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1.2.4, THORIAS Y POLITICAS MONETARIAS. . Consideremos ahora la teoria de la moneda, Las primeras formulaciones de la teoria cuantitativa las hallamos entre los mercantilistas. La revolucién de los precios que tuvo lugar en Europa tras el descubrimiento de América, y que deter- miné un proceso inflacionario secular, no podia pasar desapercibida. La relacién entre el aumento de los precios y el aumento de la cantidad de oro en circulacién fue sefialada ya por los primeros mercantilistas espafioles. Se puede hallar una primera formulacién consciente de Ia teorfa cuantitati- va en Réponse aux paradoxes de Monsieur de Malestroict touchant Venchérissement de toutes choses (1568), de Jean Bodin (1530-1596). Jehan Cherruyt de Males- troict, en sus Paradoxes, touchant les faits de monnaies et Yenchérissement de tou- tes choses (1566), habia sostenido que el aumento de los precios verificado en Francia habia sido sélo aparente. Segiin este autor, los precios habfan aumentado en términos de unidad de cuenta, a causa de la pérdida de peso; sin embargo, puesto que el contenido metalico de las monedas habfa disminuido, éstas no ha- bjan aumentado en absoluto en términos de oro. Bodin sostiene que esta tesis, slo explicaba parcialmente el proceso inflacionario. Los precios habfan aumen- lado tanto en términos de unidad de cuenta como de metal precioso; y este se- gundo factor era el mas importante. Utilizando incluso datos cuantitativos, Bodin demostr6 que la causa principal del aumento de los precios habfa que buscarla en el incremento de la cantidad de oro en circulacién. Después de Bodin, la teorfa cuantitativa fue adoptada por muchos otros i : NACIMIENTO DE LA RCONOMIA POLITICA. at mercantilistas, Asi, Ia hallamos claramente expuesta en John Hales (1584-1656) (A Discourse on the Common Wealth of this Realm of England, 1581), en Bernardo Davanzati (1529-1606) (Lezione delle Monete, 1588) y en Antonio Serva (Breve tratiato delle cause che possino far abbondare li regni oro e d'argento dove non sono miniere, 1613). Sin embargo, a partir de mediados del siglo XVI tuvo lugar un importante cambio: la teoria’ cuantitativa se difundié entre los mercantilistas, pero ya no in- terpretada como una explicacién del nivel de los precios, sino mas bien como una teoria del nivel de las transacciones. Tan comin se hizo esta creencia, que los po- cos economistas que no la aceptaron y siguieron fieles a la vieja teorfa cuantitati- va fueron considerados casi revolucionarios. Volveremos sobre ella en el pr6ximo apartado, cuando expongamos las teorias de algunos precursores de la economia clasica, iL 7 Probablemente haya que relacionar aquel cambio de perspectiva con la inte- srupeién, acaecida en torno al perfodo 1620-1640, del secular proceso inflaciona- rio iniciado con el descubrimiento de América. La tendencia secular de los pre- cios, que habfa sido fuertemente creciente desde comienzos del siglo Xvr, en el XVII se estabiliz6 y permaneci6 asi hasta después de mediados del xvm: Entre otras cosas, la segunda mitad del siglo xvi y la primera del xvat representan una época de depresién. El flujo de oro y plata de las Américas se redujo drésticamen- te, y la lucha entre los paises europeos para acaparar metales preciosos se convir= tid casi en un juego de «suma cero». Los economistas y los comerciantes ya no se preocupaban por la inflacién, sino por la carencia de las disponibilidades monetarias necesarias para financiar el comercio, La idea difundida era que «la moneda estimula el comercio». El au- mento de la afluencia de metales preciosos provocado por el: superdvit de la ba- Janza comercial, en una época en la que tinicamente se podfa aumentar la circu- lacién monetaria interna a expensas del extranjero, se vefa sobre tod como una condiciéa necesaria para el aumento de la produccién y, por tanto, de la riqueza. Hasta el punto de que alas sugerencias de politicas proteccionistas se afladia a menudo el consejo, dirigide especificamente al soberano, de que no ahorrara: el crecimiento del tesoro estatal no haria sino sustraer moneda de la circulacién. Se sefialaban dos mecanismos mediante los cuales el aumento de la oferta de moneda estimularfa los niveles de actividad. El primero es un mecanismo di- recto, consistente en el aumento de las rentas y el consumo provocado por el au- mento de la oferta monetaria, Esta fue la tesis que sostenia, por ejemplo, Facob Vanderlint en Money Answers all Things (1734), y por John Law (1671-1729) en Money and Trade Considered (1705). Este tltimo identifies con precisi6n la hip6- tesis en la que se basa esta tesis; a saber, que los precios no varian de manera consistente con la variacién de la demanda (aunque Law limité la validez de esta hipétesis sélo a los bienes no duraderos). Por lo tanto, la curva de la oferta era casi horizontal. Con elio la inflacién, si la hay, es progresiva, mientras que sus efectos son, en cualquier caso, positives, ya que el aumento de los beneficios fo- menta ulteriormente la acumulacién. El otro mecanismo es indirecto, y consiste en la reduccién del tipo de interés provocado por el aumento de Ja cantidad de moneda. Tal como Keynes no ha de- jado de sefialar, entre los mercantilistas encontramos una teorfa monetaria del in- 42 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO: Jerés: la moneda se utiliza para activar la produccién y el comercio; el interés es “el precio que se paga para obtener este uso. Por otra parte, el término antiguo para «interés» es eusuira» 0 «uso», en inglés use, término utilizado atin por Locke como sinénimo de «interés». Este precio depende de la demanda y de la oferta de moneda. Asi, Malynes afirmaba, en Consuetudo vel lex mercatoria: cla abundancia de moneda disminuye la usura, Misselden, su principal critico; coincidfa con él ‘en este aspecto: «el remedio para la usura puede ser la abundancia de moneda», sostenia en Free Trade. ¥ Cantillon recuerda, en el Ensayo, que «es una idea co- min, y aceptada por todos aquellos que han escrito sobre el comercio, que el au- mento de la cantidad de circulante en un Estado hace bajar el precio del interés, ya que, cuando la moneda es abundante, resulta més facil obtener préstamos» (p. 213). En resumen, el aumento de la cantidad de moneda, ceteris paribus, per~ mite reducir el precio del crédito y, por tanto, el coste de la financiaci6n de las in- versiones, fomentando de este modo la expansién econémica. EI nivel del interés era, comprensiblemente, otra de las obsesiones de los mercantilistas, puesto que éstos se identificaban en gran medida con el punto de vista del comerciante. Cualquier politica orientada a reducir el interés se valoraba positivamente; y toda teorfa capaz de justificar dicha politica se consideraba bue- na. Hasta el punto de que muchos mercantilistas, si bien adoptaban la teorfa mo- netaria del interés, no'dudaban en defender también puntos de vista procedentes de] pensamiento escoldstico para justificar medidas contra la usura, ni en solici- tar una intervencién estatal que redujera el interés por ley. Keynes ha encontrado algo bueno en esta mezcla de teorfas. Pero, si algo bueno hay, quizis debamos buscarlo en el hecho de que nos hallamos ante un embrién de la teorfa moneta- rio-institucional que mas tardé sera elaborada por Marx, y en la que puede ras- trearse la teorfa dei propio Keynes: si el interés depende de fuerzas monetarias, ‘su tendencia a largo plazo no es un valor de equilibrio determinado por variables reales, sino simplemente una media temporal de Jos valores a corto plazo, una media que depende bésicamente de factores institucioriales. 1.2.5, Lacrftica pe HUME. Una de las principales crfticas al pensariento mercanitilista la formulé David Hume (1711-1776) en sus Political Discourses (1752). La idea de Hume era que el incremento de moneda en.circulacién en un pais con superdvit comercial harfa aumentar los precios (mientras que en los pafses con déficit 1o harfa descender). La consiguiente pérdida de competitividad reequilibiaria antes o despuiés la balan- “za de pagos, interrumpiendo la afluencia de oro. De este modo, las politicas co- merciales mercantilistas serfan, en el mejor de los casos, effmeras, mientras que a largo plazo resultarfan intitiles. Desde un punto de vista teérico, parecerfan igno- rar la teoria cuantitativa de la moneda. EI mecanismo de ajuste de la balanza de pagos teorizado por Hume se co- noce como mecanismo «precio-flujo monetario», y también fue descrito con cierta precision por Joseph Harris (1702-1764), en An Essay upon Money and Coins (1757-1758). Posteriormente, fue aceptado por Jos clasicos, e incluso por Marx, no sdlo como critica a los mercantilistas, sino también como descripeién | NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POLITICA 43 de una ley econémica general. Todo esto resulta extrafio, ya que los mercantili tas eran conscientes del problema sefialado por Hume. Cantillon, por ejemplo, lo habfa descrito con claridad treinta afios antes, si bien —de manera significati- va— habfa limitado al sector industrial la pérdida de competitividad ligada a la inflacién interior. Ademés, habfa sefialado que el aumento de las importaciones de bienes de consumo, generado directamente por el aumento de las rentas mo- netarias, también podia contribuir a agravar las dificultades vinculadas al meca- nismo precio-flujo monetario. . Sin embargo, en los mercantilistas hallamos también todos los elementos te6ricos necesarios para rechazar esta critica; incluso los encontramos clara- mente formulados en Cantillon. Ante todo, los economistas mercantilistas eran conscientes de la relacién que liga la cantidad de moneda al valor de las transac- ciones; sin embargo, como ya hemos mencionado, en Ja mayor parte de los ca- 08 —sobre todo en los siglos XVII y XVitI— no la interpretaron como una teorfa del nivel de los precios, sino como una teorfa del nivel de actividad. En segundo lugar —y esta es la tesis explicitada por Cantillon, pero que ya estaba presente en Malynes y en muchos otros autores mercantilistas—, aunque un aumento de la cantidad de moneda en’un pafs con un superavit comercial se tradujera, al menos en parte, en un incremento de los precios (en un pafs con déficit comer- cial sucederia lo contrario), esto podria tener como consecuencia, en virtud de Ja mejora de los términos de intercambio, un ulterior aumento del superdvit, en lugar de un reequilibrio. La hipétesis implicita en el razonamiento es la de una baja elasticidad de las importaciones y de las exportaciones respecto a los pre- cios. En estas condiciones, un aumento de los precios internos respecto a los in- temacionales bar4 aumentar el valor de las exportaciones y disminuir el de las importaciones mas de lo que lo harfa una variacin en las cantidades. De este modo, una mejora de los términos de intercambio repercutira positivamente en Ja balanza de pagos. Asi pues, las tesis mercantilistas resultan sdlidas desde el punto de vista 16- gico; como mucho, haria falta verificar el realismo de las hipétesis en Jas que s¢ basan. Obviamente, no es este el lugar para hacerlo; pero no es arriesgado supo- ner que el paso te6rico realizado por Hume se basa en un cambio histérico real. En la época preindustrial, probablemente la elasticidad de Jas exportaciones no debfa de resultar muy elevada, dado el marcado:nivel de especializaci6n produc tiva de los distintos pafSes. Por otra parte, la de las importaciones de los pafses imperialistas debia de ser seguramente baja, ya que en general se trataba de pro- ductos alimenticiés, materias primas y articulos de lujo que no se producfan.en el interior del pais. No obstante, es probable que, en la medida en que la produc- cién industrial se desarrollé en los principales paises capitalistas, se consolidara también una importante competencia de precios, al menos para este tipo de pro- duccién; y esto pudo haber elevado Ia elasticidad de las exportaciones y de las importaciones. Resulta significative que Cantillon, en 1730, limitara los efectos del mecanismo precio-flujo monetario precisamente a la produccién industrial. Quizés en la época de Hume —y, mas tarde, en la de Smith— este efecto habia legado a ser dominante. 3.4. .‘Teorias y debates monetarios en Inglaterra en la época de la economia clasica 3.4.1, EL Resrricrion Act En 1797, empujado por la necesidad de afrontar las consecuencias de unt grave crisis econémica, el gobierno briténico promulg6 un Restriction Act que sus pendfa la convertibilidad de la libra esterlina y ponia en marcha un sistema mone- tario en abierto contraste con las doctrinas monetarias ortodoxas. Inmediatamen- te se desencadené una especie de sublevacion por parte de los principales econo mistas identificados con el laissez faire, y se inicié un debate tedrico que no dio muestras de agotarse hasta 1821, cuando se restablecié la convertibilidad. Después de ello las discusiones se reanudaron, aunque tomaron un rumbo distinto. El momento culminante de la polémica tuvo lugar alrededor de 1810, fecha en la que se presenté al Parlamento el Report of the Select Committee on the High Price of Gold Bullion, Bl famoso «Bullion Committee» se habfa constititido en fe- brero de 1810 para investigar las razones de la depreciacion de la libra esterlina que se habfa verificado en la primera década del siglo. ¥ tanto en el plantea- miento del problema como en la solucién politica sugerida révelé una clara toma de posicién a favor de una de las dos partes contendientes, jentes mas importantes de la posi: cién bullionista fueron Henry Thornton (1760-1815) y David Ricardo. Del primero, indudablemente el més penetrante tedrico monetario de la épo- ca, hablaremos en el apartado 3.4.3. En cambio, comentaremos aqui brevemente DERICARDO A MILL. M5 el enfoque de Ricardo, expresado sobre todo en The Price of Gold (1809) y The High Price of Bullion, a Proof of the Depreciation of Bank Notes (1810). La decision parece justificada por el hecho de que la rigidez y la sencillez de sus tesis tuvie- ron més éxito que la racionalidad y el realismo de las de Thornton, y vinieron a constituir el nticleo de los principios tedricos en los que se inspiré la batalla de los bullionistas. La existencia de un persistente premio del oro, es decir, de una diferencia positiva entre el precio de mercado del oro y el de acuftacién, constitufa Ia esen- cia del problema. Para Ricardo, se trataba de una evidencia inmediata de la de- preciacién de la moneda, y éste, a su vez, era el efecto de un exceso de emisiones de billetes del Banco de Inglaterra, exceso que se debfa al régimen de inconverti bilidad. Para demostrar esta tesis, adujo que el cambio de la libra esterlina con las principales divisas europeas habia permanecido durante mucho tiempo por debajo de la paridad determinada por el precio de acufiacién del oro, También, este fenémeno lo atribufa al exceso de emisiones del Banco de Inglaterra. Sin embargo, estas convicciones no se basaban en un cuidadoso andlisis de los factores espectficos subyacentes a los fendmenos monetarios observados: el de- sarrollo econémico, la tendencia del comercio exterior, las crisis, las guerras, etc. Se trataba, por el contrario, de una aplicacién rigida y abstracta de la teorfa del mecanismo precios-flujo monetario elaborada en el siglo xvmt por Hume. El tipo de cambio entre dos monedas convertibles no puede divergir del cocficiente entre las paridades éureas salvo en los estrechos limites de los epuntos del oro, Ifmites constituidos por Ios gastos del transporte y seguridad del oro enviado al extranje- ro. Si el cambio de la libra esterlina respecto al délar se depreciara més alla del punto inferior del oro, a los importadores y a los especuladores les interesarfa con- vertir libras esterlinas en oro y enviar los lingotes a Estados Unidos. Esto reduci- rfa, en el mercado de Londres, la demanda de letras de cambio en délares y la oferta de libras esterlinas, y detendrfa la depreciaci6n de la libra esterfina. Al mis- mo tiempo, reduciria la cantidad de libras esterlinas en circulaci6n y haria dismi- nui los precios internos, Si la depreciacién inicial de la libra esterlina se hubiera debido a un exceso de emisiones y al consiguiente exceso de importaciones, el me- canismo precios-flujo monetario la habrfa ajustado automaticamente. Sin embar- g0, este mecanismo no podrfa funcionar si la libra esterlina fuera inconvertible. En este caso, seria posible un cambio permanente depreciado y por debajo del punto inferior del oro. Y puesto que tal fenémeno ocurrirfa junto con la imposibi- lidad de reducir la ciroulaci6n de libras esterlinas mediante su conversién en oro, Ricardo y los bullionistas lo interpretaban como una prueba de la existencia de un exceso de emisiones. . De similar manera se explicaban las relaciones entre un exceso de emisiones y un alto precio del oro. Si la moneda era convertible, no seria posible una diver- gencia entre precio de mercado y precio de acuiiacién del oro, puesto que, apenas surgiera tal divergencia, a los comerciantes les interesaria acudir a Ja ceca y con- vertir libras esterlinas en lingotes para después vender oro en el mercado. De este modo, la oferta de oro en el mercado se modificarfa de manera tal que climinaria inmediatamente cualquier premio, Al mismo, tiempo, se eliminaria automatica- mente, a través de su conversién en oro, cualquier exceso de circulacién moneta- ria. En consecuencia —razonaban Ricardo y los bullionistas—, la existencia de 116 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO un premio permanente del oro en régimen de inconvertibilidad constituirfa una prueba evidente de un exceso de emisiones. . Banco de Inglaterra era tuna instituci6n privada, aunque dotada legalmente 10s privilegios mono- polistas, Deberia gestionarse de acuerdo con los principios de sana administra- cién de una empresa privada. En cualquier caso, Ia convertibilidad de los billetes de banco por ella emitidos la obligarfa a comportarse correctamente. Con el Res- triction Act, el gobierno habia modificado en su propio beneficio las reglas del juego, relajando el rigor administrativo del Banco, con gran. perjuicio de los ciu- dadanos. En efecto, la inconvertibilidad permitfa financiar el exceso de gastos es- tatales, generando fuertes aumentos de demanda agregada, En términos reales, los gastos estatales no se afiadian a los privados, segin los bullionistas, sino que los sustitufan. Efectivamente, la inflacién redistribufa riqueza de los acreedores a los deudores y, en consecuencia, también del sector privado al Estado si su presu- puesto era deficitario. Al mismo tiempo, creaba ahorro forzado, reduciendo la cantidad producida de bienes de consumo y aumentando sus precios. El «Bullion Committees, que —como ya se ha dicho— estaba dominado por Jos bullionistas, presenté un informe netamente favorable al retorno a la conver- tibilidad. Sin embargo, tendrfan que pasar todavia diez afios antes de que el go- bierno se decidiera a escuchar su consejo. El hecho es que en la practica las cosas se desarrollaban de manera bastante distinta de como pretendia Ia teoria ortodo- xa; y este constituye uno de los ejemplos més esclarecedores en la historia del pensamiento econdémico de cémo la sensibilidad politica y la amplitud de vision de los comerciantes, los banqueros y los hombres del gobierno puede a veces pe- sar mas que la rigidez doctrinal de los economistas teéricos. Desde 1793 hasta 1815, Inglaterra se vio involucrada en una serie de guerras contra Francia que requirieron la movilizaci6n de todos sus recursos militares, politicos y econémicos. E] continuo e importante suministro de recursos finan- cieros. a los aliados, ademés de las exigencias derivadas del mantenimiento del ejército, comportaron periédicos drenajes de oro de las cajas del Banco de Ingla- terra, Las propias dificultades de la guerra y del bloque continental, por otra par- te, hicieron cada vez mas inaccesibles los canales de las exportaciones y cada vez més costosos Jos suministros de materias primas y de bienes salario. Si a ello se afiade que precisamente en estos veinte afios se produjo una excepcional serie de malas cosechas, no deberia resultar dificil entender cudles fueron las verdaderas raices de los problemas thonetarios discutidos por los economistas de la 6 ~__ ¥ precisamente la atencién minuciosa a I nistas, época del tric- tion Act, hasta Charles Bosanquet, Robert Torrens y Robert Malthus. Estos soste- Probablemente, el mantenimiento de la conver Libilidad permitiria reequilibrar la balanza de pagos, pero producirfa efectos mas perjudiciales que el mal que habia de curar. Mientras, el vinculo con la expansidn. DERICARDO A MILL. uN7 de la oferta de moneda obligaria al gobierno a limitar el déficit pablico dando un impulso deflacionario a la economia, Ademés, las dificultades de la balanza de pagos provocarfan nuevos impulsos del mismo género. En efecto, el reequilibrio. de las cuentas exteriores requeriria la reduccién de la oferta de moneda y la dis- minucién de las rentas y de los precios internos, lo que comportaria un dréstico descenso de la produccién y del empleo. Efectivamente, estos fenémenos se veri ficaban a menudo, en aquella época, bajo la forma de crisis econémicas y pro- ductivas, precisamente en. los perfodos en los que el Banco adoptaba politica’ restrictivas. ¢Podfa, pues, Gran Bretafia, en las condiciones politicas en las que se encontraba, permitirse el lujo de la deflacin? Los impulsos inflacionarios venian de la economia real, de las malas cose- chas, de las importaciones, mientras que la oferta de moneda se adaptaba pasiva- mente a la demanda, Afirmaban, ademas, que era imposible que el Banco de In- glaterra, junto con Jos bancos provinciales que gozaban del privilegio de emisién, emitiera més billetes de los necesarios para cubrir las necesidades del comercio, ano ser que se limitaran a descontar sdlo «letras de cambio reales». Esta tesis ha- bia sido defendida ya por Adam Smith. Las «letras de cambio reales» son titulos comerciales emitidos contra transacciones de bienes reales. Cuando se descuen- tan, el banco emite moneda (billetes o depésitos) que resulta, por ello mismo, s- timulada por el flujo de transacciones reales. Este tipo de creacién de crédito no modifica de manera permanente el sfock de moneda, porque al vencimiento de las letras de cambio la deuda se rembolsa y la moneda correspondiente se retira de la civculaci6n. El crédito se renueva sélo para financiar nuevas transacciones. Segiin esta teorfa, el flujo de creacién de nueva moneda es muy elastico respecto al flujo de renta que deberia hacer circular, de modo que el stock de moneda.en circulaci6n resulta siempre adecuado a las necesidades de las transacciones. Esta es Ia esencia de la famosa «doctrina de las real bills». No es una teoria del todo equivocada; " ir it a) porque la economfa inglesa, con el viento de la revolucién industrial en popa y en pleno esfuerzo bélico, avanzaba a gran velocidad en condiciones casi de pleno empleo; }) porque la especulacién operaba sobre todo en las mercancfas; de modo que resultaba dificil para los bancos distinguir las «letras de cambio reales» de las generadas por operaciones especulativas;, “c) porque el Banco de Inglaterra estaba obligado por las leyes sobre la usu- raa prestar a un interés méximo del 5 %. En este contexto, es facil entender que la doctrina de Jas real bills funcionara excelentemente en las fases de estancamiento y, en cambio, fracasara del todo en 113, PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO los perfodos de boon y de especulacién, En caso dé overtrading, la tasa de benefi- cio, el tipo de interés de mercado y el indice de rentabilidad de las operaciones especulativas eran sin duda mayores que el tipo oficial del 5 %, y, en consecuen- cia, no-existian frenos eficaces a la expansi6n del crédito. ‘Los antibullionistas infravaloraron los efectos que, en una situacién de ple- no empleo, podia tener una oferta de crédito muy eldstica en el sentido de ali- mentar la inflaciéa; y con ello facilitaron la labor de sus criticos. Interpretando Jas crisis como formas de reaccién exagerada a los excesos de la especulacién, es- {os iltimos sefialaron que la elevada elasticidad de la oferta de moneda constitufa el factor principal de las fluctuaciones efelicas. Asi, apenas se desvanecieron las icciones econémicas impuestas por el estado de guerra, se volvi6 a la conver- idad précticamente sin oposicién alguna. 3.4.2, BL Bane Cuanrer Acr Inmediatamente después del final de la era napoleénica, la economia inglesa entié en una larga fase de estancamiento, una fase caracterizada por la sucesi6n, de breves perfodos de expansién, que culminaron en efimeras explosiones de eu- foria especulativa, y largos periodos de crisis, con fuertes disminuciones del em- pleo, dela preduccién y de los precios. Las crisis mas graves se verificaron en los afios 1816-1822, 1825-1831, 1836, 1839-1842 y 1847-1848, Las causas de la primera de tales crisis hay que buscarlas principalmente en dos factores: en primer lugar, en la reduccién de los gastos piblicos derivada del final del esfuerzo bélico; en segundo término —aunque tal vez més importante—, en los cambios monetarios catsados por la decisién de volver a la conver- tibilidad. La reduccién de las emisiones del Banco de Inglaterra fue dréstica ya en los afios 1817-1819, cuando se iniciaron los pteparativos para el retorno al oro, pero lo fue més atin en 1819-1821, cuando se puso en prictica la decisién del Parlamento, Los criticos de Ricardo se apresuraron a atribuir a su teorfa monetaria la responsabilidad de las crisis; y Ricardo tuvo dificultades a la hora de defenderse de dichas exiticas, Afirmé que la culpa habia que atribuirla a la manera excesiva- mente répida y dréstica en que el Banco habfa llevado a cabo el retorno a la con- vertibilidad, olvidando que él mismo, en afios anteriores, habla afirmado en el Parlamento que la restauracién del Gold Standard deberia tener lugar en un plazo muy breve. En cualquier caso, la crisis de 1825, asf como las demas que tuvieron, lugar con’el franscurso del tiempo, sirvieron para convencer a un niitnero cada vez mayor de un hecho: que la simple disciplina de la convertibilidad no era con- dicién’ suficiente para el mantenimiento de la estabilidad monetaria. Se plantea- ba asf el problema de establecer reglas de comportamiento a las que el Banco de- berfa ajustarse. En la polémica sobre este problema, que se inici6 inmediatamente después de la crisis de 1825 y se prolong6 hasta fi 1a (currency schoo! aunque aceptando algunas antiguas tesis bullionistas, Los principales esis a DE RICARDO A MILL 119 representantes de la primera escuela fueron: Thomas Joplin (17902-1847), Sa- muel Jones Lloyd —lord Overstone— (1796-1883) y Robert Torrens, que se habia pasado al enemigo después de haber luchado en las filas antibullionistas en la se- gunda década del siglo. A su vez, formaban parte de la escuela bancaria: Thomas Tooke (1774-1858), John Fullarton. (17802-1849) y James William Gilbart (1794 1863), ademas de John Stuart Mill. S6lo podemos recordar aquf algunos —muy pocos— de los importantes trabajos sobre teorfa monetaria publicados en este periodo. De la escuela metalista: An Analysis and History of the Currency Question (1832) de Joplin, y Tracts and Other Publications on Metallic and Paper Currency de Overstone (reunidos y editados por McCulloch en 1857). De la escuela banca- ria: An Inquiry into the Currency Principle (1844) de Tooke, y On the Regulation of Currencies (1844) de Fullarton, Los gobernadores del Banco de Inglaterra, que previamente se habjan incli- nado por la posicién antibullionista, a partir de la década de 1820 empezaron a decantarse por la de la escuela metalista. Asi, stt politica se fue conformando gra- dualmente a los, dictados de esta escuela, hasta Hegar a la adopcién de Ia famosa Palmer's Rule (del nombre de John Horsley Palmer, a la sazén gobernador del Banco de Inglaterra), La polftica del Banco consistia en cubrir una tercera parte de su pasivo con las reservas de oro, y el resto con titulos. Pero s6lo en condicio- nes de «moneda plena», es decir, cuando se consideraba que la cantidad de mone- da en circulacién era adecuada a las necesidades de las transacciones, La existen- cia de esta situacién se verificaba mediante la observaci6n del tipo de cambio, el cual, en una situacién de «moneda plena», debfa ser estable. Cuando el cambio empezaba a empéorar, el Banco abandonaba la regla que establecia el coeficiente de 1/3 de las reservas de oro, y hacfa variar el pasivo en la misma medida que las propias reservas. De este modo, un drenaje de oro causarfa —en cualquier caso— una contraccién de la circulacién, pero sé podria contener el impulso deflaciona- rio, A pesar de que este tipo de comportamiento se inspiraba en los principios de la escuela metalista, no satisfizo a los economistas partidarios de dichos princi- pios, Y ello fundamentalmente por dos razones. En primer lugar, porque el Banco se habfa reservado la prerrogativa de mo- dificar la composicin de su propio pasivo, cuando reducfa su tamafio, haciendo recaer el peso de la contraccién més sobre los depésitos que sobre los billetes. Puesto que los metalistas habfan adoptado una definicién restrictiva de la mone- da, que identificaban con el circulante (currency) —es decir, con las monedas me- télicas y los billetes del Banco de Inglaterra y los bancos provinciales—, conside- raban que la regla de Palmer no permitfa una perfecta «fluctuacién metélica». EL principio de la «fluctuacién metélica», establecido en aquelia época por los tedri- cos metalistas, pretendia que la masa monetaria en circulacién debfa oscilar como si estuviera constitttida integramente por oro. Por tanto, los billetes de ban- co debian variar en la misma medida en la que variaban las reservas de oro, Pues bien, esta regla podfa ser transgredida si el Banco se reservaba la prerrogativa de modificar la composicién del pasivo, cuando lo reducfa, descargando parte de la contraccién sobre los depésitos. El segundo motivo de insatisfacci6n estaba ligado al hecho de que la propia regla de Palmer, junto con la flexibilidad-con la que se aplicaba, hacfan dificil asignar a la gestién del Banco aquella funcién de amortiguacién automitica de 120 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO las fluctuaciones econémicas que propugnaban los metalistas, Estos economis- tas, encabezados por Overstone, habfan pel las fases de expan- sion —afirmal el Banc oferta a la demanda de mo- neda, alimentando asf la inflacién, la especulacién y la enforia, Cuando més tarde sobrevenfan la crisis y el pénico, el Banco, para proteger sus propias resetvas, se veta obligaco a tomar medidas drasticas, contribuyendo de este modo a agravar la crisis. Para superar estas dificultades, los te6ricos metalistas propusieron la adop- cién de dos medidas fundamentales. La primera, inspirada en parte en una pro- puesta formulada por Ricardo en Plan for the Establishment of a National Bank (escrito en 1823 y publicado péstumamente en 1824), consistia en la divisién del. Banco en dos departamentos: uno bancario, con funciones crediticias, y uno de emisién, con la tarea exclusiva de emitir billetes. De esta manera se crefa que las. “oscilaciones de las reservas de oro no podrian descargarse sobre los depésitos y se traducirfan integramente en variaciones de las emisiones de billetes. Con ello, se asegurarfa una perfecta «ffuctuacién meidlicas, La segunda medida propues- ta se referfa a la abolicién del coeficiente fijo de reserva de oro. El Banco debe- ria utilizar una cobertura de tftulos sélo por una cantidad fija; para el resto, sus emisiones de billetes habian de cubrirse con oro. De este modo, el coeficiente de reserva variarfa autométicamente de manera anticiclica, aurmentando cuando aumentaran las reservas, en las fases de expansi6n, y disminuyendo cuando las reservas disminuyeran, en las fases de crisis. BI Bank Charter Act de 1844 (conocido también como Peel Act, por el nom: bre del ministro de Hacienda que lo promulg6) adopté plenamente el punto de vista metalista, dividié el Banco en dos departamentos y establecié.que la cober- tura en tftulos del pasivo del departamento de emisién debia ser de 14 millones de libras esterlinas. Veamos ahora las teorfas de la escuela bancaria. Los representantes de esta escuela aceptaron la tesis. metalista que afirmaba la superioridad del Gold Stan- dard en un régimen de papel moneda incorivertible, Pero se diferenciaban de los metalistas pricticamente en todas las dems cuestiones de cierta impottancia te6rica; en primer lugar, en la definicién del dinero, que formularon en téminos menos restrictivos y més modernos que sus adversarios, incluyendo en dicha de- finicién, ademés del circulante, también los depésitos y las letras de cambio. Des- de la éptica de la escuela bancaria, tanto los depésitos como las letras de cambio varian en funcién de cémo varfen las transacciones; la oferta de moneda es end6- gena, y el Banco no puede controlarla de manera eficaz, Més atin: los teéricos de esta escuela afirmaban que también la circulacién de los billetes estd fuera del control del Banco, argumento que basaban en la vieja doctrina de las real bills, a a qué rebautizaron como «doctrina del reflujo». Sin embargo, ahora la escuela bancaria tenfa dos nuevas armas para defen- der sus tesis, ya que la convertibilidad se habfa restablecido, mientras que ett 1833 se habia abolido el limite del 5 % para el tipo de descuento. De este modo, al menos en principio, se podfa frenar un exceso de demanda de crédito con pro- pésitos especulativos mediante el aumento del tipo de descuento. Por otra parte, si el exceso de emisiones se habia de medir por el premio del oro, como habfan DERICARDO A MILL, 121 sostenido Ricardo y sus seguidores, entonces no podia existir ningtin exceso de emisiones en régimen de convertibilidad. En efecto, apenas el papel moneda hu- diera empezado a depreciarse respecto al oro, aguél erefluirfa» al Banco para ser convertido, lo que detendria su depreciacién y eliminaria el exceso de liquidez. BL problema de esta argumentacién es que el principio de Ricardo —que la depre- ciacién de la moneda se mide con precisidn por el premio del oro— no tiene vali- dez general; y, si es valido en un régimen de curso forzoso, seguramente no puede serlo en uno de convertibilidad, En este tiltimo, la moneda puede depreciarse con relaci6n a todas los bienes excepto el oro, el cual tiende a mantener su propio precio de mercado a la par con el de acufiacién. Pero este es un problema secundario. Las tesis de la escuela bancaria con- servan elementos de verdad aunque no sea valida la doctrina de la imposibilidad de los efectos inflacionarios de un aumento de la oferta monetaria. En efecto, con una definicién amplia de moneda, lo que verdaderamente cuenta es la oferta de masa monetaria total. Y los teéricos de la escuela bancaria tenfan raz6n en una cosa: en el hecho de que la oferta monetaria total era muy elastica respecto a la cuantia de las transacciones y estaba fuera del control del Banco. Por otra parte, ésta fue la raz6n principal por la que la camisa de fuerza monetaria constituida por el Bank Charter Act no lleg6 a obstaculizar en exceso los movimientos de la economia inglesa. Los ajustes de la oferta de dinero a las exigencias de la acurnu- lacién tenfan lugar a través de variaciones de los depésitos y del crédito, a pesar de la rigidez de las reglas a las que debia atenerse el departamento de emisién, Ademis, siempre quedaba abierta la posibilidad de suspender el Bank Act en pe- riodos de crisis grave, como efectivamente sucedié en 1847, 1857 y parcialmente en 1866, “ Finalmente hay que destacar que, con el transcurso dél tiempo, los hechos hicieron cada vez més evidente el cardcter predominantemente ideoldgico de la doctrina del Gold Standard; al menos si ésta se entiende como una teoria del me canismo de equilibrio aufomatico y neutral det comercio exterior. Durante los se~ tenta afios siguientes a la promulgacién del Bank Act, la economfa inglesa pudo expandirse sin grandes problemas en la balanza de pagos, a pesar de um perma- nente déficit de la balanza comercial; en consecuencia, hubo muy pocas dificulta- des para defender las reservas de oro del Banco de Inglaterra. Sin embargo, se mantuvo el equilibrio exterior gracias a Ia adopcion de yma politica cautelosa en. relacién al tipo de, descuento, ni automatica ni neutral, que tuvo el efecto de ha- cer recaer el peso de los ajustes, en caso necesario, sobre los pafses menos desa- rrollados y—sobre todo— sabre los productores de materias primas. Los economiistas de la escuela bancaria, conscientes de la potencia industrial y econémica de la economia inglesa, afirmaban que los problemas serios para las Teservas de oro provenian sobie todo de dificultades comerciales de naturaleza exégena y transitoria, Estas causas de drenaje del-oro se consideraban «termina- bles», es decir, capaces de agotarse por s{ mismas. Por lo tanto, todo lo que se re- queria del Banco —segtin ellos— era que mantuviese una gran reserva de oro, en torno a los 15-18 millones de libras esterlinas, para afrontar las causas de drenaje temporales. Otro tema de discusion importante era el relativo a los bancos provinciales facultados para emitir su propio papel moneda, cubierto parcialmente con el cir 122 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO ‘de oferta: Enel debate sobre el Rank Oharter Aetchos metaisiasseeptaron las tesis de los adversarios sobre este punto. Ahora ya habfa quedado claro para todo el mundo que el sistema del crédito basado en el principio de las reservas. fraccionarias generaba importantes efectos multiplicadores de los impulsos mo- netarios centrales. Torrens, en particular, dibujé con bastante precisién el meca- nismo de multiplicacion del crédito. Sin embargo, para él —como para algunos otros metalistas—, éste creaba tinicamente fenémenos de amplificacién de los impulsos monetarios procedentes del Banco de Inglaterra, pero no impedia que éste controlara la expansi6n global de Ja liquidez. La mayor parte de los metalis- tas, sin embargo, no secundaron a Torrens en este punto, aunque ello no significa gue todos vieran claramente la principal razén de la ineapacidad del Banco para controlar la oferta global de moneda; a saber: la variabilidad de los coeficientes, de reserva adoptados por los bancos. De todos modos, la opinién predominante se orienté hacia la demanda de un mayor control central de las operaciones de os bancos locales y de la abolicién gradual de sus prerrogativas de emisién. Esta opinion fue recogida en el Bank Charter Act. 3.4.3, HENRY THORNTON Los economistas que hemos mencionado en los dos apartados anteriores re- presentan s6lo una pequefia parte de todos aquellos —varias decenas— que se ocuparon en Gran. Bretafia de los problemas nionetarios durante este periodo. Las limitaciones que aqui nos hemos impuesto nos han inspedido referirnos a to- dos ellos, asi como hacer justicia a las particularidades de los trabajos de cada ino de los autores mencionados. Debemos, sin embargo, precisar un'poco més en el caso de los dos econtomistas a fos que debemos las contribuciones mas im portgntes y originales: Henry Thornton y John Stuart Mill. ¥ vale la pena decir algo de sus teorfas monetarias, como minimo porque en ellas se encuentran las rafces de aquella gran tradicién inglesa de teorfa monetaria que, pasando por ‘Marshall y su escuela, desembocaré finalmente en Ja revolucién keynesiana. Thorton no era un académico, sino un banquero de éxito que se ocupé de la teoria monetaria por sus implicaciones directas en la politica practica. Fue también un influyente miembro del Parlamento, ademés de ferviente evangeliza- dor;.y contribuyé de manera sustancial, junto con Horner y Huskisson, a Ja re- daccién del Bullion Report de 1819. Inmediatamente después del Restriction Act de 1797, escribié un libro leno de profundas intuiciones y de importantes inmo- vaciones te6ricas; um libro que ha sido considerado, sin exageracién, «el mayor trabajo de teoria monetaria del siglo XIX»: An Enquiry into the Nature and Effects of the Paper Credit of Great Britain, publicado en 1802. Thornton pérticipé en la polémica de principios de siglo adoptandg uma posicién bullionista, al principio DERICARDO A MILL. 123 moderada, pero luego cada vez més decidida. Sus tiltimos puntos de vista se ex- ponen en un libro de 1811, Substance on the Report of the Bullion Committee, que recoge dos importantes intervenciones en el Parlamento. Inicialmente Thornton no se mostr6 contrario al Restriction Act, que justifi- c6 por la necesidad de afrontar los drenajes de oro causados por el panico y la guerra. Pero, para él, debfa ser un procedimiento excepcional y transitorio. El ré- gimen monetario normal tenfa que ser el Gold Standard. Thornton fue uno de los tedricos mas rigurosos del funcionamiento de este régimen. Desarrollé las tesis de Hume sobre el mecanismo precios-flujo monetario y, sobre la base de éste, la teoria de la relaci6n existente entre depreciaci6n del cambio, premio del oro y ex- ceso de emisiones en un régimen de inconvertibilidad; teorfa que posteriormente serfa propugnada por Ricardo y sus seguidores. Ya hemos hablado de ello en los apartados anteriores, por lo que no insistiremos aqui. Sélo mencionaremos una aportaci6n de Thornton a la teorfa humeana: la tesis de que Ja deflacién interna, mediante la cual se corregirfa un déficit de la balanza de pagos, ademés de agtuar sobre el nivel de los precios lo harfa sobre el de las rentas y, por tanto, directa- mente sobre el de la demanda de importaciones. Thornton no era un deflacionista desenfrenado como Ricardo. Pensaba —asumiendo una posicién similar’ a la antibullionista— que né siempre la depre- ciacién del cambio y el premio del oro estan causados por un exceso de emision, En determinados casos, pueden deberse a factores exégenos y transitorios, como una mala cosecha, una explosién de pénico o los importantes envfos de oro a los aliados. En estos casos —afirmaba—, una contraccién de las emisiones constitui- rfa un error que agravaria los problemas en lugar de reéolverlos. Las ideas de ‘Thornton acerca de las cauisas de Jos «drenajes internos» resultan particularmen- te importantes; en dichas ideas se hallan prefigurados algunos elementos de la teorfa de la preferencia por la liquidez, Los individuos poseen la moneda no sélo ‘como medio de intercambio, sino también como reserva de valor, de modo que la cantidad deseada depende del estado de confianza. En.el Enquiry se lee: «Un clevado estado de confianza contribuye a que los hombres se provean menos frente a log imprevistos. En tales épocas creen que, si Ja demanda de pagos dirigida a ellos, que es ahora dudosa e imprevisible, hubiera de realizarse efectivamente, estarfan en condiciones de satisfacerla al momento [..1. Por el contrario, cuando surge un estado de desconfianza, la prudencia acon- seja que la pérdida de intereses causada por Ia detencién de billetes de banco du- rante algunos dias adicionales no deberia tenerse en cuenta. Es bien sabido que en épocas de alarma se atesoran las guineas basandose en este principio [...]. En tiempos diffciles la propensién a atesorar, o —mejor dicho— a proveerse de-grant cantidad de billetes del Banco de Inglaterra, predominaré tal vez de manera apre- ciable» (p. 46). Este fenémeno explica las variaciones de la velocidad de circulacién de los diversos instrumentos monetarios. Thornton utilizaba una definicién amplia de moneda, en la que inclufa varios medios de cambio con distintas velocidades de cireulacién, entre ellos las letras de cambio. Por tanto, en los’ perfodos de crisis no s6lo se reducfan las reservas de oro del Banco, sino que al mismo tiempo dis- minufa la cantidad total de dinero en circylacién, mientras su velocidad media de circulacién también se reduce. Constituirfa, pues, un error politico de graves 124 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO consecuencias la decisién de reducir Jas emisiones del Banco para frenar el dre~ naje. Es importante sefialar las notables implicaciones de esta tesis en la politica monetaria, La teorfa de la preferencia por la liquide, unida a la comprensién del caracter efclico de los movimientos econémicos, llevé a Thornton a atribuir al Banco, considerado como un ente con fines piiblicos, una funcién basica de pres- tamista en dltima instancia. ‘Thornton era bullionista sobre todo en lo que se refiere a los efectos a largo plazo de los movimientos de las variables monetarias; y se inclinaba a creer en la ineficacia de la politica monetaria a largo plazo. Sin embargo, no por ello dejé de sefialar los posibles efectos reales a corto plazo de las decisiones del Banco. Afir- maba que una expansi6n crediticia, al hacer aumentar los precios y —dada la ad- heren¢ia del salario— también los beneficios, podia estimular la produccién y ha- cer que aumentara el empleo. Asimismo, consideraba que la disminucién de los salarios reales, causada por la inflaci6n, generaba ahorro forzado (defalcation of revenue) y provocaba modificaciones de la estructura productiva en favor de la acumulacién de stocks de mercancfas y de medios de produccién, Desde su punto de vista, no existe incompatibilidad entre los efectos reales de la expansion credi- ticia y los fendmenos de ahorro forzado, ya que el aumento de la demanda no ac- ‘xia tinicamente sobre las cantidades 0 sdlo sobre los precios, sino sobre arbas clases de variables. Thornton realiz6 importantes contribuciones te6ricas a Ja teorfa del interés, Observé que las leyes sobre la usura obligaban al Banco a ampliar el crédito de manera ilimitada en los perfodos en los que la tasa de beneficio era superior al tipo de interés legal del 5 %. Y, anticipandose a Wicksell, evidencié el caracter acumulativo y los efectos inflacionarios de este proceso. Mas atin: en Substance of two Speeches sefialé también la inrportancia de los efectos de la inflacién en el sentido de reducir el valor real del interés. Por ejemplo, afirmaba que, con un in- terés fijo sobre los préstamos al $ %, una inflacién del 3 % reduce el tipo de inte- rés real al 2 %, No obstante, en los paises en los, que no existian leyes sobre la usura este fenémeno Hevarfa a un aumento del tipo nominal. La implicacién poli- tica de este razonamiento era sencilla: sélo en ausencia de leyes sobre la usura el Banco de Inglaterra podfa dotarse de un inistrumento de politica monetaria eficaz con los tipos de interés. 3.4.4. MILL Y EL DINERO Thornton influy6 de gran manera en Mill, quien ratific6 el Jngutiry como «la és clara exposicién, que yo conozca, en lengua inglesa del modo en que el crédito opera en una nacién mereantils (Principles, p. 722). Mill entré en el dimbito de la teo- rfa monetaria en 1824, manteniendo una posicién bullionista y afirmando que el au- mento de los precios en el perfodo de Jas guerras con Francia se habia debido al ex- DE RICARDO A MILL, 125 ceso'de emisiones y no a los gastos extraordinarios del gobierno. Sin embargo, ya en 1826, al comentar la crisis de 1825 en um articulo publicado en Parlamentary Review, «Paper Currency and Commercial Distress», se habfa emancipado de la influencia del monetarismo ricardiano. Sostenfa aquf la tesis de que en un régimen de conver- tibilidad no puede verificarse ningtin exceso de emisiones. Pero esbozaba también la idea, posteriormente desarrollada en los Principios, de que la especulacién era la causa principal del incremento de los precios, de la creacién de crédito y, en conse- cuencia, del aumento de las emnisiones de billetes de banco. Finalmente, en 1844, en plena polémica sobre el Bank Charter Act, Mill inter- vino en defensa de las tesis de ‘Tooke y Fullarton con un articulo'publicado en la Westminster Review, «The Currency Question». En esta intervencién negé que el Bank Act hubiera tenido efectos desestabilizadores en la economfa real y en el ni- vel de precios, y presenté de nuevo sus tesis de 1826 sobre el caracter endégeno de la oferta de moneda y sobre el papel desempefiado por la especulacién en el sentido de desestabilizar el sistema, tesis que reforzé con la observacién de que el circulante constituye sélo una pequefia parte del «poder adquisitivo» en circula- cin, ya que los depésitos y el crédito representan una paite mayor. El Bank Act resultarfa ineficaz porque no incidirfa sobre la especulacién, no evitaria Iuertes oscilaciones del tipo de interés y, por tanto, no eliminarfa los ciclos de «excita- cin y depresion» En cualquier caso, es en los Principios donde se encuentra la teorfa moneta: ria de Mill en su forma mas completa, especialmente en la edicion de 1857, en la. que realiz6 importantes modificaciones precisamente en las partes referentes al tema monetario. Parecfa que Mill aceptaba la teorfa cuantitativa de la’ moneda, que formulé de la siguiente manera: «a igualdad de cantidad de mercancias y de miimero de transacciones, el valor de 1a moneda es inversamente proporcional a su cantidad multiplicada por la llamada velocidad de circulaciény. Pero inmedia- tamente después aiiadié: «la cantidad de moneda en circulacién es igual al valor monetario de todas las mercancfas vendidas, dividido por el ntimero que expresa la-velocidad de circulacién> (p. 300). Esta segunda formulacién resulta notable precisamente por su ambigtedad, Si se interpreta como un enunciado de la teo- rfa cuantitativa, parece una prefiguracién de la «ecuacin de Cambridge» (véasé apartado 7.1.2), sobre todo si se resalta la tesis —que Mill, sin embargo, se limité a esbozar— de’que las personas pueden decidir poseer moneda en previsién de futuras contingencias. Si, por el contrario ~-como parece razonable—, se inter- preta segtin la visién de la escuela bancaria, dicha formulacién indica la existen- cia de un nexo causal que va del valor de las transacciones a la cantidad de mone- da. Probablemente sea esta la interpretacién hacia la que tendfa el propio Mill cuando aludia a las «muchas otras calificaciones que se deben afadir a la afirma- ci6n de que el valor del medio circulante f...] varfa en relaci6n inversa a su canti- dad; calificaciones que, en un sistema crediticio complejo como el que existe en Inglaterra, hacen que tal afirmacion constituya una interpretacién de los hechos extremadamente incorrecta» (p. 303). Por lo que respecta al tipo de interés, para Mill depende de fa oferta y la de- manda de fondos sujetos a préstamo; dicha. oferta esta constituida por los aho- rros més Jos depésitos bancarios y los billetes de banco (Mill confunde agut lige- ramente los conceptos de «fondo» y «flujo»), mientras que la demanda la inte- 126 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO- gran los gastos para inversiones més los gastos improductivos de los terratenien- tes y los puiblicos. En las decisiones de inversién influye la diferencia entre tasa de beneficio y tipo de interés, Este dltimo, al variar en funcién de la oferta y la demanda de fondos sujetos a préstamo, alcanza su valor normal de equilibrio cuando Mega a ser igual a la remuneraci6n de la abstinencia y al rendimiento es- perado del capital. En Some Unsettled Questions, Mill habfa adoptado la teorfa del ahorro forza- do. Ein la primera edicién de los Principios no la mencioné, pero en la edicién de 1865 admitié que la inflacién podria alimentar la creacién de capital permitiendo un desplazamiento de las inversiones del sector de los bieries de consumo (de lujo) al de los bienes capitales. Ademas, y también en los Principios, Mill habia mostrado los efectos ejercidos porla inflacién en la redistribucion de riqueza de los acreedores a los deudores, identificando a estos tiltimos principalmente con la «clase productivay. Mill tomé de Ia escuela bancaria, entre otras cosas, la «ley del reflujoy; y tra- 16 de reforzar la justificacién de los otros teéricos antimetalistas con la observa- cidn de que un exceso de liquidez podria descargarse también al extranjero a tra~ vés de un déficit de le'balanza de pagos. En cualquier caso, dicho déficit —segiin 61 tenderia siempre’ a reajustarse automaticamente. Para explicar esto, Mill acudié a la habitual teorfa humeana del mecanismo precios-flujo monetario, si bien la enriquecié desarrollando uma idea que habfan sugerido ya Thornton y Overstone: la idea de que el grueso del ajuste de un desequilibrio exterior se realizaria por medio de variaciones del tipo de interés. En esta éptica, un flujo de entrada de oro,causado por un superdvit comercial bajaria el tipo de interés y fomentarfa las exportaciones de capital, mientras que un flujo de salida de oro produciria en efecto contrario. Un evidente corolario politico de esta teorfa es que el Banco puede utilizar discrecionalmente el tipo de interés para proteger sus reservas y estabilizar él cambio anticipando y reforzando los ajustes automaticos. Esta concepcién sera posteriormente perfec- cionada, en Theory of the Foreign Exchange (1861), por George Joachim Goschen, (1831-1907) —gobernador del Banco de Inglaterra en 1858—, y vendré a consti- tuir uno de los pilares tedricos de las politicas del tipo de interés en la época del Gold Standard. Finalmente, debemos a Mill una interesante teorfa del ciclo econémico, que torga gran importancia a los efectos de la especulacién y de las expectativas. Las perspectivas de beneficio generadas por las expectativas inflacionarias provocan, un aumento de la demanda de crédito y de mercancfas, Este alimenta la inflacion y realiza las expectativas, provocando nuevos impulsos especulativos y poniendo en marcha un proceso acumulativo de,crecimiento'de Ja inflacién y de la especu- lacién, EI ciclo se invertira cuando los especuladores consideren que la inflacién ha avanzado demasiado y que ha llegado el momento de vender. Sin embargo, apenas los precios empiccen a bajar puede producirse el pinico y,agravarse la crisis. Es en este punto en el que deberfa intervenir el Banco para frenar la con- traccién con una expansién del crédito y una reduccién del tipo. de interés. Pero las normas establecidas por el Bank Act impedian al Banco llevar 4 cabo esta Bo- litica, ya que lo obligaban —en época de’crisis— a reducir Ja oferta de moneda para defender las reservas de los «drenajes internos». En resumen, la menciona- DE RICARDO A MILL 127 da ley impedia que el Banco hiciera lo que habria debido hacer para estabilizar el ciclo econémico. Esto nos puede dar una idea de las razones que tenia Mill para mostrarse en desacuerdo con el Bank Act. Referencias bibliograficas Sobre la economia clisica inglesa: C, Beretta, Introduzione allanalisi economica clas- sica, Milén, 1983; S. G. Checkland, «The Propagation of Ricardian Economics in England, en Economica, 1949; A. W. 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