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La tabla periódica funciona como una herramienta fundamental para el estudio de la química, pues
permite identificar de manera coherente y fácil las diferencias y similitudes entre los elementos
químicos.
Los elementos que pertenecen a una misma columna tienen características químicas similares, a
partir de cómo se estructuran los electrones en la última capa del átomo.
Por ejemplo, en la primera columna se ubican los elementos que tienen un electrón en la última
capa del átomo. En este caso, el potasio tiene cuatro capas y en la última tiene un electrón.
Los períodos son las siete filas horizontales que tiene la tabla periódica. En estas filas se agrupan los
elementos que tienen el número de capas de electrones que coincide con el número del período.
Por ejemplo, en la primera fila el hidrógeno y el helio tienen una capa de electrones. En el período
dos hay ocho elementos que tienen dos capas de electrones. En la tercera fila los elementos tienen
tres capas de electrones, y así sucesivamente.
En el periodo seis se encuentran los elementos que tienen seis capas de electrones, al igual que la
fila inferior de los lantánidos. En el período siete se encuentran los elementos que tienen siete
capas de electrones, al igual que la última fila de los actínidos.
La tabla periódica también se puede dividir en cuatro bloques según la secuencia de capas de
electrones de cada elemento. El nombre de cada bloque deriva según el orbital en el que se ubica
el último electrón.
Radio atómico: es la distancia que hay entre el núcleo del átomo y su orbital más externo, lo que
permite calcular el tamaño del átomo. Aumenta de derecha a izquierda en los períodos, así como de
arriba hacia abajo en los grupos.
Afinidad electrónica: se describe como la energía que libera un átomo cuando se le agrega un
electrón o viceversa. Aumenta en los períodos de izquierda a derecha, y en los grupos aumenta hacia
arriba.
Electrones de valencia: se refiere a los electrones que se encuentran en la capa más externa del
átomo. Aumentan a medida que los elementos se ubican de izquierda a derecha, y se establecen a
partir del grupo de la tabla periódica al que pertenece el elemento.
Energía de ionización: energía necesaria para separar un electrón del átomo. En un período esta
energía aumenta hacia la derecha, y en un grupo aumenta hacia arriba.
Electronegatividad: capacidad de un átomo para atraer electrones hacia sí mismo. Aumenta de
izquierda a derecha a lo largo de un período.
No metales: las propiedades de los no metales aumentan a medida que los elementos se
encuentran en la parte superior derecha de la tabla.
Metales: las propiedades de los metales son mayores a medida que los elementos se ubican en la
parte inferior izquierda de la tabla.
Datos fundamentales de los elementos químicos
Las tablas periódicas suelen contener datos fundamentales de cada uno de los elementos
existentes en ella, que permite establecer una organización coherente a partir de sus
características como el símbolo, nombre, número atómico y masa atómica, para determinar su
uso.
Masa atómica: se refiere a la masa del átomo, compuesta por protones y neutrones.
Energía de ionización: es la energía que se necesita para separar un electrón del átomo.
Símbolo químico: abreviaturas para identificar el elemento químico.
Nombre: nombre que recibe el elemento químico, puede derivar del latín, inglés, francés,
alemán o ruso.
Configuración electrónica: forma en que se estructuran u organizan los electrones en un
átomo.
Número atómico: se refiere al número total de protones que tiene un átomo.
Electronegatividad: es la capacidad que tiene un átomo para atraer electrones hacia sí
mismo.
Estados de oxidación: indicador del grado de oxidación de un átomo que forma parte de un
elemento químico compuesto.
¿Para qué sirve la tabla periódica?
La tabla periódica resulta de gran utilidad para los estudios de la ciencia dada las diferentes
funciones que tiene.
Permite identificar las diferencias y similitudes entre los diferentes elementos. Por ejemplo,
contiene información valiosa como la masa atómica de cada elemento.
Posibilita analizar el comportamiento químico de los elementos. Por ejemplo, al distinguir la
electronegatividad y configuración electrónica del elemento.
Sirve como una herramienta fundamental para el estudio de la química, incluso, de la
biología y otras ramas de la ciencia, ya que identifica las características principales de los
elementos químicos.
Facilita distinguir los elementos a partir de su número atómico. Esto se debe a que los
elementos están compuestos por átomos, que reciben su nombre y se diferencian por el
número de protones, electrones y neutrones que contenga.
Se puede emplear para predecir las propiedades químicas de nuevos elementos a incluir en
la tabla, tomando en cuenta las características de los elementos ya definidos.
Mendeléyev organizó los elementos de forma creciente a partir de sus masas atómicas, teniendo
cuidado de colocar en la misma columna a aquellos cuyas propiedades físicas son similares.
Incluso, dejó espacios vacíos previendo la existencia de otros elementos aún no descubiertos en
aquel momento, y que debían incluirse en la tabla.
Poco después, el químico alemán Julius Lothar Meyer ordenó los elementos a partir de las
propiedades físicas de los átomos. Finalmente, su estructura actual se la debemos al científico
suizo Alfred Werner.
Los últimos cambios importantes en la tabla periódica son obra del trabajo del premio Nobel de
Química Glenn Seaborg, quien, entre otras cosas, ordenó la serie de los actínidos debajo de la serie
de los lantánidos.