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Lecturas Bíblicas para La Celebración Del Matrimonio
Lecturas Bíblicas para La Celebración Del Matrimonio
PARA LA CELEBRACIÓN
DEL MATRIMONIO
RITUAL ROMANO
FORMULARIO A
PRIMERA LECTURA
Al principio, cuando Dios creó todas las cosas, dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra
semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y
todos los animales que se arrastran por el suelo».
Y Dios creó al hombre a su imagen;
lo creó a imagen de Dios,
los creó varón y mujer.
Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del
mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra».
Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno.
Palabra de Dios.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Efeso 5, 2a. 25-32
Hermanos:
Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros.
Los maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla. Él la purificó
con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y
sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su
propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo
alimenta y lo cuida.
Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. «Por eso, el hombre dejará a
su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne».
Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.
Palabra de Dios.
Tiempo de Cuaresma:
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
EVANGELIO
Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su
mujer por cualquier motivo?»
Él respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, «los hizo varón y mujer»; y que dijo:
«Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola
carne»? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
FORMULARIO B
PRIMERA LECTURA
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
R. Aleluia.
Tiempo de Cuaresma:
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
EVANGELIO
Uno de los fariseos, que era doctor de la Ley, le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el
mandamiento más grande de la Ley?»
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Éste
es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas».
FORMULARIO C
PRIMERA LECTURA
Palabra de Dios.
R. Aleluia. Mt 6, 33
Tiempo de Cuaresma:
EVANGELIO
FORMULARIO D
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 5, 2a. 21-33
Hermanos:
Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros.
[Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres a su propio marido como al Señor,
porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo.
Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido.]
Los maridos amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla. Él la purificó
con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y
sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su
propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo
alimenta y lo cuida.
Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. «Por eso, el hombre dejará a
su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne».
Éste es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.
[En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su propia mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su
marido.]
Palabra de Dios.
R. Aleluia.
Tiempo de Cuaresma:
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
EVANGELIO
Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su
mujer por cualquier motivo?»
Él respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, «los hizo varón y mujer»; y que dijo:
«Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola
carne»? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
214. En la Misa «por los esposos» y en los matrimonios que se celebran en la Liturgia de la Palabra, pueden
emplearse las lecturas bíblicas que se exponen a continuación. Se elegirá siempre por lo menos una lectura que
hable explícitamente del Matrimonio. Estas últimas están señaladas con un asterisco. La primera lectura será del
Antiguo Testamento, o del Apocalipsis en tiempo pascual.
* 215.
Al principio, cuando Dios creó todas las cosas, dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra
semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y
todos los animales que se arrastran por el suelo».
Y Dios creó al hombre a su imagen;
lo creó a imagen de Dios,
los creó varón y mujer.
Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del
mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra».
Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno.
Palabra de Dios.
* 216.
El Señor Dios dijo: «No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada».
Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales del campo y a todos los pájaros del
cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre
que le pusiera el hombre.
El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del
campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada.
Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando éste se durmió, tomó una de sus
costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios
formó una mujer y se la presentó al hombre.
El hombre exclamó:
«¡Ésta sí que es hueso de mis huesos
y carne de mi carne!
Se llamará Mujer,
porque ha sido sacada del hombre».
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne.
Palabra de Dios.
* 217.
Palabra de Dios.
* 218.
Ragüel se levantó de un salto, besó a Tobías y lloró. Después le dijo: «¡Bendito seas, hijo mío! Tienes un padre
excelente. Es una gran desgracia que un hombre tan justo y generoso se haya quedado ciego». Y echándose al
cuello de su hermano Tobías, se puso a llorar. También lloró su mujer Edna y su hija Sara.
Luego mataron un cordero del rebaño y los recibieron cordialmente. Después de lavarse y bañarse, se pusieron a
comer. Entonces Tobías dijo a Rafael: «Hermano Azarías, dile a Ragüel que me dé por esposa a mi hermana
Sara».
Ragüel lo oyó y dijo al joven: «Come y bebe, y disfruta de esta noche, porque nadie tiene más derecho que tú,
hermano, a casarse con mi hija Sara. Ni siquiera yo puedo dársela a otro, ya que tú eres mi pariente más cercano.
Pero ahora, hijo mío, te voy a hablar con toda franqueza. Ya se la he dado a siete de nuestros hermanos, y todos
murieron la primera noche que iban a tener relaciones con ella. Por el momento, hijo mío, come y bebe; el Señor
intervendrá en favor de ustedes».
Pero Tobías le replicó: «No comeré ni beberé hasta que hayas tomado una decisión sobre este asunto».
Ragüel le respondió: «¡Está bien! Ella te corresponde a ti según lo prescrito en la Ley de Moisés, y el Cielo
decreta que te sea dada. Recibe a tu hermana. Desde ahora, tú eres su hermano y ella es tu hermana. A partir de
hoy, es tuya para siempre. Que el Señor los asista esta noche, hijo mío, y les conceda su misericordia y su paz».
Ragüel hizo venir a su hija Sara. Cuando ella llegó, la tomó de la mano y se la entregó a Tobías, diciendo:
«Recíbela conforme a la Ley y a lo que está prescrito en el Libro de Moisés, que mandan dártela por esposa.
Tómala y llévala sana y salva a la casa de tu padre. ¡Que el Dios del cielo los conduzca en paz por el buen
camino!»
Después llamó a la madre y le pidió que trajera una hoja de papiro. En ella redactó el contrato matrimonial, por
el que entregaba a su hija como esposa de Tobías, conforme a lo prescrito en la Ley de Moisés. Después
empezaron a comer y a beber.
Palabra de Dios.
* 219.
La noche de la boda, Tobías dijo a Sara: «Levántate, hermana, y oremos para pedir al Señor que nos manifieste
su misericordia y su salvación».
Ella se levantó, y los dos se pusieron a orar para alcanzar la salvación. Él comenzó así:
«¡Bendito seas, Dios de nuestros padres,
y bendito sea tu Nombre
por todos los siglos de los siglos!
¡Que te bendigan los cielos
y todas tus criaturas
por todos los siglos!
Tú creaste a Adán
e hiciste a Eva, su mujer,
para que le sirviera de ayuda y de apoyo,
y de ellos dos nació el género humano.
Tú mismo dijiste:
«No conviene que el hombre esté solo.
Hagámosle una ayuda semejante a él»
Yo ahora tomo por esposa a esta hermana mía,
no para satisfacer una pasión desordenada,
sino para constituir un verdadero matrimonio.
¡Ten misericordia de ella y de mí,
y concédenos llegar juntos a la vejez!»
* 220.
Palabra de Dios.
221.
Palabra de Dios.
* 222.
Palabra de Dios.
223.
Llegarán los días -oráculo del Señor- en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de
Judá. No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir
del país de Egipto.
Ésta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo del Señor-: pondré mi
Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; Yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo.
Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: «Conozcan al Señor». Porque todos me
conocerán, del más pequeño al más grande.
Palabra de Dios.
224.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 8, 31b-35. 37-39
Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores?
¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? «Dios es el que justifica. ¿Quién se atreverá a condenarlos?» ¿Será
acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros?
¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el
hambre, la desnudez, los peligros, la espada?
Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó.
Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo
futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del
amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
225.
O bien más breve (12, 1-2. 9-13): omitir lo que está entre corchetes.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 12, 1-2. 9-18
Hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa
y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer.
No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a
fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Amen con sinceridad. Tengan horror al mal y pasión por el bien. Ámense cordialmente con amor fraterno,
estimando a los otros como más dignos. Con solicitud incansable y fervor de espíritu, sirvan al Señor. Alégrense
en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración. Consideren como propias las
necesidades de los santos y practiquen generosamente la hospitalidad.
[Bendigan a los que los persiguen, bendigan y no maldigan nunca. Alégrense con los que están alegres, y lloren
con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la altura de los más
humildes. No presuman de sabios. No devuelvan a nadie mal por mal. Procuren hacer el bien delante de todos
los hombres. En cuanto dependa de ustedes, traten de vivir en paz con todos.]
Palabra de Dios.
226.
Acójanse mutuamente
como Cristo los acogió a ustedes.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 15, 1b-3a. 5-7. 13
Hermanos:
Nosotros no debemos complacernos a nosotros mismos. Que cada uno trate de agradar a su prójimo para el bien
y la edificación común. Porque tampoco Cristo buscó su propia complacencia. Que el Dios de la constancia y
del consuelo les conceda tener los mismos sentimientos unos hacia otros, a ejemplo de Cristo Jesús, para que
con un solo corazón y una sola voz, glorifiquen a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Sean mutuamente acogedores, como Cristo los acogió a ustedes para la gloria de Dios.
Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en ustedes
por obra del Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
227.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 6, 13c-15a. 17-20
Hermanos:
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. Y Dios que resucitó al
Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder.
¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo?
El que se une al Señor se hace un solo espíritu con Él.
Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por el hombre es exterior a su cuerpo, pero el que fornica
peca contra su propio cuerpo.
¿O no saben que sus cuerpos son templo del espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios?
Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, sino que han sido comprados, ¡y a qué precio!
Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos.
Palabra de Dios.
228.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 12, 31-13, 8a
Hermanos:
Aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino más perfecto todavía.
Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana
que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda
la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque
repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no
me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con
bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia,
sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás.
Palabra de Dios.
229.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 4, 1-6
Hermanos:
Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han
recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor. Traten de
conservar la unidad del Espíritu, mediante el vínculo de la paz.
Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados,
de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre
de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.
Palabra de Dios.
* 230.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 5, 2a. 21-33
Hermanos:
Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros.
[Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres a su propio marido como al Señor,
porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo.
Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido.]
Los maridos amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla. Él la purificó
con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y
sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su
propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo
alimenta y lo cuida.
Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. «Por eso, el hombre dejará a
su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne».
Éste es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.
[En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su propia mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su
marido.]
Palabra de Dios.
231.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 4, 4-9
Hermanos:
Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los
hombres. El Señor está cerca. No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la
súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios.
Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los
pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.
En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y
digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos.
Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con
ustedes.
Palabra de Dios.
232.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas 3, 12-17
Hermanos:
Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la
benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente
siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo.
Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo
Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría,
corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos
inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por
él a Dios Padre.
Palabra de Dios.
233.
Respeten el matrimonio
Hermanos:
Perseveren en el amor fraternal. No se olviden de practicar la hospitalidad, ya que gracias a ella, algunos, sin
saberlo, hospedaron a los ángeles. Acuérdense de los que están presos, como si ustedes lo estuvieran con ellos, y
de los que son maltratados, como si ustedes estuvieran en su mismo cuerpo.
Respeten el matrimonio y no deshonren el lecho conyugal.
No se dejen llevar de la avaricia, y conténtense con lo que tienen, porque el mismo Dios ha dicho: «No te dejaré
ni te abandonaré». De manera que podemos decir con plena confianza: «El Señor es mi protector: no temeré».
Palabra de Dios.
* 234.
Vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás,
ámense como hermanos
Hermanos:
Las mujeres respeten a su marido, para que si alguno de ellos se resiste a creer en la Palabra, sea convencido sin
palabra por la conducta de su mujer, al ver su vida casta y respetuosa. Que su elegancia no sea el adorno exterior
-consistente en peinados rebuscados, alhajas de oro y vestidos lujosos- sino la actitud interior del corazón, el
adorno incorruptible de un espíritu dulce y sereno. Esto es lo que vale a los ojos de Dios.
Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que tenían su esperanza puesta en Dios y respetaban a sus
maridos, como por ejemplo, Sara, que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor. Ahora ustedes han llegado a
ser sus hijas, haciendo el bien y no dejándose inquietar por ninguna clase de temor.
Los maridos, a su vez, comprendan que deben compartir su vida con un ser más débil, como es la mujer: trátenla
con el respeto debido a coherederas de la gracia que da la Vida. De esa manera, nada será obstáculo para la
oración.
En fin, vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense como hermanos, sean
misericordiosos y humildes. No devuelvan mal por mal, ni injuria por injuria: al contrario, retribuyan con
bendiciones, porque ustedes mismos están llamados a heredar una bendición.
Palabra de Dios.
235.
Hijitos míos,
no amemos solamente con la lengua y de palabra,
sino con obras y de verdad.
En esto conoceremos que somos de la verdad,
y estaremos tranquilos delante de Dios
aunque nuestra conciencia nos reproche algo,
porque Dios es más grande que nuestra conciencia
y conoce todas las cosas.
Queridos míos,
si nuestro corazón no nos hace ningún reproche,
podemos acercarnos a Dios con plena confianza,
y él nos concederá todo cuanto le pidamos,
porque cumplimos sus mandamientos
y hacemos lo que le agrada.
Su mandamiento es éste:
que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo,
y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó.
El que cumple sus mandamientos permanece en Dios,
y Dios permanece en él;
y sabemos que Él permanece en nosotros,
por el Espíritu que nos ha dado.
Palabra de Dios.
236.
Dios es amor
Queridos míos,
amémonos los unos a los otros,
porque el amor procede de Dios,
y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor.
Así Dios nos manifestó su amor:
envió a su Hijo único al mundo,
para que tuviéramos Vida por medio de Él.
Y este amor no consiste
en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó primero,
y envió a su Hijo
como víctima propiciatoria por nuestros pecados.
Queridos míos,
si Dios nos amó tanto,
también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.
Nadie ha visto nunca a Dios:
si nos amamos los unos a los otros,
Dios permanece en nosotros
y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.
Palabra de Dios.
237.
Yo, Juan, oí algo parecido al clamor de una enorme multitud que estaba en el cielo, y exclamaba:
«¡Aleluya!
La salvación, la gloria y el poder
pertenecen a nuestro Dios».
Luego salió del trono una voz que decía: «Alaben a nuestro Dios, ustedes, sus servidores, los que lo temen,
pequeños y grandes».
Y oí algo parecido al clamor de una enorme multitud, al estruendo de una catarata y al estallido de violentos
truenos. Y decían:
«¡Aleluya!
Porque el Señor, nuestro Dios,
el Todopoderoso, ha establecido su Reino.
Alegrémonos,
regocijémonos y demos gloria a Dios,
porque han llegado las bodas del Cordero:
su esposa ya se ha preparado,
y la han vestido con lino fino
de blancura resplandeciente».
El lino simboliza las buenas acciones de los santos.
Después el Ángel me dijo: «Escribe esto: Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero».
Palabra de Dios.
SALMOS RESPONSORIALES
238.
239.
Á
El Ángel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en Él se refugian! R.
240.
241.
* 242.
243.
244.
245.
1Jn 4, 7b
246.
1Jn 4, 8b. 11
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
247.
1Jn 4, 12
248.
1Jn 4, 16b
EVANGELIOS
249.
Alégrense y regocíjense,
porque tendrán una gran recompensa en el cielo
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la
palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
«Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera
persiguieron a los profetas que los precedieron».
250.
251.
O bien más breve (7, 21. 24-25): omitir lo que está entre corchetes
* 252.
Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su
mujer por cualquier motivo?»
Él respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, «los hizo varón y mujer»; y que dijo:
«Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola
carne»? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
253.
Uno de los fariseos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el
mandamiento más grande de la Ley?»
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este
es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.»
Palabra del Señor.
* 254.
Dijo Jesús:
Desde el principio de la creación, «Dios los hizo varón y mujer». «Por eso, el hombre dejará a su padre y a su
madre, y los dos no serán sino una sola carne». De manera que ya no son dos, «sino una sola carne». Que el
hombre no separe lo que Dios ha unido.
* 255.
Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus
discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.» Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué
tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo
que Él les diga».
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros
cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen
ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron.
El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que
habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han
bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento».
Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos
creyeron en Él.
256.
Permanezcan en mi amor
257.
258.
O bien más breve (17, 20-23): omitir lo que está entre corchetes
Terminada la Última Cena, Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:
Padre santo, no ruego solamente por ellos,
sino también por los que, gracias a su palabra,
creerán en mí.
Que todos sean uno:
como Tú, Padre, estás en mí
y Yo en ti,
que también ellos sean uno en nosotros,
para que el mundo crea
que Tú me enviaste.
Yo les he dado la gloria
que Tú me diste,
para que sean uno,
como nosotros somos uno
-Yo en ellos y Tú en mí-
para que sean perfectamente uno
y el mundo conozca
que Tú me has enviado,
y que los has amado a ellos
como me amaste a mí.
[Padre, quiero que los que Tú me diste
estén conmigo donde Yo esté,
para que contemplen la gloria que me has dado,
porque ya me amabas
antes de la creación del mundo.
Padre justo,
el mundo no te ha conocido,
pero Yo te conocí,
y ellos reconocieron
que Tú me enviaste.
Les di a conocer tu Nombre,
y se lo seguiré dando a conocer,
para que el amor con que Tú me amaste
esté en ellos, y Yo también esté en ellos.]
297. Para la Misa «por los esposos» y los matrimonios que se celebran en la Liturgia de la Palabra, se puede
hacer uso de uno de los nueve esquemas de lecturas para la Liturgia de la Palabra que, a modo de subsidio, se
encuentran agrupados bajo unos títulos que presentan aspectos fundamentales del matrimonio cristiano. Una de
las dos lecturas habla explícitamente del Matrimonio. Estas lecturas están señaladas con un asterisco.
El hombre es imagen de Dios, reflejo e impronta de su ser. Ha sido creado para formar una pareja que recibe la
bendición de Dios con la invitación suprema del mutuo crecimiento y asentamiento en la tierra (1ª lectura).
Todo ello indica la inmensa bondad de un Dios que es bueno con todos y bondadoso en todas sus acciones
(Salmo responsorial). Esta bendición de Dios, que resuena desde el Antiguo Testamento, es continuada por
Jesucristo dándole carácter sacramental, de modo que «lo que Dios ha unido no lo separe el hombre»
(Evangelio).
PRIMERA LECTURA
Al principio, cuando Dios creó todas las cosas, dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra
semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y
todos los animales que se arrastran por el suelo».
Y Dios creó al hombre a su imagen;
lo creó a imagen de Dios,
los creó varón y mujer.
Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del
mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra».
Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno.
Palabra de Dios.
1Jn 4, 7b
R. Aleluia.
R. Aleluia.
1Jn 4, 8b. 11
Tiempo de Cuaresma:
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos * 10, 6-9
Dijo Jesús:
Desde el principio de la creación, «Dios los hizo varón y mujer». «Por eso, el hombre dejará a su padre y a su
madre, y los dos no serán sino una sola carne». De manera que ya no son dos, «sino una sola carne». Que el
hombre no separe lo que Dios ha unido.
El matrimonio es el sacramento del amor; del amor humano y divino, del amor total. El amor de Isaac a Rebeca
es símbolo de todo amor esponsal que implica el mutuo ofrecimiento y la mutua entrega (1ª lectura). Tomar en
serio los mandatos del Señor es el principio de una vida recta y feliz. Es lo que canta el salmista aplicándolo a
la vida familiar. El matrimonio es una «íntima comunidad de vida y amor» creado por Dios, el cual ha elevado
a la categoría de sacramento el amor esponsal (Evangelio).
PRIMERA LECTURA
Palabra de Dios.
1Jn 4, 8b. 11
R. Aleluia.
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
R. Aleluia.
Tiempo de Cuaresma:
1Jn 4, 8b. 11
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
EVANGELIO
Este es el más grande y el primer mandamiento.
El segundo es semejante al primero
Uno de los fariseos, que era doctor de la Ley, le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el
mandamiento más grande de la Ley?»
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Éste
es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas».
Tobías y Sara son modelos de creyentes que quieren poner su matrimonio, desde el primer momento, bajo la
protección de Dios. El salmo 111 podría referirse perfectamente a Tobías. El que ama al Señor tendrá
prosperidad y seguridad en su vida. El que se entrega de todo corazón a Dios, cumpliendo con fidelidad sus
mandamientos, vivirá feliz y será bendecido por Dios (Salmo responsorial). Esta entrega se hace unidad en los
esposos cristianos que participan así de la unidad entre el Padre y el Hijo (Evangelio).
PRIMERA LECTURA
La noche de la boda, Tobías dijo a Sara: «Levántate, hermana, y oremos para pedir al Señor que nos manifieste
su misericordia y su salvación».
Ella se levantó, y los dos se pusieron a orar para alcanzar la salvación. Él comenzó así:
«¡Bendito seas, Dios de nuestros padres,
y bendito sea tu Nombre
por todos los siglos de los siglos!
¡Que te bendigan los cielos
y todas tus criaturas
por todos los siglos!
Tú creaste a Adán
e hiciste a Eva, su mujer,
para que le sirviera de ayuda y de apoyo,
y de ellos dos nació el género humano.
Tú mismo dijiste:
«No conviene que el hombre esté solo.
Hagámosle una ayuda semejante a él»
Yo ahora tomo por esposa a esta hermana mía,
no para satisfacer una pasión desordenada,
sino para constituir un verdadero matrimonio.
¡Ten misericordia de ella y de mí,
y concédenos llegar juntos a la vejez!»
Ambos dijeron: «¡Amén, amén!», y se acostaron para dormir.
Palabra de Dios.
1Jn 4, 16b
R. Aleluia.
R. Aleluia.
Tiempo de Cuaresma:
1Jn 4, 8b. 11
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
R. Aclamen a Dios, nuestra fuerza.
EVANGELIO
O bien más breve (17, 20-23): omitir lo que está entre corchetes
Terminada la Última Cena, Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:
Padre santo, no ruego solamente por ellos,
sino también por los que, gracias a su palabra,
creerán en mí.
Que todos sean uno:
como Tú, Padre, estás en mí
y Yo en ti,
que también ellos sean uno en nosotros,
para que el mundo crea
que Tú me enviaste.
Yo les he dado la gloria
que Tú me diste,
para que sean uno,
como nosotros somos uno
-Yo en ellos y Tú en mí-
para que sean perfectamente uno
y el mundo conozca
que Tú me has enviado,
y que los has amado a ellos
como me amaste a mí.
[Padre, quiero que los que Tú me diste
estén conmigo donde Yo esté,
para que contemplen la gloria que me has dado,
porque ya me amabas
antes de la creación del mundo.
Padre justo,
el mundo no te ha conocido,
pero Yo te conocí,
y ellos reconocieron
que Tú me enviaste.
Les di a conocer tu Nombre,
y se lo seguiré dando a conocer,
para que el amor con que Tú me amaste
esté en ellos, y Yo también esté en ellos.]
Los que han sido llamados al Matrimonio han de glorificar a Dios con la totalidad de su existencia. Si nuestros
cuerpos son miembros de Cristo, nuestras acciones y nuestra vida misma transparentarán esta realidad divina.
Los esposos cristianos han de ser conscientes de ello (1ª lectura). La grandeza del Señor es contada por el
salmista, que tiene la experiencia personal de su protección y de su grandeza en todo momento (Salmo
responsorial). Cristo con su presencia trajo la bendición y la alegría a las bodas de Caná, donde hace el primer
milagro, signo de la llegada de las bodas mesiánicas del reino de Dios. La fuerza del matrimonio cristiano
estriba en que ha sido santificado por el mismo Cristo y continúa siéndolo hoy como ayer y, al mismo tiempo, es
signo permanente de la presencia del reino de Dios y anuncio de las bodas mesiánicas entre Cristo y su Iglesia
(Evangelio).
PRIMERA LECTURA
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 6, 13c-15a. 17-20
Hermanos:
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. Y Dios, que resucitó al
Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder.
¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo?
El que se une al Señor se hace un solo espíritu con Él.
Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por el hombre es exterior a su cuerpo, pero el que fornica
peca contra su propio cuerpo.
¿O no saben que sus cuerpos son templo del espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios?
Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, sino que han sido comprados, ¡y a qué precio!
Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos.
Palabra de Dios.
Cf. Ef 5, 25. 32
R. Aleluia.
R. Aleluia.
Tiempo de Cuaresma:
1Jn 4, 8b. 11
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
EVANGELIO
Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus
discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.» Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué
tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo
que Él les diga».
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros
cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen
ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron.
El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que
habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han
bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento».
Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos
creyeron en Él.
La unión matrimonial recibe del amor de Cristo a su Iglesia no solo el ejemplo, sino también la fuerza que hace
de ella un gran misterio, que tuvo su comienzo en la Encarnación del Hijo de Dios y alcanzó su culminación en
la muerte y resurrección de Cristo (1ª lectura). La misericordia y la providencia de Dios se extienden a todo lo
creado. El salmista reconoce todo esto e invita a bendecir siempre a Dios (Salmo responsorial). La unión del
hombre y la mujer es indisoluble y solo desde la fe en Cristo, vivida en la Iglesia, podremos comprender y
aceptar este gran misterio (Evangelio).
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso * 5, 2a. 21-33
Hermanos:
Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros.
[Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres a su propio marido como al Señor,
porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo.
Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido.]
Los maridos amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla. Él la purificó
con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y
sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su
propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo
alimenta y lo cuida.
Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. «Por eso, el hombre dejará a
su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne».
Éste es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.
[En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su propia mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su
marido.]
Palabra de Dios.
R. Aleluia.
Tiempo de Cuaresma:
1Jn 4, 8b. 11
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo * 19, 3-6
Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su
mujer por cualquier motivo?»
Él respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, «los hizo varón y mujer»; y que dijo:
«Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola
carne»? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
La alegría y la paz brotan de un corazón agradecido que encuentra en Dios la fuente de todos sus bienes. Los
esposos cristianos manifiestan ante la asamblea cristiana la verdad de su amor que así se convierte de amor
humano en amor divino (1ª lectura). El salmista canta esa alegría y esa grandeza de Dios extendiéndola a toda
la creación. El hombre y la mujer son la obra cumbre de esta creación divina. Hoy son luz y sal que muestran el
don excelente del Matrimonio y que alumbran y alimentan a todos los cristianos con su unidad y su felicidad.
Así Dios sigue obrando maravillas entre sus hijos (Evangelio).
PRIMERA LECTURA
Palabra de Dios.
É
¡A Él, la alabanza de todos sus fieles,
y de Israel, el pueblo de sus amigos! R.
1Jn 4, 7b
R. Aleluia.
R. Aleluia.
Tiempo de Cuaresma:
1Jn 4, 8b. 11
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
EVANGELIO
Los profetas del Antiguo Testamento se sirvieron de la imagen del amor matrimonial para expresar la fuerza del
amor de Dios hacia su pueblo. Las cualidades del pacto esponsal que el Señor estableció con Israel:
indisolubilidad, derecho, justicia, misericordia, compasión y fidelidad son las que deben adornar al matrimonio
de la nueva alianza (1ª lectura). Desde entonces el Matrimonio cristiano debe ser un camino de generosidad,
recorrido bajo la protección de la Providencia divina. Esta confianza es una muestra de fe en Dios, que llama a
los esposos a compartir su actividad creadora, al hacerlos coherederos de la gracia de la vida. El Señor Jesús,
que llamó dichosos a los pobres en el espíritu, acompañará a los cristianos que vivan la austeridad en función
de la fe, la esperanza y la caridad (Evangelio).
PRIMERA LECTURA
Palabra de Dios.
R. Aleluia.
Mt 6, 33
Busquen primero el Reino y su justicia,
y todo lo demás se les dará por añadidura.
R. Aleluia.
Tiempo de Cuaresma:
Mt 6, 33
EVANGELIO
El matrimonio de los cristianos representa las bodas de Cristo con su Iglesia, que son la alianza pascual sellada
con el sacrificio voluntario de Jesucristo, entrega perfecta a la voluntad del Padre y a la humanidad redimida y
confirmada con la respuesta amorosa y fiel de la comunidad eclesial. La Eucaristía es ahora el modelo del
Matrimonio contraído ante Dios y la Iglesia. Jesús, invitado a un banquete de bodas, santifica con su presencia
los esponsales entre un hombre y una mujer. Una nueva realidad, como la pascua, llena de gracia y plenitud que
se expresa en la transformación del agua de las purificaciones rituales, que es símbolo de la antigua alianza, en
vino, signo de la plenitud mesiánica, cuyas bodas han llegado y son causa de alegría.
PRIMERA LECTURA
Yo, Juan, oí algo parecido al clamor de una enorme multitud que estaba en el cielo, y exclamaba:
«¡Aleluya!
La salvación, la gloria y el poder
pertenecen a nuestro Dios».
Luego salió del trono una voz que decía: «Alaben a nuestro Dios, ustedes, sus servidores, los que lo temen,
pequeños y grandes».
Y oí algo parecido al clamor de una enorme multitud, al estruendo de una catarata y al estallido de violentos
truenos. Y decían:
«¡Aleluya!
Porque el Señor, nuestro Dios,
el Todopoderoso, ha establecido su Reino.
Alegrémonos,
regocijémonos y demos gloria a Dios,
porque han llegado las bodas del Cordero:
su esposa ya se ha preparado,
y la han vestido con lino fino
de blancura resplandeciente».
El lino simboliza las buenas acciones de los santos.
Después el Ángel me dijo: «Escribe esto: Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero».
Palabra de Dios.
Cf. Ef 5, 25. 32
R. Aleluia.
Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella.
Éste es un gran misterio.
R. Aleluia.
EVANGELIO
Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus
discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.» Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué
tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo
que Él les diga».
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros
cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen
ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron.
El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que
habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han
bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento».
Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos
creyeron en Él.
El Matrimonio, como toda la vida cristiana, tiene como motor un mandamiento fundamental: amar a Dios con
todo el ser y al prójimo como a uno mismo. Cristo, entregando su vida, es modelo del amor a los demás hasta el
olvido de sí. La fidelidad en el amor es una cualidad esencial al Matrimonio en todos los tiempos; pero esta
fortaleza en el afecto que es la fidelidad adquiere en el Matrimonio cristiano una particular importancia por su
carácter sacramental, signo del amor inquebrantable de Jesucristo hacia su Iglesia.
PRIMERA LECTURA
Palabra de Dios.
R. Aleluia.
R. Aleluia.
Tiempo de Cuaresma:
1Jn 4, 8b. 11
Dios es amor;
amémonos los unos a los otros como Dios nos amó.
EVANGELIO
Dijo Jesús:
Desde el principio de la creación, «Dios los hizo varón y mujer». «Por eso, el hombre dejará a su padre y a su
madre, y los dos no serán sino una sola carne». De manera que ya no son dos, «sino una sola carne». Que el
hombre no separe lo que Dios ha unido.