Está en la página 1de 57

Discusión

Manuel Robles
Tuvo celos. Principalmente de vernos reír juntos. Pero
sinceramente no sé porque tendría celos de mí, no soy
más que un enfermo.
. . .
Ese último mensaje tenso completamente el cuerpo de
Ester, simplemente no sabía que responder. No, Manuel no
era más que un enfermo, pero decírtelo sería extraño.
Manuel vio como algunos minutos pasaron sin que Ester
contestara, así que decidió cambiar el tema, para no
hacerla sentir incómoda.
De: Manuel Robles (Enviado el 19 de Jul a las 9:07p.m.)
Bueno, tu novio no importa. Cuéntame algo sobre ti.
Ester
¿Cómo qué cosa?
Manuel Robles
No lo sé, algunos datos sobre ti.
Ester
A doro la fotografía, escuchar música, me
g gustan los girasoles y ver series.
Manuel Robles
Lo apunte todo, necesito saber todo sobre ti.
Ester
Es lo mismo que diría un psicópata.
Manuel Robles
Jaja. O un chico interesado en una chica tal vez.
. . .
Al día siguiente
Lunes 20 de julio, un día aburrido como siempre. Después
de las clases, Ester decidió ir nuevamente al hospital a
visitar a su amigo Manuel.
- ¿Otra vez vienes a verme?
- ¿No quieres que venga? -pregunto Ester levantando una
ceja y colocando una de sus manos en su cadera, cosa
que hizo reír a Manuel.
- No es eso jajaja. Solo me preguntaba si no tenías otras
cosas que hacer.
- Clases por las mañanas, tareas por las noches. Tengo
tarde libre para visitarte.
- Pues me agrada tener tu compañía. -respondió Manuel
con una sonrisa preciosa.
Las mejillas de Ester se sonrojaron por alguna extraña
razón, la sonrisa de Manuel era la más linda que había
visto en toda su vida.
La puerta de la habitación se abrió de par en par
bruscamente, dejando ver a un chico, Henry. Ester un
pequeño salto de la sorpresa.
- ¿Henry?
- ¿Era necesario azotar la puerta? -pregunto Manuel con
un tono serio.
- ¿Y a ti te importa? -grito Henry apretando el puño.
-Tienes razón, a mí no me importa, pero creo que deberías
ser más educado, ¿sabes que estamos en un hospital? Así
que cierra la boca si no quieres que te saquen ese lugar.
Henry se acercó violentamente a Manuel, pero una mano
en su pecho lo detuvo.
- Henry, cálmate.
Henry tomó el brazo de su novia y el saco de la
habitación casi arrastrándola. Una vez fuera del hospital,
Henry la soltó.
- ¡¿Qué te pasa Henry?!
-¡¿Qué te pasa a ti?! ¡¿Que le ves a ese tipo?!
--Henry, Manuel es solo mi amigo, no entiendo por qué
actúas de esa manera.
--No quiero que lo visites más.
--¿Qué? Henry, ponte es su lugar, él necesita amigos,
necesita de alguien que lo apoye en esa horrible situación.
Estoy segura de que, si yo no estuviera ahí, él la estaría
pasando peor.
--¡No me importa como la esté pasando un enfermo!
Ester frunció con fuerza el ceño, apretó su puño con
fuerza, abrió su palma y le dio una fuerte bofetada a
Henry.
--¡No quiero volverte a ver en mi vida! ¡Si te expresas así
de un enfermo entonces no vale la pena estar con una
persona como tú! --soltó un fuerte suspiro. ¡Terminamos!
SUS SINTOMAS

Los días pasaron, cada uno de esos días Ester iba a visitar
constantemente a Manuel al hospital. Claro, había días en
los cuales tenía bastante tarea o algunas otras cosas que
hacer que no podía darse el lujo de visitarlo, pero siempre
así a un espacio en su agenda para verlo, no quería
hacerlo sentir solo, porque no lo estaba, y ella se iba a
encargar de hacérselo saber.
Ester estaba en una de sus clases en línea en su laptop,
cuando su celular vibró, prendió la pantalla era un mensaje
de Trinity.
De: Trinity (Enviado el 5 de agosto a las 9:36 a.m.)
¿Estás ocupada? Necesito contarte algo.
Ester
Estoy en clase, pero no importa ¿Qué
n necesitas contarme?
Trinity
Algo sobre Manuel ¿Recuerdas que me contaste que el
tiempo de vida de Manuel era de 2 a 3 años? Pues
descubrí algo gracias a los médicos del hospital..
Ester
¿Qué cosa?
Trinity
A Manuel le diagnosticaron antes en otro hospital hace
más de un año, entonces..
Ester
¿Le queda poco menos de un año?
Trinity
Sí..
. . .
Ester lanzó su celular hacia la cama, cerro su laptop y
llevo ambas manos a su cabello, dándose pequeños
masajes en su sien intentando aliviar el dolor que sentía
en su cabeza.
Fue al baño, abrió la llave del lavabo y se echó agua en la
cara para refrescarse un poco. Alzó la mirada y vio su
rostro en el espejo, vio como algunas lágrimas caían de
sus ojos.
- ¿Qué? ¿Lágrimas? ¿Por qué? –Tomo una toalla y se secó
las lágrimas que comenzaban van a salir. -Tengo que ir a
verlo, no puedo desperdiciar ni un solo día
Ester tomo una sudadera de su armario, se puso unos
tenis y salió de casa. Al llegar al hospital, la recepcionista
la dejó pasar sin problemas y entró a la habitación de
Manuel.
Ella lo miro con detenimiento, observando cada rasgo
facial del pelinegro.
Manuel estaba perdiendo peso poco a poco, era algo que
se notaba fácilmente. Las mejillas Manuel se habían
hundido un poco, su rastro estaba algo demacrado, sin
duda Manuel estaba perdiendo peso, los síntomas que
sentía se hacían más grandes con el paso de los días.
Evidentemente la pérdida de peso era uno de sus
síntomas, pero dolía, verlo así, ver como Manuel se
debilitaba. Pero Ester se dijo una cosa sí misma, mientras
el corazón de Manuel bombeara sangre, él seguiría su lado.
Manuel sonrío al verla en la puerta y le invito a pasar. -
Hola pequeña.
- ¿Pequeña? No me digas así.
Manuel soltó una carcajada. - ¿Y esta vez no vendrá tu
novio? -dijo riendo.
- Ya no es mi novio.
- ¡¿Enserio?! ¡Terminaron por mi culpa!
- Sí, gracias.
- ¿Gracias? ¿Es sarcasmo verdad?
- No, es en serio. -rio. -De ser por ti no me hubiese dado
cuenta de lo tóxico que era Henry, gracias.
- Bueno, pues de nada.
Ambos rieron a la par, hasta que Manuel decidió hablar.
- Hace como dos semanas y pregunte algunos datos sobre
ti, ¿Recuerdas?
- Sí. ¿Qué con eso?
- ¿No crees que es mi turno de decirte algunos datos
sobre mí? -sonrió.
- Tienes razón. -río.
- También me gusta escuchar música, cantar, tocar
instrumentos, me gusta ver las estrellas, leer y escribir. -
sonrió.
- ¿Escribir? ¿Qué cosas se escribes?
- Canciones, cartas, poemas. Aunque hace mucho que no lo
hago. -ríe.
- Oh, ya veo.
- Sabes, siento como si nos conociéramos desde años. –
sonrío.
--No sé por qué, pero también siento como si te conociera
de antes.
Manuel comenzó a moverse en su propia camilla, con su
mano le indicó a Ester que tomar asiento aún lado de él.
- ¿Qué?
- Ven, acuéstate aquí.
Las mejillas de Ester se sonrojaron. -No cabemos los dos
en la misma cama.
- Claro que sí, ven.
Después de tantas insistencias es por parte de Manuel,
Ester se recostó al lado de Manuel en la misma cama,
ambos viendo el techo sin saber qué decir o hacer.
Manuel se veía cansado, apoyo su cabeza en el pecho de
Ester. Ella no hizo ningún reproche, sabía que necesitaba
descansar un poco, así que no dijo nada.
- Habías dicho qué te gusta ver series ¿Verdad?
- Si.
- ¿Me podrías recomendar alguna serie?
- ¿Para qué?
- ¿Cómo qué para qué?
Ester río y sacó su celular de su sudadera.
- ¿Quieres ver uno en este momento?
- Me encantaría. –respondió Manuel con una sonrisa.
Ester abrió una aplicación que tenía especialmente para
ver series y le mostró una lista a Manuel de los de las
series que podrían ver.
- Este me interesa, ¿Cómo se llama? –preguntó Manuel
señalando la pantalla.
- No creo que quieras verlo.
- Sí quiero verlo.
- ¿Seguro?
- Seguro.
- Se llama banana fish. –Ester presiono la portada de la
serie y el primer capítulo se reprodujo.
Ambos veían con total atención a la pantalla, Manuel aún
tenía la cabeza recargada sobre el pecho de Ester y se
escuchaban sus latidos, esos hermosos latidos que cada
vez se celebraban más.
Después de ver tres capítulos, la puerta se abrió, una
enfermera estaba en la entrada de la habitación.
- Lo siento chicos, no quería interrumpirlos, pero es hora
de la terapia de Manuel.
- Oh, está bien, nos vemos Manuel. -dijo levantándose de
la cama.
- Yo terminaré de ver banana fish en mi celular, nos
vemos pequeña.
- No me llames pequeña.
Manuel comenzar a reír. -Está bien, pequeña.
. . .
Al salir de la habitación, Ester se topó con un médico.
- Disculpe.
- Buenas tardes señorita, ¿Necesita algo?
- ¿Me preguntaba si conoce el paciente Manuel Robles…?
- Oh por supuesto, es mi paciente. -respondió con una
sonrisa amigable.
- ¿Me podría hablar sobre la enfermedad de Manuel? Yo..
veo cómo cada día se pone peor, sus síntomas empeoran
cada día que lo veo, y me preocupa..
- Mire señorita, el joven Manuel tiene exacerbación aguda,
es decir, sus síntomas empeoran rápidamente. Manuel
recientemente ha tenido problemas para respirar. Nos
estamos encargando de recetarle antibióticos,
corcoesteroides y algunos otros medicamentos para tratar
su enfermedad y alargar su tiempo de vida, así como
aliviar sus síntomas que posee. Así que apóyelo, la está
pasando bastante difícil, Manuel trata de mantener la
sonrisa, pero no lo culpe si se llega a quejar, sentirse mal
es parte de este proceso. Dele unos momentos que
puedan reemplazar por los malos.
- Gracias por la información doctor.. Estaré apoyándolo
como pueda.
Buenos momentos

Nuevamente como todos los días, Ester fue a visitar a


Manuel al hospital.
Al entrar por la puerta principal del hospital, recordó las
palabras que el doctor le había dicho hace unos días.
“Dale buenos momentos que pueda reemplazar por los
malos"
¿Qué debía hacer? ¿Qué buenos momentos podría darle a
Manuel?
Estuvo un buen rato parada en la entrada del hospital
pensando en que podía ser para hacerlo feliz y que
pudiese olvidar todo lo malo que estaba pasando. Se
acercó a la recepción, donde una señorita la atendió.
- Hola señorita Ester. ¿Viene a ver a Manuel como todos
los días? --dijo con una sonrisa.
- Sí, pero antes de eso, quería pedirle un favor.
- ¿En qué la puedo ayudar?
- Quiero llevar a Manuel el día de hoy a central park.
Quería ver si podía salir del hospital solo por el día de
hoy. . yo me encargaré de él.
Una línea recta se formó en los labios de la recepcionista,
con su mano llamó a una enfermera que se encontraba
cerca. -Disculpa Ana, ¿Podría salir Manuel por el día de
hoy? La señorita quiere pasear con él en Central Park.
La enfermera llevó su mano así es un mentón, hasta que
decidió responder. -Está bien, pero tendrá que ir en silla
de ruedas. Manuel no tiene fuerzas para caminar.
- ¡Muchas Gracias! -respondió Ester con entusiasmo.
La enfermera y Ester entraron a la habitación de Manuel,
él las recibió con esa hermosa sonrisa que llevaba todos
los días en su rostro.
- Hoy tendrás un paseo por Central Park con Ester ¿Te
gusta la idea?
Los ojos del pelinegro se iluminaron a más no poder,
asintió varias veces con su cabeza.
La enfermera ayudó a Manuel ponerse de pie para subirse
a la silla de ruedas. Una vez sentado, le colocó una
pequeña manta sobre él.
Ester tomó la silla de ruedas de Manuel y lo dirigió hacia
la salida. Afortunadamente el parque no estaba muy lejos,
lograron llegar casi enseguida, ambos veían el hermoso
panorama que se encontraba el delante de ellos.
Ambos hacían chistes ridículos, era divertido pasar la
tarde juntos fuera del hospital, era como un respiro para
los dos.
Manuel dejó de jugar un poco para mirar a su alrededor,
ya habían llegado a Central Park. Un lugar lleno de árboles
hermosos, flores de todo tipo, lleno de belleza natural.
Manuel y Ester estaban sonriendo más de lo normal,
estaban completamente fascinados, el sol iluminaba Nueva
York de una forma bellísima. Manuel decidió dejar de
observar ese bello panorama para ver el rostro de su
amiga, Ester estaba sonriendo mientras señalaba unos
girasoles que se encontraban cerca. El corazón de Manuel
se sintieron una forma extraña, era un sentimiento que
jamás había sentido en su vida, pero le agradaba, le
gustaba verla, le gustaba verla feliz, le gustaba verla a sui
lado.
- Pequeña. –Ester volteo al llamado de Manuel con un
puchero en su rostro, no le agradaba que la llamara de
esa forma, Manuel lo sabía, era por eso que seguía
llamándola así. -Gracias por traerme aquí, ya quería
respirar aire fresco.
- Tuvimos buena suerte de que la enfermera nos haya
permitido salir del hospital.
- Tienes razón.
Ester tomando nuevamente la silla de ruedas de Manuel y
comenzó a caminar. -Cerca de aquí hay un puesto de
helados, Trinity y yo solíamos venir cuando éramos
pequeñas. Venden los helados más deliciosos que haya
probado en mi vida.
- Sin duda quiero probar esos helados. -respondió Manuel
con una sonrisa de oreja a oreja, estar con Ester era algo
que le gustaba.
Ambos siguieron observando el panorama mientras Ester
seguía guiando a Manuel con su silla de ruedas. Los
chistes por parte de Manuel no faltaban, era algo
indispensable que siempre debía hacer para reír juntos.
Al llegar, un señor de la tercera edad los atendió con una
sonrisa algo nostálgica, el ver aquellos dos jóvenes le
causaba ternura.
- ¿Son pareja? -pregunto el señor, cosa que hizo sonrojar
completamente ambos
- N-No. -respondió casi de inmediato Ester.
- Oh, lo siento. Es que me recordaron a cuando yo era
joven, solía venir a Central Park a comprar helados con mi
querida esposa Martha, que descanse en paz.
- Oh. . a veces es bueno recordar nuestros buenos
momentos ¿no? -exclamó Ryan.
- ¡Claro! Y bueno, ¿De qué quisieran sus helados?
- Yo de Fresa, ¿y tú Ester?
- De galleta.
- Enseguida.
El señor comenzó a preparar los famosos helados con
bastante rigurosidad, ya llevaba bastantes años en ese
puesto, se podría decir que era un experto. Al final de
colocar la nieve en los conos, el señor complemento
dichos helados con chispas y algo de mermelada, después
de eso se les entregó a los chicos, estos pagaron y se
retiraron.
Ambos disfrutaban de sus helados mientras charlaban un
poco.
- Extrañaba salir de paseo.
- Supongo que sí, es difícil estar todo el día en el hospital.
- Lo mismo te digo a ti, tú tienes la oportunidad de salir a
pasear si prefieres ir a visitarme al hospital y estar todo
el día ahí.
- Mentira, cuando tengo tiempo por las noches paseo con
Trinity, no siempre estoy contigo.
- Pero sí la mayoría del tiempo. ¿Porqué?
- ¿Por qué? Es una pregunta bastante difícil. Supongo que
eres mi amigo y no quiero dejarte solo, sería aún más
difícil para ti.
- ¿Pero no es difícil para ti?
- ¿Para mí? ¿Por qué sería difícil para mí? Yo no soy la
que está pasando por eso.
- No me refiero a eso, sé que no eres paciente, pero
siendo visitante también puedes pasarla mal. Viendo como
me debilitó o cosas así.
- Sería más difícil no poder verte.
- Pues algún día dejarás de hacerlo.
Los ojos de Ester se abrieron a más no poder.
- ¿Qué dices? No seas negativo.
- No soy negativo, solo soy realista. Sería más fácil para ti
sin no me hubieras conocido.
- Manuel, cállate, no vuelvas a decir eso. No la paso mal
por ti al contrario la paso bien a tu lado.
Una sonrisa se formó en los labios de Manuel.
- Aun así, sé que es difícil para ti. Aunque la estés
pasando bien, sé que es difícil, pero sabes… me gustaría
tener tu compañía.
Miedo a perderte

Los días siguieron pasando, incluso las semanas, ya había


pasado casi un mes entero desde que Manuel y Ester
fueron a pasear por central park.
Como todos los días, Ester se encontraba en la cocina
preparando algo de fruta para llevarle a Ester al hospital.
El día anterior Trinity se había quedado a dormir en su
casa, por lo que hoy también estaba ahí con ella.
Al poner todo en un pequeño toper y tomar un abrigo, se
dijeron a la puerta, pero una mano tocando su brazo la
detuvo. Giro su rostro hacia atrás, se trataba de su mamá.
- ¿Mamá? ¿Necesitas algo? Estamos por irnos.
Su mamá mordió un poco su labio inferior, no tenía ni
idea cómo decirle a su hija lo que estaba pesando, hasta
que soltó un suspiro y hablo. -Te prohíbo que vayas a ver
ese chico.
Los ojos de Ester se abrieron como si de comida se
tratase. - ¿Qué? ¿Por qué?
- Te pasas en el hospital todo el día, y regresas a casa
muy tarde, comenzaste a descuidar tus estudios. Y sobre
todo porque… sé que ir a verlo es duro para ti, ese chico
está enfermo, y eso a ti te perjudica, cuidar de él solo es
una carga para ti, sabes bien que no estás obligada a
verlo, y si lo haces simplemente porque quieres, déjame
decirte que te está afectando.
- ¡No me está afectando en lo absoluto!
- Vamos hija, yo sé que sí…
Trinity decidió hablar, sabía que debía interferir para
poder ir a ver a Manuel.
- Señora… creo que Ester no es buena mintiendo. Si ver a
Manuel debilitarse día con día es duro, pero déjeme
decirle una cosa. Yo sé que ella lo quiere bastante, puede
que no se conozcan de años, pero hay algo en ellos que
los une bastante, yo los he visto juntos, y no, su hija no
sufre cómo usted cree, al ver su rostro cuando está con
Manuel es increíble, su sonrisa es más linda y sus ojos
brillan más. Ahora, póngase en los zapatos de Manuel. Yo
también pasé por eso, y tener a alguien a tu lado durante
todo ese horrible proceso es algo indescriptible, te da
muchas fuerzas, te da felicidad. Estoy segura de que tanto
Manuel como Ester a pesar de las circunstancias en las
que se encuentran, ambos son felices.
La mamá de Ester frunció poco el ceño, se sentía un poco
mal, ella solo se preocupaba por su hija, pero… ¿cómo la
estaba pasando ese chico? Se dio cuenta de que no podía
arrebatarle a ese pobre chico lo único que le quedaba, su
hija.
- Vale… pero prométeme algo cariño. Regresarás a casa
más temprano y desde ahora también te concentras en
tus estudios.
- ¡Lo prometo mamá!
Ambas salieron de casa, Ester le agradeció a Trinity por el
pequeño discurso conmovedor que le dio a su mamá, sin
ella era posible que no volviera a ver a Ester.
. . .
Los días se convirtieron en semanas, la condición de
Manuel empeoraba un ritmo bastante acelerado. Los
médicos ya le habían comentado a Ester que esto
sucedería, pero a ella le parecía imposible procesarlo, sin
embargo, a diferencia de ella, Manuel lucía calmado,
nunca se quejaba, Manuel trataba de ser fuerte.
Al entrar a la habitación de Manuel, Ester observó como
una enfermera le colocaba a Manuel algo muy extraño.
Detrás de él había un tanque de oxígeno, la enfermera
aseguro la cánula sobre las orejas de Manuel y finalmente
se retiró.
- ¿Qué es eso? -pregunto Ester acercándose a Manuel.
- Un respirador artificial. Comencé a tener un poco de
dificultad para respirar.
- Oh… ya veo. Mira, te traje algo de fruta.
Manuel sonrió. - ¿Podrías dejarla en ese banco de ahí?
Todavía no tengo mucha hambre.
- Claro. -dijo colocando la fruta en dónde rían le había
indicado.
Unos cuantos segundos de un silencio algo incómodo se
apoderó de la situación, la verdad era que Ester quería
decir algo, pero no sabía si debía hacerlo.
- ¿En qué tanto piensas? -preguntó Manuel riendo.
- Manuel… -susurro.
- ¿Si?
- ¿N-Nunca has pensado en trasplantarte un pulmón?
Manuel rio un poco. -No tengas miedo de hacer ese tipo
de preguntas, no me molestan en lo más mínimo. Manuel
tomo algo de aire antes de continuar. -- Mi familia no es
de dinero, además, aunque lo tuvieran, no me comprarían
algo así, siento que toda mi familia me odia… además, yo
me desvinculé de mi familia hace ya unos años antes de
que me enfermara.
-- ¿P-Porque te odiarían?
-- No lo sé…
Manuel mintió en esa última línea, creía saber porque lo
odiaban, pero no era algo que quisiera contar tan
fácilmente.
- Y… ¿Cuánto cuesta un trasplante de pulmón?
- No estoy muy seguro, pero creo que 116.400 de dólares.
Ester trago saliva, eso era mucho dinero, Manuel no podía
pagar algo así por su propia cuenta, ni siquiera ella podría.
- Ohh… tal vez yo pueda donarte un pulmón mío, sería
completamente gratis.
- ¿Qué? ¡Eso jamás! No solo necesito un pulmón, ambos
están dañados. Tú no puedes vivir sin tus pulmones.
- Pero…
Antes de que pudiera terminar su oración, Manuel la
interrumpió. -No digas nada más, simplemente no quiero y
ya.
Ester frunció un poco sus cejas, se sentía impotente, se
sentía enojada. Así que decidió salir a la habitación, para
su sorpresa, Trinity se encontraba fuera de esta.
- ¿Trinity?
Vine a buscarte, recuerda que tu mamá te pidió no volver
tarde. -dijo riendo. -por ciento, mira ¡Mi cabello crece poco
a poco!
Trinity paro de reír, el rostro de su amiga lucia diferente,
todo indicaba que se sentía mal.
- ¿Sucede algo?
- Yo… Trinity, creo que me gusta Manuel, cada que estoy
con él es una sensación indescriptible, es como si mi
corazón bailara de felicidad, pero… tengo mucho miedo de
que se vaya, tengo miedo de no volver a sentirme así, le
tengo miedo a la soledad…
Trinity borró La sonrisa que había en su rostro, la
intercambio por una expresión de completa plena. -Yo lo
siento, todo es mi culpa.
Ester levantó la mirada del suelo para ver a los ojos de
Trinity, quién tenía los ojos algo cristalizados. -- ¿Tu culpa?
-exclamó algo confundida.
- Yo fui quién te pidió ser amiga de Manuel, por mi culpa
estás teniendo estos duros sentimientos.
- ¡No! No es eso, incluso te agradezco eso, de no ser por ti
jamás hubiese conocido a fondo Manuel es solo que… no
entiendo como el mundo es tan cruel como para hacerle
daño a buenas personas.
- A veces el mundo puede llegar a ser muy duro ¿No?
- Sí…
Junto a él

Era de noche, Ester había regresado a casa después de su


visita diaria con Manuel, estaba algo cansada, Así que se
recostó sobre su cama y comenzó a ver las estrellas
luminosas que estaban pegadas a su techo. Aquellas
estrellas que tenía de su habitación desde que tenía
memoria, a veces cuando se sentía mal, solo se disponía a
observarlas.
La puerta se abrió lentamente, dejando ver el rostro de su
preocupada mamá.
- Cariño, ¿podemos hablar?
-Claro. -dijo sentándose en su cama.
Su mamá tomo asiento a su lado y su vista se dirigía a las
estrellas que decoraban la habitación, hasta que decidió
hablar.
- Dime ¿Cómo te sientes?
- ¿A qué te refieres?
- Sabes que no está bien guardarse algo en el pecho,
puedes contar conmigo para escucharte.
- Estoy bien. -dijo con la voz quebrada.
- Hija, te conozco bastante bien, sé que estás mintiendo.
Unas lágrimas comenzaron a caer empapando así la falta
de Ester, inmediatamente unos pequeños sollozos salieron
esos labios.
- No creas que estar con Manuel me perjudica, estar con
él me está haciendo bastante feliz, nunca me había
sentido de esa forma, pero me duele saber que algún día
ya no lo veré, que algún día ya no podré ver esa hermosa
sonrisa que tiene, esos ojos brillantes.
La mama de Ester tomo la cabeza de su hija y la recargo
en su pecho como si se tratase de una pequeña niña.
- ¿Quieres saber qué es lo más importante de todo esto?
Lo más importante es saber cómo se siente el, si con tu
compañía es feliz, no debes de pensar en nada más.
Debes ser fuerte, por él. Porque tu fuerza le da fuerzas a
él, porque tu felicidad le da más energías, porque si te ve
así, lo único que estarías haciendo es perjudicarlo.
Ester levanto su cabeza un poco y se limpió las lágrimas
de sus ojos.
- Debo ser fuerte ¿no? No solo por mí bien, sino por la de
él.
- Así es. -dijo poniéndose de pie. -Te gustaría algo de
cenar?
- ¿Hotcakes?
- Enseguida te los traigo.
Ester sonrío y vio su mamá retirarse de su habitación. Ella
no estaba sola en esto, así que debía ser fuerte, debía
hacerlo por Manuel.
Sintió como si su celular vibró encima de las piernas de
Ester, así que decidió contestar el mensaje era Trinity.
De: Trinity (enviado el 12 de septiembre a las 10:02 p.m.)
¡Tengo algo importante que decirte!
Ester
¿Qué cosa?
Trinity
Hace unas horas fui al hospital. ¡Una enfermera
me comentó que el cumpleaños de Manuel está
por venir!
Ester
¿Su cumpleaños? ¿Cuándo es?
Trinity
El 26 de septiembre, ¿Tienes
planeado hacerle algo?
Ester
Estaría increíble poder festejarlo fuera
d del hospital, pero es imposible, no nos dejarían
l los médicos. Así que… ¿Qué te parece si ese día
l la llevamos al papel pastel y algunos regalos?
Trinity
¡Me parece una buena idea! Estaré
pensando en qué cosa regalarle.
Y… ¡Tú comprarás el pastel!
Ester
Sí, yo lo compraré.
. . .
Antes de ir a dormir, colocó su celular en su mesita y
apagó las luces, observando únicamente la luz que
desprendían las estrellas de su habitación.
¿Qué debería regalarle a Manuel?
Algunas gotas de lluvia comenzaban entrar por la ventana,
aun así, Ester decidió dejar abierta la ventana, la brisa
refrescante abrazaba su piel.
Comenzó a recordar una de sus conversaciones con
Manuel, este le había dicho que le gustaba escuchar
música y leer, así que se le ocurrió una idea. podría
regalarle algo que tuviera que ver con esas dos cosas.
Sus ojos seguían abiertos, no podía dormir, así que él se
puso a pensar en qué regalo le haría a Manuel.
- Puedo regalarle algún reproductor de música, para que
esté escuchando música todo el día. También puedo
regalarle un libro y alguna carta… -pensó.
Finalmente, sus ojos comenzaron a cerrarse de
lentamente, hasta caer completamente dormida.
. . .
Viernes 26 de septiembre.
El clima era bastante acogedor, la brisa del aire era
fresca, el sol estaba cubierto por algunas nubes, pero aun
así se veían alguno de los rayos solares.
Era temprano, Trinity y Ester fueron al supermercado a
comprar un pastel para llevarle a Manuel.
- ¿Qué te parece este?
- ¡Se ve delicioso! -respondió Trinity.
Ester tomo el pastel se fue a caja para comprarlo, una vez
comprado, ambas salieron y fueron en dirección al
hospital, en donde la enfermera de Ester las recibió la
entrada con una inmensa sonrisa.
- Me alegra que hayan venido, Manuel estará muy feliz de
verlas en su cumpleaños.
Ambas siguieron a la enfermera hasta llegar a la
habitación de Manuel, con los ojos algo entrecerrados las
recibió, se veía algo cansado, pero al ver a Ester ahí fue
como si todo el cansancio si hubiese ido.
- Chicas…. –susurro Manuel.
- Feliz cumpleaños Manuel. -dijo Ester con una sonrisa
cálida.
Ester se acercó a Manuel y le dio lo que llevaba en sus
manos. –Es tu regalo. Un reproductor de música y un libro
-Muchas gracias. –sonrío.
Trinity acerco el pastel a Manuel -Pide un deseo. -dijo
señalando la vela.
Manuel sonrió y soplo la vela, después miro a Ester. -
¿Quieres saber que pedí?
- ¿Qué? -respondió Ester con una sonrisa aun en su rostro.
- Que viva a tu lado para siempre.
Sin tus visitas

Estaba decidida, buscaría un trabajo, algo que pudiese


ayudar a Manuel.
Ester decidió salir en busca de un trabajo,
afortunadamente aceptaron darle trabajo en una cafetería,
no podía conseguir un trabajo más pesado, ya que, con su
edad, en Nueva York no le darían un trabajo a una menor
de edad que aún no concluye con sus estudios. Esa
cafetería era el único recurso que tenía y que debía
aprovechar.
. . .
Mientras tanto, en el hospital, una chica rubia de cabello
lacio entraba la habitación de Manuel.
- Muy buenos días. Mi nombre es Sofía, seré tu enfermera
durante mi estancia aquí. –sonrió.
- No será por mucho tiempo, solo estaré realizando aquí
mis prácticas por algunos meses.
- Buenos días, entendido.
Sofía se acercó y se sentó en el banco que estaba a un
lado de la cama de Manuel. -Me dijeron algunos datos
sobre ti, al parecer tenemos la misma edad. –río.
- ¿Enserio? Tú lo uses más joven.
La Dulce sonrisa de Sofía se hizo escuchar en la
habitación. -Me halagas.
Manuel solo sonrío, su visita parecía estar algo perdida,
parecía estar buscando algo, volteaba una y otra vez
viendo la puerta, era extraño.
- ¿Buscas algo? -pregunto Sofía.
- Yo… a una amiga.
- ¡Oh! ¿a Ester?
- ¿La conoces?
- No, pero me comentaron sobre ella las enfermeras de
aquí, dicen que tu amiga, y que viene todos los días a
visitarte. Pero… al parecer hoy no vino. Seguro tuvo algún
problema que le impidió venir. –sonrío.
- Sí, seguro…
Manuel miro al techo intentando encontrar una respuesta,
obviamente no la encontró.
- Es mejor que no venga, así se evita de verme en este
estado… -pensó Manuel.
. . .
Ya era de noche, las 2 a.m. para ser exactos.
Un mensaje llegó al su celular de Manuel.
De: Ester (enviado el 2 de octubre a las 2:00 a.m.)
¿Por qué estás conectado? deberías estar durmiendo, ya
es bastante tarde.
. . .
Manuel sintió un ligero cosquilleo en el pecho. Ella no lo
visito el día de hoy, pero si le envió un mensaje.
Probablemente eso quería decir que no pudo ir por un
inconveniente, pero… la mente de Manuel le pedía perder
contacto con ella, o podría lastimarla si seguían hablando.
Se preguntarán, ¿Y qué era lo que decía su corazón? El
corazón de Manuel estaba alegre, de recibir un mensaje
de ella, de saber que no lo había abandonado.
Eran emociones mezcladas, se sentían como una montaña
rusa, su mente y su corazón estaba en una disputa que lo
quería hacer.
Sus dedos traicionaron a su mente, decidió responder
aquel mensaje, era lo que le pedía su corazón, su alma.
. . . R
R Manuel Robles
Debería decir lo mismo, también deberías
e estar durmiendo.
Ester
No tengo sueño, pero tú sí deberías
dormir, te sentaría bien.
Wi Ryan Robles
Prefiero hablar contigo a dormir.
Ester
¿Por qué? Cualquiera preferiría dormir…
Manuel Robles
Entonces no soy cualquiera. Me gusta
h hablar contigo pequeña.
Ester
¡Te dije que no me llames pequeña!
Manuel Robles
Jajá ¿por qué no te conocí antes?
Ester
Me pregunto lo mismo.
. . .
Los días siguientes Ester tampoco visitaba a Manuel, a él
le parecía extraño, pero creía que era lo mejor para ella,
pero, aun así, le dolía, le dolía no poder verla, y se
preguntaba por qué no lo visitaba ¿Acaso había
encontrado a alguien más? ¿O simplemente decidió no
hacerse más daño?
Ester cerro los ojos, pero el sonido de la perilla abriéndose
hizo que los abriera nuevamente. Era Trinity.
- ¡Hola Manuel!
- Hola…
Ambos comenzaron una plática sencilla, pero Trinity notó a
Manuel un poco raro, como si intentaste decir algo.
- ¿Quieres decir algo?
- ¿Qué? Amm…. No.
- Vamos, dilo, sé que quieres decir algo. –río.
- ¿Sabes por qué Ester no viene ya a visitarme?
Trinity se tensó un poco, su mejor amiga no le había
contado muy bien sobre lo que tenía en mente, pero por
lo que le contó a su mamá, sabía lo que ocurría.
- Ester comenzó a trabajar en una cafetería todos los
días, por las mañanas estudia, por las tardes trabaja y sale
de trabajar hasta la noche, no le da tiempo de visitarte.
Aunque sea una cafetería, es pesado su trabajo y se
esfuerza mucho.
- ¿Para qué?
- Recaudar dinero.
Manuel sintió como el corazón se le hacía pequeño, él
sabía para que estaba recaudando dinero, pero le dolía ser
una carga, una carga para ella.
. . .
Los días pasaron, incluso las semanas, Ester seguía sin
poder ver a Manuel. Por su cuenta el por su cuenta
decidió no decirle nada prefería verla y encarar sus
decisiones a mandarle un mensaje diciéndole que ya no
trabajará el cual seguramente ya lo ignoraría debí haberla
debía hablar con ella y quedar en un acuerdo.
Nos vemos de nuevo

La fuerte lluvia caía en Nueva York, era un día bastante


oscuro.
Después de casi cuatro semanas, ella finalmente fue a
visitarlo. Afortunadamente en ese trabajo que tenía le
dieron un día libre, el cual tomo para visitar a Manuel.
Ester entro a la habitación de Manuel, vio su rostro y
sintió como sus ojos se humedecían.
Se quedó un buen rato observándolo, las venas sus venas
en su piel contrastaban con su pálido color de piel, su
rostro era más delgado, sus labios eran más finos, su
cabello estaba hecho un desastre. Lo único estable de su
apariencia eran sus ojos, estaban brillando, incluso
teniendo esos circulo profundos debajo, sus ojos no
dejaban de ser hermosos, el no dejaba de ser hermoso.
- Tienes visita Manuel. –exclamo Sofía con entusiasmo,
Manuel asintió con una sonrisa.
Sus ojos estaban brillando más que nunca, por fin pudo
ver de nuevo aquel rostro que tanto amaba.
Ester se acercó a Manuel y se sentó en el banco que se
encontraba junto a él, tomó su mano y dejó caer unas
cuantas lágrimas sobre él.
- Perdón por no haber venido. -dijo en un susurro.
- ¿Me podrías decir por qué no habías venido? Me tenías
preocupado.
Manuel lo sabía, solo necesitaba escucharlo de la boca de
Ester.
- Demasiada tarea…
- ¿Esperas que me crea esa tonta mentira? Trinity me lo
contó todo.
Ester levanto su rostro y se topó con el rostro fruncido de
Manuel, hubo silencio, no fue hasta que Manuel decidido
hablar.
- Deja de trabajar.
- ¿Qué?
- Sé porque lo haces, deja de hacerlo.
- Pero… pero… -antes de poder continuar, mordió su labio. -
¡Pero quiero salvarte! ¡Quiero comprarte un pulmón!
Manuel negó varias veces con un movimiento de cabeza,
su ceño seguía fruncido. -Sabes que es muy caro, tú
siendo una adolescente no podrías comprarlo. Además, no
desperdicies tu vida en un trabajo en el cual te explotan,
aprovecha el tiempo aquí y no lo desperdicies en ir a
trabajar, por favor.
- Pero… -antes de poder decir alguna otra palabra, fue
interrumpida por Manuel.
- Por favor… -susurró con suaves palabras, las cuales
erizaron la piel de Ester. -Últimamente ya no te veo por
ese trabajo tuyo, solo soy una carga para ti, y no quiero
serlo. ¿Sabes cómo puedes ayudarme? Haciéndome feliz,
visitándome, solo te pido eso.
Ester se quedó atónita, no sabía qué pensar o decir,
solamente se quedó paralizada en aquel banco era que el
banco en el que se encontraba.
Manuel movió a un lado la cobija con la cual se cubría,
aún con el respirador artificial que llevaba puesto se
levantó con dificultad de la cama y se puso de pie. Se
acercó a Ester y ella se levanta el banco.
Manuel extendió sus brazos y sonrió gentilmente.
- ¿Puedo?
Ester asintió intentando contener las lágrimas, Manuel
envolvió sus brazos en ella y la abrazo con fuerza, ella
dejó caer las lágrimas de la bata de Manuel y recargo su
cabeza en el pecho de Manuel, él acariciaba con
delicadeza el suave caballo de Ester. Se acercó un poco
más y depósito un beso en su frente.
- Perdóname por ponerte las cosas difíciles, la vida puede
ser injusta, pero tiene sus cosas buenas. No entiendo cómo
es que te tomas la molestia de venir a verme, incluso mi
familia no lo hace…
Ester aclaro su garganta antes de hablar.
- Porque yo soy tu amiga, esto es lo que haría una amiga
de verdad. -respondió con una sonrisa, la cual hizo que
Manuel creyera que era más la más hermosa que había
visto en su vida.
- Es la primera vez que tengo una amiga así de buena,
incluso era eres más buena que mi novia.
Ester sintió como su corazón se hacía pequeño, ¿qué
Manuel acababa de decir?
- ¿T-Tu novia?
- Bueno ex-novia ahora. – río. -decidió abandonarme.
- ¿Qué? ¿Cómo porqué alguien te abandonaría? Tú eres… no
sé cómo describirte, pero ella no supo valorarte lo
suficiente.
- Al saber que estaba enfermo decidió terminarme, dijo
que no quería salir con alguien ¨discapacitado``. Yo
realmente acepté su decisión, no quería que me viera así.
- ¿Cómo que ¨así``? Manuel, tú sigues siendo tú, una
enfermedad jamás te quitará la belleza que tienes. Lo
lamento por lo que diré, pero esa tal chica es una tonta,
pensar que una persona vale menos por una enfermedad
es una tontería.
- ¿Mi belleza? ¿Entonces crees que soy lindo? -preguntó
con una mirada coqueta, cosa que la hizo sonrojar.
- ¡Y-Yo nunca dije eso!
Manuel comenzó a reírse, el orgullo de Ester le causaba
gracia.
- Bueno, tienes razón. Considerar a una persona menos
valiosa por una enfermedad es una estupidez.
Manuel comenzó a toser, cosa que hizo preocupar a Ester.
Ella lo ayudó acostarse nuevamente en la cama y le
colocó el respirador artificial. Después de ese ataque de
tos, Manuel habló.
- Tranquila, esto me pasa todos los días, no moriré tan
solo por una tos.
Ester frunció un poco el ceño mostrando su preocupación
y unió sus manos.
- Por cierto, terminé de ver banana Fish hace ya varias
semanas, olvidé decírtelo. Me encantó, aquella frase que
Eiji le dijo a Ash me gustó mucho.
- ¿Qué frase? -pregunto curiosa.
- ´´Mi alma está siempre contigo``.
El atardecer

- ¿Qué frase? -pregunto curiosa.


- ´´Mi alma siempre estará contigo``.
El silencio volvió apoderarse de la situación, la habitación
se encontraba algo callada, de no ser por la interrupción
de la puerta abriéndose.
- Buenas noches. -dijo Sofía entrando a la habitación. -
Disculpen la interrupción, es hora de la terapia de Manuel,
la enfermera me informó que el fisioterapeuta está por
venir.
Ester se levantó del banco y tocó la mano de Manuel. –
Debo irme, le prometí a mamá no volver tarde a casa, nos
vemos.
- Nos vemos, gracias por venir a verme, -Manuel sonrío y
tomo la mano de Ester, cosa que la hizo sentir más
tranquila.
Ester salió de la habitación, dejando únicamente a Sofía y
Manuel solos. Sofía se acercó a Manuel y tomo asiento en
el banco.
- ¿Es tu novia verdad?
Manuel abrió un poco sus ojos y el rubor de sus mejillas
se hizo notar en su pálida piel.
- Quisiera. -exclamó con un suspiro.
- Oh… ya veo. Yo..
Antes de que Sofía terminara su oración, fue interrumpida
por Manuel. -Me lo contaron, yo te gustó, ¿no es así?
Un intenso color rosado apareció en las mejillas de Sofía,
a la vez, agacha su cabeza un poco.
- Y-Yo… emm…. Sí. Pero, sé que ella es especial para ti,
jamás me interpondría en lo que hay entre ustedes dos,
siempre y cuando ella te haga feliz.
- Gracias… -susurró.
. . .
El tiempo pasó volando, Ester abandonó su trabajo y se
dedicó una únicamente a sus estudios y a visitar todos los
días a Manuel. Su relación se fortaleció bastante, cada y
que estaban juntos era un día lleno de alegría, risas y
algunas lágrimas.
Manuel solía preguntarse, ¿Por qué la gente dice que la
vida es hermosa? Finalmente encontró la respuesta. No la
vida estaba lejos de ser hermosa, incluso podría ser
injusta, pero… ¿solo eso era? Lo que es verdaderamente
hermoso son los momentos en los que conforman, las
personas, los lugares, los recuerdos. ¿Y qué ocurría si no
había felicidad en tu vida? Simplemente debes de
agradecer a las personas que tienes en tu vida y ser feliz
a pesar de las circunstancias en las que te encuentres.
Uno de los meses con más frío había llegado, diciembre.
La piel de Manuel cada vez tomaba un color más grisáceo,
eso le dolía un poco a Ester, pero jamás se planteó
abandonarlo, ella quería seguir viéndolo.
- ¿Te cuento cuál ha sido siempre mi sueño? Es algo
sencillo, quizás te burlaras de mí, pero eso no quita que
sea especial. -Los ojos de Manuel brillaban más que nunca,
al parecer su sueño la vi le causaba ilusión.
- ¿Cuál es tu sueño?
- Ver una noche estrellada con la persona que más amo.
- ¿Y cuál es la persona qué más amas?
Manuel río un poco y la vio a ella, sus ojos se expresaban
todo lo que sentía, todo lo que quería decir. Él solo la
tenía a ella. Sí se preguntaba cuál era la persona a la que
amaba, ella solo era la única opción, y no quería tener más
opciones.
Un ligero sonrojo aparecen las mejillas de Ester.
Manuel aparto su vista y vio hacia la puerta, decidió hablar
de una vez más. - ¿Quieres ver el atardecer conmigo?
- ¿Qué?
Manuel se levantó con cierta delicadeza de la cama y
tomo un respirador portátil que había un lado de la cama,
el cual consistía de una pequeña maleta en el cual podía
transportar. Tomó la mano de Ester y camino.
- ¿A dónde vamos?
- A la azotea.
- ¿No nos dirán algo?
- No se lo contaremos a nadie.
Ester se dejó llevar y siguió a Manuel, entraron a un
pequeño elevador sin que nadie los observaste y subieron
hasta el último piso, caminaron y se acercaron a la azotea,
observando, así como el hermoso panorama que había
frente a ellos, hace mucho que no veían un atardecer, era
bellísimo.
- Hoy el cielo se ve increíble. ¿No lo crees?
- Sabes… ver esto me pone algo sentimental. –Manuel
soltó una pequeña risa. -Me pone sentimental el saber que
algún día ya no podré ver esto. Antes de que me
enfermara solía todos los días a ver el atardecer, y me
sentía mucho mejor conmigo mismo.
Manuel tomó algo de aire para poder continuar, por fin le
contaría que era de él antes de enfermar. Era duro para
él. -Mi mamá… ella murió en un accidente automovilístico.
Ella era la única persona que me amaba. Yo solía salir por
las noches a ver las estrellas junto a ella cuando era
pequeño, por eso es que mi sueño es encontrar a alguien
que me ame y ver las estrellas, decirme a mí mismo que
por lo menos hay alguien más que me ama.
Ester no dijo nada, ambos sabían que era lo que pensaban,
no era necesario hablar para comunicarse, Manuel sabía
que esa persona ya había llegado.
- Parece que me persigue la desgracia. –río. –Sabes, papá
no tiene dinero para comprarme un pulmón y aunque lo
tuviera no lo haría, porque me odia.
- ¿Por qué te odia?
- Mamá y yo íbamos en un auto cuando ocurrió el
accidente. Solo yo sobreviví. El perdió la cabeza, me dijo
que prefería que yo muriera antes que ella. De hecho,
cuando me enfermé dijo que estaba pagando por lo que
había hecho, porque yo debí morir en primer lugar.
- ¿Qué? ¡Tu papá es un…
- Lo sé, está loco, perdió la cabeza completamente al
perder a mamá, no lo culpo. Es solo que… decidí
desvincularme completamente de él.
Ester frunció un poco su entrecejo, Manuel había sufrido
bastante.
- Es por eso que te pediré una cosa.
- ¿Qué? -pregunto curiosa.
- Cuando muera, quiero que dones mis demás órganos,
completamente gratis.
- ¡¿Gratis?! ¡Eso sería como decir que no vales nada!
- Te equivocas, puede que haya más pacientes en la
misma condición que yo, que no tengan recursos o que no
tengan algún familiar que les preste dinero. Quiero ser de
ayuda, no quiero que alguien pase por lo mismo que yo.
- Manuel… -susurró.
- ¿Lo harías?
- Está bien…
Su sueño

Al día siguiente, Ester no dejaba de pensar en esa


pequeña conversación que había tenido con Manuel el día
anterior.
´´ ¿Cuál es tu sueño? ``
´´Ver una noche estrellada con la persona que más amo``
Su mente no para de dar vueltas y vueltas. ¿Debía
hacerlo? Cumplir el sueño de Manuel sería algo bastante
riesgoso con el estado en que se encontraba. Salir de
noche en el mes de diciembre mientras la nieve caía era
peligroso para los delicados pulmones de Manuel.
Pero… él decía de que quede igual forma iba a morir, ¿no
debía hacerlo con una sonrisa? Ella no podía dejarlo ir sin
antes de cumplir su sueño.
Por fin tomo una decisión, estaba dispuesta a hacerlo.
Ester entró a la habitación de Manuel, se acercó a la
ventana y vio como la nieve caía en el exterior, era una
noche bastante oscura, las estrellas en el cielo se veían
preciosas.
- ¿Qué haces aquí? -preguntó Manuel.
- ¿A qué te refieres? Yo siempre vengo a visitarte.
- Sí pero no por las noches, deberías estar en casa
descansando.
- Hoy será un día especial.
- ¿Especial? -exclamó confundido.
Ester no respondió nada, abrió su mochila y sacó un par
de prendas que llevaba guardadas. Era una chamarra, una
bufanda y unos guantes.
- ¿Para qué todo eso?
- Hoy saldremos a ver las estrellas, ¿no era ese tu sueño?
Inmediatamente los ojos verdes de Manuel se iluminaron
a más no poder, sin duda eso era lo que quería.
Ester ayudó a Manuel a cambiarse, poniendo encima de su
bata de hospital la ropa acogedora que le había traído,
Manuel se sentía cálido.
Ester salió de la habitación, fue sin ser vista a un pequeño
almacén que se encontraba cerca tomo una silla de
ruedas, regresó al cuarto y ayudó a Manuel a sentarse en
ella, encima colocó dos grandes cobijas sobre él. Colocó
una cánula sobre las orejas y la nariz de Manuel y tomo el
tanque de gas portátil.
- ¿Las enfermeras saben sobre esto? –preguntó Manuel.
- ¿Tú crees que nos dejarían salir con este clima?
- Ni de chiste. –río. –Bueno, será una aventura divertida de
dos adolescentes rebeldes.
Ambos salieron por la puerta trasera del hospital, en
donde no solía haber nadie.
Afortunadamente salieron sin ser vistos. Salieron al
exterior, esa noche de Nueva York era hermosa, las calles
decoradas con luces de colores por todas partes, algunos
árboles de navidad, la nieve cayendo del cielo, todo era
hermoso.
Ester guiaba a Manuel en la silla de ruedas, ambos iban
observando las calles, el ambiente decía gritos ´´ ¡Llegó la
navidad! ``. El mes de diciembre en Nueva York era lleno
de alegría por todas partes.
Llegaron a Central Park, no había nadie, ya era bastante
tarde como para salir, además, seguramente toda la gente
estaba en su casa resguardándose del frío.
Ester ayudó a Manuel a pararse de la silla de ruedas y lo
ayudó a recostarse sobre la nieve, ella hizo lo mismo, se
recostó a su lado.
Ambos veían hacia arriba. Las estrellas eran una extensión
infinita en el cielo, que se extendía sin encontrar un fin
de ellas, cada una parecía un diamante incrustado en el
cielo. Los ojos de Ester se abrieron bastante cuando miro
hacia arriba, no había esperado que ver las estrellas con
Manuel le parecía hermoso.
No intercambiaron ni una sola palabra, ambos se
dedicaron únicamente observar la maravilla que se
encontraba frente sus ojos. Ester giro su rostro y miro a
Manuel, sus ojos verdes reflejaban las estrellas iluminando
sus cálidos ojos.
- Cuando más oscura es la noche, más brillantes son las
estrellas ¿no lo crees?
Ester se detuvo por un momento para analizar un poco la
frase recién dicha por Manuel y encontró un sentido para
ella. Para ella esa frase era como decir ´´Cuando la estás
pasando mal, más hermosos son los momentos lindos que
tienes`` Manuel sufría con esa enfermedad, pero no se
quejaba, porque él, la tenía a ella, y no podía pedir más.
- Podemos… ¿brillar juntos como las estrellas?
Las pálidas mejillas de Manuel tomaron un color rosado y
soltó una pequeña risa. - ¿No lo hacíamos ya? brillar como
las estrellas, eso ya lo hacemos.
. . .
- Manuel, ¿ya te trajeron tu cena?
Sofía entró a la habitación de Manuel, pero no había nada.
Pronunció un par de veces el nombre de Manuel, pero sin
escuchar ninguna respuesta. Salió corriendo para avisarle a
las enfermeras que Manuel no se encontraba en su
habitación.
. . .
Manuel seguía viendo las estrellas al igual que Ester.
Comenzó a nevar un poco más, el viento se hizo aún más
fuerte.
Un fuerte ataque de tos salió de los labios de Manuel,
Ester se levantó de inmediato y se acercó a Manuel. Trató
de hacer unos ajustes al tanque de oxígeno, pero nada
ayudaba a Manuel, ya no estaba respirando, sentía que en
cualquier momento podía morir.
- ¡Ma-Manuel! ¡Resiste!
Con las fuerzas que tubo ayudó a poner a Manuel en la
silla de ruedas y fue corriendo hasta el hospital. Estaba
cerca, pero Manuel ya no estaba respirando, la nieve
sumando con el fuerte viento le estaba afectando
bastante.
Llegaron al hospital abriendo las puertas de golpe.
- ¡Deben atender a Manuel ahora!
Las enfermeras voltearon a verlos, Sofía, la practicante de
enfermería los vio y corrió para brindar su ayuda.
- ¡¿Cómo se les ocurre salir en plena nevada? ¿Estás loca?
Los médicos se acercaron rápidamente a Manuel, para ese
punto Manuel ya estaba inconsciente, no daba señales de
vida.
- ¡Llévelo de inmediato a la sala de emergencias! -grito la
doctora.
Por él

Manuel fue llevado de inmediato a la sala de emergencias,


mientras Ester esperaba en aquella sala de espera. Los
nervios la estaban consumiendo, el miedo estaba
acabando con ella, los pensamientos negativos estaban
carcomiendo la mente, sus manos no paraban de temblar.
Trinity entró por la puerta del hospital, fue directo a
dónde se encontraba sentado su mejor amiga.
- Trinity, ¿qué haces aquí?
- Sofía me llamo, dijo que Manuel está en sala de
emergencias.
Los ojos Ester se humedecieron completamente, Trinity se
acercó a ella y la abrazo con todas sus fuerzas.
- Tranquila, todo estará bien, sé fuerte.
- ¡To-Todo es mi culpa! ¡Si no hubiésemos salido esto no
hubiera pasado!
- Dijiste que querías cumplir su sueño antes de que se
fuera, te aseguro que se fue feliz.
Los sollozos de dolor se escapaban de la garganta de
Ester, las lágrimas caían y caían cómo se dé una fuente
se tratase.
¿Qué haría ella si Manuel moriría? El sentimiento de
culpabilidad seguramente la compañía por el resto de su
vida.
Después de unas cuantas horas de espera, unos cuantos
médicos salieron de la sala de emergencias, Ester de
inmediato se puso de pie.
- ¡Como está Manuel?!
Está fuera de peligro, aún está inconsciente, pero en una
media hora podrán verlo.
Un suspiro de alivio salió de los labios de Trinity y Ester.
Los médicos llevaron la camilla en la que se encontraba
Manuel a su habitación, las chicas se quedaron a la sala
de espera.
Sofía, la practicante de enfermería se acercó a Ester con
el ceño fruncido y los brazos cruzados.
- Eres una tonta… -susurró, pero su mala suerte, ambas
escucharon.
- ¡Oye! ¡¿Qué te pa… -Antes de que Trinity Pudiese
terminar, Ester la interrumpió.
- Trinity, no me defiendas, Sofía tiene razón, soy una
completa tonta.
- ¡Qué bien que lo aceptes! -Sofía mordió su labio con
impotencia antes de seguir. -No sabes valorar la vida de
Manuel, ¡Yo lo amo! Y jamás permitiría que saliera al
exterior con ese clima y..
- ¿De verdad lo amas? ¿Sabes cuál era su sueño?
- ¿S-Sueño?
- Él quería ver las estrellas recostado sobre la nieve, ¿de
verdad dejarías que se fuera de este mundo sin haber
cumplido su sueño?
Sofía dejó de apretar sus manos.
- Me siento mal, sé que fui un egoísta, pero… estoy
tranquila sabiendo que cumplí su sueño.
Sofía se acercó a Ester y rodeó sus brazos en ella. -
¡Perdón! ¡Soy una completa ignorante! No sabía que lo
hiciste por él, espero puedas perdonarme.
- Claro, no te preocupes. -respondió con una sonrisa.
Ester decidió perdonarla, ella sabía que Sofía tuvo una
reacción por ver a Manuel llegar en ese estado al hospital,
se alteró y descargó la ansiedad que tenía en ella. Un
amor no correspondido era doloroso, pero Sofía era una
buena chica, solo se preocupaba por el bienestar de
Manuel y eso no tenía nada de malo. En cambio, ella debía
agradecerle a Sofía por todo lo que he hecho por Manuel,
en vez de juzgarla por ese ataque de ira, ella la entendía.
Después de unos cuantos minutos, unas enfermeras
dejaron pasar a Ester y a Trinity a la habitación de
Manuel, él las recibió con una hermosa sonrisa.
- ¿Estoy muerto? ¿O por qué veo a dos ángeles?
Las dos soltaron una pequeña risa.
. . .
Los días pasaron, pero el pronóstico decía que sería un
poco más cálido, Manuel aprovecho esta oportunidad. Fue
a pedirle permiso a una enfermera para salir por la
mañana, después de tanta insistencia lo logró,
afortunadamente no haría tanto frío este día.
Ester llegó al hospital y Manuel le comentó qué el día de
hoy saldrían a pasear.
- ¿Dónde? -preguntó confundida.
- Es una sorpresa.
Después de preparar la silla de ruedas, el tanque de
oxígeno, y las prendas de ropa para Manuel, ambos
salieron al exterior.
Ester movía la silla de ruedas de Manuel hacia dónde él
indicaba, hasta que llegaron.
Era un campo inmenso de girasoles, los ojos de Ester se
iluminaron al observar ese bello panorama. Ester sonrío de
oreja a oreja, de su mochila sacó una cámara que llevaba
consigo siempre.
- ¿Una cámara? -preguntó Manuel.
- Necesito tomar foto de los girasoles.
Después de tomar bastantes fotografías de los girasoles,
Ester se quedó un buen rato observando el perfil de
Manuel, él observaba los girasoles. Posicionó la cámara y
tomó una fotografía del perfil de Manuel, detrás de él se
podían observar los hermosos girasoles.
- ¿Me tomaste una foto?
- Sí, ¿hay algún problema? -rio.
- Así que me quieres tanto que necesitas una foto de mía.
Las mejillas de Ester se sonrojaron completamente,
Manuel solo comenzó a burlarse por esa reacción, le
causaba gracia como ella podía sonrojarse con un
comentario como ese.
Ambos observaban los girasoles mientras hablaban. Manuel
sacó su celular de su mochila, y abrió Spotify. - ¿Podemos
escuchar mi canción favorita?
- Claro.
Manuel volteó a revisar su mochila y saco unos audífonos,
le prestó uno y el otro se lo colocó en la oreja. La canción
de ´´Yellow`` de Coldplay comenzó a escucharse a través de
los audífonos.
Al finalizar la canción Manuel habló. –Sabes… tú eres mi
yellow.
- ¿Tu yellow?
- La palabra ´´Yellow`` en esta canción simboliza a la
persona que amas, a la persona que hace tus días felices,
a la persona que le da color a tu vida. Por eso tú eres mi
Yellow.
Ester no contestó nada, solo sonrío para sí misma. Era
muy afortunada por haber encontrado alguien como lo era
Manuel, era muy afortunada de tenerlo en su vida.
Ester caminó por el campo tomo algunos girasoles, los
guardo en su mochila. Estaba muy feliz, los girasoles era
algo que ella amaba con su vida entera, estaba fascinada,
estaba muy feliz.

También podría gustarte