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HISTORIA Y NARRACION pletamente un acontecimiento es situarlo en todas las historias correctas y eso no se puede hacer. No podemos, porque somos temporalmente provincianos respecto al futuro. No podemos, por las mismas razones que no po- demos realizar una filosofia especulativa de la historia, La descripcién completa presupone pues una organiza. cién narrativa, y la organizacién narrativa es algo que nosotros hacemos. No solamente eso, sino que la impo- sicién de una organizacién narrativa nos aboca légica- mente a un factor inexpugnablemente subjetivo. Existe un elemento de pura arbitrariedad. Organizamos los acon- tecimientos en relacién a otros acontecimientos que en- contramos significativos, en un sentido que no hemos tocado aqui. Es un sentido de significacién comin, no obstante, a todas Jas narraciones, y esta determinado por los intereses teméticos de este o aquel ser humano, En consecuencia, los relativistas tienen razén. Trataré de mostrarlo seguidamente. ORACIONES NARRATIVAS En este capitulo pretendo aislar y analizar una clase de oraciones que, en mi opinién, se presenta de la for- ma mis tipica en los escritos histéricos, aunque apare- cen en narraciones de todas clases e incluso pueden for- mar parte, de una forma natural, del habla corriente. 14s denominaré .' Ciertamente, eso es lo que pensamos la ma. yoria de nosotros. Pero ¢podriamos tener una opinién diferente? Por diversas razones, algunos. han mantenido que el futuro se encuentra tan fijado y determinado como el pasado. Supéngase que todo lo que conocemos de César es que existid, No sabemos si estuvo 0 no en un lugar determinado, por ejemplo Inglaterra. No obs- tante, podriamos apelar a una venerable nocién, el Prin- cipio del Tercio Excluso y decir que, o/bien estuvo alll, © bien no estuvo, y que al menos es verdad una de estas alternativas. ¢Por qué no podria haber invocado alguien en el siglo v a. C. el mismo principio para argiiir que, 0 bien César habria de estar en Inglaterra, o bien no ha- bria de estar? Quizé porque nadie, entonces, podia haber conocido que César existiria de ia forma en que noso- tros conocemos que existid, Con todo, podria haber di- 1, Inwin Lieb (comp.), Charles S. Peirce's Letters to Lady Welby, New Haven, Whitlock’s, 1953, pag. 9. Peirce afirma esto en medio de una discusiOn sobre su teoria de las Categorias. Es bastante complicada, pero también da en passant una explica- cién de la clase de razones que han de haber levado a Kant a la concepeién de que el Tiempo es «s6lo una forma de la sen- sibilidad interna». No queda claro por el contexto si la afirmacion ¢s hecha por Peirce o imputada a Kant por él, o si supone que Kant la suscribié implicitamente. Aparece en el seno de una enrevesada ¢ inconsistente discusién, pero no estoy examinando las concepciones de Peirce como tales, sino solamente usando sus afirmaciones como representativas de puntos de vista ampliamem- te compartidos. Véase «[La gente]... tiene imagenes muy dif entes del pasado y del futuro. El pasado se concibe como si est viera “ahi*, fijo, inalterable, indeleblemente registrado en los anales del tiempo, seamos capaces 0 no de descifrarlos. Por otro lado, el futuro es considerado no solamente como en su mayor parte desconocido, sino como indeterminado en buena medidi As{ se piensa que el futuro esté abierto, mientras que el pasado esté cerrado», A. J. Ayer, The Problem of Knowledge, Londres, MacMillan, 1956, pég. 188. he ORACIONES NARRATIVAS, 101 «cho que César o bien existirfa o no, y que una de las dos afimaciones habria de ser verdadera. Si se puede in- wocar el Principio para esta cuestién futura, ¢por qué no para cualquiera? No obstante, ¢qué podria signifi- car el nombre «César» para esa persona, de qué clase de cosa estaria afirmando que existiria o no? Bien, he su puesto que todo lo que nosotros sabemos es que existid. i Sin duda, esto no es realista. Pero, desprovéase de con- tenido una descripcién a voluntad, ¢qué impedirfa a un hablante del siglo v a.C. decir que alguien correspon- diente precisamente a esa descripcién existiria 0 no? Si hubiera hablado de ese modo, ¢por qué no habria de garantizar el Principio, al menos, que esa descripcién, o su negacién, habria de ser verdadera? 20 sélo se da esto para el pasado? Después de todo, existen cuatro posibi- lidades, incluyendo la posibilidad de que el futuro esté determinado y el pasado «vivo, plistico y por determi- nar». ¢Por qué nuestras «ideas» del pasado y del futuro se corresponden sélo con la posibilidad descrita por Peir- ce? Y, suponiendo que esa sea nuestra idea, sigue exis- tiendo la cuestién de por qué. Nuestra tendencia natural, hoy dia, es la de decir que se trata de una cuestién de definicién. Sin embargo, con. sidérese la loca fantasfa de que todo el curso de la his- toria retrocediera stibitamente, como una pelicula yendo hacia atrés. Tras un tiempo, se oiria el sonido «zul al esagaH» y la oscuridad cubrirfa una vez més las aguas. El futuro seria entonces el reflejo exacto del pasado, y habria una regla mediante la cual se podria encontrar una oracién sobre el futuro exactamente correspondien- te a cada oracién verdadera sobre el pasado. En ese caso, el futuro quedarfa exactamente equiparado con el pasa: do en cuanto a determinacién. Ciertamente, no nds po demos poner nosotros mismos en esta representaciép: na- die podria saber que lo que estuviera sucediendo fuera la inversion de la historia, porque la simetria queda- ria destruida, Quiz4 lo que queremos decir con la inde- terminacién del futuro es que nos podemos poner en la 102 HISTORIA Y NARRACION representacién, nos queda espacio en ella. Pero, por lo que esto respecta, podemos ponernos, por lo menos ° con la imaginacién, en el pasado, como en Un yanki en a Corte del Rey Arturo. Por supuesto, no hay sitio, de hecho, en la Corte del Rey Arturo para extrafios del si- glo veinte. Sin embargo, tampoco habria sitio en el co- rrespondiente segmento del futuro en el que la historia se podria invertir. Nadie afirma que la historia lo hard, pero que no lo haga no es una cuestién de definicién. Digamos que tenemos una certeza empirica de que el futuro no seré la imagen del pasado. ¢A qué se pareceré entonces el futuro? Se puede aventurar una cosa w otra, pero en contraste con nuestro conocimiento de lo que ha sucedido, en realidad, no estamos seguros con respec- to a lo que sucederd. ¢Es posible que sea esto lo que se quiere decir con que el pasado es determinado y que el futuro est por determinar? {Que nuestra «idea» no se basa en ninguna definicién de pasado o de futuro, sino de nuestro conocimiento de cada uno? Entonces, la afir- macion de Peirce es falsa. Siempre estamos revisando nuestras creencias sobre el pasado, y suponerlo «fijado» seria desleal al espiritu de la investigacién histérica, En principio, cualquier creencia sobre el pasado es suscep- tible de revisién, quiza de la misma manera que cual- quier creencia acerca del futuro. En realidad, a veces tenemos més certeza acerca del futuro que del pasado. En un momento determinado tengo ms certeza acerca de dénde caera una pifia que acerca de dénde cay6. La diferencia, todo lo mas, es de grado. Peirce también escribié: «Lo existente se encuentra determinado en todos sus aspectos»? Posiblemente lo que queramos entonces sea una especie de interpretacién ontolégica de su original afirmacién. Si no esta determi- nado, el futuro no existe. Pero si ha de funcionar el contraste, ha de existir el pasado, se entienda como se entienda. jIncluso se puede ignorar el Principio del Ter- 2. C8 Peirce, loc. cit, pig. 9. ORACIONES NARRATIVAS 103 cio Excluso! Puesto que no existe nada a lo que preten- didamente se refieran las oraciones sobre el futuro, no se plantea la cuestién de su verdad o falsedad. O podria decirse: el pasado ha sido construido, pero no asf el fur turo, y hacer asi una ingeniosa extensién del Intuicionis- mo para prescindir de ese molesto Principio’ Por su- puesto, dificilmente servir decir que nuestra idea del pasado es sobre algo existente, y que nuestra idea del fu. turo lo es de algo que no existe. Si es que es algo, nues- tra idea del pasado es la de algo que ha existido, mien- tras que nuestra idea del futuro es la de algo que existird. Muy pocas personas creen que existe el pasado, Pero algunos filésofos muy buenos han pensado eso. C. D. Broad escribié:* «Me parece que, una vez que ha sucedido un acontecimiento, existe eternamentes. Por | que, segin argumenta, ciertamente podemos decir de una forma significativa que un cierto acontecimiento haj 3. Por supuesto, estoy aludiendo a P. F. Strawson, «On Re ferrings, Mind (1950), reimpreso en A. Flew (comp.), Essays in Conceptual Analysis, ‘Londres, MacMillan, 1965. No puedo acep- tar la tesis general de Strawson —véase mi «A Note on Expres- sions of the Referring Sorts, Mind (1958). Por lo que su aplica- cién a referencias a pretendidas ocasiones futuras habria de argumentarse de modo independiente. Todo el inconveniente procede de la concepcién de que la verdad o falsedad de una oracién O es independiente del tiempo en que se profiere O. Strawson ha de argumentar que las oraciones como tales munca son ni verdaderas ni falsas, sino sélo los enunciados; y que éstos sean verdaderos o falsos depende en gran medida del momento en que son afirmados. Pero si consideramos las oraciones sin Ia adecuada informacién temporal como Incompletas, podemos com siderar entonces las oraciones cuando se completen apropiada- mente como verdaderas independientemente del momento de su proferencia. Lo cual no resuelve ninguno de los problemas epistemolégicos que estamos tratando, 4, Véase Ia elemental discusién de esto en A. Heyting, Jtus tionism: An Introduction, Amsterdam, North Holland Co.’ 1956, pég. 1 y sigs. Heytin excluiria de forma justificada ml cexten sign como «metafisica», 5. C.D. Broad, The Mind and its Place in Nature, Londres, ‘Kegan Paul, Trench, Trubner, 1925, pag. 252. 104 HISTORIA Y NARRACION pasado, esto es, que est4 en una cierta relacién temporal con algun otro acontecimiento. Pero, si no existid, la re- lacién se viene abajo por falta de un término y seria ab- surda nuestra afirmacién sobre ella. De forma que todos esos acontecimientos han de constituir «una parte per- manente del universo».* Esta parece, en realidad, una ar- gumentacién demasiado débil como para fundamentar una consecuencia tan amplia y, de forma igualmente con- sistente, podriamos argumentar, mutatis mutandis, que, si podemos decir significativamente que un cierto acon- tecimiento es futuro, ese acontecimiento ha de existir eternamente, o/carecen de sentido todos los enunciados acerca del futuro. Pero, supongamos que Broad tiene ra- z6n y construyamos un modelo metafisico que satisfaga nuestra idea sobre el pasado y el futuro que parece re- querir esta interpretacin dei enunciado de Peirce. La caracteristica importante de este modelo es la fijeza del pasado. Obsérvese que este excurso metafisico no expli- ca por qué tenemos la idea de que el pasado est4 fijado y el futuro es fluido, Sélo muestra a qué se debe pare- cer el mundo si nuestra idea ha de ser verdadera. Este «modelo» define los acontecimientos como enti- dades que se extienden temporalmente en un Universo que se desarrolla en el tiempo, una opinién concebiblemen- te legitima. Lo que no es en absoluto legitimo en el mo- delo es esa parte que sugiere que A y sus coeténeos son exactamente coevos, teniendo todos la misma cantidad de densidad temporal y limites coincidentes. La utiliza cién corriente del término «acontecimiento» es bastan- te cadtica y es probable que se aplique a sucesos de duracién variable, incluso de duracién cero. Por ejemplo, avistar un petirrojo quizé sea un acontecimiento impor- tante en la mafiana de un observador de péjaros. Pero ese acontecimiento podria clasificarse en lo que Ryle ha denominado «consecuciones» que, segin su expresién, 6 Ibid. lhe ORACIONES NARRATIVAS 105 se pueden fechar, pero no medir temporalmente.’ Pode- mos fechar y cronometrar al mismo tiempo aconteci- mientos como los relémpagos. Hablamos de la Revolu- cién Francesa o de la Guerra Civil como acontecimientos importantes en la historia de Francia y de América res- pectivamente, y se miden mejor con el calendario que con el reloj, suponiendo que exista acuerdo sobre el mo- mento en que empezaron. La fidelidad al uso comin nos exige, pues, concebir los acontecimientos como de duracién variable, siendo Ja tnica alternativa la de deci dir arbitrariamente que un acontecimiento tiene una du- racién exacta, pongamos tres minutos! Pero si seguimos el uso comtin, podemos vernos obligados a decir que A, aunque pueda tener coetdneos, podria no tener, no obs- tante, coevos precisos, de tal forma que una linea per- pendicular a la direccién del tiempo, en el limite ante- rior de A, no se cruzarfa concebiblemente con el tér- mino anterior de ninguno de los coetaneos de A. No obs- tante, esto tiene consecuencias nefastas para la parte de nuestro modelo en que se apilan los acontecimientos, capa tras capa, de una manera ordenada, a partir del presente. Porque supéngase que A ha entrado completa- mente en el pasado, mientras que su coetdneo A’ sélo lo ha alcanzado parcialmente, habiendo de desarrollarse aun en parte. Se puede preguntar uno entonces dénde esté el resto de A’ cuando esa parte que se sobrepone a A esté en el pasado, De alguna forma se produce un sen- 7. Gilbert Ryle, The Concept of Mind, pigs. 301-304 y passim. 8. Por ejemplo, Bertrand Russell, The Analysis of Matter, Londres, Kegan Paul, Trench, Trubner, i927, pig. 294. «...Nin- gin acontecimiento dura més de unos pocos segundos como mu- cho.» Por «acontecimiento» Russell entiende un componente de un objeto que tiene una estructura fisica. Por otro lado «llamar a la batalla de Waterloo un acontecimiento es una cuestién ter- minol6gica» (pag. 293). Pero véase M. Mandelbaum, The problem of Historical Knowledge, Nueva York, Liveringht, 1938, pag. 254 Y passim, Mandelbaum considera la Reforma como un aconteci- ‘mlento, Introduciré més adelante el término «estructura tem- poral», para acontecimientos de mayor magnitud. ! ~~ HIISTORIA Y NARRACION tido de incomodidad cuando se concibe asi, como si fue- ya un gusano a medio salir de un montén de basura, Ciertamente, podemos decir que esa parte que no esté en el pasado esté en el futuro, pasando A’ de un lado al otro. Pero supéngase ahora que A’ se imbrica con A y con A”, aunque ninguno de ellos se imbrica entre si, Enton- ces, cuando A se encuentra completamente en el pasado, A” esté completamente en el futuro. Pero entonces, des- pus de todo, el futuro existe, y el contraste deseado en- tre la determinacién del pasado y la indeterminacién del futuro se deshace. No, habremos de decir que el resto de A’ no existe, Pero supéngase que el eresto» de A’ no sucede. Bien, entonces el pasado ha de contener frag- mentos de acontecimientos y acontecimientos. Con ese afiadido cojo, podemos continuar empleando el modelo para lo que sirva. He de admitir que no sirve para mucho, Por una par- te, el futuro es tratado descuidadamente. Pero, sea como sea, «alli», en el pasado, se sitdan todos los aconteci- mientos que han sucedido alguna vez, como imagenes congeladas. Se muestra el orden de su ocurrencia, se so- breponen (porque tienen diferentes tamaiios) y se interpe- netran (porque un acontecimiento A puede tener a otro A’ como parte de sf mismo). ¥ lo que es mAs importan- te, no pueden cambiar, ni puede cambiar el orden que guardan, ni puede el pasado adquirir nuevos contenidos, excepto en su extremo. No resulta claro, sin embargo, por qué no pueden cambiar. Pero tiene que haber razo- nes muy fuertes, porque, de acuerdo con una vieja tra- dicién, ni siquiera Dios puede deshacer lo que ha sido hecho: «Niente diminisce la sua omnipotenza il dire che Iddio non puo fare che il fatto non sia fatto»? Pero de jaré por el momento el problema, volviendo sobre la cuestién de la descripcién de nuestro pasado inerte. 9. Galileo Galilei, Dialogo sopra i due massimi sistemi det mondo, en Opere, Florence, Edi. Maz., 1929-1939, VII pag. 129. ORACIONES NARRATIVAS: aM Mediante una descripcién completa de un aconteci miento A, quiero decir un conjunto de oraciones que en conjunto, formulan absolutamente todo lo que su cedié en A. Como la secuencia de lo sucedido es im portante, queremos que ese orden quede reflejado er la descripcién completa por una u otra clase de meca nismo. De hecho, una descripcién completa seré una re lacién preservadora del orden de todo lo sucedido. Com tal descripcién, una descripcién completa guarda un cier to parecido con un mapa: existe un isomorfismo entr la descripcién completa y el acontecimiento del que ¢ verdadera. Ahora bien, con los mapas existen dos tipo: de problemas. En primer/lugar, existen cosas en el terri torio descrito que no se designan en el mapa, de form: que, por lo general, los mapas son incompletos y no du plican de forma exacta el territorio.® En segundo lugar Jos mapas periclitan porque los territorios cambian: la costas se desgastan, se destruyen ciudades y surgen otra nuevas, se trazan nuevas fronteras como consecuencis de guerras y de tratados." Este segundo problema no s plantea en las descripciones completas de los aconteci mientos pasados, en la medida en que el pasado no cam bia. Pero tampoco es preciso entonces que se plantee e primero. Podemos imaginar una descripcién que sea real mente una descripcién completa, que lo diga todo y ses 10, Tengo en cuenta el hecho de que es importante que los mapas sean incompletos. «Porque cuando nuestro mapa se hace tan grande y el mismo en todos los demés aspectos que el terri torio que figura —y en realidad mucho antes de que se alcance este estado de cosas— se abandonan ya los objetivos del mapa No existe nada parecido a un mapa no resumido; porque resumit 5 algo intrinseco en la realizacién de mapas.», Nelson Goodman, «The Revision of Philosophy», en Sidney Hook (comp.), American Philosophers at Work, Nueva York, Criterion Books,’ 1956, pig %, Por supuesto ese mapa no es una réplica exacta: exis te tanta diferencia entre un acontecimiento y su deseripciée como entre Pittsburg y un punto, Es més, el uso que bay que hacer de mi «mapa> requiere In completud, I, No pretendo sugerir que éstos son los dnicos problemas que tienen los mapas. 108 + HISTORIA Y NARRACION perfectamente isomérfica con un acontecimiento. Una descripcién asi sera entonces definitiva: muestra el acon- tecimiento wie es eigentlich gewesen ist. Se puede supo- ner entonces que se juntan todos los mapas de los acon- tecimientos, para constituir un (en realidad el) mapa de todo el pasado. Este mapa global cambia entonces s6lo en la medida en que el pasado mismo cambia: se afia- de a medida que progresa el limite. Poco importa enton- ces si hablamos del pasado o de su completa descrip- cién. Quiero introducir ahora un Cronista Ideal en mi representacién. Sabe todo lo que sucede en el momento que sucede, incluso en las mentes ajenas. Asimismo tie- ne el don de la transcripcién instanténea: cualquier cosa que sucede a lo largo de todo el borde progresivo del pasado es consignada por ¢l, tal como sucede, en la for- ma en que sucede, Denominaré la relacién progresiva resultante Crénica Ideal (de ahora en adelante C.I.). Una vez que A se encuentra a salvo en el pasado, su descrip- cién completa se encuentra en la C.I. Podemos concebir entonces las diferentes partes de la C.I. como relaciones a las que los historiadores practicantes tratan de apro ximar sus propias relaciones. Digamos que cualquier acontecimiento en el pasado tiene, pues, su descripcién completa almacenada en al- guna parte en el cielo del historiador. Recuérdese que los acontecimientos en el pasado son fijos, fait accompli, y | muertos. Sélo una modificacién en los acontecimientos | podria obligar a una modificacién en la C.l. Pero esto | est excluido. Por lo tanto, la C.I. es necesariamente defi- | nitiva, En contraste, las relaciones reales que ofrecen a \sus audiencias los historiadores en ejercicio son siempre ‘susceptibles de modificacién. Pueden contener oraciones falsas, pueden tener oraciones verdaderas afirmadas en un orden erréneo y son, casi con total seguridad, incom- pletas. En ocasiones, datos falsos o interpretaciones erré- neas de datos bona fide, pueden hacer que nuestros his- toriadores sustituyan oraciones veraderas por falsas, por ‘ORACIONES NARRATIVAS 109 Jo que querremos distinguir una modificacién corre de una relacién histérica. En esta concepcién, consisti- ré en ponerla en linea con la C.I. Esa modificacién podré tomar entonces tres formas como maximo: (a) afiadimos oraciones que aparecen en la C.L., pero no en la relacién del historiador; (b) eliminamos oraciones que aparecen en la relacién del historiador, pero no en la C1 (¢) in- tercambiamos las posiciones de todas las oraciones res- tantes de la relacién del historiador, para que coincidan con las posiciones de las oraciones correspondientes de la Cl. Mediante aplicaciones repetidas de estas tres re- glas de rectificaciOn, obtenemos finalmente una version corregida de la relacién original. De hecho, habria de constituir un duplicado exacto de la parte apropiada de la C1. Esta es precisamente la clase de cosa que podria hacer) una méquina. Quiz4s incluso se podria dar a una maquina el trabajo del Cronista Ideal. El nico lugar, entonces, en que es necesario el trabajo meramente humano es en la construccién de «una relacién no corregida». Por supues- to, esto es preciso hacerlo con los viejos métodos, esto es, la recoleccién de datos, la formulacién de hipétesis, la realizacién y comprobacién de inferencias y demés. Nun- ca se estd seguro de las relaciones que se construyen de esta forma tan pedestre: pueden aparecer nuevos datos, nuevos desarrollos cientificos pueden posibilitar nuevas hipétesis, la aparicién de un genio puede producir inter- pretaciones completamente nuevas. Se revisan penosamen- te las viejas relaciones y se reemplazan con nuevas, y todo el trabajo que se puso en la primera relacién tiene como resultado algo ahora obsoleto. Un trabajo ingrato; inacabable. Qué pena que el historiador no tenga en sus propios archivos una copia certificada de la C.I., con la que confrontar su propia relacién, aplicando unas cuan- | tas reglas sencillas. ; Bueno, jdémosl la C11 Ahora puede saberlo todo. Sin embargo, es un regalo envenenado. Porque, ¢qué es lo que fine catonoes “aisstro historador? Puede rasladarse & 10 HISTORIA Y NARRACION ‘ORACIONES NARRATIVAS in otro campo de la historia, pero nuestra generosidad no jo. Qué les quedaria a los historiadores? Por supues- conoce limites: le proporeionamos todas las partes de la serio. ¢Gitmente pueden recelar del favor. Dejemos que C.L. que quiera. Evidentemente, ya no parece que tenga Io prucben. Si sus métodos son correctos, siempre #0 nada que hacer gua historiador, como reunir datos, formu- lopriten, 0 pueden buscar refugio en el escepticismo, lar hipétesis, construir relaciones, ete. Después de todo, ero eso seria tan perjudicial para la prictica hlstérica ¢Para qué trabajar arduamente construyendo relaciones de Perriente como la CI. O pueden ignorarla. Pero 8° Pa | mala calidad, faltas de correccién, cuando se dispone tecera el historiador a Sir Galahad, que, dando vueltas de la relacién correcta? Ciertamente, puede que precisa- tristemente al Grial entre sus manos, se da cuenta de mente en esa utilizacién de las viejas précticas es donde ae lo que queria después de todo no era sino ir tras ¢? haya que buscar la raison d’érre del historiador. Sin duda Bika de eso: seguir buscando seria algo que resultaria alguna, Sir Edmund Hillary To habria tomado muy a mal si Nate Viciado por la mala fe. jLa mosca esta en el fras- hubiera descendido una mano del cielo y le hubiera pues- cote a tarea del filésofo consiste en ensefiarle la salida. to encima del Everest, como un soldado de juguete. Ha- Lo que sugiero es lo siguiente: dejémosle usar la CI. bria legado a donde queria llegar, pero nadie lo habria como haria con cualquier relacién testifical de un aco reconocido como un hito en el montafiismo, ni siquiera Colimiento en que estuviera interesado. No le dirs todo aunque Sir Edmund hubiera rogado que sucediera algo Jo que quiere saber sobre el ‘acontecimiento. Esto suena parecido. Porque rogar no es un ejército de capacidad 1 ae da contradiccién con lo dicho anteriormente. No deportiva. ¥ yo digo: peor para el historiador. Tendremos sels C1. definitivamente completa? ¢¥ no he dicho que Aue recordarle que la historia no es un deporte, que la no puede suceder nada en el pasado que Ja haga errénea ‘utilizacion de todo el aparato critico siempre ha sido un © equivocada en algin aspecto? Por supuesto, € ae medio para un fin, a saber, el descubrimiento de la Ver- | pleta, pero completa en Ja forma en que un testigo po- , \dad. ¥ eso es precisamente lo que le hemos dado. :Cual Fnia describir, incluso un Testigo Ideal, capaz de ver todo es la diferencia si sus instrumenos historiogréficos hubie- Jo que sucede al mismo tiempo, tal como sucede, en la ran resultado ser faute de mieux? {Qué més quiere o pue- forma en que sucede. Pero no es suficiente. Porque exis: “ide querer? forme “lave de descripciones de cualquier acontecimien- Croce formula un desafio parecido a los que conside- ‘5 Gao las cusles el acontecimiento no puede ser visto ran que la tarea de la historia es describir el pasado «en por un testigo,® y esas descripciones estén excluidas ne- Ja forma en que sucedié realmente». Supéngase que se pesaria y sistemdticamente de la CI. La verdad completa tiene una descripcién completa: ¢qué se har4 entonces? ® teferente a un acontecimiento sélo puede ser conocida Dice Croce: «Actua». Considero que esto quiere decir que después, y a veces slo mucho después de que el scot el historiador ha de hacer un poco mas de historia antes {ecmiento mismo haya tenido lugar, y sélo los historia: de que pueda escribir un poco més de historia, un exte- dores pueden contar esa parte del relato. Es ‘algo que ni nuante trabajo de Sisifo, algo asi como un ama de casa compulsiva que ha de ir esparciendo polvo para justifi- 13, En su libro Intention, Oxford, Basil Blackwell 957, car su esencia, Pero me gustaria tomar este desafio en 6.5, Ansombe ober aus Ue ‘suchas desripiones 6 nal, Plenso que ésta cs soe aude bservacion eel nnocer conee este tament ae oe ls brn de in sefor Anscombe. 12 Benedetto Croce, History: Its Theory and Practice, 42 HISTORIA Y NARRACION siquiera puede conocer la mejor clase de testigo. Lo que deliberadamente dejamos de proporcionar al Cronista \ Ideal fue el conocimiento del futuro. Yeats, describiendo en su poema la violacién de Leda por Zeus, escribe: «Un estremecimiento de los lomos engendra alli / el muro roto, los tejados y torres ardien- do, / Agamenén muerto». Renunciando por el momento a las cuestiones referentes a la historicidad del episodio, Ja oracién misma pertenece a una clase que no podria aparecer en la C.L., incluso si hubiera sucedido el hecho, en contraste con «El retiene su pecho inerme bajo el suyo», que podria aparecer. Porque esta ultima describe algo que podria ser atestiguado. Pero nadie podria ser testigo del acto bajo la descripcién «Zeus engendra la muerte de Agamenén». Porque ni siquiera habia nacido ese rey y habrian de suceder muchas cosas antes de su trégico fin, como sabemos. Slo mucho después se pue- de dar testimonio de la muerte de Agamenén. Luego, al- guien podria remontarse a la violacién de Leda y podria ver, de forma retrospectiva, que la accién de Zeus entra- fiaba alguna clase de destino. El Testigo Ideal es ciego para todo eso. Sin referirse al futuro, sin ir més allé de Jo que se puede decir sobre lo que sucede, cémo suce- jde, en la forma en que sucede, ni siquiera podria descr? ; bir en 1618: «En este momento comienza la Guerra de los, | Treinta Afios», si es que esta guerra se denominé asi por [su duracién. ‘La clase de descripciones que me ocupa se refiere a dos acontecimientos distintos y temporalmente separa- dos, A-l y A-2. Describen el primero de los acontecimien- tos a que se refieren. La oracién de Yeats se refiere a la violacién de Leda y a la muerte de Agamenén, pero sélo describe la violacién de Leda. «La Guerra de los Treinta Afios comenzé en 1618» se refiere al comienzo y al final de la guerra, pero versa sobre el comienzo de la guerra. Suponiendo que se llamara asi por su duracién, nadie podria describirla presumiblemente en 1618, 0 en cualquier momento anterior a 1648, como «la Guerra de predicciones y las descripciones y, ademés, 16, Alfred North MacMian, 1933 ry pueead, Adventures of Ideas, Nueva. 15. Véase Mand 7 fork, 1933, pag. 246, elbaum, op. cit, caps. I y ry, gal 114 HISTORIA ¥ NARRACIGN De hecho, las oraciones falsas se pueden convertir verdaderas de dos maneras, suponiendo que los signifi- cados de las palabras utilizadas permanezcan constantes: podemos corregir las oraciones o rectificar los hechos que se pretende describir. Si hay tres sillas en la habi- tacién y alguien dice falsamente: «Hay cuatro sillas en la habitacién», puede obtener una descripcién verdade- ra afiadiendo una silla o quitando «cuatro» y reempla- zandola por «tress. Sin embargo, en cuanto a las ora- ciones falsas acerca del pasado, sélo tengo la opcién de corregir las oraciones si es que persigo la verdad. Duran- te siglos no ha habido modo alguno de reeducar moral- mente a los Borgia, de tal modo que el enunciado «Los Borgia eran gente honrada», se vuelve verdadero, Todo Jo més, puedo reemplazar , La prime- ‘ORACIONES NARRATIVAS 119 ra esté implicada por la tltima, pero no la implica. Con todo, una descripcién més afinada de ambos acon- tecimientos convierte, de un modo bastante facil, la tlti- ma en una condicién necesaria de la primera. Sea C Aris- tarco y C’ Copérnico. Entonces podriamos describir lo que consiguié Aristarco en algin momento del 270 aC. del modo siguiente: «Aristarco anticip6 en el 270 aC. la teorfa que publicé Copérnico en 1543 d.C.». Si Copérni- co no hubiera publicado la teorfa, o no la hubiese publi- cado en ese momento, seria falsa esa orientacién sobre Aristarco. Por lo tanto, bajo la descripcién adecuada, algo hecho por Copérnico es una condicién necesaria, tempo- ralmente posterior, para algo hecho por Aristarco. De forma inmediata se deduce, precisamente bajo esta des- cripcién, que lo que hizo Aristarco en el 270 a.C. es una condicién suficiente para lo que Copérnico hizo diecisie- te siglos més tarde. Por supuesto, no se deduce que lo que Aristarco causé, o figuré entre las causas, fuera la afirma- cién del heliocentrismo por parte de Copérnico. Esto ha- bria de establecerse de modo independiente. Por supues- to, en cierto modo el concepto de causalidad no es tan claro como nosotros querriamos. Lo que hizo Aristarco pudo no haber causado en ningun sentido el descubri- miento por Copérnico de la teoria heliocéntrica, pero en un sentido muy definido causé que Copérnico’ redescu- briera la teoria heliocéntrica. No es que Copérnico hi- ciera dos cosas diferentes: fue la misma accién, vista bajo dos descripciones distintas. «Ser una causa» puede constituir, de hecho, un caso especial de la clase de caracterizaciones de acontecimien- tos que permiten las descripciones narrativas. Después de todo las causas no se pueden testificar como tales causas: Hume ya observé esto hace mucho tiempo. De- cir de A-1 que causé A2 es dar una descripcién de A-1 refiriéndose a otro acontecimiento (A-2) que constituye una condicién necesaria de A bajo la descripcién apro piada, Si no ocurre A-2, si es falso que «tuvo lugar A2>, 120 HISTORIA Y NARRACION entonces se deducirfa que «A-1 caus6 A-2» seria falsa a su vez, De esto no se sigue que A-l sea una condicién sufi- ciente de A-2. Presumiblemente no nos gustarfa afirmar, en general, que cualquier causa de un acontecimiento es- una condicién suficiente de ese acontecimiento. Ni tam- poco nos gustaria decir necesariamente que A? es una condicién necesaria de Al, Lo que seria correcto afirmar es que Ja ocurrencia de A2 es una condicién necesaria de que A-l sea una causa o, més precisamente, una causa de A-2. En resumen, entonces, la ocurrencia de A2 no es una condicién necesaria de la ocurrencia de A-1; sélo es una condicién necesaria para que A-1 sea correctamen- te descrita como una causa de A2 y, en consecuencia, la CL. no podrla decir de A-1, cuando ocurre, que A-1 es una causa de A2. Por lo tanto, «es una causa de> no seria un predicado accesible para la C.1. Ni, como hemos visto, tampoco «anticipa» serfa un predicado al que tuviera acceso el Cronista Ideal. Pero existen muchos més ejemplos. Para que sea cierto que Petrarca inauguré el Renacimiento, se requiere I6gica- mente que tuviera lugar el Renacimiento, aunque, como cuestién de hecho, el Renacimiento podria haber tenido lugar, lo hubiera inaugurado Petrarca o no. Una vez més, para que fuera cierto que Piero da Vinci engendré un genio universal, su descendencia (en este caso Leonardo) tenia que ser un genio universal. Otros ejemplos serian: epredijo correctamente», «instigés, «inici6», «precedié», adio origen a», etc. Cada una de estas expresiones, para ser cierta de un acontecimiento A-1, requiere, légicamen- te, la ocurrencia de un acontecimiento temporalmente posterior a Al, y las oraciones que hacen utilizacién de esas expresiones, de una forma obvia serdn entonces ora- ciones narrativas ‘Ademés de carecer por completo de oraciones na- rrativas, la C11. esta privada de ciertos mecanismos re- ferenciales; expresiones que designan unfvocamente cier- tos acontecimientos, personas y lugares, mediante la ORACIONES NARRATIVAS 1 utilizacién de pronombres relativos, «el ugar en que...», «Ja persona que...», cuando los puntos suspensivos se rellenan con una expresién que se refiere a un acontect- miento que tiene lugar posteriormente al momento ante- rior en el que existe tal individuo al que referirse. Newton escribi6 sus Principia de 1685 a 1687, en que se publi- caron. Después de esa fecha serfa natural referirse a Newton como «el hombre que escribié los Principia Ma- thematica>. En realidad, a partir de ese momento, no re- sultaria extrafio referirse a Newton por medio de esa expresién, independientemente del perfodo de la vida de Newton de que estuviéramos hablando. A este respecto, podemos hablar de Woolethorpe como el lugar en que Newton naci6, o el lugar en que nacié el autor de los Principia. Podemos decir, pero no la C.L., que el autor de los Principia nacié en Woolethorpe en el dia de Na- vidad de 1642. La oracién «El autor de los Principia na- cid en Woolethorpe» no puede aparecer en la CLL. del dia de Navidad de 1642. Sdlo después de 1687 podria apa- recer esta oracién, con el apropiado tiempo verbal. ‘Ain se conserva la casa de Woolethorpe. Es la mis ma casa que los campesinos o labradores ingleses po- drian haber visto en el siglo decisiete. Sin duda, tiene casi la misma apariencia ahora que entonces. Podemos pe- regrinar a ella si queremos. Veremos la misma casa que vieron esos campesinos y labradores. Pero nosotros la veremos como el lugar de nacimiento y de los prime ros afios de uno de los més grandes cientificos de todos los tiempos, el lugar en que Newton hizo esos grandes descubrimientos en el afio de la Plaga de 1665. Por la importancia de esos descubrimientos y, por lo tanto, por la importancia del hombre mismo, la casa de Woolethor- pe tiene una especial significacién para nosotros. Nadie podria haber experimentado esta significacién en 1642: es algo que sélo le podian otorgar los acontecimientos posteriores a 1642. Es por la significacién que damos a esos acontecimientos, que, por supuesto, ahora pertene- HISTORIA Y NARRACION cen al pasado, por lo que somos sensibles a la significa- cién del caserén de piedra.” Podemos visitar la casa de Woolethorpe, pero no po- demos visitarla en el momento en que nacié Newton: visitar el pasado seria cambiarlo y eso no se puede hacer. Si per impossibile pudiéramos presenciar el nacimiento de Newton, veriamos ese acontecimiento prefiado de una especie de destino al que, incluso la madre mAs ambicio- sa, habria de ser ajena. Un pastor en una colina griega podria haber visto a una mujer atacada por un cisne (un suceso bastante monstruoso), pero no habria visto en ello el origen de la muerte de Agamenén. Esto es algo que sélo podria haber sido «visto» por alguien que cono- ciera lo que no podria ser conocido en ese momento. Si nos estuviera permitido visitar el pasado, levariamos con Rosotros nuestro conocimiento del futuro (en efecto, re- cordarfamos acontecimientos que ocurrirfan después de lo que estuviéramos presenciando). Slo podrfamos pre- senciar el pasado tal «como sucedié en realidad» si, de algin modo, pudiéramos olvidar la clase de informacién que podria habernos impulsado a querer viajar hacia atrés en el tiempo. Pero, se podria argitir, «un clarividente podria pre senciar al mismo tiempo un conjunto de acontecimien- tos tal como suceden y verlos como significativos a la luz de futuros acontecimientos. Recordando los logros de Einstein, podriamos haber visto a su luz al anciano. éPor qué no podria alguien que viera de antemano esos logros, ver al joven a la luz de esas mismas realizacio nes? ;Piénsese en los Reyes Magos!» Bueno, quiz4. Pero atin no hemos permitido que el Cronista Ideal tenga esos 49. N. R, Hanson argumentarfa que nosotros no vemos lo mismo que ellos vieron, que, por ejemplo, ni siquiera un histo Fiador contemporiineo de la ciencia y su mujer, totalmente desin- teresada por la historia de la ciencia, verian lo mismo, a pesar de Ia equivalencia de imagenes retinianss, cuando contemplan ambos la casa, Véase sus Patterns of Discovery, especialmente el capitulo ORACIONES NARRATIVAS 123 dones precognitivos. Sélo sabe lo que sucede, como su- cede, en la forma en que sucede. Cualquier acontecimien- to es igualmente significativo para él, o igualmente in- significante, lo que quiere decir que no se aplica la categoria de significacién. 2Cémo podria aplicarla si no conoce el futuro? Porque sélo a la Iuz del futuro los acon- tecimientos que presencia adquirirén una cierta signifi cacion. Si nos negamos a permitir que la Cl. haga afirmacién alguna sobre el futuro, que se refiera a acon- tecimientos futuros, qué lenguaje va a utilizar para des- cubrir Jo que sucede, cmo sucede, en la forma en que sucede? He argumentado que los acontecimientos no pueden ser descritos por la C.I. como causas, ni puede caracterizarlos mediante oraciones narrativas. Las ora- ciones narrativas se refieren al menos a dos acontecimien- tos separados por el tiempo, y describen el primero de ellos. Pero, en un cierto sentido, ésta es la estructura que exhibe toda una clase de oraciones que normalmen- te se usan para describir acciones. ¢Hay que privar a la CL, entonces, de todo el lenguaje de la accién? Quiero tratar esta cuestién, porque ayudard a aislar algunas ca- racteristicas adicionales de las oraciones narrativas. ‘Antes del viaje inaugural del malhadado buque An- drea Doria, se hizo una serie de anuncios que mostraban hombres pintando cuadros, tallando estatuas, haciendo mosaicos, etc. Debajo de cada imagen figuraba: «Este hombre est4 construyendo un barco». Las imagenes no mostraban a hombres ocupados en la clase de tareas que, evidentemente, implica la construccién de un barco, pero habfamos de comprender que el Andrea Doria no era un arco corriente. Si concibi¢ramos actividades tales como Ia realizacién de mosaicos como parte de lo que se haria normalmente en la construccién de un barco, el anuncio habria errado su objetivo; una imagen de un hombre co- Jocando una quilla no harfa ver que el barco en cuestion habia de ser extraordinario. No obstante, si la expresién «construir un barco» no fuera capaz de ser ampliada para que cubriera esas actividades anormales, tampoco 124 HISTORIA Y NARRACION habrian logrado transmitir su mensaje los anuncios; ciertamente, nos habria extrafiado que, bajo una imagen de un hombre borracho en una cuneta, se leyera «Este hombre est4 construyendo un barco», cosa que no su- cedfa con las imagenes que se nos mostraban. Los pre- dicados de accién siguen reglas etxremadamente flexi- bles: un mimero indefinido de clases de conductas pueden caer bajo «construir un barco». Hablando literalmente, puede que un hombre esté co- Jocando una semilla en un agujero cuando le describimos como «plantando rosas», o apretando simplemente unos tornillos cuando Je describimos como «arreglando la radio». Sin embargo, nadie espera esas descripciones li- terales. No pensamos en corregir la descripeién «plan- tando rosas» por la més literal «poniendo semillas en agujeross, més de lo que pensamos en acusar a una persona de falsedad cuando responde a la pregunta «2Qué est4 haciendo?» con «Plantando rosas», porque Jo que esté haciendo literalmente es responder a nuestra pregunta. El rango de conductas que cubre «esté plan- tando rosas» incluye cavar, fertilizar, sembrar, incluso adquirir palas y semillas, incluso leer catélogos de se- millas o contratar jardineros expertos. De hecho, el caso raro es en el que el predicado de accién es literalmente aplicable, por ejemplo, cuando una persona est ponien- do realmente rosales en el terreno. La presencia de rosas ¢s el resultado al que se pretende que lleguen todas esas Piezas separadas de conducta y, como vemos una cierta conexién entre ellas y ese resultado, tendemos a descri- bir esos diferentes fragmentos de conducta en términos del resultado. Sea R cualquier resultado y sea E. cual- quier conducta implicada de forma que Ileve a R. Enton- ces, Jo que hace una persona puede ser, o bien descrito mediante E 0 mediante R. Ast, «a esté Rando» seré una descripcién correcta de lo que a esté haciendo si a hace E, y E es un medio para R. Pero en realidad «est4 R-ando», generalmente, cubriré toda una coleccién de fragmentos diferentes de conductas Cl...Cn de forma que, cuando ORACIONES NARRATIVAS. 125 sea cierto que a esté Rando, podemos suponer, provi- Sionalmente, que aBi e/a, donde Bi es un miembro de Ja coleccién y donde «Bi e/a es una descripcién literal de lo que a hace. Casi seguro que la coleccién sefialada por un predicado como «est Rando» es muy flexible y, sea quien sea de quien es cierto que «esta R-ando», ser& cierto en general que har4 cosas diferentes pertenecien- tes a Ia coleccién. O puede darse el caso de que eripciones de un objeto es la descripcién spropiada, Get Peat, History of Europe, Nac York, hachr Boos, igualmente la estructura temporal particular en que esté Tt pa ay Chart am deagracble fig, tas ‘argo, este accidente iba a beneficiar al mundo y, después de 21, Esto ge argumenta detalladamente en ml «Mere Chronicle fodo, también a Erasmo, A él debe el mundo los Adagia'y Beam and History Proper», Journal of Philosophy, L, 1953. ‘Mo su fama, que se inicié com esta obra» (J. Huizings, Bras 136 HISTORIA Y NARRACION Términos como «fatal», (A.C, Crombie, Augustine to Ga lWleo: The History of Science: 001650 4. C. Cambridge, Mass, Harvard Univ. Press, 1953, pag. 261). Este ditimo ejemplo (y #2 podrian multiplicar indefinidamente) se menciona en un trabajo Importante de Joseph T. Clark, «The Philosophy of Science and the History of Sciences, en: Marshall Clagett (comp), Critical the History of Science, Madison, Wisconsin, The Univety of Wisconsin Pes, 198, ply 77 Todos’ mis ems plos son casos de lo que el padre Clark denomina die von unten bis oben geistesgeschichiliche Methode, un método particular. mente susceptible de Jo que llama «precursitus» (loc. of, pag. 103 y nota 2, pg. 138). Precursitus (si es un lapso) y todo el Methode earacterizado por el padre Clark se deben a ia descripcién na- rativa, un modo de descripelén que va von sper bies frilher. ORACIONES NARRATIVAS 137 nueva reestructuracién de toda la historia de la filosofia; se comienza a ver a los anteriores filésofos como prede- cesores, lo que irénicamente puede levar a la gente a quitar importancia a ln orginalidad de aquel cuyo nuevo logro concentré la atencién histérica en ciertas caracte- risticas de las anteriores formulaciones filosdficas, que de otro modo habrian sido pasadas por alto. De ello se quejé Kant amargamente Como resultado de los pro- ductos de la escuela de Nueva York del expresionismo abstracto, hemos visto recientemente una revalorizacién comparable de Monet. Se podria descubrir que Monet no ha influido en ningiin miembro de la escuela de Nueva York, pero, como sus componentes comenzaron a pintar de una forma especial, Monet se convirtié en un prede- cesor en sus iltimas obras. Escribe Bergson: «Si no hu- biera existido Rousseau, Chateaubriand, Vigny, Victor Hugo no solamente nadie habria percibido, sino que, cier- tamente, no habria existido ningin romanticismo en los clisicos ‘del pasado», porque este romanticismo de los clisicos s6lo se hizo patente con el esculpido de cierto aspecto de su obra. Pero esta découpure, con su forma especifica, no existié més en la literatura de los clésicos, antes: del advenimiento del romanticismo, que existe la curiosa figura que for- ma una nube antes de que el artista la perciba, al or- ganizar esa masa informe de acuerdo con su fantasia Por supuesto que ésta es una formulacién extrava- gante. Preferiria decir que los elementos roménticos sé F24, Los hombres que nunce piensan de forma independiente fdenen no obstante Ia agudeca de_descubrir todo, una ver que s¢ ha mostrado, en lo que se ha dicho hace tiempo, aunque nadie haya visto hasta entonces», Immanuel Kant, Prolegomena to xy Future Metaphysic, parégrafo 3. rns. Henri Bergson, La Pensée et le Mouvant, Parts, Félix AL 40, 1934, pig. 23, Se cita este pasaje en Mandelbaum, op. cit, 2B. Estoy en deuda con el profesor Mandelbeum por llamar atencién de forma expecal sobre In discus, de Bergwon. HISTORIA Y NARRACION 138 cubiertos. Pero se trata de un descubrimiento para el que se requiere el concepto de romanticismo y los crite- rios que identifiquen lo roméntico. Pero, naturalmente, no estaba disponible un concepto de romanticismo en el periodo dlgido del clasicismo. Dicho sea de paso, quiero observar que cualquier cosa en los escritos clésicos que cayera bajo el concepto de romanticismo, sin duda al- guna, estaba en ellos inserto de forma intencional. Pero no eran intencionales de acuerdo con la descripcién «ex- presindose mediante elementos rométicos», porque los autores carecan de ese concepto. Esa es una limitacién ‘encontraban alli, en el clasicismo, a la espera de ser des- importante del uso de Verstehen. No fue intencin de Aristarco anticipar a Copérnico, ni de Petrarca la de inau- gurar el Renacimiento. Que se den tales descripciones Tequiere conceptos que sélo en un momento posterior se encuentran disponibles. De lo cual se deduce que, incluso si tiene acceso a las mentes de los hombres cuyas accio- nes describe, ello no capacita al Cronista Ideal para apre- ciar la significacién de esas acciones. Para estar abierto a la significacién historica de los acontecimientos tal como suceden, se ha de saber con qué acontecimientos posteriores serdn relacionados, en oraciones narrativas, por los historiadores del futuro. No serfa suficiente ser capaz de predecir los acontecimien- tos futuros sin més. Seria necesario saber qué aconteci- mientos del futuro son los relevantes, y ello requiere predecir los intereses de los futuros historiadores. Quie- ro ahora volver sobre la cuestin de la prediecién de acontecimientos de esta clase. Pero observo de pasada que, si el Cronista Ideal ha de hacerla, serén los trabajos de los historiadores humanos los que serén sus modelos y no al revés, como supusimos anteriormente. No podemos identificar una oracién O como una pre- diccién s6lo por el tiempo verbal, porque algunas ora- ciones pueden ser predicciones y, sin embargo, estar en i ORACIONES NARRATIVAS. 139 tiempo pasado. As{, «Aristarco anticipé a Copérnico» es predictiva en cualquier momento posterior al 270 a. C. y anterior 1453 d. C.* Ni es sin més una cuestién del usua- rio de O pretender que O es una prediccién, porque el usuario puede estar confundido en las fechas y Ia carre- a, cuyo resultado trate de predecir, pueda haberse cele- brado ya, y ganado, en el momento en que profiera 0.7 No estipularé una definicién, sino sélo una condicién ne- cesaria de las oraciones predictivas: O es una prediccién cuando O se refiere a A, y A no tiene lugar antes de, o al mismo tiempo que, la preferencia de 0 Una oracién narrativa, al referirse a un par temporal- mente ordenado de acontecimientos A-l y A-2, constitui- r& entonces una prediccién si es usada por el Cronista Ideal. Porque la escribiré cuando A-1 tenga lugar (al ser las oraciones narrativas sobre el primero de los aconteci- mientos al que se refieren) y, por lo tanto, temporalmente 26. Quizés esta oracién, aun siendo gramatical, se pueda divi- ir en una conjuncién que’ contenga como uno de sus elementos luna oracién en tiempo futuro, Asi, afirma: a) Aristarco hizo tal y ‘cual en tl; ) Copérnico haré tal'y cual en 12; 9) ies tmeior 8.42; d) lo hecho por Aristarco y lo que har& en, Pero b) cambla de tempo despues de 1543 y esto confirnsa ln ‘observacién que hago més adelante, 21. QuizAs esto es cuestionable. Considérese el caso de la men- 140 HISTORIA ¥ NARRACION anterior a A2, Es més, si la CL. ha de ser definitiva, han de ser predicciones correctas. Pero esto modifica enton- ces considerablemente la tarea del Cronista Ideal. Por- que, como el par de acontecimientos referidos por una oracién narrativa pertenece a la misma estructura tem- poral, el Cronista Ideal ha de reestructurar el futuro en la misma forma que los historiadores futuros estruc- turarén el pasado. Como la C.I. ha de ser completa, to- das las oraciones narrativas verdaderas de A- han de ser escritas al tiempo y, en consecuencia, el Cronista Ideal ha de disponer todas las estructuras temporales en que se situaré a Ad. En efecto, la Cl. esté describiendo historia antes de que se produzca. Por lo que si ahora Permitimos que fragmentos de la C.l. caigan manos de historiadores, encontrarén muchas més cosas de lo que simplemente ha sucedido tal como ha sucedido. También hallarén lo que sucederd (a menos que los acontecimientos, cuyo relato tienen, estén totalmente desconectados de los sucesos futuros). Pero con ello se destruye la asimetria en nuestro concepto de pasado y de futuro: el pasado y el futuro son idénticos ahora en cuanto a su determinacién, En realidad, se trata de algo analitico. Porque la verdad de p se encuentra, 16 gicamente, implicada por la verdad de «a predice co- rrectamente que p», y cualquier prediccién hecha por el Cronista Ideal es correcta por definicién. Todo cambia entonces. En particular las capacidades cognitivas del Cronista Ideal han cambiado. Antes, aun- que tenia un acceso privado a muchas més cosas que un simple humano, su modalidad de conocimiento era, sen- cillamente, una extensién de una situacién cognitiva hu- mana familiar: era testigo de los acontecimientos sobre los que escribia. Pero uno no puede ser testigo de acon- tecimientos futuros sin cambiar el significado de «ser testigo». «Como puede entonces conocer el futuro? ¢Es ya la conducta del Cronista Ideal siquiera inteligible para nosotros? Volvamos, entonces, a casos més estrictamente ‘ORACIONES NARRATIVAS 141 Humanos en que se hacen predicciones, y reconsideremos Taego, gradualmente, estas cuestiones. Cuando un hombre, en el, predice Aent2, siempre podemos preguntar cémo lo sabe o por qué piensa que Aen-t-2, Esto, generalmente, se produciré a través de una peticién de datos y nuestra confianza en la prediccién variaré dependiendo de nuestra valoracién en la eviden- cia. Sea la prediccién «Lluvia en t-2». Entonces la evi- dencia puede incluir desde los dolores reuméticos o los meros presentimientos, a las nubes cargadas o la conducta de los pjaros, hasta los resultados de pruebas en céma- ras de lluvia, rayos-X, difraccién electrénica, etc. O.pue- de ser simplemente el informe del tiempo en el periédi- co. Sea lo que sea, lo que se cita como evidencia se acepta como tal sélo cuando se puede dar una respuesta a la pregunta de por qué se piensa eso, que proporcio- ne una base para creer que «lluviaen-t2». La respuesta puede ir desde una generalizacién inductiva sin més, a la Giltima teorfa meteorolégica. En resumen, para las pre- dicciones necesitamos algin acontecimiento y alguna ora- cién similar a una ley, o algo asf, que nos permita infe- rir, de ese acontecimiento, un suceso futuro. Ahora bien, por el momento no me interesa si algo es una buena o mala evidencia, sino solamente el requisito més general de lo que ese algo ha de satisfacer si ha de contar en absoluto como evidencia, esto es, que lo que sea que se ofrezca como evidencia haya de estar disponible en el momento en que se hace la prediccién. Dada nuestra ca- racterizacién de las predicciones, una cosa que esté sis- teméticamente excluida por este requisito es el aconte- cimiento predicho. Cualquier enunciado de que A tendré lugar, cuando A ya ha sucedido, sera falso automética- mente en virtud de su errénea representacién de la re lacion temporal entre la proferencia de ese enunciade y A. Por lo tanto, A, si se ofrece como una evidencia de prediccién sobre sf mismo, haré automdt esa prediccién. Asi, pues, en t-2, tenemos acceso a, or principio, no esta disponible para un hombre que pre dice lo que sucederé en t2. Especificamente, nos en- contramos en disposicién de saber que su prediccién es correcta o incorrecta. Si se nos pregunta cmo sabemos que esté lloviendo, podemos mostrar en principio da- tos que ni siquiera el hombre del tiempo més sofisticado hubiera podido aducir antes: podemos sefialar la caida de la lluvia, Ahora bien, si las oraciones narrativas se refie- ren a dos acontecimientos separados temporalmente y son predictivas hasta que tiene lugar el segundo aconte- cimiento, parece que, después del acontecimiento, las per- sonas (los historiadores) siempre pueden citar evidencias en favor de la oracién narrativa, en principio inaccesible antes de la ocurrencia del acontecimiento temporalmen- te posterior al que se refiere: pueden citar el aconteci- miento mismo. ¥ entonces estén en disposicién de saber, como nadie lo estarfa antes de la ocurrencia de ese acon- tecimiento, que la oracién narrativa es verdadera. Una cuestién para el préximo capitulo” es la de si era ver- dadera antes: por el momento sélo me interesa la epis- temologia de la cuestion. Pero, si estamos realmente haciendo epistemologia, hemos dado un salto demasiado grande. Porque supéa- gase que se predice, en t-1, que A-en-t2. Entonces, en t2, alguien tendr4 ciertamente informacién ausente en t-1, esto es, el acontecimiento mismo, si sucede que la prediccién resulta correcta. Presumiblemente fue testigo de A, mien- tras que en t-1 sdlo se podria ser testigo de signos de A. Pero entonces sdlo en t2 se puede ser testigo de A: en +3 ya es demasiado tarde para eso, e igualmente sucede para cualquier tn (n > 3). A partir de t3 estamos més 7*, A partir del hecho de que nos es 1égicamente imposible co- nocer el futuro, Danto —en el capitulo «Contingencias futuras y pasadas>— muestra que la verdad o falsedad de Ins frases ‘Yemportles dependen del momento de su enunciacién. (E.) ORACIONES NARRATIVAS 143, un cierto sentido, SS aee Tae Dea aoe tajosa, Porque el que pre menos eape- ‘ser testigo del acontecimiento que ha predicho. Pero nuestra propia argumentacién falsea sistemAticamente ‘«Seré testigo de A», si A ocurre antes. que la proferencia de esa oracién. El que predice estd posicién de ser testigo y, por lo tanto, de saber si predijo correctamente © no. Pero no el que retrodice. Esta desventaja se encuentra parcialmente compensa- da por el hecho de que los que predicen la ocurrencia de A-y los que retrodicen la ocurrencia de A pueden ser testigos de clases disjuntas de signos de A. Posiblemen- te las calles mojadas no son signos més claros de que ha Wovido, que las nubes cargadas lo son de que lovers, pero las copias de De Revolutionibus Orbis Celestiarum parecen, en principio, ser signos més claros de que al- ‘guien escribi6 el libro, que cualesquiera otros signos que se puedan concebir de que alguien lo escribiré. De cual- quier manera, el que retrodice puede tener el testimonio de los testigos de un acontecimiento y esta clase de datos esté sistematicamente excluida para el que predice, dada nuestra restriccién general. Como un caso especial tene- mos las historias de los acontecimientos después y no antes de que hayan ocurrido. Si queda garantizado que la posibilidad de que alguien diga que ha sido testigo de un acontecimiento, y que esté esperando que suceda, queda excluida por nuestra res- triccién, si queda garantizado ademés que, sencillamen- te, encontrariamos absurda la afirmacién por parte de alguien de que su libro ha sido publicado, de modo que mejor se pone a trabajar y lo escribe, ¢se ha de garan- tizar también que es absurdo que alguien afirme que pose escrita la historia de un conjunto de acontecimien- tos, y que sélo falta que los acontecimientos sucedan? Imaginemos un caso asi. ‘Supongamos que cogemos un libro llamado La bata- Ia de Iwo Jima. Describe muy detalladamente a los hom- bres y los movimientos de esa confrontacién: dice quién 144 HISTORIA Y NARRACION ‘ORACIONES NARRATIVAS 145 fue herido y cuéndo, quién murié y por qué, y descubry- es, el legado literario de un escritor decimonénico, y mos después que el libro fue escrito jen 1815! Por ello, qee con él existen cartas. Una cosa tipica que éstas pue- encontramos que el libro nos dice mas de lo que sabe- den decir es: «He estado trabajando mucho en mi libro mos, incluso si somos, por ejemplo, los historiadores sobre Iwo Jima. La obra avanza lentamente...». Una sufi- més expertos de esa batalla. Utilizando el libro como ciente documentacién secundaria de esta clase nos con- guia, buscamos sobrevivientes hasta ahora desconocidos vence de que el libro se debe a una invencién humana ara nosotros. Sus testimonios siempre encajan con este deliberada, Encontramos pasajes tachados y reemplaza- extrafio, anacrénico regalo del cielo, jque se convierte dos, por lo que resultan ser correcciones fiicticamente entonces en una inapreciable guia para la investigacién exactas, todas en la singular escritura a mano decimo- histérica, como un mapa del tesoro! noénica. Cualquiera dirfa: es una falsificacién. Pero si en- Después de todo, un hombre puede dibujar primero contraramos entre los papeles de Newton un mapa celes- el mapa del tesoro y luego situar el tesoro o tener situa te del afio 1960, y lo comprobéramos, y lo encontréramos do el tesoro. Un hombre puede disponer un programa y completamente correcto, no sospechariamos un fraude. luego Ilevarlo a cabo, o haberlo levado a cabo. En este No sentirfamos la incomodidad que produce la amenaza punto existen casos de «rectificacién de hechos». ¢Por a un concepto fundamental. ¢Por qué entonces? qué no podrlamos escribir entonces una historia antes Wittgenstein escribi6: «El futuro se nos oculta. Pero de que los acontecimientos sobre los que versa sucedan épiensa eso un astrénomo cuando calcula un eclipse de realmente? Alguien podria argumentar que no amaria- sol?» La pregunta es ret6rica: los astrénomos no pien- mos a eso historia, que la historia, por definicién, versa san eso. La cuestién es que sabemos, més o menos, lo sobre el pasado, que, de acuerdo con ello, es una viola- que hace un astrénomo: determina posiciones iniciales, cién del uso comin decir que la historia de los sucesos E resuelve ecuaciones y demds. Nuestro historiador precoz de 1954 pueda ser escrita en 1815. No disputaré sobre el escribié: «El trabajo progresa lentamente». Pero ¢qué uso: no le lamemos ehistoria». Pero supéngase que sélo clase de trabajo? y en este caso no sabemos. Sélo sabe- después de haber aceptado el libro como la relacién de- mos que no puede ser nada parecido a lo que hacen los finitiva de la batalla de Iwo Jima descubrimos que fue Fhistoriadores corrientemente: trabajar en los archivos, escrita en 1815. No me consolaria mucho el hecho de ‘autentificar documentos, examinar testimonios, entrevis- que ya no la Ilam4ramos historia. Es la posibilidad Paar a sobrevivientes y examinar fotografias. Puede que de una relacién de esta clase, se lame como se lame, la sintamos inclinados entonces a decir que no puede que encuentro turbadora. ber escritura de la historia anterior a los aconteci- Un nifio, cuando balbucea, podria proferir, por acci- mientos, porque no existe nada que cuente como histo- dente, una sarta de vocablos que resultaran ser una prue- Ejografia. Para el astrénomo, el futuro no esté més oculto ba del iltimo teorema de Fermat. Llamémosle a eso el pasado y son una la prediccién y la retrodiccién. una coincidencia: una sarta de vocablos es igualmente ero existe una asimetria especial entre los signos y las probable que otra sarta cualquiera. O considérese al nifio as de los acontecimientos, que ya hemos observa como un oréculo, y Ilévese a los mateméticos para que Las huellas existen después, no antes de las pisadas. Presten atencién a sus sonidos. Cualquier cosa parece ‘, azonable en ese caso. Pero supéngase que nuestro ma- 29, Ludwig Wittgenstein, Philosophical Investigations, pégi nuscrito-problema se descubre entre un montén de pa- 23e. 146 HISTORIA Y NARRACION ‘ORACTONES NARRATIVAS 447 Las fotografias, los informes de los testigos oculares iy tdstigo equivale, légicamente, a presuponer lo que esté demés existen después, no antes de los acontecimientos ed cuestién, a saber, la ocurrencia de A. Desgraciada- que atestiguan, y es con ese tipo de cosas con el que mente, un argumento exactamente anlogo descalificaria tiene que ver Ia historiografia. Piénsese en las inmensas ia evidencia procedente de los testigos, porque aceptar dificultades del intento de predecir los lugares exactos a b como testigo de A presupone, ldgicamente, que b fue en que pisaré un hombre que camina por la arena, y testigo de A. Esto,.a su vez, presupone, légicamente, la qué simple es, siempre que permanezcan las buellas, re- ocurrencia de A. Por lo tanto, aceptar a b como testigo y trodecir las posiciones. su testimonio como evidencia para la ocurrencia de A es Estas asimetrias son profundas. Al ver nubes carga- ‘una peticién de principio. La verdad de p esta implicada das, puedo decir «Lloveré a menos que...» y, al ver las por la verdad de «

de la Batalla de ‘vera a menos que cambie el viento» se puede decir cuan- Iwo Jima ha basado su relacién, Porque si no podemos do se ven nubes cargadas, pero «Ha Ilovido a menos que recordar acontecimientos de los que no hemos sido tes- haya cambiado el viento» suena raro cuando se estén figos, no podemos preconocer scontecimientos de los viendo superficies mojadas. Es més, si un hombre es tes- F que no seremos testigos, y con seguridad el «historiadore tigo de A en t-2, atin sigue siendo considerado un testigo Eno sera testigo de la batalla. Por lo que la supuesta en 3 pero, aunque seré testigo del acontecimiento, no 2 jue i eae is een | nada. Esto dificilmente afecta al historiador tfpico, que ‘Sin embargo, si utilizamos el testimonio de un testigo raras veces ha sido testigo personal de los acontecimien- asi, como base para una retrodiccin, nos estamos fiando tos sobre los que escribe: pero es desastroso para la per- de su memoria. gPor qué, después de todo, no podria sona que escribe de acontecimientos de los que no serd existir una simetria con respecto al uso de una declara- p testigo. cién precognitiva del que serd un testigo como base para Quizé tenga entonces alguna clase de sexto sentido y una prediccién? Llamese a esa persona un «pre-testigo». Bfunde su relacién en visiones proféticas. Podria explicar Un pre-testigo pre-conoce aquello de lo que seré testigo, fuego sus rectificaciones basdndose en que una visién pos- en la forma en que un testigo recuerda que ha sido tes- Eterior supera a una anterior, como en la composicién del tigo de un acontecimiento. Alguien podria argumentar in. Sin embargo, podriamos preguntar cémo sabe entonces: afirmar que a es un pretestigo equivale logi nte que tiene esa especie de sexto sentido, cémo camente a presuponer que a ser testigo de A, y decir stingue entre tener una visién exacta e imaginar sim- que a seré testigo de A equivale, l6gicamente, a presu- emente cosas. Puede ser que lo que quiere decir con poner que A tendré lugar. Pero no podemos aceptar lue- trabajo progresa lentamente» sea «Las visiones son go, como evidencia de que A tendré lugar, el testimonio frcasas y muy intermitentes>, pero geémo distinguiria de’ a —como pretestigo—, porque aceptarle como pre- ‘caso del de un novelista con una musa tacafia? Ob- 148 HISTORIA ¥ NARRACION sérvese jue podemos confrontar a nuestro extrafio pro- feta eaten persona igualmente extrafia que tenga vi- siones retroactivas: juna persona que escriba en 1960, y s6lo sobre Ja base de visiones, In historia de To que sucedié en 1815! Supéngase que realment persona escribe de esa forma una relacién completamente exacta, Pero al menos podemos comprobar las visiones de ese hombre con las relaciones corrientes. Tncluso cuando re Jate cosas que no figuran en las relaciones normales, demos en principio saber qué clase de evidencia seria precisa para verificar lo que dice. Pero en 1815 no habria nada comparable con lo que poder comprobar la «historia de la batalla de Iwo Jima», Ciertamente, no otros relatos. Porque surgiria la cuestién de cémo se ha Ilegado a esas relaciones. Si también se hubieran escrito sobre la base de visiones, s6lo habriamos trasladado el problema. Una historia visionaria y una ortodoxa podrian llegar a las mismas conclusiones: existirian formas ortodoxas de comprobar ambas. Pero, cuando se escribe la relacién antes de los acontecimientos en cuestién, no existen ni relaciones ortodoxas ni formas ortodoxas de comprobar las no ortodoxas, Pueden ezistir esas visiones. Tenerlas es una formidable buena suerte, como engendrar un ge- nio universal. La conducta de Piero da Vinci es instruc- tiva: traté de duplicar las circunstancias exactas en las que fue concebido Leonardo con la esperanza de dupli- car a Leonardo. Se puede decir que hizo lo apropiado, © lo impropio. No hay diferencia. Porque, en iltima ins- tancia, nada es apropiado o impropio cuando el results- do es el alumbramiento de un genio universal. No existen recetas. No obstante, cuando el astrénomo calcula el eclipse futuro, no suponemos que é! tiene dones precognitivos especiales o que precisa de un sexto sentido. Cuando de- ccimos que el futuro nos esté vedado, todo lo que pode- mos querer decir es que no poseemos las clases de leyes y teorfas que tiene el astrénomo. No podria haber usa do el precoz historiador la ciencia? Con «El trabajo pro- ORACIONES NARRATIVAS. 149 gresa lentamente> entendemos entonces lo que quiso de- cir: es fastidiosamente dificil determinar los valores de todas las variables, fastidiosamente dificil realizar todos esos intrincados célculos que conducen deductivamente ala conclusion que se presenta en La batalla de Iwo Jima. Bueno, pudiera ser. Tenemos buenas razones para creer que no existian tales teorias en 1815. No las tenemos hoy dia, Y realmente no podemos comprender, puesto que nosotros mismos no tenemos esas teorias, qué cla- ses de cosas contarfan como condiciones iniciales y It mites. Pero supongamos que el hombre conocia esas co- sas y que su trabajo era un trabajo «cientifico». Predijo la batalla del modo en que el astrénomo predice el eclipse. ‘Una vez més, fijémonos en los casos simples. Supon- dremos una teoria T de acuerdo con la cual se puede pre- decir un acontecimiento A a partir de otro acontecimien- to C. Sea T: «Cuando haya nubes cargadas, entonces lover4». El vocabulario de T consiste entonces en dos tér- minos especiales: enubes cargadas» y «lluvia». Ahora bien, son verdaderas muchas cosas de las tormentas de lluvia, aparte de que sean tormentas de lluvia. En consecuen- cis, fécilmente podemos construir una descripcién D de ‘A que no se puede formular en el corto léxico de T. ‘Ahora bien, A se puede predecir ciertamente por me- dio de T, pero no bajo la descripcién D. Para poder ha- cer eso, habremos de mostrar que los predicados de D son definibles explicitamente con los términos que ya se incluyen en T 0, m&s probablemente en nuestro caso, habremos de enriquecer convenientemente nuestro arse- nal de términos. T se hace proporcionalmente més com- plicada como consecuencia, y supondremos entonces que T ha alcanzado el nivel de complejidad que normalmen- te exhibe la tltima teorfa meteorolégica. Suponiendo que el vocabulario de T consiste, pues, en un conjunto de | términos Fl, F2, F3...Fn, podemos decir que Ia descrip- cién bajo la que se predice A utilizaré idealmente cada F uno de esos términos o su negacién. Esto proporcionaré 150 HISTORIA ¥ NARRACION ‘entonces la descripcién més completa que permite la teo- ria en cuestion. Por supuesto, sabemos que cualquier descripeiin de esta clase, aunque rica, es escasa en comparacién que es l6gicamente posible: que cualquier predicado de fi lengua (0 su negacién).se pudiera aplica a A y que, in- cluso entonces, como individuum est ineffabile, no que- Garfan agotadas las propiedades de A: Ia riqueza de las propiedades de A supera con mucho la riqueza méxima Qel poder descriptivo de nuestro lenguaje, considerado {n toto. Pero esto no me preocupa en particular. Porque supéngase que ha sucedido A, de acuerdo con la predic- cién, Entonces pueden existir descripciones de A que encontramos que es importante dar, pero que caen fue- ta del dmibto Lingiiistico de T. Puede que no haya sido sin més una tormenta de Iluvia: puede haber sido una tormenta de Iuvia que haya inundado nuestro sétano 0 que haya arrasado el muelle que Smith construyé en 1912, No quiero decir que no se pudieran predecir esas cosas. Sélo quiero decir que no hubieran podido prede- cirse sélo mediante T. Porque «inunda el sétano de Jo- nes» 0 «arrasa el muelle de Smith» no son ciertamente términos verdaderos de las tormentas de Iluvia, que se incluyen en T, o definibles explicitamente mediante sus Generalmente se admite que una teoria cientffica no puede predecir un acontecimiento bajo cualquier descrip- cién verdadera de ese acontecimiento. En realidad, parte de lo que concebimos como actividad cientifica consis te en encontrar el lenguaje apropiado para describir los acontecimientos, escogiendo esos términos que designan las propiedades relevantes de los objetos, o construyendo términos con ese propésito. Resulta suficiente conocer la posicién inicial y el movimiento de un cuerpo para poder predecir su trayectoria: no se necesita saber también que un cuerpo, en particular, es un huevo chino hecho por la hija ‘mayor del zar Nicolés. Por eso seria ab- surdo, y en ditima instancia destructive del concepto ‘ORACIONES NARRATIVAS, 151 mismo de teorfa cientifica, recomendar la incorporacién a una teoria como T de los términos que nos mueven a describir las tormentas de lluvia con nuestros intereses locales en sétanos y muelles. Es més, constituirla una exigencia imposible. Porque no existe limite al nimero de las estructuras temporales en que el historiador del futuro puede concebir situado a A. Puede resultar cono- cida como la tormenta en la que Alice y Bernard tuvie ron su pelea definitiva, o durante la cual nacié el hombre que resolvié el iltimo teorema de Fermat. Por lo que es tun logro suficiente ser capaz de predecir A bajo alguna descripcién. La afirmacién, ahora menos frecuente que antes, de que existen dos’ clases distintas de aconteci- mientos, los acontecimientos cientificos que se pueden predecir y explicar, y los acontecimientos histéricos que no, es errénea. No existen dos clases de acontecimientos, ‘sino quiz4 dos clases de descripciones. La ciencia puede ciertamente no conseguir proporcionarnos la informacién que queremos sobre los acontecimientos, pero eso es porque esa informacién no siempre se puede formular en el lenguaje abreviado de las teorfas cientfficas. Esas exigencias destruirian el concepto de meteorologia. Puede ser asf, pero ahora estamos interesados en una teorfa diferente: la que se usa para predecir, no la ocu- rrencia de la batalla de Iwo Jima sin més, sino ese acon- tecimiento bajo la descripcién, enormemente detallada, que se encuentra en nuestra controvertida «historia». En éste tiene que haber oraciones como «A las 3.30, el 20 de febrero, el sargento Mallory, cuando cargaba una grana- da, fue muerto por el soldado Kito, con su quinto y tlti- mo tiro del dia». {Poco es de extrafiar que el trabajo pro- gresara lentamente! Suficiente trabajo seria escribir la historia con ese grado de detalle. En cualquier caso, la teoria que se use para predecir todo eso ha de ser tan rica lingiifsticamente como el lenguaje comin. Después de todo, se supone que la relacién es normalmente inte ligible para el lector comin. Pero luego suponemos que el manuscrito se ha des-

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