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LAS HIJAS DE DAME MUTTER

(Claudio Baliente /Cuento 2022)

Tendido en el sofá de la amplia sala de estar, herr Verliebt sentía que se


apagaba lentamente. Sus ojos trataban de mantenerse abiertos. Su voz se hacía
cada vez más lenta y su cuerpo no lograba generar los movimientos que
mandataba su cerebro, de manera reiterada..
Sentada frente a él, la hermosa Sie, lo contemplaba con ese rostro de
ternura que tantas alegrías y gratos momentos le había entregado, en ese poco
tiempo que logró vivir con ella.
Sintió un agradable placer, al recordar las imágenes de esos días…
Herr Verliebt se acercó al mostrador y espero a la joven que se acercaba
por uno de los pasillos del Gran Market 25. En esa tienda, se encontraba el mejor
surtido de mercaderías del sector sur de la ciudad y era atendido principalmente
por la dueña y sus tres hijas.
-¿La compra de cada semana? -dijo ella, llegando junto al mostrador y
tendiéndole su mano para recibir la lista de mercaderías que debía traerle.
-Mi hermosa Sie... ¿Cuándo se vendrá a vivir conmigo? –le respondió
entregándole la lista y cogiéndole ambas manos, a lo que ella respondió
esbozando una coqueta sonrisa.
-Cuando usted decida pagar, lo que mi madre está pidiendo por su hija
mayor.
La joven tomó la lista escrita en la tarjeta de registro de compras y se
devolvió por el pasillo, desapareciendo de la vista de herr Verliebt.
En esos instantes una mujer mayor, de gruesa contextura y cabellos
plateados, se acercó al mostrador llevando un grupo de pequeñas cajas, las que
depositó sobre el mostrador.
-Herr Verliebt, observo que usted solo viene a entusiasmar a mi querida Sie,
y no se decide comprarla. Tal vez aparezcan otros interesados.
-La semana pasada, me dijo que usted tampoco estaba dispuesta a
venderla, según recuerdo.

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-Cierto –expresó la mujer con una sonora carcajada -. Ahora, con la Nueva
Ordenanza Sobre Venta y Compra de Hijos e Hijas, que decretó el Supremo
Gobierno, este pasado viernes, se hace más fácil. ¿Hay leído la Ordenanza
10.045/2050?
-La verdad, no -herr Verliebt sintió que no estaba al día con las noticias del
país.
-Lo primero, es que los padres, en el caso mío, la madre, deben visitar el
hogar donde vivirá la hija o el hijo para garantizar seguridad y bienestar. Lo
segundo, es conocer los antecedentes del comprador o compradora. Lo tercero,
es fijar el precio, según las mínimas tarifas que propone dicha ordenanza. Lo
cuarto, es que el primer año, al menos, los padres, deben visitar la hija o el hijo, y
garantizar que estén siendo bien atendidos y se muestren conforme con su nuevo
hogar.
-Entonces, la invito este sábado en la tarde, para que vaya con Sie a
conocer el que será su próximo hogar. Respecto de mis antecedentes, imagino
que ya los solicitó al Registro Nacional. Sobre el precio, Sie merece mucho más
que el mínimo establecido por el Supremo Gobierno. En relación al cuarto punto,
puede ir todos los días, si gusta.
Dame Mutter miró a Sie, que regresaba al mostrador. La joven sonrió y
cogió ambas manos de herr Verliebt.
-Entonces estaré con mi madre esa tarde –le dijo con una mirada cómplice.
Una segunda joven, muy semejante a Sie en sus rasgos físicos, apareció
trayendo una caja de plástico con las mercaderías.
-Su pedido, herr Verliebt –dijo la joven poniendo la caja sobre el mostrador.
-Gracias Elle –replicó él.
-No sé cómo hace para distinguir a mis hijas, si son tres gotas de agua. A
veces me confundo con quién es quién –dijo Dame Mutter.
-Para mí no es difícil. Aunque las tres sean casi gemelas, las distingo por su
voz. Cada una tiene una voz muy característica de famosas cantantes del pasado
siglo.
-No entiendo.

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-Sie, tiene una voz suave que irradia ternura. Elle, tiene una voz muy
parecida a esa cantante francesa apodada el ruiseñor de Avignon. En el caso de
Lei, que no la he visto hoy, su voz tiene un tono un poco ronco, rasposo, como la
de esa cantante italiana que nació y se crió en el barrio de Testaccio, en Roma.
-¡Vaya!…Me sorprenden sus conocimientos musicales –dijo la madre.
-Bueno, tengo muchas tareas, nos vemos el sábado –dijo él tomando la
caja y abandonando el recinto, no sin antes despedirse con un beso en la mejilla a
cada una.
El día acordado, Dame Mutter llegó puntualmente con sus tres hijas. Herr
Verliebt las recibió en el antejardín y después de saludar a cada una, las invitó a
que recorrieran libremente todas las dependencias del futuro hogar de Sie.
Las mujeres se desplazaron por la casa ingresando a cada habitación y
comentando cada aspecto del hogar que les llamaba la atención. Luego se
sentaron en unas sillas de playa, alrededor de una mesa de vidrio que había a la
sombra de unos floridos árboles en un costado de un florido jardín.
-¿Y bien? -interrogó herr Verliebt, sentándose junto a la madre y sus hijas,
que comentaban las condiciones del hogar.
-No se hable más. Traje los documentos que debemos firmar. El pago de la
venta lo hace vía electrónica y Sie se viene desde el lunes a vivir con usted –dijo
Dame Mutter, sacando de su ancha cartera una carpeta con los mencionados
documentos.
La llegada de Sie, alegró la monótona vida de herr Verliebt. Pasaba tardes
enteras escuchando esa tierna voz que le recitaba poemas seleccionados, según
temáticas, de los poetas más destacados desde la época del Renacimiento hasta
el presente siglo. Los fines de semana realizaban largos paseos por los diversos
parques de la ciudad.
Cuando Dame Mutter visitó por tercera vez a Sie, luego de una agradable
tarde, en la que prácticamente pasó a solas con ella, tomó una decisión que
sorprendió a herr Verliebt.
-Sie no está bien de ánimo. Siente mucha nostalgia por sus hermanas.
¿Cuenta usted con dinero suficiente para venderle a Elle?

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-Si se trata de la felicidad de Sie. Por supuesto que sí.
Al día siguiente, muy temprano, Elle se presentó a vivir con herr Verliebt y
su hermana.
Ahora, junto a la poesía, las tardes se amenizaban con la música de Elle
cuyas manos sobre el piano ubicado en un costado de la sala de estar, se
paseaban entre las obras de Bach, Mozart, Beethoven y Chopin, el jazz, el rock y
un centenar de baladas de música popular.
Una tarde, Elle perdió el ritmo de una serenata de Schubert y se desmayó
sobre el piano.
-Debe estar agotada, luego del paseo que hicimos al otro lado del río.
Dejemos que descanse –señaló Sie, ayudándola a tenderse en un amplio sofá,
que servía de cama para los invitados. Su hermana entró en un profundo sueño.
Fue herr Verliebt, quien a la hora de desayuno, descubrió que Elle no se
movía. Le tomó el pulso, mientras Sie observaba el plácido rostro de su hermana.
Un par de médicos del Registro Nacional, solicitados vía telefónica por Sie,
vinieron a confirmar el deceso de Elle. La examinaron minuciosamente durante
cerca de una hora.
-Un virus atacó su sistema neurológico. Eso la hizo perder la coordinación y
caer en ese sueño del que no despertó –señaló herr Artzmann, el más viejo de los
dos médicos, que limpiaba sus gafas, de una manera muy obsesiva.
-Según la Ordenanza 124-2045, su cuerpo debe ser incinerado, ante el
posible riesgo de contagio. No sabemos de este virus –expresó fríamente herr
Artzmann.
-¿Y nosotros dos estaremos contaminados? –dijo herr Verliebt mirando con
preocupación a Sie, que escuchaba a los médicos, sin poner mucho interés.
-Apenas tengan síntomas parecidos, deben comunicarse con nosotros –le
solicitó herr Grazhell, el otro médico.
Ambos médicos introdujeron el cuerpo de Elle en una especie de caja
metálica. Entre ambos trasladaron la caja fuera del hogar y la introdujeron en la
parte trasera del furgón blanco, en el que habían llegado. Pidieron a herr Verliebt
que les firmara la hoja de atención y se marcharon.

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Cuando Dame Mutter se enteró del hecho, vino de inmediato, acompañada
de Lei. Estaba preocupada por saber de su hija mayor y manifestar sus
condolencias a herr Verliebt.
-He decidido que Lei se quede un largo tiempo acompañando a Sie, para
que recobren el ánimo y vuelvan a esa vida tan placentera que tenían al inicio. No
cobraré por ella –le dijo a herr Verliebt, cogiendo las manos de su hija menor -. Ya
hice los trámites para comprar otras tres hijas.
La alegría volvió al hogar de herr Verliebt. La segunda hermana de Sie,
tenía un amplio repertorio de canto gregoriano y de óperas, pero se paseaba sin
inconveniente por The Beatles, las cantantes italianas de los años 60 del siglo
pasado, baladas románticas y hasta las canciones de música de western, que
tanto le gustaban a él.
Había transcurrido un par de semanas, desde la pérdida de Elle, cuando Lie
empezó a tener problemas de voz y a sufrir periódicos mareos.
El mismo par de médicos concurrió al llamado de Sie. Encontraron a su
hermana inmóvil sobre la cama, donde solía descansar cada noche.
-Es el mismo virus. También deberá ser incinerada –dijo el doctor
Artzmann-. Debemos tomarles a ustedes una muestra del sistema neurológico,
para saber si están contaminados. Primera vez que me encuentro frente a este
tipo de virus. Les entregaré los resultados vía telefónica.
El doctor Grazhell tomó una muestra neurofísica a Sie y a herr Verliebt. Las
muestras las metió en dos pequeñas cápsulas de vidrios y luego ambos médicos
abandonaron el lugar, llevándose el cuerpo de Lei, del mismo modo que lo
hicieran con Elle.
A medianoche, herr Verliebt y Sie, recibieron dos tristes noticias. Desde el
Registro Nacional, les informaron que Dame Mutter había fallecido y que su
cuerpo había sido encontrado en el pasillo del Gran Market 25, por una de sus
nuevas hijas. Había tenido un infarto cardiaco fulminante. Una media hora
después, los médicos Artzmann y Grazhell les comunicaron que los resultados de
la muestra neurológica, indicaban que herr Verliebt era el único que estaba
contaminado…

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Sie se acercó y se sentó a un costado del sofá. Herr Verliebt cogió ambas
manos de Sie y el rostro casi borroso de ella, le sonrió.
-¿Por qué… ese virus no te contagió…mi dulce…Sie…?
-Querido herr Verliebt…Hace muchos años, el Gran Market 25 pertenecía a
un noble señor llamado Karl Lieber. Él tenía una hija que se convirtió en su más
preciado tesoro, porque la madre falleció a los días de que naciera la niña. Herr
Lieber la crió durante los primero años, hasta que el Ministerio de la Familia le
obligó a internarla en uno de los centros de crianza y educación, creados ese año
según la llamada “ley de ningún abandono”. La niña mantuvo periódica
correspondencia con su padre, pero las visitas eran anuales. En la última visita le
comunica que había contraído matrimonio con una mujer muy trabajadora llamada
Dame Mutter.
--De modo que esa niña... eres tú...mi...ahora...
Meses después, esa niña, ya adolescente, se entera que su padre había
fallecido de una extraña enfermedad y que Dame Mutter se ha hecho cargo de
todo. Un amigo de su padre, le entregó una carta de su progenitor, en las que
señalaba las sospechas de sus problemas de salud y el interés de Dame Mutter
de quedarse con todas sus propiedades. Ella se hace la promesa de reivindicar la
memoria de su padre, vengar su muerte, y recuperar la propiedad del Gran Market
25. Ingresa a estudiar inteligencia artificial e ingeniería en robótica, en la
Konsolidierte Schule für Robotik, trabajando directamente con el afamado profesor
herr Zebasmann…
-Me...sorprendes...mi bella...Sie...
Herr Verliebt interrumpió el relato de Sie e intentó sentarse, pero no pudo.
-Si, querido herr Verliebt. Ingresé a la Fabrica Nacional de Hijas e Hijos y
aprendí a generar los más solicitados diseños. Elle y Lei son mi creación. Un día
Dame Mutter fue a solicitar tres hijas.No sabía que la ingeniera que la atendió era
la hija de herr Lieber. Sin que yo lo desease, solicitó que fuesen igual que mí,
porque encontraba que la joven que la atendió, era muy hermosa. Un mes
después llegaron sus hijas. Incluida yo misma.
-Nunca...se...dio cuenta que...

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-Nunca se dio cuenta, que era distinta a Elle y a Lei. A ella solo le
interesaba que el Gran Market 25 arrojase cada día más dinero con sus ventas.
Cuando usted quizo comprarme, entonces, sin querer, generó las condiciones
para que iniciase mi venganza.
-Es quiere..decir que...el virus...
-Si. También es mi creación. No fue dificil inyectarlo en el sistema
neurológico de usted y de mis hermanas. Sobre lo de Dame Mutter, no me hago
responsable. Ella sufría de muchas docencias, debido al descuido de su salud y al
hecho de que producir dinero era su tarea diaria.
-¿Que va a pasar…conmigo…?...No quiero que me incineren…mi querida
Sie…yo…
-Estoy muy agradecida de todos nuestros momentos. Le retiraré el virus. Lo
reprogramaré y se hará cargo de la administración del Gran Market 25. Solo
conservaré en su memoria, nuestros gratos momentos.
-Gracias…yo…
Las tibias y suaves manos de Sie, acariciaron el rostro de Herr Verliebt y
luego se quedó observando el último destello de luz en sus ojos.
Sie cogió el teléfono e hizo un breve llamado.
-Buenos días herr Freund. Gracias por todo su apoyo. Quiero pedirle que
inicie los trámites legales para que me sea entregado el Gran Market 25. Como
bien sabe, soy la única heredera de mi padre. Dame Mutter abandonó este
mundo, sin que yo interviniera.
-Felicitaciones. Herr Lieber se sentiría orgulloso de su pequeña Sie.
-También de su amistad, Herr Freund, por haber cumplido su último deseo
de conservar esos documentos y de acompañarme en todos estos años, como mi
androide de la guarda…

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