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Federalismo y educacion I. No es nuestro deseo referirnos al concepto politico de unitarismo y federalismo. Pensamos que, en ese terre- no, la diseusién no est agotada, pero seré siempre int- til: nuestro federalismo sui generis, como toda cosa que nace de la tierra, sea bueno 6 malo, en su propia exis- tencia tiene la causa y el fin de su existencia. Renovar 4 diario la diseusién, como se hace 4 menudo confun- diendo la wnidn nacional con la tendencia unitaria, 6 argumentando con el cenéralismo de nuestros gobiernos para probar que no somos federales, es alzarse contra los hechos para demostrar la belleza de las teorias. Las teorias unitarias son muy bellas: econdmicamente darian un gobierno més barato y una administracién mas simple, es decir, menos impuestos; socialmente uni- ficaria mas répidamente la raza, la cultura, las leyes, la justicia; polfticamente, evitarfa que las provincias fueran otros tantos feudos, en poder de camarillas im- ptidicas. Este ha sido y contintia siendo el defecto capi- tal de los unitarios, 4 saber: suponer que las institucio- nes de un pueblo pueden ser el fruto de la légica fria y del silogismo elegante. El mismo Alberdi, — que nos vefa federales, confun- de, en sus “Bases y Puntos de partida” (la obra inmor- tal de nuestra sociologia polftica)—los factores que con- tribuian 4 la unién nacional con aquellos que podfar influir para un gobierno unitario, y los engloba en la misma enumeracién. Tal error ha sido repetido por 600 Federalismo y educacién otros escritores, entre los cuales abundan, también, los que confunden centralismo con unitarismo, cuando el primero es gravitacién de influencias, dentro de la auto- nomia, y el segundo earencia absoluta de autonomia. La federacién (de foedus, foederis, que significa unién) no es otra cosa que una asociacién de personas polftieas auténomas; y dentro de semejante asociacién Ja tendencia centralista consiste en la liga de las ten- dencias predominantes en todos los Estados, para ase- gurar el éxito de un partido en toda la Nacién. La fede- racién en todo pais rico y grande tiene que ser centralis- ta, puesto que la influencia mayor en el gobierno general refluye sobre cada entidad local, y los hombres como los partidos buscan aumentar su poder asegurando su in- fluencia en el mayor ntimero de Estados. Por otra parte el centralismo se impone también en la administracién y en la Ley, sobre todo en nuestro pais, donde las reformas, los progresos y las iniciativas van de la Capital al Interior. Este centralismo no implica un ataque al sistema federal, sino cuando se impone 4 un Estado una situacién politica que no desea, — fend- meno que en la federacién es poco frecuente, y que en el unitarismo es comin. En efecto, ,qué haria un gobier- no argentino bajo el sistema unitario? Lo que hicieron nuestros gobiernos unitarios en todas las ocasiones: mandar 4 las provincias funcionarios y tropas; impo- nerles el gobierno de personas extrafias; barrer toda influencia local y sembrar la discordia 4 los cuatro vientos. Nuestras intervenciones de antafio y ogaiio, son casos de gobierno unitario. El interventor se hace goberna- dor; sus secretarios, ministros; sus tropas, policias; sus empleados metropolitanos, funcionarios de toda laya; bajo el pretexto de la impareialidad, se elimina cuidado- samente 4 todos los hombres de la provincia interveni- da. Nuestros pueblos se indignan, — hoy como antes, — de estos atropellos, y los fracasos lamentables que los unitarios han tenido siempre en el poder, demuestran que el procedimiento y el sistema repugnan 4 nuestra indole. Fedevalismo y educacién 601 En cambio, las leyes centralistas, la influencia centra- lista, la concurrencia nacional en todo, se acepta, se aplaude y se pide, — porque en nuestro criterio instin- tivo, en nuestro sentido-politico mas {ntimo, la nacién puede pedirnos contribuciones; puede darnos lo que necesitamos ; puede fundarnos escuelas; puede hacernos puentes y caminos, ferrocarriles y muelles, — pero no puede, no debe mandarnos nuestros magistrados, nues- tros funcionarios, nuestro gobernador, lo que significa nuestra autonomia. Una frase tipica, que se la oi 4 un politico de mi tierra, traduce nuestro concepto actual de la autonomfa: ‘‘que elija entre los nuestros!’ Es de- cir, ya que el gobierno nacional quiere que la Provincia le responda, le responder con cualquier combinacién y bajo cualquier disfrdz, aim amalgamando las tendencias locales mas opuestas; pero 4 condicién de que el gobier- no nacional consulte las tendencias generales; 4 condi- cién de que elija entre aquellos que la provincia quiere. Siempre que no se ha hecho de este modo, se ha dejado el suelo preparado para los dias de luto, que mas tarde 6 mas temprano, han llegado irremediablemente. II. Si nuestro pais es federal en su organismo politico, es porque lo es orgdnicamente en su vida econémica y en su vida social. Cada region de él, desde la época del coloniaje, concentraba en una ciudad 6 pueblo (mas tarde capital de la provincia) sus vias de trafico mer- cantil, de hombres y cosas. Este régimen regional esta- plecia 4 su vez las vias de su tréfico, buseando la comu- nicaci6n con los grandes rios, para llegar al gran portén de la Repiblica, el Plata. Puede decirse asi, que en la vida econémica y social, el pueblo argentino pre- senta desde sus origenes la verdadera formula del fede- ralismo, es decir, sistemas auténomos regionales de produccién y vida, cada uno de los cuales es, 4 su vez, rueda 6 resorte del gran sistema nacional, en que todos se conexionaban y unificaban por la influencia siempre notable de la cabeza del Sistema Litoral, Buenos Aires. 602 Federalismo y educacién Dado que, en las primeras épocas, el trafico se hacia sin vias artificiales (ferrocarriles y canales) y solamen- te por vias naturales (rios y pampas), es légico que la unién de las provincias ha sido un resultado de la con- vergencia de los rios y los caminos mas faciles, hacia el Plata y Buenos Aires. El declive general del suelo ar- gentino, de Oeste 4 Este y de Norte 4 Sud, hace que converjan las aguas, las sendas, las cosas y los hom- bres hacia la hoya gigantesca del Plata. Climas diversos, razas distintas, costumbres, senti- mientos é ideas regionales y autéctonos, se han confundi- do asi, por la fuerza del factor natural y politico, para formar la Nacién Argentina, fuerte y unida por ley fi- sica mas que por ley moral, indestructible en el todo y en las partes por la maravillosa unidad de su territo- rio, cuyas fronteras han sido marcadas sin violencias y sin conquistas, por la voluntad libre de los pueblos y por las leyes inmutables de la naturaleza. Todo ello demuestra que nuestro federalismo no es ni puede ser contrario 4 la unién nacional; que el cen- tralismo puede ejercerse en cierto limite con justicia, cuando se funda en las necesidades del pais y en la vo- luntad de los pueblos. Y es por ello que, en muchas materias, 6 en casi todas, nuestra constitucién es centralista y federal, todo ello al mismo tiempo y sin contradiccién. Centralista, cuando dispone que los eédigos civil, comercial, penal, de mi- nas, seraén dictados por el Congreso Federal para todo el pais; cuando dispone que los planes de instruccién general y universitaria serdn dictados por el mismo Congreso Federal ; que el Hjército, la Marina, las Rentas Nacionales, son cosas sujetas 4 la autoridad exclusiva del gobierno federal. En cambio, la instruccién primaria, las leyes proce- sales, las rurales, las de patentes y sellos, ete., son cosas sujetas 4 la autoridad local. El federalismo de nuestra constitucién es, como he- mos dicho, sui generis, propiamente nuestro, y la orga- nizacién que de él ha surgido presenta la perfeccién y la armonia de las grandes obras y los grandes sistemas de Ja naturaleza. Federalismo y educacién 603 Ii. La educacién no debe ser federal ni unitaria, local ni centralista, en un sentido politico, pues la tmica politica que cabe en materia educacional es la del nacionalismo de la ensefianza en todos sus grados y en todos los 4m- bitos del pais. Pero nuestra educacién, dada por la Nacién 6 por las provincias, debe ser federal en un sentido cientifico. Un pais tan vasto, con tantos climas, producciones y condiciones de vida, debe preparar 4 sus ciudadanos pa- ra que lo sirvan, trabajen y prosperen, de acuerdo con las necesidades regionales, sin descuidar por eso los vinculos morales de la nacionalidad. La inmensa mayoria de la poblacién de un pais, vive y muere en la regién en que ha nacido. En ella esta su historia toda entera; sus dolores y sus triunfos, sus necesidades y sus esperanzas, y es légico pensar, en- tonces, que, la poblacién de cada regién de un pais, debe recibir aquella ensefianza que sea mAs conveniente 4 Ja colectividad regional y nacional. Esta ensefianza daria, por otra parte, 4 cada provin- cia, los medios de aprovechar sus naturales recursos y de combatir las deficiencias y males de la economia local. No en sentido moral, sino en sentido econémico y cien- tifico, la ensefianza debe ser federal. Las provincias llanas, agricolas y ganaderas, deben preparar 4 sus hijos, convenientemente, para que sean eompetentes en los trabajos y empresas que son la fuen- te de la riqueza en la regién. Combatir la rutina en las industrias; preparar al obrero nacional para que pueda ser tan bueno 6 mejor que el extranjero; ensefiar lo que el pais necesita como esfuerzo inteligente de sus hijos en cada regi6n y en cada clima, he ahi fines muy grandes de educacién federal, que contribuirian, también, 4 la grandeza moral del pais. 604 Federalismo y educacién IV. La ensefianza objetiva aconseja la propia observacién del alumno como mejor procedimiento para desarrollar sus aptitudes mentales en general. Debe combatirse todo sistema que consista en dar ideas hechas; debe buscarse que la idea, lo mismo que la emocién y el impulso, nazca en el espiritu del nifio por la propia energia, en contac- to con las sugestiones de la naturaleza. Hl mejor maes- tro es el que sabe dirigir las iniciativas del nifio; llamar su atencién sobre los hechos; hacerle entender que la ciencia no es el conjunto de formulas abstrusas conglo- meradas en los libros, sino la vida misma de las cosas y los séres, vistos y entendidos por nuestra inteligencia. De esta manera, cada ser inteligente hace su propia diencia de la vida; concibe los grandes conceptos, las leyes universales y la propia conciencia, y con esa con- cepcién personal y propia, que se inicia en la adolescen- cia y termina con la juventud, se hace todo el viaje de la vida, pudiendo afirmarse que es casi imposible que los conceptos fundamentales y la intima percepcién de las cosas varien en los hombres después de la juventud. La ciencia que se bebe en los libros no siempre lleva el calor y la elocuencia de la ciencia dispersa en la vida de los seres y las cosas. Es por eso que nos ensefia mas Verne con sus novelas y Flammarién con sus brillantes descripciones del cielo, que los tratados fundamenta- les y las matematicas aplicadas 4 la astronomia. El nifio, del mismo modo, aprende mas y mejor vien- do moler la harina, que estudiando la historia del grano- de trigo. Cada localidad, cada rincén del mundo, tiene en su ambiente y en su vida las cosas, las leyendas, los recuerdos y los trabajos necesarios para infundir al nifio el instinto de la percepcién de las cosas. Preguntad al 90 o|o de los nifios de nuestro pais quién fundé y en qué época el pueblo en que nacieron y fre- cuentaron la escuela primaria, y no sabrén responderos. Los anales, los recuerdos, la topografia local, la indus- tria y la vida local, son los elementos insustituibles de una verdadera ensefianza objetiva. En este sentido en- Federalismo y educactén 605 tendemos sera titil y provechosa una educacién federal. En pueblos azotados por el paludismo 6 la tuberculo- sis 6 la lepra, ;qué mejor ensefanza de la higiene que el estudio de la manera de preservarse de esos terribles males? En pueblos escasos de agua, donde las sequias fre- cuentes imposibilitan casi el desarrollo de la riqueza y estancan la vida general, ,qué enseflanzas mis ttiles de botdnica que el estudio de la influencia de los vegetales sobre la atmésfera y el suelo? ;Qué ensefianza mas ttil de la fisica, que el estudio de las aguas y su distribucién? La historia y la geografia, y el idioma nacional mismo, pueden estudiarse desde un punto de vista local, en cuanto al campo de observacién que maestros y alumnos deben explorar y conocer. Revolver el archivo del viejo Cabildo; buscar y co- piar cartas y documentos interesantes; leer las histo- vias locales y hasta, si se quiere, interrogar 4 los super- vivientes, serian tareas no sélo utiles 4 la cultura nacio- nal, sino altamente convenientes como desarrollo del eriterio y del juicio, que en la historia desempefian la suprema funcién, lo mismo que en la vida en general. La geograffa sobre el mapa no tendra jamés la fuerza intuitiva que podria tener sobre el terreno. Hjercicios convenientes de cartografia, para que el alumno tra- te de bosquejar en el papel lo que ha visto y medido por si mismo; la descripcién geografica de la ciudad 6 pueblo y sus adyacencias; el estudio de bosques y Ila- nuras, cerros, arroyos, rios, tierras, aguas, poblacién, industria y comercio locales, seria sin duda un instru- mento de educacién sana y enérgica, muy superior 4 la descripcién escueta de paises remotos 6 4 la repeticién mecinica de datos estadisticos, que 4 veces son datos que tienen medio siglo de edad, como los de algunas geo- grafias europeas sobre nuestros pueblos americanos. La escuela primaria, que debe ser ante todo, nacional, puede y debe ser también federal, en el sentido docente y cientifico. No es que pretendamos que ella fomente espiritu de localismo, mal que ya esta desterrado de nuestros sen- 606 Federalismo y educacién timientos, sino que deseansds que ella ensefie 4 ser ciuda- dano del pais y habitante util y progresista de la regién. No bastan los establecimientos especiales, las escue- las de minas 6 de agricultura, para dar 4 todo un pue- blo las ensefianzas convenientes 4 su vida y su progreso. Es preciso que las direcciones docentes impongan al maestro el plan de salir al sol 4 buscar la forma mas “itil de servir al pais, y que las escuelas ambulen sobre el suelo de la patria buscando en él lo que sea itil y bueno para alimento del espfritu del nifio y para el por- venir del pueblo y de la raza. ,Qué cosa mas bella é ins- tructiva para un nifio, que el estudio de un bosque, con los infinitos seres que lo pueblan? ; Qué cosa mis intere- sente que el estudio de un arroyo, con su curso variado, sus margenes floridas? ; Qué cosa, por fin, tan moral y elevada como el trabajo mismo, en las faenas agricolas y rurales que pueda visitar, en las industrias y las la- bores que pueda ver, dirigido por su maestro, en una, como fiesta y paseo, leccién ambulatoria y agradable? Vs La falta de estudio y de observacién, que en general ha presidido todas nuestras reglamentaciones docentes, ha sido, sobre todas las cosas, funesta en materia de ins- truccién publica. Las copias serviles de planes y programas extranje- ros, de reglamentos y disposiciones exé6ticas, nos han privado de indagar nuestras propias necesidades y con- veniencias y hasta de aprovechar los elementos propios de la cultura argentina para difundir la ciencia argen- tina. El autoritarismo espafiol, tan arraigado en nuestros hombres, ha hecho de nuestros colegios de ensefianza secundaria, unos institutos de uniformidad militar, con idénticos planes, los mismos horarios, las mismas regla- mentaciones, para los més diversos climas y latitudes. Las direcciones docentes resultan poco menos que ini- tiles, pues como los reglamentos todo lo han previsto y ordenado, el Director resulta un simple comisario, ejecu- Federalismo » educacién 607 tor pasivo. Las iniciativas, 4 veces felices, que podrian influir en los progreses de un instituto, chocan con los Reglamentos y no pueden realizarse. Tal imposibilidad de accion y de iniciativa, infunde un natural desaliento, y termina el mejor intencionado por dejarse estar y se- guir la rutina, ya que todo esfuerzo auténomo se consi- dera insubordinacién y falta de respeto. El Colegio Nacional de Jujuy, que por lo comin no tendra cien alumnos, se rige asi por los mismos regla- mentos, planes y programas que los colegios de Buenos Aires, que tienen generalmente de cuatro cientos 4 mil 6 mas alumnos. Hs posible que semejante sistema pue- da dar buenos frutos? ;Se ha pensado jams en nuestro pais en dejar 4 cada colegio la libertad necesaria para realizar su obra propia, individual y auténoma? La uniformidad mds completa; la reglamentacién pro- lija y autoritaria; los planes idénticos para las més di- versas regiones, han imposibilitado por completo toda iniciativa y han cohibido el desarrollo natural de los centros de cultura, de tal manera que nuestros institutos docentes carecen de personalidad propia; no se distin- guen ni en su prestigio, ni en sus disciplinas, ni en el concepto que cada uno tenga de su misién y de su siste- ma, pues con el exceso de reglamentacién no les esté per- mitido tener concepto de su misién ni desarrollar un sistema propio. Eis, en resumen, el autoritarismo espa- fiol, el exceso de reglamentacién, el fanatismo por la ley y por el reglamento, lo que entorpece 6 mas atin, impo- sibilita en absoluto la expansién libre y enérgica de Ja iniciativa, la accién y el entusiasmo de directores y maestros. VI. La falta de examen, de anflisis y de criterio prictico en los que dirigen la instruccién publica nacional y la rutina de los colaboradores que todo. lo hacen, han en- torpecido y evitado la aplicacién de principios tan sa- nos, enérgicos y morales como el de autonomia, 4.nues- tros institutos de ensefianza. 608 Federalismo y educacién El funcionario metropolitano, reproduccién fiel del mandén espafiol del coloniaje, por si 6 por interpésita persona, dicta una ley, deereto, programa 6 reglamen- to, con la intencién acérrima de que se cumpla estric- tamente desde Jujuy hasta Bahfa Blanca. Tratase, verbi gratia, de un Programa de Fisica, y los detalles més minimos, las preguntas una por una, salen de la cabeza privilegiada del magistrado 6 del ad la- tere, generalmente copiando el indice de uno 6 varios libros. Resulta asf que cada profesor de fisica debe se- guir en todo el pafs, servilmente, el citado programa. Pero 4 lo mejor, los gabinetes no tienen los indispensa- bles aparatos, y se recurre la descripcién y el dibujo, mientras se piden los aparatos, que Negaran cuando el programa anterior ha sido modificado. El profesor carece as{ hasta de toda oportunidad de tener iniciativas. Mero repetidor de un programa gene- ralmente absurdo é irrealizable, 6 sigue la pauta oficial y sacrifica su prestigio y la preparacién de sus alumnos, 6 abandona la pauta, ensefia como quiere y como convie- ne, y queda 4 merced de la buena voluntad de los inspec- tores, que no raras veces son ex-profesores fracasados. Lo antedicho no significa, por cierto, que las autorida- des no deban dictar programas. El programa es necesa- rio y cierta uniformidad es conveniente. Pero, para que los profesores puedan hacer ensefianza personal y en- tusiasta, los programas oficiales deben ser sintéticos, como son los de las escuelas de comercio, y el programa analitico, detallado, debe ser proyectado por el profesor de la asignatura, aprovechando todos los materiales de estudio y de observacién que el instituto y la locali- dad les puedan proporcionar. De esta manera podria hacerse ensefianza objetiva ; podria la escuela aplicarse titilmente al estudio de las mas interesantes cuestiones de la economfa local; los institutos docentes acumularfan materiales para la cien- cia argentina; fomentarian los progresos; difundirfan su accion inteligente y progresista y serian, en fin, orga- nismos vivos de las sociedades 4 que sirvan y no sim- ples escaparates de ciencia dogmatica y ridicula. a! Federalismo y educacién 609 Cimentar el prestigio de la cftedra secundaria, abriéndola al pueblo todo para difundir conocimientos iitiles; hacer que el pueblo mismo pueda ver en qué medida le es titil un instituto por las iniciativas que di- vulgue y las verdades que ensefie; permitir 4 cada cuer- po docente que organice y reglamente el propio insti- tuto, seria crear entre todos los del pais la emulacién mas noble, que nace de la libertad bien entendida, y sacudir en algo siquiera la soporffera atmésfera en que viven nuestros colegios con la rutina espafiola de la minu- ciosa reglamentaci6n y el autoritarismo insolente. Vil. El personal docente de nuestro pais ha sido objeto de las mis duras é injustas eriticas, y ha legado 4 atribuirsele el pretendido fracaso de nuestra ensenanza en general. Nuestro personal docente no es inferior, sin embargo, al de los mejores paises del mundo. Compuesto casi en su totalidad por universitarios y profesionales distin- guidos, reune 4 las ventajas del saber en general, aque- llas que derivan de la cultura social y el dén de gentes, de que carecen 4 veces en absoluto algunos grandes maestros europeos (y todos los chicos). Si el profesor argentino se achata y se abandona, la culpa es de los reglamentos que lo encadenan. En todos los érdenes de la actividad humana, la li- bertad es la tinica palanca que centuplica las fuerzas; erea el estimulo; desarrolla iniciativas y fomenta la con- ciencia de la responsabilidad. Y no es posible concebir que un profesor sea plena- mente responsable de su curso, cuando no ha tenido li- bertad para concebirlo y dictarlo; cuando no ha podido hacer otra cosa que seguir el programa oficial, casi siempre impracticable. Es por eso que, cominmente, el profesor halla justas excusas de las malas clases en los malos programas que se le impusieron. La falta de libertad, de autonomia didactica y disciplinaria, es uno de los males hondos y corruptores de nuestra ensefian- za en general. 610 Federalismo y educacién Es preciso podar y cortar sin ldstima en planes, re- glamentos y programas. Hs preciso que cada instituto tenga en su direccién y su cuerpo docente, la entidad gubernativa propia y auténoma. Que cada instituto, sirviendo 4 una regién del pais, haga con el tiempo su fisonomia y su prestigio, y que, cumpliendo todo un pro- grama minimo, de cultura general y extensiva, sea li- bre de desarrollar cuantos programas conciba de cul- tura especial é intensiva, que es la mAs ttil al desarrollo de la ciencia nacional, de las aptitudes propias y de las iniciativas fecundas. La timica manera de cultivar una cultura propia y de crear hombres independientes, consiste en estimular la libre iniciativa. Un instituto debe tener un espiritu tradicional, forma- do esencialmente por las normas de su conducta con respecto al educando y 4 la sociedad, y la tmica manera de conseguir que nuestros colegios creen y cimenten un prestigio moral y una fama cientffica, consiste en dejar- les en libertad de hacer, iniciar, concebir y gobernarse A si mismos. Tales procedimientos de autonomia, que en el orden universitario llegan hasta la eleccién democratica de los cargos y honores, son los grandes estimulos de la accién y verdaderos acicates de las luchas altruistas. Solamente respirando el ambiente sano y enérgico de la libertad, podran nuestros profesores sentirse duefios de su misién é fntegramente responsables de su condue- ta, y podran, también, los directores, demostrar sus eua- lidades y su saber, creando y obrando dentro del interés general y del interés especial de cada escuela. Todo sistema que, como los actuales, contrarie estos grandes principios de autonomfa y libertad, conspira contra la futura grandeza de nuestro pais, contra las instituciones fundamentales que lo rigen y contra la energia de la raza que se esta formando. La libertad con sus peligros y sus dolores es mil ve- ces preferible 4 la esclavitud dorada, y este pensamiento viejo y exacto es aplicable con extremo rigor 4 nuestra instruccién publica, en que todo es esclavitud para alum- nos, profesores y directores. Federalismo y educacién 611 El funesto error de que los colegios nacionales pre- paren para la Universidad, quedaria totalmente corre- gido cuando por las diversidades de su plan, cada cole- gio diera una ensefianza regional é intensificada. Las universidades verianse obligadas, como ya lo hacen al- gunas facultades, 4 tomar exfmenes de ingreso, 6 in- cluir en sus planes algunos cursos preliminares 4 los altos estudios. Una y otra ensefianza giraria, entonces, en su esfera propia, sin pérdidas de tiempo ni de ener- gias, y la ensefianza de los colegios nacionales servirta para algo, mientras actualmente no sirve para nada, salvo en los pocos casos en que el alumno inicia y termi- na una carrera universitaria. No cometamos el error funesto de uniformar cosas que dehen ser naturalmente diversas. Que cada ser, como cada cosa, como cada corporacién 6 instituto, ad- quiera y desarrolle su personalidad propia y libre, que asi se educa 4 si mismo el hombre en la vida, el salvaje en los bosques y el buscador de perlas en el fondo del océano. vhs Habra, légicamente, con el tiempo, institutos secun- darios que conquistaran un prestigio universal; sera un orgullo haber salido del colegio tal 6 del colegio cual. Habra algiém otro desacreditado 6 desgraciado... pero es preferible ésto 4 que todos sean, como hoy, verdade- ros sepuleros, y no pocas veces refugio de camarillas, sin prestigio ni autoridad moral. En cada clima, en cada colegio, en cada regién, debe darse la cultura general argentina, pero debe darse también la cultura regional especffica y practica, con autonomfa docente y disciplinaria de cada claustro de profesores y directores, para que la opinién juzgue la obra propia de cada educador y el aplauso estimule y la critica justa desaloje 4 los incompetentes 6 inmo- rales. La libertad es la médula de nuestra civilizacién y Ja gran palanca de la ciencia y de la vida.... ERNESTO LEON O’DENA Buenos Aires, Diciembre de 1909.

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