Peleas todo el tiempo: En algunas ocasiones las personas
pueden pelear con su familia debido a que no les gustan ciertas actitudes o porque lo están pasando mal. Pero, cuando esto sucede demasiado frecuentemente, es importante que se tomen medidas, ya que pueden afectar a la salud mental. Si alguien de tu familia empieza a discutir contigo, debes poner cierta perspectiva y nunca hablar con mucha intensidad.
Decisiones de crianza: Algunas parejas pueden acabar
discutiendo sobre cómo se debe criar a los niños/as. Es normal que ante determinadas situaciones pueda haber un desacuerdo, pero estas perspectivas diferentes no deberían destruir una relación. Por lo tanto, es vital hablar de las prioridades y los valores que queréis potenciar en los niños/as y sobre todo nunca discutir de esto delante de ellos/as.
Falta de equilibrio entre la vida familiar y profesional:
Para algunas personas su trabajo es muy importante, tanto que incluso para llegar a sus objetivos deben renunciar a pasar cierto tiempo con sus familias. Por otro lado, algunos no tienen la posibilidad de elegir y deben trabajar más horas de las que les gustaría. A pesar de que estas dos situaciones son muy diferentes, es vital administrar el tiempo para equilibrar estos dos mundos.
F alta de comunicación: En la gran mayoría de familias existe un
problema o una falta de comunicación. De hecho, este es el conflicto familiar más común y el que hace que muchas dinámicas familiares salgan mal. La comunicación es importante en cualquier tipo de relación, sea del tipo que sea. Es decir, si hay algo que te molesta es vital que lo comuniques debido a que si no esto puede acabar perjudicando tu vínculo familiar.
No existe una división de tareas justa: Cuando se
trata de tareas del hogar, muchas personas pueden evitarlas a toda costa. Pero, dentro de una familia deben repartirse la limpieza y todo el mundo debe contribuir a su manera. Incluso en el caso de los hijos/as, estos también deben desempeñar un papel teniendo en cuenta su madurez.
Un miembro sufre de una enfermedad mental: Si una
persona padece de un trastorno mental, esto se trata de un problema familiar que puede ser muy difícil de manejar. De hecho, dependiendo de la gravedad, puede acabar afectando a los miembros de la familia e incluso derivar en otro trastorno como el estrés, la ansiedad o depresión. Además, la persona que lo padece suele ser la que requiere de más apoyo, por lo que se debe hablar y tratarlo con mucha calma y atención. En la mayoría de los casos, la ayuda de un profesional de la salud mental es fundamental.
Afrontar un divorcio o una separación: Un divorcio o
separación puede acabar destruyendo una familia si no se lleva de la manera más correcta. Aunque ante esta situación la estructura familiar se verá perturbada, la realidad es que puede llevarse de una manera en la que no afecte tanto. Por ejemplo, hablar las discordancias de manera calmada y respetuosa y sobre todo nunca criticar a la otra ex pareja delante de los hijos/as.
Conflictos entre hermanos: Este tipo de conflictos son de
los más habituales y los que más perduran independientemente de la etapa vital en la que se encuentren cada uno de ellos. Estos altercados suelen mantenerse durante muy poco tiempo y la mayoría de las veces no es obligatoria la intromisión de los padres.