Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Unidad III Hartog
Unidad III Hartog
François Hartog
R e g ím e n e s d e h is t o r ic id a d
Presentismo y experiencias del tiem po
;/VOnCTOtl«aLUMSÆl
UNIVERSIDAD
IBEROAMERICANA.
CIUDAD DE MÉXtCO
D epa bxa m en to d e H is t o r ia
Título original
Régimes d ’historicité. Présentisme et expériences du temps
Editions du Seuil, Paris, 2003
IS B N 2 - 0 2 - 0 5 9 3 2 8 - 9
Hartog, Francois
D 13 H3718.2007
ISBN 9 7 8 - 9 6 8 - 8 5 9 - Ó 8 1 - 4
13 5
F r a n ç o is H A R T O G
M arco Aurelio, Pensées {Pensam ientos), 12, 3, 3 -4 . {P ensam ientos; cartas, testim onios,
M adrid, Tecnos, 2 0 0 4 ].
Goedie, S econ d Fau st, v. 9 8 3 1 . V id Pierre Hadoc. “ ‘Le présent seui est notre bonheur’
ia valeur de l’instant présent chez Goethe et dans ia philosophie antique”, D iogen e, 133,
1 9 8 6 , p. 7 1 .
Franz Rosenzweig, carta del 5 de febrero de 1917, a p u d Stéphane Moses, UAnge de
l'histoire. R osenzw eig, B en jam in . S cholem , Paris, Éd. du Seuil, 1 9 9 2 , p. 8 9 . [E l án g el d e la
h istoria. R osenziveig, B en jam in , S cholem , Madrid, Cátedra, 1997]-
Pascal, Pensées, 172 (Bmnschvicg).
13 6
R E G ÍM E N E S D E H IS T O R IG D A D
Éric M ichaud, “Le présent des avant-gardes”, en H istoire d s L‘a n : u n e ¿iiscipline à ses
fron tières,, París, Fernand Hazan, 2 0 0 5 .
André Gide, L ’I m m oraliste, París, Mercure de France, 1 9 6 1 , p. 6 0 . [E l in m oralista,
Madrid, Cátedra, 199 8 ].
E n muchas ocasiones. Luden Febvre responde a Valéry, abandonándolo a la historia
sin vida y reprochándole ignorar la historia viva (1 9 4 1 ): vid. C om bats p o u r l ’histoire, París,
Arm and Colin, 1 9 9 2 , pp. 2 4 , 102 y 4 2 3 .
“A ux lecteurs”, A n n ales d'histoire écon om iqu e et sociale, 1, 1929. “Mientras que a ios
documentos del pasado los histqriadûres les aplican sus buenos métodos antiguos comprobados,
cada vez más un mayor número de personas consagra su actividad, no sin pasión en ocasiones,
al estudio de ias sociedades y de las economías contemporáneas: dos clases de trabajadores
hechos para comprenderse y que normalmente se codean sin conocerse”.
13 7
F R A N Ç O IS H A R T C «
13 8
R E G IM E N E S D E H IS T D R IO D A D
13 9
F R A N Ç O IS H A R T O G
140
R E 6 Í M W E S D E H ISTO R IC ID A D
LA S F A L U S DEL PRESENTE
141
F r a n ç o is h a r t o «
mismo para anticipar la mirada que se echará sobre él cuando sea comple
tamente pasado, como si quisiera “prever” el pasado, hacerse pasado aun
antes de haber sucedido como presente; pero esta mirada es la suya, hacia
él, ei presente. Esta tendencia a cambiar ei futuro en futuro anterior puede
llegar hasta la caricatura. Así, el 10 de mayo de 1994 los periodistas entre
vistaban al que todavía era el presidente Mitterrand. ¡Ya otros tiempos, pero
no otras costumbres! Era exactamente un año antes dei fin establecido para
su mandato. Todo el juego consistió en hacerlo hablar como si fuera un año
más tarde, como si ya se hubiera ido e incluso (¿por qué limitarse?) como si
estuviera muerto y enterrado, ya que se le pidió que mencionara ¡el epitafio
que había elegido! Para estar seguro de ser el primero en dar la información,
finalmente no hay nada m ejor que anunciar como sucedido lo que todavía
no ha tenido lugar. Es una respuesta mediatizada y mediática a la vieja pre
gunta provocativa hecha por Kant: “¿Cómo es posible la historia a p ñ orü
Respuesta; porque quien hace las predicciones realiza y organiza él mismo
los sucesos que anunció por adelantado”.“^®Sin duda se trata sólo de historia
mediática a p rio ri, pero también se conoce una forma política, denunciada
bajo el nombre de efecto de anuncio. D e hecho, toda la presidencia de M it
terrand, desde la visita inaugural al Panteón hasta la doble puesta en escena
de los fiinerales, pasando por el asunto Bousquet, estuvo atrapada en la crisis
del tiempo. Que haya intentado escapar o servirse de ella no cambia en el
fondo gran cosa. Todavía llevada por el futurismo, al momento de su llegada
al poder, la izquierda casi de inmediato reencontró la ola de la memoria y del
patrimonio, y las obligaciones sociales del presentismo.
Simétricamente, nuestro presente está más que ansioso de previsiones,
sí no es que de predicciones. Se rodeó de expertos, a quienes consulta sin
parar. Solicitado, el historiador se ha encontrado, en más de una ocasión, co
misionado como experto de la memoria y preso en el círculo del testimonio.“^^
Este presente creyó encontrar en los sondeos su ábrete sésamo; usó y abusó
de esas proyecciones en el porvenir, sin moverse dei presente. La respuesta
dada hoy, imagen instantánea, es transportada seis meses o tres semanas más
tarde y tiende, imperceptiblemente, a convertirse en la imagen efectiva de la
situación seis meses o tres semanas más tarde. Lo que vote hoy, como imagen
Emm anuel Kant, L e C o m b at d ís fa cu ltés, a p u d Koselleck, L e fiitu r passé, op. cit., p. 50.
Sobre k historización del acontecimiento, incluso antes de que se produzca, puede considerarse,
en otro tenor, la película de W oody Alien, B an an as (1 9 7 1 ), en la que deberá presenciarse ei
asesinato en vivo de un presidente.
Olivier D um oulin, L e R ôle so c ia l d e l'historien . D e la ch aire au p rétoire, Paris, Albin
M ichel, 2 0 0 3 , pp.
14 2
RKiMBieSMHfSTWiaDAD
^ Vid iafra,
p p . 213-215-
Jeao Favier y Dam d Nwrinck, “Les archives”, cu Fi. Bédarida (dit.), CHistoire et le
Métier d ’historien en France, 1945-1995, París, Éd. de la Maison des scicnccs de rhom me,
1995, pp. 89-110; H am ^, “Archives. La loi, la mémoire, rhistoire”. Le Débat,112, 2 0 0 0 ,
pp. 45-48. Para una presenación del conjunto del expediente, vid Sophie Cœuré y Vinecnt
Duderr, Les Archiva, París, La Decouverce, 2001.
143
F r a n ç o is H a r t o g
14 4
R E G ÍM E N E S D E H IS T D R K 3 D A D
en relación con el tiempo. No fue sino hasta 1998 que el antiguo secretario
general de la prefectura de la Gironda fue condenado, en Burdeos, por su
complicidad en crímenes en contra de la humanidad, es decir, cincuenta y
cinco años después de los actos incriminatorios y como resultado de un juicio
que duró noventa y cinco días.^^ Antes que él, en 1994, se tuvo el caso de
Paul Touvier, el antiguo jefe de la milicia de Lyon. En principio indultado
en 1972 por el presidente Pompidou, quien deseó “correr el velo” sobre ese
tiempo en el que los franceses “no se amaron”, veintidós años más tarde fiie
condenado por crímenes en contra de la humanidad. Sin embargo, se trataba
del mismo Touvier. Pero el tiempo funcionó al revés. Muy lejos de haber
traído el olvido, reavivó la memoria, reconstruyó e impuso el recuerdo. Con
la temporalidad hasta entonces inédita creada por los crímenes en contra de la
humanidad, el tiempo no “transcurre”: el criminal permanece contemporáneo
a su crimen.
El urbanismo parisino ofrece otro registro, tan visible que deslumbra, eri
donde comprender los efectos del orden del tiempo o de su cuestionamien
to. Acordémonos por unos momentos de esas dramaturgias principescas o
esos ballets urbano-políticos. Con un primer tiempo, todavía situado bajo
el signo del futurismo simultáneamente, y en f c e con el régimen moderno
de historicidad. En él se encuentra primero Georges Pompidou, el moder-
nizador, en el papel del presidente que quería “adaptar París al automóvil”,
acelerar su desarrollo, aunque también devolverle su lustre internacional, al
dotar a la capirai con un gran museo de arte contemporáneo. Extendiéndose
durante veinte años, el acondicionamiento del barrio de Les Halles ofrece una
clara demostración de estas transformaciones. En 1959, el gobierno decide
transferir los pabellones de Les Halles a Rungis. Durante los siguientes diez
años, la prefecmra de París promovió proyectos arquitectónicos en los que
florecen las torres: “torres, torres y más torres” Modernismo y rentabilidad
parecen ser las únicas palabras rectoras.
Nadie podía entonces saber que sería liberado de la prisión de la Santé por razones
médicas en septiembre de 2 0 0 2 . Pero la emoción provocada por su liberación -aceptada
únicamente por la aplicación de una nueva disposición de la ley—muestra claramente que hasta
su muerte pennanecerá com o contem poráneo de su crimen. Pero nosotros también.
^ Vid. in fra , pp. 2 3 3 -2 3 4 . H enry Rousso, L a H an tise du passé, en tretien av ec P h ilip p e
P etit, Paris, Textuei, 1 9 9 8 , pp. 12-47.
André Fermigier, L a B a ta ille d e P aris: d es H alles à la P yram ide. C hron iques d ’urbanism e,
Paris, Gallimard, 1 9 9 1 , p. 5 4 . La serie de crónicas realizadas por Fermigier en cl N ou vel
O bservateu r, después en L e M on de, permite seguir el fracaso de Les Halles y el surgimiento
progresivo del tem a del patrimonio.
14 5
FR A N Ç O IS H A R T O G
Ib id em , p. 149.
V id. el exp. “L’utopie Beaubourg dix ans après”. E sprit, 1 23, 1 9 8 7 . Geneviève Gallot,
“L e Centre Pompidou, une utopie épuisée”, L e D éb at, 9 8 , 19 9 8 , p. 102.
14 6
regímenes dehistorkidad
14 7
F lU K (O IS H A R TO G
M e m o r i a e H is t o r ia
14 8
R e g í m e n e s D E H is T O R ic D A D
^ T u d d id e s, I, 2 0 -2 1 .
N ora, “M émoire collective”, en J. Le Goff, R. Chanier y J. Revel (dirs.). L a N ouvelle
H istoire, París, Retz, 1 9 7 8 , pp. 4 0 0 - 4 0 1 . [L a n u eva h istoria, Bilbao, Ed. Mensajero, 1986].
14 9
F r a n ç o is H a r t o g
15 0
R e g í m e n e s D E H IS T O R IC ID A D
ieccìva puede también formar parte del “territorio” dei historiador o, todavía
mejor, convertirse en el instrumento de la ascensión al poder de la historia
contemporánea. Ahora bien, Nora siempre rechazó el postulado de un corte
(artificial o ilusorio) entre el pasado y el presente. Por el contrario, a diferencia
de los autores del informe al ministro, vuelve a “el historiador del presente”
para que haga “surgir conscientemente el pasado en ei presente (en lugar de
inconscientemente hacer surgir el presente en el pasado)”. Sobre el tiempo,
además, la reflexión que urdió a propósito del acontecimiento, sugiere una
relación entre el nuevo estatuto dado al acontecimiento en una sociedad de
consumo y una forma de aprehender el tiempo; “¿Podría ser que el trato al
que sometamos el acontecimiento sea una manera [...] de reducir el tiem
po mismo a un objeto de consumo y de conferirle los mismos afectos?”^^
Se indicaría ahí, a modo de sugerencia, otro componente del presentismo.
Tomado en el tiempo del consumismo, el tiempo mismo se convierte en un
objeto de cousimio.
El modo de ser del pasado es el de su surgimiento en el presente, pero
bajo el control del historiador. Tal es el postulado de Los lugares de m em oria,
cuyo primer volumen apareció en 1984. El largo texto de inicio, titulado
“Entre memoria e historia”, vale como manifiesto y exposición de la proble
mática de conjunto.^'^ De entrada, lo importante es el entre', colocarse entre
historia y memoria, no oponerlas, ni tampoco confiindirlas, sino servirse de
una y de otra. Recurrir a la memoria para renovar y ensanchar el campo de
la historia contemporánea (hacer, en realidad, a la memoria colectiva desem
peñar el papel que para la historia moderna desempeñó la historia llamada
de las mentalidades). De ello resulta la apertura de un nuevo campo: el de
una historia de la memoria. Por otro lado, una historia, entrada en su edad
crítica, preocupada por volver sobre sus pasos y su tradición, se torna capa2
de identificar los cambios que han incervenido enere memoria e historia,
en particular en el marco de esas “historias-memorias” que, de Froissart a
Seignobos, pasando por M ichelet y Lavisse, constituyeron la larga tradición
de las historias nacionales.
Todo ese primer texto de Nora está coiocado bajo el signo de la acelera
ción. “Aceleración de la historia”, diagnosticaba de entrada. La expresión tiene,
ella misma, una historia, al menos a partir del libro de Daniel Halévy, Ensayo
sobre la acelaración d e la historia, publicado en 1948, hasta el de Jean-Noël
Jeanneney, ¿Va m ás rápido la historia?^^ Pero ya Chateaubriand hacía
151
F íW H Í O lS H A R T O S
Gallimard, 2 0 0 1 . Para el autor, la aceleración es “una realidad parcial, por tanto un concepto
útil, pero a condición de relativizar las manifestaciones y de comprender que io esencial de
la novedad no reside en esta movilidad acrecentada de nuestra civilización, sino más bien
en una discordancia creciente entre todos los ritmos que tejen nuestro devenir” (p. 137).
Reencontraremos más adelante este tema de la discordancia.
Vid. supra, cap. 3, p- 9 8 . BCoselleck, L e ju íu r passé, op. cit., pp. 5 1 -5 2 .
Lochar Baicr, Pas le tem ps, Arles, Actes Sud, 2 0 0 2 .
1S2
R E G ÍM E N E S D E H IS T O R ia O A D
15 3
F r a n ç o is H a r t o g
N ora, “Ernest Lavisse: son rôle dans la form ation du sentiment national” , R evtie
h istoriqu e, julio-septiembre de 1 9 6 2 , retomado en N ora, L es L ieu x d e m ém oire, 1, op. cit., pp.
2 4 7 -2 8 9 .
Ernest Renan, P rière su r l ’A cropole, en Œ uvres com plètes, Paris, Calmann-Lévy, 1948,
p. 7 5 9 .
^ N ora, “Pour une hiscoire...”, art. cit., p. 30.
15 4
R E G ÍM E N E S D E H IS T O R IG D A D
15 5
Fr a n ç o is H ARTO G
Marcel Proust, L e Tem ps retrou vé, tn. À la. recherche du tem ps p erd u , Paris, Gallimard,
col. Bibl. de ia Pléiade, 1 9 5 4 , t. n i, p. 1 0 2 9 . [En bu sca d e l tiem po p erd id o , Madrid, Valdemar,
2 0 05J.
Henri ^ c t ^s o t í . E ssai su r les don n ées im m éd iates d e la con scien ce ( 1 8 8 8 ), París, p u f , 1961,
en particular el cap. 2 , que analiza la idea de duración. Oyente en los cursos de Bergson, Péguy
pondrá a la “revolución bergsoniana” en el centro de su reflexión. D e Péguy, Bergson dirá que
conoció su “pensamiento esencial”.
Charles Péguy, C lio. D ia lo ^ e d e l'histoire et d e l ’âm e p aïen n e, en Œ uvres en p rose com plètes,
III, París, Gallimard, col. Bibl. de la Pléiade, 1992, pp. 1 1 7 6 -1 1 7 8 . Ei manuscrito fue redactado
entre 1 9 1 2 y 1 9 1 3 . François Bédarida, “Histoire et mémoire chez Péguy”, V ingtièm e siècle,
7 3 ,2 0 0 2 , pp. lO î-n O .
15 6
R E G fM E H E S D E H l^ D R IC ID A D
Péguy, A nos am is, à nos abon n és, en Œ uvres en p rose com plètes, II, Paris, Gallimard, col.
Bibl. de la Pléiade, 1 9 8 8 , p. 1309.
Péguy, C lio. D ialog u e d e..., op. cit., p. 1205.
Existen muchas traducciones; v id , en último lugar, Michael Lôwy, W alter B en jam in :
A vertissem ent d ’in cen die. U ne lectu re des thèses “S u r le con cept d'h istoire”, Paris, puf , 2001.
Acerca de Benjamin y Péguy, Helia Tiedemann-Bartells, “La mémoire est toujours de la
guerre, Benjamin er Péguy”, en H . Wismann (dir.), W. B en jam in e t P aris, Paris, Éd. du Cerf,
1986, pp. 133-145.
15 7
F r a n ç o is h a r t o g
^5 W alter Benjamin, P aris ca p ita le d u XIX^ siècle. L e liv re des passages, cr. de Jean Lacoste,
Paris, É d . d u C e r f, 1 9 8 9 , p . 4 7 8 .
Arendt, “W alter Benjamin. \^')2A^A^”,ap u d É ú tn n tX iS Ú T i,L eT résoT p erd u . H an n ah
A ren dt, l'in tellig en ce d e l ’a ction p o litiq u e, Paris, Payot Rivages, 1999, pp. 3 6 -3 7 .
Ernest Lavisse, H istoire d e F ran ce con tem porain e, depu is la. R évolution ju sq u ’à la. p a ix d e
1 9 1 9 , Paris, H achette, 1 9 2 2 , pp. 5 1 1 , 5 1 5 y 5 51.
15 8
R E G ÍM E N E S D E H IS T O R IG D A D
15 9
F R A N Ç O IS H A R T O G
16 0
R tG fM E N E S D E H ISTO R IC ID A D
Carine Fiuckiger, “Le Moyen Âge domesciqué. Les historiens narrativistcs et la couleur
locale”, É quinoxes, 16, 1 9 9 6 , pp. 2 7 -3 7 .
Hartog, “L’œil de Thisforien et ia voix de i’hisroire”. C om m u n ication s, 4 3 , 1 9 8 6 , pp.
55 - 69 .
16 1
FR A N Ç O IS H a r t o g
Juies Micheiet, “Préface de l’Histoire de France”, en Œ uvres com plètes, París, Flammarion,
1 9 7 4 , t. IV , p . 13 ss.
Braudel, L ’Id en tité d e..., op. cit., c. I, p. 9.
Harrog, L e IS^ S iècle e t l ’H istoire. L e cas F u stel d e Coulanges, nueva e i , Paris, Ed. du
SeuÜ, 2 0 0 1 .
16 2
R e g í m e n e s D E H IS T O R IC ID A D
Fustel de Coulanges, “Introducción”, en H istoire des in stitu tton sp o litiq u es d e l'an cien n e
F ran ce, París, H achette, 1 8 7 5 , p. 2.
Braudel, L ’I d en H téd e..., op. cit., t. ll, p. 4 3 Í -
16 3
FR A N Ç O IS H A R T O C
16 4
R E G ÍM E N E S D E H tS T O ftia D A D
16 5
F R A N (;o iS H a r t «
Antes de morir, M arc Bloch buscaba delimitar una origin aU dad francesa por medio
de la comparación (“N o existe una historia de Francia, existe una historia de Europa”)- En
su curso del Collège de France, en 1 9 4 5 -1 9 4 6 y 1947, Luden Febvre se dedicó a delimicar el
surgimiento de una conciencia nacional {H on n eu r et P atrie, texto establecido, presentado y
anotado por Thérèse Chaxraasson y Brigirre Mazon, París, Perrin, 1996).
16 6
REG ÍM ENES D E HISTORICIDAD
breve libro habrá cumplido su papel [...] si permite a los lectores comprender
mejor, fijados por diez siglos de historia, los rasgos originales de la Francia
actual, esta persona’ O sea, una doble evocación, en forma de alusión,
pero tan discreta que es casi para happyfew : para Michelet (por la “persona”),
para Mare Bloch (por los Caracteres originales de ¡a historia ruralfrancesä).
Georges D uby y Robert M androu, H istoire d e la civ ilisation fran çaise, París. Armand
Colin, 1 9 5 8 [H istoria d e la civ iliz a ció n fra n cesa , M éxico, f c e , 1981]. Pero, e n 1 9 8 7 , Duby
participa en la H istoria d e F ran cia publicada, p or Hachette, centrada e n la política, en la que
firma el primer volumen. L e M oyen  ge d e H ugues C apet à Jea n n e d A
’ rc, 9 8 7 -1 4 6 0 .
16 7
F R A N Ç O IS H A R T O G
168
R E G ÍM E N E S D E H IS T O R ia D A D
Nosotros, los vencidos, en el camino injusto de una cautividad abierta de golpe, éra
mos ia Francia perdida, como el polvo que el viento arranca a un moncón de arena.
La verdadera Francia, la Francia en reserva, la Francia profunda quedaba detrás de
nosotros, sobrevivía, sobrevivió [...] Después de esta época ya lejana, no he dejado de
pensar en tina Franda en profundidad, como oculta en sí misma, que fluye según las
pendientes propias de su liistoria, condenada a continuaise cueste lo que cueste. De
esta fascinarían nació el título ambiguo al que, poco a poco, me he habituado.'^^
169
F R A N Ç O IS H A R T O G
CONMEMORAR
K¿¿ p. ej., J. B o u tiery D . Julia (dirs.)) Passés recom posés. C ham ps e t chan tiers d e l ’histoire,
Paris, Éd. Autrement. 1995.
170
R E G ÍM E N E S D E H tS T O R ia D A D
C h rk rian Amalvi, “Le I4-Juijler”, L esL ietix m ém oire, I, op. cit., pp. 4 2 3 -4 3 4 .
114 Péguy. (2iid D ialog u e de.'.., op. cit., pp. 1 0 8 3 -1 0 8 4 .
Jean-M ichel Leniaud, L'U topie fra n ça ise. E ssai su r le p atrim oin e, Paris, Éd. Mengès,
1 9 9 2 , pp. 1 1 5 '1 5 0 . Y id in fra, cap. 5-
L es L ieu x d e m ém oire, IIl, op. d t ., î , p. 29.
171
FRANÇOIS HAR706
Si los Lugares nos sirvieron de entrada en los debates entre hisroria y me
moria, así como de proyector para esclarecer las relaciones entre la hisroria
nacional y el régimen moderno de hisroricidad, también son reveladores. Si
pertenecen, por supuesto, al momenro en que se utilizan para configurar,
la manera misma en la que procedieron nos ensena algo m ás sobre nuestro
presente. La permanente preocupación historiográfica ya señalada que los
atraviesa, es un testimonio en s^ u n d o grado de esta tendencia del presente
a historizarse a sí mismo.
A semejanza de la unidad nacional creada por la Revolución, que para
Lavisse debía ser definitiva e indestructible, su H istoria se ofrecía como la
historia definitiva de ía Nación consumada, dirigida al presente y al porvenir:
una especie de adquisición para siempre. Se trataba, desde luego, de perfec
cionar más a la República, pero ya nada de lo fundamental debería cambiar.
Es todavía esto en lo que quería poder creer en 1921 cuando, enfermo, redac
taba la conclusión de s\i H istoria, llevada hasta 1919. Los m ism os Lugares de
m em oriti quieren ser una historia del presente, en el presente, integrando el
hecho de que el presente “ha llegado a ser la categoría de nuestra comprensión
de nosotros mismos”.
172
R E G ÍM E N E S D E H iS T D R ia O A D
173
FRANÇOISHartos
174
R E G ÍM E N E S D E H IS T O R IO D A D
175
F R A N C O IS H A R T O G
V id. Daniel Fabre (din), L ’E u rope en tre cultures et nations, París, Éd. de la Maison des
scienccs de l’hom me, 1 9 9 6 , que explora, en Europa, ios tres términos: patrimonio, idcnddad,
176
R e g ím e n e s d e h is t o s k id a d
17 7
C a p ítu lo 5
Tras la memoria, pasemos a su alter ego-, el patrimonio, una vez más con nuestra
misma pregunta; ¿qué ha significado desde el punto de vista del tiempo, de su
orden, el movimiento de extensión y de universalización del patrimonio, al
cual hemos venido asistiendo desde hace más de un cuarto de siglo? ¿De cuál
régimen de historicidad podría ser señal la patrimonialización acelerada de los
años noventa, como en ocasiones ha sido calificada? Esce gusto por el pasado,
por lo antiguo, ¿viene de pronto a demostrar una especie de nostalgia por un
régimen antiguo de historicidad, obsoleto no obstante desde hacía mucho
tiempo? Por otro lado, ¿cómo podía todavía ajustarse a un régimen moderno
que, desde hacía dos siglos, había puesto todas sus “esperanzas” en el fiituro?
¡Al contrario de las profecías de Marinetti! H patrimonio contemporáneo,
indicador de la crisis del tiempo, ¿no podría comprenderse también com o
una señal clara, una más, de este presentismo, el nuestro, a cuyo surgimiento
está vinculado este libro? La respuesta oscila, una vez más, en el vaivén entre
los diferentes usos del concepto en tiempos diferentes, que nos muestra ex
pectantes, en cada ocasión, por el lugar dejado al presente.
Al paso del tiempo -recordemos que el año 1980 fiie decretado por
el gobierno francés Año del Patrimonio-, el patrimonio se impuso como la
categoría dominante, englobante, si no es que voraz, en todo caso evidente,
de la vida cultural y de las políticas públicas. Pronto se enumeraron toda
clase de “nuevos patrimonios” y se negaron “nuevos usos” del patrimonio. El
Monumento Histórico, inspiración de la dirección del mismo nombre de la
Secretaría de Cultura, se encontró entonces sacudido, antes de ser absorbido
en una Dirección del Patrimonio, en ia cual, hecho notable, se introducía la
etnología.^ Desde 1983, las Jornadas del Patrimonio fueron atrayendo cada
179
FfiA N íO fS HARTOG
vez más visicances a Íos sitios establecidos como Patrimonio: más de once
millones en septiembre de 2002. Dichos resultados, debidamente fijados y
proclamados cada año por los medios de comunicación, son como un récord
a ser superado en la temporada siguiente. Mientras más largas sean las filas de
espera, ¡mayores serán las cifras! Sólo el año 2001 constituiría la excepción, ya
que tras los atentados del 11 de septiembre las Jornadas debieron cancelarse
en el último momenro. Las Jornadas del Patrimonio se han multiplicado un
poco por todo el mundo, y hoy en día se habla -particularmente a través
de las iniciativas y las convenciones de la u n e s c o — de universalización del
patrimonio, en tanto que, cada año, la lista de sitios del Patrimonio Universal
de la Humanidad aumenta. Puesta a disposición para consulta en la página
web del Centro del Patrimonio Mundial, a finales de 2002 la lista contenía
730. Una Escuela Nacional del Patrimonio, encargada de formar a los futuros
conservadores, fiinciona desde 1991 en París. Y, desde 1996, existe también
una Fundación del Patrimonio. Inspirada, al menos en sus expectativas, en
el National Trust británico, se ha mostrado en verdad muy discreta. Por úl
timo, desde 1984 se han organizado las Reuniones sobre el Patrimonio por
la Dirección del Patrimonio. Ahí se debate acerca de todo lo concerniente al
patrimonio, y ha incluido últimamente sus “abusos”.^
Los lugares de m em oria concluían en el diagnóstico de una “patrimo-
nialización”, precisamente de la historia de Francia, si no es que de Francia
misma, en la medida en que el desequilibrio de un régimen de memoria a
otro nos hacía salir de “la historia-memotia” para entrar en una “historia-pa
trimonio”. En efecto, es notable en este aspecto la definición dada en la ley de
1993 sobre el patrimonio monumental: “Nuestro patrimonio es la memoria
de nuestra historia y el símbolo de nuestra identick.d nacional”. Pasando a
un lado de la memoria, se convierte en memoria de la historia y, como tal,
en símbolo de identidad. Memoria, patrimonio, historia, identidad, nación
se encuentran reunidos en la evidencia del estilo llano del legislador.
En esta nueva configuración, el patrimonio se encuentra vinculado
al territorio y a la memoria, que operan el uno y la otra como vectores de
la identidad: palabra clave de los anos ochenta. Pero no se trata tanto de
Arqueología, a ios que se agrega una Misión Etnológica con un Consejo del Patrimonio
Etnológico. Isaac Chiva fue el iniciador de esta política. Vid. Daniel Fabre, “L’ethnoiogie
devant !e m onum ent historique”, en Daniel Fabre (dir.). D om estiqu er l ’h istoire. E thn ologie des
m onum ents h istoriqu es. Pans, E d. de la Maison des sciences de l’hom me, 2 0 0 0 , pp. 8-9.
^ Régis Debray (dir.), L A
’ bus m on u m en tai, Paris, Fayard, 1998, en particular Debray, “Le
m onum ent ou la transmission comme tragédie”, pp. 11-32. También Tzvetan Todorov, Les
A bus d e la m ém oire, Paris, Arléa, 1995- [Los abu sos d e la m em oria, Barcelona, Paidós, 2000].
18 0
R e g ím e n e s d e h is t o r io d a o
H i s t o r i a DE u n c o n c e f o
^ Según una encuesta dei Ministerio de Cultura sobre la imagen del patrimonio a finales del
año del Patrimonio: en 1 9 7 9 el patrimonio evoca sobre todo los bienes materiales relacionados
con ia propiedad privada. Después de 1 9 8 0 , más de un tercera parte de los franceses lo
comprenden com o “riquezas nacionales, culturales, anísdcas y otras”: vid. Hervé Glevarec y Guy
Saez, L e P atrim oin e sa isi p a r les association s, París, La Docum entation française, 2 0 0 2 , p. 26.
Olivier Godard, “Environnement, modes de coordination et systèmes de légitimité:
analyse de ia catégorie de patrimoine naturei”. R evu e écon om iqu e, 4 1 , 2 , 1 9 9 0 , p. 2 39.
18 1
FRANÇOIS H AR TO G
18 2
R E G ÍM E N E S P E H l^ r O R IO D A D
18 3
F R A N Ç O IS H A R T D G
^ Gilbert Dagron, E m pereu r e t p rêtre. É tu d e sur U césaropapism e byzan tin , París, Gallimard,
1 9 9 5 , pp. 1 0 6 -1 0 9 - [E m p eradory sacerdote. E studio sobre e l cesaropapism o b izan tin o. Granada,
Universidad de Granada, 20 0 7 ]-
Lenìaud, L es A rchipels d u ..., op. cit., p. 4 2 . El soberano Capete se erige com o “heredero
de la corona de Cristo”.
Patrick J . Geary, L e Voi d es reliqu es au M oyen  ge. F u rta sacra, tr. de P.-E. Dauzat,
Paris, Aubier, 1993.
M arc Bourdier, “Le mythe et Tindustrie ou la protection du patrimoine culturel au
Japon", G enèses, I I , 1 9 9 3 , pp. 8 2 -1 1 0 .
18 4
R E G ÍM E N E S D E H IS T O R ia O A D
Nicolas Fiévé, “Archiiecrure et patrimoine au Japon: les mots du m cnum eni historique”,
tn L'Abus m on u m en tal, op. cit., p. 3 3 3 .
'■* Es el título de un texto del arquitecto italiano Camillo Boito, publicado en 1 8 9 3 , en el
que intenta definir una postura intermedia enere la ilustrada por Viollet-le-Duc —“Restaurar
un edificio no es conservarlo, repararlo o reconstruirlo, es restablecerlo en su estado completo,
que en un m om ento dado puede no haber existido jamás” {D iction n aire d e l ’architectu re)—y la
de Ruskin —conservar en forma absoluta, hasta llegar a la ruina si fuere necesario. Vid. Leniaud,
L es A rch ipels d u ..., op. cit., pp. 1 8 6 -1 8 8 .
Masahiro O gino, “La logique d’actualisation. Le patrimoine au Japon”, E thn ologie
fra n ç a ise, x x v , 1 9 9 5 , pp. 57-63-
18 5