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Monólogo: Julio Ramón Ribeyro

La música es el arte que nos llena la vida, nos calma y nos eleva. Nuestras emociones se montan en un
tren, cuando nuestro oído transporta la música a nuestro cerebro. La música nos puede hacer reír, llorar,
cantar o incluso recordar algún momento especial. Es la musa que inspira a muchos a alcanzar sus sueños.
¿Qué porque hablo de la música? La música es la sonata que todas las tardes me acompañaba a escribir, lo
que me inspiraba a seguir. A las 7 p.m. fue le momento en que nací un nublado 31 de agosto de 1929, en
mi querida Santa Beatriz. Mi amada madre Mercedes Zúñiga Rabines y mi padre Julio Ramón Ribeyro
Bonello, un hombre culto que se posaba a leer una nueva novela cada que podía, éramos tres hermanos,
Juan Antonio, Mercedes y Josefina, tuve una niñez buena en mi barrio Santa Beatriz, años después mi
familia se mudó a Miraflores, a un barrio llamado Santa Cruz.
Mi primer libro, del cual ya no tengo mucha memoria, lo comencé a escribir cuando apenas tenía 10 años,
aún estaba en el colegio, mi colegio Champagne en el cual estuve hasta mi adolescencia, amaba escribir en
deberes de clase cuando ponían temas literarios, y siempre destaqué en ese terreno de la época. Pero esas
fueron las primeras tentativas, años después cuando cumplí 15 años mi padre falleció por tuberculosis, la
muerte de mi padre me afectó mucho, tanto que dejé de escribir por un tiempo, además de que la
situación económica de mi familia solo empeoraba, ante esto tuve que realizar múltiples y varios tipos
trabajos para sobrevivir, entre ellos fui conserje, cargador de bultos en el metro, reciclador de periódicos,
vendedor de productos de imprenta, entre otros más. Pasado el tiempo logré entrar a la universidad
Pontifica Universidad Católica del Perú, donde estudie letras y derecho entre los años 1945 y 1952, el lugar
donde realmente empecé a escribir con tal solo 17 años y eso gracias a que en la universidad conocí a
otros jóvenes que tenían vocación literaria, algunos de ellos eran Pablo Macera, Alberto Escobar y Luis
Felipe Angell con los cuales conversaba, nos estimulábamos, no hicimos grandes amigos de mi generación,
incluso formamos un grupo, que después se llamó “Generación 50” éramos muy unidos y entusiastas por
la literatura y eso fue lo que fortaleció mi vocación literaria.
Inicié verdaderamente mi carrera como escritor con mi cuento “La vida gris” el cual lo púbico el correo
bolivariano, en 1949, con el cual en 1953 gané una beca de periodismo otorgado por el instituto de cultura
hispánica, que me permitió viajar a España. Al culminar mi beca, viaje a París, donde escribí mi primer
libro, titulado “Gallinazo sin plumas”, el cual nos narra la vida lamentable de Efraín y su hermano Enrique
que son solo niños indefensos que no tienen quien los defiendan de los abusos desmedidos de su abuelo.
Efraín y Enrique simbolizan a aquellas aves rapaces que andan buscando alimentos en los muladares. Un
cuento también conocido como la historia que narra como un cerdo se alimenta de un pobre viejo con
pata de palo, pero el cual en realidad se basa en la pobreza y la explotación que sufren muchos niños en
Latinoamérica.
Siempre se me ha preguntado el como construyo los personajes de mis obras, conocidos como seres
miserables que viven en la discriminación y pobreza, pues todo esto es un proceso bastante complejo, los
personajes nacen de la observación de la realidad, yo no creo que tenga un solo personaje que haya sido
inventado de pies a cabeza, todos son personajes reales que he observado y conocido o son personajes
compuestos con pedazos de personajes reales. Yo los personajes los he dominado, en el sentido de que
son creaciones mías y que soy como dios creador que los puedo hacer nacer, morir, triunfar, y todo esto
depende mí, pero a veces me ha ocurrido encontrarme con mis personajes, si, esos que salen en los
cuentos.
Como olvidar aquella vez cuando en mi niñez conocí a un obrero del cual hago un asesino en mi cuento,
años después, caminaba por la calle y lo vi, se me acercó, lo primero que pensé es “me va amenazar, tal
vez leyó el cuento en donde lo hago asesino” pero lo primero que hizo fue abrazarme y me felicitó, me dijo
que había leído el cuento y que le había parecido muy entretenido y simpático.
“La palabra del mudo” un libro dividido en dos volúmenes que recopila todas mis obras cuentistas en
donde me encargado de dar voz a aquellos personajes que en la vida cotidiana están privados de ella: los
marginados, los olvidados, los condenados a una existencia soterrada. Cuentos conocidos como “Los
gallinazos sin plumas”, “Alienación”, “La vida gris”, entre otros.
Se dice que soy una persona considerada seria y distante, quiero decir que en realidad uno contiene
muchas personalidades, es un error pensar que una persona es de una sola manera, nosotros contenemos
dentro de nosotros varios yos y esto se manifiesta de acuerdo al contacto que se tiene con diferentes
personas, comunicativo con unos, simpático con otros y antipático con algunos por momentos depresivos
o alegres, solo es cuestión de la relación que tenemos con las demás personas.
El conformismo esta tan arraigado de mi que me puedo acostumbrar a todo, hasta la felicidad, por otro
lado anhelo y sueño tener una casa en el malecón de Miraflores, donde pueda pasar tardes tranquilas e
interminables mirando el poniente, pensando y escribiendo si me provoca ,tal vez con uno o dos amigos,
un buen disco, cigarrillos, un buen vino, un gato y la esperanza de sufrir un poco, son palabras que cité
hace unos años, y ahora resido al frente de un malecón no en Miraflores pero si en Barranco, estoy frente
al mar, vienen a verme dos a tres amigos, pero no tengo gatos esta vez, lo de sufrir es porque quizá
siempre hay una cierta dosis de sufrimiento que se necesita para poder escribir y crear, porque la felicidad
no creo que sea un sentimiento o un estado que sea muy fructífero.
Gané el reconocido premio de la literatura latinoamericana, y del caribe Juan Rulfo, estoy agradecido y
estos premios mejoraron un poco de mi autoestima, creo que un escritor debe sentirse siempre un poco
insatisfecho, de otro modo dejaría de escribir porque creería que ha culminado su carrera con alguna obra
maestra, siempre he considerado que lo que he hecho es inferior, por eso digo que estos premios
aumentan mi autoestima, la propia valoración que yo tengo de mí mismo.
Mi adicción al tabaco acabó provocándome cáncer el cual terminaría acabando con mi vida un 4 de
diciembre de 1994 pero antes de esto, de mi experiencia con la adicción al tabaco, creé mi libro titulado
“Solo para fumadores” donde cuento el cómo me siento encadenado en un mundo cruel, tirano y
dictatorial del cigarrillo, un vicio mortal.

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