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EL MOSAICO: 

¡Cuidado, Querido Hermano!, ¿acaso no te das cuenta dónde pisas?... mira hacia
otros lados, mírame a mí! Me forman cuadros iguales de color blanco y negro y soy, también, parte
importante del Templo, ya que sobre mí caminas.

Simbolizo, por lo tanto, la tierra donde vives. Los cuadrados que me forman indican la Tolerancia y
la Igualdad que deben unir a todos los masones, no obstante la diversidad de las razas, opiniones
y tendencias. También simbolizo la diversidad de seres que decoran y ornamentan la Creación.
En mi cuerpo puedes advertir los rasgos configurativos de la Escuadra, lo que puede, indicarte que,
a través de las vicisitudes de la Vida, entre el goce y el dolor, el amor o el odio, la dicha o la
desventura, tus pasos deben ir enderezados por el camino de la rectitud. Luces y sombras,
alegrías o sinsabores, tu meta debe estar orientada hacia el Bien.
Mis colores no son caprichosos; representan la cooperación a un mismo fin, que no es otro que el
perfeccionamiento individual y colectivo, para que forméis un espíritu fraternal, una sola familia de
todos los masones del mundo.

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