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Capitulo II

Antecedentes

Los antecedentes de un proyecto, también conocidos como antecedentes


de la investigación o antecedentes de un problema, son todos los trabajos
realizados previamente sobre el tema que se va a investigar y que aportan
información relevante para nuestro trabajo.
Dentro de este orden de ideas, tenemos el trabajo de Riofrio (2017), con su
trabajo titulado: “Acoso sexual, como dimensión de la violencia escolar, y su
relación con los factores personales de resiliencia en niños y niñas de 6to y
7mo año de educación básica”, la presente investigación tuvo como objetivo
general, conocer la relación de acoso sexual entre pares y los factores de
resiliencia. Este trabajo investigativo se basó en un estudio de corte transversal
con enfoque cuanti-cualitativo, que manejó métodos científicos como: inductivo-
deductivo y analítico-sintético, apoyado en el uso de técnicas e instrumentos,
como el Autotest Cisneros para acoso escolar y el inventario de factores
personales de resiliencia, para el cual se seleccionó una muestra de 35
estudiantes. En base a los resultados obtenidos a través de la aplicación de los
reactivos en los encuestados se obtuvo que el 100% presenta acoso escolar en
mayor (65,71%) o menor nivel (34,29%). En cuanto a la resiliencia se observa que
Autoestima (60% - 58%) y Empatía (91,67% - 82,61%), no se ven afectadas en
acoso escolar bajo ni en el alto, respectivamente. Sin embargo en la Autonomía
(66,66% - 34,79%), Humor (50% - 34,79%) y Creatividad (50% - 56,52%), se
encuentran afectados frente al acoso escolar bajo y alto respectivamente.
Finalmente se propone un plan de psicoeducación con el fin de disminuir los
índices de acoso escolar y afianzar los factores personales de resiliencia.
El aporte de este trabajo a la presente investigación se basa, en el daño
que provoca en los estudiantes el acoso sexual por parte de los compañeros de
clase.
En el mismo orden de ideas, tenemos a Abensa (2018), con su trabajo
titulado “La convivencia escolar en los centros de educación secundaria”, la
investigación fue de tipo descriptivo, relacionada con el paradigma positivista. Se
utilizó el método descriptivo porque nos refleja la naturaleza de los datos, es decir,
al abordar el problema que nos planteemos no disponíamos de la información que
necesitamos, por tanto, buscamos un contexto y una situación determinados que
nos permitan conocer los datos necesarios. Así, un grupo de personas (muestra =
888 sujetos), nos facilitaron la información a través de opiniones, aportándonos
datos parta poder estudiarlas y así conocerlas. A su vez, hemos podido observar
entre los alumnos que han participado el distanciamiento que existe de sus
opiniones con respecto a la opinión de la media de ellos, las frecuencias que se
acumulan en torno a cada una de las opciones de respuesta y qué porcentajes
representan. Para la recogida de información hemos utilizado el método tipo
encuesta a través de un cuestionario, el mismo estaba formado por 15 ítems
construidos en una escala tipo Likert con puntuaciones de 1 “completamente en
desacuerdo” hasta 5 “completamente de acuerdo”. Una vez recogidos los datos,
llegamos al momento de organizarlos, analizarlos y dotarlos de significado para
poder cumplir con los objetivos de nuestro proceso de investigación cuantitativa.
En primer lugar realizamos una estadística descriptiva (observamos y
describimos), a través de unas tablas donde aparecen las frecuencias absolutas
(el número de veces que aparece un valor) y porcentajes en cada una de las
dimensiones, y en los casos donde nos ha sido posible, hemos realizado alguna
representación gráfica para clarificar y poder observar mejor los resultados.
El aporte de esta investigación se relaciona con la importancia de estar
atentos al comportamiento antisocial de algunos estudiantes, ya que representa
una amenaza a la convivencia.
En el mismo orden de ideas, tenemos a Argüello (2019), con su trabajo
titulado ““El abuso sexual intrafamiliar como manifestación de la cuestión
social”, Esta investigación se realizó a través de la metodología cualitativa -
interpretativa, permitiendo a las investigadoras plasmar sus apreciaciones y
consideraciones objetivas, a partir de los conocimientos generados en el proceso
reflexivo de contacto con los sujetos participantes y análisis de los datos. El
estudio contempla en primera instancia, la caracterización de las personas
menores de edad que han sido víctimas de violencia infanto juvenil, la
trascendencia que tiene el abuso sexual intrafamiliar en las familias que han
experimentado estas situaciones; la labor que realiza Trabajo Social Forense en el
Programa de Atención a la Violencia Infanto Juvenil y las apreciaciones que tienen
las familias respecto a este Programa. Esto con el fin de evidenciar que el abuso
sexual intrafamiliar es parte de la cuestión social, en el sentido que rupturiza todas
las estructuras sociales e interpela a la intervención por parte del Estado y de la
sociedad civil, convirtiéndose en una problemática tanto judicial, como social.
El aporte de la investigación se relaciona con un amplio bagaje teórico-
conceptual de la cuestión social y la intervención del Trabajo Social sobre la
misma, ya la cuestión social constituye el espacio de expresión de la desigualdad,
de la cual se desprenden las situaciones presentadas en las relaciones de los
escolares.

Bases teóricas

De acuerdo a Arias (1999), constituyen: “Un conjunto de conceptos y


proposiciones que constituyen un punto de vista o enfoque determinado, dirigido a
explicar el fenómeno o problema planteado”.

Acoso
Cuando una persona hostiga, persigue o molesta a otra, está incurriendo en
algún tipo de acoso. El verbo acosar refiere a una acción o una conducta que
implica generar una incomodidad o disconformidad en el otro.

Acosos en los niños


El acoso es un comportamiento agresivo y no deseado entre niños en edad
escolar que involucra un desequilibrio de poder real o percibido. El
comportamiento se repite o tiende a repetirse con el tiempo. Tanto los niños que
son acosados como los que acosan pueden padecer problemas graves y
duraderos.
Acoso sexual
El acoso puede darse en distintos ámbitos y de las maneras más diversas.
Si lo lleva a cabo un individuo que pretende abusar de su poder o de su puesto
jerárquico para intimar sexualmente con otra persona, se habla de acoso sexual.
En este caso, el acosador busca intimidar o presionar al acosado para que
éste acceda a mantener algún tipo de relación íntima. El acoso se puede llevar a
cabo a través de comentarios obscenos, insinuaciones o contacto físico.
Partiendo de ese tipo de acoso sexual, tenemos que decir que existe una
película que lo aborda de manera clara y contundente. Se trata del largometraje
estadounidense “Acoso”, estrenada en el año 1994 bajo la dirección de Barry
Levinson, que tiene como protagonistas a Demi Moore y Michael Douglas.
La historia que cuenta es la del trabajador de una gran empresa que es
acusado por una ejecutiva de acoso sexual. Se trata de su jefa y él lo que
intentará demostrar en todo momento es que fue la misma la que procedió a
acometer ese delito contra él.

Diferencias y similitudes entre el acoso sexual y el hostigamiento sexual


La delgada línea que diferencia el acoso sexual y el hostigamiento sexual
ha sido ignorada, en ocasiones no identificada, por el común denominador de la
sociedad, y por las diversas legislaciones en el país. Por ejemplo, hay algunos
lugares donde, el acoso sexual se realiza entre personas que no tienen alguna
relación de subordinación, no así el hostigamiento sexual, en el que existe una
relación laboral, docente, religiosa, doméstica, o cualquier otra, que implique
subordinación de la víctima.
En otras codificaciones penales del país no se diferencia el acoso sexual
del hostigamiento sexual, o en algunas otras invierten el contenido de ambos
como en el caso del Código Penal que denomina “hostigamiento” a lo que en
realidad es “acoso”, y a la inversa.
En este sentido, si bien en el acoso sexual no existe subordinación, sí hay
un ejercicio abusivo de poder. De acuerdo con Espinosa (2008, pág. 2-16), los
comportamientos que se califican como acoso sexual son: a) Físicos, como
violencia física, tocamientos o acercamientos innecesarios; b) Verbales, como
comentarios y preguntas sobre el aspecto, estilo de vida u orientación sexual,
y c) No verbales, como silbidos, gestos de connotación sexual o exposición de
objetos pornográficos.
En el caso del hostigamiento sexual, desde el punto de vista sociológico se
dice que se trata más de una muestra de poder que de sexualidad, es demostrarle
a la persona subordinada que se tiene el poder sobre ella, no sólo en el campo
donde se desempeñan, sino sobre su sexualidad, su cuerpo.
Se considera, además, una conducta discriminatoria por razón de género,
ya que en la inmensa mayoría de los asuntos denunciados y planteados
jurisdiccionalmente las víctimas son las mujeres y los autores los hombres. No
existe sólo un deseo sexual, sino una finalidad de dominio o de afirmación de
poder, en el que la posición en las relaciones ya está determinada: el hombre
como sujeto dominante de la sexualidad, y la mujer como sujeto pasivo y
subordinado.
Los comportamientos o conductas que puede llevar a cabo el agresor y que
se constituyen como hostigamiento sexual son: los acercamientos innecesarios,
abrazos o besos indeseados, familiaridad innecesaria, propuestas de contenido
sexual, comentarios y preguntas sobre el aspecto, el estilo de vida, la orientación
sexual, llamadas de teléfono ofensivas, comentarios o bromas sugestivas,
reiteradas invitaciones a salir, gestos de connotación sexual, presentación de
objetos pornográficos, miradas lujuriosas, fotos, afiches, protectores de pantalla,
correos electrónicos, mensajes de texto sexualmente explícitos, uso de las
diversas redes sociales electrónicas o digitales con fines sexuales.
Sin embargo, la diferencia esencial con el acoso, radica en las maneras en
que se llevan a cabo dichas propuestas, que en muchas ocasiones se realizan de
manera velada, tal como lo señala la Organización Internacional del Trabajo
(2014) en su Guía sobre Acoso sexual al referirse a las expresiones de chantaje
sexual implícitas y explícitas.
Lo problemático de estas conductas es que según lo refiere Fitzgerald
(1988, pág. 329-340), el acoso sexual deriva en un problema emocional. Algunos
autores lo consideran la tortura psicológica por excelencia, este desorden puede
cambiar la personalidad del sujeto de manera permanente, tendiendo hacia la
depresión y/o a la obsesión y puede compararse al trauma sufrido por una víctima
de violación. De esta manera, desde la conceptualización se genera la
problemática para diferenciar una conducta de la otra, y por lo tanto, se agrava
mucho más en lo que a su prevención, investigación y sanción se refiere, se habla
de evitar el acoso sexual, cuando ni siquiera se está catalogando de manera
adecuada la conducta cometida por el agresor.
Es cierto que en ambas conductas se afecta a las víctimas, y no
necesariamente en la cuestión física sino psicológica, pues éstas propician que las
víctimas lleguen incluso al abandono de la escuela con la única finalidad de dejar
de ser sujeto del hostigamiento.
Así pues, el acoso sexual y el hostigamiento sexual, no consisten
únicamente en tocamientos, sino que lo que afecta gravemente a quien lo sufre
son las preguntas incómodas, bromas, comentarios sobre el cuerpo, la vestimenta,
contacto físico, gestos, sonidos, etcétera. Todas estas acciones que realiza el
violentador sobre la víctima son las que generan en ella el sentimiento de
minusvalía, de impotencia, de vergüenza.
En algunos casos, los agresores hacen parecer estas manifestaciones
como conductas afectivas o de atracción, por lo que se complica el acreditar que
las acciones que éste realizó fueron o no con una connotación sexual.
Sin embargo, se considera que para lograr su prevención, investigación y
sanción, se debe de contar con definiciones que contemplen todos los supuestos,
incluso se debe de considerar que debido al uso creciente de las Tecnologías de
la Información y Comunicación (TIC´s), éstas facilitan las peticiones o
requerimientos que hace el agresor.
Por ello un concepto actualizado del acoso sexual sería que éste se comete
cuando se requieren favores sexuales por medio del lenguaje verbal, no verbal,
escrito o vía electrónica, para sí o para una tercera persona, o se realiza una
conducta de naturaleza sexual indeseable para quien la recibe, que le causa a la
víctima un daño o sufrimiento psicoemocional que lesiona su libertad, seguridad y
dignidad, independientemente de que se realice en uno o varios eventos.
En cambio, se presenta el hostigamiento sexual cuando: valiéndose de la
existencia de una relación jerárquica derivada de relaciones laborales, docentes,
domésticas, prestación de servicios habitual o de cualquier clase que implique
subordinación entre la persona agresora y la víctima, se le solicita a ésta última, ya
sea mediante el lenguaje verbal, no verbal, escrito o vía electrónica, la realización
de conductas de carácter sexual para sí o para un tercero. Todo esto posiciona a
la víctima en una situación gravemente intimidatoria, hostil y humillante, con
independencia de que dichas peticiones se realicen en una o múltiples ocasiones.
Como ya se dijo, el acoso y el hostigamiento sexual resultan una práctica
discriminatoria por razón de sexo que atenta contra los principios constitucionales
de la inviolabilidad de la libertad de trabajo, la dignidad y la vida humana. Sin
embargo, esta modalidad de actos lesivos atentan de manera especial contra la
libertad, dignidad e integridad física y psicológica de las mujeres y constituyen una
expresión de abuso de poder que implica la supremacía masculina sobre las
mujeres, al denigrarlas y concebirlas como objetos. Cabe aclarar que si bien es
cierto, ambas conductas, acoso y hostigamiento, pueden realizarse en agravio de
los hombres, como lo señala Mingo (2010) “el sólo hecho de ser mujer u hombre
incrementa o disminuye el riesgo de recibir o cometer alguna de estas conductas”.

El acoso sexual y hostigamiento sexual en el ámbito escolar


A decir de Aguilar, Alonso, Melgar y Molina (2009, pág. 85-94), la mayoría
de las investigaciones sobre violencia de género se han desarrollado a partir de la
década de los noventa en Norteamérica y Europa, donde casi todas esas
instituciones han implementado con mayor frecuencia y sistematización medidas
de atención a las víctimas y de prevención de la violencia.
El abuso entre el docente y el estudiante es de particular interés, por lo que
requiere abordarse y prestarle atención. Las instituciones educativas, tienen un
compromiso no únicamente con la excelencia académica, sino también con el
respeto a la dignidad, los derechos y el mérito de las personas. Así, el acoso
sexual y el hostigamiento sexual en una escuela afectan gravemente a la persona
que los padece, a sus relaciones personales, su salud y desempeño escolar,
contradiciendo así uno de los principios esenciales de una institución educativa, la
cual tiene la responsabilidad de fortalecer, desde diversos ejes, la educación del
estudiante (Bermeo, 2008, pág. 2). A ese respecto uno de los cinco ejes
establecidos por la Secretaría de Educación Pública (2014) para el modelo
educativo, es el eje relativo a la equidad e inclusión, eje que pretende mejorar la
igualdad de género, en el cual se busca que todos los niños, niñas y jóvenes
tengan oportunidad de desarrollar su máximo potencial sin importar género,
origen, contexto o discapacidades.
El acoso sexual y el hostigamiento sexual en las escuelas, pueden generar
afectaciones a la salud física y psicológica de las víctimas, sin embargo, los
prejuicios, las creencias de las víctimas, el conocimiento de que las denuncias no
prosperan o que ante la denuncia continúa una violencia sistemática en contra de
las víctimas, ha generado que éstas no denuncien o comuniquen su experiencia.
Por ello, ante el temor de la víctima de ser revictimizada, enfrentarse a la
crítica de la sociedad, desconocer cuáles son los derechos que tiene, la ansiedad
por no poder comprobar los hechos, la falta de confidencialidad, incluso hasta
tener una sentimiento de culpabilidad por creer que propició o pudo haber frenado
estas acciones, generan que las víctimas guarden silencio, lo que produce que si
hay un acosador sexual en potencia en una institución educativa, éste continúe
con sus acciones ante la falta de denuncia de las víctimas.
Refiere Buquet, Cooper, Mingo y Moreno (2013) que la violencia de género
está tan naturalizada en la sociedad que muchas veces no se percibe como tal,
por el contrario, se justifican comportamientos agresivos, lo cual es un ejemplo de
violencia simbólica, pues las víctimas y agresores lo minimizan, lo legitiman y no lo
denuncian. Dentro de las instituciones educativas no siempre existe un protocolo
de acción para denunciar, que tenga seguimiento y sanción pertinente para el
agresor o agresora. En otras ocasiones, las víctimas tienen miedo de ser vistas
como “problemáticas”, y a recibir represalias como acto de venganza por parte de
su agresor o agresora, e incluso de las mismas autoridades escolares.
En el caso de las docentes, pueden perder su empleo, aislarlas, ponerles
obstáculos (techos de cristal) que les impidan subir de categoría, nivel de trabajo o
grado académico. En lo que se refiere a las alumnas pueden reprobar sus cursos,
no por falta de capacidad, sino porque los docentes toman represalias y les ponen
calificación no aprobatoria por no aceptar sus propuestas sexuales, lo cual las
puede orillar a desertar de la institución.
En otros casos las mujeres acosadas acceden a las propuestas por miedo y
por sentir que la otra persona tiene cierto poder sobre ellas. De igual forma, si las
mujeres denuncian a su victimario, son acusadas de haber sido ellas quienes
incitaron la agresión “por vestirse provocativamente” o "por habérseles insinuado"
y por temor a sentir culpa, a ser señaladas y a ser víctimas de nuevas agresiones,
verbales, psicológicas o sociales, se abstienen de emitir la denuncia (Ruiz-
Ramírez y Ayala, 2016).
Los estudiantes reclaman mayor orden y transparencia en lo que respecta a
protocolos para denunciar conductas de acoso sexual y hostigamiento sexual.
Hasta noviembre del 2017 sólo cuatro universidades en el país tenían un protocolo
para atender situaciones de acoso y hostigamiento sexual, según un análisis
realizado por Distintas Latitudes, plataforma digital de información y análisis sobre
América Latina, estas son: la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
la Universidad Veracruzana, la de Quintana Roo y la Autónoma de Sinaloa, las
únicas instituciones educativas que han elaborado un protocolo expreso para
prevenir y atender este tipo de casos (Vargas, 2017, pág. 1).
En los espacios académicos, las formas del poder que adopta el patriarcado
son, en su mayoría, ejercidas a través de la violencia simbólica y otros tipos de
violencia, los cuales, de acuerdo con Vélez y Soraya (2013, pág. 3), se ocultan de
modo tal que hacen parecer la vida académica como inofensiva y como un
espacio en el que las oportunidades y condiciones de desarrollo son las mismas
para hombres y mujeres.
El desconocimiento por parte de los funcionarios públicos y la comunidad
educativa de las leyes que prevén la violencia escolar, los derechos de las
mujeres, la tipificación de conductas sexuales; el funcionamiento del sistema
educativo en el que no se han generado acciones específicas ni protocolos o
procesos para prevenir, investigar y sancionar el acoso y hostigamiento sexual; la
falta de recursos económicos y humanos destinados a esta problemática; las
formas tan variadas en que se presenta la violencia escolar y el ámbito privado en
que se desarrollan las violencias sexuales, es lo que hace urgente el que se
realicen acciones concretas para erradicar estas conductas.

Compañerismo
El compañerismo es el vínculo que se establece a partir de las relaciones
afectivas entre personas; un valor imprescindible para el desarrollo personal de
grandes y pequeños. Ser buen compañero implica colaboración, respecto,
comprensión, apoyo y ayuda a los demás sin pretender recibir nada a cambio.

Compañerismo escolar
El compañerismo entre niños se entiende como una relación amistosa,
caracterizada por valores como la solidaridad y la cooperación. En este sentido, se
promueve la empatía y el apoyo entre los menores para fomentar también la
inclusión, la igualdad y la tolerancia en la infancia.

Importancia del compañerismo escolar en el aula de clase


El compañerismo es un valor que reflexiona sobre la importancia del
respeto al prójimo, la generosidad, lealtad y cordialidad, para una
buena convivencia en sociedad; a contramano de los pilares del capitalismo, como
son la individualidad, la competencia cruda y el egocentrismo, cada vez más
frecuentes, con sus respectivos efectos nocivos. Así mismo, en numerosos
escenarios, se transforma en una herramienta, aunando habilidades en pos de un
objetivo en común.
En el marco educativo tiene un desempeño esencial, a la par que se
enseñan contenidos conceptuales (concretos y abstractos) y técnicas de
aprendizaje, actuar en favor del desarrollo de una buena sociabilización, la cual
podría definirse en términos de compañerismo y empatía.
En esta línea, el compañerismo es un excelente aliado en la prevención y
lucha contra la discriminación, el aislamiento y el bullying.
Los docentes tienen el deber de educar en equidad, lo que quiere decir que
todos somos diferentes, sin que esto implique superioridad de unos sobre otros,
pues tenemos los mismos derechos y obligaciones.
Los trabajos y proyectos grupales pueden servir para reforzar el
compañerismo y habilitarlo, darle un espacio dentro del aula, haciendo que todos
los integrantes del grupo puedan participar y exponer sus ideas, así como aunar
esfuerzos.
Cabe destacar que ser compañeros de curso, compartir el espacio físico y
el tiempo escolar, no es lo mismo que asumir una actitud de compañerismo entre
pares, es decir, ayudar y preocuparse por los demás.

Acoso sexual en las aulas de clase


En las aulas, se pueden identificar tres tipos de acoso sexual: visual, verbal y
físico.
 Acoso visual
El acoso visual implica la observación y la mirada, por lo general
masculina, que de acuerdo con las estudiantes suele ser “morbosa”, “fea”,
“con otros ojos”, “malintencionada” y focalizada en determinadas partes
del cuerpo femenino.
Así, la mirada “imantada” del profesor o de los compañeros de clase,
pone en la mira los senos y la cola de las mujeres, es una mirada que
busca desnudar y con la cual, según las universitarias, ellas se sienten
“escaneadas”.
Una manifestación recurrente de este tipo de acoso es hacer pasar a
la estudiante al tablero poniendo su cuerpo en el centro de todas las
miradas, bajo la lógica aprendida por ambos sexos de la dominación
masculina, según la cual, el cuerpo femenino es un cuerpo que se expone
para ser percibido por la mirada y el discurso de los otros, de acuerdo con
Bourdieu, en La dominación masculina (2000).
 Acoso verbal
El acoso verbal se hace acción a través de comentarios maliciosos,
morbosos, obscenos, vulgares, muy pasados, bastos y confianzudos o de
propuestas indecentes. En este tipo de comentarios impera el doble
sentido, mediante el cual se sexualiza y se objetiva a las estudiantes.
Según parece, algunos docentes integran estos comentarios a
sus prácticas pedagógicas al usar ejemplos y hacer “chistes flojos” como
una especie de didáctica. Ejemplos y chistes con los cuales buscan ilustrar
los contenidos de sus materias y hacer amena y menos aburrida la clase.
El acoso verbal también se expresa de manera suave y sutil
mediante halagos, piropos y galanteos lo que se confunde fácilmente con
seducción y coquetería. Los halagos pueden referirse al aspecto físico y al
vestuario de la estudiante o a sus capacidades académicas con el fin de
agradar y lograr empatía.
Otro camino es mostrar interés y preocupación por el bajo
rendimiento o supuestas dificultades académicas de la alumna, en estos
casos el profesor suele brindar ayuda fuera de la clase, preferiblemente un
viernes en un café o en un lugar fuera de la universidad.
Con el auge actual de las redes sociales y de los dispositivos
tecnológicos y, en particular del celular, estos emergen como medios a
través de los cuales el acoso se vuelve omnipresente, invasivo y cotidiano.
Resulta interesante la fusión del acoso visual y verbal que posibilitan las
TIC.
 Acoso físico
El contacto y la cercanía corporal por parte del acosador quien, en su
rol de “seductor”, hace tocamientos molestos y confianzudos para la
persona acosada, constituyen la tercera modalidad denominada acoso
físico.
Tocar el cabello, el rostro, las piernas, los brazos, los hombros, hacer
masajes, robar besos, acorralar y, cerrar con el cuerpo y el rostro acosador,
el espacio físico de la estudiante, son algunas de las tantas formas de
acoso físico, ejercidas por docentes y estudiantes.

Bases legales

Las bases legales se tratan de un conjunto de documentos de naturaleza


legal que sirven de testimonio referencial y de soporte a la investigación que se
realiza. Algunos de los documentos legales que se pueden nombrar se
encuentran: Normas, Leyes, Reglamentos, Decretos y Resoluciones Estos
documentos lo encontramos regularmente en: la Gaceta Oficial.
En relación a la presente investigación, encontramos que en Venezuela
existen leyes contra el abuso sexual, tales como la Ley Orgánica sobre
el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, el Código Orgánico
Procesal Penal, la Ley para la Prevención y Erradicación del Abuso Sexual Contra
Niñas, Niños y Adolescentes y la LOPNA.
En la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia, en su artículo 5, señala los derechos protegidos de la mujer:
1. El derecho a una vida libre de violencia en el ámbito público y privado.
2. La protección a la dignidad e integridad física, psicológica, sexual,
patrimonial y jurídica de las mujeres víctimas de violencia, en los ámbitos
público y privado.
3. La igualdad real y efectiva de derechos entre las mujeres y los hombres.
4. La protección de las mujeres en situación de especial vulnerabilidad a la
violencia por razón de género.
El artículo 374 del Código Penal de Venezuela establece que todo acto
carnal vía vaginal, anal u oral bajo amenaza, con o sin violencia física, califica
como violación con pena de prisión de diez a quince años, y de quince a veinte en
caso de cometer el delito contra niños, adolescentes o cuando la víctima sea
especialmente vulnerable no solo por su edad o situación.
Los artículos 259 y 260 de la Lopna establecen el delito en niños y
adolescentes respectivamente. Pero en el caso de los adolescentes, de acuerdo
con la interpretación del artículo, no habría delito si hay consentimiento. “Esto fue
mojigatería legal de los años 2000, porque responde al momento de la ley
pensando que como el adolescente tiene derecho a la libre salud sexual y
reproductiva, solo se relaciona con sus pares. No pensaron en un adulto con un
adolescente, o sea, que si hay consentimiento en esta relación no hay delito,
cuando sí hay abuso, porque hay asimetría de poder, además de engaño y
cuando hay engaño, no puedes hablar de consentimiento”, aclara Trapani.
Si bien el abuso o violencia sexual a niños y adolescentes sigue el
procedimiento de la Lopna, cuando se trata de niñas y adolescentes, la Ley
Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida libre de Violencia establece
los procedimientos como violencia de género. Al respecto, explica la abogada
especialista en ciencias penales y criminológicas Magaly Vásquez:
“Aquí lo determinante es que no importa la edad, sino que se trata del sexo
femenino. La ley de violencia hacia la mujer, en uno de los supuestos, habla de
menores de trece años como una víctima especialmente vulnerable y se ha
interpretado que una persona que califique como tal, aunque haya prestado su
consentimiento para la relación, no está en condiciones de prestar un
consentimiento válido. La sentencia 393 de la Sala de Casación Penal del Tribunal
Supremo de Justicia, del 25 de octubre de 2016, deja claro que aunque la relación
sea consentida, si dicho consentimiento no es libre, sino vulnerado o impuesto, se
considera realizado en perjuicio de una mujer especialmente vulnerable. Es
importante ver que esta distinción de la vulnerabilidad parte de la ley de violencia
hacia la mujer y no desde la Lopna”.
Sea por el COP, la Ley Orgánica Sobre el Derecho de la Mujer a una Vida
Libre de Violencia o la Lopna, la pena de prisión establecida para el agresor es la
misma y sin posibilidad de otorgamiento de una medida sustitutiva. El abuso o
violación sexual a niños y adolescentes es uno de los delitos con pena alta tanto
en Venezuela como en la mayoría de los países de la región.
Al mismo tiempo el artículo 32-A de la Lopna, el cual dice así: "Todos los
niños y adolescentes tienen el derecho al buen trato. Este derecho comprende una
crianza y educación no violenta, basada en el amor, el afecto, la comprensión
mutua, el respeto recíproco y la solidaridad.
A su vez el artículo 33 de la misma ley establece que “Todos los niños,
niñas y adolescentes tienen derecho a ser protegidos y protegidas contra cualquier
forma de abuso y explotación sexual. El Estado debe garantizar programas
permanentes y gratuitos de asistencia y atención integral a los niños, niñas y
adolescentes que hayan sido víctimas de abuso o explotación sexual.
Finalmente tenemos que en la Ley de Educación, Al artículo 75 se le
adiciona una nueva fracción XVIII, para establecer que quienes prestan servicios
educativos cometen una infracción cuando realicen, promuevan, propicien, toleren,
no denuncien actos de acoso escolar, conforme a lo dispuesto en dicha ley y
demás disposiciones aplicables.

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