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Creía en la inmutabilidad de las especies.

“Los fósiles eran restos de seres vivos que habían existido en tiempos pasados, pero no
de especies antecesoras de los organismos actuales”Teoría geológica del catastrofismo: catástrofes o cataclismos provocaron la
extinción total de ciertas especies en la Tierra.La creación de nuevas especies ocurre después de las catástrofes policreacionismo)
o debido a las migraciones. Georges CuvierFue el primer naturalista en clasificar el reino animal desde el punto de vista
estructural o morfológico que, no obstante, estaba completamente subordinado a la función (Reino animal distribuido a partir de
su organización -1817).Defendió el principio según el cual, teniendo en cuenta los datos proporcionados por la anatomía
comparada, los animales debían ser agrupados en cuatro planes estructurales de organización: vertebrados, moluscos,
articulados y radiados según la ubicación de el cerebro y el aparato circulatorio. El resto de los órganos puede variar dentro de
cada plan corporal, siempre respetando el principio de correlación.

 Cuvier elaboró una historia de la Tierra fundamentada en el fijismo y el catastrofismo. Así, concibió la historia geológica como
una historia puntuada por revoluciones o catástrofes.En tales períodos se habrían producido la extinción de las especies hasta
entonces existentes y su sustitución por otras. Estas nuevas especies procederían de otras regiones del planeta que se habrían
salvado de la catástrofe. Así explicaba Cuvier los vacíos estratigráficos del registro fósil, que no parecían permitir la inferencia de
una continuidad de las formas orgánicas.

Fue uno de los creadores de la paleontología (estudio de los fósiles) y sus teorías eran contrarias a las de la evolución. Según él los
fósiles pertenecían a especies antiguas que habían desaparecido (primer concepto de extinción de especies) en alguna catástrofe.
Luego de la cual una nueva creación Divina daría lugar a especies diferentes a las anteriores. Con esta teoría defendía así el
fijismo, el creacionismo y el catastrofismo. Para Cuvier, cualquier cambio en la anatomía de un organismo, no le permitiría
sobrevivir. Cada ser vivo era un organismo integrado, cada una de las formas y funciones de sus partes estaba integrada en el
cuerpo completo y no podían ser modificadas sin afectar a su integración funcional. Consideró que si la Tierra tenía sólo unos
miles de años (como se creía en ese momento), no era tiempo suficiente para que las especies se transformen originando otras
diferentes. Dio comienzo a la anatomía comparada: estudio que se basa en la comparación de estructuras de diferentes especies
animales según su función o formación (por ejemplo las patas de patos y ranas). En este caso cualquier parecido entre los
organismos se considera funcional sin un origen común. Los únicos cambios en los seres vivos no son lentos, sino bruscos durante
el desarrollo de los embriones.

odos los estudios que realizó Georges Cuvier a lo largo de la Revolución Francesa le permitió poder clasificar el reino animal
ampliando y perfeccionando el sistema de Linneo. Los conocimientos adquiridos y plasmados en sus estudios pudieron romper
con la idea que se tenía previamente de que los animales formaban parte de una línea continua. Esta con línea continua avanzaba
desde los animales más sencillos hasta los seres humanos, siendo estos últimos los más complejos.

Este científico agrupó al reino animal según lo que vio en sus estudios comparativos estructurales y morfológicos. De esta forma,
dividió el reino de los animales en 4 tipos diferentes: los radiados, los articulados, los moluscos y los vertebrados. Estos
planteamientos básicos son los que marcaron una diferencia en lo que viene a ser el desarrollo de la ciencia. Fue la afirmación de
que las partes del cuerpo de un animal esta relacionadas entre sí formando un todo coordinado.

Aunque hoy día esto parece algo bastante lógico, Georges Cuvier fue el primero en poder plantearlo y explicarlo de forma
científica. Es este concepto o el que ayuda a dar la base para que las posteriores investigaciones darwinistas pudieran contemplar
mejor la evolución del mundo vivo.

e encargó de estudiar muchísimos fósiles y sirvieron para mostrarle al resto del mundo que nuestro planeta había sido poblado
por una fauna muy diversa a lo largo de los siglos. Esto marcó un hito en su carrera y ocurrió en el año 1812. En este año presentó
a la comunidad científica el fósil de un reptil volador, algo que nunca antes sería visto completo. Al reptil se le llamo Pterodactylus
y es uno de los reptiles prehistóricos más conocidos de todo el mundo. A esta hazaña se le suma la presentación previa del
esqueleto fosilizado de un elefante y ya extinto que ha servido para que hoy en día se considere a Georges Cuvier como el padre
fundador de la paleontología.
Georges Cuvier (1769-1832), nació en Montbéliard y murió en París, Francia. Desde joven, mostró una afición por la historia
natural y habiendo leído un libro de Buffon, encontró que su camino era trabajar a este respecto. Estudió en el colegio académico
de Stuttgar, Alemania, para después convertirse en preceptor particular, lo cual le permite realizar colectas y efectuar disecciones
anatómicas, en un ambiente de paz alejado de la turbulencia de la revolución francesa. En 1794, entabla contacto por
correspondencia con Geoffroy de Saint-Hilaire, quien lo invita a París como colaborador y asistente de Daubenton y Lacépede. En
1796, imparte cursos de anatomía, en 1799 se convierte en profesor del Colegio de Francia, y en 1802 del Museo de Historia
Natural, donde sus impresionantes trabajos de anatomía comparada y sus investigaciones acerca de las osamentas fósiles le
confieren gran prestigio, que conducen a que durante 40 años ejerciera un dominio absoluto en el desarrollo del conocimiento
biológico en Francia.

Charles Singer al referirse a Georges Cuvier, dice que se le ha considerado “un dictador” en el campo del saber biológico, pues
pocos hombres de ciencia lograron tanta influencia como él; durante años fue aceptado como el conductor de la investigación en
Francia, tratando de suprimir a las ideas opuestas, tal como ocurrió con el caso de Lamarck. Como hombre de ciencia y de poder,
recibió todo tipo de honores y distinciones, e incluso el emperador Napoleón lo eligió para dirigir la reforma de la educación en
Francia, designado Canciller de Instrucción Pública, Par de Francia, Barón y otras más. A la caída del imperio napoleónico,
consiguió congraciarse con la dinastía restaurada, sorprendente contraste con la vida plagada de sinsabores y desgracias del gran
Jean Baptiste Lamarck, a quien además Cuvier dispensó una animadversión inconmensurable. Fue un erudito de saber
enciclopédico, entre cuyas principales obras se encuentran: Lecons d’ anatomie comparée (1800-1805), las Recherches sur les
ossements fossiles (1812-1813), el Régne animal distribué d’ apres les progres de son organisation (1816), la Histoire naturelle des
poissons (1828), así como trabajos acerca de la historia de las ciencias.

La obra de Cuvier se sustenta en el llamado principio de correlación de las partes, el cual dice que los órganos no existen o no
funcionan naturalmente como entidades aisladas, sino como partes de complejos orgánicos vivos. En estos complejos vivos,
existen ciertas relaciones fundamentales para un modo de vida, por ejemplo, siempre se encuentran plumas en los pájaros, pero
nunca en otros seres y esta presencia de plumas guarda relación con cierta contextura de los miembros anteriores que sirven
como alas, lo que a su vez tiene que ver con estructuras como las clavículas y el esternón, que intervienen en el vuelo, y éstas, por
su parte se vinculan con el tipo de movimiento del torax, el cual también se vincula con la función respiratoria. Así se podría
seguir por todo el organismo del ave, aún en sus mínimos detalles, y encontrar la validez “del principio de correlación” y a partir
de una pluma se podría inferir la forma de la clavícula del animal al que pertenece (por cierto, esta idea fue aplicada por Owen al
caso del fósil Archaeopterix [réptil ancestro de las aves], cuya existencia fue revelada en 1861 por la impresión de una pluma, y se
usó con un criterio evolucionista, cosa que hubiera causado enorme malestar a Cuvier).

Archaeopterix

Como consecuencia del principio anterior, la visión de Cuvier se centra en la comprensión de la organización corporal en su
conjunto, y a lo cual escribió: “las máquinas que constituyen el objeto de nuestras investigaciones no pueden ser desmontadas sin
ser destruidas”, los detalles de la morfología se esfuman ante la totalidad del ser vivo, pues la ordenación de las piezas
anatómicas señala hacia una unión interna, a una coordinación de las funciones que articula las estructuras en profundidad. Si la
función responde a una exigencia fundamental de la vida, el órgano no consiste más que como medio de ejecución. La función
tiene que ser precisa, pudiera decirse que no puede permitir fantasías, en tanto que el órgano posee un cierto margen de libertad
y al recorrer el reino animal es posible descubrir lo que es constante y lo que cambia, y determinar así lo que la función tolera en
relación con las variaciones del órgano. Por ello, Cuvier dice que los cuerpos vivos son de este modo “una especie de experiencias
ya preparadas por la naturaleza que añade o sustrae diferentes partes a cada uno de ellos, como podríamos desear hace en
nuestros laboratorios, y nos muestra así el resultado de estas adiciones y de estas sustracciones”.

Lo que interesa observar, detrás de la diversidad de las formas, es la comunidad de las funciones. Entre una pata y un ala, cuenta
más la similitud de sus funciones que la diferencia en su estructura, o en el caso de un pulmón y una branquia, aunque sean
diferentes en su arquitectura, cuenta más que son aparatos para respirar ya sea en el aire o en el agua. Las semejanzas basadas
no en el criterio de forma, sino en cuanto a localización y función, resultan en el pensamiento de Cuvier en una recurrencia hacia
el viejo concepto aristotélico de analogía, y en esto coincide con Geoffroy de Saint-Hilaire; aunque para ambos la palabra analogía
incluye de hecho dos aspectos distintos que más tarde –con Owen– se distinguirán en los términos homología y analogía, donde
la homología describe la correspondencia de las estructuras, y la analogía la de las funciones, siendo homólogos los órganos que
ocupan la misma posición y tienen una participación similar en especies distintas, tal como la mano de un hombre y el ala de un
ave. Son análogos los órganos que a pesar de sus diferencias de estructura, de posición y de relación anatómicas, cumplen las
mismas funciones en especies diferentes, como por ejemplo la relación del hígado de un mamífero con algunas de las vísceras de
la digestión que se hallan en formas diversas en crustáceos, moluscos y otros vertebrados.

Las variaciones de forma no se distribuyen al azar y cada elemento se encadena con los demás con el propósito de asegurar la
armonía del conjunto. Por eso, Cuvier dice que: “En la mutua dependencia de las funciones, en el auxilio que se prestan
recíprocamente, se fundan las leyes que determinan las relaciones de sus órganos, y que son tan necesarias como las leyes
metafísicas y las matemáticas”. Así, lo que constituye el objeto de sus análisis, ya no consiste en cualquier agrupación de
estructuras entre una infinidad de combinaciones, sino un sistema de relaciones que se articulan en lo más intimo del organismo.
El análisis de los seres vivos e incluso su clasificación, necesita distribuirlos en torno a las grandes funciones como por ejemplo la
circulación, la respiración, la digestión y el estudio de las diferentes formas de desarrollar esas funciones se vuelve el verdadero
objeto de la zoología y su principal instrumento es la anatomía comparada.

Fósil de megaterio de la Anatomía comparada de Cuvier

Cuvier era un morfólogo influenciado por las ideas de Goethe y su concepto de los organismos se basaba en sus funciones como
seres vivos, del que se deriva el principio de correlación de las partes. Aunque dicha idea ya la tuvieran otros estudiosos de la
anatomía, el mérito de Cuvier consistió en haberla enunciado claramente, a la manera de un principio que se convirtió en el
elemento directriz de su obra y que al aplicarse a fragmentos mínimos de cualquier cuerpo organizado, le permitió utilizarla como
herramienta para el estudio del registro fósil. De los elefantes fósiles pasó hacia los huesos fósiles de otros mamíferos y reptiles, y
se percató que estos pertenecían casi siempre a especies extinguidas. Como trabajaba simultáneamente con especies vivas, así
pudo dilucidar las relaciones entre las formas actuales y las desaparecidas, y como consecuencia de este principio de correlación
constituyó todo un sistema de clasificación y ordenamiento de los animales que aparece en su obra de 1817 El reino animal
distribuido para servir de base a la historia natural de los animales y de introducción a la anatomía comparada, la cual se
considera como la compilación descriptiva más vasta después de Linneo, pues describe una especie de casi cada género conocido
y está ilustrada con cientos de hermosas láminas.
Opuesto a cualquier idea o escala natural que sugiera una relación filogenética entre los organismos, Cuvier divide a los animales
en cuatro grandes ramificaciones:

I. Vertebrata, animales con espina dorsal. II. Mollusca, tales como las babosas, los caracoles, etc.

III. Articulata, o animales articulados, tal como insectos, arañas y cangrejos. IV. Radiata, grupo que contiene a todos los animales
restantes.

Dicha clasificación se basaba en el análisis de dos conjuntos de funciones principales junto con los órganos dedicados a su
realización: 1) La forma del corazón y de circulación, que serían las actividades centrales o funciones vegetativas, con las cuales se
halla vinculado el aparato respiratorio. 2) El cerebro y la médula espinal, que gobiernan lo que se denominan las funciones
animales, se encuentran ligados con el sistema muscular y servido por el mismo. En el prologo del libro cuestiona a quienes
pretenden distribuir a todos los seres vivos en una serie y califica a tal método cómo imperdonable, y niega que el último
mamífero de una serie sea más perfecto que a primer ave, y es por ello que dispone a su agrupación a manera de ramas o tipos,
aunque el plan corporal aparezca modificado, eso no implica ninguna relación filética, además de que no hay comparación entre
los planes básicos de los diferentes tipos. En el sistema de clasificación de Cuvier, encontraremos una notable influencia del
pensamiento aristotélico, donde las funciones vegetativas y animales aparecen como una recurrencia a las nociones de alma
vegetativa y alma animal, propias de este filósofo griego. Otro elemento, que vale la pena resaltar, es que los principales
anatomistas antecesores de Cuvier fueron médicos, en tanto que él partió precisamente del estudio de animales marítimos:
peces, moluscos y gusanos, y luego comenzó con el estudio de los vertebrados superiores.

En consonancia con su visión anatómica y la teoría de los tipos corporales, y con su concepto fijista, Cuvier fue un preformista,
llegando a sostener que: “no podemos decir cómo se produce el embrión, sólo podemos estudiar su desarrollo ulterior”.

De igual modo, sostuvo que la cualidad de la vida se opone a las manifestaciones de la afinidad química de los elementos que
forman el cuerpo y considera irracional que la fuerza que une a los elementos del cuerpo tenga una identidad química y escribió:
“… es un misterio la esencia de la vida anímica; el materialismo es una hipótesis arbitraria, sobre todo porque la filosofía no
puede ofrecer ninguna prueba directa de la valedera existencia de la materia”. Como se aprecia, aunque no desarrolló ninguna
teoría vitalista, si mantuvo una afinidad a tal postura, e incluso se le considera un sucesor del vitalismo de Stahl y una notable
influencia para el vitalismo de Bichat. Todos los elementos antes mencionados, son parte de un concepto integral que implica al
fijismo como un pilar fundamental de su pensamiento.

Anoplotherium

Anthracotherium
Paleoterio

Para Cuvier, lejos de que el registro fósil sea un argumento a favor del transformismo, se convierte en un apoyo en contra de esa
visión. Así, el paleontólogo francés acompañado de su amigo Brongniart, exploró las canteras de yeso de los alrededores de París,
y sacó a la luz restos de varios géneros de cuadrúpedos jamás conocidos, tales como el Paleoterio, el Anoplotherium, el
Anthracotherium, etc., extrañas criaturas que no podían vivir en ningún lugar del planeta. De ahí su conclusión: han existido tipos
orgánicos, casi grupos enteros que han desaparecido del planeta, la vida no se reduce a lo que vemos de ella y para aprehenderla
en toda su riqueza es necesario restituirle su pasado. Pero para Cuvier esto no significa que las especies actuales se hayan
derivado o tengan alguna relación con aquellas de otras épocas, él rechaza contundentemente la idea de una filiación entre las
especies desaparecidas y aquellas vivas, y si tal filiación existiera debería haber restos fósiles que presentaran rasgos intermedios
entre unos y otros, pero no se ha encontrado alguna traza de ellos; y si no se ha conservado “ningún monumento de tan curiosa
genealogía” se debe a su carácter completamente imaginario, y a que las especies de otros tiempos no fueron menos constantes
e inmutables que las de hoy, y sencillamente desaparecieron sin dejar descendientes.

Para explicar tal desaparición o extinción, Cuvier sostuvo que la tierra había sido escenario de grandes catástrofes, de cataclismos
que en diversas ocasiones sacudieron a nuestro globo, horribles acontecimientos que costaron la vida a innumerables seres, y el
registro histórico de la última de las catástrofes “es el diluvio referido en el génesis”.

Al respecto de lo que aconteció a los seres de cuya existencia sabemos por los fósiles, Cuvier escribe: “Unos que vivían en la tierra
seca, fueron tragados por diluvios; otros, que poblaban el seno de los mares, fueron puestos a seco por la emergencia de las
tierras sumergidas; todas sus razas terminaron para siempre, dejando sólo en el mundo algunos restos que únicamente el
naturalista puede reconocer”.

Cuvier no creyó que hubiese ocurrido una creación especial consecutiva a cada catástrofe, a diferencia de ello afirmaba que la
tierra había sido repoblada con las especies remanentes que sobrevivieron a la devastación y ante la inquietud de que pudieran
aparecer nuevas especies en las distintas edades geológicas, Cuvier respondía que las especies consideradas como nuevas
provenían de zonas del mundo todavía insuficientemente exploradas por los geólogos. Entonces, no fue Cuvier quien acuñó la
llamada doctrina de las creaciones sucesivas, esto fue un producto de sus sucesores, quienes crearon incluso elaboraciones
fantasiosas cubiertas de un aparente tinte científico; por ejemplo, Alcíde d’Orbigny (1802-1857) habló en 1849 de una serie de 27
creaciones sucesivas, de las cuales debería dar cuenta la paleontología.

Para Cuvier, los cambios bruscos del planeta no podían explicarse considerando las causas actuales, es decir los agentes que aún
hoy continúan alterando la fisonomía terrestre; era necesario tomar en cuenta la intervención de causas excepcionales que nunca
hemos presenciado nosotros mismos, cuando la marcha de la naturaleza ha cambiado. En su obra titulada Recherches, inicia con
una revisión de la historia del planeta a través de edades y de ahí plantea que se comprueba la violencia de las catástrofes por el
hecho que las estratificaciones que hay en el mar, tal como la naturaleza de los fósiles lo muestra, ahora se encuentran ya
elevadas a grandes alturas o ya trastocadas e invertidas, además de que todo ocurrió con gran rapidez, lo cual se revela por las
claras líneas de demarcación entre los estratos, así como por la extraordinaria cantidad de restos animales que sólo puede
explicarse por una muerte súbita.
Contra lo que muchos piensan comúnmente, Cuvier es hostil hacia la idea del transformismo y sostiene su fijismo intransigente,
por razones que no tienen absolutamente nada que ver con los aspectos religiosos o prejuicios teológicos. La postura de Cuvier se
deriva de una concepción en cuanto al problema de la generación de los seres vivientes, que como se señaló antes es de carácter
preformista. Contrariamente a Buffon, Maupertius, Lamarck o Geoffroy, cuyas posiciones son epigenistas o cercanas a ello, Cuvier
cree en a preexistencia de los gérmenes. Además, su notable pensamiento “positivo”, sólo quiere atenerse a los hechos
establecidos, por lo que reacciona con violencia en contra de cualquier especulación.

En cuanto a su razonamiento, encontramos un ejemplo en cómo se aferra al argumento del asno y la esterilidad de los híbridos,
que ha tomado de Buffon, para negar la existencia de formas intermedias, o bien, su explicación del efecto de la duración a
comparar a los animales de Egipto. Él dice que los animales del antiguo Egipto, tal como los conocemos por las momias y en
comparación con los animales de hoy, poseen una perfecta similitud, lo cual demuestra que miles de años no han tenido ningún
efecto sobre los animales.

No obstante, a pesar de que la oposición de Cuvier al transformismo obturó la posibilidad de continuar la investigación en esta
línea, no puede dejar de reconocerse su mérito en lo que corresponde al desarrollo del conocimiento biológico

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