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La eólica provoca el 0,0005% de la

mortalidad de aves, por José


Santamarta
La mortalidad de aves por los aerogeneradores es de 0,269 fallecimientos por GWh;
por las centrales eléctricas de combustibles fósiles, de 5,18 muertes por GWh y por
centrales nucleares de 0,416 por GWh. La energía eólica tiene unos enormes
beneficios ambientales, al no emitor CO2 ni ningún otro contaminante, ni consumir
agua, ni ocupar mucho espacio ni generar residuos radiactivos, ni sufrir accidentes
como Chernóbil o Fukushima.
La mortalidad de un parque eólico sobre las aves es muy pequeña, y ha sido muy
exagerada. Los gatos, los atropellos en las carreteras, la caza, las líneas eléctricas y
los vidrios transparentes causan una mortalidad infinitamente mayor que la energía
eólica.

Hay un estudio que está redactado por Benjamin K. Sovacool, y lleva por
nombre “Contextualizing Avian Mortality: A Preliminary Appraisal of Bird and
Bat Fatalities from Wind, Fossil-Fuel, and Nuclear Electricity”.

Los estudios que acostumbran a salir al respecto, muchas veces con el objetivo
de atacar a la eólica y a las energías renovables por donde más duele a los
ecologistas, la defensa de los animales, acostumbran a ser parciales e
incompletos, o falsos. Especialmente, porque ninguno hasta ahora ha tratado
de calcular el número de muertes de aves por kWh a partir de las diferentes
fuentes de energía, de manera que se puedan hacer comparaciones reales y
poner todo en su debido contexto.

Pues bien, el informe del que hablamos sí hace tal comparación entre parques
eólicos, combustibles fósiles, plantas de energía de combustible (carbón, gas
natural, petróleo y generadores), y centrales nucleares. Sí, es cierto que el
mayor peligro de los aerogeneradores son los eventuales impactos de sus
palas con las aves. Pero veamos ahora qué hay que decir respecto al resto de
centrales.

Por ejemplo, en las centrales nucleares el riesgo mayor para las aves es la
contaminación de las minas de uranio, así como las colisiones con las
estructuras de refrigeración. En cuanto a las centrales que queman
combustibles fósiles, las aves pueden morir de hambre en los bosques
devastados por la lluvia ácida, por la ingestión de dosis mortales y peligrosas
de mercurio e, indirectamente, por el mismo cambio climático que el CO2
liberado por esas centrales provoca. Así, se ven afectadas las rutas migratorias
y se degradan sus hábitats.

Durante años se ha exagerado o distorsionado el impacto de los parques


eólicos sobre las aves. El dato real: 7.000 aves en EE UU, frente a 1.500
millones de aves muertas por otras causas antropogénicas. Para poder
descubrir las causas de muerte de las aves, los científicos del Smithsonian
Conservation Biology Institute y de la Universidad Towson, en Maryland, EE
UU, colocaron pequeños radiotrasmisores en las aves antes de abandonar el
nido y así pudieron seguir su trayecto una vez que emprendían vuelo. "Pero lo
que sí nos sorprendió mucho fue que el mayor depredador de pájaros resultó
ser el gato doméstico"

Peter Marra, Conservacionista, del Instituto Smithsonian, señala que "no fue
sorprendente en el sentido de que sabíamos que en esa etapa las pequeñas
aves son muy vulnerables, no son hábiles a la hora de huir de sus
depredadores, y no siquiera pueden del todo bien seguir a sus padres". "Pero
lo que sí nos sorprendió mucho fue que el mayor depredador de pájaros resultó
ser el gato doméstico", agrega el científico.

Del total de aves en el experimento, la depredación fue la causa de mortalidad


del 80% de ellas. Y más de la mitad de esos depredadores fueron gatos. Y a
pesar de que se trata de una investigación a pequeña escala, los científicos
aseguran que esto es sólo una prueba científica de un fenómeno conocido: los
gatos domésticos son una especie invasiva y son responsables de la
depredación de pequeños reptiles, aves y mamíferos.

El impacto de los gatos en la población de aves es inmenso, según


determinaron los conservacionistas. Por ejemplo, son responsables de la
extinción de 33 especies de pájaros que habitaban en islas. El estudio
determinó que en áreas de la ciudad estadounidense de Washington, donde se
realizó el experimento y donde viven más cantidad de gatos, las poblaciones de
aves jóvenes son menores y tienden a disminuir.

Según datos estimados de la Agencia de Conservación de Aves de Estados


Unidos, cada año mueren 500 millones de pájaros como resultado de ataques,
la mitad por gatos domésticos y la otra mitad por felinos salvajes.

"Los gatos no son la única amenaza en la supervivencia de las aves, también


lo son el cambio climático (la eólica contribuye a evitarlo) y la pérdida de su
hábitat. Pero el hombre puede tratar de reducir el impacto de los felinos si no
deja a los gatos salir de casa", comenta el científico.

Según datos de la Agencia de Conservación de Aves en Estados Unidos, no


más 444.000 aves mueren al año como consecuencia de su impacto con los
aerogeneradores (otras fuentes reducen estas cifras a unas 7.000 aves), pero
se espera que esa cifra aumente a un millón en el año 2030 (unas 500 veces
menos que la mortalidad causada sólo por los gatos), a medida de que
aumente el número de parques eólicos para satisfacer la creciente demanda
energética.

rimero los datos y las fuentes fiables.

Mortalidad de aves en Estados Unidos por diversas causas


-Ventanas: 976 millones de aves.
-Gatos: 110 millones de aves.
-Plaguicidas: 72 millones.
-Colisiones con torres de comunicación: 4 a 50 millones de aves.
-Caza: más de 100 millones de aves.
-Líneas eléctricas de alta tensión: 175 millones de aves.
-Atropellos: de 50 a 100 millones de aves.
-Centrales termoeléctricas de carbón y gas natural: 14,5 millones de aves.
-Centrales nucleares: 327.000 aves.
-Parques eólicos: 7.000 aves, menos del 0,0005% de las muertes de aves por
causas antropogénicas.

Ya va siendo hora de responder con datos, informes y estudios rigurosos y


fiables a campañas que sólo favorecen la emisión de CO2 por las centrales
térmicas o la generación de residuos radiactivos por las centrales nucleares, al
impedir la alternativa más clara, sostenible y barata que existe: la energía
eólica.

Cuando se aborda el impacto ambiental de una fuente de energía ha de


estudiarse el ciclo completo y analizar todas las repercusiones. Entre todas las
fuentes energéticas, la eólica, junto con la solar directa (termosolar y solar
termoeléctrica), es la menos dañina para el medio ambiente y la más
beneficiosa en términos sociales y económicos, pues genera empleo,
innovación tecnológica y reduce el déficit comercial.

Los impactos sobre el paisaje y la avifauna son pequeños, o ínfimos. Mueren


cientos de veces más aves estrelladas contra las ventanas que en los parques
eólicos, que ocasionan una mortalidad ínfima: un ave cada diez años por
aerogenerador de última generación.

En cuanto al paisaje, es cuestión de percepciones. Para muchos es una visión


de sostenibilidad, modernidad, empleo y paz, porque en todos los lugares hay
viento y nadie muere por los recursos eólicos, a diferencia del petróleo, y todas
las guerras que directa o indirectamente ha provocado, y no sirven para hacer
bombas nucleares.

La colisión de algún ave contra un aerogenerador, no es nada comparada con


los afectos de las lluvias ácidas y el cambio climático en la avifauna, por no
hablar de otras especies y los propios seres humanos, efectos que la eólica
ayuda a mitigar. La mortandad mayor en algunos lugares se debió a que a
veces los parques están situados junto a vertederos o comederos de buitres.
Las aves se acostumbran rápidamente a los aerogeneradores, y hasta las aves
migratorias desvían su trayectoria.

En cuanto al paisaje, depende de gustos, igual que con los molinos de La


Mancha o de Holanda. Afortunadamente Greenpeace y los grupos realmente
ecologistas, junto a los sindicatos CC.OO y UGT, defienden el desarrollo de la
eólica, minimizando, por supuesto, sus pequeños impactos ambientales.
Pero es que además la eólica se está desarrollando con un respeto para el
medio ambiente que nunca se ha dado con ninguna fuente de energía. En
Navarra, de los 72 emplazamientos posibles considerados inicialmente, se
desecharon 50 por razones medioambientales, de forma que la propuesta
inicial sólo contempló la implantación de 18 parques, quedando 4 en reserva, y
lo mismo sucede en Cantabria.

En los parques eólicos se utilizan al máximo los accesos y las infraestructuras


existentes, se evitan afecciones a la vegetación, se restaura la vegetación y se
cierran los caminos de acceso a vehículos de motor, entre otras muchas
actuaciones. La eólica apenas ocupa suelo (la ocupación real es de sólo el 1
por ciento de la superficie de los parques eólicos), es compatible con otros
usos y es una instalación reversible, que tras su clausura devuelve al terreno
su apariencia original.

Como recuerda la EGEA, instalar 100.000 MW en Europa ocuparía sólo un


área de 8.000 Km, y el 99 por ciento de esta superficie seguiría disponible para
pastos o la agricultura. La reducción del impacto ambiental del sector
energético se logra de varias maneras. En primer lugar reduciendo el
despilfarro y el consumismo, adoptando un modelo menos intensivo en
energía. En segundo lugar aumentando la eficiencia y el ahorro energético. En
tercero abandonando y clausurando las centrales nucleares al final de su vida
útil, sin lugar a dudas la peor de todas las fuentes energéticas. En cuarto
limitando, en este orden, la aportación del carbón, el petróleo y el gas natural,
causa del cambio climático. En quinto, frenando la construcción de grandes
embalses para producir electricidad, y los proyectos de monocultivos
energéticos, que pueden tener graves repercusiones en la diversidad biológica,
clausurando las plantas de incineración de residuos. Y en sexto, desarrollando
la eólica, la geotérmica y todos los usos directos de la energía solar, como la
fotovoltaica, la termosolar y la solar térmica, con el debido cuidado ambiental.
La eólica es parte de la solución, no del problema.

Actualmente la capacidad instalada en el mundo supera los 200.000 MW,


equivalente a unas 70 grandes centrales nucleares (para sustituir un megavatio
nuclear hacen falta tres MW eólicos, dado que las nucleares funcionan más de
7.000 horas anuales y los aerogeneradores no suelen superar el 30% de
disponibilidad).

En 2011 ya es competitiva la producción de electricidad con aerogeneradores


eólicos de tamaño medio (de 1,5 a 5 MW) y en lugares donde la velocidad
media del viento supera los 6 metros por segundo. Se espera que dentro de
unos pocos años también la eólica marina llegue a ser rentable.

Los costes de la eólica, incluso sin considerar los ambientales, son ya casi
competitivos con los de las energías convencionales. El potencial global de la
energía eólica en el mundo es cuarenta veces superior al actual consumo
eléctrico, incluso excluyendo todas las áreas con valor ambiental y en España
en teoría se podría producir toda la electricidad con eólica, y abastecer a un
futuro parque de vehículos eléctricos.
Jacobson ha realizado la primera evaluación científica cuantitativa de las
principales soluciones energéticas que se han abordado o propuesto en los
últimos años. No sólo ha evaluado su potencial para suministrar energía
destinada a la generación de electricidad y para los vehículos eléctricos, sino
también sus impactos en el calentamiento global, la salud humana, la
seguridad energética, el suministro de agua, los requisitos de espacio, la fauna,
la contaminación del agua, la fiabilidad y la sostenibilidad.

Sus resultados indican que las opciones a las que se les está dedicando más
atención son entre 25 y 1.000 veces más contaminantes que las mejores
alternativas disponibles.

"Las alternativas energéticas que son buenas no son aquellas sobre las que
más se ha estado hablando. Y algunas de las que han sido propuestas son
francamente espantosas", asevera Jacobson. "Los biocombustibles basados en
el etanol causarán en realidad más daños a la salud humana, a la fauna, al
suministro de agua y al uso de la tierra, que los combustibles fósiles actuales".
El etanol también puede emitir más sustancias contaminantes de efecto
invernadero que los combustibles fósiles, según los más recientes estudios
científicos.

Las fuentes de energía que Jacobson encontró como las más prometedoras y
con menor impacto ambiental son, por orden, la eólica, la solar termoeléctrica,
la geotérmica, las mareas, las células fotovoltaicas, las olas y las centrales
hidroeléctricas. En sus recomendaciones, Jacobson se pronuncia contra la
energía nuclear, el carbón en cualquier forma, el etanol producido del maíz y el
producido de la celulosa a partir de los pastos de las praderas. De hecho,
encontró que el etanol de celulosa era peor que el etanol de maíz porque
produce más contaminación atmosférica, necesita más tierras para producirlo y
causa más daño a la fauna.

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