Maria Creyente Fiel

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María: creyente fiel

• ¿Quién es María?

• ¿Qué puedo resaltar de lo que sé de María?

• ¿Qué me llama la atención de María?

• ¿Me siento cerca de ella?


Lc 1, 26-56

A los seis meses, Dios mandó al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, donde vivía
una joven llamada María; era virgen, pero estaba comprometida para casarse con un hombre
llamado José, descendiente del rey David. El ángel entró en el lugar donde ella estaba, y le dijo:

—¡Salve, llena de gracia! El Señor está contigo.

María se sorprendió de estas palabras, y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le
dijo:

—María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo, y
Dios el Señor lo hará Rey, como a su antepasado David, para que reine por siempre sobre el
pueblo de Jacob. Su reinado no tendrá fin.

María preguntó al ángel:

—¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?


El ángel le contestó:

—El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Dios altísimo se posará sobre ti. Por eso, el niño
que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel va a tener un
hijo, a pesar de que es anciana; la que decían que no podía tener hijos, está encinta desde
hace seis meses. Para Dios no hay nada imposible.

Entonces María dijo:

—Yo soy esclava del Señor; que Dios haga conmigo como me has dicho.

Con esto, el ángel se fue.

Por aquellos días, María se fue de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, y entró
en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se le
estremeció en el vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. Entonces, con voz muy fuerte,
dijo:

—¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo! ¿Quién soy yo,
para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Pues tan pronto como oí tu saludo, mi hijo
se estremeció de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las
cosas que el Señor te ha dicho!
María dijo:

«Mi alma alaba la grandeza del Señor;


mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.
Porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava,
y desde ahora siempre me llamarán dichosa;
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
¡Santo es su nombre!
Dios tiene siempre misericordia
de quienes lo reverencian.
Actuó con todo su poder:
deshizo los planes de los orgullosos,
derribó a los reyes de sus tronos
y puso en alto a los humildes.
Llenó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Ayudó al pueblo de Israel, su siervo,
y no se olvidó de tratarlo con misericordia.
Así lo había prometido a nuestros antepasados,
a Abraham y a sus futuros descendientes.»

María se quedó con Isabel unos tres meses, y después regresó a su casa.
María, la creyente

María, la evangelizadora
Isabel la declara dichosa
porque «ha creído». María es
grande no simplemente por su María, portadora de alegría
María ofrece a todos la
maternidad biológica, sino por salvación de Dios que ha
haber acogido con fe la acogido en su propio Hijo. Esa
llamada de Dios a ser Madre El saludo de María contagia la
es su gran misión y su servicio. alegría que brota de su Hijo
del Salvador. Ha sabido Según el relato, María
escuchar a Dios; ha guardado Jesús. Ella ha sido la primera en
evangeliza no solo con sus escuchar la invitación de Dios:
su Palabra dentro de su gestos y palabras, sino porque
corazón; la ha meditado; la ha «Alégrate… el Señor está
allá a donde va lleva consigo la contigo». Ahora, desde una
puesto en práctica cumpliendo persona de Jesús y su Espíritu.
fielmente su vocación. María es actitud de servicio y de ayuda
Esto es lo esencial del acto a quienes la necesitan, María
Madre creyente. evangelizador. irradia la Buena Noticia de
Jesús, el Cristo, al que siempre
lleva consigo. Ella es para la
Iglesia el mejor modelo de una
evangelización gozosa.
La Santísima Virgen, según el Catecismo de la Iglesia Católica

Para ser la Madre del Salvador, María fue "dotada por Dios con dones a la medida de
una misión tan importante" El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda
como "llena de gracia" (Lc 1, 28). En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su
fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente poseída por la
gracia de Dios. (CIC 490)

Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios "la Toda Santa"
("Panaghia"), la celebran "como inmune de toda mancha de pecado y como
plasmada por el Espíritu Santo y hecha una nueva criatura". Por la gracia de Dios, María
ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida. (CIC 493)
La Fe De María
Son by Four
Que hubiese pasado Con una espada su corazón
Si ella hubiese dicho que no Y su alma lloró, el dolor de tus heridas
O ignorado o dilatado A los pies del madero se quedó
El anuncio de tu ángel de amor Y hoy ella es nuestra reina y señora
En cambio creyó, en tu palabra Y tú nos incorporas a tu eterna familia de amor
Y se hizo tu esclava Y yo en tu amor quiero permanecer
En un acto perfecto y de fe Postrado a tus pies
Y hoy, quiero ser como ella Es lo único que un día llevaré (dame la fe)
Y amarte aunque duelan Dame la fe Señor (Señor)
Las espinas y el camino de la cruz La fe de María
Dame la fe Señor (dame la fe Señor) Para decirte sí
La fe de María Un sí sin medidas
Para decirte sí Dame dame, dame la fe Señor (Señor)
Un sí sin medidas La fe de María
Dame la fe Señor (dame la fe Señor) Para renunciar a mí (a mí)
La fe de María Y entregarte mi vida
Para renunciar a mí (renunciar a mí) Oh mi vida
Y entregarte mi vida mi vida
Mi vida
Aunque traspasaron

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