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DERECHOPRIVADOI Lectura4
DERECHOPRIVADOI Lectura4
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9. Los actos jurídicos
9.1 Acto jurídico
9.1.1 Definición. Caracteres
El artículo 259 del Código Civil y Comercial define al acto jurídico en los
siguientes términos: “El acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin
inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones
jurídicas”. 1
2) Acto lícito: el acto jurídico debe ser conforme a los preceptos del
derecho, pues no podría concebirse que el ordenamiento tutelara actos
contrarios al ordenamiento mismo. De modo que, cuando aparece en
sus elementos lo contrario a la ley, al orden público o a las buenas
costumbres, la ilicitud se comunica a todo el acto que, en consecuencia,
es inválido.
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no tiene por objeto inmediato la producción de efectos jurídicos (Tagle,
2002).
Las partes: son las personas o sujetos que, con la declaración de voluntad,
ejercen una prerrogativa jurídica que les es propia, por repercutir directamente
en su esfera de interés patrimonial o extrapatrimonial. Es decir, son los sujetos a
quienes se imputan las relaciones jurídicas que el acto tiene por fin establecer,
aquellos cuyos derechos se crean, modifican, transfieren, extinguen, etc.
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Ahora bien, la validez del acto jurídico en relación a los sujetos depende de dos
requisitos: a) la capacidad; b) la voluntariedad.
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actos de última voluntad, como el testamento (art. 2465), o personalísimos (art.
55), como el matrimonio (art. 406).
Requisitos
En primer lugar, debemos contar con una persona que actúe como
representante, a quien sólo se le exige discernimiento para celebrar los
negocios en los que interviene. Ahora bien, para que su actuación sea legítima,
se requiere que tenga facultad para representar, lo que implica que se
encuentre habilitado para ello, ya sea a través de una norma que lo disponga
(representación legal) o por la voluntad del sujeto al que representará
(representación voluntaria).
Clases de Representación
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Representación Legal
Representación voluntaria
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o por el acto de apoderamiento, producen efecto directamente para el
representado”4.
Así, el artículo establece el principal efecto de este instituto jurídico. Los actos
que se hubieran llevado a cabo por medio de un representante, en
cumplimiento de los requisitos propios de esta figura (es decir, siempre y
cuando se haya actuado con facultad para representar, haciendo conocer al
tercero que se actúa por otra persona y dentro de los límites de su actuación, ya
sea dispuesta por ley o por un acto de voluntad), producen efectos directos
sobre el representado, como si éste último personalmente hubiese celebrado el
acto.
De tal modo, los requisitos del objeto de los actos jurídicos son:
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o convencionalmente se prevén los mecanismos o herramientas que
permitan precisarlo en el momento del cumplimiento del acto y es
determinable cuando se establecen los criterios suficientes para su
individualización. En caso de que el objeto fuera absolutamente
indeterminable, el acto podrá ser declarado nulo.
Por último, debe señalarse que, si el objeto del acto jurídico no cumpliere los
recaudos señalados, podrá ser declarado nulo. La nulidad absoluta o relativa,
como ya veremos, dependerá de qué tipo de interés se vea afectado, pues, si se
afecta el interés general, será absoluta, y relativa si es particular.
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La causa es el fin inmediato autorizado por el ordenamiento
jurídico que ha sido determinante de la voluntad. También
integran la causa los motivos exteriorizados cuando sean lícitos y
hayan sido incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente
si son esenciales para ambas partes. 6
Como se advierte, para el Código no sólo se entiende por causa el fin inmediato
que ha sido determinante de la voluntad, esto es, sin el cual el acto no se
hubiera realizado, sino que también se reconoce la misma jerarquía a los
motivos –móviles indirectos o remotos– en tanto hubieran sido incorporados al
acto por las partes y hubieran sido esenciales para su celebración.
Así, el Código toma en cuenta la causa en tanto fin inmediato autorizado por el
ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad, como así
también los motivos exteriorizados cuando sean lícitos y hayan sido
incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si son esenciales para
ambas partes (Benavente, 2014).
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Por otro lado, el mencionado artículo establece que el acto es válido aunque la
causa sea falsa si se funda en otra verdadera. De tal forma, la falsedad de la
causa no provoca por sí misma la invalidez del negocio sino que invierte la carga
de la prueba. Acreditado que la causa es falsa, quien pretende mantener el acto
deberá probar que el negocio tiene causa y que ella es lícita.
En relación al acto abstracto previsto en el art. 283 del CCCN, debemos señalar
que es aquél en el cual la causa no está presente o visible y, en principio, no
influye en su validez o eficacia, pero no significa que no la haya.
No se trata de que el acto abstracto no tenga causa fin, sino de que lo relativo a
ella no obsta al éxito de un reclamo del acreedor fundado en un título
suficiente, lo que será debatido con posterioridad e independientemente de
aquel reclamo.
Como veremos más adelante, hay supuestos en que la ley establece el modo en
que debe manifestarse la voluntad para la trascendencia jurídica del acto,
mientras que en otras circunstancias se admite que los particulares elijan
libremente el modo en que han de expresar su voluntad.
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9.3 Elementos accidentales
9.3.1 Las modalidades. Enumeración
Concepto
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b) Además, el hecho previsto como condición ha de ser futuro, lo que le da
incertidumbre. Si se tratara de un hecho pasado o presente no habría
incertidumbre. Aunque puede ocurrir que las partes ignoren que el hecho ya ha
ocurrido; aquél sería incierto subjetivamente, pero ello no basta para que exista
condición.
Clases de condición
Por su parte, el art. 344 del CCCN prevé las condiciones prohibidas, disponiendo
la nulidad del acto jurídico cuando se haya establecido el acto sujeto a un hecho
imposible, contrario a la moral y a las buenas costumbres, prohibido por el
ordenamiento jurídico o que dependa exclusivamente de la voluntad del
obligado.
Finalmente, la norma prevé que se tendrán por no escritas las condiciones que
afecten de modo grave las libertades de la persona, como la de elegir domicilio
o religión, o decidir sobre su estado civil; debiendo entender que el dispositivo
es meramente enunciativo y por lo tanto comprensivo de otros casuismos que
impliquen afectar las libertades individuales.
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Efectos
De acuerdo al art. 346 del CCCN, la regla general es que, cumplida la condición,
sea ésta suspensiva o resolutoria, produce efectos hacia el futuro, lo que
implica que el acto jurídico bajo la modalidad suspensiva cobrará eficacia el día
del suceso previsto como condición; en el caso del negocio jurídico bajo
condición resolutoria, producido el acontecimiento, se extinguirán los efectos a
partir de ese momento.
El plazo es “la fijación en el tiempo del momento a partir del cual el acto
jurídico comenzará a producir efectos, o dejará de producirlos” (Bustamante
Alsina, 2005, p. 228).
El plazo es la modalidad de los actos jurídicos por la cual las partes subordinan,
a un acontecimiento que es futuro pero que fatalmente se ha de producir, la
exigibilidad o la aniquilación de los derechos. El hecho previsto como plazo
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debe reunir los siguientes caracteres: a) ha de ser un hecho futuro, b) ha de ser
un hecho fatal.
Especies
Efectos
El plazo, al igual que la condición, opera sus efectos hacia el futuro a partir de su
vencimiento, por lo que deja subsistentes las consecuencias ya producidas.
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Gráficamente:
Condición Plazo
Caducidad de plazo
El artículo 353 del CCCN establece los distintos supuestos en que, aun estando
pendiente de cumplimiento el plazo, la ley determina su decaimiento, es decir
que el deudor no puede invocar la pendencia del plazo. Los distintos casos son:
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genera la caducidad del plazo, pues el deudor a través de estos hechos
pone en peligro el pago de la acreencia. Por ejemplo, si el deudor había
constituido caución real o personal para garantizar el cumplimiento de la
obligación y luego las revoca.
Concepto y caracteres
En relación a los caracteres del cargo, es dable señalar: a) es una obligación que
grava a una de las partes interesadas; b) es una obligación accesoria a la
adquisición de un derecho, es decir que está anexado al derecho al cual accede,
de manera tal que no es posible adquirir el derecho sin asumir el cargo que
importa y, por ende, actúa como un límite al beneficio del adquirente del
derecho y c) es excepcional, es decir que no deriva ordinariamente del acto
jurídico realizado, sino que es la voluntad del enajenante quien dispone la
vinculación entre el derecho principal y el cargo (Llambías, 2004).
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Efectos
La excepción a dicha regla está dada por aquellos casos en que el cargo se
hubiere estipulado como condición suspensiva o resolutoria.
La regla es que el cargo sea transmisible a los sucesores del obligado, ya sea por
actos entre vivos o por causa de muerte; consecuentemente, el sucesor resulta
obligado a cumplir el cargo aún no ejecutado.
Sin embargo, no es transmisible si sólo puede ser ejecutado el cargo por quien
se obligó inicialmente a cumplirlo. Es decir que el cargo es intransmisible
cuando es inherente al obligado, ya que se han tenido en cuenta sus calidades
personales. En efecto, en el caso de que el deudor fallezca y no hubiere
cumplido el cargo, la adquisición del derecho queda revocada, volviendo los
bienes al titular originario o a sus herederos. Ello significa que los cargos
intransmisibles son siempre resolutorios, habiéndose efectuado la enajenación
del derecho principal bajo la condición resolutoria de no cumplirse el cargo
(Llambías, 2004).
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9.4 Efectos de los actos jurídicos
9.4.1 Noción
El acto o negocio jurídico es el instrumento que la ley acuerda a los particulares
para establecer las relaciones de derecho adecuadas a la reglamentación de sus
intereses, en orden a satisfacer la finalidad económico-social, de acuerdo al tipo
de negocio de que se trate. Las relaciones jurídicas que se crean, modifican o
extinguen por medio del acto jurídico constituyen los efectos propios del
negocio. Es decir que los efectos propios del acto jurídico son los que
corresponden a la finalidad típica del negocio.
Bajo el aspecto objetivo, los efectos propios del acto jurídico son los que
corresponden a la finalidad típica del negocio. Así por ejemplo, es efecto propio
de la compraventa la transmisión de la propiedad de la cosa vendida, la
obligación del vendedor de entregar la cosa y la obligación del comprador de
pagar el precio.
Dentro de los efectos, desde el punto de vista objetivo, se pueden distinguir los
efectos esenciales, los naturales y los accidentales.
Los esenciales son los que la ley establece como propios o característicos del
tipo legal realizado y no pueden ser modificados por las partes, como ser la
transmisión de dominio en la compraventa.
Los naturales son aquellos que, no obstante haber sido establecidos por ley,
pueden ser dejados sin efectos por las partes, como ser los vicios redhibitorios
en los contratos onerosos.
Los accidentales son aquellos efectos que no fueron previstos por la ley como
propios del acto, pero fueron establecidos por las partes, como ser el pacto de
retroventa, la condición, el plazo, etc. (Tagle, 2002).
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comprometidas en forma activa o pasiva con la celebración del acto jurídico, es
decir, a quiénes alcanzan los efectos del acto jurídico.
Esta regla surge de los arts. 1021 y 1024 del CCCN, los que expresan que: “El
contrato sólo tiene efecto entre las partes contratantes, no lo tiene con
respecto a terceros, excepto en los casos previstos por la ley”9, y:
Sucesores
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Respecto de los sucesores singulares, en principio, estos revisten la calidad de
terceros como regla, más allá de que se reconocen excepciones. Por ejemplo,
alcanzan al sucesor particular ciertas relaciones jurídicas establecidas por el
transmitente cuando la ley así lo dispone, como en el caso de la locación, en el
que debe respetarse el derecho del locatario a permanecer en el uso y goce de
la cosa arrendada que se transmite al adquirente del inmueble (art. 1189
CCCN). Asimismo, quien adquiere un inmueble, se le transmiten las cargas
reales que gravan la cosa –como la hipoteca, la prenda, el usufructo, etc.– al
sucesor particular de quien adquiere un inmueble, con lo cual queda éste
obligado personalmente con la cosa transmitida.
Por su parte, el art. 1022 establece que “El contrato no hace surgir obligaciones
a cargo de terceros, ni los terceros tienen derecho a invocarlo para hacer recaer
sobre las partes obligaciones que éstas no han convenido, excepto disposición
legal”. 11
Así las cosas, los contratos tienen efectos indirectos hacia terceras personas
ajenas al contrato, como por ejemplo los acreedores de las partes, que son
terceros interesados.
En materia de prueba en los contratos, el art. 1019 del CCCN, por ejemplo,
establece que los contratos pueden ser probados por todos los medios aptos
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para llegar a una razonable convicción según las reglas de la sana crítica
racional.
A su vez, los actos jurídicos de forma impuesta se dividen en: actos formales
de solemnidad absoluta, actos formales de solemnidad relativa y actos
formales no solemnes.
Los actos formales de solemnidad absoluta son aquellos cuya eficacia depende
del estricto cumplimiento de las formalidades legalmente impuestas, de modo
que la inobservancia de la forma prescripta acarrea la nulidad del acto,
privándolo de todo efecto jurídico. Por ejemplo, el matrimonio (art. 406 CCCN),
la donación de inmuebles (art. 1522 CCCN), el testamento (art. 2462 CCCN).
Por otro lado, los actos formales de solemnidad relativa son aquellos en los
que la eficacia del acto depende del cumplimiento de una formalidad
determinada cuya inobservancia, si bien priva al acto de sus efectos propios, no
impide que produzca otros efectos jurídicos previstos en la ley, como sucede
por ejemplo con la transmisión de la propiedad de cosas inmuebles. La regla es
que los contratos que tienen por objeto la adquisición, modificación o extinción
de derechos reales sobre inmuebles deben ser otorgados por escritura pública
(art. 1017 CCCN). Ahora bien, si la compraventa se realiza mediante boleto
privado de compraventa (art. 1170), no es que el contrato será nulo, sino que se
generará en la persona del vendedor una obligación de hacer: la de otorgar la
escritura pública (art. 1018). Lo mismo acontece con las convenciones
matrimoniales (art. 448), la constitución de renta vitalicia (art. 1601), entre
otros.
Los actos formales no solemnes: son los que pueden ser otorgados bajo
cualquier formalidad, aunque la prueba de su celebración depende del
cumplimiento de la formalidad exigida por la ley. Por ejemplo, la forma escrita
se requiere para acreditar el pacto de retroventa (art. 1163 CCCN), el pacto de
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preferencia (art. 1165 CCCN), el contrato por tiempo indeterminado (art. 1183
CCCN), entre otros.
Los actos no formales son aquellos en los que las partes pueden elegir
libremente el modo en el que han de expresar su voluntad, rigiendo el principio
de libertad de formas, pues se trata de actos con forma libre y es lo que prevé el
art. 284 del CCCN, que a continuación vemos.
Gráficamente:
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De tal modo, la regla de la libertad de formas no es absoluta y reconoce
excepciones, como son los casos de forma impuesta, ya sea exigida por la ley o
por la voluntad de las partes.
Ahora, para el supuesto en que la forma sea exigida como condición del
nacimiento del acto, la misma no podrá ni ser suplida ni ser sometida a una
obligación posterior, y ese acto carecerá de efectos por una causa imputable al
momento de su nacimiento, que es lo que se conoce como acto formal de
solemnidad absoluta.
De tal modo, la expresión escrita puede tener lugar por instrumentos públicos o
por instrumentos particulares firmados o no firmados. La excepción está dada
cuando determinada instrumentación sea impuesta, ya sea legalmente o por
voluntad de las partes.
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El soporte del instrumento, elemento material sobre el que se asienta o
material del que está constituido, puede ser papel, cds, correos electrónicos,
etc., siempre con texto inteligible, a pesar de que para su lectura puedan ser
necesarios diversos medios técnicos en materia de firma digital, por ejemplo la
lectura tanto de la clave pública como la clave privada (Rivera y Medina, 2014).
El Código no define los instrumentos públicos sino que enumera sus distintos
supuestos.
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instrumentos públicos las escrituras originarias hechas en el protocolo o libro
de registros y las copias autorizadas que de ellas se hagan en la forma que
prescribe la ley.
El último inciso contempla las letras aceptadas por el gobierno, como las letras
de tesorería, los billetes o cualquier título de crédito emitido por el tesoro
público nacional o provincial, etc.
Así las cosas, tenemos un requisito subjetivo que hace a la actuación del oficial
público y uno objetivo, en orden a las firmas.
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Ahora bien, la capacidad o aptitud del funcionario público para otorgar
instrumentos públicos válidos cesa después de la notificación fehaciente de la
cesación en sus funciones, por lo que los actos autorizados con anterioridad a la
notificación de la cesación son válidos; los posteriores, nulos (art. 292 CCCN).
Además el instrumento público, para ser válido, debe ser otorgado por oficial
público en razón de la materia y del territorio. La competencia es la facultad
conferida por la ley al funcionario público para obrar en los límites de sus
atribuciones respecto del acto –competencia material– y dentro del territorio
asignado para el desempeño de su función –competencia territorial–.
Asimismo, el oficial público debe encontrarse efectivamente en funciones (art.
292 CCCN).
En relación al segundo inciso, éste se refiere a la firma. Así, para los requisitos
de validez del instrumento, se exige la firma del oficial y de las partes, y, si
correspondiere, la firma a ruego, cuando el otorgante no sabe o no puede
firmar, que únicamente es válida en un instrumento público que reúna los
requisitos legales.
La cuestión del valor probatorio debe ser considerada desde un doble aspecto:
a) en relación al instrumento público en sí mismo y b) en relación a su
contenido.
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En relación al instrumento público en sí mismo, debemos señalar que el
instrumento público revestido de las formalidades legales se presume
auténtico. De esta presunción de autenticidad se deriva su plena fuerza
convictiva y eficacia probatoria: la autenticidad no requiere ser demostrada, lo
que lo distingue del instrumento privado, cuya eficacia probatoria está
supeditada al previo reconocimiento por parte de aquellos a quienes se opone.
Es por ello que se dice que el instrumento público hace plena fe.
El instrumento público hace plena fe, entre las partes y respecto de terceros, de
los hechos cumplidos o pasados en su presencia, tales como la realización del
acto, el lugar, la fecha de otorgamiento, la presencia de las partes, de los
testigos, etc.
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Si no lo están, se los denomina instrumentos particulares no
firmados; esta categoría comprende todo escrito no firmado,
entre otros, los impresos, los registros visuales o auditivos de
cosas o hechos y, cualquiera que sea el medio empleado, los
registros de la palabra y de información.18
Los instrumentos particulares son los otorgados por las partes y pueden estar
firmados o no. Si los instrumentos particulares están firmados, se denominan
instrumentos privados; si no lo están, se denominan instrumentos particulares
no firmados.
De conformidad al art. 287 del Código, los instrumentos privados son los
instrumentos particulares que contienen una manifestación de voluntad
destinada a producir efectos jurídicos, firmados por sus otorgantes.
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una firma digital, que asegure indubitablemente la autoría e
integridad del instrumento.19
En primer lugar, debe señalarse que se entiende por firma al trazo habitual de
una persona que acostumbra a identificarse de tal modo. No se restringe de
ningún modo cómo debe ser esa firma, dejándose librada a cada persona.
La firma tiene por función individualizar a los otorgantes del documento, así
como dejar constancia de la autoría de las manifestaciones de voluntad de
quien la emite y de su conformidad con el contenido del instrumento.
Reconocimiento
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documento signado con la impresión digital vale como principio
de prueba por escrito y puede ser impugnado en su contenido.20
Por otro lado, como es una obligación inherente a la persona que otorgó el
instrumento, los herederos no están obligados a reconocerla, sino que pueden
limitarse a manifestar que ignoran si la firma es o no de su causante.
Por último, el artículo refiere que el documento con impresión digital vale como
principio de prueba por escrito y puede ser impugnado en su contenido. Así, el
documento en el que la impresión digital ha sustituido a la firma es un
instrumento particular no firmado, cuya eficacia no es idéntica a la del
instrumento privado, pues nadie está obligado a reconocer un signo o
impresión digital, con lo que no cabría la posibilidad de tenerlo por reconocido
frente al silencio del presunto autor.
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contra de su voluntad, el firmante puede acreditar estos hechos por cualquier
medio de prueba, incluso por testigos. En tal caso, el contenido del instrumento
no puede oponerse al firmante salvo por los terceros que acrediten su buena fe
y si han adquirido a título oneroso en base al instrumento. Esta solución
responde a que quien firma un instrumento en blanco debe asumir los riesgos y
sacrificar su interés en aras de los terceros de buena fe.
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soportes utilizados y de los procedimientos técnicos que se
apliquen.22
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En síntesis:
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10. Vicios de los actos
jurídicos
10.1 Vicios de los actos jurídicos
La buena fe es un principio general del derecho (art. 9 del CCCN) que veda el
ejercicio abusivo de los derechos y sustenta nuestro ordenamiento jurídico
positivo. Como derivación de este principio, se impone a los sujetos el deber de
actuar de manera leal, recta, honesta, con una actitud de cooperación y
generación de confianza en las propias declaraciones.
De este modo, los vicios de los actos jurídicos son defectos, imperfecciones o
anomalías susceptibles de provocar la ineficacia del negocio, por atentar contra
la licitud, la buena fe o perjudicar los intereses de terceros.
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10.2 La lesión
10.2.1 Definición. Presupuestos de procedencia:
subjetivos y objetivos
Presupuestos de procedencia
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Para que se configure la figura de la “lesión subjetiva-objetiva”, es necesario
que concurran: a) la grave desproporción en las prestaciones que debe existir al
momento de la celebración del negocio jurídico –elemento objetivo– y b) el
elemento subjetivo, que es la explotación por parte del beneficiario de la
“necesidad”, “debilidad síquica” o “inexperiencia” del lesionado.
El elemento objetivo
Además, se exige que esa ventaja excesiva se obtenga sin justificación, lo que
implica efectuar una indagación acerca de la causa fin del negocio, pues, si
quien celebró el negocio pretendió efectuar una liberalidad, dicho acto jurídico
escapará a la teoría de la lesión.
El elemento subjetivo
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c) Inexperiencia: importa la falta de conocimientos que tiene el sujeto respecto
del acto en el momento de su celebración. El término resulta de difícil
delimitación, por cuanto la inexperiencia debe referirse concretamente al acto
de que se trate y del que se sigue el perjuicio por las prestaciones
inequivalentes.
Así, los legitimados activos tendrán la posibilidad de entablar, tanto por vía de
acción como de excepción, la nulidad (“nulidad relativa” en los términos de los
arts. 386 y 388 del Código Civil y Comercial, que más adelante veremos) como
la modificación del acto lesivo, es decir, un reajuste equitativo del convenio. Si
el lesionado opta por esta segunda opción, el litigio queda “trabado” en ese
aspecto y el demandado no puede reconvenir por nulidad.
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10.2.4 Prescripción
En relación al plazo de prescripción de la acción, según lo disponen los artículos
2562 y 2563 inc. “e” del Código Civil y Comercial, el plazo es de dos años y
comenzará a computarse desde la fecha en que la obligación a cargo del
lesionado debía ser cumplida.
En síntesis:
10.3 La simulación
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Caracterización. La simulación tiene lugar cuando se encubre el
carácter jurídico de un acto bajo la apariencia de otro, o cuando
el acto contiene cláusulas que no son sinceras, o fechas que no
son verdaderas, o cuando por él se constituyen o transmiten
derechos o personas interpuestas, que no son aquellas para
quienes en realidad se constituyen o transmiten.24
Así, se define la simulación como el acto que, por acuerdo de partes, se celebra
exteriorizando una declaración recepticia no verdadera para engañar a terceros,
sea que ésta carezca de todo contenido, o bien, que esconda uno verdadero
diferente al declarado. (López Mesa, 2008).
Es decir, hay simulación cuando los contratantes crean, con su declaración, sólo
la apariencia exterior de un contrato del que no quieren los efectos, o cuando
crean la apariencia exterior de un contrato diverso del querido por ellos.
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10.3.2 Clases de simulación
La simulación absoluta tiene lugar cuando se celebra un acto jurídico que nada
tiene de real; el acto es completamente ficticio, irreal. Es decir, las partes no
quieren en realidad celebrar ningún negocio jurídico, sino que quieren
modificar la apariencia de una disminución del activo o un amento ficticio del
pasivo de una de las partes, en perjuicio de los acreedores; aunque a veces
puede ser una simulación lícita.
Por otro lado, la simulación se clasifica en lícita e ilícita, que tendrá que ver con
la causa determinante que dio origen al acto.
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Por último, la simulación puede ser total o parcial. Es total cuando abarca
íntegramente al negocio, viciándolo en su esencia; y es parcial cuando sólo
recae sobre una parte del acto, sin que sea necesario que destruya los aspectos
reales del acto.
El principio general es que los simuladores del negocio jurídico carecen de toda
acción entre ellos.
Ello es así, toda vez que las partes se pusieron de acuerdo en eludir una
prohibición legal o perjudicar a terceros, por lo que pierden, en principio, el
derecho de impugnar el acto por el vicio de simulación.
10.3.4 El contradocumento
El contradocumento es la prueba por excelencia entre las partes de la
simulación.
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Éste consiste en la prueba inequívoca de los hechos, ya que es la constancia
escrita –ya sea mediante instrumento público o privado– en el cual las partes
manifiestan el verdadero carácter del acto que ellas han celebrado, por lo que
deviene innecesario el aporte de indicios y presunciones que corroboren la
realidad a que se refiere.
El artículo 336 del código único establece “Acción de terceros. Los terceros
cuyos derechos o intereses legítimos son afectados por el acto simulado
pueden demandar su nulidad. Pueden acreditar la simulación por cualquier
medio de prueba.” 29
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De este modo, el tercero que ejerza la acción debe demandar a ambas partes
del acto simulado; si la simulación fuese por interpósita persona, también al
prestanombre, conformándose un litisconsorcio pasivo con todos ellos.
Efectos
Todo tercero que se ha visto perjudicado por la simulación tiene derecho a ser
resarcido del daño sufrido.
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10.3.7 Prescripción
Los arts. 2562 y 2563 incisos “b” y “c” del Código Civil y Comercial disponen que
el plazo de prescripción es de dos años; en la simulación entre partes se
computa desde que, requerida una de ellas, se negó a dejar sin efecto el acto
simulado; en la simulación ejercida por tercero, desde que conoció o pudo
conocer el vicio del acto jurídico.
10.4 El fraude
10.4.1 Noción
La noción de fraude implica una inmediata referencia al engaño, al acto
contrario a la verdad y al recto proceder. El fraude supone una conducta
tendiente a eludir los efectos de una norma imperativa o de origen
convencional, utilizando otra vía negocial no reprobada por ley. El fraude se
configura mediante actos reales, serios y no aparentes, no simulados. No
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diverge la voluntad de la realidad declarada, sino que esta realidad amparada
en una norma legal elude las disposiciones de otra o perjudica a un tercero.
Este fraude no es otro que el fraude a la ley y que está contemplado en el art.
12 del Código Civil y Comercial.
Seguidamente veremos cuándo procede esta acción, es decir contra qué tipo de
actos, cuáles son los requisitos de procedencia y quiénes pueden solicitar la
declaración de inoponibilidad
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de derechos o facultades con los que hubiese podido mejorar o
evitarlo empeorar su estado de fortuna. 30
En principio, todos los actos que signifiquen un perjuicio para los acreedores
son revocables, sea que produzcan un empobrecimiento del deudor o impidan
su enriquecimiento.
Sin embargo, esta regla tiene sus excepciones. Hay consenso en la doctrina en
que no pueden atacarse, por los acreedores, los actos que implican una
renuncia a derechos personalísimos, tales como pedir la revocación de una
donación por una causa de ingratitud del donatario, una causa de indignidad
para suceder, la renuncia a ejercer acción de resarcimiento por daño moral, etc.
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10.4.5 Requisitos de procedencia
El artículo 339 del código unificado establece las condiciones generales para la
procedencia de la acción de inoponibilidad. Dispone:
La razón de ser de este primer recaudo es que los acreedores de fecha posterior
al acto del deudor no podrían invocar fraude en su perjuicio, pues, cuando
llegaron a constituirse en acreedores, sea por contrato, sea por disposición de la
ley, los bienes habían salido del patrimonio del deudor y, por ende, no
conformaban parte de su garantía patrimonial.
El segundo requisito supone que entre el acto que se ataca y la insolvencia del
deudor haya una relación de causalidad. Este recaudo se explica porque lo que
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caracteriza al negocio fraudulento es el perjuicio que acarrea para el patrimonio
del deudor el generar o agravar su insolvencia, toda vez que se verá
imposibilitado de responder a todas su obligaciones contraídas y, por ende, el
daño que causa al acreedor es no satisfacer su acreencia.
El último de los presupuestos exige que el tercero que contrató con el deudor a
título oneroso haya obrado de mala fe, es decir, haya conocido o debido
conocer que dicho acto provocaba o agravaba su insolvencia.
Distinto será el supuesto del tercero que contrató a título gratuito, en cuyo caso
no interesa la buena o mala fe del adquirente, pues se prefiere el interés de los
acreedores por sobre el del adquirente y, por ende, sólo habrá que acreditar
que el acto fue a título gratuito.
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10.4.6 Ejercicio de la acción contra los subadquirentes
Por otra parte, la acción contra el subadquirente procede en los casos en que en
el tercero haya adquirido a título gratuito o bien haya obrado de mala fe, es
decir, con conocimiento de la insolvencia del deudor, al tiempo de celebrar el
acto.
Por último, señalamos que, al igual que sucede con la simulación, tanto el
tercero contratante como el subadquirente de mala fe responden
solidariamente por los daños ocasionados al acreedor que interpuso la acción
en los siguientes supuestos:
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inoponibilidad se pronuncia exclusivamente en interés de los acreedores que la
promueven, y hasta el importe de sus respectivos créditos.”32
Como consecuencia de ello, si, después de ejecutados los bienes materia del
acto fraudulento y satisfecho el crédito del acreedor que ejerció la acción,
quedara un remanente, como el acto jurídico es válido entre quienes lo
celebraron, aquél pertenece al tercer adquirente.
Extinción
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Prescripción
Por último, cabe referir al término de la prescripción, la que, según los arts.
2562 inc. “f” y 2563 inc. “f” del Código, es de dos años, contados desde que se
conoció o pudo conocer el vicio del acto.
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11. Ineficacia de los
actos jurídicos
11.1 Ineficacia de los actos jurídicos
11.1.1 Definición. Categorías de ineficacia. Efectos
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11.1.2 Noción de acto indirecto
El artículo 385 del Código Civil y Comercial dispone:
Por ejemplo, son negocios indirectos la venta que se realiza no para transmitir
la propiedad de una cosa, sino con fin de garantía; la cesión de derechos
también con finalidad de asegurar derechos; entre otros.
Es dable resaltar que la finalidad del negocio indirecto siempre debe ser lícita,
pues, si el negocio está dirigido a eludir normas imperativas (es decir, cuando se
lo emplea para lograr, a través de una vía oblicua, fines que no se pueden
obtener directamente), el acto constituirá un fraude a la ley.
11.2 Nulidad
11.2.1 Definición y fundamento
Hemos anticipado, al hablar de la ineficacia estructural de los actos jurídicos,
que dicho concepto de carácter amplio comprende las situaciones de invalidez,
caracterizadas por los supuestos en los cuales el acto se ve privado de producir
sus efectos normales por la existencia de un vicio originario, es decir, un defecto
presente en su estructura desde el momento de la celebración del negocio
jurídico; un defecto constitutivo.
Desde esta perspectiva, un acto jurídico está afectado de nulidad cuando la ley,
en virtud de causas existentes desde el origen mismo del acto, le priva de los
efectos que regularmente debía producir.
En otras palabras, la nulidad es una sanción legal que priva de sus efectos
normales a un acto jurídico en virtud de una causa originaria, es decir, existente
en el momento de su celebración, y es también una ineficacia absoluta en
tanto, a diferencia de la inoponibilidad, el acto jurídico inválido es
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completamente ineficaz no sólo respecto de terceros sino también entre las
mismas partes que lo celebraron.
Características Generales
Dentro de las características generales que describen la nulidad, podemos
señalar las siguientes:
Actos de nulidad absoluta y actos de nulidad relativa (arts. 387 y 388 del CCCN);
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En esta línea, en los supuestos de nulidades absolutas, el vicio que afecta al acto
jurídico que se reputa inválido lesiona un interés general, es decir que se
encuentra de por medio el orden público (a diferencia de los casos de nulidades
relativas, en los cuales se afecta un interés particular, individual de los sujetos
que forman parte del negocio jurídico).
Por otro lado, cabe señalar que el acto afectado por una nulidad absoluta no es
confirmable, en tanto, por estar de por medio un interés de carácter general, es
la misma sociedad la interesada en su invalidez, por lo que el acto podrá
llevarse a cabo nuevamente sin el vicio que afecta al anterior y sin que sea
posible su confirmación. En cambio, si se trata de una nulidad relativa, al estar
en juego un interés de carácter particular, el vicio del que adolece el acto
jurídico sí puede ser confirmado; ello es consagrado en el art. 388 del CCCN.
En esta línea, cabe tener en cuenta el art. 389 del Código, que dispone:
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el acto. Nulidad parcial es la que afecta a una o varias de sus
disposiciones.
La nulidad de una disposición no afecta a las otras disposiciones
válidas, si son separables. Si no son separables porque el acto no
puede susbisitir sin cumplir su finalidad, se declara la nulidad
total.
En la nulidad parcial, en caso de ser necesario, el juez debe
integrar el acto de acuerdo a su naturaleza y los intereses que
razonablemente puedan considerarse perseguidos por las
partes.34
En efecto, la condición para que un acto jurídico pueda ser sólo parcialmente
nulo, es que sus diversas disposiciones, o mejor dicho, los diversos actos de
disposición que él encierra, sean separables.
En los casos en que pueda declararse sólo la nulidad de alguna disposición y por
lo tanto subsista la eficacia del acto jurídico, el magistrado debe integrar el acto
de acuerdo a la naturaleza y los intereses que puedan considerarse perseguidos
por las partes.
Cabe estudiar ahora los efectos que la acción de nulidad produce tanto respecto
de las partes que intervienen en el negocio jurídico, como de los terceros.
En primer lugar, el efecto propio que se deriva del análisis que hemos efectuado
se centra en la idea de que un acto jurídico, al ser declarado nulo, no podrá
producir los efectos normales que se tuvieron en cuenta al momento de
celebrarlo. Es decir, tiene como consecuencia privarlo de sus efectos como si
nunca hubiere existido.
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Ahora bien, el Código Civil y Comercial ha receptado jurídicamente esta
problemática analizando adecuadamente los efectos producidos por la nulidad
de los actos jurídicos en los arts. 390 a 392.
Ahora bien, con respecto a los efectos que la nulidad del negocio jurídico
genera en relación a las partes contratantes, es preciso diferenciar si nos
hallamos en supuestos en los cuales el acto defectuoso tuvo principio de
ejecución o no.
Así, si el acto no fue ejecutado, una vez dictada la sentencia que declare su
nulidad, las partes no podrán exigir o demandar su cumplimiento. En cambio, si
el acto jurídico tuvo principio de ejecución o se ejecutó en su totalidad, al
declararse su invalidez corresponde la aplicación del art. 390 del Código; las
partes deben restituirse mutuamente lo obtenido en virtud del acto anulado, a
fin de volver las cosas al estado anterior al del acto inválido.
Por otro lado, debemos señalar que una o ambas partes del acto nulo por
sentencia pueden haber sufrido daños como resultado de la invalidez del acto
jurídico; daños materiales y aun morales que es preciso reparar para lograr que
la situación jurídica de las partes retorne al estado anterior a la celebración del
acto.
En esta línea, el art. 391 del Código expresa: “Hechos simples. Los actos
jurídicos nulos, aunque no produzcan los efectos de los actos válidos, dan lugar
en su caso a las consecuencias de los hechos en general y a las reparaciones
que correspondan.” 35
Desde esta perspectiva, analizando los efectos con miras al futuro, por más que
el acto sea declarado nulo y, con ello, se impida la producción de los efectos
propios que se tuvieron en cuenta al momento de celebrarlo, en función de la
norma transcripta se considera el negocio jurídico anulado como un acto ilícito
o hecho jurídico en general. Es por ello que corresponde indemnizar los daños y
perjuicios que hayan ocasionado, en tanto se genera la obligación de reparar el
daño causado.
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Es decir que, además de la restitución, se estipula la indemnización de daños y
perjuicios como acción complementaria.
Cabe precisar que, para que funcione tal protección de los subadquirentes de
buena fe y a título oneroso, es necesario que se cumplan ciertos recaudos: a)
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debe ser invocada por un subadquirente, b) ha de referirse a derechos reales o
personales sobre inmuebles o muebles registrables, c) título oneroso y d) buena
fe.
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realice por escritura pública, la transmisión por boleto privado de compraventa
no provoca la nulidad del acto jurídico, sino que impone en cabeza del
otorgante la obligación de escriturar.
Ahora bien, el artículo 393 del Código Civil y Comercial recepta la confirmación
y dispone:
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11.3.2 Diferencias con la conversión
Tal como hemos señalado, la conversión y la confirmación son modos de
convalidación del acto jurídico.
c) que el acto nulo reúna los requisitos de forma y sustancia de otro acto
(requisito objetivo);
d) que las partes hubieran querido al otro acto de haber previsto la nulidad
(requisito subjetivo).
11.3.3 Forma
De acuerdo a la forma, la confirmación puede ser expresa o tácita.
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precisas que individualicen al sujeto legitimado para confirmar, a los
fines de no dejar lugar a dudas.
Por otro lado, la confirmación también puede ser tácita. De acuerdo al art. 394
del Código Civil y Comercial: “La confirmación tácita resulta del cumplimiento
total o parcial del acto nulo realizado con conocimiento de la causa de nulidad o
de otro acto del que se deriva la voluntad inequívoca de sanear el vicio del
acto.”38
Así las cosas, la confirmación tácita es la que resulta de otros actos y hechos de
los cuales se derive la voluntad inequívoca de sanear el vicio del acto. Por
ejemplo, el pago voluntario total o parcial, o la ejecución voluntaria de un
convenio prestando el consentimiento.
Para que opere este tipo de confirmación, se requiere: a) que la causa o causas
de la nulidad hayan cesado; b) que no concurra en el acto de confirmación
tácita ninguna otra causal que pueda producir su nulidad; c) que la parte
confirmante tenga pleno conocimiento del vicio del que adolecía el acto; d) que
tenga, inequívocamente, intención de repararlo.
11.3.4 Efectos
El artículo 395 del Código Civil y Comercial dispone:
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Por último, la norma establece que el efecto retroactivo de la confirmación no
perjudica los derechos de los terceros, es decir que dicho efecto les es
inoponible. Los terceros protegidos son los sucesores a título singular de
derechos reales transmitidos válidamente por quien pudo demandar la nulidad
en el período transcurrido entre la celebración del acto inválido –ya cesada la
causal de invalidez– y su confirmación; en relación a estos terceros, la
confirmación es inoponible.
11.4 La inoponibilidad
11.4.1 Definición. Efectos
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terceros sino también con relación a las partes, en tanto la privación de efectos
se produce por un defecto existente en la estructura misma del acto y desde su
origen, es decir, desde el momento mismo de su celebración, constituyendo
una ineficacia de carácter estructural y absoluta.
Efectos
Así, el tercero interesado puede recurrir a la justicia para hacer cesar los efectos
propios del acto que lo perjudica, sea por vía de acción o de excepción. La
acción de inoponibilidad es prescriptible. Por ejemplo, en el caso de la
declaración de inoponibilidad en el fraude, la acción prescribe a los dos años
desde que se conoció o pudo conocer el vicio del acto, por lo que, intentada la
acción después de ese plazo, se podrá interponer la defensa de prescripción.
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Referencias
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Comercial de la Nación. Suplemento Especial Nuevo Código Civil y Comercial,
noviembre, 19.
Bustamante, A. y Jorge, H. (2005). Manual de Derecho Civil. Córdoba:
Advocatus.
Fontanarrosa, R. O. (2013). Apuntes para una teoría general de la
representación con especial referencia a la materia comercial. DCCyE, junio,
319.
Llambías, J. (2004). Código Civil. Buenos Aires: Abeledo Perrot.
López Mesa, M. J. (2008). Código Civil y Leyes Complementarias Anotados con
Jurisprudencia. Buenos Aires: Lexis Nexis.
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Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, febrero, 115.
Rivera, J. y Medina, G. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, I. Buenos Aires: La Ley.
Tagle, M. V. (2002). Derecho Privado III. Córdoba: Alveroni.
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