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De manera práctica y resumida, podemos decir que una patente es: “un
documento expedido a solicitud, por una oficina gubernamental, que describe una
invención y que crea un privilegio legal en un Estado determinado, durante un
plazo fijo, para que pueda ser explotada por su titular o por un tercero que tenga
autorización para ello y que vencido el término de la vigencia pasa a ser del
dominio público”.
Podemos decir que las patentes son un acuerdo entre el inventor y el estado, de
manera que se le brinde la certeza de que su propiedad será protegida durante un
periodo a cambio de divulgar la información que rodea a su invención.
La publicación de las patentes no solo beneficia a los inventores, sino que también
beneficia a la sociedad, puesto que la divulgación de los detalles técnicos es una
gran fuente de información que puede ayudar a otros individuos o grupos con
diversos propósitos, a la vez que la publicación de estas funciona a manera de
indicadores que muestran las áreas donde en el futuro aparecerán nuevos
productos y procesos beneficiosos con valiosas aplicaciones prácticas para la
industria.
Si nos remontamos a los orígenes de este asunto encontramos que en el siglo III
Ateneo de Naukratis cita un escrito en el que se cuenta como en la ciudad griega
de Síbaris (ubicada en lo que hoy es el sur de Italia) se concedían derechos
exclusivos de explotación a los creadores de platos culinarios únicos y a los
inventores de cualquier nuevo lujo o refinamiento. Estos privilegios, que podrían
considerarse como los primeros derechos de patente, se concedían por un año
(resulta curioso que lo que hoy conocemos como sibaritismo esté emparentado
tan directamente con las patentes). Y es que los lujos, casi siempre suele ser
exclusivos y objeto de protección por parte de aquellos que pueden permitírselos.
Otro antecedente conocido se refiere a una primera patente (en realidad privilegio
de invención, que es como se denominaban entonces) otorgada por la República
de Florencia en 1421 al arquitecto florentino Filippo Brunelleschi, que recibió una
patente para que una barcaza con mecanismo de elevación llevase mármol a lo
largo del río Arno (Il Badalone – El Monsturo). Esto le concedió exclusividad y
derecho a quemar cualquier nave parecida por un periodo de tres años. Il
Badalone era un barco de paletas, que funcionaba con vapor, y servía para
transportar mármol de Carrara y otras cargas pesadas para su famoso Duomo de
Florencia. El barco se hundió o perdió su carga hasta la mitad del Arno.
“.. e que él se theme e reçela que él, después de aver inventado e mostrado las
dichas moliendas, que algunas personas veyendo su industria e horden que él en
ello tiene, quieran fazer luego en ello otrotanto de la forma que él lo había fecho,
siendo el primero que en estos mys reynos lo aya traído e creado...”
En América, las primeras patentes fueron expedidas en 1641 por los gobiernos
coloniales y los Estados Unidos introdujeron sus primeras leyes de patente en
1790. La revolución francesa de 1789 mantuvo el apoyo a los inventores, a los que
considera parte del pueblo trabajador. Se derogan los privilegios y en su lugar se
habla de derechos sobre la propiedad del invento. También se redujeron los
costes de las patentes y se eliminaron las patentes de importación. En enero de
1791 se emite en Francia la considerada primera ley de patentes moderna del
mundo. Esta ley tuvo una gran influencia en toda Europa, especialmente en
Alemania y España y posteriormente en América Latina.
Hoy en día, todos los países tienen leyes de patentes que varían de unos a otros.
Marco Contextual
Tras todos esos sucesos que se llevaron a cabo para llegar a lo que conocemos
hoy como “Patentes”, podemos decir que hoy en día se trata de un derecho que se
concede sobre una invención, con dicho derecho, el inventor puede decidir si el
invento puede ser utilizado por terceros y, en dado caso, bajo qué circunstancias,
condiciones o de qué manera puede utilizarse. Esto prohíbe que el producto se
produzca, utilice, distribuya o venda, lo cual vuelve ilegal que sea explotado
comercialmente.
Hay que tener en cuenta que dichos derechos tienen limitaciones, ya que además
de ser por tiempo limitado (al patentar un invento, el tiempo usual que se da son
20 años), los derechos que se otorgan son territoriales, por lo que dichos derechos
en la mayoría de los casos solo tienen validez en el país o región donde se realizó
la solicitud, por ejemplo, aquí en México, el Instituto Mexicano de la Propiedad
Industrial (IMPI) es quien otorga las patentes que son válidas en el País.
Por último, cabe destacar que los objetivos que tiene cada organización o inventor
al solicitar una patente son diferentes y siempre son válidos sin importar la opinión
de terceros.
El hecho de que algo sea técnicamente posible de patentar no implica que sea
una obligación hacerlo. Es necesario si la persona u organización interesada está
buscando conseguir el “derecho de exclusividad” que le permita explotar la
invención y excluir al resto de sus beneficios. En ocasiones las empresas prefieren
mantener el secreto empresarial debido a que no siempre se puede sacar el valor
deseado de agregar el “patentado” al producto.
Marco jurídico
Una vez expuesto un breve contexto sobre como las patentes llegaron a os que
son hoy en día, es momento de expresar nuestra opinión al respecto.
Primero hay que resaltar que nuestro equipo se encuentra a favor del
otorgamiento y uso de patentes en general. Los motivos por los que estamos a
favor de ello son los siguientes:
Conclusiones
Las patentes son un registro que puede beneficiar a quienes las usan y al público
en general que desee consultar la información proporcionada durante el registro.
Este proceso brinda comodidades a individuos y grupos que decidan proteger sus
invenciones de esta manera y garantizando un monopolio temporal, dando
tranquilidad a los mismos, al mismo tiempo que proporcionan un margen de
tiempo apropiado para poder emplear los derechos sobre sus invenciones de la
manera que les plazca y poder establecerse en la industria de manera segura, si
es que así lo deciden.