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Articulación de las encomiendas

Olver Yamith Palomino Hernández


CONTENIDO

Escuchar: Han y Zemelman ................................................................................................................... 3


Entre lo propio y lo ajeno: ..................................................................................................................... 5
pensando la historicidad que me atraviesa .................................................................................... 5
Soñé que era un poeta ........................................................................................................................... 8
Trayectoria como Sujeto Histórico: sujeto de la experiencia ................................................ 10
Tardius: del sentir lento de la memoria sensible........................................................................ 12
La urdimbre y la trama del lienzo .................................................................................................... 13
Como un trísquele: ................................................................................................................................ 21
Acunando la conciencia, el cuerpo y el espíritu. ........................................................................ 21
Desierto...................................................................................................................................................... 25
Preguntas que amplían el sentido del escrito ............................................................................. 26
Olver, más allá de un nombre: escucha y subjetividad............................................................ 27
Olver Palomino: una aproximación autobiográfica................................................................... 29
Transitándome: notas de un proceso de sentido ...................................................................... 33
¡Al árbol que más frutos da, más piedras le tiran! ..................................................................... 38
La vida está llena de tránsitos ........................................................................................................... 41
Hasta allí…y de nuevo ahora. ............................................................................................................. 44
Ve a casa: la no pertenencia y el destierro ................................................................................... 47
Escuchar: Han y Zemelman1
05 de septiembre de 2022

El desafío de escuchar donde el ego nos resalta, donde hemos producido para el
consumo, y como se señala en la lectura, o puedo leer entre líneas, para la autocomplacencia,
eso lo pude evidenciar en la acción de publicar en redes sociales. Creo así mismo, que este
ejercicio de leer y hallarme en lo leído, conectarme, escuchar de manera ampliada lo que veo
y como también lo logro relacionar con el mundo social que me rodea y el cual estoy
construyendo.

La lectura de Han me conectó con esa necesidad de sentirme escuchado, y en esa


afirmación, me interpelé por mis actitudes narcisistas ¿y como escucho a los demás? ¿Cuándo
me dicen algo, se sienten oídos o escuchados? Así, he estado formulándome preguntas que
me han permitido reconocer que la genuina escucha hace posible que reconozca la existencia
del otro, como se decía en el texto, ser un albergue o un lugar de protección, un refugio.

Me ha llamado la atención la diferencia que se señala entre el silencio hospitalario y el


silencio de un analítico, el primero es entendido como acto dado generosamente, es una
prestar atención, es darse como préstamo al otro. En cambio, el segundo podría entenderse
como quien atiende para decir algo, intercambiar información, por esto luego se señala que
escuchar es distinto a este intercambio, es algo que no sucede pasivamente.

Dentro de la escucha encontré dos máximas que me movían; la primera es la paciencia


y pensé en la posibilidad que da WhatsApp, de acelerar los audios, es decir, no darle el tiempo
al otro, no atender su tiempo, su ritmo. Con esto entonces, no nos conectamos con el otro,
sino que como buscadores de la información lo que queremos es vincularnos pasivamente
con esta, instrumentalizamos al otro. Y es una pena, lo he hecho y confieso entonces que
también he actuado bajo lo que culturalmente me ha ido determinando, y ahora, pensando
estas acciones, en el intento de escapar a eso, se posa en mi mente eso, ¿el otro quiere ser
oído o escuchado? Mi acto de escucha lo puede liberar y puede sanar.

La segunda máxima que tiene que ver con ponerse a merced del otro, es así como
entonces nos donamos, esto me ha sacudido, porque, aunque muchas veces me reconozco
donado a los otros, en otras ocasiones he sido más bien egoísta. ¿Cuándo me he donado, lo
he hecho a plenitud?

Escuchar a los otros es también cuestionarme mis modos de relacionamiento, y creo


que a veces solo oigo, la gran mayoría de veces solo oigo, y apenas estoy aprendiendo a
escuchar, me ha ayudado la meditación escucharme, pero me ha costado desanclarme del ego
que ha sido abonado por una cultura del individualismo, de la competencia y sobre todo de
la exaltación del yo.

1 Reflexiones a partir de la lectura del capítulo de “escuchar” Byung – Chul Han, y el articulo “Sujeto y Subjetividad:
la problemática de las alternativas como construcción posible” de Hugo Zemelman.
“La escucha le devuelve a cada uno lo suyo”, esto me ha llevado a pensar ¿Qué me
pertenece y que les pertenece a los otros? Sentirme escuchado me ha ayudado a sanar, lo he
sentido cuando me confesaba antes y mi director espiritual prestaba atención a lo que le
manifestaba, especialmente, a mi sufrimiento. En una ocasión, un sacerdote me confesó en
menos de un minuto, y salí tan decepcionado, porque no me escuchó, tal vez no me oyó,
porque solo me recomendó rezar un padrenuestro. Ahora pienso que, la escucha es un regalo,
una donación y esto es derivado de la generosidad con la que veo a los otros y me veo. Darme
o darnos, puede posibilitar construir una realidad distinta, una construcción permanente, es
como si al hacer conciencia de esto podemos empezar a modificar lo que ya está construido.
Entre lo propio y lo ajeno:
pensando la historicidad que me atraviesa2
07 de octubre de 2022

Lo propio y lo ajeno: la estrechez con que se habita el mundo

En este texto intento presentar a ustedes como circulo de escucha que me lee y siente
a través de estas palabras algunas reflexiones derivadas de la explicitación de la categoría
historicidad en mi existencia, la cual puedo identificar de manera concreta en mi historia de
vida.

Soy el tercer hijo de cuatro proveniente de una familia obrera-campesina de origen


afroribereña, trasladada a una comunidad agrominera con idiosincrasia pluricultural diversa,
potencialmente andina o cachaca3. Nací en Santa Rosa del Sur, un pueblo particular en el
departamento de Bolívar por ser considerado el único pueblo cachaco entre toda la región
bolivarense, lo que se traduce como un culturalmente no afrocaribeño.

Mi mamá fue una mujer muy aplicada en sus estudios y alguna vez en su vida fue
maestra durante un año, su perfil académico siempre fue sobresaliente con relación a sus
compañeros de clases, por otro lado, mi papá, de origen más rural, no terminó la primaria y
debió abandonar su hogar de origen a los once años, debió asumirse como hombre desde
muy temprana edad y valerse por sí mismo. En ellos, siempre había una premisa recordada en
nuestras conversaciones familiares cargadas de profundidad, las cuales han sucedido
alrededor de las velas, ya que cuando en el pueblo se iba la luz, el silencio y la oscuridad en
las calles, nos obligaba a estar juntos en casa, allí, en las noches taciturnas circulábamos la
palabra y era posible hacernos preguntas y poner en la mesa temas que poco desarrollábamos
o que podrían explicitar el sueño de familia que ellos, mi madre y mi padre tenían, así mismo,
junto a mis hermanos, íbamos construyendo el nuestro, influenciado por aquel que pretendían
heredarnos. Mi padre no tuvo educación emocional como muchos de su época y por las
huellas de dolor que hoy comprendo en su historia, no tenía las herramientas para ejercer una
paternidad amorosa, respetuosa y sobre todo, cuidadora, pareciera entonces, que la distorsión
de lo anterior, lo conducía sin aparente motivación a practicar todo lo contrario; mi
relacionamiento con él fue dependiente de su autoritarismo que con frecuencia
desencadenaba episodios de violencia domestica parental, agotado y angustiado por la
frecuencia de estos, cuando fui un niño de diez año decidí acabar con mi vida, me colgué de
un lazo y suspendí mi cuerpo en el aire, mi hermano mayor por suerte mía, llego pronto a mi
auxilio, estuve varias semanas en estado vegetativo. ¿Por qué un niño de diez años decide no
vivir más? Es una pregunta que salta a la vista desde la incomprensión de aquella realidad
ocultada para los otros, el sufrimiento vivido en silencio, llorado y deseado su fin. ¿Por qué si
dice amarme me humilla? ¿me golpea hasta desear arrancarme el cuero de mis piernas con la
correa? Un montón de preguntas que no podía responder, que no podía hacerle, y que no
eran formuladas para una nota en la escuela, eran preguntas para encontrar un sentido a mi
vida. Estas interpelaciones emanadas del dolor de la carne y del espíritu se extendían hasta el

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Encomienda N°8, escrita el 07 de octubre de 2022 en la Serranía de San Lucas.
3
Termino propio de la cultura caribeña para distinguir al otro no caribeño o costeño. Esto posibilita la
comprensión del otro y los modos de nombrar y estar en el mundo social.
espíritu y la conciencia de mi padre. ¿Qué le faltaba a él para descubrir mi dolor? ¿disfrutaba
mi dolor? ¿Por qué a un niño que no se puede defender?

Cuando crecí confronté la situación, ya no solo desde la violencia aprendida como


mecanismo de defensa, sino también, desde la palabra que podía pronunciar y me daba un
poder, un lugar ganado. Entre las conversaciones familiares, siempre decía mi madre, estudien,
el estudio siempre nos salva.

Ha habido todo un proceso de perdón, de comprensión y de buscar caminos de


transformación, no porque él lo haya deseado, porque no he percibido tal búsqueda por su
parte, más bien, porque quiero significar mi vida desde otro lugar donde he estado, desde
donde he escrito y hablado. La fuente de la vida no puede provenir de aguas estancadas, así
percibo aquellos recuerdos. En la finca se dice, dejen que el agua corra para que no se pudra.
Entendí que, como energías y espíritus en estos cuerpos concretos, fluimos y estamos en la
búsqueda permanente de superación, de rebosamiento y de desborde. Estos momentos
ontológicos nos conducen a otros estadios de nuestra existencia.

Con lo anterior que he compartido de forma breve, ¿Qué me determina hoy? Y ¿Qué
me ha determinado? Puedo decir entonces, que tanto las creencias y las prácticas de mis
padres me han determinado, me han puesto cercas como en los potreros, solo que siempre
hay oportunidad de cruzar entre las cuerdas las cercas. Desbordar el límite, y ahí, me he visto
siendo la persona con la mayor formación académica de mi familia extensa, con unos intereses
particulares por las raíces de la familia, y esto, lo siento propio, genuino en mí.

Pensando la historicidad que me atraviesa

A partir de las modalidades de la historicidad señaladas por Zemelman (2003)que


precisan ser entendidas según la construcción de parámetros, como exigencia de especificidad
y como concreción de contenido (pág. 80-82) , puedo señalar entonces que, los límites que
me ha puesto el contexto han sido desbordados por la posibilidad de haber asumido una
formación crítica y un proceso y modo de relacionamiento con el conocimiento y la academia
distinto al que muchos miembros de mi familia extensa esperan; para algunos de ellos el
estudio4 es entendido como un medio para llegar a ser alguien en la vida, lo cual determina el
valor ontológico del sujeto. Con esto juzgo entonces que no solo en mi extensión familiar,
sino que en mi contorno comunitario −ya que también lo he percibido − además de
experimentar precariedades materiales que traducen para estos en poco valor del ser en
nuestra sociedad. Es evidente para nosotros en este círculo que es producto del capitalismo,
o eso he concluido. El valor de lo vivo es medido por la riqueza que pueda representar y para
esto existen medidas concretas como el dinero.

Me entiendo como un sujeto con especificidades de historia de vida que no solo han
empezado en mi concepción, sino que soy la extensión histórica de quienes me han
antecedido humanamente en toda nuestra historia genealógica. No soy entonces ya una
abstracción del sueño del valor ontológico para muchos en mi familia, sino una persona
concreta, que conocen y con quien han compartido, uno considerado con valor en medio de

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Categoría pensada convencionalmente en mi familia y la cultura local como la obtención de títulos
académicos.
ellos, con la estrechez familiar por la sangre y la cercanía de las palabras y abrazos que nos
han encontrado en las calles de mi provincia. Allí, opero como un recipiente de anhelos
extendidos y frustraciones de haber deseado ser y no haber sido, pero un hermano, primo o
sobrino, un vecino o amigo que, si lo es, soy eso atribuido de sentido y de contenidos. Ahora
bien, todo esto lo he dicho en ir y venir entre lo que puedan pensar los otros y desde donde
me pueden estar leyendo, o desde donde he sentido que me leen. Soy entonces una fuga en
la historia familiar, he vuelvo a romper algo, no sé cómo nombrarlo, pero sé que es algo que
ya no es como antes. Pienso que mis antepasados nos muy lejanos, aquellos mayores negros
en mi familia que se liberaron y superaron la esclavitud que les habían impuesto, hoy, sus
espíritus encarnados en mí han vuelto a romper algo, transformar y desbordar el espacio
tiempo. Soy realidad, porque los sueños y anhelos no están fuera de mí, y los encarno, ahí me
veo y me interpreto, me reconozco.

Circulando

Corriendo la cerca, pareciese algo arbitrario y que está sucediendo, y espero no parar
de hacerlo, así mismo, en esta expansión pueda encontrarme muchas veces con tantos Olver
sean posibles, de tiempos y espacios, de sentidos propios y sin duda, otros ajenos, prestados,
tomados sin permiso y modificados para sí. Con este ejercicio me doy cuenta de la urgencia
que nos convoca releernos y vernos desde eso particular, íntimo y que pocas veces asumimos
como interpelación. Este ejercicio si ha hecho posible la potencia que tienen las preguntas del
otro lado de la cerca, detrás de arbustos, un poco confusas y sin respuestas ligeras. Echar
cabeza a esto, al lugar del sujeto no potencia en nuestra transformación y así, de aquello que
puede ser susceptible de esto allá afuera.
Soñé que era un poeta
24 de octubre de 2022

Cuando era niño, cuando sonaba el timbre para salir al recreo, corría a la biblioteca, mi
lugar de refugio y de afirmación, allí me recordaba todos los días que, aunque me hirieran era
más inteligente que los otros, esos otros, que usando el poder del grupo me apartaron de
ellos, y yo, deseando estar con ellos, permití toda clase de abuso escolar.

Recuerdo un cuaderno de poemas, el cual había escrito a lo largo de un año escolar,


cursaba quinto de primaria, inspirado en lo cotidiano, maltrato familiar y escolar, los niños en
el barrio no querían jugar conmigo, porque no podía bajar la cabeza solo porque alguno más
grande me dijera que así debía ser. Los poemas que tendrían el día hoy poco valor literario
para mí, puesto que la composición narrativa podría ser superficial, pobre y falta de
creatividad, ya que aplicaba solo los modelos de receta dadas en las clases de español, creaba
lo creado según la autorización de los adultos que permitían la creación. Estos poemas me
llevan a una época de obediencia ciega, de sentirme limitado pese a reconocerme curioso,
saber que hacer algo distinto a lo que pedían las maestras significaba mala nota y al final, no
quería eso, deseaba mi recompensa académica.

Siento que aquel ejercicio voluntario de biblioteca me conecta con mi niño interior
curioso, creador, artista y sobre todo soñador, así como con maestros procustianos,
castradores, limitados, desesperanzados y desorientados vocacionalmente. Mi vinculo de
infancia con aquellos maestros no fue del todo feliz, no encontré ayuda en ellos y ellas, me
sentí vulnerado tantas veces e intimidado con el castigo de una carpeta de antecedentes
disciplinarios.

Un día, mientras cursaba el grado séptimo o segundo de bachillerato, el maestro de


español destrozó un poema que escribí, sentí que había sido muy lindo y recuerdo que me
gustaba mucho, era una confesión intima, sentí que en aquellos versos mostré sin timidez lo
seguro que me sentía al saber que mi madre aplaudía mis escritos, mis sueños y en especial,
mi pasión por la lectura, además de ser un apoyo invaluable en términos emocionales. El
maestro celoso, así lo recuerdo, dijo que estaba mal, y que no era un poema.

Desde el año 2012 no escribía poemas, lo volví a hacer para tramitar la muerte la
muerte de un gran amigo que falleció el 21 de junio de 2020. Disfruto leer poesía, pero ya no
escribo, renuncié, o eso creo que he hecho durante mucho tiempo. A veces pienso que podría
retomar tal oficio creativo.

Recuerdo entonces que escribir que ha sido parte de mi vida, como practica liberadora,
anoto frases y pensamientos que luego reviso y trato de leerme. Sin embargo, puedo señalar
que he escrito poesía con intermitencias largas, con el recuerdo pesaroso de saberme un mal
escribiente, aunque cada vez que escribo, intento ejercer mi derecho a la hacer lo que quiera,
a definirlo desde mis maneras y mi sentir, o ¿acaso no es eso la poesía?

La poesía ha sido mi liberación, sin medida y no siempre con melodía, un montón de


palabras acuñadas con un sentido emocional propio del momento. Así recuerdo como la
poesía hoy registrada en mis libros de clase, me ha atravesado.
Hace poco el maestro estuvo en un taller mío, me dijo que tenía un amplio léxico y una
buena expresión oral para los espacios dados, y que tenía que recordar que él había sido mi
profesor de español, que uno tiene que ser agradecido. Sin duda sigue vigente su aporte, para
recordarme quien como no tratar las creaciones de los otros.

Aunque los maestros que me enseñaron en el colegio, aún conversamos sobre temas
de educación y por mi mirada distanciamos mucho, prefieren seguir promoviendo la censura
y la mutilación de lo nuevo en los estudiantes. Espero seguir escapando de esos lugares donde
solo se recrea lo creado, y aquello que ha sido permitido.
Trayectoria como Sujeto Histórico: sujeto de la experiencia
31 de octubre de 2022, Bogotá, D.C.

Consigna de trabajo: Recuperar el trabajo realizado el Círculo anterior y que


trabajamos el pasado lunes 24, darle profundidad. En el presente esquema construir un
esquema de su trayectoria biográfica como sujeto histórico, recuperando como lógica de
razonamiento la categoría de historicidad.

¿Cómo articulamos en este ejercicio, otras dimensiones, sentidos/subjetividad,


vinculadas a la experiencia?

CATEGORÍAS
formular categorías que den
SENTIDOS / SUBJETIVIDAD
cuenta de los distintos
Describir experiencias que articulen sentidos y subjetividad.
momentos y dimensiones de la
trayectoria biográfica narrada.
Nací un 28 de octubre de 1995 en el seno de una familia obrera
en el municipio de Santa Rosa del Sur, en Bolívar, Colombia. Soy el tercer
hijo de cuatro, mi papá de origen campesino y mi mamá modista de oficio.
Cuenta mi madre que cuando estaba embarazada de mi le pedía a Dios que
Familia de origen le alargara el tiempo de gestación porque con mis hermanos nos llevamos
un año cada uno (1993, 1994 y 1995). Dice mi mamá que sufría mucho y
que nunca pensó en abortarme, pero si le pedía a Dios que se detuviera el
tiempo.
No pude terminar el jardín porque fui muy inquieto, así como, al
estar en los primeros años escolares me sacaban del salón porque
terminaba muy rápido las actividades y pedía más por hacer. Cuando tuve
8 años y medio, en tercero de primaria le recomendaron a mi mamá
Déficit de atención por cambiarme de colegio los mismos profesores porque no podían
hiperactividad aguantarme en clase, preguntaba mucho y no dejaba dar clases. Me
cambiaron a un colegio adventista y allí terminé ese año escolar. Luego
entré a la institución María Montessori y allí, acosado por compañeros y
maestros, desbordado en una crisis de ansiedad, por los conflictos en casa,
tuve el primer episodio de intento suicida.
Cuando era niño dedicaba tiempo a escribir poemas, esto sirvió
siempre a expresar mi sentir, hice propia la escritura y mis textos, poco a
Subjetividad poco, mientras abandoné de esta manera la escritura, cree mi propio estilo
de escritura, y desde ahí he dicho que tengo el derecho a escribir como lo
quiera y lo sienta. Lo importante es decir con claridad lo que quiero decir.
En el acontecimiento del intento suicida y luego de haber pasado
algunas semanas en estado de coma, cuando recuperé de manera paulatina
el sentido de realidad, me di cuenta, que había fallado, y ahí estaba, seguía
Sentido de vida en este mundo. Después de eso, empecé a preguntarme de otra manera
por el sentido de mi vida, ya no solo desde el dolor sino desde alguna
misión espiritual o algo así. Mi formación dentro del catolicismo alimentada
esta perspectiva.

Soy sobreviviente del matoneo escolar, y la razón fundamental


eran mis calificaciones y mi permanente participación en clase, situación
Otredad / mismidad que cambié debido a que esto me exponía más y más, mutilé mi curiosidad
y así, la espontaneidad con la que tomaba la palabra y compartía lo que
pensaba, cada vez más empecé a repetir lo que los maestros deseaban oír.
Desde muy niño me ha llamado la atención las desigualdades y
me he preguntado cómo superarlas, eso me llevó a la praxis de la pregunta
y las acciones por combatir los medios de injusticia. Desde los 12 años
empecé a participar de escuelas de liderazgo juvenil, mi primer experiencias
de resistencia fue cuando las directivas de mi colegio no me dejaron ser
Activismo / Resistencias
candidato a personero porque en ese momento era representante
estudiantil, y decían que no podía aplicar al otro cargo. Me defendí, escribí
y alcé mi voz en la plaza de la escuela. El poder de los adultos me aplastó,
y se salieron con las suyas. Así como en esa oportunidad, he caminado el
pueblo con pancartas reclamando desaparecidos
En noveno, recuerdo en una oportunidad una compañera que hizo
una pregunta en su círculo de amigos, y yo respondí desde el afuera de la
conversación, y su comentario fue: “cállese que estamos hablando los ricos,
los pobres allá”. Ella, una joven de mi edad hacia una manifestación de clase
social considerando las profesiones y el patrimonio familiar diferenciado.
Entendí que, en el aula, si había niños de familias ricas y otros como yo, de
familias pobres. Pese a esta situación, en otra oportunidad, en mi grupo de
Conciencia de clase
amigos que nos destacábamos por dedicar tiempo a estudiar y a jugar a
quien sabia más, en uno de esos juegos, ella, llegó, y se introdujo en la
conversación, a lo que casi en coro respondíamos con otros amigos:
“cállese, que aquí opinan los inteligentes, allá los brutos”. Inmersos en esa
lógica de diferenciación sectaria que negaba la otredad. Desde ahí, he
tenido que vivir distintos momentos donde unos se miden por lo material
y otros por lo intangible que también otorga estatus.
Tan cercano a la iglesia, tan esperanzado con la oportunidad de la
vida, que descubrí que servir a los demás me animaba a vivir, conectado
con los demás y conmigo mismo a través de ese encuentro con los otros
fue despertando el sentido vocacional hacia los otros. En algún momento
Vocación
quise ser sacerdote, mientras me preparaba para eso fui misionero rural. En
esos andares y muy cercano a los libros tuve la oportunidad de acceder a
la educación superior por un cupo de admisión especial en la universidad
Nacional de Colombia.
En distintos momentos de mi vida me sentido que no pertenezco
a un lugar en específico sino más bien a muchos lugares, y reconozco que
soy donde he sido historia, por tanto, no solo Santa Rosa del Sur, sino
Deslugarizado
también Rio viejo, Bogotá, Berlín, Riópar, Albacete y muchos otros lugares.
Esto me ha marcado que, aunque sigo en mi territorio de origen, siento el
anhelo de partir y estar en otros lugares.
Tardius: del sentir lento de la memoria sensible
07 de noviembre de 2022

En la clase nos han puesto a escuchar un concierto de Philip Glass, pianista y


compositor, el concierto que escuchamos era la interpretación de la pieza Mad Rush. La
interpretación fue un concierto en vivo en el año 2015, según las referencias de la plataforma.
Lo importante es lo que este concierto despertó en mí, es un subir y bajar de recuerdos, de
manera muy lenta, aunque parece un alegro por la velocidad con la que se ejecutaba la pieza.
Mientras escuchaba el concierto cerré los ojos y me imaginé en un campo de flores, había
muchas flores y demasiados colores, también imaginaba un lago y sentía la brisa en mi cara.
Me transportó lentamente por diferentes ángulos del mismo paisaje.

Por otro lado, nos habían enviado cuatro


imágenes para descubrir lo que nos significaban, o como
nos conectábamos, debo decir que empecé a escuchar
primero el concierto y luego fui por las imágenes cuando
llevaba al menos 10 minutos del concierto, y me
sorprendí con un laurel, creo que es un laurel una de las
imágenes que allí estaban. Pensé en las flores que había
visto en mi imaginación, en mi instante de ilusión. Pienso
que me conecté con ella más que con las otras
imágenes, aunque los colores me movían, las formas y
sentía que a veces las curvas coloridas son también las
siluetas de las emociones, así, en movimiento y a veces,
quedándose adormecidas las curvas se perpetúan.

La música y las flores me conectaron con mi lado


delicado, con mi búsqueda permanente de aprender a
andar despacio, así como los tiempos de las flores que
tienen movimientos sutiles. A veces quisiera vivir como
aquel laurel, movido por las melodías que ascienden y
descienden en el pentagrama. A veces hay otras
maneras de ser y sentir, y se van descubriendo con el
tiempo.
La urdimbre y la trama del lienzo
Ampliación de la trayectoria como sujeto histórico
07 de noviembre de 2022

En el ejercicio anterior presenté en una matriz categorial algunos momentos de mi


vida, lo redacté como si hubiese una secuencia lógica y lineal de mi vida, como si hubiese
momentos que no volvieran a articularse con la vida presente o ciertos momentos del pasado.
Pareciera un primer acercamiento ingenuo y temeroso.

En el texto anterior denominado Trayectoria como Sujeto Histórico, en el cual me


ubiqué como el sujeto de la experiencia y donde señalé nueve categorías para hacer lectura
de mi narración biográfica. Ahora bien, creo que como lo señala la nueva encomienda, es
necesario ampliar la narración, apoyado en la remembranza sensible, porque desde allí es que
puedo recordar, de aquello que significó para mi cuerpo y lo que aún sigue significando en la
actualidad.

Ahora, en este ejercicio de continuidad, se nos convoca a ampliar la memoria traída al


círculo vinculando a otros sujetos, precisando entonces sus identidades y los significados que
les hemos atribuido en nuestra urdimbre vital, así como las emociones que ellos pudieron
habernos hecho sentir, las situaciones alrededor de ellos o junto a ellos. Esto será un intento
por recuperar el latido de aquel momento… de la niña o niño que fueron, como dicen en
IPECAL. También se busca indagar por aquel sentir, si este se modificó a través del tiempo,
¿Cómo sucedió esto? Así como se propone indagar por quienes habitaban el mundo de
nuestros afectos. Después de haber hecho el anterior recorrido intentaré aproximarse a un
cierre temporal del ejercicio, que entiendo, no termina aquí, y que seguirá siendo una
construcción de reflexiones y sentires a lo largo de diversos encuentros. ¿Qué significados
construí a partir de lo narrado? ¿siguen vigentes estos significados?

Lo recordado y narrado: un primer acercamiento a la memoria

Uno vuelve a la raíz siempre, o eso trato de hacer para no perderme, mis antepasados
me dan un sentido de vida, un lugar en el mundo, y desde allí, empiezo la construcción de
significados. En el trabajo anterior señalé que:

Nací un 28 de octubre de 1995 en el seno de una familia obrera en el municipio de


Santa Rosa del Sur, en Bolívar, Colombia. Soy el tercer hijo de cuatro, mi papá de origen
campesino y mi mamá modista de oficio. Cuenta mi madre que cuando estaba embarazada
de mi le pedía a Dios que le alargara el tiempo de gestación porque con mis hermanos nos
llevamos un año cada uno (1993, 1994 y 1995). Dice mi mamá que sufría mucho y que nunca
pensó en abortarme, pero si le pedía a Dios que se detuviera el tiempo.

Ahora, me gustaría añadir a este momento de mi historia que, volviendo a sentir las
memorias de mi familia, pienso y quiero ampliar a dos breves relatos propios de la vida de mi
madre y de mi padre. En primer lugar, mi mamá fue hija única entre seis hijos que tuvo mi
abuela Juana, ella ocupa el quinto lugar, creció en un hogar abandonado por mi abuelo y con
suma pobreza, en la actualidad mis primos heredaron también gran parte de esa pobreza
difícil de superar, el contexto donde viven los imposibilita. Allí, desde hace unas décadas el
despojo de tierras productivas acabó con la seguridad alimentaria y la autonomía campesina,
ahora algunos son jornaleros o viven de lo que produce el campo. Otros tíos, se dedicaron a
la docencia por la estabilidad laboral que esta profesión ofrece, aun así, sus vidas no son muy
diferentes a las de los otros obreros de la zona. Mi madre, destacó académicamente en el
colegio, razón por la cual la enviaron a estudiar a la ciudad de Barrancabermeja (Santander),
un primo hermano la acogió mientras ella terminaba su bachillerato, luego ella, al volver a su
municipio de origen, se dedicó un año como maestra de primaria. Ella abandonó la docencia
al formar un hogar con mi padre.

Por su lado, mi padre, mientras vivió en Rio Viejo (Bolívar) se dedicó a las labores
agrarias ya que a eso se dedicaban mis abuelos, él se fue de su hogar a los 12 años, ya que las
condiciones en que vivían eran de pobreza extrema, eran catorce hermanos y estaba como en
el número 8 o 10, no lo sé con mayor precisión, ya que casi no conversamos sobre su familia
en la nuestra. Hemos sido muy distantes de ellos. Al formar un hogar con mi madre, se
mudaron a Santa Rosa del Sur (Bolívar), al municipio donde nacimos 3 de los cuatro hermanos.
Yo ocupo el tercer lugar y mi cercanía afectiva es más con mi madre que con mi padre, así
como con mi hermano mayor y mi hermana menor.

Esto es una confesión y un ejercicio de realidad, las dinámicas familiares que hemos
vivido en mi familia han distado mucho del anhelo de familia como otros la tienen, ya no lucho
con eso. No recuerdo momentos de juego con mi papá, de conversas con él o al menos pasar
tiempo con él sin que hubiese un regaño o sermón sin forma y fondo, notaba que sus palabras
se basaban en una falsa autoridad ya que nada de lo que me decía él lo practicaba. Por el
contrario, con mi madre tengo otros recuerdos muy especiales, como mis momentos de
realizar las tareas del colegio, ella atenta a escudriñar mis cuadernos y yo tan emocionado de
contarle lo aprendido. Cada año el cumpleaños era un día especial y de mucho afecto por
parte de mi mamá. Cuando cumplí tres años, mi madre me llevo al local del fotógrafo y
tomaron un retrato en un carro de juguete amarillo, para mí es una foto muy linda. Allí sonrío
como ahora, y mi rostro reflejaba una felicidad increíble.

Debo precisar que no puedo pensar en mi familia solamente como lugar de origen,
sino que también la vinculo a casi todos los momentos de mi vida, creo que es un contenedor
y potenciador de vida. Ante esto he señalado como categoría familia de origen a este
momento, y quiero aprovechar, para significar algo que me enteré hace poco, no más de dos
años, mi familia por parte de papá tiene serios problemas de salud mental. Hay múltiples
diagnósticos que hoy no me sorprenden y, por el contrario, contribuyen en la comprensión de
mi propio diagnostico con TDAH, aunque no creo que del todo encaje o deba corresponder a
este estereotipo por la condición que se supone me condiciona.

Recuerdo que una vez en preescolar, cuando mi mamá llegó al colegio, me encontró
por fuera del salón y ella le preguntó a la maestra la razón de ser de dicha situación; la maestra
respondió que siempre terminaba mis tareas del aula muy rápido y que para no distraer a los
demás, ella me retiraba del aula. Sobre mí hubo palabras y etiquetas como inquieto, terrible,
insoportable, pilo, indisciplinado, inteligente, conversador y desobediente, recuerdo esas. Lo
que me hace sentir este recuerdo es la confusión entre la aprobación y la anulación de quien
yo era. Esta situación se repitió durante varios años, tanto que tuve que vivir un fuerte periodo
de inestabilidad emocional cuando tuve 10 años, ese episodio de salud y sobrecargado de
violencias intrafamiliares y escolares me desbordaron llevándome a mi primer intento de
suicidio. Estos dos momentos los he articulado con las categorías de Déficit de atención por
hiperactividad la cual voy a sustituir por diagnóstico y sentido de vida. La cual se mantiene
y me interpela todo el tiempo, en especial, en mis episodios de tensión emocional, de forma
especial, cuando los días grises me sobrecogen y desbordan las ganas de intentar algo.

Si bien, he precisado dentro de mi historia de vida la coexistencia de otredad y


mismidad, ambas categorías recuperadas del acervo teórico de la antropología, creo que ese
escenario donde me reconozco propio y ajeno de mí mismo, distinto a los otros y al mismo
tiempo muy semejante como producto de la cultura glocalizada, es decir, de la configuración
entre la cultura que ha superado los límites de un territorio y es transfronteriza, así como, la
simbiosis que realiza con los valores propios de una región. De otra manera, una cultura global
que no logra desprenderse de la localidad. Sobre estas categorías señalé:

Soy sobreviviente del matoneo escolar, y la razón fundamental eran mis calificaciones
y mi permanente participación en clase, situación que cambié debido a que esto me exponía
más y más, mutilé mi curiosidad y así, la espontaneidad con la que tomaba la palabra y
compartía lo que pensaba, cada vez más empecé a repetir lo que los maestros deseaban oír.

Con relación a lo anterior, deseo ampliar otro momento de mi vida, mientras ayudaba
en la parroquia central de mi pueblo y participaba activamente en el grupo juvenil y otros
espacios parroquiales, sentía de manera permanente que no lograba encajar del todo en los
espacios, yo identificaba un relato de poder que me anulaba y descalificaba mis aportes o mis
potencialidades. De verdad estaba convencido que quería servir, y para demostrar que tenía
las capacidades, muchas veces, permití el abuso y el maltrato. Yo formé parte de los jóvenes
que vivió la tercera experiencia masculina de Jornadas de Vida Cristiana en el municipio de
Santa Rosa del Sur, era un retiro organizado por movimiento juvenil de la iglesia católica.
Después de la jornada, si me portaba bien, el Espíritu Santo a través de los directivos del grupo
me llamaría a servir, no obstante, no sucedió así, yo no estaba en el círculo cercano de amigos
a ellos, así que no bastó una vida de parroquia, de dedicación y obediencia, de sumisión y
morderme la lengua para no interpelar los autoritarismos. Solo hasta cuando llegó la sexta
jornada masculina, ya por descarte me llamaron, viví el momento, y evidencié que realmente
no era lo que yo imaginaba, el abuso y la manipulación era peor. La parroquia nos
instrumentalizaba, éramos los obreros que mantenían la finca de retiros en condiciones
adecuadas para la experiencia, nosotros destinábamos tiempo para estos quehaceres y
nuestro aporte no fue reconocido, no se trataba de un pago económico, pero tampoco era
sobrecargarnos. Cuando empecé a cuestionar ciertas prácticas de utilitarismo, autoritarismo,
nepotismo y manipulación, me anularon, el cura y los jóvenes que servían a sus intereses lo
hicieron. Con eso concluí que la formación parroquial no era para crear cristianos críticos y
comprometidos con el cambio social, sino que la catequesis solo servía para generar una
conciencia de obediencia y sumisión a ellos, los curas y quien representara dicho poder.
¿Quién soy aquí? Era la pregunta que hacía cuando estaba junto a ellos, ¿Qué hago aquí? ¿soy
feliz? Y cuando asumí responderme con la verdad y sin el miedo a no tener amigos, me alejé
de dichos escenarios. Con el tiempo me enteré de los abusos sexuales que algunas personas
tuvieron que sufrir de parte de curas en la parroquia y algunas compañeras de otros
compañeros, donde era evidente la asimetría de poder y de recursos para la manipulación.
Fue una pena haber sido parte de eso, sin saber estaba contribuyendo a que muchos jóvenes
fueran expuestos a violencias que debían callar porque como siempre, los espacios eclesiales
son sacros e incuestionables.

Desde estas dos experiencias desborde, de pasar la frontera de lo ya dado y empezar


a escudriñar lo que había más allá, surgen entonces lo que categorialmente llamé activismo
y resistencias; lo primero es definirme como un sujeto activo y consiente de mi realidad,
dinámico y, sobre todo, critico propositivo. Me comprometía a medias con hacer algo, no
negaré que la desesperanza me ha ahogado muchas veces, tanto, que he dejado tiradas
algunas iniciativas que no han tenido eco en otras personas. ¿Por qué? ¿Qué falta hacer o
decir? Sin duda, el tiempo me ha ido mostrando la razón de ser de eso.

Desde los doce años he participado en espacios de formación política para jóvenes,
mis primeras experiencias fueron muy de ala conservadora para el sostenimiento del estatus
quo de la cosa política. Aunque nos hablaban de derechos no pedían no protestar porque se
veía mal, y era un acto de grosería e irrespeto hacía los adultos, esto responde a las lógicas
patriarcales de los espacios, los cuales eran diseñados por hombre y mujeres que no
pretendían la transformación de nada, simplemente cumplir con tareas de un programa o
proyecto que por nombre sonaba interesante: Escuelas de liderazgo juvenil.

Cuando estuve en la Universidad Nacional de Colombia, participé y contribuí en la


creación de procesos políticos estudiantiles, uno de ellos aún es vigente y con seguridad, creo
que durará bastante, porque allí, logramos crear muy bien una dinámica de relevo
generacional en las tareas, en generar un espacio comprensible y democrático; el colectivo de
estudiantes afrocolombianos de la Universidad Nacional de Colombia – AfroUN Académico.
Este proceso se ha ganado a pulso un reconocimiento entre tantos procesos negros y afros
del país por contribuir por la lucha organizada por la defensa del derecho a la educación
superior pública del pueblo afro en Colombia. Hice parte porque he vivido el racismo
estructural y como este ha marginalizado a mis primos y negado la posibilidad de soñarse una
distinta que ser soldados e ir a una guerra que no es nuestra. Así como, permanecer en las
fincas familiares dedicados a labores agrarias desesperanzados y frustrados, no digo con esto,
que deban huir a la labor campesina sino más bien, si es una vocación, que esta les permita
ser felices y hacer un proyecto de vida superando las condiciones de pobreza, analfabetismo
y violencia cultural que se replica en los nuevos hogares que constituyen.

Han sido diversas las movilizaciones sociales en las que he participado, uno más
militando la resistencia, defiendo el sueño de vida digna y permanencia en el territorio,
soñando un proyecto de vida comunal donde la solidaridad sea una praxis que nos salve a
todos y todas del miedo a morir de hambre, en situación de vergüenza por las necesidades
básicas insatisfechas. A raíz de estas participaciones en diversas ocasiones he sido amenazado,
no es novedoso eso en un país donde la violencia y el individualismo nos ha ido consumiendo.
Vivimos en una cultura que tiene miedo del otro, lo imaginamos como un enemigo pasivo que
en cualquier momento puede atacar. Hemos sembrado durante años desconfianza y cizaña, y
eso ha hecho que el movimiento social no pueda actuar articuladamente de forma genuina,
aunque las coyunturas nos unan y nos ponga de un lado u otro de la historia a trabajar juntos,
no ha logrado hermanarnos más allá de las amenazas colectivas que terminan siendo, las
amenazas individuales que se van añadiendo como una colcha de retazos. Superado el riesgo,
cada retazo resalta su color y su textura, así somos. Así he vivido mi participación en los
procesos políticos del movimiento social, e intento actuar desde otro lugar, especialmente,
buscando la coherencia.

Voy a conjugar algunas de las categorías que ya he mencionado como


mismidad/otredad y activismo/resistencia, y lo hago para traer al presente la memoria de
un amigo que en vida fue sacerdote, es Pedro Pablo Cano Yepes. Siento y pienso en lo que él
significó en todo mi proceso de autorreconocimiento como sujeto crítico, me ayudó con
preguntas incomodas que me impulsaron a abandonar ciertos espacios sociales, por mi
tranquilidad y mi seguridad emocional. Durante casi diez años él fue mi asesor espiritual,
compartimos un montón de conversaciones que nos permitieron a ambos centrarnos en la
construcción de una amistad genuina, con él discrepé en asuntos eclesiásticos, así como
también temas políticos y acciones pastorales. Lo admiré por su coherencia entre lo que decía
y hacía, ya que creo que son pocas las personas que lo logran, fue un hombre justo y prudente,
ecuánime en sus decisiones. De verdad, fue un ejemplo vivo del evangelio. Quiero mencionar
dos momentos junto a él, el primero, cuando me llamó a pedirme que no atacara públicamente
al alcalde actual para que no me enemistara con más personas, me decía en aquella ocasión
que el tiempo se encargaría de darme la razón. En suma, me pedía prudencia y cuidado, me
recordó que todos los días vuelve a brillar el sol y que todo sale a la luz pública. Agradezco
tanto que me lo hubiese dicho, de la rabia que sentía por las desfachateces que decía el alcalde
y la violencia que ejercía contra quienes, viéndose tan vulnerables, no creían en otros caminos
que la permisividad del maltrato. Esto sucedió en el comienzo de la pandemia.

El segundo momento que deseo traer, y no es evitable poder sentirlo de nuevo, fue
cuando recibí la noticia de su muerte, cinco días atrás de aquel suceso habíamos conversado,
me dijo que se sentía mal con una gripe terrible, le dije que tenía que cuidarse, a veces, tan
reservado que se aislaba o perdíamos comunicación por varios días o semanas. Ese día, me
dolió el pecho, sentí su muerte y sabía que había perdido a un gran amigo. La orfandad de
quien pierde a un tutor me invadió por semanas y meses, su muerte y su ausencia me duele
aún. Se fue una gran persona de este plano terrenal, y solo deseo que otros puedan sacar
provecho de sus memorias y sus reflexiones compartidas.

Me devolveré unos años atrás, cuando tenía catorce años de edad, ese momento que
he narrado para enmarcar la categoría de Conciencia de clase, la que me daba un sentido
político en mi quehacer y disciplina, sabía que provenía de una familia pobre y que nuestra
única esperanza para superar nuestras carencias era a través de la formación intelectual. Soy
de origen obrero-campesino, y en mi familia el analfabetismo ha sido una condición muy
marcada, la marginalización en mi familia extensa se nota por el acerco académico-cultural
con el que se desenvuelven. A pesar de todo, junto a mis hermanos, fuimos privilegiados al
recibir como herencia la esperanza del cambio, y el anhelo de lograrlo a través de la disciplina
académica. Comparto entonces, el fragmento que había presentado en la anterior memoria.

En noveno, recuerdo en una oportunidad una compañera que hizo una pregunta en su
círculo de amigos, y yo respondí desde el afuera de la conversación, y su comentario fue:
“cállese que estamos hablando los ricos, los pobres allá”. Ella, una joven de mi edad hacia una
manifestación de clase social considerando las profesiones y el patrimonio familiar
diferenciado. Entendí que, en el aula, si había niños de familias ricas y otros como yo, de
familias pobres. Pese a esta situación, en otra oportunidad, en mi grupo de amigos que nos
destacábamos por dedicar tiempo a estudiar y a jugar a quien sabia más, en uno de esos
juegos, ella, llegó, y se introdujo en la conversación, a lo que casi en coro respondíamos con
otros amigos: “cállese, que aquí opinan los inteligentes, allá los brutos”. Inmersos en esa lógica
de diferenciación sectaria que negaba la otredad. Desde ahí, he tenido que vivir distintos
momentos donde unos se miden por lo material y otros por lo intangible que también otorga
estatus.

Esta memoria me ha hecho pensar en un gran amigo, Yeison Rubén Sanabria


Rodríguez, en la actualidad es ingeniero civil y funcionario público. Siempre estuvo conmigo,
desde que llegué al colegio fue mi amigo y aún lo somos, me ha acompañado en momentos
muy difíciles de mi vida. A veces, los intervalos de ausencias nos cuestan mucho, adormecen
el afecto porque así es el cariño, como un fogón que, si no se atiza o recarga, va perdiendo la
fuerza, puedo sentir como algunos fuegos se han ido apagando en mi pecho. He amado a mi
amigo y admirado, a veces, siento mucho la distancia que hemos tomado, aunque siempre
que nos vemos decimos que estamos bien y que toda sigue en orden. Yo siento que no es así,
y desearía que no lo fuera.

El contacto con amigos que han vivido una experiencia de servicio con lo fue Pedro
Pablo Cano Yepes, Juan Pablo Quimbay Rodríguez, Ana Joaquina Roa, personas que ya no
están en este plano terrenal con nosotros, así como Luis Alberto Anaya Menco, Rafael Gallego
Romero y Clara María García, personas a quienes admiro por su entrega a sus comunidades,
al proyecto de transformación y de justicia social en el país. Mi contacto con ellos ha hecho
que mi vocación por servir a los otros, construir con los otros sea cada vez más evidente en
mi vida. Es por esto por lo que rescato la categoría vocación, le atribuí sentido con mi deseo
adolescente de haber escogido los caminos del sacerdocio, no fue así. Opté por estudiar una
carrera profesional en una universidad pública, aunque en realidad fue un privilegio haber
ingresado allí. En el texto que había presentado anteriormente precisé al respecto.

Tan cercano a la iglesia, tan esperanzado con la oportunidad de la vida, que descubrí
que servir a los demás me animaba a vivir, conectado con los demás y conmigo mismo a través
de ese encuentro con los otros fue despertando el sentido vocacional hacia los otros. En algún
momento quise ser sacerdote, mientras me preparaba para eso fui misionero rural. En esos
andares y muy cercano a los libros tuve la oportunidad de acceder a la educación superior por
un cupo de admisión especial en la universidad Nacional de Colombia.

Creo que es valioso recordar esos tránsitos realizados, esas preguntas porque el deseo
hacer para el resto de mi vida, como deseo realizarlo y si realmente esas decisiones que iba a
tomar me harían feliz por el resto de mi vida. Ahora, los años me han confirmado que podía
haber tomado otras decisiones, especialmente, si se tratara de haber buscado una profesión
más rentable o que de mayor reconocimiento si sigo en un entorno que nos mide por las
competencias ganadas o invenciones realizadas, o descubrimientos. La medicina había sido
una opción para mi madre ya que con este conocimiento podría haber ayudado a muchas
familias y comunidades marginalizadas. También, como me señalaban algunos maestros, en
especial, el profesor Armando López Arenas, decía que podía ser un talentoso abogado.
Renuncié a esas posibilidades y escogí mi propio camino, y confieso que fue con tal
inseguridad y desdén que dudé de pasar el examen.
Durante mi proceso de formación en el pregrado en Trabajo Social, tuve oportunidades
maravillosas y estoy seguro de que las aproveché según las capacidades y los recursos que
tuve a la mano, ese programa me permitió salir del país por primera vez, visitar centros
académicos de cinco países y enamorarme de los barrios, su gente y los procesos que allí
construían en sus propios lugares. Desde este andar por el mundo, las calles, los pueblos, me
he preguntado ¿Pertenezco a algún lugar? ¿Por qué esta búsqueda? Muchas veces sentí estar
en el lugar equivocado, lo sentí y lo lloré tantas veces, es por eso por lo que he nombrado este
sentir como deslugarizado, es la categoría con la que puedo condensar eso que atraviesa mi
experiencia y mi cuerpo. Para sintetizar la articulación con la encomienda anterior, traigo una
vez más lo dicho.

En distintos momentos de mi vida me sentido que no pertenezco a un lugar en


específico sino más bien a muchos lugares, y reconozco que soy donde he sido historia, por
tanto, no solo Santa Rosa del Sur, sino también Rio viejo, Bogotá, Berlín, Riópar, New York,
Veracruz, Varsovia y muchos otros lugares. Esto me ha marcado que, aunque sigo en mi
territorio de origen, siento el anhelo de partir y estar en otros lugares.

No quiero dejar pasar el momento escritural para confesar que el lugar en el que he
sido más feliz ha sido Berlín, es una ciudad encantadora, disfruto el anonimato con el cual se
puede vivir allí, pero también la agenda cultural y académica que hay todo el tiempo, y todo
tiene su proselitismo político, la lucha es permanente y no descansa. El tiempo que he habitado
aquella ciudad de historia y de lucha, de horror y amores, de cosmopolitismo increíble, barrios
enteros que transportan por todos los países y pueblos, hay allí una pluriculturalidad que
maravilla a cualquiera que la visita o la habita. De aquella ciudad tengo recuerdos muy
especiales, así como personas a quienes deseo volver a abrazar, es siempre el deseo cada vez
que los recuerdo. Frances Kregler, Luis Alfaro, Richard Orozco, Uma Alfaro, Daniel Tixi y otros.
Berlín me abrió al mundo, a los otros de una manera increíble y en especial, me conecto con
proyectos políticos de base que no imaginé. Berlín concentra a activistas y resistentes de todos
los sueños posibles y calibres pretendidos. Después de reseñar esto, me vuelve la pregunta, y
ahora, ¿A dónde voy? ¿de dónde vengo? Y ¿Dónde quiero estar?

La ampliación de mi memoria desde lo sensible

Dentro del círculo de encuentros semanales, desde donde he venido construyendo y


conectando con mis propios recuerdos de una manera no solo racional sino también sensible,
además de estar en una disposición permanente a la atribución de sentido a mi historia de
vida y los pliegues que logro identificar, noto que esto no es un acto académico estéril más,
sino que por el contrario, me conecto con la fecundidad de las reflexiones y los sentires
gestados junto a aquellas de mis compañeros y compañeras, es lo potencial de esta nueva
experiencia de formación como sujeto crítico y sensible, conectado con la raíz. A partir de lo
anterior, me permito entonces presentar los significados que pude construir a partir de estas
conversaciones y el ejercicio de narrarme a mí mismo, y así mismo planteo la vigencia de
dichos significados.

En primer lugar, una sensibilidad mutilada por los procesos de la vida que responden
a lógicas patriarcales y coloniales, así concluyo una rápida lectura de todo lo que he descrito
en este ejercicio. Además, identifico que he sido violentado por una estructura de poder que
ha venido cercenando mis posibilidades y potencialidades epistémicas, ante lo que he me
rebelado con acciones concretas como; la escucha, la lectura, la palabra dicha y la escritura
desde los márgenes y sin el permiso que esperan que pida.

Por otro lado, me encuentro como un sujeto que estudia y piensa desde las orillas,
intentando desbordar lo que ya está dado, y ahí, he podido desarrollar mis pretensiones
derivadas de la curiosidad y los temas de mi interés. Eso me tiene aquí, frente a una
computadora narrando mi vida, y volviendo a sentir lo que escribo.

Por último, quisiera decir, que todo lo que he hecho ha sido potencialmente político,
soy cada vez más consciente de eso, no se trata solo de las ideas que uno puede tener sobre
algo o cualquiera que sea la situación, se trata de las intenciones puestas en las acciones. Y la
dedicación al estudio, a la organización y la articulación en procesos sociales de base dan
cuenta de la búsqueda de coherencia. Creo que la construcción de un sentido y un
posicionamiento como sujeto político no deriva de los discursos sino de la praxis, he sido un
hombre que ha andado entre ambas circunstancias de forma dialógica.
Como un trísquele:
Acunando la conciencia, el cuerpo y el espíritu.
Participando en la construcción de nuestra comunidad de sentido Xquenda.
14 de noviembre de 2022

Introducción

Este documento es un ejercicio breve y sustancioso a través de cual busco compartir


algunas reflexiones como respuesta a preguntas planteadas por el equipo coordinador-
moderador de nuestra comunidad de aprendizaje.

Este texto está estructurado en cuatro momentos, que incluye algunas conclusiones
provisionales a la experiencia de circular poéticamente en nuestra comunidad de sentido y
aprendizaje. En el primero que he denominado la bienvenida a un círculo y la construcción
de una comunidad de sentido, en este expongo mi sentir y mis expectativas del espacio para
mí, lo que imaginaba que era un seminario propedéutico. En este momento, desarrollo la
pregunta por lo ejes analíticos identificados en el trabajo que hemos realizado hasta ahora.

El segundo momento, todos tenemos la palabra y tránsitos hacía la escucha, me


detengo a pensar por un momento lo que significado para mí un proceso de armonización y
encuentro con el otro. En este momento presento el sentido que le atribuyo al círculo y sus
potencialidades en términos de la formación de sujetos. Creo que es el momento de detallar
la experiencia metodológica y pedagógica, además, de estar cargada de sentida sensibilidad
que se ha ido construyendo semana a semana.

En un tercer momento, de lo bibliográfico a la recuperación categorial de sentido,


en este momento traigo a colación el sentido dado a las lecturas y cómo estas me han
sacudido, ya que me han movido el piso epistémico dado como cierto. También, dejo expuesto
las razones por los cuales estos textos me han tocado un poco más que otros. En este
momento desarrollo la tercera pregunta propuesta en la encomienda.

Un cuarto momento, el cual tomo libre, será para la articulación y la memoria de lo que
ha significado para mí, un joven de origen obrero-campesino y con la ilusión de transformar
la injusticia que me ha rodeado culturalmente, y no solo a mi como sujeto, sino a mi familia y
a nuestras comunidades. Es entonces, una proclama ético-política y epistémica a acunar la
rebeldía que encarno. Allí, en estas palabras, entre líneas verá un trísquele, que, para los
druidas en el antiguo mundo celta, era el símbolo no solo de la búsqueda del conocimiento,
sino que también del equilibro entre el cuerpo, la conciencia y el espíritu. Llamé a este
momento; la formación académica no parametral como apuesta ético-política.

La bienvenida a un círculo y la construcción de una comunidad de sentido

Desde el primer círculo y las maneras como nos reconectaron con nosotros mismos ha
sido de gran ayuda, no solo para la relocalización epistémica del sujeto que escribe, sino
también de los otros con quienes construiríamos nuestra comunidad de aprendizaje. La
bienvenida empezó por indagar por nuestro nombramiento en el mundo, nuestros nombres
y como a partir de este nos vinculamos con los otros. Con las orientaciones Elena Castañeda
y Jacobo Caro nos fuimos sintonizando de manera paulatina, y aún, seguimos en esa búsqueda
por armonizar porque no todos los lunes vibramos al mismo ritmo, así es la vida de compleja
y nuestras articulaciones no escapan a esta lógica de vinculación e implicación.

Para lograr la construcción de nuestra comunidad de sentido ha sido fundamental


escucharnos sensiblemente con los otros y así posibilitar un clima de confianza, de aprendizaje
y de trabajo colaborativo. Desde las frustraciones que algunos ejercicios nos han generado
como la satisfacción de sentirnos presentes en el proceso pedagógico. La comunidad de
sentido no es una categoría alejada de nuestros cuerpos, de nuestra cotidianidad y, por el
contrario, articulados flexiblemente, vamos dando forma y contenido a las conversas que nos
convocan. Con esto quiero señalar que he identificado algunos ejes analíticos dentro del
círculo hasta ahora, por ejemplo; la historicidad como lógica de razonamiento y comprensión
de los sujetos, el campo sensible como eje analítico que debe ser recuperado y resignificado
en los procesos de construcción del conocimiento, un tercer eje que identifico es la
provocación e invitación ipecaliana a lograr un razonamiento epistémico y no solo teórico,
saber que es válido recuperar categorías dadas pero no aisladas y abstraídas en nuestra
realidad, creo que este eje del pensar epistémico es fundamental en nuestra experiencia de
formación, por último, la constitución de subjetividades interconectadas con los otros, es decir,
desde la memoria ampliada y significada no desde la individualización sino desde la
producción colectiva. Rescato estos cuatro ejes, aunque pueden desde el andar con cuidado
la experiencia de estos tres meses y unas semanas más, traer a este ejercicio.

Ahora bien, desde mi implicación dentro de la comunidad, disfruto conversar las


lecturas, saberme dentro de ellas o ponerme dentro de ellas, y no siendo textos narrativos sino
construcciones teóricas y epistémicas, con esto digo que, la dinámica del círculo es poética, ya
que creo que estamos creando algo, volviendo a imaginar no solo la forma sino también los
contenidos que exploramos y situamos en nuestros círculos. No me imaginé un espacio de
formación doctoral así, al menos, tan sensible y serio, cuidadoso y desafiante al mismo tiempo.
La experiencia, dije en alguna ocasión que era terapéutica, ante esto, fui interpelado y
provocado por Jacobo, me tomé una semana para escribir algo, repensar mi manifestación
catártica y en una conversación con un amigo, caí en cuenta que lo terapéutico de este espacio,
sin simplificar este escenario, era porque allí estaba construyendo vínculos, sanando a través
de la palabra y reencontrándome conmigo mismo. También supe, que además de esto, era un
espacio de una resistencia epistémica que se estaba gestando, allí, entre idas y venidas
estamos desbordando los modos de aprender junto a otros.

Todos tenemos la palabra y tránsitos hacía la escucha

En el apartado anterior, abrí una ventana para acercarme a la concepción de lo que es


para mí un círculo o más bien, una comunidad de sentido, por lo tanto, la defino y la asumo
como un espacio sin jerarquías, permisible y democrático, así como también un escenario
pedagógico para decir y escuchar, por lo tanto, articular con los otros. Es por esto que este
espacio pedagógico, desde el rigor y la minucia académica, así como sensible es muy potente,
y quiero entonces precisar que, su potencialidad en términos de formación de sujetos deriva
en la conciencia con la que cada uno se ha ido vinculando en el proceso, como le vamos
poniendo el cuerpo a la reflexiones e interpelaciones, no como carne o contenedor de un
espíritu o el alma, sino como campo concreto e histórico, con condiciones precisas que nos
van dando un lugar de enunciación y de escucha. Contribuir a la formación de sujetos críticos
y situados exige entonces unas condiciones y medios como la palabra como vehículo de lo
íntimo. Creo que esta comunidad propedéutica, de sentido y de base, se va solidificando para
atender cuidadosamente lo que viene, lo que no se ha dado y que nos desafiará. De eso se
trata la superación diaria, la transformación y el avanzar. He titulado este ensayo como el
trísquele porque como símbolo representa la búsqueda de equilibrio entre el espíritu
(trascendencia), la conciencia (razón) y el cuerpo (sensibilidad y templo). De esta manera, creo
que el circulo es potente, y no descarto las contribuciones al cuidado de la vida desde la
experiencia sensible de aprender y conectar.

De lo bibliográfico a la recuperación categorial de sentido

Este tercer momento, en el cual rescato los textos que me han marcado y que rescato
con frecuencia, y de todo lo leído y oído, me gustaría traer a colación el texto del maestro
Hugo Zemelman; Pensar teórico y pensar epistémico: los desafíos de la historicidad en el
conocimiento social, el cual se encuentra en el libro Aspectos básicos de la propuesta de la
conciencia histórica. Ya que este texto, me hizo girar en la manera como me relaciono con el
conocimiento y con la construcción/creación de este. También, me animo a ver mi propia
potencialidad para aportar y no solo ser un replicador de lo dicho y escrito por las “autoridades
académicas”. Mi palabra tomó otro sentido, y esto es valioso para mí. Otro texto que
complementó muy bien esta lectura fue sujeto y subjetividad: la problemática de las
alternativas como construcción posible. Del mismo autor. Esta lectura favoreció mi conclusión
expuesta, y fortaleció la lógica de construcción colectiva.

Por otro lado, una entrevista realizada a Estela Quintar por Sandra Patricia Ordoñez, la
cual denominaron Cauce y río: una poética pedagógica del presente. Este texto me pareció
además de orientador, muy político y, por lo tanto, inspirador. Me ubicó y me permitió
saberme en un lugar de formación donde quiero estar. Pero esto no habría sido del todo
posible, sin la lectura de Aprender a escuchar: enseñanzas mayas tojolabales, del lingüista
alemán Carlos Lenkersdorf. El fragmento leído y estudiando me atravesó, y deje ahí eso, que
siga vibrando dentro y me permita más allá del círculo atender mi vida cotidiana. Es sin duda
otro de los tantos giros que voy dando en este trasegar del aprendizaje.

Por último, quisiera precisar que el texto Colonialidad del poder, eurocentrismo y
América Latina, del pensador Latinoamérica Aníbal Quijano, aunque no es nuevo, ha sido
maravilloso leerlo de nuevo. Este texto me parece muy interesante porque sigue develando
los caminos ipecalianos por donde nos van y vamos conduciendo al posicionarnos
epistémicamente como un proyecto intelectual y militante posible en América latina. Es desde
otros lugares de enunciación donde diremos y escribiremos nuestras palabras. Creo que el
cambio es posible decía Paulo Freire, autor con el que dialogo asincrónicamente a través de
sus textos, y la decolonialidad como lógica de razonamiento nos conducirá a ese cambio y la
utopía llegará. No quiero terminar este bloque expositivo sin enunciar que todo el material
dado ha sido provocador, transformador y muy interesante, me ha situado y me ha generado
más preguntas. Desde las lecturas y otros materiales me he implicado de una manera distinta
a como lo imaginaba antes del llegar al programa doctoral.

La formación académica no parametral como apuesta ético-política.


Para concluir el presente documento, como un añadido a este momento, me permito
exponer que siento y reconozco este proceso como algo salido de lo imaginado dentro de los
procesos académicos donde me he movido, y esto es muy interesante, si hay otras maneras
de pensar, de articular con los espacios y porque no, decir, construir escuelas de pensamiento,
no desde lo acabado, sino desde la incompletud y el permanente movimiento en el que nos
encontramos quienes asistimos a Ipecal por una formación rigurosa, sensible, critica y porque
no, ético-política.

Estos ejercicios, la escritura como praxis permanente y la lectura desde el sentido, la


conexión y la implicación del sujeto que estudia, me esperanza y anima en tiempos de
convulsión y obediencia ciega. Derrumbar las lógicas de jerarquización de los espacios de
aprendizaje nos deben llevar a la construcción de otros espacios pedagógicos posibles. Ha
sido lindo encontrarnos, compartir y construir. Que nos abrace la esperanza siempre.
Desierto
18 de noviembre de 2022

En el encuentro del día 14 de noviembre del 2022, en el círculo de estudio y escucha


realizamos un ejercicio dinámico, hicimos una creación a partir de la intervención de un papel,
luego de eso construimos una narrativa sobre el mismo. Corrugado el papel y luego, en el
ejercicio de dibujar o hacer algo con este material que se había convertido en un objeto
didáctico, primero pensé en las dunas de un desierto y este como un lugar inhóspito. Escribí
unos versos sobre el papel, como acto creador:

Parece desierto,
Donde la nada me acompaña,
Donde soy junto con la arena,
Existo en soledad
Esperanzado de un oasis
O un extraviado en este lugar.

Soy desierto,
Soy también arena,
Soy como este papel arrugado.

En el dibujo puse primero el desierto, sombreé las dunas y luego, inspirado en la nada
y en el vacío del desierto, pensé en un árbol y mientras lo dibujé, no pensé en sus hojas. Era
más bien un chamizo. Cuando compartí el sentir y el sentido de mi creación, expuse tres cosas
de mi dibujo; la primera, que me hacía recordar al principito, el protagonista de mi novela
favorita que se titula igual, del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry. El segundo elemento
al que hice referencia fue a la textura corrugada del papel y como me conectaba con lo que
denominé los pliegues de mi vida. Cada duna era asumida como la metáfora de la
configuración de un pliegue, de eso que se va ajustando según sopla el viento. Por último,
señale que el árbol fue un anexo al final, y que no tenía hojas porque a veces hay otras maneras
de ver los árboles, que se asociación a los frutos. Al menos, esto es lo que rescato días después
de la clase. Ante este ejercicio, se nos pide a los compañeros formular una pregunta a otro
presente en el círculo, y aquí viene el sentido de este escrito, la ampliación del ejercicio, mi
compañera María Guadalupe me preguntó: ¿Cuál es el significado que tiene para ti, el
colocarte como desierto, arena y sintiente como una hoja de papel arrugado?

Me colocó narrativamente como desierto porque siento una inmensidad dentro de mí,
muchas veces vacío y solo arena que se sacude con el viento, que va configurándose según
soplan los vientos, a veces me siento así, versátil pero también con poca firmeza. La arena del
desierto es fina, y con el sacudir del viento sobre la arena la ha limado dando microformas de
esferas a diferencias, de otras arenas. Es por esto por lo que me pongo en el lugar de arena,
me siento como ese desierto. Por otro lado, me coloco como sintiente como esa hoja arrugada,
porque me veo ella plegado, con las sobras hechas suavemente con el lapicero, creo que allí,
en esa hoja, me veo a través de los procesos de cambio y reajuste. Algo me tomó y me arrugó
tanto, que desplegándome he estado día a día, sombreándome y buscando luz, aunque el
desierto no hay forma de esconderse del sol. me siento muchas veces lastimado, y otras veces,
sintiendo que he avanzado un poco más.
Preguntas que amplían el sentido del escrito
La interpelación a Jacobo Caro
19 de noviembre de 2022

Querido compañero, como decimos en Chile, no hay pecado en la pregunta (o algo así
jajaja) me permito levantar preguntas que me surgen al leerlo, ¿Qué significa para Olver volver
a las raíces? ¿Con quienes te encuentras al volver? ¿Hacia dónde vuelves cuando vuelves a las
raíces? ¿Cómo transitas los silencios? ¿Cuándo callas y cuando hablas? ¿Qué significa la muerte
para Olver? ¿Cuáles son las implicancias de aquello para la vida?

¿Qué significa para Olver volver a las raíces? En primer lugar, es una búsqueda de
sentido a mi propia existencia, vuelvo a la cultura afrocampesina ribereña, busco
reencontrarme con la historia de mi familia, esa que no se ha asumido articulada y en especial,
pensada desde el vínculo, no recuerdo en mi familia hablar de la familia extensa como algo
valioso, pese a que tenemos una historia extendida en lo comunitario. Para las raíces no son
un lugar físico, sino un lugar de enunciación y existencia. De sentido vital. Mis raíces o las que
conozco y tengo acceso están en un municipio llamado Rio Viejo, de donde son mis padres,
donde mis abuelos hicieron vida. Pero poco o nada se sabe de ellos.

¿Con quienes te encuentras al volver? Cuando vuelvo a mis raíces me encuentros


historias muy interesantes desde pescadores y pequeños comerciantes como mujeres que han
sostenido hogares, han alimentado a la familia extensa cuando los hombres han caído en
enfermedad. Me encontré con mis abuelos no conocidos y de los cuales casi no hay historias,
mi padre y sus hermanos, poco sabe de la historia de mi abuelo.

¿Hacia dónde vuelves cuando vuelves a las raíces? Vuelvo hacía un lugar y hacía una
historia que aún es borrosa, la de una familia extensa con identidad afrocampesina y
pescadora. Vuelvo al pueblo de mis papás pese a que no nací y me crie allí, me siento ajeno
en mi propio pueblo en tanto no logro identificarme con la cultura de aquí.

¿Cómo transitas los silencios? ¿Cuándo callas y cuando hablas? En algún momento
de mi vida, en mi infancia y la adolescencia, cuando sentía rabia explotaba y gritaba el dolor,
ahora, me trago eso, porque no son las maneras, o cuando esa rabia la dirijo hacía alguien. He
aprendido a transitar el silencio de manera pasiva, pensativa y a veces con desconfianza. En
cambio, cuando hablo siento que transito desde la seguridad y el deseo de lo que quiero
compartir es oportuno.

¿Qué significa la muerte para Olver? Para mí la muerte es un momento de


desprendimiento de este plano terrenal, de esto que carcome y condiciona la materia. Es por
esto por lo que la entiendo como paso a otra dimensión y otro comienzo. Otra naturaleza.

¿Cuáles son las implicancias de aquello para la vida? Para mi ha implicado un


disfrute y un esfuerzo permanente para atribuirle sentido a mi vida, no siempre ha sido fácil,
sobrellevar la angustia
Olver, más allá de un nombre: escucha y subjetividad.
05 de diciembre de 2022

Para el desarrollo del presente ejercicio he escogido dos de las categorías propuestas
escucha y subjetividad, las abordaré desde lo propio recuperando las dimensiones epistémico-
metodológicas y didácticas desplegadas en el proceso de formación del círculo Xquenda.

Es así como debo decir que me atravesó de una particular manera la acción de
escuchar, ya que, oír ha sido una constante en mi vida, siento que mucho ruido llegaba a mi
cerebro y no me hacía sentido, es decir, mediaba el mundo solo con información y no con otro
emisor. Cuando hicimos el ejercicio creciente de la escucha hasta llegar a la escucha ampliada
de mi entorno, noté que hay cosas, sensaciones y lugares de frecuento que dicen algo, y que
no percibía al no atender con el cuidado, así como mi propio cuerpo. Es entonces que la
escucha no es solo la percepción de sonidos sino la atención de un algo, que brota como
mensaje y que no siempre es audible, pero si atendible. Empecé a aprender a escuchar, y se
ha convertido en un proceso. ¿Por qué un programa doctoral se centra en esto? Y en el andar
del proceso formativo fui entendido caminos que se han ido abriendo.

Cuando empecé a escuchar a mis compañeros, tuve que esforzarme porque en mi


cabeza pasan muchas cosas en simultaneo, la concentración me cuesta de sobremanera, mi
mente está pariendo ideas que abruman la nitidez con la que podría atender lo que sucede a
mi alrededor, es decir, me pierdo de la externalidad y también de mí mismo. Es un estado de
confusión producto de la circulación de información en grandes cantidades. De todo el
proceso, esto me marcó, pude escucharme en mis lugares de desorientación. ¿Cómo se llega
a una consiente en tiempos de convulsión y acelere? Yo pude lograr mi escucha conjugando
cuatro momentos: hacer una pausa, activar los sentidos, disponerme para conectar y en
especial, cuidar del silencio.

Lo primero que sucedió fue pensarme la acción de escuchar, y para pensarla me apoyé
pasando la acción por el cuerpo, esto me permitió observándome y así, entender/me cuando
creía que escuchaba, como respondía a esos estímulos derivados de la escucha y como me
conectaba con ellos. Sin duda, la escucha va develando las ideas preconcebidas o cultivadas,
me preguntaba si esto que he creído y pensado toda mi vida es mío, otro lo puso ahí, como
puedo diferenciar lo propio y lo ajeno, ese andar de la escucha ampliada me llevado entonces
a profundizar en aquello que llamamos subjetividad.

Es entonces que consideré valiosa ampliar mi sentipensar acerca de la subjetividad, ya


que la asumo como una categoría que se amplifica, ya que en ella se contiene la articulación
de sentidos y sentires, es decir, percibo que lo que es mi subjetividad es la urdimbre de lo
procesado desde el campo epistémico-sensible. Es mi mirada del mundo y también mi lugar
en el mundo, la subjetividad no se manifiesta solo el discurso narrativo, sino que también, en
el activo, el hacer. Lo que voy haciendo va dando cuenta de lo que consciente o
inconscientemente sucede en mi cabeza, y como dice un proverbio; de la abundancia del
corazón habla la boca, pues también dice de lo que emocionalmente llevo conmigo.

Las categorías han ido pasando por el cuerpo, y han posibilitado la extensión de
reflexiones, debo decir que no ha sido fácil, y, por lo tanto, ha sido un proceso de toma de
conciencia, tramitar múltiples intentos, y por supuesto, la frustración de no lograrlo como lo
espero es la razón, por la que debo volver a intentarlo. La subjetividad no solo es lo que uno
cree que lo define, lo caracteriza y simplemente, le impregna una marca personal, creo que va
más allá y hay una gran influencia del exterior, de lo familiar, lo comunitario. Somos sujetos
relacionados, influenciados y determinados, eso es lo ajeno, y en este ejercicio constante de
dialogo y escucha descubrí que está bien intentar escapar a eso, desbordar lo determinante,
ahí viene lo creador, lo nuevo. La escucha posibilita esto, y reconfigura contantemente la
subjetividad, y digo esto, desde mi lugar como escuchador y sujeto histórico influenciado,
relacionado y determinado.

Para entrecerrar este documento, como cuando uno sabe que queda algo pendiente,
en estas circunstancias, algo por decir/compartir, es que los significados que le atribuí a
muchas actividades responden a mi percepción del mundo, a lo que había asumido como
cierto y no antes había experimentado de verdad la sensación de la duda metódica, poner en
duda lo escuchado, volver a indagar sin prisa y sobre todo, sabiendo que hay algo valioso que
no perder de vista y corazón; las emociones que me atraviesan en el acto de estar y ser con
los otros. Eso ha sido un sentido dado a los encuentros de Xquenda, a este círculo de estudio
y de palabras compartidas.
Olver Palomino: una aproximación autobiográfica
09 de enero de 2023

Dijo Gabriel García Márquez en uno de sus textos tipo ensayo; “La vida no es lo que
uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”, siento que no se halla
equivocación en tal afirmación. Es por esto por lo que, para escribir mi propia historia o
aproximarme serenamente a mi autobiografía inédita, debí buscar entre los días, espacios y
momentos donde fluyera una conexión interior genuina, a partir de esta pude asumirme y
saberme emocionalmente dispuesto.

Me encontré entre el ruido de la fiesta y el deseo no saber nada de la computadora,


quería sentirme de verdad en vacaciones, desconectado de las obligaciones escolares y las
labores que se centran en la producción de capital, al menos por unos días, no quería
ocuparme de estas cosas. Lo que, si hice, entre tantos espacios de tiempo y de fugaces
conexiones fue buscarme y hallarme, saberme sensible y de una manera particular.

Entre el sol que salía en las mañanas y su ocultamiento, y llegado el turno para la luna,
me dispuse a buscarme a mí, lo hice entre mis cartas a mano, en el álbum familiar, en las
conversaciones con mi madre en el patio o en la sala junto a su máquina de coser, también
me busqué en la esquina de mi cuadra, en el barrio, en mi terraza, en una cancha de
microfutbol que queda cerca mi casa, al igual que los potreros de la loma. En esas idas y
venidas, también en las vacaciones en otros sitios, en Rio Viejo, por ejemplo, así como Bogotá,
ciudad donde estudié el pregrado. Los recuerdos de Facebook me ayudaron a sentir de nuevo
algunas vivencias. Digo entonces que volví a transitar a Olver con menores años, pero un poco
más sabio, más vivido. Me confieso entonces que, esto para mi es un desafío, escribirme
soñado y también muy real, vulnerable, con miedos y con inseguridades, es este escrito una
aproximación a mi intimidad, sabiendo que otros van a leerme, y seguramente, me harán más
preguntas, tal vez no las tenga, y no quisiera sentirme más avergonzado de no recordarme o
conocerme como desearía. Esta praxis escritural es profunda y estoy seguro, no lo dudo, de
que requiere cierto tipo de conexión espiritual con uno mismo para poner en letras aquello
que recuerdo que he vivido.

El origen

Soy el tercer hijo de una unión marital de hecho, mi madre es costurera y mi padre es
albañil, ambos han sido soporte económico del hogar, aunque la balanza ha estado
desajustada, mi madre daba más, porque ella siempre se hizo cargo de mi educación y la de
mis hermanos, la formación en las tareas domésticas estuvo a cargo de ella.

Mi mamá es de la cabecera municipal de Rio Viejo (Bolívar) y mi papá, nació en una


vereda conocida como El bebedero, del corregimiento de Hatillo, del mismo municipio de mi
mamá. Él de origen afrocampesino y mi mamá de origen artesano, aunque también había
fuerte relación con la afrocampesinidad-pesquera en nuestra familia extensa, ella heredó el
arte de la confección de prendas de vestir. Cuando se enamoró de mi papá, porque él llegaba
a la casa, él le había dicho que solo tenía las manos para trabajar y que desearía una
compañera de vida que estuviera más preparada que él para aprender y avanzar, todo se
quedó en el enamoramiento. Prometió casarse con ella, y él nunca cumplió la promesa, con
los años, mostro la fragilidad de él y su capacidad de crear y sostener vínculos, años atrás fui
muy duro con él, hoy lo comprendo más, saber más de su historia de vida me ayudado a
entender ciertas acciones e hilar un perdón para él, y no ha sido fácil, porque no habido una
vocación restaurativa. Él fue un niño que abandonó su hogar a los once años, eran muchos
hermanos en casa, tuvo que trabajar para valerse por sí mismo y quien sabe cuanta explotación
humana tuvo que soportar, aquella que finalmente terminó reproduciendo en nuestra casa,
en especial, el maltrato físico.

Ellos se mudaron de Rio Viejo a Santa Rosa del Sur en el año 1992, en el año siguiente
nació mi hermano mayor, en siguiente el segundo y en siguiente, 1995, nací yo. Tiempo
después nació mi hermana menor, en el 2004. Nací en la casa de una partera, mi madre cuenta
que cuando estaba embarazada de mí, le pedía a Dios que alargara el tiempo de gestación,
porque las tareas del hogar eran muy pesadas teniendo dos hijos más pequeños. Doña
Rosario, la partera que me recibió aún vive, no la conozco en persona, y medio distingo su
casa, después de este escrito, deseo pasar por allá, para ella, soy uno más en sus cuadernos,
habrá recibido al menos a cinco mil santarroseños, a muchos antes que el hospital le prohibiera
seguir ejerciendo como partera.

Mis primeros años

No quiero sentir de nuevo mi infancia, al menos no del todo, mientras transitaba desde
diferentes miradas a Olver, un niño inquieto y curioso, pilo y que como decimos en mi región;
avispado y que las cogía en el aire, ese mismo niño fue violentado de tantas maneras, reducido
y humillado. Me duele escribir esto, y no había pensado tanto que me pesara reconocer el
maquillaje que le he puesto a mi infancia. Podría contar anécdotas de casa y mi familia extensa,
donde mis primos me excluían del juego, así como en el colegio, mis compañeros por
destacarme en mis calificaciones, por preguntar y pasar tiempo en la biblioteca, casi siempre
tenía respuestas a las preguntas que los maestros hacían, no eran preguntas para pensar
mucho, solo de rellenar con información que estaban en las enciclopedias.

No terminé el jardín por inquieto, y en casa aprendí a leer y escribir, sumar y restar,
solo y repitiendo lo que hacían mis hermanos mayores, desde muy pequeño la curiosidad por
el mundo escrito fue latente. En todas las crisis y situaciones sentí que por lo menos tenía el
amor de mi mamá, ella pudo sostenerme durante mucho tiempo.

Recuerdo que, de niños, mi papá nos pedía siempre que le quitáramos los zapatos
después de trabajar y le buscáramos las chanclas, se comportaba con un rey, lo entendía
porque yo veía cuentos de los hermanos Grimm todos los fines de semana, entendía el
autoritarismo y lo luego, lo asumí en mi cuerpo, cuando los golpes se fueron presentando con
mayor frecuencia. Denuncié a mi papá por maltrato cuando tenía diez años, fui a la estación
de policía y conté lo que había sucedido, finalmente le dieron la razón a él, que era por mi
propio bien. Años después entendí que el sistema educativo y la estructura cultural los había
deformado así.

A los diez años, agotado del bullying en la escuela y de la violencia en casa, del miedo
de mi mamá a mi papá, de no defenderme ante los atropellos e ignominia de este, tal vez un
día de junio, cuando pronto retornábamos a clases en el año 2006, en una tarde de tanta
presión, me colgué de un laso, y desee no haber nacido, no en esta familia, no aquí, no pedí
nacer y viví un tormento, materialicé la muerte, pasó frente a mí, o al menos me abrazo unos
días, hasta cuando desperté en una clínica en la ciudad de Bucaramanga, mi papá estaba ahí,
esperando y deseando saber que había pasado conmigo, como estaría, su violencia ahora se
había convertido en miedo, lo vi en sus ojos, lo vi vulnerable y también perdido en sí mismo,
la muerte había estado de paso en casa, y no se llevó a ninguno. De este tema no se habla en
casa, solo en ocasiones lo he podido conversar con mi madre, la culpa no deja a mi padre
asumir aquel acontecimiento. En las calles de mi pueblo tuve que vivir el acoso de las miradas
y los comentarios, era el primer caso infantil de intento de suicidio que había escalado a esa
magnitud. ¿un niño tan inteligente y buen estudiante, porqué se quiere morir? Por el
sufrimiento que cargamos humanamente, y a medida que aumentaba la conciencia el dolor
también.

Las transiciones en la vida

En el colegio, me destaqué académicamente, fui desobediente y muy inquieto, ante la


presión social, empecé a guardar silencio, no decir ni preguntar tanto, me obligué a tragarme
las quejas y las injusticias, una que otra vez rompía el pacto de silencio, no podía con el
autoritarismo de algunos profesores. Poco a poco me fui desprendiendo de la idea de ser el
mejor, me hizo mucho daño, porque buscaba compañeros para competir en las olimpiadas y
sentí un deseo de demostrar que era el mejor, lo hice y cuando quise verme rodeado de
amigos, no tenía. Conservo algunos amigos de infancia, en realidad los puedo contar con los
dedos de la mano, Karina y Yeison, luego apareció en este momento de mi vida Eliseo y Pipe,
Diego, con quien iríamos juntos al seminario para prepararnos para ser ordenados presbíteros.

El tránsito de infancia hasta mi adolescencia fue de entrega plena a la iglesia católica,


participé y me entregué ciegamente a la parroquia y me subordiné a los sacerdotes, creí
profundamente en sus palabras, fui muy ingenuo y fui utilizado socialmente, a muchos les
sigue pasando. Empecé a visitar comunidades rurales siendo un misionero sin formación seria,
solo lo que leía por mi cuenta, no había interés real en brindar formación a los laicos
comprometidos, eso se traducía en más trabajo para ellos.

Recuerdo dentro de las experiencias significativas, hubo una convocatoria para un


retiro espiritual para jóvenes, con el nuevo movimiento parroquial Jornadas de vida Cristiana,
me presenté para asistir a la jornada N°1, y no fui escogido porque yo ya llevaba una vida de
iglesia, religiosamente asistía a misa los domingos y con frecuencia entre semana, colaboraba
en distintos grupos, además, solo tenía catorce años, eso fue lo que argumentaron, sin
embargo, si llevaron a varios jóvenes que tenían problemas con las drogas y el alcohol, nunca
aparecían por la parroquia. El mensaje que se envió fue equivocado con aquellas decisiones,
y yo no quería participar de eso. Finalmente fui a la tercera experiencia masculina, y en aquel
entonces, finge sentirme agradecido con lo que nos compartieron, pero en realidad, en el
fondo odié la experiencia porque todo el tiempo nos ultrajaron, a unos compañeros los
trataron de drogadictos para posar de buena moral quienes eran talleristas, en la charla de
familia, nos hacían sentir cosas horribles, que éramos malos hijos y que todo lo malo en casa
era nuestra culpa, finalmente, que debíamos buscar de Dios. Luego, en el grupo parroquial, en
los encuentros se fue evidenciando la rosca, y como esta daba chance de ocupar ciertos roles.
Con los años se denunció al sacerdote que nos dirigía por abuso sexual a menores, todo fue
una mierda disfrazada de buenas intenciones. Mi pueblo es conservador, trasladaron al
sacerdote, y luego la comunidad acusó a la joven que denunció, no fue el único caso.

Cuando ingresé a la universidad participé los primeros semestres del grupo de


misioneros universitarios, me presenté a una comunidad religiosa que por su carisma
misionero me llamaba la atención, con el pasar de los meses y las lecturas, y las reflexiones,
también como las conversaciones profundas con amigos sacerdotes, decidí apartarme un
poco de la iglesia, no me sentí pleno allí. Ahora pienso que estoy mejor así.

Cuando empecé Trabajo Social en el 2013, fue una apertura al mundo, a la ciudad, y
uno de pueblerino y montañero desconoce cosas, o cree que la gente en la ciudad es como la
de pueblo, y la desconfianza y la poca amabilidad se han ido cultivando a diario, lo entendí
después de ser víctima de un robo en el centro. Mientras estaba en Bogotá no dejé de pensar
nunca en Santa Rosa del Sur, mi pueblo, así que me inventaba excusas como seminarios o
talleres que yo organizaba, pedía colaboración a otros amigos, y era la excusa para
encontrarme con personas de la comunidad, en especial, con los profesores, llevo diez años
creyendo que la escuela debe cambiar, e intento descubrir esos caminos de transición.
Transitándome: notas de un proceso de sentido
Meta-lectura del proceso de formación
16 de enero de 2023

A la llegada

“Escuchar atentamente al otro es una manera de afirmar que estoy con el otro,
que reconozco su presencia”
Memoria del primer círculo 15 de agosto 2022

Un primer giro de conciencia no sucede propiamente en Ipecal, aun así, si de alguien


que está ligado a ella, a través de mi maestro Oscar Tibaudiza, él me provocó un montón de
preguntas y sentires que escapaban a la realidad pedagógica hegemónica o más bien,
institucionalizada en la cual me he movido toda mi vida.

Durante el tiempo que yo escribía mi tesis de maestría, tuve que transitar una vez más
una crisis de depresión por mi cuerpo, sumado a que me ahogaba en el marco teórico que no
sabía o más bien, no daba con lo esencial para ajustarlo a mi investigación, el maestro Oscar
me dijo más o menos lo siguiente; escriba, fluya y conéctese con lo que quiere decir en el
documento, la realidad no es una estatua, se mueve, las categorías no vienen de lo ya dicho,
sino de lo que está sucediendo, las categorías vienen dándose en la realidad que estudias. Eso
alivianó no solo mi quehacer académico sino también me permitió ahondar en mi mirada de
la academia, del conocer y en especial, de la utilidad de esos conocimientos que se van
construyendo. Avancé de una manera provechosa en la escritura del texto final, y en especial,
en la identificación de las categorías. A la luz de esta experiencia de formación, y por mi
curiosidad de su proceder, él me compartió su experiencia en el doctorado de Ipecal y como
éste lo había movido, era su segundo doctorado y sin duda, había potenciado su praxis
pedagógica y lo exponía cada vez más como un ser humano crítico y sensible, y, sobre todo,
uno comprometido con la transformación de la realidad sociohistórica en Colombia.

He dicho lo anterior para hacerme saber y a ustedes también compañerxs que me leen,
la razón de mi llegada a este programa de formación, me vi en la mirada pedagógica de mi
maestro, me reconocí genuinamente en las discusiones y tensiones que generamos, eso nos
ayudó a avanzar, en especial a mí. Cuando participé del círculo abierto con la Doctora Estela
Quintar, para mí fue un sin duda quiero ampliarme aquí, la sensibilidad y las críticas con la que
se abordó aquella conversación me animó. Con esto digo que, el andar del círculo ha sido una
expectativa constante, un anhelo de encuentro con los otros y conmigo mismo, los silencios y
las polifonías que se gestan me han ido conduciendo de distintas maneras.

De nuestros círculos: tránsitos polifónicos

En nuestro primer círculo exploramos nuestra presencia en el mundo a partir de


nuestros nombres, por ejemplo, mi nombre es una variación de Oliver, y en mi casa no sabían
lo que este significaba o lo que en la web se dice que significa, pero para mi familia significa
un vínculo con mi madre, ya que la intención de nombrarme Olver era porque compartiríamos
la inicial de nuestros nombres. Desde allí hay una vinculación con ella. Resonar mi nombre me
ha hecho pensar en el lugar que ocupo en la historia de mi familia y así mismo del mundo.
Preguntarme por mi nombre fue un acto de indagación por mi historia de vida desde que me
pensaron y nombraron en el mundo, también en los sentidos de mi familia y los modos de
relacionarme con los otros a partir de este nombramiento, me hice presente.

También, de nuestros primeros círculos recuerdo de manera especial el texto Aprender


a escuchar de Carlos Lenkersdorf, porque descubrí cosas que poca atención daba antes, desde
niño he hablado mucho, siempre tenía algo que decir o compartir, en mi infancia me
diagnosticaron con un Trastorno de Déficit de Atención por Hiperactividad, TDAH, y lo que
sabía y como lo llaman en mi provincia, era un peladito5 tremendo o casposo, estos adjetivos
hacían referencia a inquieto o curioso, sin embargo, no era una amable o cariñosa la
caracterización de uno, estas siempre iban cargadas de expresiones violentas, unas más sutiles
que otras. Mi mamá me decía de niño que me quedara quieto, que guardara silencio y que
escuchara, así podrían recibirme donde fuera, fue un gran reto porque no lo entendía del todo,
y en verdad debía esforzarme para atender la petición de mi madre.

Retomando el hilo de este ejercicio, llegué al espacio con preguntas, con expectativas
y con muchas ganas de crecer como académico, en un círculo dije que a veces se sentía
terapéutico, nos posibilitamos no segregar el sujeto sintiente del sujeto cognoscente, en
realidad siempre somos uno, todo se mueve y se conjuga en nosotros, eso he sentido, que
soy una conjugación de ideas y sentires, unos muy propios y otros más ajenos, aquellos que
reconozco me son compartidos. En una oportunidad, Jacobo me interpeló acerca de mi
consideración sobre lo terapéutico, él precisaba que si bien el espacio nos posibilitaba
conectarnos sensiblemente no debíamos reducir la experiencia formativa a eso, y sí que tiene
razón. No es que haya reducido o asumido el espacio del círculo como mi espacio íntimo de
terapia, pero sigue siendo esperanzador encontrar un espacio con unas cualidades muy
especiales, que potencian lo humano íntegramente. Esto me ha permitido tejer vínculos unos
más intensos con algunos compañerxs del círculo.

La escucha ampliada que me permitió darme cuenta de lo que sucede a mi alrededor,


mi casa y mi barrio, también las calles de mi pueblo, me permitió reconocer de un ángulo
distinto el lugar que habito cotidianamente. Después del ejercicio, tengo más atención a eso
que está sucediendo allí, lo que está sonando.

Cuando realizábamos los primeros ejercicios escriturales del curso, y nos reiteraban la
implicación del sujeto, me preguntaba por lo que significaba dicha implicación, ¿narrar en
primera persona? ¿textualizar tal vez desde una experiencia personal que puede terminar en
un narcisismo sutil? Con el paso de las semanas, pensé que justamente eso es lo que los
procesos pedagógicos convencionales y que sostienen el sistema hacen, nos niegan, y me he
sentido así tantas veces. Negado y minimizado, y ahora que los voy comprendiendo más, no
es posible construir un presente potencial sin la encarnación de quien habita de múltiples
maneras en tiempo lugar el presente.

Empecé a explorarme como sujeto y así mismo mi subjetividad, una urdimbre entre
lo propio y lo ajeno, tal como lo nombré en otra encomienda, desde este reconocimiento no

5
Niño-infante
solo me fui poniendo en los textos escritos sino también en las palabras dichas compartidas
en el circulo. En mis notas de clase he puesto que el sistema educativo convencional nos
conduce a renunciar a nosotros mismos, en especial, que abandonemos lo que uno siente en
el proceso y que esto, no debe exteriorizarse, haría perder objetividad. ¿acaso somos robots?
Esto es un desafío y una esperanza misma, hay otros caminos posibles y hacer tránsitos por
allí a veces nos cuesta, puesto que no podemos crear una burbuja de formación intelectual a
espaldas del mundo que sucede fuera de nuestra sala de estudio, aunque esta también sea
mundo y parte de la totalidad de este, por esto luego chocarnos con el mundo.

La potencialidad del ahora que me acoge no radica en un programa doctoral sino en


las categorías que anidan ahora una serie de pensamientos que van posibilitando un pensar
critico genuino, y estas los evidencio en mi quehacer cotidiano, afirmo esto, ya que ahora me
permito preguntarme cosas que desbordan lo ya dicho, y como diría el maestro Zemelman, lo
ya dado y aquello que me determina.

**

Cuando hicimos el ejercicio sobre la coyuntura de Chile, sentí que esta quedó
inconclusa, que no articulamos como esperamos, y así avanzamos. Noté que poco sé de los
países vecinos, de Latinoamérica, y ahora, ¿Cómo soy un latinoamericanista si no sé nada de
Latinoamérica? Pensé en los libros de historia y demás análisis de coyuntura que van
realizando los “expertos” y que desde el margen uno consume. Pero, lo que mis amigos de
distintas latitudes y longitudes en el globo me cuentan de sus pueblos, de sus vivencias y
como las elevan a análisis de país ¿acaso no es esa otra manera de enterarme y conectarme
con mi gran región? Si, lo es.

Para mí es muy especial contar con compañerxs de distintos países, ha sido un grupo
ameno y de cercanía afectiva, hemos posibilitado el dialogo crítico y propositivo. Después de
las lecturas sobre escuchar parecía que poco queríamos decir, y más bien, recibir lo que del
mundo viene, y aparece la imagen del otro como mundo, a veces nos desconocemos como
parte de ese mundo o esos mundos. Con los días y con los encuentros empecé a escuchar mi
cuerpo, a darme cuenta de detalles que no percibía antes, cuando hicimos la escucha ampliada
descubrí cosas que estaban a mi alrededor, y esto fue posible, cuando conjugado el silencio y
la atención saltaba al oído el sentido, esto como proceso cognitivo y afectivo a la vez.

Como si esto fuera una pieza de baile, vuelvo sobre los momentos que se tejían y que
he articulado con los textos que he escrito en los meses de encuentro, el texto de Hugo
Zemelman donde estudiamos las categorías del pensar teórico y el pensar epistémico, esto
fue un sentido especial, porque lo vinculé con la experiencia previa con la cual empecé este
documento, entendí el camino que empezaríamos y esto me hizo sentir interesado y en
especial, percibir mi propio potencial como aprendiz, no hemos parado de pensar
categorialmente, de hacer lectura-escucha de textos y del mundo desde allí. Sin duda, esto fue
encauzar un proceso de formación con ampliación de sentidos, puedo decir que en
términos ontológicos y epistémicos.

Durante el proceso de formación he sentido que desde distintos lugares, unos más
afianzados que otros, me he puesto frente a la realidad y que con mis propios medios y
preguntas, he podido ir llenando de contenido, por ejemplo, la historia de mi familia, así como
la ampliación de aquella historia familiar con mis abuelos y mis primos, su origen y sentidos
de existencias, nombre nuestro origen desde la afrocampesinidad, y llegué a este
nombramiento por las raíces étnicas que tenemos con lo negros que se hicieron libres en el
primer palenque de América, en San Basilio, pero perdido ese cordón umbilical con el origen
y con relacionamiento coloniales con la tierra, gran parte de mi familia extensa se ha dedicado
a labrar la tierra y vivir del campo, ese medio económico que también nos ha dado un lugar,
somos parte del pueblo negro en Colombia y estamos ligados a una actividad económica que
pareciera que se hubiera andinizado y que además, perteneciera como nombramiento solo a
los mestizos del interior.

Este transitar la experiencia de formación me ha llevado por la develación de la lógica


de construcción de los documentos, que son al final, una manera de ver el mundo, así que
exploro mis creencias y certezas con las que creo que lo veo. Ahí encuentro un movimiento,
muy íntimo, por ejemplo; durante muchos años fui muy cercano a la iglesia católica, en mi
adolescencia me postulé para recibir formación en un seminario provincial, ahora, consiente
de las dinámicas de colonización ontológica, me niego a aceptar que esta es única y verdadera
vivencia espiritual, ya había otras maneras previas a la invasión española y portuguesa a
Latinoamérica. No digo que soy ateo, pero si me hago otras preguntas y le encuentros otros
sentidos a la instrumentalización de la fe de las personas. A partide esto, me permito retomar
una nota de mis apuntes, (no estoy seguro de su literalidad); plantearse problemas a partir de
lo que observamos, pero sin quedar reducidos a lo que observo, es necesario ir a la profundo
de la realidad, allí reconocer esas potencialidades que se ocultan. Recuerdo cuando hablamos
de la punta del Iceberg, zambullirnos en lo profundo para no razonar ingenuamente.

Categorizar el proceso: anidando los sentidos

El proceso fue insistente en el pensar categorialmente, anidando así nuestras lógicas


de razonamiento, recogimos varias categorías que se fueron gestando en el proceso, entre
estas derivadas de nuestras historias de vida; en un momento yo planteé la interdicción entre
lo propio y lo ajeno, ya hablé de esto un poco en el documento, pero lo retomo porque si
habla de mis cruces, de esas intersecciones que me permiten reconocerme con los otros.
Empecé entonces a cuestionarme por aquello que me determina y a explorar salidas a esto,
ahí fui descubriendo caminos del pensar, y entendí que dicha operación cognitiva se evidencia
en nuestras acciones. Es difícil, en un pueblo pequeño, tomar una postura política basada en
una lógica de razonamiento que sacuda el orden establecido por unos pocos gamonales, hacer
preguntas incomodas en voz alta también pasan factura, cuestan y socialmente, se lo cobran
a uno. No es un mero ejercicio académico porque donde sea que esté transitando estoy
tejiendo pensamientos, y subvertir el orden, no como un acto de heroísmo, sino como un
compromiso ético-político con el mundo posible y pensando, va haciendo el cerco más
pequeño y estrecho. Aunque desee cambios, como se dice popularmente, una sola golondrina
no hace llover.

Conocer como acción que estimula la atribución de sentidos, solo aquello se va


conociendo es a lo que podemos ir nombrando y atribuyéndole un sentido o múltiples
sentidos, por eso sentí que este curso ha sido una multiplicidad de miradas, de uno mismo,
de los otros, de lo que nos rodea, de la historia como una urdimbre de pensamientos.
Recuerdo que en un círculo Hugo nos dijo: “cuando uno está feliz, uno oye la canción, pero
cuando estamos tristes escuchamos la letra” esto me marcó, porque hice el ejercicio de
recordar si las veces que he escuchado la letra de las canciones había estado feliz, y no recordé
ningún momento. Mis emociones si influyen en cómo me conecto con lo que sucede en la
externalidad.

Por otro lado, quiero compartir que, en estos cinco meses de estudio compartido, he
percibido que, si hay un cambio en la perspectiva de realidad, la nombro y leo distinta debido
a que las búsquedas están puestas en lo no nombrado o indeterminado, a veces es una
pretensión de aprendiz, aportar un nuevo sentido a lo que va sucediendo. Ahí identifico un
movimiento de mi lógica de razonamiento, se ha ido transformando el concepto de la realidad,
está ya no es para mí, sino que se está dando ahí, y que ha sido atravesada por una
multiplicidad de valores, creencias y certezas.

A propósito de las certezas, quiero articular la memoria como categoría que me mueve,
lo que recuerdo y la atribución de sentidos que se van vinculando con el presente, pienso
entonces que lo que ha sucedido en mi vida, no son hechos aislados, sino que se van hilando
junto con la ya dado, ahora, hacer memoria es lo que me ha permitido un grado de mayor
conciencia de lo que sucede en el presente.

Para finalizar esta aproximación al proceso, quiero agradecer al círculo por la categoría
corpografía ya que, que con ella he realizado el tránsito de las últimas sesiones y de la vida
misma, siento que en el cuerpo voy poniendo todo, escribiendo sobre él como una pizarra ya
rayada, pero que aún quedan espacios vacíos y que se pueden componiendo de sentidos. Mi
categoría en aquel circulo fue desierto, me sentido como una inmensidad dentro de mí, un
espacio con múltiples direcciones por transitar, en especial, porque a veces me he sentido muy
solo, y he transitado en solitario y en silencio. Creo que cuando hablo, estoy en una estación,
en una pausa. Como esta memoria ampliada del proceso formativo.
¡Al árbol que más frutos da, más piedras le tiran!
Santa Rosa del Sur, Bolívar, Colombia.
12 de febrero de 2023

Este ejercicio escritural me sitúa en algo que me hace transitar sensaciones corporales
de todo lo que implica ser Olver como sujeto histórico, soy yo quien hoy se hace metáfora y
se vivencia desde ese lugar que condensa la sabiduría popular, tal vez, como un autoengaño,
asumirse como el árbol que da frutos y por eso, sentirme atacado en diversos escenarios. De
niño he escuchado que; “el árbol que más frutos da, a ese es al que más le tiran piedras”, en
estos días he rumiado esta expresión popular.

Soy asociado de una cooperativa que el próximo sábado, 18 de febrero, va a elegir


nuevamente a sus delegados, somos treinta y siete mil asociados y solo podrán ser delegados
ochenta personas que serán escogidos por voto popular. Actualmente, sirvo desde ese rol.
Como novato en el cooperativismo me he hecho preguntas para mejorar el servicio en la
cooperativa, así como también la estructura de la organización, también la cultura
organizacional que allí se maneja, y he encontrado vacíos y contradicciones en la praxis. Lo
anterior me ha motivado a liderar una plancha y ser la cara visible de una campaña que le
apuesta por el relevo generacional. Algunos asociados no están interesados en aportar, solo
en percibir un obsequio que nos entregan por participar de la asamblea. Cuando lanzamos
nuestra campaña, luego de publicar una historia en Facebook, mi red social estalló de visitas,
fuera de la común y la razón: el relevo generacional, vota joven.

Algunas personas que llevan décadas allí, como delegados y también dirigiendo la
entidad, no quieren ceder, no quieren dar espacio a nuevas miradas y menos a preguntas
sobre lo que se ha hecho. Las preguntas incomodan, dar explicaciones que durante mucho
tiempo nadie ha pedido también, y parece ser que, cuando los cuestionamientos provienen
de un pelao’, se asume dicha interpelación como una acción desafiante, sin embargo,
nombrando el cuestionamiento como una falta de respeto hacía quienes han dedicado
muchos años y a la misma experiencia, se logra desviar la atención de lo importante o de lo
que realmente se cuestiona, la práctica y no a las personas. Es entendible en una comunidad
con posturas adulto-céntrica y conservadora, quienes se han anclado en una conveniente
tradición.

Mi curiosidad como postura política

En mi experiencia, he llegado a considerar que las preguntas que han sido pensadas
con cuidado, no se pueden responder fácilmente, y cuando alguien pregunta, es porque este
está pensando. Luego de anunciar la lógica con la que quiero introducir a la curiosidad como
postura política, me afirmo entonces, como un sujeto curioso y que reconoce que sus
preguntas responden a una mirada del mundo y también, a unos anhelos de transformación.
Considerando lo anterior, soy el sujeto en medio de todas las articulaciones de sentido
que las personas han hecho alrededor no solo del slogan de campaña sino que también de
quien lo encarna. El imaginario social de lo que es Olver, lo que dicen que ha sido. Lo que soy,
o creen que sea.
Me he sentido frustrado y en algunos momentos burlado, lo que en el fondo me ha
hecho sentir así es que aún ningún opositor a dicho algo en mi presencia, evitan las
conversaciones y las defensas, uno puede entender que es fácil atacar a quien no está
presente, pues no habrá contradicción alguna, no habrá quien refute y defienda una posición.
Prefieren usar dispositivos de comunicación como el rumor y los comentarios malversados
para sembrar cizaña, es una pena, que no hay competencia sensata que asuma la campaña o
el debate de ideas de manera abierta y de frente. Al sujeto indisciplinado bajo la lógica del
poder hegemónico, al no dominarlo, es mejor hacerlo a un lado, anularlo, en este escenario
concreto, es con la no escucha y la indiferencia a lo que se diga. Las mayorías en la democracia
tienen una razón que responde a los intereses de quienes logren seducirlos a través de
beneficios, o con la esperanza de obtenerlos. Mi curiosidad me ha llevado a indagar las razones
por las cuales, quienes han estado tanto tiempo, no ceden el poder, el espacio y la voz.

En el patio de mi casa hay un palo de mango

Desde mi cuarto veo a mi patio, y allí tenemos un árbol de mango, casi todos los días
observo como va floreciendo y se van formando algunos frutos, me emociona el proceso de
cambio, con estos meses de reflexión, reconozco que mi mirada percibe con más detalle lo
que sucede a mi alrededor, a lo que no está en el lugar donde lo había visto, estoy atento,
mientras espero, con el pasar de los días veo que va tomando más fuerza el árbol, así como
yo, en el propósito de ocupar una curul de delegado en la cooperativa, al final, lo que busco
es aportar y deseo sumar desde mi conocimiento. Ojalá vieran eso como valor propuesto a la
colectividad, a veces la mezquindad no nos permite apartarnos de ciertos procesos, yo lo he
vivido y me ha costado apartarme de procesos.

Las tensiones por el poder, que son propias del orden social y de la coexistencia entre
nosotros nos llevan a posicionarnos, eso he hecho, y hoy, en un ejercicio concreto, estoy
haciendo. No solo propongo una participación en el proceso, sino que deseo y ofrezco la mía,
caracterizada por el rigor, el pensar crítico y propositivo. Nuestra cooperativa tiene 55 años de
historia, y lo que hoy sucede allí, es la acumulación de prácticas históricas, por sujetos
concretos y con capacidades específicas. Hoy el presente nos desafía y nos exige desmantelar
lo dado por la costumbre, por algunas, pensarlas y responder si estas atienden a la realidad
del ahora.

Ahora bien, ¿Cómo significo mi presente a partir de este ejercicio de participación en


la contienda electoral? Desde las capacidades adquiridas, desde un saber vivenciado y
atravesado por mi afecto articulado con quienes me han rodeado, con quienes nos sumamos
en las acciones, también desde mi sueño de cambio, de mejorar los procesos dentro de mi
organización, de nuestra entidad. ¿Soy capaz de reconocer mi potencial? ¿Los otros lo hacen?
¿Por qué no me siento valorado? A veces, pareciera que el desánimo diera frutos en mí y me
arrebatara la esperanza de querer servir, es una razón de ser para mí.

Lo que guardé para mi

La rabia me hace sudar, me tiro del cabello, y luego siento que vibra mi cuerpo, se
sacude tanto, que salgo a caminar para calmarme, me da ansiedad no saber quién es la
persona que no es honesta, que finge ser aliado o al menos, un contendor respetuoso de las
buenas prácticas de oposición.

Mientras escribía esto, pensé en la herida del rechazo, el miedo a quedar en ridículo y
también a no sentirme valorado. Pero, también, me sentí contradictorio, porque por un lado,
presto atención a comentarios que no asisten mi presencia y que esperan que esté en reposo,
con la guardia abajo y ahí, es cuando siento las piedras, me siento como ese palo de mango,
que dando frutos, esperan la hora para tirarle. Al final deben reconocer que el fruto no se
obtiene por la roca que lo tumba de las ramas, sino del árbol que lo ha gestado y lo seguirá
haciendo. Me siento vivo, y me siento dado, dándome y al final, esto es un sentido de vida
para mí.
La vida está llena de tránsitos
Santa Rosa del Sur, Bolívar, Colombia
25 de feb. de 2023

Madurar la sensibilidad intelectual

Han sido días de emociones encontradas, la semana pasada estuve celebrando el


triunfo de dos curules en la asamblea de delegados en la cooperativa de mi pueblo, hubo un
buen respaldo y la alegría superó las expectativas, luego de las elecciones fui a trabajar en la
corrección de un trabajo de grado, estuve feliz hasta cuando empecé a revisar las
recomendaciones que hacían los tutores; la impotencia y la desconexión con ese mundo
académico centrado en parámetros que anulan la creatividad y la verdadera vocación por los
temas de interés de quien escribe, así como la expresa solicitud de escribir de manera
impersonal. ¿Puede alguien enajenarse de su producción intelectual solo para que parezca
más serio y académico? Me contó la estudiante que le dieron un tema y unas tareas por hacer,
sobre esto debía realizar “su” trabajo de grado, poco tenía que ver con lo que estaba
estudiando, pero si tenía mucha relación con un contrato que su universidad había firmado
con la gobernación de dicho departamento donde queda su universidad; concluí que los
estaban usando como recolectores de información y tal vez, sacarían provecho de algunos
análisis hechos con desgano y sin vinculación alguna del sujeto. No había motivación e interés,
era válida tal postura, en realidad lo es.

Mientras le hacía una sugerencia respetuosa, y en especialmente centrada en lo que


podría potenciar su aprendizaje, es decir, que fuera útil para ella mi orientación, la estudiante
confundida y angustiada por la calificación y la posibilidad de graduarse o no, no paraba de
repetir que eso no le gustaba a la maestra, que no le aprobarían su trabajo.

Por anterior, sentí vergüenza ajena y frustración en un primer momento por las
dinámicas que son hegemónicas dentro de la academia, en las maneras como se forman o se
consignan saberes que deben dar una rentabilidad económica a alguien. No es el primer caso
que conozco donde los estudiantes terminan siendo instrumentalizados por maestros y
maestras veteranas en el mundo académico, con un sin número de artículos, capítulos y libros
publicados a costa del trabajo de los pupilos.

Luego, pensando en mi quehacer, de escucha y orientación, me volvió la esperanza de


saber que al igual que yo, hay otras personas pensando y haciendo procesos de formación
que rompen con las lógicas bancarias y utilitaristas de los sujetos que convergen estos
escenarios de discusión, formación y aprendizaje. Reconocerme parte de un camino distinto y
más sensible no solo me da cierta esperanza, me afirma en una esperanza alegre. Es por esto
por lo que, en esa escena de angustia de la estudiante, no me vi, ya no es mi realidad individual,
estoy en este transito consiente de entenderme y asumirme desde otro lugar. Sin embargo,
no era evitable sentir consideración por ella, al final el mercado de los títulos académicos juega
con eso, con el miedo a no ser nombrado desde un lugar de saber y por lo tanto, sus
condiciones de vida, poco o nada podrán mejorar.
Ahora bien, estos caminos transitados los vivo con cierto grado de conciencia, eso ha
significado darme cuenta de lo que sucede en mi proceso de formación y de autogestión
intelectual. En mi presente, soy más autónomo y seguro al escribir y decir lo que pienso, he
recuperado mi autoestima como ser humano a través de la escritura y la lectura compartida
de lo que he escrito, es bueno saber que otro me lee, como también conectarme con otros a
través de sus escritos, especialmente, aquellos que se evidencian desnudos de toda pretensión
narcisista o de esnobismos según el título académico que se ostenta.

Al final, cada vez que escribo las encomiendas u otros textos, siento que no solo pongo
mis reflexiones epistémicas, teóricas y ético-políticas, sino que me pongo ahí, hago visible mi
lugar de enunciación como primera persona que escribe, y me resisto al despojo de lo que
soy en mis textos. Firmo sin dudar lo que escribo, lo que reclamo y promuevo su circulación
libre.

****

La muerte es un instante dentro de la vida, la cual es todo.

Los cambios que suceden repentinamente nos sacuden, nos hacen perdernos de
horizonte, a veces nos derrumban, no hay certezas o absolutos en la vida, la vida sigue
fluyendo y la muerte no se aparta de este flujo, hacer parte de esos tránsitos, no acaba con la
vida como atribución de sentido, la suspende y la lleva a otro plano. Les comparto esto, porque
esta ha sido la bajada de mi alegría, el lunes, cuando no nos encontramos en el círculo, asistí
a una reunión con unos amigos del grupo político donde he aportado, todo se dio en la casa
de Euclides Marín (QEPD), allí conversamos sobre nuestro sueño de comunidad.

Al día siguiente, siendo las 7:10 pm del 21 de febrero de 2023, cuando atendí el
teléfono una noticia que me dejó sin aire y me sacudió por la nostalgia al enterarme que dos
amigos, Don Euclides y Jorge, habían tenido un accidente de tránsito, Don Euclides había
muerto allí, sin darse cuenta tal vez que la muerte lo abrazó y nos dejaba solos, a su familia y
a sus amigos, al proceso.

Esa noche no podía dormir, estaba consternado y solo repasaba nuestra última
conversación en su casa, lleno de vida y sabiduría, de sueños y esperanza alegre, se había ido
un amigo. Para aliviar mi pena, escribí una nota como catarsis, llamé al escrito La muerte de
Euclides Marín, en aquella nota dije lo que sentía de su muerte, y como recordaba su vida.

Ayer, el 24 de febrero, fue su funeral, vino su hermano de Guatemala, su exesposa y su


hija menor, su otra hija, la más cercana a él, no pudo asistir porque migró de forma irregular
a los Estados Unidos, mientras imagino su dolor, suena en mi mente el coro de la canción
Jaula de Oro de los Tigres del Norte, una banda mexicana muy popular en nuestro medio
social:

“De que me sirve el dinero | Si estoy como prisionero | Dentro de esta gran nación |
Cuando me acuerdo hasta lloro | Aunque la jaula sea de oro| No deja de ser prisión”.

La muerte nos arrebata a nuestros seres queridos y las ausencias se sienten, pronto
nos van apretando el pecho y exprimiendo el alma hasta brotar lágrimas. Me duele su muerte,
y la de muchos grandes lideres en mi comunidad, especialmente, cuando uno hallaba consejo
en sus palabras. La noche tiene su fin y el sol vuelve a salir, las tormentas siempre pasan y
mientras tanto, la espera paciente y la meditación, nos va cobijando, lo hace conmigo. Que
todos, quienes hemos sufrido esta pérdida o la pérdida de un ser querido, encontremos fuerza
y amor en quienes aún vivos, nos abrazan, no importa la distancia, la doloridad hace fecundo
al amor, y este así nos sostiene.
Hasta allí…y de nuevo ahora.
Ampliación de conciencia a través de la relectura de textos propios
27 de marzo de 2023, Santa rosa del Sur, Col.

Para iniciar este texto quiero contarles que he rumiado no solo lo escrito y dicho en el
círculo, sino que también y de manera especial; lo sentido. Es un repaso sensorial incomodo,
realmente negado. Me pregunto por las razones por las cuales en nuestro circulo cedemos a
la evidencia de nuestras vulnerabilidades, nuestras memorias intimas, y claro, rápidamente
echo mano a una definición del círculo como un espacio seguro, el cual hemos construido
entre todos y todas, sin embargo, no dudo que aún hay cosas que guardamos para nosotros
mismos, o al menos eso hago yo, lo confieso, no es un lugar cómodo para mi evidenciarme
vulnerable, el problema no es sentir la vulnerabilidad, sino más bien que otros lo notan y eso
en algún momento puede condicionarme, es por esto que creo que habrá tiempo para seguir
desnudando la memoria de lo sentido, en especial, aquello que aún nos duele.

Es de este modo que, cada vez que compartimos nuestra vida privada y nuestras
historias, nos disponemos a un encuentro genuinamente humano, lejos de las narrativas
repensadas o mediatizadas por una validación de una calificación o un rol de poder que juzgue
como buena o mala nuestra historia. Con este proceso de transitar las emociones en el
presente, sabiendo que también han sido configuradas por el pasado que nos ha abonado,
digo entonces que ahora van floreciendo los sentires y pensamientos como en tiempos de
primavera, así, sutilmente esa gesta nos va llenando de colores las memorias.

Quiero decir entonces, para introducir esta reescritura que junto a los otros y otras del
círculo he estado descubriendo y al mismo tiempo transitando caminos para sanar. Siento que
esta es una gran ganancia para cualquier ser humano en formación, para mí lo es, en una
ocasión ampliamos la noción de lo terapéutico del círculo con Jacobo, y precisamos que los
círculos no se quedaban allí, que había otras ampliaciones igual de valiosas para quienes
participamos. En este mismo sentido, quiero señalar que, a través de estos espacios de
formación académica que hacen un énfasis en la formación humana desde la conciencia
histórica, critica y sensible, la cual nos ha permitido un acercamiento desde nuestras historias
de vida, sin duda, atravesadas por la doloridad que nos va conectando de manera especial.

Además de lo anterior, quiero compartir con ustedes que, estas semanas he estado
leyendo una novela de Michael Ende, se titula Momo y es sin duda una joya literaria, de esta
historia me ha llamado la atención un fragmento que conectó con nuestro circulo,
puntualmente es sobre la cualidad de escuchar y los efectos de sentirse escuchado.

Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar. Eso no es nada
especial, pensará tal vez algún lector; lo puede hacer cualquiera. […] Momo sabía escuchar
de tal manera que las personas con pocas luces de repente tenían ocurrencias brillantes.
Y no es que ella dijese nada o hiciese preguntas que inspirasen en sus interlocutores tales
pensamientos; no, ella tan solo permanecía ahí sentada y se limitada a escuchar con gran
atención e interés. Mientras escuchaba, miraba con sus ojos grandes y oscuros, y el otro
sentía como de repente surgían de su cabeza pensamientos cuya existencia nunca hubiera
sospechado en su interior. Sabía escuchar de tal manera que la gente confusa o indecisa de
improvisto, sabía exactamente lo que quería. O de modo que las personas tímidas se sentían
de golpe libres y valerosas. (Ende, 2015, p. 19-20)

Con este fragmento volveré a releerme y claro que, a reescribirme, ampliar los dos
textos que he presentado a este círculo, el primero que nombré ¡Al árbol que más frutos da,
más piedras le tiran! Y La vida está llena de tránsitos.

Cuando conversamos en el circulo sobre mi texto, hubo algunos interrogantes que ha


partido de la atención e interés que han manifestado mis compañeros y compañeras, por lo
que he intentado recuperar algunas preguntas que me han formulado para ampliar el texto:
¿Cómo se percibe Olver en el contexto de la movilización política? ¿Cómo aprender o
evidenciar otros lenguajes? ¿Qué me atrae o me moviliza hacía lo político? ¿Qué me genera
rabia en el contexto político? ¿Cómo proyecto esa rabia? ¿Cómo me reciben? ¿de qué manera
podría pensar o sentir la incomodidad como postura política? ¿Cuáles son las raíces del miedo
o la rabia del Olver líder? Por último, ¿Cuál es la necesidad de exponerme si esto me produce
miedo? Las anteriores preguntas, fueron recuperadas en mis notas de clase.

A continuación, en las mismas notas, apunte un párrafo como respuesta, y quiero decir
que al leerme me ubico en un momento de afán por hacerlo.

El miedo que me moviliza es un miedo histórico, es saber que me enfrento a fuerzas


históricas establecidas, también al rebelarme ante la violencia de mi padre porque la reconocí
como injusta e inmerecida, estos escenarios en mi propia casa me han llevado a gritar rebeldía
y justicia, a trabajar por ellas. Estoy seguro de que, como yo hay otros con miedo, con voces
silenciadas y que aún siguen negándose a sí mismos, lo digo, porque muchas veces me he
sentido así. Solo resuelvo el pasado con calma y sin afanes, incomodo-dándome también
como un arqueólogo, uno va descubriéndose entre ruinas, despolvoreando con mucho
cuidado, una vez sospechamos un hallazgo, algo se nos pone en el pecho, nos va apretando,
esa es la memoria de nuestra energía, así me sentí hoy, conectado con la energía y la escena
del Olver, siendo un niño, maltratado por su padre, aún con miedo, lo vi valiente y rebelado.
Esa energía, esa memoria me desbordó y fluyó tanto, que la voz quebrada y las lágrimas
lavando el dolor rememorado y el aire ahogado, sentía vergüenza contando mi dolor, esa
misma intentaba ahogarme. Así que, asumí que la fragilidad humana no me excluye, y esto
me ha dado sentido.

Al anterior texto, escrito a la primera en esa clase, aun vibrando con el dolor en el
pecho, hoy, conmovido por otras reflexiones, manifestaciones del inconsciente a través de
sueños y visiones en las meditaciones, he sentido que como Momo, en el circulo me escuchan,
no son las preguntas las que hacen uno encuentre luces brillantes donde habían emociones
confusas, memorias borrosas o que simplemente, mi cerebro, va guardando en la sección del
olvido, hurgando uno va redescubriendo, recordando uno va pasando por el corazón y el
cuerpo lo vivido. La rabia proviene de la idealización del activismo, porque uno cree que puede
salvar al mundo, los superhéroes me hicieron creer eso, sus historias también de miedo,
abandono y justas causas me han inspirado, es el dolor el que los ha movido a trabajar por la
justicia, no siempre mostrando el rostro, sino poniendo por encima de todo el bien superior.
Decidí que no voy a aspirar a la alcaldía de mi pueblo, no creo que sea el momento y he
decidido transitar mis emociones con calma, con conciencia y en especial, con amor. Saber
que debo sanar carencias y heridas, porque el poder en manos de una persona que se enuncia
desde el dolor puede terminar creando monstruos, la historia lo ha documentado con muchos
casos de lideres políticos. En palabras de Erwin Fabián García López; “un niño que haya sido
amado, reconocido, respetado y cuidado de manera intensa, tendrá una adolescencia menos
dolorosa, será tranquila, así como también, evitará causarse daño así mismo u otros”. Esto me
ha resonado, porque también en algún momento he tenido practicas autoritarias e
instrumentalizadoras, ahora me doy cuenta con mayor claridad de eso.

Si bien me han preguntado por el miedo o la rabia, o el sentido de exponerme, si hay


búsquedas por amor, reconocimiento y respeto, no siempre lo tuve en mi infancia, uno valida
la crianza que uno recibió afirmando que no había para más, esa era la capacidad de nuestros
padres y madres, y cuando reviso la historia de vida de ellos, encuentro eso que también he
deseado para mí. Mi abuelo materno abandonó a mi abuela, nunca se hizo responsable de las
necesidades básicas menos de la crianza, siendo esta una práctica consiente, mi abuela
materna hizo lo que pudo con cinco hijos que crio, mi tío Edwin, el mayor fue criado por una
tía que tenía medios económicos y nunca tuvo hijos. De la familia de mi padre, poco se sabe,
nunca se ha hablado de ellos, son catorce hermanos y tiene poca o nula comunicación con
ellos, mi padre se fue de su casa a los once años y tuve que valerse por sí mismo. Vivían en
una finca en extrema pobreza, fue explotado laboralmente cuando era niño y terminó de
jornalero en la Sierra Nevada de Santa Marta. Mi abuelo Sebastián, el papá de mi papá, no
tuvo una relación cercana con sus hijos, con ninguno. Todos huyeron a temprana edad de
casa. Creo que mi papá debe cargar con un profundo dolor, nunca experimentó a su familia
como una familia, más bien como unas personas que compartían techo y comida. Su
paternidad estuvo basada en eso, ofrecer lo mismo, y algo que repetía como un mantra sin
ejemplo; estudien para que sean alguien en la vida. No quiero ampliar más sobre mi familia,
al menos no ahora, lo que tengo claro es que he heredado practicas o códigos que he
replicado, espero seguir escudriñando para darle sentido a eso que he venido recibiendo de
ellos, y toda mi familia extensa. Cambiar el mundo no será posible, al menos quiero que el
mío, sea sereno, tranquilo y de pleno bienestar, también deseo esto para quienes están a mi
alrededor.

Para cerrar este texto, quiero en principio decir que las memorias ampliadas requieren
sentirse escuchado y que el otro que lo lee a uno, realmente está interesado, desnudar el dolor
no una tarea fácil, exige una preparación emocional y una valentía que nos desgarra poner en
palabras nuestro dolor, nuestra intimidad y también, la aceptación de nuestras aberraciones
inmorales, nuestras acciones con las que hemos dañado a otros. Asumir ese lugar del causante
de dolor sí que es complejo, no con orgullo lo reconocemos y la humildad genuina nos
conduce a caminos de reconciliación, primero con nosotros mismos antes que con los demás.
Segundo, que la energía que transitamos hacía los demás, pasa primero por nosotros, y
compartir nuestras memorias no escapa a ese sentir energético, a esas descargas que nos
configuran el aura. Las memorias de profundo dolor exigen ser escuchadas con delicadeza,
con amorosidad y sobre todo, con le profunda esperanza que todo podrá ser y estar mejor
para quien nos lo ha compartido. Espero que lo lean así, porque así los leo siempre. La
doloridad nos va juntando y nos transforma en los círculos de escucha.
Ve a casa: la no pertenencia y el destierro
17 de abril de 2023

Antes de decir cualquier cosa sobre lo que voy a abordar en este escrito, me recuerdo
a mí mismo y también a quien me lee, que en realidad no hay cualquier cosa dicha, siempre,
allá en el fondo, habrá una razón para decir lo que se dice, así como la forma como esta es
dicha. Es así como, de este modo, somos invitados a escudriñar las razones que empujan la
acción comunicativa para que esta se realice de cierta manera y no de otra. Hacer esta
indagación con la debida sensibilidad, tacto y prudencia, no solo pondrá al oyente en un lugar
racional frente al otro, sino que también, en el campo interrelacional de lo sensible.

Ahora bien, en este apartado, recupero las ideas fuerza como lo indica la encomienda
de un fragmento del texto “El gusto de lo secreto” una conversación entre Jacques Derrida y
Maurizio Ferraris. La fracción de la conversa leída abordó la pregunta ¿Qué hacer con la
singularidad en esta experiencia del pensamiento? ¿Y qué sucede con la relación entre vida,
muerte y psyché? Esta lectura, que me lleva a otra época, y no solo a las circunstancias que
describen en lo plasmado allí, sino que pude hacer unas conexiones por semejanza con mi
propia historia de vida, en otras palabras, también lo leí en perspectiva de mi época.

A continuación señalaré algunas ideas fuerza y categorías que descubro en el texto así
como a otras que he nombrado a partir de mi vinculación con el mismo. En primer lugar, la
vida del sujeto vista como un todo, y la imposibilidad o más bien, la equivocada interpretación
del sujeto fragmentado. Esto lo digo a partir de la reflexión que se hace sobre la biografía
intelectual y la no intelectual, entre lo consiente y lo inconsciente.

Una segunda idea fuerza, la cual, para mí, fue inevitable no pensar en otro texto que
yo había escrito; la condensé en la noción de lo propio y lo ajeno, visto como si esto fuera una
disyuntiva, considerándolo necesario me atrevo a citar un pedacito del texto, para precisar
esta idea.

Tenía la sensación de que esa lengua [el francés], la única mía, había llegado de otro
sitio. Y el momento en que fui excluido de la escuela debe de haber agravado este sentimiento
de ajenidad, de exterioridad, de no pertenencia, ya en la lengua, ya en la referencia a la
literatura, al modelo de buen hablar y de las bellas letras.
Digo que estas dos ideas me han hecho sentido y me han provocado sensaciones de
memoria y de racionalización de lo leído, me encuentro con un Jaques Derrida niño, vulnerable
y expuesto, también rechazado y sobre todo, un niño que no comprendía del todo lo que
sucedía a su alrededor.

Vinculación con lo leído

Cuando tenía cuatro años le dijeron a mi mamá que me llevara a casa y no me enviara
más al jardín, así sucedió y mi mamá se hizo cargo de mi formación inicial. Aprendí muy rápido
a leer y a escribir, explorando en los cuadernos de mis hermanos mayores.

Cuando tuve ocho años, mientras cursaba tercero de primaria, en la escuela volvieron
a decirle a mi mamá que no me enviara o que era mejor cambiarme de escuela. Volvió a
suceder, fui a la escuela después de pasar unas semanas en casa sin ir a estudiar, y mientras
eso sucedió emprendí vendiendo bolis de mango, de esos que iba a buscar en los potreros
del barrio. Mi mamá al ver la situación decidió con esfuerzo económico enviarme a una escuela
adventista, por cierto, era privada, para que terminara el grado tercero. Allí recibían a todos
los menores que teníamos “dificultades”, solo pude estar allí los meses que faltaban porque
mi familia, en realidad mi mamá no tenía como pagarme la pensión.

Al volver al sistema público procuré no causar molestias y avergonzar a mi madre con


las citaciones al colegio por mala conducta, nunca hubo un llamado de atención por
cuestiones académicas. En esta nueva escuela, tuve que transitar momentos de abuso
emocional por parte de mis compañeros y de algunos maestros. Sufrir, soportar y aguantar el
matoneo en la escuela no tuvo una larga duración. Fue tanta la presión del matoneo, que me
sentí empujado por el desespero a intentar suicidarme cuando tan solo era un niño de diez
años, cursaba quinto de primaria. Fui el primer caso en mi pueblo de intento suicida de un
niño. Después de todo el drama que viví y vivió mi familia cuando salí de la clínica, luego de
pasar muchas estaciones para volver a vida normal de un niño. Vinieron multiplicadas las
palabras de juicio, burla y matoneo, ahora me perseguían con las preguntas; ¿porque lo había
hecho? Y ¿cómo lo había hecho? No quería salir de casa por lo que las miradas generaban en
mí, y más las palabras de interpelación. Con esto digo que, el acoso no solo sucedió en la
escuela, también se había tomado las calles de mi pueblo, el cual era aún pequeño y que se
me habían convertido en un infierno grande.

“Siempre me vi expuesto a las expresiones de rechazo que seguramente yo mismo había


buscado en parte”, estas palabras entre comillas están en el texto leído como referencia, las
expresó Jaques Derrida y las traigo ahora como si fueran mías, no dudo que también me
pertenecen, porque fueron sembradas en mi corazón, junto con la culpa, creí que merecí cada
una de las palabras que me hirieron, y ese engaño me laceró muchas veces durante mucho
tiempo, después de aquel suceso. Nunca merecí, y tampoco ningún ser humano merece que
le infrinjan daño.

Después de un tiempo por fuera de esta escuela, mi madre me llevó a la oficina del
coordinador para pedir si había la posibilidad de volver a estudiar allí, le dijeron que me llevara
para que me diera cuenta de mi error, inconscientemente otros sembraron la culpa y la
vergüenza en mí, ahora llevaba la etiqueta de sobreviviente al suicidio. El coordinador dijo que
no había ningún problema en que volviera al colegio. Regresé un viernes, aplicaron unas
pruebas de periodo escolar, y como sorpresa, obtuve el puntaje más alto. ¿Cómo era posible
llevar semanas sin estudiar y tener buenos resultados? Por mi cuerpo pasaban muchas
sensaciones, mientras escribo pienso en la alegría de las calificaciones que mi mamá
disfrutaba, y sin embargo, también pensaba en lo que mis compañeros dirían de mí, no sabía
cómo iban a actuar.

Algunos adultos consternados y más sensibles, especialmente algunas maestras,


optaron por acompañarme, escucharme y también, de vez en cuando se permitían donarme
consejos. Inicié un proceso de búsqueda de pertenencia, me entregué a los servicios sociales
de mi colegio, lideré iniciativas de cuidado y mantenimiento de los espacios de la escuela, por
esto también fui saboteado, sin embargo, ya conocía el matoneo, supe en aquel entonces
sobreponerme a esa situación, la cual se intentaba repetir. Mi maestro de naturales y la de
religión, fueron como ángeles protectores. No solo estuvieron prestos a escucharme, también
a sostenerme cuando me derrumbe emocionalmente en distintas ocasiones.

Con el pasar de los años, después de graduarme, el vínculo se fue desvaneciendo,


tanto, que hoy me siento un extraño en aquella escuela. Con esta memoria, digo como Derrida
que; “aunque siempre estuve en la escuela, nunca me sentí bien en ella”, y en el fondo, genere
condiciones de autoprotección para no sentirme más expuesto, frágil o vulnerable ante los
demás, frente el matoneo de los otros que solo veían su fuerza en manada.

Para terminar este momento escritural, quiero decir que la lectura fue muy acertada, la
valoro y agradezco, ha vuelto a mí de una manera generosa, sensible y en especial, cercana. El
mundo es un pañuelo, como se dice coloquialmente, es pequeño, y me he encontrado con
que otros, al igual que yo, han tenido que lidiar con el rechazo, la agresión y la incomprensión
de lo que sucede afuera.

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