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Sociedad Española de Psiquiatría Sociedad Española de Psiquiatría Biológica
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Psiquiatría
y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría
y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica
COMITÉ EDITORIAL
Director:
Julio Bobes
Departamento de Psiquiatría
Universidad de Oviedo-SESPA CIBERSAM. Oviedo
Directores Asociados:
José Manuel Crespo Blanco
Servicio de Psiquiatría
Hospital Universitari de Bellvitge.
CIBERSAM. Barcelona.
Pilar Alejandra Saiz Martínez
Departamento de Psiquiatría
Universidad de Oviedo-SESPA
CIBERSAM.Oviedo.
Editores Asociados:
Miguel Bernardo Benedicto Crespo Maria Paz García-Portilla González Ana María González-Pinto Arrillaga
Servicio de Psiquiatría Servicio de Psiquiatría Departamento de Psiquiatría Servicio de Psiquiatría
Hospital Clínic, Universidad de Barcelona Hospital de Valdecilla Universidad de Oviedo-SESPA Hospital Santiago Apóstol, Universidad del País Vasco
IDIBAPS. CIBERSAM. Barcelona CIBERSAM. Cantabria CIBERSAM. Oviedo. CIBERSAM, Vitoria
Ángela Ibáñez Cuadrado José Manuel Menchón Jerónimo Sáiz Eduard Vieta
Servicio de Psiquiatría Servicio de Psiquiatría Servicio de Psiquiatría Servicio de Psiquiatría
Hospital Universitario Ramón y Cajal Hospital Universitari de Bellvitge. Hospital Universitario Ramón y Cajal.. Hospital Clínic, Universidad de Barcelona,
CIBERSAM, Madrid CIBERSAM. Barcelona. CIBERSAM. Madrid. IDIBAPS. CIBERSAM. Barcelona
CONSEJO EDITORIAL
R. Alarcón J. Fernández A. Lobo
Mayo Clinic. Rochester, MN (USA) Universidad Autónoma de Madrid. Madrid (Spain) Hospital Clínico. Universitario. Zaragoza (Spain)
M. Alegría J. García-Sevilla M. Maj
Center for Multicultural Mental Health Research. Somerville, MA Boston (USA) Universitat de les Illes Balears. Palma de Mallorca, Illes Balears (Spain) University of Naples SUN. Naples (Italy)
F. Artigas J. Garrabé de Lara J. Mann
Institut d’Investigacions Biomédiques de Barcelona. Barcelona (Spain) Fondation Henry Ey. Perpignan (France) New York State Psychiatric Institute. New York (USA)
J.L. Ayuso Gutiérrez C. Gastó J.E. Mezzich
Universidad Complutense de Madrid. Madrid (Spain) Hospital Clínico de Barcelona. Barcelona (Spain) International Center for Mental health. New York (USA)
J.L. Ayuso J. Gibert-Rahola H.J. Möller
Hospital Universitario de La Princesa. Madrid (Spain) Universidad de Cádiz. Cádiz (Spain) Psychiatry of the University of Munich (LMU). München (Germany)
E. Baca J. Giner M. Oquendo
Universidad Autónoma de Madrid. Madrid (Spain) Universidad de Sevilla. Sevilla (Spain) Division of Molecular Imaging and Neuropathology. Columbia University.
P. Bech T.E. Goldberg New York (USA)
Frederiksborg General Hospital. Hillerød (Denmark) Zucker Hillside Hospital. Glen Oaks, NY (USA) T. Palomo
G. Berrios G. Goodwin Hospital Doce de Octubre. Madrid (Spain)
University of Cambridge Fellow Vitalicio, Robinson College. Cambridge (UK) Warneford Hospital. Oxford (UK) J. Pérez
A. Blanco P. Gorwood University of Cambridge (UK)
Universidad de Sevilla. Sevilla (Spain) Hopital Louis Mourier. Paris (France) L. Rojo
C. Blanco M. Gutiérrez Hospital Universitario La Fe. Valencia (Spain)
New York State Psychiatric Institute. New York (USA) Universidad del País Vasco. Vitoria (Spain) F. Rubia
A. Bulbena M. Hammon Universidad Complutense de Madrid. Madrid (Spain)
Faculty du Medicine Pierre et Marie Curie Faculty Pitié-Salpétrière. P. Ruiz
Hospital del Mar. Institut d’Atenció Psiquiàtrica. Barcelona (Spain)
Paris (France) University of Texas-Houston Medical School. Houston, TX (USA)
J. M. Cañive
E. Hollander D. Stein
University of New Mexico. Albuquerque, NM (USA)
Mount Sinai School of Medicine. New York (USA) MRC Unit on Anxiety Disorders. Cape Town (South Africa)
W. Carpenter E. Ibáñez M. Trujillo
University of Maryland School of Medicine. Baltimore, MD (USA) Universidad de Valencia. Valencia (Spain) New York University School of Medicine. New York (USA)
M. Casas B. Kirkpatrick J. Van Os
Hospital Universitari Vall d’Hebron. Barcelona (Spain) Medical College of Georgia. Augusta, GA (USA) School for Mental Health and Neuroscience. Maastricht (Nederland)
F.X. Castellanos A. Labad J.L. Vázquez-Barquero
NYU Child Study Center. New York (USA) HPU Institut Pere Mata. Tarragona (Spain) Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Santander (Spain)
P. Courtet C. Leal M. Weisman
Université de Montpellier (France) Hospital Clínico Universitario. Valencia (Spain) NYS Psychiatric Institute. New York (USA)
P. Delgado J. de León
Cleveland (USA) Eastern State Hospital. Lexington, KY (USA)
J.M. Delgado J. Licinio
Universidad Pablo de Olavide. Sevilla (Spain) The South Australian Health and Medical Research Institute, Flinders
J. Escobar University, Adelaida (Australia)
Robert Wood Johnson Medical School Clinical Academic Building. J. Lieberman
New Brunswick, NJ (USA) New York State Psychiatric Institute. New York (USA)
COMITÉ DE EXPERTOS
L. Agüera (Madrid) I. Corripio (Barcelona) T. González (Madrid) F. Mayoral (Málaga) J. Pifarré (Lleida)
E.J. Aguilar (Valencia) F.J. De Diego (Barcelona) L. González-Blanco (Oviedo) J. Meana (Bilbao) L. Pina (Madrid)
C. Álamo (Madrid) C. De Dios (Madrid) I. Grande (Barcelona) I. Menéndez (Oviedo) E. Pomarol (Barcelona)
S. Al-Halabí Díaz (Oviedo) R. de Frutos (Valencia) M. Gurpegui (Granada) J. Merchán (Madrid) I. Querejeta (San Sebastián)
M. Alonso (Barcelona) J.M. de la Fuente (Lannemezan, France) L. Gutiérrez (Granada) J.A. Micó (Cádiz) J. Rodríguez-Revuelta (Oviedo)
E. Álvarez (Barcelona) L. de la Fuente Tomás (Oviedo) B. Gutiérrez (Granada) M. Miret (Madrid) C. Roncero (Barcelona)
F. Arias (Madrid) C. de las Cuevas (Tenerife) J.M. Haro (Barcelona) R. Molina (Mallorca) V. Rubio (Zaragoza)
B. Arias (Barcelona) M. Desco (Madrid) C. Iglesias (Langreo, Asturias) V. Molina (Salamanca) G. Rubio (Madrid)
B. Arranz (Barcelona) M.C. Díaz (Madrid) J.A. Ramos (Barcelona) A.L. Montejo (Salamanca) G. Safont (Tarrasa, Barcelona)
M. Arrojo (Santiago Compostela) M. Díaz-Marsá (Madrid) J. Janssen (Madrid) J.M. Montes (Madrid) M.D. Sáiz (Madrid)
E. Baca (Madrid) M. Domínguez (Londres) M.A. Jiménez-Arriero (Madrid) M.J. Moreno (Córdoba) L. Salvador (Barcelona)
M.I. Baeza (Barcelona) J.I. Eguiluz (Bilbao) L. Jiménez-Treviño (Oviedo) D. Moreno (Madrid) L. San (Barcelona)
V. Balanzá (Valencia) E. Elizagárate (Vitoria) A. Labad (Reus-Barcelona) C.Moreno (Madrid) P. Sánchez (Vitoria)
J. Ballesteros (Bilbao) L. Fañanás (Barcelona) G. Lahera (Madrid) B. Morera (San Sebastián) J. Sanjuán (Valencia)
A. Benabarre (Barcelona) M. Farré (Barcelona) F. Lana (Barcelona) M. Mur (Lleida) F. Sarramea (Córdoba)
M. Bioque (Barcelona) E. Fernández (Cambridge, UK) C. López (Medellín, Colombia) V. Navarro (Barcelona) R. Segarra (Bilbao)
J. Blanch (Barcelona) J. Fernández (Madrid) P. López (Madrid) R. Navinés (Barcelona) M. Serrano (A Coruña)
H. Blasco (Madrid) M. Ferrer (Barcelona) M. López (Vitoria) E. Ochoa (Madrid) P. Sierra (Valencia)
M.T. Bobes-Bascarán (Oviedo) G. Flórez (Ourense) J. López (Madrid) N. Ojeda (Bilbao) C. Soutullo (Pamplona)
M. Bousoño (Oviedo) D. Fraguas (Albacete) P. López (Navarra) J.M. Olivares (Vigo) R. Tabares (Valencia)
B. Cabrera (Barcelona) M.D. Franco (Sevilla) M. Roca (Palma de Mallorca) F. Ortuño (Pamplona) M. Torrens (Barcelona)
M. Camacho (Sevilla) C. García (Barcelona) I. Madariaga (Mondragón, Guipúzcoa) D.J. Palao (Barcelona) M. Urretavizcaya (Barcelona)
J. Cano (Cádiz) M. García (Palma de Mallorca) A. Mané (Barcelona) M. Páramo (Santiago Compostela) M. Valdés (Barcelona)
F. Cañellas (Palma de Mallorca) J. García (Zaragoza) J. Martí (Barcelona) M. Parellada (Madrid) M. Valentí (Barcelona)
N. Cardoner (Barcelona) L. García-Alvarez (Oviedo) M. Martín (Pamplona) J.C. Pascual (Barcelona) F. Vaz (Badajoz)
J.L. Carrasco (Madrid) M. Gili Planas (Palma Mallorca) A. Martínez (Barcelona) A. Pazos (Santander) E. Vilella (Reus, Tarragona)
J. Castro (Barcelona) L. Giner (Sevilla) M. Martínez (Vitoria) A. Pérez (Salamanca) I. Zorrilla (Vitoria)
J. Cervilla (Granada) J.M. Goikolea (Barcelona) C. Martínez (Madrid) V. Pérez (Barcelona)
A. Ceverino (Madrid) M. González (Bilbao) I. Mata (Santander) R. Pérez (Santander)
Volumen 12, Número 4/2019
EDITORIAL
Sumario
201 Conflicto de intereses en psiquiatría
M. Bernardo y M. Martín-Carrasco
ORIGINALES
207 Unidad de Hospitalización Domiciliaria del Hospital del Mar. Equipo de atención
psiquiátrica domiciliaria en el área de Barcelona
L. Alba Palé, J. León Caballero, D. Córcoles Martínez, A.M. González Fresnedo,
M. Bellsolà Gonzalez, L.M. Martín López y V. Pérez Solà
213 Medidas de frecuencia utilizadas en estudios de cohortes para evaluar
el comportamiento suicida en jóvenes (12-26 años): una revisión sistemática
C. Lagares-Franco, J. Almenara-Barrios, C. O’Ferrall-González,
P. Castellvi-Obiols, A. Gabilondo, M.J. Blasco-Cubedo, A. Miranda-Mendizábal,
O. Parés-Badell, J.A. Piqueras, M. Roca, T. Rodríguez-Jiménez,
J. Rodríguez-Marín, V. Soto-Sanz, G. Vilagut-Saiz y J. Alonso
232 Modelo predictivo de la funcionalidad en la esquizofrenia: una aproximación
desde el modelado de ecuaciones estructurales
N. Ojeda, P. Sánchez, A. Gómez-Gastiasoro, J. Peña, E. Elizagárate, J. Ezcurra,
N. Ibarretxe-Bilbao y M. Gutiérrez
242 El perfil de disregulación del SDQ y su relación con conductas y pensamientos
de suicidio en adolescentes evaluados en contexto clínico
I. Caro-Cañizares, R. García-Nieto, M. Díaz de Neira-Hernando, S.A. Brandt,
E. Baca-García y J.J. Carballo
CARTAS AL DIRECTOR
251 Tratamiento ambulatorio involuntario: una propuesta de regulación
S. Ramos Pozón
252 Precauciones en la prescripción de inhibidores de la recaptación de serotonina
J.M. Martín Guerra, M. Martín Asenjo, L.Á. Sánchez Muñoz y J.M. Prieto de Paula
253 Suicidio: contextos y personas
G. Martínez-Alés, F. Mascayano y M.F. Bravo-Ortiz
Volume 12, Number 4/2019
EDITORIAL
Contents
201 Conflict of interest in Psychiatry
M. Bernardo and M. Martín-Carrasco
ORIGINAL ARTICLES
207 Psychiatric Home Hospitalization Unit of the Hospital del Mar. A crisis
resolution and home treatment team in Barcelona
L. Alba Palé, J. León Caballero, D. Córcoles Martínez,
A.M. González Fresnedo, M. Bellsolà Gonzalez, L.M. Martín López
and V. Pérez Solà
213 Measures of frequency used in cohorts studies to evaluate the suicidal
behaviour in young people (12-26 years): A systematic review
C. Lagares-Franco, J. Almenara-Barrios, C. O’Ferrall-González,
P. Castellvi-Obiols, A. Gabilondo, M.J. Blasco-Cubedo,
A. Miranda-Mendizábal, O. Parés-Badell, J.A. Piqueras, M. Roca,
T. Rodríguez-Jiménez, J. Rodríguez-Marín, V. Soto-Sanz, G. Vilagut-Saiz
and J. Alonso
232 An outcome prediction model for schizophrenia: A structural equation
modellingapproach
N. Ojeda, P. Sánchez, A. Gómez-Gastiasoro, J. Peña, E. Elizagárate,
J. Ezcurra, N. Ibarretxe-Bilbao and M. Gutiérrez
242 The SDQ dysregulation profile is associated with self-injurious thoughts
and behaviors in adolescents evaluated at a clinical setting
I. Caro-Cañizares, R. García-Nieto, M. Díaz de Neira-Hernando, S.A. Brandt,
E. Baca-García and J.J. Carballo
www.elsevier.es/saludmental
EDITORIAL
a
Barcelona Clinic Schizophrenia Unit, Neuroscience Institute, Hospital Clínic de Barcelona
b
Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM)
c
Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS)
d
Universitat de Barcelona, Barcelona, España
e
Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPS)
f
Clínica Psiquiatrátrica Padre Menni, Pamplona, España
Se produce un conflicto de intereses (CDI) cuando un dicionando los resultados de ciertos estudios comparativos,
clínico/médico se siente condicionado por un interés secun- chocando, por tanto, con el interés (deber) primario repre-
dario en relación con sus deberes primarios. Existe la sentado por el bienestar de las personas con algún tipo de
posibilidad de que este condicionamiento dé lugar a una patología, el avance de la ciencia y la mejora de la forma-
conducta no guiada únicamente por la búsqueda de la mejor ción.
práctica médica posible. Este tipo de inconsistencias genera De esta manera, situaciones conflictivas de interés finan-
hoy día una intensa crisis de credibilidad y falta de confianza cieras y no financieras están ampliamente extendidas, tanto
en todos los campos de la medicina, que se extiende también en la práctica clínica como en la investigación y la docencia
a la psiquiatría. en psiquiatría. Estos contextos son fáciles de erradicar; no
Las relaciones de las industrias farmacéuticas con los clí- obstante, deben ser identificados y abordados con más efica-
nicos han sido objeto de mucha literatura en la que, en cia y perspicacia de lo que se está haciendo en la actualidad.
esencia, se pone de manifiesto los CDI (económicos) que pue- Solo de este modo, la psiquiatría dejará de estar constante-
den afectar decisiones que toman clínicos, investigadores y mente en el punto de mira. La necesidad de resolver estas
docentes. En estas situaciones, los intereses de los pacien- situaciones conflictivas requiere de un cambio radical en las
tes, de sus familias y de los profesionales de la salud mental, estrategias actuales de afrontamiento, que pueden consi-
y los de la industria médica pueden llegar a divergir. derarse escasas e inadecuadas. Encarar de manera correcta
Paralelamente, se ha destacado la existencia de otras los CDI puede presentar a largo plazo grandes ventajas para
situaciones discrepantes que han ido pasando desapercibi- pacientes, clínicos, investigadores y para la misma industria
das por su escasa evidencia empírica: son los llamados CDI de la salud.
no financieros. Estas discordancias se derivan de la «carga
psicológica/afectiva» que pueden acarrear ciertas prácticas
y/o decisiones clínicas. Se ha evidenciado que la proximidad Definición de conflicto de intereses
de un profesional a una determinada línea de pensamiento
o a su compromiso político puede estar influenciando y con- Los CDI son aquellas situaciones en las que la toma de
decisiones de una persona, en lo relacionado a un interés
primario para ella, está indebidamente influenciada por un
∗ Autor para correspondencia. interés secundario, generalmente de tipo económico o per-
Correo electrónico: bernardo@clinic.ub.es (M. Bernardo). sonal. Es decir, se incurre en una situación de conflicto de
https://doi.org/10.1016/j.rpsm.2019.05.001
1888-9891/© 2019 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados.
202 M. Bernardo, M. Martín-Carrasco
por ello menos importantes. Numerosas sociedades científi- Conflictos de intereses no financieros
cas, como podría ser la American Psychiatric Association,
obtienen gran parte de sus ingresos por publicidad de la Las motivaciones económicas espurias han despertado la
industria en forma de inscripciones a congresos, anuncios atención (y la alarma) de la sociedad actual; no obstante,
en revistas y subsidios para publicaciones2 . De este modo, estas situaciones no son las únicas influencias ilegítimas que
las entidades involucradas pueden ejercer cierta influencia afectan a la investigación y a la práctica clínica en medicina
sobre las revistas médicas y, por lo tanto, sobre la política y en psiquiatría. No todos los CDI son financieros y objetiva-
editorial y la selección de determinados artículos. mente demostrables, sino que existe otra importante rama
Otra área en la que aparecen CDI de tipo económico se de discrepancias entre el deber primario y las motivaciones
presenta cuando los expertos y profesionales de la psiquia- secundarias. Se trata de conflictos menos explícitos, más
tría son elegidos para contribuir en la elaboración de guías tácitos, pero no menos importantes. Por ello, a continua-
clínicas. Se ha comprobado que un porcentaje elevado de los ción, se detallarán en qué consisten estos CDI no financieros
expertos implicados tienen relaciones de tipo económico o que han pasado relativamente inadvertidos. Y es que, como
contractual con organismos públicos o con empresas farma- alerta3 , la psiquiatría puede ser especialmente vulnerable a
céuticas cuyos productos son considerados (y aconsejados) este tipo de situaciones conflictivas.
en las pautas de dichas guías. Una evidencia empírica de Un ejemplo de una situación conflictiva no financiera que
este hecho se recoge en el estudio de2 , en el cual se exa- afecta principalmente a la investigación en psiquiatría es
minaron numerosos autores de diversas guías de práctica la posible discrepancia entre el interés secundario repre-
clínica sobre diferentes enfermedades comunes avaladas sentado por la lealtad del investigador a una determinada
por sociedades científicas norteamericanas y europeas. El escuela de pensamiento, a una corriente o una ideología
87% de los autores había tenido alguna forma de interacción concreta y el interés (deber) principal que vendría a ser el
con la industria farmacéutica; en concreto, un 58% había progreso de la ciencia.
recibido soporte financiero directo para realizar investiga- El impacto de este «efecto de lealtad» en la investi-
ción y un 38% había trabajado como empleado o consultor gación, especialmente en el campo de las intervenciones
para una empresa farmacéutica. Únicamente 2 guías de psicológicas, puede producir un sesgo en los resultados y
práctica clínicas, de las 44 que se analizaron, presentaban en las publicaciones finales. Los mecanismos por los cua-
declaraciones específicas sobre las interacciones financie- les puede estar operando la «lealtad del investigador» son
ras personales existentes entre los autores de la guía y la muy similares a los que explican el impacto de los CDI eco-
industria farmacéutica1,11 . nómicos en el resultado de los ensayos clínicos: se tiende
Otra forma de CDI económico aparece cuando los pro- a seleccionar una intervención menos efectiva para com-
pios investigadores renuncian a poseer y explotar de forma pararla con el tratamiento preferido por el promotor o por
independiente sus propios datos. Son numerosos los trabajos el mismo investigador, o se obvian u ocultan los resultados
que se centran en analizar estas situaciones; por ejemplo, negativos3 .
en el estudio de Mello et al. se exploraron y analizaron los Otro claro ejemplo de CDI no financiero que afecta a la
acuerdos existentes entre los patrocinadores de la industria práctica clínica en psiquiatría es la potencial divergencia
farmacéutica y los investigadores académicos. Se evidenció entre el interés secundario representado por el compro-
que en el 80% de los casos el patrocinador era el propietario miso social o político de un psiquiatra y la motivación
de los datos obtenidos12 . principal que vendría representada por el bienestar de las
No es excepcional que la literatura científica e incluso personas. Acotando este conflicto a una situación de la prác-
los medios de comunicación se hagan eco de las tensiones tica clínica diaria, podría darse cuando un psiquiatra tiene
que se producen entre los investigadores clínicos y la indus- una actitud de oposición contra el uso de medicamentos
tria sanitaria acerca del análisis de datos y las publicaciones o de otra técnica terapéutica, lo que puede manifestarse
derivadas de dichos análisis. Los CDI económicos también como una negativa obstinada a conocerlos y utilizarlos,
afectan a la difusión verbal del conocimiento. A modo de rechazando incluso las guías clínicas terapéuticas. Una con-
ejemplo, es un caso de práctica común que las presentacio- secuencia de esta actitud es que los medicamentos se
nes científicas hayan sido revisadas y aprobadas, o incluso utilicen finalmente solo en situaciones comprometidas y/o
elaboradas directamente, por el patrocinador de una deter- de forma inadecuada, con un detrimento significativo del
minada empresa farmacéutica. bienestar del paciente. Tal actitud y praxis, como vuelve a
Una vez repasadas las principales situaciones en las que referir3 , puede llegar a niveles de obcecación totalmente
existen CDI económicos en medicina, cabe destacar que las rechazables.
tensiones causadas por la vinculación entre los organismos El mismo autor clarifica este concepto poniendo un
privados y/o públicos y los profesionales de la psiquiatría ejemplo: un psiquiatra que tiene una idea previa de no
(ya sean clínicos, docentes o investigadores) solo se pueden tratar farmacológicamente a un paciente con depresión
abordar desde una perspectiva integral, que abarque desde grave (o que desea complacer a un consultor sénior o a un
el establecimiento de líneas de apoyo para investigadores administrador que sostiene tal idea), niega el tratamiento
independientes que estén libres de CDI sustanciales, hasta farmacológico o la hospitalización al paciente. Si este aca-
la instauración de políticas de formación y divulgación inde- bara suicidándose, se estaría dando un claro y trágico
pendientes que aseguren las mejores prácticas en la clínica ejemplo de CDI secundario representado por el psiquiatra
diaria. (su ideología o compromiso político) y el interés primario
204 M. Bernardo, M. Martín-Carrasco
que debería haber tenido presente en todo momento (el e investigadora. Como defienden Fava1 y Vieta14 un punto
bienestar del paciente)3 . crucial y una herramienta fundamental en el abordaje de
Finalmente, en relación con los CDI no financieros se ha los CDI consiste en promover y defender el pensamiento
destacado la existencia de «grupos de intereses especiales», crítico, en lo que a las cuestiones clínicas se refiere14 . des-
también llamados «oligarquías académicas». Dichos grupos taca la necesidad de este «pensamiento crítico» como el
están formados por líderes de opinión con importantes con- único modo de superar el ser «receptores/lectores pasivos
flictos de intereses económicos, ideológicos o de otro tipo, o desorientados» de información. Un modo de potenciar
que ejercen un poderoso impacto en el campo de la psiquia- este pensamiento crítico podría ser a través de reuniones
tría, tanto en la práctica clínica como en la investigación o científicas o publicaciones en las que se redujera todo lo
la docencia, ya sea como editores de revistas científicas, posible el impacto de los CDI. Fava pone como ejemplo el
dirigentes de sociedades científicas o como contribuyen- caso de los metaanálisis: los investigadores y clínicos con
tes a las guías clínicas de tratamiento. La aquiescencia importantes CDI no serían adecuados para escribir editoria-
hacia estos grupos puede facilitar una carrera profesio- les o participar en estos estudios, ya que las interrelaciones
nal. Estos líderes también pueden ser los evaluadores de podrían estar sesgando los resultados de estos instrumentos
proyectos de investigación o subvenciones presentados a de síntesis del conocimiento1 . De hecho, los estudios metaa-
organismos públicos; dadas sus preferencias por una deter- nálisis no están exentos de polémica acerca de los CDI15 , y
minada ideología o por sus vínculos económicos, pueden organizaciones científicas prestigiosas como la Colaboración
favorecer artículos, proyectos o promover a colegas que Cochrane, dedicada a realizar revisiones independientes de
comparten su misma ideología y/o su credo político. A modo intervenciones sanitarias, han visto su credibilidad seria-
de ejemplo, los miembros de dichos «grupos de interés», en mente cuestionada en los últimos años16 .
virtud de su posición de poder, pueden llegar a evitar, de Otra área fundamental en el abordaje de los CDI es
manera sistemática, la difusión de datos que puedan llegar el cambio en la formación médica patrocinada y la res-
a comprometer sus intereses o ideología1 . ponsabilidad que tienen las organizaciones profesionales y
científicas1 . Se defiende la necesidad de evitar la educa-
ción médica patrocinada por la industria con el objetivo de
Propuestas favorecer una prescripción más racional y menos sesgada.
El mismo autor señala que estas acciones podrían fomen-
Parece evidente que la psiquiatría, igual que el resto de tar una regeneración del pensamiento intelectual, así como
las especialidades médicas, tiene planteado el reto de la una reforma en la investigación clínica17 . Warner y Gluck17
resolución de los múltiples conflictos de interés que la afec- recogen una serie de directrices y medidas para manejar
tan, y que solo puede abordarse a través de la formulación los CDI en medicina. En primer lugar, defienden que cada
de un contexto ético que rija el entramado de relaciones y institución debería tener un Comité Asesor de Conflicto
vinculaciones que operan en el día a día. de Intereses, en el que estarían representados los diferen-
Como refieren Jadresic y Correa (2004)13 , la persuasión, tes estamentos de la organización, para brindar apoyo y
las influencias interpersonales y el modo de promover el asesoría a sus miembros. Sería función de dichos comités
cambio en los demás son situaciones constantes con las que promover programas educativos que faciliten una ‘educa-
se trabaja en psiquiatría. La práctica clínica se centra en ción ética’, de manera que se reconozcan los CDI actuales y
la identificación y comprensión de percepciones, cognicio- se favorezca la detección de situaciones futuras de poten-
nes y afectos de los pacientes, con el objetivo de promover cial conflicto. También proporcionarían pautas para que se
cambios terapéuticos. Sorprendentemente, y así lo reflejan pueda informar, de un modo confidencial, sobre la existen-
estos autores, los clínicos suelen subestimar la influencia cia de CDI que puedan estar involucrando a otras personas.
que otras personas y/o instituciones pueden llegar a tener Estos comités, en los programas de capacitación profesional
sobre sus decisiones. (por ejemplo, para estudiantes de medicina o residentes),
La preocupación por la coexistencia de intereses con- también serían los encargados de enseñar a reconocer las
trapuestos y su potencial influencia distorsionante de la diferentes situaciones que pueden propiciar la aparición
práctica clínica se da principal, pero no exclusivamente, en de CDI y a facilitar estrategias para afrontarlos; dicho de
el contexto de la ética. El propósito de toda política de con- otro modo, estos comités también serían los encargados
flicto de intereses es proteger las prioridades y necesidades de promover el pensamiento crítico entre las personas en
de los pacientes, fortalecer la integridad de la profesión y formación.
preservar la confianza pública en la medicina y la psiquia- Otro punto fundamental para la gestión y erradicación
tría. de las influencias conflictivas reside en la necesidad (y
Uno de los principales objetivos de los diferentes colec- obligación) de revelar de forma exhaustiva las fuentes de
tivos profesionales (sociedades científicas y asociaciones financiación que puedan estar influyendo en la actividad de
profesionales, entre otros) debería ser la distinción de los los profesionales, ya sea en la toma de decisiones clínicas
escenarios futuros deseables y los posibles, con el fin de y de investigación, en la solicitud de subvenciones, en la
lograr una visión de conjunto de los nuevos desafíos a los que presentación de protocolos de los estudios, en publicaciones
se enfrenta el profesional médico, investigador y docente, científicas, y en otros ámbitos17 . Los apartados de ‘conflictos
y abrir el debate y el análisis con el fin de que puedan ofre- de intereses’ y ‘fuentes de financiación’ en los manuscritos,
cerse soluciones3 . postula que el primer paso fundamental tanto los provenientes de organizaciones privadas como
para superar la situación actual es la toma de conciencia de de organizaciones públicas, han emergido como el primer
la existencia de los CDI y el impacto que estos tienen a la y fundamental paso para afrontar la contaminación que
hora de llevar a cabo una buena práctica clínica, docente existe en la literatura científica actual en lo que a este tema
Conflicto de intereses en psiquiatría 205
se refiere. De este modo, la práctica aconseja controlar factores que podrían conducir a la aparición de estos
hasta las más sutiles sospechas mediante una transparen- contextos conflictivos, ofrecer un marco ético y crítico
cia total. Y en el caso de que existan dudas, aclararlas para su reconocimiento y evaluación, presentar pautas
preferiblemente en el seno de comités constituidos expre- estandarizadas para su divulgación, así como proporcionar
samente al efecto2 . Como refiere Dal-Ré18 , las asociaciones recomendaciones para su resolución.
profesionales de la publicación médica como el Comité de Únicamente siendo conscientes de su magnitud, de su
Ética en la Publicación (COPE) y el Comité Internacional expansión en multitud de campos y de la problemática que
de Directores de Revistas Médicas (ICJME), han señalado la conllevan, se podrá establecer un punto de partida para con-
obligación de que las revistas definan específicamente qué trolar los CDI y asegurar su erradicación. Y es que, como
son los conflictos de intereses, cómo identificarlos y cómo ya refirió la Dra. Margaret Chan ---exdirectora general de la
manejarlos en relación con los miembros de sus equipos Organización Mundial de la Salud--- en la 66a Asamblea Mun-
editoriales. No obstante, hay que señalar que en la mayor dial de la Salud21 , existe la ferviente necesidad de que las
parte de los casos, al menos en nuestro país, las publicacio- declaraciones de conflictos de intereses (ya sean personales
nes adolecen de formularios estandarizados de declaración o institucionales, económicos o no financieros) se extiendan
de conflictos de interés, no se determina el tiempo durante amplia y rápidamente en nuestro sistema sanitario y cien-
el que puede considerarse que una determinada relación tífico y de que este hecho llegue a ser la norma y no la
es susceptible de generarlo, no se indica quién y cómo excepción.
evaluará las declaraciones, ni se indica si las declaraciones
se publicarán en los artículos19 . Por lo tanto, existe todavía
un amplio margen de mejora en esta área. Conflicto de intereses
Un aspecto importante para el abordaje integral de los
CDI es la implementación de políticas y directrices nacio- Los autores indican que no existe relación financiera o perso-
nales uniformes que planteen y afronten estas situaciones nal alguna que pudiera dar lugar a un conflicto de intereses
conflictivas. La administración pública y las sociedades cien- en relación con la elaboración de este artículo.
tíficas deberían promover la elaboración de un manual de
referencia general en el que se recojan los diferentes con-
flictos de intereses en la práctica cotidiana de la medicina Agradecimientos
con el fin de mejorar, mediante pautas y protocolos, su
detección, comprensión y, en la medida de lo posible, su Los autores agradecen especialmente a la Dra. Gisela Mez-
prevención. quida Mateos y a Maribel Jiménez Ramos la colaboración en
A modo de ejemplo, la World Psychiatric Association20 la redacción del artículo.
y la European Psychiatric Association5 han emitido sendas
declaraciones sobre los estándares éticos para la práctica
psiquiátrica. En estos documentos se han incorporado pautas Bibliografía
éticas acerca de los CDI derivados de las relaciones con la
industria y los vinculados a los profesionales13 . 1. Fava GA. Financial conflicts of interest in psychiatry. World Psy-
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administración, la provisión de opiniones de expertos o de la recuerda-el-deber-etico-de-declarar-los-conflictos-de-
intereses.html.
asesoría a organizaciones comerciales. Para proporcionar la
9. Heres S, Davis J, Maino K, Jetzinger E, Kissling W, Leucht S. Why
mejor práctica clínica posible de acuerdo con la evidencia,
olanzapine beats risperidone, risperidone beats quetiapine,
es aconsejable controlar hasta las más sutiles sospechas and quetiapine beats olanzapine: An exploratory analysis of
de CDI mediante una política de transparencia total, a fin head-to-head comparison studies of second-generation antipsy-
de proteger los intereses de los pacientes, fortalecer la chotics. Am J Psychiatry. 2006;163:185---94.
integridad de la profesión y preservar la confianza pública 10. Lexchin J, Bero LA, Djulbegovic B, Clarke O. Pharmaceutical
en la psiquiatría. La función de estas políticas se centrará industry sponsorship and research outcome and quality: Syste-
en la elaboración de guías que permitan identificar los matic review. BMJ. 2003;326:1167---70.
206 M. Bernardo, M. Martín-Carrasco
11. Choudhry NK, Stelfox HT, Detsky AS. Relationships between blogs.bmj.com/bmjebmspotlight/2018/09/16/cochrane-a-
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Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.). 2019;12(4):207---212
www.elsevier.es/saludmental
ORIGINAL
a
Unidad de hospitalización domiciliaria de CASM Benito Menni, Germanes Hospitalaries, Sant Boi de Llobregat, Barcelona, España
b
Institut de Neuropsiquiatria i Addiccions, Hospital del Mar, Barcelona, España
c
Departamento de Psiquiatría y Medicina Legal, Universitat Autònoma de Barcelona, Barcelona, España
d
Medical Research Institute (IMIM), Hospital del Mar , Barcelona
e
Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), España
https://doi.org/10.1016/j.rpsm.2018.09.003
1888-9891/© 2018 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados.
208 L. Alba Palé et al.
Conclusiones: Los resultados obtenidos en nuestro estudio son consistentes con resultados
reportados en estudios previos. Los equipos de hospitalización domiciliaria han demostrado
ser una alternativa a la hospitalización tradicional. Sin embargo, se necesitan más estudios que
apoyen estos resultados.
© 2018 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados.
KEYWORDS Psychiatric Home Hospitalization Unit of the Hospital del Mar. A crisis resolution
Mental health and home treatment team in Barcelona
services;
Abstract
Crisis intervention;
Introduction: Although home hospitalization has begun to develop widely in recent years there
Community mental
is a notable lack of studies. The following study includes data from the Psychiatric Home Hos-
health services;
pitalization Unit of the Hospital del Mar (HADMar). This program has been running for 2 years
Home care services
and takes place in a socio-demographically depressed area in Barcelona. It receives patients
from community and hospital services. Monitoring is limited in time and at discharge patient
are referred to the ambulatory unit.
Material and methods: All patients visited from 2015 to the present time were selected. A total
of 135 patients were included in the sample. A qualitative descriptive study was carried out in
order to define the socio-demographic characteristics. The severity of symptoms, suicidal risk
and changes in the functionality were considered as clinical outcomes.
Results: The mean age of patients was 44.6 years and there were no gender differences. A total
of 26 patients had a history of suicidal attempts and 11.1% lived alone; 51.1% were diagnosed
with a psychotic disorder. The mean GEP score for the severity of the psychiatric symptoms
was 2.39 and the mean risk of suicide was 0.49. There is an increase in the EEAG score from
admission to discharge, which means an improvement in the functionality of patients.
Conclusions: The results obtained in our study are consistent with previous results. Home crisis
intervention teams have proved to be an alternative to traditional hospitalization. However,
more studies are needed to support these results.
© 2018 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L.U. All rights reserved.
pueden realizar por vía telefónica, fax o por correo elec- agudos convencionales a las 6 semanas y a los 6 meses tras el
trónico. El auxiliar es quien recibe los datos del paciente y alta de la hospitalización domiciliaria y se describieron las
la enfermería especializada, de acuerdo con el psiquiatra, variables sociodemográficas de este subgrupo de pacientes.
valora la pertinencia de la petición y se pone en contacto
con el especialista referente para informar de la aceptación
o rechazo del caso. Los pacientes admitidos son valorados Resultados
por el equipo en un plazo inferior a 48 h, sin que exista en
el momento actual ningún tipo de lista de espera. Tanto el Los resultados obtenidos fueron recogidos en las tablas y
paciente como el cuidador responsable firman un consenti- figuras que se muestran a continuación. La tabla 1 resume
miento informado de ingreso domiciliario. El seguimiento es las características sociodemográficas de la muestra.
limitado en el tiempo, en función de las necesidades de cada La mayoría de los pacientes atendidos se encuentran
caso, con visitas diarias o espaciadas un máximo de 3 días. en la adultez media, a pesar de que la muestra incluye
Durante el seguimiento se mantiene contacto con los refe- también población geriátrica. Todos los pacientes visitados
rentes de Atención Primaria para valoración de problemas son mayores de 18 años. No hay diferencias entre sexos
orgánicos o sociales que puedan surgir. Al alta, se contacta y el nivel de estudios es representativo de la población.
y se coordina una visita de vinculación con la unidad de deri- La mayoría conviven con la familia de origen o la propia y
vación ambulatoria pertinente y se facilita un informe. Por menos del 12% viven solos. Una cuarta parte permanecen
último, antes de cerrar el caso, se confirma que el paciente inactivos laboralmente. Destaca la presencia de antece-
ha acudido a la primera visita de seguimiento ambulatorio. dentes somáticos distintos a la enfermedad psiquiátrica y
El tratamiento agudo domiciliario, que incorpora los Pro- el consumo de tóxicos, que afectan a más de la mitad de
gramas de Resolución de Crisis (PRC), surgió en Reino Unido la muestra. Un 73% de los casos tienen antecedentes de al
a partir de la implementación del plan nacional de salud menos un ingreso en una unidad de agudos de psiquiatría y
en el año 2000, de forma paralela al desarrollo de otros un 20% reportaron episodios de tentativas autolíticas en el
servicios de atención comunitaria como los equipos de inter- pasado. Con relación al tipo de enfermedad psiquiátrica, el
vención temprana y los de tratamiento asertivo comunitario. 51% fueron diagnosticados de trastornos psicóticos y el 36%,
Igual que los PRC ingleses, el HADMar pretende ofrecer una de trastornos afectivos. En cuanto a las características de la
respuesta terapéutica rápida y eficaz dentro de la comuni- asistencia clínica en HADMar, el promedio de seguimiento es
dad a pacientes en momentos de crisis. El seguimiento es de 7 visitas por paciente. La fuente principal de derivación
intensivo y continuado, con visitas frecuentes al domicilio de pacientes es la Unidad de Hospitalización de Agudos,
hasta que sea posible la vinculación a otro dispositivo de seguida por las urgencias psiquiátricas.
seguimiento adecuado para cada caso. Se dirige a personas La media obtenida en la escala GEP para la gravedad de
que, en ausencia de PRC, requerirían de ingreso hospitala- los síntomas psiquiátricos de los pacientes visitados fue de
rio y, además, tiene la finalidad de facilitar la transferencia 2,39 (DE 0,7) y el riesgo potencial de suicidio medio fue
al domicilio de pacientes ya ingresados con el fin de redu- GEP1 = 0,49 (DE 0,75). En ambas subescalas los resultados
cir la estancia hospitalaria. Otras similitudes entre ambos se miden del 0 al 3, con mayor riesgo y gravedad de los
servicios es que los equipos son multidisciplinares, realizan síntomas cuanto mayor sea el número.
intervenciones coordinadas y proporcionan una intervención En la tabla 2 se recogen los cambios en la funcionali-
limitada en el tiempo. Como diferencias, habría que men- dad y la gravedad de los síntomas antes y después de la
cionar limitaciones en cuanto a la disponibilidad y el número intervención. Existe un incremento en la puntuación de
de visitas, con una proporción más elevada de pacientes por la escala EEAG desde que los pacientes son ingresados
profesional. hasta el momento del alta. Este incremento es de casi 15
puntos y representa una mejoría significativa y clínicamente
relevante en la funcionalidad de los pacientes que reciben
Material y métodos tratamiento domiciliario. Además, a 38 de los 69 individuos
del subgrupo de los pacientes con trastorno psicótico se les
Se incluyó a 135 pacientes en la muestra, que conforman realizó una medición de la gravedad de los síntomas con
el total de pacientes visitados por este equipo desde enero la escala PANSS. En el estudio, se recogieron los valores
de 2015 hasta agosto de 2017. Se ha realizado un estudio de la PANSS total en la admisión y al alta en este grupo de
descriptivo cuantitativo con el objetivo de definir las carac- pacientes. Los resultados obtenidos fueron una disminución
terísticas sociodemográficas de la población diana y valorar de 21 puntos en la escala, hecho que supone una mejoría
los resultados clínicos obtenidos. Con este fin, se planteó en la gravedad de los síntomas.
como variable principal la gravedad de los síntomas medida De los 135 pacientes incluidos inicialmente en la muestra,
por la Escala de Gravedad de la Enfermedad Psiquiátrica el seguimiento no pudo realizarse en 2 pacientes debido a un
(GEP) y los cambios en la funcionalidad al ingreso y al alta cambio en la sectorización, pero sí se pudo obtener informa-
medidos a través de la Escala de Evaluación de la Activi- ción después del alta de los 133 pacientes restantes. Durante
dad Global (EEAG). Como variable secundaria se estudió el el seguimiento, se recogieron 12 reingresos y 5 episodios de
riesgo potencial de suicidio evaluado mediante el ítem en la tentativas autolíticas; ninguno de ellos resultó en un suicidio
escala GEP. En el caso de los pacientes con trastorno psicó- consumado. Tras el alta, 42 (31,6%) pacientes precisaron de
tico, se han valorado también cambios en la puntuación total uno o más ingresos en unidades de hospitalización de agudos
de la Positive And Negative Syndrome Scale (PANSS) antes y convencionales. En total se encontraron 57 episodios de
después de la intervención. Además, se analizó también de ingreso en agudos, de los cuales, 25 (43,9%) fueron durante
forma retrospectiva el número de ingresos en unidades de las primeras 6 semanas después del alta y, de estos, 16 (64%)
210 L. Alba Palé et al.
Tabla 1 Características sociodemográficas de la muestra Tabla 2 Cambios en las escalas EEAG y PANSS al ingreso y
al alta
Edad, media (DE) 44,6 (15,4)
Admisión Alta Total (n) p
Sexo, n (%)
Hombre 69 (51,1) EEAG 43,9 (14,7) 59,4 (18,8) 135 <0,05
Mujer 66 (48,9) PANSS total 84,5 (17) 64,1 (21,1) 38 0,002
Nivel de estudios, n (%) EEAG: Escala de Evaluación de la Actividad Global; PANSS: Posi-
Sin estudios 1 (0,7) tive And Negative Syndrome Scale.
Estudios primarios 45 (33,3)
Estudios secundarios 65 (48,1)
ingreso, en contraposición a otras muestras, en las que el
Estudios universitarios 22 (16,3)
género masculino se ha asociado con un incremento en el
Convivencia, n (%) riesgo de ingreso hospitalario. Menos del 10% de los casos
Solo 15 (11,1) habían presentado una oposición activa importante al tra-
Con familia de origen 63 (46,7) tamiento y solo en un 5-12% existía riesgo heteroagresivo6,7 .
Con familia propia 51 (37,8) En cuanto al resto de las variables estudiadas, los resultados
Institucionalizado 1 (0,7) son similares a los hallazgos reportados en estos estudios.
Otros 4 (3) En un 50% de los casos el motivo de consulta fue la presencia
de delirios o alucinaciones y las derivaciones provenían en
Situación laboral, n (%)
su mayoría de las urgencias hospitalarias y de la planta de
Inactivo 34 (25,2)
agudos. El 45% tenía un diagnóstico de trastorno psicótico
Estudiante 7 (5,2)
y el 81% tenía uno o más ingresos previos en unidades
Activo 15 (11,1)
hospitalarias de agudos.
Jubilado 13 (9,6)
Incapacitado/pensionista 30 (22,2)
Otros 35 (25,9) Discusión
Antecedentes somáticos, n (%) 81 (60)
Consumo de tóxicos, n (%) 70 (51,9) Persiste en la actualidad en el sistema de salud mental
Ingresos en Unidad de Agudos, n (%) 99 (73,3) un desequilibrio entre las necesidades asistenciales de los
Intentos autolíticos previos, n (%) 26 (19,3) pacientes y la provisión de servicios comunitarios para el
N.◦ de visitas, media (DE) 7,2 (4,7) tratamiento de la enfermedad psiquiátrica aguda y grave.
Dispositivo de derivación, n (%) Los esfuerzos de la Organización Mundial de la Salud y las
Servicios Sociales 1 (0,7) instituciones europeas por promover políticas basadas en la
CSMA 8 (5,9) comunidad han facilitado la creación de nuevos tipos de
Urgencias 32 (23,7) intervenciones en crisis que han tenido, no obstante, un
Unidad de Crisis 13 (9,6) desarrollo desigual8,9 . En las últimas décadas han surgido
CAP 1 (0,7) de forma exponencial movimientos basados en la interven-
EMSE 2 (1,5) ción temprana de los pacientes con enfermedad mental, que
Unidad de Hospitalización de Agudos 65 (48,1) pretenden no solo reducir la sintomatología sino también
Familia 1 (0,7) preservar la autonomía y la funcionalidad de los pacien-
Otros 11 (8,2) tes. Dentro de estos modelos, la existencia de una atención
al domicilio representa un requisito indispensable en su
Diagnóstico estimado, n (%) implementación10,11 .
Trastorno cognitivo 3 (2,2) Según los datos revisados en nuestro estudio, el modelo
Trastorno por consumo de sustancias 2 (1,5) de atención domiciliaria que se lleva a cabo en el Hos-
Esquizofrenia/trastorno psicótico 69 (51,1) pital del Mar obtendría resultados positivos en cuanto a
Trastorno bipolar 31 (23) la mejoría significativa de los síntomas psiquiátricos y, de
Trastorno depresivo 18 (13,3) forma más discreta, en los niveles de funcionalidad. Es difí-
Trastorno de ansiedad 2 (1,5) cil saber si estos resultados son equiparables a los beneficios
Trastorno de personalidad 5 (3,7) que se obtendrían con la hospitalización, pues no existen
Otros 5 (3,7) hasta el momento estudios suficientes que comparen ambas
CAP: centro de Atención Primaria; CSMA: centro de salud mental intervenciones12 .
de adultos; EMSE: equipo multidisciplinar de soporte especiali- En cuanto a las características sociodemográficas, los
zado. hallazgos reportados indican un perfil de pacientes con
enfermedad mental grave y descompensaciones frecuentes,
congruente con los resultados obtenidos en la escala GEP. No
se produjeron antes de las 24 h. Entre las 6 semanas y los obstante, estos datos contrastan con resultados obtenidos
6 meses se contaron un total de 13 (22,8%) episodios de por otros grupos. Ness et al.13 , en un artículo descriptivo
ingreso y 19 (33,3%) fueron posteriores a los 6 meses. En la sobre un equipo de atención domiciliaria noruego, encontró
tabla 3 se describen las características sociodemográficas que un tercio de los pacientes no presentaban problemas
principales de este subgrupo de pacientes. Destaca un mentales significativos y una quinta parte fueron respuestas
número mayor de mujeres que fueron admitidas para reactivas al estrés. Hasselberg et al.2 publicaron resultados
Unidad de Hospitalización Domiciliaria del Hospital del Mar 211
importantes como los efectos de este tipo de atención sobre 7. Killapsy H, Johnson S, King M, Bebbington P. Developing men-
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www.elsevier.es/saludmental
ORIGINAL
a
Departamento de Estadística e Investigación Operativa, Universidad de Cádiz, Cádiz, España
b
Área de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Cádiz, Cádiz, España
c
Departamento de Enfermería y Fisioterapia, Universidad de Cádiz, Cádiz, España
d
Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), Barcelona, España
e
CIBER Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP)
f
Instituto de Investigación Sanitaria BioDonostia, Salud Mental y Asistencia Psiquiátrica, Guipúzcoa, España
g
Universidad Pompeu Fabra (UPF), Barcelona, España
h
Departamento de Psicología de la Salud, Universidad Miguel Hernández de Elche, Elche, Alicante, España
i
Instituto Universitario de Investigación en Ciencias de la Salud (IUNICS-IDISPA), Universidad de las Islas Baleares, Palma
de Mallorca, España
j
Departamento de Psicología, Universidad Católica de Murcia, Murcia, España
https://doi.org/10.1016/j.rpsm.2017.10.003
1888-9891/© 2017 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados.
214 C. Lagares-Franco et al.
Resultados: Se identificaron 37.793 documentos, de los cuales fueron seleccionados 82. Ningún
estudio define la medida de frecuencia empleada para la conducta suicida, encontrándose
hasta 9 formas diferentes de medirla. La población son estudiantes o población general (66%),
cohortes de nacimiento (16%) y colectivos específicos. El seguimiento fue de 24 semanas hasta
30 años. Solo un 24,1% de los estudios consideró los aspectos éticos.
Conclusiones: Se constata que no existe una sistematización a la hora de medir la frecuencia de
presentación de la conducta suicida. La variabilidad metodológica y terminológica utilizada difi-
culta hacer comparaciones entre los estudios y conocer la verdadera dimensión del problema.
Se insta a los investigadores a realizar un esfuerzo para consensuar las medidas de frecuencia
empleadas en los estudios de cohortes.
© 2017 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados.
KEYWORDS Measures of frequency used in cohorts studies to evaluate the suicidal behaviour
Longitudinal studies; in young people (12-26 years): A systematic review
Suicide;
Abstract
Young people;
Introduction: A priority for the WHO by 2020 is to have reduced the rates of suicide; they indi-
Prevalence;
cate difficulties in giving precise estimations due to a wide variety of factors, which include
Incidence
aspects related to the statistical measurements themselves of suicidal behaviour. The propor-
tion of deaths from suicide is 8.5% among young people between 15-29 years of age.
Objective: To review the methodology used to express the frequency of suicidal behaviour in
young people and to describe the methodological characteristics of the studies reviewed.
Method: A systematic review of longitudinal studies registered on PROSPERO. The extracted
information included the following: year of publication, journal, population size, sample, coun-
try, design, age, percentage of men, follow-up time and losses, suicidal behaviour, risk factors,
ethical aspects, fundamentally, evaluating the measures of frequency used.
Results: Eighty-two articles were selected from 37,793 documents. None of the studies define
the measure of frequency used for suicidal behaviour, there are currently up to 9 different ways
of measuring it. The populations are students or the general population (66%), birth cohorts
(16%) and specific groups. Follow-up was from 24 weeks to 30 years. Only 24.1% of the studies
took ethical aspects into consideration.
Conclusions: Researchers must make an effort to reach an agreement on the measures of fre-
quency used in suicidal behaviour studies, as the methodological and terminological variability
currently used impedes making any comparisons between different studies or understanding
the real dimension of the problem.
© 2017 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L.U. All rights reserved.
medición de su frecuencia, más si tenemos en cuenta que pueden ser usadas como probabilidades estimadas de cier-
solo un 35% de los estados miembros de la OMS tiene regis- tos eventos, y las tasas describen la velocidad y el patrón
tro civil integral con al menos 5 años de datos1 . Todo ello ha de cambio de un proceso dinámico15 . La tabla 1 resume los
dado lugar a una serie de recomendaciones, como optimizar términos y definiciones básicas que aparecen en la literatura
los sistemas de registro de los suicidios1 o utilizar registros referidos a la medición de un fenómeno epidemiológico.
clínicos en lugar de autoinformes y perfeccionar los diseños A priori, los estudios de cohortes deberían definir y justifi-
metodológicos de las diferentes investigaciones14 . car explícitamente qué medida de frecuencia han utilizado
Así, una cuestión a resolver es cómo se distribuye la para estimar la incidencia del comportamiento suicida en
incidencia de la conducta suicida en jóvenes en diferentes jóvenes. Nosotros, al llevar a cabo una revisión sistemática20
países y contextos. Para ello sería necesaria una revisión de para evaluar diferentes factores de riesgo en la conducta
estudios longitudinales, evaluando las tasas de incidencia suicida21 , nos hemos planteado hasta qué punto están bien
de los fenómenos aludidos. El problema es que, en térmi- definidas y son adecuadas las medidas utilizadas. Hasta
nos generales, los investigadores calculan razones de casos donde nosotros conocemos, no existen estudios que revi-
sobre un número total de sujetos, lo que en sentido estricto sen cuáles son las medidas de frecuencia utilizadas en este
sería una proporción y no una tasa. Pero en estadística, las tipo de estudios, qué definiciones aportan de las mismas y
razones, proporciones y tasas están claramente definidas y cómo puede afectar el uso de medidas diferentes a la varia-
no se pueden usar como sinónimos. Las razones son índi- bilidad de la estimación y por tanto a la comparación de las
ces, las proporciones son frecuencias relativas que a menudo cifras.
216 C. Lagares-Franco et al.
Diagrama PRISMA
Identificación
Documentos identificados en la Documentos adicionales identificados
búsqueda en otras fuentes
(n = 35.793) (n = 212)
- No cohortes
- Estudios de neuroimagen, genéticos
o neurobiológicos
- Estudios de valoración de eficacia de
de intervenciones
Artículos de cohortes incluidos - Sin datos originales
(n = 136) - Artículos no encontrados
- Ausencia de respuesta de autores de artículos
en otros idiomas
Artículos excluidos
(n = 54)
Incluido
Se plantea una revisión sistemática de estudios longitu- actualizada para este estudio con trabajos publicados hasta
dinales sobre la conducta suicida en jóvenes con el objetivo el año 2015.
general de analizar cómo se lleva a cabo la medición de su En primer lugar se seleccionaron los documentos utili-
frecuencia de presentación. Así, planteamos como objetivos zando descriptores de tipo MeSH22,23 (longitudinal studies,
específicos: (1) evaluar si existe, en los diferentes traba- risk, deliberat self-harm, antecedent, association, suicid,
jos, una definición formal de las medidas utilizadas para etc.). La búsqueda se realizó en las bases de datos de la
estimar la frecuencia del comportamiento suicida (suicidio, librería Cochrane, Embase, Medline, PsychINFO y en la Web
tentativa e ideación) en población juvenil; (2) presentar los of Science. Además, se realizó una búsqueda en la base de
aspectos metodológicos básicos, de cada uno de ellos, que datos de OpenGrey. La búsqueda fue ampliada utilizando
complementen el dato de la medición, y (3) en su caso, métodos manuales que identificaron 212 referencias proce-
inferir y definir las medidas utilizadas, aportando las cifras dentes de 254 libros y revistas. No se aplicaron restricciones
obtenidas en los diferentes estudios, evaluando si la estima- al lenguaje de publicación. Se realizaron al menos 3 inten-
ción se llevó a cabo teniendo en cuenta factores de riesgo. tos de contactar con autores de artículos escritos en otra
lengua distinta a la inglesa o española.
Método Los criterios que se adoptaron para incluir los documen-
tos en una primera revisión sistemática fueron los siguientes:
Presentamos una revisión crítica de las medidas de fre- (1) contener el suicidio o la tentativa de suicidio como varia-
cuencia del comportamiento suicida en jóvenes en estudios ble dependiente; (2) contener al menos un factor de riesgo
longitudinales procedentes de la revisión sistemática regis- asociado (se excluyeron estudios de neuroimagen, genéti-
trada en PROSPERO22 (Reg: CRD42013005775), que ha sido cos y neurobiológicos); (3) población con edad comprendida
Medidas de frecuencia del comportamiento suicida: revisión sistemática 217
Tabla 2 (continuación)
Tabla 2 (continuación)
Tabla 2 (continuación)
aparece en 26 ocasiones (15,38%); cifras de frecuencia abso- de la medición dependerá del objetivo y del diseño plan-
luta encontradas en 20 ocasiones (11,83%); y la prevalencia teado, pero sí es cierto que la falta de concreción dificulta
a lo largo de la vida en 18 ocasiones (10,65%). En menor la interpretación y la comparabilidad de los resultados. Este
medida han sido utilizadas: tasas de incidencia (7 ocasio- problema de la comparabilidad se puede agudizar cuando
nes; 4,14%); prevalencia de periodo y valor promedio (3 tratamos de contrastar la frecuencia de factores de riesgo
ocasiones, 1,78% respectivamente); y frecuencia absoluta entre diferentes estudios. Así, por ejemplo, si un lector trata
acumulada (2 ocasiones, 1,18%). de evaluar qué factor de riesgo está más asociado con la ten-
La tabla 5 presenta la frecuencia del comportamiento tativa de suicidio, si la orientación sexual o la tentativa de
suicida según los factores de riesgo tenidos en cuenta en suicidio previa, y compara los trabajos de Ferguson (1999)
cada uno de los artículos, encontrando una amplia variedad y Wichstrom (2000), podría decir que es el primero (32,1%)
en los mismos. Cuando un factor de riesgo aparecía catego- frente al segundo (7,9%), cuando en realidad no son com-
rizado mostramos su rango de variación. Por otra parte, si parables puesto que el primero es una prevalencia vida y el
el artículo estratificaba sus resultados por grupos de edad, segundo una prevalencia puntual.
incluimos el rango de edad más cercano a la población joven. La conducta suicida es un fenómeno heterogéneo que
Finalmente, al tratarse de estudios longitudinales, algunos requiere para su prevención la mejora continua de las polí-
de larga duración donde existía más de un momento o punto ticas de salud pública24 . A nuestro juicio, y tal y como
de medición, mostramos solo los resultados obtenidos en la señalan otros autores, una de esas mejoras debe centrarse
última estimación llevada a cabo en el estudio original. en el uso adecuado y consensuado de determinados aspectos
metodológicos15,16,18 . En concreto, en el ámbito de la salud
mental ya se han dado recomendaciones orientadas a homo-
Discusión geneizar el uso de las medidas de frecuencia en los estudios
para poder comparar sus resultados25 .
De los resultados de este trabajo se deriva fundamental- En este sentido, la principal aportación de la revisión que
mente la indefinición terminológica y conceptual a la hora de presentamos es que se analizan aspectos metodológicos en
utilizar una medida de frecuencia. La heterogeneidad de las más de 80 trabajos que suponen una amplia representación
medidas utilizadas es amplia, si bien este segundo aspecto de la investigación epidemiológica, en concreto, de estu-
no tiene por qué ser negativo, dado que la variabilidad dios longitudinales sobre el comportamiento suicida. Por
222
Tabla 3 Características principales de los artículos seleccionados
Art. País Diseño Población Años de Edad media Muestra basal % de hombres Tiempo de Número de Consideraciones
seguimiento seguimiento pérdidas éticas
en semanas
(1) Australia Cohorte Estudiantes 1980-1988 15,6 3.130 52,4 416 2.658 ---
(2) EE. UU. --- Estudiantes 1989 16,5 1.710 --- 52 202 Sí
(3 a) Nueva Zelanda --- Población general 1977 --- 1.265 --- 832 311 ---
(3 b) Nueva Zelanda Cohorte Cohorte de 1977-1993 --- 954 --- 832 --- ---
nacimiento
(4) EE. UU. Cohorte Población general 1977-1990 17,9 404 50,65 676 19 ---
(5) Nueva Zelanda Cohorte Población general 1995 18 1.019 --- 936 --- ---
(6) EE. UU. Cohorte Cohorte de 1977-1993 --- 375 50,13 884 --- ---
nacimiento
(7 a) Nueva Zelanda Cohorte Población general 1977 18 1.265 --- 936 240 ---
(7 b) Nueva Zelanda Cohorte Población general 1995 18 1.265 --- 936 240 ---
(8) EE. UU. Cohorte Estudiantes 1986-1989 --- 359 40,67 156 --- ---
(9) Nueva Zelanda Cohorte Población general 1977-1998 21 1.265 --- 1.092 258 ---
(10) Nueva Zelanda Cohorte Cohorte de 1977 --- 965 49,64 1.092 300 ---
nacimiento
(11) Noruega Cohorte Estudiantes 1992-1994 --- 11.918 --- 104 2.239 Sí
(12) EE. UU. Cohorte Estudiantes 1994-1995 --- 26.666 --- 52 7.635 Sí
(13) Nueva Zelanda Cohorte Cohorte de 1977 --- --- --- 1.092 --- ---
nacimiento
(14) EE. UU. Cohorte Estudiantes 1987-1989 --- 1.709 42,8 520 768 ---
(15) EE. UU. Cohorte Sin techo --- 18.3 536 40,60 24 207 ---
(16) EE. UU. Cohorte Cohorte de 1975-1993 22 976 (familias) --- 936 317 (familias) ---
nacimiento
(17) Nueva Zelanda Cohorte Población general 1977-1988 --- 1.265 50,2 --- 202 ---
(18) Nueva Zelanda Cohorte Estudiantes 1972-1973 --- 1.019 50,90 1.352 77 Sí
(19) EE. UU. Cohorte Estudiantes --- --- 1.197 44,10 728 --- ---
(20) EE. UU. Cohorte Lesbianas, gays, --- 17.0 528 55,9 104 167 ---
C. Lagares-Franco et al.
bisexuales y
transgénero
(21a) Nueva Zelanda Cohorte Cohorte de 1977 --- 1.265 --- --- --- ---
nacimiento
Medidas de frecuencia del comportamiento suicida: revisión sistemática
Tabla 3 (continuación)
Art. País Diseño Población Años de Edad media Muestra basal % de hombres Tiempo de Número de Consideraciones
seguimiento seguimiento pérdidas éticas
en semanas
(21b) Nueva Zelanda Cohorte Cohorte de 1977-2002 --- 1.025 61,95 208 --- ---
nacimiento
(21c) Nueva Zelanda Cohorte Cohorte de 1977-2002 --- 1.265 63,12 364 259 ---
nacimiento
(22) Alemania Cohorte Población general 1999 --- 3.021 48,77 84-179 2.088 ---
(23) España Cohorte Estudiantes --- --- 1.766 46,47 104 690 ---
(24) Nueva Zelanda Cohorte Población general 1977 --- 1.265 --- 1.300 262 ---
(25) EE. UU. Cohorte Población general 1995 --- 20.745 --- 364 5.548 ---
(26) EE. UU. Cohorte Estudiantes 1995-1996 16 9.142 47,99 52 --- ---
(27) EE. UU. Cohorte Estudiantes 1999 20,4 3.074 44,60 260 1.364 ---
(28) Nueva Zelanda Cohorte Población general --- --- 1.265 61,90 1.300 240 ---
(29) Canadá Cohorte Población general 1988 21,4 4.488 52,80 1.248 2.804 ---
(30a) Nueva Zelanda Cohorte Población general 1997 --- 1.265 --- 1.300 264 ---
(30b) Nueva Zelanda Cohorte Población general 1977 --- 1.310 50,10 1.300 294 ---
(31) EE. UU. Cohorte Lesbianas, gays, 2002 --- 14.322 46,80 --- 133 ---
bisexuales y
transgénero
(32) Dinamarca Cohorte Población general 1997 --- 138.000 --- 1.352 809.688 ---
(33) China Caso-control Población general --- --- 2.176 65,90 52 1.077 Sí
anidado
(34) EE. UU. Cohorte Estudiantes 1998-2004 --- 4.746 44,91 260 1.074 Sí
(35) Nueva Zelanda Cohorte Cohorte de 1977 --- 1.265 --- 1.300 299 Sí
nacimiento
(36) Noruega Cohorte Estudiantes 1998-2000 14,7 2.792 49,77 52 27 ---
(37) Noruega Caso-control Estudiantes 2005 13.7 2.792 95 260 2.527 ---
anidado
(38) EE. UU. Cohorte Estudiantes 1985-1986 21 2.311 49,76 884 613 ---
(39) Finlandia Cohorte Cohorte de 1981 --- 5.302 --- 1.300 117 Sí
nacimiento
(40) Finlandia Cohorte Población general 1989-2005 --- 6.017 46,45 832 715 ---
(41) Suecia Cohorte Varones 1969-1994 18 1.379.531 100 1.242 246.512 Sí
(42) Canadá Cohorte Población general 1999 --- 2.499 48,9 --- --- ---
(43) EE. UU. Cohorte Población general --- --- 4.175 51,14 52 1.041 ---
(44) Suecia Cohorte Población general 1973-2004 --- 4.311.096 51,38 --- --- ---
(45) Alemania Cohorte Población general 1986-1989 --- 384 46,46 988 59 ---
(46) EE. UU. Cohorte Acosadores-acosados 2002-2004 14,8 2.342 58,19 107-200 2.000 ---
(47) EE. UU. Cohorte Estudiantes 1998-1999 17,2 1.608 44,11 260 448 ---
(48) EE. UU. Cohorte Estudiantes --- 15,4 20.745 --- 364 9.917 ---
(49) EE. UU. Cohorte Estudiantes 1996 --- 14.738 --- --- 1.479 ---
223
224
Tabla 3 (continuación)
Art. País Diseño Población Años de Edad media Muestra basal % de hombres Tiempo de Número de Consideraciones
seguimiento seguimiento pérdidas éticas
en semanas
(50) EE. UU. Cohorte Etnia --- 16,4 1.548 52,03 52 589 ---
(51) Reino Unido Cohorte Estudiantes 1999 --- 2.157 50,1 208 297 Sí
(52) EE. UU. Cohorte Estudiantes --- --- 712 45,11 210 313 ---
(53) Finlandia Cohorte Cohorte de 2000-2002 --- 9.432 64,1 156 9.159 ---
nacimiento
(54) EE. UU. Cohorte Población general 1994-2008 --- 20.715 --- 728 11.303 Sí
(55) Canadá Cohorte Estudiantes 1988 21.4 3.017 53 1.144 1.241 Sí
(56) EE. UU. Cohorte Etnia --- 16,5 295 41,02 156 0 Sí
(57) EE. UU. Cohorte Población general 1994-2002 17,9 6.504 --- 416 1.757 ---
(58) EE. UU. Cohorte Estudiantes 1989 --- 802 47,20 260 --- ---
(59) Irlanda Cohorte Estudiantes --- --- 1.602 55,4 52 629 Sí
(60) Suecia Cohorte Población general 1973-2003 --- 71.595 --- 1.560 13.104 Sí
retrospectiva
(61) Finlandia Cohorte Población general 2005 24 60.007 50,55 832 54.591 ---
(62) EE. UU. Cohorte Estudiantes 1995-1996 17,7 90.118 51,1 47 85.399 ---
(63) Canadá Cohorte Estudiantes 2000-2003 --- 1.582 49,39 104 606 Sí
(64) Canadá Cohorte Población general 1994-2009 --- 16.903 48,9 780 11.407 ---
(65) EE. UU. Cohorte Estudiantes --- 20,3 5.214 40,1 156 854 Sí
(66) Reino Unido Cohorte Cohorte de 1991-1992 16,66 9.384 40,99 104 5.824 ---
nacimiento
(67) EE. UU. Cohorte Población general 1991-2004 --- --- --- 260 --- ---
(68) EE. UU. Cohorte Mujeres --- 19,6 228 0 520 19 Sí
(69) Reino Unido Cohorte Población general 2014 16,7 14.610 --- 936 10.291 Sí
(70) EE. UU. Cohorte Población general 1995-1996 15,76-16,06 15.000 45,35 52 9.684 ---
(71) Canadá Cohorte Cohorte de 2001-2012 16 1.600.000 --- 624 556.042 ---
nacimiento
(72) Reino Unido Cohorte Cohorte de 1991-2008 16,7 14.062 43 832 9.474 ---
nacimiento
(73) EE. UU. Cohorte Estudiantes 1994-2002 22 90.000 47,2 468 76.445 ---
C. Lagares-Franco et al.
(74) Australia Cohorte Estudiantes --- 14,87 14.841 28,4 52 12.945 Sí
(75) EE. UU. Cohorte Población general --- 15,6 1.729 40 260 1.223 ---
(76) EE. UU. Cohorte Mujeres 2003-2014 --- 2.450 0 572 500 ---
(77) EE. UU. Cohorte Americanos negros de 1998-2011 --- 4.017 --- 728 --- ---
suburbios
Medidas de frecuencia del comportamiento suicida: revisión sistemática 225
Tabla 4 Medidas de frecuencia obtenidas en los diferentes artículos cuando no se consideraban factores de riesgo
Art. Rango edad Sin factor de riesgo (número/medida/valor)
Tabla 4 (continuación)
ejemplo, en ella encontramos trabajos que, aun siendo estu- calculó; (2) alertamos sobre los problemas de interpreta-
dios de cohortes en población joven para evaluar el suicidio ción a la hora de comparar las medidas entre los diferentes
consumado, emplean medidas tan diferentes como son un estudios, dada la variabilidad metodológica y terminológica
porcentaje (artículo 23), una incidencia acumulada (artí- existente. De hecho, en muchas ocasiones hemos sido los
culo 29) o una tasa de incidencia (artículo 32), lo que impide propios autores los que hemos tenido que encuadrar el dato
realizar comparaciones. numérico dentro de la definición de la medida de frecuencia
Por tanto, hemos encontrado fundamentalmente una que nos parecía más plausible e incluso, en algunos traba-
serie de cuestiones que creemos necesarias a la hora de jos, con los datos aportados hemos calculado la medida de
interpretar los resultados de los diferentes trabajos por los frecuencia más oportuna.
investigadores y clínicos en esta área. A saber: (1) no existe Hemos observado que, en general, cuando se estudia el
en ninguno de los trabajos evaluados una definición explícita comportamiento suicida con o sin factor de riesgo, los auto-
de la medida de frecuencia utilizada y en muchas ocasiones res se decantan por una frecuencia que en algún caso es
ni en el momento del periodo de seguimiento en el cual se simplemente un número, y en otros casos, una frecuencia
Medidas de frecuencia del comportamiento suicida: revisión sistemática 227
Tabla 5 Medidas de frecuencia obtenidas en los diferentes artículos cuando se consideraban factores de riesgo
Art. Rango edad Factor de riesgo Con factor de riesgo (número/medida/valor)
Tabla 5 (continuación)
Tabla 5 (continuación)
relativa independientemente de que sea una prevalencia, consenso existente en la comunidad científica en cómo
una incidencia acumulada, una prevalencia vida o un sim- medir el comportamiento suicida en estudios longitudi-
ple porcentaje. A veces nos ha sido muy difícil distinguir nales. Este trabajo alerta sobre la necesidad de unificar
entre prevalencia e incidencia acumulada puesto que ambas una estrategia de medición de la incidencia en los estu-
son un porcentaje. Por otro lado, es lógico encontrar tan dios longitudinales del comportamiento suicida. Así, la guía
solo 7 estudios donde se calcule la tasa de incidencia dado STROBE26,27 (Strengthening the Reporting of Observational
que su significado en los estudios de comportamiento sui- studies in Epidemiology) recomienda en su punto octavo
cida es más un término conceptual que real, puesto que en detallar los métodos de medición y especificar la compa-
la práctica resulta difícil recabar la información necesaria rabilidad de los grupos si los hubiese.
para poder estimarla. Por este motivo y por la amplia varie- La limitación fundamental de esta investigación radica
dad de medidas encontradas, no se ha podido llevar a cabo en la propia naturaleza de la misma dada la variabilidad
un metaanálisis. metodológica de los estudios analizados, que incluso no han
En definitiva, el suicidio es un problema de salud pública permitido la realización de un metaanálisis. En contraposi-
del cual la mayor parte de las organizaciones tratan de ción, la principal fortaleza de esta investigación recae en
esclarecer su nosología y describir mejoras en las medidas la exhaustividad de la búsqueda y revisión de trabajos lon-
preventivas, sin embargo, no centran su atención en la nece- gitudinales por parte de un equipo multidisciplinar dentro
saria sistemática para medir su incidencia. La realización del Proyecto Universal que ha posibilitado poner en eviden-
de esta revisión ha puesto de manifiesto la amplia variabili- cia la heterogeneidad del uso de las medidas de frecuencia
dad en las medidas de frecuencia utilizadas, y la falta de epidemiológicas en el comportamiento suicida.
230 C. Lagares-Franco et al.
25. Moreno-Küstner B, Martín C, Almenara J. Revisión crítica de (Strengthening the Reporting of Observational studies in Epi-
las fuentes de variabilidad en la medición de la prevalencia de demiology): directrices para la comunicación de estudios
esquizofrenia. Salud Ment. 2014;37:127---38. observacionales. Gac Sanit. 2008;22:144---50.
26. Von Elm E, Altman DG, Egger M, Pocock SJ, Gotzsche 27. STROBE Statement [consultado 23 Mar 2017]. Disponible en:
PC, Vandenbroucke JP. Declaración de la Iniciativa STROBE https://www.strobe-statement.org/index.php?id=strobe-home
Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.). 2019;12(4):232---241
www.elsevier.es/saludmental
ORIGINAL
a
Facultad de Psicología y Educación, Universidad de Deusto, Bilbao, España
b
Unidad de Psicosis Refractaria, Hospital Psiquiátrico de Álava, Vitoria, España
c
Departamento de Neurociencias, Universidad del País Vasco, Leioa, Bizkaia, España
d
CIBERSAM, Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental, Madrid, España
e
Departamento de Psiquiatría, Hospital Universitario de Álava-Sede Santiago, Vitoria, España
https://doi.org/10.1016/j.rpsm.2019.01.007
1888-9891/© 2019 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados.
Modelo predictivo de la funcionalidad en la esquizofrenia 233
Conclusiones: Los resultados indican que los síntomas negativos y el funcionamiento premór-
bido predicen directamente la funcionalidad, mientras que los factores cognitivos muestran
interacciones más complejas con los síntomas negativos y la funcionalidad. Estos resultados
deberían ser considerados para nuevas estrategias de intervención.
© 2019 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados.
reciente, Hwang et al.25 investigaron las interacciones entre Tabla 1 Características demográficas y clínicas (medias y
insight, funcionamiento ejecutivo, psicopatología y QOL, desviaciones estándar [DE]; frecuencias)
y reflejaron que la severidad de la psicopatología no solo
causa directamente una pobre QOL, sino que también afecta Edad en años, media ± DE 33,78 ± 10,82
de manera adversa al insight. Por otro lado, la función Años de formación, media ± DE 9,4 ± 3,03
ejecutiva desempeñó un papel importante a la hora de Sexo, n (%)
determinar la QOL, no solo directamente, sino también de Varones 138 (83,6)
manera indirecta al influir en la autoevaluación de los efec- Mujeres 27 (16,4)
tos secundarios. Por tanto, un insight y una función ejecutiva Etnia, n (%) 165 (100)
deficientes, causados por un nivel grave de psicopatología, Caucásica
pueden contribuir a un incremento de efectos secundarios Edad de inicio, media ± DE 22,42 ± 6,21
informados, lo cual deriva en una disfunción acumulativa en Tiempo desde el diagnóstico, media ± DE 13,44 ± 9,09
la vida diaria para los pacientes con esquizofrenia crónica. Número de hospitalizaciones, media ± DE 9,51 ± 7,18
De manera similar, Lipkovich et al.31 realizaron un path DSM-IV-TR, n (%)
analysis para examinar si el funcionamiento neurocognitivo Paranoide 153 (78,5)
predice la QOL a través de su efecto sobre los síntomas Desorganizado 16 (8,2)
positivos y negativos. Según sus argumentos, una de las Catatónico 10 (5,1)
limitaciones de este estudio es que los autores utilizaron No específico 16 (8,2)
solamente una única escala como medida de la funciona- PANSS-P, media ± DE 24,09 ± 10,84
lidad, la Heinrichs and Carpenter’s Quality of Life Scale, PANSS-N, media ± DE 26,97 ± 10,7
que ha sido fuertemente asociada con los síntomas negati- PANSS-G, media ± DE 49,63 ± 14,71
vos. Los autores reconocen que la sólida relación encontrada Escala de Depresión de Calgary, media ± DE 3,21 ± 4,53
entre los síntomas negativos y la Escala de Calidad de Vida Escala de Manías de Young, media ± DE 6,78 ± 11,3
puede deberse parcialmente a este solapamiento concep- DAS-WHO, media ± DE 12,79 ± 4.44
tual. Calidad de vida, media ± DE 38,66 ± 26,5
En este estudio tratamos de formular un modelo de la DAS-WHO: Disability Assessment Schedule; DSM-IV: The Diag-
funcionalidad en el estadio crónico de la esquizofrenia, nostic and Statistical Manual of Mental Disorders-IV; PANSS-G:
incluyendo variables clave propuestas por la literatura pre- General Psychopathology from Positive and Negative Syndrome
via, como factores predictivos significativos. Utilizamos MEE Scale; PANSS-N: Negative Symptoms from Positive and Negative
para abordar las asociaciones causales potenciales entre los Syndrome Scale; PANSS-P: Positive Symptoms from Positive and
síntomas clínicos, los factores neurocognitivos (basados en Negative Syndrome Scale.
la iniciativa de MATRICS)32 , el funcionamiento premórbido y
el resultado funcional (en ambas escalas QOL y DAS-WHO, y los pacientes estaban tratados con medicación atípica. Las
en el factor de funcionalidad latente, incluyendo estas dos características sociodemográficas se presentan en la tabla
medidas diferentes). Elegimos a pacientes crónicos estabili- 1. A todos los participantes se les realizó un examen médico
zados debido a que sus síntomas son menos volátiles y a que general, y todos cumplieron los criterios diagnósticos de
las relaciones entre las variables clínicas pueden presumirse esquizofrenia conforme al American Psychiatric Associa-
más estables que las propias de los pacientes en etapas más tion’s Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders,
agudas. A fin de superar las limitaciones de los estudios pre- cuarta edición-TR (DSM-IV-TR)33 , utilizando la Entrevista Clí-
vios, decidimos también incluir más de una medida de la nica Estructurada para DSM-IV (SCID-I). (Los índices kappa
funcionalidad. La comprensión más profunda de los factores de fiabilidad interevaluador oscilaron entre 0,83 y 0,91.) En
que pueden mejorar la funcionalidad ayudará a establecer el momento de la selección, todos los pacientes recibían
los mejores objetivos de tratamiento de la esquizofrenia. fármacos antipsicóticos. Los criterios de exclusión inclu-
Aplicamos MEE para probar simultáneamente una serie yeron antecedentes de inconsciencia significativa, retraso
de posibles hipótesis con respecto a las interrelaciones entre mental, situación neurológica relevante incluyendo enfer-
los factores predictivos de la funcionalidad en los pacientes medad cerebrovascular, hipertensión y déficits sensoriales
esquizofrénicos. La hipótesis que tratamos de examinar fue significativos.
la presencia de roles mediadores entre la falta de insight, los Todos los participantes colaboraron de manera voluntaria
diferentes factores cognitivos, la psicopatología, los datos y otorgaron su consentimiento informado escrito para par-
sociodemográficos y la funcionalidad, y los vínculos entre ticipar en el estudio, cuyo protocolo fue aprobado por el
estas variables mediadoras en los pacientes esquizofrénicos Comité de Ética del Departamento de Salud.
crónicos.
Medidas
Material y métodos
Medidas psicopatológicas
Participantes Los pacientes completaron una entrevista y una evaluación
psiquiátrica, incluyendo las escalas Positive and Nega-
Ciento sesenta y cinco pacientes hospitalizados (días de hos- tive Symptom Scale (PANSS)34 (␣ = 0,64 - ␣ = 0,81), Calgary
pitalización: media: 435,62; DE: 1.307,831). Los pacientes Depression Scale for Schizophrenia (␣ = 0,79)35 y Young
con esquizofrenia se seleccionaron del Hospital Psiquiátrico Mania Scale36 (␣ = 0,88). Se obtuvieron factores positivos
de Álava (HPA), con un rango de edad de 18 a 55 años. Todos y negativos latentes utilizando los ítems de la escala para
Modelo predictivo de la funcionalidad en la esquizofrenia 235
estos constructos (P1 a P7 para síntomas positivos y N1 a N7 se incluyeron en el modelo los síntomas positivos, debido
para síntomas negativos). a la falta de relación que estos parecen tener con la
funcionalidad, tanto directamente como en su papel de
Medidas neuropsicológicas mediadores/moderadores de la relación entre las medi-
La evaluación del funcionamiento neuropsicológico fue rea- das neurocognitivas y funcionalidad. Dicha hipótesis fue
lizada por un neuropsicólogo, que desconocía los síntomas confirmada posteriormente en la presente muestra, y los
psiquiátricos, la discapacidad funcional y los resultados de síntomas positivos mostraron índices de correlación no sig-
QOL. La evaluación neuropsicológica incluyó las siguientes nificativa con la funcionalidad resultante: r = −0,11 −0,14
pruebas: atención (prueba breve de atención37 [␣ = 0,82 - (p > 0,05). Utilizamos MEE para examinar nuestra hipótesis
␣ = 0,91]), memoria verbal (Memoria Lógica I y II de la Wechs- entre los constructos de funcionamiento neurocognitivo, sín-
ler Memory Scale [WMS-III]38 [␣ = 0,81]), funcionamiento tomas negativos, funcionamiento premórbido, insight y QOL
ejecutivo (Wisconsin Card Sorting Test [WCST]39 [␣ = 0,92]), en nuestra muestra. El MEE consiste en una combinación del
memoria de trabajo (Letter and Number Sequencing and análisis de factores confirmatorios (CFA) y el path analy-
Digits Backwards de Wechsler Adult Intelligence Scale sis, entre los factores latentes, para determinar la relación
[WAIS-III]40 [␣ = 0,92]), fluidez semántica y fonológica41 (fia- multinivel entre los factores predictivos de la funcionalidad
bilidad test-retest = 0,92; fiabilidad interevaluador = 0,99), (incluso si se definen como constructos latentes no observa-
velocidad de procesamiento (Stroop Color Naming Test42 dos).
[␣ = 0,89], Digit Symbol Substitution Test40 [fiabilidad test- Los análisis se realizaron utilizando LISREL 8.8050 con
retest de 0,89 a 0,97] y Trail Making Test-Part A [␣ = 0,75]43 ) estimación máxima de probabilidad. Se utilizaron cinco
y memoria visual (Rey Complex Figure44 [fiabilidad intereva- estadísticas diferentes de bondad de ajuste para valorar
luador r = 0,91 - r = 0,96]). Esta estructura de factor cognitivo el ajuste entre los modelos hipotéticos y los datos reales:
ha sido previamente validada45 . índice de ajuste comparativo (CFI), error cuadrático medio
de aproximación (RMSEA), residuo estandarizado cuadrático
Funcionamiento premórbido medio (SRMR), índice de ajuste no normado (NNFI) y estadís-
El funcionamiento premórbido se calculó con la escala Pre- tico 2 escalado de Satorra-Bentler para ajuste de los datos
morbid Adjustment Scale (PAS)46 (␣ = 0,85). Dicha escala es no normales. Los valores ausentes se imputaron utilizando el
una escala de clasificación diseñada para evaluar el nivel algoritmo Expectation-Maximization (EM), dado que se asu-
de funcionamiento en cuatro grandes áreas de los diversos mió que los datos «faltan al azar» (prueba MCAR de Little:
periodos de la vida del sujeto: accesibilidad social, aisla- 2 = 292,074; p = 0,1). Las frecuencias de los datos ausentes
miento, relaciones con homólogos, capacidad de funcionar oscilaron entre el 0,6 y el 5,5%, dependiendo de la variable.
fuera del núcleo familiar y capacidad de entablar lazos ínti- RMSEA indica el ajuste del modelo a la matriz de cova-
mos socio-sexuales. rianza y representa la raíz cuadrada de la cantidad media en
que difieren las covarianzas con respecto a sus estimaciones,
derivadas del modelo de factor planteado. El CFI compara
Discapacidad funcional el modelo final con un modelo nulo de independencia, que
La discapacidad funcional se valoró utilizando la escala Disa- asume que todas las variables no se correlacionan con la
bility Assessment Schedule (DAS-WHO)47 (␣ = 0,71 a 0,94), variable dependiente. Los valores de RMSEA y SRMR inferio-
que consiste en una escala de tipo Likert; las puntuaciones res a 0,05 indican una cercanía muy ajustada, mientras que
oscilaron entre 0 (ausencia de discapacidad) y 5 (máxima los valores superiores a 0,08 indican un error de aproxima-
discapacidad). La puntuación 1 indica ya un grado de disca- ción razonable51 . Los valores de NNFI y CFI iguales a 0,9 o
pacidad. Como la escala consta de 4 ítems, 20 es el máximo más indican un buen ajuste, mientras que un valor igual 0,95
de discapacidad posible. Cada puntuación superior a 12 se o más indica un ajuste cercano50,52 .
interpreta normalmente como un deterioro funcional grave
en la literatura. DAS-WHO ofrece indicadores de cuatro
dominios caracterizados: gestión de autocuidados, compe- Resultados
tencia social, funcionalidad vocacional y contacto familiar.
Modelado de ecuaciones estructurales para
Calidad de vida relaciones entre neurocognición, síntomas clínicos,
La calidad de vida se evaluó utilizando la Quality of funcionamiento premórbido y calidad de vida
Life Scale48 (␣ = 0,82 - 0,92), que consiste en una entre-
vista semiestructurada de evaluación clínica que incluye El análisis factorial confirmatorio (CFA) reflejó que todas
21 ítems evaluados por el clínico sobre una escala de las variables medidas contribuyeron significativamente a
7 puntos. Esta escala ofrece cuatro dominios diferentes sus respectivos factores latentes de dominios neurocog-
del funcionamiento: funcionamiento del rol instrumen- nitivos, síntomas negativos, funcionamiento premórbido y
tal, fundamento intrapsíquico, relaciones interpersonales y QOL. Todas las cargas factoriales oscilaron entre 0,53 y 0,99
objetos/actividades. (valores estandarizados), lo cual indica que los constructos
latentes son fiables. Nuestros resultados respaldan la arqui-
Análisis de los datos tectura latente propuesta por la iniciativa de MATRICS en
Basándonos en la literatura previa2,4,5,12,16,17,31,49 , el modelo cuanto a los factores neurocognitivos. Una diferencia rele-
hipotético a probar incluyó medidas neurocognitivas y vante es que nosotros incluimos la fluidez verbal como un
síntomas negativos como factores predictivos de la funciona- factor separado, en lugar de considerarlo parte del factor
lidad. Considerando la literatura citada anteriormente, no de velocidad de procesamiento. El motivo de ello se basa en
236 N. Ojeda et al.
Figura 1 Modelo interactivo entre los factores cognitivos, síntomas clínicos, funcionamiento premórbido y calidad de vida en
pacientes esquizofrénicos.
Digit-Sy: Digit Symbol; LM-LT: memoria lógica a largo plazo; LM-ST: memoria lógica a corto plazo; N1: síntomas negativos de ítem
1; N2: síntomas negativos de ítem 2; N3: síntomas negativos de ítem 3; N4: síntomas negativos de ítem 4; N5: síntomas negativos
de ítem 5; N6: síntomas negativos de ítem 6; N7: síntomas negativos de ítem 7; PAS: escala de ajuste premórbido; PAS-1: escala
de ajuste premórbido ítem 1; PAS-2: escala de ajuste premórbido ítem 2; PAS-3: escala de ajuste premórbido ítem 3; PF: fluidez
fonética; PS: velocidad de procesamiento; QoL: calidad de vida; SF: fluidez semántica; Stroop-C: Stroop Color; TMT-A: test del
trazo parte A; VF: fluidez verbal; VM: memoria verbal.
los estudios previos realizados por nuestro grupo, que mues- eliminó de todas las pruebas de modelos posteriores. En
tran que la fluidez verbal puede contribuir a la estructura del cuanto a los factores cognitivos, muchos guardaron una rela-
CFA como un factor independiente53 . El resto de los indica- ción significativa con la QOL de manera directa, como en
dores reflejaron también cargas elevadas sobre sus factores el caso de la fluidez verbal, la memoria verbal y la veloci-
latentes respectivos (fig. 1). dad de procesamiento, o indirecta a través de la interacción
El path analysis de las variables sociodemográficas, sín- con los síntomas negativos en el caso de la fluidez ver-
tomas positivos, funciones ejecutivas e insight con respecto bal. El modelo final obtenido para QOL se presenta en la
a QOL no fue estadísticamente significativo, y por tanto se figura 1, y reflejó muy buenos índices de bondad de ajuste
Modelo predictivo de la funcionalidad en la esquizofrenia 237
Figura 2 Modelo interactivo entre factores cognitivos, síntomas clínicos, funcionamiento premórbido y discapacidad funcional en
pacientes esquizofrénicos.Digit-Sy: Digit Symbol; N1: síntomas negativos de ítem 1; N2: síntomas negativos de ítem 2; N3: síntomas
negativos de ítem 3; N4: síntomas negativos de ítem 4; N5: síntomas negativos de ítem 5; N6: síntomas negativos de ítem 6; N7:
síntomas negativos de ítem 7; PAS: escala de ajuste premórbido; PAS-1: escala de ajuste premórbido ítem 1; PAS-2: escala de ajuste
premórbido ítem 2; PAS-3: escala de ajuste premórbido ítem 3; PF: fluidez fonética; PS: velocidad de procesamiento; SF: fluidez
semántica; Stroop-C: Stroop Color; TMT-A: test del trazo parte A; VF: fluidez verbal.
(2 escalado de Satorra-Bentler = 420,41; RMSEA = 0,08; probamos las posibles interacciones entre datos sociode-
SRMR = 0,11; NNFI = 0,96; CFI = 0,97). mográficos, síntomas positivos, insight y DAS-WHO, que no
resultaron significativos.
Figura 3 Modelo interactivo entre factores cognitivos, síntomas clínicos, funcionamiento premórbido y funcionalidad general en
pacientes esquizofrénicos.
Digit-Sy: Digit Symbol; LM-LT: memoria lógica a largo plazo; LM-ST: memoria lógica a corto plazo; N1: síntomas negativos de ítem
1; N2: síntomas negativos de ítem 2; N3: síntomas negativos de ítem 3; N4: síntomas negativos de ítem 4; N5: síntomas negativos
de ítem 5; N6: síntomas negativos de ítem 6; N7: síntomas negativos de ítem 7; PAS: escala de ajuste premórbido; PAS-1: escala
de ajuste premórbido ítem 1; PAS-2: escala de ajuste premórbido ítem 2; PAS-3: escala de ajuste premórbido ítem 3; PF: fluidez
fonética; PS: velocidad de procesamiento; SF: fluidez semántica; Stroop-C: Stroop Color; TMT-A: test del trazo parte A; VF: fluidez
verbal; VM: memoria verbal.
correlación entre FD y QOL fue muy alto (−0,74; p < 0,001), medidas. Este modelo también reflejó buenos índices de
lo cual sugiere que podrían compartir una varianza común bondad de ajuste (2 escalado de Satorra-Bentler = 604,83;
y, por tanto, podrían representar parcialmente un factor RMSEA = 0,08; SRMR = 0,11; NNFI = 0,96; CFI = 0,97).
latente de funcionalidad global. Por tanto, confirmando la
existencia de un solo factor latente de funcionalidad podría
aportarnos datos adicionales, y podría probar también la Discusión
fortaleza del modelo.
Como se refleja en la figura 3, nuestros resultados El objetivo de este estudio fue examinar las relaciones com-
respaldan la posibilidad de un factor latente de funciona- plejas entre el funcionamiento neurocognitivo, los síntomas
lidad general compuesto por indicadores de las diferentes negativos, el funcionamiento premórbido y su impacto sobre
Modelo predictivo de la funcionalidad en la esquizofrenia 239
la discapacidad funcional y la QOL. Nuestro estudio ilus- contribución. Otra diferencia importante entre estos dos
tra la complejidad de las relaciones entre estos factores estudios es que Hwang et al. incluyeron el funcionamiento
en la esquizofrenia. Como sugieren nuestros resultados, ejecutivo como la única medida de la cognición, mien-
los factores neurocognitivos causan una débil funcionali- tras que nuestro estudio consideró el rol de seis factores
dad directamente, y también indirectamente a través de su cognitivos independientes. Como se ha reportado en un estu-
influencia sobre los síntomas negativos en esta población. De dio reciente13 , nosotros encontramos que muchos factores
manera más específica, la debilidad de la velocidad de pro- cognitivos, exceptuando los procedentes de las funciones
cesamiento y la memoria verbal guardó una relación directa ejecutivas, han contribuido significativamente. En especial
con el deterioro de QOL y el resultado funcional, mientras la velocidad de procesamiento, la memoria verbal y la flui-
que la fluidez verbal se asoció a QOL y FD, tanto directa dez verbal jugaron un papel relevante en los modelos.
como indirectamente, a través de los síntomas negativos. Los resultados del presente estudio deben contemplarse
El funcionamiento premórbido guardó también una relación en el contexto de las siguientes limitaciones. En primer
directa con QOL en pacientes con esquizofrenia crónica. lugar, aunque el tamaño de la muestra era grande, solo
Las funciones ejecutivas y los síntomas positivos no refle- estaba formado por pacientes crónicos hospitalizados, y
jaron una asociación con QOL y FD, de manera directa o posiblemente incluía a los pacientes con mayor afectación,
indirecta. También encontramos resultados similares y con- en comparación con los pacientes crónicos ambulatorios, lo
sistentes en cuanto a discapacidad funcional (DAS-WHO) y la cual reduce la generalización de los resultados. En segundo
medida latente de la funcionalidad (que incluyó indicadores lugar, la estimación de IQ no se consideró como un crite-
tanto para las escalas DAS-WHO como QOL). rio de inclusión/exclusión para el presente estudio, lo cual
Estos hallazgos guardan consistencia, de alguna manera, favorece la heterogeneidad del estatus cognitivo a lo largo
con los estudios previos. Por ejemplo, un estudio reciente31 de toda la muestra. Por último, con relación a las medi-
que realizó un path analysis en la esquizofrenia reflejó que das clínicas y de funcionalidad, utilizamos PANSS con el fin
los síntomas cognitivos (y en especial la velocidad de proce- de medir los síntomas negativos, en lugar de utilizar esca-
samiento) predecían la QOL a través de su efecto sobre los las más específicas, como Brief Negative Symptom Scale
síntomas negativos. Sin embargo, Lipkovich et al.31 realiza- (BNSS) o Clinical Assessment Interview for Negative Symp-
ron únicamente un path analysis en lugar de un modelado toms (CAINS), que podrían haber afectado a las puntuaciones
completo de ecuaciones estructurales. Otra gran diferen- obtenidas. Del mismo modo, las medidas utilizadas para
cia con este estudio es que nosotros no encontramos una valorar la funcionalidad de los pacientes no eran especí-
ruta significativa entre los síntomas positivos y la funciona- ficas de la esquizofrenia, y como en el caso de la escala
lidad en nuestra muestra. Sin embargo, nuestros resultados WHO-DAS, se midieron más dimensiones/constructos gene-
relativos a la sintomatología positiva, y su falta de aso- rales diferentes a la funcionalidad. Dicho esto, la utilización
ciación significativa con la funcionalidad, son consistentes de medidas más específicas podría haber originado pun-
con muchos enfoques previos de vinculación simple en la tuaciones más precisas, especialmente en relación con los
literatura5,6,53-55 . síntomas negativos y a la funcionalidad, en esta muestra.
Hasta donde conocen los autores, este es el primer estu-
dio que ha utilizado MEE para analizar la relación entre
la estructura de los factores cognitivos propuesta por la Conclusiones
iniciativa de MATRICS, el funcionamiento premórbido y los
síntomas negativos con relación con la funcionalidad (inclu- En nuestra opinión, la inclusión en este estudio de dos medi-
yendo la QOL y la discapacidad funcional) en el mismo das de la funcionalidad (las escalas QOL y DAS-WHO) y la
modelo para la esquizofrenia crónica. El valor predictivo creación de un factor latente de la funcionalidad han con-
reflejado por los factores neurocognitivos parece especial- tribuido a fortalecer los resultados. Dicho de otro modo,
mente relevante al compararse con la contribución de los encontramos evidencia acerca de los factores predictivos
síntomas negativos, ya que son medidas más objetivas y clínicos y neurocognitivos para un constructo latente, que
no se solapan conceptualmente al medirse. El análisis CFA representan la varianza que tienen en común las diferen-
resalta la independencia entre los factores cognitivos en sí tes escalas. En su conjunto, estos resultados respaldan la
mismos. Como se ha dicho anteriormente31 , la fuerte rela- inclusión de objetivos adicionales en la planificación del tra-
ción entre los síntomas negativos y la Escala de Calidad de tamiento de los pacientes esquizofrénicos, que abordan los
Vida puede haberse debido, en parte, a este solapamiento déficits cognitivos y los síntomas negativos60-65 , en particular
conceptual. para los pacientes con esquizofrenia crónica66,67 .
Un punto interesante que no han considerado los anterio-
res path analysis, o estudios MEE6,28,49,56-58 , fue la inclusión
del funcionamiento premórbido como factor predictivo de Conflicto de intereses
la funcionalidad en la esquizofrenia21,22,59 . Nuestros datos
añaden más evidencia a su relevancia, con relación a la fun- Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
cionalidad final en el curso del trastorno en los tres modelos
probados.
Hwang et al.25 reportaron que la psicopatología, el Bibliografía
insight, los efectos secundarios y el funcionamiento ejecu-
tivo interactúan de modo complejo para predecir la QOL. 1. Holshausen K, Bowie CR, Mausbach BT, Patterson TL, Harvey PD.
Nosotros no incluimos los efectos secundarios de la medi- Neurocognition, functional capacity, and functional outcomes:
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www.elsevier.es/saludmental
ORIGINAL
a
Centro de Salud Mental, Departamento de Psiquiatría, Fundación Jiménez Díaz, Madrid, España
b
Centro de Salud Mental Infantojuvenil, Departamento de Psiquiatría, Fundación Jiménez Díaz, Madrid, España
https://doi.org/10.1016/j.rpsm.2018.07.001
1888-9891/© 2018 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados.
El perfil de disregulación del SDQ y su relación con conductas y pensamientos 243
SDQ-DP. El SDQ ha mostrado similares características psi- noviembre de 2011 y octubre de 2012. Se excluyeron los
cométricas que el CBCL, además de ser más sencillo de sujetos menores de 11 años y aquellos cuyos responsables
aplicar16---19 . Los estudios en torno al SDQ-DP han mostrado legales no podían comprender los cuestionarios. También
una adecuada validez11,20 , a la vez que se han encontrado se descartaron aquellos sujetos que no terminaron de
similares prevalencias y correlatos con psicopatología que completar los cuestionarios. La muestra final consistió en
en los estudios que utilizaron el CBCL-DP10 . 239 sujetos. Análisis comparativos entre el grupo de pacien-
Igualmente, se ha probado la relación entre una mayor tes excluidos y la muestra final mostraron que no existían
intensidad de DP y unas mayores limitaciones funciona- diferencias en las principales características psicosocia-
les, así como una mayor severidad de los síntomas20 . Su les y clínicas (edad, sexo, etnia, acontecimientos vitales
presencia en la infancia y la adolescencia parece estar rela- estresantes, limitaciones funcionales, nivel socioeconó-
cionada con un mayor riesgo de desarrollo de psicopatología, mico, organización familiar, diagnósticos, historia personal
trastornos emocionales, problemas de consumo de sustan- y familiar de suicidio, niveles de ideación suicida, planes
cias, así como rasgos de personalidad desadaptativos en la suicidas, gestos suicidas, intentos de suicidio y autolesiones
adultez20---24 . No obstante, la relación entre las conductas sin intención suicida). Únicamente se encontraron diferen-
suicidas y el DP es un campo de estudio aún en desarrollo. cias significativas en la subescala Pensamientos acerca de
Los escasos estudios hasta la fecha acerca de la rela- autolesiones sin intención suicida, de la Entrevista sobre
ción entre el CBCL-DP y las conductas suicidas apuntan a Conductas y Pensamientos Autolesivos (SITBI, por «Self-
un mayor riesgo de ideación suicida e intentos de suicidio Injurious Thoughts and Behaviors Interview»)8 (2 = 3,875,
en niños y adolescentes con mayores niveles de CBCL-DP. Se Df = 1, p = 0,049).
han observado mayores conductas suicidas en el grupo con El estudio fue aprobado por el Comité de Ética de la
mayores niveles de CBCL-DP, en estudios con muestra clínica Fundación Jiménez Díaz y se ha llevado a cabo según los
y no clínica de adolescentes de entre 11 y 18 años en Esta- estándares éticos recogidos en la Declaración de Helsinki
dos Unidos20 . Un estudio longitudinal con muestra clínica en de 1964 y sus posteriores correcciones. Se obtuvo el con-
Alemania mostró una mayor cantidad de intentos de suici- sentimiento informado de todos los participantes y de sus
dio e ideación suicida aguda a los 19 años de edad entre representantes legales.
aquellos sujetos que mostraron mayores niveles de CBCL-
DP cuando fueron evaluados a los 8 y 11 años de edad22 .
Igualmente, se ha detectado que mayores niveles de CBCL- Instrumentos
DP podrían actuar como un indicador de mayor frecuencia
y severidad de ideación suicida en una amplia muestra de Se aplicó la versión española de la SITBI8,26 a todos los suje-
sujetos entre 6 y 18 años24 . Finalmente, en un estudio lon- tos. Se trata de una entrevista estructurada que evalúa la
gitudinal de 23 años de duración con jóvenes en riesgo de presencia, la frecuencia y otras características de las dife-
trastorno afectivo mayor se observó que aquellos sujetos rentes experiencias suicidas: la ideación suicida, los planes
con mayores niveles de trastorno bipolar pediátrico eva- suicidas, los gestos suicidas, los intentos de suicidio y las
luado con el CBCL (el llamado CDCL-JBD, cuya equivalencia autolesiones sin intención suicida.
con el DP ha sido probada posteriormente) mostraron mayo- Igualmente, se administró a los representantes legales
res niveles de pensamientos y conductas suicidas a lo largo de los sujetos la versión española del SDQ, en su versión
del desarrollo25 . No obstante, estos trabajos no diferencian para padres15 . El SDQ es un cuestionario compuesto por
claramente entre ideación suicida y planes suicidas, o entre 25 ítems tipo Likert, que proporciona información acerca
gestos suicidas, intentos suicidas y conductas autolesivas sin de 5 subescalas. Las primeras 4 evalúan síntomas emocio-
intención suicida. Dado que los resultados apuntan a que la nales, problemas conductuales, hiperactividad y problemas
presencia de DP puede actuar como factor de riesgo en dife- de relación con iguales, mientras que la quinta subescala
rentes aspectos de la conducta suicida, resulta importante evalúa conductas prosociales. El DP que se obtiene de
poder diferenciarlos. Además, hasta la fecha, los autores esta escala (SDQ-DP) se calcula a partir de 2 de los ítems
no han encontrado literatura acerca de la relación entre las de la subescala de síntomas emocionales, 2 ítems de la
conductas suicidas y la presencia de DP evaluado con el SDQ- subescala de problemas conductuales y un ítem de la subes-
DP. El objetivo del presente estudio es, por tanto, estudiar cala de hiperactividad11 . El punto de corte recomendado
la relación entre la presencia de DP, evaluado con SDQ-DP, para definir el SDQ-DP es ≥ 5 (sensibilidad = 94,6%; espe-
y la prevalencia de los pensamientos y conductas suicidas cificidad = 80%; alfa de Cronbach = 0,52)11 . En el presente
en una muestra clínica de adolescentes. La hipótesis que se estudio se utilizó este punto de corte, definido por Holt-
baraja es que aquellos adolescentes con mayores niveles de mann et al.11 como criterio para distinguir entre el grupo
DP mostrarán mayor cantidad de pensamientos y conductas de adolescentes con mayores niveles de DP y el grupo de
suicidas que los adolescentes con menores niveles de DP. adolescentes con menores niveles de DP (grupos SDQ DP y
SDQ NO DP, respectivamente).
Se aplicó la Escala de Acontecimientos Vitales
Métodos Estresantes27 para obtener información acerca de estresores
vitales. En este caso, los adolescentes deben responder
Muestra si un determinado acontecimiento les ha ocurrido en los
últimos 3 años.
Se seleccionaron 267 sujetos que acudieron a las consul- Finalmente se recogió información acerca de datos
tas externas de salud mental infantojuvenil del Servicio de sociodemográficos, factores evolutivos, historia médica y
Psiquiatría de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid) entre antecedentes de salud mental y de tratamiento, tanto
El perfil de disregulación del SDQ y su relación con conductas y pensamientos 245
personales como familiares, a través de una entrevista en las subescalas Ideación suicida, Gestos suicidas, Intentos
semiestructurada. Los clínicos que atendieron a los sujetos de suicidio y Conductas autolesivas sin intención suicida.
también completaron la Escala de Evaluación Global para
Menores (C-GAS, de «Children’s Global Assessment Scale»28 ). Estudios de regresión
Esta escala permite hacer una estimación de la severidad de
la sintomatología de un paciente.
Los resultados de los estudios de regresión logística se
encuentran recogidos en la tabla 3. El primer modelo
Análisis de datos de regresión logística, que examina la relación entre el
nivel de SDQ-DP y la escala SITBI, mostró significación para
Se aplicaron las pruebas de Chi-cuadrado y t de Student las variables «planes suicidas» (t = 4,553, gl = 1, p = 0,033),
para estudiar las diferencias en cuanto a sexo, edad, datos «gestos suicidas» (t = 7,590, gl = 1, p = 0,006), «intentos de
sociodemográficos, acontecimientos vitales estresantes y suicidio» (t = 8,978, Df = 1, p = 0,003) y «autolesiones sin
puntuaciones en las escalas SITBI y C-GAS, en función del intención suicida» (t = 4,425, gl = 1, p = 0,035). El segundo
grupo (SDQ DP frente a SDQ NO DP). modelo de regresión logística continuó siendo signifi-
Una vez que se identificaron las variables de interés, cativo para las subescalas «gestos suicidas» (t = 6,580,
se llevó a cabo un análisis de datos por pasos, similar al gl = 1, p = 0,010) e «intentos de suicidio» (t = 8,990, gl = 1,
realizado por Holtmann et al.22 : se aplicaron modelos de p = 0,003).
regresión logística para examinar la relación entre las pun-
tuaciones en SDQ-DP y la escala SITBI, en 2 pasos. En el Discusión
primer modelo se introdujeron como covariables los acon-
tecimientos vitales estresantes y el género, lo que permitió En el presente trabajo se ha llevado a cabo un estudio obser-
estimar el efecto de SDQ-DP independientemente de estas vacional transversal que permitiera conocer la prevalencia
2 variables, que podrían actuar como potenciales variables de los diferentes pensamientos y conductas de la experien-
de confusión. En el segundo modelo se introdujo también la cia suicida en una muestra clínica de adolescentes con un
puntuación C-GAS como covariable, lo que permitió contro- elevado nivel de SDQ-DP, en comparación con adolescentes
lar el posible efecto del nivel de funcionamiento psicosocial con bajos niveles de SDQ-DP.
en la relación. Los principales resultados apuntan a que, en primer lugar,
los adolescentes con mayores niveles de DP muestran signi-
Resultados ficativamente más riesgo de planes suicidas, gestos suicidas
e intentos de suicidio que aquellos con menores niveles de
Características de la muestra DP. Estos resultados concuerdan con los datos recogidos en
la literatura previa20,22,24,25 , que apuntaba la relación entre
La muestra final se compuso de 239 sujetos (63,6% hombres, el DP evaluado y el CBCL-DP y un mayor riesgo de presentar
IC 95% 57,33-69,44; 36,4% mujeres, IC 95% 30,56-42,67) con pensamientos y conductas suicidas. No obstante, los resul-
edades comprendidas entre los 11 y los 17 años (M = 14,11, tados del presente estudio permiten distinguir con mayor
DT = 1,92). La mayor parte de los sujetos eran caucásicos especificidad qué tipos de conductas y pensamientos de la
(92,9%, IC 95% 83,12-91,42), vivían con su familia de ori- experiencia suicida están relacionados con DP. En concreto,
gen (88,6%, IC 95% 83,12-91,42) y vivían en una familia permiten identificar el DP como factor de riesgo específica-
con ingresos superiores a los 2.000 D mensuales (57,5%, IC mente para los planes de suicidio, los gestos suicidas y los
95% 50,34-64,41). El 7,2% de los sujetos (IC 95% 4,99-11,09; intentos de suicidio, lo que resalta el papel de los problemas
n = 17) era adoptado y el 43,2% (IC 95% 36,57-49,02; n = 102) en autorregulación que pueden encontrarse tras este tipo de
había repetido al menos un curso escolar. conductas14 .
En segundo lugar, los resultados han permitido observar
que los adolescentes con mayores niveles de DP tien-
Estudios comparativos SDQ-DP den a presentar también más riesgo de autolesiones que
aquellos con menores niveles de DP. Este resultado es
El 24,3% de los sujetos (IC 95% 19,27-30,08; n = 58) mostró novedoso, ya que en estudios previos hasta la fecha no
niveles de DP elevados (el denominado «grupo SDQ DP»), se había realizado la distinción entre conductas suicidas
mientras que el 75,7% de los sujetos (IC 95% 69,92- y autolesiones13,20,22,24,25 . Tras una búsqueda bibliográfica
80,73; n = 181) mostró bajos niveles de DP (el denominado exhaustiva, los autores solo han encontrado 2 trabajos
«grupo SDQ NO DP»). Las características sociodemográficas acerca de la relación entre las autolesiones y el SDQ, aun-
de ambos grupos están recogidas en la tabla 1. Únicamente que no específicamente con el SDQ-DP. En dichos trabajos
se encontraron diferencias significativas entre ambos grupos se encontró una relación bidireccional entre la gravedad de
en función del sexo (2 = 6,473, gl = 1, p = 0,011). la psicopatología y las autolesiones únicamente entre las
La distribución de los diagnósticos se encuentra recogida niñas29 , y una relación entre el nivel de estrés psicológico
en la tabla 2. No se encontraron diferencias significativas percibido y las autolesiones en un grupo de adolescentes
entre los 2 grupos en función del diagnóstico (2 = 6,169, alemanes30 .
gl = 5, p = 0,290). La distribución de la prevalencia de las Resulta destacable que en el presente trabajo la aso-
conductas suicidas y autolesiones, evaluadas con la escala ciación más fuerte y consistente ocurre entre el grupo con
SITBI, se encuentra recogida en la tabla 2. El grupo SDQ DP elevado DP y los gestos suicidas y los intentos de suicidio. La
mostró significativamente mayores niveles de prevalencia relación ente DP y la ideación suicida, los planes de suicidio
246
Tabla 1 Características sociodemográficas de la muestra, categorizada en función del SDQ-DP
SDQ DP, n (%, IC 95%) SDQ NO DP, n (%, IC 95%) Total
Muestra 58 (24,27, 19,27-30,08) 181 (75,73, 69,92-80,73) N = 239 (100%)
Media (DT) Media (DT) Media (DT) t gl p, prueba t de Student
Edad (rango: 11-17 años) 14,23 (2,009) 14,08 (1,899) 14,11 (1,922) −0,515 236 0,607
n (%, IC 95%) n (%, IC 95%) n (%, IC 95%) 2 gl p, prueba Chi-cuadrado
Sexo 6,473 1 0,011
Varones 45 (77,6, 65,34-86,41) 107 (59,1, 51,84-66,02) 152 (63,6, 57,33-69,44)
Mujeres 13 (22,4, 13,59-34,66) 74 (40,9, 33,98-48,16) 87 (36,4, 30,56-42,67)
Complicaciones obstétricas y perinatales
Prenatal (sí) 31 (59,6, 40,8-65,67) 79 (46,5, 36,63-50,93) 110 (49,5, 39,82-52,36) 2,752 1 0,097
Perinatal (sí) 17 (32,1, 19,18-42,01) 58 (33, 25,68-39,15) 75 (32,8, 25,83-37,52) 0,014 1 0,905
Posnatal (sí) 2 (3,7, 0,95-11,73) 13 (7,6, 3,82-11,23) 15 (6,7, 3,84-10,1) 1,003 1 0,317
Etnia 3,211 5 0,668
Caucásica 53 (96,4, 81,36-96,26) 157 (91,8, 81,03-90,93) 210 (92,9, 83,12-91,42)
Latinoamericana 0 (0,00, 0,0-0,62) 1 (0,6, 0,1-3,06) 1 (0,4, 0,07-2,33)
Asiática 0 (0,00, 0,0-0,62) 1 (0,6, 0,1-3,06) 1 (0,4, 0,07-2,33)
Gitana 0 (0,00, 0,0-0,62) 2 (1,2, 0,3-3,94) 2 (0,9, 0,23-3)
Negra 1 (1,8, 0,31-9,14) 1 (0,6, 0,1-3,06) 2 (0,9, 0,23-3)
Otras 1 (1,8, 0,31-9,14) 9 (5,3, 2,64-9,18) 10 (4,4, 2,29-7,53)
Rendimiento académico 1,795 1 0,180
Curso escolar repetido (sí) 29 (50,9, 37,54-62,46) 73 (40,8, 33,46-47,61) 102 (43,2, 36,57-49,02)
Adoptado
Sí 5 (8,8, 3,74-18,64) 12 (6,7, 3,83-11,23) 17 (7,2, 4,99-11,09) 0,265 1 0,607
Nivel educativo de la madre 0,460 3 0,928
Sin formación 3 (5,2, 1,77-14,14) 6 (3,4, 1,53-7,04) 9 (3,8, 1,99-7)
Educación primaria 11 (19, 10,93-30,85) 32 (18, 12,81-23,89) 43 (18, 13,64-23,36)
Educación secundaria 18 (31, 20,62-43,80) 59 (33,1, 26,19-39,73) 77 (32,6, 26,61-38,38)
Formación universitaria 26 (44,8, 32,75-57,55) 81 (45,5, 37,69-52,03) 107 (45,3, 38,60-51,11)
Nivel educativo del padre 4,369 2 0,113
Sin formación 0 (0,00, 0,0-0,62) 6 (3,31, 1,53-7,04) 6 (2,51, 1,16-5,37)
Educación primaria 13 (22,41, 13,59-34,66) 26 (14,36, 10-20,22) 39 (16,31, 12,17-21,53)
Educación secundaria 28 (48,27, 35,93-60,84) 83 (45,85, 38,76-53,13) 111 (46,44, 40,23-52,77)
Formación universitaria 17 (29,31, 19,18-42,01) 66 (36,46, 29,8-43,69) 83 (34,72, 28,98-40,96)
Ingresos per cápita (euros mensuales) 2,905 4 0,574
> 2.500 14 (29,8, 14,96-36,53) 48 (34,5, 20,62-33,39) 62 (33,3, 20,8-31,85)
2.000-2.500 12 (25,5, 12,25-32,77) 33 (23,7, 13,29-24,5) 45 (24,2, 14,38-24,26)
1.500-1.999 8 (17, 7,16-24,93) 22 (15,8, 8,17-17,72) 30 (16,1, 8,94-17,35)
500-1.499 13 (27,7, 13,59-34,66) 30 (21,6, 11,86-22,67) 43 (23,1, 13,64-23,36)
< 500 0 (0,00, 0,0-0,62) 6 (4,3, 1,53-7,04) 6 (3,2, 1,116-5,37)
I. Caro-Cañizares et al.
Convivencia 7,898 5 0,162
Familia de origen 49 (84,5, 73,07-91,62) 161 (89,9, 83,55-92,73) 210 (88,6, 83,12-91,42)
Familia adoptiva 5 (8,6, 3,74-18,64) 12 (6,7, 3,83-11,23) 17 (7,2, 4,49-11,09)
Otros familiares 0 (0,00, 0,0-0,62) 3 (1,7, 0,57-4,76) 3 (1,3, 0,43-3,62)
Institución 3 (5,2, 1,77-14,14) 1 (0,6, 0,1-3,06) 4 (1,7, 0,65-4,22)
Múltiple 1 (1,8, 0,31-9,14) 1 (0,6, 0,1-3,06) 2 (0,9, 0,23-3)
Otros 0 (0,00, 0,0-0,62) 1 (0,6, 0,1-3,06) 1 (0,4, 0,07-2,33)
DT: desviación típica; SDQ-DP: Strengths and Difficulties Questionnaire-Dysregulation Profile.
El perfil de disregulación del SDQ y su relación con conductas y pensamientos 247
y las autolesiones ha sido menos potente. Estos resultados impulsividad y una mayor tendencia a la evitación del
apuntan a que el DP parece asociarse con más fuerza con daño, así como por un menor nivel de dependencia de la
rasgos de impulsividad y alteraciones de conducta graves recompensa y una menor persistencia14 . Podría resultar
(como los que subyacen a los gestos e intentos de suici- contradictorio que las personas con mayor tendencia a la
dio), mientras que tiene menos fuerza en su relación con evitación del daño tuvieran más riesgo de cometer intentos
los aspectos más cognitivos de la experiencia suicida (ideas, de suicidio o algún tipo de autolesión, sin embargo, dado
planes o pensamientos de suicidio). que los adolescentes con mayor DP parecen acarrear tam-
Esto llevaría a plantearse que los adolescentes con bién mayores niveles de sufrimiento mental (en términos de
mayores niveles de DP tienen mayor riesgo de cometer severidad psicopatológica y adversidad psicosocial, como se
actos más graves. En general, los adolescentes con mayores ha mencionado anteriormente20 ), sería razonable suponer
niveles de DP se caracterizarían por un mayor nivel de que en esos casos las conductas suicidas y las autolesiones
248 I. Caro-Cañizares et al.
Tabla 3 Chi-cuadrado y regresión logística entre SDQ-DP y SITBI (sexo y acontecimientos vitales estresantes como covariables
en el primer modelo; C-GAS como covariable en el segundo modelo)
estarían actuando como estrategias de evitación de dicho entre el SDQ-DP y el riesgo de conductas y pensamientos
sufrimiento psicológico. En cuanto a la elevada impulsivi- suicidas en adolescentes. El hecho de que el SDQ-DP mues-
dad, como rasgo de personalidad, es un conocido factor tre propiedades psicométricas similares al CBCL-DP, siendo
de riesgo para diferentes tipos de conducta autolesivas3 . más breve y sencillo de aplicar11,15,17,19,32 , favorece su uso
Y, finalmente, en cuanto a la baja dependencia de la en el ámbito clínico17 . Podría utilizarse como una herra-
recompensa y la baja persistencia, podrían ser rasgos mienta de cribado, permitiendo a los clínicos identificar
que dificultan a los adolescentes en riesgo el desarrollo los casos de riesgo para los cuales sería necesaria una eva-
de conductas más adaptativas, contribuyendo al posible luación más exhaustiva. Los resultados, además, señalan la
desarrollo futuro de trastornos de la personalidad21 . importancia de una detección temprana y una intervención
La relación entre DP y los niveles de severidad psi- específica para la prevención de las diferentes conductas
copatológica, adversidad psicosocial, dificultades en la suicidas.
autorregulación y limitaciones funcionales ha sido amplia- En resumen, se podría decir que los adolescentes son
mente estudiada con el CBCL-DP14,20,22---25 . Una disregulación un grupo de población de riesgo para la aparición de con-
severa se ha relacionado con la aparición temprana de ras- ductas suicidas33 . Además, aquellos que padecen algún tipo
gos temperamentales asociados a una futura enfermedad a de problema de salud mental, especialmente dificultades
nivel de personalidad (tales como trastornos de personali- emocionales y conductuales y aquellos expuestos a aconteci-
dad del cluster B, hostilidad, impulsividad y conductas de mientos vitales estresantes o familias disfuncionales4,7,34,35 ,
riesgo21,25,31 ). tendrían un riesgo mayor. En concreto, una disregula-
Si tomamos toda la evidencia en conjunto, podríamos ción emocional severa en la adolescencia es un factor
pensar en la necesidad de nuevas vías de intervención que de riesgo elevado para la aparición de planes de suici-
estén específicamente centradas en el desarrollo de habili- dio, gestos suicidas e intentos de suicidio, así como de
dades de regulación emocional y conductual. autolesiones.
No obstante, los resultados del presente estudio deben
ser interpretados con cautela, dadas ciertas limitaciones.
Los instrumentos utilizados están basados en autoinformes, Conclusión
lo que podría sesgar la información. Igualmente, no se
calculó ningún índice de acuerdo interjueces sobre los diag- El DP evaluado con el SDQ-DP es un útil indicador para
nósticos realizados por los clínicos y el origen clínico de identificar adolescentes en riesgo de mayor limitación fun-
la muestra podría dificultar la generalización de los resul- cional, severidad clínica y conductas suicidas, en concreto,
tados. Además, el DP ha sido evaluado únicamente con el planes suicidas, gestos suicidas, intentos de suicidio y auto-
SDQ-DP y no hay medidas del CBCL-DP que puedan utilizarse lesiones. El SDQ-DP podría ser utilizado como cuestionario
como referencia, aunque la literatura previa ha señalado breve para evaluar el nivel de severidad global en adoles-
la equivalencia entre ambas medidas16---19 . Por último, dado centes.
que los análisis son transversales, no es posible establecer Resulta fundamental en el ámbito clínico diferenciar las
claramente la dirección de las relaciones encontradas. No distintas conductas suicidas y las autolesiones, de cara a
obstante, la consistencia de los resultados obtenidos con identificar sujetos en riesgo y así poder individualizar las
aquellos recogidos en la literatura previa favorece la inter- intervenciones.
pretación de los datos. Futuras investigaciones serían necesarias con el fin de
A pesar de las mencionadas limitaciones, hasta la fecha esclarecer la dirección de la relación entre el SDQ-DP y la
este es el primer trabajo que ha explorado la relación presencia de conductas suicidas y autolesiones.
El perfil de disregulación del SDQ y su relación con conductas y pensamientos 249
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www.elsevier.es/saludmental
CARTA AL DIRECTOR
Tratamiento ambulatorio inconstitucionalidad, el Tribunal Constitucional no decla-
raba nula la medida, pero sí pedía una reforma para evitar
involuntario: una propuesta de ese vacío legal. Eso es lo que soluciona la «Ley Orgánica
regulación 8/2015, de 22 de julio, de modificación del sistema de pro-
tección a la infancia y a la adolescencia», dotando al artículo
Involuntary outpatient treatment: A proposal 763 de carácter orgánico, dejando de ser inconstitucional.
of regulation Como recientemente se ha hecho5 , queremos debatir la
propuesta del artículo 763.5, ampliándose con las siguientes
Sr. Director: precisiones:
Recientemente, aparecía en Diario Médico1 un artículo que 1. Tomarse como fundamento los derechos a la no discri-
debatía la necesidad de regular el tratamiento ambulatorio minación, la igualdad y la dignidad, la protección de la
involuntario (TAI). integridad, el derecho a la vida y la salud, y la habili-
Está dirigido a pacientes que padecen afecciones menta- tación y rehabilitación6 , respetando así la «Convención
les graves, sin insight, con múltiples ingresos hospitalarios, sobre los derechos de las personas con discapacidad»7 .
abandono terapéutico una vez dados de alta hospitalaria, 2. Se establece una aplicación máxima de 18 meses, pero no
conllevando deterioro físico y psíquico, y con conductas auto se menciona el tiempo mínimo. Swartz et al.8---10 sostie-
y/o heteroagresivas. nen que una aplicabilidad menor de 6 meses no consigue
Se aplicación podría reducir el número de readmisiones unos buenos resultados.
y días hospitalizados, las conductas violentas o los arrestos. 3. Debería especificarse a qué «perfil» de pacientes está
No obstante, los estudios basados en metaanálisis2,3 indican indicado.
que no hay una reducción significativa del uso de servicios 4. La propuesta sostiene que su aplicabilidad es «cuando así
sanitarios, o una mejora en los resultados clínicos en las lo requiera la salud del enfermo»; sin embargo, debería
funciones sociales o en la calidad de vida; aunque sí hay una mencionarse el deterioro de la persona sin tratamiento,
disminución del hecho de ser victimizadas debido a violencia la evitación de conductas auto/heteroagresivas, etc.
o crímenes no violentos. 5. Aunque se insta a informar al juez cada 3 meses de
Debido a esa aparente poca claridad4 y que además la evolución y seguimiento del proceso, es recomen-
significa una reducción de derechos fundamentales se ha dable también indicar la necesidad de audiencia del
generado una polémica sobre su legitimidad. Quienes recha- paciente.
zan el TAI sostienen que: 1) es una medida discriminatoria y
estigmatizante; 2) no hay estudios concluyentes que evalúen
los pros y contras, dudándose de su fiabilidad y eficacia; y 3) Bibliografía
que la cuestión de fondo es la carencia de recursos comuni-
tarios para lograr una mayor cobertura y posibilitar un plan 1. Diario Médico. 24 de enero de 2018. [consultado 3 Feb
2018] Disponible en: http://www.diariomedico.com/2018/01/
integral.
24/area-profesional/normativa/el-tratamiento-ambulatorio-
Sus defensores sostienen: 1) que dicho tratamiento es
involuntario-vuelve-a-pedir-pista
necesario para su salud; 2) que podría haber un descenso 2. Kisely S, Campbell L, O’Reilly R. Compulsory community and
de las conductas auto y heteroagresivas, el abuso de drogas involuntary outpatient treatment for people with severe mental
y alcohol, las detenciones policiales y los ingresos involun- disorders. Cochrane Database Syst Rev. 2017;3. CD004408.
tarios; 3) podría ser una opción menos restrictiva que un 3. Kisely SR, Campbell LA. Compulsory community and involuntary
ingreso hospitalario, y 4) que es una medida protectora de outpatient treatment for people with severe mental disorders.
la seguridad jurídica de la persona, que potencia la conti- Schizophr Bull. 2015;41:542---3.
nuidad del tratamiento y la recuperación de la autonomía y 4. Swartz M, Swanson J. Why the Evidence for Outpatient Commit-
la competencia. ment Is Good Enough. Psychiatr Serv. 2014;65:808---11.
5. Fuertes J, Rodríguez J, Fuertes C, Naranjo J. Necesidad de
Se intentó regularizar mediante una ampliación de la
regulación legal del tratamiento ambulatorio involuntario en
Ley de Enjuiciamiento Civil (art. 763.5) que generó mucho
pacientes psiquiátricos. Diario La Ley. 2018:9132.
debate. Además, el Tribunal Constitucional, mediante la 6. Ramos S. La Convención sobre los derechos de las personas
sentencia STC 132/2010, declaraba inconstitucional los con discapacidad en Salud Mental. Una cuestión de dere-
párrafos 1 y 3 del artículo 763. Aunque podría parecer chos humanos. Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.). 2016;9:
que los ingresos involuntarios son «ilegales» debido a su 126---7.
252 CARTA AL DIRECTOR
7. Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapa- Sergio Ramos Pozón
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