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Memorias de Pentateuco 2023 Full
Memorias de Pentateuco 2023 Full
El PENTATEUCO
El Pentateuco es una obra literaria con tres partes fundamentales: La primera trata de
los orígenes del mundo y de la humanidad (Gén 1—11); la segunda, de los antepasados de
Israel (Gén 12—50); y la tercera, del pueblo de Israel antes de la entrada en a la tierra
prometida (Éx—Dt). En las dos primeras, predomina la narración; las narraciones se alternan
con las leyes. Entre sus múltiples personajes, destacan Adán y Noé en la primera parte,
Abrahán y Jacob en la segunda y Moisés en la tercera. Por encima de todo, descuella el Señor,
el protagonista por excelencia de la Torá
Según la tradición judía y cristiana, Moisés escribió la Torá para enseñar a su pueblo la
historia de la salvación desde la creación del mundo hasta la entrada de Israel en la tierra
prometida a sus antepasados. Es obvio, sin embargo, que Moisés no pudo escribir el relato de
su muerte (Dt 34) ni otros muchos pasajes. Según los estudios críticos modernos, la Torá no
es obra de un solo autor, sino de varios actores y redactores, entre los que no figura Moisés; la
atribución a Moisés es una ficción literaria. Tampoco es obra de los cuatro autores
Un bosquejo general de la historia del antiguo pueblo de Israel servirá siempre como
guía para precisar los datos textuales y para comprender mejor que es lo que ellos reportan a
1 “Introducción al Pentateuco” en: Conferencia episcopal española, Sagrada Biblia, Versión oficial, Madrid
2010.
2 Aquí solo se describe a modo de reseña los acontecimientos más generales de la sucesión histórica de
Israel, si se quiere consultar los datos ampliando las noticias de este resumen véase: G. Boscolo, La Biblia en la
Historia: Introducción a la Sagrada Escritura, Bogotá 2015, p. 47-136. J.L. Sicre, Introducción al Antiguo
Testamento, Estella 2016 pp. 375-419. J. González Echegaray — F. García Martínez, La Biblia en su entorno,
Estella 1999, pp. 129-334. Estas dos últimas fuentes se aparecen en pdf en la biblioteca digital.
cerca de la historia del Antiguo Israel. Ateniéndonos al relato bíblico podríamos trazar las
siguientes etapas:
2. Salida de Egipto y marcha hacia la tierra prometida (mediados del siglo XIII).
6. Los dos reinos: Israel (norte) y Judá (sur), (del 931 al 586).
7. El exilio (586-538).
Abrán: Nació hacia el año 1850 a.C. en Ur, capital de Sumer. Ur tenía su propio
Ziggurat (torre escalonada) dedicado al dios Sin y a su consorte Ningal. Este Ziggurat es el
mejor conservado de todos los de Mesopotamia. Estamos en los Tiempos de las glorias de
Hammurabi rey de la Babilonia Antigua. La vocación de Abrán nos es relatada desde el
capítulo 12 del Génesis. Y todo su itinerario histórico desde aquí hasta el capítulo 25 del
mismo libro. Por eso llamado Padre de la fe.
Descendencia: de Abrahán y Agar, la esclava egipcia, nació Ismael. De Abrahán y Sara,
su esposa, nació Isaac. Abrahán se estableció en Canaán en Mambré. Murió caminando, por
eso es el peregrino de la fe.
Isaac, el hijo de la promesa, de Rebeca engendró a Esaú y a Jacob: Jacob fue bendecido
por su padre Isaac en lugar del primogénito que era Esaú. Y Dios llamó a Jacob dándole el
nombre de Israel. El Señor continúa la historia salvífica con su descendencia. Jacob tuvo con
Lía a: Rubén, Simeón, Leví, Judá Isacar, Zabulón, Dina. (y con la esclava de ésta: Gad y Aser).
Jacob y Raquel tuvieron a: José y Benjamín (y de su esclava: Dan y Neftalí). José, hijo de
Jacob, durante la época del gobierno Hikso en Egipto, nómadas cananeos se establecieron en
las ricas tierras del Delta del Nilo. La historia de José hay que situarla precisamente en este
período. Durante la XV dinastía egipcia de los Hiksos (1720-1560). José será la causa de la
bajada y establecimiento de los hebreos en Egipto. Cf Gen 37—50.
Liberación de los hebreos (año: 1250, es decir, entre los siglos XIII—XII a.C.): Por el
desierto entrarán en la tierra prometida, no sin antes haber pactado una Alianza con Yahvé en
el monte Sinaí. Por aquellos días gobernaba en Egipto el Faraón Ramsés II. En este tiempo de
la historia de Israel se destacan dos aspectos fundamentales: La Alianza del Sinaí, a partir de
esta experiencia con Dios, el pueblo empieza a ser propiedad de Dios y se identificará como
pueblo elegido del Señor. El desierto, espacio en que vive el pueblo como dependiente de Dios,
pero a la vez, actuando con sus múltiples infidelidades y ante todo murmurando de Yahvé, que
los había sacado de Egipto, ante esta actitud Moisés siempre tendrá que interceder a Dios por
el pueblo, para alcanzar el perdón hacia un pueblo rebelde, duro de cerviz y terco.
Conquista de Canaán y lucha contra los filisteos. A esta época se le llama período de los
jueces, ya que no existía un poder centralizado (monarquía) y la sociedad era igualitaria. De
vez en cuando en momentos de peligro, aparecían caudillos efímeros, como, por ejemplo:
Otniel, Sansón, Jefté, Débora... Muchas veces se ha visto el libro de Josué como el libro de la
Conquista de la tierra, pero desde los primeros versículos el autor sagrado insiste en que la
tierra es un don de Dios, y que el pueblo por la fidelidad a Yahvé ha logrado conquistarla. La
época posterior a la llegada a la tierra se le llama período de los jueces, que se caracteriza por
tres aspectos bien distinguidos:
Saúl representó la transición del sistema tribal dinamizado por un líder (Juez), al
sistema Monárquico. Saúl fue ungido por Samuel como rey (1 Sm 9,26-10,8). Su reinado se
dio entre los años: 1030-1010 a.C. Le tocó luchar enérgicamente contra los amonitas y los
filisteos obteniendo significativas victorias. Pero al final Dios lo rechaza (1 Sm 13,1-7; 13-23).
Hacia el año 1030 a.C. las tribus de Judá e Israel se unifican bajo la monarquía. El
primer monarca fue Saúl 1030-1010 a.C. al que siguió David (reinó entre los años: 1010-970
a.C.) Ambos se enfrentaron con los pueblos vecinos, especialmente con los filisteos. David
conquistó Jerusalén y la convirtió en sede de su monarquía allí colocó el Arca de la Alianza. (1
Sm 8,19-22; 17,4-8). Definitivamente, este período s. X—IX a.C. fue el de mayor esplendor
para el pueblo de Israel, se constituyó en la época utópica o paradisíaca anhelada siempre por
los hebreos. David es el logo-símbolo del Rey Piadoso y Bueno para los semitas.
Reinó del 970—931 a.C. En sus manos se consolidó el reino de Israel. Su reinado
coincidió con una época de desarrollo comercial internacional, en la que Israel actúa de
intermediario entre Asia y Egipto. Salomón organizó la administración con un eficaz sistema
de recaudación de impuestos que permitió emprender grandes obras: urbanización de
Jerusalén, construcción de un palacio real y edificación del Templo. (1 R 1,3-11). Salomón pasó
a la historia de Israel como el emblema de la sabiduría humana, cosa que no impidió que
también hiciera lo malo a los ojos de Dios. En el período Salomónico hubo una gran
producción literaria espiritual, los sabios cortesanos se dan a la tarea de interpretar la historia
de Israel bajo el ángulo de la Alianza de Dios con su pueblo.
En el año 931 a.C. murió Salomón, último monarca que reinó sobre un país unificado.
Roboán, su hijo pretendió continuar con la política de su padre, el cual tenía sumido en el
abandono a la parte norte del reino, de allí que sea proclamado Jeroboán rey en los territorios
del norte en rechazo del monarca Roboán. Los reyes del norte construyeron su residencia en
Samaría (de ahora en adelante capital del reino de Israel); y los monarcas de Judá siguieron
gobernando la parte sur cuya capital era Jerusalén. Los reyes más sobresalientes del reino del
norte fueron:
Jeroboán (931-910 a.C.) Levantó santuarios rivales al templo de Jerusalén: Dan y Betel.
Esto para que los israelitas de las tribus del Norte no fueran a Jerusalén a celebrar el culto. Es
lo que se conoce como cisma religioso.
Ajab (874-853 a.C.) Aquí nos encontramos con el ciclo de los grandes y nobles profetas:
Elías y Eliseo (1R 17- 2 R 13).
Se da la deportación de sus habitantes a Nínive por Sargón II. El siglo IX a.C. vio el
renacer de un poderoso imperio que dominó durante 200 años las tierras del oriente próximo:
Los Asirios. Éstos conquistaron la mayor parte de Mesopotamia y la franja siro-palestina.
Babilonia, tomada en el 842 a.C. se convirtió, junto con Nínive en una de las capitales del
reino. Samaría y todo el reino del Norte fue tomado y saqueado en el 721 a.C. por Sargón II
emperador del imperio asirio; Judá junto con las ciudades fenicias, fue sometida a tributo.
716-687 a.C. En Judá, el rey Ezequías paga tributo a Senaquerib rey Asirio e hijo de
Sargón II. Este rey se distingue por su piedad y por el intento de reformar la religión de Israel
contaminada de infidelidades. Cf. 2 R 18—20. Su reforma no dio demasiados frutos por la
razón de que los reyes impíos que lo sucedieron Manasés y Amón no continuaron en esa
tónica. 640-609 a.C. Reinado de Josías en Judá.
En el 597 a.C. Nabucodonosor, rey del Imperio Neobabilónico pone sitio a Jerusalén. Y
aquí se da la primera deportación. Probablemente entre los deportados se encuentra el profeta
Ezequiel (2 R 24,10-16). Nabucodonosor nombra rey de Judá a Matatías (tercer hijo de Josías)
y le cambia su nombre por el de Sedecías (597-587 a.C.). Aquí se puede ubicar la actividad
profética de Ezequiel con los desterrados.
587 a.C. Hacia el año 589, Sedecías ya se había rebelado contra Babilonia. El ejército de
Nabucodonosor invade Judea y pone cerco a Jerusalén; ya para este mismo año la Ciudad
santa y el templo son totalmente arrasados. Aquí se da la segunda deportación a Babilonia y el
fin del período monárquico. Durante todo este tiempo de destierro (587-538 a.C.) nace la
institución sinagogal. La sinagoga ayudó a conservar en la raza israelita sus costumbres y
convicciones monoteístas más rigurosas. Es un tiempo duro para el pueblo, es el momento
donde los profetas y los sacerdotes predican la esperanza.
Estos se ponen en la ardua tarea de la reconstrucción del templo. (Ag 1—2). Con Esdras
y Nehemías se inicia la reconstrucción política y religiosa. En el 520 a.C. Inicio de la
reconstrucción del templo e inicio del conflicto entre judíos y samaritanos. Los samaritanos
tuvieron la noble intención de unirse a los judíos en la difícil tarea de reconstruir el templo,
pero éstos fueron rechazados por Zorobabel el sacerdote Josué y Nehemías (Esd. 4,2).
Desde entonces hay una gran enemistad entre unos y otros. Pues los samaritanos
ofendidos se opusieron a dicha reconstrucción y al levantamiento de las murallas de Jerusalén
(cf. Jn 4,9; Eclo 50,25 - 26; Lc 9, 52-53). Por ello, para los tiempos de Jesús el apelativo
samaritano era una injuria, pues su significado era verdaderamente lamentable: hereje,
apóstata, cismático, perro, adúltero... etc. (cf. Jn 8,49). 450-398 a.C. Entre estos años se
calcula el nacimiento del judaísmo como religión de libro (Neh 8,1ss) Tal realidad se pudo
haber dado en virtud del hallazgo del libro de la ley (Pentateuco).
332 a.C. Alejandro Magno (El Macedonio) conquista las tierras de Palestina y las anexa
al imperio griego. Durante este período (332-323) se presume que los samaritanos auxiliados
y respaldados por Alejandro edificaron un templo rival al de Jerusalén en el monte Garizim
(Jn 4,20; Dt 11,29). 323 a.C. Muere Alejandro Magno y su vasto imperio es repartido entre sus
máximos generales, los diádocos. Así por lo que se refiere a la tierra de Palestina que es la que
nos interesa, los dominios de Oriente fueron heredados por Seleuco y Tholomeo. Los
Seléucidas dominaban desde Siria en el Norte y los Tholomeos gobernaban desde Egipto en el
Sur, sin embargo, Palestina en un primer momento (323-198 a.C.) era regentada por los
Tholomeos.
En 198 a.C. Los Seléucidas se apoderan de toda la Palestina: (Dan 11,2). Los
Samaritanos congraciaron con los Seléucidas, y se aliaron a ellos para amargarles la vida a los
judíos; esto acabó de empeorar sus relaciones entre judíos y samaritanos llegando hasta el
odio (Lc 9,51; Jn 4,9)
175-164 a.C. El rey Seléucida Antíoco IV Epifanes lucha incansablemente por helenizar
al pueblo judío, es decir, imponer a la fuerza las costumbres griegas desatando, por lo tanto,
persecuciones cruentas contra los resistentes judíos. Ya que acontecía que en todo el imperio
griego este era el único pueblo que aún no había asimilado de buena gana las costumbres
helénicas, ni mucho menos los sacrificios a los dioses paganos.
Permanecían herméticos en su judaísmo. Tal actitud injusta del rey primero provocó
una reacción pacífica que conocemos en el libro de Daniel, pero al ver, que el rey cruel
continuaba con su maldad hacia los judíos se desencadenó una revuelta armada, conocida hoy
por nosotros como “las guerras Macabeas”.
Tal denominación se debe al nombre de Judas Macabeo, héroe por excelencia de dichas
contiendas (1 Mac 3,10). El año 166 a.C. Inician las guerras macabeas con Matatías y sus hijos
(1 Mac 2,15ss) Este era un sacerdote de la aldea de Modín que al ver que un judío se acercaba a
sacrificar a Zeus, dio muerte a éste y al oficial sirio. A la muerte de Matatías queda encargado
de continuar con la causa su hijo Judas Macabeo, fuerte y sagaz guerrero (1Mcb 2,49ss)
El año 164 a.C. es una fecha importante porque Judas Macabeo y su gente, lograron
una victoria sorpresiva contra el rey Antíoco y le exigieron un tratado de paz. Precisamente en
este mismo año, tuvo lugar la purificación del templo, desde entonces celebran los judíos la
fiesta de la Januká o Dedicación del Templo (1 Mac 4,36; Jn 10,22).
Es por estos mismos años que tienen origen diferentes sectas religiosas: Fariseos,
Esenios y Saduceos (1 Mac 2,29-38) (1 Mac 2,42-48) Esenios: Secta separatista que vive en el
desierto (Qumrám); rechazaban todo aquello que se relacione con el templo de Jerusalén por
considerar que dicho culto es impuro se dedican a cumplir minuciosamente la ley basando
ciento por ciento su espiritualidad en la Torá.
comienza a formar a partir del sumo Sacerdote Jonathan, quien al ser elevado a dicha
dignidad une en sí mismo el poder político y religioso a la vez: 153 a.C.
En el año 141 a.C. Los judíos se independizan definitivamente de los Seléucidas. Es aquí
donde empieza el período de la monarquía sacerdotal: Dinastía Hasmonea, o período de los
hasmoneos (el cual durará hasta el año 63 a.C.). Es aquí donde concluyen las guerras
macabeas, y el hermano de Judas, Simón Macabeo, es proclamado Sumo sacerdote y soberano
del Sanedrín: Con él empezó la llamada “Paz Hasmonea”. (Hasmonay: “descendientes de
Simón”). En el año 134 a.C. Juan Hircano I tercer hijo de Simón Macabeo, sube al mando de
los hasmoneos.
Fue gran conquistador y judaizó las tierras que anexó a su reinado. En el año 128 a.C.
subió al territorio samaritano arrasó Samaría y destruyó el templo que se levantaba en el
monte Garizim (cf Jn,4,20) Este hecho, acentuó más radicalmente el odio entre los
samaritanos y los jerosolimitanos. Los empobrecidos samaritanos ya no podrán jamás
reedificarlo. 104 a.C. Al morir Juan Hircano I sube al trono hasmoneo Aristóbulo I quien sólo
reinó un año, su mujer se casó con el hermano de éste: Alejandro Janeo.
103 a.C. Sube a la dignidad regia de los hasmoneos Alejandro Janeo, quien sufre
grandes y muy bochornosas dificultades con el movimiento fariseo y respaldado e instigado
por los saduceos, establece una política anti farisaica cruenta (más de 2000 fariseos fueron
martirizados durante su reinado). Entre los años 76-67 a.C. al morir Alejandro Janeo deja
como reina a su esposa Alejandra Salomé, y no a uno de sus dos hijos: Aristóbulo II e Hircano
II. Al primero por considerarlo poco maduro e incapaz de regir al pueblo con seriedad y
competencia. Y al segundo por ser todavía un adolescente.
Grande”). Hircano II es depuesto del pontificado (año 41) y en Jerusalén es nombrado rey
Antígono (hijo de Aristóbulo II). Fasael y Herodes son encarcelados de modo inhumano.
Fasael se suicida y Herodes huye a Roma donde será reconocido como rey de Judea por el
senado romano (año 39 a C.)
40-37 a.C. Antígono dura en el poder como rey hasmoneo sostenido por la solidaridad
de los partos que por este tiempo habían invadido Siria. Pero Herodes emprendió su combate
contra él ayudado por tropas romanas prodigadas por Marco Antonio, a pesar del odio que
Cleopatra reina de Egipto sentía por Herodes. En el año 37 a.C. Herodes destrona a Antígono
quien es decapitado y con él termina definitivamente la dinastía hasmonea. Herodes lucha
por entroncarse en la línea familiar de los hasmoneos y se casa con una hermosa nieta de
Hircano II: Mariamme I.
7-6. a.C. ¿Censo de Cirino legado de Siria? ¿Primera sección?... (Lc 2,1-3) Nacimiento
de Nuestro Señor Jesucristo (¿7 a.C.?) 4 a.C. Muerte de Herodes el Grande Por estas fechas se
sitúan generalmente la revolución de Judas el galileo. Nacimiento del movimiento
escatológico revolucionario. Insurrección de la que se habla en Hch 5,37ss. Crucifixión de más
de 2000 judíos revoltosos por parte de Roma. Así, los Zelotas solamente aparecerán de nuevo
el año 44 d.C. Pero con toda su fuerza y ferocidad a partir del año 66 d.C. 4 a.C.
6 d.C. Por la tiranía de Arquelao y las constantes quejas del pueblo judío, el emperador
Cesar Augusto decidió destituirlo de su cargo y lo desterró a petición de sus acusantes. Y en su
lugar, colocaron un procurador romano (gobernador). Es decir: A partir de este año, Judea se
constituye en provincia procuratorial de Roma, con Cesarea como capital. El primero fue:
Coponius (años 6-9 d.C.) Aquí empieza una larga secuencia de gobernantes para Judea,
Samaría e Idumea, más dispuestos a explotar a los judíos que a ayudarlos y a entenderlos.
Entre los años 15-26 gobernó el procurador Valerius Gratus, Importante para la
historia bíblica, porque fue quien destituyó a 4 Sumos sacerdotes de su puesto entre los cuales
se encuentra Anás, e instituyó a Caifás.
Esta gran colección de libros judíos siempre ha fascinado y también incomodado a los
cristianos. Con mucha frecuencia en nuestras culturas europeas, y especialmente en los países
católicos, se la llama Biblia. Aunque esta denominación es inexacta porque Biblia es un
término cristiano que designa el conjunto de los dos Testamentos. Estos libros judíos, a
menudo reinterpretados por los cristianos, han proporcionado una gran cantidad de imágenes
y de relatos que han enriquecido el imaginario de nuestros antepasados, del que nosotros
somos herederos.
3 Para la comprensión contextual del recorrido del Nuevo Testamento, resulta conveniente una
aproximación a la figura del apóstol Pablo, debido a su tarea evangelizadora durante la primera y segunda
generación después de la muerte y resurrección de Jesús. Véase: M. Quesnel — P. Gruson, La Biblia y su cultura:
Nuevo Testamento, Santander 2002, pp. 179-245. Aquí se expone que los textos más antiguos que poseemos del
Nuevo Testamento datan de los años 50-67 d.C. probablemente. Además se expone la biografía de Pablo; donde
se habla del origen de su vocación, del sitio de su procedencia (Tarso de Cilicia). Por otra parte, se habla de Pablo
como predicador y de los destinatarios de su mensaje, y también otra, de este apóstol como escritor. Así mismo
se pone de relieve la teología paulina (la salvación en la cruz, el evangelio a los paganos). No menos importante
es el tema que tiene que ver con "Pablo en conflicto con los judaizantes", esto expone como los inicios del
cristianismo fue una tarea ardua y colmada de intrigas entre los creyentes. En este campo se pone de relieve el
paso de Jerusalén a Antioquía, ciudades importantes para el surgimiento del cristianismo. Finalmente, se
describe el "Deuteropaulinismo" y las cartas pastorales, ambas con la explicación que a su contenido le compete.
Antiguo Testamento es el nombre que los cristianos dan al conjunto de los libros que
forman las Escrituras santas ο la Escritura del pueblo judío. Este nombre viene de un texto de
san Pablo sobre la lectura de las Escrituras por los judíos: “en efecto, hasta el día de hoy
permanece ese mismo velo en la lectura del Antiguo Testamento, [...] siempre que se lee a
Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones” (2 Co 3,14-15). Un poco antes Pablo ha
hablado de una nueva alianza (ν. 6). ΕΙ término alianza diatheke en griego, se tradujo por
testamentum en latín, y de ahí procede testamento en nuestra lengua.
Este término no designa aquí las últimas voluntades de alguien, sino la disposición
legal que él decide libremente en favor de otra persona. Este es el sentido que los judíos dieron
a la Alianza decidida por Dios en su favor, en tiempos de Moisés. Los cristianos escogieron
estas dos expresiones para distinguir las dos etapas de la historia bíblica: la antigua Alianza
con Israel, a partir de Moisés, y la nueva Alianza a partir de Jesucristo.
Pero la posición habitual entre antiguo y nuevo podría hacernos pensar que el Nuevo
Testamento anula y reemplaza al Antiguo Testamento; esto sería absolutamente falso. Los
pocos cristianos que, como Marción en el siglo ΙΙ, pensaron así fueron siempre condenados.
Los cristianos no han dejado nunca de leer la Historia sagrada y de orar los Salmos. Así pues,
sería más exacto hablar de Primen Testamento y de Nuevo Testamento. En efecto, Cristo no
abolió la alianza entre Dios y el pueblo de Israel, el pueblo elegido: Porque los dones y la
vocación de Dios son irrevocables (Rm 11,29).
Los profetas (En hebreo Nebi’im) agrupan dos clases de libros. En primer lugar, los
que narran la historia de Israel desde su entrada en la Tierra prometida (hacia 1200) hasta el
destierro (587): son los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes. Los dos últimos han sido
divididos en dos partes (1 y 2 Samuel; 1 y 2 Reyes).
En segundo lugar, los libros que contienen las palabras de los profetas, sus oráculos:
tres libros mayores que llevan los nombres de los profetas Isaías, Jeremías y Ezequiel, y
después un conjunto de doce libros menores, de donde procede el termino de profetas
menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo,
Zacarias y Miqueas.
Los escritos (en hebreo: Ketubim). Bajo este nombre se encuentran oraciones:
Salmos y Lamentaciones, pero sobre todo libros sapienciales: Job, Proverbios, Cantar de los
cantares, Qohélet (ο Eclesiastés), y una serie de relatos, unos históricos: Esdras, Nehemías,
Crónicas, y otros novelados: Rut, Ester, Daniel.
Α estos tres grupos hay que añadir un cuarto grupo: el de los deuterocanónicos. Se trata
de siete libros judíos conservados en griego y, por tanto, mantenidos en la Biblia cristiana,
pero ausentes en las Escrituras judías. Esto hace que el número total de libros pase de 39 a 46.
Los católicos los llaman deuterocanónicos (es decir, del segundo canon: la lista griega), pero
los protestantes los denominan apócrifos.
He aquí los dos cánones, las dos listas de los libros del Antiguo Testamento con sus
abreviaturas. Los libros deuterοcanónicοs del canon católico aparecen subrayados.
Desde antes que surgiera el cristianismo, los escritos sagrados de los judíos eran ya
criticados por los paganos por el simple hecho de ser judíos. Este pueblo se había extendido
desde Persia hasta Roma, y su negativa a emparentar con otras razas, su fe monoteísta, su
idea de ser el único pueblo elegido por Dios, sus costumbres religiosas, especialmente la
observancia del sábado y la circuncisión; provocaban el rechazo de las personas con las que
vivían. Así pues, muchas críticas a la Biblia nacen de un profundo antijudaísmo.
La otra gran fuente se origina en la idea de que la Biblia es palabra de Dios. Esta idea
crea malestar en el lector ateo o gnóstico. Cuando ellos encuentran en la Biblia episodios muy
crueles no solo se escandalizan, sino que encuentran en ellos argumentos para rechazar esos
libros en conjunto. Esta concepción de la Biblia como palabra de Dios también puede influir
negativamente en personad creyentes, se sienten obligados a defender todo lo que ella dice4.
4 Ante un fideísmo a ciegas, que considera que toda la Biblia hay que admitirlo literalmente, sumado a una
preconcepción mental inmodificable por parte del cristiano, conviene atender a la reflexión de: J. Lois Ska, Los
enigmas del pasado: Historia de Israel y relato bíblico, Estella 2021, pp. 10. “El gusto por la aventura, el deseo
de explorar y de descubrir, la sed de saber, son indispensables para poder aventurarse en la selva de los textos
bíblicos. Eso significa, por supuesto, que el lector podrá perder por el camino lagunas de sus falsas certezas, que
podrá sentirse conmocionado en sus convicciones o ver como se hunden algunas de sus construcciones
excesivamente simplistas. Deberá tener el coraje de dejar a su espalda, sin falsos lamentos, algunas ideas
demasiado simplistas sobre la Biblia para poder avanzar por unos caminos que conducen a opiniones más
sobrias, aunque también mucho más sólidas. Es preciso saber perder para poder encontrar lo único que vale la
pena (Mt 16,25)”.
Todos los judíos, desde su nacimiento, piensan de modo natural que ahí está la voluntad de
Dios, la respetan y, en caso de necesidad mueren por ella con alegría.
Imaginemos a una persona que comienza a leer la Biblia con mentalidad puramente
histórica. Prescindiendo del relato de la creación de la primera pareja humana, el pecado y la
expulsión del paraíso, que puede interpretar en sentido simbólico y mítico, en los primeros
capítulos del Génesis encuentra algunos datos que lo desconciertan:
Por otra parte, las genealogías ofrecen datos desconcertantes de la edad de los
patriarcas: los diez anteriores al diluvio viven una media de 857 años y los diez posteriores al
diluvio, una media de 327. Algunos detalles que explican estos datos: el impulso de remontar
el curso de la historia hasta los orígenes de la humanidad surgió no solo de una curiosidad
natural por el pasado remoto, sino también de la necesidad de afirmar el presente orden social
y político. La idea básica era que solo el pasado posee valor normativo; y cuanto más remoto,
mejor. La tarea de cada una de las generaciones era mantener y, cuando ere preciso, restaurar,
el primitivo orden de cosas.
Por eso la Biblia atribuye a ese momento la construcción de la primera ciudad, la forja
del hierro y del bronce, la fabricación de los instrumentos musicales, el cultivo de la primera
viña. Incluso la Biblia es más moderada que los otros pueblos, ya que todos los avances
tecnológicos y científicos los atribuye al ser humano, mientras que otros pueblos lo atribuyen
a los dioses.
Esta tendencia a remontar todo a los orígenes hace que también se hable del mal y sus
características: el pecado original, que provoca la ruptura de la primera pareja humana, el
sufrimiento, la muerte y el asesinato del hermano. Otros datos están inspirados en las
tradiciones y mitos mesopotámicos, como la idea de que los seres humanos vivían mucho más
años antes del diluvio que después de él. La lista de los reyes sumerios dice que los diez reyes
anteriores al diluvio vivieron en promedio 30.150 años, mientras los posteriores al diluvio
1.002. La genealogía del Génesis modera esta cantidad, pero mantiene la idea de que el diluvio
provoca un cambio radical en la longevidad de la raza humana.
Otras veces los autores bíblicos presentan los hechos de manera esquemática, falseando
la realidad histórica en aras a una idea más importante. Por ejemplo, para señalar la relación
entre todas las tribus que formaron el pueblo de Israel las presenta descendiendo de un solo
personaje, Jacob. Decir que todos los israelitas proceden de Jacob es tan absurdo como decir
que todos los ecuatorianos residentes en España descienden de una sola pareja que emigró
hace años desde Guayaquil. A los autores bíblicos no les interesa la objetividad histórica, sino
fomentar la unión entre tribus. En otro caso, presentan la entrada de los israelitas en
Palestina como una gran campaña militar en la que se apoderan a sangre y fuego de todo el
país. La arqueología demuestra que no existió tal campaña. Se dieron conflictos locales, pero
lo que ocurrió se parece más a la mezcla pacífica de grupos distintos de origen.
La mayoría de ellos están relacionados con los primeros momentos del pueblo de
Israel, desde que sale de Egipto hasta su instalación en Palestina. Estos años están marcados
por una serie de intervenciones milagrosas: plagas de Egipto, paso por el mar Rojo, el maná,
las codornices, la roca que mana agua, paso del rio Jordán…
Una de las formas de solucionar el problema es interpretar los milagros como hechos
naturales. Incluso Filón presenta el milagro como de la roca que mana agua como
comprensible para cualquier pagano. Este procedimiento se generaliza a mediados del siglo
pasado. El libro más famoso es el de Werner Keller, Y la Biblia tenía razón. La verdad del
Antiguo Testamento comprobado por las investigaciones arqueológicas, cuando aborda el
tema de las plagas de Egipto escribe el autor:
"Todas estas cosas que cita la Biblia las está sufriendo Egipto hasta nuestros días. Tal
sucede, por ejemplo, con el Nilo rojo. Los materiales de aluvión procedentes de los lagos de
Abisinia colorean el agua del río especialmente en la parte superior del curso, y esta
coloración adquiere, muchas veces, un matiz oscuro tirando a pardo. En las épocas de las
inundaciones aumentan las ranas y también los mosquitos, a veces tan considerable que se
convierte en verdaderas plagas. Algo semejante sucede con los tábanos. No es raro que lleguen
a invadir extensas regiones: penetran en los ojos, en la nariz y en las orejas. La época más
propicia para que ocurra son los meses de enero y febrero. En cambio, las nubes de langostas
constituyen catástrofes muy frecuentes y típicas de los países de Oriente. Solo la muerte del
primogénito es una plaga para la cual no existe explicación alguna. Y, naturalmente, tampoco
hay ninguna explicación científica para la información bíblica según la cual las tinieblas solo
afectan a los egipcios, pero no a los israelitas5".
5 W. Keller, Y la Biblia tenía razón. La verdad del Antiguo Testamento comprobada por las
investigaciones arqueológicas, Barcelona, 1992, pp. 116.
hemos sabido adoptar esta postura cuando se trataba de epopeyas paganas. Al enfrentarnos
con la Biblia nos han faltado dos cosas: sentido común y seriedad. Sentido común, porque nos
hemos negado durante siglos a aplicarle los mismos criterios que a obras literarias
semejantes. La Biblia también engrandece y exagera lo sucedido. Y, a veces, cuenta cosas que
nunca ocurrieron, o que tuvieron lugar de forma muy distinta. Pero, sobre todo, nos ha faltado
seriedad, nos hemos atenido a unos textos y silenciado otros. Miremos dos ejemplos: el caso
del maná y la guía divina por el desierto. Éxodo 16 habla del maná como un milagro: el pueblo
tiene hambre y Dios le promete pan del cielo (v. 4). Un pan tan maravilloso que respeta el
descanso sabático y no cae el séptimo día (vv. 26-27); tan sorprendente que, aunque unos
recojan más que otros, al medirlo cada uno había recogido lo que podía comer (vv. 17-18).
Sin embargo, Núm. 11,4-9 conserva una tradición muy distinta. El pueblo añora la
comida de Egipto y se le quita el apetito al no ver más que maná. Habla de este alimento de
manera totalmente profana: es una especie de semilla que hay que moler y comer, y termina
sabiendo a algo mucho más prosaico, pan de aceite. Esta tradición no presenta el maná como
pan del cielo ni como algo milagroso.
Lo mismo ocurre con la guía divina por el desierto. Conducir a un pueblo, con mujeres
y niños, por esta zona inhóspita no resulta nada fácil. Es preciso conocerla, calcular las etapas,
hallar el sitio de reposo adecuado, las fuentes de agua. Según Núm. 9,17-23, nada de esto era
probable para Moisés y su grupo. Contaban con una nube milagrosa enviada por Dios para
guiarlos, cuando se levantaba la nube sobre la tienda, los israelitas se ponían en marcha. Y
donde se tenía la nube acampaban. Con esta brújula tan privilegiada, imaginamos a Moisés
lleno de tranquilidad y confianza.
Pero, al volver la página nos damos cuenta de que no es así. Un poco más adelante, en
Núm. 10,29-32, Moisés ruega a Jobab: "No nos dejes, porque conoces este desierto y los
lugares donde acampar. Debes ser nuestro guía (v.31). La nube se ha esfumado. Solo queda el
desierto con todo su peligro, y un Moisés que lo desconoce y teme adentrarse en él. Estos dos
ejemplos bastan para advertir que la Biblia, junto a tradiciones épicas o milagrosas, conserva a
veces una versión profana de los mismos hechos. El gran problema radica en que no
disponemos de dos tradiciones paralelas que nos permitan reconstruir una historia profana
junto a una historia milagrosa.
Segundo, en las tradiciones de Elías y Eliseo. Ambos tienen el don de resucitar muertos.
Pero Elías dispone también a placer del fuego celeste (el rayo) que consume animales en el
monte Carmelo (1 Rey 18). Eliseo, en cambio, es especialista en milagros acuáticos y de otro
tipo, generalmente orientados a ayudar a la gente pobre. Las tradiciones sobre estos dos
profetas nacieron en ambientes populares; abundan leyendas que no merecen demasiado
crédito desde el punto de vista histórico. Su intención es inculcar el poder y la dignidad del
profeta, con el consiguiente respeto que se merece.
Recordemos un caso extremo: Eliseo que no andaba bien de pelo, un día en que subía a
Betel, los niños de un poblado empezaron a gritarle: "¡sube, calvo! ¡sube calvo! El profeta los
maldice, salen de la espesura dos osas y despedazan a cuarenta y dos niños (2 Rey 2,23-24).
Efectivamente, el relato plantea un grave problema moral, porque Dios castiga de forma
terrible por una broma de mal gusto. Pero es suficiente recordar lo que corre un niño para
saber dos osas no pueden matar a cuarenta y dos. Este relato tan popular solo pretende
inculcar respeto a la figura del profeta.
Debe quedar claro que los narradores e historiadores que introducen milagros
deforman la historia con vistas a transmitir un mensaje teológico, así los relatos de milagros
son más difíciles de entender y exigen mayor experiencia humana y religiosa para sacarlos de
partido.
Desde tiempos antiguos la conducta de los judíos provocó rechazo y críticas. Tácito dice
este de los judíos: "Sus prácticas se han impuesto gracias a su depravación, nada se les inculca
más que el desprecio a los dioses, el desamor a la patria y el tener padres, hijos y hermanos
por cosa sin valor (Historias, Libro V, p 5). En realidad, Tácito no conocía la Biblia, no había
leído sus relatos. Muy distinto es el caso de un griego del siglo II, Marción, convertido al
cristianismo y más tarde declarado hereje. En el AT solo descubría a un dios sangriento y
vengativo, un dios malo que debía ser rechazado, para aceptar a un dios bueno revelado por
Jesús.
Un gran historiador y teólogo protestante de finales del siglo XIX y principios del XX,
Adolf Harnack (1851-1930), llegó a escribir: "conservar el Antiguo Testamento dentro del
protestantismo como un documento canónico es efecto de una parálisis religiosa y
eclesiástica". Hace poco en Hong Kong se llevó a cabo una campaña para que la Biblia fuera
clasificada como texto obsceno. Mas de mil personas mandaron mensajes a la Organización de
Licencia Televisiva para quejarse de que el libro sagrado del cristianismo es indecente. Se
recibieron quejas diciendo que la Biblia era obscena y ofendía el pudor de los lectores. Según
estas quejas, la Biblia está llena de escenas de violencia e incesto, de bestialismo y sodomía.
Oraciones que respiran odio o espíritu de venganza: No son muchas, pero se menciona
la imprecación del Salmo 137 ("Capital de Babilonia, criminal, quien pudiera pagarte los males
que nos has hecho, quien pudiera agarrar y estrellar tus niños contra las piedras") o lo que el
profeta Jeremías pide para sus enemigos: "Entrega sus hijos al hombre, ponlos a merced de la
espada, queden sus mujeres viudas y sin hijos, mueran sus hombres asesinados y los mozos a
filo de espada en combate (Jr. 18,21).
Principios de interpretación:
nos escandalizamos sin motivo, o con menos del debido. Un ejemplo famoso es el de la ley del
talión, que muchos consideran la canonización de la venganza: "ojo por ojo y diente por
diente". Sin embargo, el sentido auténtico de la ley es evitar que la venganza vaya más allá de
lo debido; la desproporción es lo que intenta eliminar la ley.
El conflicto entre la Biblia y las ciencias naturales surgió en la primera mitad del siglo
XVII, cuando Galileo Galilei (1564-1642) afirmó que la tierra gira en torno al Sol, oponiéndose
a lo que dice el libro de Josué (10,12-14). En la batalla entre los israelitas y los amorreos la
fortuna favorece a Israel, que va ganando la batalla. Pero la tarde avanza rápida, y la falta de
luz puede hacer que se desperdicie la ocasión de derrotar definitivamente al enemigo.
Lo anterior nos puede llevar a una cuarta postura, que parece válida. Analizar los textos
bíblicos y compararlos con otros relatos de la misma Biblia, cuando esto es posible, para
captar sus afirmaciones fundamentales. Así se advierte que la Biblia utiliza modelos científicos
opuestos e irreconciliables. Esto significa que para ella lo esencial no es la verdad científica,
sino una determinada visión del mundo, compatible con cualquier modelo científico moderno
o futuro.
El primer relato parte de una situación originaria del caos y las tinieblas 7, todo
invadido y dominado por el agua. En el espacio de seis días, mediante su palabra y a través de
6 Dios es confesado como creador. Sin embargo, este tema no es un tema principal en el AT. Dios es ante
todo el Dios de la alianza, el liberador. Las diferencias entre Gen 1 y 2 son notables. Pero habría que recorrer
además los textos proféticos, en particular Isaías 40—45, los salmos, el libro de Job 38—42. Esta multiplicidad de
libros cosmológicos no es propia de Israel. Puede observarse también en Egipto y en el Oriente cercano. Los
primeros capítulos del Génesis intentan dar cuenta de una experiencia secular, dicho de otra manera, Dios está
presente en el mundo, en la historia y en el hombre. Cf. F. Castel, Comienzos, los once primeros capítulos del
Génesis, Estella 2014, pp. 7-8.
7 Si comparamos Gen 1 con otras cosmologías, descubrimos que no puede tratarse de un texto científico,
sino que estamos en presencia de un texto litúrgico. Gen 1 es el himno al Señor, Dios único que, según las
palabras de Is 44,24, crea y libera, es decir, da origen al pueblo. Llama la atención que son siete días en diez
palabras, se subraya el estribillo: "Vio Dios que era bueno". Es una expresión que aparece diez veces: "Por diez
palabras fue creado el mundo" (Talmud, Tratado de los padres). La naturaleza y el mundo están organizados por
diez palabras, lo mismo que toda la vida de la humanidad creyente está bajo la ley del Sinaí, Una ley en diez
palabras. Esta visión de Israel no es tan primitiva, solo al volver del destierro llegará esta visión de un Dios
universal que tiene en su mano todas las naciones, y no solo a su pueblo elegido. Es natural proponer como fecha
de composición de este himno el periodo de la dominación persa; entre el año 450 y el 300 a.C. Fue un tiempo de
paz y reflexión para Israel. Esta hipótesis se ve confirmada por el vocabulario del segundo Isaías (40—55) y se
refuerza por la comparación de los salmos y la literatura sapiencial, que adquiere todo su impulso en este
periodo. Cf. F. Castel, Comienzos…, pp. 8-9.
un proceso de separación, Dios crea la luz (día 1), el firmamento, separando las aguas
superiores de las inferiores (día 2), separa la tierra del mar y crea la hierba y los árboles
frutales (día 3), separa el día de la noche y crea el Sol, la Luna y las estrellas (día 4), los
animales y los pájaros (día 5), los animales terrestres y el hombre y la mujer (día 6),
descansando el séptimo día.
Resulta curioso que la existencia de la luz como realidad autónoma creada el día
primero, independientemente del Sol, la Luna y las estrellas, creados el día cuarto. Por otra
parte, la existencia de vida vegetal antes de que sea creado el Sol, cosa que hoy sabemos es
imposible. Estos detalles confirman el peligro y la imposibilidad de conciliar los antiguos
modelos científicos con los nuestros.
El segundo relato, nos sitúa en un mundo distinto. Cuando el Señor Dios hizo tierra y
cielo, no había aún matorrales en la tierra, no brotaba hierba en el campo, porque Dios no
había enviado la lluvia a la tierra, ni había hombre que cultivase el campo y sacase un animal
de la tierra para regar la superficie del campo. (Gen 2,4b-6). La majestuosidad del capítulo
primero, con su perfecta monotonía, cede el puesto a una cosmogonía terrestre; aunque se
supone que el mar existe ni siquiera se nombra. Al autor le llama la atención la ausencia del
agua, porque el Señor Dios no ha enviado la lluvia a la tierra. Antes de crear ningún ser vivo,
vegetal o animal, Dios crea al varón (Adán). Luego planta un jardín, que encomienda a su
custodia. Pero el hombre se siente solo, y Dios modela de la arcilla las fieras y los pájaros para
que le sirvan de compañía, ninguno de ellos se adecua al hombre por completo. Entonces Dios
crea a la mujer (Eva) a partir de una costilla de Adán. Cuando se le presenta, el hombre
exclama: "¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne"! Las diferencias entre
ambos relatos podemos resumirlos en los siguientes puntos:
En Gén 1 Dios emplea exclusivamente su palabra. Basta que de una orden para que su
deseo se cumpla. En Gén 2 Dios aparece como un alfarero que modela de arcilla Adán, igual
que las fieras del campo y los pájaros del cielo.
En Gén 1 los dos son creados al mismo tiempo y aparecen como reflejo de la imagen de
Dios. Al autor le interesa el sentido de la humanidad en el mundo. No cree que el hombre esté
por encima de la mujer; los dos aparecen como señores de la creación, porque los dos reflejan
la imagen del creador. En cambio, el autor de Gén 2 no se plantea el problema del dominio del
hombre sobre la naturaleza, sino la realidad sorprendente del matrimonio. ¿Por qué el
hombre abandona a su padre y a su madre, a los que está unido por la sangre y la historia, y
forma una familia nueva? ¿Es tan irresistible la atracción por la mujer? El hecho que Eva
proceda de la costilla de Adán no significa que sea inferior a él, sino que simboliza la profunda
intimidad y compenetración entre ambos (2,23). Ni el trabajo en el jardín ni los otros seres
animados llenan plenamente la Existencia de Adán.
Esta rápida comparación entre los dos relatos paralelos demuestra que los autores
bíblicos no les interesan primordialmente las afirmaciones científicas. Usan modelos de su
tiempo, muy diversos entre sí, porque necesitan expresarse de algún modo. Pero no pretenden
presentarlos como palabra de Dios. El que Dios haya creado al hombre solo mediante la
palabra, a partir del barro, o por evolución a partir de unas especies inferiores, no afecta al
contenido del mensaje bíblico. "La Biblia no nos enseña de que está hecho el cielo, sino como
se va al cielo". En definitiva, el conflicto entre la Biblia y las ciencias naturales no debería
existir. Lo hemos creado nosotros con nuestra ignorancia y con la manía de presentar como
revelación divina lo que era simple explicación humana8.
8 F. García López, El Pentateuco: Introducción al estudio de la Biblia, Estella 2003, pp. 21. “En el primer
relato, se pone de relieve la idea de un Dios trascendente, que crea por la palabra; los seres humanos aparecen al
final, como clave de bóveda de toda la creación. En el segundo relato, se refleja una concepción antropomórfica
de Dios; el hombre es el primer ser de la creación. Lejos de excluirse, estos relatos se complementan: en Gen 1,
Dios decide hacer al ser humano como una imagen / estatua viviente de la divinidad (1,26-28) y en Gen 2 se
presenta a Dios como un alfarero, mostrando cómo lo fabricó de hecho. En ambos, queda en evidencia la
soberanía del Dios creador”
El Pentateuco es una gran composición literaria, integrada por narraciones y leyes. Sus
personajes principales se desenvuelven, por regla general, en un marco espacial y temporal
muy amplios.
4.1. ETIMOLOGÍA
Dos son los nombres comúnmente empleados para denominar los cinco primeros
libros de la Biblia: Torá y Pentateuco. El sustantivo hebreo Torá significa básicamente
instrucción, pero tiene además otras acepciones. En la Biblia Hebrea, se refiere con frecuencia
a una ley o colección de leyes (cf. Lev 11,46; 26,46; Ez 43,11.12) y también a uno o más libros
(cf. Dt 31,26; Jos 8,34; 2 Rey 22,8.11; Neh 8,1; 2 Cr 34,14). La versión griega de los LXX
traduce Torá por nomos (νόμος—ley). La palabra griega pentateujos deriva de πέντα—Penta
(cinco) y τευχος—teujos estuche, para contener los libros / rollos. Aparece por primera vez en
el s. II d.C. El primero en usarla es el gnóstico Ptolemaios. La forma latina pentateuchus liber
se encuentra a partir de Tertuliano (fue un padre de la Iglesia y un prolífico escritor durante la
segunda parte del siglo II y primera parte del siglo III).
1) Beresit: en un principio.
2) Semot: nombres.
3) Wayyiqra y llamó.
4) Bemidbar: en el desierto.
5) Debarim: palabras.
La traducción griega de los LXX le dio un título referido al contenido del libro:
Las narraciones de la Biblia tienen un marcado carácter histórico. Influidos por los
estudios modernos sobre la literatura de ficción, Schneideau define las narraciones bíblicas
como “ficción historiada” y Alter como “historia ficticia”. Las narraciones bíblicas tienen un
objetivo y un trasfondo histórico innegable, pero no son historia en el sentido moderno de la
palabra. El pasado se recuerda en tanto en cuanto de él se pueden extraer lecciones para el
presente y para el futuro.
La historia del antiguo Israel constituye el objeto de una vasta obra narrativa que
abarca desde la creación del mundo hasta la caída de Jerusalén y el destierro en Babilonia
(Génesis—Reyes). El Pentateuco comprende la primera parte de esta narración: desde la
creación del mundo hasta la muerte de Moisés.
9 Van Seters propone cinco criterios para identificar la historiografía israelita antigua: 1. Es una forma
literaria intencional y no meramente accidental. 2. No consiste en una descripción objetiva del pasado, sino que
comprende también la valoración e interpretación de los acontecimientos históricos. 3. Examina las condiciones
actuales con su causalidad moral. 4. Es obra de una nación o un grupo étnico. 5. Forma parte de las tradiciones
literarias de un pueblo y juega un papel importante en la configuración de su identidad nacional. Véase: F. García
López, El Pentateuco: Introducción…, pp. 21.
los patriarcas, la historia legendaria, y el relato de Gen 1-11, la historia mítica. Esta
clasificación pone de relieve el carácter singular de la historia del Pentateuco.
En el Oriente próximo y, lo mismo que en Grecia y en Roma, las leyes tenían un origen
humano. Teóricamente, esto vale también para las leyes de Israel, pero la Biblia las hace
remontar todas a Yahvé. Solo el decálogo fue transmitido directamente por Dios (Ex 20,12;
5,4-6). Las otras leyes fueron transmitidas por medio de Moisés.
4.2.3.1. Yahvé
El Dios de la Biblia se puede considerar como un ser real o como un personaje literario.
En el Pentateuco, su presencia es constante (sólo el nombre de Yahvé aparece 1.820 veces);
sus palabras y acciones, decisivas. En los momentos cruciales, interviene siempre. Yahvé es
protagonista por excelencia del Pentateuco; todos los otros personajes dependen de Él. El
nombre de Yahvé aparece directamente ligado a la época de Moisés (Ex 3,13-15 relata el
momento de su revelación); indirectamente, también a épocas anteriores (cf. Gén 2,4; 4,26;
12,1...).
4.2.3.2. Abrahán
Con Abrahán comienza una nueva etapa. Abrahán es el padre de todo Israel, como
Adán lo es de toda la humanidad. Lo que hace de Abrahán un personaje realmente distinto y
singular es la llamada de Dios a romper con todo su pasado (12,1) y a emprender una nueva
aventura (12,2-3), a la par que su fe y obediencia al mandato divino (12,4a). Y todo esto a sus
setenta y cinco años (12,4). Nada cuenta el texto bíblico de los 74 primeros años de la vida de
Abrahán. Al autor del Génesis sólo le interesa la figura de Abrahán a partir de la llamada
divina.
Las narraciones sobre Abrahán no intentan ofrecer una biografía del personaje. Son en
buena medida legendarias y teológicas. Escritas bastantes siglos después de la supuesta época
de Abrahán, en su mayoría durante el destierro de Babilonia o incluso en la época postexílica,
tales narraciones tenían por objetivo ofrecer un paradigma para los judíos que vivían o habían
vivido en el destierro.
2.2.3.4. Moisés
La presencia y protagonismo de Moisés en Éxodo-Deuteronomio son tan decisivos que
sin él no se entenderían los acontecimientos expuestos en estos libros. Contrariamente a lo
que piensan muchos, Éxodo-Deuteronomio no sería tanto una historia narrativa de Israel
cuanto una biografía de Moisés, introducida por el libro del Génesis. La vida de Moisés es la
vida del primero y más grande líder del pueblo.
En los análisis de tipo narrativo se suele distinguir entre el tiempo narrado y el tiempo
de narrar. El primero es el tiempo que duran las acciones y los acontecimientos relatados. Se
mide por minutos, días, años... El segundo se refiere al tiempo material necesario para contar
una cosa. Se mide por palabras, versículos, capítulos... La relación entre ambos determina el
ritmo de la narración.
Sobre el tiempo de narrar, dan una idea muy aproximada los versículos de cada libro:
Génesis, 1.534; Éxodo, 1.209; Levítico, 859; Números, 1.288 y Deuteronomio, 955.
Una de las notas más destacadas del Pentateuco es el carácter itinerante de sus
personajes. “Mi padre era un arameo errante” (Dt 26,5). Así, los itinerarios patriarcales
contribuyen a la cohesión de los textos y de los personajes del Génesis. Los israelitas viajan
desde Egipto hasta Canaán, pasando por el desierto del Sinaí. El Pentateuco desde Gén 12
hasta Dt 34 se halla enmarcado por las referencias a la tierra prometida (ver Gén 12,1-8; 13,14-
17; Dt 34,1-4). En síntesis, la tierra de Canaán es la meta de los grandes viajes de los patriarcas
y de los israelitas: desde Mesopotamia, a través de Canaán, hasta Egipto (patriarcas), y desde
Egipto, a través del desierto, hasta Canaán (israelitas). Dos grandes itinerarios simétricos que
abarcan prácticamente todo el Pentateuco11.
5. PROBLEMAS LITERAIOS
10 Cf. F. García López, El Pentateuco: Introducción…, Estella 2003, pp. 29-30. La enorme extensión del
tiempo narrado en el Génesis se corresponde con su carácter mítico y legendario. Buena prueba de ello es la
longevidad excepcional atribuida a los antepasados de la humanidad, que se va acortando a medida que se
acercan a la historia. Antes del diluvio, los seres humanos vivían entre 969 y 777 años (se exceptúa Henoc, del
que no se dice que haya muerto: cf. Gen 5). Después del diluvio, viven entre 600 y 205 años (cf. Gen 11,10-26) y,
a partir de Abrahán, entre 200 y 100 años. Aunque estos números distan mucho de los ofrecidos por algunas
listas de reyes sumerios anteriores al diluvio, que vivieron entre 43.200 y 18.600 años, sobrepasan con creces la
edad normal de la raza humana: 70-80 años, a decir del salmista (Sal 90,10), y 21-66, a juzgar por la edad de los
reyes que reinaron en Israel entre 926 y 597 a.C.
11 Véase: J. Lois Ska, Los enigmas del pasado…, pp. 9-10. Una de las adquisiciones esenciales de las
ciencias bíblica de los últimos dos siglos; en este caso que los relatos bíblicos nos informan más sobre el mundo
de quienes lo han escrito que sobre el mundo que describen. Es decir, los textos bíblicos nos informan poco sobre
el mundo del relato y más sobre el de sus autores. Los relatos patriarcales, por ejemplo, no nos dicen gran cosa
sobre una supuesta era patriarcal; nos revelan más bien, por el contrario, cuáles eran las preocupaciones de un
pueblo que intenta definir su identidad a partir de un pasado remoto.
aparecen, hay que agregar las hipótesis de la crítica textual de los últimos dos siglos:
Tetrateuco, Hexateuco, Eneateuco.
El 8 de julio de 1942, Martín Noth afirmó que, los libros que van de Josué hasta 2 Reyes
no se debían considerar como libros independientes unos de otros, sino que formaban parte
de un todo, al que había que añadir también el Deuteronomio. Es decir, los siete libros que
van desde Dt a 2 Rey formaban una sola obra, compuesta por un solo autor o escuela de
autores (Deuteronomio, Josué, Jueces, 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes, 2 Reyes). Así, contamos
con un relato que cubre casi setecientos años de historia, el tiempo que va desde la entrada en
la tierra prometida (1230 a.C) hasta el abandono de esta en el momento del destierro (587
a.C). Al colocar el Deuteronomio con los libros que vienen a continuación, Martin Noth reduce
el Pentateuco a cuatro libros, o sea, queda en Tetrateuco.
Son muchos los que comparten este parecer como hipótesis de trabajo. Los que no
comparten esta tesis, como G. Vond Rad, creen que el Pentateuco tal como se encuentra
actualmente en la Biblia resulta un cuerpo incompleto, que está exigiendo también el libro de
Josué. En su estado actual, el Pentateuco se parece a un torso sin cabeza, ya que una de las
promesas que más se repite a lo largo del Pentateuco es la posesión de la tierra, posesión que
se realizará precisamente en el libro de Josué. La lógica pediría, por tanto, que el libro de
Josué formara bloque con los cinco primeros libros de la Biblia. En consecuencia, en vez de
Pentateuco, habría que hablar de Hexateuco, seis libros (Génesis, Éxodo, Levítico, Números,
Deuteronomio, Josué).
Más aún, otros autores piensan que la historia iba seguida desde la creación del mundo
hasta el destierro, es decir, los nueve primeros libros de la Biblia formando una sola obra (del
Gn a 2 Ry), por tanto, habría que hablar de Eneateuco. Nueve libros, dado que
originariamente Samuel y Reyes eran solo dos libros, no cuatro como ahora (Génesis, Éxodo,
Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Samuel, Reyes)12.
Cada época tiene su propia manera de leer la Biblia, acorde con las corrientes
intelectuales del momento. Por ejemplo, las corrientes humanísticas del renacimiento,
12 Cf. A. Gonzales Lamadrid, Las Tradiciones Históricas de Israel, Estella 2018, pp. 23-25.
Desde tiempos muy arcanos la tradición judeocristiana aseguraba que el autor del
Pentateuco era el mismo Moisés. Posición asimilada igualmente por los Padres de la Iglesia
como por todos los escritores judíos y cristianos del medioevo, hasta el punto de convertirse
en un imperativo dogmático. No obstante, la crítica sobre la autenticidad mosaica del
Pentateuco comenzó enérgicamente en el siglo XVI. Se había llegado a la convicción de que el
Pentateuco absolutamente en todas sus partes no podría pertenecer a Moisés. Dichas
posiciones fueron tomadas en serio en el ámbito eclesiástico, protestante y judío. A pesar de
ello, la atribución del Pentateuco a Moisés se prolongó hasta muy entrado el siglo XVIII.
Bástenos un sólo ejemplo en este punto, para ver con claridad que Moisés no pudo ser
el autor del Pentateuco: Gen 42-6 reza que Enós fue el primero en invocar el nombre de
Yahvé, y sabemos hasta la saciedad que el nombre de Yahvé en realidad no fue conocido sino
hasta la llamada de Moisés (Ex 3,13-15). Esto hace poco creíble que Moisés haya escrito esta
obra en toda su densidad y extensión.
Son muy frecuentes en esta obra las leyes y narraciones repetidas (2 o más veces). El
decálogo festivo se repite 4 veces: Ex 23,14-16; 34,18-22; Lev 23; Núm. 28—29. Hay dos
narraciones del diluvio: Gen 6—8. Sara, la esposa de Abraham miente dos veces para salvarlo
de la muerte: Gen 12,10-20 = Gen 20,1-18. En dos veces se nos cuenta el episodio de la venta
de José por parte de sus hermanos: Gen 37. El decálogo se presenta duplicado: Ex 20 y Dt 5.
El código de la alianza tolera variedad de santuarios, pero el código Deuteronómico sólo
acepta el de Jerusalén: Ex 20,24; Det 12,1ss.
Ahora, ¿Si Moisés es el único autor de todo el Pentateuco, por qué habría de caer en
tantas repeticiones y contradicciones a la vez? Con los ejemplos anteriores nos queda claro
que esta magna obra clama por diversidad de autores, variadas épocas y de una gama de
tradiciones. Pero, entonces, ¿Cuál sería la solución más adecuada y acertada a este problema?
La investigación bíblica a este respecto lleva más de tres siglos, para lo cual se ha
saturado de teorías hipotéticas, pero no ha logrado llegar a instancias de un conocimiento
satisfactorio en este orden de cosas. La hipótesis documentaria de Graf y Welhausen de fines
del siglo XIX, ha estado vigente, y casi se ha constituido en el canon hermenéutico viable para
entender, interpretar y solucionar los problemas del Pentateuco.
a.C. Un siglo más tarde se forma en el reino del Norte el Elohísta (E), ambos corres paralelos
durante años, sin conocerse. Hasta que el año 722, cuando la capital del Reino del Norte,
Samaría, cae en manos de los Asirios, muchos israelitas huyen a Judá, llevando consigo el río
(Documentos) de las tradiciones Elohísta, que terminan fusionándose con las yahvistas (J+E).
Pasa otro siglo, y en tiempos del rey Josías nace el río Deuteronómico (D), cuyas aguas se
unen un poco más tardes a las anteriores (J+E+D). A mediados del siglo V surge el río
(Documentos) Sacerdotal (P). por último, hacia el año 400, todos estos ríos (documentos o
tradiciones) unidos dan lugar al Pentateuco. La teoría del Wellhausen podemos representarla
gráficamente del siguiente modo:
850 J
750 E
721 J+E
621 D
600 J+E+D
450 P
400 J+E+D+P
PENT Pentateuco
La protohistoria (Gen 1—11), los relatos patriarcales (12—50), los relatos sobre Moisés y
la salida de Egipto (Ex 1—14 [15]), la revelación en el Sinaí (Ex 19—24; 32—34), la marcha por
el desierto (Ex 16—18; Núm. 11—20), la conquista de la tierra (Núm. 20,14ss). Es imposible
descubrir una línea común en estas unidades; por tanto, la teoría de las fuentes es pura
ficción.
Rendtorff insiste en que la teoría de Wellhausen es más aparente que real: en el fondo,
no hay dos autores que coincidan, y las contradicciones se dan incluso en temas de suma
importancia.
Pero Rendtorff no se dedica a una crítica demoledora. Ofrece una nueva propuesta, que
podríamos encuadrar dentro de las teorías fragmentaria y suplementaria. El proceso de
formación de Pentateuco habría atravesado los siguientes estadios:
2. Las colecciones parciales menores (p. ej., Los textos sobre Jacob y Labán);
Unidades menores
Propuesta Protohistoria
Revelación en el Sinaí
Elaboración Deuteronomista
Como es normal, ante cada tesis y en cualquier disciplina no se hacen esperar los
opositores. Erhard distingue dentro del Pentateuco dos amplios bloques de textos: una
composición deuteronomista (KD) y una composición sacerdotal (KP), ambas nacidas
aproximadamente en la misma época, la posexílica. La deuteronomista de los primeros años
del posexilio, supone la existencia de la Historia deuteronomista (Josué- Jueces- Samuel-
Reyes) y la completa comenzando con la historia de Israel desde Abrahán y terminando con la
muerte de Moisés. Refleja la esperanza de la restauración del gran Israel (Cf Gn 12,2).
Terratenientes
de Judá
KD Historia De Abrahán Esperanza de
deuteronomista a Moisés restauración del
+ = Gran Israel
P
E
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T Época
E Posexílica
U
C
O
KP No es Tradiciones Tema
redacción ni antiguas y central la
fuente versiones cercanía de
propias Dios
Clero de
Jerusalén
Desde los comienzos de la investigación crítica hasta nuestros días, el libro del Génesis
ha atraído con frecuencia la atención de los exegetas, jugando un papel central en la
formulación de las teorías críticas del Pentateuco. El Génesis es el título que la Biblia griega le
dio al primer libro del Pentateuco. Es el libro de los orígenes. En el laten algunos de los
grandes interrogantes de la humanidad a cerca del cosmos, la vida y la muerte, del bien y del
mal.
Desde el punto de vista formal, el Génesis se compone de narraciones y genealogías.
Las narraciones versan sobre los orígenes del mundo y la humanidad y sobre los orígenes del
Israel. Gen 1—11 poseen algunos rasgos míticos, en cambio las narraciones sobre el origen de
Israel Gen 12—50 tienen más bien un carácter legendario, se trata de narraciones cortas, de
© Antonio Ocampo Muñoz Pbro. 2023
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tipo popular y familiar, relativas a los antepasados de Israel. Entre los personajes principales
de los primeros 11 capítulos destacan Adán y Noé. El término Adán unas veces refiere al ser
humano en general (1,26-27; 2,7.15) y otras al primer hombre (4,1.25; 5,1.3). Si Adán
representa a la humanidad creada por Dios, Noé es el representante de la humanidad salvada
por Dios del diluvio. En esta perspectiva Noé aparece como un nuevo Adán.
Los protagonistas de Gen 12—50 son Abrahán, Isaac, Jacob y José. La historia de todos
los personajes humanos aparece marcada por la intervención divina. En realidad, Dios es el
protagonista clave de todo el libro.
7.1. TEOLOGÍA
El Dios del Génesis aparece, en primer lugar, como el Dios creador. A diferencia de
todos los demás personajes del libro, el Dios creador no tiene genealogía ni pasado; carece de
historia. Esto le convierte en un ser totalmente diferente. Dios no entra en escena como los
otros personajes, sino que lo primero que hace es crear la escena. Así, se acredita no sólo como
el creador, sino también como el director y señor del mundo y de los seres que ha creado.
El Dios del Génesis es, además, el Dios de la bendición y de la promesa, dos temas
teológicos clave en el libro. En la perspectiva genealógica del Génesis, la bendición de la
primera pareja (1,28) adquiere una dimensión fontal para todo el género humano. En la
genealogía de Adán (Gn 5), se comienza evocando la creación del ser humano a imagen de
Dios y la bendición divina, para añadir que Adán engendró a Set “a su imagen y semejanza”
(5,1-3; 1,26-28). La genealogía del cap. 5 alude a la transmisión de la imagen y de la bendición
divinas a través de los hijos, desde Adán hasta Noé, subrayando de este modo la función
teológica de la genealogía.
Dios bendice también a Noé y a sus hijos: Sem, Cam y Jafet (9,1). Sem conecta, por un
lado, con Noé y, por otro, con Teraj, padre de Abrahán. La historia de éste comienza bajo el
signo de la bendición y de la promesa. El Dios del Génesis, en fin, es también el Dios de la
alianza. Primero será la alianza de Dios con Noé (9,8-17).
escena, los personajes humanos van cobrando mayor autonomía. La trama narrativa, que
comienza siendo episódica, pasa a ser más sostenida luego y termina siendo mucho más
unificada. En la estructura del Génesis encontramos cuatro secciones narrativas:
b) la de Abrahán (11—25),
c) la de Jacob (25—36)
d) y la de José (37—50).
En realidad, esta división se da la mano con la distinción clásica entre Historia de los
Orígenes e Historias patriarcales.
Pocos textos bíblicos han suscitado tanto interés y provocado tantas polémicas entre los
especialistas de distintos campos como los del comienzo del Génesis. El avance de las ciencias
y de las letras en el s. XIX obligó a los exegetas a repensar el significado de los relatos de los
orígenes del mundo y de la humanidad. Las conclusiones de los geólogos sobre la edad de la
tierra o de las ciencias naturales y biológicas sobre el origen de las especies supusieron un reto
para las interpretaciones tradicionales de Gen 1—11.
Los dos grupos de narraciones más importantes (Gn 1—3 y 6,9—9,17) forman una
especie de díptico, con algunos elementos paralelos. En ellos, se ponen de relieve la creación
(cap. 1—3) y la contra-creación (cap. 6—7) más la re-creación (cap. 8—9). Gn 1 presenta la
creación como una victoria sobre el caos; Gn 6—7, como una vuelta a la situación caótica del
principio. Si la figura clave de los tres primeros capítulos es la de Adán, la del relato del
diluvio es Noé, que en ciertos aspectos posee los rasgos de un nuevo Adán, el representante de
la humanidad postdiluviana.
Por su forma y estilo, esta primera página de la Biblia es una pieza maestra del arte
narrativo. Su estructura es numérica, con siete gradas correspondientes a la primera semana
de la creación. Tras la introducción general (v. 1-2), se va presentando cada uno de los siete
días. Los seis primeros, los días de la creación, siguen un esquema con cinco puntos:
1) fórmula introductoria: “Y dijo Dios”
Existe una correspondencia entre los tres primeros días y los tres días sucesivos, como
muestra el siguiente esquema
La introducción (v. 1-2) pone de relieve la situación caótica antes de comenzar la obra
creadora. En los cuatro primeros días, destaca el motivo de la separación: luz y tinieblas,
aguas inferiores y superiores, agua y tierra, día y noche. Son divisiones elementales, como
elementales son también las divisiones de los animales (acuáticos, volátiles y terrestres) u
otras divisiones que, sin afirmarlo expresamente, se dan por supuestas: cielo y tierra,
animales y plantas, hierba y árboles frutales, etc. La división es principio de orden, y la
clasificación, principio de distinción. Es un orden religioso y tiene un carácter moral, pues
está impregnado por la palabra de Dios y es calificado de bueno. En el esquema de siete días,
el día cuarto ocupa el puesto central. Las lumbreras celestes no sólo sirven para separar el día
de la noche, sino también para señalar las fiestas, los días y los años (v. 14), un dato
fundamental para regular el culto y fijar el calendario litúrgico.
El día séptimo es diferente de todos los otros: es el día santificado por el descanso de
Dios. La primera semana de la creación es una proyección al tiempo primordial de la semana
de seis días laborables y un día de reposo. El reposo divino tiene carácter ejemplar: es imitado
por el hombre en la liturgia del sábado; el día séptimo apunta hacia el sabbat.
Gn 2-3 es una descripción del estado original, que se sirve libremente de un cierto
número de concepciones mitológicas (paraíso, árboles de la vida y de la ciencia, etc.) 15. La
imagen de un jardín paradisíaco en el Oriente aparece en los poemas sumerios y el árbol de la
vida se encuentra en los mitos16 babilónicos como símbolo de vida larga o, incluso, de
14 26 Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves
del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó,
varón y mujer los creó. 28 Dios los bendijo; y les dijo Dios: Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y
sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra”.
15 Cf. G. Von Rad, El libro del Génesis, Salamanca 1997, pp. 118-19
16 ¿Qué es un mito? ΕΙ mito es un relato que tiene por objeto expresar el origen de lo que existe, explorar la
complejidad del mundo en medio del cual viven los hombres. Como tal, representa una de las modalidades de la
reflexión humana. ΕΙ mito es anónimo y colectivo. Con frecuencia es leído durante la celebración de una fiesta
que retoma ritualmente sus elementos. ΕΙ racionalismo del siglo ΧΙΧ vertió sobre el mito juicios muy negativos
asimilándolo a una forma de pensamiento prelógica, irracional, que dependería solo de la imaginación.
Recientemente se ha afirmado una concepción mucho más positiva: el mito aparece como un lenguaje hecho
para captar realidades que el lenguaje corriente no es capaz de designar; es el medio para significar realidades
invisibles ο trascendentales, para explorar los arcanos de la vida. Por ello puede ser portavoz de una verdad más
profunda que la verdad histórica. Se ha dicho que era un esfuerzo de conocimiento de los incognoscible. También
la tradición bíblica se encuentra con el lenguaje del mito, especialmente en los once primeros capítulos del
Antropología teológica son aquí inseparables, desde las primeras líneas de la narración,
se dice que Yahvé modeló al hombre ('adam) de arcilla del suelo ('adamah), sopló en su nariz
un aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser vivo (2,7). La asonancia entre 'adam y
'adamah denota la solidaridad original entre el hombre y el suelo. A su vez, el aliento vital
refuerza los lazos entre la criatura y el creador. La arcilla cobra vida cuando Yahvé insufla en
ella aliento de vida. Sólo entonces queda el hombre constituido en ser viviente.
Yahvé plantó un jardín y allí colocó al hombre, para que lo guardara y lo cultivara (2,8-
9.15), y puso a su disposición todos los árboles del jardín (2,16), salvo uno: “del árbol de la
ciencia del bien y del mal no has de comer, pues el día en que comas de él, morirás sin
remedio” (2,17). El sentido de la vida paradisíaca no consiste tanto en el placer, cuanto en la
obediencia al mandato divino. Mientras el hombre observe el mandato de Dios, podrá
disfrutar del jardín; de lo contrario, su situación cambiará completamente.
Génesis dedicados a la raíz oscura de la historia. ΕΙ recuerdo de mitos muy famosos en el mundo antiguo aflora
en este texto. Pero la Biblia privilegia demasiado la historia para mantener una relación apacible con el mito,
ahistórico por esencia. De hecho, utiliza motivos míticos que somete a un severo tratamiento desmitologizador,
pues los convierte en medios de expresión de un lenguaje simbólico que le permite evocar realidades que
desbordan la experiencia. Cf. M. Quesnel — P. Gruson, La Biblia y su cultura: Antiguo Testamento, Santander
2002, pp. 40.
Caín y Abel, la primera pareja de hermanos. Al igual que Adán y Eva, la primera pareja
humana, son figuras paradigmáticas: representan a los seres humanos que violan los lazos de
sangre, que pervierten la fraternidad en fratricidio. Es un modelo de comportamiento
rechazable. La lección de Yahvé a Caín (v. 7) se la puede aplicar cualquier otro ser humano a sí
mismo. El pecado de Gen 3 daña las relaciones marido-mujer, criatura-creador, hombre-
tierra. El pecado de Caín afecta gravemente a las relaciones entre hermanos, al mismo tiempo
que aparta de Dios (v. 14.16). La maldición-castigo de Caín es mucho más dura que la de
Adán; éste, aunque con fatiga y sudor, puede conseguir frutos de la tierra; aquél, no. Pero Dios
mitiga el castigo de Caín, protegiendo su vida (v. 15), a pesar de que él no protegió la de su
hermano.
6,9—9,17 “La historia de Noé” El Génesis relata el diluvio como una catástrofe de
proporciones gigantescas que borró de la superficie de la tierra a todos los vivientes, excepto a
Noé, a su familia y a un puñado de animales de distintas especies. La narración consta de dos
partes: la primera (6,9-8,22) presenta el diluvio como el final de una era; en la segunda (9,1-
17), la bendición de Dios y su alianza con Noé y sus hijos representan el comienzo de una
17 Aunque el comentario es corto para la explicación del capítulo cinco, es bien aconsejable, así como para
todos los comentarios, la confrontación con el texto bíblico. De los contrario no se comprende bien la explicación
y la lectura se va tornando tediosa.
nueva era. El autor presenta a Noé como el hombre más justo y honrado de su época, y la
tierra como corrompida y llena de crímenes. Esto justifica el castigo divino y el diluvio.
La alianza (9,8-17) asegura la estabilidad del cosmos para el futuro: Dios promete que
no habrá otro diluvio que devaste la tierra y garantiza su promesa con el signo del arco iris. El
arco iris, símbolo de la unión del cielo con la tierra, será el signo visible de esta nueva realidad
invisible. La obediencia de Noé cambia el rumbo de la humanidad, abocada a su propia
aniquilación. De la bendición divina y de la alianza entre Dios y Noé surgirá una humanidad
nueva. Noé será el padre de la nueva humanidad, como Adán lo era de la antigua.
Implícitamente se invita a la nueva humanidad a marchar con Dios, como Noé.
Desde el punto de vista formal, en Gen 10 se pueden distinguir dos listas genealógicas
diferentes: una esquemática, con un esquema formal regular (v. 1a.2-7.20-23.31-32), y la otra
narrativa e irregular, con diversas informaciones sobre personas y naciones (lb.8-19.24-30).
La lista esquemática muestra el extraordinario crecimiento de los descendientes de Noé; son
tan numerosos que llenan la tierra, de acuerdo con la bendición de 9,1-7. La lista narrativa da
indicaciones, de tipo anecdótico, sobre el origen de los pueblos cercanos a Israel: Sem
representa a los semitas (arameos, asirios y árabes); Cam, a los camitas (cananeos y
norteafricanos: egipcios, libios, y sudaneses) y Jafet, a los pueblos del noroeste de Israel
(griegos, hititas y chipriotas). Ambas listas se integran en un esquema tripartito,
correspondiente a los tres hijos de Noé, precedido y seguido respectivamente por una breve
introducción y conclusión. Aunque limitado a un contexto geográfico, el cap. 10 ofrece una
panorámica universal. Aquí se fundamenta el universalismo bíblico, anterior a la elección de
Israel. En esta perspectiva, la elección de un pueblo de entre las naciones y la promesa
consiguiente apuntan, en último término, a todas las familias de la tierra (Gen 12,3). La
voluntad sal vírica de Dios tiene como horizonte la creación entera.
Es el último relato de la Historia de los Orígenes, un buen ejemplo del arte narrativo
del Génesis. Consta de dos partes: en la primera (v. 1-4), el protagonista es el hombre; en la
segunda (v. 5-9), Yahvé. La fórmula “Yahvé bajó para ver” (v. 5) encierra una fina ironía: los
hombres quieren construir una ciudad que llegue hasta el cielo, y Dios, que habita en el cielo,
tiene que bajar para verla. Y no porque Dios sea corto de vista, sino por lo mezquina que era la
torre. Situada en el centro de la unidad, esta fórmula marca un punto de inflexión: a la acción
del hombre (v. 1-4), responde la reacción de Dios (v. 5-11). El deseo de los hombres de llegar
hasta el cielo (v. 4), morada de Dios, puede parangonarse con el deseo de ser como Dios (3,5).
En los dos casos, se palpa la arrogancia humana frente a Dios, al intentar traspasar los límites
impuestos por Él a los seres humanos.
Se palpa un nuevo intento de superar los límites de Dios del capítulo 3, el hombre
quiere ser igual a Dio. El proyecto de la torre tan grandioso a los ojos de los hombres como
insignificante a los de Dios, muestra que no se puede construir el mundo sin contar con Dios y
menos aún en contra de sus planes.
Gen 11,10-26 contiene una genealogía lineal, como la del cap. 5. El esquema de base es
el mismo, si bien en 11,10-26 faltan las fórmulas referentes a la suma total de años y a la
muerte. Si Gen 5 trazaba la línea genealógica desde Adán hasta Noé, 11,10-26 continúa la línea
desde Sem, hijo de Noé, hasta Teraj, padre de Abrán. La genealogía de Adán se termina con la
indicación de los años de Noé, cuando engendró a sus tres hijos: Sem, Cam y Jafet (5,32).
Asimismo, la genealogía de Sem se remata con la indicación de los años de Teraj, cuando
engendró a sus tres hijos: Abrán, Najor y Jarán (11,26). La genealogía de Sem pasa del mundo
distante de los orígenes al mundo más cercano de los patriarcas. Con la tabla de las naciones,
donde los descendientes de Sem ocupan un puesto relevante (10,21-31), comienza el proceso
de identificación de Israel con las otras naciones del mundo; la panorámica es universal.
18 La historia de los patriarcas, Gen 12—50, fue uno de los temas que no se abordaron en este curso, las
razones son obvias. Principalmente por escases de tiempo y porque por efectos metodológicos se requería hacer
El segundo libro del Pentateuco se nombre en hebreo: “Elleh Shemot” (estos son los
nombres), por las primeras palabras con las cuales empieza (Ex: 11); de aquí que se le llame:
“El libro de los nombres”. Los LXX le dan el nombre de ἔξοδο, como fiel reflejo de su
acontecimiento central: la salida de Egipto. Entre los rasgos más significativos del libro del
Éxodo está la alternancia de narraciones y leyes.
Las leyes se hayan agrupadas en tres perícopas: el decálogo ético (20,2-17), el código de
la alianza (20,22—23,19) y el decálogo cultual (34,14-26). Algunos autores clasifican los
capítulos 25 al 31 y el 35 al 40, relativos a la construcción del santuario y a otras instituciones
cultuales, entre los textos legales, pero estos capítulos no encajan con el género de las leyes.
Por su contenido las leyes suelen distinguir los elementos jurídicos correspondientes al
derecho civil y criminal, los éticos y los cultuales. Se ha hecho clásica la división tripartita:
jurídica – ética – cultual. Tanto los diez mandamientos como como las leyes del código de la
alianza tratan de regular las relaciones del israelita con Dios y con su prójimo.
una clasificación temática. La Historia de los patriarcas no es un tema menos importante que los otros, al
contrario, reviste suma importancia debido a que contiene los datos de la formación del Pueblo de Israel a partir
de Abrahán y su descendencia. Ya queda como motivación personal o por necesidad investigativa recurrir a la
bibliografía de la que se hizo referencia en el transcurso del semestre.
¿Qué relación existe entre las leyes y las narraciones? En la forma actual del libro, las
narraciones se entrelazan con las leyes, invitando así a una lectura conjunta. Las narraciones
del a salida de Egipto (1—15) preceden los acontecimientos del Sinaí y sus leyes (19—40). Las
leyes son causes de vida y libertad. El Señor las da a su pueblo para que no vuelvan a caer en la
esclavitud y para que viva libremente.
El Éxodo se divide en tres escenarios: Egipto — el desierto — la montaña del Sinaí que
dan pie para dividir el libro en cuatro secciones:
8.2. TEOLOGÍA
El Éxodo es uno de los libros con mayor carga y densidad teológica. Temas tan
importantes como la liberación, la alianza y la teofanía, la ley o el santuario. En todas ellas
aparece Dios con un protagonismo indudable. El nombre de Dios guarda relación con el verbo
ser. Cuando Moisés pregunta por el nombre a Dios, responde: “Yo soy el que soy” o “Yo soy el
que seré”. Da a entender que Dios irá mostrando progresivamente, en sus palabras y acciones,
su verdadera identidad. El Señor es ante todo el Dios que salva (3,7-12). El cántico de Moisés
(15,1-18) celebra la victoria del Señor sobre el faraón y la liberación definitiva de Israel de la
esclavitud de egipcia. Una vez convertido en soberano de Israel, el Señor guía y protege a su
pueblo por el desierto, dándole el agua (15,22-27; 17,1-7) y el alimento (Ex 16).
La montaña de Dios es mucho más que lugar de parada en la marcha del desierto.
Según Jos 5,4-5, el Sinaí es la montaña de donde viene Dios para salvar. Allí se inició el Éxodo
(3,1-2) y allí se pronunció condena y salvación en tiempo de Elías (1 Re 19). A partir de Ex 19,
el Sinaí es el punto de encuentro entre el Seño e Israel.
El Pentateuco recopila tal cantidad de leyes que ocupan más de la tercera parte de los
libros (Ex 20—40, Levítico y Dt 12—26). Precisamente su nombre hebreo, "la ley", "la ley de
Moisés", hace referencia a la importancia del material jurídico. Un pueblo sin leyes carece de
algo esencial. Las normas que rigen las relaciones entre los hombres y de éstos con Dios son
tan importantes como el don de la libertad y el de la tierra prometida hacia la que marchan.
Sin embargo, no es fácil adentrarse en este mundo legal del Pentateuco, que ofrece una
imagen bastante caótica. Hay códigos, como el decálogo, que están repetidos (Ex 20 y Dt 5).
Ciertas secciones mezclan leyes y narraciones (Ex 20—34). Otras mezclan leyes y
exhortaciones (Dt). Se dan cambios bruscos de temática, y encontramos maneras muy
distintas de formular los preceptos. Así pues, las leyes de Israel como las de cualquier pueblo
no surgen de mentes apresuradas, en busca de problemas teóricos. Responde, más bien, a
necesidades vitales. En efecto, fruto de casos concretos, de experiencias generalmente tristes,
fueron surgiendo las leyes de Israel. Cf. Ex 21,33-34; 22,4; Lev 13,9-11.45-46.
c) A partir de David (siglo X), la corte adquiere gran importancia. El rey tiene la
obligación de juzgar (1 Sm 15,1-4; 1 Re 3,16-28; 2 Re 8,4-6). Según 2 Cr 19,5-11, Josafat de
Judá (870-848) estructuró la administración de la justicia en todo el país.
a) Insuficiencia de los grandes principios. Una ley tan genérica como "no matarás" (Ex
20,13) exige en la práctica muchas matizaciones. ¿Qué ocurre con el que mata sin intención?
(Ex 21,12-15). ¿Y si uno mata a un ladrón mientras está robando? ¿Es lo mismo matarlo de
noche que de día? (Ex 22,1-2) ¿Y si le pega a su esclavo una paliza que lo mata? (Ex 21,20).
También puede ocurrir que no mate a nadie, pero le cause graves lesiones físicas (Ex 21,18-
19.22-25.26-27).
Debemos distinguir dos grupos fundamentales: las leyes apodícticas y las casuísticas.
Las primeras mandan o prohíben algo. Las segundas plantean un caso general. A menudo con
diversos matices o un caso concreto que comienza por "cuando..."
a) Apodícticas prohibitivas: "No matarás", "no robarás"... Quizá sean las más antiguas.
Usan la segunda persona del singular. Originariamente son muy breves. "No oprimirás ni
vejarás al emigrante, porque emigrantes fuisteis vosotros en Egipto" (Ex 22,20; ver Dt 22,5;
23,19). En ocasiones se añade una amenaza: "No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque si
los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a
espada..." (Ex 22,21-23).
d) Casuísticas con diversos matices: "cuando... si... si... si..." Son más frecuentes que
las anteriores. "Cuando te compres un esclavo hebreo, te servirá seis años y el séptimo
marchará libre, sin pagar nada. Si vino solo, marchará solo. Si trajo mujer, marchará la mujer
con él. Si fue su dueño quien le dio la mujer... entonces la mujer y los hijos pertenecen al
dueño..." (Ex 21,2-6.7-11.28-32.).
Naturalmente, las leyes no podían andar sueltas. Era preciso recopilarlas en bloques
más o menos grandes:
Si aceptamos que los patriarcas eran pastores seminómadas, esto significa que no
poseían un código escrito ni se planteaban los complejos problemas jurídicos que afectan a
una sociedad más estructurada. Ellos se rigen por el llamado "código el desierto", que abarca
dos normas fundamentales: hospitalidad y venganza.
9.6.2. Moisés
Según la tradición bíblica, el gran legislador de Israel fue Moisés. Nosotros pensamos
inmediatamente en el decálogo. Indudablemente, Moisés tendría que resolver muchos
problemas durante la etapa del desierto. Pero lo que lo ha hecho famoso ha sido el decálogo.
Sin embargo, surge de entrada una dificultad. El decálogo se conserva en dos versiones (Ex
20,1-17; Dt 5,6-21). Aunque coinciden casi al pie de la letra, entre ellas hay algunas diferencias
notables.
Por ejemplo, el mandamiento sobre la observancia del sábado tiene distinta
justificación histórica: en Ex 20 se invoca la creación, aduciendo que Dios descansó el séptimo
día; en Dt 5, para justificar el descanso se apela a la salida de Egipto, dando un claro matiz
social al precepto. Más interesante todavía es comparar las distintas versiones del último
mandamiento. En Ex 20,17 se dice: "No codiciarás los bienes de tu prójimo. No codiciarás la
mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni todo lo que sea de
él". La mujer aparece como uno más de los bienes del hombre, junto al buey y al asno. Aunque
no estamos seguros de que existiese en el antiguo Israel un Movimiento Feminista de
Liberación, la formulación del precepto no parecía muy afortunada.
El decálogo abarca dos aspectos fundamentales, que hizo a los judíos posteriores
dividirlos en dos tablas: En realidad, lo que pretende inculcar el decálogo es el respeto
absoluto al prójimo: a su vida, a su intimidad matrimonial, a su libertad preceptos que se
refieren a Dios, y los que se refieren al prójimo. A sus derechos en la comunidad jurídica, a sus
posesione. Pero antes que los derechos del prójimo están los de Dios, defendidos en los
primeros mandamientos. Son de tremenda originalidad. Sobre todo, las ideas de dar culto a
un solo Dios y de no utilizar imágenes en el culto, contrastan con lo que sabemos de todas las
religiones antiguas.
19 Lv 25,32-34. “32 Los levitas tendrán derecho perpetuo de rescate sobre las casas que tienen en las
ciudades de su propiedad. 33 Si no se rescata algo perteneciente a un levita, lo que ha vendido, cuando es casa en
una ciudad de su propiedad, quedará libre en el año jubilar; porque las casas de las ciudades de los levitas son su
prescripciones sobre el culto, destinado en primer lugar al sacerdocio, en virtud del exacto
cumplimiento de sus funciones; y, en segundo lugar, es una enseñanza para el común del
pueblo sobre la santidad en los más diversos campos de la vida. Los hebreos le llamaban
Wayyqra’ (“y llamó”), simplemente, porque de este modo inicia el libro: “Y llamó el Señor a
Moisés”. Fue a partir de la versión Septuaginta que se le empezó a designar así: Levítico-
Λευιτικος.
Buena parte del escrito trata del culto y de cuanto se relaciona con él; y es sabido que el
culto era incumbencia de los sacerdotes, los cuales eran descendencia de Leví. Además, uno de
los temas más recurrentes era de la santidad de los sacerdotes. Lev 1—5 describe el ritual de
los sacrificios; Lev 6—7 añade normas complementarias. Los rituales de los sacrificios
clásicos, el holocausto y el sacrificio de comunión, son más antiguos que los de expiación y
reparación.
propiedad entre los hijos de Israel. 34 Los campos que rodean sus ciudades no pueden ser vendidos, pues son
propiedad suya a perpetuidad”.
20 Cf. Introducción al libro del Levítico de la Biblia de América, Casa de la Biblia, 1995. pp. 143. La
santidad expresa en primer lugar todo el misterio insondable de la trascendencia divina: el Dios imposible de
abarcar, de comprender, de expresar, el totalmente Otro. Pero el Dios trascendente se ha hecho cercano y se ha
elegido a un pueblo con el cual entra en comunión, compartiendo con él vida y santidad. Para Mantener y crecer
en santidad, y poderla proyectar sobre los demás pueblos, Israel necesita ofrecer a Dios un culto digno (Lev 1–
10); mantenerse puro ritualmente (Lev 11–16); ser fiel a las leyes y costumbres en todas las esferas de la vida y en
todos sus ámbitos: individual, familiar y social (Lev 17–27).
pureza: Lev 11—15. El libro prosigue con los relatos de la celebración del gran día de expiación
(Lev 16).
Ahora bien, los sacerdotes de Jerusalén poseían un tesoro legislativo, la susodicha ley
de santidad, que abarcaba todos los aspectos de la vida del israelita. Una mano tardía añadió
Lev 27, un apéndice que recogía los aranceles y tasas en el cumplimiento de los votos en
metálico. De los ducho resulta la siguiente estructura general:
10.2. CONTENIDO
Mientras que el libro del Éxodo es sobrio a la hora de formular los mandamientos de
Dios y las leyes morales para el pueblo; sorprendentemente, el libro del Levítico al hablar del
culto se torna extremadamente detallado y solemne. De ahí que sus mayores enseñanzas se
enmarquen en el contexto del culto.
10.2.2. El sacerdocio
Los sacrificios como son para el Señor deben ser ofrecido por un sacerdote
especialmente consagrado y apartado de toda impureza (Lev 8—10). El Sumo Sacerdote es
purificado escrupulosamente, revestidos de vestiduras sagradas, ungido, como antaño los
reyes, apartado de todo lo profano. Sus pecados de impureza son expiados hasta la saciedad.
El sacerdote es un consagrado de Dios, y debe ser santo, evitando cuanto sea impuro o
contrario a la naturaleza y voluntad de Dios.
Los sacerdotes tenían que resolver los casos de pureza e impureza (Lev 10,10) e instruir
sobre ellos a los israelitas. Ejemplos de esas instrucciones son los capítulos del 11—15. Que un
hombre fuera impuro significaba que no estaba en condiciones de participar en el culto. La
morada del Dios santo, del Dios puro, hermoso, fuente de salud y de vida, intolerante con todo
lo sucio, nocivo y muerto, está en medio de Israel; los israelitas contaminados de impureza
contaminarían, al acercarse para el culto, esa Morada; para que eso no sucediera, la santidad
de Dios los destruiría.
En esta parte del Levítico se pueden distinguir dos redactores con teologías ligeramente
diferentes. Uno de ellos supone ya realizada la entrada en Canaán; el Señor, Dios celoso de su
gloria, exige el cumplimiento de sus preceptos. Cada uno será tratado según su conducta. Por
eso se insiste en los castigos, que afectan al individuo, dejando a salvo a la comunidad. Todo
eso se recuerda repitiendo: “Yo soy el Señor”.
El libro del Levítico es citado en el Nuevo Testamento en relación con dos grandes
motivos: al exponer el mandamiento principal, Jesús remite a Lev 19,18 (amor al prójimo
como así mismo) para completar la referencia a Dt 6,4 (amar a Dios sore todo); por su parte,
la Carta a los Hebreos evoca el tema de los sacrificios de Antiguo Testamento para resaltar la
figura de Jesucristo, Sumo Sacerdote, que se ofrece a sí mismo y establece la Nueva Alianza en
su sangre.
El libro de los números es el cuarto de cinco libros que comprenden el Pentateuco. Los
del Éxodo y Levítico, a los que sigue, habían dejado a la comunidad de Israel en el desierto de
Sinaí, al pie de la montaña sagrada. Allí había entregado el Señor la Alianza y la ley al pueblo,
había sido construido el Santuario, había sido consagrado el sacerdote Arón y se había
inaugurado el culto. Con esos elementos y el liderazgo indiscutible de Moisés, el Israel de las
doce tribus podía ya ponerse en marcha rumbo a la tierra prometida a los padres. Es ahí
donde toma Números el hilo de la historia; lo dejará cuando al cabo de cuarenta años de
peregrinación por el desierto se encuentre Israel a las puertas de la tierra prometida.
La Biblia denomina este libro Bemidbar (En el desierto), que es su quinta palabra. La
historia que cuenta Números comienza en el desierto. Los traductores griegos lo llamaron
Aritmói (Números), seguramente porque está colmado de ellos: por ejemplo, 1,20-40;3,14-51;
7,10-83; 26,5-15. Se trata de un libro cuya lectura es compleja, en donde no escasean las
repeticiones, las alternancias en el vocabulario y las rupturas en la marcha del relato. Son
indicios de distintas manos, que, en el transcurso de varios siglos, obedecían a mentalidades e
intereses diferentes.
11.2. EL MENSAJE
Las reiteradas enumeraciones que ocupan gran parte del libro lo hacen, de entrada,
poco atractivo y explican que hayan sido muy poco comentado a lo largo de los siglos. Pese a
ello, el libro tiene todavía hoy algo importante que decir al pueblo de Dios. La tierra prometida
es el hilo conductor del libro. Esta es la razón por la que el pueblo no se puede quedar ni el
Sinaí, ni en Cadés, ni en Moab: Núm. 10,29; 13,1ss. En 26,52-56 se dan normas para el reparto
de la tierra, y en 34,1-16 se describen sus fronteras. Junto a este sentido general, no faltan
otros temas de significación para el pueblo de Dios.
a) Israel, pueblo elegido y bendito: Por ser el pueblo elegido de Dios, tiene que ser un
pueblo distinto. A las prácticas mayores, como la circuncisión y el sábado, se añaden
otras menores, como las normas de los flecos de los vestidos (Núm. 15,7-40).
b) El pueblo elegido es la morada del Señor: “Tu Señor estás en medio de este pueblo y
te dejas ver cara a cara” Núm. 14,14. La tienda del encuentro rodeada por los levitas
(3,14-9) quiere decir que desde los días del desierto y hasta el presente, Dios vive en
medio del pueblo. En el desplazamiento por el desierto el pueblo camina, como en
procesión religiosa, conducido por Dios, que se hace presente en la nube en el día y
en la columna de fuego por la noche (Núm. 9,17).
c) El señor es, por el ministerio de Moisés, el único Dios de Israel. Israel no tiene más
ley que la palabra del Señor. Dios ejerce su realeza a través de Moisés, su vicario y
portavoz. Moisés es su hombre de confianza (Núm. 12,6-8). La autoridad de Moisés
no menoscaba la realeza única de Dios, sino que la realza.
e) La sucesión de los líderes. Tanto Moisés como Arón eran mortales, y habrían de
tener sucesores. A Moisés le sucedió Josué (27,15-50) el cual ya no tendrá sucesor.
El sucesor de Arón será su hijo Eleazar (20,25-28).
21 El libro del Deuteronomio no se alcanzó a ver en el curso, pues el tiempo que estaba destinado para este
tema, sábado de junio, no se pudo aprovechar debido a las indicaciones de la facultad: No era un día habilitado
para clases. Sin embargo, el Deuteronomio constituye uno de los temas básicos para el curso de “Libros
ÍNDICE
EL PENTATEUCO 1
Históricos y Narrativos”. Seguramente en el desarrollo de esa materia verán la temática del último libro del
Pentateuco.
4.1. ETIMOLOGÍA 26
4.2. NARRACIONES Y LEYES 27
4.2.1. LA NARRACIÓN BÍBLICA 27
4.2.2. LAS LEYES 28
4.2.3. LOS PERSONAJES 28
4.2.4. TIEMPO Y ESPACIO 29
5. PROBLEMAS LITERAIOS 30
7.1. TEOLOGÍA 38
7.2. ESTRUCTURA Y DIVISIÓN 38
7.3. HISTORIA DE LOS ORÍGENES 39
11.2. EL MENSAJE 57
ÍNDICE 59