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Tamara Kamenszain

La novela de la poesía
Poesía reunida

Edición al cuidado de Violeta Kesselman

Prólogo de Enrique Foffani

Adriana Hidalgo editora


Kamenszain, Tamara
La novela de la poesía. Poesía reunida. - 1a. ed.
Buenos Aires : Adriana Hidalgo editora, 2012
406 p. ; 22x14 cm. - (la lengua / poesía)
ISBN 978-987-1556-85-4
1. Poesía Argentina I. Título
CDD A861
Tamara Kamenszain:
la poesía como novela luminosa

I. La novela de la poesía: la novela de la muerte


la lengua / poesía
[...] dinamitar cualquier circunstancia narrativa hasta devolver
Editor: Fabián Lebenglik la muerte a su verdadero lugar de pertenencia: la poesía.
Maqueta original: Eduardo Stupía Tamara Kamenszain, La edad de la poesía
Diseño: Gabriela Di Giuseppe

1ª edición en Argentina Con este título, La novela de la poesía, Tamara Kamenszain


1ª edición en España ha decidido reunir todos sus libros, ponerlos juntos, hacerles
una casa, darles un techo, lo que, según distintos tramos del
© Tamara Kamenszain, 2012
© Adriana Hidalgo editora S.A., 2012 recorrido, puede ser o casa grande o ghetto o living o tango bar
Córdoba 836 - P. 13 - Of. 1301 o toldo o, incluso, carpa, como sucedáneo simbólico de la pala-
(1054) Buenos Aires bra poética en su dimensión cobijadora. Pero, ciertamente, no
e-mail: info@adrianahidalgo.com
www.adrianahidalgo.com
sólo hacerles lugar para que habiten o cohabiten sino también
establecer las vinculaciones secretas de cada libro en su estar
ISBN Argentina: 978-987-1556-85-4 al lado de otro, anterior y ulterior, porque un enlace potente,
ISBN España: 978-84-92857-71-5 a veces visible y otras no tanto, los acerca en una proximidad
Impreso en Argentina por muchas razones provocadora: todos los libros son ahora un
Printed in Argentina libro, el libro que habla la lengua viva de la novela familiar de
Queda hecho el depósito que indica la ley 11.723 la poesía. Y de qué otra cosa, si no, había hablado (versado) su
Prohibida la reproducción parcial o total sin permiso escrito
poesía desde el primero, De este lado del Mediterráneo (1973),
de la editorial. Todos los derechos reservados. hasta el presente libro, último en la serie, que ofrece el nombre
como un don. A la obra la constituyen en total nueve títulos: el
Los editores agradecen a Pablo Avelluto y a Random House Mondadori ya mencionado, Los no (1977), La casa grande (1986), Vida de
por la cesión de los derechos de Solos y solas.
living (1991), Tango Bar (1998), El ghetto (2003), Solos y solas
Esta edición se terminó de imprimir en ------------, Buenos Aires, (2005), El eco de mi madre (2010), La novela de la poesía (2012),
en el mes de junio de 2012. y habría también que agregar el conjunto de poemas que no
alcanzaron en su momento la forma de libro, fechado entre el
primero y el segundo y que la autora ha decidido incorporar a

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esta edición.1 Además, La novela de la poesía como patrimonio Kamenszain, según la noción utilizada por Bajtín, es algo más
del sentido es, también, un nombrar que abraza los libros ante- que el referente de una coordenada inescindible que está en la
riores, para que, haciéndose extensivo a todos ellos, se agrupen base de las tomas de posición de la enunciación lírica, donde
ahora para formar otro dibujo desde otra perspectiva: la poesía los parámetros deícticos definen del sujeto su situación en el
como novela. mundo. Decir que es más que eso significa, en los límites de esta
Anamorfosis se llama este proceso de composición por medio poética, que desborda el contenido para urdir juntos, espacio y
del cual, según un determinado punto de vista, se deja ver otra tiempo, los hilos de la composición lírica.
cosa. Es un recurso barroco que muestra esa otra cosa que, para La novedad de este último libro, cuyo nombre apela a la obra
sorpresa de todos, había estado siempre allí: Tamara Kamens- entera, es más que una composición lírica. Se trata en rigor de
zain escribió desde el primer hasta el último libro una serie de una recomposición: la de cada libro en su singularidad ante el
fragmentos de la novela de la poesía y lo hizo desde las distintas evidente cambio de orientación con el que Tamara Kamenszain
inflexiones de lo familiar, que es la narración por antonomasia, suele sorprender al lector de su obra. Ahora “la novela de la
el núcleo de toda ficción, el relato fundacional de nuestra cul- poesía” apunta a revelar la capacidad de la poesía para escribir su
tura. Y a esta novela contenida en la poesía la situó en la Histo- propia novela por otro medio. El otro medio es, paradojalmente,
ria, la proveyó de acontecimientos y la escandió al ritmo de las escribirla a través de la poesía, sin narrarla, no apelando a la
diásporas y las inmigraciones. Por tanto son desplazamientos en narrativa. Sin volver a la épica, sin reinstaurar la prosa poética
el mapa y en el tiempo que contienen el registro imaginario y como el lenguaje versátil de la transposición artística con el
simbólico de una tradición que se presenta, en la poesía de Ta- cual el modernismo pudo fugarse, felizmente, de la anquilosis
mara Kamenszain, siempre dual: cristiana y judía, occidental y neoclásica cuyos mitos enrarecían la posibilidad de otorgarle
oriental, local y universal, central y periférica, de este lado y del aire fresco a la dicción poética: “Era un aire suave de pausa-
otro del Mediterráneo. Desde su interior, ha intentado radica- dos giros” escribirá Rubén Darío en el primer poema de Prosas
lizar las tradiciones, mostrar su estado de crisis, sometiendo los profanas (1896), instala en ese verso la necesaria fuga del len-
polos del binarismo a una deconstrucción permanente. Tam- guaje cristalizado neoclásico y llena al poema del oxígeno para
bién hay un principio dialógico en el simbolismo adjudicado permitirle respirar. Tampoco se trata de volver a insistir con las
a la coordenada espacio-temporal. Así, a la pasión topológica, posibilidades de la poesía narrativa, ni siquiera en la estela de
que funciona como una matriz de la lírica en todos los tramos un libro fundante como fue Argentino hasta la muerte, de César
del trayecto, no se la puede escindir de los infinitos pliegues que Fernández Moreno, con el cual el poeta hijo conseguía expan-
conforman la dimensión temporal. El cronotopo2 de la poesía de dir los múltiples registros del discurso ya ensayados por el poeta
padre que había abierto el camino del tono conversacional de
1
Poemas inéditos (1971-1974) es una selección de poemas de un libro
la poesía argentina. Ni retornar al poema en prosa que sí Tamara
escrito en ese período que la autora decidió no publicar. Kamenszain había utilizado en el primer libro y rápidamente
2
La noción la utiliza Bajtín y parece provenir del ámbito de la biología y de
la teoría de la relatividad. Con ella, amalgama la intervinculación esencial
de las relaciones espaciales y temporales, que resultan indivisibles, consi- categoría es fundamental en el abordaje del discurso poético. En la obra de
derando el tiempo como la cuarta dimensión del espacio. Es una unidad Tamara Kamenszain se vuelve una dominante recursiva que prolifera en
indisoluble en la que se interpenetran la geografía y la historia, captadas las dos escrituras: tanto en la poesía como en el ensayo. Ver Mijail Bajtín,
ambas socialmente mediante la lengua de los individuos. El cronotopo como Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI,1985, p. 396.

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agotado, y que no vuelve a practicar en los libros posteriores, bíblico funciona como lo novelesco, como la narración mítica
desde el momento en que adopta el verso ya no, como se pensa- por antonomasia, y en esto Tamara se acerca al Borges fascinado
ba hasta ahora, a partir del segundo libro publicado, Los no, sino por el potencial fantástico de secular imaginario que el libro
desde un poco antes, en un conjunto de poemas que la autora de los libros contiene; sin embargo, en lo bíblico reposa una
da a conocer en esta edición. larga tradición que deja múltiples huellas a lo largo del trayec-
No hay, por lo tanto, narrar en verso una novela, como la to de la poesía de Tamara Kamenszain. La cultura judía es un
idea que acariciaba hacia el final de su vida Juan José Saer, un imaginario presente que, a través de la memoria, el exilio y la
sueño quizás próximo a la épica, sino un escribir la novela que metáfora del hombre como extranjero, puede ser leído en todos
la poesía contiene. Tampoco coincide con la decisión de Saer de los momentos del trayecto. El ghetto es el libro en el que aparece
poner la poesía bajo el nombre del arte de narrar; la novela de la el judaísmo en todos los poemas bajo la coordenada espacio-
poesía es la que se deja ver, o mejor: la que se deja entrever entre temporal pero, paradójicamente, es también el libro que habla
los versos, como si de una autobiografía de poeta fuera posible de la salida del ghetto. Sin dudas es De este lado del Mediterrá-
extraer una trama urdida de ficciones como las que surgen de neo la obra que lleva más lejos la pasión genealógica porque la
las historias de familia, una noción que se ve compelida en este teje en palimpsesto con los relatos bíblicos, remontándose al
último libro a expandirse, más allá de la familia chica y de la Libro y sus fabulaciones. De allí que este libro funcione como
grande, también con sus ramificaciones parentales, incluidos los un momento de fundación del recorrido, como un comienzo,
antepasados, hacia la familia de afectos poéticos, esos con quie- y contenga un reservorio abundante y potente de mitologías
nes, por afinidades electivas, gustos, empatías, se comparte una y relatos que tienen, también, el valor de secuencias, de epi-
estética y se practica una suerte de transferencia amorosa, ade- sodios, de una novela secular. Poesía episódica del yo, nunca
más de compartir el hecho incontrastable de pertenecer a una deviene autobiográfica confesional: el poema como texto del yo
generación, en el sentido del verso de Osvaldo Lamborghini es objetivado mediante un desplazamiento que el sujeto identi-
“Nací en una generación”. Tamara Kamenszain lo retoma para fica tanto como desidentifica, marcando los dos momentos de
suscitar sugestivas variaciones: una de ellas es cuando, mediante subjetivación y de desubjetivación que comporta el proceso de
el tono que se usa para impartir una clase, el yo del poema cita constitución enunciativa.
unos versos de Lamborghini para dar cuenta de lo que significa Del primer libro al último, se establecen entre los poema-
nacer en una generación: “quise regalarles un momento auto- rios enlaces compositivos y desde esta perspectiva La novela de
biográfico / una foto de época donde se abriera / la evidencia de la poesía es impensable sin El eco de mi madre, porque retoma
la imagen como enseñanza realista”. de este libro una pregunta –una pregunta sobre la muerte– y
Reunir todos sus libros bajo el título de La novela de la poesía se la formula también a esta otra familia, que el poema llama
no reedita la apuesta superyoica mallarmeana de que todo ha “nuestros muertos queridos”, los poetas amigos y los poetas leí-
de darse cita en el Libro, en la Obra total. Más bien se trata sí dos, juntos ahora en el espacio del poema. Si parafraseáramos
de un Libro, pero que es, para mayor precisión, una Novela y a Edmond Jabès, este no sería entonces El libro de las preguntas
no una Biblia: en todo caso una novela que no rehúsa apro- sino solamente El libro de la pregunta. Una pregunta que se re-
piarse de muchas de las escenas bíblicas para relatar, volver a pite y organiza el poema como un eco o como un estribillo de
poner(se) en relación una historia o varias, la propia o la ajena, lo postrero (¿el del último estribo, como decimos en argentino
con otras historias, según los puntos de vista. En este sentido, lo para hablar de todo lo que lleva a un final?) y que escande todo

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el libro: “¿Eso es hablar de la muerte?”. Esta pregunta obtiene de lo humano con lo no-humano, y convirtiéndose en el ha-
una respuesta de parte del mismo yo que la formula y es, como blante de un idioma ininteligible y críptico llamado Alzheimer,
todas las que pueden darse, una respuesta tentativa: “¿Cómo en este libro los ecos de los poetas citados atañen a la resonancia
hablar de la muerte entonces / sin haberse muerto?”. Ante esta de la poesía cuando se enfrenta con la muerte.
corroboración, se muestra toda la lucidez de lo real: de una Más que una visita a la familia de poetas, a quienes el poema
parte, porque el yo que habla en el poema sabe que no hay les da cita, se trata de una visitación porque irrumpe como un
representación posible de la muerte y que la muerte es siempre momento fulgurante en la estela de Mario Levrero, que escribe
una experiencia del otro, una otredad que, paradojalmente, sólo poesía escribiendo una novela, La novela luminosa, y permite
puede ser dicha por un yo-testigo en su situación de sobrevi- que Tamara Kamenszain escriba una novela escribiendo poesía,
vencia; y de otra parte, porque muestra en su desnudez lo que como una forma de conjurar la muerte que estos poetas vislum-
significa la imposibilidad de decir la muerte, lo que el poema braron. Esta es una de las claves: a la muerte se la vislumbra, se
decide decir con un demostrativo que sólo puede convocar el la entrevé, aparece siempre bajo el aura de una visión: la muerte
ensayo, la aproximación o un eco que viene de los poetas que y la luz podrían ser ese binomio inseparable que la tercera sec-
ya pasaron por esa experiencia sin retorno y que intentaron, por ción, significativamente titulada “La novela de la muerte”, in-
todos los medios, decir y escribir (en) el límite mismo entre la daga a fondo, pero que ya había inaugurado El eco de mi madre.
vida y la muerte. Las frases hechas que el poema acumula son En este libro aparece la necesidad de una constatación: “A ver
el murmullo de lo social; son la lengua común y cotidiana: esas a ver a ver repetía antes de morirse [...] a ver qué mamá a ver
frases que quedan cristalizadas y circulan de boca en boca y que qué a ver qué”.3 Son frases y réplicas de estas frases que aparecen
ahora el poema recoge para resignificarlas, proveerles de otros como interrogaciones de una hija a una madre que se despide
sentidos bajo la elaboración que la poesía hace en contacto con y se ausenta lentamente del mundo. Pero en la segunda parte
esa corriente subterránea de la que hablaba Adorno, la corriente de ese mismo libro esa relación se pone de manifiesto de un
colectiva del lenguaje. Leemos en la segunda parte de La novela modo más implícito aunque igualmente visible: así, leemos un
de la poesía: “eso ya fue ya fue ya fue / otro estribillo que me “hacer ver” en la palpable percepción del cuerpo que Viel Tem-
suena. / ¿Será una manera de hablar de la muerte? / Sí”. perley deja asentada en el poema; un poner en evidencia tan real
A La novela de la poesía podríamos llamarla entonces El eco de como imposible en el estribillo “ahora que me estoy muriendo”
la novela de la poesía, porque están los ecos que provienen de la de Néstor Perlongher, o en el epitafio-hogar de Osvaldo Lam-
lengua en la que habitamos y los que surgen de los versos de los borghini, cuya antítesis se vuelve transparente (se vuelve clara)
poetas citados. Es un poemario de la escucha como experiencia, a la lectura de su texto. El poema repite que se trata de una
como tesoro acumulado, como transmisión de una generación experiencia donde no caben ni la elegía ni el humor negro, y en
a otra, de la anterior a la que sigue, en la medida en que lo que esa precisión marca los límites de una poética.
está en juego no es otra cosa que pasar la posta poética de estas Por eso este poemario, La novela de la poesía, tiene su con-
voces a los poetas jóvenes. A diferencia de la figura del eco tal tracara en “La novela de la muerte”, el cual reedita en parte lo
como aparecía en el libro anterior, El eco de mi madre, en el cual
lo que se escuchaba era la ecolalia del sujeto desamparado, del 3
“A ver a ver a ver repetía antes de morirse...”, en El eco de mi madre, en La
sujeto que paulatinamente va abandonándose a sí mismo en el novela de la poesía. Poesía reunida, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2012,
proceso de desubjetivación más tremendo a partir del encuentro p. 359 (primera edición: Buenos Aires, Bajo la Luna, 2010).

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que Tamara Kamenszain llamó en La edad de la poesía “la líri- es una poética que no se aparta de la pasión escópica en su amor
ca terminal” (la familia de poetas se agranda: Viel Temperley, por el detalle.
Vallejo, Alejandra, Osvaldo Lamborghini, Perlongher, Amelia Este nuevo matiz consiste, entonces, en tener consciencia
Biagioni, Paul Celan, Martín Gambarotta, Levrero). Pero aho- de que hablar de la muerte es otra de las imposibilidades con
ra hay otro matiz que se genera en los enlaces de los poemarios: las que tendrá que luchar la lengua de los poetas. Esta es la
La novela de la poesía como libro último de la serie no puede experiencia a la que todos ellos se enfrentaron. Pero, al mismo
pensarse desligado del anterior, El eco de mi madre, como este tiempo, aun ante esta imposibilidad, qué cosa sea hablar de la
es inconcebible sin Solos y solas, que remite a El ghetto y así muerte implica en el fondo el deseo de exorcizar la muerte, de
podríamos remontarnos hasta el primer poemario.4 O mejor: dar cuenta de ella sin perder de vista y sin dejar de reconocer,
podríamos ir hacia atrás, direccionando un rumbo après-coup en la dimensión de testimonio que escribir poesía representa, la
que excede incluso el primer libro, ya que algunos motivos de función vital de la alegría, a la par del dolor.5 La tercera parte
este, al ser retomados después, en un juego de espejos de la lo dice explícitamente, como conclusión, como resultado de la
memoria, cancela la noción de origen y convierte ese punctum experiencia vivida: “entre el dolor y la alegría / de estar viva /
fantasmático en un comienzo que, en cuanto tal, es siempre re- escribir poesía para mí / es dar y recibir una promesa / de su-
comienzo. Leído en perspectiva, mediante una lectura en ana- pervivencia”. Primero testimoniar la muerte del padre, después
morfosis, estos enlaces no son el mero repetir de un leitmotiv la de la madre y ahora testimoniar sobre la dificultad de lo que
retrasado o discrónico. Más bien se trata de una imagen, una significa hablar de la muerte. Otra vez estar en la frontera de la
figura que va dibujando la aparición de los libros (esa aparición vida y la muerte, otra vez en ese lugar sin relato, en el extremo
es el relato, protonúcleo de la novela de la poesía) y deja ver una de la otredad, en ese delgado hilo a punto de cortarse (el corte
composición poética construida de libro en libro que es una de es, como veremos más adelante, uno de los temas más cruciales
las más notables, a nuestro juicio, en el marco de la poesía ar- de esta poética: del corte del verso al corte de la vida en la muer-
gentina y latinoamericana. Sobre todo, porque los enlaces entre te), en ese borde sin representación donde la poesía todavía tie-
los libros (sean contiguos o no) operan a veces por microscopía: ne cosas que decir, porque allí la poesía puede narrar los relatos
fabulándolos, y si los fabula, no se confabula con ningún poder
4
El enlace entre libros contiguos es notorio; funciona como principio
externo a ella. La poesía como novela es la novela luminosa de
constructivo de esta poética. Focalizándonos en los libros mencionados, es la novela de la muerte.
evidente que la pregunta que se repite en La novela de la poesía tiene su
punto de partida en el libro anterior, El eco de mi madre, como si fuera una
continuidad sobre la cuestión de la muerte, que también había sido la causa
de El ghetto; sin embargo, entre este último (la muerte del padre) y El eco de
mi madre (la muerte de la madre) está Solos y solas, cuyo poema extenso, el
que ocupa la tercera parte, comienza con el motivo de “la alianza” a raíz de
la muerte del padre. Los enlaces se establecen por temas, motivos, leitmo-
tives, figuras retóricas, procedimientos, gestos, ideologías, y se atienen a la
obsesión por el detalle a través de la mirada poética. Hemos trabajado este
tema en “Más allá de El ghetto: el campo sin límites de la mirada”, en Ana
Amado y Nora Domínguez, Lazos de familia. Herencias, cuerpos, ficciones, 5
Jorge Panesi, “Banquetes en el living: Tamara Kamenszain”, en Críticas,
Buenos Aires, Paidós, 2004, pp. 319-342. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2000.

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II. La sujeta lírica entre la novela familiar y la novela y esclava también desde el momento en que la sujeción secular
desfamiliar habilita pergeñar múltiples tretas, lo que la lectura deslumbran-
te de Josefina Ludmer a propósito de Sor Juana llamó “las tretas
¿de qué si no estoy hablando de mí? del débil”. Tretas que hablan de una resistencia que preparan
¿de qué si cuando escribo no te hablo? con los siglos en aras de su propia liberación.
Tamara Kamenszain, Solos y solas Las lenguas maternas buscan enseñar la lengua, además de
comunicar y comunicarla. Enseñarla para que la aprendan, para
Cada libro de Tamara Kamenszain propone siempre un que aprehendan su rasgo material de fonación, su “pronunzia”,
cambio de dirección, una nueva perspectiva, un camino al mis- su modo de acentuar las palabras y entonar la frase, eso que
mo tiempo tan previsible como imprevisible, lo que demuestra identifica una dicción que, con una contundencia poética sin
hasta qué punto es importante, en esta poética, la figura del parangón en la poesía latinoamericana, Vallejo pudo definir
lector. En el último poemario leemos esta clave como regola desde el verso mismo: “Tánta vida y jamás me falla la tonada”,
d’oro que rige el discurso poético: “innovemos para el oído la leemos en Poemas humanos.7 La tonada de la lengua nunca fa-
dirección de lo dicho”.6 Así toda innovación es concebida desde lla, porque la lengua nunca es falluta cuando es hablada. Se
el oído, como si sólo la escucha de la palabra hiciera posible la puede ser, como magistralmente describe Thomas Bernhard, un
transformación de lo dicho. Si lo dicho puede devenir materia “imitador de voces”, o, como plantea Tamara Kamenszain, un
prima de un decir-otro, entonces lo dicho es una matriz que “ventrílocuo”8 y, evidentemente, los y las poetas lo son, pero
resuena (se hace oír) de tal modo que, al volver a enunciarse, no se puede falsear la tonada de la lengua materna: ni falluta ni
deviene diferencia. En poesía el estribillo puede ser un ejemplo fallida, la tonada es el filamento sonoro de la lengua en íntima
que innova a fuerza de repetición. El eco es otro de los recursos (umbilical) relación con la identidad. Esta pende del acento,
disponibles por la lírica y sabemos cómo Tamara Kamenszain del dejo de la palabra en su modo de cantar su lengua: a esto
lo utiliza en El eco de mi madre. Estribillos, ecos, anáforas, repe-
ticiones, aliteraciones: todos recursos que educan el oído desde
7
César Vallejo, “Hoy me gusta la vida mucho menos...”, en Poemas humanos,
en Obra poética completa. Edición y prólogo Enrique Ballón Aguirre. Buenos
una sonoridad en busca de su significación, desde una oralidad Aires, Hyspamérica, Biblioteca Ayacucho, 1986, pp. 139-140.
que, como el hablar materno, machaca y machaca hasta volver 8
Precisamente como afirma la misma autora: “Y adentro, en la trastienda
audible la expresión, hasta volverla –la madre se identifica así con del texto silencioso, un espíritu ventrílocuo trabaja: una doble voz que dice
la maestra– una lección, un ejemplo de pedagogía casera, sin tiza callando mientras retumba en el vientre materno. Es la misma que Lezama
ni pizarrón. Pedagogas de lo oral, sus lecciones sin embargo se hace oír como expresión americana”. En este fragmento queda claro el carác-
ter ventrílocuo del poeta: es una doble voz que reivindica el silencio (este
encaminan hacia la escritura; esto es lo que Tamara Kamenszain aspecto es crucial en la concepción poética de Kamenszain, hay una teoría
se esmeró en demostrar en su primer libro de ensayo, El texto del silencio que no podemos desarrollar, en los límites de este prólogo, más
silencioso: la metáfora de la escritura nace justamente del corte, la que a través de las referencias que necesariamente aparecen una y otra vez a
costura y el tejido, como así también de otros oficios que com- lo largo del ensayo mismo) y la retombée barroca, vinculada a “la expresión
pendian las manualidades practicadas por la mujer. Ama de casa americana” de Lezama Lima, a su carácter oral, vernacular, definidora de los
procesos de identidad latinoamericana que el barroco parece encarnar desde
la emergencia de la conciencia criolla a fines del siglo XVI y principios del
6
Tamara Kamenszain, La novela de la poesía, en La novela de la poesía, op. cit., XVII. En Tamara Kamenszain, El texto silencioso. Tradición y vanguardia en
p. 384. la poesía sudamericana, México, UNAM, 1983.

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nos referimos cuando hablamos del “cantito” de la lengua, la entre neobarrocos y objetivistas en el interior de la poesía argen-
posibilidad de que la lengua, por medio de los sujetos que la tina, a posteriori de las poéticas sesentistas, no puede soslayar
hablan, cante. La lengua, además de contar, como lo sabe cual- este aspecto teórico capital de la cuestión del sujeto en la lírica.
quier narrador, canta, como bien lo saben los poetas. Contar y El poema-Kamenszain, desde el inicio, pero indudablemente a
cantar se reparten los géneros y en este último libro Tamara Ka- través de su gradual afianzamiento, con matices, como artefacto
menszain no sólo los distingue, también los transgrede: la fron- reconocible de su autoría, contrarrestaba la expresión lírica con
tera entre el contar y el cantar es la que la poeta deberá cruzar y un desplazamiento permanente del yo, un recurso que situaba
escribir como novela de la poesía, o ¿como novela de la muerte? su estética al abrigo de los desbordes sentimentales, de las efu-
Si la subjetividad es la instancia ineliminable del género líri- siones sin retorno.
co, no significa que el sujeto lírico esté siempre en el centro del En La casa grande el yo del poema se autodefine a sí mis-
poema y diciendo “yo”. Puede estar en los bordes del poema, en ma como la sujeta en el doble sentido de inscribir la primera
sus alrededores, en los márgenes más imprevisibles, puede estar persona en un género (su declinación en femenino) y fraguar
a la vista, exhibiéndose, pero, también, por qué no, inhibiéndo- –ardid mediante− el modo de desalienar la sujeción: “Se interna
se, como un cazador oculto detrás de las palabras. Comoquiera sigilosa la sujeta / en su revés, y una ficción fabrica / cuando se
que sea, el sujeto siempre está: presente o ausente-presente, pues sueña. Diurna, de memoria, /si narra esa película la dobla / al
aun ausente no puede borrar las huellas que delatan su existen- viejo idioma original”.10
cia. Sabemos la cuestión del sujeto: alcanza la categoría de per- Como había definido Whitehead en Proceso y realidad, to-
sona a través del pronombre “yo” cuando accede a la instancia mando como punto de partida la filosofía de Hume, esta sujeta
del lenguaje. La pregunta por el “yo” en la lírica (su lado cues- lírica, más que subject, es un superject, una superjecta cuya identi-
tionable y también su lado indefinible) es de hecho la condición dad no subyace, entera y unida, a la diversidad de la experiencia,
de posibilidad del poema como tal. La condición del yo lírico más bien es la consecuencia o el efecto de tal diversidad, está
en la modernidad deviene una presencia fantasmática, como hecha de ella, como el león −piensa el filósofo− está hecho de
define Jorge Monteleone. Un fantasma “inasible y sin lugar” cordero asimilado. Por esta razón, en otros tramos del trayecto,
que, justamente, en pos de un asidero, acomete múltiples ro- sobrevendrán otras experiencias, algunas radicales, como la de
les (impersonalidad, desaparición, impregnación, elisión, etc.). sentirse extranjera en su propia casa: desde afuera hacia adentro,
Se trata, entonces, de una pregunta que podría ser formulada cuando decide volver a casa, como una “cenicienta en radiotaxi”
de otro modo: la cuestión del sujeto es, también, la cuestión y desde adentro hacia afuera como una “okupa”, una intrusa en
del objeto en relación con la “presunta objetividad del mundo el propio reino donde ya no se es la dueña, como leemos en Solos
frente al sujeto del poema. Es decir, de qué modo el sujeto lírico y solas. Entre las cenizas de sí y una subjetividad okupada, entre
enuncia el mundo de los objetos –continúa Monteleone– y en subjetivación y desubjetivación, quien escribe el poema puede
qué medida el poema trafica con la objetividad”.9 La contienda rehacerse ya que si ha salido del ghetto es porque se ha enfren-
tado al fin con el mundo o, mejor: con el mundo de lo abierto,
tal como esta noción se adensa en la filiación reflexiva de Rilke/
9
Jorge Monteleone, “La pregunta por el objeto (Genovese, Freidemberg, Ka-
menszain, Bellessi)”, en María Celia Vázquez y Sergio Pastormerlo (comps.),
Literatura argentina. Perspectivas de fin de siglo, Buenos Aires, Eudeba, 2001, 10
“Se interna sigilosa la sujeta...”, en La casa grande, en La novela de la poesía,
pp. 59-108. op. cit., p. 179 (primera edición: Buenos Aires, Sudamericana, 1986).

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Agamben y que Tamara Kamenszain leerá en un poeta como La anamorfosis no se agota sin embargo como principio
César Vallejo, quien hace de la animalidad el centro motor de la compositivo y recompositivo, más bien conecta el juego de
experiencia de lo humano, operación analizada agudamente en la perspectiva típicamente barroco con los procesos de subje-
su libro de ensayo La boca del testimonio. tivación y de desubjetivación, propios del género lírico, en la
Por esta razón, el lector de Kamenszain fue aprendiendo, medida en que el recurso del autobiografema, que Kamenszain
ante la aparición de un nuevo libro, que de él se esperaba que re- había desarrollado a lo largo del trayecto a través de diversas
construyera la historia de una subjetividad pero en absoluto cir- modalidades, se adentra ahora hacia nuevas variaciones e in-
cunscripta al yo del poema: más bien debía transferir la historia flexiones. Lo que la anamorfosis permite, como juego de efec-
de la sujeta a la poesía, como un modo de otorgarle una trama tos, es escapar al esencialismo y aprovechar la multiplicidad de
y, como sabemos, toda trama exhibe algo de novelesco, toda tra- puntos de vista. En este sentido, nadie como Gilles Deleuze ha
ma puede advenir una novela familiar. En este sentido, ya Jorge indagado tan profundamente sobre esta cuestión en referencia
Panesi había leído el nombre de pila de modo anagramático: así, al vínculo entre el arte barroco y la constitución del sujeto.13
a propósito de su lectura crítica en relación con el nombre pro- Hay un rasgo singular en la poética de Kamenszain y es la ha-
pio, Tamara deviene: trama a.11 Pero ¿trama a quién? ¿A quién bilidad deslumbrante de trabajar con los materiales extraídos de
trama Tamara, a quién urde, a quién fabula, a quién teje y en- los episodios de la autobiografía (casamiento, nacimientos de los
treteje si no es a la poesía misma? La poesía es la novela familiar hijos, evocación de los amigos desaparecidos, divorcio, soledad,
de lo que se vive y se computa como experiencia pero también muerte del padre, luego de la madre)14 y no volverse poesía con-
inaugura lo que podríamos llamar “la novela desfamiliar” por- fesional, no ceder a la trampa de la identificación, refractar el
que, como acabamos de ver, entre otros efectos, vuelve extraña a patetismo, que es el riesgo más frecuente de poéticas demasiado
la propia subjetividad. Así “perdidos en familia”12 es más que un apegadas a verificar su autenticidad con los hechos realmente
verso de su libro Vida de living: si la vida es verso, lo es porque ocurridos en el plano de la vida, como si la poesía necesitara ese
la vida no sería nada sin él, sin esa capacidad de fabulación: ¿o
acaso versear no es el modo de entrar en el universo simbólico? 13
En el libro El pliegue. Leibniz y el barroco (Barcelona/Buenos Aires/Méxi-
Por eso la imagen tan singular de “perdidos en familia” apunta co, Paidós, 1989), Gilles Deleuze plantea esta relación a partir del perspec-
tivismo, el juego de los puntos de vista tan caros al barroco como estética, y
a configurar su propio autotestimonio en oxímoron como una escribe: “El perspectivismo en Leibniz, y también en Nietzsche, en William
de las versiones de esta novela que la poesía decidió develar. Y y en Henry James, en Whitehead, es realmente un relativismo, pero no es
develar en sentido etimológico, como si Tamara hubiese por fin el relativismo que se piensa. No es una variación de la verdad según el sujeto,
tomado la decisión de sacar el velo y mostrar lo que estaba ocul- sino la condición bajo la cual la verdad de una variación se le presenta al sujeto.
to a la vista: nunca más macedoniana la actitud de hacer caer Esta es precisamente la idea misma de la perspectiva barroca”. (El subrayado es
nuestro). Esta es una definición de la anamorfosis, ya que está sujeta al juego
el velo para que aparezca de pronto lo que siempre estuvo allí. constante de la perspectiva.
14
Estos estados civiles, aniversarios y acontecimientos de la vida están en la
11
Jorge Panesi, “Banquetes en el living: Tamara Kamenszain”, op. cit., pp. base de la construcción del poema y se ligan a biografemas que la escritura
289-301. Transcribimos la cita: “Tamara trama y se deja llevar por el hilo o objetiva y desplaza del tono confesional e intimista, lo cual impide que se
el pespunte que la elige en el posible anagrama de su nombre Tamara trama establezca una identificación entre el episodio del yo del poema y la figura
a ...” , p. 291. (El subrayado es nuestro.) autoral. Ese desplazamiento o distanciamiento, si pensamos en la técnica del
12
“Perdidos en familia...”, en Vida de living, en La novela de la poesía, op. cit., Verfremdungseffekt de Brecht, se realiza por medio de la ironía, del humor, de
p. xx (primera edición: Buenos Aires, Sudamericana, 1991). la parodia, incluso de la burla.

18 19
tipo de certificaciones e hiciera de ellos el nudo de su verdad. El allí haya surgido su uso y todo pese a que se trata en verdad de
registro autobiográfico es una escansión, un acento, un modo una palabra amputada del italiano borghetto; también remite
de acompañar, si bien es cierto que está presente en los poemas, a la cultura goi que los poemas nombran como “gentiles”; por
hilvanados a los lazos de familia desde la casa grande al tango tanto esta poesía inventa su significancia y transfiere su efica-
bar pasando por la vida de living, y del ghetto abierto al mundo cia simbólica más allá de lo referencial. Y más acá también: lo
de la soledad de los solos y solas. retiene como único camino posible si quiere incrustarle otro
Esta es una de las razones de peso por la cual, en función de sentido, un sentido nuevo.
la novela, esos episodios reconocibles de la experiencia propia La imagen del ghetto describía en el recorrido de libro a
lo son hasta cierto punto: por un lado, la empiria en la que el libro diversas zonas y temporalidades, pero a partir del libro
yo necesariamente se sostiene en su historicidad y, por el otro, El ghetto se produce una novedad que tiene valor de aconte-
la construcción de una biografía de la sujeta que trama (fabula) cimiento en referencia a la poesía. Ahora se trata de salir del
los relatos: de qué otro modo se puede acaso escribir una novela ghetto, y esta acción se halla conectada con múltiples aspectos
con la poesía si lo que aparece como historia reconstruible no fundamentales de la poesía; en esta dirección Tamara Kamens-
necesariamente debe pasar por la verificación empírica de esa zain, en su texto “Reverso”, escribe que es necesario dejar atrás
experiencia. La novela de la poesía incita a fabular la historia “la nostalgia ghéttica” y condensa así el sentido de pérdida que
propia para decir la verdad de la experiencia y sólo se la dice por define desde adentro el imaginario judío. Pero lo que importa
medio de la fabulación, sin imponerle al poema las normas de ahora son los efectos de esta experiencia que su autora lleva al
la estética realista, más bien se trata de investir de otro modo la corazón de la escritura poética: esa pérdida, que desde lo judío
relación con lo real. Poesía y realismo nunca establecieron un se vincula con una identidad refractaria a la fijeza y ávida por
pacto; una mutua refracción consustancial ha estado siempre constituirse diferente de y en su mismidad (Borges diría “el otro
presente en la conformación del género lírico, aun cuando se y el mismo”), equivale, desde lo poético, a la pérdida del metro,
orientara a la protesta, el testimonio o la poesía política. El espe- y su sustitución por el verso largo, que respira otra dicción, que
sor de la palabra poética, su circulación en la página en blanco, necesita otra sintaxis.
no ancla de modo definitivo en el referente, es decir, ancla y
desancla al mismo tiempo; más bien lo desborda no sólo hacia
el autorreferente sino también hacia la constitución simbólica III. Corriente alterna: entre la poesía y el ensayo
de la palabra: es más una transferencia que una (auto)referencia.
Cuando en el poema de Kamenszain se habla del ghetto15 con “de la mano del ensayo venía el peso de los mandamientos, de la ley pa-
distintas inflexiones según el libro y obviamente, sobre todo, en terna, de la lengua del saber y de la reflexión, mientras que de la mano
el que lleva el título homónimo, esa palabra consigue liberarse de la poesía entraba la calle con sus juegos goi a la hora de la siesta
de los campos referenciales y autorreferenciales, porque no se sobre el colchón del castellano”.
circunscribe exclusivamente a la cultura judía, aun cuando de Tamara Kamenszain, “El ghetto de mi lengua”

15
Para este aspecto véase el excelente ensayo de Adriana Kanzepolsky “‘Aquí Los años que van de 1979 a 1983 son el período del exilio
llegamos, aquí no veníamos’, acerca de El ghetto de Tamara Kamenszain”, de Tamara Kamenszain en México, cuando aquí, en Argentina,
Hispamérica, College Park, 2010, pp. 103-112. tenía lugar la última dictadura militar. Este dato lo consigna

20 21
en parte el libro La casa grande, porque su fecha de escritura al mismo tiempo, un adentro, pero distinto de la lengua propia,
comienza justamente antes del alejamiento del país (1978) y estableciéndose así una tensión rioplatense-mexicano que cede
termina una vez regresada a la Argentina (1985), después de la a veces ante el léxico pero nunca ante la entonación, la dicción
recomposición democrática en 1984. El estar afuera del territo- poética permanece fiel a la oralidad argentina.
rio de pertenencia se vuelve capital para entender una serie de En esa coyuntura de estar lejos pero al abrigo, fuera pero
cuestiones relativas al desarrollo de su obra. En ese tiempo de dentro, en territorio ajeno pero también propio, Tamara Ka-
exilio, no forzado pero sí elegido como un modo de resguar- menszain decide dedicarse, como las laboriosas modistas que
darse de la barbarie instaurada por el proceso militar, Tamara cosen silenciosas pero “confiadas” –así lo leemos en uno de los
Kamenszain trabaja en su primer libro de ensayos al que titula, inéditos escritos antes de la partida al exilio–,17 a escribir ensa-
significativamente, El texto silencioso, el cual compendia los años yos sobre poesía con el firme propósito de hacer de la poesía lati-
vividos afuera en los que Kamenszain trabaja silenciosamente, noamericana (y no solamente argentina) un objeto de reflexión
sin estridencias, sin instituciones, lejos de lo que más tarde va crítica, una decisión que la autora ha sostenido en el tiempo
a definir como “ghetto teórico argentino” y al abrigo de estar hasta la fecha. Dicho de otro modo: como si ese adentrarse en la
en un país extranjero “donde el radar superyoico no localiza- introspección del exilio la hubiera empujado a un trabajo críti-
ba referentes pesados”, lo cual permitía dedicarse a la escritura co y el objeto-poesía se hubiese vuelto el doble simbólico de la
del ensayo sin prejuicios.16 El ámbito en el que se elabora El escritura poética en sí, interrumpida en cuanto a la publicación
texto silencioso, entre la lejanía del país natal y el amparo del desde 1977, cuando aparece Los no, dos años antes de empren-
país de asilo −ambas situaciones igualmente beneficiosas para der el exilio, si bien, como sabemos, el período mexicano no
una escritura que el crítico argentino Nicolás Rosa define como implicó el abandono de la poesía sino tan sólo la suspensión de
de “desparpajo”−, es un ámbito que representa un afuera y un la publicación, que recién retoma en 1986 con La casa grande,
adentro: el territorio del afuera que marca a fuego el exilio es, cuando Kamenszain regresa a Argentina.
La escritura del afuera repercute así en un texto silencioso:
16
La anécdota la cuenta la misma autora en un texto titulado “El ghetto de aquí silencioso significa en voz baja, no estridente, en media
mi lengua”, en el que escribe: “Y fue justamente en mi exilio más prolon- voz, esa que indaga en la vertiente sabia del silencio, traducida
gado (en México, entre 1979 y 1983) donde pude escribir mi primer libro
de ensayos, El texto silencioso. No sé si en Argentina me hubiese animado a
en términos de resistencia. Por lo tanto, no presentaba el senti-
hacerlo tan libremente. El hecho de estar un país extranjero donde el radar do de aquella frase con la que los militares, para la misma época,
superyoico no localizaba referentes pesados me benefició muchísimo. Escribí durante la dictadura, habían empapelado toda la ciudad, y que
entonces mi primer ensayo del otro lado, del lado que le corresponde a la proclamaba y reclamaba “El silencio es salud”, eslogan siniestro
poesía. Cuando llegué a la Argentina me acuerdo del comentario que hizo el
crítico Nicolás Rosa cuando lo leyó, dijo justamente que le llamaba la aten-
ción el ‘desparpajo’ con que yo me animaba a decir ciertas cosas. Por ejemplo 17
“Lo que empieza donde termina”, en Poemas inéditos (1971-1974), en La
(y creo recordar que ese es el ejemplo que él tomó) de Melanie Klein digo que novela de la poesía, op. cit., p. 125. El poema dice así: “Para armar un libro
‘transformando casi en un diario íntimo la teoría freudiana, escribió el pecho hay que hacer / como las modistas que cosen / siempre del lado de adentro /
materno’. Siempre fui consciente de que semejante osadía tenía que ver con y cuando dan vuelta la tela esas costuras / que ellas trabajaron confiadas /
que había concebido el libro lejos del ghetto teórico argentino. Nunca pude desaparecen para dejar ver / un aceptable / lado de afuera”. La pasión topo-
volver a escribir ensayos con esa impunidad medio naif o despreocupada”. En lógica metaforiza la escritura como una costura, sólo que aquí, antes de Los no
Sylvia Molloy y Mariano Siskind (coords.), Poéticas de la distancia. Adentro y de La casa grande, ya podemos constatar, en un momento temprano del
y afuera de la literatura argentina, Buenos Aires, Norma, 2006, pp. 159-169. trayecto, la preocupación por los procesos constructivos de la obra poética.

22 23
que engañaba y confundía a la población instigándola a pen- Kamenszain a poner de relieve lo que le importa: el compor-
sar que, si hablaba, si hacía uso de la voz para dar testimonio tamiento de la lengua poética para hacerse cargo de la primera
de los campos de concentración clandestinos, sobrevendrían la persona y, con ella, de la dicción del castellano andino en el
enfermedad y la peste. El título respondía sí contra ese silencio devenir indio (Vallejo), y la de la lengua materna, que habrá de
que impulsaba el poder militar y que obligaba a muchos argen- coincidir con la lengua del verdugo (Celan). Por su parte, en el
tinos a exiliarse. Por esta razón, Tamara Kamenszain adjudicaba segundo de los ensayos, la práctica talmudista se encuentra con
al silencio un poder de resistencia necesario para la coyuntura la prohibición de la escritura, ante la cual Spinoza cometerá la
(lo femenino era pensado como modelo inequívoco de lucha a transgresión de acceder a la escritura para obtener la universali-
lo largo de la historia), pero que también echaba sus raíces en dad del texto, una actitud que la autora compara con Borges y
la cultura judía, tal como el libro mostraba mediante el eficaz que le permite releer el ensayo “El escritor argentino y la tradi-
contrapunto que se podía inferir entre los dos ensayos que lo ción”: ambos son fundadores porque instauran ese entrar y salir
cerraban: “Bordado y costura del texto” y “El círculo de tiza del del universo y abandonan finalmente el ghetto, el círculo, la
Talmud”, en los cuales se establecía la analogía entre los oficios provincia, para emprender el viaje hacia el universo. Pero como
de las modistas y los talmudistas a partir de nociones capitales escribe Tamara Kamenszain, Jorge Luis Borges “hará también
como corte y costura, básicamente, y otras que las completan y el camino de vuelta y acercará, al claro de la casa, el irresistible
suplementan: bordado, tejido, recorte, dobladillo y otros. gusto por lo ajeno”.18
Metáfora de las escrituras, sagradas y profanas, el “corte” –que El texto silencioso implica un momento de constitución fuer-
produce la separación de lo escrito– y luego la “costura” –que une te de la poética de Tamara Kamenszain, ya que tiene repercusio-
e hilvana lo separado– se volvían nociones que, traídas o atraí- nes de larga duración. En primer lugar, a partir de él, se instala
das al poema, habrían de infundir las significaciones que sus una alternancia entre la escritura de poesía y la escritura de en-
contextos de origen contienen, llámese teología, filosofía, arte sayo que tendrá cierta periodicidad a lo largo del recorrido; en
de la confección, arte culinario, exégesis bíblica, versificación, segundo lugar, el ensayismo que practica, fuera del acento aca-
métrica, psicoanálisis. En el primero de los ensayos mencio- démico, irá modificándose en el transcurso del tiempo hacia de-
nados, lo que se instaura a través de la dialogía entre escritura terminados desvíos; uno de ellos será la gradual desvinculación
y silencio es la materialización en la oralidad del cuchicheo y de una de sus premisas, consistente en hallar en los recursos y
el susurro, oralidad que feminiza (materniza) la potencialidad los procedimientos líricos los modos de legitimación. Esa alter-
del silencio como una suerte de treta ingeniosa (el ingenio es, nancia ha tenido lugar hasta la fecha y siempre de modo contra-
también, del orden de lo femenino). En ese momento, los poe- puntístico: a La casa grande (1986) y Vida de living (1991), les
tas silenciosos son Macedonio, Oliverio, Juanele y Madariaga, sigue el ensayo La edad de la poesía (1996); a Tango Bar (1998),
cuyas lenguas todavía se muestran locales o regionales, sin ese le sucede en 2000 Historias de amor (que, a su vez, recopila en
tensor que habrá de polarizar la poesía hacia un lenguaje más el mismo volumen todos los libros ensayísticos anteriores); des-
universal. Más adelante, en los libros que siguen, tanto de poe- pués de El ghetto (2003) y Solos y solas (2005), aparece La boca
sía como de ensayo, poetas como César Vallejo o Paul Celan se del testimonio, al que suceden dos libros más: El eco de mi madre
enfrentarán con otra dimensión del silencio, esa que dinamita (2010) y ahora, con esta edición de la poesía reunida, La novela
la confianza del y en el lenguaje; del primero, la experiencia de la
Guerra Civil, y del segundo, la del nazismo, llevarán a Tamara 18
Tamara Kamenszain, El texto silencioso, op. cit., p. 91.

24 25
de la poesía (2012). En una entrevista realizada en 2010, Tamara poetas. Estas tres descripciones de su poética, basadas en la no-
Kamenszain da una vuelta de tuerca interesante respecto de la ción de juego que Panesi califica de “juego irreverente”, definen
relación entre poesía y ensayo: con mucha finura los desplazamientos semánticos entre una y
otra escritura, si bien queda claro que no habría una predeter-
Si lo pusiéramos en términos psicoanalíticos, diría que es una minación de una respecto de la otra. La alternancia implica,
alternancia obsesiva donde siempre viene una y después la justamente, un movimiento fluctuante, un contrapunto entre
otra y después la otra, pero no empieza una. En el origen no discursos, una apertura a la disposición dialógica entre ellos. Es
hay nada, como que empezaron juntas, alternándose. Siempre como si Tamara Kamenszain jugara a la payada entre las dos:
me acuerdo de una cosa que decía Octavio Paz: cuando estoy una le responde a la otra, la sucesión temporal crea su propia
haciendo crítica, descanso de la poesía y viceversa. Una me frecuencia (su propia frecuentación) donde la poesía es lo otro
inspira para la otra pero no casualmente: sí de una manera en del ensayo como este de aquella. Habría, por lo tanto, un prin-
espiral. Ambas son premonitorias: cuando aparece una, ya está cipio de otredad constitutivo de cada uno, reemergencia de una
diciendo algo que a lo mejor voy a trabajar en la otra y la otra dialogía escandida entre el verso y la prosa, que tiene profundas
está diciendo algo que voy a trabajar en esta. Pero esto sólo lo resonancias poéticas.
intuyo y lo siento. Evidentemente hay un ida y vuelta pero En los otros libros de ensayos, La edad de la poesía (1996),
cómo se produce la verdad es que no lo sé.19 Historias de amor (2000) y La boca del testimonio (2007), si bien
se confirman en la estela de El texto silencioso, puede observarse
Esta explicación de la alternancia entre una y otra, espiralada un mayor interés por articular los paradigmas teóricos, y ya no
y premonitoria según las figuras elegidas para describirla, nos legitimarse únicamente en la poesía como único criterio válido
ayuda a pensar justamente lo más interesante del proceso: los de autoridad. En “El ghetto de mi lengua”, por muchos motivos
préstamos entre ambas escrituras y el desarrollo de una a expen- uno de los ensayos más lúcidos que Tamara Kamenszain haya
sas de la otra, no como una simbiosis, sino como la posibilidad escrito sobre su propia obra, queda nítidamente expuesta esta
de que una idea o una imagen, pensada y elaborada de un lado, cuestión: “Ya no me contenta escribir crítica usufructuándole a
aparezca en el otro lado. mi propia poesía ciertos recursos retóricos que suelen dejar por
Ya Jorge Panesi había analizado este aspecto en “Protocolos de el camino supuestos no explicitados”. Es evidente que el ensa-
la crítica: los juegos narrativos de Tamara Kamenszain”,20 ensayo yismo de Kamenszain se ha reconducido y que su último libro,
en el que nos detenemos para destacar tres puntos que conside- La boca del testimonio, está, en cierta manera, en las antípodas
ramos cruciales porque condensan la problemática: a) ambas de El texto silencioso. Tamara Kamenszain no ha abandonado
escrituras se puntúan mutuamente; b) ante esta reciprocidad como objeto de análisis el discurso poético pero el interés reside
discursiva, “una poeta que escribe crítica no deja sus versos en en confrontarlo a la discusión teórica actual. De hecho, lo que
paz”; y c) en ambos géneros se arman familias imaginarias de puede observarse con claridad del libro mencionado, La boca del
testimonio, es un giro filosófico muy notorio, pues bastaría citar
19
“La extraña familia”, entrevista a Tamara Kamenszain por Enrique Foffani, los nombres de Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger, Theo-
suplemento Radar Libros de Página/12, domingo 24 de octubre de 2010. dor Adorno, Alain Badiou, Giorgio Agamben, Gianni Vattimo,
20
Jorge Panesi, “Protocolos de la crítica: los juegos narrativos de Tamara
Kamenszain”, en Boletín del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria,
entre otros, para probar hasta qué punto Tamara Kamenszain
N° 9, diciembre 2001, Rosario, pp. 104-115. ha decidido intervenir, sin dejar de lado su objeto (la poesía),

26 27
en los debates de la teoría y la filosofía contemporáneas, como mite que el sujeto emisor se volatilice, se invisibilice”.21 Esta
un modo (otro modo) de salir del ghetto local para pensar crí- disolución o fuga del sujeto tiene su correlato en el mecanismo
ticamente la relación de la poesía en y con el presente. Si, como de objetivación que le infunde al poema, poniéndolo al mar-
escribió, el regreso de Borges implicó llevar “al claro de la casa” gen de la confesión lírica, de sus identificaciones contraprodu-
los saberes ajenos −clara alusión a la cultura universal a la que centes, y de todo exceso de subjetividad que suele convertir la
todo argentino tiene derecho a acceder− la propia Kamenszain, experiencia en un cliché: un lugar común para un sujeto lírico
obedeciendo ese mismo movimiento, regresa siempre a la poesía sin atributos. Si la descripción de Chitarroni está orientada,
para explorar desde allí las preocupaciones más actuales. en particular, a La edad de la poesía, más próximo a El texto
Tamara Kamenszain recupera una larga tradición latinoa- silencioso que a Historias de amor (y otros ensayos de poesía),
mericana de poetas que han sido, además, notables ensayistas, libro en el que tiene lugar un cambio de orientación en la con-
aquellos que, a la par de la escritura poética, reflexionaron so- cepción del ensayo, el juicio no pierde su validez aun después
bre ella a partir de la práctica de los otros, y no de la propia, de sus remociones internas. La constitución del sujeto moder-
más allá de las ocasiones propicias para hacerlo por motu pro- no comienza, justamente, con la forma essai de Montaigne,
prio, por encargo o a través de una entrevista. Su obra ensa- como bien lo han señalado Christa y Peter Bürger,22 pero la
yística debería ser comparada, no sólo por el peso propio y los categoría de sujeto está constantemente reformulándose, así
efectos en el campo intelectual sino también por el cuidado como lo describe Giorgio Agamben en su libro Lo que queda
puesto en el estilo que es uno de los rasgos más característicos de Auschwitz.23 Captar esta oscilación, seguir los momentos
de la forma ensayo (el ensayo como forma según la precepti- de constitución y de destitución, implica para la lírica un es-
va del género y según también esa larga práctica latinoameri- tado de alerta continuo ante la cuestión del sujeto. Todos los
cana, que reúne interpretación y filosofía al mismo tiempo), libros de ensayos de Tamara Kamenszain han girado alrededor
con la de los grandes poetas y ensayistas latinoamericanos del de este campo de problematización; desde el primero hasta el
siglo XX, como son los casos de Jorge Luis Borges, Alberto último, todos presentan la contraseña del estilo, que es la con-
Girri, Octavio Paz, Jorge Cuesta, Martín Adán, José Lezama formación de una lengua dentro de la lengua. Con esta lengua
Lima, para sólo nombrar algunos de los más destacables, que Tamara Kamenszain cuestiona al sujeto y también lo asedia,
comparten con Tamara Kamenszain el reconocimiento de un con ese talante que deviene un “desparpajo” (Nicolás Rosa),
estilo y la función capital que este juega en el desarrollo de “lo irreverente” (Jorge Panesi) o “una locura amable y lícita”
las ideas que el ensayo suele desplegar. A algunos de estos Ka- (Luis Chitarroni), todos atributos que también comparte el
menszain los cita incluso en el poema, para dar cuenta de los sujeto lírico. Si lo que ocurre en una escritura repercute en la
vasos comunicantes entre la poesía y el ensayo. Pero no todos otra, es porque la otredad deviene condición constituyente de
los ensayos se vuelven literatura: sólo la alcanzan aquellos que, cada una. De cada una, entonces, respecto siempre de la otra.
por la gracia del estilo, elaboran una prosa potente, capaz de
suscitar las ideas y hacerlas vibrar en la página del libro. Luis 21
Luis Chitarroni, “Territorios y tiempos del poema”, suplemento Cultura y
Chitarroni hizo una de las observaciones más agudas de la pro- Nación de Clarín, jueves 23 de enero de 1997, p. 11.
sa de Tamara Kamenszain: es una prosa “respiratoria”, que se
22
Christa y Peter Bürger, La desaparición del sujeto. Una historia de la subjeti-
vidad desde Montaigne a Blanchot, Madrid, Akal, 2001, p. 342.
toma todo el aire necesario para ser tan programática como 23
Giorgio Agamben, Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo
alucinatoria, una prosa que “por moderación de la sintaxis per- Sacer III, Valencia, Pre-textos, 2000, p. 188.

28 29
De este modo la ensayista dialoga sotto voce con la poeta, IV. Del neobarroco al neobarroso: figuraciones de
y viceversa. Ambas escriben y se leen lo que escriben, ambas tango bar(roco)
alternan y se abisman juntas y separadas, al mismo tiempo, en
el fondo sin fondo de la poesía. Si la ensayista se hizo cargo “Firuletes, sentaditas, ochos, quebradas, son figuras retóricas que se
de la prosa (cometió antropofagia con sus propios “poemas en ofrecen a quien pone el cuerpo en el baile de leerlas.”
prosa” y su resultado fue el ensayo y la crítica), la poeta no Tamara Kamenszain, “La gramática tanguera”
quiere estar sujeta más que al verso, sobre todo ahora que pue-
de contar, “si no cuenta”, la novela de la poesía y no tanto la Es ya un lugar común situar la poética de Tamara Kamenszain
propia, aun cuando una sintaxis de biografemas −perdidos en en el neobarroco argentino junto a Néstor Perlongher, Arturo
familia pero en ella también ganados− pudiera reconstruir una Carrera, Héctor Piccoli y, de un modo más lateral (más literal),
biografía poética equidistante tanto de la real empírica como de con Osvaldo Lamborghini. Se trataba de una vertiente más
la irreal imaginada. La observación tan perspicaz de Jorge Panesi amplia, compartida a la vez con otros poetas latinoamericanos
cuando, a partir de esta relación estrecha entre poeta y ensayista, como Roberto Echavarren y José Kozer entre los más cercanos
escribe que “todo poeta que hace crítica no deja sus versos en a la autora, que tenían a José Lezama Lima como el poeta-faro
paz”, adquiere en Tamara Kamenszain un plus de sentido. No que arrastra tras sí al otro padre, Luis de Góngora. Este estalli-
deja en paz a los versos, no porque los versos ajenos la inquie- do del barroco a escala continental no significaba solamente el
ten y la inhiban en su enunciación, casi lo contrario es pretexto retorno de una estética de la tradición hispánica en su período
de poema, ocasión para escribirlo, sino, más bien, porque los áureo, aunque ahora se daba en el español de suelo americano,
versos nacen de la fuerza de las ideas o de la intersección entre sino también la posibilidad de escapar a modelos rígidos, ya que
el mundo de los conceptos y el de las imágenes, pues a veces los el barroco en su despliegue infinito de “volutas voluptuosas”, al
versos surgen de la cabeza, y entonces el yo deberá domeñarlos decir de Perlongher, ofrecía también infinitas maneras del decir
(usamos este verbo en el sentido preciso que le infunde Osvaldo poético. Este escritor argentino apeló a la traducción y, desviando
Lamborghini) para que no prime lo cerebral del ingenio por el neobarroco del insularismo caribeño hacia la región rioplatense,
sobre las emociones y los sentimientos. Ya sabemos de la lucha lo rebautizó neobarroso, y de paso no sólo ancló la poesía en la Geo-
que Tamara Kamenszain ha entablado siempre para que el pa- grafía de la lengua sino que también la inscribió en el pliegue de la
thos de la poesía no se caiga a pique en el mar del patetismo, Historia. En su momento Tamara Kamenszain analiza este cambio
donde ningún poema, ningún verso sobrevive. Pero, también, de denominación y pareciera que en esa descripción estuviera
no menos cierta es la maestría con que ha sabido contrapesar el definiendo su propia poética: “Operación neobarrosa, como la
desborde y el cálculo: su poética le debe al barroco la lección de bautizó Perlongher ensuciándola de barrio, de hábitat mítico de
desafiar la lengua hasta sus propios límites. la infancia que el tango define como hondo bajofondo donde el
barro se subleva. Barrio, barro, piso movedizo para un baile cuya
estricta arquitectura de pliegues y repliegues lo vuelve inasible,
inexplicable, casi hermético”.24 En este breve fragmento hallamos

24
Esta cita pertenece al “Epílogo” que Tamara Kamenszain escribió para la
edición de Medusario. Muestra de poesía latinoamericana. Selección y notas

30 31
una condensación de la poesía de Kamenszain en lo que creemos a Góngora, es en el seno del modernismo hispanoamericano
es su núcleo específico, la singular inflexión que asume su poética donde aparecen las primeras manifestaciones del retorno del
neobarrosa: la relación entre barroco y tango que se vuelve, en la barroco.26 De esto estaba convencido Perlongher (para él la
escritura, una matriz de sentido. barroquización en el interior del castellano se debe sobre todo
A decir verdad, el pliegue barroco se entraña en ese otro haz al autor nicaragüense: “Ya Darío lo había artificializado todo,
de pliegues que es el tango, y lo hace al ritmo del dos por cuatro, y algún Lugones lo seguiría en el paciente engarce de las jas-
de las letras cantadas y de los ochos trazados durante el baile, que peadas rimas”) y, preocupado por una estética que reaparecía
terminan proyectando imaginariamente una figura en el espa- del fondo de la tradición con un vitalismo portentoso, teori-
cio, una coreografía del hermetismo que en sus vueltas parecen zó sobre este fenómeno, al que denominó de varias maneras:
dibujar al infinito las “volutas voluptuosas” de la definición per- “resurrección del barroco en estas landas bárbaras”, “reapari-
longhiana. Así el tango ofrece, en sus componentes básicos de ción de formas transhistóricas”, “transposición americana del
letra, música y danza, ese abanico de “pliegues y repliegues” con barroco áureo”, “barroco de mixturas bastardas con culturas
el que entra en relación con el barroco. Dicho de otro modo: el no-occidentales”, un barroco americano como “desterritoria-
tango se entraña en el neobarroso rioplatense, que la concepción lización fabulosa” o como “disposición excéntrica del barroco
de Tamara Kamenszain, a partir de una vencidad homofónica, europeo”, todas categorías que tienen por denominador co-
que luego será semántica, reúne en una doble referencia: el barro mún, en la estela de la filosofía deleuziana reconocible en sus
del barroco y el barro del barrio; si el primero se traduce al limo o mismas formulaciones, la plasticidad de definir el regreso del
lodo del Río de la Plata, el segundo remite al barrio, al barrial de barroco como una estética que se desterritorializa para reterri-
las periferias, que las letras de tango cantan y, al cantar, cuentan el torializarse en América Latina.27
relato nostálgico de una edad de la inocencia, perdida para siem- Es evidente, además, que el poeta argentino, cuando define
pre, y un volver al barrio, donde ya nada será como antes. De el barroco en su devenir neo, no lo hace desde una visión re-
este modo, se pone en conexión una estética de retorno, como el gresiva –por más que se trate de una estética que revitalice el
barroco en su devenir neobarroco/neobarroso, con otra estética uso del arcaísmo desde Góngora a Lezama, de Lezama a José
que precisamente hace del retorno uno de los temas principales.25 Kozer o a Héctor Piccoli, dos de los poetas neobarrocos en los
En el contexto de la literatura latinoamericana del siglo XX, que el talante barroco se funda justamente en el uso de voca-
han tenido lugar no uno sino varios retornos del barroco, puesto blos vetustos de la lengua castellana– sino retroactiva, capaz
que no todos derivan de la matriz de Lezama Lima, de cuya ver- de hundirse en las raíces de la lengua para traerlas otra vez a la
tiente surge el neobarroco que aquí tratamos en su inflexión rio- superficie. Lo que nos interesa ahora poner de relieve, a partir
platense. Mucho antes de que la generación del 27 conmemorara del marco descriptivo trazado por Perlongher, es el modo de
leer la barroquización de las escrituras transplatinas en el inte-
de Roberto Echavarren, José Kozer y Jacobo Sefamí. México, Fondo de Cul-
tura Económica, 1996, pp. 487-489 (la cita es de la página 488). 26
Este aspecto lo he tratado en “El joven Borges y el barroco”, en Susanne
25
Cabe consignar que, en los últimos tiempos, en entrevistas y en alguna Grunwald, Claudia Hammerschmidt, Valérie Heinen, Gunnar Nilsson (eds.).
columna, Tamara Kamenszain ha dado una vuelta de tuerca al concepto Pasajes/Passages/Passagen. Homenaje a/Mélanges offerts à/Festschrift für Christian
mismo de neobarroso para proponer el de neoborroso, como una exigencia de Wentlaff-Eggebert, Sevilla, Universidad de Sevilla/Universität zu Köln/Uni-
su propia poética siempre en movimiento, que no implica borrar lo andado versidad de Cádiz, 2004, pp. 435-444..
sino, como venimos planteando, más bien tomar un nuevo punto de vista. 27
Néstor Perlongher, “Prólogo”, en Medusario, op. cit., pp. 19-30.

32 33
rior de la poesía argentina, ya que la adopción de un poetizar instancia reterritorializada no era un re-emerger ahistórico, no
neobarroco/neobarroso se presenta como un rechazo a ciertos cerraba los caminos a la cultura popular, no se apoltronaba en
modelos poéticos que estaban instalados en la tradición ar- la primera persona como lo hacía el poeta de tradición de la
gentina: el autor de Parque Lezama nombra dos, el populismo poesía pura, y no rehuía la mezcla y las “mixturas bastardas”
de Evaristo Carriego y el sencillismo de Baldomero Fernández que había sido una de las modalidades adoptadas por la poesía
Moreno. Estas eran poéticas que, por pactos de lectura bas- del sesenta, de la que los neobarrocos se apartaban por otros
tante próximos entre sí, instauraban una ilusión mimética de motivos de manera contundente.
reconocimiento, articulada sobre un trabajo reconstructivo del Desde esta perspectiva, el neobarroso de la poesía de Tamara
habla barrial o conversacional y sobre los códigos comunica- Kamenszain no sólo no se desentendió de la cultura popular
tivos de la lengua. La continuidad que se daba entre el texto como el tango, y con él el lunfardo, las hablas corrientes, los
y el contexto era, justamente, uno de los rasgos constitutivos retazos de discursos machistas, las frases cristalizadas de una
de la poesía así llamada “de los sesenta”, que retomaba esta época, las doxas circulantes en el campo social, sino que pudo
vertiente poética a partir de una relectura de Boedo, y para leer críticamente y con mucha sensibilidad el vínculo entre poe-
la cual el poeta Raúl González Tuñón28 en el sistema poético sía barroca y formas populares tal como estas aparecían en el
argentino y César Vallejo en el latinoamericano funcionaban poeta-padre de todos los barrocos neo: Góngora. Ese aire po-
como modelos. En la lectura crítica de Perlongher, los poetas pular de las coplillas de doble sentido del autor de las Soledades,
neobarrosos se oponen no sólo a la estéticas del reconocimien- como así también los romances y letrillas, pueden dar cuenta
to (que muchos mal denominan “realistas”) sino también a la de las diversas entonaciones que una estética como el barroco
poesía pura que, manteniendo los modelos clásicos, produce era capaz de albergar; al respecto, Pedro Henríquez Ureña ha
un corte con el contexto y se bunkeriza en la primera persona, escrito que algunos romances como “Barquero, barquero” o el
un yo que se constituye sólo y exclusivamente en la identifica- de “Llorad, corazón” “entrelazan las palabras del pueblo con los
ción con la imagen de poeta. Lo que puede inferirse del ensayo artificios barrocos, las hacen entrar en la característica danza
de Perlongher, que tiene la virtud de concentrar varios de los inexorable de antítesis, de correspondencias, de hipérboles, de
problemas con los que se enfrentaban los neobarrocos/neoba- nominaciones metafóricas”.29 Poesía popular, no populista, es
rrosos, es la cuestión de que el barroco en su devenir neo como lo que parece deducirse de la cita del crítico dominicano, ya
que “la palabra del pueblo” se entrelaza al artificio barroco y no
28
Para este tema véase el trabajo crítico de Miguel Dalmaroni en el capí- implica que la composición se vuelva fácil y, por ende, deje de
tulo “Poéticas” de su libro La palabra justa. Literatura, crítica y memoria en ser barroco, definido siempre a partir de la dificultad, la oscu-
la Argentina 1960-2002, Mar del Plata, Editorial Melusina, 2004. Sobre ridad, la opacidad.
todo recomendamos la sección titulada “Osvaldo Lamborghini: las ruinas
del cuerpo cortado de la prosa”. En este apartado, con respecto a lo que esta-
mos planteando, Dalmaroni afirma que un texto como “El niño proletario” 29
En Luis de Góngora, Romances y letrillas, Buenos Aires, Editorial Losada,
es una contra-escritura de la narrativa de Boedo. “El lugar que ocuparon 1939. El texto citado corresponde a la “Introducción” que el crítico domi-
los textos de Boedo y de González Tuñón –‘nuestra primera literatura de nicano escribió para la edición argentina de estos poemas gongorinos. Aquí
izquierda’– entre los sesenta y los setenta podría pensarse como uno de los Pedro Henríquez Ureña intenta dilucidar el vínculo de la poesía popular y
datos que condensa el cruce entre poéticas divergentes; como los textos des- sus metros y explica al respecto que “lo único en que a veces se distinguen las
de y contra los cuales otros textos construyen ideologías de la literatura y composiciones en metro corto de las de metro largo es el uso de los motivos
estrategias de autolegitimación”, pp. 64-65. populares: canciones, bailes, refraneros, juegos”, pp. 7-9.

34 35
Todos estos componentes que aparecen en el discurso poético A partir de este acercamiento entre uno y otro, el libro Tan-
gongorino, como el doble sentido, la alusión burlesca, el tono go Bar permite ser pensado como un tango bar(roco), ya que
atrevido, son evidentes en la poesía de Tamara Kamenszain y como poemario contiguo de La casa grande y Vida de living no
provienen en parte del potente imaginario del tango, pero tam- solamente amplía los espacios desde el interior hacia el exte-
bién de la gauchesca y de diversas inflexiones de lo popular que, rior habilitando el Bar (de todos modos el adentro y el afuera
por lo general, aparecen a través de una mirada irónica. Si el no eran territorios dicotómicos porque, desde Vida de living
barroco es una plétora, el tango también lo es: cornucopia del había un “afuerear adentro con ventanas”); sino que también,
arrabal, las letras tangueras muestran hasta la hipérbole los diver- y sobre todo, la aparición del Bar trae consigo al barrio, el
sos discursos que definen al sujeto, el modo como este discurre barrio de tango, el barrio de Palermo, la zona natal de Borges,
por diversas experiencias, entre ellas la amorosa, y cristaliza en que él mismo funda mitológicamente. Y lo que el barrio trae
una filosofía ambigua tan machista como pronta a volverse feme- consigo indefectiblemente es el barro del que habla el tango y
nizante en su peligrosa propensión al llanto.30 El tango se escribe, que es, afirma Jorge Panesi, una materia primigenia, religiosa
se musicaliza, se canta y se baila, y en todas las fases está el cuerpo y casi metafísica, porque “lo turbio del tango, el barro de su
del sujeto. Como el barroco, es una retórica compuesta de múl- espacio y de su esencia, es una nota que le ponen los otros”.32
tiples códigos: “Es por eso que el tango se baila. El encuentro de Sólo que Tamara Kamenszain, cuando retoma el neobarroso
dos manda letra y música a los pies, para que en la complicidad de Perlongher para ligarlo al barro, alude a una letra tanguera
de allá abajo saque lustre la borra del sentido. Firuletes, senta- que habla de que el barro se subleva en el hondo bajofondo,
ditas, ochos, quebradas, son figuras retóricas que se ofrecen a en la zona baja de la periferia, donde lo que se convoca es el
quien pone el cuerpo en el baile de leerlas”.31 Una retórica que mundo de las pasiones. Tango Bar es el libro de la separación
va de la voz al cuerpo y traza un circuito de lo material-orgánico, de los esposos que, en el registro de la sujeta lírica, implica un
circuito que Tamara Kamenszain piensa como una coreografía: desplazamiento del espacio interior al exterior, de la casa al bar,
una escritura de la danza, una transcripción en la hoja que pone lo que cuenta lo que se cuenta es la historia de un pasaje: lo que
en relación pasos y figuras, un texto que se escribe y que se lee pasa en el espacio (unión de pasadizos) y lo que pasa entre los
mientras tiene lugar el baile. En síntesis: el tango es una figura- esposos (la desunión), porque el Bar es el lugar donde las pare-
ción, es una retórica en clave barroca. Muchas figuras podrían jas se unen pero también se desunen, el lugar del levante y de
encarnarla: si elegimos la paradoja, la danza inmóvil da giros la espera inútil, lugar de las reuniones barriales y de las charlas
sobre sí misma, genera movimiento con el corte y la quebrada, y entre amigas. Pero sobre todo, este libro tramita la separación
sus firuleteados ochos, que la mujer oficia con las vueltas, se dan amorosa y lo hace siguiendo el desplazamiento que marca el
en el mismo sitio, en el mismo punto; si la elipsis, la danza con pasaje de la casa y el living al bar, un desplazamiento que se da
dos centros, por más que uno domine al otro; y si el quiasmo, en distintos registros: “Del tú al vos, de la madre a la mina,
una danza que vuelve siempre al punto de partida. de la lengua materna al lunfardo”.33 Y podríamos agregar: de la
vida conyugal al divorcio, del espacio privado al espacio públi-
co (aunque el Bar como bar barroco es un espacio dialógico por
30
Consultar para esta cuestión de la filosofía ambigua del tango el excelente
artículo de Jorge Panesi “La garúa de la ausencia”, en Críticas, op cit.
31
Tamara Kamenszain, “II. La gramática tanguera”, de “Neobarrocos en su 32
Jorge Panesi, “La garúa de la ausencia”, op. cit., p. 332.
tinta”, en La edad de la poesía, Rosario, Beatriz Viterbo, 1996, pp. 33-38. 33
Tamara Kamenszain, “II. La gramática tanguera”, op. cit., p. 36.

36 37
antonomasia: público pero también privado, familiar, y hasta con la frente marchita; esa vuelta obligada, entre melancólica y
multivalente porque está afuera y adentro al mismo tiempo)34 gozosa, al pasado.
o, como plantea Jorge Monteleone, “[d]el código intimista de Tango Bar(roco): se adentra en la cuestión del yo y se hunde
una música de infancia” al “murmullo que envuelve la mesa de en el baile de disfraces, ya no a la manera versallesca de las fêtes
café”, dos músicas que comienzan a descompasar y que la su- galantes que Darío imitaba (en esa imitación estaba el embrión
jeta lírica deberá aprender a recompaginar en el nuevo estado de la originalidad americana) de los franceses dieciochescos,
de soltería al que la separación la conmina.35 sino el baile de mascaritas donde el yo parece diluirse en una
Ante este paisaje que el imaginario del tango convoca, con su identidad que se esfuma. Como escribe Kamenszain en el en-
filosofía y su retórica, Tango Bar reproduce ese desplazamiento sayo ya citado, “dan ganas de saber hoy, en medio de este baile
de salir del adentro de la casa hacia el afuera del barrio a tra- de mascaritas autorales, no tanto cuál es la verdadera poesía de
vés del lunfardo. Kamenszain lo describe, justamente, como “el nuestro tiempo sino tal vez cómo se comporta ese yo que dice yo
soporte idiomático que permite salirse de la lengua materna y en el poema”.36 Ese “dan ganas de saber” cómo se comporta el yo
volver a ella”, puesto que si ese movimiento iba de la madre a que dice yo –ya vimos antes que es el centro motor de la poesía
la mina o del tú al vos –aquí se resignifica el registro del habla moderna– adquiere bajo el neobarroso dos resoluciones estéti-
rioplatense, que descarta la segunda persona para reemplazarla cas: una es la noción de máscara, de origen nietzscheano, la cual
por otra, cuyo uso respetuoso e ilustre erradica cualquier dejo hace posible el travestismo poético que Tamara Kamenszain lle-
plebeyo–, el salirse de la lengua materna equivale en términos va cabo en este libro, aprovechándose del guardarropa que le
de Kamenszain a salir del ghetto, cruzar el cerco que constri- ofrece la novela tanguera; y la otra, la coartada de rehuir de los
ñe el espacio del sujeto llamado a habitar todos los espacios y modelos de las estéticas de reconocimiento, más concretamen-
vivirlos para transformarlos en lugares. Pero toda salida de la te del vínculo mimético entre poema y realidad. Si el barroco
lengua materna implicará siempre una vuelta a ella. Si de algo clásico, como plantea Nicolás Rosa, es afirmativo, un realismo
el tango sabe y habla es de la vuelta, o mejor: de las vueltas que que releva el Significante para aludir a la riqueza del Referente,
tienen la reminiscencia de las volutas de las que hablaba Per- el neobarroco/neobarroso en cambio es negativo y refractario a
longher. Vueltero hasta el hartazgo, lo que el tango multiplica toda propensión realista: no quiere mostrar de forma directa y
son precisamente esas vueltas y estas vueltas lo vuelven barroco: mimética el objeto de la realidad sino del lenguaje.37 El objeto
los giros de los ochos; los giros de la lengua lunfarda, arrabalera;
las infinitas versiones del yira-yira; la vuelta al barrio donde está 36
Tamara Kamenszain, “II. La gramática tanguera”, op. cit., p. 33.
la casita de los viejos, el volver de lejos, del exilio o del centro 37
En su deslumbrante ensayo “Artefacto”, un texto crítico dedicado al libro
de Héctor Piccoli Si no a enhestar el oro oído, Nicolás Rosa se preocupa, en-
tre otros aspectos relevantes, de diferenciar el barroco clásico del neobarro-
34
Anahí Mallol en su ensayo “Caracol adentro de la espera” explica que el co. Al respecto escribe Rosa: “El barroco clásico es constructivista, tiende
Bar (el Tango Bar) es un “espacio indecidible o intermedio y el lugar privile- a la constitución de una figurabilidad doble pero constante, reduplica lo
giado para ejercer el espionaje (...) La tensión entre la casa y el bar se vuelve mismo para reasegurarse en la semejanza metafórica, en la concentración
una tensión entre los géneros”. En Anahí Mallol, El poema y su doble, Buenos semántica. Por varios que sean los códigos aludidos –una proliferación
Aires, Simurg/Cuadernos de Ensayo, 2003, pp. 89-101. reglada– se cierra sobre una multiplicación consistente: la infinitud está
35
Jorge Monteleone, “Letra y música sentimental. Sobre Tango Bar, de Ta- en el Referente, no en el Significante. Este Referente riquísimo y variado
mara Kamenszain”, suplemento Cultura de La Nación, 4 de noviembre de en su magnificente heterogeneidad, siempre huidizo, se prolonga en una
1998. circulación que imaginariza la completud del espacio y el tiempo: quizá

38 39
está en el lenguaje, no en la realidad. Por eso el barroco mul- lo deja establecido el poema-prólogo de la tercera parte de Los
tiplica las hablas (de las “hablillas” a las “pláticas”; de las jergas no, que es el típico poema escrito entre paréntesis que condensa
enredadas a las lenguas en clave, todas vecinas al trobar clus) para su ars poetica –una práctica que Tamara Kamenszain mantiene
que, en esa polifonía babélica del hermetismo, la opacidad de la hasta La casa grande–. Esta composición adjudica el valor de
lengua triture de una vez por todas la ilusión de transparencia, máscara al rol que debe cumplir el actor, metáfora del hombre,
que no hace justicia a lo que el sujeto tiene de irreductible. así como el teatro es la metáfora del mundo. En la obra teatral
Un libro como Tango Bar, que habla del dolor de la sepa- El gran teatro del mundo de Calderón (quien sigue la interpre-
ración de los esposos, del vacío que deja la ruptura, paradó- tación de Epitecto: “Recuerda que actúas en una pieza teatral
jicamente carnavaliza los sentimientos a partir de esa filosofía que eligió el director. Si te hace actuar el rol de mendigo, ac-
del sentimentalismo, plagada de manifestaciones de lo cursi, la túalo lo mejor que puedas; lo mismo si haces de rengo, hombre
queja, la lástima, el perdón, el discurso machista, lo lacrimóge- de Estado o simple particular. La elección del rol es asunto de
no. Pero como plantea Jorge Monteleone acerca del travestismo otro”)39 el Autor que reparte los papeles no es otro que Dios,
de esta retórica tanguera: “En ese gesto de remedo (Tango Bar pero lo importante es la función social y moral del rol donde el
como libro de poesía) aspira secretamente a que la máscara de la personaje que encarna el actor lo hace precisamente como con-
emoción se vuelva, en el milagro de las apariencias, el sitio ver- ditio sine qua non, ya que en esta alegoría del mundo no cabe el
dadero del sentimiento”.38 La ironía, el desvío, el distanciamien- salirse del papel; para eso está el Apuntador, que repite la letra
to, la mirada oblicua, son todos estratagemas o ardides para no para que el actor haga su representación lo mejor posible, lo más
caer en la trampa de los sentimientos. De este modo, la sujeta lí- ajustada a su deber ser. Lo que esta poética de Los no inaugura
rica se pone y se saca la mascarita en el carnaval moderno: de las para el recorrido es el valor de la máscara en relación con la
máscaras democráticas del modernismo, con las que Ángel Rama constitución del sujeto.
había podido cartografiar el nacimiento de la poesía moderna En síntesis: Los no anticipa Tango Bar a través del theatrum
con Rubén Darío, a este baile de mascaritas autorales, es decir, de mundi que Calderón proyecta como una gran alegoría; pero, tam-
las máscaras a las mascaritas, parece jugarse la identidad escurri- bién, no menos cierto es que Los no traduce el lenguaje alegórico
diza del yo que dice yo en el poema. de Calderón a una lengua gauchesca más cerca de la de Osvaldo que
Lo que eclosiona en Tango Bar ya estaba en Los no, el se- de la de Leónidas Lamborghini: “Un enano presentando dice: / hay
gundo libro de Tamara Kamenszain, que había buceado de un payasos criollos y / habrá payada cirquera / y al que se quiera arri-
modo objetivo no sólo en el mundo del carnaval argentino, de mar que / vaya aprendiendo a embaucar / de la careta pa’fuera”.40
tinte gauchesco y de circo criollo, incluido el tango, sino, sobre Los no, aun con su propio guardarropa tan vasto formado con
todo, en las posibilidades del theatrum mundi del barroco, don- elementos que van desde el teatro chino-japonés y la tragedia
de la máscara o la careta se relaciona con la escena de Calderón,
en la que el mundo es presentado bajo la mirada alegórica. Así 39
Tomo la cita de Epitecto del ensayo de Dardo Scavino “El gran teatro de la
moral”, de su libro La edad de la desolación. Ética y moral en la Argentina de
de ahí provenga su contracara: la fúnebre y sombría doble antítesis (quias- fin de siglo, Buenos Aires, Manantial, 1999. Véase el análisis e interpretación
mo), paradoja del sentido barroco del Barroco”. En Héctor Piccoli, Si no de la concepción de los roles que cumplen los personajes en el theatrum
a enhestar el oro oído, Rosario, Ediciones La Cachimba, 1983, pp. 1-59. mundi de la obra de Calderón.
38
Jorge Monteleone, “La pregunta por el objeto (Genovese, Freidemberg, 40
“Sobre el potrero rastrillado arena...”, en Los no, en La novela de la poesía,
Kamenszain, Bellessi)”, op. cit. op. cit., p. 161 (primera edición: Buenos Aires, Sudamericana, 1977).

40 41
griega hasta la murga y el tango del carnaval rioplatense, habla el experiencia que anuncia el duelo de la poeta, entre el entonces
lenguaje gauchesco. Es con esta lengua de la tradición literaria ar- de la muerte del padre y el ahora de la enunciación. El Nombre
gentina que el yo del poema define el arte del barroco, esto es, el del Padre y el de la hija parecen probar el dicho que dice “De tal
arte de embaucar, adelantando en un verso casi toda la poética: palo, tal astilla”, porque ambos llevan las mismas iniciales: T.K.
“de la careta pa’fuera”. De “la careta pa’fuera” a la “alegre masca- Estas mismas iniciales corren el riesgo de instalar el ghetto de la
rita” de Tango Bar median muchas experiencias de la sujeta: salir identificación, y entonces surge una pregunta: ¿cómo hacer para
de la casa al barrio, meterse en el bar, alejarse de la intimidad del salir de este ghetto de las identidades que la letra parece sellar de
ghetto, y ahora, sujeta desujetada, imbuida en las volutas de un un modo inexorable? ¿Tamara es hija de Tobías Kamenszain o
tango bar(roco), esquivándole al sentimentalismo y atravesando es la hija de David? Tamara o Tamar, otro apelativo con el que
desafiante el carnaval de mascaritas, confirmar una estética como no se sale de la inicial, si bien en un poema de El ghetto aparece,
poeta que ensaya el modo de narrar: en El ghetto la novela de la repetido, como un eco, parte del Nombre Propio de la autora
poesía eclosiona porque ya ensayó bastante desde De este lado del en el “tam tam” de los tamboriles del poema “Judíos”, que sin
Mediterráneo. Esa sujeta, salida del ghetto en todos sus sentidos, embargo también está presente ya en la sílaba tam de la palabra
se enfrentará a la separación, a la soledad, a la muerte del padre “tambor” en ese theatrum mundi alegórico y, por ello mismo,
y de la madre. Ahora, en esa novela que se escribe, fabulando, se pura figuración, como aparece en Los no con el efecto de una
preguntará por la pregunta que no puede responderse. La novela auténtica retombée. Aun cuando, en el poema-prólogo de Vida
de la poesía no puede ser sino un libro, la novela se lee como li- de living, se establezca una contigüidad del nombre Tamara con
bro; como la novela luminosa, es un libro de poesía, pero, como el de Teresa (en clara referencia a Teresa de Ávila: la morada es
novela de la poesía, es la novela de la muerte. ahora el nombre que parece definir la casa), la inicial del nom-
bre de pila no se pierde, como tampoco el número de sílabas o
las letras “t” y “r”, que ambos nombres comparten.
V. Sobre la novela del nombre propio Kamenszain Vistos todos los libros en perspectiva, su poética activa el pro-
ceso de ponerlo todo “fuera de lugar”, quizás con el propósito de
In memoriam Tobías Kamenszain. tematizar el viaje, el nomadismo, el salir afuera, pero, también,
En tu apellido instalo mi ghetto. de volver cartografiable el problema de la identidad allí donde
Dedicatoria de El ghetto, Tamara Kamenszain. se fractura, allí donde se vuelve insostenible. La reflexión de
Adriana Kanzepolsky no puede ser más certera: “El movimiento
Del gesto implícito en la dedicatoria, podemos inferir −ade- del poema es volver a los lugares de la memoria, a los lugares de
más de que se trata de un dístico en el que por lo menos se la ‘identidad’ para en ese retorno decirlos como pérdida. Una
reúnen cuatro lenguas en acción: el idisch, el español, el latín y pérdida que pareciera ser el único lugar en que los poemas se
el italiano amputado de (bor)ghetto− la voluntad de instalar el afirman. Afirmar el poema en la pérdida pero también cons-
Nombre Propio como una instancia simbólica que obedece a la truir la memoria en la metáfora”.41 La memoria anclada en la
concepción poética de nombrar, fechar y datar. El apellido es metáfora se refiere a que los judíos hicieron de la esclavitud en
el Nombre de Familia pero la dedicatoria otorga a la memoria Egipto una metáfora de la fraternidad a escala universal. Por eso,
el primer lugar de la frase, anterior incluso al nombre del padre
que acaba de morir. La memoria es un trabajo póstumo con la 41
Adriana Kanzepolsky, “‘Aquí llegamos, aquí no veníamos’”, op. cit.

42 43
la pérdida es, de algún modo, la única forma de considerar la perdidas de familia (y perdidas también por extraviadas, idas, si
ganancia, la cual no puede nunca preexistir a aquella. Este juego pensamos en la figura de la madre convertida en un conjunto
con las pérdidas que, paradojalmente, parecen no perderse, es de ecos y vagas sonoridades) corresponden en esta obra poética
otro modo de decir (la metáfora es inevitable) que el encuentro a la proliferación de lenguas, de dialectos babélicos, cuya direc-
con el otro, a causa de innumerables razones que van desde la ción es salirse siempre del ghetto único de la lengua: el inglés
esclavitud y la diáspora hasta los viajes y excursiones turísticas), redundante de “vida de living” o memorable de la canción de
es un encuentro amoroso, una ética. Así parece instaurarse en los Beatles traducido a nuestra lengua; la lengua incantatoria
esta poética el verso de Paul Celan que Tamara coloca como del tango que, derramada en fraseos, dicciones, palabras, me-
epígrafe de la segunda parte de El ghetto: meine Trauer, ich seh’s, táforas, imágenes, crea la atmósfera de la canción popular por
läuft zu dir über: “Mi duelo, lo estoy viendo, corre hacia ti”.42 antonomasia, y reproduce desde su interior lunfardo el salirse
El papel fundamental que juega el tú en la poesía de Celan mismo de lengua; la lengua-cerco del idisch, que aparece en
es retomado por Tamara Kamenszain para pensar el encuentro cursiva tanto en los nombres comunes como en los propios; los
amoroso. No olvidemos que Historias de amor se llama uno de restos de la lengua gauchesca que Kamenszain ejercita desde los
sus libros de ensayos y que en un pequeño ensayo titulado “Re- primeros libros; el portuñol de Néstor Perlongher como una
verso” escribía: “Por eso lo de amor: porque la poesía es empujar lingua franca; esa lengua de frases hechas, cristalizadas en el
la lengua hasta el campo del otro, es decir, es un impulso por transcurso de una época y en tránsito del desuso. El amasijo de
salirse del ghetto autobiográfico”.43 lenguas habla del amasijo de las identidades en tanto comitivas
Por debajo de toda la trama urdida a través de la metáfora de diaspóricas por las cuales todos se vuelven judíos, como ha-
la familia que podemos leer en sus libros, la identidad se afirma bía escrito la poeta rusa Mariana Tsvetáieva, quien había usado
cuando se la inventa, se la gana cuando se la pierde. “Perdi- para referirse a los judíos la palabra shid, citada y recordada por
dos en familia” habla, sobre todo, de una pérdida debajo de la Paul Celan. Si Charles Baudelaire había dicho que todos los poe-
cual la identidad puede fugarse del ghetto. Habría que traducir tas son realistas, y Darío, en otra inflexión, agregaba otra verdad,
todos los versos de Tamara Kamenszain a diversos idiomas y “¿Quién, que es, no es romántico?”, Tamara adhiere a todos los
lenguajes: ¿cómo traducir a otro idioma “cuchitriles de rumiar” poetas son judíos y no sólo nos comunica el modo de entender
o “ratoneras”, que son palabras tan argentinas? Salir del ghetto el judaísmo sino que también es, de algún modo, una adhesión
también implica, sociológicamente, lo que Ferdinand Tönnies a la manera borgeana que ya señalamos, esto es, la idea de que
proponía como el pasaje de la comunidad (Gemeinschaft) a la los argentinos y los irlandeses son como los judíos porque en-
sociedad (Gesellschaft). Hay en su poesía una inscripción so- tran y salen de las fronteras nacionales. Así judíos deviene una
ciográfica, una escritura de lo vernáculo que reconstruye una metáfora para definir la condición moderna de los sujetos. En
historia de identidades en estrecha conexión con la corriente El ghetto aparecen como sujetos de y en excursión, sujetos en co-
subterránea del lenguaje, la fuente de lo colectivo, contrapesado mitiva pero signados por el excursus, por el fuera de lugar, como
por el tamiz de la individuación. Es por eso que las identidades si los sujetos judíos o el devenir judío de todos los sujetos se
circunscribieran secularmente a ese movimiento de salir afuera.
La excursión como una correría por el afuera, sujetos en digre-
La traducción me pertenece.
42

43
Tamara Kamenszain, “Reverso”, Diario de poesía, N° 64, Buenos Aires,
sión pero congregados, en comitiva, en marcha, todos unidos
2003. aunque en una experiencia foránea, extranjera pero no tanto,

44 45
portuñoles pero no tan portuñoles, tan ladinos, tan idischistas, la atención la metáfora que usa para describir el movimiento de
como leemos en el poema “Judíos” del libro ya mencionado: retorno como el momento transitivo y productivo del préstamo
cultural (una versión, otra, de la transculturación). Es una me-
Nosotros táfora luminosa: Borges regresa del universo o de la biblioteca
los de la combi en éxtasis foráneo universal “al claro de la casa”, espacio de claridad y de luz, quizás
vamos a dejar nuestros disfraces de hotel aludiendo también a su lado iluminista, ilustrado, pero recal-
vamos a colgar nuestra bermuda en estandarte cando, en todo caso, su carácter luminoso.
de una ventana abierta al morro Un Nombre de Familia: Kamenszain puede ser paradójica-
y que nos reconozcan. mente una manera de salir del ghetto. Un apellido para inven-
Pueblito que baja y se pierde tarse con él una identidad en el poema, es decir, una identi-
ni raza ni nación ni religión dad por la cual se imagina y se crea otra: Kamenszain es una
del argentino la parte en camiseta palabra compuesta que significa en idisch Szain o Schein, luz
(lo que transpira destiñe al Che) o brillo, y Kamin, hogar, lugar donde arden los leños. Por lo tan-
hay una diáspora subida al Corcovado to, Kamenszain es la luz del hogar, la luz de la casa, de la casa
parte por parte acudimos a esa cruz grande con vida de living que abriga la charla y el recuerdo de
sin raza sin nacionalidad sin religión los que no están, de los amigos desaparecidos. Ensayemos otra
ya fuimos clavados pero aún no somos traducción posible: resplandor de luz del hogar donde arde la
tan portuñoles tan ladinos tan idischistas44 leña. Brillo, luz del hogar: inscripciones en el Nombre que per-
miten, por fin, salir del apellido para inventarse otra. Atizar los
De esta manera, Tamara Kamenszain no está definiendo (o leños del hogar (ser la luz de la casa) puede significar atizar las
redefiniendo) la identidad judía sino intentando capturar lo ar- palabras de la lengua para avivarlas y enardecerlas, mantener la
gentino en la experiencia de disgregación. Este poema lo dice lumbre encendida. Kamenszain (Kamin, Schein): la atizadora
apelando al oxímoron “éxtasis foráneo”, vale decir, lo extático de la lengua, la que despabila los leños a punto de extinguirse,
que extrañiza, que coloca fuera de lugar, que deviene extranjería. la que sobrevive porque aviva el fuego de la poesía, una Ana
A lo argentino Tamara Kamenszain lo define como lo argentino Frank de la escritura. El apellido puede ser una salida del ghetto
descolocado, descarrilado. “Aquí lo argentino vendría más bien y la novela del nombre propio ahora también puede devenir, en
de la mano de la desintegración. Porque no es que de antemano toda la poesía reunida, una novela luminosa.
se sepa qué es lo argentino sino que hay que salir a buscarlo,
hay que salirse de sí [...] Porque lo judío de lo argentino no
está ni de un lado ni del otro del Mediterráneo”.45 Volviendo a
Borges: cuando Tamara Kamenszain alude, en el final de El texto
silencioso, al ensayo “El escritor argentino y la tradición”, llama

44
“Judíos”, en El ghetto, en La novela de la poesía, op. cit., p. 300 (primera
edición: Buenos Aires, Sudamericana, 2003).
45
“El ghetto de mi lengua”, op. cit.

46 47
La novela de la poesía
De este lado del Mediterráneo
1973
No querer decir, no saber lo que se quiere decir, no poder decir
lo que se cree que se quiere decir, y decir siempre o casi siempre, he
aquí lo que conviene no perder de vista en el calor de la redacción.

Samuel Beckett
A la memoria de Mauricio Staif,
anclada del otro lado del Mediterráneo.
Dejé el río, dejé que los tallos de las flores se inclinen y recorrí el
camino inverso del que me trajo a ese lugar y vi mi larga sombra
solitaria como un país del que estaba lejos y cuyos habitantes me
saludaban desde la costa haciéndome señales incomprensibles.

Las imágenes de la infancia desaparecen de mi memoria y


ella recorre minuciosamente cada punto de la sombra que está
pegada a mi cuerpo y que al caminar se separa de mí como se se-
paró ese país de palmeras todavía desconocidas y de pescadores
que sólo sé que existen así como existe la flor que en Antofagasta
me dio un hombre porque esa es una ciudad alegre en la que
las calles que suben llevan a la montaña y las calles que bajan
llevan al mar.

Nadie elige el momento de su muerte que sobreviene como


una marea tapando la playa y es por eso que la soledad es buena,
es por eso que el monólogo silencioso es fértil y que la sombra
que ahora miro a mi costado y tiene vida propia atraviesa mis
metamorfosis, se enrosca a mis pequeñas costumbres cotidianas
y me deja viéndome en ella como en un espejo oscuro en el que
todo debe ser adivinado.

57
Una fila de caballos galopando lentamente en una llanura mien- Intento de inventar una historia
tras una fila de nubes blancas flota en el cielo y como alguien
colgó un mapa frente a mí puedo ver las sombras que indican
montañas, las líneas que indican ríos, las manchitas verdes que Entre tu mueca y el ala de una mosca pasó toda la monotonía
abultan valles imaginarios pero reales, el celeste aguado que de este aire que debería oler a eucaliptos. Ya no necesitas leer
quiere ser el mar. nada en una constelación porque tu mano haciendo sombra en
Dejo que los libros descansen en la biblioteca para inventar la pared es el último intento de inventar una historia y si alguna
una danza que me deslice por el pasillo de este lugar al que vez creíste que la biblia había sido inventada por alguien hoy te
vengo todos los días de mi vida para prender las luces y abrir limitas a escuchar los ruidos de todo lo que pasa en los alrede-
los cajones y sacar la cabeza por su ventana desde la que saludo dores para saber que no hay camino que no haya sido recorrido
a un viejo llamado Reb Shemen que después de vender diarios, ni exclamación que no haya sido alguna vez utilizada.
limpiar autos y comprar limones se sentó definitivamente en la En tu recuerdo una mano grande de hombre cuya sombra
puerta de su casa a contemplar desde sus ojos lentos la rapidez era un zorro junto a una mano pequeña cuya sombra era un
de lo que lo rodea y aunque parece no entender entiende, por- pájaro volador y escurridizo que pegado a la pared de un dor-
que su corazón es del tamaño de un oráculo y sus arrugas de la mitorio pedía por su vida frágil de sombra mientras se metía en
profundidad de un corazón grande. una historia de animales que se besan y se corren y se comen
Él espera a los ángeles anunciadores que visitaron a Abraham mutuamente.
en las puertas de su tienda y los ve llegar en los camiones que Hoy es difícil inventar una historia porque las piedras (aun-
descargan en el mercado, en las bicicletas de las lavanderías, en que digan algo) no tienen nada que decirme y una estrella cer-
el paso lento del que necesita caminar por las calles de su barrio ca de otra no forman un grupo de bailarinas que levantan las
para evocar una infancia soleada y tranquilizar el alma. piernas con la calma de un pato o saltan en cámara lenta con la
Hubo otro viejo que lavaba sus manos en una palangana delicadeza de una jirafa.
para que un dios en el rezo las encuentre limpias y caminaba Ya la luna no tiene cara de persona ni el sol es un redondel
por Buenos Aires como aquel que se bamboleó por las calles con rayos de líneas finitas trazadas con regla. Las nubes dejaron
de Praga cubierto de trapos viejos, sin entender por qué una de ser ovejas porque tampoco Dios es un viejo encorvado de
multitud lo perseguía si a él alguien le estaba hablando al oído, barba larga y puntiaguda que con su bastón señala un mundo
le descubría los secretos de un libro cuyas palabras son las cosas en el que estás mirando para arriba, tratando de leer alguna
mismas y al abrirlo aparece esa calle de Praga, ese viejo cubierto historia en las figuras de una constelación.
de trapos con una multitud persiguiéndolo mientras alguien le
habla al oído.

58 59
Saber que todo vuelve y volverá a este irremediable principio, a Quién es el hermano que come feliz sentado en la vereda de
este final redondo de crónica literaria, a esta bóveda azul que es enfrente con los pies sucios y las manos arrugadas por el oficio
el cielo sobre las cabezas recordándome que todas las ventanas de vagabundo-mendigo-contemplador, hombre sin familia pero
abren a un paisaje imprevisible (única imagen del silencio sobre cuya familia son todos los que azarosamente se le acercan, hom-
la tierra, única imagen de lo alejado que con el tiempo se va bre sin casa pero cuya casa son los rincones extraños, los pasillos
volviendo cercano). desconocidos, los túneles invadidos por estrellas.
Quién fue la pareja que se sentó bajo las ruinas de una ciu-
dad santa para abrir una lata de sardinas y comerlas a la intem-
perie feliz de ese lugar parecido a una postal y sin embargo tan
antiguo.
Qué fuerza armónica nos hizo emigrar hacia esa costa en la
que los peces hablaron con los hombres y los ojos saliéndoseles
de las órbitas.
Qué imitación del pasado nos hizo abrir un paquete de pan
para cenar en la calle de un pueblo cuyos hombres se acercaban
a contarnos que nunca habían salido de ese lugar y nunca sal-
drían porque el mundo estaba limitado por la comisaría a un
extremo y la estación de ómnibus al otro.
Estas preguntas se inspiran en los ojos alegres del hombre
semiacostado en la vereda de enfrente con una botella de vino
en la mano que no es un ídolo de oro sino el símbolo de la divi-
nidad bajando constantemente a la tierra porque está en la tierra
y se encarna en los movimientos más libres y en las mentes más
despejadas dejando lugar a esos actos mínimos que son la nece-
sidad de peregrinar, de comer al lado de las ovejas escuchando
el ruido particular de sus mandíbulas, de mirar acostados en el
pasto boca arriba el único eclipse de sol de todo este siglo.

60 61
del ojo que lo espía porque sabe que en cada agujero del mundo
hay una sorpresa y para cada minuto que vivimos una lámpara
de Aladino de la que salen las cosas que nos rodean.

Caleidoscopio

A Marcelo Sztrum

En las montañas más altas y en las galerías desoladas una misma


voz me estuvo repitiendo que en cada agujero del mundo hay
una sorpresa, que la vida está en el fondo de una roca tanto
como en el sonido áspero de una cañería porque el viejo Herá-
clito aseguró que todo es movimiento y nada perece o bien que
todo perece y esta es su forma de ser movimiento (porque no
hay quietud que sea estática y no hay movimiento que no sea a
la vez quietud).

Puse el oído en una botella de leche y escuché a mi amigo


ordeñar una vaca y contarle su vida cómica.
Miré a través de un espejo y vi detrás de mi rostro todos los
rostros que soy y todos los antepasados que mis gestos imitan
(vi a mi bisabuela mirarse en un espejo ovalado asombrándose
de su propia juventud).
En la solidez de la madera en la que me apoyo está la solidez
del tronco que un leñador cortó en el segundo capítulo de Lady
Chatterley y está también la solidez de su mirada, la cálida energía
de su brazo.
En el sexo de mi amigo vi los arbustos floreciendo con la
primavera y en la voz familiar de una mujer escuché un grupo
de monjes entonando sus cánticos hacia el cielo.

Cada rincón es un caleidoscopio cuyas partes me recuerdan


las partes de mi vida, los fragmentos endebles de mi memoria,
los espacios por los que caminaron las imágenes, se asentaron los
paisajes de otras edades y todo esto se entrecruzó en un punto
que es el presente: la totalidad del caleidoscopio, el movimiento

62 63
Celebro las campanadas de este reloj que despertaban a mis Recibo mis gestos porque me estoy mirando al espejo y veo un
abuelos sacándolos de los sueños más indescifrables para poner- parpadear por el que se filtra la luz de esta triste tarde de marzo
los frente a las ubres de una vaca o ante el horno gigante en el en la que un afilador de cuchillos toca la ocarina para llamar al
que se cocinaba el pan que yo añoro porque aunque no lo comí acero escondido en los cajones y regocijarse con el filo noble que
lo recuerdo. divide en dos los elementos.
Ese pan está grabado en una enorme memoria familiar de Esta tarde es triste porque a veces todo se vuelve demasia-
la que soy parte y por eso puedo escribir sobre él con fidelidad do conocido y los objetos son una presencia muda que pide
así como mi abuelo, sentándome en sus anchas rodillas amari- ser usada mientras mis ojos (mirándose al espejo) se agrandan
llentas, narraba las extrañas costumbres de sus padres, aquellos para abarcar un espacio más amplio como el del cielo negro de
que humedecían los dedos con la lengua para pasar las ásperas Curuzú Cuatiá brotado de estrellas blancas y luminosas.
páginas de un libro. Veo una película en la que los personajes comen su merienda
En esas madrugadas de campo quedaron ciertas canciones en un campo de margaritas mientras un perro olfatea entre las
que evocaban espigas y simples amores juveniles, y el residuo piernas de la mujer alemana y entiendo que en esa escena los
de ellas se cantó en los primeros años de vida ciudadana con el tenedores tienen su vida asegurada porque el comer hundido en
comienzo de esa nostalgia que hoy se agranda cuando la voz de ese pasto es placentero y los cuchillos que cortan esas naranjas
un tío dice en un grabador: “Soy Naftule, no tengo nada que jugosas y amarillas tienen que ser alegres.
decirles, sólo quiero cantar una canción que era la que cantaba En cambio aquí, en esta triste tarde de marzo, están los ob-
mi hermano, que es vuestro padre, que es vuestro abuelo”. jetos guardados en los cajones de mi pieza y todo intento de
Quizás vuelva (en el futuro del que aunque querramos saber, sacarlos los dejaría muertos en otro lugar como ese, porque mi
nada sabemos) ese escenario de gallinas ponedoras, de caballos oficio no los revive como sabe hacerlo el afilador que toca la oca-
con miradas melancólicas, de biblias abiertas sobre mesas con rina en la calle de enfrente o la rubia alemana que abriendo su
penetrante olor a madera noble, y quizás sea sólo entonces, en canasta de paja extiende una carpeta bordada sobre el pasto de
ese tiempo liberado del tiempo, cuando este reloj cuyas campa- la pantalla con un gesto que sólo puede tener aquel que cuenta
nadas despertaban a mis abuelos vuelva a cumplir la función de con el infinito espacio a sus costados.
anunciar la salida del sol.

64 65
La luna o yo Y todo se arreglará y
cualquier clase de cosa saldrá bien
cuando se purifiquen los motivos
Las mujeres que la miraron con ojos sorprendidos en los luga- en el fondo de nuestra súplica.
res más atípicos del universo son la condena no merecida a la T.S. Eliot
que fue espiada por una insistencia de manía registradora de
gestos, a la que fue aplastada por una multitud de pequeños Una súplica recorre un lento camino hasta llegar al trono alrede-
telescopios. dor del cual están los ángeles alados que acompañan al que no
En la época en que el arroz y la palabra eran lo mismo, los tiene forma y sin embargo ocupa su lugar, al que no tiene color
hombres flacos se arrodillaban ante una luna femenina pero in- de ojos y sin embargo hay un haz de color adentro suyo, hay una
determinada que recorría tranquila su camino de galaxias. Qué infinita gama de sonidos adentro suyo, un oído que conoce el
seco está hoy ese camino que lleva de la tierra a la luna, es como romper de todas las olas en los muros, un dedo que puede contar
la vela que sólo se usa en caso de necesidad o San Pedro que los granos de arena porque él mismo los puso (para que tu cuer-
abandonó las llaves del cielo porque nadie quería entrar en él. po se regocije y tu piel se abra y tus manos se llenen de calor).
Una noche en un barco italiano se hizo evidente la inutilidad Sé que las palabras que escribo son entendidas por todos por-
de las constelaciones y hoy se recuerda ese pensamiento para que alguien mayor las abarca del mismo modo que despliega los
confirmar cruzando el puente de Avellaneda la tristeza ante este rayos del sol sobre mi nuca agradecida y así yo me acodo en la
escenario metálico y empequeñecido. cubierta de un barco para empezar a ver la tierra alargada como
Qué seco es todo gesto que no pide más que aquello que una mano que alguien nos ofrece, y el deseo de morder una
necesita para trazar su línea de futuro previsible o cualquier re- manzana en un mercado del puerto crece junto al olor aceitoso
cuerdo cuando intenta volver a ser un hecho recortado, porque de los barcos y a las fotos de inmigrantes cuidando sus baúles,
los olores siguen empalideciendo, los olores son un reino olvi- cuidando sus documentos raídos de colores tristes y de letras
dado y sin embargo eterno, el tacto está enfundado en bloques sucias e incomprensibles.
de cemento y nadie más llevará a los pájaros en un arca porque Me dejo caminar por la tierra firme con la seguridad de que
Noé murió con el nacimiento de los paraguas. cada nuevo lugar tiene una sombra hospitalaria que nos espera
y de que en cada chimenea un anuncio de calor está destinado
a nosotros. Toda iglesia es una casa, toda plaza verde es una
casa, toda palabra dicha por un extranjero es una casa que abra-
za nuestra ignorancia de recién venidos y afirma nuestros pies
marinos sobre una piedra pisada por Cristo 2000 años antes,
es decir, dos minutos antes porque no hay nadie que guarde en
su mente la memoria de 2000 años aunque muchos vieron a

66 67
Cristo detrás de los vidrios de una ventana, en la nervadura de
una hoja, en las vetas más amarillas de la madera, en los rincones
grisáceos de una pared blanca, en las últimas gotas de un vaso
lleno de agua, en el rojo más oscuro del vino, en los motivos más
o menos purificados de nuestra súplica. Una vez escribí que tenía miedo a una loca modelación inventa-
da por algunos para todos. Hoy paseo por las avenidas que otros
inventaron y no me entristezco porque pienso en mis amigos
mirando la bahía de Long Island en una nevada tarde norteame-
ricana que soñaron despiertos con nosotros en largos desayunos
dominicales.
No hay loca modelación que no resista la mirada tranquila
de los que persiguen en los encajonados edificios de Nueva York
el cuerpo alcoholizado de Dylan Thomas bamboleando su cabe-
za cargada de imágenes por los bares del East Village. Ningún
ruido asusta si buscamos las flores que en primavera llenan los
parques de una sencilla coloración que tranquiliza los ojos.
Ellos se subieron a un jeep prara recorrer Caracas tocando
bocina como saludo al sol tropical que aparece en esas zonas
geográficas y tomaron sopa de lentejas en una casa vieja llena de
viejos inmigrantes (las piernas torcidas de caminar por el Nuevo
Mundo, la boca arrugada de querer vender telas para tapar la
desnudez).
Ellos rieron ante las primeras nieves que las puntas de sus
narices probaban y cubrieron sus cabezas con gorros de lana
queribles mientras aquí lo conocido se vuelve a veces desco-
nocido y la ropa que cuelga de las ventanas de un conventillo
puede llegar a ser una sorpresa para quienes no inventamos los
escenarios por los que nos movemos.

68 69
Esta orilla La tristeza de la que esperó una secuencia de azules en toda
confirmación y no pudo entender lo que significa abarcar o de-
moler todo, pararse en cuatro patas para captar el espesor exacto
Tu pupila entrando en el color celeste (sólida en esta era de del aire introduciéndose en la nariz oblicua, desentenderse de
Acuario). Tu desordenada imagen encogiendo las piernas en un toda distancia entre un lugar y otro lugar.
hotel pobre pero imaginable. La que apenas tuvo una oportunidad sopló en un ritmo aburri-
La mirada plástica de una mujer detrás de unos anteojos de do creyendo que algo se modificaría, que algún globo crecería
sol y el sol transformándose en un dedo rojo y puntiagudo. interminablemente hasta explotar sobre la cara del observador
Cada grano de arena una pared que separa un mundo de constante, todo esto sumado a los infinitos intentos de expulsar
otro. Cada agujero traslada la mirada del dios hacia la otra orilla la propia alma a través de ese soplo para que recorra un Afganis-
que irremediablemente es esta, la misma, la ampliamente cono- tán desconocido, una Italia insistentemente recordada.
cida en todos sus rincones, la que se llamó a sí misma calma y sin Esa tristeza que también fue alegría cuando el alma y el
embargo en nuestros recuerdos es tumultuosa, la que creemos cuerpo, en exacta complicidad, se elevaron danzarinamente por
dejar de lado pero nos sigue hasta por los lugares más inimagi- sobre la plaza Las Heras en un día que era un mediodía desple-
nables, la que ahora está aquí formando el hogar en el que vivo, gando sus posibilidades entre todas las cabezas que lo recono-
extendiéndose al norte, al sur, al este y al oeste de mi mirada. cieron sin necesidad de nombrarlo porque nadie dice “ahora es
mediodía” en el momento justo en que es.
La luz perfecta es la misma que un pintor ruso y pobre fue a
buscar desde San Petersburgo a París porque descubrió que era
la exacta imagen de Dios, la exacta imagen de la creación.

70 71
Retorno El ángel de la muerte I

Hoy toda palabra es un círculo, una flecha que vuelve sobre sí Árboles de navidad en todas las ventanas y nieve blanca que
misma, toda palabra es John Lennon con los pies entrando en su nunca pude tocar, tu cuerpo empujando un trineo con el que tu
propia cabeza, mi historia se repite porque no hay historia. alma se iba de Varsovia a Buenos Aires. Triste peregrinación que
Hoy parece como si todo volviera a su punto de partida, como después recordaste cuando seguíamos al carro fúnebre que llevó
si el verano que empezó no fuera otro que el verano que calentaba los huesos pequeños, la cabellera blanca, las manos acabadas de
los patios fríos de la escuela y endulzaba la voz chillona de la ar- un viejito que fue tu padre y el marido de la que entonces llo-
quetípica directora. raba con la misma lentitud con que lloró el día que tiraron los
Todo es eterno porque el tiempo que pasa no importa, él está sombreros de piel al viento porque venían a los climas cálidos
señalando siempre el fin de los tiempos que es el presente, que es y esa era una forma de saludar a la gran tierra que dejaban bajo
este aire cálido y liviano que entra ahora por las ventanas de todas las botas de sus habitantes.
las casas de Buenos Aires mientras en Dinamarca llueve demasiado También quedaron allí los grandes guantes de cuero, los ta-
y en Egipto están las pirámides que miran hacia el sol señalándolo. pados largos que calentaban con una intimidad que nunca se
Hoy el posible barco que te llevaría a conocer otras tierras está volvió a conocer, quedó el perro que corrió al tren por todas
en un puerto desde el que un hombre silencioso lo mira sentado las estaciones y quiso subirse a las escalerillas de un barco, que-
sobre un cajón de frutas que ojalá sean duraznos porque su color dó un idioma musical y unas letras de líneas finas que aunque
no es pálido y su imagen es la de un verano que vuelve cada vez fueron transportadas en un ejemplar de Anna Karenina se per-
que se lo espera, que no puede no volver, que no envejece ni se dieron en el tiempo y se disolvieron en sonidos desconocidos.
achica ni se agranda ni se deteriora. Hoy estás mirando las fotos de tus antepasados para saber
Ese hombre es el mismo que antes de morir pidió que su alma debajo de qué lugar los dejó escondidos la muerte y entonces
vuelva al punto de partida, al lugar verde que una vez dejó para co- poner esta oreja sobre la tierra y escuchar las dulces canciones
nocer el ruido específico de otros lugares, las muecas de los hombres de campesinos, de fuegos ardiendo en el hogar donde las muje-
que los habitaban, el dibujo de un paisaje ordenado en otra dirección. res remiendan las medias mientras los hombres sueñan con un
Ese hombre es el mismo cuya alma acompañó al viento que ángel que los llevará al lugar exacto en que se abren las aguas
en ese lugar verde se anunciaba por la radio y que es aquel por mágicamente cuando una barba espesa apoya en ellas su bastón.
el que muchas mujeres guardaron la ropa que habían colgado y
muchos campesinos supieron que el rebaño correría a resguar-
darse bajo los techos porque esto es lo mismo que sucede siem-
pre y sucederá mientras haya vientos que como los veranos cada
año vuelven a su punto de partida.

72 73
del caballo que corre a vencer los obstáculos de la infinita carre-
ra del mundo por la que yo apostaría porque entiendo que vida
y muerte se unen en la simple calma de lo estático que sin em-
bargo danza, en el mágico vuelo de los pájaros que emigran con
Reconozco en los ojos de mi abuela la intención de morir y en- el cambio de estación pero vuelven al lugar de donde partieron
trar al paraíso. Veo las puertas que ella ve, abriéndose de par en porque nada los apura, ningún cansancio los aleja de la infancia.
par ante la llegada de su alma que volaría con las alas que nunca
utilizó porque estuvo enterrada en un cuerpo que la mantenía
firme sobre la tierra.
No puedo subir con ella los escalones que la conducen hacia
el alma de mi abuelo porque mi vida está recién descubriéndose
a sí misma y no conozco el sol del trópico ni las solitarias playas
de Grecia.
El destino de cada hombre está marcado en su cansancio y en
las arrugas que son los caminos ya recorridos, los surcos por los
que pasaron piernas abiertas para el parto, lágrimas saladas ante
las sorpresas del amor, cabezas mareadas por la aparición de la
locura, por la de la sabiduría. Las arrugas son surcos por los que
pasaron tantas sonrisas cómplices, algunas tristezas irresolubles,
otras olvidadas, algunas que solucionó el tiempo –ese abstracto
inexistente modelo del movimiento– que ya no obsesiona a mi
abuela porque lo dejó atrás cuando no quiso saber qué nuevo
acontecimiento se produciría mañana bajo el sol.
Nosotros en cambio caminamos como por una vía, seguidos
de algo que nos empuja siempre hacia adelante. Venimos a dar
a una playa como una ola que viene de lejos, pero esa playa es
siempre otra de la que buscábamos, todo está lejos y debe ser
alcanzado por largos brazos que se extienden como un chicle
para apoderarse del tiempo futuro. Tiempo que después tritu-
ramos convirtiéndolo en recuerdos, imágenes que aparecen en
el montaje de los sueños o que se pierden para siempre en un
vacío grande y oscuro del que nunca sabremos nada.
Qué pasaría si nuestros pies se aquietaran para siempre y sin
embargo no muriéramos. Con esto quiero decir: si presente,
pasado y futuro se unieran no sólo en los ojos cansados de mi
abuela sino en mis propios ojos expectantes, en las herraduras

74 75
Un pájaro que desde una cámara fotográfica emigra hacia una Trato de ver las bocas de los que pasan por la puerta de mi casa
nube más alta no puede escuchar las campanadas de este reloj para saber que de cada lengua salen palabras que transitan las
pero sí puede mover su cuerpo en círculos, elegir un lugar en el ondas del sonido y se instalan en las paredes de mi oreja para
aire o ver un árbol desde arriba no para medirlo sino para com- después evaporarse entrando en una larga línea descendente en
probar que sus raíces son su copa y es la tierra la que elevándose la que están alojadas todas las palabras que se pierden, todos los
quiere tocar el cielo que también quiere tocarla. rasgos que se olvidan, los pequeños movimientos que ni siquie-
Este reloj está hecho con la madera de un árbol que es su ra se registran en la memoria y quedan flotando en una enorme
raíz y necesita que se le dé cuerda para marcar un tiempo que tierra de nadie.
nosotros no podemos marcar naturalmente. Trato de saber si las palabras que se dicen son dictadas por
No hay tiempo más allá de los relojes: Kronos es la eterni- una gran boca que las contiene a todas haciéndolas correr a cada
dad, tu diario es la eternidad, mis cálculos sobre los posibles una por un camino angosto y ascendente que se abre como un
cambios de vida son la eternidad, las caras conocidas son la abanico cuando alguien entiende y se cierra como un abanico
eternidad apareciendo en la calle y alejándose. cuando alguien deja de entender.
No hay nada para medir porque ningún centímetro alcanza: Escuchando lo que un pájaro le decía a otro desde un árbol
las montañas que no se ven en Buenos Aires pero sí en Valpa- supe que cada uno elige su vocal para que la palabra viviente no
raíso son inmedibles, las palomas que comen trigo en la ventana se congele, para que el mundo de las consonantes no sea una
de mi casa son inmedibles, las letras que forman las palabras que cárcel sin salida, para que las bocas se puedan cerrar y abrir con la
forman las frases que señalan los objetos son inmedibles porque sencillez de una manzana, con la blanda consistencia del círculo.
ningún centímetro las puede alinear, y después medir, y después
decir los resultados.
El agua también es inmedible porque los centímetros moja-
dos no funcionan, se los lleva la corriente de Humboldt que está
pasando por el Pacífico en el que el año pasado no pudimos ba-
ñarnos porque era muy frío, pero vimos a los pájaros secarse sobre
las rocas sacudiendo las alas y esto tenía un cierto parecido con el
viejo Demóstenes cubierto por una túnica blanca, parado en una
piedra de Atenas diciendo un discurso que nadie jamás escuchó.

76 77
Aunque cada cosa es al mismo tiempo todo, no puedo impedir Retorno II
que mi mirada se fije en el florero vacío que está sobre el armario
guardando libros silenciosos de encuadernación raída.
Aunque cada cosa es al mismo tiempo todo, está pegado a Desde que se pegó el otoño a las calles húmedas de esta ciudad
mi oído el altoparlante que anuncia las actividades de un club reconocible a través de los tangos no puedo más que caminar
de barrio por las que suspira una señorita parada en la ventana con los brazos pegados al pecho tratando de ubicarme en el día
de enfrente con su mirada de sábado a la tarde. exacto de mi nacimiento porque desde hoy sé que los que ben-
Dónde está ese todo que es cada cosa y que se parecería a una dijeron mi nombre con un rezo tomaban vino dulce en copitas
naranja dividiéndose en infinitos gajos o a una ola dispersándo- y comían pescado frío para acostumbrar su alma a la presencia
se en un mar que es como el eco (repetitivo, infinito, amplio). de una nueva alma que entonces no era más que un punto en-
Un escalón es toda la escalera porque lo que quiere separarse tre árboles, un soplo entre sólidos alientos, un gesto entre risas
muere en un destierro que lo condena a estar fuera del mundo perfectamente nítidas.
(fuera de los ojos coloreadores de objetos).
Una tecla es toda la vieja máquina de escribir que golpeo Desde que se pegó el otoño a las calles húmedas de esta ciu-
porque ella sola moriría en la inutilidad de sonido único, se dad reconocible a través de los tangos, vuelvo a preguntarme
perdería entre los ruidos que armados en bloque forman el len- por las primeras alegrías por las imágenes que llenaron una pu-
guaje que cerca todas las ventanas y hace guardia en todas las pila aún no acostumbrada a la luz por los primeros contactos
puertas del universo. de la lengua con la solidez del mundo. Vuelvo a preguntarme
Aunque cada cosa es al mismo tiempo todo, lo único que veo por el sentido de todo lo que mágicamente existe hace veinti-
a mi alrededor son lápices, ventiladores, golondrinas de papel cinco años desenvolviéndose con la naturalidad con que se pela
hechas para año nuevo, la foto de un médico negro mirando una naranja y entiendo que cuanto más se quiera saber menos
algo por un telescopio, la figura de un hombre subiendo con se sabrá porque están cerrados los caminos que descienden del
un violín por encima de un pueblito ruso, perchas vacías, y me árbol a la raíz.
pregunto si nuestros ojos están hechos para ver ese todo que es
él mismo y es en cada cosa.

78 79
En esta tristeza de no ser más la que sentándose en las rodillas Para celebrar una infancia sin palmeras
de un abuelo escuchaba la historia de la moabita Ruth está la
alegría de encontrar en cada objeto un indicio de esa historia,
el asombro de saber que la poesía no hace más que continuarla Un viejo que habla guaraní y toma un litro de leche está sen-
porque es a la vez la madre y la hija de la moabita Ruth. tado en la vereda de un álbum de fotos de la mente mientras
Es la gran madre en cuyo vientre se genera el complicado la imagen cambia y hay un tobogán gigante para una mirada
tejido de palabras, es la hija que surge de ese vientre para repo- pequeña, hay posibilidades de sobrevivir matando mosquitos
sar en la intemperie de la imaginación, en el esclavizado y libre en las noches de verano y está tu cara picada por una avispa
campo del recuerdo. con las lágrimas corriendo por las mejillas hinchadas. También
Mi abuelo decía que mientras Ruth peregrinaba por los ca- viven en la mente los sapos encontrados en el baldío al lado de
minos de la tierra santa sus ojos –fijos en el cielo– vaticinaban nuestra casa, los pétalos suaves de mariposas, las veredas mo-
las lluvias, dialogaban con los vientos y abrían el espacio nece- jadas, los baldes para juntar lluvia que hace bien al cabello, la
sario para que aparezcan las nubes. cola moviéndose de la serpiente con la que Malqui me corrió
Toda historia abre un espacio en el que podemos acomo- cuesta arriba, los monederos fruncidos de todas las mujeres de
dar nuestros cuerpos haciendo la plancha sobre un mundo de la familia y tu sonrisa jeroglífica con la cara ya vendada, los ojos
personajes cuyas correrías dependen del destino azaroso de las ya cubiertos por vidrios oscuros.
palabras. Sin la historia del abuelo no hay Ruth pero sin Ruth Todo esto para celebrar una infancia sin palmeras pero con
no hay lluvias ni diálogo con los vientos ni polvorientos cami- los ojos tan abiertos como para imaginarlas, para celebrar la
nos de Moab por los que se bambolean camellos cargados de primera sensación estomacal en la bajada de la montaña rusa
telas, de especias orientales, de pálidos niños que serán vendidos mientras la forma de ciertas narices se unió con la forma de
como esclavos y verán su vida como una monótona estela arras- ciertas bocas para transformarse en la imagen nítida de un mos-
trándose detrás de los remos que deben empujar. quetero de barrio apoyado en un árbol, esperando a la salida de
la escuela primaria.

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Paraíso perdido El ángel de la muerte II

La electricidad es lo contrario del fuego que ilumina sin excluir Por la línea más larga de una mano estuvimos tratando de des-
a la sombra dejando el lugar necesario para que aparezcan los cubrir un futuro en el que toda vejez fuera una alegría o como
colores y el rojo sea una lengua gigante que se eleva hacia su máximo una calma de reposera en un lugar con olor a pasto
origen celeste. recién regado.
La electricidad es lo contrario del sol que hace que las plantas Mi mano va creciendo pero sus líneas son un mapa estático
crezcan y los girasoles roten en su lugar para mirarlo, que los y me veo mirando los ojos azules de mi bisabuela que quiso
gatos se extiendan bajo su centro para absorber del calor que explicarme lo que era la muerte porque ella la esperaba con las
hace vivir la piel que los recubre. rodillas más finas que una caña.
La electricidad es lo contrario del sol que permite aparecer Guardaron en un ropero de madera la manta que te cubría
el mediodía y despeja los ojos de todos los que miran sin ver el el cuerpo pequeño y supe que el que te llevó fue un ángel por-
paraíso perdido que quedó atrás en el comienzo de los tiempos, que los hombres se ven y los dioses no bajan a la tierra. No sé
cuando una mujer comió de una manzana y todo cambió por- de mi propia cara cambiando con el tiempo así como no supe
que el enojo de Dios transformó la infinitud en espacio y nadie que tus mejillas amarillentas alguna vez fueron distintas porque
más pudo ver a los ángeles ni a los caballos marinos deslizándose desde siempre te vi la mano doblada de tener el bastón, aunque
por lo que en el mar es tierra. alguien dijo que tus cabellos eran dorados como los campos
Nadie más pudo juntar las piedras más rojas que cubren rumanos y tus ojos más azules que el mar que cruzaste para
esa tierra y recorrer las ciudades marinas olvidando el peso del llegar aquí dejando una madre que también quiso explicarte lo
cuerpo, abriendo la boca redonda como un surtidor para dejar que era la muerte.
entrar el agua que limpia los conductos más internos e inimagi- Viendo a los viejos subir a los colectivos y mirar las calles
nados, las paredes del cuerpo que ningún espejo refleja. con ojos llorosos entiendo que el olor de ninguna flor alcanza
En la calle en la que vivo no están los árboles cargados de para que sus narices vuelvan a alegrarse ni la imagen de ningún
frutas ni los ríos ni están los colores del arco iris y solamente hay camino arbolado alcanza para que sus pies vuelvan a caminarlo
animales en los zoológicos o en las selvas lejanas o en los dibu- porque al final del camino están ellos mismos esperando, sa-
jos animados en los que un zorro habla con un chico como la biendo que detrás de la línea del horizonte no hay nada porque
serpiente habló con Eva aquel día en que el paraíso fue perdido. el espacio del mundo termina en algún lugar y el tiempo del
mundo no es tan grande como para seguir infinitamente.

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A Silvio Maresca cómo te sientes en el antiguo septiembre
me siento como un camión
en una carretera mojada
Si hubiera muchos dioses habría muchas infinitudes, no habría Frank O’Hara
infinitud: todo quedaría en los límites de esta pieza en la que
todo lugar conduce a otro lugar y todo límite a otro límite y Los pájaros en esta primavera especialmente seca no son parte
cada sombra es el recuerdo de otra sombra que le sigue y no hay del espacio sino que le dan al espacio lo que es de él.
caminos sin recorrer porque no hay posibilidad sin acto. Hoy caminé por el verde-amarillo de esta ciudad (indefinible
Aquí no hay nadie que pregunte y su pregunta sea un eco sin para los que vivimos dentro de ella) y vi sobre mi piel el peso
respuesta porque tampoco hay mente vacía de pasado ni pasado de la luz solar.
vacío de recuerdos. Qué calor quedará cuando vuelva el otoño en este tiempo
Aquí no hay presencias invisibles ni está la voz de un dios reiterativo y los pájaros no sean más que puntos en un espacio
hablándole a Abraham ni está Eliahu que sin ser visto es, ni que los contiene y las flores una imagen tecnicolor en la memo-
estará nunca porque aquí los ojos sólo son ojos, los oídos sólo ria de las estaciones.
son oídos, la mente sólo sirve para pensar. Bajo qué árbol se sentará el adolescente que miró el infinito
Si hubiera un dios habría infinitud. Esta pieza no sería esta borrando de su horizonte el cemento mudo de los edificios.
pieza sino que sus paredes caerían porque ningún espacio las Un animal bajo el pincel de un dibujante chino está esfu-
contiene, la mente se separa del pasado, el pasado se separa de mándose en la fragilidad del papel y tampoco se escucha tu mú-
los recuerdos, las pestañas no pertenecen sólo a los ojos, la cara sica o tu voz y es evidente que el brillo familiar de tus ojos está
no está sólo en un cuerpo, la infancia no es únicamente los cambiando en esta primavera especialmente seca, especialmente
nombres y sin embargo quiere ser recordada mientras aparece luminosa.
en esta pieza y te pertenece.

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Ahora es fácil comprobar que todo no es más que un cambio
de estaciones y no importa el viento norte anunciador de lluvia
ni el ruido del mar escuchándose con más fuerza cerca de los
templos, ya no importa encontrar dedos que señalan dentro de
De este lado del Mediterráneo libros que se compraron, se forraron y se dejaron casi sin leer
después de tratar de adivinar la eficiencia de alguna de las pági-
nas escritas. No son tan verdaderas las fotos que fui colgando en
Preferí tener mi propia casa construida con mis manos cuando la pared cada año, imágenes no estáticas que siempre pudieron
cada vez me importaba menos la cosecha de dátiles y la voz en el haber sido las definitivas y sin embargo estáticas, cortadas con
grabador que contó un cuento muy despacio acentuando los ad- la misma tijera, pegadas en la pared que se toca al levantar un
jetivos (mínimas experiencias literarias), la voz en el grabador que brazo soñando con los mismos variados personajes, las mismas
preguntó sobre el crecimiento de cabellos recogidos en la nuca, variadas imágenes desde la vida bajo una forma conocida, respi-
la trompeta sonando en el jardín para que todos se despierten, tu rando con dificultad hasta subir a lo más alto de una montaña
voz cuando hablaste de los nuevos carritos en los supermercados para ver el perfil de la mujer de Lot convertida en sal.
de Nueva York y la espera de un viaje donde se vuelvan a ver los El agua se vuelve a abrir para dejarte pasar con tu caravana
puntos negros que quedaron en la costa un día de calor ante la de infinitos Lot subidos en camellos. Con mis ojos no veo la sal
expectativa de jugos de frutas extranjeros, en una casa laberíntica habiendo imaginado estáticos perfiles cuando todavía eras un
y desconocida donde se pudo habitar en movimiento mientras punto negro en la costa saludándome y se vio tu sombrero de
se pasaba de una estación a otra estación (de un aire a otro aire), paja con cinta de verano; tus ojos hundidos tratando de enten-
mientras espero el momento de masticar pasto sobre un camión der o de enviar mensajes o de insinuar moralejas y confirmar por
mirando todo el espacio habitable o todo lo que se queda estático última vez que todo es cierto del otro lado del Mediterráneo.
o lo que ya no es más campo de dátiles ni bananero ni campo de
duraznos ni Mark rezando en latín mientras corta racimos pe-
sados, sino que soy yo sentada en la escalera de un tren que está
cruzando Ohio o frenando despacio en alguna pradera francesa.
Ahora soy yo rezando sin rezar, imaginando que todo esto no es
más que una continuación, metáfora de la pieza que sigue sin
construirse, de tu voz grabada que se trata de no volver a escuchar,
de los cabellos ya no crecidos detrás de la nuca.
Ahora soy yo aun sabiendo que nada es continuación de nada
sino que todo es siempre comienzo que espera algo que lo conti-
núe; aunque esté claro que los puntos negros que quedaron en
la costa no quedaron en la costa para siempre, aunque se tenga
la evidencia de lo pasado no pasado: no escucho ahora la voz de
Mark rezando en latín ni imagino quién eras cuando escribías
con palabras para decir que las palabras no son necesarias.

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La que amó la muñeca de trapo escondida en un ropero enten- A Teresa Álvarez
diendo en ella una sonrisa familiar y puso las manos blandas
de algodón alrededor de su cuello humano no es la misma que Todo es un viaje en tren: desde una ventanilla se ve pasar rápi-
hoy sabe de lo que no tiene vida porque habita la nostalgia de damente un grupo de vacas silenciosas y lo único constante es
un patio con malvones y de una enredadera tapando la puerta la línea del horizonte que ni se aleja ni se acerca.
de un baño colectivo en el que un hombre de piel oscura y ojos Queda atrás un viejo parado con el sombrero en la mano
casi negros se bañaba cuatro veces por día esperando a la que imaginando o no la vida de alguien que lo saludó mecánica-
se extendería sobre su cuerpo limpio comparando sistemática- mente (sin imaginar la vida de él), pensando mientras lo saluda-
mente su piel con la de él, casi sin asombro, casi sin necesidad. ba que todo verde es temporario y toda línea de árboles coincide
Ella es la misma que también comparó su piel a la de una con la imposibilidad de habitar su sombra.
muñeca de trapo y soñó con secretarias o enfermeras, regimien- Se hace más que necesario reencontrar las infinitas escaleras
tos de mujeres de trapo invadieron los sueños de la que hoy es- de un pueblo español y sonreírle a la mujer de cabeza cubierta
pía la arena desde un balcón sin verla, se estremece escuchando con pañoleta negra para que el pan sea hecho con las manos y
una voz que repite she is leaving home, sigue insistiendo en los alguien le cante a un dios cuya cara no conoce pero sabe que
mismos recuerdos porque ve en sus diez dedos una historia in- alguna vez conocerá porque en la mitad de cualquier camino
terminable (de impulsos o silencios o palabras que no sirven), ve o detrás de cualquier puerta o en la posibilidad no explorada
en su garganta el vacío por el que pasan los sonidos y no entien- de cualquier ventana hay un cantor cuya voz se aclara cuando
de a los albañiles que construyen una casa cantando toda una el tonto de la aldea toca la flauta y un loco que se cree profeta
mañana porque no imagina la posibilidad del canto más allá de confunde la piedra filosofal con un farol porteño ya inexistente
la palabra hablada, cerca del calor, de la alegría, del sueño con mientras sacraliza los tiradores porque ayudan a la elevación.
imágenes superpuestas y de la velocidad libre y de la calma libre. Yo escribo sobre él y saludo su vida que puedo imaginar, su
vida que alguien con habilidad hubiera podido extraer automá-
ticamente del sombrero que le colgaba de la mano.

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Diluvio A mi padre

Tu sombra caminando por la calle Lavalle, las manos en los bol-


El que hizo una oda a las lluvias no sabe que ellas trajeron el sillos, tus ojos amarillentos empapados en melancolía judía, el
último reducto del agua y se asentaron en las calles más absurdas hábito de seriedad que adquiriste cuando un maestro te enseñó
y en el nylon decadente de los paraguas. castellano –a los siete años– en una pieza fría de la calle Warnes,
Las lluvias asustaron a mi hermana cuya mente estuvo llena en un frío negocio de confecciones cuando Villa Crespo era la
de imágenes antiguas y temerarias, de hombres encorvados por misma que recordaba Marechal.
el peso de una bolsa cuyo contenido nunca será confirmado. Y cada palabra que aprendías te acercaba más a esta ciudad
Sin embargo, con el canto de los profetas que bajaron a la que después amaste sin confesarlo, secretamente, en los pasos
ciudad desde la escuela en la montaña las potencias extrañas se elementales de tango que ensayabas con timidez, en la mujer
disolvieron en un vapor incomprensible y los niños supieron que conociste en tu mismo barrio y en la porción de pizza que
que el peligro había pasado y que los ogros no eran más que la comían los sábados a la noche mientras hablaban de la tierra
caricatura de su propio miedo. santa (imaginando el azul intenso de sus lagos, el gusto dulzón
Recién entonces el ruido de la lluvia nocturna fue grato, in- de los frutos de su tierra).
trodujo a los sueños por caminos hasta entonces no recorridos; Entiendo que quizás hoy tengas miedo a la muerte, entiendo
fue el fondo musical de las aventuras oníricas sin tiempo, de la que quizás hoy no entiendas que soy el fruto de tu propia semi-
aparición de caras familiares que sin embargo nunca aparecen lla, que veas a tu madre cumpliendo 80 años y tengas miedo de
en la vigilia. que su muerte te haga sentir como el chico desamparado que
Debajo de las frazadas se puede escuchar la lluvia con la mis- salió de Rusia manejando un trineo.
ma tranquilidad con que se escucha una radionovela épica en Sé que tu edad no es la más fácil pero tampoco la más difícil
la que héroes y heroínas de la historia real son introducidos en y en tus canas habita una tranquilidad indefinible, habita de
una trama fantástica de amores y desamores. vez en cuando esa alegría que te ilumina los ojos cuando en las
Debajo de las frazadas escuché un cuento cuyas figuras eran fiestas de la sinagoga te invitan a leer la torá y sabés que todos te
profetas que con una flauta en la boca o una pandereta en la mano están escuchando y te reconocen, tu voz les va calentando poco a
iban descendiendo por una ladera de piedras que los conducía a poco el corazón, tus gestos les recuerdan los gestos de sus propios
la ciudad maldita que sin embargo bendecirían. Alguien les había padres y todos forman la gran familia que soñaste tener, una in-
predicho, a todos juntos pero a cada uno por separado, el irre- mensa familia de fuertes colonos y santos bebedores de bronfn.
mediable fin de este mundo y ellos bajaban llevando esa carga, No estás solo en esta ciudad; ella también es una tierra san-
tratando de que el sonido de la flauta entrara por las puertas del ta que te cobija, en ella también hay miel y leche y están tus
cielo y su fuerza fuera tan grande como para detener las lluvias. hijas que crecen como los árboles de todos los países y vos sos
la raíz que está debajo espiándonos, intentando entender hacia

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dónde miran nuestras hojas, qué tipo de alimento pide nuestra
savia, porque a veces, secretamente, casi sin saberlo, quisieras
alimentarnos.

Acaso ya no estés riéndote de la pérdida de la inocencia y nadie


nos vuelva a ver bailar un vals imaginario en el patio de tu casa.
Ahora que las palabras se transformaron en el descubrimien-
to sonoro del mundo cada árbol cada silla cada río que nombro
se vuelven más nítidos para mí que me acuerdo del blanco de tu
ojo oscurecido por la duda y pienso que tus brazos se deben ha-
ber fortalecido por el aire del Mediterráneo y quizás la vocación
de campesino se haya despertado para tu espalda bonaerense.
Los recuerdos cambian nuestras casas, transforman la calle
por la que caminamos en otra calle, se meten en los olores que
percibimos para traer nuevamente antiguas caras de asombro,
pequeñas arrugas motivadas por una sonrisa, ecos de voces des-
perdiciados en charlas que en su momento no escuchamos y
ahora quisiéramos escuchar.
Nada cambia ni se repite, todo cambia y se repite en tu ima-
gen que vuelve a aparecer en esta casa que no es la misma en
que bailamos un vals imaginario pero que sin embargo tiene la
posibilidad (en esta otoñal mañana de junio) de tirar abajo sus
paredes, transformar sus cuartos en patios y hacerte aparecer con
tu mano solícita con el blanco de tu ojo oscurecido por la duda.

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esperemos nada porque está todo: el vino está y la madera está
y el sol está hiriendo los ojos del hombre que Platón sacó de la
caverna para que pusiera sus manos sobre el mundo que existe.

Como pez en el agua

El remolino que me fue dando forma cuando por primera vez


reconocí que era imposible mirar el mar desde muy cerca y co-
mer la sal que vive adentro y atrapar la vida bajo la forma de pez.
La forma que después creció cuando me vi golpeando a la
puerta de una iglesia florentina para entrar y comprender por
primera vez que los ángeles no eran hombres, que los ojos de las
vírgenes no eran los ojos de las mujeres italianas (ni los míos),
que las manos de Cristo no podían ser llamadas manos porque
no estaban hechas para tocar. Comprendí después a los que can-
tando rezaban con alegría habitando despacio un barrio del que
se autollamaban cuidadores y trepé las ventanas de sus sinagogas
para saber por primera vez que el llanto es una de las formas más
evidentes de la alegría.
Seguí creciendo o cambiando o ensanchándome cuando es-
cribí una tarjeta postal en un correo del boulevard Saint-Michel
por el que después no caminé ni entré en sus librerías ni me
senté en sus bares ni acaricié el cabello de ninguno de sus cami-
nantes más asiduos.
Hoy imagino que lo que me siguió dando forma fue un pa-
seo por el parque en el que un adolescente me explicaba en
portugués gaúcho la importancia de saber trepar con calma a
los árboles más altos y después acodarse en la copa y explicarle
a los pájaros que uno es hombre y la palabra volar figura en los
diccionarios y sin embargo uno no la entiende.
Ese mismo adolescente fue el primero que amó los cuellos
de las mujeres de Modigliani, el primero que imaginó a Rilke
sin conocerlo, el primero que lloró en la cubierta de un barco
que se alejaba y después volvió a llorar en Buenos Aires enten-
diendo que todo está bien y que el Mesías va a llegar cuando no

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Una familia transporta un almohadón rojo A Ana W. Sokol
como vosotros transportáis vuestro corazón.
Para una vieja pintora ucraniana cada uno lleva su cruz por este
Aunque nunca llegue la conciliación y nunca se levanten las mundo, todos fuimos crucificados alguna vez y el sufrimiento
barreras y no haya campo para cuidar, aunque sea imposible no es vano sino que purifica, endurece los músculos y revela los
meterse en el cuarto de Van Gogh porque el color no es más secretos últimos del mundo.
que color y la cama líneas que se tocan. Aunque no se me ocu- Así como Jesús fue clavado de pies y manos nuestros ojos es-
rra nada mejor que escribir sobre tu ojo y sin embargo se cierre tán desde siempre clavados a un horizonte monótono, nuestros
la fascinación porque nada la puede conservar abierta y nadie oídos están presos de los sonidos húmedos de la calle y nuestras
nunca se cuelga de un ojo para morir. manos se cansan de tocar siempre lo mismo.
Pasó la época en que nos preguntábamos por la utilidad de Constantemente hay un tiempo para morir y un tiempo para
la memoria y los rápidos entendían lo que era recuerdo y los resucitar: morimos levantando una persiana y resucitamos pelan-
lentos olvidaban. do una naranja jugosa, morimos llenando los cajones de objetos
Quedó como evidencia una Eva nacida de la costilla de Adán y resucitamos vaciándonos de todo pensamiento, morimos en
hija de nadie en particular, y tu mesa de cortar pantalones con un laberinto de sueños irresolubles y resucitamos en un sueño
inmensas tijeras metálicas pegada a tu sonrisa beata, hija de una en el que las serpientes fueron desterradas de la tierra y reempla-
larga barba puntiaguda que tal vez hubiera admirado Apollinaire. zadas por bailarinas que giran como trompos mientras cada una
El que besó la biblia en una sinagoga fría quiso conocer las de las partes del cuerpo de los que las miramos también gira y
tierras cálidas aun sabiendo que Dios estaba en todas partes y la vida es ese intermedio que vibra entre la punta de nuestro pie
en ninguna. moviéndose en potencia y la punta del pie de la bailarina mo-
Mi piel justificada por un pueblo de Besarabia hundido en viéndose en acto, para crear un ritual del que todos participemos.
la nieve y en las grosellas de un jardín infantil que no pudo
ser transportado y se recuerda con la cabeza apoyada entre
almohadones altos.

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Hoy en que la alegría nítida se confunde con la tristeza de medio- Elegía
día gris pienso en Eleanor Rigby entrando a una iglesia de barrio
para dejar en un asiento de madera húmeda todos los recuerdos,
todas las frases sagradas conocidas, todas las cosmogonías imagi- Aunque ninguno de nosotros sepa imaginar una infancia pue-
nadas en años de tener los ojos abiertos a este mundo creado. do poner una flor en tu tumba que no conozco o tener un hijo
Pienso en mi miedo al momento del kaddish y en las mujeres que se te parezca o confiar en la eternidad sin muerte y pedir
de sombreros con olor a naftalina secándose los ojos rojos de por la tranquilidad de tu innecesaria alma de hermano menor.
evocar a sus muertos: madres que habían amasado pan casero Puedo ver la lágrima de un ojo que te lloró por desconfiar
y padres que habían llenado la casa de olor a curtiembre impo- de las resurrecciones y entristecerme pensando que nunca lle-
niendo su autoridad de ojos azules conocedores de la ley sagrada garás a viejo en este tiempo cronológico porque te distanciaste
(la causa de todas las causas que se dio vida a sí misma y vive). dejándolo atrás y quedaste detenido en la foto que te sacaron
Pienso en los que acodados en un tranvía aman las trenzas un verano en la playa (único testimonio de tu existencia du-
rubias y los brazos desnudos de la mujer de un leñador y quie- dosa, de tu desaparición más dudosa todavía).
ren vivir en los bosques de Lawrence para mirar un poco de Hoy entiendo la coincidencia de cromosomas y la imposi-
cielo a través de las copas de los árboles altos: para que la palabra bilidad de buscar tu tumba en los cementerios, entiendo que
naturaleza no sea más una palabra, una evocación, una imagen no hay cama en la que duermas ni vaso del que tomes agua ni
pálida de domingo. medias de lana que transpires porque no sos más que otro de los
Hoy en que la alegría nítida se confunde con la tristeza de integrantes de los azules infinitos cielos del viejo Chagall, car-
mediodía gris pienso en Naomi dibujando soles en un parque gados de novias, de violines, de caballos bíblicos, de pequeños
de Brooklyn mientras una mujer (la cara cubierta por un velo pueblitos flotando al lado de pálidas tablas de la ley.
negro y gastado) dice un rezo cuya letra no entiende pero sí
puede llegar a imaginar.

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Recorrí un camino que va desde el melancólico alumbrado de Mea Shearim
las calles hasta el silencio incomprensible de esta casa en la que
vive un mundo loco y concreto como el de afuera.
Busqué la mano familiar cuyo calor en mi cadera significaba Besé la tierra fría que es cielo y supe que la flor era sagrada como
el saludo de un cuerpo junto al mío y no hubo respuesta. el sol, como las escaleras del barrio de las cien puertas invisibles,
Ese calor está caminando hacia un pasado cada vez más gran- que conducen a la eternidad sin nombre.
de (un pasado que se ensancha con el ínfimo desaparecer del mo- Entendí por qué sus habitantes se llaman “los cuidadores
mento), ese calor está perdido en el frío de lo inexistente y aun- de la ciudad”, supe que cuidaban una ciudad invisible para mí.
que pienso que sólo lo que vive merece ser cantado, lo recuerdo. Y ahora quisiera alabar el polvo de los zapatos hundidos en
escritos antiguos, quedarme con el espejo de lo que está vivo
Las líneas de tu mano hundidas en mi cadera eran el mapa de reflejándose en mil espejos, la imagen absurda de lo que me
la historia de tu vida en mi cuerpo. Los vaticinios de la muerte, rodea cuando me despierto (cuando mi imagen se despierta)
la cantidad de hijos, las vicisitudes en el amor iban abriendo mis (que es como decir aleluya) que es como abrir una caja redonda
células hacia una comprensión más amplia y hacia una profun- y reencontrar el celeste el amarillo el celeste, que es tratar de
didad más vegetal. abrir una caja redonda y encontrarse con el cuadrado que rodea
o invade y no deja ver el infinito inmenso que Heráclito envió
La vida de mi cuerpo está en las manos de otro (no me pertenece) ayer en una luz, desde Éfeso en Turquía (ciudad invadida por
desconozco las llaves de mi propia exaltación los mares), que siendo cada vez otros son los mismos porque
pero intuyo la presencia anónima del que las posee están encerrados en una caja redonda y conducen a la eternidad
y veo la falsa peligrosidad de sus gestos en esta casa. sin nombre (aquella que quiere y no quiere ser llamada con el
nombre de Zeus).

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Me vienen a la memoria aquellas caras que un poeta llamó Los Vilos visited
“trabajadas por el tiempo”. Las arrugas surcando los ojos ama-
rillentos de mi padre están en la pantalla de esta pared para
recordarme la muerte. Dionisio haciéndose presente en una iglesia de madera seca.
Filas de antepasados haciendo una ronda que se tragará a to- Anteojos y ojos que piensan o rezan o meditan.
dos los hijos, una ronda inmóvil en la que los pasos de sus habi- Hubo un altar blanco y angélico cuando por primera vez es-
tantes no avanzan, en la que no veo los ojos que el niño Cupido cuché tres voces juntas bendiciendo el vino que es fruto de la vid,
envió en una flecha para que un gesto único se vaya repitiendo que es fruto del trabajo del hombre, que es la saliva de la boca de
en la galería tecnicolor de mi mente. Dionisio haciéndose presente en todas las canillas del universo
mientras los ojos de un sacerdote imaginan que es agua.
El recuerdo de ese gesto generará la ronda de la vida
en la que mis antepasados bailen borrachos
y las arrugas del padre indiquen la sabiduría
y las manos ajadas de la abuela sean el signo
de haber pasado por un ritual doméstico pero santo.

Nuevamente hay un tiempo para morir y un tiempo para vivir


una mano sobre un seno despierta las corrientes dormidas del cuerpo
el arco de una rodilla siembra la alegría
abre para las mariposas un espacio infinito en el cual circular.

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Adolescencia I Adolescencia II

Aparecieron señales nuevas en algún precepto interpretado so- Inevitable mi crecimiento cuando ya no era la hermana de Am-
bre mesas de madera ascéticas mientras quedaba claro lo que nón, ni siquiera la que te mostró Corrientes algunos meses des-
Artaud quiso decir con espíritu. pués cuando escribías en tu diario: en Buenos Aires, en un frío
Empezaba a haber cierta pasión por la tranquilidad a alcan- día feliz. Cuando fue el frío el que hizo rescatar la literatura
zar aunque hoy se ponga en duda la geometría cuya flecha seña- después de tu intento de dejarla para siempre.
la lugares –porque el pez en el agua no sabe del agua como lugar Inevitable mi crecimiento desde ese frío día en Buenos Aires
ni la rama conoce a la raíz como raíz– y la tierra es la misma en hasta los que vinieron después de despedirte fijada en tus za-
que vivió Dionisio hundido en la tranquilidad fértil de una casa patos cuerina negra carioca calculando los posibles cambios de
sin paredes donde un hermano fue enterrado a la hora justa en vida, las rutas para volver a cruzar el Mediterráneo.
que los ojos rojos de la madre lo confirmaron para el resto de Inevitable sentarme de nuevo a hacer esta evocación sabien-
los días (que pasaron en la soledad de subir y bajar las escaleras do que nada se sabe de la propia vida más que lo que se registra
para mirar la televisión, el último de los inventos modernos). en una foto de pasaporte dos días antes de subir a un barco, o
Después vinieron los larguísimos años de las vacas flacas y lo que se intuye de las propias habilidades; demasiadas conce-
no hubo salamines ni quesos ni jamones colgados de los techos siones futuras, varios caminos para llegar a un posible amanecer
pero hubo preámbulos de la constitución al abrir los ojos ante en el campo (de sábados con lectura bíblica, de Platón por fin
la primera luz del día y hubo campanadas que no anunciaban conocido).
la eternidad sino el tiempo cronológico haciéndose presente a Y ahora está la nostalgia por alguien que desde arriba aprieta
cada hora como recreo. pomos azules, está la mala infinitud compartida y finita cuando
A estos años les sucedieron los de las vacas gordas con salami- todo lo obvio merece convertirse en pregunta y toda pregunta
nes y quesos y jamones colgados de los techos y el ángel ni tan en obviedad.
alegre ni tan triste apareciendo al cerrar los ojos ante la última
luz del día.

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las palabras de Jeremías el Iracundo, el que soñó plagas, el que
soñó enemigos, el que profetizó sequías y distancias.
Y tus ojos asegurando que la maldición seguiría, buscaste
infinitas pruebas para hacerme creer que la palabra azar era pa-
Todo nuevo bajo el sol gana, para hacerme entender que eras el único profeta familiar,
elegido de Dios para sacarme del error y hacerme entrar en el
horror del destino conocido, no escuchando un cuento espa-
La vida bajo una forma conocida describiéndose en palabras, ñol en una cama alta entre acolchados sino esperando entender
rigor, tendencia, profecías falsas; Shabetai Zví que nunca supo cómo Rabí Akiva puede leer ocho días y ocho noches en el bos-
que eran falsas hasta que las volvió a recordar después de un que, dejando para siempre su oficio de leñador, mientras su mu-
tiempo y quiso escapar de la torre de los profetas y huir al jer cose las hojas rotas de una biblia inexistente que ahora estás
monte más lejano de Jerusalem, y tú que amaste la visión gran- hojeando con tus dedos siempre secos, y nadie sabe que quisiste
de de Shabetai Zví aun sabiendo que no se cumpliría porque ser como Akiva y que desde el acolchado soñaste con un hacha
Dios desde siempre quiso que fuera falsa, porque para que haya de leñador abandonada por una biblia casi inexistente mientras
verdaderos profetas debe haber profetas falsos, porque mientras mirabas a tu mujer prender las velas con la torpeza de ser la me-
Moisés rompió furioso las tablas de la ley Shabetai prometía nor de las hermanas aunque se llamara la Religiosa pensabas no
ganado, prometía mar, vino, imaginarias espadas que corta- tan Religiosa, no tan Bruria, la que compró velas en vez de pan y
rían todos los mares del mundo, infinitas plagas para el ene- espió escondida entre cortinas las interminables discusiones de
migo, el sol estático para siempre en Givón. Y Shabetai que Akiva con sus discípulos, aquellos que venían a verla prender el
fue encerrado en la torre, y Shabetai que lloró su destino y el fuego del bosque mientras ya no quedaban leñadores.
destino de su pueblo cuando se supo falso vidente, elegido de Y nadie más cortó los árboles que taparon las terrazas de la
Dios para poner en su boca falsas palabras. Y Dios que eligió a ciudad, y nuevamente hoy es el día de la cosecha de dátiles, y
Jeremías-Isaías-Amós para profetizar el destino inamovible que nuevamente hoy importa el color de las espigas, importa el des-
destruyó Jerusalem, que destruyó las tablas de la ley que Moisés tino que trazaste desde la cama alta entre acolchados, esperando
bajaría furioso del monte Sinaí, que destruyó las espadas que hacerme entender que eras el único profeta familiar, elegido
cortaban mares y mandó plagas para los ganados, para todos para hacerme entender que era la única que iba a escucharte.
los hombres: los que escucharon a Jeremías y los que amaron a
Shabetai, creyeron en él, soñaron con el sol estático en Givón,
amaron ídolos de oro, inmensos ídolos con ojos de rubíes, ído-
los que Dios puso sobre la tierra porque para que haya dioses
verdaderos debe haber falsos dioses, porque para que alguien
adore dioses alguien debe adorar ídolos, porque hubo quie-
nes lloraron cuando Moisés rompió las tablas de la ley y hubo
quienes rieron cuando Moisés rompió las tablas de la ley, por-
que uno por uno ellos recordaron las profecías de Shabetai con
nostalgia, y uno por uno ellos siguieron cerrando los oídos a

106 107
Vi el dedal rojo rodando desde tus rodillas hasta el suelo en el Eliahu
que quedaron desparramadas las sietes tejas de Job (también
llamado Iov) y quise rascarte la espalda demasiado redonda
como para resistirse y me acordé de la primera transmisión de Cuando dijiste el shmá israel que cada vez quiso decir otra cosa
los Beatles en una radio árabe que también en su momento esperamos muchos minutos y él no llegaba, él que no era nada
aullaba alguna propaganda inimaginable o hacía deslizar el (o bien era etéreo) pero hacía ruido y se tomaba la copa de vino
tiempo cronológico a través de una flauta afinada por la mujer del medio de la mesa, él que te secaba las manos que año por
de un beduino, la cara tapada por siete velos negros ocultando medio me tocaba lavarte, la palangana preparada, terror a volcar
un ojo acostumbrado a ver el mundo como a través de una cor- el agua, risas contenidas cuando las bendiciones eran cada vez
tina claroscura (sin semáforos, sin rayos demasiado luminosos, más agudas, y yo mirando la copa que no se vaciaba. Y sin em-
sin brillos intensos). bargo parecía vaciarse hasta imaginar que él se emborracharía un
También vi que la presencia de un dios se desenrolla en unos poco en cada casa, tomando de cada copa alta, única, brillante
pergaminos gastados escritos con dedos de aire y se vuelve a en el centro de cada mesa. Millones de copas únicas esperando en
enrollar cuando se pregunta si él está en el cielo o murió en los millones de mesas festivas y él que entró sin ser visto cuando se
pensamientos del viejo cansado Nietzsche que se abrazó a un abrieron las puertas que se le cerraron detrás. Yo que estuve con-
caballo al entender la inutilidad de la pregunta. trolando sus pasos. Nuevamente este año escuchamos el cuento
del pan que siempre es otro cuento, y de nuevo preguntamos las
cuatro preguntas espiando las pequeñas letras hebreas de olor
a baúl, de olor a viaje desde Rusia, a las barbas del bisabuelo
Akiva que espió la ceremonia desde el marco ovalado con su
sombrero redondo.
Nadie supo nunca si las últimas canciones de la noche eran
las que él había inventado cuando se sentaba inclinado a recibir
el shabbat en la silla alta que guardaste hasta que hijo por hijo
se fueron yendo de la casa con corredor, con terraza, con biblio-
teca de puertas de vidrio, con anchas biblias olorosas, con los
vestidos del casamiento en Brasil cuando bajaron con náuseas
del barco que después siguió y llegó a Buenos Aires. Dos noches
seguidas se repite la ceremonia, en Europa se repite tres noches,
algunas sectas la hacen una sola vez pero cantan más alto, tam-
bién bailan. Nosotros a veces levantamos los brazos hacia el cielo
cantando alto y eso es tan importante como decir el shmá israel

108 109
siete veces antes de dormir, para adentro, nunca en voz alta.
Vergüenza de la propia voz diciendo shmá israel. Sabiendo des-
de siempre que aunque sólo se pensara sería escuchado, porque
él escucha todos los hermosos pensamientos y contesta en los
pensamientos mismos como nadie puede hacerlo. Nadie más A Dolly Basch
que Adonai o Eliahu Hanaví que tomó de la copa alta, te secó
las manos que este año me tocó lavarte, y sin hacer ruido cruzó Pensé mientras me asombraba de las escaleras del pasaje Seaver
por la ventana abierta y entró por la puerta abierta de cualquier (razón de más o de menos para querer viajar) que la luz fue
casa donde la copa de vino lo esperaba en el centro de la mesa. creada el primer día por un dios que la hizo emanar de su propio
ojo mientras contemplaba el mundo.
Según un viejo profesor turco de manos hinchadas y rojas,
el fuego salió de la boca de ese dios y después se convirtió en
palabra sin dejar de ser fuego hablando a través de su continua-
ción que es el humo que es la lengua del dios cuya consistencia
ignoramos.
Ese mismo profesor quiso mostrarme el verdadero significa-
do de las letras que se dibujan del revés al derecho para los que
las miran y del derecho al revés para los que las ven y están guar-
dadas en un libro que está guardado en una bolsa azul apolillada
y que no fue escrito en el tiempo sino en la eternidad.
Pero una adolescente interrogaba acerca de la existencia de
este dios cuyo ojo no veía (aunque sí el mundo que él parecía
mirar) y sentada en un frío banco de liceo de señoritas trataba de
extender unas piernas demasiado largas y de ubicarse en un cuer-
po demasiado nuevo para ponerles signo de interrogación a los
mapas de geografía porque no sabía (y nadie explicaba) de dónde
venían las montañas ni a dónde iban los ríos en este caso inmó-
viles, ni quién le había puesto nombre a las ciudades que estaban
dentro de un mundo que también había sido creado el primer
día y dentro del cual se trataba de ubicar las piernas demasiado
largas cuando el deseo era caminar con ellas hasta algún extremo
del no mapa o verificar la diferencia entre el azul oceánico ima-
ginado y el no azul de los pobres océanos geográficos y mudos.

110 111
Una campana, un frasco, un auto verde y viejo, las frutas madu- Como el río que con un trabajo infinito carga las piedras hacia
ras en verano (el simple movimiento de los labios al pronunciar su fin (o sea hacia su principio) me veo a mí misma recurriendo
la palabra fruta), un inalcanzable trébol de la tumba de Keats, a todo tipo de lentes para mirar el transcurso de lo que otros
nadie arrodillándose ante el sol para besarle el anillo y mi ojo llaman existencia y yo llamo ese trabajo infinito de cargar imá-
clavado en la pared en la que también veo animales y caras genes que se repiten (fuentes de energía que se va o se multi-
desconocidas. plica), ese trabajo de articular las palabras que no importan y el
Las posibilidades de arrodillarse y besar la tierra húmeda, placer paradójicamente inexpresable de escribir las que sí tienen
las de bañarse muchas veces en un mismo río que sin embargo importancia.
pasa, las pequeñísimas posibilidades de pensar el tiempo como
algo que se crea a sí mismo, el viento como algo que se da vida Como el río que carga las piedras hacia su fin imagino posi-
a sí mismo y vive, el soplo como lo que traspasa todo encua- bles hijos, viajes futuros, emociones más altas que las conocidas
drándolo en un paisaje de infancia: ese soplo que a veces en la y que se tienen sólo cuando cada cosa muestra su verdadera cara
escuela se tradujo como Dios, otras como espíritu, casi ninguna de infinito y un dios se presenta entonces sonriendo en lo más
como viento. inverosímil, festejando lo menos festejable.
Y la dudosa necesidad de mirarse al espejo y aprender que
este ojo es el mismo que mira, es el que sabe lo que es arriba y Como el río que carga las piedras hacia su principio me sitúo
abajo o determina lo que es a los costados, mientras ya nadie en el sol absoluto de mi infancia y busco en los pastos altos entre
puede hacer nada para evitar que yo gane la memoria ni para los que dejé los juguetes que personificaban hombres, aquellos
ayudarme a perderla porque todos desde siempre explican lo que después de ser soñados durante años se transformaron en
que son los milagros. amigos cercanos o en parientes apenas identificables.

Como este trabajo infinito no es más que un juego delicado


e inmóvil, me dejo llevar por la cálida corriente del río que soy
y que aunque nunca se detiene está siempre detenida porque
puedo escribir sobre ella, alabarla, renovarla, esperar paciente-
mente que llegue hasta su fin (aquel que no es más que su prin-
cipio porque en las imágenes de mi infancia están las imágenes
borrosas de un posible futuro, en el pasto está el verde intenso
de campos a conocer, en el sol absoluto el signo de días que
vendrán después de las noches y se instalarán frente a la venta-
na que abro todas las mañanas sabiendo que una luz estará allí
inapresable, callada, repetitiva).

112 113
Poemas inéditos
1971-1974
Destino

Dónde estará lo que sigue


me pregunto
mientras lo que quedó atrás
se parece
a un barril sin fondo
en el que es imposible buscar
un indicio para este futuro
que viene cabalgando lentamente
como una flecha de esas
que siempre van a dar en el blanco
aunque hagan un trayecto sinuoso
que a los ojos de ciertos ingenuos
puede parecer
errado.

117
Destinación Destinatario

Si es posible Un filósofo dijo


si fuera posible que hay hombres que preparan con mucha anticipación
escribir el poema que uno escribiría los acontecimientos de su vida
a los ochenta y que algunas veces el destino les es propicio
o es necesario que una vida entera confirmando la seguridad de sus cálculos.
le dé sentido al raro impreciso Otro filósofo dijo
pronombre personal que todo es imprevisible
para recién entonces y ningún cálculo pasa de ser una ilusión
con una línea imaginaria y ninguna adivinanza adivina nada.
de hechos que se parecen Qué clase de persona soy yo
sentarse a escribir en la creencia que ante esta suma de espacio recorrido
de que yo no es otro que aquel y ante otra suma de espacio por recorrer
que teniendo veintiséis ya unía veo mi vida como una larga línea
una cantidad de hechos que sin embargo que aunque recta y dirigida es también
nunca tuvieron unidad. saltarina y por eso anda
a la búsqueda de un increíble pasado
cuyas señas cubran aunque sea en parte
esa tierra baldía pero edificable
que los filósofos y todos los hombres
insisten en llamar futuro.

118 119
Para Platón el arte es copia Autorretrato

La inspiración está en el ángulo que forman La cara del propio Van Gogh
horizontalmente las figuras en un paisaje viéndose a sí mismo en azul
verticalmente todo lo que las rodea sumido en la melancolía del color
recuerdos imágenes voces conocidas despejado sobre un horizonte infinito
una infancia que se ríe del presente parte de la mirada y se va extendiendo
filas de hombres y mujeres cuyos nombres conozco sin concesiones ni vacíos
podría escribir sus historias ahora mismo por el resto del cuadro.
incluso podría aprovechar
los gestos de los que me acuerdo
las sonrisas que me conmovieron
las palabras que fueron dichas y yo escuché
para escribir un poema tan extenso como la vida
y tan restringido como este ángulo
en el que se entrecruzan unas cuantas imágenes.

120 121
Sola Venere manda Cupido sulla terra

Ahora que por fin estoy desvelada Miro tu ojo a través de un objeto cilíndrico
como para comprobar que algo crecí arrastro la mano por sobre una mesa de café
sé que no sólo la sonrisa de aquel hombre me acerco me alejo no sé si la desnudez es buena
sino también sus gestos pero pongo una pierna sobre tu pierna
y que no sólo esos gestos y ese gesto hace que la aureola del ángel se vuelva nítida
sino también sus palabras que sus flechas causen el efecto que somos
todo me alcanza puedo caminar que sus manos de niño bajen a la tierra con un fin determinado
acróbata tambaleante pero segura y se posen sobre mis hombros como una presencia anónima
por la cuerda floja de mi propia casa. que es imposible ignorar.

122 123
Asia de Cuba Lo que empieza donde termina

En la alfombra pájaros con alas Para armar un libro hay que hacer
son las hojas abiertas de una planta como las modistas que cosen
pétalos de margaritas el lomo siempre del lado de adentro
agachado de una foca y cuando dan vuelta la tela esas costuras
desde aquí lo fijo se vuelve móvil que ellas trabajaron confiadas
nuestra mirada descubre alegre los matices desaparecen para dejar ver
la alfombra nos lleva hasta su estación mágica un aceptable
nos deposita en el país olvidado de su textura lado de afuera.
Persia de los dibujos Asia
el ojo que los mira.

124 125
Los no
1977
I
Como el bailarín de teatro no
que detiene cada gesto
para mostrarlo en la escena quieta
y detiene el dibujo de gestos
para suspenderlo en una historia
quieta sin desenlace
así la corriente de palabras
empieza a circular detenida
lentamente habita el teatro
puebla la escena
con letras
se coloca en su papel

131
Como el actor de teatro no Como el público de teatro no
cuya entrada en escena que mira la escena
es ella misma una escena como si no mirara
llena de misterios contenidos y de a ratos duerme
despejándose en cámara lenta como si en el sueño se prolongara la escena
así las cosas esta ciudad el mundo todos así el que atiende al que dice
dejan de ser telón de fondo también lo desatiende
cuando se miran en el espejo de las palabras para escuchar de su propia cosecha
y se sorprenden palabras insólitas sentidos deshilvanados
en una lenta mueca ruidos que se duermen
en la otra corriente de ruidos
como si dentro de ella se prolongaran

132 133
Como los músicos de teatro no Como el teatro no
que tocan sus flautas muchas versiones
como si las afinaran en una única escena
y tocan sus tambores así la serie
como si cada sonido fuera deja sus dibujos abiertos
la nota última y enfática de una sinfonía (nuevos trazos les estallan adentro)
así sobre el final de la serie pero también los cierra
–el río también empieza y termina en un estruendo– busca la página
las expresiones se afinan buscando el desenlace el blanco disponible
en una nota que de tan altisonante sea que delimiten el diseño de poema
la luz que ilumine las partes aunque con ellos venga del encierro
la línea que encierre el dibujo un lento deterioro

134 135
Los términos de la comparación II
que buscan uno en otro
espejos que los distorsionan
no se parecen al teatro no
igual a sí mismo
enorme espejo de sí mismo
donde los actores pueden maquillarse
y hacer que de sus rostros nazcan
nuevos rostros blancos y distintos
irreconocibles caras de lo mismo

136
(Quién ve
lo que está escrito
en la memoria del apuntador
qué guión
camina solo
hacia el escenario vacío
quién abre el telón
quién cambia los decorados
qué público mirará
lo que está por escribirse
en la memoria del verso)

139
En todos los paisajes Como-el-espectáculo-no-puede-detenerse
los rincones se maquillan los actores se disfrazan
los espacios se disfrazan con sus propios gestos
con palabras. inventando
De ellas consiguen el libreto que se olvidan
esa luz artificial espían
que ilumina los escenarios el teatro de la memoria
pero se apaga almacén de paisajes vistos
cuando la escena encuentra su fin espectáculo de palabras oídas
y los actores cansados que sólo puede
se desmaquillan quedarse
recuperando la otra cara detenido

140 141
Flores de papel Lluvias de algodón
árboles de cartón nieves de espuma
edificios de utilería lágrimas de perfume
se cambian en este vestuario tienen reservado
se multiplican en este espejo su momento de caída
para entrar en la memoria del utilero.
a un extraño baile de disfraces Y en el libreto del apuntador
donde en vez de vestirse de otros un cementerio clandestino
todos se vuelven de palabras alineadas
mascarada de sí mismos en sus iguales los ecos las actoras
burda imitación confían reflejadas renacer

142 143
Movimientos dispersos Como las máscaras de la comedia del arte
por el mundo paisaje coloridos que corretean torpes y ridículas
quieren venir a poblar buscando por el escenario
este escenario vacío el gesto grotesco de lo cómico
se arman de luces así las cosas esta ciudad el mundo todos
palabras cubren el espejo de las palabras
mascaradas con un abanico de muecas que en él descubren.
para salir a una larga guerra El abanico de muecas ante el espejo
en la que formarán el bando es un despliegue de signos que arman
de aquellos personajes antiguos libretos ropas decorados máscaras
posturas aplanadas congregadas un repliegue reflejo que desarma
en el mapa estático del friso frases gestos sílabas palabras

144 145
III
(Quién entra
en este
juego
haciéndose presente
quién se representa
acaso la alegoría del mundo
se está volviendo gran teatro
o sólo se puede poner
en el mundo de la escena
el lujo
multiforme
del detalle)

149
El paisaje ya es tela en el cuadro En una pequeña tarima
se subió por fin a este tablado quiere hacer actuar el arte al mundo
si antes telón de fondo ahora comediante riéndose de los que dijeron:
hace reír riéndose de sí mismo el mundo
viejo actor que se maquilló de palabras desplegado en su vasto escenario
si pululando despacio en los rincones ya nació teatro.
su destino era mantenerse ignorado El arte burlador se vuelve comedia
habrá caído en una trampa inesperada y vuelve cómico al mundo burlado
que lo empujó al descampado de la escena que si tenía el papel de gran estrella
porque ahora vive expuesto a las miradas ahora acepta ser
en una obra sin libreto
oscuro extra sombra de comparsa

150 151
Adivino Ahora actúan el amor y la muerte
que hace actuar destinos ajenos que sobre el escenario suelen encontrarse
sobre un escenario imaginado en un friso de historias que tejen
el mundo boxeador retirado hilos de unas vidas a los hilos
si entrena a los otros calma de las otras que destejen.
su añoranza por el ring. Peleándose por teñir al amor
Retazos actúan la alegría y la pena
que se están fabricando con apuro que quieren imponer su color
de un único papel protagonista olvidando que el esfuerzo es vano:
los actores mundo repartido andarán desteñidos con la muerte
simétrico reparto concebido todos los sentimientos humanos
en las entrañas del gran caleidoscopio

152 153
Evocando la cara del hombre “Semidiós de la tragedia
la boca hacia abajo de una máscara criatura semihumana en la comedia”
marca la línea de la pena hombre cuya máscara es un coro
escribe la tragedia muralla de caras para un hombre
que sobre este tablado tiene la tropa de siervos dibuja al servidor
su reverso en la línea de otra boca. (quién habla en las máximas
Hacia arriba el trazo contrario qué lengua dice el oráculo
indica la alegría de una máscara cuántos son los cuerpos del coro)
que imitando la cara del hombre el júbilo de todos la metamorfosis de uno
escribe la comedia el grito de uno la exaltación de todos
invierte la tragedia que ahora muchedumbre: criatura densa:
sobre este tablado se divierte naturaleza sin recortes en la escena

154 155
IV
(Quiénes juegan.
Sombras japonesas
lánguidas figuras
en la pantalla
contra el marco
detenidas
o pide el juego
jarana jolgorio
en función
corrida
en acto
vivo)

159
Hábiles interjecciones locas Sobre el potrero rastrillado arena
palabras excéntricas trucos lonas marcándole a la farsa un suelo
hilarantes gritos gestos que huele a afeites animales cuerdas.
grotescos De la mujer la barba es un postizo
como para el animal la piel es una tela
sonidos de tambor exaltan trapo rayado sobre cuatro piernas.
como
furores de batalla evocan Un enano presentando dice:
el gran circo que asombra hay payasos criollos y
ilusiona engaña encanta habrá payada cirquera
paraíso umbilical y al que se quiera arrimar que
cordón perdido vaya aprendiendo a embaucar
de la careta pa’fuera.

160 161
Quien prefiera un truco espere Por el ombligo del mascarón al ojo del murguista
al que tiene ligereza le pasan camiones se perfilan
para romper la certeza de carrozas con mujeres perezosas
lo que los ojos ya saben bullangueando ahí
pone el mago lo que quiere Sobre filas de estandartes comparseros
donde el tonto ve verdades. se sube la calle y le desfila
en doble gaita en triple tamborín
La faja pa’l barrigón Esquiva
y los zancos del enano la vereda porteña y se pasea
con los actores paisanos de a caballo por las murgas cocoliches
del carromato a la noche acercándose hasta el ojo en la marea
se van por esta función de disfraces, un gaucho solitario
al corso como fantoches.

162 163
Cuando el mostrador es ya un coro de borrachos HOYO
disfraces brillantes despejan los zaguanes de la muerte
y entran al bailongo tapados de antifaces huyendo
Cuando la grapa le da lustre a unos bigotes de la suerte
y a las ochavas alboroto unas polleras por la huella
despierta el corralón se tensa ante una orquesta de Momo
Solapas charoladas con presencia en el ojal te aúlla
se cruzan de perfumes de sudor de carnaval la tristeza
Papel picado histérico loca serpentina de la gente
enreda la danza en la peluca femenina Si me quedo sin careta es la señal
delata en el disfraz un cuerpo de varón que a mi cara desnuda la verán
donde lo esconde revés de esta cara no tengo y
traidor de ser actor me avergüenzo si
se va apagando el juego se acaba el carnaval

164 165
La casa grande
1986
Para Héctor Libertella
I
(Al estampado de la infancia
un cuerpo mínimo lo espesa.
Quien desgasta su vestido
por la vida pasa, empieza
en los orillos a marcar
deseos, pálidas letras.
Increadas, fascinadas.
Ganoso hilván analfabeto
del ropaje débil anverso,
aprende en lo raído, por la
faena encuentra su destreza.)

173
Vitral es el ojo dibujado, un Si de fotos recorrida la memoria
cuadro de interiores con ventana en álbum, de fotos al signo atada y en
que por la vista filtra lo que pasa su color antiguo o ácido la postal
en el dibujo, afuera, de la casa. por gestos, de infancia vive retocada.
Pintura joven de familia impresa en Esos gestos letras son, son letreros
el espesor del vidrio endeble aguarda que retienen en orden luminoso
al ojo que la enmarque, al marco que de la presencia aplastada en el cartón.
el íntimo color la cruce al otro O como espejo deformante ausencia:
tono de la calle. Viaja en su pulsión impresa ausencia que encuentra quien buscó
púber esta escena avitralada. De atrasado en los rasgos de su doble
la ensimismada reclusión más allá, aquel pasado que el sepia reedita.
el otro croquis, el mundo, quiere ver.

174 175
Lo femenino que imita lo vierte El ropero caja negra, los
en el embudo de su cuerpo abierto. modos registra de la tela
Si impostándose en oficio de mujer que otro por el ojo de la moda en-
embarazada de sí misma engaña. tre mutantes deseos registró.
Para mirones a luz va dando, es la Laborioso espacio en el gusto
madre pública, deviene impúdica gestado, por el gasto. Saca su
hija en su desnuda regresión. inversión a la vidriera y es
¿Eficacia de asalariada o juego desfile que desviste secretos
que una impúber vuelve falaz? ¿Ocio de aquel al que vestido mantiene,
procreador con fecundidad paga o, sujeto. (Épocas, hipotecas, en
por un malsano truco, renta mala? lujo estampan de miseria la
historia del mutante maniquí.)

176 177
Corta el nombre propio en los sueños Se interna sigilosa la sujeta
barajas de rostros superpuestos en su revés, y una ficción fabrica
y el suyo idéntico disemina cuando se sueña. Diurna, de memoria,
por esa nebulosa de ajenos. si narra esa película la dobla
Soñándose a sí mismo como otro al viejo idioma original. (Escucha
en la amnesia de su mote le arrendó un verbo infantil el que descifra
de algún naipe la identidad marcada una suma que es cifra de durmientes
al archivado mazo de vigilia, delirios conjugados en pasado.)
y en el azar cegado del reposo ¿Quién por boca habla de los sueños
a cuenta de una clave la jugó. cuando hacia ellos la vigilia va o
Descifrarla despierto es azaroso. cuando lo envuelto con ellos en esa
pantalla de la sábana se escribe?

178 179
Aislada por el filo del billete en II
la deuda, por el pago en otro trato
florece. Si pidió da vueltas con un
saldo que la amistad congela en el que
dio. Monedas, de canto son palabras
y alimentan pagando con su labia
lo que se habla entre dos, lo que acompaña.
Pero cara es la distancia que marca el
interés y cruz la espera si va
oculto bajo el pacto lo empeñado.
Tiempo de escasez: se recupera a
destiempo el pasar, en fiesta ajena.

180
Diálogo peregrino con los padres
picotea de un lenguaje antiguo que
ató el cordón al cinturón del habla
y a la sombra de ese pacto se descarga.
Árbol de verbos genealógicos, en-
ramado refranero de la casa,
quien conversa en él encuentra el surco
donde rastrear el eco de su charla.
Huella de eslabones dibujando una
voz en cadena que al estilo engancha
en esa herencia de tramas forzadas.
Si escucha el hijo vuelve a conectarla.

183
Nombra la enfermedad a los abuelos De las hermanas en hilo doble se
que con ella enracimados crecen enhebra el apellido pero el cruce
en la memoria del adulto enfermo de nombres lo separa. Si bifurca
(enajenado, que en ella decrece la cruza su embrión le da pigmento
hacia la vaga infancia de su cuerpo). a lo que rubio se amorocha en dos
Ridículo se empacha de temores intentos. Complicidad que arrastra
por el seno engomado de la sonda la sangre, sube al rostro desdoblado
y en círculo los vomita, vicioso y mira en su otra a la familia.
de cura, adicto de madre, al miedo. El espejo entre hebras distraídas
Cosida con los puntos de su trazo lía el ademán con que se peinan. Tren-
la boca de la muerte está cerrada zan el sábado a la fiesta de soltar-
mas por el blanco de su herida neutra se las hebillas a presión paterna.
en silencio se expide, anestesiada.

184 185
Por el hilo de saliva el idioma A la siesta del juego en el ropero y
de uno en la lengua del otro se contra el orden prohibido de la ropa
traduce. (Para el cultivo afecto es se disfraza de madre encuentra el metro
lluvia y dentro de ese invernadero del que viene, patrón en que se agranda.
empapándose crece la pareja.) Taconeando avanza por la casa
El puente crece, cómplice tendido hacia la edad que incuba su vestuario
a los pies de un pacto que recorre y en adelante a cada paso crece
sobre esa progresión su maridaje, una memoria para el gusto, un campo
va adelantando tramos de silencio que a su modelo impone una distancia.
y en él traduce, fiel, a los que enlaza. Vértigo encimado entre costuras,
Si ellos firmaron viven en la letra hoy está tironeando el parecido
que el apellido presta a la morada. de la manga que entuba ese pasado.

186 187
Burbuja, pez o mariposa mien- Grumos, trozos, sorbos apelmazan
tras crece a la maternidad estanca en el puré la estancia del que cría
de su agua en el útero obstinado y el hijo sienta, sólido, a la mesa
y al padre de un destierro fabulado el segundo alimento de sus ganas.
a orillas rescata de ese estanque El primero a expensas de la leche
pues ya gestó; la patria le apetece. en hipo de succiones se percibe
Cuando a la luz se amarre como hijo de la madre, musa acelerada que
deslindará la línea de su anzuelo vive en su ansiedad por lo que queda.
en la tensión, a alguno que se acerque. Restando provisiones avanzamos
Y entornando sus manos a la pesca sobre el filo de una cucharada
de los dedos adultos si la encuentra en y enigma bajo el brazo permanece
su mar neonatal, tendrá respuesta. sumado el otro pan, el que trajimos.

188 189
III
La casa grande
1

Lugar amorfo escrito en el pasado


cementerio de niños, patio
detenido en ademán de rondas.
Piernas largas de primos como estatuas
juegan al puente que traslada de
padres cómplices a tíos distanciados.
Marineros sin barco en los cincuentas
un ancla por botón, familia
que se abrocha dorada la bragueta
de procrear. Hay un festejo:
la vuelta por la tierra prometida
hasta el lugar que esclavos de promesas
bisabuelos allí se refugiaron.
Sirven el vino en copas de alegrarse.
Si los vecinos se quejan delimitan
otra familia, el ghetto sin alambres.
En brazos de mujeres lo amasado,
levadura de madre, crecimiento,
bollos que se asoman al placer
de una mordida. El negocio del pan
es por entregas. Mientras producen,
más hijos arriman a la mesa.
Leen los hombres el otro repertorio,
ritual que las estampas pintan
cual libro viejo o Biblia, abierta,
con las hojas servidas a esa mesa.
Letras inversas despegan con la voz
del que recita. Y el guisado por ol-
fato dice: narración lineal, un gusto
por los hechos, lo que pasó da fama

193
al angurriento nombre del patriarca. (Sin embargo escapando por la siesta
La abuela se aduerme con los dedos furtivos en la calle dormitaron
pegados al tejido de la especie: a la sombra acolchada del voseo
ni elegido su pueblo ni su nieto probaban las ternuras de un colchón:
de sombrero revuelto por cabeza. el castellano.)
(Cubrirla es borrar esa ignorancia Le dicen los vecinos a mi abuelo:
que cierra el nudo de los textos viejos “Los días que de ustedes son festejo
y suelta distracción por sus amarras.) ni mandinga deja su trabajo;
los días que por fecha descansamos,
amanece atareado el israelita;
si de escribir empiezan al derecho
2 enhebran al revés su calendario”.

Grávida ratonera de inmigrantes.


Aquí los pisos alargan con el baile
la agonía de sus tablas. 3
Alfombras que de Persia tienen
el obsesivo dibujo refritado Quien la memoria narra de estos muertos
a cada brinco muerden, con el polvo, elige repechar hasta la nada
retazos de estepa acriollada, desde el izquierdo margen lastimoso.
campos de grosella en los que el mate Ruta de hormigas atareadas las
endulza como té caliente palabras entre lápidas caminan.
una sed pampeana que cebada en Cargando al hombro hojitas blanquecinas
la vastedad del sur ya viene amarga. me expulsan del presente y entresacan
Mujeres, amazonas para el parto una alegría, familia en el pasado
–montarse de costado a lo extranjero– daguerrotipo, estática avalancha
en el barco acarrean camisones revival en sepia y ovalado que es
y a la hora precisa des-bordada el marco recurrente de un estilo:
por las tierras ajenas seminaron manera de decirlo, dicho está.
una moda del frío y del abrigo
cuando en trenzas prensadas otras indias
como riendas, de frente, los parían.
A los niños adentro nos encierra 4
con el idisch un cerco de palabras.
Ronda de giros que en el patio teje Y en el lugar amorfo del comienzo
silencio afuera con voces de entrecasa. se sienta a fabular la que no dijo

194 195
soy primera, persona, estoy volviendo Aflojo el metro, nudo de lo dicho
mis libros al puerto de la infancia y envío su retorno como carta.
portadas grises, colores demacrados Hasta aquellos cincuentas marineros
de vuelta al editor donde nacieron una postal les llegue, una noticia
al río de la plata desteñida el hilo arrugado en la memoria
al linotipo ese que hace nicho el ojo que enhebre esa miopía. Pues
en librerías. Tipos lectores que no me leen, los muertos, mis
no cambian: muchachos de corrientes abuelos.
a la orilla bebiendo de una jerga
que es vino blanco y se entiende en la pasión Buenos Aires - México - Buenos Aires
pero oscuro en la borra del sentido. 1978-1985
Vuelta a las amigas refugiadas
en el marco encorvado de las puertas
que conectan bisagras y rumores
encimando el chirriado de la rima
a ese verso medido por las madres
hacia la casa, adentro, hacia la sala
tras la costura banal de lo ya dicho.
Avanzo con ellas en sordina
me orienta la mirilla de las puertas
veo chiquito aquello que describo
los familiares, el sur bajo tranquera
los hijos esperando en el pasillo
a que acudan los pasos del marido.
Se agranda el ojo, casa es cerradura
quiero escribir un hábitat antiguo
vestirme en el ropero de las letras:
caja negra que alguno leerá
tras los lentes oscuros del albino.

Estoy lista. En aviso de regreso


voy a liar los versos al paquete.

196 197
Vida de living
1991
A Enrique Pezzoni,
en el living de sus lecturas
I
Fuera de padres, desmarida
vivo en un cuarto ambulatorio
de canto a esta moneda ajena
gasto el calefón en su rugido
quedada matriz de la heladera
acaso me enfríe de mi casa y voy
a tironear, si escribo, de los hilos
que en la maraña enlazan a mis hijos.

205
Fuelle subí quejoso de persianas Por el bar la esquina se desdobla
despabilame un verso matinal y entra mi casa en contubernio
esa nostalgia enjugada con café la con la calle, la atención que flota
borra del manchón donde me borro aquí desde el charco al pie del cafecito
en plena taquicardia de la hoja hasta un vidrio a ras de aquella ñata.
susto de quién galope que hasta dónde Mojada de servilletas rayo
empuja en vena o pulsa con su lírica tu mesa que nunca pregunta si
cuerdas atadas a mi voz tensas salgo de mí o me cuelo en el deslinde
bajo la fuerza bruta de aquel de ese afuerear adentro con ventana.
que quiere ser conmigo
mi doble en canto mariachi tempranero
el que se pone a tono en mi garganta.

206 207
Me empacha la factura de la tarde Está aquí el baile y está ausente
qué como absurda en el rincón de paso en otro alarga al compañero
las migas gomosas de aquel canto para avanzar su corte al pie del brazo
que estiran su sílaba la endecan retrocede camino a la sentada
bajo este trabajoso dos por cuatro o el cinturón con otra hebilla engancha.
me harán barrer el resto que se cuela Estoy con vos bailando con tu nuca
o el desparrame, la musa, mi escansión. enredo abajo –loca de los ochos–
Si se alimenta con sobras esa intrusa la pierna al entrevero que me aprieta. En
de tu cama no soy yo. tu botamanga al filo de sandalias
descuelga el taco aguja su caricia.
Roce mudo, dibujo acalambrado
para alcanzar ausente allí, un tango.

208 209
Me como el antojito que nos une Lo que mustio de mí se ahueca en vos:
ligado en trompas dentrado en mi vacío dos tristes nadadores de lo hondo.
es falopio va, prendido del ojal. Me ahogo lejos, en tu vaso. Brindis
Poneme afuera tuyo de mi entre de familia que nos sobra en este bar
braceame piernas, abrite de filón. co hundido. No tomes de la borra no
Se me antoja comer lo que nos une me añejes: soy tu trago. Puedo llorar
aquí en casa marida y acolchada hasta que escurra a flote de la pena
ya sé, te dejo entrar, nos vimos el permiso para salvar, la vida.
a vista pura parimos del hogar
el agujero aquel que nos espía
entrado de nosotros o se sale
la bala de fogueo el caprichoso
peligro que desune si te muer(d)o.

210 211
Brillos de la casa. Conectamos Cuando te casaste
la luz de tu reloj al farolito atado de frente al juez en su registro
que en vela se consume bajo techo mis nervios rozaban en ramo tu antebrazo
nuestra hora de pactar la madrugada. sintonía para dos costados rumorosos
Esta usina secreta de Palermo buscando por señas de nacimiento
aduerme con el último vecino juntar siluetas digitales en familia
una vida de barrio postergada reconocer a nuestros hijos
cuando adentro despierta lo que somos: por el parecido.
marca encendida, ghetto de la puerta Cuando te casaste conmigo
señal con la vereda en cruz estábamos parados
o enfrente. mi edad de merecer en la cintura
Me cruzo al almacén no escucho el timbre y en el acento del sí colgadas las cabezas
daría el esquinazo por borrarme para que los testigos, mudos de la diferencia
subida al sueño a costa de tu almohada: callaran al tiempo de copiarnos
aquí dormimos. No me madrugues ni línea por línea el rostro enloquecido
contra el vidrio lustres del suburbio del matrimonio perfiles en un acta doble faz.
este final de lápida argentina.

212 213
En invierno de nupcias reversibles Me prendo aquí con vos contra la boda
bajo el acolchado sin vos no sirvo serpentina en fiesta equivocada
la cara tapame de tu esposa que en lazo del derecho anudo del revés
salto de cama corro las cortinas prendida sola al techo por tu sombra
quiere tragarnos la luz en celosía me alineo tras la firma me apellido par
desabrocharnos quiere serpentina que retuerce su extravío
el botón negro penumbra del piyama caigo parada ajena a los lugares
cuando hay un lío, sábanas campales te busco en el sillón del esposado
y esa montaña de ropa desvestida en la cabecera de la mesa redonda
amaneciendo al borde con nosotros. me ato a la cama, listón, corbata tuya
hay una fiesta que en tu cuello anhelo
es en pareja cordones que se cruzan
uno por uno calzando el apellido
desanudémonos
sueltos
del
festejo
que los casados son de cotillón.

214 215
II
Envuelta sucia ropa que te dejo
me dejo ir subida a tres saludos
familia mía ustedes me retornen
amiguen ese andén hasta la casa
qué rieles toquen vidas paralelas
qué vidas cruz en señas de los trenes.
Somos cuatro. Dos (por cuatro)
en la rosa de los vientos
a la luz cardinal de nuestras noches
brillamos más, fugaces
multiplicados todos por la espera.
Quien se va prendiendo del que queda
una moral, un guiño de linterna a
campo abierto arrastra su valija.
La cargo sola. Pido mi descarga:
desde atrás, escudo de la muerte,
brazos cruzados de mi abuela
en candelabro.

219
Perdidos en familia “Murió mi hermano”
los padres que ni tuve y esa mujer que llora
arrugan el ceño de las fotos sentada en la córnea del tintero
posan el desfiladero la línea soy yo, conserva de mi madre
de otra vida. enfrascada en el terror soy ella
No estoy con ellos. No vine quién quedó embebida avinagrada
al mundo. Perdida también yo que escribo a muerte
pero en un bosque de leche ella que borda
espero migas la nodriza con tinta roja su noticia
un vaso cargado de paisaje en la bandera inyectada del pañuelo
pasto que me acueste “murió mi hijo”
en su juguete verde. varón de remo acelerado
DEJEN RODAR LA SUERTE EN ADOPCIÓN. bebé empapado que chocó
A LAS MUÑECAS NO ME JUEGUEN. Hija contra esta página hirviente
forajida me visten de encontrada donde en aguas rotas se bautiza
y en cuclillas al fondo yo a los que recién se fueron nacidos.
en fila de escolares Un testamento en blanco
soporto blanco y negra esa tristeza de puño y letra dice lo que digo:
que le suma a la sonrisa en los bordes culpable hay una sola
ajados sentimientos de álbum. HIJA.

220 221
El deseoso que huyó paga viendo en la esposa la madre ovalada La sala se alarga ala de los cuadros
José Lezama Lima muestra su afilado perfil de galería
se mira pone reojo de su rima allí
En el retrato ovalado retocado donde a la larga la admiran
se te parece la cara de mi abuelo es la muestra se va
o es un descaro clavando a doble vista
lo que aparece. la doblo circulo por su calle ahora
Es la envoltura pesada de los ojos es rotonda círculo
que forma un arco adentro con los años de lectores
recova de miradas que corro y reconozco salita que habita
ciudad vieja, su centro, la sonrisa caracol adentro de la espera.
calles labiales y el rictus desgastado ADELANTE
allí atrás, en el museo del bigote. pase quien camina
Agazapados, tus rasgos son políticos por la arruga sus tropiezos
ancestro nuevo marido y parecido si caiga sentado
para nosotros ser iguales es un juego del otro lado de la alfombra
en otra distinción en el revés que a lomo de la magia
juegan los hijos. transporta comensales
ME CASÉ CON MI ABUELO ESPEREN LA RESPUESTA hasta las alas servidas del mantel.
no hay un sí que dure por cien años COMAN
hacia mi propia deseosa recompensa a cuchilladas afilen al tenedor
mejor huir de libros
a quién abrochas comisura de caminos su biblioteca abre el comedor
este o este: parientes o extranjeros, des- imanta centro de la mesa
oriente de todos con ninguno, y más una serie por orden de festejos
cuando el retrato escapando bajo el brazo cena de galas alfabéticas
llega hasta el centro imantado de mi sala con mi familia clavada en los sillones
me borro entera YO en la cabecera
para colgarlo. ¿como?

222 223
III
Vida de living
1

Cansada
con los ojos cerrados al centro
apunto a un blanco móvil
a esos beatles en el surco
en viejos tiempos
al agujero que acopia acopla
acordes
para el corazón moreno del disco.
En esa cara estabas vos
girando por lo bajo
los ojos lunáticos en banda
desorbitaban la púa
y en tu reverso
mi oreja fruncida
escuchando.
Caracol adentro
un sonido metálico de olas
como días agitados
crecía con nosotros
los chicos
los del vapor de la carrera
subidos al buque de la música
hacia qué país en qué frontera
esperó el límite de edad
nuestra llegada.

227
2 Tango Bar
Anochecer de un día agitado: 1998
hasta aquí llegamos.
La sala ahora disemina
su acústica en casa
como una madre maestra del horror
que en el larga duración imprimiera
aquello que termina.
Nos acolcha espeso lo que es nuestro
propiedad privada de la escucha
para dos esposos clavados
mullendo los sillones
ESE PAR
que hundido en los resortes del tiempo
soportó el peso de los amigos
muertos viviendo aquí
en el living de esta charla.
Ya no están pero evocarlos
(¿te acordás lo que decía?)
llena un libro de citas
colma de risa este momento;
contagioso es escribir para ellos
en un trance
de alegría espiritista.

228
Ven, oye, yo te evoco,
extraño amado de mi musa extraña.
Delmira Agustini
I
Decime quién sos vos.
No me falle mascarita
este espacio reservado
dedico, lo dejo en blanco
para que alumbre todo
pobrecita su identidad.
Decime adónde vas.
De sus siete moradas
cuál es la que desocupa
mi casa grande
con su celda adentro
vacía.
Teresa, Tamara,
qué hacés, me conocés
no me juegue en el espejo
esta mala pasada
que no patine su nombre
que no rime, por favor,
(aquí no hay hombres)
véamelo al alma
fantasma mujeriego
que en los rincones llora
pobrecita su necesidad.
Celdas, casas, moradas
mujeres hay:
me acuerdo de tus consejos
querida amiga
en tu mesa de luz el libro
de Santa Teresa
alumbra la verdad de tu vida
el lleno sorprendente
de tu nombre colmado

235
como un vaso en la metáfora vacía
de reconocerse nosotras dos
idénticas.

A Ana Amado Olor a medialuna dulzaino


sombra oriental estampada en la loza
en remojo en el platito
la factura de la tarde:
no me dejes clavada en un bar.

Ese señor que me mira leer a los ojos


en la borra del café
(tu futuro me tiene aterrada)
por mí
no me dejes clavada en un bar.
Desde el DAMAS espío caballeros
me devuelvo a casa a cada rato
pero sigo aquí
en el bar de al lado
estoy tan cerca
que el barrio saluda mi demora
las caras coinciden con la numeración
que anoté en mi agenda
esa cita perpetua con vos.

Desde el DAMAS espío al caballero


en su teléfono celular
dice un sí rotundo
mientras los ojos se le van.
Seguramente es un vecino, aquí
hasta el mozo queda en familia
cuando se guarda la propina
en tu bolsillito de atrás
tintineo de los secretos tuyos
donde se desfondan pertenencias
de nuestro futuro común.

236 237
No me dejes clavada en un bar La simpatía de él por el diablo
ya te espero y ni siquiera anochezca es nido de mi antipatía.
esa espera larga colgada de la línea Me asusta me enoja todo
el hola mudo que contesta lo que está mal
desde el corazón de su fibra óptica en el buen sentido
un adiós para este desencuentro. de la palabra. Pecado,
pecado sería entonces
Te lo dije: seguir a él tan lejos
tu futuro me tiene aferrada cuando jura y perjura
a mi casa en tu muerte en mi colchón que estamos cerca.
cierro el alma, la devuelvo a su morada Mamá, papá, me fui
y yo con este malito criollo
empiezo ahora tu recuerdo y en la cruz de su poncho
ese atadito un pañuelo de secretos me di por perdida.
que me deja adentro ¿Será posible que en mi religión
clavada entre estas cuatro paredes sola
añorando los paraísos de tu bar. detrás de un hombre
yo siempre sienta frío?

238 239
Tango que me hiciste mal En el bar El Taller se reúne
y sin embargo te quiero la Sociedad de Fomento
porque sos el compañero de Palermo Viejo.
de mis penas de arrabal. Bajo un farol
A vos te hablo el grupo de arquitectos recrea
contestame ese sentimiento de esquina
sufrí conmigo una respuesta o mejor
te pregunto por qué el reflejo infantil de perder
me hiciste mal si te quiero en el juego
o sin embargo sos de la casita robada.
mi macho compañero Es mi casa, pienso,
bailarín de mis sueños tangueros la que está en juego
príncipe de mi arrabal azul. mientras el mozo pasa
Contestame. equilibrando seis tacitas
(Ya no quedan caballeros.) al nivel tembloroso de una vereda
abarrotada en la mesa de planos,
Sin embargo yo miniaturas de viviendas,
en el fervor de esta rima que me embarga calles cuadriculadas de Palermo
doy vuelta la respuesta en pregunta que vistas de reojo
y te digo: desconozco.
YO, sin embargo El grupo me mira:
¿te quiero? entre mi trazo el de ellos
intercambia saludos
planta un rápido identikit
escurrido en tinta china
con el único fin
de reconocernos.
¿Es esta, me pregunto,
la caricatura del arrabal porteño?
Porque estamos todos.
También los rockeros
atentos en su taller

240 241
a otra música.
Para ellos no hay barrio que valga
una sociedad de fomento.
Miran el esfuerzo ajeno
como diciendo 1
no somos vecinos
no somos arquitectos Odio Buenos Aires.
ni jugamos Su luz mortecina magnifica
a la casita robada la vaguedad
ustedes sí de estos versos que ni siquiera son
quédense sentados letras de tango.
en la edad de sus veredas
que nosotros chicos de la calle Que quede como odio
vamos a adivinar en esos planos toda intención de decir
la cuadrícula de nuestro hogar “mi ciudad”
dibujado con otra tinta en el condensado muerto de su luz
lejos yo ya no escribo
de esa pobrecita inspiración ni me seduce
de dos por cuatro. el ánima pobrecita de sus barrios
deambulo sin ningún tipo
de sentimiento
yiro insensible
por esta noche de lápices
por esta humedad que me acalambra
la resma de papel.

(Mejor en mi casa
y apago la radio.)

Que la música se vaya muda


y las palabras no alcancen
para borrar el amargo.
Es un decir.
Mejor me duermo
con la estampita en la mano
una postal la tengo en la cabeza

242 243
toda iluminada
arrugo el obelisco en el fondo
y rezo para mí por vos
mi Buenos Aires.
Querido. ¿Qué quiere decir parla franchutada?
No te contesto.
Yo por vos me voy a transformar
en la madre de la lágrima
2 porque es tu memoria la que llora
el atraso de mis recuerdos.
Contracturas de mesa de luz Ma, ¿qué pasó en mayo del 68?
vaso del agua mansa No sé preguntale al abuelo
sutura iluminada en las persianas: él tiene la Historia Universal
todo parece un tango. y te la presta.
Preguntale también si se acuerda
Escribir es igual a pasarse de moda de venir con nosotras
envejecer en Darío hasta fin de siglo.
dejar que se engañen de uno Cuando tiremos la casa por la ventana.
los otros. En un poema de Néstor Perlongher Hagámoslo en el patio. Festejemos
alguien se pregunta como si se tratara
¿Qué es para mí Domínico? ¿Qué es Quilmes? de una belle époque.
¿Qué es Ezpeleta con sus zaguanes inundados? ¿Me entendés?

Quedó sin respuesta


toda intención de decir
“mi ciudad”
el fantasma de Néstor en el suburbio
qué es para él
se pregunta hoy la calle desolada
qué fue mejor dicho
si ya sus dichos pasaron de moda
te vas para no volver
amigo muerto en tu infancia
cuando escribir todavía era
una manera de preguntarle a alguien.

244 245
Otra vez en el bar de las mujeres (Cuidado en la esquina.
me tomo la copa del olvido. Con ese viejo.
“El tango es macho” Crucen chicas de a dos
cantan mis amigas por la vereda de enfrente.)
pero según el tango
ellas son musas tristes Viejas estamos.
o se ven El cuerpo cuelga
como muñecas marchitas del lado de su uso
de vodevil. un futuro fláccido
Y a juzgar por mí que cansa al pasado
(¡tan olvidada de mí!) de tanto te acordás.
no sé si nosotras ahora
formamos una orquesta (Señoritas no se entretengan
de señoritas a su edad
o si son ellos muchachos de antes con la vergüenza ajena.)
los que ahora tocan de oído
nuestro repertorio La esquina está, el colegio está
mientras nosotras pero ahora
antes también pero de apurar la copa nosotras para los jóvenes
ya entonábamos mal. estamos viejas
hacemos el ridículo
exhibiendo
un sentimiento equivocado
cuando quiero llorar no lloro
y a veces lloro sin querer
me digo y nos reímos
de miedo al pasar junto a él
con mi compañera de banco.
Pepita y yo:
la calle se cruza de la mano
acompañame
hasta la casita de mis viejos

246 247
estoy hablando de antes
del semáforo.

(No jueguen más, alumnas,


a pasar el tiempo. El pelito para Iom Kippur atado de fiesta
Ninguna se quede mirando a un vestido de terciopelo azul trenzas
a la niña de sus ojos.) seda dulce de las trenzas hebreas o
es en el baño de la sinagoga
A él no lo miremos. donde las señoras
Ni locas. descompuestas se lavan la cara el sombrero
Nosotras dos descompuesto también de afeites
que nunca más nos vimos en el espejo espiando como madrinas
cruzando el viento de Las Heras no como madres se acomodan
con cuidado a la religión de sus familias
para que no se levante ni un poquito mujeronas de cartera pesada
nuestro delantal. a mí me empujan.
Cierro bien las piernas ahora La nena del pelito judía
que atravieso en rojo Tamara o Tamar
mi avenida más peligrosa cómo la llaman
esa calle empedrada sin retorno cuando hay que volver
que ya no se llama Canning sí tía esperame
me aleja para siempre de vos. ya voy ya me hago de miedo
Hoy faltó la que rezo.
mi compañera de banco.

248 249
II
La mejilla mientras bailamos juntos
está caliente.
Imposible
no estás no estamos bailo sola
es una música de olvido
trazo tus ojos abstractos
como pintora
los pego en la línea de mi hombro
me sigue Picasso por la pista
parejas abrazadas a la luz
tu cara la sombra
engorda de la mía
y armamos un escándalo
que se desencaja
estalla en una voltereta
que es toda oreja.
cuando grito hablame
ahora escucho
se cuela una línea de bolero:
“Eternamente”.
En mi cabeza fría
dibujado
te vas con otra.

253
Rubia, ¿me escuchás? Ven, oye, yo te evoco,
Este es un mensaje extraño amado de mi musa extraña
donde te digo te llamo en masculino me apropio
que soy tu amigo de la vida de los dichos nuestros
y tiro el carro contigo me puedo escribir
aunque ya me haya ido los versos más tristes esta noche
aunque esté lejos te puedo decir mi musa
muerto vivo en tu recuerdo y no suena extraño.
porque no soy Es mi “arte poética”.
el hombre que esperabas El juego desesperado
mejor quedate esperando que juegan los letristas
que ya llego ¿me escuchás? un baile que se agranda de a dos
porque al fin la vida es corta por todo este salón
y te acelera hasta mí ya me lo dijo Enrique Pezzoni
cuando el piolín por fin se corta hay golpes en la vida tan fuertes... Yo no sé.
tapame la cara rubia Yo no sé Enrique
no me dejes ver el final si la poesía trata de esto
que yo también soy o trata de aquello
una criatura tuya pero es cierto que siempre hay
tan chiquito y desnudo ahora un amado, no sé
que nadie en vos me ve. un evocado.
Tan fuerte golpea el dolor
en la vida novelada de Delmira Agustini
(ella y su ex marido
desangrándose en una cama de hotel)
que dos cisnes manchados
alcanzarían como metáfora
de un hombre y una mujer
que se han amado y se separan
en el hotel
de los sueños ajenos.
A Jorge Panesi

254 255
III
Tango Bar
1

Por el radio de esta pesadumbre


me junta una charla de mujeres
en cucharita
quién nos encarga
cómo hacemos para hacer
el gritito enfrascado
está en el alma.
Me llamo ellas
chicas no dejen de llamarme
hablan conmigo de lo mismo
que les hablo
toda una vocación
que nos distingue.
En mis peores días
acudo a esa maternidad
sin nada para hacer
me aligero adentro del murmullo
mi voz me toca
suma un motín de piernas
a ese círculo apretado
que abraza su estadía
bajo la mesa de un bar.

¿Qué te decía?
El logo de la servilleta
enjuga novedades

259
crispa la mano por la puerta espejada del bar
como tirando lejos en un bollo pasaron señoras en redondo
estela de rumores desocupando
una corrida de rimmel su tiempo completo).
sobre la línea
de nuestra semana.
No hablemos de ellos
que el carril en vías de la charla 4
transporte al otro lado
el directorio pesado de temas En esta agenda muerta
un teléfono roto con horas colgadas
devolviendo frases de su propia obligación
(me dijo/le dije) resumo lo que no hice
lo recibo de espaldas releo lo que no escribí
quiero enterarme sin ver las líneas de enero desiertas
que aquí no hay drama el orden alfabético
cuando estamos juntas 1993 en una filigrana dorada
y a una con la otra hasta los bordes de la cita
hablar de ellos camino con ustedes sentadas
nos hace gracia. esperándome.

3 5

Me fui del círculo No me esperen


ustedes me deprimen estoy ocupando el día
son el espejo de mano trabajo ahora para que pase
la luna tirada en la cartera hago y deshago en el lleno de mi agenda
me transporta una simulación, un empeño
hasta esa tierra ojerosa de nadie
donde mis amigas se arrugan para que nadie diga mujeres
piel en la arena que vienen y van
rictus que rompe el hervor juntando en el cero
contra mi propia cara la explosión de su charla.
(las vi también de cuerpo entero 1993-1996

260 261
El ghetto
2003
In memoriam Tobías Kamenszain.
En tu apellido instalo mi ghetto.
I
Di que Jerusalem existe.
Paul Celan
Prepucio

El doble de mí, cristiano


la mitad de mi doble, judía
si nacemos perdemos algo
por vía dolorosa
y si no nacemos juntos
perdemos todo.
Perdimos todo.
Una escuela completa de traductores
escribiendo mojado sobre seco
a la salida del baño turco
cargan la torá colgada como toalla
presumen de la cintura para abajo
Avicena sobre la mesa de leer
disecar es la palabra correcta
revertir de derecha a izquierda
el orden de las letras, “asimilarse”,
traducir como ladino
la lengua materna
de frente al patio andaluz
al fondo la sinagoga abandonada
en la circuncisión de un niño.
¿Sos masoquista vos?
Huías de Toledo con lo puesto
entregaste los números del antebrazo
te comiste tu propia asadura
converso conmigo me dejaste
y a mí de qué me sirve la parte del varón

271
si no pude salvar del exterminio
ese himen que vela
todas las roturas.

Escudo de David

Debajo de su boina negra


hay un techo inflamable
turbulencias
las nubes rojas de trópico
flamean acaloradas
media asta sobre la Habana Vieja
donde nadie sabe decir
dónde reposan los restos
lo que resta de mí
me deja a merced
de mi propio mausoleo
jinetera
detenida sobre sus pies
no espero a nadie
e insisto en que alguien
tiene que llegar
un mesías
sobre su boina negra ladeado
el ojo de la tormenta
el manto celestial que arranque
puntas estrelladas
de los anteojos de Trotsky
esquirlas de un héroe que se estampa
entre el pecho y la espalda
una camiseta herida
vale de escudo.

272 273
nena de sandalias hebreas
con la biblia en la mano
ellos ni me escuchan
corren por su idioma
Solideo como cucarachas de Nueva York
–no es Toledo
ni siquiera está en España–
No es Toledo quieren volver
ni siquiera está en España a sus agujeros negros
no conozco esa ciudad cuchitriles de rumiar
donde sin cajón con la lengua en el dedo
enterraron a Buber. recorren un foliado sin número
Son todos hombres por la ajada entrepierna de los libros
los veo venir que ni leen
procesión de cabezas porque eso no es leer
recortadas en círculo desconozco esa ciudad
gorrito femenino –España no
por la tela Nueva York menos–
me adelanto de textos como rollos vestidos
hasta la fosa abierta de filósofos que muerden el polvo
no entiendo cómo ese que eres
si soy mujer me dejan ese al que volverás
espío el agujero negro arena entre las manos
ya me fui ideas sin ataúd
camino ahora no son ideas
por el barrio de las cien puertas son estrellas fugaces del viernes
–no es Toledo obligaciones de sábado
ni siquiera está en España– hay que lavar todos tus pecados
son todos hombres me vieron me miraron
con el antebrazo se cruzan los ojos fui para ellos
de vereda a vereda la mujer de otro
ni locos me quieren mirar mejor los abandono
no entiendo cómo en su baño ritual
pecado de pronto me vuelvo no van a bautizarse
aquella jinetera del Malecón lejos de Toledo
grita yo es otra expulsados de España

274 275
antes de la era ellos ya eran
y ahora qué
ahora me toca a mí
voy a entregarlos en fecha
vuelvo al futuro Antepasados
para cerrar con llave cien refacciones
en el ghetto secular
puertas adentro de mi barrio. ¿Adónde van?
Me voy con ellos desciendo de mis hijos
hasta donde quieran llegar astros rodantes
si a la hora del nacimiento calcularon ascendiente
no lo abandonen más.
Desde el Mar Negro hasta el Estrecho
se naturalizan conmigo de mí vienen
chicos de apellido descompuesto
viajando para ser argentinos
inmigrantes por vomitar en cubierta
dados vuelta nos vuelven a nosotros
como vinilo rayado de beatles
de Rusia para acá
y de aquí a la URSS que fue
dueños de un desierto que avanza
bisabuelos de la nada.

276 277
Yo me quedo afuera
quiero creer que me mandaste mariachis
una serenata sin metáforas me pertenece
no hay palabras para el sonido metálico
Exilio a las cinco de la mañana
en la ventana dormida de casa.
Como vocales hebreas
Cuatro consonantes se pegan consonantes cristianas
al remitente pringoso mi México es casi muda
de una postal. Calcomanía se pronuncia
comprada en el mercado de San Ángel cruzando el desierto a los 40
el sobre que huele a maíz dice comulgando matzá con la boca seca
Familia Kamenszain restos de cal en el riñón
y adentro los quiero, los extraño, me quedo sedimento rolado de tortillas
no visité sinagogas ni visité cementerios en los dobleces de cada papiro
me consta la catedral del Zócalo tacho Mar Muerto
desde el fondo mismo pongo Océano Pacífico
de lo que sería creer me quedo más tranquila ensobro
por Dios y agrego al dorso
no hace falta convertirse TKDF.
para ver azteca
por el monitor del museo
se refractan nuestros cráneos dorados
contra los vidrios de Inmigración
“gente de la calle” buscando bares abiertos
hueros del DF los que allá éramos morochos
gringos de California los que allá
fuimos rubios.
México es lo que se dice
una postal
en la mirada muralista de cada parroquiano
un poema del primer Girondo
abriría los bares de Plaza Garibaldi
hasta los baños de puertas batientes
entraría el maestro su metáfora
bienintencionada.

278 279
Bar Mitzvá Gentiles

El año que viene La diferencia la anota dios


en Jerusalem. en el espejo del desorden genético
¿Y mientras tanto? si me miro descuento mi doble
Esquina de Güemes si te veo agrego tu mitad.
y Scalabrini Ortiz. Diferencia idéntica
Se atrasa intermitente hace reír de tanto parecernos
la locación del semáforo área a la semita judea al ario
y un permiso de luz locos sueltos tapiados juntos
enciende tu ceremonia. protegidos a la intemperie inalámbrica
Me pesa el muro que te cargo como animales ante su propio entierro
con la vista puesta en la espalda por los restos del campo.
el horizonte nos señala En ese hogar descampado
otra patria. en ese perímetro que nos concentraba
Empujo con todos el templo yo soy aquella que por vos morí
hasta un salón de fiestas y por tu gentileza soy también
por Güemes y Scalabrini la que te dejó
practicamos en ronda tus trece morir.
y si me ronda un buen partido Dios nos archivará distintos
lo dejo ir: en su libro de los parentescos
demasiado familiar en el viejo yo vos en el nuevo
para tanta lejanía dos testamentos a la fosa común
cuando el muchacho judío se consagra y después
un tránsito pesado que nos identifiquen.
entre el país que arranca de su infancia
y la tierra prometida
me deja lejos.

280 281
II
Mi duelo, lo estoy viendo,
pasa a tu campo.
Paul Celan
Kaddish

¿Qué es un padre?
Sueño que todavía lo tengo.
No me recen al oído
porque me despiertan.

¿Qué es un padre?
Sueño que todavía lo tengo.
Diez hombres lo invocan el lunes
en una ronda de inútiles
plegarias.

¿Qué es un padre?
Diez hombres lo invocan el martes
en un espacio sin él
su idioma
resuena extranjero.

¿Qué es un padre?
En mi casa de él
forman el minián.
Es miércoles
puertas adentro dormida
rezan hasta despertarme.

¿Qué es un padre?
El jueves voy a saberlo
porque siguen reunidos
en su nombre.

287
¿Qué es un padre?
Diez hombres no alcanzan
para cerrar el viernes
en un círculo masculino
que adentro me libere Muro de los lamentos
huérfana.

¿Qué es un padre? Un portafolios vacío


Con la primera estrella sobre la mesa vela los restos.
llega el shabbat ¿Con qué escribir ahora?
y todavía no tengo respuesta. Sólo queda
Ellos se dispersaron pero yo el alefbet que a punta de mármol
hija de Tuvia ben Biniamin anota nombre y fecha
seguiré buscando despierta en otro mundo.
para después Ciega, lega, analfabeta,
poder olvidarme. que yo no me dé de cabeza
contra la tumba imponente
de esa pared.

288 289
Día del perdón Ana Frank

Arrastro a una viuda. No hay sótano más oscuro


Cuando leemos juntas en arameo que este al que desciende el alma
no me reconozco. para esconder con palabras
Ascendemos por la sinagoga lo que debería decirse
dos almitas en pena MUERTE.
nuestras voces para un milagro Nos persiguen y por eso
juntas no proliferan. dejamos constancia
¿Qué pedimos? de sobrevida.
No que él vuelva. Es un homenaje al ghetto
Sí que nos deje tranquilas encierro precoz
planchadas en su recuerdo ansiolítico donde la niña aprende a canjear
demoradas contra su destino veinticuatro horas en blanco
de padre y marido ido. por segundo de escritura.
Que Dios perdone a una madre
por pedir tanto de mí.

290 291
Freud Árbol de la vida

“Me voy hacia la luz” Mi duelo, lo que estoy viendo


me decía en un sueño mi padre muerto. es el Gran Buenos Aires desde un cementerio judío.
Su sonrisa esfumada en doble lejanía Con cara de cansado pasa arrugando un rabino
acercaba sin embargo una tranquilidad luminosa: la página de kaddish en el bolsillo.
había un mensaje literal En mangas de camisa lejos de esta pira de piedras
enunciado clarísimo donde la luz es la luz es la luz es la luz asará los restos del domingo sobre otro mausoleo.
y donde irse es replegarse en eco En la puerta la florista se persigna
como sólo un padre sabe hacerlo ante un cortejo de parientes y vecinos
envuelve el alma en blanco tiende una fundita solideos improvisados, mujeres de llanto fácil
y apoya de los hijos en blanco la cabeza se congregan en la fila de los deudos
ahí escribe premoniciones futuras no es por mi duelo, me segregan, los estoy viendo
un destino de grandeza una vía regia no me sumo a esa muchedumbre abatatada
que él firma y confirma como médico me resta a contramano mi pérdida solitaria
dejándonos en una cura formidable por Quilmes y Ezpeleta hasta La Tablada flotando
su desaparición. bajo el humo de chorizos arrebatados,
de calles barrosas sin apisonar
vías muertas y al final, una tarima evangelista.
PARE DE SUFRIR anuncia la humorada del cartel
cuando piedra sobre piedra entierro
mal traducida la fotocopia de kaddish
en el fondo de mi cartera qué me dice
la tradición a expensas de tu muerte
una verdad menos que revelada
no hay rabino que ayune ganas de saber
no hay duelo lo que estoy viendo es lo que es
calles del Gran Buenos Aires transidas de domingo
un vehículo negro pasea en relieve el nombre de su cochería
de este al otro lado del suburbio lo que estuve viendo
se distancia. En el campo sin límites de la mirada

292 293
verde sobre verde avanza el paisaje de todos
todos cuelgan sobre ese horizonte la esperanza de estar vivos
somos una muchedumbre abatatada volcando sobre los colectivos
un pasaje de salida. Me fui del cementerio
yo tampoco merezco otro domingo en tinieblas. III
Mi duelo, lo que estoy viendo
será de aquí en más este verdor que te dedico.
Hoy florecen en las copas de los árboles todas mis raíces.

294
Además el rayo, de las tumbas, va a Ghetto y a
Edén, compone
la constelación que él,
el hombre, necesita para habitar aquí,
entre los hombres.
Paul Celan
Judíos

Somos los de la combi Corcovado


portuñoles tirando de las faldas
de un guía
que a los pies macizos del redentor
pone los brazos en cruz como diciendo:
hasta aquí llegamos.
Algo de la altura nos marea
es una percusión que se eleva de los otros,
fantasias golpeando en redondo ellos avanzan
sobre su carnaval de todos una bandera
que dice escola nos desorienta más
porque al tam tam de las voces se suman
las nuestras también ya somos disfrazados
una fauna dejada de la mano de Dios
los que bailan y los que ven bailar
inauguramos el mismo carnaval
2001 y todo es como siempre
al otro lado del Cristo el precipicio
y todos sin embargo marchamos
esta marcha de ciegos
sobre los pasos que le debemos a la música
loca fantasía de una escuela de vida
donde se aprende golpe a golpe
que los de arriba y los de abajo
que los de abajo con los de arriba son distintos
diferentes a costa de lo mismo
son al borde mismo de un idéntico abismo
el tamboril que adelanta si detiene

299
su tam tam para el santo y seña:
hasta aquí llegamos.

Pero hay más. Solos y solas


Nosotros
los de la combi en éxtasis foráneo 2005
vamos a dejar nuestros disfraces de hotel
vamos a colgar nuestra bermuda en estandarte
de una ventana abierta al morro
y que nos reconozcan.
Pueblito que baja y se pierde
ni raza ni nación ni religión
del argentino la parte en camiseta
(lo que transpira destiñe al Che)
hay una diáspora subida al Corcovado
parte por parte acudimos a esa cruz
sin raza sin nacionalidad sin religión
ya fuimos clavados pero aún no somos
tan portuñoles tan ladinos tan idischistas
no somos suicidas aquí no ha pasado nada
sólo se trata de lúmpenes peregrinaciones
de un día más por Río de Janeiro
visa de turista boleto de ida y vuelta
no empujen ya quedamos atrás
pasó de largo la parada del milenio
bájense ahora todos
precipiten
que hasta aquí llegamos.

300
I
Todos han partido de la casa en realidad, pero
todos se han quedado de verdad. Y no es el
recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos.
Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino
que continúan por la casa.
César Vallejo
Soy la okupa de mi propia casa
desde que la propiedad se fue de mí
ya no tengo escritura y como en los sueños
la puerta de entrada me espera afuera
para que todo empiece de nuevo
atravieso de canto esa hospitalidad
atrás de los cuadros debajo de los muebles
se aquerencia un techo nuevo
donde hubo hogar quedan fotogramas
vos tú él el hombre con la cama doble
mudado por el cuarto a la deriva paso a paso
los libros del living lo siguen arrastrados
en un maletín que se desfonda y es en el baño
donde la mochila ruge por última vez.
Hablo de un inodoro que nos traga lejos
hasta otras casas.

307
Un par de gemelos se ríe de los puños Soy sin ellos la cenicienta en radiotaxi
en el fondo áspero del cajón todos en uno se libran de mi fiesta
ya no hay camisas es gente descamisada la soledad da ese paso que arrastra con la música
la que ahora me convoca el eco del eco de lo que pueden los letristas:
rozo una manga me aplican lo que pide un codo hacer una canción que diga lo que somos
entre aprendices nos pisamos el poncho nuestro sentir más íntimo
bailarines a la rastra muñecos de aserrín dos o tres palabras lisas y llanas
acoplan a la orquesta la letra de su anonimato el camino más corto para llegar a casa
cuando en el colmo sudado del salón cuando la radio le enciende al del horario nocturno
la fobia a mí me desgañita una compañía. Su nuca me ve: estoy sola,
hasta el guardarropas en un paso de salida ni la llave me alcanza para sentirme dueña
teatros pizzerías música interrumpida de walkman de la cama doble.
pasan de largo por el bajón de la marquesina
off off de los solos y solas
se apaga en la boca del subte.

308 309
Por la puerta entornada de los sueños Te llamo o llamame
entró todo lo que las palabras no dicen en el club en la escuela en el campamento
cada vuelta de llave me introdujo repetir y repetir nuestros apellidos
hasta la casa en su escena primaria dejó agendada de oído
casa ahora es cuerpo y yo una comunidad futura
acabo chupada por la lengua entre vernos y dejar de vernos
me voy de boca el subte está oscuro media vida hasta ahora ya fue
vos no venís ustedes no vienen siempre nosotros ahora somos parias de casamentera
en un efecto pornográfico de grupo dos que no hacen uno en la cuenta regresiva
nos desconocemos cuando nadie pero nadie nos encontramos sin nada en común
ni siquiera el que transpiró en mi hombro con otros tan comunes como nosotros.
tiene el número de teléfono.

310 311
II
Sé lo que digo:
no puedo hablar de amor
(...)
Porque el amor igual no llega
(lo estoy diciendo)
pese al sé.
Osvaldo Lamborghini
Cuando te vea por primera vez
no vas a coincidir con tu foto carnet
indocumentado en la fila de los que no conozco
en las afueras ni siquiera inicialado
voy a saber que te llamás cuando te llame
dos ojos me irán a contestar en castellano
idioma en el que sueño a un hombre
para identificarte.

317
Cuando te vea por primera vez Cuando te vea por primera vez
voy a saber que sos el que sos me voy a hacer la que no te conozco
ni bien levante de tu foto la cara que veo como una nena acalorada
desafectados de nuestra edad cuando me digas tu nombre y yo descerraje el mío
vamos a chocar con la luz en seco de nuestros rasgos en un amago de presentación que nos acerque
te guste o no me guste me guste o no te guste me voy a correr hasta que aparezca un título
vamos a salir de desconocernos para nuestras vidas vividas con otros
atentos a una misma pasión inútil vos contás yo cuento y juntos
cuando lo común del idioma por lo menos a cuatro manos convocamos fantasmas
o algo de lo que me vengan a decir tus ojos nuestros ex se presentan solos
nos acompañe. y nos dejan fabular tranquilos
en lo que dura la charla.

318 319
Cuando te vea por primera vez Cuando te vea por primera vez
pienso estar atenta no quedarán más dudas
al santo y seña de tus manos te pienso mirar y si me miro
pero sobre todo al timbre de tu voz pienso sorprender en tu espejo mi propio bostezo
un ruido sordo que me deje saber no hace falta que me diviertas más de la cuenta
si lo que decís lo dice tu organismo yo si ceno con vino me quedo dormida
o es otro y otro y otro y otro también y sueño con un hombre común
el eco que tengo que transitar que desde lejos me acurruca.
cuando lo que quiero es ir derecho viejo
por el camino más corto
hasta lo que vos digas.

320 321
Cuando te vea por primera vez Cuando me veas por primera vez
si te pongo guión de diálogo vas a dejar de esperar lo que esperabas
va a ser porque leí novelas si soy rubia no te va a importar
y algo de ese tiempo perdido si me visto de negro te vas a detener en blanco
me socorre ahora que estamos curtiendo a barajar el ida y vuelta de tu propia conversación
el largo de un silencio embarazoso a deshacer ese camino que va del borde de mi escote
una línea lejos te pierde la mirada al borde de tus pensamientos más íntimos
pero yo me hago ver al filo de esta servilleta allí donde asoma una mujer superpuesta
se me ocurre en el papel lo que quiero que digas tu mamá tu hermana tu esposa están atrás
por sobre la bandeja erecta del mozo hacen sonar su risita femenina
me escucho preguntándote por mí. Digo: adentro tuyo se entienden conmigo
¿te conozco? y vos por fin te animás a decir algo
decís “nos vemos”.

322 323
Cuando nos veamos por primera vez III
si suelto el pañuelito La alianza
va a ser para que vos te agaches
desde la botamanga ni bien te encuentres conmigo
vamos a ir trepando árbol adentro de nuestra estatura
hasta un límite que no es el indicado
no hay medida para un encuentro
crece arrancando por lo bajo
una alegría animal en la postura
cuadrúpeda alegría de caer parados
en esa horizontal que nos acuesta juntos.

324
Ascensión hacia la palabra
que cobija: juntos.
Paul Celan
Me quedé con la alianza de mi padre
en terapia intensiva se la sacó la enfermera
era un edema el dedo de la diálisis
la retuvieron con esfuerzo las falanges en crecimiento de mi hijo
hasta que resbaló y yo pude mirar
a través de ese círculo privilegiado

¿qué veo cuando veo algo en el nombre del oro?


una esperanza desplegada en otro tiempo
toldo de dos que se apropiaron del desierto
dibujaron un techo nuevo sobre nada
lo que tapa la cabeza de los que se casan
es una telita apenas si se hincha
parece sábana desvelada sobre cuatro palos
ellos miraron hacia arriba y quedó claro
que desde esa noche dormirían abajo

son mis padres se casaron para tenerme


y yo aquí me tengo entre los solos y solas
anillos de fantasía solitarios baratos
que en los salones relucen como oro
para que no me roben salgo corriendo
me meto de cabeza por la boca del subte
fecha tras fecha las puertas se clausuran

329
tras nacimientos tras bodas tras muertes atrás atrás cuando la palabra cobija en su propia ley
por alianzas imposibles y a contramano de los aniversarios un ritmo nuevo una melodía inesperada
el tiempo de la familia conmigo se aleja si te veo por primera vez me enganchás en estribillo
y lo que resta todavía de infancia porque sé sin querer que rima con anillo
en el entretiempo de la literatura se pone cerca pero sé queriendo que rima con tu ex anillo
es la primera vez que me deslizo por semejante prefijo
pero no es la última no me asusta
acabar comprometida
con la forma circular con la boca del profiláctico
con el contenido que explota adentro
cuando escribí el primer poema me sobraban motivos
Girri nos enseñó después que el motivo es el poema
y ahora me pescan como en acto fallido
dos o tres palabras lisas y llanas
“te veo” “me ves” no quieren decir nada
pero si reconocés mi letra me avergüenzo ante el espejo dedico entonces lo que no dicen las palabras
¿de qué si no estoy hablando de mí? a quien doble de mí las expectativas de mi cama doble
¿de qué si cuando escribo no te hablo? me despierto en ese colchón yo también asumo una oficina
despunto por vos la adicción que me tiene atada quiero cumplir con el trabajo de los sueños
a ese dialecto que aprendí de chica a mí también me recorre una esperanza
se pronuncia arrastrando la monogamia de los míos la vida es esa fiesta que desmiente sus bodas
de qué me avergüenzo entonces porque en el casamiento rompemos la copa
si lo que me pesa desde la cuna todavía para brindar por otros sin cortarnos
para bien o para mal no es otra cosa después no queda nadie el poema cuello cortado
que la alianza con mi padre se cuelga de mi casa y por la boca muere
por eso la okupo porque los extrañamientos se habitan
no sólo las mujeres escriben
hay varones que cuelgan tiernamente sus corbatas
enderezan arrobados el cuadro que colgaron
eligen un mantel que les responde
en traje de oficina sale a la mañana ponen en el centro de mesa el planeta de sus madres
a recorrer por sus hijas el camino de los sueños y yo me hago niña picoteo de esa alianza
no pienso traicionar la verdad de ese motivo si hubo una madre me digo
a mí tampoco me motiva confesarme puede haber una mujer
la literatura es otro techito armado en el desierto estrenemos entonces los afectos demorados
se conmemora como enlace judío entre estas cuatro paredes un golpe de tarot

330 331
va a responder por nosotros
a futuro

El eco de mi madre
2010
¿puedo hablar de amor cuando veo a alguien?
si te ve sí, si no te ve no, así de simple
¿y si me dice “nos vemos”?
queda la espera el tiempo de la ensoñación
tiempo perdido en las novelas
en la vida tiempo recuperado

¿hay descuento? ¿estamos viejos?


ningún golpe oracular abolirá el tiempo
pero en el juego que jugamos se apuesta una infancia nueva
si adivino el parpadeo te acerco a mis motivos
si me dejo ir ya no puedo hablar de amor.

332
Este libro es para mi hermana Rut,
con quien la perplejidad de ser hijas resultó
siempre una aventura compartida.
Hay golpes en la vida tan fuertes... Yo no sé!
César Vallejo
I
Hay golpes en la vida tan fuertes
que me demoro en el verso de Vallejo
para dejar dicho de entrada
lo que sin duda el eco de mi madre
rematará entre puntos suspensivos:
yo no sé... yo no sé... yo no sé.

341
No puedo narrar. Sentada al borde de su memoria
¿Qué pretérito me serviría me archivo como puedo en ese olvido que la trabaja
si mi madre ya no me teje más? entre nosotras las palabras se acortan
Desmadrada entonces me detengo ella no habla yo dejo de decir lo que decía
ante un estado de cosas demasiado presente: la dejo que no diga para no avergonzarla
ser la descuidada que la cuida juntas vamos armando un presente que no dura
mientras otros la descuidan por mí. en ese instante precoz mi madre se queda sola
Son personas que me sobran porque yo como los tontos elijo seguir de largo
y la gramática se torna un escándalo creo que a futuro todo me espera
cuando ella que olvidó las palabras mientras nadie a ella le da esperanzas
adelanta su bebé furioso así separadas nos vamos juntando
con el fin de decirlo todo la que oyó mi nacimiento me sienta en el borde
aunque no se entienda nada. para hacerme escuchar por ella el anticipo de su muerte
vienen y van nuestros pasados compartidos
van y vienen nuestros futuros distanciándose
ella no sabe lo que yo no sé me pregunta ¿yo qué hago?
le contesto comé vestite dormí caminá sentate
el chirrido de su robot le hace caso por hoy
a ese minimalismo que habrá que reprogramar mañana.

“¿Sucederá que vea


extenderse el desierto
hasta que también le falte
la caridad feroz de los recuerdos?”
se pregunta Ungaretti en El cuaderno del viejo
mientras mi vieja se aleja encorvada
hacia el desierto público de su desmemoria
desde la cabecera de la cama doble la interrogan dos retratos
pero ella no encuentra la contraseña
quiero guiarla pero se le suelta la lengua
es tu mamá es tu papá
¿te acordás cómo se llamaban?

342 343
Avanza protegida por lo que no dice su amnesia
y me pierde a mí en otro idioma
nos encuentran sueltas nuestras maternidades adoptivas
soy ahora por ella la hija que crece sin remedio
para dejarla decrecer tranquila entre mis brazos ¿Estás por ahí?
así juntas nos vamos separando Mi interlocutor me busca
trabajamos hasta el borde un abismo de sonrisas quiere saber si hoy
porque hay otras fotos su teclado puede alcanzarme.
y ella bien puede no acordarse de mí pero no importa Le contesto que estaré ahí
entre mi nacimiento y su muerte la de la alegría fotogénica cuando pueda responder por Ungaretti
esa que me legó generosamente un parecido otra de las preguntas del viejo:
todavía está viva y nada le impide “¿nada más en el corazón
seguir siendo mi madre. sino amargas sorpresas del recuerdo
en una carne exhausta?”.
El cuaderno se sube a la pantalla
y en esa urgencia de escritura
la desmemoria de mi madre señala para mí
una dirección retrógrada:
amnesia de amor que avanza
sobre el peso del pasado
dejando un corazón tan liviano
como inservible.

344 345
que mi madre descifra sin anteojos
la acompañamos hasta donde vaya
los avisos fúnebres no la encuentran todavía
y ella, analfabeta reciente, se protege bien
Con mi hermana hablamos de ella. poniéndonos a nosotras a cubrir su revés.
Viste lo que dijo escuchá lo que no dice
te acordás lo que decía.
Con mi hermana le damos
una vida de muñeca la investimos
con lo que nos queda de sus grandezas pasadas
la vamos decorando
con lo que permanece de su dignidad presente
no sabemos qué más hacer es nuestra protagonista
la letra de ella sale por nuestras bocas
y decimos cosas que nadie
que no provenga de una estirpe pánica
podría llegar a comprender.
Son monólogos de dos perdidas en familia
mandamos señales guiños a otros tiempos
cuando el padre escuchaba y respondía
cuando la madre sostenía el eco de su voz
hola hola decía en el teléfono
hola le respondíamos nosotras al unísono
¿alguna novedad?
nada nada nada repite ahora
en este limbo que día a día la repite
la que lee avisos fúnebres del lado del revés
dio vuelta La Nación a la mañana
y la deja dada vuelta hasta quedarse dormida
porque de nada se enteró.
Antes no era así decimos con mi hermana
eso nos consuela seguimos esa huella
y nosotras mismas nos componemos
como muñecas también de la otra
metidas en la panza de la mamushka
nosotras tanteamos esa oscuridad

346 347
Se inclina sobre el cuaderno y con esfuerzo Eso que atraviesa los patios
va copiando una a una las palabras y se aleja en su silueta doble,
del libro que tiene al lado. en su diálogo
Lucía Laragione perfilado
entre murmullos de luz
El padre de Lucy copiaba un libro ajeno es lo familiar.
mientras decía que lo estaba escribiendo. Coral Bracho
En ese gesto senil la desmemoria del escritor
fuerza un homenaje doméstico Coral le contrató una profesora de baile
a lo que letra por letra tuvo para su vida confiada en que memorizando los pasos
la trascendencia de un asunto impreso. su madre reencontraría el camino
Mi madre también se copia de la que era por el que se estaba perdiendo.
mientras yo plagiando al plagiario La mía camina por un pasillo
trato de pasar en limpio ese diario de vida que conoce desde siempre
que la autora de mis días escribe como puede. y cuando tiene que doblar
el lazarillo que la acompaña baila
bajo un foco de neuronas alarmadas.
Al pasar por el baño el espejo
recibe a una señora que saluda a otra
las dos se dejan ver enlazadas
en una única silueta trenzan para nadie
esa danza que repite todavía
lo que hace rato traspuso sin retorno
las puertas de lo familiar.

348 349
Ayer descubrí eso que me había vuelto aún menos yo para ella. Mi madre estuvo toda la vida conmigo
Sylvia Molloy y nunca me dejó pensar que yo podría estar sin ella.
Diamela Eltit
Como mi madre que a veces me trata de usted
y yo me doy vuelta para ver quién soy, Diamela le construyó una casa atrás de la suya
la amiga de Sylvia que perdió el voseo para tener a su madre cerca y lejos
la desconoce hablándole de tú. lejos y cerca también
Correctas educadas casi pomposas de todos los caminos que la conducirían
estas rehenes del Alzheimer hasta el último camino.
ponen a congelar la lengua materna Yo en cambio a un paso de su muerte
mientras nos despiden de su mundo sin palabras. le ofrecí a la mía un asilo que la ampare
Sin embargo si te canto tu canción infantil de mi sufrimiento por ella y del suyo por dejarme
la neurona del idisch se posa dulce sobre tus labios anotando los detalles de su caída.
y todo lo que nunca entendí en ese idioma A través de la radiografía lo que puede verse
lo repito con vos viejita, y me queda claro. es una fractura que la dividió en dos mujeres:
una se atrasa ahora en mi recuerdo otra se apuró tanto
que reportada la enfermera desde su limbo dijo:
“se fue la abuela”.

350 351
Del otro lado del domitorio familiar II
fijo como una roca al espacio inhóspito del desalojo
ahí, más allá de los retratos de abuelos
señalando esa almohada que ya nadie usa
pegado a las valijas que esperan de pie
ahí es donde crece el fantasma del asilo
que espera paciente a mi madre para volverse real.
En puntas de pie entramos a espiarlo
detrás de un olor hay otro olor hay otro olor hay otro olor
y todavía más atrás de un quejido un ruido avanza
son sillas de ruedas que caminan solas
los desnudos y los muertos ponen el freno de sus sondas
a disposición de las enfermeras
alguien tiende la cama con fruición de sepulturero
en la sala de kinesiología inmovilizan a los inválidos en zapatillas
no encuentro la salida aunque las flechas la indican a cada paso
/que no doy
no la dejemos no la dejemos acá decimos a coro con mi hermana
que ella nos cuide, que ella nos proteja de lo que le toca
consolanos mamá de tu propio sufrimiento
porque el gasto de tu vida nos ahuyenta
poniéndonos como locas al borde de la salida
aunque la flecha que la señala ya atravesó tu cuerpo
y ahora todo lo que nos espera es una entrada
marcha atrás por el túnel de tu deterioro
ese que desde el primer parto programado
hasta el punto muerto de la última cesárea
va expulsándote sola suelta de tus propias hijas
afuera más afuera muchísimo más afuera todavía
de nuestro primer hogar.

352
–¡Ya se fue! ¡Ya se fue! –se queja la torcaza.
Y el lamento se expande de hoja en hoja,
de temblor en temblor, de transparencia en transparencia,
hasta envolver en negra desolación el plumaje del mundo.
–¡Ya se fue! ¡Ya se fue! –como si yo no viera.
Olga Orozco
Como la torcaza que de transparencia en transparencia
anuncia muy claro lo que no sabe decir
mi madre voló llevándose con ella todo el repertorio
duplicó lo que no dijo puso en eco el viejo acento familiar
y me dejó sin oído buscando sonidos reconocibles
indicios de letra viva bajo la campana fónica del tiempo
porque si es cierto que la voz se escucha desde lejos
aunque nos tomen por locos tenemos que atrapar
en el espiritismo de esa garganta profunda
un idioma para hablar con los muertos.

357
Mamá mamá mamá A ver a ver a ver repetía antes de morirse
grito en un ataque de ecolalia como si algo le tapara la visión del otro camino
a quién llamo qué respuesta espero ese que ella ya tenía delante de las narices
los que escuchan voces terminan mal pero que la dirección de su cuerpo aún se negaba a tomar.
Alejandra en “Sala de Psicopatología” A ver a ver a ver siguió insistiendo hasta el cansancio
Osvaldo en “El Instituto de Rehabilitación” mientras los que rodeábamos su cama queríamos ver también
y sin embargo mamá mamá mamá si es que realmente algo visible,
repito y viajo desde el sonido hasta la furia un ángel o cualquier otra aparición,
no me alcanza lo que digo para no tropezarme metida de lleno en la asepsia de ese cuarto
voy y vengo dos veces de la eme a la a de la eme a la a podía darnos la clave médica de que algo estaba por pasar.
pero me retraso analfabeta entre sílabas que se borran Después de que murió me sentí culpable
y no me escuchan más los que entienden las lenguas de haberla confrontado con sus fantasmas
me miran sordos desde su propia neurosis familiar a ver qué mamá a ver qué a ver qué.
ellos se dicen unos a otros Y aunque nada había para ver, eso es seguro,
mami mamita mamina mamucha ella encontró, parece, el objeto que buscaba
pero mamá mamá mamá porque de un minuto para otro se quedó muda
eso sólo lo digo yo mientras yo con la pregunta en la boca
¿se escucha? me fui rumiando las razones de todos los asuntos del mundo
que en la cadencia insoportable de su repetición
no tienen, no tienen y no tienen
ninguna respuesta.

358 359
Un osito de peluche asoma la cabeza III
como en los dibujos animados por el agujero del zócalo. El libro cortado
¿Y si en realidad fuera un ratón disfrazado?
te pregunta mi miedo cuando aparecés en el sueño.
No sé qué edad tuve yo durante esa trama onírica
pero despierta me queda claro que fui la que soy
una grandulona entrada en pánico
esperando que la madre le diga de una vez
no es nada no es nada no es nada.
Y sin embargo en el sueño estabas muda
nadie parece hablar en ese teatro armado sobre viento
donde una banda sonora envía mensajes al olvido
para después en la vigilia hacerse escuchar.
Y se escucha se escucha desde el fondo de lo inanimado
que la muerte asoma disfrazada de juguete
no es no es nos decimos a nosotros mismos
no es nada no es nada agrega la madre ausente
eco de un fantasma que por fuera del tiempo
detona la alarma del despertador.

In memoriam
Oscar Bernardo Kamenszain
(1950-1953)

360
Y tu sombra
fina y lánguida,
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectadas,
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban,
y eran una,
y eran una,
y eran una sola sombra larga.

José Asunción Silva

Golpes en la tumba. Al filo de las palabras golpes


en la tumba. Quién vive, dije. Yo dije quién vive.

Alejandra Pizarnik
Ya la acompañé a morir una vez
cuando mi hermano murió
leí en los ojos oxidados de ella
las secuelas de un llanto joven
y desde esa mirada canosa prematura
dirigió un mensaje para mí por boca de mi padre
ahora sos todo lo que nos queda ahora sos todo
–ser todo me digo ahora ser todo era ser nada de nada–
y solté rápido mi mano de la mano de ella
de la mano que mi madre había soltado de su hijo
y me dispuse a empezar la tarea
porque desde adentro al fondo de mi infancia
la muerte había cortado un libro.

Ya la acompañé a morir una vez


cuando mi hermano murió
quemaron las fotos rompieron los indicios
no quedó nada solo yo solo yo sola
envuelta hija única en la ley del secreto
no digas nada no digas nada pedía la herrumbre de los ojos
“debajo estoy yo” sudaba al mismo tiempo un nombre en la lápida
me habían circuncidado a mí por él
porque la muerte al fondo de mi infancia
había cortado el libro.

Ya la acompañé a morir una vez.


Mis compañeros de banco son testigos
del cuaderno pálido de las letras cabizbajas

365
murió mi hermano y yo empezaba a escribir era mi tarea ¿las fotos? ¿la ropa? ¿los juguetes? ¿la partida de nacimiento?
mamá me ama mamá me mima mamá mamá nada por aquí nada por allá nada por aquí nada por allá.
mientras ella ausente dejaba de corregirme Hasta que vino otra defunción y presentó su propia partida.
contaba y contaba en el cálculo de su cabeza
cuánto era lo que le quedaba, era una era una sola
era yo la hija sombra del varón en la cuenta regresiva
él estaba entre nosotras un nombre de la lápida al living Ya la había acompañado a morir una vez pero ahora
pedía hacerse decir pero estaba prohibido ella que entregó el comienzo está entregando también el fin
nunca más nunca más nunca más y mientras la torcaza insiste ¡YA SE FUE! ¡YA SE FUE!
la muerte casera en mi casa erigió el eco de un tabú como si yo no lo viera un encuentro cercano
éramos una burguesía oscura envuelta en gobelino me sopla un idioma para hablar con los muertos
tapábamos con cortinas nuevas como diciendo NO PASARÁN digo quién vive, yo digo quién vive
de la ventana para afuera un mundo impronunciable y adentro del viejo cuaderno olvidado de la mano de mi padre
nos acosaba y yo adentro haciendo en ghetto los deberes un papelito aparece sudando impreso el paso de los años
la caligrafía muda de la h arrastraba un hermano Tablón 998 Sepultura 36
porque la muerte al fondo de mi infancia como queriendo decir en verso:
había cortado el libro.
Oscar Oscar
debajo estoy yo
Oscar
Ya la acompañé a morir una vez
pero hay otra. Esta vez la acompaño también Para eso sirve la poesía si es que sirve para algo
porque no está. Ser todo es ser nada me digo ahora tacho había una vez escribo ahora o nunca
que los nombres de mi familia avanzan en las dedicatorias ya tengo un nombre lo actualizo in memoriam
mientras retroceden adentro del libro cortado y desde el fondo postergado de mi infancia
y algo me va quedando claro: no puedo narrar dejo la tarea para mañana
nunca pude me solté rápido de la mano de ella porque la puedo hacer hoy.
y entre dos muertes el pretérito ahora me sostiene
es un puente que no se le ve quedó detenido
debajo camina la narradora que no fui arriba
pasan de largo las historias escapándose Acompañé a mi madre a morir dos veces
quién puede retenerlas si la memoria de mi madre ya no las teje y en estas fechas
yo no sé... yo no sé dijo ella de entrada cuando murió mi hermano ¿qué más puedo decir?
yo no sé... yo no sé la fue empujando hacia adelante el eco Diga lo que diga
/obstinado en presente me siento libre
punto por punto cada punto suspensivo soltaba un indicio más y hasta me parece que a lo mejor

366 367
...quién te dice...
mañana empiezo una novela.

Septiembre de 2007 - febrero de 2009


La novela de la poesía
2012

368
I
¿Ya hablé de la muerte?
Murió mi hermano
murieron mis padres
murió el padre de mis hijos
tantos amigos murieron
y dije y digo que no están más.
¿Eso es hablar de la muerte?
Dejé anotado que se fueron
les dediqué libros los nombré
por sus nombres me anoticié
de que nadie me contestaba.
¿Eso es hablar de la muerte?
Ensayé todo lo que pude
insistí con estribillos ajenos
“debajo estoy yo” “debajo estoy yo”
pero Pizarnik ya había nacido
enterrada Alejandra Alejandra
se hizo llamar desde chica
y eso sí que es hablar de la muerte.
Yo solamente la cito
porque nací en una generación
y eso no es hablar de la muerte
si el cuerpo camina solo
plegarse con otros al paso del tiempo
es un deporte literario:
“La muerte y la vida estaban
En un cuaderno a rayas”.

373
Otra cosa son los enfermos. los que nacimos en una generación
Viel Temperley se estaba muriendo seguimos jugando con palabras
cuando escribió Hospital Británico como si tuviéramos toda la vida
para encontrar en sus libros anteriores por delante un cuaderno a rayas
un modo de hablar de la muerte. por detrás nuestros muertos queridos
En cambio cuando murió mi hermano hay que seguir hay que seguir
me dijeron que se lo habían llevado me digo como a mi edad
a curarse a un hospital. se suele decir la gente
¿Eso es hablar de la muerte? cuando habla sola
Mis padres me mintieron para que no sufriera para no hablar de la muerte.
y ahora la que miente soy yo
esto no es
hablar de la muerte todavía
no me hice llamar
y lisas y llanas las palabras
solas se me adelantan. A los 92 mi tío me confiesa
Si pruebo con metáforas que ahora lo que más lo entristece
la escena avanza melancólica es haber dejado de manejar.
y un telón negro anuncia por los pliegues ¿Eso es hablar de la muerte?
que el mundo está en black out Después de la muerte de mi madre
puertas adentro de lo que nos espera. fue él quien me contó que mi hermano
Perlongher levantó la persiana había “fallecido” a los tres años
y en el centro de su día más claro de Tay-Sachs esa enfermedad congénita
curado del barroco que según Wikipedia es
insistió en negrita por duplicado “muy común entre descendientes de hebreos”.
con un canto que no era ningún cuento: Entonces lo que mis padres escondían
“Ahora que me estoy muriendo” era lo mismo que aclaraban a diario
“Ahora que me estoy muriendo”. somos judíos no te olvides somos judíos
El poema se llama como queriendo decir no te enteres
“Canción de la muerte en bicicleta” del sufrimiento.
parece un chiste Conclusión:
pero no de humor negro el secreto arma ficciones
que quede claro: que duelen
NO DE HUMOR NEGRO. cómo volverlas realidad
Eso es hablar de la muerte. si en su variante más clara
Los enfermos saben lo que dicen o en su variante más oscura

374 375
la poesía nunca puede. y yo con la impunidad de la hija
Escribir poesía entonces que no se arrepiente del paso del tiempo
(¿eso es hablar de la muerte?) hasta que el tiempo pasa
como seguir manejando es le dije mirala de frente
hasta que la muerte nos separe. él en cambio me miró a mí
con la impunidad del padre que sabe
que los hijos siempre descuentan
porque nacen en una generación
y entonces habló y dijo:
es demasiado literario
Hay que seguir hay que seguir a nadie le sirve mirar a la muerte
hablo sola debajo del cuaderno esa novela que la escriban otros
llevo un diario de los días que vuelan mi hija, vos, es dueña del secreto
miro hacia atrás miro hacia adelante y tenés que respetarlo
es el lujo que me doy con el secreto los judíos somos miedosos
si lo guardo termino hablando de nada y a mucha honra.
y si lo ventilo tengo que inventar una novela
y eso no es hablar de la muerte.
Se me aclara el panorama:
cuando me detengo la mentira
en una bicicleta fija empuja
el motor del sufrimiento. Me detengo entonces sufro
¿Y si sigo? hoy es un día difícil
Perlongher pedaleó hasta alcanzar al Padre Mario el cuerpo se acomoda a mis síntomas
le pidió que en los suburbios lo salvara de sí mismo lo que me duele y lo que no me duele
que el milagro le evitara novelar se entrenan juntos corren por dentro
su propia muerte. para que no llegue lo que va queriendo
¿Es eso hablar de la muerte? para adelantarme sana y salva
al apuro de la maratón
corro descorro se contradicen mis rumbos
el cuerpo de Cristo nadando en el de Viel
hacia una iglesia de desagüe voy
“voy hacia lo que menos conocí en mi vida:
Mi padre murió asustado voy hacia mi cuerpo”
no se quería enterar de nada en mi propia carrera la natación de Dios
preparaba la valijita para internarse no admite un cuerpo judío

376 377
sólo hay cortes donde el reality show da miedo
“Rabí ellos seguramente quieren saber
a este si es verdad o es mentira
circuncídale la palabra” lo que una madre escribe.
dicen unos versos filosos de Celan. ¿Cómo hablar de la muerte entonces
¿Hablan del nacimiento o hablan de la muerte? sin haberse muerto?
No sé qué decir pero es evidente Cuando ellos descuenten mi tiempo
que cobijado por el techo de un templo el tiempo de su padre volverá a visitarlos
o a merced del desierto que avanza y otros duelos otros sueños
ningún modo seco o moderno de infancia revisitada los fortalecerán
o veraz o realista para la vida por fuera lejos
puede hacerle decir sin cortes de mi cuaderno a rayas.
algo a la poesía Por eso por ellos digo:
porque cómo hablar de la muerte judía no hablé y no creo que hable
sin contar el cuento cómo decirle a un padre por ahora.
cómo convencerlo ahora convencerme
de que ya está muerto.

El padre de mis hijos


fue un hombre de palabra
moribundo les decía a las enfermeras
cuando le preguntaban cómo se sentía
acá estoy en la dulce espera.
Maestro en el arte de decir
inesperadamente por sorpresa
lo que nunca nadie quiere escuchar
ese hombre se estaba yendo
a parir su propia muerte.
Pero cómo hablar de la muerte de él
si mis hijos mis ojos los ojos de ellos
puestos en el pasado miran el futuro
ellos que nacieron en una generación

378 379
II
Osvaldo Lamborghini es el límite.
No puedo hablar de la muerte
como lo hizo él
pero quiero comunicar al menos
su modo de ser en la poesía.
Cuando el último día de un seminario
les leí a mis alumnos esos versos de él
que dicen:
“Nací en una generación.
La muerte y la vida estaban
En un cuaderno a rayas”
quise regalarles un momento autobiográfico
una foto de época donde se abriera
la evidencia de la imagen como enseñanza realista
pero también en estado de power point
quise proyectar entre ellos y yo
un pacto de autoridad que hable por mí
de lo que yo no puedo hablar:
de la muerte
de los que no están más
del tiempo que pasa.
Porque hubo habrá hay generaciones
(demás está decir que “hay cadáveres”)
no crean en Rimbaud joven para siempre
hay rockstars pelados hay malditos en muletas
Lamborghini en cambio nació viejo
y eso sí que es hablar de la muerte
a ver si les queda claro.

383
Vallejo de la muerte extrajo vida tengo el dato sector de los niños muertos
eso también lo enseñé las caritas en las fotos son otra evidencia realista
¿se entiende que no es una estupidez optimista? debajo estoy yo me guiñan esas lápidas clavadas en el otro mundo
Pero “Cadáver lleno de mundo” me consta pero yo me escucho decir no tengo hermano
es un verso que ya no impresiona hablo sola a mi edad para no hablar de la muerte
porque ahora el cadáver es lo que hay ¿una señora grande quejándose por no tener
no salgamos entonces a cazar fantasmas un hermanito? “Si alguien me llamara me buscara
innovemos para el oído la dirección de lo dicho preguntaría por ‘una niña de mil años’”.
es lo que hay es lo que hay es lo que hay Amelia Biagioni fue otra que se hizo llamar
un estribillo despreocupado nos avanza el milenio la sigo porque también yo pertenezco a una generación
ahora Alejandra diría debajo dando clase o sentada en el bar de la esquina
no estoy yo debajo puedo preguntarles una vez más a mis libros
no estoy yo si ya hablé de la muerte
y está bien que así sea sin esperar respuesta.
para que la política se despeje de sus sombras
ahora el héroe muerto vivo de Vallejo
es un vivo muerto de Gambarotta que se llama
Héroe.
Es lo que hay es lo que hay
una épica de lo que no La prosa poética ya fue
hay la novela lírica con evocaciones de infancia
muerto el suicidio a nadie se le ocurriría resucitar ya fue ya fue ya fue
eso ya fue ya fue ya fue la poesía que se las da de narrativa
otro estribillo que me suena. también ya fue salvo cuando cuenta.
¿Será una manera de hablar de la muerte? El último poema que escribió O.L.
Sí. es un epitafio que termina diciendo
“No escribió / poesía / sin / embargo /
la tenía // Toda adentro: igual / desdeñoso /
impertérrito / NO /
ELEGÍA”.
Escribir el propio epitafio
Entonces el secreto de mi hermano muerto no como un chiste de humor negro
no puede interesarle a nadie es contar el futuro en pasado
si no invento algo me quedo hablando al vacío decir que ya fue lo que va a venir
porque esto no es ninguna novela es lo que hay sobre la raya de la vida
es lo que hay repito el mantra por los atajos del cementerio un epitafio hogar de los que se animan

384 385
por adelantado a hablar de la muerte.
¿Eso es escribir poesía?
Para Lamborghini
parece que no.
III
La novela de la muerte

386
a Luis Chitarroni
a Enrique Foffani
a Jorge Panesi
Cuando ganó la beca Guggenheim
para escribir La novela luminosa
Mario Levrero empezó escribiendo
“El diario de la beca”
para no escribir La novela luminosa.
¿Eso es hablar de la muerte?
Un diario de 500 páginas
fechado con día y hora
te lleva de la mano por las rayas del cuaderno
de un hombre que no quería narrar
sólo quería regalarnos minuto a minuto
el ritmo obsesivo de una rutina
el estribillo del encierro un poema
de 500 páginas.
¿Se escucha?
Diario, autobiografía, blog, narrativa en primera
o como se quiera llamar a ese cuaderno éxtimo
que la muerte del autor transformó en libro.
¿Es novela? ¿Es el protagonista
igual al narrador igual al autor igual
a un hombre como cualquier otro lleno de manías?
Bañarse poco comer mal no escribir no escribir
que la narrativa no cuente
que la poesía cuente si no cuenta
(“no querer saber nada de eso” llamó Lacan
a este bastión de la neurosis).
Lo que ilumina el libro levreriano es
la luz que a través de una radiografía
despierta la intimidad del esqueleto
un jeroglífico que los médicos simulan leer
para después simular que saben
hablar de la muerte.

391
A la novela luminosa el diario de la beca la tenía ¿Hablaba César Vallejo de la muerte?
toda adentro desdeñoso impertérrito Ya ni sé.
ese muñeco humano que soporta
los rigores de la literatura nos obliga
a poner en hora nuestros propios hábitos
si él no se baña tenemos que chequear
cada cuánto nos bañamos nosotros
si él ama pudorosamente tenemos que revisar Conclusión:
las exiguas consecuencias de nuestros propios amoríos entre el dolor y la alegría
porque no vale inventar de estar viva
novela no vale escribir poesía para mí
anuncia el anagrama de carne y hueso es dar y recibir una promesa
que tengo conmigo desnudo para ustedes de supervivencia
es un cadáver abierto en 500 páginas hay corte de verso pero también hay
y su autopsia me está indicando un final: un verso que se encabalga con otro
M.L. murió el 30 de agosto de 2004 si van de la mano ¿cuentan algo?
y recién después se publicó no sé pero te aseguro
un libro escrito por él para después. que con toda el alma quieren seguir contando
¿Eso es hablar de la muerte? para que mañana si me queda tiempo
yo te pueda pasar en claro mi cuaderno
escribirte por ejemplo un ensayo titulado
LA NOVELA DE LA POESÍA.
¿Será eso hablar de la muerte?
Vos sabrás...
La pregunta me deprime.
Qué me meto yo en la vida de Levrero Mayo - octubre de 2011
por qué tengo que preguntarme si él sabía
que estaba escribiendo su libro póstumo.
¿Y Perlongher? ¿Y Viel? ¿Y Alejandra?
Vallejo liquidó el asunto por adelantado
“César Vallejo ha muerto” escribió
y no era ningún chiste de humor negro
tampoco un ejercicio vanguardista
para desenmascarar mal
la banalidad del tiempo.

392 393
Bibliografía

Poesía

De este lado del Mediterráneo, Buenos Aires, Ediciones Noé,


1973.
Los no, Buenos Aires, Sudamericana, 1977.
La casa grande, Buenos Aires, Sudamericana, 1986.
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edición: Guadalajara, Taller Ditoria, 2012.
Tango Bar, Buenos Aires, Sudamericana, 1998.
El ghetto, Buenos Aires, Sudamericana, 2003. Segunda edi-
ción: México DF, Proyecto Literal, 2012.
Solos y solas, Buenos Aires, Lumen, 2005.
El eco de mi madre, Buenos Aires, Bajo la Luna, 2010. Se-
gunda edición: De la Lira Ediciones, Cuenca, Ecuador, 2012.
La novela de la poesía. Obra reunida, Buenos Aires, Adriana
Hidalgo, 2012.

Ensayo

El texto silencioso. Tradición y vanguardia en la poesía sudame-


ricana, México, UNAM, 1983.
La edad de la poesía, Rosario, Beatriz Viterbo, 1996.
Historias de amor y otros ensayos sobre poesía, Buenos Aires,
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La boca del testimonio. Lo que dice la poesía, Buenos Aires,
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Libros traducidos Poetas argentinas. Selección de Irene Gruss. Buenos Aires,
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O Ghetto. Traducción de Carlito Azevedo y Paloma Vidal. Una antología de la poesía argentina (1970-2008). Selección,
Río de Janeiro / Lisboa, Inimigo Rumor / Angelus Novus, 2003. prólogo y notas de Jorge Fondebrider. Santiago de Chile, Edi-
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Waterloo Press. Aparición: agosto de 2012. Poesía publicada en antologías en lengua extranjera

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Poesía publicada en antologías en español Crow. Traducción de Carlos y Monique Altschul. Colorado State
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El Escarabajo de Oro, 1981. A palavra nómade (poesía argentina dos anos 70). Selección y
Veinticinco escritores argentinos. Selección de Basilia Papasta- traducción de Santiago Kovadloff. San Pablo, Editorial Ilumi-
matiú. La Habana, Casa de las Américas, 1986. nuras, 1991.
Antología de la poesía hispanoamericana actual.  Selección de Women’s Writing in Latin America. Selección de Sylvia Mo-
Julio Ortega. México, Siglo XXI, 1987. lloy. Traducción de Oscar Montero. USA, Westview Press, 1991.
Poesía judía contemporánea. Celebración de la palabra. Selec- Caribe Transplatino. Selección de Néstor Perlongher. Traducción
ción de Eliahu Toker. Buenos Aires, Milá Editor, 1989. de Josely Vianna Baptista. San Pablo, Editorial Iluminuras, 1991.
Medusario. Muestra de poesía latinoamericana. Selección de Miriam’s Daughters. Selección Marjorie Agosin. Traducción Ro-
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396 397
Corresponding Voices. Traducción de Cecilia Rossi. Siracusa,
Point of Contact, 2005.
“Contemporary River-Plate Poetry”. Selección y traducción
de Ben Bollig. Calque Journal. New Translations, N° 5, Nueva
York, primavera 2009. Índice

Prólogo ............................................................................ 5

De este lado del Mediterráneo ....................... 51


Dejé el río ........................................................................ 57
Una fila de caballos galopando .......................................... 58
Intento de inventar una historia ...................................... 59
Saber que todo vuelve ........................................................ 60
Quién es el hermano que come ........................................... 61
Caleidoscopio .................................................................. 62
Celebro las campanadas de este reloj ................................... 64
Recibo mis gestos ............................................................... 65
La luna o yo .................................................................... 66
Una súplica recorre un lento camino .................................. 67
Una vez escribí ................................................................. 69
Esta orilla ........................................................................ 70
La tristeza de la que esperó ................................................ 71
Retorno ............................................................................ 72
El ángel de la muerte I ..................................................... 73
Reconozco en los ojos ......................................................... 74
Un pájaro que desde una cámara fotográfica ....................... 76
Trato de ver las bocas de los que pasan ................................ 77
Aunque cada cosa es al mismo tiempo todo ......................... 78
Retorno II ....................................................................... 79
En esta tristeza de no ser más ............................................. 80
Para celebrar una infancia sin palmeras ............................ 81
Paraíso perdido ................................................................ 82
El ángel de la muerte II ................................................... 83
Si hubiera muchos dioses ................................................... 84
Los pájaros en esta primavera especialmente seca ................. 85

398
De este lado del Mediterráneo ......................................... 86 Los no ................................................................ 127
La que amó la muñeca de trapo ......................................... 88
Todo es un viaje en tren ..................................................... 89 I .................................................................................... 129
Diluvio ............................................................................ 90 Como el bailarín de teatro no .......................................... 131
Tu sombra caminando por la calle Lavalle .......................... 91 Como el actor de teatro no ............................................... 132
Acaso ya no estés riéndote ................................................... 93 Como el público de teatro no ........................................... 133
Como pez en el agua ....................................................... 94 Como los músicos de teatro no .......................................... 134
Aunque nunca llegue la conciliación .................................. 96 Como el teatro no ........................................................... 135
Para una vieja pintora ucraniana ...................................... 97 Los términos de la comparación ....................................... 136
Hoy en que la alegría nítida .............................................. 98
Elegía .............................................................................. 99 II .................................................................................... 137
Recorrí un camino .......................................................... 100 (Quién ve ....................................................................... 139
Mea Shearim .................................................................. 101 En todos los paisajes ........................................................ 140
Me vienen a la memoria .................................................. 102 Como-el-espectáculo-no-puede-detenerse ........................... 141
Los Vilos visited ............................................................ 103 Flores de papel ................................................................ 142
Adolescencia I ................................................................ 104 Lluvias de algodón .......................................................... 143
Adolescencia II ............................................................... 105 Movimientos dispersos ..................................................... 144
Todo nuevo bajo el sol ................................................... 106 Como las máscaras de la comedia del arte ......................... 145
Vi el dedal rojo ............................................................... 108
Eliahu ............................................................................ 109 III .................................................................................. 147
Pensé mientras me asombraba de las escaleras del pasaje Seaver .... 111 (Quién entra .................................................................. 149
Una campana, un frasco, un auto verde y viejo ..................... 112 El paisaje ya es tela en el cuadro ....................................... 150
Como el río que con un trabajo infinito ............................... 113 En una pequeña tarima .................................................. 151
Adivino .......................................................................... 152
Ahora actúan el amor y la muerte .................................... 153
Poemas inéditos ............................................... 115 Evocando la cara del hombre ........................................... 154
Destino ......................................................................... 117 “Semidiós de la tragedia .................................................. 155
Destinación ................................................................... 118
Destinatario .................................................................. 119 IV .................................................................................. 157
Para Platón el arte es copia ............................................ 120 (Quiénes juegan ............................................................... 159
Autorretrato .................................................................. 121 Hábiles interjecciones locas ............................................... 160
Sola ............................................................................... 122 Sobre el potrero rastrillado arena ....................................... 161
Venere manda Cupido sulla terra ................................... 123 Quien prefiera un truco espere .......................................... 162
Asia de Cuba ................................................................. 124 Por el ombligo del mascarón al ojo del murguista .............. 163
Lo que empieza donde termina ...................................... 125 Cuando el mostrador es ya un coro de borrachos ................ 164
HOYO ........................................................................... 165
La casa grande .................................................. 167 Cuando te casaste ............................................................ 213
En invierno de nupcias reversibles .................................... 214
I .................................................................................... 171 Me prendo aquí con vos contra la boda ............................. 215
(Al estampado de la infancia ........................................... 173
Vitral es el ojo dibujado, un ............................................. 174 II ................................................................................... 217
Si de fotos recorrida la memoria ....................................... 175 Envuelta sucia ropa que te dejo ........................................ 219
Lo femenino que imita lo vierte ....................................... 176 Perdidos en familia ......................................................... 220
El ropero caja negra, los ................................................... 177 “Murió mi hermano” ..................................................... 221
Corta el nombre propio en los sueños ................................ 178 En el retrato ovalado retocado .......................................... 222
Se interna sigilosa la sujeta .............................................. 179 La sala se alarga ala de los cuadros ................................... 223
Aislada por el filo del billete en ........................................ 180
III
II ................................................................................... 181 Vida de living .................................................................. 225
Diálogo peregrino con los padres ....................................... 183
Nombra la enfermedad a los abuelos ................................ 184
De las hermanas en hilo doble se ...................................... 185 Tango Bar .......................................................... 229
Por el hilo de saliva el idioma .......................................... 186
A la siesta del juego en el ropero y ..................................... 187 I .................................................................................... 233
Burbuja, pez o mariposa mien- ........................................ 188 Decime quién sos vos ........................................................ 235
Grumos, trozos, sorbos apelmazan .................................... 189 Olor a medialuna dulzaino ............................................. 237
La simpatía de él por el diablo ........................................ 239
III Tango que me hiciste mal ................................................ 240
La casa grande ................................................................ 191 En el bar El Taller se reúne .............................................. 241
Odio Buenos Aires .......................................................... 243
¿Qué quiere decir parla franchutada? ............................... 245
Vida de living .................................................... 199 Otra vez en el bar de las mujeres ...................................... 246
(Cuidado en la esquina ................................................... 247
I .................................................................................... 203 El pelito para Iom Kippur atado de fiesta ........................ 249
Fuera de padres, desmarida .............................................. 205
Fuelle subí quejoso de persianas ........................................ 206 II ................................................................................... 251
Por el bar la esquina se desdobla ...................................... 207 La mejilla mientras bailamos juntos ................................. 253
Me empacha la factura de la tarde ................................... 208 Rubia, ¿me escuchás? ....................................................... 254
Está aquí el baile y está ausente ........................................ 209 Ven, oye, yo te evoco ........................................................ 255
Me como el antojito que nos une ..................................... 210
Lo que mustio de mí se ahueca en vos: .............................. 211 III
Brillos de la casa. Conectamos .......................................... 212 Tango Bar ........................................................................ 257
El ghetto .......................................................... 263 Cuando te vea por primera vez ........................................ 320
Cuando te vea por primera vez ........................................ 321
I .................................................................................... 267 Cuando te vea por primera vez ........................................ 322
Prepucio ........................................................................ 271 Cuando me veas por primera vez ..................................... 323
Escudo de David ........................................................... 273 Cuando nos veamos por primera vez ................................. 324
Solideo .......................................................................... 274
Antepasados .................................................................. 277 III
Exilio ............................................................................. 278 La alianza ........................................................................ 325
Bar Mitzvá ..................................................................... 280
Gentiles ......................................................................... 281
El eco de mi madre ........................................... 333
II ................................................................................... 283
Kaddish ......................................................................... 287 I .................................................................................... 339
Muro de los lamentos .................................................... 289 Hay golpes en la vida tan fuertes ...................................... 341
Día del perdón .............................................................. 290 No puedo narrar ............................................................. 342
Ana Frank ..................................................................... 291 Sentada al borde de su memoria ....................................... 343
Freud ............................................................................. 292 ¿Estás por ahí? ............................................................... 345
Árbol de la vida ............................................................. 293 Con mi hermana hablamos de ella ................................... 346
El padre de Lucy copiaba un libro ajeno ........................... 348
III ................................................................................. 295 Coral le contrató una profesora de baile ............................ 349
Judíos ............................................................................ 299 Como mi madre que a veces me trata de usted ................... 350
Diamela le construyó una casa atrás de la suya .................. 351
Del otro lado del dormitorio familiar ............................... 352
Solos y solas ..................................................... 301
II ................................................................................... 353
I .................................................................................... 303 Como la torcaza que de transparencia en transparencia ..... 357
Soy la okupa de mi propia casa ........................................ 307 Mamá mamá mamá ....................................................... 358
Un par de gemelos se ríe de los puños ................................ 308 A ver a ver a ver repetía antes de morirse .......................... 359
Soy sin ellos la cenicienta en radiotaxi .............................. 309 Un osito de peluche asoma la cabeza ................................ 360
Por la puerta entornada de los sueños ............................... 310
Te llamo o llamame ........................................................ 311 III
El libro cortado ............................................................ 361
II ................................................................................... 313
Cuando te vea por primera vez ........................................ 317
Cuando te vea por primera vez ........................................ 318 La novela de la poesía ...................................... 369
Cuando te vea por primera vez ........................................ 319
I .................................................................................... 371

II ................................................................................... 381

III
La novela de la muerte .................................................. 387

Bibliografía ...................................................... 395

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