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Revista de Ciencias Sociales (Ve)

ISSN: 1315-9518
cclemenz@luz.ve
Universidad del Zulia
Venezuela

Solano D., Sergio Paolo


Trabajo, raza, ciudadanía y estilos de vida en Colombia durante el siglo XIX
Revista de Ciencias Sociales (Ve), vol. XVII, núm. 2, abril-junio, 2011, pp. 341-356
Universidad del Zulia
Maracaibo, Venezuela

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28022757013

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Revista de Ciencias Sociales (RCS)
Vol. XVII, No. 2, Abril - Junio 2011, pp. 341 - 356
FACES - LUZ · ISSN 1315-9518

Trabajo, raza, ciudadanía y estilos de vida


en Colombia durante el siglo XIX
Solano D., Sergio Paolo*

Resumen
En este artículo se estudia el proceso que llevó a que las reconsideraciones producidas por la república
acerca de las representaciones sobre el trabajo, la raza y la ciudadanía, convergieran en la construcción de unos
estilos de vida en el que el honor y la proyección de una imagen social respetable eran la piedra angular. Ese esti-
lo de vida fue producto de las condiciones impuestas por mestizaje al reacomodo del orden social de la segunda
mitad del siglo XVIII, en especial la valoración social positiva de las personas y familias gracias a la construc-
ción de una vida meritoria. Por otro lado, también fue resultado de la apertura de los canales de movilidad social
y política que trajo el establecimiento de la república, en especial por la convergencia de tres elementos que ali-
mentaron las búsquedas de espacios sociales y políticos por parte de este sector social: a) una visión más antro-
pológica e histórica del hombre, concebido ahora como un ser en construcción, b) Los procesos de diferencia-
ción social con relación de los estratos más bajos de la población, como también las luchas por la superación de
algunas barreras de diferenciación social como era el factor racial, c) El desarrollo de un nuevo cuerpo de ideas y
sensibilidades sobre el trabajo.
Palabras clave: Artesanado, raza, trabajo, ciudadanía, estilo de vida, honor.

Work, Race, Citizenship and Life Styles in Colombia


during the XIXth
Abstract
This article studies the process that led to the reconsiderations produced by the republic regarding repre-
sentations about work, race, citizenship, converging in the construction of some lifestyles in which honor and
the projection of a respectable social image were the cornerstone. That lifestyle was the product of conditions
imposed by racial mixing on the readjustment of the social order in the second half of the XVIIIth century, espe-
cially the positive social valuation of persons and families thanks to constructing/building a meritorious life. On

* Profesor Asociado del Programa de Historia, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad de Cartagena de
Indias, Colombia. Miembro del grupo de investigaciones Frontera, Sociedad y Cultura de esa institución
(categoría B en la clasificación de Colciencias). Director de la revista El Taller de la Historia, y miembro del
Comité Científico de la revista Américas de la Universidad de Colonia (Alemania). Dirección residencia:
Avenida 2ª N 65-149, Barrio Crespo, Cartagena, Colombia. E-mail: ssolanod@unicartagena.edu.co

Recibido: 10-03-01 • Aceptado: 10-10-16

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the other hand, it was also the result of opening social and political mobility channels that brought about estab-
lishment of the republic, especially due to the convergence of three elements that fed searches for social and po-
litical spaces by that social sector: a) A more anthropological and historical vision of man, now conceived as a
being under construction; b) social differentiation processes related to the lowest strata of the population, as well
as struggles to overcome some of the social differentiation barriers such as the racial factor; c) the development
of a new body of ideas and sensibilities regarding work.
Keywords: Artisans, race, work, citizenship, lifestyle, honor..

Introducción 67-75; Illades, 2001: 27-44; Suriano, 2009:


27-50).
En los tres últimos decenios se estudia Sin abandonar esas preocupaciones,
a los grupos subalternos en relación con las últimamente la agenda de las investigaciones
continuidades y los cambios que trajo la repú- se ha incrementado con dos nuevos temas. Por
blica colombiana. Entre la diversidad de acto- un lado existe creciente interés en estudiar las
res sociales investigados sobresale el artesa- relaciones entre trabajo, vagancia y control
nado urbano, grupo sociocupacional que al- social, el trabajo al interior de los talleres, las
canzó gran protagonismo político durante el formas asociativas del Antiguo Régimen (gre-
primer siglo de la república. Esa relevancia se mios y cofradías) y las surgidas con la repúbli-
debió a que estuvo en condiciones de utilizar ca (sociabilidades gremiales y políticas basa-
los recursos introducidos por esta (prensa, das en la libre asociación), como también en la
participaciones en elecciones públicas, mili- protesta social (Sábato y Romero, 1990: 219-
cias, sociabilidades modernas, vida partidista, 250; Pérez Toledo, 1996; Illades, 1996; Gar-
apropiación de diversos elementos de la cultu- cía, 1999: 83-98; Amaro, 2002; Illanes, 2003;
ra política liberal, protestas, rebeliones) para Pérez, 2007: 189-214; Quiroz, 2008: 139-152,
expresar sus puntos de vista sobre los debates 221-226; Sagastume, 2008). Además, y en
más relevantes de esa centuria (organización complemento con lo anterior, las cavilaciones
política, ciudadanía, trabajo, nación, liberta- de los historiadores se han orientado hacia los
des y propiedad). temas de la cultura política artesanal, sus vín-
Eso explica que en América Latina sea culos con el discurso liberal y los partidos po-
abundante la historiografía sobre este grupo. líticos, los grados de subordinación y de auto-
Desde mediados del siglo XX y hasta prome- nomía con que aparecieron en las diversas co-
diando los años ochenta los estudios sobre el yunturas políticas del primer siglo de la repú-
artesanado se concentraron en su participa- blica (Romero, 1994: 59-80; Gutiérrez, 1995;
ción en la economía colonial y decimonónica, 1999: 181-201; Daitsman, 1998: 83-104; Iru-
en las consecuencias que tuvieron las refor- rozqui, 1999: 99-117; Sowell, 2006; Grez,
mas borbónicas de finales del siglo XVIII y 2007; Amaro, 2008: 165-208; Cruz, 2009:
las liberales de mediados de la siguiente cen- 255-297).
turia sobre los trabajadores manuales urbanos, Por otra parte, las recientes investiga-
y en las consiguientes protestas contra las me- ciones sobre la configuración racial de las so-
didas económicas que lesionaban sus produc- ciedades del continente, la formación de las
ciones (Acevedo, 1990-1991: 125-144; Gu- naciones y los alcances de la ciudadanía, han
tiérrez y Romero, 1995: 195-212; Lida, 1999; llevado a que los estudios sobre el artesanado

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replanteen algunos temas de la cultura políti- molde de la colonia temprana que organizaba
ca, las formas de sociabilidad y la protesta so- el orden social y a las personas y grupos que lo
cial. Los resultados alcanzados, unidos a la su- integraban, en la república de blancos y la re-
peración del estructuralismo, del economicis- pública de indios con sus jerarquías raciales,
mo y de las visiones bipolares como modelos de poder, riquezas y prestancia. Esto lo alcan-
interpretativos de las sociedades, han estimu- zaron los mestizos ligando su honor y orgullo
lado el estudio de los sujetos sociales (indivi- al vecindario, usualmente parroquias y sitios
duos y/o grupos sociales) y sus proyectos de de vecinos libres que fueron creando de mane-
vida en contextos de subordinación, y se han ra espontánea y por fuera de las ciudades y vi-
desarrollado nuevos temas de investigación, llas (república de blancos) y los pueblos de in-
como el de los estilos de vida (Mayor, 1997; dios (Garrido, 1999: 99-121; 2003: 261-268;
Teitelbaum, 2008: 177-274; García-Bryce, Echeverri, 1998: 46-63; 2003: 97-112).
2008). En el contexto de esta incipiente histo-
En el caso colombiano estas investiga- riografía, en este artículo se registra el estudio
ciones están representadas en el estudio sobre las relaciones entre el artesanado colombiano,
el estilo de vida de los artesanos llevado a las representaciones sobre el trabajo y un esti-
cabo por el sociólogo Alberto Mayor desde el lo de vida en el que el honor y la proyección de
modelo de Max Weber (1997: 242-248) sobre una imagen social respetable eran la piedra
las sociedades estamentales. Basándose en al- angular. En los orígenes de ese estilo de vida
gunos estudios de casos (la familia de artesa- encuentro dos motivaciones. Por una parte las
nos del liberal antioqueño Alejandro López, condiciones impuestas por mestizaje al reaco-
algunos pasajes del expediente judicial de los modo del orden social de la segunda mitad del
asesinos del caudillo liberal Rafael Uribe Uri- siglo XVIII, en especial a lo que tenía que ver
be, y la celebración de la fiesta de la Candela- con la valoración social positiva de las perso-
ria en 1808 en la ciudad de Medellín) propuso nas y familias gracias a la construcción de una
la tesis de la formación de una cultura esta- vida meritoria, tanto personal como familiar,
mental entre el artesanado antioqueño y no en- a punta de esfuerzos, sacrificios y la proyec-
tre el bogotano. Según Mayor esa forma de ción social de una conducta aceptada y valora-
vida organizada alrededor del honor y el desa- da por los demás. En consecuencia, al lado de
pego económico servía a los artesanos para la tradicional prestancia social determinada
autoidentificarse y para proyectar una imagen por la raza, los abolengos y los orígenes fami-
positiva frente a los demás grupos (Mayor, liares paulatinamente fue surgiendo otra, la
1997: 68-98, 219-347). determinada por el autoesfuerzo, por los méri-
Margarita Garrido y Patricia Echeverri tos y el reconocimiento social logrados gra-
han sacado el tema de la prestancia social de cias a la práctica de unas virtudes que el con-
los sectores no elitistas de la cárcel de hierro junto social consideraba como dignas y hono-
de la interpretación weberiana. Ambas han rables.
vinculado las aspiraciones al reconocimiento Por otro lado, también fue producto de
y a una imagen personal y familiar honorable la apertura de los canales de movilidad social
a las luchas de los mestizos de la colonia tardía y política que trajo el establecimiento de la re-
para construirse un espacio en la sociedad. El pública, en especial por la convergencia de
propósito era terminar de romper un viejo tres elementos que alimentaron las búsquedas

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de espacios sociales y políticos por parte de Las características de las relaciones la-
este sector social: a) Los nuevos elementos borales fueron rediseñadas en función de los
ideológicos y científicos que para finales de la grados de autonomías, subordinación y de
colonia habían introducido a nivel intelectual compromisos de las partes contratantes, desa-
y administrativo una visión más antropológi- justadas a lo largo de esa centuria por efecto
ca e histórica del hombre, concebido ahora de la guerra por la república y por las conti-
como un ser en construcción, y por tanto posi- nuas confrontaciones civiles armadas. Esto se
ble de perfección, abriendo una brecha en una expresó en la redefinición del estatus jurídico
sociedad de castas que solo reconocía los mé- de determinadas formas del trabajo manual no
ritos personales y la valía social en el caso de calificado y en algunas polémicas y decisio-
quienes lo heredaban de cuna, es decir, a los nes en torno al área del derecho en que debían
blancos considerados limpios de sangre y que estar adscritas las normas que las regulaban
vivían sometidos a Dios y al Rey. b) Los pro- (Solano 2010a: 15-39). También se discutió
cesos de diferenciación social con relación de sobre los factores que intervenían en la pro-
los estratos más bajos de la población, como ductividad (técnicas, intensidad de la jornada
también las luchas por la superación de algu- laboral), los hábitos laborales (trabajo, vicios,
nas barreras de diferenciación social como era usos del tiempo), la propiedad y la indepen-
el factor racial. El punto de convergencia de dencia social (Solano, 1995: 9-38; Hensel,
ambos procesos fue la lucha por la ciudadanía, 2006: 51-57). Estas preocupaciones origina-
pues la condición de ciudadano implicó el re- ron campañas en la prensa decimonónica so-
conocimiento social gracias a la vida honrosa bre las imágenes sociales virtuosas expresa-
y digna. c) El desarrollo de un nuevo cuerpo das en conductas responsables y honradas, el
de ideas y sensibilidades sobre el trabajo. valerse por sí mismo, garantizar la indepen-
dencia de criterio y sostener a la familia con el
1. Trabajo, raza, ciudadanía esfuerzo personal. Se esperaba que estos valo-
y redistribución de la economía res y actitudes orientaran las conductas labo-
del honor en el siglo XIX rales de los trabajadores manuales para supe-
rar lo que se consideraba como los males del
La institucionalidad política republica- trabajo poco productivo, la indisciplina labo-
na, el nuevo orden social y económico que se ral y la vagancia (Solano, 1996: 61-76).
pretendió crear y la ideología liberal del pro- Ahora bien, estas iniciativas en torno al
greso, asignaron al trabajo nuevas funciones trabajo enfrentaron dos problemas. Por una
en la vida pública y privada de los individuos parte estaba una realidad social y cultural de la
(Silva, 2002: 451-462; Miranda, 2007: 369- mayoría de la población en contravía de los
397). Economía, política y moral estaban es- discursos de los sectores de las elites, los inte-
trechamente ligadas en las iniciativas y dis- lectuales y las autoridades. Por otro lado se
cursos de los hombres ilustrados decimonóni- pretendieron aplicar en una sociedad que más
cos, por lo que, dicho sea de paso, el tema de la allá de la abolición de la esclavitud (1852) y
ciudadanía en el siglo XIX no se puede estu- del otorgamiento de la ciudadanía a los indí-
diar de manera desligada del marco ideológi- genas mantuvo una valoración despectiva del
co del progreso y de una de sus variantes cen- trabajo manual y de la condición racial de la
trales, el trabajo.1 mayoría de sus ejercitantes, negros, mulatos,

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indios, zambos y mestizos. La discriminación maciones políticas introducidas por la repú-


racial estaba ligada a visiones despectivas so- blica y el discurso liberal sobre las personas,
bre las labores de las que devengaban el sus- la ciudadanía y el trabajo fueron mediatizadas
tento los ejercitantes de los trabajos manuales por valoraciones de origen colonial. Frank
(Solano, 2010b: 53-75), y muchos de estos Safford ha sido prolífico en sus demostracio-
eran tenidos como propios de esclavos e in- nes sobre las dificultades que afrontaron la
dios tributarios. Esto determinaba las actitu- formación de una elite técnica y el trabajo ma-
des tanto de las elites como de los estratos me- terial en la Colombia del primer siglo de la re-
dios y de otros sectores bajos de la población pública, en parte por esa herencia (Safford,
urbana frente a las relaciones de subordina- 1989). En igual dirección estudios sobre el
ción que implicaban determinadas formas de Perú han señalado que la decencia2 representó
trabajos manuales (Solano, 2010c). En conse- una reformulación del código del honor que
cuencia, el cruce entre raza, trabajo y estilos siguió ofreciendo una lectura racializada de la
de vida constituye un escenario fundamental sociedad del siglo XIX y comienzos del si-
para comprender tanto el juego de las iniciati- guiente en aquellas áreas (vgr., El Cusco) en
vas asumidas por los sectores de poder en tor- las que las elites tuvieron que dejar a un lado el
no a los sectores subalternos, como las res- fenotipo como criterio de diferenciación, pues
puestas que estos dieron (García-Bryce, 2008: lo compartían con el resto de la población. En
26-42; Cosamalón, 2009: 253-273; McGraw, reemplazo propusieron la educación, la mora-
2006; Arias, 2005: 67-137). lidad y las “buenas costumbres”. Gracias a
Sin embargo, si la república y el esta- esta interpretación, la elite del Cusco se auto-
blecimiento de la condición de la ciudadanía clasificó como “blanca”, mientras que conci-
no suprimieron la discriminación racial, si es bió al resto de la población integrada por in-
necesario reconocer que los esfuerzos de los dios y mestizos (Cadena, 2000: 44-84)3.
sectores sociales intermedios y de algunos de Desde una perspectiva un poco dife-
abajo para adscribirle connotaciones virtuo- rente un estudio sobre el artesanado de Lima
sas, terminaron por producir cierta redistribu- llega a conclusiones un poco parecidas al se-
ción de la economía del honor. En sana lógica ñalar que al pretender incluir a franjas de la
puede afirmarse que en el siglo XIX la ciuda- población en su proyecto de nación, el libera-
danía, el trabajo y la honorabilidad fueron es- lismo de mediados del XIX enfrentó la para-
cenarios en los que se enfrentaron distintos doja de ser un discurso que solo se atenía a la
sectores sociales en procurar de alcanzar y/o identidad política de ciudadanía que tenía que
limitar la prestancia social, lo que no necesa- enfrentarse a unas prácticas culturales cotidia-
riamente significa que se realizara una redis- nas de racismo basado en una definición cul-
tribución de la economía del honor entre todos tural y aún no biológica de la raza. Esta situa-
los sectores de la sociedad del siglo XIX como ción lo llevó a redefinir los criterios raciales
expresión de la democratización y de la supe- sobre la base de considerar que las gentes po-
ración de la herencia colonial, idea que a veces dían mejorar con base en la educación y el tra-
parece desprenderse de algunos estudios (Ga- bajo. En este sentido, el liberalismo convergió
yol, 2004: 475-498). al punto de la decencia como criterio para de-
Un campo de investigación muy pro- finir la distribución de la consideración social
misorio empieza a mostrar que las transfor- de las personas (García-Bryce, 2008: 38-39)4.

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Puede entenderse, entonces, que los tradiscurso liberal que cuestionaba el orden
propósitos centrales del discurso liberal deci- social de privilegios honoríficos7. Así los sec-
monónico (ciudadanía = trabajo honesto + in- tores medios y bajos de la población abrieron
dependencia + educación + buenas costum- brechas desde las que presionaron en procura
bres + patriota), fueron mediatizados por esa de ser reconocidos como personas honorables
lectura de la decencia que achacaba al resto de y virtuosas. El punto central que permitió esta
la población no decente (negros, mulatos, in- inflexión fue el reclamo de la ciudadanía que
dios, zambos y mestizos) comportamientos obligó a los sectores subordinados a transfor-
“incivilizados”, propios de su condición ra- mar el énfasis estamental del honor hacia el
cial. En el imaginario racista de la época, vol- concepto más igualitario de virtud concebida
verse decente es superar los comportamientos como de carácter republicano (ciudadano, pa-
propios de las razas consideradas inferiores5. triota, trabajador, responsable), colocando el
Esto también significó, como lo sugiere Vane- énfasis sobre el trabajo honrado (Chambers,
sa Teitelbaum a propósito de la vagancia en 1999: 161-187, 211-124; Parker, 1995: 161-
Ciudad de México, que los discursos y exi- 185)8.
gencias sobre el autocontrol, la educación y En esto hay que tener en cuenta que en
las buenas costumbres constituyeron una serie vía contraria del discurso liberal que desarrai-
de mecanismos de control social (Teitelbaum, ga a los individuos del pasado gracias a la con-
2008: 13-15, 112-121). dición de la ciudadanía, los artesanos prove-
La mencionada paradoja en parte fue nían de una herencia colonial que les dio he-
superada gracias a las demandas de sectores rramienta para resistir las medidas lesivas y
subalternos, centro de las discusiones sobre el para mejorar sus posiciones en la sociedad.
trabajo material, la ciudadanía y las conductas Estos sectores arribaron a la república con un
arregladas. Estos tomaron parte activa en las anhelo de reconocimiento social que habían
redefiniciones que produjo el discurso liberal acuñado durante la segunda mitad del siglo
ya fuese por derecho o por vías de hecho, e hi- XVIII. La confluencia del mestizaje, con las
cieron sentir sus puntos de vistas de acuerdo ideas reformadoras de los borbones (vgr., la
con sus tradiciones, expectativas y las apro- reforma militar que abrió las milicias a los
piaciones y resignificaciones que dieron a los mulatos (Kuethe, 1994: 177-191) y la refor-
nuevos discursos que llegaron a lo largo del si- mas al trabajo artesanal9) y la formación de
glo XIX. Frente a las iniciativas de las elites y franjas de artesanos prestantes gracias a la ca-
autoridades las respuestas no fueron homogé- lidad de sus trabajos, formaron un elemento
neas, pues mientras que los sectores más bajos de presión para que al lado de la distinción so-
de la población se resistieron a cualquier in- cial por razones de nacimiento, raza y pureza
tento de disciplina y control6, otros sectores de de sangre, también se reconociera a las perso-
trabajadores como los maestros y oficiales ar- nas y familias virtuosas e hijas de su propio es-
tesanos fueron permeables a estas iniciativas fuerzo (Todorov, 1995: 117-162; Solano, 2009:
que confluían con sus aspiraciones de lograr 23-64). Para muchos artesanos esa exigencia
reconocimientos en el orden social (Helg, también se cimentaba en los viejos discursos
2004: 91-120, 147-154; Conde, 2009: 29-58). sobre las diferencias entre las artes nobles y
Al entroncar el discurso republicano los oficios viles y sus correspondientes prácti-
con las virtudes cívicas, construyeron un con- cas sociales, distinción que permitía a los ejer-

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citantes de determinados trabajos (platería, virtuosos, y en consecuencia la proyección de


herrería, ebanistería, pintura, sastres, maes- una imagen social respetable (Carmagnani y
tros de obra, y los tipógrafos y mecánicos en el Hernández, 1999: 371-404; Flórez, 2006:
siglo XIX) diferenciarse del resto de los me- 135-152; Núñez, 2007: 235-253).
nestrales gracias al conocimiento y la dedica- Al reforzar la relación entre trabajo ho-
ción que demandaban sus oficios y a la pres- nesto y ciudadanía, los artesanos aumentaron
tancia que les procuraban (Sewell, 1992: 41- el arsenal de argumentos para exigir una ma-
50, 100-109; Mayor, 1997: 99-216; Pérez, yor consideración social e igualdad política, y
2007: 189-214). De ahí que para finales del si- desarrollaron alegatos alternos sobre sus labo-
glo XVIII las elites neogranadinas veían en res, la condición racial y la nación12. A dife-
muchos artesanos una especie de sector inter- rencia de la colonia cuando el ámbito de valo-
medio gracias a la calidad de sus trabajos, la ración de las labores de los artesanos se redu-
honradez y la vida decorosa que llevaban10, lo cía a sus formas organizativas (gremios y co-
que a su vez les permitía determinar un sector fradías), bajo la república se esforzaron para
que mediara con los estratos bajos de la pobla- que esa estimación formara parte de la nación.
ción. Esta exigencia se basó en la manipulación que
Esa aspiración a los espacios de repre- hicieron del discurso liberal al mantener cier-
sentatividad y al reconocimiento social fue el to espíritu de cuerpo, pese a que el liberalismo
soporte de las expectativas de estos sectores siempre insistió en que lo que importaba era la
de artesanos cuando entre 1811 y 1812 las relación entre el individuo, la sociedad y las
Cortes de Cádiz discutían el tema de quienes autoridades. Desde los gremios y otras formas
disfrutarían de la condición de la ciudadanía. de sociabilidad y en las escuelas de artes y ofi-
Y de igual manera, cuando las Cortes negaron cios fueron sistemáticas las exigencias y las
ese derecho para la población americana de campañas para que sus labores fueran valora-
color (según el censo de la provincia de Carta- das positivamente.
gena de 1777-1779, la mayoría de los artesa- Ese estilo de vida y la ascendencia que
nos de esta área del Caribe colombiano eran lograron durante la república fue el resultado
negros y mulatos), afloró la identificación de de una serie de negociaciones y adaptaciones
la ciudadanía con la república y el patriotismo entre su espíritu de cuerpo como trabajadores
(Conde, 2009: 101-177). Pese a la negativa de calificados en determinados oficios y el indi-
las Cortes, algunos de los preceptos que crea- vidualismo que se introdujo con la democra-
ron para ser ciudadanos se prolongaron en el cia liberal y la economía de mercado. René
imaginario político latinoamericano de la pri- Amaro ha acuñado la afortunada expresión de
mera mitad del siglo XIX: “tener empleo, ofi- “gremios acostumbrados” para referirse al ar-
cio o modo de vivir conocido”; es decir, la tesanado de Zacatecas (México) que durante
contracara de las definiciones de vagancia he- la república y bajo el establecimiento de la li-
chas en los códigos de policía coloniales y re- bertad de trabajo, lograron seguir controlando
publicanos11. De ahí que la ciudadanía de los por el peso de las costumbres, aún sin la exis-
decenios iniciales de la república implicara el tencia del monopolio laboral de los gremios,
atributo del buen vecino, entendido como la ciertos resortes básicos del trabajo manual
pertenencia a un lugar y como la puesta en es- (Amaro, 2002: 146-149; Pérez Toledo, 1996:
cena de unos valores sociales considerados 109-184; Hobsbawm, 1999: 91-111). La mala

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imagen del grupo podía redundar en la mala to social al aceptárseles en calidad de fiadores
imagen de sus integrantes como lo demostró en los contratos públicos (Verbel, 2009: 41-
la revuelta de artesanos en Bogotá en 1893 62). No pocos hacen de la prensa una tribuna
(Aguilera, 1997: 138-296; Sowell, 1989: 267- para expresar sus ideas y puntos de vista sobre
282). Por eso, cuando un maestro artesano la situación política y económica y la adminis-
rompía las normas de la conducta grupal (ver- tración pública (Núñez, 2006). También for-
bigracia, incumplimiento, robo), era apartado man parte de los directorios políticos munici-
por medio de la censura social: la burla públi- pales, provinciales y regionales, y a comien-
ca, la desconfianza y la pérdida de la clientela. zos del siglo XX se colocan al frente de la pro-
testa y de la organización de los trabajadores
2. Conclusiones (Solano, 1996: 3-27).
Estos trabajadores, al lado de los ejerci-
La revisión de la información de archi- tantes de otros oficios, tejieron una urdimbre
vos, en especial de la prensa oficial y comer- social y cultural a nivel familiar, vecinal y mu-
cial, evidencia el reconocimiento social que nicipal que luego fue asumida por otros secto-
fueron logrando los artesanos. Cuando mu- res sociales, en especial por las capas medias
chos rindieron sus jornadas en esta vida se le modernas de la primera mitad del siglo XX
dedicaron notas necrológicas en las que se (Solano, 2009: 23-64). Este tejido se expresa-
exaltaba la consideración social que se había ba en actitudes frente a la vida y la muerte, una
granjeado el difunto gracias a la consagración manera de entender la justicia y de valorar la
al trabajo, el dominio del oficio, a la práctica educación, diseño de estrategias familiares de
de unos valores y virtudes sociales entre las superación, defensa de determinadas formas y
que siempre se subraya el hecho de que era espacios de cohesión social. También crearon
hijo de su propio esfuerzo y a su conducta so- mecanismos de solidaridad familiar y vecinal,
cial considerada por los demás como virtuosa estilos de acción política que hasta hace pocos
y decorosa13. A muchos artesanos motivos de años formaban una herencia de los sectores
esas coronas fúnebres se les tropieza en la populares, usufructo del tiempo libre, formas
prensa oficial de la época ejerciendo cargos de religiosidad popular, mecanismos de re-
públicos por designación o representación. producción de los oficios entre las generacio-
Otros resaltan por los rangos de sargentos, te- nes de las familias, etc. En fin, un modo de
nientes, coroneles, capitanes y en algunos ca- vida que de manera muy desdibujada aún con-
sos generales de las milicias. Firman mani- tinúa determinando muchas de nuestras acti-
fiestos y organizan sociedades políticas y de tudes frente a los mismos hechos.
beneficencia, al tiempo que forman parte de A ellos debemos la fisonomía urbana a
las cofradías religiosas y se les registran en los las ciudades colombianas del siglo XIX y la
listados de las logias masónicas (Carnicelli, primera mitad del XX, pues sus miembros
1975; Hoenigsberg, 1964). Otros elevan re- adaptaron los estilos arquitectónicos europeos
presentaciones ante las autoridades, y/o con y estadounidense a nuestro medio ambiente.
estas contratan la construcción y refacción de De igual forma aclimataron las modas extran-
bienes muebles e inmuebles públicos. Igual- jeras en el vestir. Introdujeron la fotografía y
mente rematan pequeños impuestos munici- todo el ceremonial que gira a su alrededor: la
pales y provinciales y se les reconoce el respe- memoria y la veneración de los muertos. Tam-

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_________________________________ Revista de Ciencias Sociales, Vol. XVII, No. 2, 2011

bién adaptaron los estilos de los muebles forá- conductas públicas por las actitudes virtuosas
neos a la nobleza de las materias primas nati- establecidas por una escala dictada por la hege-
monía cultural y política de las elites y por las
vas, engalanando las casas de la elite, profe-
autoridades (Whipple, 2009: 4-7). Según Pa-
sionales y sectores medios, a la vez que apro- mela Voelkel (1992: 184), estos criterios de
visionaban con mobiliario resistente (tabure- distinción sirvieron a las elites para diferen-
tes, camas de viento, hamacas, camastros, me- ciarse en los momentos en que los preceptos de
cedoras, etc.) a los sectores bajos. Aportaron a las castas desaparecían.
los estratos más bajos de la población urbana 3. Basado en el concepto “distinción” de Pierre
cierta sensibilidad social en el vestir, especial- Bourdieu, para el caso colombiano se ha pro-
puesto que la elite bogotana se asumió como
mente la ya desaparecida costumbre de la ropa
gente decente a partir de monopolizar los sím-
de los domingos y días de fiestas. De igual ma- bolos del reconocimiento social (educación,
nera diseñaron un arsenal de estrategias del consumo de productos extranjeros, “buenas
grupo familiar con el fin de salir adelante, en maneras”) que les servían para diferenciarse
especial el estudio como medio de superación del resto de la población y abrogarse el derecho
y dignificación social. Usuales adagios, tales a dirigir el país (Fischer, 1999: 36-69).
4. Sobre el racismo biológico (rasgos biológicos
como “orgullo con hambre”, “sólo quien estu-
determinan la condición moral e intelectual) a
dia logra ser alguien en la vida”, “pobre pero
comienzos del siglo XX en Colombia ver
honrado”, “hacer de tripas corazones”, entre (Helg, 1989: 37-53; McGraw, 2007: 62-75;
muchos otros, fueron construidos o apropia- Flórez, 2008: 35-59).
dos por este sector social, constituyéndose en 5. En el Caribe colombiano aun hoy día es común
apotegmas del sentido común y en guía de las decir con admiración: “Es una persona decen-
acciones de familias enteras. te” agregando todos los atributos y virtudes
que se le aprueban, para luego concluir en tono
lacónico: “Lástima que su color le ofende”.
Notas 6. “Ordenanza sobre los servicios de domésticos
libres”, en BLAA, Semanario de la Provincia
1. La constitución política del Estado de Cartage- de Cartagena, Cartagena, octubre 9 de 1842. A
na de 1812 rezaba que para ejercer cualquier comienzos del siglo XIX al jornalero también
cargo público era necesario, además de los de- se le llamaba “sirviente”, “doméstico libre” y
rechos de ciudadanía, ser hombre libre, vecino “criado libre”. En 1857 el código de policía del
o padre de familia o tener casa poblada y vivir Estado de Bolívar asimiló al jornalero a la figu-
de sus rentas o trabajo, sin dependencia de otro. ra jurídica del “concertado”. “Ley de 11 de di-
Ver: Biblioteca Luis Ángel Arango (BLAA), ciembre de 1857, sobre policía general”, en
Colección de prensa microfilmada, Gaceta de BLAA, Gaceta Oficial del Estado de Bolívar,
Cartagena de Indias, Cartagena, febrero 11 de Cartagena, diciembre 22 de 1857.
1813. 7. Muestra de la radicalización del discurso polí-
2. Los criterios establecidos para calificar a la tico y del surgimiento de un lenguaje que insis-
gente decente cambiaron a lo largo de la colo- tía en las diferencias sociales puede verse en:
nia y del primer siglo de la república. El adjeti- “Una mirada hacia atrás”, “No oficial. Protec-
vo de decente se basaba más en rasgos cultura- ción al pueblo”, en BLAA, Semanario de la
les y sociales que raciales, y servía para dife- Provincia de Cartagena, Cartagena, enero 13 y
renciar al sector social proclive al ideal de la febrero 17 de 1850; “Libertad para todos”,
sociedad colonial del resto de la población con- “Donde no hay riqueza no puede haber sabidu-
siderada como imposibilitada para alcanzar la ría”, “Reforma electoral”, “El gobierno y la
distinción social. La gente decente regía sus opinión”, “La actualidad” y “Editorial”, en

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Trabajo, raza, ciudadanía y estilos de vida en Colombia durante el siglo XIX
Solano D., Sergio Paolo _________________________________________________________

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26, marzo 13, junio 8 septiembre 14, octubre 5 Echeverría Hnos., 1892, p. 52.
de 1851. Sobre el liberalismo popular decimo- 12. La exploración de algunos documentos de la
nónico ver: (Sanders, 2004: 18-57; Sowell, época permiten proponer una nueva lectura so-
2006:143-171; Ducey, 1999: 127-151; Daits- bre la forma como los ejercitantes del trabajo
man, 1999: 83-104). material articularon sus reclamos de espacios
8. Todavía no se había llegado a la transforma- en la vida social y pública con una lectura alter-
ción del honor en dignidad, cambio que solo na sobre el trabajo. Ver: “Grito de la democra-
fue posible cuando el yo alcanza un protago- cia”. Medellín, julio 11 de 1844. Biblioteca
nismo que permite a los individuos –y no a los Nacional de Colombia (BNC). Fondo Pineda
grupos– reclamar la igualación de derechos 803. Pieza 703; “Honorables Senadores”. Bo-
reales y efectivos. En consecuencia presupone gotá, mayo 5 de 1846. en BNC, Fondo Pineda,
un proceso de individualización de grandes 470; “La Sociedad de Artesanos y las eleccio-
proporciones y el reconocimiento de derechos nes”, en BNC, La América, Bogotá, junio 18 y
políticos y sociales individuales que estaba au- 25 de 1848; “Gobernar con la mayoría”, en Bi-
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10. José Ignacio de Pombo, acaudalado comer- gena, Cartagena, enero 13 y febrero 17 de
ciante y hacendado radicado en Cartagena y 1850, abril 7 de 1849; “Sociedad Democrática
uno de los hombres más ilustrados del Nuevo de Cartagena”, en BNC, El Artesano, Cartage-
Reino de Granada, reconocía en el herrero mu- na, marzo 17 de 1850; “Programa”, en BLAA,
lato Pedro Romero, a un hombre de excelsas La Democracia, Cartagena, febrero 13 de
condiciones al que se le debía confiar la forma- 1851; “Libertad para todos”, “Donde no hay ri-
ción de otros artesanos en su oficio (Pombo, queza no puede haber sabiduría”, “Reforma
1995: 130). Para la misma época este herrero y electoral”, “El gobierno y la opinión”, “La ac-
otros artesanos habían elevado a las autorida- tualidad” y “Editorial”, en La Democracia,
des de Santa Fe de Bogotá solicitudes de dis- Cartagena, febrero 26, marzo 13, junio 8 sep-
pensa de la condición racial de algunos de sus tiembre 14, octubre 5 de 1851. En 1849 los ar-
hijos para que se les permitiera estudiar en las tesanos de Cartagena hicieron petición a la Cá-
universidades de esa ciudad o ingresar a los se- mara de Representantes para que expidiera una
minarios católicos (Múnera, 2005: 153-174; ley reglamentado los procedimientos para ser
Pérez, 1986: 325-341). maestro y abrir talleres, la que fue rechazada
11. Sobre la vagancia ver el código de policía de por considerarse que atentaría contra la liber-
1789 de la provincia de Cartagena “El deber de tad de trabajo. “A los artesanos”, en BLAA, La
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no se le conociera de que trabajo se sustentaba bre 6 de 1872; “Leopoldo de la Barreda”, en
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