, no estaban bromeando, esta cosa es una réplica de verdad. Si
tuviera que adivinar cómo era el barco del Boston Tea Party.
Evan jadea cuando lo ve.
—¿Un barco pirata, Weed? —Está tan emocionado que rebota en los dedos de
los pies, agarrando a Pickles.
No voy a mentir, no hay muchas cosas mejores que ver la genuina emoción
en su rostro y nunca me di cuenta de lo mucho que necesitaba su felicidad hasta
ahora.
Sabía que no estaba preparado cuando tomé la decisión de ser su tutor;
demonios, fue una de las cosas con las que luché, la idea de fastidiarlo. Todavía
tengo mucho miedo, y soy lo suficientemente hombre como para admitirlo. Sin 65
embargo, verlo sonreír y ser feliz, prosperar a pesar de la situación en la que se
ha metido, hace que todo merezca la pena.
Nos tomamos un día a la vez.
—Sí, amigo, es un barco. ¿Quieres ir en él?
Evan asiente con entusiasmo, y Holland sonríe y le tiende la mano. Él desliza
su mano en la de ella, y nos dirigimos a la fila de boletos.
Tras unos minutos de espera, atravesamos la pasarela y subimos al barco. El
viento hace que el barco se balancee suavemente, y Evan se queda helado. Puedo
sentir cómo se queda quieto cuando la madera bajo nuestros pies se mueve
ligeramente.
Inmediatamente se echa a llorar y se agarra a mi pierna para salvar su vida.
—Amigo, no pasa nada. No pasa nada —le digo, tratando de calmarlo.
Sólo parece que le hace llorar más. Su agarre de la pierna es
sorprendentemente fuerte para un niño pequeño y me estremece cuando sube
más y más, prácticamente trepando por mi pierna.
Holland ni siquiera parpadea, se arrodilla junto a nosotros y se pone a la
altura de Evan. Le pone una mano tranquilizadora en la espalda y le frota
suavemente.
—Evan, está bien. Estás a salvo. ¿Recuerdas lo valiente que te hace Pickles?
Él solloza pero entierra su cabeza en mis vaqueros y permanece en silencio.
Levanta la vista y me dedica una pequeña sonrisa, asegurándome que todo va a
salir bien. Tengo tanto pánico como él. Es lo que tiene convertirse en el tutor de
Evan, no tengo todas las respuestas. No sé cómo calmar una situación
determinada de forma experta. No sé muchas cosas, y cada día que pasa aprendo
cosas nuevas. Tanto de él como de mí. La crianza de los hijos no viene con un
manual, aunque me gustaría que así fuera, pero ¿no es eso lo que te hace bueno,
el hecho de que aprendes de cada situación que se te presenta? ¿Aceptas tus
errores y aprendes de ellos?
Eso es todo lo que puedo esperar. Ser el tipo de padre que mi padre nunca
fue.
Le quito los brazos de mis piernas y me pongo en cuclillas junto a Holland.
Evan me mira con los ojos llenos de lágrimas. Su agarre mortal a Pickles no ha
disminuido, pero al menos me mira.
—Amigo, ¿puedo contarte un secreto? ¿Uno que nunca le he contado a nadie?
¿Mi mayor secreto? 66
Evan me mira a mí y a Holland y luego asiente.
—Cuando era pequeño, tenía malos sueños. Igual que tú. Tenía tanto miedo
a la oscuridad que me quedaba despierto mirando al techo toda la noche. ¿Pero
sabes qué? Mi madre me dijo una vez que ser valiente viene de aquí. —Le aprieto
el corazón y me mira el dedo—. Sí. Eres valiente aquí dentro, Evan. No importa
a qué te enfrentes, no importa lo aterrador que sea. Todo lo que tienes que hacer
es recordar lo valiente que eres en tu corazón.
Los ojos de Holland se suavizan y sigue frotando la espalda de Evan mientras
éste se calma.
—Puedo ser valiente —murmura Evan.
—Eres valiente, amigo. Está bien tener miedo a veces porque me tienes a mí,
y juntos podemos ser valientes. Podemos enfrentarnos a cualquier cosa.
Aunque estamos de pie en medio del muelle de un barco, probablemente
bloqueando a todo el mundo detrás de nosotros, no importa. Todo se desvanece
porque en este momento, Evan nos necesitaba.
Necesitaba la seguridad de que todo estaría bien y de que estaba a salvo. Y
no importa dónde vayamos o dónde estemos, siempre me detendré para
asegurarme de que se sienta seguro y protegido.
Ahora que se ha calmado, que las lágrimas se han secado y que parece estar
bien, me sorprende cuando salta hacia delante y me echa los brazos al cuello,
apretando con fuerza.
—Te quiero, Weed
Jesús, alguien está cortando cebollas otra vez. El corazón se me contrae en
el pecho con algo que nunca pensé que experimentaría. Levanto mis brazos y los
envuelvo alrededor de su pequeño cuerpo, y nos quedamos así. Abrazados. Yo
luchando contra los ojos empañados, y Holland mirándonos con lágrimas en los
ojos.
—Yo también te quiero, amigo.
Pasamos el resto del día en la enorme réplica de un barco y, afortunadamente,
Evan tiene un gran día. Se ríe y juega, y las lágrimas son cosa del pasado. No
hay más crisis. En todo caso, parece más ligero.
Es un buen día.
El mejor día que he tenido en mucho tiempo, en realidad.
Evan y Holland me convencen de alguna manera para que me ponga un
sombrero de pirata para una foto y lo único que puedo pensar es en cómo los
67
chicos van a hablar mucha mierda cuando lo vean, pero ni siquiera me importa.
Lo hizo feliz, y eso es todo lo que importa. Me pondría un maldito disfraz de
pirata si eso fuera necesario para hacerlo sonreír.
Estamos sentados en un restaurante italiano situado en el corazón de Boston.
Es pintoresco y acogedor, pero está repleto de clientes. El lugar es bullicioso, el
vino está envejecido a la perfección y la comida es deliciosa. Además, está a sólo
unas manzanas de nuestro hotel, lo que facilita el regreso.
Nuestro vuelo debía salir esta noche, pero después del día que tuvimos,
decidimos reprogramarlo para mañana. Holland pudo hablar con la enfermera
de su padre y pedirle que se quedara un día más, y no es que tuviera nada
urgente por lo que tuviera que volver a casa a toda prisa. Evan se lo estaba
pasando en grande y lo había visto sonreír más en el último día que desde que
está conmigo. Quería aferrarme a eso.
Llevamos dos copas de vino y Evan está desmayado contra el costado de
Holland con su brazo alrededor de él, la boca entreabierta, roncando ligeramente.
Está agotado. El pequeño casi se desmaya en su plato de espaguetis. Ninguno
de los dos parece querer que la noche termine, así que llevamos treinta minutos
hablando sobre nuestros platos terminados.
No sé si es el vino o las luces de la ciudad, pero los ojos de Holland parecen
brillar cada vez que se ríe, cosa que ha hecho sin parar esta noche.
Como ahora, que se está burlando de mí después de que le contara una
historia sobre lo mucho que hago para hacer felices a las chicas de Liam.
—Oh Dios, ahora mismo te estoy imaginando con un vestido de Frozen y una
peluca.
Probablemente no debería haberle contado esa historia porque ahora nunca
la olvidará.
—Por favor, no lo hagas. Mira, lo hice por las chicas. No viste sus caras, ¿de
acuerdo? Dibujé la línea con lápiz de labios.
Holland se ríe, bajo y sensual, y se lleva la copa de vino a los labios. ¿Quién
iba a saber que beber vino podía ser tan jodidamente sexy? Hay muchas cosas
que no sabía que me excitaban hasta que Holland las hizo.
Me he pasado de la raya y lo más inteligente sería acabar con esto ahora.
Ponernos a todos en un vuelo de vuelta a casa y encontrar a una mujer de
sesenta años con el cabello gris y dentadura postiza para que venga de viaje con
Evan y conmigo.
Pero, soy egoísta. Así que no lo haré.
68
Quiero cada segundo que pueda con Holland.
—Háblame del futuro. Para ti. Para Evan. ¿Cuál es tu plan? —dice, tomando
otro sorbo de vino—. Parece que ya estás resolviendo las cosas. Estoy orgullosa
de ti, Reed.
Paso la mano por mi barba.
—¿La verdad?
Ella asiente.
—No lo sé. Un segundo mi mundo era de una manera, y al siguiente, Evan
fue empujado a él, y no tengo un plan. Sólo sé que estoy agradecido de que las
cosas hayan sucedido como lo hicieron. No es que mi hermana fuera asesinada
lo que yo quería que ocurriera, sino que Evan viniera a vivir conmigo. Tal vez al
principio estaba indeciso y nervioso, pero ahora... Sé que esto es exactamente
como las cosas debían suceder. Voy a seguir jugando al hockey y pasar todo mi
tiempo libre con Evan. Excepto cuando Ma y Emery se lo roben para una
pijamada. Están obsesionadas.
Holland sonríe.
—Sabes que no tienes ninguna posibilidad contra Emery. Está hecha para
ser tía. Me ha estado enviando imágenes de cosas de Amazon todo el día para su
nueva habitación.
Le di rienda suelta a Holland y a Emery, y decidieron convertir el dormitorio
de Evan en una habitación con temática marina. Estoy entregando mi american
express y conociendo a mi hermana, seré mucho menos rico cuando termine.
—Sólo quiero estar ahí. Presente. Y ser todo lo que Ma me crió y nada como
mi padre. —Pensar en él envía un remolino de malestar a mis entrañas—. Eso
es lo importante para mí. No voy a tener las respuestas a todo, y probablemente
tendré que llamar a Ma, más a menudo, pero al menos estoy aquí y lo estoy
intentando. Estoy dando todo lo que tengo.
Mis ojos se desvían hacia Evan, que duerme plácidamente a pesar del bullicio
del restaurante, y sonrío.
—Además, es un chico estupendo. Ya lo amo. Lo hace más fácil, ¿sabes?
—Definitivamente. Es contagioso. —Le acaricia la cabeza cariñosamente.
El camarero se acerca con la cuenta.
—Gracias por cenar con nosotros esta noche. Disfruten de la velada.
Una vez que se ha ido, me doy cuenta de lo tarde que se ha hecho. 69
—Supongo que deberíamos volver, y llevarlo a la cama.
Holland asiente y busca su cartera al otro lado de ella.
—Estás loca, déjame invitarte a cenar. —La detengo poniendo mi tarjeta en
la cuenta.
—¿Estás seguro? Puedo pagar por mi misma, Reed.
Así es ella. Es una de las cosas que he admirado de ella desde que éramos
más jóvenes.
—Sé que puedes, pero me ofrezco y quiero invitarte a cenar.
Nos ocupamos de la cuenta y me pongo el abrigo y le quito a Evan.
Inmediatamente deja caer su cabeza sobre mi hombro y se queda dormido antes
de que estemos siquiera fuera del restaurante. Holland abre la puerta y
emprendemos juntos el camino de vuelta al hotel. Se queda mirando los altos
edificios con asombro mientras pasamos.
—Este lugar es increíble. Es alucinante para mí que haya todo este mundo
fuera de Chicago que no he visto. Me hace querer añadir una docena de cosas
más a mi lista de deseos.
—Es una de las cosas que me gustan de poder viajar por el hockey. Puedo ver
lugares que me encantan y lugares que nunca he visto. Me alegro de que tú y
Evan estén aquí también. Es diferente con ustedes aquí.
Se queda callada un momento y luego dice:
—Yo también.
Cuando volvemos al hotel, Holland desaparece en su habitación para pasar
la noche y yo preparo a Evan para la cama, poniéndole el pijama y lavándole los
dientes. Después, se queda dormido rápidamente. El día de hoy lo ha agotado,
en el mejor de los sentidos, y espero que no tenga pesadillas.
Me doy una ducha rápida y me pongo un par de pantalones viejos, poniendo
ESPN antes de meterme en la cama. Pasan unos minutos y entonces se oye un
suave golpe en la puerta contigua a la habitación de Holland.
—Pasa.
Holland abre la puerta y asoma la cabeza por la esquina.
—¿Tienes un segundo?
—Sí, por supuesto, ¿estás bien?
Sigue detrás de la puerta y sólo asoma la cabeza.
70
—Bueno, esto es muy embarazoso, pero estaba intentando quitarme el collar
y se enrededo en mi cabello por el viento de hoy. ¿Podrías ayudarme? Lo siento
mucho.
—Sí, hoy había mucho viento. Déjame ver.
Me levanto de la cama y me acerco a donde está escondida detrás de la puerta.
Sus ojos se desvían hacia mi pecho y bajan a los pantalones grises que llevo
puestos y luego los vuelve a subir rápidamente.
—Tienes que abrir la puerta si quieres que te ayude. —Sonrío.
Muerde el interior de su mejilla con nerviosismo, pero sale de detrás de la
puerta con tan solo una toalla bien envuelta.
Mierda, no me lo esperaba.
—Lo siento, estaba a punto de entrar en la ducha y no quería intentar
ponerme la camiseta y arriesgarme a enredarme con ella. Esto es súper
incómodo. Probablemente pueda resolverlo yo misma sin molestarte.
Ahora está divagando, pero la dejo.
Es jodidamente bonita. Obviamente está nerviosa y tengo la sensación de que
tiene menos que ver con el collar y más conmigo.
—Holland. Respira. Está bien —le digo suavemente— date la vuelta.
Se gira lentamente, dejando ver su delicado cuello y la piel desnuda de su
espalda. Sus manos están en su cabello, levantándolo para exponer la cadena
enredada. Mis ojos recorren la extensión de piel que quiero recorrer con mi
lengua, y luego vuelven a subir hasta la pendiente de su hombro.
Levanto con cautela la endeble cadena de su cuello y la desengancho. Cuando
mis dedos rozan ligeramente su piel, se estremece. Una respuesta que hace que
mi polla se estremezca bajo mis pantalones de deporte.
Mierda, ¿cómo es posible que algo tan inocente se sienta como mucho... más?
Acercándome más, tiro de los mechones de cabello enredados de la cadena,
hasta dejarla libre, y luego deslizo las manos para quitársela del cuello.
Me mira por encima del hombro, con las pupilas dilatadas por la misma
sensación que yo, y murmura:
—Gracias.
Cuando se gira para mirarme, sus mejillas están rojas y el rubor parece
extenderse desde las mejillas hasta el pecho, donde está cubierta con la toalla.
Me pregunto hasta dónde llega realmente.
71
—Reed —suspira.
Lo sé. Ni siquiera tengo que preguntar por el tono de advertencia de sus
palabras, porque lo sé. Pero no me importa. Hemos estado bailando alrededor de
esto, alejándolo como si no estuviera aquí, pero no puedo ignorarlo por más
tiempo.
—Debería irme.
Asiento. Debería hacerlo. No significa que quiera que lo haga.
Sus ojos sostienen los míos, pero asiente con la cabeza y desaparece por la
puerta, cerrándola con firmeza tras ella.
Mi culo golpea la cama y dejo caer la cabeza entre mis manos. Mierda, la voy
a cagar. Lo sé. Es la mejor amiga de Emery.
También es la chica en la que no puedo dejar de pensar.
La decisión es fácil. Sólo rezo como la mierda para que ella sienta lo mismo.

72
Capítulo 9
Reed
Es demasiado tarde para cambiar de opinión. Demasiado tarde para volver
atrás. Demasiado tarde para volver a cruzar al territorio intacto donde una vez
estuvimos.
No cuando la razón por la que he estado desesperado se encuentra sentada
al otro lado de esta puerta. Mierda, he intentado contenerme. He intentado ser
el bueno, el que toma las decisiones correctas, pero no puedo.
Ya no. No después de que esta noche se solidifique todo lo que he estado
sintiendo.
Mis nudillos golpean la puerta, una, dos, tres veces, y entonces se abre,
revelando a Holland al otro lado. Tiene las mejillas enrojecidas y la boca
ligeramente abierta, completamente sorprendida.
—¿Reed? ¿Qué estás haciendo...?
No nos doy a ninguno de los dos la oportunidad de pensar. Dando un paso
adelante, reduzco la distancia que nos separa, mis manos se deslizan por su
mandíbula hasta la parte de atrás de su cabeza y la atraen hacia mí. Entonces
mi boca está sobre la suya. Su suave cuerpo choca con el mío y ella gime bajo
mi contacto.
La beso como si me estuviera muriendo de sed, y maldición, quiero ahogarme
en ella.
Es el beso que acaba con todos los besos. El tipo de beso que arruina a todos
los que la preceden.
Es una imprudencia y una receta para el puto desastre, pero no me importa.
Tal vez lo haga más tarde, tal vez los dos lo hagamos.
Pero ahora mismo, todo lo que quiero es perderme en la chica en la que no
73
puedo dejar de pensar.
Cuando abre la boca para dejarme entrar, deslizo mi lengua y gruño cuando
aprieta mi camiseta como si se aferrara a ella. Mis manos se deslizan por su
espalda hasta llegar a sus muslos y la levanto, adentrándome en la habitación.
Cierro la puerta de una patada y sus piernas se tensan alrededor de mi cintura.
—Espera, espera, espera. —Jadea, separando su boca de la mía. Sus
profundos ojos azules buscan los míos, pero luego vuelve a besarme. Como si no
pudiera parar. Está necesitada, desesperada, todo lo que he sentido en los
últimos días. Me vuelvo loco por ella—. No deberíamos hacer esto. No, no
podemos hacer esto, Reed —dice de nuevo.
—No me importa una mierda. —Beso a lo largo del camino de su mandíbula,
bajando por su cuello, chupando hasta que ella está gimiendo debajo de mí.
—Reed.
Me retiro y la miro.
—Deja de pensar, Holland. Escucha, no podría sentarme al otro lado de esa
maldita puerta ni un segundo más, pensando en ti, obsesionado por tenerte.
Estoy perdiendo la maldita cabeza. Ya no puedo estar cerca de ti y no tocarte.
Su mente está en guerra con su cuerpo, y puedo ver las llamas en sus ojos.
La misma decisión con la que he luchado, pero al final, mi necesidad de ella
ganó.
—Dime que no quieres esto. Dime ahora mismo que no sientes lo mismo que
yo. Dilo y me alejaré, saldré de esta habitación y podremos fingir que nunca
ocurrió.
Ella se ablanda debajo de mí, tirando de su labio en su boca antes de hablar,
—Emery nos matará. Esto... Esto arruinará todo. Sabes que lo hará.
Tal vez sea así, pero es un riesgo que estoy dispuesto a correr. La quiero, y la
quiero una y otra vez hasta que ninguno de los dos se sienta privado. Por
supuesto que no quiero herir a Emery o poner en peligro su amistad con Holland,
pero al final del día, lo que sucede entre nosotros dos no tiene nada que ver con
Emery.
—Por favor, no menciones a mi hermana cuando mi polla está dura. —
Gimoteo.
Holland se ríe, pero el movimiento presiona su núcleo justo contra la cabeza
de mi polla que se esfuerza en mis pantalones cortos.
Siseo, dejando caer mi frente sobre su hombro.
74
—Mira, Holl, la pelota está en tu campo. Creo que he dejado claro que quiero
esto, pero tú controlas el espectáculo. Si te sientes incómoda y quieres que las
cosas sigan como están, lo respeto. Te respeto y lo entiendo.
Nuestras miradas se cruzan y sus ojos tienen el color del cielo antes de una
tormenta, nublado y oscuro. Cualquier decisión, cualquier camino que
tomemos... algo cambia.
—Si nosotros... Si esto sucede, nadie puede saberlo. Especialmente no Emery.
Esto es importante para mí, y es la única forma en que... Acepto esto —dice
Holland.
—Bien. Juro guardar el secreto. Honor de explorador. —Levanto dos dedos
mientras hago la promesa, y ella pone los ojos en blanco.
—Hablo en serio, Reed. Tiene que haber... reglas. Si realmente quieres hacer
esto, tiene que haber reglas. Las reglas mantienen todo en orden. No hay líneas
borrosas, no hay errores de comunicación. Simple. Fácil. Sin complicaciones,
para que nadie salga herido.
Suspiro y la dejo en la cama con cuidado, tomando asiento a su lado. Lo
último que quiero hacer es detenerme, pero tal vez trazar una línea clara ayude
al hecho de que ambos estamos entrando en territorio desconocido. Además, no
puedo pensar con claridad cuando ella está tan cerca de mi polla.
—De acuerdo, bien. Reglas. Golpéame.
—Regla uno: No enamorarse.
Me burlo.
—Nena, yo no tengo relaciones. No me gustan los sentimientos. Así que no
creo que eso sea un problema para mí.
Holland arranca su mirada de la mía, jugueteando con sus manos en su
regazo.
—Los sentimientos complican las cosas, y lo último que necesitas es una
complicación, y lo último que quiero es arruinar la relación que tengo con mi
única y mejor amiga. Así que, ¿ambos estamos de acuerdo? Sólo sexo.
—Hecho.
—Regla dos: Nadie puede saber nunca. Lo digo en serio, Reed. Ni tus
compañeros de equipo, ni Liam, y especialmente Emery.
Asiento.
—Lo sé. Soy un tipo privado, Holland, no tienes nada de qué preocuparte. 75
Y no lo tiene. No es que me ponga en una azotea y le diga al mundo con quién
me acuesto. Briggs podría, pero yo no. Respeto demasiado a Holland como para
exponer esa mierda a propósito.
—¿Tienes algo que quieras añadir?
Mierda, todo lo que puedo pensar es en ponerle las manos encima, pero ya
que estamos teniendo esta conversación, quiero dejar claras mis expectativas.
Odio la falta de comunicación y lo último que querría es herirla.
—Regla tres... Cuando la temporada termine, nos alejamos. Volvemos a las
cosas como estaban antes.
El rostro de Holland cambia ligeramente y creo que casi veo un destello de
dolor, pero asiente.
—Estoy de acuerdo. Es obvio que tenemos algún tipo de química, pero nunca
funcionaría fuera de esto. Tienes razón. Y es que... no quiero perder a Em, Reed.
—Entonces, nos apegamos a las reglas. Estrictamente sexo entre amigos.
—De acuerdo. Entonces... —se detiene, pareciendo más nerviosa ahora que
"la charla" está fuera del camino.
—No hay presión, Holland, tomamos las cosas a nuestro propio ritmo. Lo que
te resulte más cómodo. Sin expectativas.
Las reglas parecen sencillas establecidas de esta manera, pero tengo la
sensación de que van a ser cualquier cosa menos sencillas.
No cuando Holland está involucrada.
—¿Qué tal si vemos una película? Estoy seguro de que tienes gusanos de
gelatina escondidos en alguna parte de esa maleta ya que eres una adicta.
Podemos poner algo y simplemente... no sé, pasar el rato. —Pregunto.
Sus profundos ojos azules se ponen en blanco.
—Eso no lo sabes.
Levanto las cejas.
—¿Hay gusanos de gelatina en tu maleta ahora mismo, Holland?
—Bien.
Se baja de la cama, desapareciendo en su suite, y vuelve con una bolsa
gigante de gusanos de gelatina ácidos. La misma merienda a la que ha sido adicta
desde que éramos niños. Ella y Emery solían rogarme que les comprara algunos
cuando iba a hacer las compras para mamá, cuando se quedaban a dormir. 76
Vacilante, se arrastra de nuevo a la cama y se coloca a mi lado. Apago la
lámpara de la cama y pongo una película de pago. Algo de terror, ya que sé que
le encanta todo lo que da miedo.
—Tenía ganas de ver esto. Es la secuela de la primera película de muñecos —
murmura Holland.
Empieza la película y, a mitad de camino, Holland se acerca un poco más.
Luego se acerca un poco más cada vez que una parte la hace saltar, hasta que
se aprieta contra mí. Intento concentrarme en la película y no en la sensación
de ella, pero me lo está poniendo duro.
Y cuando digo esto, me refiero a mi polla.
Era una broma de mal gusto, pero en serio, no recuerdo la última vez que
deseé a alguien de la forma en que deseo a Holland.
—No puedo concentrarme —dice ella.
—Yo tampoco.
Se sienta sobre los codos y se mete otro gusano de gelatina en la boca.
—No es que ninguno de nosotros vaya a ver nada de esta película. Vamos a
jugar a las veinte preguntas. Tú haces una pregunta y luego yo hago otra.
Podemos conocernos mejor.
—Me conoces desde los siete años, estoy seguro de que lo sabes todo sobre
mí.
—No es cierto. —Se sienta por completo y cruza las piernas delante de ella, y
tengo que obligar a mis ojos a permanecer en los suyos—. Yo iré primero.
¿Comida favorita?
Mierda, empezando por lo más difícil.
Me rasco la barba.
—Probablemente el Capitán Crunch.
—Sabes, para ser un atleta profesional con más músculos que nadie que haya
conocido, comes mucho azúcar. Apuesto a que eso vuelve loco a Liam.
Mi mejor amigo odia el azúcar con cada fibra de su ser. Tanto que no lo
permite en la casa, salvo que ahora que tiene a Juliet, ella ha cambiado un poco
las reglas.
—Sí, bueno, soy un tipo grande, necesito sustento y no de la maldita col
rizada. Esa mierda es asquerosa.
Ella asiente con la cabeza.
77
—Tienes razón. Sabe a calcetín mohoso.
Eso me hace reír y entonces decido empujar sus límites. Sacarla de su zona
de confort.
—¿Qué te excita?
Mi pregunta la toma desprevenida, y se mueve con la bolsa de caramelos en
sus manos.
—No lo sé.
—Sí, lo sabes. Vamos, Holl. ¿Quieres que esto quede entre nosotros? Quiero
saber qué te gusta, qué te excita. —Me acerco hasta sentir su aliento caliente
contra mis labios, y sonrío cuando ella aspira con fuerza—. Quiero saber cómo
puedo hacer que te enciendas, cómo puedo hacer que te corras con mi nombre
en los labios.
Susurra roncamente:
—Bésame.
Mis labios están sobre los suyos en el siguiente suspiro, y juntos, estamos
tanteando para meterla en mi regazo. Siento que voy a morir de hambre si espero
un segundo más. Malditas mantas. Finalmente, se sienta sobre mí sin liberarse
de nuestro beso. Sus caderas se sacuden mientras se retuerce contra mí, y estoy
a dos segundos de perder la cabeza.
Su piel está caliente y sedosa bajo mi tacto mientras mis manos se deslizan
por sus caderas hasta su caja torácica. Las cosas se calientan rápidamente. Se
balancea contra mí, jadea contra mis labios. Nuestros movimientos son
desesperados, desquiciados. Los dos nos unimos en un frenesí.
Me voy a arrepentir de esto, lo sé. Pero soy un buen tipo y la respeto.
Arranco mis labios de los suyos y digo su nombre bruscamente:
—Holland, espera.
Ella se retira inmediatamente como si le hubieran echado agua fría,
congelándose en mi regazo.
Mis manos se deslizan por su mandíbula para que siga mirándome.
—No te pierdas en tu cabeza. Sólo quiero que estés segura de que esto es lo
que quieres. No quiero que te sientas presionada.
—No me siento presionada, pero tienes razón. Tal vez deberíamos dar pasos
de bebé. Sólo... quiero esto.
Asiento.
78
—Yo también, cariño. Hagamos lo que has dicho, pasos de bebé. Lento y
constante.
Digo las palabras, sabiendo que nunca he hecho nada pequeño en mi vida,
pero estoy dispuesto a intentarlo por Holland.
—Qué tal si probamos esto... —La tumbo en la cama ante mí y dejo caer un
ligero beso contra su clavícula. Luego uno en el pecho que asoma por la camiseta.
Cada vez que mis labios tocan su piel, ella jadea, un suave sonido aéreo que me
hace querer meterme el puto pie en la boca por haberme detenido antes.
Mis dedos se deslizan por sus pantorrillas hasta el interior de sus muslos,
dibujando pequeños círculos en la tierna carne. Sus músculos están tensos.
Noto la vacilación en su cuerpo y quiero hacerla desaparecer.
La miro desde mi posición y le pregunto:
—¿Está bien esto?
Ella asiente con la cabeza, y yo sigo subiendo mis dedos hasta que rozan su
coño. El más ligero de los movimientos y su cuerpo responde con entusiasmo, y
si no lo sabía antes, lo sé ahora... estar con Holland va a ser un cambio de juego.
Ella es tan sensible, y tan flexible a mi toque, que me vuelve loco.
Esta vez, mis dedos rozan su coño, haciéndola sisear.
—¿Esto está bien? —Le pregunto.
—Sí. —Su voz es baja y sensual, un susurro áspero.
Arrastro los shorts por sus caderas, revelando un par de bragas rosas de
encaje que casi me dan ganas de llorar. De color rosa claro y diminutas, apenas
cubren su raja. Creo que nunca he deseado tanto algo. No de la forma en que
deseo a Holland.
Nuestras miradas se cruzan y sus iris azules parecen empañados por la
lujuria, igual que la que siento yo. Deslizando mis dedos bajo el fino tirante de
la tela de encaje, los engancho y los bajo por encima de sus caderas y pies y los
tiro a un lado.
Mierda, es perfecta.
Mis dedos exploran su coño rosado y brillante. Rosado, con labios apretados
y perfecto. Me muero de ganas de poner mi boca sobre ella y saborearla, pero
quiero ir despacio y darle tiempo para que se acostumbre al hecho de que esto
va a pasar... mucho. Planeo pasar cada momento libre que tenga adorándola.
Porque una mujer como Holland merece ser adorada.
79
Utilizo mis dedos para separarla, abriéndola para poder admirar cada
centímetro de ella. Empezando por el pequeño y sensible nudo de su clítoris.
Cuando coloco mi dedo en él y lo froto suavemente, sus manos bajan para
apretar mi cabello.
—Oh —respira. Simple, pero la forma en que la palabra sale de sus labios es
lo más erótico que he oído nunca. Le acaricio ligeramente el clítoris con el dedo
y luego lo recorro, sustituyendo el índice por el pulgar y deslizando lentamente
el dedo dentro de ella. Está tan jodidamente apretada, su coño me aprieta y
contengo una maldición.
Tan estrecha y húmeda, la follo con mis dedos. Lentamente. Me tomo mi
tiempo para saborear este momento.
Enganchando mi dedo, froto a lo largo del punto que hace que su espalda se
incline desde la cama, y sus manos en mi cabello tiran furiosamente.
—Reed, Dios, más —jadea, y le doy más.
Agrego un segundo dedo y froto su clítoris al mismo tiempo.
—Eso es, Holland, suéltalo, quiero sentir cómo te corres en mi mano.
Cuando las palabras salen de mi boca, ella aprieta los ojos y deja de luchar.
Sus manos empujan mi cabello con brusquedad y cabalga sobre mi mano.
Completamente salvaje y sin vergüenza. Se corre con tanta fuerza que todo su
cuerpo tiembla de placer, su coño se aprieta con fuerza alrededor de mis dedos
y sus gemidos resuenan en los bordes de la habitación. Subo mi mano libre para
taparle la boca y ahora los sonidos vibran contra mi mano.
Estoy tan excitado que siento que voy a reventar los pantalones.
Una vez que su cuerpo se ha aflojado y suelta lentamente mi cabello, le quito
la mano de la boca y sus mejillas enrojecen.
—No te avergüences, nena, eso ha sido jodidamente increíble —le digo. Saco
los dedos de su coño y me los llevo a la boca, chupando su sabor, y sus ojos se
abren de par en par por la sorpresa.
—Sabes increíble, ¿y la próxima vez? Voy a adorar tu coño con mis dedos y
mi boca.
—Oh, Dios mío —respira— ¿realmente acaba de pasar esto?
—Lo hizo, y si lo hago a mi manera, va a suceder de nuevo. Una y otra vez.
Hemos cruzado la línea esta noche, y ahora... no podemos volver atrás.
Y no tengo intención de intentarlo nunca. 80
Capítulo 10
Holland
En todos los años que conozco a Reed, nunca lo había visto jugar en un
estadio, hasta esta noche.
La arena en sí probablemente podría contener toda nuestra pequeña ciudad
en ella. Decir que es enorme sería un eufemismo. Me siento pequeña sentada en
los asientos que nos ha conseguido Reed. Mis ojos se dirigen a él en el hielo. Los
aficionados corean su nombre, el aire que nos rodea es electrizante. Puedes
sentir el zumbido de la emoción y es indescriptible.
Es increíble. Es más emocionante que cualquier otra cosa que haya
experimentado.
—¿Weed en el hielo? —Pregunta Evan. Se mete otra gomita orgánica en la
boca y la mastica.
Me río.
—Sí, Evan, Reed está en el hielo. Mira. —Señalo hacia Reed, que está en el
centro del hielo con el disco. Su camiseta cuelga de sus anchos hombros con su
apellido adornado en la espalda.
Jesús, este hombre es ardiente. Literalmente. No puedo apartar los ojos de él
mientras corre por el hielo. No hay duda de que ha nacido para ser un jugador
de hockey. Desde una edad temprana, todo el mundo a su alrededor sabía que
era algo especial. No era sólo un pasatiempo para él; Reed tiene un don. De niño,
pasaba la mayor parte de su tiempo en el hielo o haciendo ejercicio. Pasé
suficientes días junto a Emery para saber el talento que tenía. Veíamos todas las
noches cómo él y sus amigos se enfrentaban hasta que se ponía el sol.
Por suerte, a lo largo de los años, he adquirido suficientes conocimientos
generales de hockey para seguir el juego. Todo el tiempo, Evan mira con 81
entusiasmo, todavía agarrado a Pickles, por supuesto, y se revuelve en su asiento
cuando el público anima y aplaude cuando se marca un gol.
Con ansiedad, observo a Reed en su elemento, deslizándose por el hielo con
facilidad y una delicadeza que proviene de la habilidad, no sólo de la práctica.
Maneja el disco con maestría, zigzagueando entre los jugadores hasta que se
alinea para el disparo.
Muerdo mis uñas mientras el reloj avanza, segundo a segundo, y paso de
mirar a Reed a comprobar el tiempo que va disminuyendo.
Dios, nadie me dijo que esto podría ser tan angustioso. Estoy en el borde de
mi silla.
Parece que un tipo del equipo contrario le arrebata el disco a Reed demasiadas
veces, porque incluso desde aquí puedo ver la determinación que reluce en su
rostro. Ya no se anda con rodeos.
Fingiendo que va hacia la izquierda, toma el disco y se lanza a la derecha
antes de que el gran idiota pueda detenerlo, y luego corre por el hielo hacia la
portería.
Contengo la respiración mientras se prepara para el disparo y lo lanza.
El público estalla, y yo expulso el aliento que estaba conteniendo en lo más
profundo de mis pulmones. Mierda, Reed acaba de marcar el gol de la victoria.
Sus compañeros lo rodean y le dan palmadas en la espalda, todos gritan. Evan
salta en su asiento. Es puro caos, pero del tipo en el que quieres perderte.
Es un momento que no olvidaré ni siquiera dentro de unos meses, cuando
todo esto haya terminado, cuando ambos hayamos vuelto a nuestras vidas
anteriores. Por encima de nosotros, el jumbotron enfoca el rostro de Reed. Es
tan devastadoramente guapo, y aunque no lo fuera, la cantidad de encanto que
posee haría que cualquier chica se derritiera a sus pies.
El corazón me da un vuelco en el pecho al ver cómo todo el mundo lo aclama
y deseo, aunque sólo sea por un segundo, poder celebrarlo con él. En público,
con el mundo mirando, no escondidos como un secreto. Sé que mis esperanzas
son tontas, pero mi corazón parece creer en las falsas esperanzas y en los sueños
tontos.
Controlo el sentimiento y miro a Evan, que sigue sonriendo de oreja a oreja y
abrazando a Pickles. Me alegro de que por fin empiece a salir de su caparazón.
Los dos miramos a Reed y al equipo en la pantalla gigante, con una sonrisa de
vértigo permanente en mis labios, y entonces Reed hace algo que no espero.
82
Gira hacia el público, donde sabe que estamos sentados, y nos guiña un ojo.
Puedo verlo en HD, la sonrisa traviesa que muestra sus hoyuelos y el guiño que
hace que las mariposas de mi estómago revoloteen salvajemente. Levanta la
mano para saludar y, aunque el público estalla pensando que es para ellos, yo
sé que es para nosotros.
Evan y yo nos dirigimos a las gradas y a la parte trasera, donde se supone
que nos encontraremos con Reed. Hay medios de comunicación por todas partes
con micrófonos y cámaras, esperando a ver a los chicos cuando salen de los
vestuarios, así que esperamos a un lado. Jugamos al escondite, utilizando una
fila de bancos, y la risa encantada de Evan resuena entre el enjambre de
periodistas. Unos minutos más tarde, tras la reunión posterior al partido, Reed
entra por la puerta con su bolsa colgada al hombro, con una camiseta negra y
unos vaqueros desteñidos.
—¿Has visto ese tiro? —dice cuando se acerca a nosotros. Se agacha, choca
los cinco con Evan y le choca el puño, y luego se pone de pie para mirarme.
Sonrío.
—Claro que lo he visto. Estuviste increíble, Reed.
—Maldita sea, me siento en la cima del maldito mundo ahora mismo —golpea
el aire con el puño—. No me he sentido tan bien en el hielo en mucho tiempo.
Necesitaba esto. Salgamos de aquí.
Se agacha y levanta a Evan para poder llevarlo entre la multitud, y una vez
que estamos rodeados por el mar de gente que intenta salir del estadio, me tiende
la mano por detrás. Dudando, deslizo la mía hacia ella. Desde una perspectiva
externa, puede parecer un poco sospechoso, pero es fácilmente defendible, ya
que simplemente me está ayudando a atravesar la multitud.
Eso no impide que la horrible sensación de hundimiento en mi estómago
sustituya a las mariposas que acaba de provocarme. No he podido dejar de
pensar en ello desde que se nos ocurrieron las reglas de este acuerdo. El hecho
de que haya incluso un acuerdo o el hecho de que Reed me quiera como algo
más que la mejor amiga de su hermana pequeña, es mucho que procesar.
Y Emery ha estado en el fondo de mi mente todo el tiempo. No puedo imaginar
cuál sería su reacción si se enterara de que estoy rompiendo egoístamente la
promesa que le hice hace tanto tiempo de poner nuestra amistad en primer lugar
y de no pensar nunca en Reed de esta manera.
Odio pensar que soy egoísta, pero al mismo tiempo, nunca ha habido un
momento en el que me haya puesto a mí misma o a lo que quería en primer 83
lugar. Hasta ahora.
Hasta Reed.
Por primera vez en mi vida, me pongo a mí primero. Es por eso que es
importante para mí mantener esto casual, poner una fecha de caducidad en las
cosas, y asegurarse de que las cosas siguen siendo sin complicaciones. De esa
manera, Emery nunca lo sabrá. Las cosas no cambiarán. Es sólo sexo. Entonces
nos alejamos.
—¿Holl?
Cuando levanto la vista, Reed me está mirando con el ceño fruncido. Evan
está recostado sobre su hombro, completamente desmayado.
Oh, Dios, los dos juntos es demasiado para soportar. Es adorable.
Esto es lo que quieren decir las mujeres cuando dicen fiebre de bebé. Nunca
ha sido una cosa hasta que veo a Reed Davidson abrazando a un niño pequeño
dormido contra su pecho.
—Lo siento, la multitud era una locura, me desconecté. No puedo creer que
se haya quedado dormido durante todo eso.
Reed sonríe.
—Llámame el susurrador de bebés.
Pongo los ojos en blanco y me río. Afuera hace mucho frío, unos 5 grados, así
que Reed me pone en brazos a un Evan dormido y nos deja al calor mientras
espera el Uber. Por fin llega a la acera y me doy cuenta de lo agotada que estoy.
La adrenalina del partido me ha dejado agotada, y no veo la hora de meterme en
las lujosas sábanas del hotel.
—¿Lista? —Reed aparece de nuevo por las puertas.
Asiento. No quiero despertar a Evan, así que guardo silencio hasta que
estamos dentro del coche y nos abrochamos el cinturón. El viaje de vuelta al
hotel es tranquilo, aunque veo que la rodilla de Reed rebota sin parar. Está
completamente excitado, todavía con el subidón de su victoria.
Llegamos al hotel unos minutos más tarde y, por suerte, esta vez el ascensor
funciona porque no me apetece subir tres tramos de escaleras con el peso muerto
de un niño pequeño dormido en brazos.
Mi habitación está al lado de la de Reed, así que una vez que el ascensor
suena y estamos en nuestra planta, sigo a Reed dentro de su suite y meto a Evan
en la cama, asegurándome de quitarle los zapatos y de volver a meter a Pickles
en sus brazos.
84
Escucho correr la ducha mientras cierro la puerta de su habitación y vuelvo
a entrar en la de Reed.
No sé qué hacer. ¿Me quedo? ¿Querría Reed eso? Todo entre nosotros es tan
nuevo que no sé qué hacer en una situación así. Me muerdo nerviosamente el
interior del labio, un hábito que estoy intentando romper desesperadamente,
cuando Reed sale del baño con una toalla blanca enrollada en la cintura. Está
seco, así que no debe haberse duchado todavía.
Por Dios.
Mis ojos se desvían de su sonrisa juguetona y con hoyuelos hacia los duros
planos de su pecho hasta el conjunto de abdominales que son suficientes para
hacerme la boca agua. Soy una perdedora cuando se trata de este hombre, y él
lo sabe, a juzgar por la expresión de suficiencia de su rostro.
—¿Sólo vas a quedarte ahí, nena? O… —Se queda sin palabras, esperando
mi respuesta. Reed es tan seguro de sí mismo sin esfuerzo y yo... no.
De repente, me siento tímida, la antigua Holland resurge en el peor momento
posible. ¿Qué pasó con la Holland descarada y audaz que tomó el mando la otra
noche? La que no tenía miedo ni se cohibía mientras Reed devoraba mi cuerpo.
—No estaba segura de que quisieras que me quedara —susurro.
La expresión de Reed se transforma en confusión y luego se ríe.
—No necesitas una invitación, Holland. Hemos dejado claro cuál es nuestra
posición mutua y, nena, te quiero. Te quiero ahora, mañana, dentro de una puta
semana.
Mis mejillas arden por su admisión, pero mi clítoris palpita, necesitado y
desesperado por su atención.
Se adelanta y me atrae hacia él, capturando mis labios en un beso que hace
que me derrita contra él. Sus labios son firmes y afelpados, y cuando su lengua
se desliza dentro de mi boca, todas mis dudas y vacilaciones, todas mis
preocupaciones desaparecen hasta que lo único que puedo sentir es a Reed.
Siento lo duro que está apretado contra mí, y mis manos bajan por su pecho
hasta la toalla anudada en su cintura. Rozo con mi mano su polla, y él sisea
fuertemente en respuesta.
—Mierda, Holland.
Haciendo acopio de toda la confianza que llevo dentro, me arrodillo ante él y
lo miro por debajo de las pestañas.
—Holland, no espero esto —empieza Reed, pero sacudo la cabeza, 85
deteniéndolo.
—Quiero esto. Llevo mucho tiempo queriendo hacer esto.
Su mirada se torna fundida, quemando directamente a través de mí. Cuando
sus largos y gruesos dedos me rodean la garganta con suavidad, subiendo hasta
la mandíbula, me pasa la áspera y rugosa yema del pulgar por el labio inferior.
Su tacto es alentador y tranquilizador. Me da el empuje necesario para
continuar.
Deshago la toalla de su cintura y la dejo caer al suelo en un montón. Su polla
se libera y se balancea frente a mí, y envuelvo mi mano temblorosa alrededor de
ella. Es tan grueso y corpulento que mis dedos no se encuentran al agarrarlo.
¿Lo mejor de tener a Reed como amante? Que es vocal. Lo he aprendido desde
nuestra primera vez juntos, y es algo que nunca me di cuenta de que deseaba
tanto.
Con el puño en alto, subo y bajo su polla y uso mi lengua para recorrer su
sensible cabeza. Inmediatamente, él enreda su mano en mi cabello y suelta un
gemido bajo y torturado. Lo miro y veo que echa la cabeza hacia atrás mientras
se agarra a mi cabello, y sólo entonces cierro la boca en torno a él y chupo hasta
que se me hunden las mejillas.
Cada vez que lo succiono más profundamente en mi boca, él aprieta más su
agarre en mi cabello. Después de unos momentos, se retira bruscamente,
jadeando.
—Maldita sea, Holland, no voy a durar, detente. —Gime, sin aliento.
Dios, es tan guapo.
Extiende su mano hacia mí.
—Ven a ducharte conmigo. ¿Por favor?
Asiento y pongo mi mano en la suya. Cuando me pongo de pie, desliza sus
manos por debajo de mi jersey, contra mi estómago, y las arrastra hacia arriba,
hasta que tira de la tela por encima de mi cabeza y la tira a un lado. Me besa
mientras me desabrocha el sujetador, dejando mis pechos libres.
Siempre es lo que más me preocupa, mi estómago y mis pechos. No soy
delgada como un rayo; tengo caderas, muslos y un culo. Mis pechos son pesados
y llenos. Siempre rehúyo este momento, pero la mirada de Reed sobre mi cuerpo
me hace sentir cualquier cosa menos cohibida.
—Eres perfecta. No tengo suficiente. Estos —me toma los pechos con las
manos y casi los cubre por completo. Un puñado perfecto para Reed— están
hechos para mí, para mis manos, para mis labios. Míos. 86
Se inclina y se lleva mi pezón a la boca y lo hace rodar entre su lengua y sus
dientes. La sensación es suficiente para que mis rodillas se debiliten. Roza
ligeramente con sus dientes la sensible punta y me estremezco.
—Reed —jadeo. Se retira y me mira. Sus ojos de color chocolate intenso se
clavan en los míos y su respiración es tan agitada como la mía. Hay algo que
pasa entre nosotros, algo que no puedo identificar, pero ahora me siento más
cerca de él que nunca.
Me quita rápidamente los vaqueros y las bragas de raso transparente que
llevo puestas, dejándome completamente desnuda delante de él. Por costumbre,
quiero cubrirme, y cuando lo hago, me toma la mano.
—No lo hagas. No te escondas de mí. Te quiero, Holland, cada puto centímetro
de ti.
Las palabras me hacen temblar en una bruma de lujuria. Se agacha, me
levanta y me lleva al baño, directamente a la ducha. El agua caliente se ha puesto
en marcha, así que las paredes están llenas de vapor, y el agua hirviendo hace
que se forme un remolino.
Reed entra y me pone de pie una vez que estamos bajo el chorro. Es una
sensación celestial, casi tan buena como la de sus manos sobre mí, pero no he
sentido nada comparable a la forma en que Reed me toca.
Ese pensamiento me asusta. Me aterra que cuando estoy con Reed... Siento
tanto. Lo impotente que me vuelvo, cayendo en su encanto.
Me toma la barbilla con los dedos y me levanta la cabeza para que lo mire.
—Sal de tu cabeza. No dejes que haya nada en el espacio entre nosotros ahora
mismo. Siente lo nuestro.
Asiento. Toma el shampoo que puso en la ducha y vierte una generosa
cantidad en las manos y luego lo pone en mi cabello. Sin previo aviso, mi cuerpo
se funde con su tacto. Me masajea el champú en el cuero cabelludo, lavándolo
por completo.
Es íntimo de una manera que nunca he experimentado. Lava mi cabello, me
trata con tanta ternura. Cuando termina, se arrodilla ante mí, igual que yo hace
unos minutos.
Lo miro interrogante, y él me roza la cadera con la nariz antes de besar el
lugar donde se hunde. Un punto que he odiado desde que tengo uso de razón,
pero que, de repente, nunca había amado tanto. Me mete la lengua en el ombligo.
Nunca se había sentido nada tan erótico. De pie bajo un chorro de agua 87
hirviendo, Reed todavía me hace temblar. De necesidad. Estoy atrapada en un
sueño febril y no quiero despertar nunca. Continúa su camino hacia abajo hasta
llegar a mi coño. Entonces, levanta mi pierna hasta su hombro, haciendo que
me agarre a su cabello para mantenerme erguida.
—Reed —grito.
—Shh, nena, te tengo.
Y entonces utiliza sus dedos para separar mis pliegues y baja su boca hasta
mi clítoris. En el momento en que su lengua roza el sensible y palpitante punto,
me agito en su boca.
Oh. Dios. Dios.
Reed Davidson me está devorando de rodillas en la ducha. He soñado con
este momento. Durante años, he imaginado este escenario exacto en mi cabeza
y ahora sé que nada, y quiero decir nada, se compara con la realidad.
Mientras una mano sujeta mi cadera y la otra separa los labios de mi coño,
me come como si llevara todo el día deseando hacerlo. Me lame el coño,
succionando mi clítoris en su boca, y no puedo detener el gemido que escapa de
mi boca. El placer que nunca he conocido florece dentro de mí, derramándose
en mis miembros, haciendo aún más difícil mantenerme erguida.
Reed lo nota porque se detiene bruscamente, cerrando el agua y abriendo la
puerta de la ducha. De nuevo, me levanta. Estoy empapada y goteando por todo
el suelo, pero no se inmuta; me lleva a la habitación y me tira en la cama. Ni
siquiera tengo tiempo de hablar antes de que me lleve al borde de la cama para
que pueda arrodillarse en el suelo.
Da un largo y lánguido golpe con su lengua desde mi entrada hasta mi clítoris
y mis manos se aferran a las sábanas, un ancla para el placer que está
arrancando de mi cuerpo.
Sin esfuerzo.
Mis ojos giran hacia atrás cuando sumerge su lengua en mi interior, entrando
y saliendo mientras añade su grueso dedo, curvándose y frotándose contra el
punto que hace que mi espalda se arquee sobre la cama. Su barba se frota contra
mis muslos mientras me devora, y sé con seguridad que mañana lo sentiré ahí,
un delicioso ardor que será un recuerdo constante de este momento de placer.
—Eres tan sensible, mierda, es increíble —dice entre mis muslos mientras
introduce otro dedo en mi interior.
Siento que las olas de mi orgasmo están creciendo y cuando él chupa mi
clítoris en su boca, con fuerza, me derrumbo. 88
Mi espalda se dobla y mis manos abandonan las sábanas y se aferran a su
cabello, atrayéndolo contra mí mientras el orgasmo más potente que he sentido
nunca consume mi cuerpo. Continúa follándome lánguidamente con sus dedos,
alternándolos con su lengua, hasta que mi cuerpo se agota y soy un montón de
huesos.
Me hundo en la cama, saciada y dichosa en mi estado post-orgásmico.
Reed se arrastra por mi cuerpo, con mi humedad todavía cubriendo su barba
y sus labios, y es tan sucio... tan erótico, que incluso después del mejor orgasmo
que he tenido nunca, quiero más. Lo quiero, una y otra vez, hasta que no
podamos más.
—¿Estás agotado?
Se acuesta a mi lado, recogiéndome en sus brazos.
—¿Ahora? Sí.
Me rio.
—Después de un partido, sobre todo uno como el de esta noche, suelo estar
agotado. Es la adrenalina, tarda mucho en desaparecer. Solía salir con los
chicos, o encontrar otras formas de descargar la energía. Pero... prefiero trabajar
de esta manera.
—Pensé que estaba cansada antes de volver, ahora, estoy agotada. Tengo que
vestirme y volver a mi habitación. Necesito volver a empacar antes de que
salgamos mañana.
—¿Te quedas? Sólo un rato. Podemos descansar los ojos.
Suspiro con sueño. Un minuto no hará daño. Luego, mañana, estaremos en
casa. Y volveremos a fingir que no hay nada entre nosotros.
Es más fácil decirlo que hacer

89
Capítulo 11
Holland
REED: ¿Sabías que los pulpos tienen tres corazones?
Vuelvo a leer el mensaje para asegurarme de haberlo leído bien. ¿Por qué
Reed me envía un mensaje de texto sobre pulpos a medianoche? Dejo mi libro
de bolsillo a un lado y respondo.
Yo: No lo sabía, pero supongo que ahora sí. LOL.
Unos segundos después, aparecen los puntos grises flotantes que indican que
está respondiendo.
Reed: También tienen nueve cerebros. Uno en cada tentáculo. (Emoji de
pulpo)
Yo: Vaya. Entonces Pickles debe ser un tipo inteligente.
Reed: No es broma. ¿Qué estás haciendo?
Es extraño enviarle mensajes de texto a Reed. Hemos vivido uno al lado del
otro y nos hemos criado juntos toda la vida, pero nunca hemos tenido una
relación casual en la que nos enviemos mensajes o hablemos fuera del tiempo
que paso en su casa con Emery.
Hemos estado en casa desde Boston durante dos días. Dos días
extremadamente largos en los que no lo he visto ni he hablado realmente con él.
Pero, como las reglas están claramente definidas para “nosotros”, no quería
parecer pegajosa. Planeo verlo pasado mañana cuando salgamos para su partido
en Vancouver.
He pasado los dos últimos días con mi padre. Y ahora me siento aún más
culpable, sabiendo que los últimos han sido duros. Pasó la mayor parte del día
llamándome Annie, mi madre. Odiaba estar pasando tiempo lejos de él.
90
Yo: Solo acostada en la cama leyendo, nada emocionante. ¿Y tú?
Unos segundos después, mi teléfono suena y es Reed por FaceTime. Me
levanto de golpe en la cama, asustada. Mi cabello está en un moño desordenado
de hace dos días en la parte superior de la cabeza. Tengo puesta crema para
acné y un camisón con ositos cariñosos de hace mucho tiempo.
Oh, Dios mío. Tanteo el teléfono y se me cae en la alfombra junto a la cama,
pero lo recupero rápidamente y rechazo la llamada.
No puede verme así. De ningún modo. Me moriré de vergüenza.
Antes de que pueda escribirle un mensaje, mi teléfono suena.
Reed: ¿Vas a fingir que no tienes el teléfono en la mano ahora mismo?
¿O vas a contestar?
Atrapada.
Mierda. Mierda. Mierda. MIERDA.
Me levanto de la cama y corro hacia el baño. Paso rápidamente un cepillo por
mi cabello y lavo todos los restos de crema para acné antes de tomar una vieja
sudadera del instituto y ponérmela.
Sigo teniendo un aspecto de vagabunda, pero está considerablemente mejor
que hace cinco minutos. El teléfono vuelve a sonar y me acuesto en la cama
antes de contestar.
El rostro de Reed aparece y sonríe; sus hoyuelos saltan, haciendo que esas
estúpidas mariposas vuelvan a soltarse.
—Por fin.
Me rio con nerviosismo.
—Yo, eh, tenía que ponerme decente.
Dios, eso sonó estúpido. Contrólate, Holland.
Se ríe.
—Decente, ¿eh? ¿Lees desnuda? Eso sí que es un espectáculo que pagaría
por ver. ¿Puedes leer desnuda para mí? Estoy pensando en Harry Potter mientras
devoro tu…
Mis ojos se agrandan e inmediatamente grito:
—¡Oh, Dios mío, Reed!
Me acerco a la mesita de noche y me pongo los auriculares porque escuchar
a Reed decir eso en voz alta hace que mis mejillas ardan. Mi cuerpo se siente de
repente en llamas. 91
—Lo siento, nena, eso va al depósito de imágenes para masturbarme de por
vida.
Oculto mi rostro con una manta mientras él se ríe. Esta conversación acaba
de dar un giro que no esperaba. No quiero que me vea las mejillas rojas de tanto
sonrojo.
Cambiando de tema, digo:
—Entonces um, ¿has estado estudiando los pulpos?
Reed se recuesta contra la cabecera de la cama y niega con la cabeza.
—No, Evan vio el pulpo en Buscando a Nemo y me hizo rebobinar diez veces,
así que busqué en YouTube y vimos y aprendimos datos aleatorios sobre los
pulpos. Eso lo mantuvo en silencio durante una hora
Me encanta escuchar sobre la relación de Reed con Evan. Ahora tengo más
respeto y admiración que nunca por él. No muchos hombres harían lo que hizo
Reed, sobre todo en la cima de su carrera y con el mundo al alcance de la mano.
Es un buen hombre. El mejor hombre, y siempre lo he sabido. Solo es diferente
verlo interactuar con Evan.
Los pensamientos en mi cabeza se sienten demasiado íntimos. Demasiado
para esta conversación, así que aclaro mi garganta.
—¿Qué pasa con la llamada nocturna? ¿Hay algo que tengamos que discutir
para mañana?
Él pasa una mano grande y hosca por su mata de cabello oscuro antes de
negar con la cabeza.
—Quizá te extrañaba, cariño.
Dios, las mariposas en mi estómago revolotean salvajemente ahora mismo.
¿Por qué tiene que ser tan encantador? Hace que sea tan fácil sentir cosas que
no debería, que no puedo.
—¿Lo hiciste?
Se encoge de hombros.
—Sí, lo hice. Probablemente en contra de las reglas, pero siempre he sido un
infractor de reglas.
Me rio. Se siente bien. La tranquilidad que siento con Reed. Pero también es
fácil olvidar que hay reglas por una razón, y por mucho que desee que las cosas

92
fueran diferentes, no lo serán, no pueden serlo. También tengo que proteger mi
corazón.
—Quizá yo también te extrañé.
Sus labios se mueven con una sonrisa juguetona.
—¿Solo tal vez? Maldición.
Sin poder evitarlo, bostezo.
—Dios, estoy agotada. Tengo que estudiar para un importante examen, así
que necesito dormir un poco. Em me va a ayudar a estudiar mañana por la
noche. ¿Pero nos vemos el viernes? ¿De acuerdo?
—Buena suerte en tu examen. Buenas noches, cariño.
Mi corazón salta ligeramente al escuchar su apodo favorito para mí
últimamente.
—Buenas noches, Reed.
Presiono el botón finalizar, saliendo de FaceTime, pero incluso después de
que se ha ido… Me encuentro pensando en Reed, y tal vez… definitivamente
extrañándolo también.
Malditas sean las reglas.

Paso la mayor parte del día siguiente haciendo recados, comprando


comestibles y ocupándome de las cosas de la casa para asegurarme de que
cuando vuelva a salir de viaje mi padre tenga todo lo que necesita. Esta mañana
hablé con sus enfermeras y me han asegurado que todo está bien y que lo tienen
controlado, pero sigo preocupada. Es cómo soy. He pasado la mayor parte de mi
vida adolescente y adulta preocupándome por él.
El sentimiento de culpabilidad sigue pesando en la boca de mi estómago.
Acerco la taza de café a mis labios y bebo otro sorbo, rezando para que
empiece a hacer efecto, porque siento que mi cerebro está a punto de colapsar
pronto.
Suspiro y dejo caer mi cabeza sobre el libro de texto frente a mí. Justo cuando
creo que lo entiendo, empiezo a dudar de mí misma y el círculo vicioso continúa.
—Necesitas un descanso. No te haces ningún bien así —dice Emery mientras
se sienta frente a mí. Llevamos horas así y no me siento más preparada que
cuando me senté aquí. 93
Quizá tenga razón, quizá me estoy presionando demasiado.
—Siento que, si miro esto por un segundo más, mi cabeza va a estallar.
—¿Qué tal si vamos a tomar algo? Sólo aléjate por un segundo, luego
volvemos y hacemos otra ronda.
—De acuerdo, una hora. Luego regresamos. Tengo que hacer esto, Em.
Emery asiente y me arroja la chaqueta.
—Vamos, será súper rápido y le dará a tu cerebro la oportunidad de relajarse.
Caminamos hasta Johnny's, un bar deportivo cercano que ofrece comida y
bebidas, y ocupamos una cabina cerca de la puerta principal. Está tranquilo
para ser un miércoles.
Después de quitarse el abrigo, Emery pide una bebida y un aperitivo para
ambas y se gira para mirarme.
—¿Cómo estuvo el primer viaje con Reed y Evan? Cuéntamelo todo.
Mi corazón se acelera en mi pecho. Esta es la parte que he estado temiendo
como la peste. Mierda, no quiero mentirle y hablar de Reed es ocultar la verdad.
Creo que en todos los años que hemos sido amigas, nunca le he ocultado la
verdad.
Odio mentir. Y hasta ahora, nunca he tenido que ocultarle nada a Emery.
—Uh —tartamudeo—, estuvo genial. Nada especial que contar. Ya conoces a
Reed. —Me rio nerviosamente. Dios, esto no va a ser fácil. Trago saliva, tratando
de empujar el sentimiento de culpa por donde ha venido.
Por suerte, la camarera nos trae las bebidas, las papas fritas y la salsa, lo que
me salva.
—¿Cómo va el trabajo?
Emery trabaja en un bufete de abogados en el centro de la ciudad, donde hará
su pasantía después de graduarse.
Sus ojos, que son del mismo color chocolate que los de Reed, se iluminan al
mencionar el trabajo.
—¡Oh, Dios mío! Me olvidé por completo de decírtelo. Hay un asistente legal
que trabaja en el tercer piso. Es súper lindo. Alto, nerd, pero en el buen sentido.
Tiene unos ojos increíbles y su sonrisa es tan perfecta. Bueno, el otro día
hablamos y me preguntó si quería salir. Y le dije que sí. —Sonríe, levantando las
cejas—. Y, él tiene un amigo. Vamos a organizar una cita a ciegas.
Mi estomago cae, atravesando la silla hasta el suelo. No es que Reed y yo
seamos algo más que amigos con beneficios, pero no puedo imaginarme saliendo
94
con otro chico mientras me acuesto con Reed. No es que sea parte de las reglas…
Lo cual también me hace sentir que podría vomitar porque, hasta ahora, ni
siquiera pensé que fuera algo de lo que tuviera que hablar con Reed. ¿Y si él
también se acuesta con otras chicas?
Emery chasquea los dedos frente a mi rostro.
—¿Hola? ¿Holland?
—Lo siento, ¿q-qué? —Tartamudeo, todavía obsesionada con el escenario en
mi cabeza.
—Dije que cuando regreses la próxima semana, nos encontraremos y
tendremos una cita doble. Su amigo es tan soñador. Creo que ustedes dos se
llevarían muy bien. Está súper metido en su trabajo. Trabaja en un hospital de
niños, creo. En fin, ¿qué te parece?
Creo que tengo que enviarle un mensaje a Reed ahora mismo, o voy a seguir
pensando en esto. Tengo que dejar claro que no me siento cómoda con él
durmiendo con alguien más.
—Claro, Em, suena bien —digo distraídamente. Parece que eso la tranquiliza,
porque deja el tema y engulle las papas fritas y la salsa.
Saco el teléfono de mi bolso y abro el mensaje de texto con Reed.
Yo: Esto es al azar, lo siento, pero… esto no fue realmente discutido en
nuestras reglas y necesitaba saberlo. ¿Vas a acostarte con otras chicas,
ya sabes, mientras dura nuestro acuerdo?
Después de esperar unos segundos para ver si lo abre, no veo que el estado
de lectura cambie, así que bloqueo el teléfono y lo vuelvo a meter en mi bolso.
Estoy exagerando. Esto es una tontería.
—Esta noche estás en otro planeta, nena —dice Emery, metiéndose otra papa
frita en la boca.
—Lo sé, lo siento. Es que tengo muchas cosas que hacer.
Ahí, no es una mentira, solo… no es toda la verdad.
Terminamos nuestras margaritas y papas fritas, y luego nos dirigimos a mi
casa. Emery está más tranquila en el camino a casa, y me preocupa haberla
molestado.
—¿Estás bien? —golpeo su hombro mientras caminamos.
—Sí, simplemente no dormí muy bien anoche, supongo que estaba

95
emocionada. Mañana voy a pasar todo el día con Evan antes de que se vayan, ¡y
no puedo esperar! Nos divertimos mucho la última vez, y me encanta poder pasar
tiempo con él.
Asiento.
—Es un chico estupendo. Reed tiene suerte de tenerlo.
Después de un corto paseo, estamos de vuelta en la puerta de mi casa. Emery
me mira.
—Estudia un poco, pero no te estreses, ¿de acuerdo? Me iré y trataré de
dormir un poco.
—De acuerdo. Te quiero, Em. —La atraigo para darle un abrazo. Ella me
devuelve el abrazo con fuerza antes de susurrar:
—Yo también te quiero, Holl.
No esperaba que fuera tan difícil. Ocultarle la verdad a mi mejor amiga.

96
Capítulo 12
Reed
Nunca respondí al mensaje de texto de Holland. El que llegó casi a
medianoche. No porque tuviera algo que ocultar, sino porque no quería hablar
de algo como que me acuesto con otra persona en un mensaje de texto.
¿Estoy interesado en alguna otra mujer que no tenga cabello largo y rubio
como la miel y unos ojos verdes como el mar que no me dejan dormir?
Jodidamente, no.
Y eso me preocupa, pero no cambia el hecho de que sea verdad.
Acabamos de registrarnos en nuestro hotel en Vancouver, y ahora mismo,
tengo problemas más grandes.
Problemas de entrenamiento para ir al baño. Me estremezco con solo
pensarlo. Claro, he cambiado suficientes pañales en mi vida con Ari y Ken, las
hijas de Liam, para poder hacerlo en la oscuridad, borracho y con los ojos
cerrados.
Pero ¿enseñarle a un niño a orinar en el inodoro... y a apuntar? Un disco de
hockey totalmente diferente.
—De acuerdo, vamos a contar hasta tres y luego tú, no sé, ¿apuntas al agua?
Evan me mira como si me hubieran crecido dos cabezas. Está de pie en un
taburete frente al inodoro con los pantalones alrededor de los tobillos y,
sinceramente, parece tan preocupado como yo.
Pasé los últimos treinta minutos buscando en Google consejos para el
entrenamiento para ir al baño, y me encontré con algunas cosas extrañas. Y solo
digo que mi historial de búsqueda se ve muy diferente a lo que solía ser.
Potty.com no se parece en nada a pornhub.com.
—¿Hacer pis ahora? —pregunta Evan.
97
—Sí, amigo, solo trata de hacerlo en el tazón.
—¿Tazón? ¿Cereal?
Gimo.
Esto es un desastre, y no sé si podré resolverlo por mí cuenta. Vuelvo a mirar
el teléfono y, antes de que pueda disuadirme, marco el número.
—¿Hola? —La voz sin aliento de Holland llega a través del teléfono.
—Oye, eh —tartamudeo— ¿puedes venir a ayudarme con algo muy urgente?
—Por supuesto, sí. Estaré allí en un segundo. —La línea se corta y exhalo.
Maldita sea, sí, quiero ver a Holland, pero tampoco quiero que se sienta agobiada
o que tener que llamarla para cada pequeña cosa. Soy el tutor de Evan. Tengo
que resolver las cosas por mi cuenta.
Excepto esto, porque obviamente no estoy llegando a ninguna parte. Quiero
decir, tengo las mismas partes que él, y todavía no puedo explicárselo.
Segundos después, llaman a la puerta.
—No te muevas, ¿de acuerdo, amigo? —le digo.
Evan asiente, con las manos en las caderas y los pantalones en sus tobillos.
Si no estuviera tan angustiado por haber fracasado en todo esto del
entrenamiento para ir al baño, me reiría.
Atravieso la habitación y le abro la puerta a Holland. Ella sonríe, pero la
sonrisa desaparece al ver mi rostro.
—¿Qué pasa? ¿Evan está bien? —Sus palabras salen apresuradas. Pasa de
la alegría al pánico tan rápidamente que tiro de su mano llevándola hacia la
habitación.
—No, está bien, estoy teniendo una crisis.
La conduzco al baño hasta Evan, que sigue esperando pacientemente sobre
el taburete.
Sus ojos van de mí a él, y luego vuelven.
—¿Eh? ¿bueno? Entonces… ¿vamos a hacer pipí? —Ella se ríe.
—Bueno, ese es el plan, pero él no quiere. Se queda mirándome como si
hubiera perdido la cabeza.
Holland permanece en silencio durante unos segundos, y luego echa la cabeza
hacia atrás y se ríe. Tan fuerte que resuena en la pared del baño y hace que Evan
se ría con ella.
98
—Holland, vamos, hablo en serio. Llevo una hora buscando en internet y me
dice que consiga estos libros y golosinas y yo... mierda, no sé. Siento que estoy
fallando en esto. —Exhalo un suspiro frustrado.
Se acerca a mí y desliza sus manos por mi pecho hasta el cabello en la parte
de atrás de mi cuello.
—En primer lugar, respira. No pasa nada. Todos los padres pasan por esto, y
tú no estás fallando. Solo tienen que resolverlo, juntos.
—De acuerdo. Tienes razón.
—Entonces, lo que la mayoría de la gente hace es usar Cheerios. Solo lánzalos
ahí, y dile que dispare en ellos. Él sabrá cómo hacerlo.
Bien, Cheerios. Lo tengo.
—Bien, llamaré a conserjería para ver si pueden enviar algunos. Tal vez
deberíamos intentar esto mañana. —Asiento hacia Evan, que se balancea
ligeramente en el taburete. Sus ojos comienzan a cerrarse.
Holland se ríe, lo ayuda a bajar y vuelve a colocarle el pañal correctamente.
Lo ayuda a ponerse el pijama y él suspira adormilado cuando lo levanta, luego
apoya la cabeza en su hombro.
—Eres buena en esto, ¿sabes?
Ella sonríe.
—Él lo hace fácil. Deja que lo acueste y ahora vuelvo.
Los sigo hasta la habitación, me siento en la cama y me acuesto.
Mierda, ser padre es difícil. Gratificante como la mierda, pero aún así difícil.
He estado pensando mucho en mi decisión últimamente, en acoger a Evan,
en mi hermana, en mi padre. Tengo cosas en la cabeza que intento resolver
porque quiero ser lo mejor posible para Evan.
No dejo de pensar en el hecho de que, aunque mi padre no se lo merezca,
¿qué pasa si nunca tengo la oportunidad de arreglar las cosas con él? ¿Y si paso
todo este tiempo odiándolo y luego se acaba? Y no hay un cierre. Todavía albergo
todo este dolor por el hecho de que haya abandonado nuestra familia para
empezar una nueva. Pero no le duele a él; me duele a mí. Eso me cambia.
—¿Reed?
Mis ojos se abren y veo a Holland de pie junto a mí, con una expresión de
preocupación. Me incorporo y la atraigo hacia mí. Ella cae fácilmente en mis
brazos.
99
—¿Estás cansado? —me pregunta.
Niego con la cabeza.
—Solo estoy pensando. En tu mensaje de texto.
Se queda quieta en mis brazos. Después de un segundo, se echa hacia atrás
y me mira con los ojos muy abiertos.
—Siento haber enviado ese mensaje. Debería haber esperado a verte.
—No te disculpes. Holland, no soy un imbécil. Conozco las reglas, y si quieres
añadir un cuarto, podemos, pero ahora mismo, no me interesa nadie más que
tú. Punto.
—A mí tampoco me interesa nadie. Solo quería dejar claro que no me siento
cómoda durmiendo juntos si hay otras chicas.
—No las hay. Mientras estemos juntos, seremos solo nosotros.
Veo cómo su expresión pasa de ser cautelosa a aliviada, y me siento como un
idiota. Un imbécil que la quiere egoístamente para mí, pero no a costa de dañar
la relación con mi hermana.
Y la verdad es que no es solo Emery lo que me detiene. Es el hecho de que no
soy, y nunca he sido, un tipo de relaciones. Nunca he tenido una relación seria
en mi vida, y sé que, si llevo las cosas más allá con Holland, solo terminaré
lastimándola. Tal vez me siento así porque mi padre abandonó a mamá. Tal vez
sea algo de familia, no lo sé. Pero sí sé que no puedo ni quiero herir a Holland,
así que esto, lo que sea que haya entre nosotros, tendrá que ser así.
—¿Quieres quedarte esta noche? —pregunto.
—A decir verdad, estoy agotada. He estado estudiando para mi examen hasta
muy tarde todas las noches. ¿Mañana?
—Sí, nena, ve a dormir un poco.
Me inclino y la beso por primera vez esta noche, y joder, golpea de lleno en mi
pecho. Nada se siente como esto cuando estoy con ella.
—Buenas noches, Reed —dice antes de dejarme con mis sentimientos, solo.
Mierda, estoy en problemas.

100
Le ganamos a Vancouver tres a uno, y joder, se siente bien. No hay nada como
dar lo mejor de ti y que todo el maldito mundo lo vea. Y ahora me siento en la
cima del maldito mundo.
El entrenador Rick nos exige a Briggs y a mí que hagamos algunas entrevistas
después del partido esta noche, cuando todo lo que quiero hacer es llegar a Evan
y a Holland, pero sé que tan pronto como lo haga estaré libre en casa durante
los próximos dos días.
Bebo mi botella de Gatorade mientras los periodistas se sientan frente a mí.
—Entonces, Reed, ¿cómo te sientes después de la victoria?
Plasmo mi sonrisa más encantadora antes de responder:
—En la cima del maldito mundo.
Hay otra ronda de flashes de cámaras antes de que una joven en la parte de
atrás hable.
—Señor Davidson, ha tenido uno de los mejores años hasta ahora, en cuanto
a estadísticas, que jamás haya tenido para los Avalanche. ¿Le debe su éxito a
alguien en especial?
La pregunta me atrapa desprevenido, pero me recupero rápidamente.
—Quizá a alguien especial. —le doy un guiño.
El entrenador interviene.
—Es suficiente por esta noche. Gracias a todos. —Nos empuja a Briggs y a
mí desde las sillas hacia el costado de la sala de prensa.
—Malditos buitres, lo juro. Buen trabajo esta noche, Davidson, Wilson.
Descansen un poco, los veré en unos días.
Briggs asiente y nos dirigimos hacia donde están Asher, Graham y Hudson.
Al igual que yo, están entusiasmados con la victoria de esta noche.
—Entonces, ¿salimos esta noche? Necesito un poco de amor de alguna
conejita —dice Graham. Está follando con los ojos a una morena desde el otro
lado de la habitación, y puedo decir que él está a pleno rendimiento esta noche.
—¿Cuándo no? —Asher sonríe.
—Dímelo a mí —murmura Briggs.
Graham Adams es el novato. El chico nuevo, carne fresca. Lo que significa
que él es a quien le damos toda la mierda, y el que tiene más posibilidades de
obtener una medalla por follar con la mayor cantidad de conejitas en un año. El
chico tiene una cosa con las damas que la mitad de nosotros desearía tener, pero
101
honestamente, está loco con un palo y un disco. Creo que nunca he visto a
alguien patinar tan rápido o con tanta fluidez como él. ¿Lo único que no tiene a
su favor? Su boca.
—Mira, no puedo evitar que sufras por follar con tu puño porque no
encuentras una chica que te folle, un tipo de problemas. Soy bueno en ese
departamento.
—Adams, si sigues hablando, voy a romperte las piernas y te golpearé con
ellas.
Me río.
—Me quedo esta noche, tengo que cuidar a Evan. —Él y Holland se quedaron
en el hotel, ya que era un partido más tarde de lo normal, y maldita sea, estoy
listo para estar allí con ellos.
—¿No tienes una niñera para eso? —pregunta Hudson con los ojos pegados
a su teléfono. Asher le da un codazo por ser un idiota.
—En primer lugar, no es una niñera, es una amiga de la familia. Segundo, no
espero que se quede con Evan mientras yo estoy de fiesta.
Briggs asiente.
—No te preocupes, beberé lo suficiente por los dos.
Los cinco caminamos uno al lado del otro saliendo del estadio y hacia el
autobús que nos llevará de regreso al hotel.
—No te metas en problemas. ¿Por qué no regresas al hotel conmigo? Podemos
tomar una cerveza en el bar de allí. Uno que no esté plagado de conejitas y
periodistas esperando a que lo arruines.
Briggs todavía está en problemas con el equipo. No puede mantener su culo
fuera de las peleas o de los titulares. Mark, el dueño, y nuestro entrenador están
hartos de la mala publicidad. Como su mejor amigo, solo intento mantener su
culo a raya.
Una expresión oscura cruza su rostro.
—No sé por qué los medios de comunicación están detrás de mí todo el
tiempo. Ya jodidamente lo he superado.
—Porque tienes demasiado talento para desperdiciarlo —dice Asher. Mete su
bolso en el compartimento inferior del autobús—. Eres el mejor delantero que he
visto nunca, sin ninguna maldita duda, pero no eres bueno para el equipo si te
quedas sentado o, diablos, fuera del maldito equipo. 102
Briggs permanece en silencio, con la mandíbula tensa, antes de pasar junto
a nosotros hacia el autobús sin decir nada más.
Sé que es una zona gris para él, joder, lo entiendo, pero Asher tiene razón. Si
Briggs sigue por este camino, el único lugar donde va a estar es en su casa, en
su sofá, sin equipo.
—Será mejor que nadie me llame esta noche si terminas en la cárcel. Llama
a Sam porque no estaré disponible. —Sonrío.
—No puedo evitarlo, eres como el padre del equipo. Te sienta bien, hombre.
—Graham me da una palmada en la espalda.
Los tres salen en dirección contraria hacia el estacionamiento, y yo meto mi
bolso en el compartimento y me uno a Briggs. Tiene sus auriculares puestos y
está mirando por la ventana, aunque tomo asiento a su lado, no digo nada. Él
sabe lo que está en juego, y depende de él conseguirlo.
Cuando regresamos al hotel, Briggs se va a su habitación sin dar las buenas
noches y yo subo en el ascensor hasta mi piso. Camino hacia mi puerta y deslizo
mi tarjeta de acceso en la ranura. La luz verde emite un pitido y entro lo más
silenciosamente posible.
Mierda, no me doy cuenta de lo tarde que es hasta que veo las luces brillantes
del reloj que dicen que es pasada la medianoche. Me quito los zapatos, miro
hacia la cama y veo a Holland envuelta en la manta blanca de felpa. Su cabello
color miel se desplegó en abanico a su alrededor.
Parece un maldito ángel envuelto en blanco. Sus pestañas oscuras se posan
sobre sus mejillas, que se han sonrojado por el calor de la habitación. Una parte
de mí desearía ser el tipo de hombre que la merece. Que pudiera llegar a casa
después de cada partido nocturno y encontrarla aquí, en mi cama, como si
estuviera destinada a estar allí.
Pensamientos que ni siquiera debería estar pensando y que definitivamente
no van con nuestras reglas.
Cuando presiono mi rodilla en la cama para acostarme con ella, se remueve
adormilada.
—¿Reed? —Su voz es ronca por el sueño, y joder, dispara directamente a mi
polla.
—Sí, nena, soy yo. ¿Cómo estuvo esta noche?
Se apoya sobre sus codos y mira el reloj.
—Dios, no puedo creer que me haya quedado dormida. Intentaba esperarte 103
despierta, pero debo haberme quedado dormida mientras esperaba.
Tiro la manta hacia atrás y me deslizo en la cama con ella, jalando su pequeño
cuerpo hacia mí.
—Hablé un poco con los chicos, me he puesto al día.
—Mmm. —Se menea ligeramente contra mí, haciendo que muerda mi labio
en señal de contención. No quiero ser un imbécil, pero mi polla tiene algo con
Holland y ahora mismo ella está presionando allí.
Liberándose de mi agarre, se gira hacia mí y me dedica una tímida sonrisa.
—Es un poco raro. Quedarme dormida en tu cama. ¿No crees?
Asiento.
—No puedo decir que alguna vez haya pensado que esto sería una cosa, pero
no estoy enojado por eso.
Succiona su labio inferior, una expresión sensual pasa por su rostro. Su
pecho se eleva rápidamente, el pulso en su cuello late con fuerza. El sentimiento
es mutuo; Holland me desea tanto como yo a ella.
—He estado pensando en ti toda la noche. Apenas pude concentrarme en el
maldito disco.
Su risa es dulce. Se acerca hasta que sus labios están a un solo centímetro
de los míos. Puedo sentir su cálido aliento en mis labios. Tan jodidamente cerca.
Quiero besar esos labios carnosos, y luego quiero escuchar mi nombre salir de
ellos como una oración.
—¿Lo hizo, señor delantero estrella, jugador de la NHL? —murmura, su
lengua sale para humedecer sus labios. Siento sus manos deslizándose por mi
pecho, cada vez más abajo, rozando mis abdominales que se tensan contra su
tacto. Sus dedos se sumergen debajo del algodón de mi camiseta y rozan la piel
desnuda por encima de mi cintura.
Me hace temblar. No sé qué me está haciendo esta chica, pero todo lo que
hace me vuelve loco y ahora quiero tener mis manos sobre ella. No puedo esperar
ni un segundo más.
Enlazo mis manos en su cabello y tiro de ella hacia mí hasta que choca con
mis labios, y luego ruedo hasta que este debajo de mí. Sus manos se aferran a
mi camiseta, acercándome más.
No es suficiente. Quiero más. Necesito más con Holland. La ironía de lo que
siento no se me escapa. En lugar de eso, la beso con más fuerza, deslizando mis
manos bajo el satén de su camisola hasta que mi dedo roza la dura punta de su
pezón. Su piel es tan sedosa como la tela de su camisola, y quiero pasar mi 104
lengua por las depresiones y valles de su piel.
Utilizo ambas manos para pasarla por encima de su cabeza y luego la tiro a
un lado, dejándola desnuda de cintura para arriba debajo de mí. La habitación
está a oscuras, solo con el tenue resplandor neón de la televisión, pero aún puedo
distinguir su figura. Es perfecta. Todo lo que un hombre puede desear en una
mujer. Sus curvas son perfectas para mis manos, y nunca me cansaré de
intentar memorizar cada centímetro de ella.
No hay tiempo suficiente en el mundo para saciarme.
Siempre voy a tener hambre de más.
Separo mis labios de los suyos y beso su cuello, succionando en el lugar que
la hace jadear mi nombre, y luego desciendo más y más hasta que puedo prestar
atención a los necesitados picos endurecidos. Sonrosados y rosados, parecen
ruborizarse con ella, destacándose contra su pálida piel.
Cambiando de izquierda a derecha, chupo, muerdo y froto mi barba a lo largo
de sus pechos, raspando la sensible piel hasta que se retuerce debajo de mí.
Arrastro sus pantalones cortos por sus piernas y ella los patea a un lado. Quedan
amontonados en sus tobillos, dejándola con nada más que un pequeño trozo de
satén.
Froto mi nariz por la parte delantera de su coño, inhalando su aroma.
Dios, me encanta. Quiero enterrar mi rostro en su coño y devorarlo hasta que
tenga que apartarme para respirar. Contrariamente a la creencia popular, a los
hombres les encanta el olor del coño de sus chicas, y planeo prestarle mucha
atención para probar que la teoría es correcta.
—Reed —suplica Holland, tirando de los largos mechones de mi cabello
mientras beso su codicioso clítoris a través de sus bragas.
—¿Necesitas más, nena? —Paso mi lengua por sus pliegues, todavía por
encima de sus bragas. Ella gime de frustración y me rio—. Mmm, creo que estás
siendo una chica codiciosa, Holland.
Enrollo el satén en mi mano y tiro, rompiéndola con un rápido movimiento.
Joder, está tan mojada. Lanzo sus bragas a un lado y le doy una larga lamida a
su coño, cubriendo mi lengua con su humedad.
Usando mi pulgar, trazo su clítoris en suaves círculos provocativos,
volviéndola loca. La quiero así, mojada y empapada, suplicando que me deslice
dentro de ella para calmar el dolor.
—Reed, por favor. —Ahora está suplicando. Su voz suena desesperada y
nerviosa, y me encanta. 105
—¿Quieres que te haga sentir mejor? ¿Qué haga desaparecer ese dolor dentro
de ti?
Asiente con furia y se arquea sobre la cama cuando deslizo mi dedo medio
dentro de ella. Froto sus paredes mientras meto su clítoris en mi boca, y noto
cómo empieza a apretarse alrededor de mi dedo. Nunca me cansaré de verla
derrumbarse y ceder ante el placer que le proporciono.
No hay nada parecido en el maldito mundo.
Retrocedo y la miro, nuestros ojos se encuentran en una intensa y ardiente
mirada. Me empuja hacia su cuerpo y tira de mi camiseta, tratando
desesperadamente de quitármela. Extiendo una mano por detrás de mi cabeza y
me la quito, todo mientras observo cómo sus ojos hambrientos recorren mi
pecho, mis abdominales y luego bajan hasta el punto en el que mi polla presiona
contra mis pantalones de chándal gris.
—Tú eres la razón por la que las mujeres adoran los pantalones de chándal
grises. —Gime. Su pequeña mano se extiende para frotar mi polla a través de los
pantalones, y me sorprende su atrevimiento. Tal vez esté atrapada en el
momento, pero joder, me encanta esta faceta suya. Me empuja de nuevo hacia
la cama, enganchando sus uñas rosas en mi cintura, y baja mis bóxers junto
con el chándal. Cuando mi polla se libera, me rodea con ambas manos y bombea
una y dos veces, utilizando el pulgar para hacer girar la gota de líquido
preseminal, haciéndome gemir en voz alta.
Holland se sienta sobre sus rodillas y muerde su labio inferior con
nerviosismo, luego mira a través de sus gruesas y oscuras pestañas.
—Quiero estar encima. ¿Eso está… bien?
Podría jodidamente llorar. ¿Si. Eso. Está. Bien? Esta mujer realmente me
acaba de preguntar si podía montar mi polla.
—Nena, nunca tienes que pedir lo que quieres. Tómala.
Me mira tímidamente, con las mejillas enrojecidas. No dejo que se refugie en
su cabeza, en vez de eso, la atraigo hacia mí, desesperado por sentir su piel
contra la mía, y luego acerco mis labios a los suyos. Paso mis manos por su
cintura y luego por sus costados, ahuecando sus tetas mientras ella se sienta a
horcajadas sobre mí. Los pequeños picos de sus pezones se mantienen erguidos,
rogando que los chupe. Me inclino un poco hacia arriba, tomo uno entre los
dientes y doy un ligero tirón, haciéndola gemir.
Dondequiera que toca se abre un camino y estoy ardiendo por ella. Su centro
cálido y húmedo está acurrucado contra mi polla y, con solo un centímetro más, 106
puedo deslizarme dentro de ella. Se levanta sobre sus rodillas y aprieto mi polla,
arrastrándola a través de sus pliegues. La cabeza ancha roza su clítoris. Su
brusca inhalación muestra cuánto le gusta eso. Nos quedamos así durante unos
instantes, ella moviéndose de un lado a otro, frotando su clítoris contra mi polla.
Joder, se siente increíble. Todo sobre ella. Su olor, su cuerpo. Coloco mis
manos en sus tetas y las aprieto suavemente, luego hago rodar su pezón entre
mis dedos.
Una cosa que ya aprendí sobre Holland es cuán receptivos son sus pezones.
Son sensibles, y cada vez que los toco, parece acercarse más y más al orgasmo,
y joder, quiero ver si puedo hacer que se venga solo con chuparlos y morderlos.
Pero, en otro momento. La quiero apretando mi polla cuando se venga esta vez.
La cabeza de mi polla empuja contra su entrada, ella coloca sus manos sobre
mi pecho para alinearnos perfectamente, y luego, lentamente… tan jodidamente
lento, baja centímetro a centímetro sobre mí.
Por primera vez en mi vida, juro que veo el cielo.
Las luces blancas y el placer cegador me hacen apretar sus caderas para no
empujar hasta la empuñadura dentro de ella.
Santa mierda.
—Oh, Dios —gime, deslizándose lentamente sobre mí hasta que estoy
completamente dentro de ella.
Estoy recitando el alfabeto en mi cabeza para no venirme. No estaba
preparado para lo apretada o lo jodidamente perfecta que se sentiría envuelta a
mi alrededor, y ahora me siento como un adolescente.
Mis ojos se abren para mirarla sobre mí. Su cabello rubio cae como una
cortina sobre su rostro mientras empieza a cabalgar sobre mí, levantándose y
volviendo a caer sobre mi polla.
—Holland —gruño, levantando la mano para apartar el cabello de su rostro y
poder ver lo hermosa que es.
Sus ojos oscuros y oceánicos se arrastran para encontrarse con los míos. Esto
no se parece a nada que haya experimentado antes. Es algo más que sexo. Más
que dos personas tratando de excitarse mutuamente. Cuando vuelve a caer
sobre mi polla, y mi cabeza empuja más profundamente dentro de ella, deslizo
mis manos alrededor de su espalda y nos doy la vuelta con un rápido
movimiento. Ahora está debajo de mí, coloco su pierna sobre mi hombro para
poder follarla como me muero por hacerlo desde la primera noche que la toqué.
Mis caderas se abren paso dentro de ella, con fuertes embestidas que la envían 107
más arriba en la cama. Froto mi pulgar a lo largo de su clítoris con cada
embestida y ella acaricia sus pechos, tirando de sus pezones.
Verla tocarse a sí misma es casi suficiente para hacer que me derrame dentro
de ella, pero no lo haré sin ella.
—Quiero que te vengas en mi polla, Holland. Eso es, nena —acelero el
movimiento de mi pulgar contra su clítoris—, ordeña mi polla.
—Me vengo —musita. Me inclino hacia delante y capturo sus labios, justo
cuando ella aprieta mi polla, explotando a mi alrededor. Gime en mi boca,
mientras su cuerpo se estremece y sus caderas tiemblan con el poder de su
orgasmo.
Segundos después, empujo profundamente y me libero, viniéndome dentro
de ella. No puedo moverme mientras todo mi cuerpo se ve invadido por el éxtasis.
Nada en el mundo se ha sentido nunca como Holland envuelta en mí, y no creo
que nada vuelva a sentirse de esta manera nunca más.
Estoy arruinado.
Sus uñas suben por mi espalda, haciéndome sisear, y dejo caer mi frente
sobre la suya. Estoy sin palabras.
¿Qué le dices a la chica que acaba de arruinarte para cualquier otra?
—Vaya. —Ella murmura, riéndose.
Me pongo de lado, todavía dentro de ella, aunque empiezo a ablandarme. No
estoy listo para dejarla ir. Para dejar pasar todo este momento. Acercándola a mi
pecho, envuelvo su pequeño cuerpo con mis brazos y ella se acurruca en mi
cuello. Los dos somos un desastre sudoroso y pegajoso. Y entonces me doy
cuenta de por qué estamos tan pegajosos.
—Joder, Holland… el condón.
—Um, estoy tomando anticonceptivos. No he estado con nadie en mucho
tiempo, mucho antes de mi último chequeo.
Dejo caer mis labios sobre su cabello, y deseo que escuchar eso no suene tan
condenadamente bien.
—Me hacen chequeos regularmente para el equipo. Si te parece bien no
usarlos, entonces estoy de acuerdo.
—Estoy bien. Confío en ti, Reed.

108
Nos quedamos acostados en un cómodo silencio, todavía abrazados y sin
intención de movernos, después de unos minutos, siento que Holland se relaja
en mis brazos y que su respiración se nivela.
Se quedó dormida. Otra novedad para mí. Yo tampoco había hecho esto antes.
Abrazar, dormir con una mujer, y no puedo imaginar hacerlo con otra persona
que no sea Holland.
Ahora me doy cuenta de por qué ella quería poner estas reglas para empezar,
solo que ya estoy peligrosamente cerca de romperlas.

109
Capítulo 13
Holland
Reed: Los pulpos son carnívoros, solo comen carne. ¿Sabías eso?
—¿Por qué sonríes así?
Levanto la vista rápidamente, bloqueo mi teléfono y lo meto de nuevo en el
bolsillo de mi sudadera.
—Nada, vi algo gracioso en Facebook.
Emery parece que no me cree en absoluto, pero no presiona. Estamos en su
sofá viendo One Tree Hill en Netflix y comiendo demasiados carbohidratos para
una sola sesión, pero estamos celebrando.
—No puedo creer que haya aprobado ese examen. Creía que iba a fracasar.
Cuando me senté en la silla, estaba tan nerviosa que me sudaban las piernas.
¿A quién le sudan las piernas cuando se pone nervioso?
Se encoge de hombros y mete otro Skittle en su boca.
—A quién le importa, lo hiciste genial, y ahora puedes relajarte y dejar de
provocarme tanta ansiedad.
Mi risa es ruidosa y desagradable, pero también lo es esa afirmación.
—¿Tú? Imagínate cómo me sentí yo. Era el sesenta por ciento de mi nota. Si
la hubiera suspendido, habría tenido que repetir toda la clase. Toda. La. Clase.
Em.
—Pero no lo hiciste. Aprobaste porque eres una perra ruda, y no tenemos
tiempo para energía negativa en nuestras vidas.
—Así es.
Sonrío, a pesar de que mis problemas están lejos de terminar, voy a disfrutar
de mi momento de celebración con mi mejor amiga. El examen fue ayer y el
110
profesor acaba de publicar nuestros resultados hoy, así que llamé a Em y le dije
que debíamos celebrarlo.
Cuando le envié un mensaje a Reed para informarle de que había aprobado,
grabó un vídeo en el que aparecían él y Evan felicitándome, lo que me convirtió
en un charco pegajoso en el suelo. Ese hombre es demasiado guapo y
ridículamente encantador para su propio bien.
—¿Sabes qué? —dice Em, levantándome del sofá—, salgamos. Necesitamos
bebidas, necesitamos sacudir nuestros traseros, y necesitamos celebrar el hecho
de que eres básicamente una persona adulta que funciona en sociedad.
—O podemos quedarnos en casa y ver The Vampire Diaries.
—Podemos hacer eso cualquier noche de la semana, pero lo que no podemos
hacer es tomar chupitos de tequila en un bar mientras sigues en la euforia de tu
celebración. —Se levanta del sofá y me mira con ojos suplicantes—. ¿Por favor?
Tengo una nueva falda de cuero que me muero por usar. Es aburrido cuando no
estás aquí.
El sentimiento de culpa sube por mi pecho ante la mención de mi ausencia,
lo que me hace pensar en Reed, y sentirme aún más culpable por lo que he
estado haciendo. Odio ocultarle cosas. Odio tener que ocultar lo que me hace
feliz, pero mantener nuestra amistad es más importante para mí.
—De acuerdo, bien. Pero usaré el vestido burdeos.
Ella no duda.
—¡Hecho! Me voy a duchar.
Una vez que sale de la habitación, saco mi teléfono y abro el mensaje de Reed,
luego escribo una respuesta rápida.
Yo: ¿Más datos aleatorios sobre pulpos, viendo documentales con Ev
otra vez?
La burbuja aparece, indicando su respuesta.
Reed: No, solo quería una excusa para enviarte un mensaje;)
Esas estúpidas mariposas se arremolinan en mi estómago otra vez. Muerdo
mi labio, debatiendo cómo responder. Es obvio que está coqueteando, pero no
debo darle demasiada importancia, ¿verdad?
¿Debería responderle con algo coqueto, o simplemente mantenerlo casual?

111
De acuerdo, las no-relaciones son difíciles. ¿Dónde está el libro de Cómo hacer
para esto?
Yo: No es que necesites una excusa, pero hola. ¿Qué están haciendo?
Reed: Llevamos una hora jugando intensamente a construir castillos, y
ahora me ha convencido para ir mañana al acuario para ver pulpos vivos.
¿Quieres venir?
Mi corazón da un vuelco en mi pecho. En parte por la idea de pasar más
tiempo con Reed, pero sobre todo por el hecho de que no sé cómo explicárselo a
Em. ¿Ella siquiera preguntaría?
Yo: ¿Es una buena idea?
Reed: Soy un rompedor de reglas, nena, tendrás que acostumbrarte a
eso.
Reed: Además, Evan pidió específicamente que viniera Ollie, así que...

Yo: Bien. Solo porque Evan lo pidió y sé que le va a hacer mucha ilusión
ver un pulpo en persona.
Reed: Irá a casa de mamá para una fiesta de pijamas, así que… ¿te
recojo a las ocho de la mañana?
Yo: Emoji de pulgar hacia arriba con un beso
Las ventajas de vivir al lado de su madre y Emery, supongo. Pienso para mí.
Bloqueo mi teléfono y lo dejo sobre la mesa antes de ir a la habitación de
Emery para empezar a prepararme. Ahora, solo tengo que pasar esta noche.

—No me mates.
Tres palabras que no quieres escuchar cuando tu mejor amiga te arrastra a
un bar después de medianoche y lo único que quieres hacer es estar en casa en
pijama y comiendo comida chatarra.
Mis ojos se entrecierran.
—De acuerdooooo. —Arrastro la última sílaba, sospechando ya de lo que está
a punto de salir de su boca.
—Eh, ¿te acuerdas del chico del que te hablé? ¿El asistente legal con el que
salí? —dice Emery, entrecerrando los ojos—. ¿Y el tipo con el que dije que te iba
a juntar?
112
Oh no, no me gusta a dónde va esto. No me gusta en absoluto.
—Bueno, estaban por el vecindario, así que van a pasar por aquí.
—Emery —gimo—, no. Por favor, no me hagas esto esta noche. Estamos
celebrando, ¿recuerdas?
Levanto mi bebida y agito el hielo, deseando no haber aceptado salir esta
noche en primer lugar. Pero extraño a Em. Echo de menos poder pasar todos los
días con ella y hacer tablas de embutidos y darme un atracón de televisión
basura.
—Estará bien. Es casi como el destino, ¿verdad?
—Excepto que les enviaste un mensaje y les dijiste que estábamos aquí, Em.
No quiero que intentes emparejarme con este tipo. —Pongo mis ojos en blanco.
Cruzo los brazos sobre mi pecho, de repente más consciente de la elección del
atuendo de esta noche. Si hubiera sabido que iba a atraparme en una cita a
ciegas, me habría puesto algo más conservador. Menos Emery, más yo. Esto me
pasa por tratar de ser descarada y vivir el momento.
Emery da un sorbo a su mojito.
—Nena, estás estresada. No lo hagas. Es algo totalmente relajado, sin presión.
Ahora bebe y lleva tu dulce trasero a la pista de baile para que podamos
sacudirlo.
No tiene sentido discutir con ella. Tiene buenas intenciones, de verdad. Sé
que tiene un corazón de oro. Simplemente somos completamente opuestas, y
honestamente, mirándonos a las dos, uno pensaría que nunca seríamos amigas.
Ella siempre ha sido la divertida, extrovertida y enérgica de nuestra amistad,
mientras que yo soy la tímida y reservada. Cuando vamos a fiestas o a cualquier
cosa social, Em es la que nunca se reúne con un extraño. Es el tipo de persona
que te atrae. Ella tiene esta habilidad de hacer que cualquiera se sienta cómodo.
Un don que definitivamente yo no poseo.
Termino mi bebida y la dejo en la mesa antes de ponerme en pie, temblorosa,
sobre los tacones que ella insistió en que me pusiera.
«Tienes que ponértelos; hacen que tus piernas luzcan aún más atractivas con
ese vestido».
Yo: Recuérdame que nunca deje que Emery me convenza de nada,
literalmente, nunca más.
Le envío el mensaje a Reed antes de que pueda cambiar de opinión y vuelvo
a meter el teléfono en mi bolso justo cuando Emery se acerca. Y no está sola. 113
Hay un tipo alto que parece tener más sentido de la moda que yo, y que lleva un
polo impecable metido dentro de unos pantalones con una chaqueta deportiva
negra.
Club de campo, conduce un Range Rover, golf los fines de semana, ex alumno
de fraternidad.
Totalmente del tipo de Emery.
La quiero mucho, pero la chica tiene un tipo.
Tiene ojos oscuros y una sonrisa amable. Aunque no quería conocer a nadie
esta noche, me da buenas vibraciones.
—Hola, soy Landon. Trabajo con Emery. Holland, supongo.
Extiende su mano hacia mí y la estrecho rápidamente mientras asiento.
—Así es. Un placer conocerte.
Entonces arrastro mis ojos hacia el chico que está a su lado: mi “cita a ciegas”
de la noche. Es un poco más bajo que Landon, y es todo lo contrario. Casi como
Emery y yo. Su cabello rubio está desordenado y sobresale en todas las
direcciones, y lleva un par de jeans oscuros y una camiseta blanca. Sencillo,
pero arreglado.
Sonríe y veo que tiene hoyuelos en ambas mejillas.
—Y tú debes ser la infame Holland —bromea—. Soy Aaron. Mejor amigo de
este imbécil, pero no me lo reproches.
Me río.
—Sí, soy Holland.
Emery sonríe y enlaza su brazo con el de Landon.
—Me debes un baile por llenar tus cinco montañas de papeleo el viernes.
Vamos.
Casi lo siento por el chico, su expresión de dolor es evidente antes de que ella
lo arrastre al centro de la pista de baile, dejándonos a Aaron y a mí solos.
—No voy a mentir, no tenía ni idea de que me iba a arrastrar aquí esta noche.
—Aaron se ríe. Hace una señal al camarero, pide una cerveza y se dirige a mí—.
¿Puedo ofrecerte una bebida?
—Claro. Manhattan, por favor.
Asiente y le hace el pedido al camarero. Siento que mi teléfono vibra en mi
bolso, así que lo saco y reviso rápidamente mis mensajes.
Reed: ¿Acaso quiero saberlo?
114
Yo: Tu hermana me atrapó en una cita a ciegas.
Él responde inmediatamente.
Reed: ¿Dónde estás?
Yo: En el centro, en un bar del SoHo. No te preocupes, la estoy vigilando
;)
La burbuja de escritura aparece, luego desaparece y vuelve a aparecer. ¿Está
decidiendo qué responder?
Espero su respuesta, pero nunca llega, así que guardo mi teléfono.
Aaron me entrega mi bebida con una sonrisa.
—Entonces, Emery dijo que estás en la escuela para ser bibliotecaria. Eso es
increíble. ¿Dónde crees que trabajarás cuando te gradúes?
La escuela es un territorio seguro. Lo último que quiero hacer es darle una
impresión equivocada, pero supongo que una conversación casual no haría
daño.
—Realmente me gustaría trabajar en una universidad. Sería lo ideal. Pero,
donde sea que termine, si hay libros, seré feliz.
Nos dirigimos a una mesa vacía al lado de la pista de baile, que es más
tranquila, y nos sentamos.
—A veces creo que lo tengo todo resuelto, y al minuto siguiente, todo cambia
— digo—. Creo que una vez que me gradúe, tendré una mejor idea de las cosas.
Aaron asiente.
—Entiendo lo que dices. Estoy en el tercer año de la escuela de medicina y
pronto comenzaré la residencia. A veces quiero estar en pediatría, a veces quiero
estar en obstetricia, y otras veces, quiero ser cirujano.
—Las decisiones de vida son difíciles.
Pasamos los siguientes treinta minutos charlando, y me doy cuenta de que,
si bien Aaron no me interesa románticamente, sería un gran amigo. Tenemos
mucho en común y hablar con él ha sido fácil, como si nos conociéramos desde
siempre. Honestamente, tengo la sensación de que puede decantarse por el otro
equipo, pero no lo ha mencionado y yo no iba a entrometerme. Estoy bien
simplemente hablando con él.
—¿Quieres bailar?
—Tengo dos pies izquierdos. En serio, es terrible. —Me río, negando con la
cabeza.
115
Se levanta y extiende la mano.
—Hazme el honor, bibliotecaria Holland, y déjame tener este baile.
Una melodía lenta suena por los altavoces. Pongo los ojos en blanco y me río
antes de poner mi mano en la suya mientras nos lleva a la pista de baile. Me
atrae hacia él y envuelvo mis manos alrededor de su cuello.
Y aunque estamos apretados en una pista de baile, la sensación es
estrictamente platónica, como bailar con un primo. Le sonrío, torpemente.
Dios, Holland, eso es terrible. Se supone que estás en una cita a ciegas y
piensas en el tipo como tu primo lejano.
Por eso estarás soltera para siempre.
—Muy bien, momento de honestidad, odio esta canción —murmura, echo la
cabeza hacia atrás y me río.
Por el rabillo del ojo, veo que alguien se acerca a nosotros, y cuando levanto
la vista, veo a Reed. Está de pie junto a mí, con un aspecto ridículamente
atractivo en la escasa iluminación del club.
Espera, ¿por qué está aquí?
—¿Reed? —pregunto, con la mandíbula desencajada—. ¿Qué estás haciendo
aquí?
Tensa su mandíbula y luego dibuja una sonrisa falsa en su rostro.
—Le mandé un mensaje a Em y me dijo que estaban aquí, y Evan está con
mamá por la noche, así que pensé en salir.
Aaron lo mira confundido.
—De acuerdo... eh, estamos bailando, ¿te importa?
Reed lo mira y luego vuelve a mirarme.
—En realidad, sí me importa. ¿Por qué no te tomas un maldito…?
—Yyyyyyyy, ya vuelvo. Lo siento —me disculpo con Aaron, quitando mis
brazos de su cuello. Agarro a Reed por el brazo y lo arrastro fuera de la pista de
baile. Es como el acero bajo mi toque, todo grande, y no tengo ni idea de qué
demonios está pasando ahora mismo.
Lo llevo por el oscuro pasillo, pasando por los baños, hasta que llegamos a la
puerta trasera y entonces la abro de un empujón, saliendo al exterior. Una vez
que se cierra detrás de nosotros, y quedamos los dos solos, estallo.
—¿Qué demonios fue eso, Reed Davidson? —grito. 116
Mi corazón me late con fuerza en mi pecho. Estoy avergonzada por cómo
acaba de actuar, pero también un poco excitada, porque Reed estaba celoso.
Estaba tan celoso de Aaron que no podía soportarlo.
—¿Qué quieres decir con eso, Holl? Tenía sus malditas manos sobre ti, casi
tocando tu trasero.
Reed levanta las manos y las pasa por sus rizos castaños con frustración. Se
pasea de un lado a otro frente a mí.
—No puedes irrumpir en algún lugar y exigir que alguien no me toque. Las
cosas no funcionan así, Reed.
Deja de pasearse y me mira; hay fuego en sus ojos cuando se acerca.
—¿Crees que no lo sé? ¿Crees que no sé que no tengo derecho a estar celoso?
No tengo derecho a sentirme tan jodidamente posesivo contigo como si fueras
mía.
—Tienes razón. Porque hicimos reglas. Reglas para proteger nuestros
corazones, y esto no encaja en ellas, Reed.
Acercándose más, desliza sus manos por mi mandíbula, acunándola, con
ternura. Suavemente.
—Lo siento, Holl. Es que… perdí la maldita cabeza ahí dentro. Lo siento.
Asiento y sostengo sus manos en mi mandíbula.
—No puedes volver a hacer eso. Nadie puede saberlo. ¿Recuerdas? —Digo
nuestra segunda regla en voz alta, y la siento amarga contra mi lengua.
Reed suspira con fuerza y luego deja caer su frente sobre la mía.
—¿Puedes hacerme un favor y no tocarlo mientras esté aquí? Me mata eso,
Holland.
—Sí. Fue inocente, Reed, él es un buen tipo. Solo estábamos hablando y me
invitó a bailar, así que le dije que sí.
—Yo solo… perdí la cabeza, Holland. No podía soportar ver sus manos sobre
ti. Aunque fuera inocente, mi maldita sangre hierve.
—Creo que voy a ir a casa. Estoy agotada, y Em ha estado con Landon toda
la noche, así que no es como si fuera a extrañarme.
Su ceño se frunce.
—¿Eso significa que vendrás a casa conmigo?
Muerdo mi labio inferior, debatiendo sobre si debería o no. 117
—¿Después de ese acto de hombre de las cavernas que hiciste dentro? No lo
sé, Reed. Tal vez debería volver a casa sola.
Entrecerrando mis ojos hacia él, juguetonamente, retiro sus manos de mi
rostro y doy un paso atrás. Mis tacones repiquetean sobre el pavimento mientras
pongo un muy necesario espacio entre nosotros.
La mirada de Reed se oscurece.
—¿Te estás haciendo la difícil, Holland Parker?
Le dirijo la mirada más seductora y sensual que puedo y luego me encojo de
hombros.
Arrojaré tu trasero sobre mi hombro y te llevaré hasta mi casa, no muerdas
más de lo que puedas masticar, nena.
Nena.
Nunca me había dado cuenta de lo mucho que me gustaba esa palabra hasta
que salió de los labios de Reed.
—Hmmm…
Antes de que pueda dar otro paso atrás, Reed se adelanta. Agarra mi cintura
y tira de mí hacia él antes de inclinarse para besarme hasta dejarme sin aliento.
Su lengua se enreda con la mía hasta que ambos jadeamos. La forma en que mi
cuerpo responde a Reed; nunca ha sido así para mí, con nadie más. Es como si
estuviera hecha para él y fuera el único que puede hacerme sentir tan viva.
Lo extrañé, y aunque no puedo admitirlo en voz alta, me moría por esto. Por
él.
—Llévame a casa, Reed.
Él sonríe, luego se pone en cuclillas y me carga sobre su hombro, al más puro
estilo cavernícola.
—¡Dios mío, Reed, bájame! —grito—. ¡Alguien va a ver mi trasero con este
vestido!
Si eso sucede, estaré mortificada y moriré. Muerte por vergüenza. Es algo
real, búsquenlo. Gracias a Dios estamos en un callejón oscuro y solos, o podría
tener que matarlo.
Siento un intenso escozor en mi trasero por la mano de Reed cuando lo
golpea. Fuerte.
Bueno… supongo que esa es mi respuesta.
118
Capítulo 14
Reed
Perdí la cabeza esta noche. Al escuchar a Holland decir que estaba en una
cita a ciegas con ese imbécil, dejé todo pensamiento racional en casa cuando me
presenté en ese club. Joder, no sé qué pensé que iba a hacer yendo allí o qué
pensé que lograría, pero esa es la cuestión. No pensé.
Solo imaginar sus manos sobre ella, me volvía jodidamente loco. Creo que
nunca me había sentido así con una mujer, al borde de la locura, solo con la
idea de que alguien más la toque. Joder, incluso solo con mirarla.
La idea todavía me hace querer atravesar algo con mi puño. El problema de
todo esto, de que yo sea celoso o posesivo con Holland, es que eso no está en
nuestras reglas.
—Todavía estoy enojada contigo —murmura Holland con mal humor, pero
sus palabras carecen de convicción. Está acostada en mi cama, con una de mis
camisetas que le cuelga hasta los muslos. Su rostro está libre de maquillaje y su
cabello está recogido con un moño desordenado en la parte superior de la cabeza
y, sinceramente, nunca la había visto tan hermosa.
Hay algo en verla con mi ropa que me marea de lujuria. Tal vez sea la
posesividad que siento dentro de mí esta noche. Quiero verla en nada más que
mi camiseta de aquí en adelante y seré feliz. Después del club, llegamos a casa
y nos preparamos para ir a la cama, y le di espacio. No quería presionarla
después de lo ocurrido. Me di una ducha rápida, cepillé mis dientes y me puse
una sudadera vieja mientras esperaba a que ella terminara en el baño de
invitados.
—Lo siento, cariño, ¿puedo compensarte? —Sonrío. Siento haber actuado
como lo hice, y no tengo ninguna excusa para eso, excepto que ella me vuelve
loco. 119
—Hmmm. —Muerde su labio y finge pensar en la idea.
En lugar de esperar su respuesta, caigo de rodillas sobre suelo frente a ella y
agarro sus caderas, tirando de ella hasta el final de la cama. Chilla cuando
pellizco el interior del muslo.
—Tengo una idea exacta de cómo voy a mejorarlo. —Bajo las bragas por sus
caderas, arrastrándolas por sus muslos. Su bonito y sonrosado coño brilla,
esperando a ser olido—. ¿Qué tal esto? —le doy una larga y lenta lamida desde
su abertura hasta su clítoris, y luego mordisqueo la pequeña y codiciosa
protuberancia.
La suave piel de sus muslos está roja por el roce de mi barba. La idea de
haberla marcado de alguna manera me pone aún más duro.
—Reed —gime, enterrando sus dedos en mi cabello y tirando cuando le doy
perezosos golpes —, más.
—Me encanta cuando te pones mandona. —Sonrío contra su coño antes de
retroceder para mirarla—. Tócate.
Me mira como si estuviera loco.
—¿Qué? No te detengas.
—Quiero que te toques, y quiero mirar. —Bajo sus dedos hasta su coño, sobre
su clítoris—. ¿Sabes cuántas veces he fantaseado con esto desde que te recogí
en esa casa de la hermandad? Cuántas veces me he venido en mi maldito puño
soñando con verte tocarte hasta venirte con mi nombre en tus labios.
Holland muerde su labio con nerviosismo, pero no retira la mano.
—Solo… Solo si te tocas y te vienes tú también.
Mi chica tímida. Ella es tan malditamente dulce. Soy adicto a ella. A cada
maldita parte.
Bajo el chándal y libero mi polla de los confines de mis bóxers. La mirada de
Holland se entrecierra, sus ojos se centran en mi puño, y su pequeña lengua
rosa sale para humedecer sus labios.
—Frota tu clítoris. Círculos lentos y ligeros. Como si mi lengua estuviera
moviéndose sobre él —le digo.
Su mirada se ensombrece, pero hace lo que le digo. Con dos dedos, frota su
clítoris lentamente, sin dejar de mirarme.
—Buena chica —digo con voz ronca—, sigue así.

120
Aprieto mi polla y la bombeo al ritmo de su mano. Golpes lentos. Cuando la
mano y la respiración de Holland se acelera, me doy cuenta de que está cerca,
así que doy un paso adelante y arrastro mi polla a través de sus pliegues,
cubriéndome con sus fluidos.
—Estás goteando sobre mí, nena, ¿te gusta eso? ¿Que te mire? ¿Decirte lo
que quería que hicieras?
Ella asiente.
—Ponte sobre tu rodillas y manos sobre la cama.
Al principio me preocupaba que no quisiera que las cosas fueran así entre
nosotros, pero su cuerpo me dice todo lo que necesito saber. Holland ama esta
mierda, tanto como yo, y espero que su confianza en mí me permita llevar su
cuerpo a un nuevo lugar. Para que cuando este “arreglo” termine, ella se acuerde
de mí. Recuerde que nadie puede proporcionarle el placer que yo puedo.
Holland se da la vuelta y se acomoda sobre la cama, lanzando su largo cabello
rubio sobre su hombro para mirarme. Separo sus rodillas y deslizo mi mano
desde su culo, subiendo por la base de su columna vertebral, hasta la nuca,
donde la empujo ligeramente hacia delante sobre la cama. Su mejilla está
presionada contra el colchón y me mira con una pequeña sonrisa.
Con una mano en la nuca y la otra agarrando la suave piel de sus caderas,
presiono mi polla contra su centro. Ella empuja con avidez contra mí, tratando
de crear fricción para aliviar el dolor.
No te preocupes, cariño, te daré lo que quieres. Los dos estamos al límite,
más aún después del espectáculo que montó, y no puedo esperar a hundirme
dentro de ella. Después de esta noche, tengo muchos pensamientos en la cabeza,
que parece que no puedo ignorar. Del tipo cavernícola posesivo que me dice que
reclame a Holland como mía, aunque sé que eso no puede suceder.
Alineo mi polla con su entrada y empujo dentro, lentamente, saboreando la
sensación de lo húmeda y apretada que está a mi alrededor mientras me
introduzco en su cuerpo.
Estar con Holland es una bendición. Estoy convencido de que su cuerpo está
hecho para mí. Mis caderas se mueven hacia adelante hasta que estoy enterrado
dentro de ella. Tan profundo que no sé dónde empieza ella y dónde termino yo,
y es el maldito cielo.
Sus pequeñas manos se aferran a las sábanas, y cada vez que me retiro y
vuelvo a introducirme en su cuerpo, las aprieta hasta que sus nudillos se ponen
blancos por lo fuerte que las está agarrando.
—Reed, más, por favor —suplica. 121
Mis manos se aprietan alrededor de su cintura mientras la penetro con fuerza,
mis embestidas son cada vez más brutales y profundas. Extiendo una mano para
frotar su clítoris. Necesito que llegue hasta ahí, que se deshaga en mi polla. Cada
vez que mis caderas chocan contra su trasero, un placer candente se dispara
por mi columna.
—Vente, Holland, vente en mi polla —susurro con voz ronca. No puedo
aguantar ni otro maldito segundo más con ella apretando mi polla de esta
manera y no puedo venirme a menos que ella se venga conmigo.
Unos cuantos golpes más de mi pulgar, y ella gime mi nombre. El sonido más
dulce del maldito mundo, explota a mi alrededor. Su coño se contrae, y eso es
todo lo que se necesita para llevarme al límite. Me desplomo sobre su espalda,
enterrándome profundamente y viniéndome dentro de ella. Me vengo con tanta
fuerza que los puntos negros nublan mi visión. Me inclino hacia delante, con mi
cuerpo plegado sobre el suyo, y beso un camino por su espalda. Joder, puedo
sentir cómo me derramo en ella, y es lo más caliente que he sentido nunca.
Nunca he estado con nadie sin protección. Otra primicia con Holland.
Se balancea ligeramente, así que me retiro de ella con suavidad, y luego me
siento para mirarla. No puedo evitarlo. Ver mi semen deslizándose fuera de ella
es casi suficiente para ponerme duro de nuevo.
Esta chica me ha arruinado. Sin duda alguna.
Me levanto, voy al baño y tomo un paño. Después de mojarlo con agua tibia,
me uno a ella en la cama y la limpio suavemente. Ella suspira contenta y se
acurruca entre las sábanas. Tiro el paño en el cesto de la ropa sucia y nos cubro
con las mantas, deslizándome junto a ella.
La abrazo y ella se acurruca en mi cuello, mientras sus dedos acarician
distraídamente mi barba.
—Tengo que recoger a Evan mañana por la tarde, pero quiero llevarte a un
lugar por la mañana. Vamos a reprogramar lo del acuario para que Emery pueda
estar allí —le informo.
Holland me mira con ojos somnolientos y saciados mientras asiente.
—¿Dónde?
Sonrío.
—No sería una sorpresa si te lo dijera, ¿verdad?
—Siempre que pueda dormir más allá de las ocho. No he dormido hasta tarde
en mucho tiempo. 122
Inclinándome, la beso suave y dulcemente.
—Duerme un poco, cariño. Saldré a correr por la mañana y no te despertaré.
Ella murmura somnolienta, pero lo siguiente que sé es que está roncando.
Un ronquido ligero, lindo como la mierda, y me río. Holland Parker me está
destrozando y no tengo intención de detenerla.

No recuerdo la última vez que dormí tan plácidamente. No me desperté ni una


sola vez hasta que la luz del sol entró a raudales por las ventanas de mi
dormitorio. Normalmente, me levanto antes que el sol y salgo a correr o a hacer
ejercicio con un batido de proteínas. Hoy dormí con Holland y no me arrepiento
ni un segundo. Está profundamente dormida en mis brazos, bien arropada
contra mi cuerpo.
El sol de la mañana proyecta un cálido resplandor anaranjado sobre su ya
perfecta piel. Permanezco así, apoyado en mi codo, observando el constante
ascenso y descenso de su pecho mientras duerme. Sus pestañas oscuras se
extienden sobre sus mejillas, sus labios carnosos color rosa están
completamente desmaquillados. Su piel es impecable y es hermosa. Podría verla
dormir todo el día, pero hoy quiero llevarla a un lugar y no tengo mucho tiempo
para hacerlo.
Mis labios rozan la cálida piel bronceada de su hombro. Después de un par
de veces, ella comienza a removerse, un gemido somnoliento sale de sus
exuberantes labios.
—Buenos días, hermosa —le digo, y mis manos se deslizan con más fuerza
alrededor de su estómago.
—Mmm, buenos días.
Me mira por encima de su hombro y me dedica una sonrisa soñolienta.
—¿Dormiste bien?
—Sí. Esta cama es increíble. Podría dormir aquí todas las noches, es como
una nube.

123
Yo también podría, pienso, pero me guardo el pensamiento para mí. Ella pidió
casual, pero cada día me resulta más difícil ser otra cosa que no sea todo.
—Voy a prepararme un batido y a darme una ducha rápida. Quiero salir en
la próxima hora. ¿Crees que podemos hacerlo? —pregunto.
Ella asiente contra mi brazo, pero no hace ningún movimiento para
levantarse.
Me río y la beso detrás de la oreja.
—Levanta ese dulce trasero.
—Lo siento, esta cama. Es celestial.
La cama no tiene nada que ver con las ganas que tengo de quedarme, y todo
que ver con la chica que está en ella.
Después de una ducha rápida, me pongo unos jeans, una camiseta y preparo
batidos para ambos para el camino. Me siento en la barra y le mando un mensaje
a mamá para saber cómo está Evan. Me envía una foto de los dos haciendo
panqueques y sonrío.
Dios, me encanta ese chico.
—Todo listo.
Levanto la vista y veo a Holland de pie frente a mí con un jersey y unos jeans
con botas negras hasta la rodilla. Se ve lo suficientemente bien como para comer.
—Reed… —advierte, con una sonrisa de satisfacción—, si sigues mirándome
así, nunca iremos a ese lugar secreto del que me hablas.
—Bien. No puedo evitar que me apetezca llevarte de nuevo a la cama y seguir
donde lo dejamos anoche.
Sus mejillas se enrojecen y sonrío.
—Me encanta hacerte sonrojar. Ven, vamos.
Extiendo mi mano hacia ella, y desliza la suya pequeña en la mía. Caminamos
hasta la camioneta y la ayudo a entrar, ya que es tan jodidamente pequeña, y
luego salgo a la carretera. Holland no tiene idea de a dónde la llevaré, pero he
estado pensando en eso durante un tiempo e investigando, así que teniendo unos
días libres es el momento perfecto para llevarla.
Conducimos durante treinta minutos, fuera de la ciudad y hacia la parte rural
de Illinois. Finalmente, meto mi camioneta en el largo camino de grava y Holland
me mira confundida.
—¿Rancho Serenity? ¿Qué es esto?
Sigo conduciendo, pero tomo su mano entre las mías. 124
—Ya lo verás.
Parece nerviosa, pero cuando aprieto su mano para tranquilizarla, me sonríe.
Este lugar es precioso. Ubicado en las afueras de Chicago, es un pedazo de
cielo en sí mismo. Hectáreas y hectáreas de tierras de cultivo con colinas verdes
y onduladas, altos árboles y aire fresco.
Cuando estaciono y ayudo a Holland a salir, el propietario, Bert, se acerca y
nos saluda. Hablé con él varias veces por teléfono en las últimas semanas y he
reconocido su foto en el directorio del sitio web.
—¿Señor Davidson? —pregunta. Alto, corpulento, con una sonrisa amable y
un sombrero de vaquero, Bert inmediatamente transmite buenas vibraciones.
Parece confiable y genuino según las conversaciones que hemos tenido.
Extiendo mi mano para que me la estreche.
—Hola, sí. Llámame, Reed, esta es mi chica… Esta es Holland. —Mierda.
Holland me mira con los ojos muy abiertos, luego sonríe y estrecha la mano de
Bert.
—Así que Holland, bienvenida al Rancho Serenity. He estado hablando con
Reed desde hace unas semanas sobre nuestro programa, y sé que quería
sorprenderte.
Holland me mira y luego vuelve a mirar a Bert. Solo sonríe cálidamente y nos
hace un gesto para que caminemos con él.
—Mi esposa Delores y yo iniciamos el Rancho Serenity hace ya diez años. Mi
suegro fue diagnosticado con Alzheimer y mi esposa decidió comprar este
pedacito de cielo y dedicar nuestras vidas a ayudar a otros que fueron
diagnosticados igual que él. Hemos pasado los últimos diez años convirtiéndolo
en lo que ven hoy.
Los ojos de Holland se llenan de lágrimas y sé que está comenzando a
entender por qué la traje aquí.
Bert sigue caminando por el sendero de tierra hasta que llegamos a un gran
establo con varios caballos pastando.
—Ofrecemos un lugar seguro con enfermeras certificadas y voluntarios para
que las personas con Alzheimer tengan un lugar donde se sientan necesarios.
Tenemos terapia con animales, jardinería, tiempo en grupo y perros de terapia
aquí en la propiedad. A veces, las personas con Alzheimer solo necesitan un
lugar donde se sientan libres de restricciones, que también sea seguro. Ese es el
objetivo aquí en el Rancho Serenity.
Ella observa la granja, el granero y los animales. 125
—Este lugar es increíble, Bert. Lo que tú y tu esposa están haciendo, es
asombroso.
Agarro la mano de Holland y la aprieto suavemente en la mía y ella me mira.
Sus ojos azules están llenos lágrimas.
—Gracias —dice.
—Bert, ¿podrías darnos un segundo?
—Por supuesto. Estaré aquí si necesitan algo.
Cuando estamos los dos solos, la atraigo hacia mí y levanto su barbilla para
poder mirarla a los ojos.
—Espero no haberme excedido al encontrar este lugar. Es que… después de
ver a tu padre, quería ver de qué se trataba este lugar. Un amigo mío, su madre
tiene Alzheimer, y viene mucho aquí. Dijo que cree que realmente la ha hecho
más feliz. ¿Y si tu padre viniera aquí, cariño?
Una lágrima cae de su ojo y la limpio.
—Reed, este lugar probablemente cuesta una fortuna, pero Dios, es increíble.
Quiero saber más sobre él, pero solo lo que he visto, parece increíble. Esto podría
cambiarle la vida.
Asiento.
—Por eso quería sorprenderte con esto. Holland, conozco a tu padre desde
hace más tiempo que al mío. Él estuvo ahí para mí siempre que no tuve un padre.
Él es importante para mí, y si pudiera hacer esto por él, si me permitieras
ocuparme de esto, significaría mucho para mí.
Holland está llorando ahora. Un sollozo escapa de sus labios y lo trago con
un profundo beso que siento hasta el alma.
—Eso sería lo más increíble que alguien ha hecho por nuestra familia, Reed
— susurra.
—Recorramos el resto del lugar y conozcamos a parte del personal, y si
quieres que venga aquí, pagaré el año por adelantado.
Holland llora en silencio el resto del recorrido, pero contempla todas las
comodidades con asombro. Después de que Bert hizo todo el recorrido por todo
el rancho, no tengo ninguna duda. Este lugar es increíble.
—Aquí hay un folleto del rancho y mi número está en la parte de atrás.

126
Siéntase libre de llamarme en cualquier momento para discutir. También
tenemos un programa que permite ver el cuidado en vivo aquí en el rancho. Sé
que es un gran paso y que tal vez no te interese, pero la opción está aquí.
—Gracias por reunirte con nosotros, Bert. Te agradezco la visita. —Vuelvo a
estrechar su mano y luego acompaño a Holland de vuelta a la camioneta. Una
vez que estamos dentro, me enfrento a ella—. ¿Qué piensas, nena?
—Creo que a él le encantaría estar aquí. ¿Recuerdas lo mucho que le gustaba
hacer los parterres?
Asiento.
—Estaba ahí fuera, lloviera o hubiera sol, cuando no estaba en el molino.
Cortaba el césped cada dos días.
—Gracias, Reed. Esto significa más para mí de lo que nunca sabrás. No puedo
explicar lo… agradecida que estoy.
Tomo su mano y beso sus nudillos.
—Solo quiero que seas feliz, y quiero que tu padre esté a salvo y sea feliz en
un lugar que ama.
—Quiero pensarlo, y hablar con sus enfermeras y médicos antes de tomar
una decisión, ¿tal vez después de año nuevo?
—Cuando estés preparada. Apoyaré cualquier cosa que decidas.
Lo digo sabiendo que haría cualquier cosa para mantener la sonrisa de esta
tarde en su rostro.

127
Capítulo 15
Holland
Los días se convierten en semanas, el otoño se convierte en invierno, y
durante ese tiempo, las cosas entre Reed y yo cambian. No lo dije en voz alta,
pero después del rancho, él era diferente. No sólo han cambiado las cosas entre
nosotros, sino que los Avalanche están teniendo la mejor temporada de su
historia. Se están convirtiendo rápidamente en el equipo de mayor rango en la
NHL, en su camino a las finales de la Copa Stanley, por segunda vez en dos años.
El sueño de todo jugador de hockey.
El sueño de Reed.
Ha sido uno de los mejores momentos de mi vida estar al frente y en el centro,
viéndolo pasar. Sentir la emoción de Reed mientras gana partido tras partido. Su
rendimiento es mejor que nunca, y si le preguntas... dice que Evan y yo somos
sus amuletos de buena suerte. Yo sé que eso es sólo él siendo Reed, encantador
como siempre, y que en realidad se debe a que está entrenando más duro,
trabajando más inteligentemente, y pasando menos tiempo de fiesta y más
tiempo trabajando en sí mismo.
—¿Este vestido me hace parecer gorda? —pregunta Emery, modelando su
flamante mini vestido negro ajustado en el espejo de mi habitación. Lleva una
hora probándose vestidos para la fiesta de Navidad de su empresa, que se
celebrará pronto en el bufete de abogados. Sigue con Landon y lleva todo el día
hablando de cómo quiere impresionar a todos sus amigos.
—Uh no, pero si te agachas, todos van a ver a tu Virginia.
Se ríe y da vueltas frente al espejo.
—Entonces, ¿es un sí?
Levanto las cejas y, justo cuando estoy a punto de decirle que no, suena el 128
timbre.
—Bien, no tomes ninguna decisión precipitada. Ahora vuelvo.
Riendo, salgo del dormitorio y atravieso el vestíbulo hasta la puerta principal
y la abro.
Un tipo alto, con una caja en la mano, está de pie en el umbral, y me siento
inmediatamente confundida.
—Hola, ¿Señorita Parker?
—Sí, soy yo.
Me entrega un portapapeles con un bolígrafo mientras hace malabares con la
caja.
—Tengo una entrega para usted. ¿Puede firmar aquí, indicando que lo ha
recibido?
Rápidamente escribo mi firma desordenada y lo devuelvo. Me entrega la caja
y se despide rápidamente mientras cierro la puerta.
¿Una entrega? ¿De quién? No espero nada.
Llevo la caja a mi habitación, la dejo sobre la cómoda y desato el gran lazo
rojo. Retiro la tapa y retiro con cuidado el papel de seda blanco. Debajo del papel
hay un jersey con el nombre DAVIDSON en el reverso, y una nota.
Levanto el papel y leo las letras desordenadas en tinta negra.
Hermosa.
Sólo una pequeña cosa para mostrarte que estaba pensando en ti. Te extraño.
Hazme un favor y envíame una foto en la que no lleves nada más que esto.
;) Reed

—¿Qué es eso? —La voz de Emery viene de justo detrás de mí,


sobresaltándome tanto que la nota se cae de mi mano y se va detrás de la
cómoda.
Cierro de golpe la tapa de la caja y luego me doy la vuelta y chillo:
—Nada. Nada. —Me río nerviosamente y luego me doy cuenta de lo
sospechoso que parece. No se me da nada bien esto de mentir a mi mejor amiga.
—De acueeeerdo —dice, sacudiendo su cabeza. Se gira hacia el espejo—. ¿Y
éste?
El mini vestido negro ha desaparecido y ha sido sustituido por un vestido de
terciopelo de color marrón-
129
Todo mi cuerpo se relaja visiblemente cuando veo que ha pasado página y no
me va a obligar a enseñársela. ¿En qué estaba pensando Reed?
Esto podría haber ido tan mal.
—Sí, definitivamente. Este es el indicado. Parece que está hecho sólo para ti,
Em.
Su rostro se ilumina.
—¿De verdad? —Gira de nuevo hacia el espejo y pasa sus manos por la parte
delantera del vestido.
—De verdad. En realidad, estoy celosa. Te lo vas a pasar en grande y serás la
chica más guapa de todo el salón.
No estaba mintiendo. Emery tiene el tipo de belleza que cuando entra en la
habitación, todo el mundo la mira. Todas las cabezas se giran. Y ella nunca se
da cuenta. Nunca ve la atención que atrae, y eso es lo que la hace tan hermosa,
por dentro y por fuera.
—Estoy nerviosa, Holl. Es la primera vez que me gusta alguien de esta
manera. Ya sabes, algo que no es sólo superficial y “divertido.” Le gusto por lo
que soy, y no espera que sea diferente.
—Sigue a tu corazón, no te llevará por el mal camino. Mi padre solía decirme
eso cuando crecíamos. Nunca me di cuenta, hasta que me hice mayor, de lo
cierto que es ese consejo.
Me siento en el borde de la cama y subo mis piernas hasta mi pecho. Emery
se acerca, sentándose a mi lado.
—Da miedo. Exponerte a ti mismo. Todos tus defectos, tus rarezas y tu
celulitis. Por eso no salgo con nadie. —Suspira y se deja caer de nuevo en la
cama—. Después de engañar al imbécil, estoy condenando a todos al mismo
destino
Me rio.
—Estás adelantándote demasiado, hermana. Da miedo darle a otra persona
ese poder sobre ti, pero dale la oportunidad de demostrar si es digno o no antes
de empezar a planear la ruptura. No todo el mundo es infiel, hay muchos chicos
fieles por ahí.
—Tienes razón. Esto merece unas margaritas. O podríamos saltarnos la parte
de las margaritas e ir directamente al tequila.
—No puedo. Tengo que estudiar para mi último examen. ¿Puedes creer que
en cinco meses me graduaré y tendré por fin mi título?
130
Se sienta sobre sus codos, mirándome.
—Sí, lo creo. No lo dudes. Has trabajado mucho para esto, Holland, te lo
mereces.
—Somos unas sentimentales. —Riendo, le doy un codazo con mi pie—. Este
es el vestido. Ahora tengo que volver a estudiar, pero te quiero y te llamaré
mañana...
—Bien, bien, me voy. Llámame cuando termines y podemos ir a Starbs y
discutir lo último de The Vampire Diaries.
—Trato.
Cuando Em se va, me acuesto en mi cama con mis libros e intento trabajar
en mi tesis. Pero durante todo el tiempo que intento concentrarme, mis ojos
regresan a la caja blanca de la cómoda.
Muerdo mi labio, intentando concentrarme en las palabras de mi trabajo, pero
se me juntan. En cambio, pienso en la camiseta que Reed ha enviado y me
pregunto si realmente espera que le envíe una foto mía con ella.
Probablemente no.
Pero... ¿Imaginas su rostro si lo hago?
Es entonces cuando decido hacerlo. Ir por ello. Hacer lo que Reed Davidson
menos espera que haga.
Aparto mis libros, bajándome de la cama, saco la camiseta de la caja y me la
pongo rápidamente. Me acerco al espejo y estudio mi reflejo. El maillot azul y
blanco es una talla más grande y cubre mi trasero, excepto en la parte inferior,
donde asoma un poco de mejilla, como si llevara un pantalón corto.
Satisfecha, me acerco a la cama y agarro mi teléfono, sacando un par de
selfies con un labio fruncido y luego una sonrisa antes de tomar una de la parte
trasera del maillot en el espejo con su nombre y una burla.
Antes de que pueda arrepentirme, las envío. Luego intento olvidar lo que
acabo de hacer. Vuelvo a estudiar mientras espero su respuesta y, unos minutos
después, mi teléfono vibra.
Reed: ¿Intentas matarme? Nena, mierda... Estoy en el entrenamiento con los
chicos y no es momento de ponerme duro.
Sonrío.

131
Yo: Lo siento... bueno no. No creías que lo haría, ¿verdad?
Reed: Menos mal que el entrenamiento está a punto de terminar. ¿Puedo
pasarme? Traeré la cena.
Yo: Tengo que estudiar. Estudiar de verdad, Reed. No tu versión en la que
acabas haciendo algo que me distrae y nunca termino.
Reed: Mantendré las manos quietas. Lo prometo.
Pongo mis ojos en blanco ante su mensaje. Los dos sabemos que eso nunca
ocurrirá, pero acepto de todos modos porque lo extraño.
Yo: Tengo mis dudas. Nos vemos pronto.
En lugar de volver a ponerme mi vieja camiseta y mi chándal, me quedo con
su camiseta, aunque sé que será imposible que se comporte y mantenga sus
manos quietas. Sigo trabajando en mi tesis hasta que escucho un suave golpe
en la puerta. Agarro unos pantalones cortos de la cómoda, poniéndomelos
rápidamente y abro la puerta.
Reed está de pie en el umbral con una bolsa de comida de mi restaurante
favorito, y mi corazón se desploma. Nuestras normas no especifican que haya
que hacer cosas buenas por el otro, pero sí dicen que no hay que enamorarse, y
yo estoy fallando irremediablemente. Cada día mis sentimientos por Reed se
hacen más fuertes, rompiendo todas y cada una de las reglas que hemos
establecido. Nunca se lo diré, no sólo porque sé que él no sentirá lo mismo, sino
porque prometí no ser una complicación en su vida, y el amor complica las cosas.
Tiene que centrarse en Evan y en su carrera de hockey. Sin mencionar que
perderé a Emery si se entera de que estoy enamorándome de su hermano. Hay
tantas cosas que trabajan en contra de nosotros. A pesar de todo eso, todavía
deseo que las cosas sean diferentes.
Esta noche, está recién duchado. Sus rizos desordenados están tan
desordenados como siempre, y lleva un par de jeans claros con una camiseta
negra. Como siempre, las mariposas de mi estómago parecen estallar en cuanto
su mirada se posa en la mía. Sus ojos recorren mi cuerpo y en sus labios se
dibuja una sonrisa.
—Aún mejor en persona.
El tono áspero de su voz revuelve mi estómago.
—Entra. —Abro la puerta para que pase.
—¿Tu padre está dormido?
Asiento.
—Hoy ha tenido un día duro, así que se ha acostado temprano.
Reed deja la bolsa de comida para llevar en la mesa del sofá, se acerca y me
atrae hacia él.
132
—No puedo dejar de pensar en ti.
Se inclina y presiona sus labios contra los míos. Sus manos, fuertes y
callosas, sujetan mi espalda, apretándome contra él.
Antes de que las cosas se descontrolen, retiro mis labios de los suyos y doy
un paso atrás.
—Dijiste que te comportarías.
Se encoge de hombros y se ríe.
—Dije que lo intentaría. Lo hice. Ahora déjame alimentarte.
Eso no lo voy a discutir. Me he desatendido y muero de hambre. Aparte de la
visita de Em antes, y de hacer la cena a papá, he estado encerrada todo el día,
tratando de avanzar en mi tesis.
Agarro la comida para llevar de la mesa y luego la mano de Reed, llevándolo
a mi habitación. Ahora me doy cuenta de que mi habitación sigue siendo la
misma que tenía en el instituto y que probablemente debería haberla recogido
antes de decirle que viniera. Dejo la comida en la mesita de noche y empiezo a
recoger rápidamente la ropa y los libros desechados que están esparcidos por
todas partes.
—Siento que esté todo desordenado, aún no he podido limpiar mucho —
murmuro. Meto la ropa en el cesto y pongo mis libros en la estantería. Estoy
nerviosa, pero cuando Reed se acerca y quita un libro de mi mano, dejándolo en
la estantería detrás de mí, y luego agarra mi barbilla con su mano, ese
sentimiento se evapora.
—No me importa el aspecto de tu habitación, cariño. Estoy aquí para ti. —
Sonríe—. Y este burrito de pizza.
Golpeo sus costillas. Se inclina y me da un beso suave y sorprendentemente
inocente en mis labios antes de volver a la comida.
Es un momento sencillo, pero dice mucho. Sobre quién es realmente Reed.
Mi frágil corazón nunca sobrevivirá a esto, pero no quiero dejarlo ir. A veces el
amor puede ser egoísta, y ahora mismo, sé que quiero aferrarme a lo que tengo
con Reed en lugar de renunciar a él.
Nos sentamos uno frente al otro en mi cama y cenamos, pero antes de que
terminemos, Reed aparta la comida y se sube sobre mí y me besa hasta que
quedamos sin aliento.
Es una droga, y no puedo tener suficiente.
133
Reed Davidson es el tipo de hombre que nunca olvidas. No importa cuánto
tiempo haya pasado.
Nos acostamos juntos en mi cama y Reed apaga mi lámpara de cabecera.
Sobre nuestras cabezas, todavía pegadas al techo, están las estrellas
fosforescentes que Emery me regaló para mi decimosexto cumpleaños y que
siguen brillando con la misma intensidad que el día que me las regaló.
Toma mi mano entre las suyas y simplemente la sostiene. Sus dedos se
enroscan con fuerza en los míos.
Este momento entre nosotros se siente... diferente. Más íntimo. El tipo de
momento que se siente monumental, incluso en su simplicidad.
—¿Crees en las almas gemelas? —pregunta su voz profunda y ronca.
Lo miro, pero sólo puedo distinguir la silueta de su rostro en el resplandor de
la falsa Vía Láctea de mi techo.
—Lo hago. Es fascinante pensar que en algún lugar del mundo hay alguien
hecho para ti. Diseñado específicamente para ti.
—Sí. He estado pensando mucho en eso últimamente. Sabes que mi padre se
fue cuando Emery era un bebé.
Asiento y continúa:
—Hablé con él por primera vez desde que se fue, hace unos meses. No he
dejado de pensar en él. En él. Y estoy enfadado conmigo mismo por ello. Por
darle ese poder sobre mí. Estoy enfadado y jodido, Holland.
El dolor en su voz rompe mi corazón. Lo rompe en pequeños fragmentos.
Ruedo hacia él y me subo encima de él hasta que me tumbo encima de él. Tengo
mi oreja pegada a su pecho mientras cuento los constantes latidos de su corazón.
Su mano encuentra mi cabello y hace girar distraídamente un mechón suelto
entre sus dedos.
—Supongo que la conversación con él me hizo enfrentarme a cosas que tenía
en la cabeza y que había estado ocultando, evitando. Fingir que no era realmente
un problema y ahora lo afronto. No es fácil, pero creo que estoy preparado para
perdonarlo y creo que tiene mucho que ver con Evan. Me ha cambiado en el poco
tiempo que lleva aquí y no puedo imaginarme volver a cómo era mi vida antes de
él. Es como si el hombre de arriba supiera que lo necesito, incluso cuando yo
mismo no lo sabía.
—Creo que nuestro futuro siempre está trazado para nosotros, incluso antes
de que estemos preparados para verlo. A veces estamos cómodos en nuestras 134
vidas y no queremos ver el cambio que se necesita. Por eso la gente está tan
cegada cuando sus vidas suben y cambian, porque no quieren enfrentarse a la
verdad. Lo que estás haciendo es valiente, Reed. Es crecimiento personal y eso
requiere valor.
Exhala. Sus dedos se deslizan por mi cabello en la nuca mientras su pulgar
frota suavemente el cuero cabelludo.
—A veces no lo parece, pero creo que la única forma de avanzar es
perdonándolo y dejándolo ir.
Me siento ligeramente sobre su pecho y quito un mechón de rizos de su frente.
Se siente como una segunda naturaleza ser así con Reed.
—No puedes controlar las acciones de los demás, pero puedes controlar si
dejas que te afecten o no. Creo que lidiar con el dolor de él te permitirá seguir
adelante.
Reed se queda callado un momento. Su otra mano recorre ligeramente mi
brazo, haciendo que mi piel se erice al rozar las yemas de sus dedos. El aire de
la habitación se siente diferente, como si hubiera ocurrido un cambio. Puedo
sentirlo, y si tuviera que apostar, Reed también.
—Eres un buen hombre, Reed —susurro en la oscuridad, con las estrellas
brillando sobre nosotros. Mis ojos se vuelven pesados, el cansancio se va
filtrando en mi cuerpo poco a poco, hasta que el constante subir y bajar de su
pecho me adormece.
Justo cuando estoy quedándome dormida, juro que susurra:
—Ojalá fuera un hombre lo suficientemente bueno para ti, Holland Parker.

135
Capítulo 16
Reed
—Weed, ¿podemos tener un pulpo? —pregunta Evan, con una expresión
genuinamente seria en su rostro. Mierda, ¿por qué los niños son tan lindos?
Además, ¿por qué estoy considerando sinceramente comprarle un maldito
pulpo? Apuesto a que lo haría sonreír. Por eso dicen que los padres son
demasiado blandos, porque si el niño me pidiera un unicornio, haría todo lo
posible por conseguirlo.
—Amigo, los pulpos no están hechos para vivir en casas con gente. Viven en
el océano. Ese es su hogar.
Su ceño se frunce mientras piensa en lo que he dicho.
—Pero... ¿qué pasa con el acuario?
—Bueno, esa es la excepción.
—¿Qué tal un huevo de colores?
Respiro profundamente.
—Sabes, amigo, ¿qué tal si empezamos con un pez? ¿Un tipo pequeño como
tú, y podemos llamarlo Pickles 2.0? Tal vez un día podamos conseguir un pulpo
de verdad, pero por ahora, creo que Pickles tendrá que bastar.
—¿Puede ser verde?
Asiento.
—Puede ser del color que quieras. Podemos ir a elegirlo pronto, pero ahora
mismo tenemos que irnos porque tienes una cita de juegos con Ari y Kennedy, y
yo estoy ayudando al tío Liam a montar una cosa de bebé.
Evan arruga su nariz.
—Necesito ir al baño.
136
Ya está. Es hora de ir al baño. He estado leyendo un libro tras otro sobre el
entrenamiento para ir al baño y las diferentes técnicas y he aprendido suficiente
mierda que y sé que podemos hacerlo.
Cada niño es diferente, y se trata de lo que funciona para ellos. Eso lo
entiendo.
Agarró la caja de Cheerios de la parte superior de la despensa y corro hacia
el baño tras Evan. Se sube al taburete y se baja los pantalones, y antes de que
llegue la hora de ir al baño, lanzo unas cuantas Cheerios en el agua flotante de
la taza del váter y luego saco el puño.
—Puedes hacerlo, amigo —digo, y su pequeño puño choca con el mío.
Somos un equipo, y que me jodan si no afrontamos juntos este viaje al baño.
Le doy la espalda para darle un poco de privacidad, y por los cielos de arriba,
el cielo se abre y bajo y he aquí, escucho el sonido de un chorro constante
seguido de una aclamación.
—¡Lo hice, Weed, lo hice!
Da un salto y casi se cae limpiamente del taburete, pero lo atrapo en el último
momento.
—Amigo, sabía que podías hacerlo. Te das cuenta de que ya eres un niño
grande, ¿verdad?
La sonrisa de su rostro es contagiosa, y me encuentro sonriendo junto a él.
Es la primera vez desde que vino a vivir conmigo que me siento seguro de que
tal vez pueda hacerlo. Tal vez, de alguna manera, podamos resolverlo juntos.
La vida es muy diferente de lo que solía ser, pero no me encuentro extrañando
esas cosas. Sigo viendo a Asher, Hudson, Briggs y Graham en los entrenamientos
y, de vez en cuando, nos tomamos una cerveza en algún sitio, o hacemos una
barbacoa en casa de alguien, pero joder, no extraño desperdiciar mi vida en un
bar. O persiguiendo a conejitas a las que no tengo intención de volver a ver
después de una aventura de una noche que me dejó entumecido. Esa es la
verdad, antes de Evan... antes de Holland, estaba entumecido. Adormecido con
las chicas, de fiesta, bebiendo, y ahora, la mierda de mi vida es buena, y no
quiero hacer nada que ponga en peligro eso.
Mi vida es diferente y no la querría de otra manera.
Después de hacer una maleta rápida y agarrar a Pickles, nos dirigimos a casa
de Liam y entramos en un completo caos. En el momento en que cierro la puerta
tras nosotros, Juliet entra corriendo en el vestíbulo. 137
—Hola Reed. Adiós Reed. —Pasa corriendo junto a mí tan rápido que se
desliza por la madera en calcetines.
—¿Qué pasa? —pregunto, pero ya se ha ido, dejándonos a mí y a Evan
mirándonos como qué demonios paso.
Entonces Ari y Kennedy vienen corriendo por el pasillo, chillando, con Liam
en sus brazos.
—¡Guerra de pistolas Nerf! —grita Ari, pasando corriendo junto a mí y
esquivando por poco la pared.
Oh. Mierda.
Nos tomamos muy en serio las guerras de Nerf por aquí.
—Muy bien, Ev, hemos entrado en una batalla. Es hora de prepararse. —
Agarro su mano y lo empujo hacia el cuarto de las chicas, donde agarro dos
pistolas de la pared. Liam tiene a Ari y a Ken preparadas con una pared entera
de Nerf. Mierda, ojalá hubiera tenido una de estas de pequeño.
—No nos separaremos Es más probable que nos embosquen si lo hacemos.
Sígueme.
Evan suelta una risita y tapa su boca con su mano para silenciarla.
Maldición, es tan lindo
Y es mío, creo.
Vuelvo de puntillas al pasillo, sosteniendo la pistola de plástico como si fuera
un agente certificado del FBI a punto de entrar en una casa. Cuando llego al
final de la pared, giro alrededor de la esquina, revisando todas las demás
esquinas, y no encuentro nada.
—Son escurridizos. Nunca bajes la guardia.
—¿Qué es gu-ardia?
—No importa. Sólo sígueme, amigo.
Tenemos que trabajar en la logística de la guerra, pero lo conseguiremos. Me
sigue por la casa mientras busco a las chicas, y justo cuando paso por el salón,
escucho una risita. Débil, pero definitivamente de Ari.
Señalo hacia el salón, y Evan asiente, sosteniendo la arma más alto. Es casi
tan grande como él, y casi me hace morir de risa, pero consigo mantener el rostro
serio mientras asaltamos la sala de estar. Diviso los tacones de plástico de Ari

138
asomando por detrás de la casita de juegos, así que subo encima de ella lo más
silenciosamente posible y grito:
—Boo.
Grita lo suficientemente fuerte como para romper los cristales de las ventanas
y salgo a rastras de detrás del sofá. En cuanto la cabeza de Ari asoma, Evan
aprieta el gatillo disparándole en medio de la frente.
Oh, mierda.
El rostro de Ari se derrumba y comienza a lamentarse. El pobre Evan parece
estar a punto de empezar a llorar junto con ella. Su mirada de pánico se dirige
a la mía, y yo sacudo la cabeza.
—Está bien, no te preocupes.
La levanto y la envuelvo en un fuerte abrazo, el único que puede dar el tío
Reed, y pronto sus lágrimas se secan y sonríe.
—Te he extrañado, tío Reed.
—Te he extrañado más, preciosa. He traído un amigo para que juegues
mientras ayudo a papá y a Juliet. Este es Evan.
Evan la mira con una pequeña y tímida sonrisa.
Dejo a Ari a su lado, y Kennedy se acerca de un salto y tira de Evan para darle
un abrazo estrangulador sin pausa.
Vuelve la mirada de pánico, y esta vez encojo mis hombros.
—Chicas, amigo. Chicas.
Ari mira el pulpo hecho jirones que tiene en sus manos y pregunta:
—¿Es este tu peluche?
Evan asiente.
—Se llama Pickles.
—Mi peluche se llama Princesa Sparkles. ¿Quieres jugar en nuestra
habitación?
Me mira, y yo asiento, haciéndolos salir por la puerta. Bueno... eso fue más
fácil de lo esperado. Pero me he dado cuenta de que los niños son así de
resistentes.
Ahora que la guerra de Nerf ha terminado oficialmente, devuelvo las pistolas
a la habitación de las niñas, asegurándome de que estén preparadas para jugar
antes de subir a la habitación libre que va a ser la habitación del nuevo bebé.
Las paredes siguen siendo blancas, ya que han decidido esperar a saber el
sexo, pero han empezado a llenar la habitación con muebles y decoraciones de
género neutro. 139
Juliet está sentada en una silla blanca en un rincón, hojeando las páginas de
un libro sobre el embarazo mientras Liam está en el suelo sacando de la caja las
piezas de la cama del bebé.
—Podrían haberme avisado de que entraba en un campo de batalla.
Juliet se ríe.
—¿Dónde está la diversión en eso?
—Sólo para que conste, los chicos ganamos. Podrías haber ayudado a tu
mejor amigo —le digo a Liam. Él se limita a sacudir la cabeza y continúa sacando
la madera.
—Muy bien, los papás están de guardia. —Juliet se levanta de su sillón y se
pone de pie. Su barriga de embarazada por fin empieza a notarse. Una pequeña
protuberancia bajo su camisa, pero Liam se acerca y la frota cariñosamente—.
Mamá está cansada y dolorida, y quiero un baño de burbujas en completo y total
silencio.
—Tengo la cena y los niños, ve a relajarte, cariño —le dice Liam.
Nunca había visto a un hombre tan enamorado de su mujer. Ver a estos dos
juntos es lo único que necesito para creer en el amor. Del tipo real y genuino que
sólo se da una vez. Eso es lo que comparten, y hombre, ver a mi mejor amigo ser
capaz de experimentarlo después de todo lo que ha pasado es increíble. Nadie se
lo merece como él.
Juliet le da un beso rápido y luego nos deja para armar los muebles.
—Todavía no puedo creer que estén esperando a saber el sexo hasta que
llegue el momento. Necesito saberlo.
Se ríe.
—Es lo que ella quiere, y a mí me parece bien hacer lo que Juliet quiera. En
cualquier caso, mientras el bebé esté sano, eso es lo único que me importa. ¿Y
las niñas? Son una historia diferente. Nos preguntan al menos dos veces al día
si se los vamos a contar. Ari intentó sobornarme con abrazos, pero le dije que
soy más fuerte que eso.
—No me sorprende.
—Entonces, ¿cómo van las cosas con Evan y Holland?
Mierda, directo a lo bueno.

140
—Evan es un chico increíble. Me encanta pasar tiempo con él. Hoy orinó en
el inodoro —hago una pausa—, por primera vez. Se sintió como una verdadera
victoria.
Siento una mierda extraña en el pecho cuando pienso en Ev y en las cosas
que ha superado sólo desde que nos conocimos. Sus pesadillas ya han
disminuido hasta casi detenerse por completo ahora que le compré una luz
nocturna que pone figuras de mar en el techo, y hacemos, no uno, sino tres
cuentos antes de dormir. Le encanta todo lo que tenga que ver con la selva o el
mar. Las grandes aventuras, me encanta inventarlas cada noche para
contárselas. No es que pueda atribuirme el mérito de lo de la luz nocturna.
Holland fue más allá para hacer un espacio para Evan donde se sintiera como...
Él. Sabiendo que está obsesionado con el océano y la mayoría de las criaturas
marinas, convirtió su habitación en una aventura submarina para que cada vez
que pusiera un pie dentro, mirara a su alrededor con asombro.
No me había dado cuenta de lo integrada que está Holland en nuestras vidas.
Hemos caído en una rutina que es cómoda y me he acostumbrado a ella.
—¿Por qué tienes esa mirada? —pregunta Liam, con su ceño fruncido por la
confusión.
—¿Qué mirada? ¿No tengo ninguna mirada? —murmuro. Estoy mintiendo, y
a juzgar por su mirada, él también lo sabe.
—No mientas. ¿Qué es lo que no me dices?
—Nada.
Liam me lanza una bolsa de tornillos, golpeándome en el rostro. Luego toma
un destornillador y yo levanto las manos en señal de rendición.
—Bien, mierda, bien. Este rostro es el que da dinero, cuidado.
—Eres un idiota. —Liam se ríe—. Ahora dime qué demonios estás ocultando.
Oh, mierda, es Holland, ¿no? Por eso de repente estás tan callado.
Mierda.
Es complicado.
Esta vez, Liam echa la cabeza hacia atrás y se ríe, con una risa profunda que
resuena en las paredes vacías de la guardería.
—¿No es siempre así? Juliet y yo también tuvimos algo complicado y míranos
ahora. Cuenta.
Suspirando, paso mi mano por mi revuelto cabello y lo miro.
—Establecimos estas estúpidas reglas de mierda que se suponía que debían
mantener las cosas fáciles. Sin complicaciones. Sin embargo, todo lo que hicimos
fue un maldito problema. Y ella está perfectamente bien con mantener las cosas 141
como están, pero no puedo dejar de pensar en ella. Es como si cada cosa que
hago, todo lo que puedo pensar es en Holland.
—La amas —dice Liam simplemente.
—Wow, esa es una palabra muy fuerte. Demasiado fuerte. Quiero decir, ni
siquiera sé cómo amar a alguien.
—Mentira. Tú amas a tu mamá, a Emery, a Evan. ¿Y a Ari y a Kennedy? Los
has amado desde el día en que nacieron. ¿Qué hay de todas esas veces que
apareciste, Reed? ¿Las fiestas de cumpleaños que me ayudaste a organizar, los
días en que tuve que trabajar hasta tarde y las recogiste por mí? —Hace una
pausa, y puedo ver la sinceridad en sus ojos. Hace que mi corazón se apriete, y
soy lo suficientemente hombre como para admitirlo. Liam y estas chicas son mi
familia tanto como mamá y Emery, y siempre lo han sido. Todos ellos me dan un
propósito en la vida. Ser su tío. Y ahora... Evan y Holland me dan un propósito.
Sólo que de una manera aterradora y diferente.

—Estoy jodidamente aterrorizado, hombre. ¿El amor? El amor es la cosa más


aterradora del maldito mundo. Te hace vulnerable.
—Tienes razón. Eso es lo que hace el amor. Te abre, te deja en carne viva. Da
miedo darle a otra persona la capacidad de hacerte daño. Pero Reed, Juliet es lo
mejor que me ha pasado, y tú lo sabes. Ella me ha hecho un mejor hombre, y la
amo tanto que haría cualquier cosa en este mundo por ella. Sí, me dio miedo
exponerme y decir que, por favor, me amas como yo te amo, pero si no lo hiciera
no tendría al amor de mi vida, ni a mi familia. —Deja de hablar, separa su mirada
de la mía y mira la cama de bebé que tiene delante, y luego vuelve a mirarme—.
A veces hay que apartar ese miedo y vivir. Una vez me dijiste que, si la dejaba
marchar, sería el mayor error de mi vida. Sigue tu propio consejo.
—Ella es increíble, y Dios, estoy loco por ella, pero no quiero hacer daño a
Emery. No quiero arruinar la amistad que comparten. Ella nunca me perdonaría.
Es parte de la razón por la que hicimos las estúpidas reglas en primer lugar.
Niega con su cabeza.
—¿De verdad crees que a Em le va a importar que te hayas enamorado de su
mejor amiga?
—Conociendo a Em y el hecho de que me amenazó con daños corporales por
siquiera mirar a Holland, probablemente. Pero creo que lo superaría...
eventualmente.
142
—Creo que tienes que hablar con Holland. Dile cómo te sientes. Sé honesto.
No hay nada malo en ser vulnerable y exponerse.
Asiento.
Tiene razón. Tengo que hablar con Holland, y tengo que ser sincero con ella
sobre cómo estas malditas reglas ya no me sirven.
No cuando todo lo que quiero es hacerla mía, y sólo mía. Tenerla en mis
brazos cada noche, volver a casa con ella después de días de viaje. La amo,
maldita sea.
Y tengo el plan perfecto para decírselo.

143
Capítulo 17
Holland
—Reed —gimo, sus largos y gruesos dedos amortiguan mis gemidos. Están
en mi boca después de que me exigiera que chupara.
Me mira desde entre las piernas, con sus rizos oscuros desordenados por mis
constantes tirones mientras me devora como un hambriento. Sus ojos están
vidriosos de lujuria cuando se conectan con los míos, y una sonrisa socarrona
se forma lentamente en sus labios.
Es tan guapo que no puedo soportarlo. Y menos en momentos como éste,
cuando tiene su boca en mi clítoris, proporcionándome más placer del que jamás
he experimentado.
Gimo cuando su lengua golpea, acariciando mi clítoris. El placer es
demasiado. Justo cuando siento que voy a estallar y ver las estrellas, deja de
asaltarme.
—Tengo que hablar contigo de algo.
Sus palabras vibran en mi centro y gimo de frustración. Esta es la peor forma
de tortura.
Enlazo mis dedos en su cabello y lo atraigo hacia donde quiero su boca, y él
sonríe.
—He alquilado una cabaña para la próxima semana. Tengo siete días libres y
vamos a ir a Kettle Moraine, y quiero que vengas.
—¿De verdad estamos teniendo esta conversación....ahora mismo? —Chillo.
Estoy acostada desnuda delante de él, con su cabeza entre mis piernas, ¿y quiere
discutir los planes de la próxima semana?
—Podemos hablar largo y tendido, o simplemente puedes decir que sí. —Su
cálido aliento recorre la parte interna de mi muslo, haciendo que mi piel se erice.
144
Estoy tan tensa que siento que voy a estallar en cualquier momento—. Y
podríamos terminar aquí mismo, podría darte exactamente lo que quieres... —
Se detiene y pasa su lengua por mi clítoris una vez, luego dos.
—Reed Davidson —me siento sobre los codos para mirarlo fijamente—. ¿estás
cobrándome… el orgasmo?
—Me ofende, Holland, como si alguna vez lo hiciera.
Sin embargo, la sonrisa tímida de su rostro dice lo contrario. Su dedo se
sumerge dentro de mí, enroscándose y acariciando hasta que mi espalda se
arquea fuera de la cama, mis manos se cierran con el puño en las sábanas, y su
nombre sale de mis labios.
Tan cerca, que puedo sentirlo.
Entonces se detiene. De nuevo.
—¡Reed! —Grito—. Basta ya.
Se ríe.
—Di que sí.
—No.
Un dedo se convierte en dos y sus labios se cierran sobre mi clítoris. Chupa
y mueve sus dedos dentro de mí lentamente, lánguidamente, hasta que vuelvo a
estar cerca.
Me arqueo más cerca de su boca, desesperada por caer finalmente sobre el
borde con el que me ha provocado, y entonces aparta su boca y vuelve a mirarme.
—¡Bien! Dios, bien.
—¿De verdad?
—Sí, ahora, por favor... —Me quedo sin palabras. Unos segundos después, se
levanta y me cubre con su cuerpo duro y tonificado y se desliza dentro de mí con
un movimiento suave, llenándome. No pasa mucho tiempo antes de que los dos
estemos calientes y pegajosos de sudor, y los dedos de Reed frotan contra mi
clítoris mientras ambos nos corremos.
Sus brazos musculosos me tiran sobre su pecho mientras él cae de espaldas
a la cama. Tengo mi oreja pegada a él, escuchando cómo se acelera su corazón,
y los ojos casi se me cierran.
—¿De verdad vendrás? —pregunta. Siento sus labios contra la parte superior
de mi cabeza.
Asiento. 145
—No porque me hayas chantajeado con un orgasmo, sino porque Emery ya
me lo ha pedido y me ha amenazado con un daño corporal.
Reed se burla.
—¿Así que sabías todo eso y ya te ibas a venir?
—Sí. Pero estabas tan comprometido que no quise detenerte.
Se ríe.
—Qué sacrificio.
Me inclino hacia atrás para poder mirarlo.
—Sabes... le dije que no. Varias veces, en realidad. Es que... me preocupa que
sepa que pasa algo. Ella me conoce mejor que nadie. Estoy nerviosa.
Reed está callado. No dice nada sobre mis temores, pero sus labios vuelven a
tocar mi cabello, y eso me reconforta.
—Somos amigos, cariño. Siempre lo hemos sido y Emery lo sabe. No va a
sospechar nada.
Mis nervios no desaparecen. Sólo espero que tan bien como Em me conoce,
no vea a través de mí.

—Tengo que trabajar hasta tarde esta noche —dice Emery—. Es una pena,
pero tenemos un caso enorme en el que está trabajando mi jefe y todos tenemos
que hacer horas extra. Voy a conducir hasta más tarde, así que tendrás que ir
con Reed y Evan, pero no estaré muy lejos de ti. Ya conoces a mi madre, tiene
que despertarse al amanecer y llegar allí para asegurarse de que todo está listo.
Mi corazón salta al mencionar a Reed, pero me río ligeramente.
—Tu madre es la persona más organizada que he conocido. Ojalá se nos
hubiera pegado a alguno de nosotros. Puedo ir con Reed y Evan, sin problemas.
Estaba pensando que tal vez podría llevar a papá, pero no sé si llevará bien el
cambio. Mona dijo que estaba feliz de quedarse con él.
Odio dejarlo en casa, pero sé la importancia de mantenerlo con un horario y
en un lugar que le sea familiar. Es lo único en lo que su médico ha insistido
desde que lo diagnosticaron. Agradezco que tengamos a Mona, que se ha ofrecido 146
a quedarse con él una semana más para que yo pueda ir con Em y su familia.
—Lo necesitas, Holland. Unos días lejos de las responsabilidades, los estudios
y el trabajo. Va a ser genial —dice Emery alegremente—. Esto es justo lo que
necesitas para relajarte y desconectar.
Mi mente se remonta inmediatamente a hace tan solo unos días, cuando Reed
estaba convenciéndome para que aceptara esta escapada improvisada con su
boca.
Por muy feliz que sea con Reed... Últimamente, mi culpa parece pesar cada
vez más en mi corazón y en mi mente.
Este asunto con Reed comenzó como algo sin complicaciones, y ahora se
siente como mucho más. Debería haber sabido que no podía dejar de lado mis
sentimientos y tener sólo una relación física con él. Los sentimientos lo
complican todo. Nuestra situación ya es lo suficientemente complicada.
—Sí, va a ser genial. No puedo esperar a pasar tiempo contigo. Voy a empezar
a hacer las maletas y nos vemos luego, ¿bien? Conduce con cuidado.
—Tú también, nena. Te quiero, ¡adiós!
Terminamos la llamada, y me siento junto a mi maleta vacía y la miro
fijamente.
Puedes hacerlo, Holland. Tres días encerrada con el chico del que estás
secretamente enamorada y con tu mejor amiga, que probablemente los matará
a los dos si se entera.
¿Qué mejor lugar que una cabaña aislada en medio del bosque, donde nadie
encontrará nuestros cuerpos?
Gimo y vuelvo a acostarme en la cama.
Sólo son tres días. Repito el lema durante el resto de la tarde mientras hago
la maleta y, antes de darme cuenta, Reed entra por la puerta de mi habitación,
sorprendiéndome.
—¿Todo empacado? —Se ha recortado la barba y se ha peinado sus rizos
salvajes hacia atrás, lo que lo hace parecer aún más guapo. Una chaqueta
estampada a cuadros rojos y negros se extiende sobre sus anchos hombros,
combinada con unos jeans viejos y descoloridos y unas botas—. Evan está en la
camioneta. Estamos listos cuando tú lo estés, nena. —Deja caer un persistente
beso en mis labios y se retira, sosteniendo mi mirada.
Aunque está vestido para un viaje de acampada, su atuendo no es lo que
llama mi atención, sino la felicidad en sus ojos.
Está emocionado, y eso se nota en la sonrisa de sus labios y en la emoción 147
que hay detrás de su mirada. No me malinterpretes, estoy emocionada por
alejarme y estar con Reed y Emery. Pero entonces... esas dos relaciones no
pueden ir juntas, y eso hace que mi estómago se tambalee.
—¿Estás bien? —pregunta Reed, observando cómo meto las últimas cosas en
la maleta.
Asiento.
—Sólo un poco nerviosa por estar en una cabaña con Em... y no sé. Estaré
bien. Probablemente lo estoy pensando demasiado. Es que odio mentirle, Reed.
Sus ojos se suavizan.
—Lo sé. Esperaba que pudiéramos hablar cuando lleguemos esta noche.
—De acuerdo.
Me da otro beso rápido antes de soltarme para agarrar mi maleta de la cama.
Dramáticamente, cae al suelo con fuerza.
—Otra vez no. —Sus ojos brillan con picardía—. Más vale que tenga ese encaje
rojo que tanto me gusta.
Pongo mis ojos en blanco.
—Vamos, Casanova.
Metemos la maleta en la camioneta, deslizándome en el asiento del copiloto.
—¡Howwand! 1 —grita Evan desde el asiento trasero. Tiene a Pickles arropado
a su lado y su Tablet en el regazo. Reed estaba muy indeciso sobre si Evan
debería tener una Tablet a su edad. Buscó en Internet durante horas y
finalmente decidió limitar el tiempo de pantalla de Evan y asegurarse de que los
juegos que juega y las cosas que ve son educativos.
Fue la cosa más “paternal” de la historia, e hizo que mi corazón se acelerara
un poco. Ver a Reed convertirse en este hombre que nunca había conocido ha
sido increíble. Verlo encariñarse con Evan y encontrarse a sí mismo como padre
es algo que no se ve todos los días. Me hace estar aún más orgullosa de él y de
todo lo que han superado juntos en los últimos meses.
—¿Estás listo para una fogata y s'mores 2 amigo? —pregunto.
Mueve su cabeza con entusiasmo y sus ojos se iluminan en cuanto menciono
los “s'mores.”

148
1 Quiere decir Holland.
2 Postre tradicional de Estados Unidos y Canadá, que se consume habitualmente en fogatas
nocturnas
Continúo:
—Es lo que más me gusta del camping. S'mores.
Reed abre la puerta y sube al asiento del conductor.
—¿Estamos listos?
Asiento y Evan aplaude.
Es hora de irnos.
El viaje a la cabaña es sorprendentemente tranquilo, aparte de los balbuceos
de Evan con Pickles. Viajamos en un cómodo silencio, con la mano de Reed
apoyada en mi muslo y la otra en el volante. Me concentro en su tacto,
intentando calmar el nerviosismo de mi estómago. Mirando por la ventanilla, veo
cómo la ciudad se desvanece detrás de nosotros a medida que nos adentramos
en el campo, dejando atrás los límites de la ciudad.
Nos adentramos en un largo camino de tierra que parece eterno antes de que
aparezca una pequeña y adorable cabaña. Es del tipo que se ve en una película
de Hallmark. El exterior es de troncos, con una puerta roja y una chimenea que
echa humo. Hay una pila de leña apilada en el lateral de la casa, y un pozo de
fuego con grandes sillas de madera alrededor que parece acogedor, incluso sin
el fuego encendido. Me veo tomando una taza de café por la mañana aquí.
Es perfecto, tanto que me siento algo menos nerviosa. Al menos por ahora.
Reed estaciona en la calzada frente a la cabaña, junto a la camioneta de su
madre, y luego se acerca para abrirme la puerta y sacar a Evan de su asiento.
En cuanto mi pie toca el suelo e inhalo el aire fresco, sonrío.
—Reed, este lugar es increíble.
—Me alegro de que te guste, cariño. Pensé que a todos nos vendría bien un
tiempo fuera, para refrescarnos. La temporada es dura, y quería llevar a Evan y
mostrarle el aire libre. —Sonríe y mira a Evan, que le devuelve la sonrisa con
descaro.
—Holland Parker, ¿eres tú? —Una voz suave y cantarina viene del porche. Me
doy la vuelta y veo a la madre de Reed y Emery, Kathy, sonriéndome
cariñosamente.
—Sabes que sí. Sólo han pasado tres semanas desde que te vi. —Sonrío,
acercándome a sus brazos abiertos. Me abraza contra su cuerpo durante unos
instantes antes de soltarme.
149
Reed y Evan pisan mis talones, y ella reparte abrazos extra cuando se trata
de Evan. Es evidente que ya la tiene atrapada en su dedo meñique. No es que
pueda culparla... es encantador. Igual que Reed.
—Ahora, Reed, agarra esas maletas mientras entramos a calentarnos. —Ella
se estremece visiblemente y se cierra el abrigo con más fuerza—. Estos dos se
van a congelar con este frío.
—Sí, mamá.
Toma mi mano después de levantar a Evan y me arrastra tras ella al interior
de la cabaña. No puedo evitar reírme. Esta es la actitud de Reed y Emery para
tomar las riendas. Cien por cien de su madre.
—¿Has hablado con Emery? —pregunta Kathy—. Dijo algo de que tal vez tenía
que trabajar hasta tarde.
—Sí, dijo que tenía que trabajar hasta tarde en la empresa, pero que
conduciría después. Por eso vine con Reed y Evan. No me siento cómoda
conduciendo cuando nieva mucho, así que Reed se ofreció a llevarme.
Sonríe.
—Esa chica. Siempre trabajando, pero supongo que puedo admirar su ética
de trabajo. Ya sabes que tanto ella como Reed siempre han estado muy
motivados por sus objetivos. Reed jugaba fuera con ese disco de hockey hasta
que estaba tan oscuro que no podían verlo. ¿Recuerdas cómo él y sus amigos
ponían esas linternas baratas en el hielo, sólo para conseguir unos minutos más
ahí fuera?
Asiento.
Sí que me acuerdo de aquellos días. A Em y a mí se nos permitía mirar, ya
que el estanque estaba justo detrás de su casa, y nos quedábamos fuera con las
narices rojas y los labios castañeando, solo para verlos patinar en la oscuridad.
La única luz era la de esas malditas linternas que nos rogaban que
sostuviéramos. Incluso con guantes, mis manos estaban tan frías que se
entumecerían por completo después de unos pocos minutos, pero lo haría de
todos modos ya que Reed era el que lo pedía.
—Todavía me dan escalofríos al pensar en el frío que tenía entonces —digo.
Fue la primera vez que me di cuenta de que mi enamoramiento se había
convertido en algo más, esas noches con Reed en el hielo. La determinación que
había detrás de sus tiros. A pesar del frío, de la nieve, de su agotamiento, se
esforzaba al máximo. Hacía lo que fuera necesario para alcanzar la meta que se
había propuesto.
150
La puerta se abre y Reed entra cargando nuestras maletas, una ráfaga de aire
frío lo acompaña. Desaparece en el salón y vuelve con las manos vacías.
—Evan, ¿quieres ir a buscar osos? —pregunta. Está bromeando, pero la
mirada de Evan no tiene precio.
Evan abre sus ojos y me mira. Encojo mis hombros.
—Eso depende de ti, amigo. Yo me quedo dentro, donde hace calor y no hay
osos.
—Estoy bromeando, pero he traído mi bastón de cuando era más joven. Voy
a llevar a Evan al estanque. Volveremos antes de que anochezca. —Se acerca a
su madre, le da un dulce beso en la mejilla y me lanza una sonrisa. Luego él y
Evan salen, dejándonos a Kathy y a mí solas en la cocina.
—¿Podrías ayudarme a lavar estas patatas para el guiso? —pregunta ella.
—Por supuesto.
Le quito el cuenco de patatas y me entretengo en el fregadero.
—Sabes, no le digas a Emery que he dicho esto, pero creo que Reed está
viendo a alguien —dice Kathy detrás de mí.
Dejo caer el cuenco de patatas y caen pesadamente en el fregadero con un
fuerte golpe. Me doy la vuelta, aclarándome mi garganta con nerviosismo.
—¿Por qué piensas eso? Es Reed —tartamudeo.
Ella se encoge de hombros.
—Conozco a mi hijo. La ventaja de tener hijos varones es que son hijos de
mamá. Lo conozco como la palma de mi mano... es una sensación que tengo.
Trago grueso, mi garganta se siente repentinamente más apretada que nunca.
¿Es obvio? ¿La forma en que actuamos el uno con el otro? Mi nerviosismo se
transforma en pánico.
—Espero que se calme. No se está haciendo más joven, y si pudiera encontrar
a alguien que lo ame y a Evan... es todo lo que deseo para mi hijo. Encontrar el
amor y la felicidad. En su profesión, es difícil determinar quién es genuino y no
sólo por las ventajas de estar casada con un jugador de hockey. Creo que ese es
parte de su problema, le cuesta encontrar una conexión genuina con alguien por
eso. —Me mira y sonríe—. Lo siento, estoy divagando, es que nunca lo había
visto tan feliz. No puedo evitar preguntarme si es algo más que Evan.

151
Asiento temblorosamente y arrastro mis ojos de nuevo a las patatas sobre las
que estoy pasando agua sin pensar. Terminamos de preparar la cena en silencio,
pero sus palabras pesan en mi mente.
¿Por qué no puede ser sencillo lo que siento por Reed? ¿Por qué alguien tiene
que salir herido por lo que sentimos el uno por el otro? Las cosas ya no son
sencillas; son complicadas, y tengo la sensación de que, si no soy sincera
conmigo misma, y con Reed pronto, acabaré herida.

152
Capítulo 18
Reed
La fogata chisporrotea y arde. Sus brasas brillan de color naranja y rojo frente
a mí. Estamos todos sentados alrededor de la hoguera mientras Evan y Ma
preparan malvaviscos. Desplazo mi mirada del fuego a Holland, que está
envuelta en una chaqueta de sherpa con una manta sobre los hombros,
agarrando una taza de chocolate caliente y mirando las llamas. Puedo verlas
lamer y surgir en el reflejo del cristal azul de sus ojos.
—¿Estás bien? —preguntó en voz baja. Mamá está ocupada con Evan, pero
no quiero incomodar a Holland. Está más callada que de costumbre desde que
llevé a Evan al hielo.
Holland asiente.
—Sí. —La sonrisa en sus labios no llega a sus ojos, y me doy cuenta de que
es forzada. Me gustaría que estuviéramos solos, para poder tocarla.
Tomar su maldita mano y tranquilizarla, pero estas reglas que creamos
estúpidamente impiden que haga cualquiera de esas cosas.
Pero esta noche, se acabó. Planeo decirle exactamente lo que siento.
—Evan, ¿tienes sueño? —Le pregunta Ma. Arranco mi mirada de Holland y
miro a Evan. Sus ojos están pesados, y el palo que sostiene con malvavisco
pegajoso empieza a caer.
Me río.
—Creo que sí. Puedo llevarlo a la cama. —Empiezo a levantarme de la silla,
pero Ma sacude la cabeza y me mira con severidad—. No lo harás. Yo ya no tengo
suficiente tiempo con él. Lo prepararé para ir a la cama y me acostaré yo misma.
Soy una mujer mayor, necesito mi descanso de belleza.
—Ya eres hermosa, mamá —digo.
153
Su mirada se suaviza.
—Tú y Holland disfruten del fuego un rato. No tiene sentido desperdiciar un
fuego perfectamente bueno. Además, creo que Emery estará aquí, al menos eso
espero, antes de medianoche. Chica salvaje.
Ma reprende, pero Emery es su única hija, y la deja salirse con la suya en
más cosas de las que yo he hecho.
—Ven aquí, amigo —le digo a Evan. Se acerca a mí y lo tomo en brazos para
darle un fuerte abrazo—. Buenas noches, te veré por la mañana, ¿de acuerdo?
Asiente, frotándose sus ojos con sueño.
Ma toma su mano y lo lleva adentro. Ahora sólo estamos Holland y yo
sentados en silencio, con el sonido del fuego chisporroteante.
—¿Qué pasa, cariño? —pregunto. Conozco a Holland. La conozco desde que
era la niña tímida y nerd que era la mejor amiga de mi hermana y vivía en la
casa de al lado. Y en los últimos seis meses, he pasado todo el tiempo libre con
ella y con Evan, conociendo las partes de ella que sólo veía de lejos, y la conozco.
Como la palma de mi mano. Mejor de lo que he conocido a nadie antes.
Ha estado más callada, retraída, y me mantiene a distancia. Completamente
diferente a ella, y no he querido presionarla ni hacerla sentir que la asfixiaba.
Especialmente por estas malditas reglas.
Holland me mira, con lágrimas brillando en sus profundos ojos azules.
—No puedo seguir haciendo esto, Reed. —Sus palabras son apenas un
susurro, pero tienen más fuerza que cualquier otra cosa que haya dicho.
Siento como si me hubieran echado un cubo de agua helada en la cabeza. Mi
maldito corazón se detiene en mi pecho.
Mi voz es ronca y cruda cuando balbuceo:
—¿Qué? ¿Qué quieres decir con esto? ¿Nuestro acuerdo? ¿Nosotros?
Nuestros ojos están fijos hasta que ella aparta su mirada llorosa, y parece
que cada segundo que pasa se aleja más y más de mí. Quizá no físicamente, pero
ahora mismo parece que nos separa un puto océano.
Levanta una mano temblorosa y se tapa la boca mientras las lágrimas caen
de sus ojos.
Verla llorar es como un cuchillo en mi corazón. Un dolor blanco y brutal que

154
siento en lo más profundo de mi pecho. Quiero estrecharla entre mis brazos y
decir que se joda el mundo, pero no es tan fácil.
Nada de esto lo es.
—No puedo seguirle mintiendo a Emery. No puedo tener secretos con mi
mejor amiga. No puedo seguir fingiendo. —Ella mira hacia otro lado, mirando
hacia el bosque oscuro delante de nosotros y luego de vuelta a mí, su mirada
llena de suficiente dolor para golpearme en mi estómago con toda su fuerza—.
Ya no puedo fingir que este acuerdo funciona. Esas reglas... nunca iban a
funcionar. Debería haberlo sabido antes de aceptar esto. No puedo fingir que ya
no siento nada por ti, Reed. —Su labio tiembla mientras continúa—. Dios,
hablando con tu madre esta noche... Reed, ella cree que estás viendo a alguien.
Dijo que nunca te había visto tan feliz. Te mereces a alguien con quien puedas
estar, al aire libre, no en secreto.
Me levanto de la silla, acercándome, me agacho frente a ella y deslizo mis
manos para acunar su mandíbula. Aprieta sus ojos con fuerza y se inclina hacia
mi contacto mientras las lágrimas caen por sus mejillas.
—Tiene razón. Nunca he sido feliz de esta manera. Mierda, nunca me había
sentido así. Y es aterrador. He oído hablar de esto. De mis compañeros de equipo,
de mis amigos, de Liam. Sobre lo que se siente al amar a alguien.
Se queda quieta bajo mi contacto, pero no me detengo.
—Que enamorarse es el mejor sentimiento del mundo, y no se equivocan. Pero
también da miedo. Esa es la parte de la que nadie te habla. La parte vulnerable
y cruda de ti que pones en manos de otra persona y rezas para que te quiera por
lo que eres. Te amo, Holland. Estoy enamorado de ti.
Lágrimas calientes caen de sus ojos azules, y deja escapar un pequeño sollozo
ante mi declaración.
—No lamento haberme enamorado de ti. Siento haber tenido que hacerlo en
secreto, cuando lo único que quiero es gritarlo desde la azotea del edificio más
alto de toda la maldita ciudad. Te amo, Holland. Pensaba que nunca podría amar
a nadie, que estaba roto, que estaba estropeado por mi padre, pero entonces me
demostraste lo contrario. Evan y tú son el único futuro que veo. ¿Esos
sentimientos que tienes? Cariño, yo también los siento y lo he hecho durante
mucho tiempo. Debería habértelo dicho antes, pero no estaba preparado para
ser honesto conmigo mismo, o contigo. Tuve que descubrirlo por las malas.
—Reed —llora. Su labio inferior tiembla mientras pasa sus manos por mi
cabello hasta la nuca. Este momento, es todo lo que he estado guardando dentro,
y mierda, se siente bien decirlo en voz alta. Decirle lo que siento, aunque me dé
miedo meter la pata. De dejarme herir. De hacerle daño a ella.
Aprieto mi frente contra la suya. 155
—No puedo volver, Holland. No puedo volver a cómo eran las cosas antes. No
cuando sé lo que es amarte.
Ella asiente contra mí.
—Yo... yo también te amo, Reed.
Es un cielo escucharla decir eso.
Un cielo en el que nunca pensé que sería lo suficientemente digno de entrar.
Sin pensarlo dos veces, atrapo sus labios con los míos, besándola con cada
pizca de amor que he estado guardando en mi interior durante meses. Quiero
que todo el mundo lo sepa. Esta es mi chica. Mía. Tira de mi cabello mientras la
beso sin aliento y mi lengua se enreda con la suya. Separo mis labios de los
suyos para mirar fijamente sus ojos tormentosos.
—He creado nuevas reglas para nosotros. En mi cabeza, las he repasado cada
vez que pensaba en cómo decirte esto. Para decirte que me enamoré de ti a pesar
de esas malditas reglas. He llegado a odiarlas, así que he creado otras nuevas.
Me recuesto y le sostengo la mirada mientras una pequeña sonrisa me
arranca la comisura de los labios.
››Una: Enamorarnos todos los días. No dejar nunca de demostrarte lo mucho
que significas para mí, y darte razones para que te enamores de mí.
Tapa su boca y aprieta sus ojos mientras el rímel se le corre por el rostro.
Dios, incluso ahora, es jodidamente hermosa.
››Dos: Gritarlo al mundo. Nunca voy a dejar de mostrar mi amor por ti. Quiero
que todos en el maldito mundo sepan que soy el bastardo que tiene la suerte de
amarte, Holland Parker. Lo pondré en el jumbotron. En todas las malditas vallas
publicitarias de Chicago.
››Y tres: Mantenerte siempre abastecida de golosinas. —Holland echa la
cabeza hacia atrás y suelta una risa acuosa. Me hace reír—. Lo digo en serio,
nena. Prometo tenerlos siempre a mano, porque no puedo imaginarme sin
tenerte conmigo y con Evan. Por la noche, por la mañana, todos los putos días.
Eres la única para mí, Holland.
—No sé cómo decirle esto a Emery. ¿Cómo le digo que le mentí y me enamoré
de su hermano? Tengo miedo de perderla. Es mi mejor amiga, Reed.
—Lo tomamos día a día. Nos sentamos, pensamos en lo que vamos a decir, y
luego lo hacemos. Ella va a estar enojada, estoy seguro. Es como una pequeña
Pomerania, probablemente tratará de morderme la cabeza. Pero mi hermana
tiene un corazón de oro, y tú lo sabes. Al final nos perdonará. 156
Holland muerde su labio, y todavía puedo ver la vacilación en sus ojos. El
fuego ha empezado a apagarse, y puedo sentir que empieza a temblar.
—Nena, tenemos que entrar, te estás congelando.
—Tengo bastante frío —dice en voz baja—, sólo necesito tiempo para procesar
esto. Es mucho y yo sólo... Necesito algo de tiempo, ¿de acuerdo?
—No iré a ninguna parte. Tómate todo el tiempo que necesites. Sólo
necesitaba que supieras lo que sentía, y que lo que siento por ti, no va a
desaparecer.
Me pongo de pie, tomo su mano y espero a que recoja la manta que llevaba
sobre los hombros antes de dirigirnos a la cabaña. El interior está oscuro y
silencioso, y sé que mamá ya está dormida.
—Mi habitación está al final del pasillo, y la tuya está aquí.
Aunque sólo está a tres puertas, parece que está al otro lado del mundo. Pero
respetaré sus deseos de espacio. Puse la pelota en su campo esta noche, y
entiendo su necesidad de ordenar todo. Diablos, he pasado los últimos meses
tratando de resolver mi propia mierda.
—Buenas noches, Reed. —Se pone de puntillas y me besa, rápida y
dulcemente, luego abre la puerta y la cierra en silencio tras ella.
Me quedo mirando la puerta una vez que se ha ido, esperando que la
conclusión a la que llegue sea que desea esto tanto como yo. Siento que mi pecho
se aligera y mentiría si dijera que no me alegro de haberle confesado mis
sentimientos, de habérmelos quitado de encima. Me dirijo a la habitación en la
que está Evan y me asomo para asegurarme de que está bien. Su luz de animal
marino hace girar formas azules y verdes en el techo, y él está profundamente
dormido, todavía abrazado a Pickles. Cierro la puerta, me dirijo a mi habitación
y entro.
Va a ser una noche muy larga, sabiendo que Holland está al final del pasillo
y que no puedo tocarla. Después de una ducha y de pasar horas dando vueltas
en la cama, me duermo. La última vez que miré los números brillantes del reloj,
eran las dos y media. El sonido de la puerta al abrirse y de las sábanas al
retirarse hace que despierte.
Abro un ojo y veo a Holland deslizándose en la cama a mi lado. Vuelvo a
taparnos con las sábanas, para mantener el calor, y la rodeo con mi brazo,
atrayéndola contra mí.
—No podía dormir. Necesitaba verte —murmura y besa mi mandíbula. Sus
manos frías se deslizan por debajo de la sudadera con capucha que me he puesto
157
para apoyarse en mi estómago, y sonrío. Mi chica y sus manos y pies fríos. No
deja de ponérmelas encima para robarme algo de calor corporal.
Todavía estoy medio dormido, pero mierda, me alegro de que esté aquí.
—Me apetece mucho un poco de Captain Crunch, pero no me parecía bien
tomar algo sin ti.
Me río.
—¿De verdad? Me alegro de que no lo hicieras, porque entonces tendría que
tacharte de traidora.
Se sienta y sonríe.
—Mejor vamos entonces. —Echa las sábanas hacia atrás y se pone de
puntillas por el pasillo antes de que yo pueda salir de la cama. Salgo y la sigo
hasta la cocina. Se pone de puntillas, intentando agarrar la caja de encima de la
nevera, y yo me acerco por detrás, presionándola contra ella. Su dulce y pertinaz
culo roza mi cuerpo y, en cualquier otra circunstancia, me la follaría aquí mismo,
haciendo que se agarrara a la nevera para vivir, pero por desgracia... tengo que
comportarme.
Se ríe cuando paso por su cabeza y tomo la caja.
—No puedo evitar que seas un gigante.
Inclinándome, le susurro al oído:
—Nena, no ayuda a mi ego cuando hablas de lo grande que soy.
Su codo choca ligeramente con mi estómago, y yo me río, entregándole la caja,
pero antes de que pueda agarrar un bol, la atraigo contra mí y beso el punto
sensible detrás de su oreja, bajando hasta la columna del cuello.
—Deberías dejar esa caja, Holl.
La pone sobre la encimera y se agarra del borde con los nudillos blancos
mientras mis manos recorren su cuerpo apretado. Dios, estas curvas. Estoy
jodidamente loco por ella y por ellas. Deslizo mis manos por sus caderas hasta
la parte delantera de su vientre y me meto por debajo de la cintura de su
pantalón de dormir, pasando por el trozo de encaje que cubre su dulce coño, y
luego arrastro los dedos por su raja. Cuando mis dedos se conectan, ella sisea.
—Mmm —gime Holland en voz baja y yo acaricio su clítoris más rápido al
sentir la tensión en su cuerpo.

158
—¿Reed? ¿Holland? —La voz de Emery rompe la oscuridad. Holland salta tan
rápido que choca conmigo, y yo enderezo sus pantalones cortos para asegurarme
de que está cubierta.
Mierda. Mierda. MIERDA.
Emery no sólo nos atrapó en el peor momento posible, sino que nos atrapó
con mi mano dentro de las bragas de Holland.
La luz se enciende y Emery está de pie frente a nosotros, con una máscara de
sorpresa en su rostro. Todavía tiene puestos los jeans y el abrigo con nieve fresca
sobre los hombros, así que debe de haber llegado a la cabaña. Estábamos tan
metidos en el momento que ni siquiera oímos que se abriera la puerta principal.
—¿Qué demonios? —grita.
Holland se encoge visiblemente y trata de caminar hacia ella.
—Emery, yo...
Em levanta la mano, deteniéndola.
—Vaya. ¿Así que esta es la razón por la que has estado tan ausente? ¿Esto
es lo que has estado ocultándome? —Sus ojos van y vienen entre Holland y yo.
Toma el peor escenario posible y multiplícalo por tres y este es el desastre que
está sucediendo ahora mismo. Esta es la peor manera de que Emery se entere.
—Por favor, sólo escucha Emery... —Holland comienza, pero Emery la
interrumpe. Las lágrimas brillan en los ojos de Emery mientras la mira.
—Dios, Holland, has sido mi mejor amiga toda mi vida. ¿Y me has mentido?
¿Me ocultaste esto? ¿Para qué... acostarte con mi hermano? —Emery se burla—
. No puedo creer que hayas hecho esto. Cualquiera de ustedes. Especialmente
tú, Holland.
Puedo sentir la ira vibrar en ella. Cuando me acerco a ella, da un paso atrás.
—Deja que te lo expliquemos, Em —intento, y ella sacude su cabeza con
vehemencia, con las lágrimas manchadas de rímel mojando sus mejillas.
—No quiero hablar con ninguno de los dos. Puedes explicarle a mamá por qué
me fui; yo no puedo estar aquí ahora. Me voy.
Se da la vuelta y abre la puerta de un tirón, saliendo furiosa y dejando que
se cierre de golpe tras ella. Tan fuerte que la puerta vibra en el marco.
Dios, esto es una puta pesadilla.
Miro a Holland, que ya está empezando a llorar. Sus pequeños hombros
tiemblan.
—Nena. —Me acerco a ella, pero se aparta y pasa por delante de mí hacia su
habitación. Escucho que la puerta se cierra y que la cerradura hace clic. 159
Me acerco a la puerta y llamo ligeramente, sin poder soportar el hecho de que
esté sufriendo y que esta maldita puerta nos separe, pero no responde.
Mirando hacia la puerta principal, decido ir tras Emery. Agarro mi chaqueta
del perchero y me pongo las botas. Abro la puerta y salgo a buscar a Emery. La
entiendo, está enojada y no quiere saber nada de nosotros ahora mismo, pero no
es seguro que esté aquí fuera en medio de la maldita noche.
Mis ojos escudriñan el camino de entrada en la oscuridad, y se dan cuenta
de que su auto no está. Se ha ido.
Vuelvo a entrar y busco mi teléfono; lo quito del cargador y la llamo. Suena y
salta el buzón de voz, así que lo intento una vez... dos... tres veces más.
Maldita sea, Emery. Contesta el teléfono.
Esta vez va directamente al buzón de voz. Le escribo un mensaje.
Yo: Sé que estás enfadada, Em, pero por favor, ten cuidado. Está oscuro
y las carreteras están resbaladizas.
Unos segundos más tarde, aparece el aviso de lectura, así que al menos sé
que ha visto el mensaje. Las burbujas de respuesta comienzan y llega un
mensaje de ella.
Emery: No voy a responder al teléfono, así que deja de llamar. Eres un
idiota y no quiero hablar contigo, Reed. Pero no soy estúpida. Estaré bien.
Necesito espacio. Por favor, dame espacio.
Odio esto. Odio pelear con Em. Puedo contar con una mano el número de
discusiones reales o desacuerdos reales que tuvimos mientras crecíamos, así
que una como esta golpea mi pecho de lleno. Ojalá nos hubiera dado un
momento para explicarnos, para que viera que los sentimientos que tengo por
Holland son auténticos antes de que estallara y se fuera furiosa.
Si hay algo que Emery es, es apasionada. Respetaré sus deseos de espacio
por ahora, pero no puedo dejar que siga enfadada conmigo. No por esto.
Suspirando, meto mi teléfono en el bolsillo de mi sudadera y vuelvo a la puerta
de Holland. Quiero llamar de nuevo y comprobar cómo está, para asegurarme de
que está bien, pero tampoco quiero que se aleje de mí más de lo que lo ha hecho
en los últimos días.
Espero que por la mañana quiera hablar y podamos resolver todo esto juntos.
Porque, aunque Emery está enfadada con nosotros ahora mismo, y sabía que
inevitablemente ocurriría, mis sentimientos por Holland no van a cambiar.
Cuanto antes pueda explicarle eso a Emery, mejor. 160
Vuelvo a mi habitación, me despojo de la ropa y entro en la cama bajo las
sábanas. Lo último que recuerdo haber pensado antes de quedarme dormido es
que las sábanas aún huelen a Holland, y que, aunque esta noche no ha salido
en absoluto como había planeado, no me arrepiento ni un puto segundo.

161
Capítulo 19
Reed
He tenido muchas lesiones en mi carrera. Huesos rotos, conmociones
cerebrales, cortes por haber sido lanzado contra las tablas por hombres de
doscientos cincuenta kilos. No soy ajeno al dolor.
Pero los cinco días que he pasado sin Holland son, con diferencia, los más
dolorosos de toda mi puta vida. Soy un desastre. Tanto que Liam está sentado
frente a mí, mirándome como si hubiera perdido la cabeza.
Probablemente lo haya hecho.
Holland no me ha hablado en cinco días. Mi maldita hermana no me ha
hablado en cinco días. Ambas han ignorado mis llamadas, mis mensajes, las
flores que les había enviado.
Silencio absoluto.
Y la extraño. Dios, extraño su risa, extraño esas malditas golosinas. Extraño
que se burle de mí cada vez que puede.
Estoy de mal humor y ahora Liam está intentando su versión de una
intervención. No necesito una intervención; necesito a mi chica. Necesito que se
acabe este lío, que mi hermana no se enfade y que todo mi mundo no se ponga
patas arriba.
—No vas a estar sentado aquí otro día deprimido. Mierda, Reed, nunca te he
visto jugar tan mal en tu vida. —Liam gruñe, pateando mi pie cubierto de Nike
con más fuerza de la necesaria.
—No estoy deprimido, cállate.
Me mira incrédulo.
—Escúchate. Levántate. Ve a ducharte y saca la cabeza del culo. Ve a ver a 162
Emery, habla con ella. Dile lo que sientes y termina con esta mierda.
—No es tan simple, Liam, ella ni siquiera responde a mis mensajes.
—Entonces ve allí. Tu madre no te va a cerrar la puerta en la cara. Estar
sentados al otro lado de la maldita ciudad, enojados, no va a solucionar nada.
Dúchate primero, hueles a calcetines sudados.
—Eres un idiota —digo a regañadientes, levantándome del sofá y oliendo mi
axila para comprobarlo.
Maldita sea, huelo a culo.
—Cállate —gruñó cuando sonríe.
—Para eso estoy aquí. Voy a llevar a Evan al parque con las niñas y luego al
cine, llámame luego.
Paso por la habitación de Evan y en estos momentos está tomando sus barcos
y destrozándolos en el alto castillo de Lego que ha construido y reconstruido
cinco veces.
—Oye, amigo, ¿quieres ir al parque con el tío Liam, Ari y Ken?
Suelta la nave como si estuviera ardiendo y chilla:
—¡Sí, por favor! —Me aseguro de que su mochila esté preparada, y agarra a
Pickles de su cama, y se lo paso a Liam.
—Tiene pañales extra ahí. Estamos trabajando en el orinal, pero a veces,
todavía tiene accidentes, así que asegúrate de decirle cuándo tiene que ir porque
está ocupado jugando y se olvida y...
—Amigo. Tengo dos hijas y un bebé en camino —dice Liam.
Mierda.
—Lo siento, el hábito.
Liam da una palmada en mi espalda.
—Te dije que serías un padre increíble. No te preocupes por Evan. Se lo pasará
en grande. Preocúpate de arreglar el desastre que has hecho.
Es más fácil decirlo que hacerlo. Refunfuño para mis adentros y cierro la
puerta tras ellos. Aunque sé que lo necesito, tengo miedo de ver a Emery. Es
probable que me atropelle con su auto. Así de enfadada, está. En toda nuestra
vida, nunca hemos pasado más de un fin de semana sin hablar y ya han pasado
cinco días.
Tras una ducha rápida y un cambio de ropa, agarro mis llaves y el teléfono,
dirigiéndome a mi camioneta. Pienso en lo que voy a decir durante todo el
trayecto.
163
Más bien ensayo mis disculpas y espero que Emery no tenga ganas de hacer
daño.
Sólo hay una persona en este mundo que me asusta, y mide 1.65 metros y
cree que el café es un grupo de alimentos importante.
En serio, es jodidamente aterradora. Como un pequeño perro rabioso cuando
se enfada.
Cuando entro mi camioneta en la entrada de Ma y la estaciono, respiro
profundamente y salgo.
Puedo hacerlo, mierda. Subo por el camino hasta la puerta principal y llamo
antes de abrirla.
—¿Ma? ¿Emery? —Llamo. Me quito los zapatos en la puerta, porque eso es
todo lo que necesito, dos mujeres Davidson enfadadas. Ma me dará una paliza
si piso su casa.
Doy la vuelta a la esquina para entrar en el salón y veo a Emery sentada en
el sofá, con un aspecto tan duro como el que yo siento.
Tiene el cabello anudado en la parte superior de la cabeza, con mechones que
vuelan en veinte direcciones diferentes. El rímel se le ha corrido por las mejillas.
Los bordes de sus ojos están rojos e hinchados, como si hubiera estado llorando.
Está en pijama en el sofá con cajas de caramelos rodeándola.
—¿Qué haces aquí? — murmura, sin apartar la mirada de la televisión. Miro
la pantalla grande y me doy cuenta de que está viendo One Tree Hill.
Dios, la he cagado. One Tree Hill es el programa favorito de Emery. Si esa
mierda está encendida, entonces algo irremediablemente malo ha sucedido.
¿Cómo lo sé? Oh, ya sabes, creciendo en una casa con dos mujeres, he sido
sometido a más torturas de las que puedas imaginar a lo largo de los años.
Debería haber traído Starbucks.
—Em —digo su nombre en voz baja.
Sus ojos enrojecidos se dirigen a los míos antes de ponerlos en blanco.
—Bien. Siéntate.
Me acerco, sentándome a su lado, robándole la caja de golosinas de sus
manos. Me mira de reojo y suspira.
El caramelo me recuerda a Holland, provocándome un dolor en mi pecho.
Mierda, la extraño.
—Estás hecho una mierda —dice Emery con demasiada alegría. 164
—Me siento como una mierda también —gruño.
Nos sentamos en silencio, los dos mirando la televisión.
—Sabes, podrías habérmelo dicho. —Ella me mira—. Sobre ti y Holland.
—Em, me habrías asesinado mientras dormía. Literalmente.
Emery se encoge de hombros y se mete otra golosina en la boca.
—Debería asesinarte mientras duermes, por mentirme y ocultarme cosas. Es
mi mejor amiga, Reed. Y te conozco, mierda. Tienes un historial de romper
corazones, y Holland es demasiado buena. Es demasiado pura para ser
manchada por tus formas de prostitución.
Sus palabras duelen, un poco. Pero sólo porque son jodidamente ciertas.
Antes de Holland, y antes de Evan... yo era diferente. Bebía demasiado, salía de
fiesta aún más, y pasaba más noches con mujeres cuyos nombres ni siquiera
puedo recordar a día de hoy. Siempre las respeté siendo sincero sobre lo que
obtendrían cuando estuvieran conmigo, pero no era más que algo de una noche.
Nunca he tenido una relación, nunca he estado enamorado. Así es como sé
que lo que siento por Holland es real, y joder, es genuino. No hay nada en el
mundo que no haría por ella.
—La amo, Em —digo en voz baja. Parece irreal decir las palabras en voz alta
a Emery, pero mierda, quita un peso de encima. Porque, aunque Holland decida
no volver a contestarme el teléfono, siempre la amaré.
Se sienta erguida y me mira con los ojos muy abiertos.
—¿Amas a Holland?
Asiento.
—Mierda, tengo miedo. Tengo miedo de equivocarme y hacer algo que la
lastime. Prefiero saltar delante de un camión en marcha que hacerle daño. No
como estar con otra mujer porque ella lo es para mí. Pero, no darle todo lo que
puedo. ¿Y si termino como papá?
Em toma mi mano.
—Reed Davidson, no vuelvas a decir eso. Estoy más enojada contigo de lo que
he estado en mi vida y aún puedo decir que eres el doble de hombre de lo que él
será jamás. Has sido el mejor hermano mayor de toda mi vida. Has recogido
todos los pedazos que él dejó atrás. No te pareces en nada a él.
—Me enseñó a amar, Em. No es que hayamos conspirado a tus espaldas para
hacerte daño. ¿Sabes cuánto te quiere esa chica? Ella me dejaría en un
santiamén si eso significara conservarte. Ella se fue. A la mañana siguiente,
cuando me desperté, se había ido. Volvió en Uber a la ciudad. Dejó una nota y
165
dijo que necesitaba espacio, que por favor no la contactara. Siento que me estoy
muriendo.
Me incorporo y dejo caer mi cabeza entre mis manos, pasándome la mano por
mi frente.
—Mierda, realmente la amas —murmura Emery en un tono sorprendido y
silencioso—. Nunca pensé que vería el día en que alguien te golpeara en el trasero
y resulta que es mi mejor amiga. Estoy enfadada, pero maldita sea, estoy un
poco orgullosa. —Se gira hacia mí y lleva sus rodillas al pecho antes de volver a
hablar—. Reed, no me importa que estés enamorado de Holland. Quiero decir,
me alegro por ustedes. Es sólo que... me dolió mucho que me hayan mentido y
hayan ocultado esto. ¿Por qué no me lo dijeron?
Mierda, cuando lo dice así me siento como un completo imbécil. Aún más,
ahora.
—Em, a Holland le aterrorizaba que la odiaras, y no quería hacerte daño,
especialmente por algo que empezó como un acuerdo temporal. —Cuando hace
una mueca de dolor y frunce su nariz, me río—. Lo siento. Al principio se suponía
que iba a ser algo casual, solo para ligar, y luego... no fue así. Me enamoré de
ella, aunque fuera en contra de las reglas.
—¿Reglas?
—Hicimos una lista de reglas que se suponía que mantendrían las cosas
simples, y eso hizo cualquier cosa menos mantener la mierda simple. En todo
caso, lo complicó todo. Siento habértelo ocultado, Em. Sé que Holland también.
Era importante para Holland que no salieras lastimada por eso, y lamento que
nos haya explotado en la cara, y que hayas tenido que enterarte de esta manera.
Pero no lamento amarla. Planeamos esa noche que íbamos a decírtelo, y luego
todo se fue a la mierda antes de que pudiéramos.
Emery gime.
—Dios, realmente la amas. Está bien, gran idiota. Pero más vale que prometas
no volver a mentirme, o tendré que hacerte daño.
Asiento.
—Lo juro.
—Y si le haces daño, pues entonces, yo te haré daño a ti. Así que ten cuidado.
—Sí, bueno, ella ni siquiera me habla, así que no creo que tengas que
preocuparte por eso.
Emery se deja caer de nuevo en el sofá dramáticamente, suspirando. 166
—Debería hablar con ella. Necesito hablar con ella. Ni siquiera estoy enfadada
con ella por follarse a mi hermano. Sólo estoy enfadada porque es mi mejor amiga
y me ha mentido.
—Lo sé.
Nos sentamos juntos en silencio antes de que Em se levante.
—¿Sabes qué? Voy a ir.
Levanto las cejas.
—¿Ahora mismo?
—Sí, claro, por qué no, vive en la puerta de al lado, idiota. Nos vemos luego,
¿de acuerdo?
¿Está corriéndome ahora mismo?
—¿En serio estás echándome de la casa de mamá?
Ella asiente.
—Vete. Tengo cosas que arreglar y gente que ver. Adiós. —Su voz cantarina
llega a la otra habitación.
Y así se va, desapareciendo en su habitación, y yo me quedo hundido en el
sofá, deseando que sea tan fácil conseguir que Holland me hable.

167
Capítulo 20
Holland
—Yo abro —le digo a papá cuando suena el timbre. Refunfuñando, me dirijo
a la puerta principal y la abro de un golpe, dejando ver a Emery al otro lado.
Estoy tan sorprendida que tartamudeo:
—¿E-m?
Pone sus ojos en blanco y me empuja hacia el interior de la casa, toma mi
mano, arrastrándome tras ella, tan rápido que apenas puedo cerrar la puerta.
—Esta pelea ha terminado oficialmente.
Y así, mi mejor amiga vuelve a hacer lo que mejor sabe hacer.
—Siéntate —ordena cuando entramos en mi habitación. Sabiendo lo molesta
que está conmigo, me siento sin decir nada más.
—Tienes que ir con Reed.
De todas las cosas que esperaba que dijera, no era ésta.
—Espera, ¿qué?
Emery resopla.
—Holland, eres mi mejor amiga, y para alguien tan increíblemente inteligente,
seguro que a veces puedes ser estúpida. —Ella sonríe.
—¿No estás... enfadada conmigo?
Encogiéndose de hombros, se sienta con sus piernas cruzadas junto a mí en
mi cama.
—Quiero decir, ¿estoy herida? Claro que sí. Hemos sido mejores amigas desde
que éramos niñas, Holl, y me has mentido. Me ocultaste cosas a propósito con
mi hermano. —Ella se estremece y hace una mueca dramática—. Eso me duele. 168
Nunca me he enfadado contigo porque tú y Reed estén juntos. Estaba
sorprendida, duh. Pero era más por el hecho de que no pensaras lo suficiente en
mí como para decírmelo.
—Em, no es eso en absoluto. Es que... tenía mucho miedo de perderte. Tenía
miedo de que me odiaras y no podía perderte. Recuerdo cuando nos hicimos
amigas por primera vez, lo mucho que odiabas a todas las chicas que te usaban
sólo para estar con Reed. Eso te dolió, Em. Nunca quise ser esa persona, eres mi
mejor amiga. Nuestra amistad lo es todo para mí.
Emery sacude su cabeza.
—Holland, nunca pensaría eso de ti. Quiero decir, sí, esas chicas apestaban,
pero también fue hace mucho tiempo, y desde entonces me hice más fuerte, crecí
y me convertí en una perra. Desearía que hubiéramos podido hablar de ello para
que todo esto se hubiera evitado, nena. No me enfada que tú y Reed sean... algo.
Exhalo lentamente, aliviada. El peso que había estado cargando durante
meses se levanta de repente y por fin puedo respirar profundamente.
—Sin embargo, creo que deberías ir a hablar con Reed. Está hecho un lío,
Holland. Tienes que hablar con él.
Exhalo.
—Dios, lo he arruinado todo. Lo alejé.
Me atrae contra su pecho, rodeándome con sus brazos, abrazándome
fuertemente a ella.
—La gente inteligente puede ser estúpida a veces, pero tú actuaste con tu
corazón. Tienes el mejor corazón de todos los que conozco, Holland.
—Bueno, ya que estamos siendo sinceras, tengo que decirte algo más. —Me
siento y respiro profundamente—. He sentido algo por Reed... desde hace mucho
tiempo. Como, desde que éramos niños.
Emery se queda boquiabierta. Ella balbucea,
—¿Lo has hecho?
Asiento.
—No quería que nuestra amistad terminara por lo que sentía. Y es que nunca
pensé que estaría en el radar de Reed. Ni siquiera sabe lo que siento. Nunca se
lo he dicho a nadie, hasta ahora.
—¡Tienes que decírselo! Dios, Holl, esto es como una de esas malditas novelas

169
románticas que lees constantemente.
Así lo siento. Extraño a Reed, y he odiado cada segundo de la última semana.
Estar separada de él fue una tortura, pero pensé que estaba haciendo lo correcto.
No quería ser la razón de que su relación con Emery fuera tensa, y Em y yo ni
siquiera nos hablábamos.
—Le dije que necesitaba espacio. No sabía qué hacer, Em... —Me quedo sin
palabras.
—Mira, la cosa con las relaciones es que no son perfectas. No hay nada en
ellas. Ambos van a equivocarse, ambos van a cometer errores. ¿Pero qué es lo
que importa? Es que se comunican y aprenden a trabajar juntos a través de los
problemas.
—Sabes que para ser una chica perpetuamente soltera, seguro que tienes los
mejores consejos sobre relaciones.
Emery se encoge de hombros.
—Es un regalo.
—Lo prometo. No quiero volver a tener una discusión. Fue una tortura, Em.
Quería darte espacio, pero levanté el teléfono tantas veces para llamarte y no creí
que fueras a contestar, así que he estado aquí sentada, revolcándome en mis
penas.
Em se acuesta en mi cama, mirando las estrellas del techo, y yo me acuesto
a su lado.
—Yo también. Estaba viendo repeticiones de One Tree Hill y odiando a Peyton
de nuevo. ¿Te acuerdas de cuando las pusiste? Cómo las mirábamos durante
horas y hablábamos de chicos, y escuchábamos One Republic como si estuviera
pasando de moda.
Me río.
—Oh, Dios. Sí. Qué tiempos aquellos. Tenía ese flequillo, ¿recuerdas lo
horrible que era? No dejes que vuelva a tener flequillo, por favor.
—Me encantaba tu flequillo, pero bueno, está bien. —Em me mira—. Te he
extrañado Holl.
—Te extrañe también Em. Siento todo esto. Si pudiera volver a hacerlo, haría
las cosas de otra manera. Muchas cosas, en realidad.
—Sólo recuerda, nena, que te quiero y siempre estoy aquí.
Le doy otro fuerte abrazo antes de retirarme y mirarla.
—Creo que tengo una idea... cuando vaya a hablar con Reed. ¿Crees que

170
puedes ayudarme?
Ella se sienta.
—¿Acaso tienes que preguntar? Cuéntame, perra.
Así que le cuento mi plan, y rezo para que no sea demasiado tarde.

La caja de cristal en mis manos tiembla mientras me esfuerzo por cambiarla


de una mano a otra para tocar el timbre. Viendo que es casi tan grande como yo
y que me cuesta sostenerla, punto.
Estoy fracasando. Maldita sea. Se me va a caer esta cosa.
Justo cuando me agacho para dejarlo en el porche, la puerta principal se abre
y, cuando miro hacia arriba, Reed y Evan están de pie en la puerta mirándome.
Un suspiro abandona mis pulmones al ver a Reed por primera vez desde la
cabaña. Nunca disminuye la aceleración de mi corazón cada vez que lo veo. Cada
vez es como la primera vez. De alguna manera, me sorprende lo guapo que es.
Se corto el cabello desde que lo vi, lo tiene más corto, más domado, y desearía
poder estirar las manos y pasárselas por el cabello, haciendo que los rizos que
tanto me gustan vuelvan a ser rebeldes.
—¿Holland? —pregunta Reed, con el ceño fruncido.
Está confundido de que esté aquí, y tiene todo el derecho a estarlo. Lo aparté
y le pedí espacio, y ahora estoy aquí en su puerta, agarrando un acuario que es
más grande que yo.
—Hola —digo en voz baja—, no sé por dónde empezar, pero esto pesa mucho,
¿puedo llevarlo dentro?
Se apresura a salir y lo quita de mis manos antes de darse la vuelta y entrar
por la puerta principal. Le sigo, de repente más nerviosa de lo que estaba cuando
ensayé esta conversación cincuenta veces en mi cabeza.
Tengo las palmas de las manos húmedas y mi corazón se acelera en mi pecho.
Evan desliza su mano en mi palma sudada y sonríe.
—¿Es para mí, Howwand?
Asiento.
—Sí, amigo, esto es para ti.
Soltando su mano, saco una bolsa del interior del acuario sin agua.
171
—Supongo que debería empezar diciendo que lo siento. No debería haberte
alejado.
—Holland, no tienes que disculparte —dice Reed.
—No, sí tengo que hacerlo. Me has entregado tu corazón, lo que requiere valor,
y corrí cuando pensé que había perdido a Emery. Tenía miedo, Reed. No sólo por
herir a Emery o por el hecho de que se enterara de nosotros de la forma en que
lo hizo. Tenía miedo de terminar herida.
Todavía agarrando la bolsa, me acerco.
—Yo también tengo una confesión. Cuando acordamos las reglas, este
acuerdo, o como quieras llamarlo... yo guardaba un secreto entonces. Reed, he
estado enamorado de ti desde que era un niña. Desde que era la tonta, tímida,
la mejor amiga de la hermana menor que ni siquiera se registraba en tu radar.
—¿Qué? —dice Reed con voz ronca.
Asiento.
—Siento haber tardado tanto en decírtelo. Siento no haber tenido el valor de
admitirte lo que realmente sentía. Y siento que esos sentimientos, y la explosión
con Emery, hayan hecho que te alejara, cuando en realidad debería haberte
acercado.
Reed se acerca a mí, y si mi mano no estuviera llena, extendería mi mano
para tocarlo, pero por desgracia, todavía no he llegado a esta parte de la disculpa.
—Te amo. Y siento que haya tardado tanto en decírtelo también. Te amo desde
la primera vez que le diste una paliza a Marcus en octavo curso porque alguien
me llamó vaca. Desde la vez que me torcí el tobillo y me llevaste en brazos a casa
desde el hielo aquel día. Desde el mismo día en que pusimos las reglas y dijimos
que no nos enamoráramos. Entonces era demasiado tarde. Ya estaba loca por ti.
Levanto la criatura marina que hay dentro de la bolsa de plástico y los ojos
de Evan se abren de par en par cuando la ve nadar.
—Así que aquí estoy, siendo completa y totalmente sincera contigo. Pidiendo
que me des otra oportunidad porque el amor da miedo, y el amor es duro a veces,
pero eso no significa que no merezca la pena. Y compré este caballito de mar
enano porque fui a la tienda de mascotas y me miraron como si estuviera loca
cuando pedí un pulpo vivo, y aparentemente, no los tienen porque son animales
realmente agresivos y son realmente muy grandes y...
Antes de que pueda terminar de divagar, quitan el caballito de mar de mi
mano, Reed me empuja hacia él y sus labios están sobre los míos. Lo extrañaba 172
tanto que mi pecho dolía y no me había dado cuenta de cuánto hasta ahora.
Cuando retira su boca de la mía y me mira, con una sonrisa en los labios, por
primera vez en una semana, siento que todo va a ir bien.
—Nena, no puedo creer que hayamos pasado la última semana separados por
algo tan jodidamente estúpido.
Asiento, arrugando mi nariz. Todo esto podría haberse evitado si hubiéramos
sido sinceros con Emery... y con nosotros mismos.
—Eso es una relación. Es aprender a comunicarse y arreglar los problemas
cuando las cosas se complican. Estoy aprendiendo. Estamos aprendiendo. Te
prometo que, pase lo que pase, no te apartaré. Expresaré lo que siento, y juntos,
podremos manejarlo.
Reed se inclina y me besa de nuevo, tanto que me quedo sin aliento y mi hilo
de pensamiento se desbarata por completo.
Me retiro y señalo con la cabeza la bolsa que hay sobre la mesa.
—Este es Dill. Dill, el caballito de mar enano. Ya sabes, porque los pulpos son
venenosos y un poco —me inclino y susurro— tontos. Pero puede ser amigo de
Pickles.
Reed sacude su cabeza.
—Te amo, maldición. —Mira a Evan, que tiene la nariz pegada al acuario—.
Evan, amigo, Holland tiene una criatura marina de verdad sólo para ti.
Evan asiente. Su naricita ha dejado marcas en el cristal y eso me hace reír.
—Vamos a instalarlo en su nuevo hogar. ¿Dónde lo ponemos? —pregunta
Reed.
No digas su habitación.
—¡Mi habitación! —dice Evan y sale corriendo en dirección a su habitación.
Una vez que está fuera del alcance del oído, miro a Reed.
—Ni hablar. Acabará con su mano en el tanque antes de que acabe la noche.
Confía en mí. ¿Qué tal en la sala de estar en la mesa del sofá?
—Buena idea.
Ayudo a Reed a montar el acuario y, antes de darme cuenta, el sol se ha
puesto y Evan está bostezando.
—¿Estás cansado, amigo? —Le pregunto.
Sacude su cabeza con sueño. Lo he extrañado tanto como a Reed.
173
Paso la siguiente hora con Evan. Lo baño, lo ayudo a elegir su pijama, paso
más tiempo mirando a Dill antes de que sus ojos estén tan pesados que se
duerma sentado.
Le hago un gesto a Reed para que agarre a Pickles de la encimera y llevo a
Evan a su habitación, metiéndolo en la cama. Reed deja a Pickles a su lado,
enciende la luz nocturna y salimos juntos.
—Sabes, es casi como si fuéramos un... equipo. —Reed sonríe antes de
ponerse en cuclillas y cargarme por encima de su hombro.
Doy un fuerte grito.
—Oh, Dios, Reed Aaron, ¡bájame! Ahora mismo.
Cuando golpea mi culo, no una, sino dos veces, chillo. Me lleva a su
habitación y, una vez dentro, me acuesta en su cama.
—No he dormido bien desde la cabaña. Es hora de pagar.
Sonríe y sube sobre mí. Su duro cuerpo se amolda al mío.
Yo tampoco he dormido. En todo caso, he pasado más tiempo deseando estar
con él.
—Yo tampoco. Me alegro de haber podido hablar con Em. Sin ella... Sabes, es
un poco gracioso, ella fue la razón por la que decidimos mantener las cosas en
secreto en primer lugar. Y ella terminó siendo la que nos empujó a volver a estar
juntos. Es importante para mí tener su bendición.
Sus ojos oscuros color chocolate se fijan en los míos y asiente.
—Ella es Em. Nada sería lo mismo si no fuera por sus producciones
dramáticas. La quiero, pero es la verdad. Sabes que he estado pensando mucho
en los últimos cinco días.
—¿Sobre qué? —pregunto.
—En ti. En nosotros. Evan …Reed me atrae hacia su cuerpo, dejando caer
besos a lo largo de mi mandíbula—, creo que deberías mudarte con nosotros.
Estoy tan sorprendida que me incorporo bruscamente y en el proceso choco
con Reed.
—Mierda —maldice, agarrándose la nariz.
—Lo siento, lo siento mucho. No puedes soltarme eso, Reed, Dios mío.
Sus ojos se cierran con fuerza, pero se encoge de hombros.
—Me pareció un momento tan bueno como cualquier otro. Dijimos que 174
queríamos comunicarnos y ser sinceros el uno con el otro, y quiero que te mudes
conmigo. Diablos, he vivido al lado de ti prácticamente toda nuestra vida. Si hay
algo que he aprendido en la última semana, es a decir lo que sientes y hacerlo
desde el principio. No te vayas por las ramas y pretendas que es algo diferente.
Te quiero aquí, Holland. Te quiero en mi cama, en mi camioneta, en el estadio
cuando me lleve a casa la maldita Copa Stanley. Te amo y quiero que nuestra
vida sea juntos. Conmigo. Con Evan. Con Pickles. Y Dill. Para ser una familia.
Mi familia.
Dios, este hombre. Siempre me hace llorar con sus palabras. Es considerado
y amable, y a veces es difícil creer que es mío, y ahora... el mundo entero puede
saberlo. Después de esto, no quiero volver a guardar un secreto cuando se trata
de Reed.
Me inclino hacia él, esta vez con más cuidado, y lo beso. Sus manos acunan
mi mandíbula y su pulgar roza distraídamente mi mejilla.
—Yo también te amo. Y a Evan. Y a Pickles. Y a Dill. Y también quiero eso,
más que nada. Quiero despertarme todos los días contigo, y hacerte ver todas
las películas de miedo que odias, y llenar tu casa de golosinas. También tengo
que pensar en mi padre. Hemos sido sólo él y yo durante mucho tiempo. Siempre
he cuidado de él, y no puedo dejarlo allí solo.
Reed asiente.
—Lo sé, cariño. ¿Y si lo trasladamos a él también? Hay mucho espacio para
él en esta casa y nada me haría más feliz que tenerlos a los dos aquí.
—He estado pensando mucho en el Rancho Serenity. Quiero traerlo y ver qué
le parece, ver si sería algo bueno para él. Es increíble, y es una opción para su
futuro que nunca tuvimos antes. Gracias a ti. Nunca lo hubiera sabido, Reed.
Se inclina para besarme, lenta y dulcemente.
—No tienes que tomar una decisión ahora, cariño, pero cuando estés lista,
estaré aquí. Apoyo lo que decidas. ¿Sabes, otra cosa en la que he estado
pensando últimamente? Nuestro amor se parece mucho a mi término favorito de
hockey.
—¿Y cuál es?
—Cambiar sobre la marcha. No te detienes, cambias lo que debes y terminas
el juego.
Se relaciona mucho con Reed y conmigo, y con los cambios que hemos vivido.
Lo que comenzó como un enamoramiento de la infancia se convirtió en mucho
más. E incluso con los baches en el camino, fue la mejor decisión que he tomado. 175
Eso es lo que pasa con el amor. Es complicado. No siempre es fácil. No siempre
es perfecto. Tiene que estar dispuesto a cambiar, a remodelar, a crecer.
Para llegar a ser más de lo que nunca creíste posible.
Y eso lo encontré en Reed Davidson, cuando menos lo esperaba, y nunca lo
voy a dejar escapar.

176
Epílogo
Reed
Un año después

—De acuerdo amigo, ¿estás listo?


Evan asiente.
—¡Estoy listo, Weed!
Ha pasado un año completo desde el día en que llevé a Holland al Rancho
Serenity por primera vez, y decir que nuestras vidas han cambiado se siente
como un eufemismo. Lo bueno es que el cambio es algo nuestro. Lo tomamos
como viene y nos adaptamos.
Evan cumplió cuatro años hace unos meses, y Holland y yo tomamos la
decisión de ponerlo en el preescolar aquí en Chicago. Eso significaba que ya no
estaban de viaje conmigo, y maldita sea, los extraño pero, en última instancia,
sé que es lo mejor para Evan. Los Avalanche ganaron la Copa Stanley por
segundo año consecutivo, y decir eso parece bastante irreal, pero lo hicimos y
estoy muy orgulloso de mi equipo por haberlo hecho.
Hoy, nos dirigimos de nuevo al Rancho Serenity para visitar al padre de
Holland, Mike. Hace seis meses, cuando Holland decidió mudarse conmigo, fue
después de que Mike empezara a prosperar con el personal y la gente de Serenity.
Llevaba seis meses acudiendo allí y era evidente que estaba mejorando, no sólo
su estado, sino también su felicidad.
Todavía tiene días malos. No hay cura para el Alzheimer, pero esos días malos
son muy superiores a los buenos. El mes pasado, pasamos todo el día en su
taller, reparando su barco. Aunque hace más de cinco años que no funciona, lo
recuerda como si fuera ayer, y eso es lo que le sigo haciendo creer. 177
Ese día también cambió mi vida.
—Oye Mike, tengo una pregunta para usted.
—¿Hmm? —Mike me mira, con el rostro cubierto de aceite y una llave inglesa
entre los labios. Desde fuera, nunca se diría que tiene una enfermedad que le roba
la mente cada día. No en un día como hoy, en el que se siente como hace tantos
años, cuando Holland era sólo la chica de al lado, y yo sólo el hermano de su mejor
amiga.
—Le pido permiso para proponerle matrimonio a Holland. Quiero casarme con
ella, señor.
Sus ojos se llenan de lágrimas no derramadas y asiente.
—Tienes mi bendición, Reed. Siempre supe que acabarían juntos.
—¿Lo sabías? —pregunto.
Mike asiente y se encoge de hombros.
—Sólo era cuestión de que los dos se dieran cuenta. Ya era hora.
Su sonrisa hace que mi corazón se contraiga y tiendo mi mano para que la
estreche. La evita y me abraza.
—Voy a darte un consejo, hijo. Uno que no quiero que olvides nunca. Quiérete,
incluso cuando sea difícil. Nunca te vayas a la cama enojado, y siempre pon a tu
familia en primer lugar.
—Lo haré, Mike, te lo prometo.
—Bienvenido a la familia, hijo, ¿ahora vas a ayudarme con este motor o te vas
a quedar ahí como un niño bonito?
Sonrío y agarro la llave inglesa de su mano extendida.
Nunca olvidaré ese momento. Incluso dentro de veinte años, recordaré a Mike
y los consejos que me dio en aquel taller.
Hoy, cumplo esa promesa y le propongo matrimonio a Holland.
Estamos solos Evan y yo, de pie cerca del establo, esperando a que ella doble
la esquina. No estoy nervioso por lo que voy a hacer.
Sé sin duda que Holland es nuestro futuro. Nunca ha habido ninguna duda.
No desde aquella primera noche en la que se sentó a mi lado, metiéndose
golosinas sin ninguna preocupación.
Ella ha sido mi chica, a través de todo.
Evan desliza su manita húmeda hacia mí y yo la agarro con fuerza. No sabe
realmente lo que está pasando hoy, pero sabe que es importante, y espero que 178
algún día mire atrás y sepa lo importante que es para mí. Lo mucho que ha
cambiado mi vida.
Sin Evan, no sería el hombre que soy hoy. He hecho muchos cambios en el
último año. He aprendido paciencia, comprensión y cómo ser un padre. Cómo
aprender de mis errores y no cometer los mismos una y otra vez. Cómo amar a
este pequeño que ha depositado su confianza en mí para que lo cuide. He
aprendido a pintar cuadros a medias, a construir castillos de Lego y a revisar
siempre los bolsillos antes de lavar la ropa. Bueno, eso es más para Holland que
para mí, y la idea me hace sonreír.
He limpiado cortes y rasguños, he buscado monstruos invisibles debajo de la
cama y he sostenido a mi pequeño cuando un mal sueño lo dejó llorando.
No siempre ha sido fácil, pero ha valido la pena. Una y otra vez.
De repente, veo un destello de la melena rubia de Holland, y aparece por la
esquina con una amplia sonrisa. Sus ojos se encuentran con los míos y mira
entre Evan y yo y frunce el ceño.
—¿Reed? ¿Evan? Creía que estaban en la cabaña.
Eso es lo que le dije a mi mamá y a Em, pero planeé estar aquí todo el tiempo,
con esa caja en el bolsillo de Evan.
—Tenía algo más importante de lo que ocuparme.
Finalmente se acerca y se pone delante de nosotros, con las mejillas rojas de
perseguir a Polly, la cabra que le ha robado el corazón. Tiene paja en el cabello,
suciedad en la barbilla, pero felicidad en sus ojos.
Este lugar nos ha cambiado a todos.
Ahora parece un momento tan bueno como cualquier otro, así que allí mismo,
en la tierra del rancho, me arrodillo. Los ojos de Holland se abren de par en par
y se tapa la boca.
—Cuando pienso en mi futuro, en nuestro futuro, sólo te veo a ti. No hay
ningún escenario en mi vida en el que no estés tú. Creía que sabía quién era
antes de conocerte. Pensé que lo tenía todo planeado. Pensé que sabía
exactamente cómo iba a ser y entonces tú lo cambiaste todo. Creo que te amé en
el momento en que tu novela clásica casi me atraviesa en el suelo de tu sótano.
Quizá incluso antes.
Tomo su mano temblorosa entre las mías antes de continuar:
—Cásate conmigo. El año que viene, la semana que viene, mañana. No me
importa. Sólo cásate conmigo. Sé mi esposa. Quiero pasar el resto de mi vida 179
despertando junto a ti, recordándote que eres la única mujer a la que amaré. Me
has enseñado a ser un hombre mejor. A ser paciente, a poner mis calcetines en
el cesto y a bajar la tapa del inodoro. Me has enseñado a amar. Te necesito ahora
y por el resto de mi vida. Prometo amarte a través de cualquier prueba que
enfrentemos, y tomar tu mano cuando las cosas se pongan difíciles. No irme
nunca a la cama disgustado y poner siempre a nuestra familia en primer lugar.
Mirando a Evan, da un paso adelante, con una expresión tímida en su rostro
mientras saca la caja de su bolsillo.
—Howwand, ¿quieres casaarte con Weed y quedarte con nosotros para
siempre?
Oh, mierda, lo ha hecho incluso mejor de lo que habíamos practicado.
Holland solloza y sacude su cabeza profusamente.
—Por supuesto que lo haré. —Se pone de rodillas frente a él y lo atrae hacia
sus brazos, abrazándola a él—. Te amo. TANTO.
Me pongo en cuclillas junto a ellos y Holland pone sus brazos en mí cuello.
—Sí, seré tu esposa, Reed Davidson —grita.
Tomando la caja de Evan, saco el diamante de forma ovalada y lo deslizo en
su tembloroso dedo anular. Luego, extiendo mi puño para que Evan lo choque.
—Lo hemos conseguido, amigo.
Su pequeño puño choca el mío y luego dice:
—¿Puedo tomar un helado ahora?
Holland y yo nos reímos.
—Sí, amigo, vamos a tomar un helado. Ve a despedirte del señor Bert y te
estaré esperando cuando vuelvas.
Evan asiente y va hacia la línea de la valla.
Holland me mira, todavía con su mano levantada para mirar el anillo que Em
me ayudó a elegir para ella.
—No puedo creer que vaya a casarme contigo.
—No puedo esperar. ¿Qué te parece mañana?
Echa su cabeza hacia atrás y se ríe.
—Nunca haces nada despacio, ¿verdad?
—¿Recuerdas cómo llegamos aquí?
—No lo cambiaría por nada del mundo. 180
Mientras esperamos a que Evan vuelva, mi teléfono vibra una y otra vez en
mi bolsillo, y cuando por fin lo saco para comprobar qué pasa, hay una docena
de mensajes de texto, el último de los cuales es de Briggs:
Briggs: @ en el hospital, VEN AHORA EMERGENCIA.
Holland lo lee y sus ojos se abren de par en par.
—Oh Dios, tenemos que irnos. ¿En qué se ha metido ahora?
Nena, esa… es la pregunta del millón.
¿Qué hizo Briggs Wilson ahora?

181
Próximo Libro
Alerta de spoiler...
Briggs Wilson, el chico malo más conocido
de la NHL no es en realidad quien todo el
mundo cree que es.
Es amable, compasivo y leal.
¿Y el giro de la trama?
El mejor papá del bebé.
Sí, has leído bien.
Una noche... Una noche alucinante que
terminó conmigo teniendo un bebé con alguien
que apenas conocía.
Teníamos un plan.
Ser co-padres, criar a nuestro hijo y ponerlo en primer lugar. Siempre.
Lástima que nunca consideré enamorarme del encantador papá de mi bebé.
¿Y mejor aun?
Él quería nuestra familia, más que nada.
¿El problema?
Tengo un secreto.
Uno que podría destruir todo.
Sinceramente,
The Puck Bunny

Sincerely, The Puck Bunny (Totally Pucked #2) - Maren Moore 182
Sobre la
Autora
Maren Moore es el alter ego de R. Holmes,
autora de romances oscuros, angustiosos y
prohibidos. Desesperada por dejar que el lado
más ligero y esponjoso reine libremente, creó a Maren. Siempre puedes esperar
de ella alfas y finales felices para siempre que gotean de dulzura.

183
184

También podría gustarte