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Crónica de una muerte anunciada

Contexto de producción:
Tiene lugar en el contexto de los años 50. En esta época, Colombia es una sociedad
tradicionalista, pura y machista Y patriarcal con poco desarrollo industrial, tecnológico y
comercial

personajes principales:
Narrador: se llama Iván Baeza y es amigo cercano del protagonista. Aunque pueda parecer
extraño, esta novela está escrita en primera persona y este narrador cumple la función de
personaje al mismo tiempo.
Santiago Nasar: es un hombre joven y es quien protagoniza la historia. Vivía en una hacienda
con su padre, lugar que había heredado por la muerte de su padre. Se señala como el culpable
de haberle quitado la virginidad a Ángela Vicario. Motivo por el cual la rechaza su marido
Bayardo San Roman, la noche de bodas.
Ángela Vicario: hija menor de Poncio Vicario, se arregla su matrimonio con Bayardo San
Román y es devuelta a su familia ese mismo día por no ser virgen.
Pedro y Pablo Vicario: son los hermanos gemelos de Ángela Vicario. Son los encargados de
cometer el crimen luego de que su hermana les asegurara que el culpable de que la boda no
se hubiese llevado a cabo era Santiago Nasar.
Bayardo San Román: con una oculta procedencia, llega seis meses antes del crimen al pueblo.
Conquista a Ángela y su familia a través de regalos y exageraciones económicas. Al momento
de rechazar a su prometida escapa. Regresaría más de 30 años después para reencontrarse
con Ángela.
Ambiente:
La novela transcurre en un pequeño pueblo costero llamado Riohacha, en Colombia, por
tanto, los lugares son amplios. El acontecimiento más importante de toda la obra, el asesinato
de Santiago Nasar, también se desarrolla en un lugar amplio, ya que ocurre en la plaza del
pueblo
Casas de familia, puerto
Temas :
LA RESPONSABILIDAD COLECTIVA. En Vivir para contarla, el autor declara que su intención al
abordar esta novela era la de tratar este asunto. Es “la responsabilidad moral, la culpa, de los
habitantes de un pueblo por un crimen irracional que se podría haber evitado; sobre todo,
porque se había anunciado”.
LA VIOLENCIA. Es la única respuesta a la violación del código del honor que rige la moral del
pueblo y que exige a la desposada llegar virgen al matrimonio: hay que lavar el honor de la
familia con la sangre del ofensor. Pero además en la novela aparecen otras manifestaciones de
violencia: en la personalidad de Santiago Nasar, en referencias a las guerrillas a través del
personaje de Pedro Vicario, en el hecho puntual del crimen, en la descripción de la escena de
la autopsia.
EL HONOR. Es un código rígido que todos acatan y que refleja la moral puritana e ignorante del
pueblo y nos trae reminiscencias del teatro del Siglo de Oro. Es un código tan puritano como
intolerante, enfocado solamente hacia la sexualidad de la mujer a quien se le exige llegar
virgen al matrimonio. La transgresión de este código –Ángela Vicario no llega virgen al
matrimonio- es una afrenta que afecta a toda la familia y debe ser reparada con la sangre del
agresor. Los gemelos Vicario, Pedro y Pablo, serán los ejecutores de la venganza que exige la
honra ultrajada, venganza que debe ser rápida pues “el honor no espera” (p. 101).
LA RELIGIÓN. Se nos presenta a través de la visita del obispo y las expectativas frustradas que
provoca en el pueblo. Es una fe con mucho de fetichista y santurrona, que convive con las
creencias supersticiosas. El escritor da a veces al tema un tratamiento humorístico e irónico.
LA FATALIDAD. El destino trágico pesa sobre Santiago Nasar en forma de una serie de
circunstancias adversas que lo conducen a la muerte que está relacionada con el sentido
clásico del fatum o destino. El término “fatalidad” aparece en diversos momentos de la novela.
Incluso el narrador se sorprende del gran número de casualidades que condujeron a la muerte
de Santiago en forma de errores, casualidades y adversidades que llevaron a un desenlace
fatal.
EL HUMOR. A veces es grotesco y esperpéntico y sirve de anticlímax a la violencia y lo macabro
del crimen.
EL AMOR. La novela es también la historia de la pasión amorosa de Bayardo y Ángela, que
crece con la separación de los amantes y que es capaz de vencer la ofensa, la soledad, el
silencio e incluso el paso del tiempo. Las relaciones entre enamorados están condicionadas
por el distinto papel que desempeñan el hombre y la mujer en la sociedad caribeña recreada
en la novela. En el pequeño pueblo predomina la moral conservadora, los tabúes, la
religiosidad y el apego a las tradiciones típicas del ambiente rural. Las mujeres están educadas
para casarse y aceptar las imposiciones que les puedan venir del padre o de los hermanos: de
Ángela y de sus hermanas se nos dice que “sabían bordar en bastidor, coser a máquina, tejer
encajes de bolillo, lavar y planchar, hacer flores artificiales y dulces de fantasía, redactar
esquelas de compromiso”. En cuanto a los hombres, están criados "para ser hombres", es
decir, para asumir todas las responsabilidades familiares y compromisos que pudieran
sobrevenirles. Se trata de una sociedad que defiende el poder y la felicidad para el hombre y
considera que el papel de la mujer es el matrimonio y ser “honrada”. Es frecuente que los
matrimonios se acuerden por conveniencia: el de de Plácida Linero e Ibrahim Nasar «que no
tuvo un solo instante de felicidad» o el proyectado entre Santiago Nasar y Flora Miguel, que
había sido pactado en plena adolescencia de ambos por sus padres respectivos constituyen un
ejemplo. Respecto al matrimonio de Ángela y Bayardo, la actitud de este se relaciona con la
caza, tal como recuerda la cita del poeta Gil Vicente que abre la novela: “La caza de amor / es
de altanería”, en concreto con la caza de cetrería: “Halcón que se atreve / con garza
guerrera, / peligros espera

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