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Temas de nuestra américa N.

° 54
ISSN 0259-2339

El marxismo en América Latina y la problemática


de la recepción transnacional de las ideas
Horacio Tarcus
(CeDInCI / UNSAM / Conycet)
Argentina
Recibido: 30/7/2012
Aceptado: 10/3/2013

“Todo lo que sé es que yo no soy marxista”.


Karl Marx

Resumen Palabras claves: Historia intelectual,


marxismos latinoamericanos, historia
El auge de la historia intelectual, así del libro, historia de la edición, revis-
como la renovación del repertorio con- tas políticas, circulación de las ideas,
ceptual de la historia política, ha veni- Temas de Nuestra América
do estimulando en los últimos años el
estudio de los avatares del marxismo Abstract
en América Latina. Aunque todavía
de modo emergente, los estudios so- The upswing of intellectual history
bre la historia del libro, la edición and the renewal of the conceptu-
y la lectura han descubierto en el al repertoire of political history, has
universo de los marxismos lati- been encouraging in recent years the
noamericanos, un campo de es- study of the vicissitudes of Marxism in
tudios promisorio. Este estudio Latin America. Although still emerg-
se centra en a la recepción y ing, studies in book history, publish-
circulación transnacional de ing and reading have discovered a very
las ideas. promising field of study in the world of
Latin American Marxisms This analysis
focus on the reception and transnational
circulation of ideas

Keywords: Intellectual history, Latin American


Marxism, History of book, History of publishing,
political journals, circulation of ideas, Temas de
Nuestra América

N.° especial 54. Julio-diciembre 2013 35


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El auge de la historia intelectual, así mi modo de ver, dos precedentes en


como la renovación del repertorio los estudios latinoamericanos. Por
conceptual de la historia política, una parte, las obras de José Aricó:
ha venido estimulando en los últi- Mariátegui y los orígenes del marxis-
mos años el estudio de los avatares mo latinoamericano (1978) y Marx
del marxismo en América Latina. y América Latina (1982). Por otra
Aunque todavía de modo emer- parte, por esos mismos años traba-
gente, los estudios sobre la historia jó con una problematización seme-
del libro, la edición y la lectura han jante el latinoamericanista francés
descubierto en el universo de los Robert Paris, como lo revela su
marxismos latinoamericanos, con trabajo «Difusión y apropiación del
su monumental despliegue en el marxismo en América Latina», que
plano de la cultura letrada, un cam- apareció en el Boletín de Estudios
po de estudios promisorio. Latinoamericanos y del Caribe núme-
ro 36 (junio de 1984).
Este campo de estudio cuenta con
numerosos precedentes, como la an- Estos estudios se vieron sin duda
tología de Michael Löwy, enriqueci- beneficiados por las dos grandes
da con un estudio preliminar, El mar- empresas intelectuales de estudio
xismo en América Latina (1982), que histórico del marxismo que se em-
ha conocido numerosas reediciones. prendieron en Europa en las dé-
O el estudio de Raúl Fornet-Betan- cadas de 1970 y 1980. Me refiero
court O marxismo na América Latina aquí a Storia del marxismo, la obra
(São Leopoldo, Brasil, 1995; el ori- colectiva dirigida por Eric Hobs-
ginal alemán es de 1994). Poco des- bawm y colaboradores, editada por
pués de esta última obra, el chileno la editorial italiana Einaudi (1978);
Jaime Massardo publicó sus Investi- y Storia del marxismo contemporaneo,
gaciones sobre la historia del marxismo obra publicada también en varios
en América Latina (2001). volúmenes por la Fundazione Gian-
giacomo Feltrinelli.
Pero yo quisiera referirme aquí a
una renovación de los estudios so- El marxismo latinoamericano apare-
bre los marxismos latinoamerica- ce en estas obras como un estudio de
nos, renovación que toma como caso del proceso de difusión mundial
problemática teórica central a la re- del marxismo entre finales del siglo
cepción y circulación transnacional XIX y principios del XX, proceso
de las ideas. Estos estudios tienen, a que parte de la tensión entre lo que

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la teoría de Marx gana y al mismo que son, todos ellos, también y sobre
tiempo pierde cuando es asumida todo, lectores.
como doctrina por un movimiento
internacional de masas. Finalmente, insisto, la perspectiva
de la recepción exige una investiga-
Pero este estudio de caso, además de ción sobre los modos, los canales y
inscribir este proceso de difusión en los agentes a través de los cuales ha
una escala universal, implica tam- ingresado el pensamiento de Marx
bién el reconocimiento de la especi- en la América Latina, al mismo
ficidad que adopta el marxismo o los tiempo que una reflexión más gene-
marxismos cuando son recepciona- ral sobre los procesos de recepción
dos y apropiados en cada una de las de ideas, de sus alcances y límites.
naciones de nuestro continente. Esta
teoría surgida en Europa occidental En las antípodas de aquella pers-
será, según las diversas matrices de pectiva que entiende que hay un
interpretación, aplicada, adaptada, verdadero Marx al que basta leer
aclimatada, mestizada, recreada o correctamente, el punto de partida
bien antropofaguizada, si se apela a la de esta nueva perspectiva ha sido
elocuente operación de la vanguardia la recepción como problema. Lejos
brasileña de los veinte. de suponer al marxismo como una
teoría universal disponible para su
Las nuevas perspectivas se interesan uso adecuado y que solo se trata de
por la lectura y sus usos sobre el ca- aplicar correctamente a la realidad
rácter activo y creativo de quienes local, se interesa por aquel mal-
buscan importar o adoptar ciertas entendido estructural inherente a
ideas provenientes de otro contex- todo proceso de adopción de ideas
to para hacerlas propias, ya sea tra- en un contexto heterónomo al
duciéndolas, citándolas, publicán- contexto de su producción.
dolas, prologándolas, anotándolas,
profesándolas... Se interesan por la En este marco de preguntas elaboré
lectura y sus medios: libros, folletos, Marx en la Argentina. Sus primeros
periódicos, revistas; sobre la lectura lectores obreros, intelectuales y cien-
y sus ámbitos: las bibliotecas obre- tíficos, que publicó Siglo XXI, Bue-
ras, los centros de estudio, las libre- nos Aires, en el 2007, y que reedi-
rías populares; sobre la lectura y sus tó recientemente. La pregunta que
sujetos: traductores, editores, profe- guio mi investigación no fue, pues,
sores, investigadores, divulgadores... ¿quién leyó correctamente a Marx

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en la Argentina de finales del siglo de producción capitalista o como


XIX y principios del XX?, sino otra una condena ética del capital como
si se quiere previa: ¿era posible leer maquinaria que se alimenta de tra-
El Capital en la Argentina de las dé- bajo humano vivo? Y, desde luego,
cadas anteriores al Centenario? No ¿cómo referirlo —aplicarlo— a la
solo en el sentido lato de si se halla- realidad argentina? ¿Debían los so-
ban ejemplares disponibles de esta cialistas argentinos entender el tex-
obra —cuestión nada menor, desde to de Marx en el sentido de que la
luego—, sino sobre todo en el senti- expansión mundial del capitalismo
do de si existían lectores individua- era progresiva y por lo tanto debían
les o sujetos sociales que pudieran alentarla en el propio país, o bien
decir o hacer algo productivo con él. debían resistirla con barreras protec-
Se sabe que leer El Capital no fue, cionistas? ¿Podía también nuestro
a pesar de las manifiestas esperanzas país, como parecía sugerir el texto de
de su autor, una tarea sencilla, ni si- Marx, ver reflejado su propio porve-
quiera en Europa Occidental. Desde nir en el espejo de los países indus-
entonces hasta hoy, la historia de El trialmente desarrollados? ¿Hablaban
Capital es la historia de ciento cin- de nuestra situación los tramos de El
cuenta años de querellas en torno a Capital referidos a la «acumulación
sus interpretaciones. originaria» y a la «moderna teoría de
la colonización»?
¿Qué significaba, entonces, leer El
Capital en el país de las vacas y las Mi libro intenta configurar un mapa
mieses, tan lejos del maquinismo, de las respuestas que a estas pregun-
la gran industria y la clase obrera tas ensayaron obreros, intelectua-
moderna? Y en todo caso ¿por qué les y científicos en la Argentina de
leerlo?, ¿para quiénes?, ¿contra quié- 1871-1910, ya fueran inmigrantes o
nes? Y aún más: ¿por qué traducirlo criollos. Como toda obra de historia,
y editarlo? ¿Cómo difundirlo, cómo busca ponderar desde el presente los
enseñarlo, cómo divulgarlo, cómo alcances y los límites de cada una de
resumirlo? Es más: ¿leerlo en sintonía sus respuestas. Pero la vara para esta
con qué otras obras de su época? evaluación no es la «correcta» in-
¿Darwin, Comte, Spencer, Hæckel? terpretación que se reserva para sí el
¿O en compañía de Saint-Simon, autor, sino las condiciones históricas
Fourier y Lassalle? ¿O incluso de de recepción de la teoría.
Nietzsche? ¿Como una obra cientí-
fica sobre las leyes que rigen el modo

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El lector encontrará en ese libro Y Ernesto Quesada, que cuestionó


una serie de paradojas abiertas por el socialismo, pero pretendió haber
el «malentendido» inherente a toda alcanzado una lectura más rigurosa,
recepción. Raymond Wilmart, el fidedigna y profunda de Marx que
introductor de El Capital en la Ar- los propios socialistas...
gentina, no encontró lectores para
la obra de su maestro en el Buenos Esforzándome en situar a estos ac-
Aires de 1873, y decepcionado ante tores históricos en su época y pri-
el escaso eco de la recepción no tar- vilegiando esta mirada paradojal,
dó en transformarse en un prestigio- me propuse trabajar ante todo los
so abogado de la élite dirigente. matices, las tensiones internas, los
claroscuros. Me anticipo a advertir
Germán Avé-Lallemant, el natura- que se decepcionará aquel lector
lista de origen alemán y primer lec- que busque en este libro la idealiza-
tor local intenso de El Capital, hizo ción de alguna figura magistral para
su lectura de esta obra —que había ejemplo de las jóvenes generaciones
tomado al capitalismo británico —a la manera de la literatura reve-
como modelo y cuyo autor esperaba rencial sobre Juan B. Justo—. Pero
que fuera leída por la clase obrera también se decepcionará aquel que
industrial— desde la periferia de la busque en él una suerte de historia
periferia: la ciudad de San Luis en el justiciera que establezca justos y ré-
año 1888. probos según los actores históricos
leyeran correctamente o incorrecta-
Juan B. Justo, que asumió el ingen- mente a Marx, o según lo aplicasen
te esfuerzo de traducir El Capital por de modo fiel o traicionasen al Maes-
vez primera al español, tomó pru- tro, ya sea seducidos por las ilusiones
dente distancia de la teoría de Marx del revisionismo o del reformismo, o
y del marxismo. tentados por las prebendas del Po-
der. Al contrario, tomé como punto
El joven José Ingenieros recorrió de partida que las lecturas originales
en una década la parábola que y productivas de un autor suelen ser
comenzó en un «socialismo revolu- ciertas «malas» lecturas, al mismo
cionario» de tintes románticos y li- que las lecturas ortodoxas son tam-
bertarios, y concluyó en un socialis- bién, necesariamente, construccio-
mo reformista de tintes biologistas y nes, interpretaciones. Y no siempre
hasta racistas. tan productivas…

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Si apelo a un Marx es también al La recepción de Marx en la


Marx de la paradoja, aquel que no se Argentina
reconocía en el marxismo instituido.
Y si apuesto a una transmisión, cre- El fenómeno social, político y cul-
yendo —como creo— que la historia tural de la vertiginosa difusión in-
puede aportar a la construcción críti- ternacional de las ideas de Marx
ca de una memoria de los oprimidos durante las dos últimas décadas
y ofrecer orientaciones y estímulos del siglo XIX y principios del siglo
en las luchas por su emancipación, XX ha constituido (y constituye
busqué evitar las formas cerradas y aún) un extraordinario estímulo
simples del relato ejemplar y heroico para la historia intelectual. Como
del pasado. Entiendo que la política ha señalado el historiador italiano
emancipadora necesita nutrirse de Franco Andreucci:
la historia, no de mitos cristalizados,
En un cuarto de siglo, nacido en
no de las epopeyas de los grandes ti- un área geográfica más bien redu-
moneles, sino de una historia como cida y en el ámbito de un movi-
la definía recientemente el colectivo miento político y social que aún
Wu Ming: iba a la búsqueda de su definitiva
identidad, el marxismo se con-
Hace falta no parar de contar vierte en el credo de millones de
historias del pasado, del presente hombres, en el arma teórica de la
o del futuro, que mantengan en socialdemocracia internacional,
movimiento a la comunidad, que recorre sinuosos y largos caminos
le devuelvan continuamente el hasta conquistar una dimensión
sentido de la propia existencia y planetaria (...) fue una de aque-
de la propia lucha. Historias que llas raras ocasiones en las que un
no sean nunca las mismas, que conjunto de ideas (que además
representen goznes de un camino estaban escritas en libros de no fá-
articulado a través del espacio y el cil lectura) se fundió con un gran
tiempo, que se conviertan en pis- movimiento social en ascenso
tas transitables. Lo que nos sirve que expresaba una fuerte deman-
es una mitología abierta y nóma- da de ideología (1974: p. 28).
da, en la que el héroe epónimo es
la infinita multitud de seres vivos Esta rápida expansión de las ideas
que ha luchado y lucha por cam-
socialistas y marxistas a partir de
biar el estado de cosas. Elegir las
historias justas quiere decir orien-
determinadas regiones de Europa
tarse según la brújula del presente central y meridional —con epicen-
(Fernández-Savater, 2004, p. 73). tro en Alemania, Bélgica, Austria e

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Italia— hacia los más alejados con- aparece intrínsecamente vinculada


fines del globo, desde Europa hasta en nuestro país al surgimiento de las
América, Asia, Oceanía e incluso primeras formas de organización de
a los enclaves africanos del Imperio los trabajadores (primero mutuales,
otomano, fue motivo de orgullo y luego gremiales), a la emergencia
de autoconfianza para los nacientes del primer periodismo obrero y so-
movimientos obreros socialistas ha- cialista, a la creación de la prime-
cia la década de 1890, noticia recu- ra Federación Obrera en 1891, así
rrente en la gran prensa de la época como al proceso de fundación del
y objeto persistente de curiosidad Partido Socialista entre 1892 y
sociológica por parte de la naciente 1896. Sus receptores fueron, en este
ciencia social europea, desde Émile marco, aquellos artesanos y obreros
Durkheim hasta Werner Sombart.1 alfabetizados de origen inmigrato-
rio que traían una experiencia de
La Argentina, como aquellos países luchas de sus países de origen, que
que recibieron importantes flujos portaban consigo literatura políti-
migratorios europeos y en donde se ca, que mantenían corresponden-
constituyó tempranamente una clase cia con sus camaradas europeos y
obrera moderna, no permaneció aje- recibían a través de ellos la prensa
na a ese intenso proceso de difusión. socialista del Viejo Mundo.
La recepción de las ideas de Marx
Aquí, estos inmigrantes confluyeron
con ciertos sectores medios nativos,
1 Durkheim consagró al socialismo un
curso en la Facultad de Letras de Bur- entre los cuales emergió también una
deos entre noviembre de 1895 y mayo franja de profesionales y estudiantes
de 1896; sus lecciones se publicaron crecientemente desilusionados con
póstumamente en 1925 bajo el título El lo que se llamó la política criolla (es-
Socialismo. Sombart, entre otros textos,
se ocupó del tema en «Sozialismus und pecialmente después del fracaso de
soziale Bewegung im 19.Jahrhundert», la Revolución del Parque de 1890),
traducido reiteradamente en periódicos y progresivamente comprometidos
folletos como El socialismo y el movimien- con la cuestión social, impresiona-
to social en el siglo XIX, así como «Karl
dos por la expansión internacional
Marx und die soziale Wissenschaft», en
Archiv für Socialwissenschaft und Sozial- del socialismo e interesados por las
politik, nueva serie, vol. 8, 1908, am- potencialidades intelectuales que
pliamente difundido como Significación prometía la concepción materialis-
histórica de las doctrinas marxistas. (1917). ta de la historia: nada menos que
Buenos Aires: Biblioteca de Propaganda
«Ideal Socialista». la ciencia aplicada a la política, la

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promesa de una política científica. Ni padres fundadores de las ciencias so-


siquiera las élites liberales fueron ciales argentinas —Carlos Octavio
siempre ajenas al influjo del socia- Bunge, Juan Agustín García, José
lismo: alternando el reconocimiento Ingenieros y Ernesto Quesada— no
científico con el horror por la revo- dejaron de pronunciarse por proble-
lución proletaria, las informaciones mas tales como las relaciones entre
sobre Marx, el socialismo y la In- socialismo y sociología, marxismo y
ternacional ocuparon un lugar nada política o determinismo económico
despreciable en la gran prensa na- y leyes sociales.
cional, mientras que problemas tales
como el determinismo económico, Marx en la Argentina (2007), libro
las leyes históricas o la relación re- que se inscribe en los estudios de
forma/revolución aparecieron como historia intelectual centrados en los
centro de interés de la naciente so- fenómenos de recepción de ideas,
ciología argentina de la década de tiene por objeto explicar documen-
1890 e inicios del nuevo siglo. tadamente de qué modo histórico se
dio en la Argentina, en las tres últi-
El socialismo y el marxismo fueron, mas décadas del siglo XIX y en los
a partir de 1890, no solo fuente de albores del siglo XX, un proceso que,
curiosidad sino de atracción para bajo distintas formas y en distintos
los intelectuales universitarios de ritmos, se extendió por casi todo el
todo el mundo: Thorstein Veblen, planeta: la difusión del marxismo.
en la Universidad de Chicago; Ber-
trand Russell, en la London School Marx y marxismo: el pasaje de la
of Economics; Wagner, en Berlín; teoría a la doctrina
Durkheim, en París; Croce, en Ná-
poles y los principales estudiosos de Entre Marx y el marxismo media
las ciencias sociales, de Sombart a una distancia sobre la que es ne-
Pareto; además, las principales revis- cesario detenerse. Aunque resulte
tas sociológicas internacionales les paradójico, Marx no es el creador
dedicaron un amplio espacio en sus del marxismo: este es una creación
páginas (Andreucci, 1979, pp. 83-84; posterior a su muerte, que recién se
Hobsbawm, 1979-1980, pp. 93-94). estabilizó como sistema doctrinario
hacia 1890, fundamentalmente con
Un fenómeno equivalente se en- el concurso de Federico Engels y sus
cuentra en el campo académico ar- discípulos alemanes —en particular
gentino de finales del siglo XIX: los Karl Kautsky y Eduard Bernstein—

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y los divulgadores franceses —como Por abstrusamente metafísicas


Gabriel Deville y Paul Lafargue—. que puedan ser las ideas en cues-
tión, deben ser traducibles por el
Mientras Marx vivió, los términos discurso ideológico a un estado
marxismo y marxista solo fueron uti- «práctico», capaz de proporcionar
lizados en forma peyorativa por sus a sus partidarios fines, motivacio-
nes, prescripciones, imperativos,
oponentes y designaban, antes que
etc. (...) Una ideología con éxi-
una teoría, la orientación o la ten-
to debe operar tanto en el nivel
dencia de los partidarios de Marx en práctico como en el teórico, y
la Internacional, y luego a los eise- descubrir alguna manera de vin-
nachianos alemanes o los guesdistas cular dichos niveles. Debe pasar
franceses (Haupt, 1979). de un sistema de pensamiento
elaborado a las minucias de la
A la sensibilidad colectivista de vida cotidiana, del tratado acadé-
Marx no solo le repugnaba que se mico al grito en la calle. Martin
utilizase su nombre para designar la Seliger, en su Ideology and Politics,
concepción materialista de la his- afirma que las ideologías son típi-
toria, también rechazaba enfática- cas mezclas de enunciados analí-
mente la paternidad intelectual de ticos y descriptivos por un lado, y
de prescripciones morales y técni-
las producciones de aquellos jóvenes
cas por otro. Unen en un sistema
socialistas franceses que en nombre coherente el contenido fáctico y
del marxismo, y pretendiendo ser fie- el compromiso moral, y esto es lo
les a su maestro, reducían la comple- que les otorga su poder orientador
jidad de los procesos históricos a sus de la acción (Eagleton, 1995-
variables económicas más elementa- 1997, p. 74).
les. Pero si Marx, como se verá, no
se reconocía totalmente en el mar- Antonio Gramsci es uno de los au-
xismo, este se constituyó como sis- tores que más ha reflexionado en
tema doctrinario sobre la base de los torno al problema del pasaje de la
(ciertos) textos de Marx, en nombre teoría de Marx a la doctrina mar-
de Marx, o bien en nombre de una xista, poniendo en relieve el rol de
lectura correcta de Marx. los intelectuales en dicho proceso.
El autor de los Cuadernos de la Cár-
El pasaje de la teoría a la doctrina es cel resaltó en diversos pasajes el ca-
el resultado de un proceso complejo. rácter positivo de este tipo de difu-
Como ha planteado Terry Eagleton sión, pues al expandirse por todo el
en términos del pasaje de la teoría a planeta un sistema teórico como el
la ideología:

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marxismo es reapropiado, recreado La fuerza de las religiones, y es-


y, por lo tanto, enriquecido por di- pecialmente de la iglesia católica
versos movimientos sociales. En los [comparó Gramsci] ha consistido
términos del historicismo gramscia- y consiste en que ellas sienten
enérgicamente la necesidad de
no, recién cuando «una filosofía
la unión doctrinaria de toda la
deviene “histórica”, se depura de los masa “religiosa” y lucha para que
elementos intelectualistas de natu- los estratos intelectualmente su-
raleza individual, y se hace “vida”» periores no se separen de los in-
(Gramsci, 1932-1935: p. 18). feriores (...) para impedir que se
formen «dos religiones: la de los
Lo que distingue al marxismo de “intelectuales” y la de las “almas
otras filosofías, según Gramsci, es simples”» (Gramsci, p.18)
esa peculiar potencialidad de articu-
lación entre «alta» cultura filosófica ¿Cómo evitar el corte horizontal en
y «cultura popular». En otros tér- el marxismo devenido doctrina e
minos, la originalidad del marxis- ideología? La solución consiste, para
mo respecto a los sistemas teóricos Gramsci, en la conformación de un
especulativos radica en su capaci- bloque cultural y social, en el cual
dad para desarrollar algo más que los «intelectuales orgánicamente
una cultura filosófica para grupos pertenecientes a las masas» elaboren
restringidos de intelectuales, en su y den coherencia a los principios y
aptitud no solo de «mantener el problemas que dichas masas plan-
contacto con los “simples”», sino, tean con su propia actividad. En sus
antes bien, de hallar en dicho con- propios términos:
tacto la fuente de los problemas por
estudiar y resolver. La posición de la filosofía de la
praxis es antitética a la católica:
Sin embargo, esta unidad no está ga- la filosofía de la praxis no tiende
a mantener a los «simples» en
rantizada de una vez y para siempre:
su filosofía primitiva del sentido
al contrario, desde que la filosofía
de Marx devino actividad práctica
y voluntad colectiva, permanece la- derrotas sufridas por el movimiento obre-
ro internacional a partir del ascenso del
tente el riesgo de un corte horizontal
fascismo y la burocratización de la URSS
entre un marxismo culto y un marxis- para que esa unidad entre el desarrollo de
mo popular.2: una «alta cultura» marxista (el marxis-
mo occidental), por un lado, y el movi-
2 Desde la perspectiva de Perry Ander- miento obrero organizado, por el otro, se
son (1976-1979), fueron necesarias las rompiese.

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común, sino al contrario, a con- tensiones, como revelan en la histo-


ducirlos hacia una concepción ria del socialismo moderno los des-
superior de vida. Se afirma la exi- encuentros entre teoría y práctica,
gencia del contacto entre intelec- entre los intelectuales y las masas,
tuales y simples, no para limitar la
tensiones que han tendido a expre-
actividad científica y mantener la
unidad al bajo nivel de las masas,
sarse a menudo como malestar en las
sino para construir un bloque in- filas partidarias, cuando no en fre-
telectual-moral que haga posible cuentes estallidos polémicos, en tor-
un progreso intelectual de masas no a la cuestión de los intelectuales.
y no sólo para pocos grupos inte- Gramsci mismo ha sido consciente
lectuales (Gramsci, pp. 17-19). de la dificultad que encuentran las
filosofías inmanentistas, incluido el
Ahora bien, si la iglesia católica con- marxismo por él entendido como
trolaba atentamente a sus «intelec- filosofía de la praxis, para «crear una
tuales» para que no se alejasen de la unidad ideológica entre lo bajo y lo
religiosidad popular y mantuviesen alto, entre los “simples” y los inte-
su función hegemónica, ¿quién con- lectuales» (p. 20).
trolaba a los intelectuales marxistas
para asegurar la síntesis o la unidad Una filosofía de la praxis puede arrai-
del bloque entre la alta cultura inte- gar en las masas si los intelectuales,
lectual marxista y la cultura socialista partiendo de la crítica del sentido co-
de las masas, en suma, entre teoría y mún, logran elaborar y dar coheren-
doctrina? Para Gramsci la respuesta cia a los principios y problemas que
es clara: el Partido. Es el Moderno las masas plantean prácticamente
Príncipe el que, a través de un diver- con su actividad, constituyendo así
sificado sistema de prensa, el aparato un bloque cultural y social. Sin em-
editorial, la política educativa —me- bargo, si bien esa unidad de la praxis
diante cursos, escuelas y conferen- entre intelectuales y simples tiende
cias—, debe dirigirse con lenguajes a establecerse en los momentos de
específicos a los distintos estratos del intensa autoactividad y autoorgani-
propio Partido y de las grandes masas, zación política de los trabajadores
procurando mantener al mismo tiem- (como, por ejemplo, en el bienio
po la unidad doctrinaria. rojo turinés de 1919-1920), en los
momentos (más frecuentes) de rela-
De cualquier modo, ni la mediación tiva pasividad de las masas, cuando
partidaria ni un sistema diversificado no de derrota, el sentido común se
de prensa han logrado resolver estas sobrepone a la teoría crítica y tiende

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a instituirse una doctrina socialista A propósito de los problemas meto-


en que el elemento determinista, fa- dológicos de la difusión del marxis-
talista y mecanicista se hace domi- mo, el historiador francés Georges
nante. Gramsci buscó comprender Haupt ha llamado la atención sobre
la concepción mecanicista en térmi- la distancia que media entre la re-
nos de una religión de subalternos: cepción de Marx y la recepción del
marxismo. De un lado se está frente
Cuando no se tiene la iniciativa a un cuerpo de ideas, una teoría crí-
en la lucha, y cuando la lucha
tica de la sociedad de enorme com-
misma termina por identificarse
plejidad, y del otro lado frente a una
con una serie de derrotas, el de-
terminismo mecánico se convier- doctrina que fue el modo en que un
te en una fuerza formidable de movimiento social —en este caso, y
resistencia moral, de cohesión, en primer lugar, el movimiento so-
de perseverancia paciente y obs- cialista formado en Europa occiden-
tinada. «He sido vencido mo- tal en las tres últimas décadas del
mentáneamente, pero la fuerza siglo XIX— se apropió y socializó
de las cosas trabaja para mí a la dicha teoría crítica.
larga…», etc. La voluntad real se
disfraza de acto de fe en cierta ra- La integración de los intelectuales
cionalidad de la historia, en una marxistas en el seno de la socialde-
forma empírica y primitiva de fi- mocracia internacional —como lo
nalismo apasionado, que aparece
ha mostrado Perry Anderson— ga-
como un sustituto de la predes-
tinación, de la providencia, etc., rantizó en este período una cierta
de las religiones confesionales unidad entre teoría y práctica. Desde
(Gramsci, 1932-1935, p. 22). el punto de vista del desarrollo de la
teoría marxista, este período cono-
Sin embargo, la lectura en clave de- ció desarrollos decisivos (Antonio
terminista, fatalista y mecanicista de Labriola en Italia, Kautsky y Berns-
la teoría de Marx no fue privativa tein en Alemania, así como Pleja-
de los períodos de reflujo de la cla- nov y el joven Lenin en Rusia han
se trabajadora y del movimiento de quedado indudablemente ligados a
masas, sino que en el propio período estos desarrollos, por no hablar aún
formativo de la doctrina marxista, de la generación de teóricos marxis-
en pleno proceso de emergencia y tas que emergió con el nuevo siglo:
luego de auge de la Segunda Inter- León Trotsky, Rosa Luxemburg, Ru-
nacional, constituyó la lectura do- dolf Hilferding, Otto Bauer, etc.).
minante de Marx.

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Pero por otro lado, la teoría inicial, muestran una gran propensión a su-
al devenir doctrina, pierde comple- perponerse y confundirse.3
jidad y riqueza: al reducirse a un
conjunto mínimo de variables fácil- Este marxismo enfatiza su carácter
mente manejables para facilitar los de ciencia social capaz de estable-
procesos de identificación de gran- cer la legalidad que rige la historia
des masas necesariamente se vulga- humana pasada, así como la política
riza; el léxico se reduce, la sintaxis se presente y futura. La compleja teo-
empobrece, el lenguaje se simplifica: ría histórica de Marx acerca de los
«Expansión y empobrecimiento, di- modos en que en cada época histó-
fusión y esquematización, parecen rica organiza la producción social y
ser las dos caras de la trayectoria del realiza la apropiación del excedente
marxismo entre finales del siglo XIX económico fue leída, en el marco de
y principios del nuevo siglo» (An- la doctrina marxista de la Segunda
dreucci, 1979: p. 15). Internacional, en términos de una
teoría evolucionista de corte histó-
En un proceso de fuerte asimilación rico-filosófico, según la cual la His-
de la ideología positivista (hegemó- toria marchaba ineluctablemente,
nica en el período que estudio aquí) siguiendo una serie de estadios su-
ciertas dimensiones de la teoría mar- cesivos y necesarios, del comunismo
xiana —como, por ejemplo, la pro- primitivo al comunismo moderno,
blemática del fetichismo de la mer- pasando por la esclavitud, la servi-
cancía— tienden casi a desaparecer dumbre y el capitalismo. La clave
del horizonte intelectual de la doc- materialista de la concepción ma-
trina marxista, mientras que otras terialista de la historia venía dada
se enfatizan, sufriendo importantes por la determinación económica
mutaciones. El marxismo finisecular de todo el proceso histórico —y en
tiende a obliterar su legado filosófi- ciertas versiones incluso por la pre-
co-crítico acentuando, en cambio, eminencia del factor económico por
su carácter de ciencia social, de sobre otros factores—, a tal punto
modo que dos de los grandes para-
3 Una crítica temprana a la confusión en-
digmas teóricos del siglo XIX, que
tre marxismo y sociología puede encon-
habían nacido de modo agonístico trarse en la polémica de Gramsci con el
—el marxismo y la sociología—, Manual de Materialismo Histórico de Bu-
jarin (Gramsci, 1932-1958). Una histo-
ria comparada de ambos paradigmas en
competencia fue llevada a cabo por G.
Therborn (1976-1980).

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que la doctrina marxista es nombra- en un libro que luego se encontrará


da habitualmente, no solo por los entre los textos fundacionales del
cientistas sociales, sino incluso por socialismo argentino:
los propios marxistas, como la con-
cepción económica de la historia. Lo que el socialismo científi-
co puede afirmar y afirma, con
Como ha señalado Andreucci, la seguridad matemática, que la
compleja dialéctica marxiana entre dirección, la trayectoria de la
evolución humana, marcha en
libertad y necesidad se traduce en el
el sentido general indicado y pre-
marxismo finisecular, a través de un visto por el socialismo, es decir,
largo y tortuoso camino, en la idea en el sentido de una continua y
de que «la lucha de clases es una ley progresiva preponderancia de los
de la evolución social» (es la frase intereses y las utilidades de la
que puso Jack London en boca de especie, sobre los intereses y las
uno de sus personajes de El talón utilidades del individuo (...) En
de hierro, 1908). En este optimismo cuanto a los detalles nimios del
histórico —enmarcado en un perío- nuevo edificio social, no pode-
do de relativa paz internacional que mos preverlos, justamente porque
ese nuevo edificio social será y es
siguió a la derrota de la Comuna en
un producto natural y espontáneo
1871, de poderosa expansión capi- de la evolución humana (Ferri,
talista y de profundas innovaciones 1904: p. 63).
tecnológicas—, la fe en el progre-
so irreversible de la humanidad se En 1914, la Segunda Internacional
confunde inextricablemente con la pagó duramente el precio de su pro-
creencia en que la historia marcha pio colapso: las ilusiones del pro-
de modo ineluctable hacia la eman- greso. Walter Benjamin, uno de los
cipación humana. marxistas de las siguientes genera-
ciones que llegaron a la madurez en
En suma, la celebración del domi- el turbulento período que se abrió en
nio del hombre sobre la naturaleza, 1914 con el estallido de la Primera
del trabajo, de la industria, de la Guerra Mundial y que se clausuró en
ciencia y de la técnica tiende en el 1945 con el término de la Segunda,
marxismo finisecular a amortiguar fue quien más lejos llevó la crítica
la dimensión crítico-utópica de la al conformismo de la lectura segun-
teoría marxiana. Enrico Ferri, el cri- dointernacionalista de Marx. Benja-
minólogo socialista italiano, expresó min dejó escrito en sus «Notas sobre
con claridad meridiana esta doctrina el concepto de historia»: «Nada hay

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que haya corrompido tanto a la clase mejor aquellos momentos históri-


obrera alemana como la opinión de cos —como aquel en que me centro
que ella nadaba a favor de la corrien- aquí— en que marxismo, socialismo
te» (Benjamin, 1997: p. 56). y movimiento obrero parecieran ten-
der a superponerse y confundirse.
Socialismo, marxismo y
movimiento obrero: algunas En primer lugar, el problema de los
precisiones conceptuales alcances del concepto de marxismo.
Sigo aquí el criterio de Hobsbawm,
Ha sido recurrente en buena parte quien en su estudio modélico sobre
de la historiografía moderna tender a la difusión del marxismo en Europa
identificar marxismo con socialismo, partió de una definición ampliada
y a este con el movimiento obrero. de lo que entendía por marxismo,
Es indudable que las concepciones incluyendo no solo aquellos mar-
histórico-políticas que legaron Karl xismos pretendidamente ortodoxos,
Marx y Friedrich Engels conquista- sino otras vertientes marxistas, in-
ron, a partir de la década de 1880, cluso conscientemente críticas de la
una creciente hegemonía dentro del ortodoxia, como el llamado revisio-
campo del socialismo. Asimismo, no nismo (Hobsbawm, 1974). Descarto,
es menos cierto que el socialismo fue pues, aquella perspectiva polémica
en ciertas regiones, y durante deter- frecuente en los estudios de ciertos
minados períodos históricos, la doc- autores marxistas sobre el marxismo,
trina hegemónica en el movimiento que los lleva a presentar como tales
obrero europeo. Pero las vicisitudes solo a aquellas figuras o corrientes que
de las relaciones entre movimien- coinciden con las opiniones del autor
to obrero y socialismo no permiten y a reservar para otras, por ejemplo, el
concebir a este último como la con- uso irónico de «marxistas».
ciencia última y necesaria del prole-
tariado universal. Entenderemos, pues, por marxismo
a aquel conjunto de doctrinas e ideas
Convendría, pues, discriminar estos derivados de las obras de Marx y En-
tres conceptos, no solo para com- gels que se asienta como doctrina del
prender aquellas franjas del movi- movimiento socialista internacio-
miento obrero identificadas con otras nal hacia 1890 y, simultáneamente,
vertientes políticas, ni para compren- como concepción materialista (o cien-
der aquellos socialismos no marxis- tífica, o económica) de la historia en
tas, sino incluso para comprender los medios periodísticos, académicos

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e intelectuales. En todos aquellos ca- Latina que, todavía en la década de


sos en que me interese contraponer 1890, Marx era uno más dentro de
a los discursos del marxismo, como la pléyade de reformadores sociales
fenómeno históricamente determi- (mal) traducidos del francés en Espa-
nado —«realmente existente»—, la ña, siendo más citados autores como
letra y las ideas de la teoría del pro- Louis Blanc, Paul Lafargue o Enrico
pio Marx utilizaré la expresión dis- Ferri, por no hablar de los anarquis-
curso marxiano. tas Bakunin, Proudhon, Malatesta
o Reclús (Aricó, 1988). Respecto a
En segundo lugar, el problema de la Argentina, se verá cómo algunos
la relación entre socialismo y mar- obreros e intelectuales del período
xismo. Dado que la pluralidad de pueden ser definidos como marxis-
teorías socialistas es un fenóme- tas, y como tales prefieren identifi-
no tan antiguo como el socialismo carse ellos mismos, como Germán
mismo, casi todos los autores han Avé-Lallemant o Carlos Mauli, y un
sido precavidos en este caso, ape- poco más tarde, a principios del siglo
lando a definiciones inclusivas del XX, Del Valle Iberlucea. Otros, como
mismo (Lalande, Williams, etc.). los jóvenes José Ingenieros y Juan B.
El problema surge cuando el estu- Justo, se conciben a sí mismos como
dio de la recepción y difusión de las socialistas que toman conceptos y
doctrinas socialistas se superpone, propuestas de Marx, sin adscribir a la
a partir del último tercio del siglo totalidad de (lo que entonces se en-
XIX, con el de la recepción y difu- tendía por) la doctrina marxista. Allí
sión del marxismo. La hegemonía donde hubo efectiva preponderancia
del socialismo marxista por sobre del socialismo marxista por sobre
otras vertientes del socialismo (la otros socialismos —de Saint-Simon
lassalleana, por ejemplo, con mucho a Proudhon, de Bakunin a Lassalle,
peso entre los obreros alemanes del de Dühring a Bernstein— ella debe,
Verein Vorwärts) responde, tanto en todo caso, ser explicada, y la ex-
en Europa como en ciertos países plicación debe plantearse no como
latinoamericanos como la Argenti- natural superioridad de la ciencia so-
na, a un proceso mucho más largo y bre la doxa o del logos sobre el mito,
complejo que como se ha entendido sino como construcción hegemónica.
habitualmente. El tipo de interrogantes que guiaron
mi investigación puede resumirse en
Aricó advirtió en su estudio sobre la preguntas como estas: en el campo
recepción del marxismo en América político socialista argentino de finales

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del siglo XIX, habida cuenta de que la perspectiva evolutiva que domi-
circulaban distintas teorías socialis- nó durante décadas las historias del
tas en disputa entre sí, ¿qué ventajas pensamiento social y de los traba-
leían los obreros e intelectuales socia- jadores, según la cual el marxismo
listas de 1890 o de 1900 que querían sería la conciencia definitiva e irre-
construir un partido de clase en los versible de un movimiento obrero
textos del socialismo marxista por so- destinado a atravesar, en todos los
bre los textos de otras vertientes del rincones del planeta, un mismo pro-
socialismo?; ¿qué ventajas percibían ceso de etapas sucesivas y necesarias.
en los textos socialistas por sobre los
textos anarquistas? Aricó (1980) celebraba la perspec-
tiva histórica con que Antonio La-
Por otra parte, ante el complejo pro- briola había sido capaz de pensar la
blema del progresivo reflujo de las formación del marxismo, pues ella
ideas marxistas en el seno del socia- habilitaba «abordar en términos de
lismo argentino a principios del si- problemática historicidad la quere-
glo XX y la creciente hegemonía del lla acerca del encuentro del marxis-
socialismo reformista que preconizó mo, en cuanto teoría de la transfor-
Justo, dejo de lado la perspectiva de mación social, con el movimiento
antiguas aproximaciones plantea- social no sólo de los países capita-
das en términos de traición o de mala listas centrales, sino también en el
comprensión respecto a Marx, para resto del mundo» (s/p). Solo plan-
preguntar sobre las ventajas relativas, teando las relaciones en términos de
así como sobre los límites que podía encuentro (posible históricamente)
ofrecer a los dirigentes, intelectuales de dos realidades se restituye su ca-
u obreros socialistas argentinos la rácter problemático:
recepción de textos de autores socia-
listas que no profesaban un marxismo La maduración del pensamiento
de Marx no es un hecho pura-
ortodoxo, como, por ejemplo, el ita-
mente individual, puesto que se
liano Enrico Ferri, el alemán Eduard
corresponde con la maduración
Bernstein o el francés Jean Jaurés. de un proceso en el que adquiere
una decisiva importancia la trans-
En tercer lugar, el problema de la re- formación histórica de ese sujeto
lación entre socialismo-marxismo y concreto al que la doctrina asigna
clase obrera. También en ese terreno una función esencial, instala a la
resulta hoy inaceptable, en una in- investigación historiográfica en el
vestigación de historia intelectual, terreno concreto de una realidad

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dada y otorga al encuentro del concepción materialista de la histo-


marxismo con el movimiento ria por parte de Marx y Engels. Estos
obrero el carácter de un problema autores construyeron, en polémica y
siempre abierto en la medida en diferenciación con otras vertientes
que cada uno de los términos se
del socialismo y el anarquismo de su
resuelve en su relación con el otro
(Aricó, 1999, p. 60).
época, una teoría crítica de la socie-
dad y de la historia, materializada en
Los procesos de recepción una serie de textos.
intelectual
El momento de la difusión de un cuer-
El concepto de recepción remite a un po de ideas a través de su edición en
proceso mayor de producción-difu- libros, folletos, periódicos, revistas,
sión intelectual en el que es nece- cursos, conferencias, reseñas, deba-
sario discriminar (analíticamente) tes, resúmenes, escuelas, traduccio-
a productores, difusores, receptores nes, etc. La difusión puede ser llevada
y consumidores de las ideas, aun- a cabo por los mismos intelectuales
que estos procesos se confundan en conceptivos, aunque existen agentes
la práctica y estos roles puedan ser especializados en esta función, sea
asumidos en forma simultánea por por intereses comerciales, cultura-
un mismo sujeto. Es así que dentro les o políticos, como editoriales que
del proceso global de producción y publican libros, editores o colectivos
circulación de las ideas se pueden editoriales de periódicos y revistas,
distinguir no etapas temporales su- traductores profesionales, divulga-
cesivas, sino distintos momentos, a dores, publicistas o propagandistas y
cada uno de los cuales corresponden partidos o movimientos que pueden
ciertos tipos de intelectuales, esto es, asumir una teoría y motorizar por
de sujetos específicos que desarrollan diversas vías su difusión. La difusión
capacidades y habilidades concretas. de las ideas de Marx y Engels se con-
Estos momentos son: el de la produc- fundió con su producción, pues ellos
ción; segundo; el de la difusión; terce- fueron los difusores de su propia obra,
ro, el de la recepción; y cuarto, el de a través de una intensa actividad de
la apropiación. edición de órganos propios, de la co-
laboración con artículos en revistas
El momento de la producción de una y periódicos, la publicación de sus
teoría, llevado a cabo por intelec- libros, la edición de folletos popu-
tuales conceptivos. En este caso, es lares, el dictado de conferencias,
el momento de la elaboración de la la promoción de controversias y la

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correspondencia con otros teóricos, táneamente trabajaron en el nivel


con dirigentes obreros, con sus dis- de la producción, intentando ellos
cípulos, etc. también, y cada uno a su modo, am-
pliar, renovar y rectificar el legado
Tras la muerte de Marx en 1883, su teórico marxiano. La labor de ambos
amigo Engels se transformó en su discípulos de Engels constituyó, de
albacea político-literario, buscando cualquier modo, el primer eslabón
mantener un ritmo constante de de una extensa cadena de difusión
reedición de sus obras, encuadrarlas que se prolongó en las labores de
con nuevos prólogos y establecer sus toda una pléyade de editores que
textos inéditos en nuevos volúme- reprodujeron los artículos de «Die
nes —Das Kapital II y III—, o bajo la Neue Zeit» y «Der Sozialdemokrat»
forma de artículos y cartas difundi- en periódicos locales o a través de
dos a través de la prensa de la social- ediciones de folletos populares, de
democracia internacional. Es así que divulgadores, comentadores, confe-
desde 1883 es posible distinguir en rencistas, etc.
el trabajo de Engels entre sus tareas
de producción propiamente teórica El momento de la recepción define la
(ampliación, renovación o rectifica- difusión de un cuerpo de ideas a un
ción de la concepción materialista campo de producción diverso del
de la historia) y sus tareas de difusor original desde el punto de vista del
del legado literario de Marx. Con la sujeto receptor. Es un proceso acti-
muerte de Friedrich Engels en 1895 vo por el cual determinados grupos
quedó disponible este extraordina- sociales se sienten interpelados por
rio legado: una gran masa de textos una teoría producida en otro campo
editados y textos inéditos elaborados de producción, intentando adaptar-
por ambos fundadores de la concep- la (recepcionarla) a su propio cam-
ción materialista de la historia, que po. Los mecanismos utilizados son
pasaría a administrar ahora la gene- también la reedición de las obras
ración de los discípulos. en cuestión bajo la forma de libros,
folletos, artículos; su traducción en
Este es el momento de la construc- caso de provenir de otra lengua; su
ción del corpus textual marxista. anotación e introducción, etc. En
Fueron sobre todo Karl Kautsky y este caso, me centro en el momen-
Eduard Bernstein quienes asumieron to de la recepción de las ideas de
la principal responsabilidad en el Marx en la Argentina entre finales
proceso de difusión, aunque simul- del siglo XIX y comienzos del XX,

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a partir de las siguientes preguntas: Raymond Wilmart), conferencistas


¿qué Marx llegó y cuál no a nues- ilustres (como el anarquista Pietro
tras playas?, ¿a través de qué medios Gori o el socialista Enrico Ferri) o
(orales o escritos, en libros, perió- participantes de un congreso políti-
dicos, etc.)?, ¿por intervención de co (Peyret en el Congreso de París
qué sujetos (inmigrantes, exiliados, en 1889).
obreros, científicos, intelectuales)? y
¿a través de qué rutas, directas o in- Todos estos medios precisaron de
directas (por ejemplo, directamente emisores (por ejemplo, el Consejo
desde Alemania, o bien vía Espa- General de la Asociación Interna-
ña, Francia o Italia)? Y, sobre todo, cional de Trabajadores (AIT) en
¿conforme a qué intereses estos suje- Londres o los dirigentes del Partido
tos tradujeron, prologaron, editaron Socialista Obrero Español (PSOE)
o citaron a un autor extranjero, esta- y receptores locales. La gama de los
bleciendo una suerte de marcación?4 posibles receptores es amplísima: va
desde un librero, como el socialista
Las ideas no viajan solas, sino a tra- italiano José Momo, hasta un editor,
vés de los sujetos que son sus por- como Bartolomé Victory y Suárez,
tadores y por medio de sus soportes pasando por importadores-distribui-
materiales favoritos (libros, folletos, dores de medios europeos que perse-
revistas, periódicos, etc.). En este guían un fin comercial, o bien un fin
caso, los sujetos privilegiados de la social y político (los miembros del
recepción eran exiliados (como los Verein Vorwärts ofrecían a sus com-
communards franceses o los alema- patriotas la folletería socialdemócra-
nes perseguidos por las leyes de Bis- ta europea). Pero también fueron
marck), emisarios políticos (como receptores y difusores un traductor
como Juan B. Justo que vertió al es-
4 Aunque como ha señalado, no sin ironía pañol El Capital; un intérprete como
Pierre Bourdieu, el término interés cho- Ernesto Quesada, lector de Marx;
que en contextos como este, todo ejerci- o un divulgador como el conferen-
cio de transferencia implica algún grado cista Adrián Patroni. Se pone aquí
de apropiación simbólica: «Pienso que el
en evidencia toda una cadena de
que se apropia, con toda buena fe, de un
autor y que se hace de él el introductor, recepción y difusión que involucró
tiene beneficios subjetivos completa- a una red crecientemente compleja
mente sublimados y sublimes, pero que, de traductores, editores, distribuido-
sin embargo, son completamente deter- res, libreros... Esta implicó a su vez
minantes para comprender que él haga lo
que hace» (Bourdieu, 1999, p. 162). una red creciente de consumidores,

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desde los miembros de la élite y sus «final» al término de la cadena de la


grandes bibliotecas —Ernesto Que- circulación. Las comillas están para
sada— hasta la fracción alfabetizada recordar que la distinción es siempre
de los trabajadores que se suscribió analítica, pues nunca hay lector fi-
a la prensa obrera o que, después nal, en la medida en que ese lector
de la larga jornada laboral, acudió se convierte eventualmente en un
a la biblioteca popular o al centro nuevo difusor, receptor o incluso
socialista para instruirse sobre el so- productor. Además, no hay lector
cialismo científico de Marx, el evo- solo al final de la cadena: en cada
lucionismo de Darwin o las teorías uno de los momentos se encuentran
cosmológicas de Hæckel. Como ha lectores con verdaderas políticas de
observado Andreucci: lectura, pues tanto el productor y el
difusor como el receptor son, desde
Seguir la actividad de algu- esta perspectiva y ante todo, lecto-
nas editoriales, observar las res. En lo que respecta a mi estudio,
colaboraciones en algunas este momento es el de la lectura de
grandes revistas, sondear el la obra de Marx y los marxistas eu-
terreno, totalmente virgen, ropeos en la Argentina del período
de los manuales socialistas 1871-1900, ya sea que el estímulo de
significa reconstruir una koiné los lectores proviniera de su nove-
cultural, un mundo de ideas, dad científica o de su promesa de re-
de pasiones, de intereses que, dención, ya sea que el lector inten-
al menos a primera vista, re- tase leerlo críticamente, buscase una
vela una singular homogenei- identificación doctrinaria o aspirase
dad. Las iniciativas editoriales a una utilización efectiva a la hora
dirigidas a la publicación de de producir análisis marxistas.
textos socialistas, de obras de
Marx o Engels, de textos de Problemas relativos a una teoría
divulgación o de manuales de la recepción: Marx y la querella
sobre el marxismo, son un fas- de las interpretaciones
cinante capítulo de la historia
del movimiento obrero inter- Ante la caótica situación de dis-
nacional (1979: p. 67). persión e incluso de pérdida docu-
mental que campea hace décadas en
El momento de la apropiación corres- los estudios sobre la primera prensa
ponde al consumo de un cuerpo de obrera argentina o la formación del
ideas por parte de un supuesto lector socialismo local en el siglo XIX,

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puse un gran empeño en localizar y original y transcribirlo en uno propio.


recuperar una gran masa de libros, De esta manera, mi interés en desta-
folletos, periódicos, revistas, cartas car ciertos pasajes y mi lectura de los
autógrafas, actas manuscritas y otros mismos nace de un horizonte de pre-
documentos que entendí eran de guntas a partir del cual me propongo
gran valor histórico para desarrollar interrogar a estos textos.
esta investigación.
Sin embargo, como todo estudio de
Consciente de la desesperante situa- recepción, no me propongo valorar
ción con que a menudo se encuentra si los socialistas argentinos leyeron
el historiador ante textos con refe- correcta o incorrectamente a Marx,
rencias bibliográficas incompletas sino establecer cómo lo leyeron y por
o imprecisas (déficit habitual entre qué lo leyeron como lo leyeron. No
memorialistas, pero no totalmente es mi objetivo someter a crítica las
ausente entre los historiadores pro- interpretaciones de Marx realizadas
fesionales), me esforcé en establecer por los socialistas argentinos sobre
con la mayor precisión posible el la base de una interpretación que se
gran volumen de fuentes hoy dispo- presupone la verdadera (la del au-
nibles, con la esperanza de facilitar tor), sino investigar qué lecturas de
el acceso de futuros investigadores. Marx fueron posibles y se realizaron
El libre acceso de los investigadores desde las coordenadas geográficas,
a estos textos es una de las condicio- temporales y sociales de la Argenti-
nes básicas para el establecimiento na de fines del siglo XIX.
de un campo profesional de estudios
sobre la izquierda en la Argentina. Al estudiar cómo se fue establecien-
do el canon de lectura y la consi-
Como toda investigación historio- guiente canonización de determi-
gráfica, la mía se funda en un trabajo nado corpus textual me propongo
de transcripción fidedigna de textos, mostrar tanto los problemas como
así como en una minuciosa interpre- las ventajas que acarrearon a los so-
tación de los mismos. Puede afirmar- cialistas argentinos su interpretación
se que en la misma transcripción de de Marx, ciertas dimensiones de su
textos, por fidedigna y precisa que obra que destacaron con provecho
fuere la referencia bibliográfica, está al lado de otras que se mostraron in-
ya contenida una interpretación, in- capaces de auscultar, aquellos textos
cluso por el solo hecho de desgajar un que quisieron privilegiar mientras
fragmento determinado de su texto solapaban o ignoraban otros.

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Es productivo, desde luego, seña- cierto sentido, es innegable, pero esta


lar los límites del horizonte de lec- proposición tiene tanto valor como
tura de Marx por parte de Germán aquella que afirma la objetividad de
Avé-Lallemant, José Ingenieros o lo real en tanto que previa a, e inde-
Juan B. Justo. Lo que hoy carece de pendiente de, la conciencia humana.
sentido, por anacrónico, es un ejer- Es que el texto no existe como cosa
cicio de discusión con estas figuras en sí, sino para nosotros, lectores. So-
históricas desde una presunta inter- mos los lectores quienes lo realiza-
pretación correcta de Marx por par- mos, lo actualizamos, y en ese sentido
te del autor en el presente. Desde la lo recreamos en cada lectura.
postura asumida aquí, renuncio a la
petición de principios de ser el po- En otros términos, el texto no exis-
seedor de la interpretación más ajus- te por fuera de la historia de sus in-
tada al texto de Marx. Contamos terpretaciones. Entre el lector y el
hoy, respecto a los hombres de la ge- texto se interpone necesariamente
neración de 1890, con la ventaja de toda una malla de interpretaciones
la perspectiva histórica: conocemos previas. Cada texto ha acumulado
efectos histórico-políticos de la obra una historia de efectos e interpre-
de Marx que ellos necesariamente taciones que son parte constitutiva
desconocieron. Tenemos además a de su significado para nosotros. El
nuestro favor más de un siglo de lec-
Carlos Astarita me señaló desde el tri-
turas de Marx que pueden inspirar bunal evaluador que el enfoque asumido
la nuestra, un corpus interpretativo aquí, al focalizarse en el momento de la
rico y complejo al que no tuvieron recepción, corría el riesgo de perder de
acceso Avé-Lallemant, Ingenieros o vista la dimensión objetiva de la obra tras
Justo. Sin embargo, no hay ninguna la maraña de las interpretaciones. Aun
admitiendo, se me observó, que El Capital
ley evolutiva que garantice una ma- de Karl Marx pueda ser y haya sido objeto
yor corrección de las interpretacio- de las más disímiles (e incluso inverosími-
nes recientes sobre las pasadas... les) interpretaciones, antes que todas ellas
estaría la objetividad de la obra misma:
Todos, inevitablemente, interpreta- así, su carácter científico sería previo a
las interpretaciones vulgares o profanas, o
mos cuando leemos: la lectura es en
su carácter objetivamente revolucionario
sí misma un acto de interpretación. sería anterior a cualquier interpretación
Antes de la interpretación, puede reformista. El presente parágrafo es una
argumentarse, existe el texto.5 En versión de la defensa que hice en dicha
ocasión de la teoría de la recepción contra
5 Cuando esta investigación tenía aún las tesis de la intencionalidad del autor y
el formato de una tesis doctoral, el Dr. de la objetividad textual.

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texto no es sino la historia del texto, nes determinados históricamente. El


la historia de sus lecturas. No existe carácter no referencial del lenguaje
una vía regia de acceso directo, obje- que está en la base del giro lingüístico,
tivo, neutro, al texto original, virgen con todas sus consecuencias (la poli-
de interpretaciones. Pretender esa fonía del texto —Bajtín—, el carác-
vía equivale a cancelar nuestra pro- ter ambiguo de la palabra, la versa-
pia historicidad, a saltar por encima tilidad significativa del lenguaje...),
de la historia. está en la base del carácter siempre
abierto de la obra y por lo tanto en
La moderna hermenéutica que se in- el carácter dialógico de la lectura. La
auguró con Gadamer ya no parte de perspectiva gadameriana que recoge
la premisa de que interpretar signifi- Jauss, puede entenderse, entonces,
ca recuperar la intencionalidad del como un movimiento surgido en
autor original: la interpretación no el interior de la interpretación que
es un proceso reproductivo, sino pro- parte del autor para llegar hasta el
ductivo (Jay, 1990). Inspirada en la texto y a sus receptores. Gadamer ha
obra de Gadamer, la primera formu- desplazado el locus del sentido de la
lación programática de la teoría de la interpretación desde el autor hacia
recepción fue inicialmente postulada algún lugar indeterminado entre el
por Hans Robert Jauss en el terreno texto y el lector.
de la crítica literaria. Este marxista
alemán, lector también de Benjamin Al privilegiar la dimensión de la
y de Kosik, lanzaba en 1967 una seve- lectura no desaparece el autor, sino
ra crítica a la estética de la producción que se le reconsidera en su carác-
que se fundaba en la tesis de la sobe- ter de lector: el autor es, desde esta
ranía del autor, así como a la meto- perspectiva, un lector que escribe,
dología estructuralista que se fundaba mientras que el lector no lo es. Es
en las tesis sobre la consistencia y una perspectiva afín a Gramsci que
autonomía del texto, postulando por planteaba que todos los hombres
primera vez la soberanía del lector. son filósofos, solo que algunos, unos
pocos, escriben sistemas filosóficos.
Resaltar el carácter abierto de la obra Parafraseando a Gramsci, se podría
(Eco) a diversas significaciones no la decir que, en cierto sentido, todos
hace desaparecer. Las significaciones los hombres son lectores, todos in-
no son arbitrarias, sino que es posible terpretan textos, aunque solo algu-
establecer a través de la investiga- nos sistematizan sus interpretacio-
ción ciertos patrones de significacio- nes volcándolas en la escritura.

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Se puede objetar a esta perspectiva interpretación. Si Marx no hubiera


que, aun admitiendo que la obra es hecho una mala lectura de Hegel
abierta, la apertura no es indetermi- seguramente hubiese sido un buen
nada, ni todas las interpretaciones profesor de historia de filosofía en la
deben ser igualmente aceptables. No Universidad de Berlín, pero no ha-
se pueden dejar de valorar las diver- bría producido el marxismo.
sas interpretaciones, aunque ya no
es admisible hacerlo desde los viejos Con motivo de las sucesivamente
parámetros de la «verdadera» lectu- proclamadas crisis del marxismo, en
ra —según la pretensión de ajustarse muchas ocasiones se puso a la orden
más cabalmente al texto original—. del día la consigna de volver a Marx:
Porque una lectura tan minuciosa- todo consistía en hacer a un lado
mente apegada a la letra del texto los malos intérpretes para hacer una
corre el riesgo de no interpretar, lectura directa de Marx a través de
sino, en el límite, de reescribir pura y sus propios textos. Es imposible leer
simplemente la obra, a la manera de directamente a Marx, o a quien sea,
Pierre Menard6. En cambio, toda lec- sin la mediación de sus sucesivos in-
tura fuerte es aquella capaz de tomar térpretes. Entiéndase bien: sin duda,
distancia de la letra; aquella que, en es posible (y productivo) leer a Marx
parte, violenta el texto para hacerle en sus textos, lo que es inaceptable
decir algo nuevo y productivo, algo es que se pretenda leerlo objetiva-
que, a la vez, está y no está en el texto mente, esto es, desde fuera de la his-
interpretado, algo que no estaba pero toria, desde un presunto grado cero
que emerge desde el momento en que de la ideología, haciendo como que
una interpretación es capaz de seña- se desconoce lo que se conoce (otros
larlo convincentemente. intérpretes que hemos leído en for-
ma directa o indirecta, y que nos
¿No es acaso, una «mala lectura han dotado de filtros o de lentes de
creativa» --para utilizar términos lectura que ya llevamos consciente
de Harold Bloom-- la que hizo, por o inconscientemente incorporados
ejemplo, Marx de la obra de Hegel? en nuestra visión). Como tampoco
No importa aquí, pues, si Marx hizo se puede leer por fuera de la historia
una lectura correcta o verdadera de de sus efectos histórico-políticos. Si
Hegel, sino la productividad de su se acepta, entonces, que la obra de
Marx no puede ser concebida por
6 N. de E.: “Pierre Menard, el autor del fuera de la historia de sus lecturas,
Quijote”, en Ficciones (1944), Jorge Luis
Borges debe admitirse que para «llegar a

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Marx» es preciso un arduo trabajo tatistas y totalitarias (Stalin) hasta


arqueológico: atravesando las capas filosofías libertarias (Guerin), desde
de las sucesivas lecturas que fueron perspectivas que enfatizan su ca-
significando y resignificando su obra rácter científico (Althusser) hasta
a lo largo de más de un siglo de in- otras que acentúan su dimensión
terpretaciones. Y que este llegar a ético-política (Rubel)... Es el caso,
Marx nunca será, definitivamente, como se verá en parte aquí también,
un inaccesible Marx en sí, será siem- de las lecturas argentinas de Marx,
pre un Marx para nosotros... tanto en el siglo XIX como en el XX:
socialistas reformistas y revoluciona-
Como ha señalado Martin Jay: rios, comunistas y trotskistas, maoís-
tas y guevaristas, e incluso naciona-
La historia de los efectos de un
texto puede muy bien ser una
listas y desarrollistas, todos leyeron a
crónica de sucesivas malas inter- Marx, todos buscaron fundar en sus
pretaciones más que una repro- textos la legitimidad de sus lecturas.
ducción perfecta, aquel «mapa de
malas lecturas» señalado por Ha- Ahora bien, ¿leer a Marx, desde las
rold Bloom, pero la potencialidad más diversas perspectivas y desde los
para las distorsiones específicas más variados intereses de lectura,
que se producen puede conside- significa renunciar a participar en
rarse como latente en el texto la querella de las interpretaciones
original (1990: p. 46). declarándola vana o condenarse a
aceptar como legítimas a todas y cada
Los textos de Marx, como cualquier una de ellas? Al contrario, la tesis de-
otro, tienen la suficiente apertura, fendida aquí habilita la identificación
las suficientes tensiones internas, de ciertas operaciones de lectura y, en
lagunas o contradicciones como todo caso, invita a otras lecturas del
para permitir que sobre ellos se ha- texto de Marx que se consideren más
yan fundado las más diversas lecturas, sugestivas, más productivas o más ra-
desde el determinismo económico dicales. Se cuestiona la razón ingenua
más excluyente (Plejanov) hasta el y objetivista, no la razón crítica. El
voluntarismo político más enérgico juego intertextual de las múltiples
(Luxemburg), desde el gradualismo lecturas no deviene en pura intersub-
y el reformismo político (Kautsky) jetividad: se continua discutiendo so-
hasta la perspectiva que enfatiza el bre Marx, en torno a lo que sus textos
momento de la crisis y la revolución «dicen» y «no dicen», solo que sin tal
(Lenin), desde aproximaciones es- ingenuidad epistemológica.

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El autor y su recepción: Marx ...cuando un texto se produce no


frente a sus lectores rusos para un único destinatario sino
para una comunidad de lectores
Umberto Eco ha definido los tres (...) será interpretado no según
momentos de la interpretación de sus intenciones, sino según una
modo preciso: completa estrategia de interac-
ciones que también implica a lec-
El debate clásico apuntaba a des- tores, así como a su competencia
cubrir en un texto bien lo que el en la lengua en cuanto patrimo-
autor intentaba decir, bien lo que nio social (Eco, 1995: pp. 70-72).
el texto decía independientemen-
te de las intenciones de su autor. Sin embargo, Eco postuló una ex-
Sólo tras aceptar la segunda posi- cepción cuya exploración podría
bilidad cabe preguntarse si lo que resultar productiva:
se descubre es lo que el texto dice
en virtud de su coherencia tex- Existe (...) un caso en que puede
tual y un sistema de significación ser interesante recurrir a la inten-
subyacente original, o lo que los ción del autor empírico. Hay ca-
destinatarios descubren en él en sos en que el autor aún está vivo,
virtud de sus propios sistemas de los críticos han dado sus inter-
expectativas (Eco, 1995: p. 68). pretaciones del texto y puede ser
entonces interesante preguntar
El debate contemporáneo ha girado cuánto y en qué medida él, como
en torno a estas dos opciones: la so- persona empírica, era consciente
beranía del texto o la soberanía del de las múltiples interpretaciones
que su texto permitía (p. 78).
lector, desechando las pretensiones
de la antigua hermenéutica (cuyas
La historia del marxismo ofrece un
raíces se remontan al movimiento
caso apasionante en este sentido,
de la Reforma) según la cual la in-
en el que la interpretación provoca
terpretación debía recapturar la in-
incluso ulteriores modificaciones en
tención original del autor de un tex-
el proceso de producción: es el caso
to. Eco entendió que en la dialéctica
de los lectores rusos de El Capital de
entre intención del lector e intención
Marx. Se trata, además, de un caso
del texto que postuló la intención
extraordinario que permite mostrar
del autor empírico ha quedado total-
cómo lector ideal y lector empírico
mente postergada. La interpretación
pueden no coincidir. El Capital de
deberá, pues, respetar al texto, no al
Marx construye cierto lector ideal
autor empírico. Este sabe, o debería
—el moderno proletariado europeo
saber, que:

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occidental—, pero sin embargo esta de las tradiciones e instituciones


obra encontró, para sorpresa del pro- comunales arcaicas cobraría legi-
pio autor, un campo de mayor inte- timidad como base sobre la que
rés entre los grupos populistas de la se erigiría el socialismo futuro. En
atrasada Rusia. cambio, si El Capital debe leerse en
términos de férrea necesidad evo-
El ala izquierda del movimiento po- lutiva estas instituciones arcaicas
pulista leyó afanosamente El Capi- quedarían condenadas a desapare-
tal, tras su aparición en 1867, y puso cer en nombre de una forma eco-
desde entonces un enorme empeño nómica superior (el capitalismo),
en traducirlo al ruso, convirtiendo al mismo tiempo que las luchas po-
a Marx en su referente teórico-po- pulistas resultarían desacreditadas
lítico y su interlocutor privilegiado. como pura rebelión romántica que
A través de Vera Zasúlich, una de desconoce las leyes científicas de
las máximas exponentes del popu- la Historia. Marx, confrontado por
lismo revolucionario, se encargaron los populistas rusos ante las lectu-
de comunicarse con él para for- ras posibles de su obra, tuvo (hasta
mularle directamente, a través de cierto punto) la opción de decidir
una carta (1881), la gran pregunta: cómo quería que fuera interpretada.
¿cómo debe entenderse El Capital? Acaso nunca, desde la Reforma pro-
¿Puede Rusia, según esta obra, sal- testante, una pregunta sobre cómo
tarse el estadio capitalista pasando interpretar un texto encerró tanto
directamente desde las antiguas dramatismo histórico.
formas comunales rusas (precapita-
listas) directamente al socialismo, Pocos años antes, en 1877, otro po-
o en cambio la perspectiva de dicha pulista ruso había cuestionado la apli-
obra debe entenderse en el sentido cación de la teoría de Marx a Rusia,
de que Rusia está sujeta, como todos entendiendo El Capital como una
los pueblos del planeta, a atravesar suerte de filosofía histórica según la
una serie de etapas históricas sucesi- cual todos los países debían experi-
vas y necesarias? mentar exactamente el mismo proce-
so de expropiación del campesinado
En el primer caso, los populistas de que había sucedido en Inglaterra. En
izquierda podrían apropiarse benefi- ese sentido, escribía Mijailosvsky:
ciosamente de El Capital como una
legitimación de su lucha revolucio- Incluso considerando solamen-
naria contra el zarismo y su defensa te su tono de superioridad puede

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verse fácilmente cuál sería la ac- ría general de filosofía de la historia,


titud de Marx hacia los esfuerzos cuya mayor ventaja reside precisa-
de los rusos por descubrir para su mente en el hecho de ser una teoría
país un camino diferente de desa- suprahistórica» (p. 65).
rrollo al que ha seguido y todavía
está siguiendo Europa Occidental Es gracias a la lectura que hizo Mi-
(Shanin, 1990: p. 80).
jailovsky de El Capital, así como a
las preguntas que simultáneamente
Según Mijailovsky, la filosofía de la
le formularon los populistas de iz-
historia eurocéntrica de Marx impe-
quierda, que Marx pudo comenzar a
diría comprender la especificidad de
pensar en un corte con la perspec-
la historia rusa y su real dinámica his-
tiva progresista-evolucionista de la
tórica. En su respuesta a Mijailovsky
historia. Es a partir de estos desafíos
(1877) Marx desautorizó las lecturas
que Marx amplió su percepción de
que hacían de su obra una nueva fi-
un desarrollo desigual (y no lineal)
losofía eurocéntrica de la historia.
del capitalismo, que enfatizó —sin
En esta pieza breve pero significativa
abandonar la concepción materia-
el autor de El Capital circunscribió el
lista— el carácter abierto de la his-
análisis de la acumulación originaria
toria, superando la noción de que
al camino por el que en la Europa
existiría una suerte de camino de la
occidental nació el régimen capitalis-
historia que todas las sociedades de-
ta del seno del régimen económico
berían recorrer necesariamente. Al-
feudal y cuestionó, por lo tanto, las
gunos autores, como Teodor Shanin
tentativas de «...convertir mi esbozo
(1990), sugirieron que a partir de
histórico sobre los orígenes del capi-
estos cuestionamientos, a pesar de
talismo en la Europa Occidental en
que no alcanzan a materializarse en
una teoría filosófico-histórica sobre
una nueva formulación de la con-
la trayectoria general a que se hallan
cepción materialista de la historia,
sometidos fatalmente todos los pue-
puede hablarse de un último Marx o
blos, cualesquiera que sean las cir-
un Marx tardío.
cunstancias históricas que en ellos
concurran...» (Marx, 1980: 64-65). Marx tuvo, pues, la oportunidad de
Su método, aclaró, consistía en estu- reaccionar sobre las lecturas de El
diar en su especificidad los diferentes Capital y, en cierta medida, de influir
medios históricos para luego compa- en su curso. Sin embargo, todas sus
rarlos entre sí, y no en la aplicación protestas no lograron torcer el modo
de la «...clave universal de una teo- canónico en que comenzó a leerse

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en los últimos años de su vida. Lo de Marx. Por ejemplo, los artículos


paradójico es que los esfuerzos teó- del New York Daily Tribune de prin-
ricos del último Marx se dirigieron cipios de la década de 1850 sobre
en sentido contrario al establecido la penetración del capital británico
en la doctrina marxista. Mientras en la India. Marx intentó allí pen-
que el Marx de las décadas de 1870 sar el problema desde una dialéctica
y 1880, acicateado por los desafíos del progreso, articulando al mismo
que le plantearon las lecturas de tiempo una condena moral del co-
sus interlocutores rusos, tendió a lonialismo inglés y de sus efectos
cuestionar el modelo histórico-filo- destructivos en la India y una jus-
sófico evolucionista, progresista y tificación histórica de la expansión
determinista, la doctrina de la Se- capitalista en nombre del progreso.
gunda Internacional hizo de dicho Marx no desconocía los horrores de
modelo un sinónimo de marxismo. la dominación occidental:
Y en el proceso de constitución
de dicha doctrina se estableció un La miseria ocasionada en el In-
dostán por la dominación britá-
corpus de textos de Marx en el que
nica ha sido de naturaleza muy
los testimonios de sus vínculos con
distinta e infinitamente superior
los populistas permanecieron casi a todas las calamidades experi-
desconocidos. Estos textos a los mentadas hasta entonces por el
que aludo —la carta a V. Zasúlich, país. Lejos de aportar un progreso
la réplica a Mijailovsky, la corres- social, la destrucción capitalista
pondencia con Danielson y sus del tejido social tradicional ha
borradores sobre la comuna rural agravado las condiciones de vida
rusa— solo fueron recuperados y de la población. Sin embargo,
significativamente leídos un siglo en último análisis, a pesar de sus
crímenes, Inglaterra ha sido «el
después de publicado El Capital.
instrumento inconsciente de la
Durante cien años fueron excluidos
historia» al introducir las fuerzas
o desconsiderados, incluso por los de producción capitalistas en la
marxistas, como carentes de cual- India y provocando una verda-
quier significación teórico-política. dera revolución social en el es-
tado social (estancado) del Asia
La lectura evolucionista que hizo de (1973a: pp. 24-30).
El Capital el marxismo de la Segun-
da Internacional parecía autorizarse En un artículo ulterior, Futuros resul-
en tramos de esta misma obra, así tados de la dominación británica en la
como en numerosos textos previos

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India7, (1974) Marx explicitó su pos- él no creyó menos en el desarrollo


tura: la conquista inglesa de la India burgués de las fuerzas productivas
reveló, de otro modo, «...la profunda a escala mundial —promovido por
hipocresía y la barbarie propias de una potencia industrial como Ingla-
la civilización burguesa». Inglaterra terra— y, en último análisis, histó-
cumplió una función histórica pro- ricamente progresista (i.e., benéfi-
gresista en la medida en que el «pe- co), en la medida en que preparó el
ríodo burgués de la historia está lla- camino a la gran revolución social.
mado a crear las bases materiales de Se hace aquí patente la impronta
un nuevo mundo», por ejemplo, el hegeliana, histórico-filosófica, de la
socialista. La célebre conclusión de concepción marxiana del progreso:
este texto resume perfectamente la
grandeza y los límites de esta primera La «astucia de la razón» —una
verdadera teodicea— permite
forma de la dialéctica del progreso:
explicar e integrar todo acon-
Y sólo cuando una gran revolu- tecimiento (aún los peores) en
ción social se apropie de las con- el movimiento irreversible de la
quistas de la época burguesa, el Historia hacia la Libertad. Esta
mercado mundial y las modernas forma de dialéctica cerrada —ya
fuerzas productivas, sometiéndo- predeterminada por un fin— pa-
los a control común de los pue- rece considerar el desarrollo de
blos más avanzados, sólo entonces las fuerzas productivas —impul-
habrá dejado el progreso humano sadas por las grandes metrópolis
de parecerse a ese horrible ídolo europeas— como idéntico al pro-
pagano que sólo quería beber el greso, en la medida en que él nos
néctar en el cráneo del sacrificado conduce necesariamente al socia-
(pp. 71-77). lismo (Löwy, 1996: p. 197).

Como ha señalado Michael Löwy, En el prólogo a la Crítica de la Eco-


Marx percibió claramente la natu- nomía Política de 1859, Marx pare-
raleza trágica del progreso capitalista cía retomar dicha visión progresista
y no ignoró en absoluto su costado y secuencial de modos de produc-
siniestro, su naturaleza de Moloch ción sucesivos, en el marco de una
exigiendo sacrificios humanos, pero concepción determinista tecnoló-
gica de la historia. Pocos años des-
7 N.de E.: Escrita en Londres, en julio de pués, El Capital, con su énfasis en
1853 y publicada originalmente en New las leyes históricas, parecía confir-
York Daily Tribune. Nº 3840, del 8 de marla, al mostrar cómo los «países
agosto de 1853.

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industrialmente más desarrollados un relato preconstituido de matriz


no hacen más que poner por delante economicista: «Todo lo que sé es que
de los países menos progresivos el es- yo no soy marxista».8
pejo de su propio porvenir» (Marx,
1946, I: XIV). Marx y América Latina: la
recepción como malentendido
Entonces, ¿hasta dónde podía pro-
testar Marx, el autor empírico, con- El concepto de recepción de ideas pa-
tra interpretaciones de su obra que, rece simple, pero encierra una enor-
como la de Mijailovsky, se basaban, me complejidad. Pierre Bourdieu lo
efectivamente, en lecturas de El Ca- ha señalado de modo inmejorable:
pital o incluso de sus obras previas dado que las ideas circulan de un
que parecían avalar dicha perspecti- espacio social a otro sin sus contex-
va? Sin embargo, detrás del marxis- tos (con prescindencia de su campo
mo que canonizó esta perspectiva en de producción), los receptores las
los términos de una suerte de filosofía reinterpretan según las necesidades
del progreso, es posible vislumbrar dictadas por su propio campo de pro-
un último Marx que, a través de sus ducción. Esta es la causa, señaló el
cartas con los populistas, de nuevos autor de Intelectuales, política y poder,
estudios sobre la cuestión rusa y de de formidables malentendidos que no
infinidad de borradores, replanteó su
concepción de la historia en un senti- 8 El célebre testimonio es de Engels, en
una carta a Conrad Schmidt fechada en
do abierto y multilineal, abriendo in-
Londres, el 5 de agosto de 1890. Enge-
cluso perspectivas que le permitieron ls se quejaba del economicismo del que
a las generaciones siguientes pensar hacían gala algunos exponentes del so-
la problemática de la dinámica del cialismo alemán, identificándolos con
capitalismo en la periferia. aquellos «marxistas» (las comillas son de
Engels) que surgieron en Francia a fines
de los años setenta y que motivaron la
Quizás el síntoma más evidente de famosa frase de Marx. Anotó Engels: «En
cierto desajuste existente entre la general, la palabra materialista les sirve
teoría histórica, tal como Marx la a muchos de los jóvenes escritores ale-
concebía, y lo que comenzó a insti- manes de simple frase mediante la cual
se rotula sin más estudio toda clase de
tucionalizarse como filosofía marxis-
cosas; pegan esta etiqueta y creen que la
ta de la Historia fue el malestar y el cuestión está resuelta. Pero nuestra con-
extrañamiento del propio Marx ante cepción de la historia es, sobre todo, una
los marxistas que creían ser fieles a guía para el estudio, y no una palanca
su maestro reduciendo la historia a para construir a la manera de los hegelia-
nos» (Marx-Engels, 1972, pp. 392-393).

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son circunstanciales: en la base de Los estudios de recepción, pues, no


todo proceso de recepción habría pueden limitarse al señalamiento
un «malentendido estructural». Es erudito y descriptivo de transferen-
así que la labor de recepción del so- cias de ideas y autores de un espacio
cialismo europeo y de difusión local cultural a otro. Para Fornet-Betan-
llevada a cabo por exiliados y crio- court (1995), un estudio de la re-
llos en la Argentina de las últimas cepción «implica la reconstrucción
tres décadas del siglo XIX no puede histórica de las condiciones que
pensarse como una mera reproduc- preparan la posibilidad para que de-
ción (una simple, ingenua y fallida terminada filosofía se torne históri-
traducción) de la doctrina socialista ca en el contexto de determinadas
europea. Es mucho más productivo condiciones de vida y de pensa-
pensarla como un intento (indepen- miento». Se trata, pues, de recons-
dientemente de si luego fue exitoso truir el proceso histórico por medio
o frustrado) de recepción selectiva del cual una filosofía es integrada
y de apropiación crítica de las ideas en la dinámica de la historia, en el
del socialismo europeo, para pensar ámbito específico de determinada
y transformar esta realidad especí- tradición cultural. No es posible,
fica, irreductible a Europa, pero al entonces, trazar una historia me-
mismo tiempo impensable sin las ca- ramente interna de las ideas, sino
tegorías sociales forjadas en el Viejo que se deben examinar las «condi-
Continente. De esta manera: ciones contextuales que facilitan o
dificultan la incorporación de una
El sentido y la función de una corriente de pensamiento dentro de
obra extranjera están determi-
la historia cultural de determinada
nados, al menos, tanto por el
región» (pp. 9-10).
campo de recepción como por
el campo de origen. En primer
En ese sentido, intento pensar pro-
lugar, porque el sentido y la fun-
ción del campo originario son, blemáticamente la relación entre
con frecuencia, completamente las teorías socialistas europeas y la
ignorados. Y también, porque la realidad argentina, buscando evitar
transferencia de un campo na- tanto las aproximaciones funciona-
cional a otro se hace a través de listas que tienden a convertirlas en
una serie de operaciones sociales realidades fácilmente asimilables
(Bourdieu, s/p: 1999). como las perspectivas nacionalis-
tas que las piensan como realidades
irreductibles a priori. Acudo una vez

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más a la perspectiva abierta por Ari- tampoco pretendo reiterar aquí la


có (1999): perspectiva inversa, según la cual
la matriz eurocéntrica del socialis-
Si la doctrina marxista logró di- mo (y/o del marxismo) lo conver-
fundirse y conquistar una presen-
tirían inevitablemente en una flor
cia hegemónica, o por lo menos
exótica en el suelo latinoamericano,
significativa, entre las clases tra-
bajadoras europeas, venciendo la congénitamente incapaz de pensar
fuerte resistencia que le oponían la especificidad de nuestra realidad
otras corrientes ideológicas anar- (la «anomalía» latinoamericana
quistas, nacionalistas, democráti- respecto a Europa) y de ofrecer una
cas; en América Latina este pro- solución práctica a nuestra emanci-
ceso debió afrontar además otros pación. Me propongo mostrar cómo
obstáculos inéditos y en buena el socialismo, primero, y el marxis-
parte aún insuperados (p.15). mo, después, formaron «parte de la
historia de las diversas formulacio-
Pues si aún hoy en Europa socialis- nes teóricas y resoluciones prácticas
mo y movimiento obrero son —en que sucesivamente el pensamiento
cierto sentido— dos aspectos de latinoamericano» fue dando a dicho
una misma realidad, «en América problema, apelando una y otra vez
Latina constituyen dos historias al pensamiento europeo. Pues aun-
paralelas que en contadas ocasiones que resulte paradójico, «aún en sus
se identificaron y que en la mayoría momentos de mayor exterioridad, el
de los casos se mantuvieron ajenas marxismo fue parte de nuestra reali-
y hasta opuestas entre sí», y conclu- dad»., y continúa:
ye: «Ni la historia del socialismo
latinoamericano resume la historia Su suerte fue en buena parte la
del movimiento obrero, ni la de suerte corrida por todo el pen-
éste encuentra plena expresión en samiento latinoamericano, por
aquélla» (pp. 23, 29). lo que hablar, como hoy aún se
hace, de su insuperable limita-
Ahora bien, así como advertí sobre ción «europeísta», pretendiendo
los riesgos del esquema torpemente de tal modo contraponerlo a otras
racionalista según el cual el mar- corrientes de pensamiento no
sabemos por qué razones exentas
xismo sería una teoría definitiva
de tal estigma, no es sino una for-
y universal, disponible para todos ma extravagante y caprichosa de
aquellos pueblos que quisieran sim- desconocer que el pensamiento
plemente aprenderla y aplicarla, europeo fue en América Latina

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el presupuesto universal por todos so por voceros del socialismo euro-


reconocido para sistematizar de peo) en términos de exotismo.
manera racional cualquier tipo de
reflexión sobre su naturaleza y sus La primera crítica al carácter exóti-
características definitorias (Ari- co del socialismo recepcionado por
có, 1999, p. 22). intelectuales argentinos provino
de las élites dominantes. Fue Pedro
En este marco conceptual, se en- de Ángelis, un intelectual orgánico
tiende que, si bien la labor inicial de del régimen rosista, quien en 1847
recepción y difusión llevada a cabo se mofaba en las páginas de Archivo
por inmigrantes y criollos en la Ar- Americano del europeísmo y el uto-
gentina de fines de siglo XIX pudo pismo del Dogma Socialista de Este-
efectivamente nacer de la ingenua ban Echeverría.
ilusión de una simple reproducción
local (una traducción lisa y llana) de De Ángelis tachaba, además, al Dog-
la doctrina socialista europea, resul- ma como saint-simoniano, mientras
ta mucho más productivo pensar que que Echeverría pretendió haber juz-
las dificultades, los conflictos y los gado de modo realista la situación
debates surgidos en la marcha de la argentina valiéndose del «criterio
construcción del socialismo argenti- socialista».9 Desde entonces, se dis-
no les fueron revelando a esos suje- cutió durante un siglo acerca de los
tos las asimetrías entre el marxismo alcances del saint-simonismo de
nacido en Europa y la realidad ar- Echeverría y la Generación del 37,
gentina. A pesar de sus límites teóri- desde Paul Groussac hasta Renato
cos o sus ulteriores fracasos políticos, Treves, pasando por José Ingenieros,
desde Echeverría y la Generación Abel Cháneton, Alberto Caturelli,
del 37 hasta Juan B. Justo, aparecie- Alberto Palcos, etc. Si bien Eche-
ron diversos proyectos político-in- verría, el joven Alberdi y el joven
telectuales que buscaron establecer Sarmiento ignoraron las obras cen-
una relación políticamente produc- trales de Saint-Simon y su conoci-
tiva entre teoría socialista y movi- miento de esa obra fue parcial y ade-
miento social argentino. Proyectos más mediado por la divulgación y
que enfatizaron la necesidad de una
apropiación crítica debido a cuestio-
9 Para un análisis detallado de la cuestión,
namientos (por parte de las élites de me permito remitir a mi propio texto:
poder, por la gran prensa nacional, Intelectuales, exilio y utopías. El socialismo
por la sociología académica e inclu- romántico en el Río de la Plata (1837-
1870), de próxima aparición.

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reelaboración de sus epígonos, no es Marx. Se trata de las cartas descon-


menos cierto que los miembros de la soladas de Raymond Wilmart para
Joven Argentina fueron, a su modo, el propio Marx, en las que el emisa-
saint-simonianos. Hicieron, por su- rio enviado por el Consejo General
puesto, un uso selectivo de las doc- de la AIT a Buenos Aires informó
trinas saint-simonianas para conce- desde aquí acerca de los límites para
bir su propio programa (por ejemplo, la construcción de una asociación
la distinción entre la dimensión so- obrera que funcionaría como filial de
cial y la dimensión política, o la crí- la Internacional y, simultáneamen-
tica del individualismo posesivo des- te, para la difusión de los textos de
de posturas solidaristas). Así como, Marx en la Argentina de 1873: «Co-
en el sentido del conocido proverbio mienzo a creer (...) que no hay nada
italiano, toda traducción es traición que hacer con los elementos de aquí.
queda dicho que ninguna recepción Hay demasiadas posibilidades de ha-
es neutra ni total: todo proceso de cerse pequeño patrón y de explotar
recepción implica un cierto grado de a los obreros recién desembarcados
selección y adecuación. Dicho, una como para que se piense en actuar de
vez más, en términos de Bloom: toda alguna manera» (citado por Paglio-
lectura fuerte es en cierto sentido ne, [Tarcus, seud.] 2007) le escribió
una mala lectura. Wilmart a Marx.

En este caso, los propios actores Veinticinco años después, el escri-


históricos —de Ángelis y Echeve- tor Roberto J. Payró apelaba a la
rría— discutieron (en el lenguaje transformación de esas condiciones
de su época) sobre los problemas sociales para explicar el fenómeno
de la recepción: acerca de la posi- de la expansión de la prensa socia-
bilidad/imposibilidad de universa- lista en la Argentina finisecular. Se
lización de las doctrinas socialistas complacía del crecimiento de un
europeas, acerca de las condiciones movimiento obrero socialista en
locales que harían viable/inviable una sociedad capitalista argentina
su recepción, etc. que ponía trabas cada vez mayores
al sueño de la movilidad ascendente:
Hay otro momento intenso, que tra-
taré con detenimiento en este texto, Hasta hace pocos años era fácil
en el que otro de los actores reflexio- crearse un capital, conquistar la
nó sobre las condiciones locales holgura, asegurar el pan de la ve-
de recepción de El Capital de Karl jez. Los que vivían de su trabajo

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tenían la esperanza, muchas veces una significativa distancia crítica


realizada, de llegar a ricos. Hoy, del modelo evolucionista marxis-
los capitales así formados, quieren ta, según el cual el crecimiento del
ser exclusivos, los grandes absor- movimiento obrero y socialista in-
ben a los pequeños, y el trabaja-
ternacional sería el producto natural
dor, el asalariado, ve con dolor y
no sin protesta que su salario al-
del proceso de expansión capitalista
canza apenas para su subsistencia desde el centro a la periferia.
y la de su familia, reclamándole
aún grandes privaciones (Payró, Ferri (1905) consideraba, como lo
1897: p. 55). hacía entonces la élite argentina y lo
hizo años después con mayor énfasis
Pero quizás nada defina mejor el el nacionalismo vernáculo, que el
«malentendido» inherente a la pro- socialismo argentino era un fenóme-
blemática de la recepción argentina no de exportación traído a estas pla-
del socialismo y el marxismo que el yas por los trabajadores inmigrantes
debate Justo-Ferri de 1908. El autor «e imitado por los argentinos al tra-
de Teoría y Práctica de la Historia ha- ducir los libros y folletos socialistas
bía llegado al socialismo, como otros de Europa» (s/p). Justo cuestionó lo
hombres de su generación, a través que denominaba la sociología de pa-
de la lectura de Herbert Spencer. cotilla y la incapacidad de Ferri para
Uno de los primeros libros editados el método socialista, pues el italiano,
por los socialistas argentinos fue pre- incapaz de apreciar in situ la reali-
cisamente Socialismo y ciencia positiva dad del socialismo argentino, insis-
(1905), en el que el italiano Enrico tía con el rígido esquema que traía
Ferri buscaba conciliar el socialismo de Italia sobre la inviabilidad del so-
con el evolucionismo darwiniano y cialismo en los países atrasados.
spenceriano. Sin embargo, cuando
en su visita a la Argentina en 1908 Es cierto que Justo no elaboró una
el diputado y criminólogo italiano conceptualización sobre el desarro-
declaró que el socialismo era en la llo desigual entre industrialización y
Argentina una flor artificial, Justo se emergencia del proletariado, equiva-
apoyó en el modelo de Marx para lente a la que por entonces desarro-
enfatizar el carácter capitalista de la llaron Lenin, Trotsky y los marxistas
Argentina y su inserción en el mer- rusos, pero al menos cuestionó en
cado capitalista mundial. Y fue en varios puntos el modelo evolucio-
su confrontación con el socialista nista según el cual el crecimiento
italiano que su pensamiento tomó del movimiento obrero y socialista

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sería una función de la expansión Y concluyó Justo: «¡Que al prolon-


capitalista: por una parte, el prole- garse y extenderse nuestro movi-
tariado —observó Justo— no fue miento y adquirir nuevas modalida-
un producto de la máquina a vapor, des, se ensanche y enriquezca nuestra
sino que apareció y se desarrolló en doctrina; que crezcan eternamente, a
Europa varios siglos antes de su des- diferencia de los credos, momificados
cubrimiento; por otra, y apelando al apenas dan a luz!» (Ibídem).
Marx de la moderna teoría de la co-
lonización, le recordó a Ferri cómo Finalmente, Ferri esbozó, en su in-
procede el capital para producir un tervención polémica, una teoría de
proletariado en las colonias, sin ne- las condiciones sociales para la pro-
cesidad de traer máquinas de vapor. ducción teórica al afirmar que en la
Argentina Marx no podría haber es-
La réplica de Justo a Ferri contenía crito El Capital
el esbozo de la crítica a las concep-
ciones evolucionistas del capitalis- ...que él había destilado con su
genio del industrialismo inglés».
mo que desarrollaron los marxistas
Justo replicó con agudeza que si
argentinos de las siguientes genera-
bien «no tenemos una industria
ciones —desde José Boglich hasta como la de Inglaterra, donde escri-
Rodolfo Puiggrós, desde Silvio Fron- bió Marx El Capital, contamos sin
dizi hasta Milcíades Peña (Tarcus, embargo en la Argentina con un
1996)—, y al mismo tiempo un lla- movimiento socialista; mientras
mado a vivificar la teoría socialista que en la industrializada Inglaterra
desde la propia experiencia: habría que explicar, conforme a se-
mejante criterio evolucionista, el
Pero esa doctrina, obra nuestra, retardo y la lentitud del desarrollo
no la dejemos cristalizarse en del Partido Socialista (Justo, 1920:
boca de los charlatanes y de los pp. 131, 140).
epígonos, para que no se sobre-
ponga a nosotros. Infundámosle Paradojas de la producción y la re-
siempre nueva vida, preñándola cepción: la industrializada Inglate-
constantemente de hechos nue- rra ofreció, pues, las condiciones
vos, haciéndola recibir en su seno sociales para que se produjese una
todas las nuevas realidades, para
obra como El Capital, pero las con-
que no degenere en un nuevo
evangelio (Justo, 1909: p. 141). diciones sociales de la periférica
Argentina permitieron que la ope-
ra magna de Marx encontrase aquí

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traductores, lectores y seguidores emigrados alemanes expulsados


acaso más entusiastas que en la pro- de su país por la leyes anti-socia-
pia cuna del capitalismo y la clase listas promulgadas por el Canci-
obrera modernas. Justo invitó, pues, ller Bismarck;
a Ferri, hace un siglo, a comprender c. Entre 1890 y 1900, la recepción
el fenómeno del «ideal socialista de un marxismo que, en clave de
propagándose entre nosotros» (Jus- socialismo científico y al mis-
to, 1920: p. 139), que no es otro que mo tiempo de corriente que ani-
el objeto de esta investigación. mó el moderno movimiento
obrero, acompañó la emergencia
Los sujetos de la recepción: de las y el apogeo de la llamada Segun-
élites a los trabajadores da Internacional;
d. Entre 1895 y 1910, la incorpora-
Mi libro se centra en el período que ción del pensamiento de Marx al
nació con la primera recepción de incipiente campo de las ciencias
Marx en la prensa nacional a propó- sociales.
sito de los ecos llegados a estas playas
sobre la Comuna de París (1871) y se Lo que se entendió por marxismo
cerró con la configuración del cam- en cada uno de estos momentos de
po socialista y la incorporación del la recepción no fue igual, ni se leyó
pensamiento de Marx al incipiente el mismo corpus en cada uno, ni fue
campo de las ciencias sociales hacia idéntica la imagen pública que se
1910. Para el período que me ocupa construyó de Karl Marx. En la década
(1871-1910), se pueden distinguirse de 1870, si bien circuló en la prensa
analíticamente cuatro momentos en pública una cierta información sobre
el proceso de difusión que el marxis- el Marx científico —como se verá—,
mo conoció en la Argentina: era una suerte de Lucifer moderno
empeñado en volcar su inmenso sa-
a. Entre 1871 y 1880, la recepción
ber en la destrucción de la civiliza-
del primer socialismo marxista,
ción; la imagen predominante fue
fundamentalmente a través de
la del Marx revolucionario, líder de
los emigrados franceses que es-
la temible Asociación Internacional
caparon a la represión posterior
de los Trabajadores y responsable
a la caída de la Comuna de París;
de la tragedia de la Commune. Los
b. Entre 1880 y 1890, la recepción
primeros textos de Marx que al-
de Marx en el contexto del so-
canzaron alguna circulación en la
cialismo alemán que trajeron los
Argentina fueron, precisamente, el

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Manifiesto inaugural, los Estatutos y en tránsito al campo académico


otros documentos políticos redac- como José Ingenieros. Finalmente,
tados por Marx para la Asociación la emergencia del campo académico
Internacional de los Trabajadores. de las ciencias sociales puso a la or-
Con la mediación de los emigrados den del día la tarea de depuración del
alemanes, a lo largo de la década de pensamiento de Marx, rescatando
1880, se asentó la imagen del Marx lo que para sus cultores eran sus nú-
científico, aquel a quien la humani- cleos científicos en detrimento de su
dad debía una concepción científica dimensión mítico-política, cara a la
de la historia. No se desconocía su demagogia socialista. Cada momento
rol político en la revolución de 1848 y cada corriente pugnó por construir
o como dirigente de la Internacio- su propia imagen de Marx y ape-
nal, pero se acentuó su carácter de ló a determinado corpus marxiano,
hombre de ciencia que puso su enor- haciendo hincapié en ciertas obras
me saber al servicio de la causa de clave que después quedaron eclipsa-
redención social. Así, el Lucifer de das en un segundo plano para poner
1871 pasó a ser en 1890 una suerte otras en relieve.
de Prometeo moderno.
Cada uno de estos momentos de la
Coronando este proceso de difusión recepción remite a distintos sujetos,
del Marx científico, en 1898 apa- a agentes específicos de la recepción.
reció en Madrid la primera versión En un estudio previo, el seguimien-
española del primer volumen de El to del itinerario de las ideas socia-
Capital, traducida por el argentino listas en la Argentina entre 1837 y
Juan B. Justo. Pero en el contexto de 1870 abarcó desde la élite letrada
la configuración del campo socialis- de Buenos Aires y ciertas capitales
ta en la década de 1890, la disputa provinciales hasta los trabajadores
en torno a estas dos dimensiones del europeos exiliados en nuestro sue-
pensamiento de Marx —el cientí- lo a partir de 1852. En un primer
fico y el revolucionario— conoció momento, como se dijo, las ideas
intensas tensiones, según se afir- saint-simonianas fueron recibidas y
maron las posturas de un naturalis- difundidas por los jóvenes de la éli-
ta como Germán Avé-Lallemant, te ilustrada de Buenos Aires, desde
las de un científico que se abocó a donde se proyectaron hacia las éli-
la política como Justo, las de un tes provinciales (y luego sobre las de
obrero autodidacta como Adrián Uruguay y Chile).
Patroni o las de un joven socialista

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El período que se abrió en 1848 asis- expansión del comercio exterior ha-
tió a la metamorfosis política de la bía provocado una dinamización de
élite, del romanticismo al liberalis- toda la actividad económica.
mo. A partir de entonces fue el tur-
no de los emigrados políticos ilustra- El crecimiento de la población y de
dos en la recepción y difusión de las la urbanización se vio empujado por
ideas socialistas. Periodistas, aboga- la creciente masa de inmigración
dos, docentes, estos hombres ocupa- europea que se integraba como asa-
ron lugares de prestigio intelectual, lariada para trabajar en el campo, en
aunque de segundo orden dentro de el puerto, en los ferrocarriles, en la
los engranajes del Estado nacional o construcción, en los frigoríficos, así
de las instituciones civiles, lo que no como en los pequeños talleres e in-
les impedía establecer relaciones con cluso en las fábricas, que conocieron
el incipiente movimiento obrero y un relativo crecimiento a partir de
socialista. Francisco Bilbao, Bartolo- 1890. Como resguardo a la preca-
mé Victory y Suárez, Alejo Peyret y ria condición del trabajador, en la
Serafín Álvarez fueron republicanos década de 1850 comenzaron a es-
de izquierda, federalistas antiunita- tructurarse las primeras formas de
rios, demócratas radicales, masones organización mutual sobre la base
laicistas y anticlericales que pusie- del oficio. Las sociedades de resisten-
ron en circulación ideas socialistas cia surgieron como diferenciación
cristianas, utopistas o proudhonia- en el seno de las mutuales, a fines
nas. Figuras de un pensamiento en de la década de 1870, sobre todo
transición, tanto en Europa como en en la Ciudad de Buenos Aires, y se
América, fueron más que republica- generalizaron entre los dos últimos
nos y aún menos que socialistas en el años de la década 1880 y la década
sentido moderno del término. siguiente. Puede decirse que a partir
de 1888 el movimiento obrero de la
En franco contraste con estas figu- Argentina comenzó una acción rei-
ras, los sujetos privilegiados de la vindicativa y política no esporádica,
recepción de Marx fueron (en el pe- sino continua (Falcón, 1986).
ríodo que ocupó Marx en la Argenti-
na) los trabajadores y los intelectua- Una de las formas de asociación de
les vinculados al mundo del trabajo. carácter mutual, social y cultural, a
En las últimas décadas del siglo XIX la que no eran ajenos ciertos objeti-
comenzaron vertiginosas transfor- vos políticos, fueron las asociaciones
maciones sociales en el país: la gran por nacionalidades extranjeras. Estas

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fueron, en cierto modo, derivacio- en los conventillos, talleres o asocia-


nes de las organizaciones sociales o ciones mutuales y se plasmó en ac-
políticas de los países de origen. Las ciones de envergadura mayor, como
asociaciones italianas «eran predo- el ciclo de las grandes huelgas de la
minantemente republicanas, y así lo primera década de este siglo [XX]»
testimonian muchos de sus nombres: (Gutiérrez y Romero, 1995, p. 11).
Unione e Benevolenza, Fratellanza,
Mazzini, Garibaldi, etc.» (Panettieri, Para caracterizarla brevemente en
1992, p. 42). En 1892, el nombre de esta introducción se puede seguir a
una nueva asociación, Fascio dei labo- estos autores señalando que sus notas
ratori, delató una orientación obrera distintivas fueron su identidad cen-
y socialista. Muchos emigrados fran- trada en el trabajo, una religiosidad
ceses de orientación socialista se desplazada al culto de la ciencia, un
agruparon en Les Egaux, mientras carácter crítico y contestatario frente
que los obreros socialistas alemanes al capital y al Estado. Surgió en un
expulsados de su país por la leyes an- contexto de marcada heterogenei-
tisocialistas del Canciller Bismarck dad social (diversidad de orígenes, de
constituyeron, en 1882, el Verein tradiciones, de lenguas), prolongada
Vorwärts, la Asociación o Club Ade- por la afiliación a distintas asociacio-
lante, pues este —Vorwärts— era el nes de colectividad y por la diversi-
nombre de un periódico emblemáti- dad de condiciones laborales, en un
co de la socialdemocracia alemana. mundo de pequeños establecimien-
tos, de fuerte rotación del empleo,
A lo largo de todo este período de diversidad de destinos... Pero a la
nacieron también una gran canti- vez homogeneizada por su compacta
dad de periódicos y órganos de las localización en el centro de la ciu-
sociedades de resistencia, de las dad o en el barrio de La Boca y las
asociaciones por nacionalidad o comunes experiencias derivadas de la
de vertientes políticas (socialistas, inestabilidad crónica del empleo, del
anarquistas, mazzinistas, etc.), que hacinamiento en conventillos, de la
hablaban de un proceso en curso de vulnerabilidad a la enfermedad (Gu-
configuración de una cultura obrera tiérrez y Romero, 1995).10
característica del período que va,
aproximadamente, de 1880 a 1910. 10 He puesto un cuidado especial en pre-
Dicha cultura, desde luego, no solo cisar la ubicación de viviendas obreras
se forjó en los periódicos: «Se acuñó y locales socialistas: su proyección en
un plano de la ciudad confirmaría dicha

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Como se verá, las ideas socialistas y parte de los socialistas el que de al-
marxistas pesaron significativamen- gún modo facilitó su apropiación por
te en la conformación de esta cultu- aquellos trabajadores «de orígenes
ra, a pesar de la hegemonía anarquis- abrumadoramente europeos». Ade-
ta, constituyendo lo que se podría más, tanto en América Latina como
denominar una subcultura socialista en Europa, el marxismo les propor-
dentro de aquella cultura obrera. cionó a estos trabajadores el recono-
Ejercieron un influjo importante cimiento de una condición propia:
sobre ciertos sectores de la clase tra- una identidad obrera. Una intensa
bajadora en formación, partiendo de voluntad de transformación social
los obreros de origen alemán y fran- estaba asociada a la idea de autoor-
cés y penetrando crecientemente ganización política del proletariado,
entre los republicanos italianos. En independiente de la burguesía, que
la configuración de esta identidad los delimitaba de las posturas anti-
marxista se puede ver el peso que políticas anarquistas:
jugaron las representaciones imagina-
rias: la iconografía de Marx en los De ahí entonces [concluyó Ari-
có], que todos aquellos que colo-
centros y en las viviendas obreras,
cándose desde el punto de vista
las banderas rojas, el canto colectivo
de la clase obrera expresaran la
de La Internacional en los mítines e necesidad de construir un partido
incluso el culto a los libros, particu- político propio, se pensaran a sí
larmente al que en aquella época se mismos como marxistas, no im-
dio en llamar la Biblia del Proleta- porta qué conocimientos tuvie-
riado: El Capital. ran de las ideas de Marx. [El mar-
xismo, entonces, antes que] «una
Ahora bien, la pregunta que se im- forma de saber reconocida en sus
pone aquí es por qué la teoría de categorías fundamentales», [fun-
Marx ejerció esta atracción para una cionaba como] «una delimitación
amplia franja de obreros inmigran- de fronteras precisas, respecto de
tes. Según la tesis de Aricó, fue el los anarquistas y de la democracia
burguesa (Aricó, 1988: p. 944).
perfil eurocéntrico de la traducción
latinoamericana del marxismo por
En último lugar, pero no de impor-
tancia, se debe señalar a los agentes
concentración urbana en los barrios de por antonomasia de los procesos de
Balvanera, Monserrat, San Cristóbal
recepción de ideas: los intelectuales.
y Constitución, además de La Boca y
Barracas. En cierta medida, se volverá aquí al

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mundo de la élite letrada, a sus cená- • Intelectuales de tipo tradicional,


culos, a la universidad pública, a la esto es, profesionales medios
gran prensa nacional. Se verán apa- (médicos, abogados, periodistas
recer nada menos que en el diario y escritores) que se orientaron
La Nación las primeras referencias hacia la clase trabajadora y el
precisas sobre la vida y la obra de socialismo. El intelectual tra-
Marx. Y también cómo el emisario dicional de corte humanista de
del Consejo General de la AIT en décadas atrás, del tipo de Alejo
Buenos Aires, Raymond Wilmart, Peyret, ha dejado su lugar al in-
se transformó en pocos años en un telectual de perfil técnico-cien-
abogado de la élite letrada, así como tífico, cuyo prototipo es Germán
Ernesto Quesada y Juan Agustín Avé-Lallemant;
García dedicaron clases íntegras a • intelectuales orgánicos de la
Marx en los cursos de la naciente so- clase trabajadora, devenidos
ciología argentina. políticos profesionales, ya sea
rentados por su organización
Pero se asistirá también a la emer- política, ya sea porque su acti-
gencia de abogados y médicos pro- vidad parlamentaria les ofreció
venientes de sectores medios que ingresos para consagrarse a la
se volcaron a la política socialista política como actividad de tiem-
y difundieron el pensamiento de po casi completo. Es el caso, en
Marx en la cátedra universitaria, parte, de Raymond Wilmart, un
en la prensa obrera e incluso en el cuadro político avant la lettre
parlamento. Paralelamente, se verá enviado por la Internacional en
surgir, como diferenciación al inte- misión a Buenos Aires; o de Juan
rior del mundo del trabajo, una ac- B. Justo y Nicolás Repetto que
tiva capa de intelectuales obreros. abandonaron la profesión médi-
Es así que hijos rebeldes de la élite, ca para consagrarse a la activi-
profesionales medios y obreros inte- dad política; o el de los obreros
lectualizados confluyeron, no siem- que abandonaron su profesión
pre armónicamente, en la formación —al menos por ciertos perío-
del socialismo argentino. Como dos— para transformarse en «di-
contribución al establecimiento de putados obreros» y en políticos
una tipología de los intelectuales so- de tiempo casi completo;
cialistas en este período se podrían • intelectuales obreros, trabajado-
agrupar algunas de las figuras dentro res que se intelectualizaron no
de los siguientes tipos: solo porque se abocaron a una

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formación autodidáctica, sino cultura política y científica inspira-


porque, como periodistas, con- da en autores franceses e italianos, o
ferencistas, editores de periódi- los persistentes debates que estalla-
cos, de folletos, etc., pasaron a ron entre el obrero socialista Adrián
cumplir funciones intelectuales, Patroni, apasionado divulgador del
como Carlos Mauli, Domingo socialismo, y, otra vez, el joven Inge-
Risso o Adrián Patroni. nieros, que intentó articular ciencia
positiva con reformismo político,
Estos tipos se corresponden con di- son sintomáticos de este tipo de pro-
versas posiciones dentro del campo blemas relativos a la cuestión de la
político socialista y permiten com- autonomía de los intelectuales den-
prender diferentes lecturas de Marx, tro del partido, a las tensiones entre
así como un sinnúmero de conflictos teoría y doctrina. De una parte, ne-
que, al interior del movimiento so- cesidad de crítica y renovación teó-
cialista argentino, se han planteado rica; de otra, exigencia militante de
entre científicos y doctrinarios, en- socialización y de divulgación. 11
tre partidarios de la razón científi-
ca y del mito revolucionario, entre Conflictos de este tipo se proyecta-
intelectuales con vocación creativa ron incluso más allá del movimiento
y divulgadores, entre partidarios de socialista: por ejemplo, la querella de
la revisión y defensores del dogma, legitimidades desatada entre Ernesto
entre adeptos del realismo ingenuo y Quesada y el Partido Socialista en
defensores del materialismo dialéc- 1908 por la apelación a la teoría de
tico, entre intelectuales y políticos, Marx reveló cómo pensaba y practi-
entre intelectuales y obreros... caba dicho Partido su relación con
los intelectuales extrapartidarios y
Así, los conflictos que se desplega-
11 Como se verá luego, el mismo Juan B. Jus-
rán en las próximas páginas entre
to, en su empeño por la democratización
los obreros inmigrantes alemanes del saber, temía que en el movimiento
del Verein Vorwärts y los intelec- socialista se cristalizase una división ho-
tuales que en 1896 constituyeron rizontal entre un socialismo sofisticado
el Centro Socialista de Estudios, y esotérico de las élites, por arriba, y un
socialismo de los hombres sencillos, por
o el ríspido debate que se suscitó abajo. Por eso llegó a postular en «El rea-
en 1895-96 entre un naturalista de lismo ingenuo»: «Movimiento popular y
formación clásica alemana como científico, el Socialismo para ser genuino
Germán Avé-Lallemant y el joven tiene que ser ingenuo; para ser conscien-
te, tiene que ser vulgar» (Justo, 1903-
José Ingenieros, exponente de una
1947, p. 269).

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cómo veía el movimiento socialista partidarios del marxismo.12 Aunque


la intelectualidad progresista. casi todos los autores ofrecieron sus
reparos a esta lectura de la historia
Independientemente de estas ten- inspirada en el peso de un solo fac-
siones, el marxismo ejerció un enor- tor, fue también unánime el reco-
me atractivo para este conjunto de nocimiento al «descubrimiento de
intelectuales en relación a las teorías Marx» sobre el peso decisivo de las
cientificistas entonces fuertemente determinaciones económicas en la
implantadas. En parte, esto puede historia. Además, la teoría marxista,
entenderse a partir de ciertas carac- con su centralidad en el conflicto de
terísticas progresistas del positivis- clases como motor y núcleo racio-
mo argentino que, a diferencia del nal de la historia, aparecía como un
europeo, favoreció la recepción del prisma apropiado para dar cuenta de
socialismo y el marxismo por parte una realidad argentina que se mos-
de algunos intelectuales positivistas traba atravesada por contradiccio-
(Soler, 1968). Asimismo, el marxis- nes sociales y políticas irresolubles.
mo recepcionado en la Argentina a La centralidad otorgada por dicha
partir de 1890, previamente moldea- teoría a la clase trabajadora en la
do por la socialdemocracia alemana, lucha por la emancipación social
no dejaba de presentar afinidades parecía encontrar su correlato en el
científico-filosóficas con el positivis- peso específico que esta nueva clase
mo. Aunque ambos compartían una obrera iba ganando progresivamente
perspectiva evolutiva y etapista so- dentro de nuestra sociedad. Las tesis
bre el decurso de las sociedades des- marxistas de la renta de la tierra, de
de la antigüedad al capitalismo, los los ciclos y las crisis capitalistas, de
textos marxistas posibilitaron lectu- la formación de la gran industria y
ras menos liberales, más complejas y
más dramáticas de dicho proceso. 12 Todavía en una fecha tan tardía como
1930, una editorial del Partido Socialis-
La concepción marxista apareció ta editó el Manifiesto Comunista y otros
como portadora de la extraordina- textos complementarios bajo el título:
ria novedad de la interpretación Interpretación económica de la Historia,
Buenos Aires, Biblioteca de Estudios
económica de la historia. A partir
Sociales. Juan B. Justo, en 1930, y el
de 1890, y por varias décadas, am- socialista Jacinto Oddone, todavía en
bos términos funcionaron a menudo 1937, titularon su aplicación del mar-
como sinónimos, incluso entre los xismo a la historia argentina del siglo
XIX como «El factor económico en
nuestras luchas civiles».

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el proletariado moderno se mostra- de Lallemant a Justo y de Mariátegui


ban particularmente fecundas para a Aricó.
dar cuenta del ciclo de formación
de la Argentina moderna. Las tesis La historia intelectual: algunas in-
marxianas sobre la acumulación del dicaciones sobre el método de in-
capital, la acumulación originaria y vestigación
la moderna colonización capitalista
ofrecían conceptos e ideas muy apro- En la medida en que mi investiga-
piadas para pensar el problema de la ción busca inscribirse dentro de los
gestación del capitalismo argentino estudios sobre la difusión interna-
en el marco de la expansión del ca- cional de las ideas de Marx duran-
pitalismo mundial hacia la periferia. te las dos últimas décadas del siglo
XIX y principios del siglo XX, pa-
Como se dijo más arriba, ni la teoría reciera situarse en el plano de la
marxiana, ni los desarrollos posterio- historia de las ideas. Sin embargo,
res de los marxistas europeos, conce- si la perspectiva clásica de la histo-
bidos para otros parámetros históri- ria de las ideas que presentaban en
cos y geográficos, guardaban con la forma genealógica y contextual los
realidad argentina (y latinoamerica- sistemas de pensamiento de cada
na) sencillas relaciones de aplicabi- gran pensador a través de sus gran-
lidad. Para pensar productivamente des textos ha sido objeto de fuertes
América Latina desde el marxismo cuestionamientos, dichas objeciones
fue necesario un largo proceso de cobran especial relevancia a la hora
gestación de una conciencia críti- de estudiar la recepción de Marx y
ca del propio proceso de recepción. el marxismo. Pues el marxismo —a
Solo sobre esta base era posible ex- diferencia de otras filosofías de ca-
ceder a las formas más inmediatas e rácter más especulativo y en tanto
instrumentales de la recepción, en expresión teórica de un movimiento
pos de lo que se podría denominar práctico (según la clásica definición
una reapropiación del marxismo. Ya de Karl Korsch)— excede siempre la
no un marxismo en América Lati- mera teoría, va más allá del plano de
na, sino un marxismo latinoameri- las ideas, para proyectarse sobre las
cano. En este descubrimiento está, prácticas sociales.
precisamente, una de las claves del
recorrido del marxismo argentino y Para retomar los términos gramscia-
latinoamericano, que es la historia nos, más que el marxismo en tan-
de un prolongado alumbramiento, to teoría, me ha interesado aquí el

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marxismo como ideología, esto es: restituir a muchas de ellas su rol de


los procesos de su recepción, difu- ideas hegemónicas, pero al lado de
sión y recreación en la Argentina, otras que aparecen como residuales,
en los diversos ámbitos en que tuvo emergentes o contrahegemónicas.
lugar, no solo en los grandes libros,
sino en la prensa y en la folletería De allí mi interés no solo por los
del movimiento obrero y socialista, grandes textos, sino por los géneros
en los diarios y los cenáculos de las menores, como la correspondencia,
élites, en las clases, los folletos y los la folletería y el periodismo, como
libros de los fundadores de la socio- expresa Marichal:
logía científica.13
La historia intelectual (...) se ocu-
pa de la relación entre ideas y opi-
Por ello, antes que inscribir mi tra-
nantes, en un lugar y en un tiempo
bajo dentro de la historia de las
concretos de la historia humana.
ideas, prefiero hacerlo, en términos Esas ideas no son, además, exclu-
de Marichal, dentro de la historia sivamente filosóficas, ni ocupan
intelectual. Es que más que prestar siempre un puesto en la “historia
atención a una secuencia temporal de las ideas”, concebida incluso
de las ideas, atendí a sus encarnacio- un poco más ampliamente que
nes temporales y a sus contextos bio- Lovejoy. De esto se desprenden
gráficos. A las ideas, pero también a dos consecuencias metodológi-
sus portadores: los sujetos. O mejor, cas de suma importancia para la
historia intelectual. La primera es
sus forjadores y difusores: los inte-
la atención prestada a los textos
lectuales. Y no solo me ocupé de los
aparentemente secundarios, o de
grandes intelectuales conceptivos, hecho, marginales, de una época.
de los grandes autores, sino también Esto es, los textos de autores me-
de los animadores culturales, los edi- nores que han sido como afluen-
tores, los traductores, los divulgado- tes tributarios en la génesis de un
res... Más que las grandes ideas-nú- pensamiento central, digámoslo
cleo de una época, quise reconstruir así. O también los textos deriva-
una trama más amplia, tratando de dos, a manera de estribaciones
laterales, de una fuerte personali-
dad creadora. Ahí en esos textos,
13 Por ejemplo, intenté mostrar cómo un tributarios o derivados —a veces
clásico de nuestro pensamiento social,
marcadamente modestos— halla
la Sociología argentina de José Ingenieros,
es una recopilación y reformulación de
el investigador de la historia in-
textos nacidos en el periodismo político telectual los matices más revela-
socialista. dores de una época (1978, p. 23).

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Fornet-Betancourt ejemplificó esta tareas de estas disciplinas. Su


cuestión señalando que las primeras modo de manipular las ideas rara
ideas marxistas «llegaron a Amé- vez es lo suficientemente riguro-
rica Latina no por libros especiali- so para el filósofo profesional; la
atención que presta al contexto
zados ni por las enseñanzas de do-
con frecuencia es demasiado su-
centes progresistas en instituciones perficial para satisfacer a los so-
académicas, sino por la tradición ciólogos del conocimiento, y el
oral transmitida por la inmigración persistente interés que manifiesta
de trabajadores europeos a media- por la cultura de élite ofende las
dos del XIX, especialmente de los sensibilidades antijerárquicas de
trabajadores alemanes» (1995: p. muchos historiadores de la cultu-
10,12). Estos trazaron, por supuesto, ra (...) Sin embargo, bien podría
elementos fragmentarios de un pro- ser una fuerza oculta de la histo-
grama socialista, antes que claras re- ria intelectual el hecho de que
ésta opera en la cambiante inter-
presentaciones filosóficas. Pero esta
sección de diferentes discursos a
recepción inicial, concluyó este au- menudo en conflicto. Consciente
tor, contribuyó a despertar después de la deuda que el pensamiento
el interés explícito en el contenido actual tiene con el pasado, la his-
propiamente filosófico del marxis- toria intelectual elude la falacia
mo. No es casual, entonces, que en de pensar que la originalidad es
las tradicionales historias de las ideas siempre una virtud evidente por
filosóficas en América Latina, que sí misma. Antes que desmerecer
solo siguen el itinerario de las ideas el «mero» comentario y consi-
de los grandes pensadores, a menudo derarlo inferior a la innovación
creadora, esta disciplina recono-
Marx no aparezca ni siquiera citado.
ce el impacto aún poderoso que
ejercen las ideas del pasado en
Respecto a los desafíos y problemas
nuevas e inesperadas constela-
que planteó la historia intelectual,
ciones con otras procedentes de
Martin Jay los formuló en términos diferentes contextos. En inevita-
que suscribo plenamente: ble sintonía con las tendencias
intelectuales recientes, desconfía
Juzgada a menudo como un hí- de los enfoques históricos que fin-
brido entre la filosofía, la historia gen indiferencia ante las disputas
de los intelectuales y sus institu- teóricas actuales. Por el contrario,
ciones y la historia cultural en los historiadores intelectuales fre-
un sentido amplio, la historia cuentemente se sienten impulsa-
intelectual ha sido acusada de dos a incorporar algunos logros
no cumplir bien ninguna de las

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