Ignacio Ellacuría fue un filósofo, escritor y teólogo
español. Nace en Portugalete el 9 de noviembre de 1930 y muere el 16 de Noviembre de 1989 asesinado por un grupo del ejercito oficial de El Salvador. El año 1947 ingresa a la formación de la Compañía de Jesús. En 1949 es enviado a El Salvador. En 1955 se licencia de Filosofía. Fue discípulo de Karl Rahner, famoso teólogo. En 1962 finaliza su formación como sacerdote jesuita y entre 1962 y 1965 se forma con el filósofo español Xavier Zubiri. En 1967 se incorpora a la Universidad CentroAmericana (UCA) José Simeón Cañas. La Conferencia Episcopal (Segunda Conferencia Latinoamericana de Obispos) de Medellín en 1968 orienta su trabajo hacia la teología de la liberación. La teología de la liberación fue un movimiento de renovación de la iglesia católica que se realiza desde el contexto latinoamericano. El Concilio Vaticano Segundo convocado por el Papa Juan XXIII fue anunciado en 1959. Después de la Segunda Guerra Mundial, la Iglesia esta muy preocupada por el curso del mundo, e particular por los cambios sociales acelerados y por la abismante diferencia entre los países desarrollados y los subdesarrollados. El Concilio Vaticano Segundo viene a ser una respuesta a los desafíos y riesgos del mundo moderno. Se habla de una necesidad de aggiornamiento de la Iglesia Católica: cambios en la liturgia, respeto de los votos de pobreza, nueva evangelización, etc. Centralidad de la idea de la Iglesia como el Pueblo de Dios: sus miembros son iguales en libertad y dignidad con una misión como humanidad. Se busca un compromiso de los católicos con la superación de la pobreza La respuesta latinoamericana fue la Conferencia Episcopal de Medellín. La situación propia del pueblo latinoamericano es la profunda pobreza y desigualdad. Superar la pobreza es una liberación que no debe ser realizada por mera compasión sino por un sentido de justicia social. Se habla en términos de “miseria” e “injusticia” que hace sufrir a mujeres, a hombres, a campesinos, a obreros, a profesionales, etc. El documento de Medellín se opone polémicamente tanto al capitalismo liberal como al marxismo. Así entra en debate con las ideologías que pugnaban por ser hegemónicas en LA. Desarrollo, paz y progreso son resultado del necesario énfasis en la justicia social. La falta de ella promueve la violencia en el continente latinoamericano. La teología de la liberación fue mucho más crítica. Adopta las tesis centrales de la teoría de la dependencia: corriente sociológica que adoptaba elementos marxistas. La teoría de la dependencia quería saber por qué a pesar de los esfuerzos de modernizar Latinoamérica, nuestros pueblos seguían siendo pobres. La respuesta se encontró en el modelo económico donde exportábamos materias primas para importar bienes manufacturados en el primer mundo. Políticamente se resaltaba como las oligarquías nacionales y los intereses de potencias extranjeras (en particular, EE.UU) atentaban contra la independencia económica de nuestros países. La teología de la liberación comienza con la reflexión teológica de Gustavo Gutierrez y otros aportes, como por ejemplo, el de Leonardo Boff. Si la teología en general quiere pensar la fe, la teología de la liberación sostiene que este pensamiento se da en un contexto: una sociedad, una cultura con su momento histórico determinado. En la teología de la liberación tienen protagonismo los pobres y la realidad de la pobreza. Ellos son la verdad de la sociedad. La realidad de la sociedad se juzga a la luz de la Palabra de Dios. Los pobres son el punto de referencia en la sociedad y son protagonistas de la Iglesia. Se trata de tener una actitud lúcida y crítica con los aspectos socioeconómicos y culturales de la vida humana. La TL no sólo destaca la figura del pobre: ella quiere transformar esa situación de injusticia e inhumanidad. Recién nacida la Teología de la liberación tuvo que enfrentar las dictaduras militares que se propagaron por AL en los años setenta. Ignacio Ellacuría durante los años setenta ve como El Salvador carece de autonomía frente al poder de las grandes corporaciones norteamericanas que prevalecían sobre el gobierno y el pueblo. No era, por lo tanto, El Salvador una verdadera democracia porque allí no se escuchaba a las mayorías. En 1979 un grupo de militares da un golpe de estado para lograr una verdadera democracia e impulsar una reforma social y agraria. Pero sólo unos meses después la Junta terminó trabajando para los intereses de las grandes corporaciones extranjeras y la oligarquía nacional. En 1980 El Salvador entra en una durísima Guerra Civil, que cobraría 75.000 vidas. Se trató de una guerra entre guerrillas autoproclamadas como de izquierda, el gobierno y fuerzas paramilitares (los mas crueles fueron los llamados “escuadrones de la muerte”). Ignacio Ellacuría intentó por todos los medios establecer un “dialogo nacional” como vía para poder alcanzar la paz entre los dos bandos en conflicto. Ellacuría criticó duramente la ideologización y la lógica de la guerra que reduce a toda la población a una polarización (estas con nosotros o contra nosotros). Esa tercera fuerza, según el Sacerdote, es clave para alcanzar la paz. En este sentido, la filosofía tiene una función liberadora. La filosofía ejerce una función crítica que sirve para liberarnos de los engaños, los lugares comunes, tradiciones y miedos infundados. La filosofía tiene una función social de desenmascarar la ideología dominante en un sistema político, económico o cultural y que sirve para mantener una estructura social injusta. Por naturaleza el ser humano es un ser libre y la filosofía es una herramienta de la libertad.