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La crisis de 1873 marcó el fin de la supremacía económica británica y el surgimiento de Alemania, Estados Unidos y Japón como potencias. Fue causada por una sobreproducción que saturó el mercado y redujo los precios y beneficios, especialmente en la agricultura. Generó tensiones sociales y políticas que llevaron a los gobiernos a adoptar medidas proteccionistas, excepto Gran Bretaña que mantuvo políticas liberales. Otra estrategia para superar la crisis fue el imperialismo para buscar nuevos mercados.
La crisis de 1873 marcó el fin de la supremacía económica británica y el surgimiento de Alemania, Estados Unidos y Japón como potencias. Fue causada por una sobreproducción que saturó el mercado y redujo los precios y beneficios, especialmente en la agricultura. Generó tensiones sociales y políticas que llevaron a los gobiernos a adoptar medidas proteccionistas, excepto Gran Bretaña que mantuvo políticas liberales. Otra estrategia para superar la crisis fue el imperialismo para buscar nuevos mercados.
La crisis de 1873 marcó el fin de la supremacía económica británica y el surgimiento de Alemania, Estados Unidos y Japón como potencias. Fue causada por una sobreproducción que saturó el mercado y redujo los precios y beneficios, especialmente en la agricultura. Generó tensiones sociales y políticas que llevaron a los gobiernos a adoptar medidas proteccionistas, excepto Gran Bretaña que mantuvo políticas liberales. Otra estrategia para superar la crisis fue el imperialismo para buscar nuevos mercados.
La crisis o depresión de 1873 es considerada la primera gran crisis del sistema
capitalista, la cual es fruto de una profunda crisis industrial y también agraria. Estuvo marcada por una sobreproducción, en donde la oferta crece más que la demanda y termina saturando el mercado. Esta crisis a diferencia de otras tuvo como peculiaridad que la producción no se desplomo ni se estancó, si no que siguió creciendo al igual que el comercio internacional. Según Hobsbawn, “[…] la producción mundial, lejos de estancarse, continuó aumentando de forma muy sustancial.” (Hobsbawn: 2007). La depresión de 1873 marca el fin del período de supremacía económica británica, de la expansión basada en el algodón, el carbón, la siderurgia y el ferrocarril. La “fábrica del mundo” se agota y otros países toman el relevo. Es el momento en que surge Alemania, Estados Unidos y Japón como potencias económicas. Esta crisis fue de larga duración y afecto de diferentes maneras a distintas partes del mundo. La sobreproducción trajo consigo la acumulación de stocks, la bajada de precios y el cierre de empresas que rápidamente se tradujeron en una disminución de los beneficios. El sector más afectado es el agrícola que sufría secuelas de la caída de precios al competir con productos provenientes de otras zonas debido a la expansión agrícola. Como resultado esta población se vio empobrecida y eso incremento la migración del campo a las ciudades y a otros continentes. En cierta medida, la emigración fue un instrumento que permitió aligerar los conflictos sociales generados por la crisis. El sector industrial y agrícola generaron tensiones sociales, políticas los cuales se transformaron en reclamos hacia los gobiernos para que tomaran medidas. Los reclamos tenían como finalidad protección para sus actividades económicas y el apoyo para conseguir nuevos mercados. La mayoría de los gobiernos europeos aplicaron políticas que atendían a esos reclamos, conocidas como medidas proteccionistas, ya que buscaban proteger las actividades económicas de su propio país frente a los competidores. La gran excepción del cuadro general proteccionista según Hobsbawn fue Gran Bretaña, allí los gobiernos optaron por mantener una política económica liberal. En estados Unidos y Alemania el proteccionismo se transformó en una respuesta a la crisis. Otra de las estrategias del capitalismo para superar la crisis es el imperialismo, en donde las potencias europeas se lanzaron a buscar nuevos mercados y materia prima.