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La cotidianeidad afectada por la educación formal en el hogar a través de la pantalla

durante la pandemia

La educación formal, tanto en nivel primario como secundario, tras la declaración del ASPO
por la Pandemia de Covid-19 dejó de ser presencial y pasó a realizarse a distancia, puso de
manifiesto en los discursos sociales distintas concepciones sobre la educación, sobre su
función social, y sobre la presencia de la pantalla en los hogares, donde la afectación de la
cotidianeidad y de la organización familiar cobró relevancia. Dentro de lo extraordinario de la
situación pandémica, se observan en los medios gráficos discursos que reclaman a la
educación formal esa función que emana de su origen, el cuidado de menores para que los
adultos puedan trabajar y hacer uso de su tiempo personal, que se veía soslayada en la
actualidad, donde se construyó un relato que circunscribe la escuela a la formación de
personas que puedan desarrollarse en la vida. En cuanto a la presencia de la pantalla en los
hogares, ahora ocupando el lugar de mediación entre la escuela y les estudiantes, también
recorre distintas concepciones. Previo a la pandemia, si bien ya no era factible encontrarse
con discursos donde se cuestionara la cantidad de tiempo que les niñes y adolescentes
ocupaban en la tecnología, sino que se destaca su pertenencia a la “sociedad de la
pantalla”, se construyó un relato donde se consagraban las ventajas de la tecnología, e
incluso ésta ocupaba un lugar trascendental al momento de pensar la nueva escuela, donde
los dispositivos tecnológicos posibilitarían una mejor educación, y se encontraban
reflexiones sobre el papel de la técnica en el “advenimiento del hombre nuevo” 1. Incluso,
considerando a Petrella, se configura la “subordinación de la educación frente a la
tecnología”, y al describir la cuarta trampa para la educación, señala que “Para la gran
mayoría de los dirigentes, la mundialización actual es hija del progreso tecnológico.
Oponerse no tiene sentido. El papel principal de la educación sería pues el de dar a las
nuevas generaciones la capacidad de comprender los cambios en marcha y las
herramientas para adaptarse a estos.”
Dada la situación de confinamiento, la pantalla cobró centralidad, el mundo exterior se hacía
presente en cada hogar a través de ella, y se le sumó una nueva y obligada función: la
educación formal. Al rastrear discursos en medios gráficos que enfocan la problemática de
la afectación de la cotidianeidad tras la instalación de la educación formal a través de la
pantalla, se encuentran palabras como “angustia”,”terror”, “presión”, “crisis”, “incertidumbre”,
“problema”, “desesperación” y “condena”, por mencionar algunas. ¿Por qué el hecho de que
niñes y adolescentes se queden en su casa y realicen su educación formal a través de la
pantalla fue catalogado en términos de tragedia?, ¿esa era la tragedia cotidiana dentro de la
tragedia global que implicó la pandemia? La gran mayoría de los discursos encontrados se

1 “El advenimiento del hombre nuevo” es el título de un artículo de Elena Postigo Solana.
enfocan en la tragedia, y no pueden ver nada parecido a una oportunidad en ningún
aspecto.
Se analizarán tres ejes en el intento de abarcar tanto los aspectos de la educación formal en
el hogar a través de la pantalla (durante la Pandemia) que son construídos como “tragedia”
dentro de la vida cotidiana y se intentará referir a los aspectos positivos, con un esfuerzo
que implica mirar allí donde el periodismo no miró, y enfocarse desde la bibliografía las
posibilidades de “oportunidad”. Se instala aquí un interrogante y es que quizás la negación
de un contexto excepcional como es la Pandemia impidió poner la mirada sobre la
oportunidad. Los tres ejes son: 1) ubicuidad de la pantalla, un antes y un después, 2) la
escuela como espacio “otro” y la posibilidad de emancipación, y 3) la incertidumbre,
pensada como desafío transversal.
La “pantalla ubicua”, concepto desarrollado por Diego Levis en el que se evidencia que la
omnipresencia de la pantalla en la vida cotidiana ya era una problemática previa a la
Pandemia, se profundizó en el período estudiado. La pantalla dentro del hogar pasó a
ocupar un lugar central, la vida exterior llegaba a través de ella, igual que antes, pero ahora
casi como el único vínculo posible con el exterior, produciendo la alteración del
espacio/tiempo. O mejor dicho sumando a la alteración de la coyuntura otra alteración más
que se impuso con la lógica de la pantalla donde todas las actividades se nuclearon ahí, las
lúdicas, las laborales y las educativas. “Progresivamente, el uso indistinto de la pantalla
para diferentes tipos de actividades dio lugar al avance del tiempo de trabajo sobre el
tiempo libre y la ocupación del espacio-tiempo laboral (y escolar) por distintas formas de
entretenimiento y de comunicación personal”, señala Levis (2016) al analizar los cambios
del espacio-tiempo. Resulta relevante indagar y analizar qué ideas se construyen en torno a
esta alteración. El espacio del hogar es invadido, la educación formal ya no se recibe en la
escuela, sino en la casa. Según Levis (2011), “La presencia ubicua de la pantalla hace que
la escuela esté dejando de ser un lugar cerrado, delimitado en un espacio y tiempo
concretos”, aquí resulta interesante explorar sobre cómo esta presencia ubicua vinculada a
la educación formal está transformando la delimitación del tiempo y del espacio en que la
sociedad concibe a la educación, y cómo se están viviendo estos cambios dentro de cada
hogar. Levis (2020), considerando puntualmente la concepción de espacio/tiempo durante la
pandemia analizó un aspecto favorable, que la educación formal en las pantallas “permitió
diluir un poco la densidad que adquiere el paso cansino y tantas veces asfixiante del tiempo
en condiciones de “encierro” en espacios físicos y situaciones personales no siempre
confortables”. No encontramos en los medios planteos de esta situación, los discursos
enfocan en el “cansancio” de los adultos que cuidan y plantean ¿qué será de sus vidas? La
ubicuidad de la pantalla también fue concebida, tiempo antes, como una liberadora de
tiempo, ya que se podrían realizar ciertos trabajos de manera más rápida liberando el
tiempo para el ocio. Pero la centralidad que tomó la pantalla en el período de la pandemia
junto con el borramiento de la organización y división del tiempo, provocó estos discursos
que presentan quizás cierta inocuidad en el uso del tiempo. Aquí es preciso retomar una
conclusión de Levis (2019): “Aumentar el tiempo libre para mejorar al ser humano, no para
alienarlo”, resulta una premisa para pensar.
Esto se vincula con el concepto de frontera, considerado nuestro segundo eje, trabajado por
Inés Dussel (2020) en el Conversatorio: “La clase en pantuflas”, donde analiza que durante
la pandemia se profundizó un proceso que ya se visibilizaba: el borramiento del espacio
público y privado y cómo la construcción de un espacio “otro”. La escuela sería ese espacio
“otro”, distinto al del hogar, que propiciaba la emancipación de les estudiantes. Dussel habla
de un borramiento de la frontera de espacio-tiempo. La indiferenciación temporal y espacial
fue un factor fundamental. En el recorte temático, se enfoca en las problemáticas que se
plantean mediáticamente sobre la situación de los hogares, y donde se pone de manifiesto
el rol de las mujeres, que son construidas mayormente como cuidadoras, y los planteos que
se presentan sobre la afectación de la cotidianeidad. En el planteo de la afectación de la
vida cotidiana, se evidencian distintos posicionamientos que dan cuenta de tensiones
sociales, como ¿qué pasa cuando los menores tienen que quedarse en casa?, ¿quién los
cuida?, ¿qué se le reclama a la escuela? Previo a la Pandemia, las pantallas en el hogar
tenían un rol de entretenimiento, donde les estudiantes ocupaban, mayormente, sus horas
de ocio. Aquí la pantalla era una “aliada” ya que liberaba a los adultos de parte del tiempo
de cuidado. La presencia constante de les estudiantes en el hogar generó que la pantalla
cambiara su rol y generara la desestabilización de la dinámica familiar. Esto visibilizó
discursos con concepciones negativas sobre la educación formal a distancia donde si se
produce o no enseñanza o aprendizaje no se ubica en el centro del debate, sino qué harán
las familias (o las mujeres, mayormente) con les estudiantes en casa. El borramiento de lo
público y lo privado irrumpió en el hogar y fue construído como una tragedia. Esta visión que
se aleja de la mirada “foucaultiana” de la escuela como espacio de control y
disciplinamiento, y que concibe que la escuela puede ser también un espacio de autonomía
y de emancipación para les estudiantes, según señala Dussel retomando a Ranciere y de
Jan Masschelein. Quizás también puede pensarse en los mismos términos para quienes se
ocupan del cuidado de los menores cuando no están en el espacio físico de la escuela. Aquí
se plantea también la variable de la desigualdad, ya que en los hogares de menores
recursos económicos y sociales los menores tienen mayores niveles de autonomía,
mientras que a mayores recursos, menor autonomía y más problematización en torno del
cuidado.
La idea de heterotopía, como un espacio que invierte el lugar habitual, en este caso la
escuela en la casa, hace que se pierda la idea de pasaje, de frontera, ya que no cambiamos
de espacio. Así los límites, dice Dussel “se confunden y se complican”. Se ponen en valor
aspectos de la educación formal en un lugar distinto al del hogar, que no estaban presentes
en lo cotidiano. Se recupera la idea de que en la escuela se aprenden muchas cosas más,
más allá de los contenidos. El encuentro con otres, con una “sociedad más amplia” dice
Dussel, donde se aprenden reglas, se intercambia, se vive con otros. Necesitamos
atravesar fronteras, tener espacios otros donde la escuela no se confunda con lo doméstico.
Esta situación ya ocurría previo a la pandemia, y se profundizó, “no hay duda de que sí
existe una tensión latente, y a veces explícita y evidente, entre los modos de trabajo que
propone la escuela (...) y las experiencias de vida cotidiana que registran los jóvenes tanto
en sus hogares como en el espacio social y que hoy están mediadas por los nuevos medios
digitales”, Dussel (2010). Estas concepciones que se vinculan con los cambios en la forma
de entender el tiempo y el espacio y todo los que implicó en la mirada sobre la escuela,
sobre la educación formal en la pantalla y sobre las pantallas en el hogar, tensan sobre el
concepto de “incertidumbre”, presente en los discursos mediáticos. En éstos, la situación de
excepcionalidad vivida en el aislamiento se retrata como “desesperación”, “angustia” y
“condena” ante la inevitabilidad de les estudiantes en el hogar, la incertidumbre crea un
universo de sentido. Pero, en consonancia con los dos ejes anteriores, este factor tampoco
es nuevo, la incertidumbre de la vida no es nueva. Edgar Morín (2015) señala: “Vivir es una
aventura que conlleva en sí misma incertidumbres siempre renovadas, eventualmente con
crisis o catástrofes personales o colectivas.”. Si bien, desde esta mirada, vivir implica la
certeza de la incertidumbre, ésta no deja de incomodar y se puede entrever en los discursos
analizados. Si pensamos en una escuela que eduque para la vida, más allá de “cuidar” a les
menores para que los adultos de la familia puedan reproducir sus condiciones materiales de
existencia, debería ser esta quién nos prepare para lidiar con la incertidumbre. “La escuela,
hoy, sobre todo para la adolescencia, no aporta el viático bienhechor para la aventura de
vida de cada uno. (...) No enseña más que muy incompletamente a vivir, fallando en lo que
debería ser su misión esencial.” Morín ( 2015). Levis plantea que la educación es
comunicación, y Morín señala que nuestra época de comunicación no es una época de
comprensión. “La comprensión humana no se enseña en ninguna parte. Pero el mal de las
incomprensiones roe nuestras vidas, determina comportamientos aberrantes, rupturas,
insultos, congojas”. Asimismo, sería bueno plantear que si la educación es comunicación,
desde la comunicación podemos avanzar hacia paradigmas de mayor comprensión,
comunicándonos. “La etapa pandémica ofrece la posibilidad de pensar en una nueva
escuela”, analizó Levis (2020), y se presenta como un buen cierre para esta sección donde
los discursos encontrados se alejan mucho de la concepción de la oportunidad.
También es preciso reponer las palabras de Franco Berardi que ve que la «deserotización»
de la vida cotidiana es el “peor desastre que la humanidad pueda conocer (...). Justamente
esto es lo que leemos cada día en los diarios: la piedad está muerta porque no somos
capaces de empatía, es decir, de una comprensión erótica del otro.”

BIBLIOGRAFÍA

● Berardi, Franco, en Página 12, ENTREVISTA AL FILOSOFO ITALIANO FRANCO


BERARDI “La felicidad es subversiva”, Por Verónica Gago.

https://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-94544-2007-11-12.html

● Dussel, Ines (2020) en el Conversatorio: “La clase en pantuflas”, realizado en el


marco del espacio Diálogos sobre pedagogía, desde el Instituto Superior de Estudios
Pedagógicos.
● Dussel, Ines y Quevedo, Alberto (2010) Educación y nuevas tecnologías: los
desafíos pedagógicos ante el mundo digital. Buenos Aires: Santillana.

https://www.youtube.com/watch?v=6xKvCtBC3Vs

● Levis, Diego (2009): PRIMERA PARTE La Pantalla Ubicua. 2ª edición revisada y


ampliada. Buenos Aires: La Crujía / 1ª edición digital 2019 – (1ªed. Ciccus/La
Crujía,1999)
● Levis, Diego (2016): “¿Cuándo aprender en red? Espacio-tiempo de la educación en
la sociedad de la Pantalla” en Gros, B. y Suárez Guerrero, C. (comp.) Pedagogía
red. Perspectivas Interdisciplinares para el desarrollo educativo en Internet.
Barcelona: Octaedro /ICE- UB.
● Levis, Diego (2020): “Ante la pandemia y otras incertidumbres. Medios digitales y
educación según pasan los años” en Enseñar y aprender en la pantalla. Veintitantos
años de escritos sobre educación con medios digitales (1998 – 2020) Libro digital –
Bs.As.: Sivel /Cátedra Levis
● Morin, Edgar (2016): Enseñar a vivir. Manifiesto para cambiar la educación.
Barcelona: Paidós./ Buenos Aires: Nueva Visión
● Petrella, Ricardo (2000): La enseñanza tomada de rehén. Cinco trampas para la
Educación. En Revista Iberoamericana de Educación. Nº 36/3, 25 de junio 2005
(edición original en Le Monde Diplomatique).
● Postigo Solana, Elena (2018): “El advenimiento del hombre nuevo” en Telos 109.
Madrid: Fundación Telefónica

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