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El lugar de la estructura familiar en la constitución psíquica.

Introducción

La elección de este tema se basa en uno de los interrogantes que me acompaña desde que
decidí especializarme para comenzar a atender niños, y es el lugar que ocupa la familia, y el
contexto en el tratamiento de los niños. Son numerosas las cuestiones que se van planteando
al incluir lo vincular, y creo que es algo de lo que tenemos que estar advertidos en nuestra
práctica, sobre todo cuando se trata con niños, donde el trabajo con los padres o personas
significativas es un componente muy importante.
Además del papel de la estructura familiar en el proceso de constitución psíquica, podemos
pensar por ejemplo, en el sostén del tratamiento. Cuando trabajamos con adultos, y ellos
hacen algún re acomodamiento en su entorno que produce incomodidad, la continuidad no se
pone en juego; en cambio al trabajar con niños, si las intervenciones que vamos haciendo a lo
largo del tratamiento, producen efectos que a los padres les incomoda, corremos el riesgo de
que lo retiren del tratamiento, y creo que este es un punto muy importante para tener en
cuenta que, además de trabajar con los niños, tenemos que trabajar con la familia.
Pero las familias a su vez están inmersas en una realidad social, que también las influye y
modifica, a lo largo de este trabajo voy a intentar seguir algunos de los conceptos planteados
en la cursada, y usarlos como herramientas para poder pensar el tratamiento con niños en la
actualidad que vivimos.

Desarrollo

Para empezar este recorrido lo primero que tenemos que hacer es poder definir qué es una
familia, existen gran cantidad de autores que han tratado el tema y muchas definiciones de
este concepto. Para comenzar voy a tomar el concepto de Elizabeth Roudinesco (2004) que la
define como una institución humana universal que asocia un hecho de cultura (construido por
la sociedad), a un hecho de la naturaleza (reproducción biológica). En esta primera definición
ya vemos que lo que define lo que es una familia, lo regulan las leyes, lo social, no es algo
natural, por qué no se puede considerar familia, por ejemplo, a dos amigas que viven juntas.
Este punto creo que lo podemos pensar en relación al concepto de imaginario social de
Castoriadis (1975) que lo define como una construcción socio-histórica que abarca el
conjunto de instituciones, normas y símbolos que comparte un determinado grupo social y,
que pese a su carácter imaginado, opera en la realidad. No se lo considera en términos de su
verdad o falsedad, sino que instaura, por sí mismo, una realidad que tiene consecuencias
prácticas para la vida cotidiana de las personas. Siguiendo este razonamiento, la familia va
cambiando y va constituyendo nuevas subjetividades.
Esta concepción fue cambiando a lo largo de los siglos. En el siglo XVI al XVII la familia
era un grupo que incluía parientes, allegados, amigos, domésticos. Es en la época moderna
que la familia se define como compuesta por la madre, padre e hijos. Siguiendo nuevamente a
Roudinesco, vamos a separar la concepción de familia en tres períodos:
La familia tradicional (patriarcal) que se apoya en el orden de un mundo inmutable y
sometido a una autoridad patriarcal. Es una familia en la que se asegura la transmisión del
patrimonio. Como dijimos ninguna familia es natural, la familia moderna es una familia
disciplinadora, que trabaja codo a codo con la escuela y otras instituciones, de manera
controlada, manteniendo el orden social. El segundo período está caracterizado por la familia
moderna (nuclear) se ubica a fines del siglo XVIII a mediados del siglo XX, acá ya hay una
lógica afectiva, funciones divididas en la familia, la autoridad se divide entre el padre y la
madre por un lado, y Estado por el otro. Los cambios empiezan con la familia nuclear, cuando
la mujer también tiene que salir a trabajar. El tercer período, más cerca de nuestra vivencias,
lo podemos ubicar a partir de 1960 aproximadamente, se trata de la familia contemporánea (o
posmoderna) acá comienzan a jugar los divorcios, separaciones, familias ensambladas,
monoparentales, homoparentales, etc. Hay problemas para atribuir la autoridad.
Así como con la ley de divorcio, muchos se opusieron por pensar que iba a ser el fin de la
institución del matrimonio, en el caso de las familias contemporáneas, varios autores plantean
si este cambio significa el fin de la familia, son varias las cuestiones planteadas por distintos
autores, y voy a intentar hacer una síntesis.
Roudinesco afirma que cualquiera sea la edad, el sexo, orientación sexual o condición
social, todos desean una familia. Por ejemplo la adopción por parte de parejas
homoparentales, apuntan a formar una familia, es un intento de integrarse, y en esa línea no
sería una amenaza. La realidad va cambiando, la manera de vincularse también, en este
sentido me pareció muy interesante lo planteado por Mariana Cantarelli (2006) en su texto, y
dice que quizás sea en el campo de los vínculos familiares donde más se registran los indicios
de la transformación de nuestra época. Plantea que hoy en días los vínculos parentales
adquieren nuevas formas, presentan nuevos obstáculos, y así generan nuevas preguntas
difíciles de responder, con recursos y herramientas viejas para pensar las construcciones
vinculares. Y como no estamos hablando de una mera diferencia generacional, sino que
nuestro universo vincular es otro, tenemos que admitir que las condiciones son distintas del
mundo disciplinado y ordenado, sino que nos acercamos más a una fragmentación general.
Entonces no vamos a necesitar instituciones que disciplinen, sino que necesitamos atender la
amenaza del aislamiento, Cantarelli plantea que el problema actual no es la vinculación, sino
la desvinculación.
Así los cambios, no sólo alteran la manera de vincularnos, sino también las formas de
pensar estos vínculos, ya que si pensamos las nuevas configuraciones familiares con las viejas
estrategias, lo más probable es que no seamos capaces de captar estas nuevas formas de lo
vincular. Debemos buscar nuevas herramientas que nos permitan poder pensar lo nuevo. Algo
así como mirar lo que hay desde lo que hay, y no desde lo que debería haber, ya que si
abordamos la temática desde un preconcepto, buscando algo, no vamos a poder ver la realidad
que tenemos enfrente, y menos trabajar con ella. Surgen así nuevos conceptos como el de
parentalidad, planteado por Serge Levobici que afirma que tener un hijo, no es lo mismo que
convertirse en madre o padre para ese hijo, sino que es un proceso, un proceso psicológico
complejo que se va construyendo en la cabeza de los padres y que hay que acompañar.
Entonces, recapitulando, estas nuevas configuraciones familiares, interrogan nuestros
marcos teóricos, y a la vez nos exigen revisar nuestras conceptualizaciones contrastándolas
con la nueva realidad. En este punto, me pareció interesante los ejes que se plantearon en la
clase, que nos pueden servir de guía, para guiarnos podemos preguntarnos qué es lo que
cambia, y qué es lo que permanece, si hablamos de parentalidad, y lo hacemos en un sentido
más amplio, cuáles serían las funciones consensuadas. Y es importante destacar que en este
punto, ya estamos hablando de funciones y no de personas.
Para tener un marco de referencia, podernos tomar la familia desde tres puntos de vista, el
primero es desde el aparato psíquico individual, la segunda desde la estructura elemental de
parentesco y por último viendo a la familia desde la metapsicología de la vincularidad.
Para la primera perspectiva, desde el psicoanálisis se van a plantear distintas funciones. La
función materna que es una función continente, se trata de un sostén nutricio y afectivo, la
función paterna, que es una función de corte, garantiza la ruptura madre hijo, posibilita el
acceso al orden simbólico, y la salida exogámica como un factor esencial en el desarrollo
psíquico. La tercera función es la filial, que garantiza la descendencia, es la que conecta a la
familia con el futuro y es la que favorece el pasaje de la pareja a la familia.
Desde la segunda perspectiva, la de la estructura elemental de parentesco, no importa el
sistema familiar en sí (por eso es estructural), sino la posibilidad del intercambio, es decir que
haya una relación entre por los menos, dos sistemas familiares. Y esta relación está regulada
por la ley de prohibición del incesto, que regula el pasaje de la naturaleza (condición
universal) a la cultura (es de cada sociedad).
Con respecto a la perspectiva de la metapsicología de la vincularidad, seguimos lo que
plantea I. Berenstein (2001) la familia va a tener que ver con la modalidad a la que está
ligada, y a esto se le llama vínculo, pero es una ligadura inconsciente, y este vínculo es el que
liga a dos o más sujetos y determina entre ellos una relación de presencia.
Berenstein a partir de la metapsicología vincular, lo que hace es cuestionar el lugar del otro
para el psicoanálisis individual, y amplia el concepto del aparato psíquico, planteando un
modelo donde existen tres mundo en los que habita el sujeto y que instituyen la subjetividad,
lo importante será ver en la clínica cuál de estos mundos está en conflicto. Los tres mundos
son: el mundo interno, donde se alojan las representaciones del cuerpo y del funcionamiento
mental (sueños, fantasías); el mundo interpersonal, que es donde el yo está con otros en una
relación privilegiada (familia, pareja, amigos); y por último el mundo sociocultural donde se
establecen las relaciones con uno o varios representantes de la sociedad (creencias, valores,
ideologías). El mundo interno, el de los otros y el social son tres mundos distintos y ajenos, el
sujeto es producido por ellos, y a la vez es en quien esos mundos se articulan o disocian.
Berenstein cuando hace el desarrollo de los vínculos entre los sujetos, afirma que existen
dos mecanismos constitutivos del sujeto: la identificación (deseo de ser como tú) y la
imposición (debes ser como yo), ambas son con y desde el otro. Tanto el “desear ser”
(identificación) como el “deber ser” (imposición), conllevan una fuerte marca socio-cultural,
y eso lo convierte en un sujeto social. No somos conscientes de las marcas de la cultura de la
época, ni del tipo de subjetividad que genera. El sujeto se sostiene en el sentimiento de
pertenencia del vínculo, que es distinto al sentimiento de identidad del yo, pero ambos hacen a
la construcción de la subjetividad. Es un sujeto determinado por la relación, es un sujeto del
vínculo. Sobre la ajenidad en el vínculo, afirma que hay algo del otro que se resiste, que no se
puede incorporar, tanto en lo semejante como en lo diferente, una parte no puede inscribirse
como propia, eso es lo que define como lo “ajeno” y es inherente a la presencia del otro. No
se deja transformar en ausencia, y no se puede simbolizar. La ajenidad caracteriza fuertemente
al otro y a su presencia, es todo lo del otro que el sujeto no logra inscribir como propio.
Para ir finalizando, quiero tomar lo planteado por Miguel Alejo Spivacow (2014) en su
texto sobre nuevas familias, me pareció un texto muy interesante y formula varios de los
interrogantes que venía teniendo. Si bien la familia ha estado presente siempre, las nuevas
configuraciones de familia y de pareja, junto a los avances de las tecnologías en materia de
reproducción, configuran una verdadera revolución en la actualidad, y la familia no queda
fuera de esto. Spivacow plantea que estos cambios no sólo hacen tambalear a la familia sino
también a nuestra manera actual de entender todo, como por ejemplo los derechos del niño, el
derecho a la filiación, los derechos a la paternidad, las reglas respecto de la herencia, etc.
Frente a este panorama, en todas las disciplinas se plantean nuevos interrogantes y el terreno
psi no queda fuero de esto. Creo que una de las preguntas más importantes es cuál es el
contexto intersubjetivo necesario y suficiente para que se constituya un sujeto.
Hoy existen diversas tecnologías de reproducción, adopción, maternidad subrogada o
alquiler de vientre; y a las novedades que aporta la tecnología se suman las nuevas
configuraciones de pareja y familia como el matrimonio homosexual, y de todo tipo que se
presentan como candidatos a criar bebés. Entonces qué es lo que hace que ese bebé se
convierta en sujeto? También tenemos que tener en cuenta las patologías de abuso, de
abandono y de niñez vulnerada, esto nos alertan sobre la responsabilidad que le cabe a la
sociedad y a los profesionales de todas las áreas respecto de la crianza de los niños. Entonces
qué podemos decir desde nuestra práctica? Las opiniones son muy diversas. Silvia Bleichmar,
por ejemplo, afirma que hoy en día ya no puede decirse que son necesarios un padre y una
madre para garantizar la salud psíquica de un niño (Paradojas… pag. 252) y propone que tal
vez alcance, para asumir las tareas de crianza, un adulto que, relacionándose asimétricamente
con el menor, acate la prohibición de la apropiación del cuerpo del niño como lugar de goce
del adulto (Homoparentalidades, pag. 43). Spivacow afirma que la familia hoy es un enigma.
No es fácil establecer en qué consiste una familia. La diversidad es la norma. Los diseños
de familia han sufrido enormes cambios, al mismo tiempo que las nuevas tecnologías en
materia de reproducción permiten diseños antes inimaginables. La familia ha destrozado todos
los moldes que la definían y lo que quedan son preguntas más que respuestas. Pero al mismo
tiempo es imposible ignorar la importancia de la familia en las historias de vida de los sujetos.
Está presente en la educación inicial, en el ordenamiento de las pulsiones, en la adquisición de
la lengua materna, gobierna los procesos fundamentales del desarrollo psíquico, la
organización de las emociones, transmite estructuras de conducta y de representación. No se
puede ignorar su importancia, y es por este motivo que los cambios vigentes nos interrogan.
Cuando un paciente viene al consultorio, habla de su familia de origen (si la tuvo o no)
pero, más allá de esto, la familia constituye el primer orden significante, el primer código, el
espacio en el que se instituyen las regulaciones de los lazos entre los sujetos, de la relación
entre el padre y la madre, los hermanos, los malentendidos que circulan, suele ser el primer
universo del sujeto. El trabajo analítico va a llevar a que el paciente pueda encontrar un
camino propio, y deshacerse de las identificaciones y mandatos familiares que no le
convienen. Un análisis intenta por medio de la historización volver a la familia para librarse
de ella, pero la familia representó un ordenamiento de los vínculos, necesario para que se
constituya la subjetividad. La familia en un análisis es el escenario que soporta los
argumentos de una novela que podría haber transcurrido en otro marco. En el armado del
psiquismo hace falta un escenario que albergue al sujeto y, sin duda, puede constituirlo un
grupo familiar que oficie de continente, pero si se prescinde de esto, qué es lo que viene a
ocupar este lugar, cuál sería el marco necesario que posibilite la constitución de la
subjetividad?

Conclusión

Para concluir, creo que no existe una única respuesta para estos interrogantes, ya que no
interviene solo lo psi, sino que están presentes todos los ejes que forman parte de la vida de
un sujeto, por lo que no creo que nuestra práctica pueda dar una única respuesta. Las nuevas
familias forman parte de una infinidad de cambios que modifican la vida humana: los modos
de crianza, las leyes de parentesco, la interdicción del incesto, los modos de convivencia, la
filiación.
Pero si nos piden ayuda en la clínica, o un paciente nos interroga sobre si alguna situación
puede influir en el armado psíquico de los hijos, qué hacemos frente a esto. Y acá la respuesta
que se me aparece es algo que vengo sosteniendo desde que estudiaba, y coincido con
Spivacow en este punto, hay que ir al caso por caso, y nuestro lugar es el de ayudar,
acompañar. En nuestra clínica está siempre lo que se llamó la aceptación de la castración,
aludiendo con este término a la aceptación de una ley que pone límites al deseo. La ley en
psicoanálisis no se refiere a un fragmento de legislación, se refiere a la interdicción del
incesto en tanto simboliza la protección al otro indefenso y la sustentabilidad de un lazo
social. Otro punto de guía que me parece muy útil, es lo que plantea como la presencia de
funcionamientos destructivos, esto me parece muy importante para tener en cuenta con
nuestros pacientes. Otra guía con la que también estoy de acuerdo, es el registro de la
subjetividad ajena: en cuánto y cómo el otro de la pareja y el posible bebé son considerados
como sujetos en los que se registran y respetan deseos, sentimientos y funcionamientos
diferentes y autónomos.
La autoridad es necesaria para poder vivir en sociedad, sino estaríamos bajo la ley de la
selva, pero no es nuestro lugar ese, con nuestra profesión, y con otros colegas, podemos ir
pensando sobre estos cambios en nuestra práctica, pero no hay una respuesta cerrada, creo que
parte del camino es seguir haciéndonos preguntas, interrogándonos sobre los nuevos
contextos; y estar advertidos de nuestra formación, prejuicios, para que esto no sea un
obstáculo, no por nada nuestra práctica es artesanal, y es siempre en el caso por caso. Creo
que con esta materia pude encontrar algunas coordenadas que sirven de guía para mi práctica.
Bibliografía

Aulagnier, P.(1991). Los dos principios del funcionamiento identificatorio: permanencia y


cambio. En Cuerpo, historia, interpretación, (pp.217-232) Buenos Aires: Paidós.

Berenstein, Isidoro (2001) El vínculo y el otro. En Revista Psicoanálisis APdeBA - Vol.


XXIII - Nº 1 - Buenos Aires.

Bleichmar, S. (1994) Nuevas tecnologías: ¿nuevos modos de la subjetividad? En: La


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Bleichmar, Silvia. (2006). Paradojas de la sexualidad masculina. Buenos Aires: Paidós.

Cantarelli, Mariana (2006). Después de la familia tipo, ¿qué? A propósito de Historias de


familia. Conferencia dictada en Formosa en el marco de las actividades de Cine y Formación
Docente 2006. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Dirección
Nacional de Gestión Curricular y Gestión Docente. Área de Desarrollo Profesional Docente.

Castoriadis, Cornelius (1975).La institución imaginaria de la sociedad, Vol 2, capítulo VI: "La
institución histórico-social: el individuo y la cosa". 2003. Buenos Aires: Tusquet Editores.

Roudinesco, Elizabeth (2004). La familia en desorden. Editorial Anagrama, Barcelona

Spivacow Miguel Alejo (2014). Nuevas familias. Un desafío para el psicoanálisis. Revista de
la Sociedad Argentina de Psicoanálisis - Número 18 - 2014 - Páginas 129 a 150.

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