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Hace 50.000 años, un grupo de humanos abandonó el continente africano y se extendió por
todo el mundo, incluyendo Australia y las Américas, favoreciendo el desarrollo de diferentes
lenguas y a la aparición de la escritura.
Damos un salto en el tiempo, hasta la Edad Media, para encontrarnos con los predecesores
de los locutores actuales; los trovadores y juglares, personajes que recitaban poemas o
cantaban canciones de amor en lengua romance. Sus composiciones también incluían
propaganda política, temas morales, literarios, etc.
También existía la figura del bardo, un personaje que se encargaba de transmitir historias
o leyendas con el objetivo de que no se perdieran.
Por otro lado, nos encontramos con la figura del pregonero, una persona que a lo largo del
siglo XX daba difusión en voz alta a los pregones, para hacer público y notorio todo lo que
se quería hacer saber a la población.
Con el tiempo, las historias, leyendas, cuentos o noticias dejaron de transmitirse a través de
la tradición oral. El desarrollo de la prensa, los bandos impresos y sobre todo la
aparición de la radio dio paso a otra figura de la comunicación oral, el locutor.
La radio no sería la misma sin los profesionales que hay detrás; productores, periodistas,
técnicos de sonido, redactores, documentalistas, guionistas y uno de los puestos más
reconocibles, los locutores.
Después de las primeras palabras de María Sabater en radio Barcelona, surgiría un nuevo
oficio, la figura del locutor, un profesional de la voz que se encargaba de leer textos con una
dicción limpia y agradable y que se transmitía en directo a la población a través de las ondas
radiofónicas.
En la actualidad la radio sigue más viva que nunca, y se debe recordar que antes de la
aparición de la televisión era la única forma de entretenimiento en los hogares