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Ladamaciegaeneljardn
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Lilliana Ramos-Collado
University of Puerto Rico at Rio Piedras
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All content following this page was uploaded by Lilliana Ramos-Collado on 06 February 2016.
peso que tiene el lenguaje a la hora de construir la naturaleza. Nos dice John Berger
las palabras.” Y nos hace trampa. Primero, eso que vemos son las letras de esa
entiende nada de lo que ve. Tendrá que esperar a que se le enseñen los nombres, los
verbos, los adjetivos, y luego de ellos, la relación convencional entre las palabras y las
cosas. Por eso, Cauquelin afirma que la descripción verbal del paisaje natural precede
nuestra mente como una imagen a la cual le damos un nombre, no es otra que un
Siendo pinturas los paisajes, eran objetos estéticos sometidos a los rigores de la
1
imagen que, con demasiada frecuencia, proponía una lectura alegórica. Si el paisaje,
según nos recuerda Denis Cosgrove, comenzó por la pintura de una vista natural,
pronto pasó a la creación de esa vista en el espacio real, en escalas cada vez mayores,
convencional.
pintoresquismo inglés a finales del siglo XVIII, luego de pasar por proyectos como
los de Le Nôtre: Vaux-le-Vicompte y Versailles. De ahí que teóricos del paisaje como
Alain Roger hablasen de una “doble articulación: por un lado país/paisaje, y de la otra
pretensiones naturalistas.”1
igual de artificiosos, los paisajes pintorescos del siglo XVIII —que ahora llamaríamos
plantas. Esto se convirtió no sólo en una actividad para arquitectos y contratistas, sino
paisajes y hacer bocetos paisajistas, el más famoso de cuyos manuales —de William
1
Alain Rober. Court traité du paysage. Paris: Gallimard (1997): 8; 128-141,
2
en la textura del paisaje y en las imágenes mismas. Esta idea de paisaje se mantiene
hasta muy entrado el siglo XIX en Europa, siempre en estrés con las sorprendentes
Un caso extremo del tipo de ejercicio manipulador del paisaje formal francés y
jardín no ha recibido el insumo teórico que ha recibido el paisaje, pero sí, según
de una pintura, que no cambia. El jardín es azaroso, se relaciona con la historia de los
lugares sagrados, es germano al ocio y al descanso. Está presente en las utopías como
legibles. Son más evocativos que polisémicos. El jardín ha sido objeto y lugar de
Según Robert Pogue Harrison, “distinto a los paraísos terrenales, los paisajes
que son construidos por la mano humana cobran y son mantenidos en su ser mediante
2
William Gilpin. Three Essays: on picturesque Beauty, on picturesque Travel, and on sketching
Landscape, to which is added a Poem on Landscape Painting (1794). Cito de la traducción española:
Tres ensayos sobre la belleza pintoresca, sobre el viaje pintoresco y sobre el arte de abocetar paisajes,
a los que se añade un poema sobre la pintura de paisajes. Madrid: Abada (2004).
3
James Elkins. “Writing Moods”. En James Elkins, ed. Landscape Theory. London, Routledge
(2008):71.
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Además, contrario al paisaje, “un jardín”, según Jean-Luc Nancy, “es señorial,
pertenece al orden del patio real: la casa y sus estructuras ancilares abren hacia él,
pero él no abre hacia ningún lugar… En el jardín, ningún paisaje puede existir. Sólo
puede proponer recuerdos y referencias a tipos de paisaje. No se trata de, o sólo de,
va más allá que la mera distancia.”5 Por ejemplo, Versalles es un jardín porque,
resto del entorno natural, como ocurre con el marco de una pintura. Y me parece útil
citar el bello ensayo de José Ortega y Gasset, sobre esta estrategia de separación que
o práctica de un jardín: “[v]iven los cuadros alojados en los marcos”. Sin marco, el
cuadro se “desborda”. Un marco sin cuadro convierte en cuadro todo lo que está
dentro de él, aunque sea una pared vacía. Contrario a una opinión generalizada, el
marco no es “adorno”, pues no debe llamar la atención sobre sí mismo, sino sobre el
cuadro que está en su interior. Para Ortega, el marco define “una isla del arte” al
del mundo real —la pared, las cortinas, el mobiliario, en el caso de una pintura, o en
el caso del jardín (añado yo), las calles, los autos y los edificios. Según Ortega, el
marco posibilita que pasemos “de la tierra que pisamos a la tierra pintada”. Un acierto
4
Robert Pogue Harrison. Gardens. An Essay on the Human Condition. Chicago: Chicago U Press
(2008):
5
Jean-Luc Nancy. “Paysage avec dépaysement”. En Au fond des images. Paris: Galilée (2003): 103.
4
nuestro goce estético: “Hace falta un aislador. Esto es el marco.” Para nuestro autor,
“[f]rontera entre ambas regiones, [… el marco] actúa de trampolín que lanza nuestra
filósofo español:
“Tiene, pues, el marco algo de ventana, como la ventana mucho de marco. Los
benéfica del marco. Por otra parte, un rincón de ciudad o un paisaje, visto a
5
hecho de ser sólo un camino para la vista, hace que la ventana corresponda
Esta idea, tomada de Georg Simmel, de la ventana como calle de una sola vía
jardinería paisajista.
En este contexto, vale señalar que las primeras representaciones del jardín —
las pocas que nos quedan de los antiguos y las representaciones medievales— lo usan
como marco o como escenario o telón de fondo de alguna anécdota moral o pagana, o
lo somete a la verja del sentido que constituye todo marco. Se convirtió en uno de los
progreso desde la suspicacia con la cual la religión medieval miró el paisaje como
como lo llama Derrida— hasta llegar a ese protagonismo que asociamos con la
maravillosas, que en el caso del jardín debemos colocar en la verja, en los muros del
8
“Puente y puerta”, en Georg Simmel. El individuo y la libertad. Barcelona: Editorial Península
(1991): 32.
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convierte el jardín en esa “isla del arte” de la que habla Ortega, esa “ventana” de
significación de la que habla Stoichita, esa calle de una sola vía de la que habla
domesticar sus bordes amenazantes, a reducirla a nuestro tamaño. Por eso no debe
que enmarcarla o cubrirla —como hacen Christo y Jeanne Claude con los edificios,
los paisajes, o los enormes parques urbanos— para luego (re)descubrirla por primera
un paisaje son esenciales para comprender por qué los artistas escogen como tema
Muñoz Rivera— se carean con jardines y parques privados, mantenidos todos a través
más sencilla y dominable que los paisajes, son proyectos que varían también a través
del tiempo. Vale señalar que el diseño de los jardines va de la mano con el imaginario
7
mucho más dramático entre cultura y natura en el jardín, pues su diseño requiere un
manejo sabio y físico de las materias que lo componen, y una experiencia singular de
estar hundido dentro de él, pues, en general, el jardín —con algunas excepciones
suele estar al alcance de los dedos, de los pies, del cuerpo entero del jardinero.
Por eso, no debe extrañarnos la pervivencia del jardín a través de los tiempos y
como una vida en el jardín, como nos dice Robert Pogue Harrison en su hermoso libro
Gardens. An Essay on the Human Condition. Ese aura de Edén que han tenido para
nosotros los jardines del mito y de la realidad surge al acotar ese territorio dominado
por la mano humana que constituye prueba inequívoca de nuestra capacidad para
realizar empresas humanizadoras que nos liberan de la pena cotidiana. Por eso, para
Inés María Mendoza , dedicarse al jardín es nuestra más bella tarea, pues así hacemos
se asocian con el jardín, así como el amor y el ocio creador, la paz y la justicia. No
y los procesos del Parque más importante de nuestra Isla. Reconocido por sus
explora este Parque como el “primer espacio público puertorriqueño a gran escala”, y
nos narra en detalle cómo su historia es producto del desarrollo urbano de la Isleta de
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San Juan. Mapa tras mapa vemos cómo surgió nuestra ciudad capital, y cómo este
nuestro Tribunal Supremo, un edificio que une el purismo del diseño moderno con la
Tribunal Supremo (1956). Según Mignucci, nada más natural que colocar la casa de la
deseo municipal de construir un parque público. Según Mignucci, con esta firma —
que exponía la arquitectura del Beaux Art y del City Beautiful Movement—, se
existente en el Parque —el Polvorín de San Gerónimo, diseñado por Tomás O’Daly
en los 1990s, el arquitecto Otto Reyes Casanova; y en los 2000s, el arquitecto Andrés
Mignucci. Cada uno restauró el trazado, los jardines y las estructuras, y añadió
Tribunal Supremo fue añadiendo nuevo espacio para oficinas y una nueva biblioteca
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este parque nuestro, que vive apartado de la ciudad, como de espaldas a ella, sin ser
salida señorial de edificios, como nos advertía Jean-Luc Nancy debía ser el jardín a
diferencia del paisaje, y sin ser espacio auxiliar de otra estructura, como los bellos
súbditos que se postran ante su sabiduría y su equidad, debe vivir, como este parque,
olvidada de su entorno, de espaldas a él, cubiertos sus ojos por la venda benéfica de
una naturaleza educada por la mano humana, es decir, ciega a toda influencia del
afuera, ocupada de sus tareas, dentro de su propio jardín? La Justicia en el jardín: tal
ha sido el designio que, durante 500 años, los planificadores de San Juan han ido
zona de nuestra Capital. “El espacio público del Parque y el edificio del Tribunal
Supremo son parte y producto de procesos culturales que se solapan a través del
tiempo”, nos dice Mignucci al culminar su relato sobre esta gesta cívica
puertorriqueña que creó espacios para una democracia viva que siempre andará en
busca de mayor perfección. Una democracia tan ciega como la Justicia, y como esta
Dama, muy sabia y rodeada de verdor, y que queda ilustrada en este hermoso libro
naturaleza.
¡Enhorabuena, Andrés!
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