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I. CONGRESO LATINOAMERICANO SOBRE MALTRATO AL MENOR DEL 16 AL 21 DE NOVIEMBRE DEL 1986 GUAYAQUIL - ECUADOR LOS PROFESIONALES FRENTE A LOS PADRES QUE MALTRATAN A SUS HIJOS ° DR. ALBERTO CRIVILLE \ 2%, oD! Mower 16 Bele Ow. 198 gquyept - E cunel Haltratan 9 me hoes DR, ALBERTO CRIVILLE EL Dr. Crivillé se diplomé en Psicologia Clinica en 1a Uni. versidad de Parfs y trabaja actualnente en la Policlinica Psiquidtrica del XIII-Ard., de Paris. Es miembro del Con sejo Ejecutivo de 1a Sociedad Internacional para 1a Preven cién del Maltrato al Nifio (ISTCAN) y Consultor en el vieio Social de 1a Infancia en Paris, donde dirige un equi, po de investigacién sobre la Intervencién Social para la Proteccién de la Infancia. Forma parte del Comité Cientf- fico para el Programa del Congreso Internacional de Rfo de Janeiro que ser realizar en 1.988. El doctor Crivillé es autor, en colaboracién con un grupo de Trabajadores Sociales, de un libro sobre la Interven— cin Social en la Familia del Nifio Maltratado y ha publi- cado varios trabajos sobre este tema en revistas especia— lizadas y en Congresos Internacionales. Co pta8o hatic americans Y Meablety S~ Les PePerwenaler Prente oles Padres ve “LOS PROPESIONALES FRENTE A LOS PADRES QUE MALTRATAN A SUS HIJOS bef recientemente un articulo de Nancy SCHEPER- HUGHES, sicoantropéloga americana de California, sobre e1 comportamiento de negligencia y abandono de ciertos hijos por parte de madres de un grupo social en una “fa yela* del Nordeste del Brasil, llamada Alto do Cruzeiro. En el grupo estudiado de 72 mujeres, se contaban 686 embarazos y 251 fallecimientos de nifios menores de 5 afios. El promedio era pues de madres de 9,5 embarazos, 1,4 abortos y 3,5 nifios muertos después del nacimiento. Quedaban 4,5 hijos que sobrevivian, de los cuales un ~ cierto porcentaje moriria sin duda, a m4s o menos largo plazo. 70% de esos fallecimientos hab{an tenido lugar durante los primeros 6 meses de vida y 82% habSan falle cido antes de alcanzar el primer afio de su existencia- No entraré en los detalles de las condiciones ~ socio-econémicas en las que viven esas madres ni el con texto familiar en el que se encuentran. Cada uno de no sotros podemos imaginarlo y ustedes, mejor que yo, sa~ ben lo que son esas regiones de campos de cafia de azd car que producen uno de los alimentos preferidos de los nifios del mundo entero a costa de un gran nGmero de © tros que mueren de hambre. Mi citacién se limitaré a la manera cémo esas madres reaccionan frente a lo que el nacimiento y la muerte de sus hijos les impone. En efecto, esas madres saben que més de un hijo sobre tres habr& muerto antes de sus cinco afios de edad por enfermedad o “franqueza" (desnutricién), debidos en gran parte a las condiciones de miseria extrema del mo- do de vida. su reaccién entonces es de intentar ver ya el nacimiento de un hijo, si presenta un minimo de ca~ racteristicas que garanticen més o menos sus probabili- dades de sobrevivencia. En caso positive, cuando por ejemplo, el nifio nace fuerte, con peso normal’o superior, como con apeti to se muestra activo y responde con energia a los est{- mulos exteriores: si, como dicen esas madres, se mues- tra con “ganas de vivir", ellas se dejan llevar por sus sentimientos maternos, establecen una relaci6n afectiva liena de promesas y se dan a la tarea ardua, pero "posi ble", de criarlo y educarlo. vivir", esas mismas madres intentarén luchar contra sus la probable ruptura del lazo afectiva sea lo menos dolo rosa posible. £1 nifio en este caso, est& praécticamen- Meenas” te condenado a la "mingua", esa muerte lenta del nifio que la madre deja morir progresivamente como si ella - fuera ajena a lo que sucede. En un caso como en el otro el circulo dindmico de 1a relacién madre-hijo es orientada desde el comien zo. Creo que todos estaraén de acuerdo para pensar que si los factores de miseria, malas condiciones de higie ne, falta de asistencia médica, etc., guardan toda su importancia en las posibilidades de sobrevivir de esos nifios, un factor que en cualquier caso es fundamental, queda determinado ya por el hecho que la madre acepte © rechace el lago afectivo con el hijo. A partir de esa observacién, la autora critica las nociones de "mother-infant attachment" o “maternal bonding" que, fundadas sobre observaciones etholégicas y principios biolégicos, han conducido los especialis~ tas a proponer una serie de medidas sicopedagégicas, - con el fin de favorecer y afianzar el lazo afectivo ma dre-hijo, a partir del momento del parto. Nancy SCHEPER-HUGHES elabora, en cambio, su ma terial con un enfoque antropolégico en el que la cultu ra es considerada como un factor determinante del com- portamiento humano: £1 hombre crea y organiza un modo de vida que le permite sobrevivir a la muerte y al do- lor. La autora nota como en Alto de Cruzeiro, el -con- junto de las mujeres se muestran solidarias y ayudan ia la madre a “alejarse afectivamente” de su hijo cuando - ste se presenta.mal preparado para 1a lucha por la vi- da. Porque es asf como esas mujeres entienden el. senti do de la vida: ‘una lucha" que uno es o no apto a en rar. En esta lucha las fuerzas que se oponen no se ri ducen de un lado a los hombres y del otro a los facto - res externos: clima, enfermedades, hambre, etc. En e~ lla, los otros seres humanos sén frecuentemente el ene~ migo contra quien uno debe dtfenderse para sobrevivir.. En un mundo como el de esas "favel » la lucha se si. tGa muchas veces entre "el débil y el mas débil". Como uha de esas mujeres deca: “esos nifios nacen ya’ faméli cos; @4 tuviéramos que nutrirlos constantemente morirfa mos de tuberculosis. La gente flaca no puede dar mucha lech Cuando un dfa, la autora hablaba a una madre ~ de su incapacidad para amamantar su hijo, ella contesté con célera:’ "Mira, el nifio puede chupar y chupar cuan- to quiera, la Gnica cosa que sacaré ser4 mi sangre. vemos entonces; cémo el nifio Se convierte en un agresor fisico' contra la madre. Lo que toda madre vive en su mundo interior cuando amamanta a su hijo, es de~ cir, el,fantasma de ser devorada por el hijo, (pero que en su consciente vive como un don agradable de ella mis mg que le permite continuar su intimidad corporal con madres lo viven tr&gicamente como una reali - 6h), apa qq cansciente. En ese caso, el lazo de amor que re- refterza al dar el seno al hijo, es Prgsenta y que atacade por la realidad externa la cual confirma el fan taqma {nconsciente: el hijo devora y realmente pone en pe}igre la vida de la madre. La alternativa para esa maqre as: 0 61, o yol.... Para ella, 1a realidad ex- teyna {mpone aquello contra 1o que lucha el funciona -~ mjqnta mental del ser humano: 1a, angustia y 1a violen- cia de la muerte. Todo el sistema de defensas que cada ung de nosotros conatruye pata hacer frente a los peli gyas inherentes a toda relacién afectiva y poder ast © taklecer un lazo de amor libidinal, es en esos casos, ~ dqqtrufdo, dejando paso a un desSnimo de profunda 4 peracign. Queda s6lo un Gtimo recurso: pensar que es @1 nifilo quien lleva en 61 la enfermedad de la muert: "g{ @1 nifio quiere morir, morir&", decfa otra madre, ha blanda de esos nifics "desanimados", aconsejando, 16gica mente, que se les deje morir. Confrontadas todos los ~ hae a rama, esas madres aprenden "a no ser madres" tir o mejor a aflojar més y més el hilo afeott yang vq que Jas une a sus hijos para que en el momento de 1a myerte, 14 ruptura no las afecte. Para nosotros "dejar es un eu- aye el nifio se vaya", como dicen esas madr famismo inaceptable que significa una negligencia gra- ve y mortifera, Para ellas, la causa de la muerte es u na deficiencia del nifio, lo que les permite aceptar lo imaceptable. Dicho con otras palabras, esas madres to- demasiado- man la delantera de una separacién que serfa dolorosa, Ellas hacen ya un trabajo de duelo’ anticipan , do una muerte presentida como inevitable, sin darse cuen ta que esta misma actitud seré precisamente una de las causas principales del fallectmiento del hijo. su com- portamiento de autodefensa las lleva implicitamente a - colaborar en la muerte del nifio. * En contraste con ese tipo de reacciones, 1a au- tora de ese estudio nota cémd en el mismo grupo social toda agresién violenta y grave contra un nifio es conde- nada como criminal y considerada como inhumana. Nadie acepta que un padre o una madre pueda justificar el mal trato £{sico contra su hijo. Todavia mis, ella afirma que nunca ha ofdo de 1a boca de esas madres, expresio - nes de odio o de agresién contra esos nifios que, sin em bargo, dejan morir de "mingua". nar toda agresién directa y violenta, pero que la "de- fensa pasiva” puede justificarse aGn contra un nifio in- defenso. En el primer caso, el nijfio no es un agresor,~ en el segundo, las circunstancias lo presentan como tal, pero en ambos casos, el nifio es objeto de violencia que produce la muerte o deja huellas fisicas o sicolégicas- grave: en su persona. Perm{tanme ahora llamar su atencién sobre tres puntos que me parecen elocuentes para poder desarrollar mi pensamiento: La violencia no es sentida de la misma mane ra segén el camino que ella toma para reali zarse. En esegrupo social, un nifio que muere’de hambre abBandonado por la madre no despierta 1a misha proteccién que un nifio que muere de palos. En Alto do Cruzeiro, las madres de todo el grupo se solidarizan de la actitud de aban- dono de 1a madre en cuesti6n y 1a ayudan a mantenerla, aGn sabiendo que el nifio va a morir, (Cuando la autora de ese estudio in tervino para salvar un nifio en esa situa- donar su proyecto basfndose en las razones~ citadas més arriba. §n realidad, el nifio sobrevivié). Es decir, el grupo toma parti do en lo que 1 vive como una lucha, -colo- c&ndose del lado de la madre, la victima, contra el nifio, el agresor. 3, En el caso de malos tratos fisicos, en cal bio, el grupo social toma el partido del ni fio, la victima, defendiéndolo contra el a- gresor, padre o madre maltratante, que el grupo condena y castiga. En realidad, las cosas son m&s complejas que ¢ se planteo puede hacerlo creer. Si la situacién de e- sas madres de Alto do Cruzeiro puede llevar a olvidar - la gran violencia que su actitud pasiva esconde, en el sentido contrario la violencia manifiesta del padre mal tratador disimula 1a gran fragilidad interior contra la cual los actos de violencia le protegen. La observa - cién macroscépica de ese grupo de madres nos muestra a ojos vista 1o que una observacién clinica atenta nos en sefia acerca de todo padre que maltrata su hijo. Es de- cir, que 61 es también una victima que se defiende ata cando al que 1 ve como un agresor, su hijo. El tiempo es demasiado breve para poder dari los detalles y el fundamento te6rico de lo que me pare ce ser el funcionamiento mental del padre que maltrat: Me perdonarén pues ei me limito a darles las 1fneas bé- sicas de ese funcionamiento esperando que serén suf i- cientes para hacerme comprender. La observaci6n clinica nos muestra que en muchos casos ¥6a6"UA! tran! olvidado de la vida del padre quey wrelaciGniyue se eatablece con el hijo a su nacimiento. zn un tipo de relacién que-llamaré “narcisista", el hi jo se convierte para el padre en un doble de sf mismo, en e1 que encuentra de nuevo 1o que vivié en su infan - cia, #1 hijo es el nifio que el padre ha sido y en con- secuencia, debe tomar el papel que 1a historia de su pa aré escribié para 61. £1 padre ama a su hijo como ama al ndfio que 61 mismo ha sido. Si ese hijo despierta en 61 @1 deseo o'1a frustracién dé lo que nunca recibié, al mismo tiempo le recuerda 10 que 61 mismo no pudo dar a sus padres y que Sstos le exigian. £1 hijo es enton- ces'*la victima y el agresor que é1 fue y debe darle la posibilidad de encontrar de esa manera la relacién que le‘ unié'a sus padres. ime que me amas", pedia con insistencia una madre a su hija adolescente sin que ésta comprendiera por qué aquel dfa esa pregunta tomaba tanta importancia. Al no obtener una respuesta inmediata, la escena se ter mind con golpes y rechazo brutal (de la madre contra la (hija). De hecho, 1a madre tampoco entendfa por qué tom \ 40 'és0 acontecfa. Aquel misno aia /ella habia denuncia- 4o una relacién extraconyugal de su padre a su madxe hospitalizada por enfermedad grave. Al salir del hos~ pital, la madre habia desaparecido y nunca més habfa vuelto a ver su hija. Esta Gltima, nuestra madre mal- tratante, tampoco volvié a ver su terapeuta porque ello removia cosas demasiado dolorosas en ella. Unos meses més tarde, esa misma madre golpeaba de nuevo a su hija, quien tuvo que ser hospitalizada. A 1a salida del hos- pital, fue el padre quien recogi6é la hija y partiéd con ella dejando la madre sola y abandonada. Bl padre que maltrata construye en su interior una escena en la cual 61 es a la vez el nifio que ha si~ do y el padre que le maltrat6.’ Sin embargo, esta cons: truccién mental no la puede ‘elaborar de manera que pue~ da distinguir el momento pasado del momento presente, ~ el hijo que 61 fue del hijo que tiene delante de 61. Confrontado a una situacién que despierta en 61 un pasa do todavSa activo y doloroso, 1a Gnica puerta de salida para aliviar la excitacién susyacente es el reproducir- lo en 1a realidad, asegurando con ello la continuidad - interna de su persona. Consecuentemente, la realidad el hijo actual no puede ser tomada en consideracién En su ser profundo, el padre maltratador no agrede © un cuerpo exterior, sino un cuerpo que 61-vive como parte integrante del suyo. Es a sf mismo que el padre da gol pes; el cuerpo del hijo lo proyecta a su propio cuerpo de nifio del que es una prolongacién. Con esto podemos comprender por qGe ese padre no maltrata a un nifio ajeno o a un hijo cualquiera que ‘el pueda tener. f1 objeto privilegiado de esa relacién es especffico: un nifio propio. Nifio porque se trata de la edad y 1a situacién en las cuales é1 1a vivid; pro - pio, porque se trata de su persona. Con su presencia el hijo se convierte en fuente excitacién y se introduce - en un espacio interior en el que el padre esta desampa- rado . El nifio.es un intruso que le amenza sobre.un te- rreno mal protegido. Contra ese ataque el padre debe ae fenderse sin poder encontrar la distancia necesaria pa- ra ver la diferencia y 1a relaéi6n entre el objeto in - Ja agresién fisica es enton- terno y el objeto externo. ces el Gnico recurso disponible para calmar una angus - tia/excitaci6ndesbordante. En la persona del hijo se encuentra la fuente de su excitacién y el objeto sobre ei que decarga su afecto. ri padre maltrata como el m mo ha aldo maitratado, aunque ello haya sido con modali dades diferentes. cuando mi hija esta alegre, soy feliz en mi - propio cuerpo; cuando Llera, no 1a aguante. £8 como si invertia como las sonrisas de su nia se convertiran en llantos. La relacién con su hija tomaba el color afecti, vo que el cuerpo de 1a nifia manifestaba. Bn 1a relacién del maltrato de tipo narcisista , e1 cuerpo del nifio toma una importancia especial.Habien @o sido el objeto de una relaci6n afectiva masiva, su presencia y su expresi6n comportan una excitacién cuya intensidad no puede ser amortiguada por medio del traba jo s{quico. B1 afecto, al no poder ser puesto en fantas mas (ser pensado), recirre a la percepcién corporal co- mo Gnica manera de expresién. £1 "yo" de ese padre, no pudiendo recurrir a un objeto interno para negocdar la excitacién inducida por el objeto externo, se vuelve otra vez hacia ese objeto (el nific) pero sin poder si - tuarlo y tratarlo como 61 es, gino como lo que 61 repre senta. El padre qua maltrate’ fiend ung dificultad parts cular en distinguir su cuerpo del cuerpo del hijo, su mundo interior de su mundo/extericr. Ni completamente otro, ni completamente 61 mismo, el cuerpo del nifio es como un. "lugar" donde el encuentro es posible pero peli groso. Guando mi nifia grita, no puedo soportar el mal que me hace y debo irme para no estrangularla.,.n esos momentos me vienen ganas de matarme pero, no soportando la idea de dejarla huérfana, pienso en matarme con ella” “violencia en si mismds, los gritos suscitan la violen- cia; sefiales dela impotencia del nifio, los gritos se convierten en sentimientos de impotencia para el padre. Los malos tratos son entonces un acto de auto defensa contra una tensién intolerable. Ahogar esos gritos es una tentativa de control absoluto para sustraerse a una excitaci6n insoportable. vemos asi que el cuerpo y los gritos del nifio - ponen al padre maltratante frente a su problema de ela- boracién mental. Ellos toman el lugar del fantasma y ponen en acto lo que el padre no puede tratar de otra manera. Meta forzosamente esa relacién por medio del cuerpo y de los gritos nos da el modelo de las identifi caciones internas y del tipo de funcionamiento mental del padre. De hecho, ese padre nos recuerda el nifio cu- ya excitacién no puede calmarse sin los golpes que le dan, victima de un agresor exterior (su padre) que uti- lizaba la violencia para calmar su excitacién, ahora es incapaz de encontrar otro medio para solucionar el mis- mo problema (ya interiorizado). Paradéjicamente ese pa~ ‘are se encuentra en una situacién en la que los golpes que da crean una excitaci6n que necesita golpes para ser calmada. Vemos entonces por qué muchas véces s6lo una intervencién exterior puede parar esa escalada de violencia. Ese tercero exterior entre el padre maltratante y el hijo maltratado deberfa ser légicamente e1 otro miembro de la pareja, cényugue o substituto. Con todo la realidad de esas familias demuestra que ese “otro”, en caso de existir, se encuentra o excluido en ella co- mo si fuera un hijo mas del padre maltratante. La rela- cién de malos tratos es en realidad una relacién totali taria en 1a que s610 dos personajes pueden existir: el padre que maitrata y el hijo maltratado. si un tercero se interpone 1a relacién padre-hijo se desorganiza o se rompe. Como decia una madre,~a quien 1a autoridad social le proponfa una intervencién educativa para ayu- daria en su relacién a su hijo maltratado: "Puesto que vas. quieren interferir entre yo mi hijo, pueden lle -- varselo donde quierani". La actitud del padre es, como ya henos visto, “o conmigo, 0 contra mi", Ella denota una‘relacién arcaica en Ia que’el 1azo afectivo con el hijo es necesario para asegurar 1a continuidad in terna del padre. Ello explica por qué en muchos casos cuando un hijo maltratado es retirado a la familia otro hijo toma su lugar de victima o un nuevo hijo se r& engendrado para poder continuar el mismo tipo de re lacién. De hecho, toda intervencién para proteger al nifio maltratado es una violencia contra el padre que lo maltrata. gn ese contexto, cuando hay una alianza que se forma entre el padre maltratador y su cényugue © substitute, ella se retorna contra el hijo. Bajo unas aparencias semejantes,. la relacién de malos tratos que llamarfa de tipo perverso funcio- na de otra manera. Aqui el acto agresivo esta marcado por un placer )que corresponde a otro nivel de desa rrollo de la personalidad del padre que maltrata y se - aproxima més del placer sexual. vemos, en efecto, cémo en las observaciones' cli nicas se pueden notar elementos sexuales, més o menos explicitos, que se integran en la relacién de malos tra tos. Esos elementos pueden ir de la agresién dirigida - contra las zonas erégenas del nifio a la excitacién se - xual directa impuesta por el padre, del placer manifies to del padre en su comportamiento s&dico con el nifio al placer de someterlo como un esclavo a su servicio por el miedo y las privaciones, de los castigos dados al ni. fio por sus practicas sexuales 4 la exhibici6n a perso - nas ajenas de los malos tratds infligidos, etc...roda la gama de las perversiones puede practicamente encon - trarase en la relacién padre maltratador- hijo maltra- tado. En estos casos el placer es manifiesto, llevan- do muchas veces la huellas de 1a sexualidad infantil del padre, aun cuando la dimensién sexual sea negada o disimulada detras del sadismo que 1a invade y desborda. Una madre que se quejaba a su iAsistenta social de los pequefios actos de delincuencia de su hija de diez afios, comentaba: “Todo esto lo hace solamente por avergonzarme y darme rabia". Esa misma madre contaba al mismo tiempo que siendo ella todavia adolescente ha bfa tenido esa hija de un vecino de su casa “para aver gonzar y dar rabia a sus padres". Afiadia entonces que su madre nunca 1a habfa amado porque desde su nacimien- to ella habfa sido la preferida de su padre. sin pudor ninguno contaba luego y con todos los detalles como cas tigaba a su hija y como la espiaba cuando esta practica ba a escondidas juegos sexuales. En ese tipo de relaci6n el hijo representa para el padre un lazo a sus’propios padres que incluye la di mensién del Edipo o sea de la relacién triangular padre- madre-hijo. Los malos tratos permiten al padre encontrar de nuevo su relacién de odio, de rivalidad o de deseos sexuales con uno u otro de sus ‘padres. Aqui la distan - cia entre padre e hijo es m&3 grande y 1a relacién afec tiva es menos masiva. Con todo, el nifio debe continuar el mango", decfa una madré con el 14tigo en la mano. El Limitando mi anélisis a estos dos grandes gru - pos de padres maltratantes, el uno marcado por la rela ei6n narcisista y el otro por la relacién de tipo per - verso, voy a resumir para mayor claridad los rasgos que me parecen caracterfsticos de su funcionamiento mental. = El objeto de la relacién es espeffico: debe ser un nifio propio y, segGn los cados, de edad o de sexo determinado. - La necesidad de la presencia f{sica del-nifio, Su ausencia haciendo necesario el reemplazar- lo por otro. - Una capacidad de elaboraci6n siquica muy li - mitada. £1 trabajo fantasmaético no crea la distancia suficiente respecto del objeto de la pJfsién instintiva, Sometido a escisione importantes, el funcionamiento mental de ese padre queda dependeinte y colado a la reali- dad externa. = Una ausencia de control instintivo que hace peligrosa toda excitacién desde tl] momento en que ella comienza. - La importancia del sadismo, especialmente ré@ lacionado con el lazo narcisista con el hijo, y la importancia de la sexualidad que aumen- ta en la relacién de cardcter perverso. Toda una grande gama de posibilidades que va de la violencia més extrema, sin huellas aparen . tes de sexualidad, a una relacién en la que la sexualidad oculta la violencia que ella ve hicula. Todo esto conjunto muestra un funcionamiento mental sinmediacién fbrmando cueepe con 1a agressén. BL padre ae maltrata act@a como piensa, y piensa como ac- t@a. ua dindmica y la economfa de los malos tratos son en realidad parecidos a la din&mica y a la economia 1 funcionamiento siquico de ese padre. ° El padre maltratante ha vivido muchas veces @1 mismo tipo de relacién o su equivalente durante su infancia. Excluyendo uymodelo mecanicista o de reflejo condicionado, la repeticién a la edad adulta se funda m&s bien en un juego subtil de identificaciones. M&s que el hecho de haber sido maltratado fisicamente, co- mo es sobre todo el caso de muchos de esos padres, lo que ha sido importante es el tipo de relacién que ha podido vivir. £1 padre que;maltrata es el hijo de un padre que a su vez no establécié con @1 una relacién verdadera de objeto (sujeto). En consecuencia se vid obligado a identificarse més a la relacién que le unfa a sus padres que a la persona misma de-ellos. Frente al peligro de un rechazo total de la parte de un péare que no soportaba una relacién préxima y de ternura, la identificacién al 1420 que 14 unfa’ sel’ re presenté un compromiso que le permitié alejarse sin perderlo. M&s tarde, llegando a la edad adulta, ese ni- fio recuperar4 de nuevo esa relacién a través de sus hi- jos. £1 desplazamiento del objeto-padre al objeto-rela- cién-con-el-padre conducir& ese nifio a deshacerse de - los afectos de ternura que m&s tarde faltarén de manera dram&tica en la relaci6n a sus hijos. en cierta manera el hijo es amado porque permi- tea1 Padre encontrar de nuevo el odio de su propio Ba. - are. 4 fn ese sentido el nifo y el tipo de relacién que les une son necesarios para asegurar 1a continuidad de la vida interna del padre. En los casos de abusos‘’sexual esa din&mica es en cierto modo més compleja.+Sin embargo detras la m&s~ cara engafadora de la seduccién sexual se esconde la ne gacién del nifio en tanto que objeto con derechos pro, - pios. Bsa negacién es sin duda alguna el resultado de una relacién afectiva en la cual el odio ocupa un lu - gar privilegiado. En este caso el nifio es tanto més vic tima cuando el agresor le presenta su relacién sexual como prueba de amor. ¢ A quién entonces el nifio podrd pedir ayuda si 1o que es un abuso y portanto una agre - sién es presentada como una prueba de amor y ocasién de placer ? En realidad esta es una de las razones que nos ha reunido en este congreso: 2 Cémo hacer.cesar o, si posible, cémo evitar que la agresidn se realice 7? al mismo tiempo, ¢.cémo ayudar agresor y agredido sin ,de- jarse llevar ni por su violencia manifiesta ni por su ~ funcionamiento perverso 7? ‘ Que 16s maltratos ocurran en 1a situacién de @sds madres de Alto do Cruzeiro o en 1a casa conforta - ble dé wha fainilia ‘rica, @l)jprofesional que interviéne en ese tipo de familia se confronta esencialmente con ~ el problema de 14 violen¢ia puesta en ddto contrd ‘un Ht fio de tal manéka que 14 negociacién parece imposible: 0 por 1 y en contra de mi, 0 conmigo y contra 61) 0 pok el hijo contra é1 padre o por el padre contra el hijo. En esa dialéctica no sélo el padre o madre maltratantes son victitas que se defienden con los malos tratos del agresor que es'e1 hijo, sino que t6Wa/intervencién eny } A ‘ta¥Se|HeluneyNeIuys una ylolehetacontyaverjotrgy (aun cuando sea evidénte que'la intervencién debe tener lu ~ gary Si se consideran atentamente las cosas, WalldmesEvenciénl “deyimysoeiédad en eoas familias incluye un aspecto para 46jico; e114 @eéhlBi misma Violencia/contra alguien / ‘RETR EAY eee nesrmseeNon:) No es mi propésito el extenderme en considera - eionés de tipo socio-econémico o polftico-cultural. De- jar& por'lo tanto de 1ddo un aspecto, desgraciadamente demasiado frecuenté en el mundo de hoy,’y que podria analizarse como una opcién de la sociedad de ignorar ‘el problema, ptovocando y aimentando con ello situaciones como las de Alto de Cruzeiro, o también como 1a optién de abordar el problema en términos exclusivamente de criminalidad restringiendo la intervencién a medidas pu ramente represivas. Mi reflexién se centraré m&s bien aportar a todos los interesados los medios que podrfan permitirles el limitar, o evitar toda violencia contra el menor en los términos que nuestro congreso 1a define. Para ello voy a subra Yar algunas de las caracter{sti - cas y mecanismos que me parecen sobresalir en la practi ca de esa intervencién. te tt ‘ La primera seré una constatacién que choca y es candaliza: cuando une analiza las intervenciones socia- 1S nc oemacnnceaennmescnnenta ne les en las familias adonde hay un nifio.maltratado, uno se da cuenta como muchas veces 1a accién de los profe.~ reproduce 1a vio. e vé_su_interven- ze relativamente frecuente ave Gijproreaienad, se/ WGongerle, sin ni siquiera darse cuente de silo, o Pr lanyninoymaltratado| o en Gil/padee que maltrata © en un eseigel Umpetente/(y por Lo tanto complice?) funcionamiento-famitiary De hecho el primer problema poke 1a intervenci6n es, Yono\ldddaeeivax tal ydoven=| SSSA» y Gvitar que 1a violencia / co WnEVeHEiGR! alimente o perpetde 1a primera. ' sional mal > que que comporta “« No se trata aqui de una elucubracién académica sino de una realidad frecuente en la practica de todos los dias. De hecho, @il/iprofesional que interviene) para) onal Como delegado de la Sociedad, el profe: representa para la familia no s6lo una amenaza de re - presalias sino tambien el poder concreto de privar los padres del hijo maltratado, dej4ndolos en muchos casos en el mayor desamparo interior. £1 profesional est4 investido de un poder que lo avtoriza a la relacién padre-hijo, cosa-que el padre le hace sen- tir como inaceptable, cuando, por ejemplo le dice:: uesto que es asi, ya puede llevdrselo; de ahora en adelante ni siquiera quiero ver mi hijo". "Con ello el padre indica al profesional que entre los dos no hay * ninguna posibilidad de buscar un compromiso y que toda tentativa en ese sentido debe ser excluida como lo es entre ei mismo y ou hijo. Waial¥selaadl dei! profesional - En consecuencia y en contraste con los senti - mientos opuestos que pueda sentir en su interior, el profesional est& investido de Uiil/Bed¥e que equivale o casi al que @1 viene a limitar. Rehusar al padre mal - tratante lo que vive como un derecho de vida o de muer te sobre su hijo equivale a imponerle una separacién que el padre transforma en definitiva. Una réaccién de esé' tipo muestra como tin prof. sional que interviene en esa problematica no puede man- tenérse en‘una actitud éxterior a la din&mica de la'fa- See eee ee niiia, Todo intento de “Neutralidad", yi sea que esta a se funde en una distancia afectiva o bien en una prestin ciéh de objetividad no es sino una ilusi6n, lo cual de- muestra 1a iniportancia y la dificultad de los sentimien tos en causa. Si los males tratos evodan eh nosotros 1a destruccién 'y 1a muerts, 2gué ‘otra cosh puéde evocar La separacién de un nifio de su madre? égue maltrato puedd br peo que el verse artancadé de un sex que, a pesar de todo io que haya podido phsar; es el primer y més importante objeto de amor?: Cuando,por ejemplo, un Trabajador Social inter- viene en una familia se otorga, por e1 mismo hecho, el lugdr que corresponde a los padres y s@ compromete im - plicitamente a dar ‘al nifio todo a lo que este tenfa de- recho 4 esperar de sus padres. Al mismo tiempo, el Tra- bajador Social propone a ios padres un modelo de funcio namiento que €1 piensa m&s ddaptado a las necesidades del nifo. Ello supone impiféitamente no sé1o el deseo de reparar todo lo que ha sido destruido sino tambien Gilet de lap¥opacisn/ que aleja y a veces hace desapa- recer 14 prefengia de ‘los padres ‘én ia vida del nifio & inversaménte. En éste cass, éCémo no sentirse culpable respecte de uno o de los otros? ¢Cémo acusar, por ejem- plo, ciertos padres de algo que por criminal que sea tiene para ellos sentido de una defensa necesaria para sobrevivir f{sica o siquicamente? égue violencia: tomar en cuenta, la de sus padres o 1a violencia de que ellos migmos’son o fleron ya las .victimas? 2cémo exigiries que'den' lo que ellos mismos nunca recibieron? , Wo intento defender con estas reflexiones. lo que no se puede justificar: Mi punto de vista es que es te tipo de preguntas y de.sentimientos se presentan en un momento o en otro al espiritu del profesional que.in terviene en esa familia, Bllas ‘muestran simplemente 1a complejidad de una situaci6n‘que, vista desde afuera, puede parecer clara en lo que respecta a las actitudes a tomar, pero que en realidad est4 llena.de contradic.- ciones que acompaiian sentimientos todavia més dificiles de aclarar. De ellos voy a retener apenas dos puntos: el primero es que toda intervencién en ese problema compor ta inevitablemente una ERpIMeaeiSH|AFECELValen el senti do profundo de la palabra, ella incluye toda una gama - de fantasmas y de afectos que va de las representacio - nes més arcaicas de apropiacién y de omnipotencia a.los sentimientos m&s conscientes de miedo o de culpabilidad. Segundo, S#a/iapli¢acién| tiendel,, por caminos: aparente,- 4 que justificé la intervenci6n. Frente 4 esa situdct6n (Gos)elenentos patecen especialmente importantes para que la intetvencién del profesional tome un sentido constructivo para la prote, ci6n del menor y la ayuda eventual al padre que lo mal~ plicita en cttalquier intervenci6n de tn profesional, ceupa un’ lugar de HE@EeexOP en una relacién totalitaria y limita al interior de la fam{lia la “omnipotencia” Lamatanalsintertos ae) Ls tamil isle Domntpotencias: del padre qué maltrata, La ihtervencién’ equivale a de ~ cirle que ser padre no sé reduce al acto de engendrar un hijo,"aun Guando se trate’de un hijo deseado: pesde @1'momento en que €1 nifio existe, este tie: cho, su individualidad y todo cuanto @1 hace o es no depende ‘ge_manera absoluta de sus padres. Con eiio 1a autoridad crea un distancia y un espacio que permite al hijo exis Ye pee tif y desarrollarse’ segin él es. pe esta manera, el la~ zo ekxcesivamente narcisista que ¢1 padré quiere conser- var con 61 es puesto en tela de juicio. La MabeEveneLén, vel de la dinSmica interna de.1afamilia.y.que el cényy gué del padre ‘maltratante' no pudo construir de otra ma- nera: Esa Autoridad es al mismo tiempo yuna protece del profesional que interviene, (su accién no es la de un intruso que usuzpa un poder ajeno, en ria una provocacién y violencia anélogas a la del padre cuyo caso se - que maltrata. Es una relacién que induce movimientos ifaentiticatorios contrarios si saberse delegado por we & 1a Sociedad deculpabiza @l profesional de los sentimien tos intensos y opuestos que pueden surgir en é1. Entre e1 profesional y la familia es también necesario la dis oo ee tancia minima que le permite la pos. de “compre, der lo que el padre que maltrata pone en acto pero que no es capaz de pensar". En una palabra, @se! *tereere” Qué ia Sociedad! : funieYonamiento entre el profesional y la familia, po - niendo as{ las bases para un cambio del funcionamiento de la familia en el mismo sentido. 2.- Limitar la violencia fisica ejercida contra ; el nifio es sin duda necesario,pero no suficiente.Bi"pa>! es ayudar al padre mal tratante a conétruir o a reconstruir en su interior los limites necesarios para contener sus impulsos violentos contra el hijo. Ello supone un trabajo en el que el pro SE aes ; fesional, @ su nivel especifico,y SegGn su formacién, intentaf ayudar al padres Ahora bien, en presencia de una problem&tica cuya fuerza proyectiva es particularmente importante, la primera dificultad, por parte de quien interviene, es 1 SERHNRiBEWn La Leta ei aay NADY ape AS BWERLES 5” y que se manifiesta, por e- jempio, en Getttoaes o Gontre-sctitudes intensas y con trarias. asf, la observacién clinica nos muestra con om , cudnta frecuencia el profesional se siente en un movi miento pendular que va de los sentimientos de odio ex tremo a los sentimientos de ternura sin limites, de un acercamiento afectivo hacia el padre a un movimiento a- n&logo pero contradictorio hacia el hijo maltratado.Zos numerosos casos de Intervencién Social que hemos podido analizar nos ensesan que para que el profesional pueda resolver esa dificultad en su funcionamiento interno, ogos_a los del sin adoptar actitudes o poner actos an adre maltr: | debe recurrir a su capacidad de "pen! El profesional debe no solo imponer unos limites exte - xiores ala violencia ejercidacontra.el.nifio, sino que debe intentar comprender ¢l_por qué de esa.violencia pa ra no ser arrastrado en lo que el viejo adagio ya formu 16 ;l"ba violencia engendra la violencia" | Saber, por ejemplo, que en toda madre existen i sentimientos ambivalentes respecto de su hijo y compren | der por que esos sentimientos se despiertan al contacto con tal persona, es un medio de trabajo precioso para la intervencién del profesional en esas familias. Si en buena" que sea, existen sentimientos toda madre, por violentos contra su hijo, el profesional sabe y debe com prender que en toda madre, por "mala" que parezca,exis~ ten sentimientos de amor y ternura.£l pensamiento con - trario, de orden maniqueista, es fruto de un proceso de idealizacién que asciende en dos personajes opuestos lo que ya los cuentos para nifios nos explican con las meta foras de la "buena hada" y la "madrastra". En realidad, en todo padre que maltrata hay un padre que ama, asf co mo en todo nifio criado con amof existen huellas de ma - los tratos. si las reacciones de los profesionales fren te a la familia del nifio maltratado son tan complejas en su violencia y en sus contrastes, son bien la prue - ba que en cada uno de ellos los sentimientos evocados despiertan los ecos de algo que todos, de una manera u ge ocos See ee otra, hemos experimentado. UaHS i IbFoeELonAA ha esa0 tnauckdd, concien de car&cter activo o de carfcter pasivo, (98@ profesio-; dre maltratante, no ha podido elaborar de otra manera. Algo parecido ocurre a nivel de las diferentes institu ciones que pueden encontrarse implicadas en la protec- cién de un menor. Cada fallo en la capacidad de esos diferentes profesionales a elaborar SOASUNEAIEHES Los: problemas que una intervencién de ese tipo comporta, (por ejemplo, cémo proteger al nijio, cémo retirarlo a los padres o dejarlo con ellos, cémo encontrarle una fa milia de substitutes? etc...) se teaduce en_un @EEBIAE Wiolsiiela) activo opasive pero real, que se repercute en el nifio o la familia.en cuestién. Inversamente, cuan do un profesional o el conjunto de los profesionales que intervienen en una familia llega a hacer ese trabajo de © Glaporacién de los conflictos que 1a familia proyecta en ellos, tn nuevo tipo de SUHeYoRandento] se pone en marcha que Be¥iiite/g@seitiir a’ la familia las dades que habia perdide. =~ “Mi referencia, como sin duda estaran pensando, es seBillamente el funcionamiento siquico del ser huma- no, que negocia y hace posible su adaptacién necesaria a una realidad exterior que se impone pero que contra - rfa las tendencias instintivas primarias que les animan. A mi modo de entender, para que la Intervencién de 1a Sociedad alcance su objetivo, su accién debe arti cularse, en la manera misma de ser llevada a cabo, con un proceso interno en el cual el padre maltratante puer de utilizar o desarrollar su capacidad de pensar para resolver sus conflictos internos en vez de evacuarlos con un acto de violencia. Las medidas socio-econémicas para mejorar condi ciones de vida inhumana, las ayudas materiales o pedagS gicas a ciertas madres sin experiencia, las intervencio nes de la autoridad para proteger un nifio en peligro in mediato, etc ... son si duda dtiles y necesarias. Sin, argo, todos ésos dispositivos serdn insuficientes e ineficaces sin un trabajo ave permita a los profesiona les y a la familia elaborar siquicanente las contradic cines internas al origen de ese problema. Dar toda la importahcia a favorecer la elaboracién mental de la violencia puesta en acto en los malos tratos al menor me parece un aspecto importanté y necesario para ayu- dar a unos y otros a salir d@1 cf{rculo infernal y moz tifero en el que se encuentran encerrados. Albert Criville TY | \ IBLIOGRAFIA NANCY SCHEPER_HUGUES “Culture, Scarcity, and Maternal Thinking" in ETHOS, Enero 1.986: 291 - 317 U.S.A, ALBERT CRIVILLE “A corps et a cris" in Nouvelle Revue de Psychanalysa, Printemps 1.986 N° 33:211 -222 GALLIMARD PARIS. ALBERT CRIVILLE et Col. " Parents Maltraitans - Enfants Meyrtris" 1.986 ESF PARIS.

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